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21.

Las Respuestas a las Objeciones Más Comunes


contra el Sedevacantismo
El Papa Vigilio, Segundo Concilio de Constantinopla, 553:
“…tenemos en cuenta lo que fue prometido para la Santa Iglesia y Aquel quien lo dijo que las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella (por estos lo entendemos como las lenguas mortales
de los herejes)…”1

Hay muchas objeciones lanzadas contra la posición sedevacantista – es decir, la posición expuesta en este
libro según el cual la Cátedra de San Pedro está vacante debido a que los «papas» pos-Vaticano II no son
papas verdaderos, sino que son antipapas no católicos. Ahora vamos a tratar todas las objeciones
principales que se ponen en marcha en contra de esta posición.

1ª Objeción: Las puertas del infierno no pueden prevalecer contra la


Iglesia, como Cristo dijo (Mateo 16). Él dijo que estaría con su Iglesia
todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28). Lo que dices es
contrario a las promesas de Cristo.

Respuesta: No, la indefectibilidad (la promesa de Cristo que siempre estaría con su Iglesia, y que las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella) significa que la Iglesia, hasta el fin del tiempo,
permanecerá siendo esencialmente lo que es. La indefectibilidad de la Iglesia requiere que al menos un
remanente de la Iglesia exista hasta el fin del mundo, y que un verdadero Papa nunca enseñaría el error
autoritativamente para toda la Iglesia. Esto no excluye a los antipapas que se hacen pasar como papas
(como hemos tenido en numerosas ocasiones en el pasado, incluso en Roma) ni a una secta falsa que
reduce a los partidarios de la verdadera Iglesia Católica a un remanente en los últimos días. Esto es
precisamente lo que es predicho que ocurriría en los últimos días y lo que ocurrió durante la crisis arriana.

San Atanasio: “Los católicos que se mantienen fieles a la Tradición aún si ellos son reducidos a
un manojo, ellos son la verdadera Iglesia de Jesucristo.”2

¡Por otra parte, cabe señalar que la Iglesia ha definido que los herejes son las puertas del infierno en
donde es mencionado por Nuestro Señor en Mateo 16!

El Papa Vigilio, Segundo Concilio de Constantinopla, 553:


“…tenemos en cuenta lo que fue prometido para la Santa Iglesia y Aquel quien lo dijo que las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella (por estos lo entendemos como las lenguas mortales
de los herejes)…”3

El Papa San León IX, 2 de sept. de 1053: “La Santa Iglesia edificada sobre la piedra, esto es, sobre
Cristo, y sobre Pedro… porque en modo alguno había de ser vencida por las puertas del infierno,
es decir, por las disputas de los herejes, que seducen a los vanos para su ruina.”4

Santo Tomás de Aquino (+1262): “La sabiduría puede llenar el corazón de los fieles, y callar la
insensatez temerosa de los herejes, adecuadamente referidos como las puertas del infierno.”5
(Intro. a Aurea Catena).

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Tenga en cuenta que los herejes son las puertas del infierno. Los herejes no son miembros de la Iglesia.
Por eso es que un hereje nunca podría ser un papa. Las puertas del infierno (los herejes) nunca podrían
tener autoridad sobre la Iglesia de Cristo. Los que dicen que las puertas del infierno prevalecieron contra
la Iglesia no son aquellos que están denunciando a los antipapas heréticos del Vaticano II, sino que son
aquellos que los defienden obstinadamente como papas, a pesar de que se puede demostrar claramente
que son herejes manifiestos.

El Papa Inocencio III, Eius exemplo, 18 de dic. de 1208:


“Creemos de todo corazón y profesamos con nuestros labios una sola Iglesia, no la de los
herejes, sino la santa Iglesia, Romana, católica y apostólica, fuera de la cual creemos que nadie
puede salvarse.”6

San Francisco de Sales (siglo 17º), Doctor de la Iglesia, La Controversia Católica, pp. 305-306:
“Ahora, cuando él [el Papa] es explícitamente un hereje, cae ipso facto de su dignidad y fuera
de la Iglesia...”

No hay ni una enseñanza de la Iglesia Católica que se pueda citar que sea contrario al hecho de que existe
actualmente una secta falsificadora que ha reducido a la verdadera Iglesia Católica a un remanente en los
días de la gran apostasía, que está presidida por antipapas que falsamente se hacen pasar como papas.
Los que afirman que la secta del Vaticano II es la Iglesia Católica afirman que la Iglesia Católica apoya
oficialmente a las religiones y doctrinas falsas. Esto es imposible y significaría que las puertas del
infierno prevalecieron contra la Iglesia Católica.

2ª Objeción: ¿Cuál es su autoridad para hacer estos juicios? El uso de


afirmaciones dogmáticas es una interpretación privada.

Respuesta: La autoridad que un católico tiene para determinar que los herejes no son miembros de la
Iglesia es el dogma católico, que nos enseña que aquellos que se aparten de la fe serán considerados fuera
de la Iglesia.

El Papa León XIII, Satis Cognitum (# 17), 29 de junio de 1896: “Tal ha sido constantemente la
costumbre de la Iglesia, apoyada por el juicio unánime de los Santos Padres, que siempre han
mirado como excluido de la comunión católica Y FUERA DE LA IGLESIA A CUALQUIERA QUE
SE SEPARE EN LO MÁS MÍNIMO DE LA DOCTRINA ENSEÑADA POR EL MAGISTERIO
AUTÉNTICO.”7

Por otra parte, el afirmar que aquellos que se adhieren a este dogma católico y están participando en la
interpretación privada, como dice esta objeción, es afirmar precisamente lo que condenó el Papa San Pío
X en su Decreto sobre los errores del Modernismo.

El Papa San Pío X, Lamentabile, Decreto sobre los errores del Modernismo, 3 de julio de 1907, #22:
“Los dogmas que la Iglesia presenta como revelados no son verdades venidas del Cielo, sino
sólo una interpretación de hechos religiosos que la mente humana se ha proporcionado por
medio de un esfuerzo laborioso.” - Condenado8

El Papa Pío X, Lamentabile, Decreto sobre los errores del Modernismo, 3 de julio de 1907, #54:
“Los dogmas, los Sacramentos, la Jerarquía, tanto en lo que se refiere a su concepto como a su
realidad, no son más que interpretaciones y evoluciones de la mente cristiana, que hicieron

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crecer y perfeccionaron con añadiduras exteriores, el germen diminuto latente en el Evangelio.” -
Condenado9

Noten que está condenada la idea de que los dogmas son interpretaciones. Pero eso es exactamente lo
que afirma esta objeción, ya si lo quieran admitirlo o no. Están diciendo que al aplicar la verdad de un
dogma es una «interpretación privada». Además esta objeción es refutada aún más por el hecho de que,
en su Decreto sobre el sacramento del Orden, el Concilio de Trento declaró solemnemente que los
cánones dogmáticos son para el uso de todos los fieles.

El Papa Pío IV, El Concilio de Trento, sesión 23, cap. 4: “Estos son los puntos que ha parecido al
sagrado Concilio enseñar generalmente a los fieles cristianos sobre el sacramento del Orden;
resolviendo al mismo tiempo condenar la doctrina contraria a ellos, en propios y determinados
cánones, del modo que se va a exponer, para que siguiendo todos, con el auxilio de Jesucristo,
esta regla de fe, puedan entre las tinieblas de tantos errores, conocer fácilmente las verdades
católicas, y conservarlas.”10

La palabra «canon» (en griego: kanon) es una caña, y una vara recta, una vara de medir, algo que sirve
para determinar, gobernar o medir. ¡El Concilio de Trento está declarando infaliblemente que sus
cánones son varas de medir para «todos», para que usando estas reglas de fe, puedan entre las tinieblas,
conocer y defender fácilmente la verdad! Esta declaración importante da un golpe muy fuerte al reclamo
de los que dicen que el usar los dogmas para demostrar los puntos es una «interpretación privada». El
dogma católico es la autoridad de todos los que vienen a estas conclusiones correctas.

El Papa Gregorio XVI, Mirari Vos (# 7), 15 de ago. de 1832: “…nada debe quitarse de cuanto ha
sido definido, nada mudarse, nada añadirse, sino que debe conservarse puro tanto en la palabra
como en el sentido.”11

3ª Objeción: Usted no puede saber si alguien es un hereje o denunciarlo


como tal, sin un juicio y sentencia declarativa.

Respuesta: No es así. La sentencia declarativa que sigue después de una excomunión automática no es
más que un reconocimiento legal de algo que ya existe. Si esto no fuera así, la excomunión automática no
tendría sentido.

Canon 2314, El Código de Derecho Canónico de 1917: “Todos los apóstatas de la fe cristiana y
cada uno de los herejes o cismáticos: 1) Incurren ipso facto [por ese mismo hecho] en
excomunión…”12

La persona excomulgada ya está separada de la Iglesia. La mayoría de los herejes son conocidos por ser
herejes sin un juicio o una sentencia declarativa, y deben ser denunciados como tal.

El Papa Pío VI, Auctorem fidei, 28 de ago. de 1794:


“47. También la que enseña que según las leyes naturales y divinas es necesario que ha de
preceder un examen personal, ya sea por la excomunión, ya para la suspensión, y que por tanto
las sentencias que se llaman ipso facto no tienen otra fuerza, que la de una seria conminación sin
efecto alguno actual.” – es falsa, temeraria, perniciosa, injuriosa a la potestad de la Iglesia y
errónea.13

Como vemos aquí, la Iglesia Católica enseña que los procesos formales y las sentencias no son
necesarias a surtir efecto para las excomuniones ipso facto (por ese mismo hecho). Son muy a menudo

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reconocimientos formales de la excomunión ipso facto que ya ha ocurrido, como en el caso del hereje
Martín Lutero. Esto debería ser evidente para un católico, pero para ilustrar este punto, esto es lo que
Martín Lutero dijo antes de ser formalmente condenado como hereje por el Papa.

Martín Lutero, hablando antes de la bula del Papa León X dándole el final de los sesenta días
para retractarse antes de que se publicara una declaración de excomunión: “En cuanto a mí, la
suerte está echada: Desprecio por igual el favor y la furia de Roma, no deseo reconciliarme con
ella, ni tener una comunión con ella. Que me condene y queme mis libros, yo, a su vez, a
menos que pueda encontrar ningún incendio, condenaré y quemaré públicamente todo el
derecho pontificio conjunto, ese pantano de herejías.”14

¿Acaso hemos de creer que el hombre que pronunció esta cita (muy bien antes de que fuera formalmente
condenado como hereje por una sentencia declarativa) fue un católico o podría haber sido considerado
como uno? Si esta idea no es evidentemente absurda, entonces nada lo es. Obviamente que Martín
Lutero era un hereje manifiesto antes de la declaración formal, y cualquier católico consiente de sus
creencias podría y debe haberlo denunciado como un hereje manifiesto una vez que ese católico llegare a
encontrarse con sus puntos de vista escandalosamente heréticos.

Es por eso que, antes del juicio de Lutero, el cardenal Cayetano “se contactó con el príncipe elector
Federico, soberano y protector de Lutero, instando a que no «avergüence el buen nombre de sus
antepasados» apoyando a un hereje.”15

El mismo principio se aplica a un hereje, como John Kerry, el notorio partidario del aborto. Casi todos los
que se profesan católicos de mentalidad conservadora de inmediato estarían de acuerdo en que John
Kerry es un hereje y no un católico, desde que obstinadamente rechaza la doctrina católica contra el
aborto. Pero están haciendo este «juicio» por su propia cuenta, ya que ninguna sentencia declarativa se
ha expedido contra él. Por lo que están demostrando así el punto de que una declaración no es necesaria
para condenar a un hereje. La mayoría de los herejes en la historia de la Iglesia, y casi todos los herejes en
el mundo de hoy, han sido y deben ser considerados herejes sin ningún tipo de declaración por el hecho
de su herejía que es manifiesta.

Cuando la herejía se manifiesta con claridad y es obstinada, como en el caso de Lutero o de Benedicto XVI
(quien dice que no debemos convertir a los no católicos y toma parte activa en el culto de la sinagoga), los
católicos no sólo pueden denunciarlo como un no católico sin ningún juicio, sino que deben hacerlo. Esta
es precisamente la razón porque San Roberto Belarmino, Doctor de la Iglesia, al abordar esta misma
cuestión, afirma inequívocamente que el hereje manifiesto es depuesto y se debe evitar como un no
católico que no tiene autoridad antes de cualquier «excomunión o sentencia judicial». En este contexto,
San Roberto usa la palabra «excomunión» para referirse a la pena de ferendae sententiae (la declaración
formal por el Papa o un juez).

San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, II, 30, hablando de un reclamante del oficio papal:
“Porque, en primer lugar, se demuestra con argumentos de autoridad y de la razón de que el
hereje manifiesto es depuesto «ipso facto». El argumento de la autoridad se basa en San Pablo
(Tito 3:10), que ordena que evitemos al hereje después de dos advertencias, es decir, después de
demostrar a sí mismo su forma manifiestamente obstinada – lo que significa que antes de
cualquier excomunión o sentencia judicial. Y esto es lo que escribe San Jerónimo, agregando
que los otros pecadores están excluidos de la Iglesia con una pena de excomunión, pero los
herejes se exilian y se separaran ellos mismos del cuerpo de Cristo por su propio acto.”

Repitamos esto: ¡LO QUE SIGNIFICA ANTES DE CUALQUIER EXCOMUNIÓN O SENTENCIA


JUDICIAL! Así que podemos ver que los que no son sedevacantistas, al argumentar que los católicos no
pueden denunciar a los herejes manifiestos como Benedicto XVI, ya que no ha habido un juicio formal, lo

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tienen todo mal. Su conclusión es una burla completa de la unidad de la fe en la Iglesia. En caso de que
nos hemos olvidado, hay una unidad de la fe en la Iglesia Católica (como en una, santa, católica y
apostólica.)

El Papa Pío XII, Mystici Corporis Christi (# 10):


“Así que, como en la verdadera congregación de los fieles existe un solo Cuerpo, un solo
Espíritu, un solo Señor y un solo Bautismo, así no puede haber sino una sola fe; y, por lo tanto,
quien rehusare oír a la Iglesia, según el mandato del Señor, ha de ser tenido por gentil y
publicano. Por lo cual, los que están separados entre sí por la fe o por la autoridad, no pueden
vivir en este único Cuerpo, ni tampoco, por lo tanto, de este su único Espíritu.”16

Según la conclusión de los que no son sedevacantistas, simplemente porque ninguna declaración formal
fue hecha en contra de los herejes, los católicos tendrían que afirmar la comunión con un hombre que
públicamente ha declarado que no quería tener comunión con la Iglesia católica, y sostuvo que el derecho
pontifico conjunto es un pantano de herejías, o con un hombre que es obstinadamente a favor del aborto.
Quien afirme que los católicos deben estar en comunión con un hereje manifiesto porque ningún proceso
ha precedido contra él, es contraria a la doctrina católica, la tradición católica y el sentido católico.

San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, II, 30:


“… pues el hombre no está obligado, o capaz de leer los corazones, PERO CUANDO VEN QUE
ALGUIEN ES UN HEREJE POR SUS OBRAS EXTERIORES, LO JUZGAN PURO Y SIMPLE QUE
ES UN HEREJE, Y LO CONDENAN COMO UN HEREJE.”

4ª Objeción: ¿Qué hay sobre la herejía material? ¿No pueden ser herejes
materiales los Papas del Concilio Vaticano II?

Respuesta: Un hereje «material» es un católico errando de buena fe acerca de un problema dogmático.


Los antipapas del Vaticano II son sin duda herejes reales. No pueden ser herejes materiales (católicos que
están errando de buena fe) por varias razones, las más importantes entre esas razones es de ser que: 1)
ellos no sostienen los misterios fundamentales de la fe, 2) ellos rechazan los dogmas evidentes de cuales
están plenamente conscientes.

Un «hereje material» es un término usado por los teólogos para describir a un católico errando de buena
fe con respecto a algunas enseñanzas de la Iglesia, pero que no lo ha negado deliberadamente. La única
manera que uno puede ser un «hereje material» es por no estar consciente de que la posición que sostiene
es contrario a la enseñanza de la Iglesia. Tal persona podría cambiar su posición de inmediato al ser
informado de la enseñanza de la Iglesia sobre la cuestión. Así, el llamado «hereje material» no es un
hereje, sino más bien un católico confuso que niega algo de lo que él no sabe que la Iglesia ha enseñado.
El hecho de que el llamado «hereje material» no es un hereje, se demuestra por el hecho de que el
llamado «hereje material» no dejaría de ser parte de la Iglesia, y ya hemos demostrado por muchas citas
que todos los herejes dejan de ser miembros de la Iglesia.

El Papa Eugenio IV, El Concilio de Florencia, «Cantate Domino», 1441:


“La Santa Iglesia Romana cree firmemente, profesa y enseña que aquéllos que no están en el
seno de la Iglesia Católica, no solamente los paganos, sino también los judíos o herejes y
cismáticos…”17

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Además, el llamado «hereje material» (un católico errando) no hace que caiga sobre su cabeza el castigo
eterno por negar la fe, y todos los herejes hacen que caigan sobre sus cabezas el castigo eterno por negar
la fe.

El Papa San Celestino I, El Concilio de Éfeso, 431:


“… todos los herejes corrompen las verdaderas expresiones del Espíritu Santo con sus propias
mentes malvadas y hacen que caigan sobre sus cabezas una llama inextinguible.” 18

Un hereje material, por tanto, no es un hereje, sino un católico que inocentemente está confundido sobre
algunas enseñanzas de la Iglesia. Por lo tanto, los que afirman que Benedicto XVI no está consciente de
todos los dogmas que él niega, y por lo tanto sólo un «hereje material» (en otras palabras, un católico
errando) no sólo estarán argumentando algo que es absurdo, sino algo que es IMPOSIBLE. Es
imposible que Benedicto XVI sea más que un llamado «hereje material» por tres razones:

Numero 1): Es un hecho que Benedicto XVI conoce muchos de los dogmas de la Iglesia que él niega.
Él sabe más acerca de la doctrina católica que ningún otro en el mundo. Todo el tiempo da discursos
de los pronunciamientos dogmáticos de la Iglesia – los mismos que él contradice y rechaza, tal como
el Vaticano I.

Benedicto XVI, Teoría de los principios teológicos (1982), p. 239: “Cualquier persona que informe
sobre la enseñanza de la Iglesia con respecto a las órdenes sagradas encuentra a su disposición
una fuente relativamente rica de los materiales de base, tres concilios han hablado extensamente
sobre el tema: Florencia, Trento y el Vaticano II. Cabe mencionar también la importante
constitución apostólica de Pío XII (Sacramentum ordinis) del año 1947.”19

Benedicto XVI, Teoría de los principios teológicos (1982), pp. 197-198: “En la parte del occidente, la
demanda máxima sería que el oriente reconociera la primacía del Obispo de Roma en todo el
ámbito de la definición de 1870 [el Vaticano I] y al hacerlo someterse en la práctica, de una
primacía, como ha sido aceptada por las iglesias uniatas... ningunas de las soluciones de máxima
ofrece una esperanza real de unidad.”20

En estas citas vemos sólo una vislumbre de la familiaridad de Benedicto XVI con la doctrina católica,
incluso los mismos concilios que él niega. Lo mismo ocurre con Juan Pablo II y sus «predecesores». Por
ejemplo, en el acuerdo de 1999 con la Iglesia luterana sobre la justificación, aprobado por Juan Pablo II,
Juan Pablo II está de acuerdo en que el Concilio de Trento ya no se aplica.

Acuerdo entre el Vaticano y los luteranos sobre la Justificación, 31 de oct. de 1999: “#13. A LA
LUZ DE DICHO CONSENSO, LAS RESPECTIVAS CONDENAS DOCTRINALES DEL
SIGLO XVI [es decir, los cánones del Concilio de Trento] YA NO SE APLICAN A LOS
INTERLOCUTORES DE NUESTROS DÍAS.”21

No hace falta decir que él no podría estar consciente del Concilio de Trento, si está de acuerdo en que ya
no se aplica. Por otra parte, Benedicto XVI tiene varios doctorados en teología y ha escrito muchos
libros que tratan con las complejidades del dogma católico. Uno de nosotros ha leído 24 de sus libros,
y puedo decir que Benedicto XVI está más familiarizado con lo que enseña la Iglesia Católica que
ningún otro en el mundo. El afirmar que Benedicto XVI o Juan Pablo II o Pablo VI o Juan XXIII no tenían
conocimiento de las enseñanzas más simples de la Iglesia, que ellos negaron, ya sea sobre Nuestro Señor,
contra el protestantismo, sobre la salvación, en contra de las falsas religiones, sobre la libertad religiosa,
etc., es algo falso y ridículo del grado más alto. Es pura locura afirmar, por ejemplo, que Benedicto XVI
no está consciente del dogma de que los protestantes están obligados, bajo pena de herejía, a aceptar el

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papado – recuerden que él enseña todo lo contrario. Esto es equivalente al afirmar que uno puede ser el
jefe de cocina en un restaurante de cinco estrellas y no saber qué es la lechuga. Pero eso es exactamente lo
que nos quieren hacer creer aquellos que promueven el argumento del «hereje material».

Numero 2): Es imposible que Benedicto XVI sólo sea un «hereje material» o un católico errando
porque – suponiendo por un momento que no tiene conocimiento de muchos de los dogmas que él
niega (que, como hemos dicho, sin duda, no es cierto) – de ser un hombre que proclama ser un obispo
y el Papa, está obligado a tenerlas aprendidas. Por lo tanto, él no tiene excusa al decir que no está
consciente de los dogmas fundamentales de la Iglesia que él niega.

Un manual de derecho canónico enseña: “Si es el delincuente que haga esta reclamación sea un
clérigo, su petición de mitigación debe ser despedido, ya sea como falsa, o bien como una
indicación de la ignorancia que se ve afectada, o por lo menos craso y supino… Su formación
eclesiástica en el seminario, con su teología moral y dogmática, su historia eclesiástica, por no
mencionar su derecho canónico, todos aseguran que la actitud de la Iglesia hacia la herejía fue
impartido a él.”22

Numero 3): Es imposible que Benedicto XVI solo sea más que un «hereje material» porque hay ciertas
cosas que todos los adultos deben mantener por una necesidad de los medios con el fin de ser católico,
y Benedicto XVI no mantiene esas cosas. Todos los adultos católicos deben creer en la Trinidad, la
Encarnación, que Jesucristo y su Iglesia son ciertos, y que las religiones distintas de la de Jesucristo
son falsas. Estos misterios esenciales deben ser conocidos por la necesidad de los medios.

El Papa Benedicto XIV, Cum Religiosi (# 1), 26 de junio de 1754:


“Nos no hemos gozado, sin embargo, cuando se informó posteriormente a Nos que en el curso de
la instrucción religiosa de preparación a la confesión y la Santa Comunión, se encontraba muy a
menudo que estas personas eran ignorantes de los misterios de la fe, incluso en aquellos
aspectos que deben ser conocido por la necesidad de los medios; en consecuencia, no estaban
habilitados para participar de los sacramentos.”23

En otras palabras, todos los católicos mayores de la edad del uso de la razón deben tener un conocimiento
positivo de ciertos misterios de la fe para ser salvos. No hay excusas, ni siquiera por ignorancia. Así, si
uno tiene una creencia que destruye la fe en esos misterios, aunque se le ha enseñado de forma incorrecta,
no es católico.

El Papa Benedicto XIV, Cum Religiosi (# 4):


“… los confesores deben realizar esta parte de su deber cuando alguien se encuentre en su
tribunal que no sabe lo que debe saber, por necesidad de los medios, para ser salvo…”24

El Papa San Pío X, Acerbo Nimis (# 3), 15 de abril de 1905:


“Por lo cual Nuestro predecesor Benedicto XIV escribió justamente: «Afirmamos que la mayor
parte de los condenados a las penas eternas padecen su perpetua desgracia por ignorar los
misterios de la fe, que necesariamente se deben saber y creer para ser contados entre los
elegidos».”25

Por ejemplo, si uno realmente cree en tres dioses diferentes y no en un Dios en tres personas divinas,
entonces no es católico – punto. Esto es cierto incluso si nunca se le enseñó la verdadera doctrina sobre la
Trinidad. Él no es católico, ya que su creencia contradice un misterio esencial que debe poseer para tener la
verdadera fe.

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Del mismo modo, si uno cree que otras religiones, como el islam, el judaísmo, etc. también son buenas,
entonces uno no cree que Cristo (y, por extensión, su Iglesia) es la única verdad. Si uno no cree que
Cristo (y, por extensión, su Iglesia) es la única verdad, entonces uno no tiene la fe católica – punto. Esto
es cierto incluso si nunca se le enseñó la verdadera doctrina sobre esta materia, razón por la cual el Papa
Pío XI, dice que todos los que mantienen la opinión de que todas las religiones «son, con poca diferencia,
buenas y laudables» han abandonado la verdadera religión – punto.

El Papa Pío XI, Mortalium Animos (# 3):


“Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto
que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con
poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y
significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y
reconocemos obedientemente su imperio. Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se
engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco
a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se
adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por
Dios.”26

Bueno, hemos demostrado que Benedicto XVI y sus «predecesores» creen que el judaísmo, el islam, etc.
son buenos. Benedicto XVI hasta incluso se inició en el islam en una mezquita el 30 de noviembre de
2006. Él y sus «predecesores» alaban estas religiones. Benedicto XVI hizo un llamamiento específico al
islam como «noble» y dijo que representa «la grandeza». No es posible que él creyere en esto y ser
católico «hereje material», ya que él no cree en un misterio esencial que él debe poseer para tener la
verdadera fe: que Cristo es la única verdad. Por lo tanto, Benedicto XVI no es un católico – punto.

Esto también se demuestra desde otro ángulo. Puesto que es un misterio esencial de la fe católica que
Cristo (y, por extensión, su Iglesia) es la única verdad, se sigue que los que creen este misterio también
guardan que la Iglesia de Cristo debe ser creída. Esta es la enseñanza del Papa León XIII.

El Papa León XIII, Satis Cognitum (# 34), 29 de junio de 1896:


“No puede creerse que guardáis la fe católica los que no enseñáis que se debe guardar la fe
romana.”27

Si uno guarda que la religión católica no tiene que ser aceptada por los no católicos, entonces uno no es
católico. Como hemos demostrado, los antipapas del Vaticano II enseñan que la religión católica no tiene
que ser aceptada por los no católicos, sino que específicamente enseñan que los cismáticos orientales no
tienen que convertirse a la fe católica.

Pablo VI, Declaración Conjunta con el «Papa» cismático Shenouda III, 10 de mayo de 1973: “Pablo
VI, Obispo de Roma y Papa de la Iglesia Católica, y Shenouda III, Papa de Alejandría y Patriarca
de la Sede de San Marcos… En el nombre de esta caridad, rechazamos todo tipo de
proselitismo… Qué cese donde quiera que exista…”28

Juan Pablo II, Homilía, 25 de ene. de 1993: “Dice el documento de la Comisión Pontifica para
Rusia que, «La forma en que se logra la unidad cristiana, de hecho, no es por el proselitismo,
sino por el dialogo fraternal…».”29

Benedicto XVI, Discurso a los Protestantes en la Jornada Mundial de la Juventud, 19 de agosto de 2005:
“Y ahora preguntémonos: ¿qué significa restablecer la unidad de todos los cristianos?... esta
unidad no significa lo que se podría llamar ecumenismo de regreso, es decir, renegar y
rechazar la propia historia de fe. ¡De ninguna manera!”30

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Además…

La ley de la Iglesia presupone obstinación en la herejía a menos


que se pruebe lo contrario.

Además de los hechos anteriores que demuestran que los antipapas del Vaticano II son definitivamente
herejes formales, la presunción de la ley está en contra de ellos:

Canon 2200.2, El Código de Derecho Canónico de 1917: “Donde ha habido una violación externa
de la ley, se presume la malicia en el fuero externo, a menos se pruebe lo contrario.”

Un comentario sobre este canon por el Rev. Eric F. Mackenzie, A.M., S.T.L., J.C.L, establece:

“La comisión misma de todo acto que representa la herejía, p. ej., la declaración de alguna
doctrina contraria o contradictoria a un dogma revelado y definido, da motivo suficiente para
la presunción jurídica de la depravación herética… Circunstancias que justificaran deben
probarse en el fuero externo, y la carga de la prueba recae sobre la persona cuya acción ha dado
lugar a la imputación de herejía. A falta de tal prueba, todas las excusas se presumirán que no
existen.”31

No sólo los antipapas del Vaticano II han hecho literalmente cientos de declaraciones contrarias al dogma
revelado y definido, sino que también de forma explícita se han declarado sí mismos en comunión con –
en la misma Iglesia que – los cismáticos y herejes. Además, ellos han confirmado estas declaraciones con
los actos que más manifiestan su adhesión a la herejía, tal como communicatio in sacris (la comunicación en
las cosas sagradas) con diversas religiones falsas. No es, por lo tanto, la ley o el espíritu de la Iglesia para
exonerar a alguien vomitando públicamente la herejía, sino más bien para presumir su culpabilidad.

El Papa Inocencio IV, El Primer Concilio de Lyon, 1245:


“La ley civil declara que los que deben ser considerados como herejes, y deben ser sometidos a
las sentencias dictadas contra ellos, que por los testimonios ligeros se encuentran que se
extraviaron de la sentencia y del camino de la religión católica.”32

San Roberto Belarmino explica por qué debe ser así.

San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, II, 30:


“…pues el hombre no está obligado, o capaz de leer los corazones, pero cuando ven que alguien
es un hereje por sus obras externas, lo juzgan puro y simple que es un hereje, y lo condenan
como un hereje.”

Una simple ilustración también demuestra por qué esto debe ser así.

Supongamos que tienes algunas ovejas y tú nombraste a un pastor que vele por ellos.
Supongamos que un día el pastor se convirtió en un lobo y empezó a comerse las ovejas y
rompiéndolas en pedazos. ¿Podría Usted, buscando el bienestar de estas ovejas, mantener al
lobo como la cabeza de las ovejas? ¿Le exigiría a las otras ovejas que aún no son devoradas que
se sometan al lobo, y por lo tanto poniéndose en peligro próximo de ser comidas? Por supuesto
que no, ni tampoco Dios.

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Dios nunca podría permitir que se promulgue una herejía manifiesta en el fuero externo para mantener la
autoridad en la Iglesia o ser capaz de exigir la sumisión de los católicos, independientemente de cuáles
sean sus intenciones. Recuerde, la herejía mata las almas. Supongamos que el lobo de nuestra historia
sólo tiene hambre, o que teniendo un mal día. ¿Esto cambia el hecho de que las ovejas están siendo
eliminadas? No.

Por otra parte, ¿qué lobo que estaba tratando de engañar a la gente abiertamente se declarará ser un no
católico o un enemigo de la Iglesia?

Mateo 7:15-
“Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro
son lobos voraces.”

No hay forma más eficaz para ayudar a un falso profeta que insistir que, a pesar de su profesión pública
de la herejía, mantiene la autoridad en la Iglesia. El Papa San Celestino confirma autoritativamente el
principio de que no podemos considerar un hereje público como una persona con autoridad cuando se
trató del caso del hereje Nestorio. Nestorio, patriarca de Constantinopla, comenzó a predicar la herejía de
que María no era la Madre de Dios. Los fieles reaccionaron rompiendo la comunión con él, al darse
cuenta que desde que Nestorio predicaba herejía pública y notoria que no podía tener autoridad en la
Iglesia Católica. La siguiente cita del Papa San Celestino se encuentra en De Romano Pontifice, la obra de
San Roberto Belarmino.

El Papa San Celestino:


“La autoridad de Nos Sede Apostólica ha determinado que el obispo, el clérigo, o un cristiano
sencillo, que había sido depuesto o excomulgado por Nestorio y sus seguidores, después de que
éste comenzó a predicar la herejía, no se considerará depuesto o excomulgado. Porque el que
había desertado de la fe con tales predicaciones, no puede deponer o quitar a nadie en
absoluto.”33

El Papa Pío IX confirma este principio mediante la enseñanza de que uno es considerado un hereje o
cismático si uno aún no ha sido declarado como tal por la Santa Sede.

El Papa Pío IX, Quartus Supra (# 12), 6 de ene. de 1873:


“Dado que la facción de Armenia es así, son cismáticos aun cuando todavía no han sido
condenados como tal por la autoridad apostólica.”34

Por eso los santos, teólogos, doctores, canonistas y los papas que hablan de la cuestión de un «papa
herético» evitan los términos herejía «material» y «formal», ya que estos son términos que implican una
sentencia del fuero interno. Más bien, ellos usan las palabras como pública, manifiesta, notoria, etc. –
términos que corresponden al fuero externo.

F.X. Wernz, P. Vidal (1943):


“A través de notoria y abiertamente herejía revelada, el Romano Pontífice, en caso de que caiga
en la herejía, por ese mismo hecho se considera que puede ser privado de la potestad de
jurisdicción, incluso antes de cualquier sentencia declarativa de la Iglesia…”35

Canon 192, El Código de Derecho Canónico de 1917:


“Una persona puede ser privado contra su voluntad, o removido de su oficio, por efecto de la
ley o un acto del superior legítimo.”

Canon 188.4, El Código de Derecho Canónico de 1917:

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“Existen ciertas causas que resulta la resignación tacita (silenciosa) de un oficio, que tal
resignación es aceptada en avance por la operación de la ley, y por tanto, es efectivo sin
cualquier declaración. Estas causas son… (4) si ha abandonado públicamente la fe católica.”

¿Qué es una defección pública de la fe?

Canon 2197.1, El Código de Derecho Canónico de 1917:


“Un crimen es público: (1) si ya es conocido o las circunstancias son tales que conducen a la
conclusión de que puede y fácilmente llegar a serlo…”

Por lo tanto, hemos demostrado con gran detalle por qué es totalmente falso afirmar que los antipapas
del Vaticano II son meramente «herejes materiales». No pueden ser herejes materiales porque: 1) saben
muy bien de los dogmas que niegan; 2) están obligados a conocer la fe católica como «obispos»,
especialmente los dogmas que niegan; y 3) no tienen y contradicen los misterios esenciales de la fe que
uno debe mantener para ser un católico.

5ª Objeción: La Iglesia no puede existir sin un papa, o al menos no puede


existir durante 40 años sin un Papa, como dicen los sedevacantistas…

Respuesta: La Iglesia ha existido por años sin un papa, y lo hace cada vez que un Papa muere. La Iglesia
ha experimentado un interregno papal (es decir, un período sin un papa) más de 200 momentos
diferentes en la historia de la Iglesia. El interregno papal más largo (antes de la apostasía del Vaticano II)
fue entre el Papa San Marcelino (296-304) y el Papa San Marcelo (308-309). Duró más de tres y medio
años.36 Además, los teólogos enseñan que la Iglesia puede existir incluso por décadas, sin un papa.

EL P. JAMES EDMUND O’REILLY APLASTA EL ARGUMENTO DE LOS NO SEDEVACANTISTAS


SOBRE LA LONGITUD DE UN INTERREGNO PAPAL (UN PERÍODO SIN UN PAPA), MEDIANTE
LA ENSEÑANZA QUE LA IGLESIA PUEDE EXISTIR POR DÉCADAS SIN UN PAPA

El P. Edmund James O’Reilly fue un teólogo eminente que vivió en la época del Vaticano I. Escribiendo
después del Vaticano I y sus definiciones sobre la perpetuidad del oficio del Papa, enseñó que Dios podía
dejar a la Iglesia sin un Papa por más de 39 años – p. ej., durante todo el lapso del Gran Cisma de
Occidente (1378-1417). Aquí hay una cita de la discusión del Padre O’Reilly del Gran Cisma de
Occidente:

“Podemos parar aquí para preguntar lo que se puede decir de la posición, en esa época, de los
tres reclamantes, y sus derechos en relación con el papado. En primer lugar, se produjo a lo largo,
desde la muerte de Gregorio XI en 1378, un Papa – con la excepción, por supuesto, de los
intervalos entre las muertes y las elecciones para llenar las vacantes que ello conlleva. No había,
digo, en cada momento dado un Papa, realmente investido de la dignidad del Vicario de Cristo y
Cabeza de la Iglesia, cualesquiera que sean las opiniones que pudieron existir entre muchos en
cuanto a su autenticidad; que un interregno que cubre todo el período no sería algo imposible o
inconsecuente con las promesas de Cristo, porque esto no es por ningún medio manifestado,
pero que, como cuestión de hecho, no hubo tal un interregno.”37

El P. O’Reilly dice que un interregno (un período sin un Papa), que abarca todo el período del Gran
Cisma de Occidente no es en absoluto incompatible con las promesas de Cristo sobre su Iglesia. El
período de cual está hablando el P. O’Reilly comenzó en 1378 con la muerte del Papa Gregorio XI y
finalizó esencialmente en 1417, cuando el Papa Martín V fue elegido. Eso sería un interregno de 39 años
(período sin un papa). Y el P. O’Reilly fue uno de los teólogos más eminentes del siglo 19.

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Es evidente que el P. O'Reilly está en el lado de los que, al rechazar a los antipapas del Vaticano II,
mantienen la posibilidad de una vacancia de largo plazo de la Santa Sede. De hecho, en la página 287 de
su libro, el P. O’Reilly da esta advertencia profética:

“El gran cisma de Occidente me sugiere una reflexión que me tomo la libertad de expresar aquí.
Si este cisma no hubiera ocurrido, la hipótesis de que tal cosa sucediera, parecería a muchos
como quimérico (absurdo). Dirían que no podría ser; Dios no permitiría que la Iglesia a entrar
en una situación tan infeliz. Las herejías podrían surgir y extenderse y durar dolorosamente
largas, a través de la culpa y la perdición de sus autores y cómplices, a la gran angustia también
de los fieles, el aumento de la persecución real en muchos lugares donde los herejes eran
dominantes. Pero que la verdadera Iglesia debe permanecer entre treinta y cuarenta años sin
un Jefe bien determinado y representante de Cristo en la tierra, esto no sería. Sin embargo, ha
sido, y no tenemos ninguna garantía de que no volverá a ser otra vez, aunque fervorosamente
esperamos lo contrario. Lo que puedo inferir es que no hay que ser demasiado listos para
pronunciar sobre lo que Dios puede permitir. Sabemos con absoluta certeza que Él cumplirá
sus promesas… También podemos confiar en que Él va a hacer mucho más de lo que Él se ha
obligado por sus promesas. Podemos mirar hacia adelante con vítores de probabilidad a la
exención para el futuro de algunos de los problemas y las desgracias que han acontecido en el
pasado. Pero nosotros, o nuestros sucesores en las futuras generaciones de cristianos, quizás
verán males más extraños que han sido experimentados, incluso antes de que el enfoque
inmediato de esa gran liquidación de todas las cosas en la tierra que precederá el día del juicio.
Yo no soy creación de un profeta, ni pretendo de ver maravillas infelices, de los cuales no tengo
conocimiento alguno. Todo lo que trato de dar a entender es que las contingencias en relación
con la Iglesia, que no están excluidos por las promesas divinas, no pueden ser consideradas
como prácticamente imposible, sólo porque serían terribles y angustiosas en un grado muy
elevado.”38

Este es un punto muy excelente. El P. O'Reilly está diciendo que si el Gran Cisma de Occidente nunca
hubiera ocurrido la gente diría que tal situación (tres reclamantes en competencia al papado sin ninguna
comprobación de una cabeza por décadas) es imposible – así como hoy dicen aquellos que la «tesis»
sedevacantista es imposible, a pesar de que los hechos demuestran que es cierto.

El Gran Cisma de Occidente sí ocurrió, dice el P. O’Reilly, y no tenemos ninguna garantía de que cosas
peores, que no están excluidos por las promesas divinas, no sucederán. No hay nada en contra de la
indefectibilidad en decir que no hemos tenido un Papa desde la muerte del Papa Pío XII en 1958. Es de
todo en contra de la indefectibilidad de la Iglesia Católica el afirmar que verdaderos papas podrían
promulgar el Concilio Vaticano II, apoyando oficialmente a las religiones falsas y paganas,
promulgando la Nueva Misa protestante, y sosteniendo que los no católicos no necesitan convertirse
para la salvación. Que la Iglesia esté sin un Papa por un largo período de la gran apostasía es el castigo
infligido por Dios a nuestra generación por la maldad del mundo.

La profecía de San Nicolás de Flüe (1417-1487): “La Iglesia será castigada porque la mayoría de
sus miembros, grandes y pequeños, se pervertirán grandemente. La Iglesia se hundirá más y
más, hasta que, finalmente, parecerá haber quedado destruida, y la sucesión de Pedro y de los
demás apóstoles parecerá haber terminado. Pero después de esto, será exaltada triunfalmente a
la vista de todos los que dudaban.”f39

6ª Objeción: Las definiciones de Vaticano I sobre la perpetuidad de la


Oficina del Papa contradice las afirmaciones de los sedevacantistas.

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Respuesta: Los dogmas del Vaticano I no están en contradicción con la vacancia de la Sede Papal, de
hecho, sólo aquellos que rechazan a los antipapas del Vaticano II son los que están aceptando
constantemente estos dogmas papales, ya que Benedicto XVI los rechaza totalmente.

LAS RESPUESTAS A PASAJES CONCRETOS DEL VATICANO I CITADOS POR LOS NO


SEDEVACANTISTAS – Y LO ABSURDO DE UN «PAPA» QUE NO CREE EN EL VATICANO I

La gente que intenta refutar el sedevacantismo, a menudo cita tres pasajes del Vaticano I. En especial,
hablaremos de los tres de esos pasajes. Antes de hacerlo, debemos hacer hincapié del hecho que
acabamos de discutir: ha habido largos períodos de tiempo en que la Iglesia no ha tenido ningún Papa.
Ya hemos mencionado un interregno de los tres y medio años de entre el Papa San Marcelino y del Papa
San Marcelo.

Aunque el Papa San Gregorio VII murió el 25 de mayo 1085, no fue hasta casi dos años más tarde – el 9 de
mayo de 1087 – que su sucesor, el Papa Víctor III, fue elegido. El 25 de junio de 1243, el Papa Inocencio
IV se convirtió en el sucesor 179º de San Pedro, su inmediato predecesor, el Papa Celestino IV, sin
embargo, habían muerto más de un año y medio antes – el 10 de noviembre de 1241. Más tarde en el
mismo siglo, los católicos se verían obligados a esperar casi tres años como la Iglesia, tras la muerte del
Papa Clemente IV el 29 de noviembre de 1268, retrasó el nombramiento de un nuevo Papa, hasta que San
Gregorio X fue elegido el 1 de septiembre de 1271. Otros ejemplos de un año o más de espacio entre los
papas pueden ser citados, el punto aquí es que mientras que la transferencia rápida del poder papal ha
sido común, las excepciones se encuentran. La crisis actual, entonces, ciertamente no es la primera vez
en que la Iglesia ha sufrido durante un período significativo de tiempo sin un papa.

Ya hemos hablado de los antipapas que reinaron desde Roma, mientras se hacían pasar como el Papa,
algo que vimos en el caso de Anacleto II y el Gran Cisma de Occidente. También hay un axioma
teológico, «más o menos no mutan las especies, el cambio de grado, no afecta el principio». Si la Iglesia
no falló o perdió la sucesión papal perpetua en una vacancia de 3 años y 7 meses, entonces la Iglesia no
fallara o perderá la sucesión papal perpetua durante una vacancia de 40 años. El principio es el mismo, a
menos que se puede citar una enseñanza específica de la Iglesia que declare un límite a un interregno
papal.

Puesto que no hay una enseñanza que pone un límite a tal interregno papal (un período sin un Papa), y
puesto que las definiciones del Vaticano I sobre la perpetuidad de la Oficina Papal no hace absolutamente
ninguna mención de las vacantes papales o por cuánto tiempo puede durar, si las definiciones del
Vaticano I refutan la posición sedevacantista (como algunos dicen), entonces también refuta la
indefectibilidad de la Iglesia Católica – cada vez que la Iglesia se encuentre sin un papa. Pero esto es
imposible y ridículo, por supuesto.

Así, con el fin de ser consecuentes, los no sedevacantistas que citan al Vaticano I en contra de la «tesis»
sedevacantista deben afirmar que la Iglesia nunca puede estar sin un Papa, ni siquiera por un solo
momento (un absurdo patente). Pero esto es exactamente lo que uno de ellos sostuvo en un muy
interesante desliz en un artículo. Esto sirve para revelar su profundo sesgo y los errores en el corazón de
su posición:

Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa Sedevacantista», Catholic Family News [Noticiero para
Familias Católicas], agosto de 2005, p. 19: “Nunca en su historia la Iglesia, ni por un momento,
ha estado sin un sucesor de Pedro, válidamente elegido tras la muerte de su predecesor
válidamente elegido.”40

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Esto es obviamente absurdo y completamente falso. El escritor sabe que esto es falso porque, en la frase
siguiente, declara:

Ferrara: “De hecho, el interregno más largo entre dos papas en la historia de la Iglesia sólo
tenía dos años y cinco meses, entre la muerte del Papa Nicolás IV (1292) y la elección del Papa
Celestino V (1294).”41

En primer lugar, el interregno que menciona no fue la más larga en la historia de la Iglesia (como vimos
más arriba). E n segundo lugar, reconoce que la Iglesia ha existido sin un Papa desde hace años. Así que
ha habido un buen número de «momentos» en la historia de la Iglesia que la Iglesia ha estado sin un
papa. ¿Por qué dirá que la Iglesia no puede estar sin un papa «ni por un momento» cuando él sabe que
esto no es cierto?

Ahora que el hecho de que la Iglesia puede estar sin un Papa durante un largo periodo de tiempo se ha
establecido, echemos un vistazo a los pasajes del Concilio Vaticano I:

1. El Vaticano I declara que el papado es el Fundamento Visible y el Principio Perpetuo de la


Unidad

El Vaticano I, Constitución dogmática de la Iglesia de Cristo, sesión 4, 18 de julio de 1870: “Así,


para que el oficio episcopal fuese uno y sin división y para que, por la unión del clero, toda la
multitud de creyentes se mantuviese en la unidad de la fe y de la comunión, colocó al
bienaventurado Pedro sobre los demás apóstoles e instituyó en él el fundamento visible y el
principio perpetuo de ambas unidades, sobre cuya fortaleza se construyera un templo eterno, y
la altura de la Iglesia, que habría de alcanzar el cielo, se levantara sobre la firmeza de esta fe.”42

Que lo que Cristo instituyó en San Pedro (LA OFICINA DE PEDRO) sigue siendo el fundamento visible y
el principio perpetuo de unidad, AÚN HOY, Y CUANDO NO HAY PAPA, se demuestra cada vez que
un católico que es sedevacantista convierte a un «ortodoxo» oriental cismático a la fe católica.

El católico (que es un sedevacantista) caritativamente le informa al cismático oriental que él (el cismático
oriental) no está en la unidad de la Iglesia porque no acepta lo que Cristo instituyó en San Pedro (el oficio
del papado), además de no aceptar lo que los sucesores de San Pedro han enseñado de manera
obligatoria en la historia (el Concilio de Trento, etc.). Este es un ejemplo claro de cómo el oficio del
papado todavía sirve – y servirá para siempre – como el principio perpetuo de la unidad visible,
distinguiendo a los verdaderos fieles de lo falso (y la Iglesia verdadera de lo falsa). Esto es cierto
cuando no hay Papa, y para el día de hoy los sedevacantista. Esta enseñanza dogmática del Vaticano I no
excluye los períodos sin un Papa y no se opone a la tesis sedevacantista de ninguna manera.

De hecho, mientras que esta definición sigue siendo cierta para el sedevacantista, debe quedar claro que
ESTA DEFINICIÓN DEL VATICANO I SÓLO SIGUE SIENDO CIERTA PARA EL
SEDEVACANTISTA. ESTA DEFINICIÓN DEL VATICANO I SOBRE EL PAPADO QUE ES EL
FUNDAMENTO VISIBLE Y EL PRINCIPIO PERPETUO DE LA UNIDAD NO ES CIERTAMENTE LA
VERDAD PARA LOS QUE ESTÁN BAJO BENEDICTO XVI. Esta enseñanza del Vaticano I sólo sigue
siendo cierto para el sedevacantista (no los que están bajo Benedicto XVI) porque el Vaticano II enseña
todo lo contrario:

El documento del Vaticano II, Lumen Gentium (# 15):


“La Iglesia se siente unida por varios vínculos con todos lo que se honran con el nombre de
cristianos, por estar bautizados, aunque no profesan íntegramente la fe, o no conservan la unidad
de comunión bajo el Sucesor de Pedro.”43

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Vemos que el Vaticano II enseña que el papado no es el fundamento visible de las unidades de la fe y la
comunión. Enseña que aquellos que rechazan el papado están en comunión con la Iglesia. Dado que esta
es la enseñanza oficial de la secta del Vaticano II y sus antipapas, aquellos que se adhieren a ellas
contradicen las enseñanzas de arriba del Vaticano I.

En segundo lugar, la enseñanza del Vaticano I sobre la perpetuidad de la Oficina del Papa sólo sigue
siendo cierto para el sedevacantista porque ¡Benedicto XVI enseña explícitamente que no es esencial
aceptar el papado para la unidad!

Benedicto XVI, Teoría de los principios teológicos (1982), pp. 197-198: “En la parte del occidente, la
demanda máxima sería que el oriente reconociera la primacía del Obispo de Roma en todo el
ámbito de la definición de 1870 [el Vaticano I] y al hacerlo someterse en la práctica, de una
primacía, como ha sido aceptada por las iglesias uniatas… Lo que se refiere al protestantismo, la
demanda máxima de la Iglesia Católica sería que los ministros protestantes eclesiológica se
considere como totalmente inválida y que los protestantes se convertían al catolicismo,…
ningunas de las soluciones de máxima ofrece una esperanza real de unidad.”44

Ya hemos demostrado – pero era necesario citarlo de nuevo aquí – que Benedicto XVI menciona
específicamente, y luego lo rechaza francamente, la enseñanza tradicional de la Iglesia Católica que los
protestantes y los cismáticos orientales deben ser convertidos a la fe católica y aceptar Vaticano I («el
alcance completo de la definición de 1870») para la unidad y la salvación. Él rechaza específicamente que
la definición dogmática del Concilio Vaticano I (aceptar el papado, etc.) es vinculante para la unidad de la
Iglesia. Además del hecho de que este es otro ejemplo claro de la herejía manifiesta de los antipapas del
Vaticano II, ¡esto demuestra que BENEDICTO XVI (EL HOMBRE QUE ELLOS ACTUALMENTE
DICEN QUE ES EL «PAPA») NIEGA EL MISMO DOGMA DEL VATICANO I QUE ESTA
OBJECIÓN ADELANTA!

2. El papado permanecerá para siempre

Vaticano I, Constitución dogmática de la Iglesia de Cristo, sesión 4, cap. 2: “Aquello que Cristo el
Señor, príncipe de los pastores y gran pastor de las ovejas, instituyó en el bienaventurado
Apóstol Pedro, para la perpetua salvación y perenne bien de la Iglesia, debe por necesidad
permanecer para siempre, por obra del mismo Señor, en la Iglesia que, fundada sobre piedra, se
mantendrá firme hasta el fin de los tiempos.”45

Sí, lo que Cristo instituyó en San Pedro (es decir, LA OFICINA DEL PAPADO) debe permanecer todos
los días hasta el final de los tiempos. ¿Qué es la Oficina del papado? La Oficina del papado es la oficina
de San Pedro que está ocupado por todo verdadero y legítimo obispo de Roma. Esto significa y garantiza
que cada vez que hay un ocupante verdadero y válido de la oficina estará dotado por Cristo con la
infalibilidad (en su capacidad de enseñanza autoritativa y vinculante), está dotado con jurisdicción
suprema sobre la Iglesia universal, y será el jefe visible de la Iglesia. Eso sigue siendo cierto para todos
los ocupantes verdaderos y legítimos de la Oficina del Papa hasta el fin del mundo. Esto no quiere
decir que la Iglesia siempre tendrá tal ocupante, como la historia de la Iglesia y más de 200 vacancias
papales lo prueban, ni tampoco significa que antipapas que reinan desde Roma sea una imposibilidad
(como el Antipapa Anacleto II, que reinó en Roma del 1130-1138). Esta definición no demuestra nada
para los que no son sedevacantistas, así que vamos a seguir adelante.

3. Pedro tendrá perpetuos sucesores en su primado sobre toda la Iglesia

El Papa Pío IX, El Primer Concilio Vaticano, sesión 4, cap. 2, [canon]. “Por lo tanto, si alguno dijere
que no es por institución del mismo Cristo el Señor, es decir por derecho divino, que el
bienaventurado Pedro tenga perpetuos sucesores en su primado sobre toda la Iglesia, o que el

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Romano Pontífice no es el sucesor del bienaventurado Pedro en este mismo primado: sea
anatema.”46

Este es el canon favorito de aquellos que se oponen a la «tesis» sedevacantista, pero, como veremos,
también demuestra nada de su posición. Las palabras y las distinciones son muy importantes. Quien
entienda las distinciones y las palabras a menudo puede ser la diferencia misma entre el protestantismo y
el catolicismo.

El canon del Vaticano I condena a aquellos que niegan «que Pedro tenga perpetuos sucesores en su primado
sobre toda la Iglesia». Notas la frase «perpetuos sucesores EN SU PRIMADO». Esto, como hemos visto,
no significa y no puede significar que siempre tendremos un Papa. Por eso no dice que «siempre
tendremos un Papa». Es un hecho que ha habido periodos sin un papa. Entonces, ¿qué significa el
canon?

En la comprensión de este canon, debemos recordar que hay cismáticos que sostienen que el mismo San
Pedro se le dio el primado sobre la Iglesia universal por Jesucristo, pero que el primado sobre la Iglesia
universal termino con San Pedro. Ellos sostienen que los obispos de Roma no son los sucesores del
primado que San Pedro mismo tenía. Ellos sostienen que la fuerza de toda regla del primado no
desciende a los papas, a pesar de son los sucesores de San Pedro como obispos de Roma. Una vez más:
los «ortodoxos» cismáticos admitirán que los obispos de Roma son sucesores de San Pedro, en cierto
modo, debido a que son sucesores como obispos de Roma, pero no son sucesores con la misma
jurisdicción del primado sobre la Iglesia universal, que San Pedro celebró en su vida. Esta es la herejía
que es el tema del canon anterior.

Esta herejía – que niega que un Papa es el sucesor del San Pedro en el mismo primado perpetuamente (es
decir, cada vez que hay un Papa hasta el fin de los tiempos, es un sucesor en el mismo primado, con la misma
autoridad que San Pedro poseía) – es precisamente lo que este canon condena.

El Papa Pío IX, El Primer Concilio Vaticano, sesión 4, cap. 2, [canon]. “Por lo tanto, si alguno dijere
que no es por institución del mismo Cristo el Señor, es decir por derecho divino, que el
bienaventurado Pedro tenga perpetuos sucesores en su primado sobre toda la Iglesia, o que el
Romano Pontífice no es el sucesor del bienaventurado Pedro en este mismo primado: sea
anatema.”47

Cuando entendemos esto se ve claramente el significado de este canon. Esto se ve subrayado al final por
las palabras «o que el Romano Pontífice no es el sucesor del bienaventurado Pedro en este misma
primado», sea anatema. El canon no está declarando que vamos a tener un Papa en todo momento o que
no habrá vacíos, como claramente hemos tenido. El significado del canon se desprende de lo que dice.
Condena a aquellos que niegan que Pedro tenga sucesores perpetuos en el primado – es decir, aquellos
que niegan que cada vez que hay un verdadero Papa y legitimo hasta el final de tiempo que será un
sucesor en el mismo primado, con la misma autoridad que San Pedro poseyera.

Este canon no prueba nada para los que no son sedevacantistas, pero sí prueba algo para nosotros.
¡Recuerden, Benedicto XVI también rechaza este dogma sobre el primado de los papas!

BENEDICTO XVI RECHAZA POR COMPLETO ESTE CANON Y EL VATICANO I

Benedicto XVI, Teoría de los principios teológicos (1982), p. 198: “Tampoco es posible, por el
contrario, para él a considerar como la única forma posible y, en consecuencia, son vinculantes
para todos los cristianos el formulario de este primacía que formo en los siglos XIX y XX [Dir.-
Esto significa que los cismáticos no necesitan aceptar el Vaticano I]. Los gestos simbólicos del Papa
Pablo VI y, en particular, su arrodillado ante el representante del Patriarca Ecuménico [el

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Patriarca cismático Atenágoras] fueron un intento de expresar precisamente esto, y por tales
signos, para señalar el camino para salir del atolladero histórico… En otras palabras, Roma no
debe requerir más del oriental con respecto a la doctrina de la primacía que se había
formulado, y se vivía en el primer milenio. Cuando el patriarca Atenágoras [el no católico
cismático], el 25 de julio de 1967, con motivo de la visita del Papa a Fanar, lo designó como el
sucesor de San Pedro, como el más apreciado entre nosotros, como el que preside en la caridad,
este gran líder de la Iglesia estaba expresando el contenido eclesial de la doctrina de la
primacía, como era conocido en el primer milenio. Roma no tiene por qué pedir más.”48

Esto significa, una vez más, que, según Benedicto XVI, todos los cristianos no están obligados a creer en
el papado tal como fue definido por el Vaticano I en 1870. Esto significa que los «ortodoxos»
cismáticos son libres de rechazar el papado. Esta es una negación flagrante del Vaticano I y la necesidad
de aceptar la primacía por el hombre que proclama ser «el Papa» ¿Quién va a exclamar en contra de esta
locura abominable?

El Papa Pío IX, El Concilio Vaticano I, 1870, sesión 4, cap. 3, ex cátedra: “… todos los fieles de
Cristo, a saber, que la Santa Sede Apostólica y el Romano Pontífice mantienen un primado
sobre todo el orbe, y que el mismo Romano Pontífice es sucesor del bienaventurado Pedro,
príncipe de los apóstoles, y que es verdadero vicario de Cristo, cabeza de toda la Iglesia… Por
ello enseñamos y declaramos que la Iglesia Romana, por disposición del Señor, posee el
principado de potestad ordinaria sobre todas las otras… Esta es la doctrina de la verdad católica,
de la cual nadie puede apartarse de ella sin menoscabo de su fe y su salvación.”49

Por otra parte, noten que Benedicto XVI reconoce que los gestos simbólicos de Pablo VI con el cismático
Patriarca «fueron un intento de expresar precisamente esto» – ¡es decir, sus gestos (como arrodillarse ante
el representante de los no católicos, el cismático patriarca Atenágoras) expresó que los cismáticos no
tienen que creer en el papado y el Vaticano I! Tenga en cuenta esta reivindicación rota de todo lo que
hemos dicho con respecto a los gestos incesantes de Juan Pablo II hacia los cismáticos: dándoles reliquias;
dándoles donaciones; alabando sus «iglesias»; sentados en sillas de igualdad con ellos; firmando
declaraciones comunes con ellos; levantado las excomuniones contra ellos.

Hemos señalado una y otra vez que con estas acciones solas (incluso teniendo en cuenta sus declaraciones
de otro tipo) constituye una enseñanza que los cismáticos no tienen que aceptar el dogma del papado.
Innumerables de falsos tradicionalistas y miembros de la Iglesia del Vaticano II lo niegan y tratan de
explicar estos gestos como algo escandaloso o algo más, pero no herético. Bueno, aquí tenemos a
Ratzinger – ahora Benedicto XVI, el nuevo «jefe» de la Iglesia del Vaticano II – admitiendo precisamente
lo que hemos dicho.

En la sección sobre las herejías de Benedicto XVI, cubrimos con aún más detalle sus otras denegaciones
del Vaticano I. No vamos a repetir todo eso aquí, por favor consulte la sección respectiva para más.

Por lo tanto, por favor dígame, estimado lector: ¿quién niega el Concilio Vaticano I? ¿Quién niega los
dogmas de la perpetuidad, la autoridad y las prerrogativas de la Ofico del Papa? ¿Quién niega lo que
Cristo instituyó en San Pedro? ¿Acaso son los sedevacantistas, que señalan acertadamente que un
hombre que niega el Vaticano I se encontra fuera de la Iglesia, fuera de la unidad – ya que él rechaza,
entre otras cosas, el principio perpetuo de la unidad (el papado) – y por lo tanto no puede ocupar una
oficina o dirigir una Iglesia que ni siquiera cree en ella?

San Roberto Belarmino, Cardenal y Doctor de la Iglesia, De Romano Pontifice, II, 30: “Un papa que
se manifieste hereje, por ese mismo hecho (per se) cesa de ser papa y cabeza, así como por lo
mismo deja de ser un cristiano y miembro de la Iglesia. Por tanto, él puede ser juzgado y

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castigado por la Iglesia. Este es el juicio de todos los primeros Padres, que enseñaban que los
herejes manifiestos pierden inmediatamente toda jurisdicción.”

San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia: “De hecho, sería uno de los más extraños monstruos
que podría verse – si la cabeza de la Iglesia no fuera de la Iglesia.”50

¿O acaso los verdaderos negadores del papado y del Vaticano I son aquellos que profesan la unión con
un hombre que claramente ni siquiera cree en el Concilio Vaticano I, un hombre que ni siquiera cree que
el papado y el Vaticano sean vinculantes para todos los cristianos; un hombre que ni siquiera cree que el
papado se sostuvo en el primer milenio?

La respuesta es evidente para cualquier persona sincera y honesta que considera estos hechos. Es el
Antipapa Benedicto XVI, y todos los que tercamente insisten en unión con él, que niegan el papado, son
los sedevacantistas que son fieles al papado.

7ª Objeción: Nadie puede juzgar a la Santa Sede… por eso los papas del
Vaticano II son verdaderos papas.

Respuesta: En primer lugar, la gente tiene que entender lo que significa la enseñanza «Nadie puede
juzgar a la Santa Sede». Viene de la Iglesia primitiva. En la Iglesia primitiva, cuando a un obispo se le
acusaba de un delito, a veces había un juicio presidido por otros obispos o por un patriarca de una mayor
autoridad. Estos obispos se sentaban en el juicio del obispo acusado. El obispo de Roma, sin embargo, ya
que es el obispo supremo en la Iglesia, no puede ser objeto de ningún juicio por otros obispos o por otras
personas.

El Papa San Nicolás, epístola (8), Proposueramus quidem, 865:


“… El juez no será juzgado ni por el Augusto, ni por todo el clero,… «La primera Sede no será
juzgada por nadie».”51

Esto es lo que significa el «Nadie puede juzgar la Santa Sede». No se refiere al reconocimiento de un
hereje manifiesto que afirma ser el Papa cuando no es un verdadero Papa. Y esto nos lleva al segundo
punto, que es el más importante en este sentido.

En segundo lugar, ¡la Santa Sede nos ha dicho que ningún hereje puede ser aceptado como un
ocupante válido de la Santa Sede (el Papa)! Con la plenitud de su autoridad, el Papa Pablo IV define
que cualquiera que haya sido promovido al Papado como un hereje no es un Papa verdadero y válido, y
que pueden ser rechazados como hechiceros, paganos, publicanos y heresiarcas.

El Papa Pablo IV, de la bula Cum ex Apostolatus Officio, 15 de feb. de 1559: “6. Agregamos, que si
en algún tiempo aconteciese que un Obispo, incluso en función de Arzobispo, o de Patriarca, o
Primado; o un Cardenal, incluso en función de Legado, o electo Pontífice Romano que antes de
su promoción al Cardenalato o asunción al Pontificado, se hubiese desviado de la Fe Católica,
o hubiese caído en herejía:

(i) o lo hubiese suscitado o cometido, la promoción o la asunción, incluso si ésta hubiera ocurrido
con el acuerdo unánime de todos los Cardenales, es nula, inválida y sin ningún efecto;
(ii) y de ningún modo puede considerarse que tal asunción haya adquirido validez, por
aceptación del cargo y por su consagración, o por la subsiguiente posesión o cuasi posesión de
gobierno y administración, o por la misma entronización o adoración del Pontífice Romano, o por

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la obediencia que todos le hayan prestado, cualquiera sea el tiempo transcurrido después de los
supuestos antedichos.
(iii) Tal asunción no será tenida por legítima en ninguna de sus partes…
(vi) los que así hubiesen sido promovidos y hubiesen asumido sus funciones, por esa misma
razón y sin necesidad de hacer ninguna declaración ulterior, están privados de toda dignidad,
lugar, honor, título, autoridad, función y poder…
7.… séales lícito en consecuencia a todas y cada una de las personas subordinadas a los así
promovidos y asumidos, si no se hubiesen apartado antes de la Fe, ni hubiesen sido heréticos, ni
hubiesen incurrido en cisma, o lo hubiesen suscitado o cometido:
(i) tanto a los clérigos seculares y regulares, (ii) lo mismo que a los laicos; (iii) a los Cardenales,
[etc.]… sustraerse en cualquier momento e impunemente a la obediencia y devoción de quienes
fueron así promovidos o entraron en funciones, y evitarlos como si fuesen hechiceros, paganos,
publicanos o heresiarcas, lo que no obsta que estas mismas personas hayan de prestar sin
embargo estricta fidelidad y obediencia a los futuros obispos, arzobispos, patriarcas, primados,
cardenales o al Romano Pontífice, canónicamente electo.

10. Por lo tanto, a hombre alguno sea lícito infringir esta página de Nuestra Aprobación,
Innovación, Sanción, Estatuto, Derogación, Voluntades, Decretos, o por temeraria osadía,
contradecirlos. Pero si alguien pretendiese intentarlo, sepa que habrá de incurrir en la
indignación de Dios Omnipotente y en la de sus santos Apóstoles Pedro y Pablo.

Dado en Roma, junto a San Pedro, en el año de la Encarnación del señor 1559, XVº anterior a las
calendas de Marzo, año 4º de nuestro Pontificado.

+ Yo, Pablo, Obispo de la Iglesia Católica…”

Por lo tanto, uno obedece y se adhiere a la enseñanza de la Santa Sede al rechazar como no válidos a los
reclamantes herejes después del Vaticano II. No son verdaderos papas, según la enseñanza de la Santa
Sede.

En tercer lugar, se encontraba cerca del comienzo de esta bula, antes de la declaración de que los fieles
pueden rechazar como totalmente inválida la «elección» de un hereje, que el Papa Pablo IV repitió la
enseñanza de que nadie puede juzgar al Papa.

El Papa Pablo IV, de la bula Cum ex Apostolatus Officio, 15 de feb. de 1559: “1. Considerando la
gravedad particular [es decir, el error en cuanto a la fe] de esta situación y sus peligros al punto
que el mismo Romano Pontífice, que como Vicario de Dios y de Nuestro Señor tiene la plena
potestad en la tierra, y a todos juzga y no puede ser juzgado por nadie, si fuese encontrado
desviado de la Fe, podría ser acusado.”

¡Podría haber una confirmación más sorprendente que la posición sedevacantista no contradice la
enseñanza de que «Nadie puede juzgar al Papa o la Santa Sede» que el hecho de que la bula del Papa
Pablo IV repite esta enseñanza acerca de que nadie juzga al Papa inmediatamente antes de declarar
que los fieles deben reconocer como inválida la elección de un hereje!

El Papa Pablo IV, a diferencia de los no sedevacantistas que usan el argumento «no se puede juzgar la
Santa Sede», correctamente distinguen entre un verdadero papa católico a quien nadie puede juzgar, y un
manifiesto hereje (p. ej., Benedicto XVI) que ha demostrado ser un no católico que no es el Papa, ya que se
encuentra fuera de la verdadera fe. Esta es la prueba evidente de que los sedevacantistas no están
juzgando al papa por sostener como inválida la «elección» del manifiesto hereje Joseph Ratzinger.

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En cuarto lugar, muchas de las personas que tratan de defender a los «papas» del Vaticano II al decir que
«no se puede juzgar la Santa Sede» son ellos mismos culpables de juzgar las acciones de mayor autoridad
de los hombres que ellos piensan ocupan la Santa Sede. La mayor parte de los tradicionalistas rechazan
el Vaticano II, las canonizaciones de los «papas» del Vaticano II, etc. Esta es una posición cismática, que
rechaza las acciones de autoridad de lo que ellos consideran la Santa Sede. Esto demuestra que estos
«papas» no son papas en absoluto y, de hecho, ni ocupan la Santa Sede.

8ª Objeción: San Roberto Belarmino, dijo que no se puede deponer a un


papa, pero que sí es lícito que se le resista. Los sedevacantistas juzgan,
castigan y deponen al Papa…

San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, libro II, cap. 29: “Así como es lícito resistir al
Pontífice que ataca al cuerpo, así también es lícito resistir a aquel que ataca a las almas o destruye
el orden civil o por encima de todo, trata de destruir a la Iglesia. Yo digo que es lícito resistirle no
haciendo lo que ordena e impidiendo la ejecución de su voluntad. No es lícito, sin embargo, de
juzgarlo, castigarlo o deponerlo.”

Respuesta: Muchos de los que creen que Benedicto XVI es el Papa, sin embargo, rechazan los actos
oficiales de su «iglesia», tales como el Vaticano II, intentan de ver una justificación de su falsa posición en
este pasaje de San Roberto Belarmino. De hecho, este pasaje es una de las piezas más utilizadas de la
evidencia de que la gente intenta tirar contra de la posición sedevacantista. Por desgracia, el pasaje ha
sido completamente eludido y distorsionado.

En primer lugar, en el capítulo inmediatamente después de la cita anterior de Belarmino, enseña lo


siguiente:

“Un papa que se manifieste hereje, por ese mismo hecho (per se) cesa de ser papa y cabeza, así
como por lo mismo deja de ser un cristiano y miembro de la Iglesia. Por tanto, él puede ser
juzgado y castigado por la Iglesia. Este es el juicio de todos los primeros Padres, que enseñaban que
los herejes manifiestos pierden inmediatamente toda jurisdicción.”52

Ahora, esperen un segundo. En el capítulo 29 (la cita citada en la 2ª objeción), San Roberto dice que no se
puede « juzgarlo, castigarlo o deponerlo» al Papa. En el capítulo 30, dice que un hereje manifiesto deja de
ser Papa (es decir, es depuesto) y puede ser «juzgado y castigado» por la Iglesia.

Mi pregunta a la objeción es: ¿Es un idiota San Roberto Belarmino?

San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, capitulo 29 No se puede «juzgar, castigar, o deponer» al Papa
San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, capitulo 30 Un Papa que se manifieste hereje es depuesto,
«juzgado y castigado»

San Roberto Belarmino ni es un idiota ni se contradice a sí mismo. Él es un doctor de la Iglesia, y sabe


exactamente lo que él está tratando de decir. Es claramente evidente, por tanto, que él no está hablando
de un papa manifiestamente herético en el capítulo 29, sino más bien de un verdadero Papa que da mal
ejemplo, que no es un hereje manifiesto. El contexto del capítulo confirma esto fuera de toda duda.

El capítulo 29 consiste en las refutaciones largas de San Roberto de los nueve argumentos que favorecen
la posición de que el Papa está sujeto al poder secular (emperador, rey, etc.) y de un concilio ecuménico

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(la herejía del conciliarismo). Durante la Edad Media, la herejía del conciliarismo (sometiendo a un papa
a un concilio ecuménico) se convirtió en un problema importante. En contradicción con esta herejía, San
Roberto Belarmino dice que mientras que un católico puede resistir a un papa malo, no puede destituirle,
incluso si el Papa da mal ejemplo, altera el estado o mata las almas por su acción. Él está hablando de un
papa malo que no es un hereje manifiesto, ¡porque trata con la reacción adecuada a la herejía manifestada
en el próximo capítulo! Es muy sencillo. ¡Dice que alguien que se manifieste hereje no será considerado
como el Papa en el próximo capítulo!

Con esto en mente, la supuesta objeción de Belarmino contra el sedevacantismo es refutada. Él no está
hablando de un hereje manifiesto en el capítulo 29, pero de un verdadero Papa que actúa indebidamente,
porque explica que un Papa que se manifieste hereje es depuesto, juzgado y castigado en el capítulo 30.
Es un pecado mortal de omisión de los escritores «católicos» que citan una y otra vez el pasaje del
capítulo 29, sin siquiera dar la declaración de San Roberto sobre un Papa que se manifieste hereje en el
capítulo 30. Entre estas personas incluimos a los que escriben para algunos de las más populares
publicaciones «tradicionales». Estos escritores suprimen la enseñanza de San Roberto en el capítulo 30,
junto con todos los otros santos, papas y canonistas que enseñan que un Papa que se manifieste hereje
pierde su oficio, porque quieren engañar a sus lectores a pensar que San Roberto condena el
sedevacantismo, cuando en realidad él y todos los primeros Padres de la Iglesia apoyan el hecho de que un
hereje manifiesto no es un Papa.

San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, II, 30:


“Porque, en primer lugar, se demuestra con argumentos de autoridad y de la razón de que el
hereje manifiesto es depuesto «ipso facto». El argumento de la autoridad se basa en San Pablo
(Tito 3:10), que ordena que evitemos al hereje después de dos advertencias, es decir, después de
demostrar a sí mismo de forma manifiestamente obstinada – lo que significa que antes de
cualquier excomunión o sentencia judicial. Y esto es lo que escribe San Jerónimo, agregando
que los otros pecadores están excluidos de la Iglesia con una pena de excomunión, pero los
herejes se exilian y se separaran a sí mismos del cuerpo de Cristo por su propio acto.”

Y una vez más enseña San Roberto Belarmino:

“Este principio es de lo más cierto. El que no es cristiano no puede de ninguna manera ser
papa, como Cayetano lo dijo (ib. c. 26). La razón por esto es que no puede ser cabeza de lo que no
es miembro; ahora quien no es cristiano no es miembro de la Iglesia, y quien se manifieste hereje
no es un cristiano, como es claramente enseñado por San Cipriano (lib. 4, epíst. 2), San
Atanasio (Scr. 2 cont. Arria.), San Agustín (lib. De great. Christ. cap. 20), San Jerónimo (contra
Lucifer), entre otros; por lo tanto, el que se manifieste hereje no puede ser papa.”53

9ª Objeción: El Papa Liberio cedió a los herejes arrianos y excomulgó a


San Atanasio, sin embargo, continuaba siendo el Papa…

Respuesta: No es cierto que el Papa Liberio cedió a los arrianos, ni que firmó cualquier fórmula arriana, ni
incluso excomulgó a San Atanasio. El Papa Liberio fue un defensor firme de la verdad durante la crisis
arriana, pero su regreso del exilio le dio a entender a algunos que había comprometido, cuando, en
realidad, no lo había. Citamos el Papa Pío IX.

El Papa Pío IX, Quartus Supra (# 16), 6 de enero de 1873, sobre las falsas acusaciones:
“Y previamente los arrianos acusaron falsamente a Liberio, también Nos predecesor, al
emperador Constantino, porque Liberio se negó a condenar San Atanasio, obispo de Alejandría, y se
negó a apoyarlos en su herejía.”54

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El Papa Benedicto XV, Principi Apostolorum Petro (# 1), 5 de oct. de 1920:
“En efecto, para no ser encontrados infieles en su misión, algunos fueron sin miedo al exilio,
como por ejemplo Liberio, Silverio y Martino.”55

De acuerdo con el Papa Pío IX y el Papa Benedicto XV, el Papa Liberio no vaciló de ningún modo durante
la crisis arriana, y fue acusado falsamente por los enemigos de la Iglesia por mantenerse firme. También
el Papa San Anastasio I da testimonio de esto.

El Papa San Anastasio I, epístola Dat mihi plurimum, cerca de 400 d.C.:
“Puesto que por este tiempo en que Constancio, de divina memoria, obtenía victorioso el orbe, no
pudo esparcir sus manchas por subrepción alguna la herética facción arriana, disposición, según
creemos, de la providencia de nuestro Dios, a fin de que aquella santa e inmaculada fe no se
contaminara con algún vicio de blasfemia de hombres maldicientes… Por ella sufrieron de buena
gana el destierro los que entonces se mostraron como santos obispos, esto es, Dionisio de ahí, siervo de Dios,
dispuesto por las divinas enseñanzas y, tal vez siguiendo su ejemplo, LIBERIO, obispo de Roma, de santa
memoria, Eusebio de Verceli e Hilario de las Galias, por no citar a muchos otros que hubieran
preferido ser clavados en la cruz, antes que blasfemar de Cristo Dios, a lo que quería forzarlos la
herejía arriana, o sea llamar a Cristo Dios, Hijo de Dios, una criatura del Señor.”56

No fue el Papa Liberio, pero el Ischyras pseudo-obispo, quien, antes de que él usurpara la sede de
Alejandría, expulsó a San Atanasio de su sede.

El Papa Pío VI, Charitas (# 14), 13 de abril de 1791:


“Tal vez en la apreciación de estas acciones, el obispo de Lidda, Jean Joseph Gobel, fue elegido
arzobispo de París, mientras que el arzobispo aún vivía. Está siguiendo el ejemplo de Ischyras,
quien fue proclamado obispo de Alejandría en el Concilio de Tiro como pago por su servicio
de pecado en acusar a San Atanasio y expulsándolo de su sede.”57

10ª Objeción: El Papa Pío XII declaró en Vacantis Apostolicae Sedis que un
Papa cardenal, no importa lo que por excomunión estén bajo, puede ser
elegido.

El Papa Pío XII, Vacantis Apostolicae Sedis, 8 de dec. de 1945: “34. Ninguno de los cardenales
puede en cualquier forma o por cualquier pretexto de la excomunión, suspensión o prohibición
alguna, o de cualquier impedimento eclesiástico, ser excluido de la elección activa y pasiva del Sumo
Pontífice. Nos presentamos la suspensión de tales censuras únicamente a los efectos de dicha
elección, en otras ocasiones deben permanecer en vigor (AAS 38 [1946], p. 76).”

RESPUESTA: Como ya hemos demostrado, es un dogma que 1) los herejes no son miembros de la Iglesia,
y 2) que un Papa es la cabeza de la Iglesia. Es un hecho dogmático, por tanto, que un hereje no puede ser
la cabeza de la Iglesia, ya que no es miembro de ella.

¿Entonces, cuál es el significado del Papa Pío XII en Vacantis Apostolicae Sedis? En primer lugar, hay que
entender que la excomunión puede ser efectuada por muchas cosas. Históricamente, las excomuniones se
distinguen por los términos mayor y menor. Excomuniones mayores se incurrían por la herejía y el cisma
(los pecados contra la fe) y ciertos pecados mortales. Los que reciben excomunión mayor por herejía no
eran miembros de la Iglesia (como acabamos de demostrada en detalle). La excomunión menor, sin

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embargo, no elimina a uno de la Iglesia, pero prohibía a uno en participar en la vida sacramental de la
Iglesia. El Papa Benedicto XIV tomó nota de la distinción.

El Papa Benedicto XIV, Ex Quo Primum (# 23), 1 de marzo de 1756:


“Además los herejes y cismáticos están sujetos a la censura de la excomunión mayor por la ley del Can. de
Ligu. 23, pregunta 5, y de Can. Nulli, 5, dist. 19.”58

En la excomunión menor, por el contrario, se incurría por cosas tales como violando un secreto del Santo
Oficio, falsificación de reliquias (c. 2326), violando a un claustro (c. 2342), etc. Estas son todas las penas
de la Iglesia o eclesiásticas. Estas acciones, aunque gravemente pecaminosas, no separar a una persona de la
Iglesia. Y a pesar de que ya no se utilizan los términos de la excomunión mayor y menor, aún permanece
un hecho que una persona puede incurrir una excomunión (para algo más que la herejía) que no lo
separa de la Iglesia, y podría incurrir en una excomunión por la herejía que lo separaría de la Iglesia.

Por lo tanto, un cardenal que recibe una excomunión por herejía ya no es un cardenal, porque los
herejes están fuera de la Iglesia Católica (de fe, el Papa Eugenio IV). Pero un cardenal que recibe una
excomunión por otra cosa todavía es un cardenal, aunque en un estado de pecado grave.

Así que cuando el Papa Pío XII dice que todos los cardenales, cualquier impedimento eclesiástico que están
bajo, pueden votar y ser elegido en un cónclave papal, esto presupone cardenales que han recibido la
excomunión para algo más que una herejía, ya que un cardenal que ha recibido la excomunión por la
herejía ya no es un cardenal en absoluto. El punto clave es entender que la herejía no es más que un
impedimento eclesiástico – por lo que no es lo que está hablando Pío XII – sino un impedimento por la ley
divina.

Explica el canonista Maroto: “Los herejes y cismáticos se les impide el pontificado supremo por
la misma ley divina, porque, aunque por ley divina no se les considera incapaces de participar en
ciertos tipos de la jurisdicción eclesiástica, no obstante, no cabe duda que deben ser considerados
excluidos de ocupar el trono de la Sede Apostólica…”59

Noten que los herejes no están excluidos del Papado solamente por impedimentos eclesiásticos, pero
impedimentos que se derivan de la ley divina. La legislación de Pío XII no se aplica a la herejía, porque él
estaba hablando acerca de los impedimentos eclesiásticos: «… o de cualquier impedimento eclesiástico…».
Por lo tanto, su legislación no demuestra que los herejes pueden ser elegidos y permanecer como papas,
por eso es que no mencionó a los herejes. El Papa Pío XII se refería a los cardenales católicos que podrían
haber estado bajo la excomunión.

A fin de probar el punto, vamos a asumir por el bien del argumento de que la legislación del Papa Pío XII
quiso decir que un cardenal hereje podría ser elegido Papa. Veamos lo que dice Pío XII:

“Nos presentamos la suspensión de tales censuras únicamente a los efectos de dicha elección, en
otras ocasiones deben permanecer en vigor.”

Pío XII dice que la excomunión sólo se suspende por el momento de la elección, en otras ocasiones deben
permanecer en vigor. ¡Esto significaría que la excomunión por herejía caería de nuevo en vigor
inmediatamente después de la elección y entonces el hereje que había sido elegido Papa, perdería su
oficio! Por lo tanto, no importa de qué manera lo mires, un hereje no podría ser válidamente elegido y
permanecer Papa.

San Antonino (1459): “En el caso en que el Papa se convertiría en un hereje, se encontraría, por
ese solo hecho y sin ninguna otra sentencia, separado de la Iglesia. Una cabeza separada de un
cuerpo no puede, siempre y cuando se mantengan separados, ser la cabeza de la misma entidad

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de la que fue cortada. Por lo tanto, un Papa que se separó de la Iglesia por la herejía que por ese
mismo hecho en sí dejaría de ser la cabeza de la Iglesia. No podría ser un hereje y permanecer el
Papa, porque, desde que está fuera de la Iglesia, no puede poseer las llaves de la Iglesia.”
(Summa theologiae, citado en Actes de Vatican I. V. Frond pub.)

Si un hereje (que niega la fe) podría ser la cabeza dentro de la Iglesia, entonces el dogma de que la Iglesia
es una en la fe (como en una, santa, católica y apostólica) sería falso.

11ª Objeción: ¿Qué importa si Benedicto XVI es un Papa o no? La


cuestión no es asunto mío.

Respuesta: Si no importa que Benedicto XVI es un Papa no, entonces el no catolicismo de la secta del
Vaticano II no importa, la Nueva Misa no importa, etc. No se puede separar una de la otra. No puedes
separar al Papa y la Iglesia. Por otra parte, el mantener que Benedicto XVI es el jefe de la Iglesia Católica
es afirmar que las puertas del infierno han prevalecido contra ella.

Además, los que obstinadamente reconocen a Benedicto XVI como el Papa cometen un pecado contra la
fe, porque es afirmar que uno tiene la verdadera fe cuando en realidad es un hereje manifiesto y apóstata
en contra de ella. Por otra parte, los que reconocen a Benedicto XVI y a los otros antipapas del Vaticano II
escandalizan a los no católicos, es der ser incapaz de presentar constantemente la fe a un no católico.
Sobre este punto, ahora debemos ver El Dilema Devastador para demostrar hasta qué punto importa este
tema.

El Dilema Devastador: Por qué los católicos no pueden ni


siquiera presentar la fe a un protestante si ellos aceptan a los
antipapas del Vaticano II como verdaderos papas

Supongamos que mañana te encuentras con un protestante bien informado que está interesado en
convertirse al catolicismo. Mientras este hombre afirma estar interesado en convertirse en «católico», aún
tiene grandes problemas con la enseñanza de la Iglesia Católica sobre la justificación: él rechaza los
cánones y decretos del Concilio de Trento siglo 16º. Mientras explica su posición tú piensas en ti mismo:
«¿Este hombre, cómo espera convertirse católico cuando él no cree en la enseñanza del Concilio de Trento
sobre la justificación?»

Así que, siendo un católico caritativo, le informas que si quiere ser católico, debe aceptar y creer la
enseñanza del Concilio de Trento sobre la justificación y rechazar la opinión de Lutero de la justificación
sólo por la fe (sola fide), ya que la Iglesia Católica (y aparte las Escrituras – Santiago 2:24) condena la idea
de la justificación sólo por la fe.

El Papa Pablo III, El Concilio de Trento, sesión 6, cap. 10, ex cátedra:


“«Bien veis que el hombre se justifica por sus obras, Y NO SÓLO POR LA FE» (Santiago 2:24).”60

Pero el protestante responde diciendo:

“Disculpe señor, no tengo que aceptar y creer la enseñanza del Concilio de Trento sobre la
justificación para convertirme en católico. Tampoco tengo que creer que la justificación sólo por
la fe es una herejía, como usted dice. Su papa, Benedicto XVI y su predecesor, Juan Pablo II, que

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ambos son católicos, están de acuerdo y han aprobado un documento que dice que la fe sólo por
la fe no es una herejía, y que los cánones de Trento sobre la justificación no se aplican a la
explicación luterana de justificación.” Y procede a hacer tres puntos en sucesión para demostrar
esto.

#1) El protestante cita en primer lugar La Declaración Conjunta con los Luteranos sobre la Doctrina de la
Justificación, aprobado por el Vaticano el 31 de octubre de 1999. Cita a dos selecciones de la Declaración
Conjunta con los Luteranos sobre la Doctrina de la Justificación, que por casualidad lo tiene en su maletín.

Declaración Conjunta con los luteranos: “# 5. Una de las finalidades de LA PRESENTE


DECLARACIÓN CONJUNTA ES DEMOSTRAR que a partir de este diálogo, las iglesias
luteranas y católica romana se encuentran en posición de articular una interpretación común de
nuestra justificación por la gracia de Dios mediante la fe en Cristo. Cabe señalar que no engloba
todo lo que una y otra iglesia enseñan acerca de la justificación, limitándose a recoger el consenso
sobre las verdades básicas de dicha doctrina y demostrando QUE LAS DIFERENCIAS
SUBSISTENTES EN CUANTO A SU EXPLICACIÓN, YA NO DAN LUGAR A CONDENAS
DOCTRINALES.”61

Después de citar esto, el protestante correctamente explica que esto excluye cualquier condena de la
opinión luterana de la justificación (sólo por la fe, etc.) A continuación cita # 13.

Declaración Conjunta con los luteranos: “# 13. A LA LUZ DE DICHO CONSENSO, LAS
RESPECTIVAS CONDENAS DOCTRINALES DEL SIGLO XVI YA NO SE APLICAN A LOS
INTERLOCUTORES DE NUESTROS DÍAS.”62

Después de citar esto, el protestante correctamente explica que esto también significa que las condenas de
Trento (en el siglo 16), de la opinión luterana de la justificación ya no se aplican.

#2) A fin de sustentar su punto, el protestante procede en citar dos selecciones más de la misma
Declaración Conjunta con los luteranos.

Declaración Conjunta con los Luteranos: “# 41. De ahí que las condenas doctrinales del siglo
XVI, por lo menos en lo que atañe a la doctrina de la justificación, se vean con nuevos ojos:
LAS CONDENAS DEL CONCILIO DE TRENTO NO SE APLICAN AL MAGISTERIO DE
LAS IGLESIAS LUTERANAS EXPUESTO EN LA PRESENTE DECLARACIÓN…”63

El protestante señala el hecho evidente de que esto significa que ninguna enseñanza luterana contenida
en la Declaración Conjunta es condenada por el Concilio de Trento. Luego comprueba que la justificación
sólo por la fe es una de las enseñanzas de las iglesias luteranas en la Declaración Conjunta.

Declaración Conjunta con los Luteranos: “# 26. SEGÚN LA INTERPRETACIÓN LUTERANA,


EL PECADOR ES JUSTIFICADO SÓLO POR LA FE (sola fide). Por fe pone su plena confianza
en el Creador y Redentor con quien vive en comunión.”64

Concluye el protestante, con perfecta lógica, que, según el propio acuerdo del Vaticano con los luteranos
sobre la justificación, sólo por la fe no está seguramente condenado por el Concilio de Trento. Así, le dice
a Ud.:

“Mire, señor, los católicos que se adhieren y creen en la Declaración Conjunta con los luteranos
sobre la Doctrina de la Justificación no sostienen que sea herejía sólo por la fe que sea
anatematizado infaliblemente por decreto del Concilio de Trento, como Ud. afirma que un
católico debe que creer con el fin de ser católico.”

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# 3) Por último, este protestante inteligente sabe que va a tratar de decirle que Juan Pablo II y Benedicto
XVI no firmaron la Declaración Conjunta con los luteranos sobre la Doctrina de la Justificación. Así, señala que
la Declaración Conjunta fue firmada bajo los auspicios de Juan Pablo II y en repetidas ocasiones aprobado
por Benedicto XVI.

Juan Pablo II, 19 de enero de 2004, En una reunión con los luteranos de Finlandia: “… deseo expresar
mi gratitud por el progreso ecuménico hecho entre los católicos y los luteranos de los cinco años
desde la firma de la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación.”65

Benedicto XVI, Alocución a los Metodistas, 9 de diciembre de 2005: “Me complace la iniciativa que
llevaría a las Iglesias miembros del Consejo metodista mundial a adherirse a la Declaración
conjunta sobre la doctrina de la justificación, firmada por la Iglesia católica y la Federación
luterana mundial en 1999.”66

El protestante concluye su presentación diciendo:

“Benedicto XVI (y, antes que él, Juan Pablo II) es católico y se adhiere a la Declaración Conjunta
con los luteranos sobre la doctrina de la justificación, que la declaración enseña explícitamente
que sólo por la fe no es anatematizado por Trento, y que las diferencias subsistentes en cuanto
a su explicación, ya no dan lugar a condenas doctrinales. Por lo tanto, cuando me convierta en
un católico, voy a mantener la misma posición que Benedicto XVI y lo que establece con los
luteranos la Declaración Conjunta. ¡Sostendré que la justificación es sólo por la fe, y no voy a
sostener que es una herejía anatematizada! Y no voy a aceptar los cánones y decretos del
Concilio de Trento, ya que Juan Pablo II y Benedicto XVI han aceptado, aprobado y estuvieron de
acuerdo con la Declaración Conjunta, lo que explica que los cánones de Trento ya no están en
vigor.”

Usted sabe que como católico, tiene la estricta obligación de decirle que la creencia en sólo por la fe y la
creencia en la religión católica son incompatibles. Entonces, ¿qué decir en respuesta?

Si sostienes que Benedicto XVI y Juan Pablo II son/fueron papas válidos, entonces escupirías la siguiente
respuesta, que es la única cosa que usted puede pensar:

“Juan Pablo II y Benedicto XVI se equivocan. Ellos no son infalibles en todo lo que dicen o hacen. La
Declaración Conjunta no es infalible. El Concilio de Trento es infalible.”

Y el protestante inteligente, detectando rápidamente las fallas en esta respuesta ilógica y pobre, responde:

“Señor, nunca he dicho que la Declaración conjunta es infalible. La infalibilidad no tiene nada que ver con
nuestra conversación. La línea de fondo es que usted admite que Benedicto XVI es un católico con el que
está en comunión, y con el que todo católico debe estar en comunión. Usted admite que él no es un hereje
que está fuera de la comunión de la Iglesia Católica por abrazar la Declaración Conjunta con los luteranos
sobre la doctrina de la justificación, por lo que hay que admitir que yo también sería católico, en comunión
con la Iglesia, (no un hereje) cuando tomo la misma posición.”

Si usted sostiene que Benedicto XVI es un Papa válido, entonces no tendría nada que decir en respuesta a
este protestante. El debate ha terminado, y Ud. ha perdido. No puede, por un lado decir que la
aceptación de sólo por la fe y la Declaración Conjunta con los luteranos sobre la doctrina de la justificación es
incompatible con la entrada de este protestante en la Iglesia Católica (que se debe como católico, ya que
ésta fue definida infaliblemente en Trento), mientras que al mismo tiempo dar la obediencia a Benedicto
XVI como cabeza de la Iglesia Católica, que ha demostrado su aceptación de la Declaración Conjunta con

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los luteranos sobre la doctrina de la justificación bastantemente en público. El protestante lo ha arrinconado y
te ves obligado a admitir que de hecho puede ser católico y mantener de lo que se enseña en la
Declaración conjunta. Esto demuestra que los que aceptan a Benedicto XVI como el Papa no pueden ni
siquiera presentar consistentemente la fe católica a un protestante. DEBEN ADMITIR QUE UNO
PUEDE SER «CATÓLICO» Y SOSTENER QUE SÓLO POR LA FE NO ES UNA HEREJÍA
ANATEMATIZADA, Y QUE LOS CÁNONES DE TRENTO NO SE APLICAN A LA OPINIÓN
LUTERANA DE LA JUSTIFICACIÓN.

Mientras uno reconoce a Benedicto XVI como el Papa católico, estará defendiendo una Iglesia que ha
repudiado el Concilio de Trento, es decir una «Iglesia», por definición, una iglesia no católica – una
Iglesia de herejes.

El Papa Inocencio III, Eius ejemplo, 18 de dic. de 1208: “De corazón creemos y con la boca
confesamos UNA SOLA IGLESIA, NO DE HEREJES, sino la Santa, Romana, Católica y
Apostólica, fuera de la cual creemos que nadie se salva.” 67

La misma sentencia y autoridad con la que determinaste que este protestante no confesional era un hereje
fuera de la Iglesia Católica – un juicio que hiciste al encontrarte con él y averiguando lo que él creía y
cómo repudió el Concilio de Trento – es el mismo exacto juicio que a pesar de todo estas obligado a hacer
acerca de Benedicto XVI. Debe llegarle de una manera sorprendente y esclarecedor que no eres culpable
de juzgar la Santa Sede o un Papa cuando juzgas correctamente que Benedicto XVI es un no católico, sino
que estás identificando un no católico por lo que es, tal como lo identificó correctamente el protestante no
confesional que lo conociste un no católico, así como cualquier calvinista, metodista o episcopales.

12ª Objeción: ¿Cómo puede ser que la Iglesia entera y todos los
cardenales reconocieron a un antipapa, como en el caso de Juan XXIII
(1958-1963)?

Respuesta: El Papa Pablo IV declaró que los católicos no podían aceptar tal reclamo herético, incluso si la
obediencia le fueron entregado por «todos» – indicando por tal declaración de que es posible que toda
obediencia se le dé a tal antipapa.

El Papa Pablo IV, de la bula Cum ex Apostolatus Officio, 15 de feb. de 1559: “6. Agregamos, que si
en algún tiempo aconteciese que… electo Pontífice Romano que antes de su promoción al
Cardenalato o asunción al Pontificado, se hubiese desviado de la Fe Católica, o hubiese caído en
herejía… (ii) de ningún modo puede considerarse que tal asunción haya adquirido validez, por
aceptación del cargo y por su consagración, o por la subsiguiente posesión o cuasi posesión de
gobierno y administración, o por la misma entronización o adoración del Pontífice Romano, o
por la obediencia que todos le hayan prestado, cualquiera sea el tiempo transcurrido después
de los supuestos antedichos…”

¡Pero ya hemos tenido una situación en que todos los cardenales reconocieron un antipapa! Cómo fue
cubierto anteriormente en el libro, durante el Gran Cisma de Occidente, 15 de los 16 cardenales que
habían elegido al Papa Urbano VI se retiraron de su obediencia en razón de que la revoltosa multitud
romana había hecho la elección no canónica. El único cardenal que no repudió el Papa Urbano VI fue el
cardenal Tebaldeschi, pero murió poco después, el 7 de septiembre – dejando una situación en la que
ninguno de los cardenales de la Iglesia Católica reconocieron al verdadero Papa, Urbano VI. Todos los
cardenales que vivían luego consideraron su elección como inválida.68

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En el siglo 12, el Antipapa Anacleto II – que reinó ocho años en Roma, mientras que rivalizaba con el
verdadero Papa, Inocencio II – ganó la mayoría de los cardenales, el Obispo de Porto, el Decano del Sacro
Colegio, y todo el pueblo de Roma como sus partidarios. 69

13ª Objeción: Juan XXII era un hereje, que fue denunciado como hereje
incluso por el cardenal Orsini, sin embargo, continuaba siendo el Papa.

Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa Sedevacantista», Catholic Family News [Noticiero para
Familias Católicas], agosto de 2005, p. 21: “Compara la falta de éxito de la Empresa
[sedevacantista] en la búsqueda herejía «manifiesta» en los pronunciamientos de los Papas
conciliares con el ejemplo histórico del Papa Juan XXII. En 1331, algunos teólogos franceses y
el cardenal Orsini denunciaron a Juan XXII como un hereje, cuando en una serie de sermones,
enseñó que las almas de los bienaventurados difuntos, después de terminar su tiempo
designado en el Purgatorio, no verían a Dios hasta después del juicio universal. El cardenal
Orsini pidió un concilio general para pronunciar al Papa un hereje… Enfrentado en esta
manera pública, Juan XXII le contestó que no había tenido la intención de obligar a toda la Iglesia
a sus sermones, y alistó una comisión de teólogos para examinar la cuestión. La comisión le
informó al Papa que estaba en un error, y sí retrocedió del error varios años más tarde, el día
antes de su muerte. Sin embargo, a pesar de ser denunciado como un hereje y amenazado con
un concilio general para declarar su herejía, Juan XXII nunca dejó de ser considerado por la
Iglesia como el Papa, y la historia de la Iglesia debidamente lo registra como tal.”70

Respuesta: Juan XXII no fue un hereje, y su reinado no es prueba de que los herejes pueden ser papas.

En primer lugar, queremos que el lector se dé cuenta de algo muy interesante: cuando Ferrara (la persona
lanzando esta objeción) está discutiendo el caso de Juan XXII, observe que el asunto se ha exagerado. Él
no duda en calificarla como un ejemplo de la herejía real. Pero cuando se le dirige a las herejías claras de
los «papas» del Vaticano II, todos ellos son tan disminuidos tanto que niega que alguno de ellos siquiera
se considera una herejía. Por ejemplo:

Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa Sedevacantista», Catholic Family News [Noticiero para
Familias Católicas], agosto de 2005, p. 21: “Pero la Empresa [sedevacantista] ni siquiera llega a
la primera base, ya que, como veremos, a pesar de sus esfuerzos incansables, ha fallado en
identificar alguna herejía «manifiesta» entre las numerosas declaraciones ambiguas e
inquietantes (incluso escandalosas) acciones de Juan Pablo II o Pablo VI…”71

Bueno, entonces ninguna de las herejías claras de Juan Pablo II y Pablo VI (p. ej., enseñando que hay
santos en otras religiones; manifestando que no debemos convertir a los no católicos; etc.), incluso
constituye una herejía, de acuerdo a Ferrara, pero el caso de Juan XXII ciertamente alcanzó el nivel de la
herejía. ¡Qué completa tontería! ¿Hay alguien que no ve aquí la profunda hipocresía y la deshonestidad
absoluta? Cuando Ferrara y los otros no sedevacantistas sienten que es una ventaja para restar
importancia a la herejía, suben la barra de herejía, por lo que, básicamente, nada alcanza el nivel de la
herejía real. Pero cuando lo consideren oportuno, útil para exagerar una herejía (como en el caso de Juan
XXII), porque piensan que tendrán éxito en que se opondrá al sedevacantismo, lo exageran y lo hacen
parecer mucho peor de lo que era.

El hecho del asunto es que Juan XXII no era un hereje. La posición de Juan XXII de que las almas de los
bienaventurados difuntos no ven la visión beatífica hasta después del Juicio General no era una cuestión
que había sido definida específicamente como un dogma. Esta definición se produjo dos años después de

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la muerte del Papa Juan XXII por el Papa Benedicto XII en Benedictus Deus,72 pero al parecer Ferrara no
sintió que era importante mencionar este hecho.

El hecho de que el cardenal Orsini denunció a Juan XXII como un hereje, no demuestra nada, sobre todo
si tenemos en cuenta el contexto de los acontecimientos. Para una breve contextualización: Juan XXII
condenó como herética la enseñanza de «los espirituales». Este grupo sostuvo que Cristo y los
apóstoles no tenían posesiones individualmente o en común. Juan XXII condenó este punto de vista
como contraria a las Sagradas Escrituras, y declaró que todos los que persistentemente se adhieran a ello
serán heréticos.73 «Los espirituales» y otros como ellos, incluso el rey Luis de Baviera, fueron condenados
como herejes.

Cuando ocurrió la controversia sobre las declaraciones de Juan XXII sobre la visión beatífica, los
Espirituales y el Rey Luis de Baviera se aprovecharon de él y acusaron al Papa de la herejía. Estos
enemigos de la Iglesia fueron apoyados por el cardenal Orsini, de cual el hombre Ferrara menciona en
su artículo.

The Catholic Encyclopedia «La Enciclopedia Católica», “Juan XXII”, Vol. 8, 1910, p. 433: “Los
espirituales, siempre en estrecha alianza con Luis de Baviera, aprovecharon de estos eventos
para acusar al Papa de la herejía, siendo apoyado por el cardenal Napoleón Orsini. En unión
con este último, el rey Luis escribió a los cardenales, instándolos a convocar un concilio
general, y condenar al Papa.”74

Con estos antecedentes, podemos ver que la declaración de Ferrara, de que «El cardenal Orsini pidió un
concilio general para pronunciar al Papa como un hereje…» adquiere una luz diferente: Sí, el cardenal
Orsini y sus buenos amigos, los herejes excomulgados. De hecho, incluso los propios «papas» de Ferrara,
en su libro Teología Dogmática, toma nota de que el escándalo fue aprovechado por los enemigos de la
Iglesia para fines políticos:

El «cardenal» Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), Dogmatic Theology [Teología Dogmática], 1977, p.
137: “El escándalo [de Juan XXII] fue explotado con fines políticos en la acusación de herejía
interpuesto por los opositores franciscanos del Papa [los espirituales] en el círculo de Guillermo
de Ockham en la corte del emperador Luis de Baviera.”75

Ferrara se sitúa justo en la sociedad de los enemigos de la Iglesia con su exageración del caso de Juan
XXII. Juan XXII no era un hereje. Además del hecho de que el asunto aún no había sido específicamente
definido como un dogma, Juan XXII también dejó claro que a nadie obligó a su (falsa) opinión y no estaba
llegando a una conclusión definitiva sobre este tema:

The Catholic Encyclopedia «La Enciclopedia Católica», sobre el Papa Juan XXII:
“El Papa Juan le escribió al rey Felipe IV sobre el asunto (noviembre de 1333), e hizo hincapié
en el hecho de que, siempre y cuando la Santa Sede no ha dado una decisión, los teólogos
gozan de libertad perfecta en esta asunto. En diciembre de 1333, los teólogos en París, después
de una consulta sobre la cuestión, decidieron en favor de la doctrina de que las almas de los
bienaventurados difuntos veían a Dios inmediatamente después de la muerte o después de su
purificación completa, al mismo tiempo señalaron que el Papa no había dado ninguna decisión
sobre esta cuestión, pero sólo avanzó su opinión personal, y ahora le pidieron al Papa para
confirmar su decisión. Juan nombró una comisión en Aviñón para estudiar los escritos de los
Padres, y para seguir discutiendo la cuestión en disputa. En un consistorio celebrado el 3 de
enero de 1334, el Papa declaró explícitamente que nunca había pensado enseñar algo contrario
a la Sagrada Escritura o la regla de fe y de hecho no había intentado en dar cualquier decisión
que sea. Antes de su muerte, retiró su dictamen anterior, y manifestó su creencia de que las
almas separadas de sus cuerpos gozan en el cielo la visión beatífica.”76

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Todo esto sirve para demostrar que Juan XXII no era un hereje. Mantuvo una opinión personal que
estaba completamente equivocado, que él declaró explícitamente no era más que una opinión. De hecho,
a pesar de su error significativo, Juan XXII fue bastante vigoroso contra la herejía. Su condena de los
espirituales y el rey Luis de Baviera es la prueba de que sí condenó la herejía. Comparándolo con los
antipapas del Vaticano II que ni siquiera creen que exista la herejía es totalmente ridículo. Cómo ya fue
establecido, ¡Benedicto XVI ni siquiera cree que el protestantismo es una herejía! ¡Qué burla satánica que
cualquier persona que obstinadamente (en la cara de estos hechos) afirme que este hombre es un católico!
El hecho es que donde busquen los no sedevacantistas (ya sea el dogma del Papado, o las acciones de
Lutero, etc.), serán refutados. Por ejemplo, ya que estamos en el tema de Juan XXII y el Juicio universal,
debe recordarse que Benedicto XVI tal vez niega el dogma católico más central en relación con el Juicio
universal: la resurrección de la carne, como lo demostramos en la sección anterior sobre sus herejías.

Benedicto XVI, Introducción al Cristianismo, 2004, p. 349: “Esto indica claramente que la médula
de la fe en la resurrección no consiste en la idea de la restitución de los cuerpos, a lo que
nosotros la hemos reducido; todo esto es válido, aunque la Biblia haya cambiado la
representación.”77

Benedicto XVI, Introducción al Cristianismo, 2004, pp. 357-358: “En pocas palabras, Pablo no
enseña la resurrección de los cuerpos, sino de las personas…”78

Así que, cuando los no sedevacantistas plantean la cuestión de Juan XXII y el Juicio universal, no hacen
nada, excepto nos recuerdan a otro dogma que Benedicto XVI niega y una prueba más por qué él no es el
Papa.

14ª Objeción: El Papa Honorio fue condenado por herejía por un concilio
general después de su muerte, pero la Iglesia no considera que dejó de
ser Papa, a pesar de que fue acusado de herejía durante su reinado.

Respuesta: Como ya hemos visto, es un hecho dogmático que un hereje no puede ser el Papa, ya que es
un dogma infaliblemente definido que un hereje no es miembro de la Iglesia Católica.

El Papa Eugenio IV, El Concilio de Florencia, ex cátedra: “La Santa Iglesia Romana cree firmemente,
profesa y enseña que aquéllos que no están en el seno de la Iglesia Católica, no solamente los
paganos, sino también los judíos o herejes y cismáticos…”79

El caso del Papa Honorio no prueba que un hereje puede ser el Papa. Al condenar el Papa Honorio como
hereje después de su muerte, el III Concilio de Constantinopla no hizo ninguna declaración – ni la
Iglesia jamás ha hecho una declaración – que permaneció Papa hasta su muerte.

El Tercer Concilio de Constantinopla, La exposición de la fe, 680-681:


“…el inventor del mal no descansa, buscando un cómplice de la serpiente y a través de él
trayendo sobre la naturaleza humana el punto del dardo de la muerte, por lo que ahora también
se ha encontrado los instrumentos adecuados a sus propios fines – a saber, Teodoro… Sergio,
Pirro, Pablo y Pedro… y más Honorio, que fue Papa de Roma anciano, Ciro… y Macario… – y no
ha estado inactivo en el aumento de los obstáculos de error a través de ellos contra el cuerpo
entero de la Iglesia, sembrando entre la gente ortodoxa el discurso de novela de la herejía de una
sola voluntad y un solo principio de acción…” 80

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La Iglesia no abordó la cuestión de que si Honorio perdió el Oficio del Papa después de caer en la herejía,
sino que simplemente lo condenó. (Honorio fue condenado también por el Cuarto Concilio de
Constantinopla y el Segundo Concilio de Nicea.) Dado que el Papa Honorio fue elegido válidamente (que es
por eso que aparece en la lista de los verdaderos papas), si se convirtió en un hereje verdadero durante su
reinado entonces él sí perdió el Oficio del Papa, porque, como hasta los no sedevacantistas que hacen este
argumento admiten, «los herejes no son católicos y los no católicos no pueden ser papas».

El Papa Honorio tenía más de 40 años de muerto cuando fue condenado por el III Concilio de
Constantinopla. Honorio no había emitido ningún decreto dogmático, y sólo «reinó» por tres años y
medio después de que ocurrió el incidente de la herejía. Por lo tanto, la cuestión de que si él siguió
siendo el Papa y gobernó la Iglesia universal los últimos tres años y medio de su pontificado de trece años
no fue especialmente relevante para los fieles en aquel tiempo.

Por lo tanto, es perfectamente comprensible que la Iglesia no publicó ningún anuncio de que Honorio
perdió su puesto porque nada estaba montando sobre la cuestión en aquel tiempo, y hubiese
involucrado un gran debate teológico y una lata entera de gusanos que no era necesario abrirlo.

Además, todavía persiste cierta confusión entre la gente (incluso entre los sucesores de Honorio) en
cuanto a si el Papa Honorio había sido un hereje o simplemente culpable de no acabar con la herejía o si
había sido mal entendido por completo, como The Catholic Encyclopedia [La Enciclopedia Católica] de 1907
lo declara. Algunos estudiosos que incluso han estudiado la cuestión con gran detalle aun no están
convencidos de que Honorio fue condenado como un hereje por el III Concilio de Constantinopla. Su
argumento se basa en el hecho de que el Papa San Agatón, que estaba vivo durante el concilio, murió
antes de que todo hubiera terminado. Dado que los decretos de un concilio sólo poseen la autoridad que
se les da a ellos en la confirmación por parte del Papa, sostienen que el Papa San León II, el Papa que
confirmó en efecto el concilio, sólo confirmó la condena de Honorio en el sentido de que falló en no acabar con la
herejía, y por lo tanto permitió que la fe se contaminara. Es por esta confusión que vemos sin duda que
San Francisco de Sales dice lo que dice (véase más adelante) sobre Honorio.

Con el fin de diferenciar aún más el caso de Honorio de los antipapas del Vaticano II, es importante
señalar que la caducidad del Papa Honorio era casi completamente desconocida durante su reinado y
durante años después de su reinado. Dos cartas de Honorio que favorecía la herejía monotelita (escrito
en 634) fueron las cartas a Sergio, patriarca de Constantinopla. Estas cartas no sólo eran casi totalmente
desconocidas en aquel tiempo, pero fueron mal interpretadas también por un Papa que reinó
inmediatamente después de Honorio.

Por ejemplo, el Papa Juan IV (640-643), que fue el segundo Papa en reinar después del Papa Honorio,
defendió a Honorio de cualquier acusación de herejía. El Papa Juan IV estaba convencido de que
Honorio no había enseñado la herejía monotelita (que Cristo tiene una sola voluntad), sino que
simplemente Honorio hizo hincapié en que Nuestro Señor no tiene dos voluntades contrarias.

El Papa Juan IV, «Dominus qui dixit» al emperador Constantino, en cuanto al Papa Honorio, 641:
“…Así, pues, el predicho predecesor mío [Honorio] decía del misterio de la encarnación de Cristo
que no había en El, como en nosotros pecadores, dos voluntades contrarias de la mente y de la
carne. Algunos, acomodando esta doctrina a su propio sentido, han sospechado que Honorio
enseñó que la divinidad y la humanidad de Aquél no tienen más que una sola voluntad,
interpretación que es de todo punto contraria a la verdad.”81

Con estos hechos en mente, se puede ver: 1) el caso del Papa Honorio no prueba que los herejes pueden
ser papas, ya que la Iglesia nunca ha declarado que él siguió siendo el Papa después de su caducidad, y 2)
los hechos del caso del Papa Honorio son drásticamente diferentes del caso de los antipapas del
Vaticano II, ya que dos de las cartas de Honorio que contenían herejía eran casi totalmente

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desconocidas en aquel tiempo, y fueron mal interpretadas, incluso por los Papas que le sucedieron.
Comparando las dos cartas del Papa Honorio a los actos y declaraciones de los herejes manifiestos Pablo
VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI es como comparar un grano de arena con la orilla del mar.

Por último, si desea una confirmación adicional de que los herejes ipso facto dejan de ser papas, y que el
caso del Papa Honorio no proporciona ninguna evidencia de lo contrario, usted no tiene que tomar
nuestra palabra para ello.

San Francisco de Sales (17º siglo), Doctor de la Iglesia, La Controversia Católica, pp. 305-
306: “Por lo tanto, no decimos que el Papa no puede errar en sus opiniones privadas, tal como
Juan XXII, o ser totalmente un hereje, como tal vez fue Honorio. Ahora, cuando él [el Papa] es
explícitamente un hereje, cae ipso facto de su dignidad y fuera de la Iglesia…”82

En el mismo párrafo en el que San Francisco de Sales (Doctor de la Iglesia) menciona el Papa Honorio, se
afirma inequívocamente que un Papa que se convertiría en un hereje dejaría de ser Papa. San
Francisco de Sales no estaba seguro si el Papa Honorio era un hereje o tan sólo fracaso en acabar con la
herejía, pero, fuera lo que fuese, San Francisco conocía el caso de Honorio no afectó a la verdad que los
herejes no pueden ser papas.

San Roberto Belarmino y San Alfonso conocían también con el caso del Papa Honorio. Su caso no les
causó duda en declarar:

San Roberto Belarmino (1610), Doctor de la Iglesia: “Un papa que se manifieste hereje, por ese
mismo hecho (per se) cesa de ser papa y cabeza, así como por lo mismo deja de ser un cristiano
y miembro de la Iglesia. Por tanto, él puede ser juzgado y castigado por la Iglesia. Este es el
juicio de todos los primeros Padres, que enseñaban que los herejes manifiestos pierden
inmediatamente toda jurisdicción.”

San Alfonso Ligorio (1787), Doctor de la Iglesia: “Si alguna vez un Papa, como persona privada,
cayera en la herejía, él caería inmediatamente del Pontificado.”83

Con estos hechos en mente, podemos ver que el argumento de Honorio no prueba nada para los no
sedevacantistas, sino que nos recuerda de los Doctores de la Iglesia que, mientras recordaban su caso, al
mismo tiempo declararon que los herejes no pueden ser papas.

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15ª Objeción: La Iglesia y la jerarquía siempre serán visible. Si la Iglesia
del Vaticano II no es la verdadera Iglesia Católica, entonces la Iglesia y la
jerarquía ya no son visibles.

Respuesta: 1) Las personas entienden mal en lo que consiste la visibilidad de la Iglesia, 2) la secta del
Vaticano II no puede ser la Iglesia visible de Cristo, y 3) la secta Vaticano II niega esta misma enseñanza
sobre la visibilidad de la Iglesia.

Nadie niega que la Iglesia Católica pudiera dejar de existir en todos los países del mundo, excepto uno.
La visibilidad de la Iglesia no exige que los fieles o la jerarquía se vean en cada lugar geográfico único en
todo el mundo. Esto nunca ha sido el caso. Simplemente, la visibilidad de la Iglesia significa verdaderos
fieles católicos que profesan exteriormente la única religión verdadera, incluso si son reducidos a un
número muy pequeño. Estos fieles que profesan exteriormente la única religión verdadera siempre serán
la Iglesia visible de Cristo, aun cuando sus filas se reducen a sólo un manojo.

Y esto es precisamente lo que está predicho que ocurrirá al final del mundo.

San Atanasio: “Los católicos que se mantienen fieles a la Tradición aún si ellos son reducidos a un
manojo, ellos son la verdadera Iglesia de Jesucristo.” 84

Nuestro Señor mismo indica que el tamaño de la Iglesia será terriblemente pequeño en los últimos días.

Lucas 18:8- “Pero cuando viniere el Hijo del hombre, ¿os parece que hallará fe sobre la tierra?”

En el Apocalipsis de San Juan parece indicar lo mismo.

Apocalipsis 11:1-2:
“Entonces se me dio una caña a manera de una vara, y díjoseme: Levántate y mide el templo de
Dios, y el altar, y los que adoran en él; pero el atrio exterior del templo, déjalo fuera, y no lo
midas, por cuanto está dado a los gentiles…”

El Haydock version of the Douay-Rheiums Bible «La version de Haydock de la Biblia [inglesa] de Douay-
Rheims», una compilación popular de comentarios católicos sobre las Escrituras por el Rev. P. Geo. Leo
Haydock, contiene el siguiente comentario sobre el Apoc. 11:1-2.

Comentario Católico sobre el Apoc. 11:1-2, La version de Haydock de la Biblia [inglesa] de Douay-
Rheims: “Las iglesias consagradas al Dios verdadero, son mucho más reducidas en número, que
están representadas por San Juan como una iglesia, sus ministros ofician en un altar, y todos
los fieles verdaderos son tan pocos, con respecto a la mayor parte de la humanidad, que el
evangelista los ve reunidos en un templo, para pagar sus adoraciones al Altísimo. –
Pastorini.”85

El Magisterio de la Iglesia Católica nunca ha enseñado que siempre debe haber un cierto número de
obispos o fieles para que exista la Iglesia. Mientras haiga al menos un sacerdote o un obispo y al menos
unos pocos fieles, la Iglesia y la jerarquía estarán vivos y visibles. Hoy en día quedan mucho más que un
manojo de fieles que mantienen la inmutable fe católica. Por lo tanto, el argumento de nuestros
adversarios desde la perspectiva de visibilidad carece de mérito y es contrario a las profecías de la
Sagrada Escritura.

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Además, durante la crisis arriana la verdadera fe fue eliminada de regiones enteras, a tal punto que casi
no había obispos católicos que se encontraran en cualquier lugar.

P. William Jurgens: “A un punto en la historia de la Iglesia, solo unos años antes del presente
sermón (+380 d.C.) de Gregorio [Niza], tal vez el número de obispos católicos en posesión de las
sedes, en contraposición a los obispos arrianos en posesión de las sedes, no era algo mayor que
entre el 1% y 3% del total. Si la doctrina había sido determinada por la popularidad, hoy todos
deberíamos ser negadores de Cristo y los opositores del Espíritu.”86

P. William Jurgens: “En la época del emperador Valente (siglo 4), Basilio era prácticamente el
único obispo ortodoxo en todo el Oriente que tuvo éxito en mantener la carga de su sede… Si no
tiene otra importancia para el hombre moderno, un conocimiento de la historia del arrianismo
debe demostrar al menos que la Iglesia Católica no tiene en cuenta la popularidad y los
números en la configuración y el mantenimiento de la doctrina: de otra modo, hubiéramos
abandonado a Basilio y Hilario y Atanasio y Liberio y Osio y nos llamaríamos después de
Arrio.”87

La herejía arriana se extendió tanto en el siglo 4º que los arrianos (los que negaban la divinidad de Cristo)
llegaron a ocupar casi todas las iglesias católicas y parecía ser que eran la jerarquía legítima básicamente
en todas partes.

San Ambrosio (+382): “No hay suficientes horas en el día para que recité incluso los nombres
de todas las diversas sectas de los herejes.”88

Las cosas estaban tan mal que San Gregorio de Niza se sintió obligado a decir lo que dirían hoy el
remanente católico podría muy bien decir.

San Gregorio de Niza (+380), “Against the Arians” «Contra los Arrianos»: “¿Dónde están los que
nos insultan de nuestra pobreza y se enorgullecen de sus riquezas? ¿Los que definen a la Iglesia
por los números y desprecian el rebaño pequeño?”89

Este periodo de historia de la Iglesia, por lo tanto, resulta un punto importante para nuestro tiempo: Si la
misión indefectible de la Iglesia de enseñar, gobernar y santificar requiere un obispo gobernante (es decir,
de jurisdicción) para que la Iglesia de Cristo esté presente y operante en una sede particular o diócesis,
entonces uno tendría que decir que la Iglesia de Cristo ha desertado en todos aquellos territorios donde
no había un obispo católico que gobierne durante la herejía arriana. Sin embargo, es un hecho que en el
siglo 4º, donde los fieles conservaron la verdadera fe católica, incluso en aquellas sedes donde el obispo
desertó al arrianismo, el remanente de fieles católicos constituyo la verdadera Iglesia de Cristo. En ese
remanente, la Iglesia Católica existió y perseveró en su misión de enseñar, gobernar y santificar sin un
obispo gobernante, lo que demuestra que la indefectibilidad de la Iglesia de Cristo y la misión de
enseñar, gobernar y santificar no requiere la presencia de un obispo jurisdiccional.

También hay que señalar que la jerarquía se puede definir de dos maneras: la jerarquía de jurisdicción y
la jerarquía eclesiástica.90

El Papa Pío XII, Ad Sinarm gentum (# 8), 7 de oct. de 1954: “Además – lo que del mismo modo ha
sido establecido por disposición divina – a la potestad de orden (en virtud de la cual la Jerarquía
eclesiástica se halla compuesta de Obispos, sacerdotes y ministros) se accede recibiendo el
sacramento del Orden sagrado.”91

Sólo aquellos que tienen la jurisdicción ordinaria (es decir, la competencia que se adjunta a una oficina)
constituyen la jerarquía jurisdiccional. Todos los sacerdotes católicos válidos, por el contrario,

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constituyen parte de la jerarquía eclesiástica. Es posible que mientras la jerarquía eclesiástica
permanezca, la jerarquía existirá.

Los no sedevacantistas que plantean esta objeción no pueden apuntar a un verdadero obispo católico con
la jurisdicción ordinaria. ¿A quién van apuntar? ¿Van apuntar al «obispo» Bruskewitz, que llevó a cabo
un Cena séder intereligiosa con un grupo de rabinos en su propia catedral en la Semana Santa?92 ¿Van a
apuntar al «cardenal» Mahony o el «cardenal» Keeler?

Si es cierto que debe haber un obispo con jurisdicción ordinaria en alguna parte (que es algo que no se ha
demostrado), entonces él está en alguna parte. Pero eso no cambia el hecho de que Benedicto XVI y sus
obispos apóstatas no son católicos y por lo tanto no forman parte de la jerarquía. Frente a un hecho, no
hay argumento; en contra de este hecho, no hay argumento.

¡Por último, y quizás lo más importante, la secta del Vaticano II rechaza la visibilidad de la Iglesia
Católica, lo que demuestra una vez más que no es la visible Iglesia Católica!

Documento del Vaticano II, Unitatis Redintegratio (# 1):


“Casi todos, sin embargo, aunque de modo diverso, suspiran por una Iglesia de Dios única y
visible, que sea verdaderamente universal y enviada a todo el mundo, para que el mundo se
convierta al Evangelio y se salve para gloria de Dios.”93

¿Recuerdan esta? En el comienzo de su Decreto sobre el ecumenismo, el Vaticano II enseña que casi todo
el mundo suspira por una Iglesia verdaderamente universal y visible, cuya misión es convertir el mundo
con el Evangelio. Una vez más, para aquellos que dudan de que el Vaticano II estaba negando aquí que
la Iglesia Católica existe, vamos a citar la propia interpretación del Antipapa Juan Pablo II de este pasaje.

Juan Pablo II, Homilía, 5 de dic. de 1996, hablando sobre la oración con los no católicos: “Cuando
oramos juntos, lo hacemos con el deseo de «una Iglesia de Dios única y visible, que sea
verdaderamente universal y enviada a todo el mundo, para que el mundo se convierta al
Evangelio y se salve para gloria de Dios» (Unitatis Redintegratio, 1).”

Juan Pablo II, Ut Unum Sint (# 7), 25 de mayo de 1995: “No obstante, casi todos, aunque de
manera diferente, aspiran a una Iglesia de Dios única y visible, que sea verdaderamente
universal y enviada a todo el mundo, a fin de que el mundo se convierta al Evangelio y así se
salve para gloria de Dios (el documento del Vaticano II Unitatis Redintegratio, 1.).”94

Así que, si aceptas la enseñanza de la Iglesia sobre su visibilidad, esa es una razón más para rechazar la
secta del Vaticano II y sus antipapas.

Por cierto, la idea de una Iglesia invisible – enseñado por la secta del Vaticano II – ha sido condenado al
menos tres veces: el Papa León XIII, Satis Cognitum (# 4), 29 de junio 1896,95 el 95 el Papa Pío XI,
Mortalium Animos (# 8), 6 de enero 1928,96 el Papa Pío XII, Mystici Corporis Christi (# 31), 29 de junio de
1943.97

El Papa León XIII, Satis Cognitum (# 4), 29 de junio de 1896:


“«Sois el cuerpo de Cristo» (1 Cor. 12:27). Porque la Iglesia es un cuerpo visible… De aquí se
sigue que están en un pernicioso error los que, haciéndose una Iglesia a medida de sus deseos,
se la imaginan como oculta y en manera alguna visible…”98

Por otra parte, aquí hay una cita interesante de la crisis de la investidura laica (1075-1122). Durante esta
crisis, el malvado rey de Alemania, Enrique IV, instituyó un antipapa (que fue apoyado por muchos

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obispos alemanes). Enrique también nombró a sus obispos que fueron también sujetos al antipapa. El
resultado fue dos obispos en la mayoría de las diócesis y una confusión masiva.

The Catholic Encyclopedia «La Enciclopedia Católica», Vol. 8, 1910, “Las investiduras”, p. 86:
“Ahora había mucha confusión en todos los lados… Muchas diócesis tenían dos ocupantes.
Ambas partidos llamaron a sus rivales perjuros y traidores…”99

El punto es: mientras que actualmente estamos tratando con una apostasía sin precedentes, la Iglesia ha
visto muchas veces tiempos confusos en el pasado, incluso aquellos en que la verdadera jerarquía no era
fácilmente comprobable.

16ª Objeción: Los papas del Vaticano II no han enseñado herejía


manifiesta porque sus declaraciones son ambiguas y requieren
comentario

Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa Sedevacantista, II Parte», Catholic Family News [Noticiero
para Familias Católicas], octubre de 2005, p. 8: “Ahora aquello que se manifiesta – es decir, en
plano, evidente, obvio, inconfundible e indudable – no requiere explicación. La calidad misma
de no tener que explicar es lo que hace que algo sea manifiesto. Por lo tanto, antes de que la
Empresa pueda incluso llegar a la primera base, debe demostrarnos no solamente declaraciones
papales hechas abiertamente, pero las declaraciones cuya supuesta herejía no requiere ninguna
explicación destinada para demostrarlo. Las palabras papales en sí mismas – no
interpretaciones del sedevacantista de esas palabras – debe denotar la herejía.
“Si un Papa llegara a proclamar a toda la Iglesia en algún documento o declaración pública
«No hay Santísima Trinidad. ¡Sólo hay un Dios el Creador, tal y como los musulmanes
creen!», entonces su herejía sería manifiesta en el sentido pleno y correcto de la palabra.”100

Respuesta: El que está haciendo esta objeción, Chris Ferrara, está totalmente equivocado, como siempre.
En primer lugar, hay muchos ejemplos de las herejías manifiestas de los antipapas posconciliares que no
requieren explicación o comentario, como hemos visto. En segundo lugar, la autoridad papal nos enseña
que algunas herejías requieren explicación, profundo estudio y análisis para descubrir y condenar, como
también veremos.

Antes de ampliar sobre estos dos puntos, es necesario que el lector examine el ejemplo de la herejía que
da Ferrara. Ferrara da el ejemplo de la herejía: «No hay Santísima Trinidad». De acuerdo con Ferrara,
este es un ejemplo indiscutible de la herejía manifestada. Es cierto que esta afirmación es una herejía,
pero observe que, incluso en este ejemplo no estamos tratando de una denegación exacta palabra por
palabra de una definición dogmática. Por lo que estamos conscientes, no hay una definición dogmática
sobre la Santísima Trinidad que dice: «Hay una Santísima Trinidad». Hay definiciones, como las
siguientes:

El Papa Gregorio X, El II Concilio de Lyon, 1274, ex cátedra: “Creemos que la Santa Trinidad,
Padre e Hijo y Espíritu Santo es un solo Dios omnipotente…”101

Por supuesto, los católicos reconocen inmediatamente que la declaración «No hay Santísima Trinidad»
equivale a una negación directa de esta definición dogmática, aunque no niega la definición dogmática
palabra por palabra. Así, al dar su único ejemplo de la herejía – el único ejemplo que probablemente
Ferrara inventó porque se siente confiado de que los sedevacantistas no pueden producir la herejía
equivalente de Benedicto XVI sobre la Trinidad – Ferrara demuestra nuestro punto: las declaraciones

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que equivale a una negación directa de los dogmas, a pesar de que no son negaciones exactas palabra
por palabra de una definición dogmática, son ejemplos de herejía manifiesta.

Así, al igual que los católicos reconocen inmediatamente que la declaración «No hay Santísima Trinidad>
es una herejía manifiesta, a pesar de que no existe ningún dogma que declara exactamente lo opuesto palabra
por palabra, que también reconocerán inmediatamente que la declaración de Benedicto XVI que el
protestantismo no es herejía es, por supuesto, una negación directa de los dogmas católicos que condenan
enseñanzas protestantes como heréticas. Gracias por probar nuestro punto de nuevo, Sr. Ferrara.

Ahora vamos a citar más de 10 declaraciones de Benedicto XVI (y sólo uno de Juan Pablo II) y no
prestaremos ningún comentario alguno. Todo aquel que es sincero y honesto verá que equivalen a
rechazos directos del dogma católico sin que se requiera ningún tipo de análisis.

«Cardenal» Joseph Ratzinger, La fraternidad cristiana, pp. 87-88: “La dificultad en la manera de dar
una respuesta es profunda. En última instancia, se debe al hecho de que no existe una categoría
adecuada en el pensamiento católico para el fenómeno del protestantismo de hoy (se podría
decir lo mismo de la relación con las iglesias separadas del oriente). Es evidente que la antigua
categoría de «herejía» ya no es de ningún valor… El protestantismo ha hecho una importante
contribución a la realización de la fe cristiana, cumpliendo una función positiva en el
desarrollo del mensaje cristiano… La conclusión es inevitable, entonces: el protestantismo de
hoy es algo diferente de la herejía en el sentido tradicional, un fenómeno cuyo verdadero lugar
teológico no ha sido aún determinado.”102

No es necesario comentar.

Joseph Ratzinger, Puntos culminantes teologales del Vaticano II, pp. 61, 68: “… Mientras tanto la
Iglesia Católica no tiene el derecho de absorber las otras Iglesias. La Iglesia aún no les ha
preparado un lugar para sus mismas propiedades, pero ellos tienen el derecho legítimo de… Una
unidad básica – de las Iglesias que permanecen Iglesias, aún se convierten en una Iglesia –
debe reemplazar la idea de la conversión, a pesar de que la conversión conserva su significado
para aquellos que por motivos de conciencia la buscan.”103

No es necesario comentar.

«Cardenal» Ratzinger, Teoría de los principios teológicos, pp. 197-198: “En este contexto podemos
sopesar las posibilidades que se abren al ecumenismo cristiano. En la parte del occidente, la
demanda máxima sería que el oriente reconociera la primacía del Obispo de Roma en todo el
ámbito de la definición de 1870 y al hacerlo someterse en la práctica, de una primacía, como ha
sido aceptada por las iglesias uniatas. En la parte del Oriente, la demanda máxima sería que el
Occidente declare la doctrina de la primacía de 1870 como errónea y, al hacerlo, presentarán, en la
práctica, de una primacía, como se ha aceptado con la eliminación del Filioque en el Credo e
incluyendo los dogmas marianos de los siglos XIX y XX. Lo que se refiere al protestantismo, la
demanda máxima de la Iglesia Católica sería que los ministros protestantes eclesiológica se
consideren como totalmente inválidos y que los protestantes se conviertan al catolicismo…
ningunas de las soluciones de máxima ofrece una esperanza real de
unidad.”104
No es necesario comentar.

«Cardenal» Joseph Ratzinger, Dios y el mundo, 2000, p. 209: “Como es natural, también se puede
leer el Antiguo Testamento al margen de Cristo, el dedo que lo dirige a Cristo no es tan claro.

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Y si los judíos no pueden verlo consumado en él, no es sólo por malignidad, sino también por
la oscuridad de las palabras y la relación de tensión entre la figura de Jesús y dichas palabras.
Jesús les imprime un nuevo significado, y gracias a él todas adquieren un contexto, una
dirección y un sentido. Existen, por tanto, buenos motivos para negar el Antiguo Testamento y
decir: «No, no es esto lo que él dijo». Y también buenas razones para reivindicarlo – tal es la
disputa existente entre judíos y cristianos.”105

No es necesario comentar.

«Cardenal» Ratzinger, Teoría de los principios teológicos (1982), p. 277: “… Hay una obsesión con la
carta que se refiere a la liturgia de la Iglesia como inválida y por lo tanto se pone fuera de la
Iglesia. Se olvida aquí que la validez de la liturgia depende en primer lugar, no en palabras
específicas, sino en la comunidad de la Iglesia…”106

No es necesario comentar.

«Cardenal» Ratzinger, Teoría de los principios teológicos (1982), p. 202: “Esto significa que el
católico no insiste en la disolución de las confesiones protestantes y la demolición de sus
iglesias, pero espera, más bien, que se verá reforzado en sus confesiones y en su realidad
eclesial.”107

No es necesario comentar.

Juan Pablo II, Ut Unum Sint (# 84), 25 de mayo de 1995:


“… [Hablando de las «iglesias» no católicas] Estos santos proceden de todas las Iglesias y
Comunidades eclesiales, QUE LES ABRIERON LA ENTRADA EN LA COMUNIÓN DE LA
SALVACIÓN.”108

No es necesario comentar.

«Cardenal» Joseph Ratzinger, Teoría de los principios teológicos, 1982, p. 381: “Si es conveniente
ofrecer un diagnóstico del texto [del documento del Vaticano II, Gaudium et Spes] en su
conjunto, podríamos decir que (en relación con los textos sobre la libertad religiosa y las
religiones del mundo) es una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de lo opuesto del
syllabus… Como resultado, la unilateralidad de la posición adoptada por la Iglesia bajo Pío IX y
Pío X en respuesta a la situación creada por la nueva fase de la historia inaugurada por la
Revolución Francesa fue, en gran medida, corregida via facti, especialmente en Europa Central,
pero todavía no se había declarado algo básico de la relación que debe existir entre la Iglesia y al
mundo que había llegado a existir después de 1789.”109

No es necesario comentar.

«Cardenal» Joseph Ratzinger, Co-Trabajadores de la Verdad, 1990, p. 217: “La pregunta que
realmente nos interesa, la cuestión que realmente nos oprime es ¿por qué es necesario que
nosotros practiquemos en particular la fe cristiana en su totalidad?; ¿por qué?, cuando hay
tantas otros caminos que conducen al cielo y a la salvación, debe ser requerido de nosotros que
soportemos día tras día, todo el peso de los dogmas eclesiales y del carácter distintivo eclesial. Y
así llegamos de nuevo a la pregunta: ¿Qué es exactamente la realidad cristiana? ¿Cuál es el
elemento específico en el cristianismo que no sólo justifica, sino que lo hace obligatoriamente
necesario para nosotros? Cuando se plantea la pregunta sobre el fundamento y el sentido de
nuestra existencia cristiana, se desliza en un cierto falso anhelo de la vida aparentemente más
cómoda de otras personas que también se dirigen al cielo. Nos parecemos demasiado a los

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trabajadores de la primera hora de la parábola de los trabajadores de la viña (Mt 20:1-16). Una
vez que descubrieron que podían haber ganado un denario del día en una manera mucho más
fácil, no podían entender por qué habían tenido que trabajar todo el día. ¡Pero qué extraña
actitud que se encuentren poco premiados en los deberes de nuestra vida cristiana sólo porque
el denario de la salvación se puede ganar sin ellos! Parece que nosotros – como los trabajadores
de la primera hora – quieren ser pagados no sólo con nuestra propia salvación, pero sobre todo
con la falta de la salvación de otros. Eso es a la vez muy humano y profundamente
anticristiano.”110

No es necesario comentar.

«Cardenal» Joseph Ratzinger, Co-Trabajadores de la Verdad, 1990, p. 29: “Como dice la frase
contundente de Congar, sería tan tonto y perverso identificar la eficacia del Espíritu Santo con
el trabajo del aparato eclesial. Esto significa que incluso en la fe católica la unidad de la
Iglesia está todavía en el proceso de formación, que será totalmente alcanzada sólo en el
eschaton [el fin del mundo], al igual que la gracia no se perfeccionará hasta que sus efectos sean
visibles – si bien la comunidad de Dios ya ha empezado a ser visible.”111

No es necesario comentar.

«Cardenal» Joseph Ratzinger, Introducción al Cristianismo, 2004, p. 349: “Esto indica claramente
que la médula de la fe en la resurrección no consiste en la idea de la restitución de los cuerpos,
a lo que nosotros la hemos reducido; todo esto es válido, aunque la Biblia haya cambiado la
representación.”112

No es necesario comentar.

El pueblo judío y las Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana, sección II, A, precedido por Benedicto
XVI: “La espera mesiánica de los judíos no es vana… leer la Biblia como la lee el judaísmo
implica necesariamente la aceptación de todos sus presupuestos… que excluyen la fe en Jesús
como Mesías e Hijo de Dios… los cristianos pueden y deben admitir que la lectura judía de la
Biblia es una lectura posible…”113

Hay muchas otras, pero éstas constituyen más de diez ejemplos de herejías manifiestas que equivalen a
una negación directa del dogma católico sin ningún tipo de necesidad de comentar.

CHRIS FERRARA VS EL PAPA PÍO VI SOBRE LA AMBIGÜEDAD EN LA HEREJÍA = UN GOLPE


DE GRACIA PARA EL PAPA PÍO VI

Además del hecho de que hay herejías manifiestas de los antipapas del Vaticano II que no requieren
comentario, como vimos más arriba, LO QUE DESTRUYE TOTALMENTE EL PUNTO DE FERRARA
es el hecho de que el Papa Pío VI enseña exactamente lo contrario de Ferrara sobre la herejía y la
ambigüedad. ¡El Papa Pío VI declara que los herejes, tal como Nestorio, siempre han camuflado sus
herejías y errores doctrinales en auto-contradicción y la ambigüedad!

El Papa Pío VI, condenación del Sínodo de Pistoya, de la bula «Auctorem fidei», 28 de agosto de
1794: “[Los Doctores antiguos] sabían muy bien el astuto arte de engañar de los novadores, los
cuales temiendo ofender los oídos católicos cuidan ordinariamente ocultarlos con fraudulentos
artificios de palabra, para que entre la variedad de sentidos con mayor suavidad se introduzca en
los ánimos el error oculto, y suceda, que corrompida por una ligerísima adición o mudanza la
verdad de la sentencia, pase sutilmente a causar la muerte la confesión que obraba la salud. Y a
la verdad este modo solapado y falaz de discurrir, aunque en todo género de oraciones vicioso,

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mucho menos debe tolerarse en un Sínodo, cuya especial alabanza es el observar, cuando enseña,
tal claridad en el decir, que no deje peligro alguno de tropezar.

“Y por tanto, si en este género de cosas se llegase a cometer error, no se pueda defender con
aquella engañosa excusa que suele darse, de que lo que tal vez por descuido se dijo en una
parte con mayor dureza, se halla en otros lugares más claramente explicado y aun corregido;
como si esta descarada licencia de afirmar, y negar y contradecirse según su voluntad, que fue
siempre la fraudulenta astucia de los novadores para sorprender con el error, no fuere más
propia para descubrirle que para ocultarle:

“O como si especialmente a los indoctos que por casualidad viniesen a dar con esta o la otra parte
del Sínodo, que a todos se presenta en lengua vulgar, les hubiesen de ocurrir siempre aquellos
otros lugares dispersos que deberían mirarse, o aun vistos estos tuviese cualquiera bastante
instrucción para conciliarlos por sí mismo, de suerte que, como aquellos falsamente y sin
consideración dicen, puedan huir todo peligro de error. Artificio a la verdad perniciosísimo de
introducir el error que con sabia penetración descubierto ya antes en las cartas de Nestorio,
Obispo de Constantinopla, le refutó con reprensión gravísima nuestro predecesor Celestino;
en las cuales cartas siguiéndole los pasos a aquel taimado, cogido y detenido, armado de su
locuacidad, cuando envolviendo en tinieblas lo verdadero, y volviendo después a confundir
uno, y otro, o confesaba lo que había negado, o pretendía negar lo que había confesado.

“Para rebatir estas astucias, renovadas con demasiada frecuencia en todas las edades, no se ha
hallado otro camino más acomodado que EL EXPONER LAS SENTENCIAS, QUE
EMBOZADAS CON LA AMBIGÜEDAD, ENCIERRAN UNA PELIGROSA Y SOSPECHOSA
DIVERSIDAD DE SENTIDOS, NOTAR LA SINIESTRA INTELIGENCIA A QUE ESTA
ANEXO EL ERROR QUE REPRUEBA LA SENTENCIA CATÓLICA.”

¡El Papa Pío VI nos enseña que si alguien esconde una herejía en la ambigüedad, como los herejes han
hecho a través del tiempo, el católico debe hacerlo rendir al sentido herético y denunciar el sentido
herético que se camufla en la ambigüedad! Con esto sólo destruye la serie completa de artículos y
objeciones de Chris Ferrara contra el sedevacantismo. (Y por favor tenga en cuenta una distinción
importante: no estamos afirmando que son heréticos los documentos o declaraciones que solamente son
ambiguos, pero que no enseñan clara contradicción doctrinal de la fe católica, no, lo que estamos
afirmando con el Papa Pío VI es que los documentos que contengan declaraciones o afirmaciones
heréticas que contradicen claramente el dogma católico, sino que también contienen auto-contradicción y
ambigüedad junto con las declaraciones heréticas, siguen siendo tan heréticas a pesar de la ambigüedad y
auto-contradicción que acompaña a la herejía. Un ejemplo podría ser un supuesto «católico» que
constantemente apoya el aborto, pero que a veces dice que acepta la enseñanza de la Iglesia sobre el
aborto. Esta persona es un hereje manifiesto, a pesar de la auto-contradicción y la ambigüedad que su
posición implica. Otro ejemplo sería un hombre quien afirma que no debemos convertir los protestantes
(una herejía manifiesta), pero que, además declara que la Iglesia Católica sola es la plenitud de la fe
cristiana que todos debemos adoptar. Él es un hereje manifiesto, a pesar de que esta última declaración a
algunos les parece contradecir la afirmación anterior. Los herejes son deshonestos y mentirosos, por lo
que a menudo intentan contradecir o mitigar lo ofensivo de sus herejías a través de tácticas sutiles de la
auto-contradicción y la ambigüedad que acompaña, esto es el punto del Papa Pío VI.)

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Observe cómo Chris Ferrara directamente contradice la enseñanza del Papa Pío VI.

Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa


Sedevacantista, II Parte», Catholic Family
News [Noticiero para Familias Católicas], El Papa Pío VI: “Y por tanto, si en este
octubre de 2005, p. 25: “Por lo tanto, se género de cosas se llegase a cometer error,
trata de un documento [Dignitatis no se pueda defender con aquella
humanae del Vaticano II] que contiene engañosa excusa que suele darse, de que
aparentes contradicciones en sí, que lo que tal vez por descuido se dijo en una
parecen ser el resultado de los intentos del parte con mayor dureza, se halla en otros
Concilio de apaciguar a las facciones lugares más claramente explicado y aun
conservadoras y liberales entre los padres corregido; como si esta descarada licencia
conciliares. Un documento que se de afirmar, y negar y contradecirse según
contradice al aparecer para defender y su voluntad, que fue siempre la
negar la enseñanza tradicional a uno y al fraudulenta astucia de los novadores para
mismo tiempo difícilmente puede decirse sorprender con el error, no fuere más
que constituyen una contradicción propia para descubrirle que para
manifiesta de la doctrina tradicional… ocultarle.
Por lo que se discute son las
ambigüedades, contradicciones internas, “Artificio a la verdad perniciosísimo de
y novedades…” introducir el error que con sabia
penetración descubierto ya antes en las
cartas de Nestorio, Obispo de
Constantinopla, le refutó con reprensión
gravísima nuestro predecesor
Celestino…”

Obviamente, el Papa Pío VI esta correcto y Chris Ferrara está completamente errado. Tenga en cuenta
que Pío VI también dice que algunos de estos errores doctrinales (que son también las herejías, en este
caso, ya que se está refiriendo a las herejías del hereje Nestorio) ¡sólo se han descubierto a través de un
cuidadoso estudio y análisis!

Pío VI: “Artificio a la verdad perniciosísimo de introducir el error que con sabia penetración
descubierto ya antes en las cartas de Nestorio, Obispo de Constantinopla, le refutó con reprensión
gravísima nuestro predecesor Celestino; en las cuales cartas siguiéndole los pasos a
aquel taimado, cogido y detenido, armado de su locuacidad, cuando envolviendo en tinieblas lo
verdadero, y volviendo después a confundir uno, y otro, o confesaba lo que había negado, o
pretendía negar lo que había confesado.”

Pero, ¿pensamos que ese análisis y estudio no sería necesario de las contradicciones manifiestas de la
doctrina católica? Eso es lo que Chris Ferrara dijo.

Chris Ferrara, The Remnant [El Remanente], 30 de sept. de 2005, p. 18: “…¿dónde están las
declaraciones objetivamente heréticas? Si existen, debe ser un asunto simple para citar los
pronuncios de proposiciones heréticas… Las «herejías» deben hablar por sí mismas sin ningún
tipo de «comentario» útil por acusadores sedevacantistas.”114

Chris Ferrara no podía estar más equivocado. Los herejes engañan a través de las contradicciones y la
ambigüedad, porque la herejía en sí es una mentira y una contradicción.

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las herejías poco a poco
El Papa Pío XI, Rite expiatis (# 6), 30 de abril de 1926: “…
surgieron y crecieron en la viña del Señor, propagada por
los herejes manifiestos o por engañadores astutos que, debido a
que profesaban una cierta austeridad de vida y dieron una falsa apariencia de virtud y piedad,
fácilmente dirigieron las almas débiles y simples por mal camino.”115

Notas que las herejías surgen tanto a través de herejes manifiestos y desengañadores, así como también
por los engañadores astutos, como Benedicto XVI, que mezcla declaraciones y acciones conservativas con
sus herejías sorprendentes e innegables. Para ilustrar este punto de nuevo esta el hecho de que el hereje
Arrio llegó a ser aprobado por Constantino por haberle dado una ambigua profesión de fe. Sin embargo,
San Atanasio no se dejó engañar y se negó a considerarlo un católico.

“Arrio se presentó junto con Euzoios, su aliado en la doctrina y el exilio. Dejó con el emperador
[Constantino] una profesión de fe cautelosa con lo que podría interpretarse ya sea en el sentido
arriano o el sentido ortodoxo, pero que no contenía la palabra «consustancial». Constantino se
puso contento, revocándole la sentencia de exilio, y ordenó que Arrio deba ser readmitido en
su rango en el clero. Sin embargo, el superior eclesiástico de Arrio, Atanasio, se negó a
aceptarlo.”116

Según Chris Ferrara, los católicos deberían haber aceptado al negador de Cristo, Arrio, como católico,
como lo hizo Constantino, ya que su profesión era ambigua. Chris Ferrara es la víctima perfecta de
Satanás, todo lo que el diablo necesita que haga el hereje después de enseñar su herejía es de echarle un
poco de especie de ambigüedad y echarle un poco de pimienta de contradicción, y él le dirá al mundo
que sigan al hereje y que permanezcan bajo su égida. Y así es exactamente como el diablo ha tenido tanto
éxito en mantener a la gente en la apostasía, herética manifiesta de la secta del Vaticano II. La gente ve
algunas declaraciones o acciones conservadoras de los herejes, y se convencen de que no podrán ser
herejes malintencionados, a pesar de que están negando y destruyendo la fe a su alrededor, como hemos
demostrado. De esta manera, el diablo gana.

Para ilustrar lo «absurdo patente» de la «teología» de Chris Ferrara, Fulanito podría escribir un
documento en el que niega una y otra vez que la Virgen es inmaculada, y luego declara al final que él
defiende la enseñanza de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, y el documento no sería
manifiestamente herético porque contiene «auto-contradicción». ¿Hay algo más estúpido? Ferrara aplica
esta falsa teología, que es directamente contraria a la enseñanza del Papa Pío VI (como vimos más arriba),
para su análisis de la Declaración del Vaticano II sobre la Libertad Religiosa.

Christ Ferrara, Catholic Family News [Noticiero para Familias Católicas], «Oponerse a la Empresa
Sedevacantista, II Parte», oct. de 2005, p. 25: “La afirmación de la Empresa [sedevacantista] de
herejía manifiesta en DH [Dignitatis humanae, la Declaración del Vaticano II sobre la Libertad
Religiosa] se hace aún más débil si se considera que el artículo 1 del DH declara que el
Concilio «deja íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y
de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo.»” 117

La Declaración del Vaticano II sobre la Libertad Religiosa contiene herejía bien claras contra el dogma de
la Iglesia que el Estado tiene el derecho de reprimir la expresión pública de las religiones falsas. El hecho
de que la Declaración del Vaticano II sobre la Libertad Religiosa afirma que « deja íntegra la doctrina
tradicional católica» significa absolutamente nada. Los «católicos antiguos», dijeron exactamente lo
mismo, al igual que los herejes de la historia.

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El Papa Pío IX, Graves ac diuturnae (# 2), 23 de marzo de 1875: “Ellos [los «católicos antiguos»]
repetidamente declaran abiertamente que no rechazan ni en lo menos la Iglesia Católica y su
cabeza visible, sino que muestran celo por la pureza de la doctrina católica… Pero, de hecho se
niegan a reconocer todas las prerrogativas divinas del vicario de Cristo sobre la tierra y no se
someten a su Magisterio supremo.”118

Entonces, según Ferrara, es inválido el caso de que son herejes los «católicos antiguos», ya que en
repetidas ocasiones afirman que son celosos de la pureza de la doctrina católica, y que abiertamente
declaran que no rechazan la doctrina católica. Pero no, la Iglesia Católica enseña que ellos son herejes
manifiestos, y todos los que adhieren a sus enseñanzas y su secta serán considerados herejes.

El Papa Pío IX, Graves ac diuturnae (#s 1-4), 23 de marzo de 1875: “…los nuevos herejes que se
llaman «católicos antiguos»… esos cismáticos y herejes… su secta malvada… estos hijos de la
oscuridad… su facción malvada… esta secta deplorable… Esta secta derroca a los fundamentos
de la religión católica, sin pudor rechaza las definiciones dogmáticas del Concilio Ecuménico
Vaticano, y se dedica a la ruina de las almas de muchas maneras. Hemos decretado y declarado
en Nos carta del 21 de noviembre de 1873, que esos hombres desgraciados que pertenecen,
adhieren, y apoyan esa secta deben ser considerados como cismáticos y separados de la
comunión con la Iglesia.”119

El Papa Pío IX, Quartus Supra (# 6), 6 de ene. de 1873: “Siempre ha sido la costumbre de los
herejes y cismáticos que se hacen llamar católicos y que proclaman sus muchas excelencias con el
fin de llevar a las personas y príncipes en el error.”120

Podemos ver que la teología de «Chris Ferrara» está directamente en contradicción no sólo con la
enseñanza de los Papas, sino también con el sentido común. De hecho, la idiotez satánica de la posición
de Ferrara (y de muchos otros) – que los apostatas y antipapas del Vaticano II no son herejes manifiestos
porque a veces se contradicen y dan empleo a la ambigüedad, junto con sus herejías sorprendentes – es
tal vez ejemplificado cuando miramos el caso del apóstata John Kerry [un destacado político
estadounidense].

Nos cabe duda de que casi cualquier persona que lea este artículo considerará que John Kerry es católico.
Incluso la gente en la Universidad Franciscana admiten que: «No se puede ser católico y ser pro-aborto»,
como sus pancartas declaraban en protesta cuando habló en Ohio. Pero John Kerry dice que él acepta la
doctrina católica, a pesar de que vota sistemáticamente a favor del aborto.

Durante el debate presidencial de 2004 con George W. Bush, John Kerry, declaró: «No puedo imponer mi
artículo de fe en otra persona». ¿Lo has entendido? John Kerry ha declarado públicamente que la
enseñanza de la Iglesia contra el aborto es su artículo de fe, pero que simplemente no puede aplicarlo o
imponerlo en la esfera pública. Por supuesto, su argumento es absurdo, una mentira, una contradicción –
como son todas las herejías. Pero de acuerdo con Chris Ferrara, John Kerry debe ser considerado como
un católico, por algo que:

“… se contradice a sí mismo debido a su apariencia de defender y negar la enseñanza


tradicional en uno y el mismo tiempo no se puede decir que constituye una contradicción
manifiesta de la enseñanza tradicional…”121

Podemos ver que esta afirmación es pura tontería. Si fuera cierto, entonces, John Kerry, apenas puede
decirse que es un hereje manifiesto cuando afirma públicamente que la enseñanza de la Iglesia contra el
aborto es su artículo de fe, pero luego la contradice por apoyar tajantemente el aborto. John Kerry debe
ser considerado como un católico, de acuerdo a la perversión infame de la doctrina católica, inspirada por
Satanás, que el hereje Chris Ferrara está vendiendo en las publicaciones «tradicionales». Esta conclusión

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también pondría a Ferrara en desacuerdo con otro de sus colegas y buenos amigos, Michael Matt, quien
declaró de manera inequívoca (por su propia autoridad, ya que esto no ha sido declarado por su «papa»)
de que John Kerry es un apóstata.

Michael Matt, The Remnant [El Remanente], 15 de abril de 2004, p. 5: “Tomen como ejemplo el
senador John F. Kerry, el primer católico nominado para la presidencia por cualquier de las
partidos principales desde 1960. Kerry, cuyos abuelos paternos eran judíos, por cierto, está
haciendo una buena imitación de Kennedy en estos días: «En este país tenemos una separación
entre la Iglesia y el Estado», Kerry dijo recientemente a la revista Time. «Por lo que John Kennedy
dijo muy claramente, yo seré un presidente que pasará como católico, no un presidente católico.»
¡En que, al menos, podemos estar de acuerdo con el caballero de Massachusetts! De hecho,
tomaríamos un paso más allá al señalar que el candidato presidencial Kerry no es católico en
absoluto.
“Oh, sí, el ex monaguillo dice que es católico, que supuestamente se queja cuando sus
empleados no le dejan tiempo suficiente en el horario para la misa del domingo, su sitio oficial
anuncia que «John Kerry fue criado en la fe católica y sigue siendo un miembro activo de la
iglesia católica». Pero él no es católico, y tampoco lo es su esposa – otra anticatólica que afirma
ser una que practica la fe. La descripción de John Kerry de sí mismo y su esposa es simplemente
falso: «[Yo soy] creyente y practico el catolicismo, casado con otra creyente que practica el
catolicismo». Suena bien. El problema es que John Kerry es un apóstata.”122

Al parecer, Ferrara y Matt tienen algo de qué hablar. Y realmente, el caso de John Kerry demuestra el
punto, ya que si no se puede decir que Benedicto XVI, quien toma parte activa en el culto judío, no cree
que Jesús es necesariamente el Mesías e Hijo de Dios, enseña que no debemos convertir los protestantes,
fue iniciado en el Islam, etc. no puede ser considerado un hereje – entonces no tienes ninguna justificación
para etiquetar a John Kerry como uno. De hecho, los dogmas que Benedicto XVI niega se han definido
mucho más veces que el dogma de que Kerry niega.

17ª Objeción: Ambos Códigos de Derecho Canónico de 1917 y 1983


enseñan que hace falta una declaración para que uno pierda su cargo
debido a la herejía.

Chris Ferrara, «Un Desafío para la Empresa Sedevacantista, Parte II», The Remnant [El
Remanente], 30 de sept. de 2005, p. 18: “De hecho, ambos códigos de derecho canónico de 1917 y
1983 establecen que nadie puede insistir en que un oficio eclesiástico se ha perdido debido a la
herejía a menos que haya sido establecida por una declaración de la autoridad competente.”123

Respuesta: Esto simplemente no es cierto. El herético e inválido Código de 1983 del Antipapa Juan Pablo
II establece que esa declaración es necesaria en el canon 194 § 3. Sin embargo, el Código de 1917 no lo
hace. El canon del Código de 1917 paralelo al canon 194 es el canon 188. El canon 188 del Código de 1917
no contiene esta disposición, sino que simplemente declara que un clérigo que «Públicamente apostata de
la fe católica» (188 § 4) pierde su cargo por el mismo hecho «sin cualquier declaración».

Canon 188.4, El Código de Derecho Canónico de 1917:


“Existen ciertas causas que resulta la resignación tácita (silenciosa) de un oficio, que tal
resignación es aceptada en avance por la operación de la ley, y por tanto, es efectivo sin
cualquier declaración. Estas causas son… (4) si ha abandonado públicamente la fe católica.”124

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¡Notas que el Código de 1917 no dice nada acerca de una declaración es necesaria, sino que dice justo lo
contrario – «sin cualquier declaración»! Cuando uno compara los dos cánones, uno ve la diferencia
evidente.

Canon 194.1-3, El Código de Derecho Canónico de 1983: “Queda de propio derecho removido del
oficio eclesiástico:… 2- quien se ha apartado públicamente de la fe católica o de la comunión de la
Iglesia… La remoción de que se trata en los nn. 2 y 3 sólo puede urgirse si consta de ella por
declaración de la autoridad competente.”125

Esta es probablemente la razón porque Ferrara no proporciona ninguna citación al Código de 1917 en su
nota, sólo proporciona una referencia al código de 1983. Por lo tanto, se trata de otra mentira flagrante de
Ferrara.

18ª Objeción: El Concilio de Constanza condenó la idea de que un hereje


dejaría de ser el Papa.

Errores de Juan Hus, Condenados por el Concilio de Constanza: “#20. Si el Papa es malo y, sobre
todo, si es precito, entonces, como Judas el apóstol, será del diablo, un ladrón e hijo de la
perdición, y no es cabeza de la Santa Iglesia militante, como quiera que no es miembro
suyo.”126 – Condenado

Respuesta: No, el Concilio de Constanza no condenó la idea de que un hereje dejaría de ser el Papa en
absoluto. Este es un grave malentendido de esta proposición. Como se ve claramente anteriormente, el
Concilio condenó algo muy diferente. Condenó la proposición de que un hombre malvado dejaría de ser
la cabeza de la Iglesia, ya que no es miembro de ella. La proposición del hereje Hus correctamente afirma
que uno que no es miembro de la Iglesia no puede ser la cabeza de la Iglesia, pero cae en problemas al
afirmar que el Papa deja de ser un miembro si es «malo».

El Papa Pío XII, Mystici Corporis Christi (# 10), 29 de junio de 1943:


“Puesto que no todos los pecados, aunque graves, separan por su misma naturaleza al hombre
del Cuerpo de la Iglesia, como lo hacen el cisma, la herejía o la apostasía.”127

Un Papa que simplemente es malo no deja de ser Papa, pero siendo un hereje o cismático sí deja de ser.
Esto se debe porque la herejía y el cisma y la apostasía separan a uno de la Iglesia, mientras que otros
pecados (no importa que tan graves o malos sean) no lo hacen. Así, podemos ver claramente que la
proposición está condenando a la idea de que la maldad separa a uno de la Iglesia. No está condenando a
la verdad de que un hereje deja de ser el Papa. De hecho, muchas de las otras proposiciones de Juan Hus,
que fueron condenados por el Concilio de Constanza repite la falsa idea expresada anteriormente de
diversas maneras: que los malvados no son parte de la Iglesia.128

San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, libro II, cap. 30:


“Este principio es de lo más cierto. El que no es cristiano no puede de ninguna manera ser
papa, como Cayetano lo dijo (ib. C. 26). La razón por esto es que no puede ser cabeza de lo que
no es miembro; ahora quien no es cristiano no es miembro de la Iglesia, y quien se manifieste
hereje no es un cristiano, como es claramente enseñado por San Cipriano (lib. 4, epíst. 2), San
Atanasio (Cont. arria.), San Agustín (lib. De great. Christ.), San Jerónimo (contra Lucifer), entre
otros; por lo tanto, el que se manifieste hereje no puede ser papa.”

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19ª Objeción: La Declaración Conjunta con los luteranos no es herejía
manifiesta porque Juan Pablo II y Benedicto XVI no la firmaron.

Respuesta: La Declaración Conjunta con los luteranos por sí mismo demuestra que los «papas» del
Vaticano II son antipapas no católicos. El hecho de que Juan Pablo II y Benedicto XVI no escribieron ni
firmaron el documento es completamente irrelevante. Ambos lo aprobaron públicamente numerosas
veces, y están de acuerdo con ella.

Juan Pablo II, 19 de ene. de 2004, En una reunión con los luteranos de Finlandia: “… deseo expresar
mi gratitud por el progreso ecuménico hecho entre los católicos y los luteranos de los cinco años
desde la firma de la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación.”129

Benedicto XVI, Discurso a los Protestantes en la Jornada Mundial de la Juventud, 19 de agosto de 2005:
“… la importante Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación (1999) …”130

Santiago García podría elaborar un documento negando la Inmaculada Concepción, y si usted se pusiera
a dar discursos acerca de lo grandioso que es el documento de García, eso lo haría un hereje manifiesto.
El hecho de que no escribiera el documento de García ni lo firmara eso no significa nada; públicamente lo
está aprobando. Juan Pablo II y Benedicto XVI aprobaron públicamente la Declaración Conjunta con los
luteranos sobre la Justificación, que enseña que las peores herejías luteranas no son condenadas por el
Concilio de Trento. Ellos son herejes manifiestos.

No hay Ninguna Razón para no aceptar la Posición Sedevacantista

Hemos abordado en detalle las objeciones más comunes lanzadas contra la posición sedevacantista.
Podemos ver que no hay nada en la enseñanza de la Iglesia Católica lo cual nos haga que no aceptemos
los hechos innegables de que la secta del Vaticano II no es la Iglesia Católica, y que los hombres que han
dirigido esta secta (los «papas» pos-Vaticano II) no son papas en absoluto, sino antipapas no católicos.
Por el contrario, hay una prueba innegable de esta posición y todas las razones para aceptarlo.

Notas de la Sección 21:

1 Decrees of the Ecumenical Councils, «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Sheed & Ward and
Georgetown University Press, 1990, Vol. 1, p. 113.
2 Coll. Seleta SS. Eccl. Patrum. Caillu and Guillou, Vol. 32, pp. 411-412.
3 Decrees of the Ecumenical Councils, «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Sheed & Ward and

Georgetown University Press, 1990, Vol. 1, p. 113.


4 Denzinger, El magisterio de la Iglesia. Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y

costumbres, Barcelona 1963, no. 351.


5 The Sunday Sermons of the Great Fathers, «Los Sermones Dominicales de los Grandes Padres», edición inglesa,

Regnery, Co: Chicago, IL, 1963, Vol. 1, pp. xxiv.


6 Denzinger 423.
7 The Papal Encyclicals, «Las Encíclicas Papales», edición inglesa, por Claudia Carlen, Raleigh: The Pierian Press, 1990,

Vol. 2 (1878-1903), p. 393.


8 Denzinger 2022.
9 Denzinger 2054.
10 Denzinger 960.
11 «Las Encíclicas Papales», edición inglesa, Vol. 1 (1740-1878), p. 236.
12 El Codigo de Derecho Canonico de 1917, edición inglesa, traducido por el Dr. Edward Von Peters, San Francisco, CA:

Ignatius Press [Prensa Ignacio], 2001, canon 2314, p. 735.

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13 Denzinger 1547.
14 The Catholic Encyclopedia, «La Enciclopedia Católica», edición inglesa, “Luther” [Lutero], Robert Appleton
Company, 1910, pp. 445-446.
15 Warren H. Carroll, A History of Christendom «Una Historia de la Cristiandad», edición inglesa, Front Royal, VA:

Christendom Press, 2000, Vol. 4 (The Cleaving of Christendom «La Hendidura de la Cristiandad»), p. 10.
16 «Las Encíclicas Papales», Vol. 4 (1939-1958), p. 41.
17 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Vol. 1, p. 578.
18 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Vol. 1, p. 74.
19 Benedict XVI, Teoría de los principios teológicos, edición inglesa, Ignatius Press, 1982, p. 239.
20 Benedict XVI, Teoría de los principios teológicos, edición inglesa, pp. 197-198.
21 L’Osservatore Romano, edición inglesa, Encarte Especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24

de noviembre de 1999, #13.


22 G. McDevitt, The Delict of Heresy «El Delito de la Herejía», edición inglesa, 48, CU, Canon Law Studies 77.

Washington: 1932.
23 «Las Encíclicas Papales», Vol. 1 (1740-1878), p. 45.
24 «Las Encíclicas Papales», Vol. 1 (1740-1878), p. 46.
25 «Las Encíclicas Papales», Vol. 3 (1903-1939), p. 30.
26 «Las Encíclicas Papales», Vol. 3 (1903-1939), pp. 313-314.
27 «Las Encíclicas Papales», Vol. 2 (1878-1903), p. 399.
28 L’Osservatore Romano (El Periódico del Vaticano), edición inglesa, el 24 de mayo de 1973, p. 6.
29 L’Osservatore Romano, edición inglesa, 27 de enero de 1993, p. 2.
30 L’Osservatore Romano, 24 de agosto de 2005, p. 8.
31 Eric F. Mackenzie, A.M., S.T.L., J.C.L. Rev., The Delict of Heresy «El Delito de la Herejía», Washington, D.C.: The

Catholic Univ. of America [La Univ. católica de América], 1932, p. 35. (Cf. Canon 2200.2).
32 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Vol. 1, p. 283.
33 San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, II, 30.
34 «Las Encíclicas Papales», Vol. 1 (1740-1878), p. 416.
35 Ius Canonicum. Rome: Gregorian 1943. 2:453.
36 Denzinger 51-52e; Warren H. Carroll, A History of Christendom «Una Historia de la Cristiandad», edición inglesa,

Vol. 1 (The Founding of Christendom «La Fundación de la Cristiandad»), p. 494; J.N.D. Kelly, Oxford Dictionary of Popes
«El Diccionario Oxford de los Papas», edición inglesa, Oxford University Press, 2005, p. 25.
37 P. James Edmund O’Reilly, The Relations of the Church to Society – Theological Essays «Las Relaciones de la Iglesia a la

Sociedad – Ensayos Teológicos», edición inglesa, 1882.


38 P. O’Reilly, «Las Relaciones de la Iglesia a la Sociedad – Ensayos Teológicos», edición inglesa, p. 287.
39 Yves Dupont, Catholic Prophecy «La Profecia Católica», edición inglesa, Rockford, IL: Tan Books, 1973, p. 30.
40 Chris Ferrara, “Opposing the Sedevacantist Enterprise” «Oponerse a la Empresa Sedevacantista», Catholic Family

News [Noticiero para Familias Católicas], agosto de 2005, p. 19.


41 Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa Sedevacantista», Catholic Family News [Noticiero para Familias Católicas], p.

19.
42 Denzinger 1821.
43 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Vol. 2, p. 860.
44 Benedicto XVI, Teoría de los principios teológicos, edición inglesa, pp. 197-198.
45 Denzinger 1824.
46 Denzinger 1825.
47 Denzinger 1825.
48 Benedicto XVI, Teoría de los principios teológicos, edición inglesa, p. 198.
49 Denzinger 1826-1827.
50 San Francisco de Sales, The Catholic Controversy «La Controversia Católica», edición inglesa, Tan Books, 1989, p. 45.
51 Denzinger 330.
52 San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, II, 30.
53 San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, II, 30.
54 «Las Encíclicas Papales», Vol. 1 (1740-1878), p. 417.
55 «Las Encíclicas Papales», Vol. 3 (1903-1939), p. 195.
56 Denzinger 93.
57 «Las Encíclicas Papales», Vol. 1 (1740-1878), p. 180.
58 «Las Encíclicas Papales», Vol. 1 (1740-1878), p. 84.

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59 Institutiones Iuris Canonici, 1921.
60 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Vol. 2, p. 675.
61 L’Osservatore Romano, edición inglesa, Encarte Especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24

de noviembre de 1999, #5.


62 L’Osservatore Romano, edición inglesa, Encarte Especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24

de noviembre de 1999, #13.


63 L’Osservatore Romano, edición inglesa, Encarte Especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24

de noviembre de 1999, #41.


64 L’Osservatore Romano, edición inglesa, Encarte Especial, Declaración Conjunta de la Doctrina de la Justificación, 24

de noviembre de 1999, #26.


65 L’Osservatore Romano, edición inglesa, 28 de ene. de 2004, p. 4.
66 L’Osservatore Romano, edición inglesa, 21/28 de dic., p. 5.
67 Denzinger 423.
68 Warren H. Carroll, A History of Christendom «Una Historia de la Cristiandad», edición inglesa, Vol. 3 (The Glory of

Christendom «La Gloria de la Cristiandad»), pp. 432-434.


69 The Catholic Encyclopedia «La Enciclopedia Católica», edición inglesa, Vol. 1, p. 447.
70 Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa Sedevacantista», Noticiero para Familias Católicas, agosto de 2005, p. 21.
71 Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa Sedevacantista», Noticiero para Familias Católicas, agosto de 2005, p. 21.
72 Denzinger 530.
73 Denzinger 494.
74 The Catholic Encyclopedia «La Enciclopedia Católica», edición inglesa, “John XXII” [Juan XXII], Vol. 8, 1910. P. 433.
75 Benedicto XVI, Dogmatic Theology «Teología Dogmática», edición inglesa, The Catholic University of America Press

[Prensa de la Universidad Católica de América], 1977, p. 137.


76 The Catholic Encyclopedia «La Enciclopedia Católica», edición inglesa, Vol. 8, p. 433.
77 Benedicto XVI, Introducción al Cristianismo, edición inglesa, p. 349.
78 Benedicto XVI, Introducción al Cristianismo, edición inglesa, pp. 357-358.
79 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Vol. 1, p. 578; Denzinger 714.
80 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Vol. 1, pp. 125-126.
81 Denzinger 253.
82 San Francisco de Sales, The Catholic Controversy «La Controversia Católica», edición inglesa, pp. 305-306.
83 Oeuvres Complètes, 9:232.
84 Coll. Selecta SS. Eccl. Patrum, Caillu y Guillou, Vol. 32, pp. 411-412.
85 The Douay-Rheims New Testament with a Catholic Commentary «La Biblia [inglesa] de Douay-Rheims del Nuevo

Testamento con un Comentario Católico», edición inglesa, por Rev. Leo Haydock, Monrovia, CA: Catholic Treasures,
1991, p. 1640.
86 Jurgens, The Faith of the Early Fathers «La Fe de los Padres Primitivos», edición inglesa, Collegeville, MN: The

Liturgical Press [Prensa Liturgica], 1970, Vol. 2, p. 39.


87 Jurgens, The Faith of the Early Fathers «La Fe de los Padres Primitivos», edición inglesa, Vol. 2, p. 3.
88 Jurgens, The Faith of the Early Fathers «La Fe de los Padres Primitivos», edición inglesa, Vol. 2, p. 158.
89 Jurgens, The Faith of the Early Fathers «La Fe de los Padres Primitivos», edición inglesa, Vol. 2, p. 33.
90 Donald Attwater, A Catholic Dictionary «Un Diccionario Católico», edición inglesa, “Hierarchy” [Jerarquía], Tan

Books, p. 229.
91 «Las Encíclicas Papales», Vol. 4 (1939-1958), p. 267.
92 Catholic Family News [Noticiero para Familias Católicas], enero de 1999.
93 «Los Decretos de los Concilios Ecuménicas», edición inglesa, Vol. 2, p. 908.
94 The Encyclicals of John Paul II «Las Enciclicas de Juan Pablo II», edición inglesa, Huntington, IN: Our Sunday Visitor

Publishing Division, 1996, p. 918.


95 «Las Encíclicas Papales», Vol. 2 (1878-1903), p. 388.
96 «Las Encíclicas Papales», Vol. 3 (1903-1939), p. 317.
97 «Las Encíclicas Papales», Vol. 4 (1939-1958), p. 50.
98 «Las Encíclicas Papales», Vol. 2 (1878-1903), p. 388.
99 The Catholic Encyclopedia «La Enciclopedia Católica», edición inglesa, Vol. 8, 1910, “Investitures” [Las investiduras],

p. 86.
100 Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa Sedevacantista, II Parte», Catholic Family News [Noticiero para Familias

Católicas], octubre de 2005, p. 8.


101 Denzinger 461.

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102 Benedicto XVI, The Meaning of Christian Brotherhood «La fraternidad Cristiana», edición inglesa, pp. 87-88
103 Benedicto XVI, Theological Highlights of Vatican II «Puntos culminantes teologales del Vaticano II», edición inglesa,
New York: Paulist Press, 1966, pp. 61, 68.
104 Benedicto XVI, Principles of Catholic Theology «Teoría de los principios teológicos» (1982), edición inglesa, pp. 197-

198.
105 «Cardenal» Joseph Ratzinger, God and the World «Dios y el mundo», edición inglesa, Ignatius Press [Prensa

Ignacio], 2000, p. 209.


106 «Cardenal» Ratzinger, Principles of Catholic Theology «Teoría de los principios teológicos», edición inglesa, p. 377.
107 «Cardenal» Ratzinger, Principles of Catholic Theology «Teoría de los principios teológicos», edición inglesa, p. 202.
108 The Encyclicals of John Paul II «Las Enciclicas de Juan Pablo II», edición inglesa, p. 965.
109 «Cardenal» Joseph Ratzinger, «Teoría de los principios teológicos», edición inglesa, p. 381.
110 «Cardenal» Joseph Ratzinger, Co-Workers of the Truth «Co-Trabajadores de la Verdad», edición inglesa, Ignatius

Press [Prensa Ignacio], 1990, p. 217.


111 «Cardenal» Joseph Ratzinger, Co-Workers of the Truth «Co-Trabajadores de la Verdad», edición inglesa, p. 29.

112 «Cardenal» Joseph Ratzinger, Introduction to Christianity «Introducción al Cristianismo», edicón inglesa, Ignatius

Press, 2004, p. 349.


113 El pueblo judío y las Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana, sección II, A, precedido por Benedicto XVI,

www.vatican.va
114 Chris Ferrara, The Remnant «El Remanente», edición inglesa, Forest Lake, MN, 30 de sept. de 2005, p. 18.
115 «Las Encíclicas Papales», Vol. 3 (1903-1939), p. 294.
116 Abad Ricciotti, The Age of Martyrs «La Edad de los Mártires», edición inglesa, Tan Books, p. 275; véase también el

P. Laux, Church History «La Historia de la Iglesia», edición inglesa, Tan Books, 1989, p. 113; Warren H. Carroll, A
History of Christendom «Una Historia de la Cristiandad», edición inglesa, Vol. 2 (The Building of Christendom «La
Edificación de la Cristiandad»), p. 18.
117 Chris Ferrara, «Oponerse a la Empresa Sedevacantista, II Parte», Catholic Family News [Noticiero para Familias

Católicas], octubre de 2005, p. 25.


118 «Las Encíclicas Papales», Vol. 1 (1740-1878), p. 451.
119 «Las Encíclicas Papales», Vol. 1 (1740-1878), pp. 451-452.
120 «Las Encíclicas Papales», Vol. 1 (1740-1878), p. 414.
121 Chris Ferrara, Catholic Family News [Noticiero para Familias Católicas], octubre de 2005, p. 25.
122 Michael Matt, The Remnant «El Remanente», edición inglesa, 15 de abril de 2004, p. 5.
123 Chris Ferrara, “A Challenge to the Sedevacantist Enterprise, Part II” «Un Desafío para la Empresa Sedevacantista,

Parte II», edición inglesa, The Remnant [El Remanente], 30 de sept. de 2005, p. 18.
124 El Código de Derecho Canónico de 1917, edición inglesa, traducido por el Dr. Edward Von Peters, p. 83.
125 El Código de Derecho Canónico (1983), Un Texto y Comentario, edición inglesa, Por encargo de la Sociedad Américana

de Derecho Canónico [Canon Law Society of America], editado por James A. Coriden, Thomas J. Green, Donal E.
Heintschel, Mahwah, NJ: Paulist Press [Prensa Paulista], 1985, p. 111.
126 Denzinger 646.
127 «Las Encíclicas Papales», Vol. 4 (1939-1958), p. 51.
128 Denzinger 627 ff.
129 L’Osservatore Romano, edición inglesa, 28 de ene. de 2004, p. 4.
130 L’Osservatore Romano, edición inglesa, 24 de agosto de 2005, p. 8.

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