Professional Documents
Culture Documents
Álef Guímel
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 4
Álef Guímel
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 7
La esposa de Pilato
La esposa de Cornelio
había sido siempre moderado al aplicar castigos y que bien había cuidado
de que sus tropas tuvieran el alimento y el descanso adecuado.
Parece algo dispuesto por Jehová el que hayamos venido a
Cesarea. Desde que llegamos hemos oído hablar constantemente de ese
nazareno, lleno de enemigos enconados que lo trataban como un
impostor, y aclamado por un número creciente de discípulos que ven en
él al Mesías que viene a salvar a la humanidad.
Si hubiéramos estado viviendo en cualquier otra parte del imperio,
las buenas nuevas de su Reino, habrían tardado muchos años en
alcanzarnos. A medida que Jesús de Nazaret se fue convirtiendo en el
centro de tantas controversias, nuestra atención también se fue
centrando en él. Sentíamos un deseo ardiente de saber a ciencia cierta
quien era él realmente, y qué valor histórico había tenido su presencia en
Israel. Cuando lo condenaron a morir en un madero, la clase de muerte
que recibían los criminales crasos, nuestro corazón sangraba por él y
nuestra indignación desahogaba en palabras duras contra sus ejecutores.
Nos parecía inaceptable que Pilato, con toda la autoridad que tenía, no
hubiese hecho nada por defenderlo y lo hubiese entregado a los
partidarios e su religión judía para que lo ejecutaran.
Por largo tiempo, parecía que no había otro tema de conversación
entre la gente, tanto romanos como judíos. Unos estaban a favor de él,
otros en contra, otros no sabían qué opinar. Cuando Cornelio defendía a
Jesús y decía que la religión judía había cometido un crimen bárbaro al
exigir su muerte, las opiniones contrarias se silenciaban, porque el
pueblo respetaba a Cornelio por sus buenas obras y sus dones de
misericordia para con los pobres.
Cornelio siempre fue profundamente creyente en un Dios, creador
de todo lo que existe. En nuestra casa había lugar y tiempo apropiado
para la oración. Mi esposo se dirigía a Dios en palabras sencillas, sin
formulas escritas, para dar gracias de todo corazón por todo el bien
recibido. Un día sucedió algo maravilloso.
Un ángel de Jehová se presentó ante Cornelio y lo llamó por su
nombre. Le aseguró que sus oraciones y dones de misericordia estaban
registrados ante Dios como recuerdos. Le dio instrucciones para que
enviara a algunos de sus hombres a Jope, el hermosos puerto sur de
Cesarea, donde un tal Simón, que tiene por sobrenombre Pedro, se
hospedaba en casa de otro Simón un curtidor que tiene su casa a orillas
del mar.
Después de esta emocionante visita sin perdida de tiempo mi
esposo llamó a dos siervos de los que atienden nuestra casa y a un
soldado de su confianza. Les contó lo que acababa de suceder y los envió
a Jope en busca de Pedro.
Mientras tanto, preparamos la casa para una importante reunión de
amigos y los invitamos a escuchar a Pedro, calculando que llegaría unos
cuatro días después e salir nuestros hombres a buscarlo.
Fue un momento muy emocionante, cuando vimos que el grupo se
acercaba. Varios hombres de la congregación de Jope acompañaban a
Pedro. Cornelio, que tanto había esperado ese momento, corrió al
encuentro del apóstol y cayó a sus pies, rindiéndole homenaje. Pero
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 14
Álef Guímel
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 16
María Magdalena
Una precursora del primer siglo
— Has estado poseída por siete demonios. Lucha para que nunca más se
apoderen de ti, porque lo intentarán; son muy tercos. Si tal cosa
sucediera estarías en peores condiciones que antes.
— ¿Qué debo hacer señor, para que nunca vuelva a sucederme tal cosa?
El me aconsejó que sirviera al Dios verdadero, que estudiara su
palabra revelada, y creyera en el Mesías, porque la salvación había
llegado a Israel.
¡Cómo no creer que él era el Mesías, si estaba realizando obras
maravillosas, como jamás las había hecho nadie! Yo me sentí muy feliz
desde el momento de mi liberación, sirviendo a Jehová con un coraz6n
libre de sentimientos que me avergonzaban, y una mente limpia y bien
organizada. Cuando tomaba una decisión, era realmente mía, y no
inspirada por una fuerza extraña. Ahora podía usar mi voluntad y
someterla a la voluntad del Creador, sin sentirme impelida a caer en
cosas que yo misma aborrecía.
Los casos de posesión por demonios estaban haciéndose cada vez
frecuentes en Israel. Se veía que el propósito de ellos era convertir a los
humanos en personas envilecidas y despreciables. Cuando conocí a los
apóstoles y otros discípulos, les conté mi experiencia. Ellos hicieron
algunos comentarios dignos de ser recordados. Les pregunté:
— ¿Por qué suceden estas cosas entre los hijos de Abraham? ¿No somos
acaso el pueblo del Dios verdadero?
— Sí, María; somos un pueblo en pacto con Jehová, pero hemos
permitido que las religiones paganas se infiltraran en Israel hasta el punto
que han llegado a practicar cosas aborrecibles para Dios, y sólo algunos
pocos entre el pueblo se han sentido perturbados por esto. La mayoría lo
acepta sin protestar, y aun se han amoldado a sus prácticas. Como
consecuencia lógica, los demonios han empezado a controlar la vida de
los que les han dado entrada, de los que no guardaron celosamente la fe
que él nos legó.
Mi conocimiento de los propósitos de Dios se fue fortaleciendo y
dando fruto en buenas obras. Seguir a Jesús y verlo realizar sus milagros,
restaurando la salud a los enfermos, devolviendo la vista a los ciegos y
aún levantando a la vida a tres personas muertas, fueron experiencias
muy edificantes que me afirmaron en mis creencias. Me encantaba hablar
con la gente que rodeaba a Jesús después de realizar alguna de sus
asombrosas obras y destacar el hecho de que en nuestra nación nunca
nadie había realizado hechos semejantes. Por lo tanto, éste tenía que ser
el profeta anunciado por Moisés.
Estas emocionantes vivencias nos prepararon, a todos sus
discípulos, par soportar la más dura prueba de nuestra vida: ver a
nuestro amado Maestro ejecutado como un criminal común. Esos fueron
días de tremendo zarandeo. Como simples humanos llenos de fallas, nos
mareamos y nos desorientamos igual que los pasajeros de un barco en
medio de la tempestad.
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 18
gran esfuerzo y gasto demostraba que pera ellos la religión tenía sentido,
sólo les faltaba hasta ese momento, encontrar le verdad del cristianismo.
Dios premió a los sinceros haciendo que oyeran su mensaje en el
idioma en que podían entenderlo, al conceder el don de lenguas a los
discípulos de Cristo.
Ahora, la congregación cristiana empezó a hacerse notar en su
papel de madre de los hijos espirituales que corrían en grandes números
a refugiarse en ella. A fin de instruirlos y fortalecerlos se decidió dar les
un curso intensivo de enseñanza bíblica. Muchos no venían provistos de
dinero como para extender por tanto tiempo su estadía. Por lo tanto, se
nos sugirió que todos reuniéramos nuestros recursos materiales, según
nuestras posibilidades, para proveer alimento a los que, iban a
beneficiarse con la enseñanza.
Hubo mucho trabajo para las hermanas también, cocinando,
sirviendo las mesas y hospedando a extranjeros. Después, fue
conmovedor verlos partir tan animados, hacia distintos confines, donde
más tarde se establecieron congregaciones.
Para sorpresa nuestra, Jehová empezó a llamar a los gentiles a su
pueblo y esto trajo grandes aumentos. Cada tanto los apóstoles viajaban
para visitar estas congregaciones recién formadas y para fortalecerlas en
la fe y ayudarles a resolver los problemas que se presentaban. Se
escribían largas cartas para animarlos y estas se pasaban de ciudad en
ciudad a los grupos de adoradores. La oposición recrudeció. Algunos
morían como mártires de su fe, pero el mensaje seguía extendiéndose por
toda la tierra habitada, como Jesús había mandado.
Han pasado muchos años desde aquellos sucesos. A veces, nos
reunimos las mujeres fieles de Galilea y repasamos con deleite nuestros
mejores recuerdos, Juana la esposa de Cuza, el mayordomo de Herodes,
Susana, y las otras Marías. Cuando éramos jóvenes, recorrimos junto a
los discípulos muchos caminos y lugares lejanos prestándoles servicios
y compartiendo nuestros recursos materiales con ellos, para ayudar en el
adelanto de la obra del Reino.
Desde aquel día en que el hijo de Dios se detuvo junto a mí y me
libró de la atadura de los espíritus inicuos, mi vida tuvo una nueva
orientación. Valió la pena servir a Jehová y hacerles todo el bien posible a
los que se esforzaban por recorrer los caminos áridos buscando las
ovejas perdidas. Mis fuerzas ya no dan para andar con ellos como antes,
caminando y descansando en carpas donde nos encontraba la noche.
Pero me deleita hospedar a los predicadores viajeros y brindarles lo que
tenga para compartir con ellos. Me gusta sentarme en un banco pequeño
y lavarles los pies cuando llegan cansados de recorrer caminos
pedregosos y polvorientos. Algunos protestan cariñosamente, pero les
recuerdo que el Señor mismo brindó ese servicio a sus discípulos en la
última cena. Al lavar esos pies doloridos, siempre recuerdo las palabras
de Isaías: “Cuán hermosos son los pies de los que llevan buenas
nuevas!”
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 22
Lidia
Álef Guímel
Mujeres de la Biblia 2
www.cuentosteocraticos.net
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 27
Dámaris
destrucción, junto con Satanás, el que tiene los medios para producirlos.
A gran altura, en el más famoso de los montes Olimpos, se supone
que está la morada de los dioses. Los habitantes del Olimpos son
representados por los por los pintores y escultores con forma humana,
gigantescos, pero de gran belleza. Según sus leyendas, comen, beben, se
casan con mujeres humanas o deidades, de acuerdo a su gusto, ya que
pueden bajar del Olimpo y mezclarse libremente con los humanos, visible
o invisiblemente, según les convenga. Pueden traicionar a sus esposas y
abandonar a sus hijos. Seducen mujeres que no les pertenecen y luchan
por quitárselas entre ellos. Para lograr sus fines, son capaces de llevar a
cabo cualquier engaño y de cometer cualquier crimen. El placer de la
venganza no esta reñido con su condición de dioses. Al conocer sus
historias, los hombres se sienten justificados en todas sus maldades.
Recién ahora, el dejar que la Biblia me aclare tantas cosas, me di
cuenta de un hecho chocante, pero muy revelador: Jamás se supo de
nadie que protestara o expresara repugnancia por la conducta relajada de
esos dioses paganos, Satanás logró un objetivo con la mitología:
ablandar la conciencia human y hacer que lo degradado y lo absurdo les
parezca lógico y aceptable.
La fecunda imaginación de los griegos representó la vida del hombre
en su condición actual, como un laberinto, donde la humanidad, va de acá
para allá sin adelantar camino ni alcanzar sus metas, yendo y volviendo,
sin salir del mismo lugar, simbolizada por el Minotauro que habita el
laberinto.
El Minotauro, era un monstruo híbrido, de cuerpo de toro y cabeza de
hombre, que exigía el sacrificio de varios jóvenes atenienses cada año. La
humanidad, extraviada en el laberinto de sus vanidades y sus logros
imposibles, exige también el sacrificio de muchas vidas jóvenes en sus
guerras. Se mueve con la energía de un cuerpo de bestia, pero razona
pobremente con su cabeza de hombre, igual que el Minotauro, no para
cambiar las cosas para bien, sino para continuar desgastándose día a día,
prisionera de un laberinto sin sentido.
¡Que alivio mental trae el entender que, mejor que el héroe Teseo,
quien mato al Minotauro y terminó con su inútil ir y venir, Cristo salva a
los que sirven a Dios de morir para siempre dentro del laberinto, y les
señala un camino nuevo, hacia la vida eterna!
La mitología griega, es agua que satisface en el momento, pero uno
siempre vuelve a tener sed. El mensaje de Dios es agua milagrosa, que
una vez que la bebemos, nunca volvemos a sentir sed, como le dijo Jesús
a la samaritana que le dio de beber del pozo de Jacob.
Fue muy apropiado que en el Areópago Pablo insistiera en que el
Dios que él nos predicaba, era el Hacedor del cielo y de la tierra, y que
todas las naciones habían venido de un solo hombre, creado por Él. Este
fue un golpe fuerte para las ideas del famoso filósofo Aristóteles, quien
afirmó en sus libros que la vida había evolucionado desde las plantas
hasta el hombre. El veía una escala ascendente en la naturaleza. Llegó a
la conclusión de que las uñas de la mano humana eran un legado de las
garras de los animales, la mano una nueva versión de la pinza del
cangrejo, y la pluma e las aves, una delicada derivación de las escamas
de un pez.
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 29
Pablo, que fue invitado al Areópago por muchos que pensaban que
él iba a quedar en ridículo delante de los eruditos griegos, avergonzó con
su conocimiento a los que lo habían calificado como un simple charlatán,
un “espermalogos” palabra griega que aplicaban a los cuervos y a otras
aves, que van recogiendo semillas que caen de los carros cargados que
las transportan. Aplicaban este término despectivo a los oradores que
componían discursos recogiendo pedacitos de información, a veces
incoherentes y contradictorios, para dar la impresión de estar bien
informados en temas que ni ellos mismos entendían del todo.
Pablo les demostró que sabía muy bien de que hablaba. Su sagacidad se
puso de manifiesto cuando menciono que, al recorrer Atenas, se había
detenido para observar muchos altares y monumentos a los dioses
mitológicos. Entre ellos había visto uno que tenía una inscripción: “A un
Dios desconocido”. Los griegos, tan entregados a la religión, tenían
temor de ofender a un Dios que hubieran olvidado incluir en sus
homenajes, o que tal vez nunca se les hubiera dado a conocer. Pablo, con
su innegable don de la oportunidad, después de mencionar ese
monumento fuera de lo común, les dijo: …”ese es el que les estoy
publicando”…
Mostró su erudición citando poetas griegos que no habían atribuido
la existencia del hombre a una cadena evolutiva, sino a un Creador, y
habían reconocido que somos “progenie de Él”, contrariamente a la
intrincada filosofía de Aristóteles.
A fin de que no nos sintiéramos condenados por haber creído y
propagado falsedades, nos aseguró que Dios había pasado por alto esos
tiempos de ignorancia. No podríamos comprar su buena voluntad con oro
ni plata, ni representándolo a Él con obras de arte, tan comunes en
Atenas, sino siguiendo un proceder sabio de arrepentimiento, pues ya
había un día señalado para juzgar la tierra habitada. Les habló de la
resurrección de Jesús como garantía de que todo lo que Él había
prometido llegaría a ser realidad, puesto que, aún en la tumba, su Padre
celestial no lo había abandonado.
Algunos, sabios según la norma de este mundo, se burlaron de la
resurrección. Otros, nos quedamos pensando en sus palabras,
impresionados por aquel enfoque tan diferente de las perspectivas de la
humanidad. Por primera vez en el curso de nuestra vida, entendimos que
había una esperanza genuina, que no era una hazaña de imaginación
extraída de alguna fábula mitológica, sino una promesa inalterable de
Jehová, el Creador del hombre y de todo lo que existe.
Aquí donde los horizontes solo pueden ser acuáticos, donde el mar
y el cielo se confunden en una línea azul en el último punto al cual pueden
llegar los ojos, la vida no tiene mucho colorido ni variación. De tanto en
tanto, llega un barco con nuevos prisioneros, y cartas oficiales
decretando la libertad de otros. Uno vive el contraste entre la depresión
de los que llegan y la euforia de los que se van.
La nuestra, así como otras islas del Mar Egeo, es usada como penal
por su aislamiento, los prisioneros no necesitan estar encadenados o
encerrados todo el tiempo, porque no tienen manera de huir.
Jamás hay una conspiración o amotinamiento entre ellos, como
suele suceder en las cárceles de las ciudades importantes, porque esas
cosas no pueden cambiar su situación, sino solo agravarla. Por las
mismas razones, nunca intentan nada en contra de sus guardianes.
Toman conciencia de lo irremediable; se sienten prisioneros del mar, al
cual no pueden desafiar. Eso parece anonadarlos, vencerlos, y quitarles
la capacidad de reaccionar en contra de sus circunstancias adversas.
Esas cosas nos explicó papá para hacernos entender que no todas
eran desventajas al aceptar su nueva asignación como carcelero en
Patmos. Además, no podía negarse, se sintió moralmente obligado, no
solo por lealtad al imperio, sino para tener suficientes méritos para
retirarse en su vejez.
Mamá, yo, y mis hermanos, aceptamos venir con él y apoyarlo en
todo, aunque la idea de la soledad no nos atraía. Pero, de tanto en tanto
viene un suplente, y podemos pasar unas vacaciones en Atenas o en
alguna otra ciudad, para luego volver a nuestra austera vida entre
horizontes acuáticos, esperando el barco que viene cada tanto con
nuevos exiliados, y recorre las varias islas del Mar Egeo para
aprovisionarlas de alimentos. Aquí, en Patmos, el suelo rocoso no
produce nada, por eso dependemos del barco para sobrevivir.
Un día, llegó a la isla un hombre distinto. No había cometido ningún
crimen, no usaba el lenguaje grosero, indecente, de los prisioneros
comunes, y la bondad de su corazón resplandecía en su rostro. Era uno
de los cristianos a quienes el emperador Domiciano, el sucesor de su
hermano Tito, mandó perseguir severamente, porque no le rendían
homenaje como a un dios.
Después de conversar algunas veces con él, papá se sintió muy
atraído por su personalidad. Siendo un anciano de más de noventa años,
lleno de fe y espiritualidad, uno comprendía que no había nada que temer
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 31
Álef Guímel
Mujeres de la Biblia Tomo 2
www.alefguimel.net
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 33
Maria de Nazaret
Hubo una mujer que, sin saberlo, cargó un jirón del cielo en sus
entrañas, y acuñó entre sus brazos a un representante de la eternidad.
Conoció los más intensos matices del gozo y del dolor, como no
pudo conocerlos ninguna mujer, antes ni después de ella.
Simeón, un anciano que servía en el templo de Jerusalén, cuando
tonó al niño en sus brazos, supo que ese era el salvador del mundo, que
iba a morir en sacrificio. Por eso, anunció a María que una espada larga le
atravesaría el alma.
No se amedrentó ante el peligro de que la consideraran una novia
perjura, que había traicionado a su futuro esposo y merecía ser lapidada.
No titubeó ni se detuvo a medir las consecuencias, ni a considerar sus
propios intereses, como lo hubiera hecho una mujer sin fe, al aceptar la
maternidad que se le anunciaba.
No se envaneció por haber sido señalada entre todas las mujeres
de su generación, como depositaria de un papel exclusivo en un drama
que jamás se repetiría.
Comprendió que su privilegio era único, porque Jesús no podía
tener más que una madre humana, y no porque no hubiera otra muchacha
virgen digna de recibirlo.
Sintió en carne viva el dolor de tantas jóvenes que tuvieron que
entregar sus infantes a los soldados de Herodes para que los mataran,
cuando buscaban al niño que ella había dado a luz.
Estuvo muy agradecida por estar bajo el amparo de un hombre
bueno, genuino adorador del Dios verdadero, que le dio un estado legal
como esposa, y luego fue el padre de sus otros hijos.
Aceptó humildemente la distancia enorme que había entre ella y
Jesús, a medida que pudo entenderla, y admitió sin recriminaciones el
hecho de que él nunca volviera a llamarla madre después de su bautismo,
porque había llegado el tiempo de dirigir la atención de todos los
vivientes a la organización celestial, madre de todos los ángeles.
En aquella hora, cuando “los cielos le fueron abiertos”, él mismo
entendió que era el Verbo de Dios, al recordar nítidamente su existencia
prehumana. Ese fue el momento sublime en que su mente de hombre se
fusionó con su mente de ángel y se identificó con los recuerdos de su
vida celestial. Ahora, sus pensamientos tenían horizonte desconocido
MUJERES DE LA BIBLIA 2 ALEF GUIMEL 34
para los humanos. Ahora, María empezó a deducir que aquel Hijo era
realmente su Señor.
Algún tiempo después, sólo el poder de Dios pudo darle la
resistencia sobrehumana que necesitaba para contemplar a aquel ser tan
hondamente amado, con el cuerpo sangrante, marcado por el látigo,
fijado a un madero, con cuatro heridas de clavos que horadaban sus
manos y sus pies. En esas pesadas horas, la espada larga y filosa de que
le habló Simeón, se revolvió dentro de la herida. Jesús le demostró que,
aún en su agonía, pensaba en el bien de ella, cuando se la encomendó a
Juan diciéndole: “Ahí esta tu madre.”
Después del dolor inmedible, vino una felicidad inefable:
Comprobar que él vivía nuevamente y que entraría en los más altos cielos
para volver a la presencia de su Padre. Había traspasado su frágil envase
de carne, tal como la mariposa rasga su cuerpo de oruga, para poder
abarcar distancias con sus hermosas alas.
Sintió, más que ninguna persona que haya vivido, las elevadas
emociones que escapan a cualquier comparación. El éxtasis, la alegría, la
ansiedad, el sufrimiento, todo lo experimentó por él en sumo grado.
Ahora, ya tiene la maravillosa recompensa de ocupar un asiento,
cerca del trono de su rey triunfante, como miembro del Reino que nunca
dejará de ser.
Álef Guímel
www.alefguimel.net