‘paginas de
TLOSOFIA
le Foi Face Hanae eri Nv det Cue Dicetre he 1988
Filosofia del cuerpo o filosofia
del alma
ARIELA BATTAN
El dualismo en filosofia pone al pensamiento en una encrucijada fundamental, pues la reflexién
acerca del alma oscurece y abandona sin demasiada explicacién el ambito de lo corpéreo, al que
estén atados también las sensaciones, los sentimientos y las pasiones.
Sobre la posibilidad de un discurso positivo acerca del cuerpo, que no acabe en otra forma de
reduecionismo en sentido inverso, es que trata este articulo en que se discuten y concilian algunas
opiniones de Descartes, Merleau-Ponty, Foucault, Barker y Le Breton.
6\/paginas de FILOSOF{A62/paginas de FILOSOFIA.
Arita Bastin
INTRODUCCION
Dice Michel Foucault en «Nietszche, la
Genealogia, la Historia» que «..el genealogista
necesita de la historia para conjurar la quimera del
origen un poco como el buen filésofo tiene necesi-
dad del médico para conjurar ia sombra del alma»
Foucault, 1971, p. 11]. Quizés, siguiendo dentro
de la Kinea de este pensamiento, resulte més acer-
tado afirmar que lo que necesita el buen filésofo,
‘més que al médico, es un saber acerca del cuer-
po. Es decir, un saberen el cual se contemple lo
corpéreo en su totalidad, desde su génesis mate-
rial hasta inclusive aquellos aspectos que hacen a
lacorporeidad como modo de apropiacisn de la
existencia empirica, mundana, La razén de esta
necesidad noes sino: la posibilidad de inaugurar
un lugar de tratamiento filos6fico positivo del pro-
bblema del cuerpo y la corporeidad. La prerrogati-
va de aceptar sin aclaraciones la afirmacién
foucaultiana se basa en la opinién de que el saber
‘médico acerca del cuerpo es un saber parcial, ain
‘en aquellas concepciones médicas de carécter
holistico; entendiendo que dicho saber aparece
‘como perspectiva de observacién de objetos ya
cconstituidos, acabados. Es posible aqut aplicar al
saber médico, en cuanto saber cientifico, lacritica
que hace Maurice Merleau-Ponty al «pensamien-
to objetivo», del cual dice que: «..s6lo conoce
‘unas nociones altemativas» y que «..a partir dela
experiencia efectiva define unos conceptos puros
{que se excluyen entre sf.» [Merleau-Ponty, 1945,
p71]. Sea la perspectiva anatémicao lafisiol6gi-
ca, sean consideraciones de tipo psicolbgico oen
‘el mejorde los casos una concepcién global que
no deje fuera ninguno de estos aspectos, incluso
sin olvidar el social, sigue siendo el saber médico
un saber acotado y determinado, que resulta in-
comprensible fuera de ciertas précticas que lo le-
gitiman y que fundamentalmente se arroga un sa-
ber-poder cuyos efectos a lo largo de la historia
no se condicen precisamente con la mencionada
intenci6n de establecer un «tratamiento filos6fico
ppositivo» del cuerpo.
‘Qué significa, entonces, esta pretensiGn de
‘un tratamiento positivo del cuerpo. Esto consiste,
simplemente, en intentar superar el abordaje del
problema segtin histéricamente se ha desarrolla-
do, esto es, desde concepciones dualistas. Los
cenfoques dualistas que alo largo de la historia filo-
séfica de Occidente se han preocupado por las
relaciones entre alma y cuerpohan debido, to s6lo
sentar las premisas del dualismo, sino que ade-
mas se han constituido antitéticamente, Desde
Platéi todo discurso acerca del «alma» ha exigi-
4o siempre un previo discurso acerca del cuerpo,
he allio dual. Lo paradigmaticoes que, también
hist6ricameent, el discurso acerca del alma ha sido
siempre discurso afirmativo, oms bien, afirmante,
‘Mientras, por el contrario, el par discurso acerca
del cuerpo es negativo. El cuerpo es puesto en el
discurso pero acallado, sin llegar sin embargoa
ser desaparecido porque contintia siendo condi-
cin necesaria de la antitesis.
Por estarazdn es imprescindible a fin de
reintroducirel tema del cuerpo en el discurso con-
‘emporéineo avanzar partiendo de un relevamiento
exftico, precisamente para no derivar otra vez en
elerror de enunciar discursos antitéticos cuando
se pretende revalorizar uno de los términos del
dualismo, Aparecen asi dos tareas a realizar: una
ue consistrfa en abocarse al relevamiento histé-
rico-critico del problema de! cuerpo en la tradi-
cin dualista y otra mds de tipo tedrico que tiene
que ver conel andlisis de aquellas aproximacic-
nes contempordineas al problema del cuerpo y lt
corporeidad desde, lo que podriamos denominer
por su especial enfoque, perspectivas historicas y
antropol6gicas. Perspectivas estas que, por un
lado, recaen en el error mencionado, y motivadss
porlapretensién de rivindicar al «olvidado» del
par antitético reducen al hombre a su mera exis-
tencia corporal, Mientras, por otro lado, padecen
la falta de un momento de fundacién ontol6gica
del cuerpo, necesario, o més bien imprescindible,
para volver positivo el discurso acerca del cuer-
po.
I. Resulta habitual encontraren algunes
trabajos acerca del cuerpo la denuncia culpablea
Jamodernidad; denuncia que al momento de set
formulada pierde sueminente relevancia historica
para convertirse en una critica a aquello que dela
‘modernidad nos constituye hoy. En estos estudios,
se entiende por modemnidad el perfodo iniciadoa
‘mediados del siglo XVI en el cual comienzana
delinearse con rasgos cada vez més y mas firmes
el poder burgués, el individuatismo politico-social
‘el predominio modélico de las ciencias naturs-
ies, con los conocidos efectos de esto sobre toca
cl espectro de saberes relacionados con el hombre. Dentro de este contexto de cambio sehistofiza
el cuerpo y todo lo a él conceriente. Dice David
Le Breton, en Antropotogéa del cuerpo y'mo-
dernidad, que el cuerpo modemo «implica larup-
tura del sujeto con fos otros (una estructura social
de tipo individualista), con el cosmos (las mate-
sigs primas que componen el cuerpo no encuen-
‘ran ninguna correspondencia en otra parte), con-
sigo mismo (poser un cuerpo mis que ser su cuer-
po)» [Le Breton, 1990, p. 8]. De hecho a quien
se atribuye entonces la operacidn de estos cam-
bioses precisamente al sujeto, sujeto que ha ape-
nas entrado en escena y que para el siglo X VIE
estaré completamente afirmado y confirmado en
Jnestructura de a ciencia modema. En este pro-
eso, correlativamente a la constitucién de ese
hombre-creatura (esto es el hombre atin naturale-
zaque halla en la elaboracién renacentista de la
docttina del microcosmos su representacién
cailmine) en sujeto cognoscente se ealiza lacons-
titucién de la naturalezaen objeto de conocimien-
to, Y sin dudas es este mismo proceso el que se
opera con el cuerpo. El cuerpo que para los
renacentistas reflejaba el sistema de correspon-
[Le Breton, 1990, p. 68]. A conti-
huacién afirma «El cuerpo es visto como un acce-
Filosofia del enerpoc filosofia de alma
sorio de la persona, se destiza haéia el fegistro del
poser, deja de ser indisociable de la persona hu-
mana» (Le Breton, 1990, p. 69],y agrega mas
adelante, «El cuerpoes, axiolégicamente, extraio
alhiombre, se lo desacraliza y se convierte enun
objeto de investigacién entendido como una rea-
lidad aparte» [Le Breton, 1990, p. 71]. Una y
otra afirmacién pueden ser entendidas como o>i-
niiones hist6ricas puntuales que no sobrepasan los
limites del tratamiento de un problema en un de-
terminado autor, Descartes en este caso; no obs-
tante, y estoes lo que nos interesa, el autor ccn-
cluye diciendo: «Desde el siglo XVI se inicia una
ruptura con el cuerpo en las sociedades occiden-
tales: su posicién a titulo de objeto entre otros
objetos, sin una dignidad particular, el recurso
comiin, a partir de esa época, a la metéfora me-
cénica paraexplicarlo, las disciplinas, las protesis
comrectoras que se multiplican.» «a técnica yla
ciencia contemporsineas se inscriben en el camino
de esta brisqueda... ,c6mo hacer de ese borra-
dor que es el cuerpo un objeto fiable, digno de
procedimientos écnicos ycientficos™> [Le Breton,
1990, p. 80 y s.]. Esto nos autoriza, entonces, a
creeren la continuidad de los mecanismos te6ri-
co-pricticos que sustentan la concepcidn del cuer~
1po-objeto en la contemporaneidad.
Pasemos ahora a Francis Barker, quien
en la mencionada obra Cuerpo y temblor, pro-
pone como una de las Kineas de andlisis funda-
‘mental el lugar del cuerpo ene discurso dela sub-
Jetividad modema. Dice Francis Barkeral respect:
‘« [Merleau-Ponty,
1942, p.265}, y como agrega més tarde en
Fenomenologia de la Percepcién ,«...mientras
el cuerpo viviente se convertia en un exterior sin
interior, la subjetividad se convertia en un interict
sinexterior,en un espectador imparcial” [Merleau-
Ponty, 1945, p.77].
Afirma Descartes en dos fundamentales,
‘momentos de la Sexta Meditacién: «He sentido,
pues, primero que tenfa una cabeza, manos, pies
Y todos los demiis miembros de los que est com-
Puesto este cuerpo que consideraba como parte
de mi mismo, o quizas también como el tode.
‘Ademés, he sentido que este cuerpo estaba colo-
cdo entre muchos otros de los cuales podfa reci-
bir diversas comodidades e incomodidades,“observaba esas comodidades por cierto sentimien-
tode placer o de voluptuosidad, y esas incomo-
didades porn sentimiento de dolor» (Descartes,
1641, p. 273], y en otro pérrafo mAs adelante,
«..cuando siento dolor en el pie, a fisica me en-
sefia que este sentimiento se comunica por medio
de los nervios dstribuidos en el pie, los cuales son
como cuerdas tirantes que van desde alli hastael
cerebro; cuando se los traen el pi, tiran también
.al mismo tiempo en el lugar del cerebro de donde
salen y adonde vuelven y excitan cierto movimien-
to...» (Descartes, 1641, p. 285].
Relacionemos, ahora, los fragmentos ci
tados de las Mediraciones con la siguiente afir-
‘macién de Merleau-Ponty y acabaremos el con-
cepto cartesiano del cuerpo humano. Dice
‘Merleau-Ponty «La definicién del objetoes,...
de que existen partes extra partes, y, por lo tanto
‘no admite entre sus partes, o entre ély los demas
dobjetos, més que relaciones exteriores y mecéini-
cas, ora en el sentido estricto de un movimiento
recibido y transmitido, oraen el sentido lato de
una relacién de funcién a variable. Si se queria
insertarel organismo en el universo de los objetos
yeerrarcon él aeste universo, se precisaba tra-
uci el funcionamiento del cuerpo en el lenguaje
del en-st y descubrir bajo el comportamiento la
dependencia lineal del estimulo y el receptor...»
[Merleau-Ponty, 1945, p.92]
TIT, Nos toca iniciar ahorael otro camino
propuesto en la introduccién, es decir, el que se
refiere a la factbilidad de un momento positivo de
lacorporeidad, Como hemos visto, es el concep-
‘ode cuerpo modemo el que en mayor medida y
en sus variadas representaciones («cuerpo-ausen-
te», «cuerpo-méquina», «cuerpo-victimay, etc. )
ba influido con mayor pregnancia la concepciGn y
representacién no s6lo filoséfica 0 cientifica, sino
también popular, del cuerpo. Por esta raz6n es
ue aparecen en la vida cotidiana actual, a modo
deestrategia contraofensiva, alternativa, el recur-
so a otras formas culturales en donde este des-
membramiento del hombre-naturaleza no se ha
‘operado en busca de una reconciliacién con la
™aterialidad perdida, Recurso al que, por otro
lado, también se apela desde el plano tedrico,
‘muestra esto de que la metafora del «buen salva-
{e» no ha sido completamente abandonada. Vea-
mos estoen la siguiente afirmacin de Le Breton:
Filosofia del cuerpoo filosoia de elma
«En las sociedades tradicionales el cuerpo no se
distingue de la persona, Las materias primas que
Ccomponen el espesor del hombre son las mismas
‘que le dan consistencia al cosmos, a la naturaleza
Entre el hombre, el mundo y los otros, se teje un
Iismo patio, con motivos y colores diferentes que
‘no modifican en nada la trama comtin» [Le Breton,
1990, p. 8}
Habra aqui dos puntos cuestionables: uno
primero, que s6lo mencionaremos, y se refiere a
la inutilidad de tomar como ejemplos o términos
de comparacién a estas, Ilamadas, «sociedades
tradicionales» luego que se ha definido al cuerpo
‘como un objeto histérico, Esto vale, fundamen-
talmente, para la préctica més que para la teoria
puesto que en la busqueda popular de concep-
‘ciones corporales alternativas se olvida side lleno
lagénesis hist6rica del objeto cuerpo. El otro pun-
tode cuestionamiento podrfamos enunciarlo del
siguiente modo: sila condicién para un rescate de
la corporeidad se funda en su materialidad (en-
tendida ésta como una «materialidad natural»)
tentonces el sujeto mademo es necesariamente imre-
conciliable con su cuerpo. Cuando David Le
Breton afirma, sentando un momento positivo de
Tacorporeidad que «... lexistencia del hombre
es corporal...» (Le Breton, 1990, p. 7} no esta,
en realidad, diciendo mucho. ,Qué es hombre?
{Qué entender por existencia? ;Qué entender por
corporal? A estas preguntas y algunas mis se de-
berfa responder antes de poder decir «la existen-
ccia del hombre es corporal», teniendo en cuenta,
claro esta, la mediacién modema.
Por qué no, més bien, dada esta media-
i6n, iniciar la bisqueda de la reconciliacién enel
‘momento mismo de la ruptura, As{como los tex-
tos cartesianos instauran, o mejor dicho, enuncian
‘de manera acabada la modalidad de existencia dl
cuerpo-objeto es posible hallar también en ellos
eldesplazamiento hacia una asuncién diferente de
locorpéreo. Dice Descartes en la Sexta Medita-
cién «Tampoco faltaban razones para creer que
este cuerpo me pertenecfa mas propia y més es-
‘techamente que ningtin otro. Pues, enefecto, nun-
ca podia ser separado de él como de los demis
‘cuerpos; sentfa en él y por él todos mis apetitosy
todas mis afecciones; y.en fn, experimentaba sen-
timientos de placer y de doloren sus partes y no
cen las de los demas cuerpos separados de éb>
[Descartes, 1641, p.274). Atinteniendoen cuenta
65/paginas de FILOSOF{A66/paginas de FILOSOFLA.
Area Bain
quel contextoen que se formulan estas opinio-
nes dentro de las Meditaciones es el de examen
de las supuestas certezas obtenidas por los senti-
dos, que seran paso seguido demolidas, se ad-
Vierte de todos modos la conciencia de una ambi-
gledad; la ambigtiedad propia de la existencia
corporal. El cuerpo modemo puede todavia ser
resignificado, o mejor atin puede ser revertida su
significacién en una extremacién positiva de esta
ambigtiedad. Es precisamente en esta direccién
due resulta central el aporte de Maurice Merleau-
Ponty, quien en Fenomenologia de la Percep-
cin distingue al cuerpo del mundo de los obje~
10s, efialando las particularidades por las que se
puede diferenciaral cuerpo, pero partiendo de la
finicién de objeto. Afirma Merleau-Ponty «..l
objeto no es objeto mas que si puede ser alejado
y,por ende, desaparecer, en gltima instancia, de
mi campo visual». «...1a permanencia del propio
cverpo es de un tipo completamente diverso: no
sehallaal extremo de una exploracién indefinida,
seniegaa la exploracién y se presenta a mi bajo el
rmismo dngulo. Su permanenciano es una perma-
renciaen el mundo, sino una permanencia de! lado
demi» (Merleau-Ponty, 1945, p. 108]. Superada
laconcepcién objetiva del cuerpo Merleau-Ponty
se afinca en la consideracién del cuerpo como
«medio de poseer un mundo». «..nuestro cuerpo
-dice Merleau-Ponty-noes un objeto para un ‘yo
pienso’:es un conjunto de significaciones vividas»
[Merleau-Ponty, 1945, p.170]. Este esel cuerpo
que Merleau-Ponty en la Fenomenologéa de la
Percepci6n denomina cuerpo fenomenal, cuerpo
vivido desde el cual se puede comenzarel discur-
sopositivo, «Ya se trate del cuerpo del otro 0 del
‘io propio, -dice Merleau-Ponty-no dispongo de
rningtin otro medio de conocer el cuerpo humano
iis que vivirlo, eso es, recogerlo por mi cuenta
cemoel drama que lo atraviesa y confundirme con
61 Asi, pues, soy mi cuerpo, por lo menos en toda
lamedida en que tengo un capital de experien-
Cia... «Ast la experiencia del propio cuerpo se
‘pone al movimento reflexivo que separa al obje-
todel sujeto y al sujeto del objeto, y que solamen-
tenos da el pensamiento del cuerpo ol cuerpo
cen realidad [Merleau-Ponty, 1945, p. 215].
De este modo la existencia corporal vuel-
ve a integrarse a ese todo, ya no dual, sino més
bien ambiguo que es el hombre. El cuerpoes un
‘modo de existencia, pero no abstracta, vacia, sino
experiencia continua, vivencia. Un discurso posi-
tivo deberfa iniciarse, por ello, en el «yo soy mi
cuerpo» que postula Gabriel Marcel, que cobra
forma original en otros, como por ejemplo Maine
de iran, e1 mismo Sartre y Merleau-Ponty, y que
late atin en el retorno contempordneo a la
problematizacién de la corporeidad.
Quedan aiin muchas cuestiones abiertas,
pero se debe tener en cuenta que tales cuestiones
han avanzado ya, en alguna medida, sobre esa
primeraetapa eminentemente interrogativa, nece-
saria para el reconacimiento del problema del cuer-
po como una problemtica legitima y digna del
tratamiento filoséfico. Lo que parecerta no saciarse
nunca en el intento de emprender una considera-
cidn positiva del cuerpo, una “filosofia del cuer-
po” que noesté refiidacon una “ilosofia del alma”,
esa inquietud por el “prodigio” del que habla
Pascal en uno de sus Pensées, cuando dice “El
hombre es para sf mismo el objeto més prodigio-
sode la naturaleza; porque no puede concebir lo
queel cuerpoes, y menos atin lo que la mentees,
yy sobre todo cémo un cuerpo puede estar unido a
‘una mente. Abi reside el colmo de sus dificulta-
des, y sin embargo es su propio ser...”
Bibliografia
Barker, F. (1984) Cuerpo y Temblor. Ensayo
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Descartes, R. (1641) Meditaciones Metafisicas,
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Le Breton, D. (1990) Antropologia del cuerpo
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1995,
Merleau-Ponty, M. (1942) Estructura del
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1976,
Merleau-Ponty, M. (1945) Fenomenologia de
a Percepcidn, Barcelona: Ed, Planeta, 1984.