La filosofia del hombre y la Revelacin divina estn de acuerdo al
afirmar que: el hombre es un ser que se realiza en la relacin. Desde su origen, el hombre est marcado por esta realidad. Dios al crear, llama al hombre a relacionarse con l. Esta dinmica se caracteriza por el encuentro con una realidad superior y trascendente a l mismo; el hombre identifica la verdad sobre s, el mundo y en definitiva el sentido de su vida, o sea, sobre Dios.
El cardenal Raztinger en el texto "Mirar a Cristo" hace una
descripcin muy acertada del hombre contemporneo; hijo de la filosofia moderna. Este hombre de la actualidad vive inmerso en una cultura del pragmtismo, de lo til para mi aqu y ahora. Esta cultura se manifiesta concretamente en un deseo de tener y disfrutar de un placer sin limites.
Asumiendo una postura fenomenolgica. Podriamos decir que,
todo lo dicho anteriormente es reflejo de algo que pasa en el interior del hombre, de un vacio existencial que le deja en la superficie y no le permite ahondar en el sentido ms profundo de su existencia. En definitiva, el hombre actual huye de la verdad.
Toda persona est impulsada por un deseo innato de bsqueda
de la verdad, aunque la ignore. Puede pasar, que en esta bsqueda confunda la Verdad, con mayscula, con "verdadecillas". Y as sucede, como bien apunta Ratzinger: ''si no hay verdad, no puede haber esperanza, y si no hay esperanza el hombre no puede tener alegria''. se caba cayendo en un estado de constante inquietud
Pero el hombre est hecho para la Verdad. La verdad que le llena
y da sentido a su existencia, y mientras no la encuentre la seguir buscando. Me parece que, el entonces Cardenal Ratzinger, deja claro que si al buscar la verdad la ignoramos, corremos el riesgo de caer en la curiosidad, o sea, en este vicio frentico de conocer sin medida aquello, que tiende a distraernos.
De hecho, estamos hechos para Dios, Verdad eterna, el nico
que es capaz de satisfacer los anhelos humanos de plenitud. Cuando Dios no ocupa el llugar que le corresponde en la dinmica de la relacin entre l y nosotros, otras cosas ocuparan su sitio, y ah esta el origen de las angustias humanas.