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PUNTO 7 2 a I eas CO Soom e zat Las ilustraciones de este nimero son collages de Eduardo Stupia (Ruenos Aires, 1951). Consejo de Carlos Altamirano Revista de cultura | jose arico (1931-1991) Ano XXI+Nimew 60 | Adrian Gorelik Buenos Aires, abrilde 1998 | | Marla Teresa Gramuglio Hida Sabato Beatriz Sarlo Sumario Hugo Vezzetti | = Consejo asésor? Raa Beceyrs 1 tuniode Visa a Tercera Rein de At ae Conteporiace de Sana Fe 3 1. Literatura 3 Maria Teresa Gramuglio / 7 Adolfo Prieto / rectors: 10 Discusién Beatriz Sarlo 13. Tl Poesia Diseio: 13 Daniel Gareia Helder y Martin Prieto tlio Vese Este ndmero ha recibido apoyo de la Universidad Nacional del Litoral, 19 IIL. Teatro 19 Ricardo Baris / 22 Francisco Javier 25. 1V. Misic 25 Federico Monjeau / 27 Omar Corrado / 31 Gerardo Gandini / 33 Discusion SOUSS (seis némeros) a 7 36 V.Cne ent O 36 Ralael Filippelli / 38 Rail Beceyro/ ah 9 (eres mmimnenys) 42 Beatriz Sarlo / 46 Discusién Punto de Vista recibe toda su corespondencia, giros y cheques a 50 Vi Anquitectura nombre de Beatriz Sarlo, Casilia de 50 Adrian Gorelik / 55 Graciela Silvestri / Correo 39, Sucursal 49, Buenos 61 Jorge Francisco Liemur ‘Aires, Argentina, a | Teléfono: 381-7229 ‘Composieién, armado ¢ impresién: Nuvvo Offset, Viel 1444, Buenos Aires. Veinte aiios/Cuarenta anos Punto de Vista y la Tercera Reunién de Arte Contempordneo de Santa Fe Esta revista apareci6 en marzo de 1978. Se cumplen, entonces, veinte aftos. Como resultado feliz de la sim- ple multiplicacién, alcanzamos ign el nimero 60. Para nosotros se trata de una circunstarcia especial. Sin repetir extensamente lo que hemos di- cho ya algunas veces en esta misma péigina, Punto de Vista aparccié bajo Ja dictadura, sobrevivié en el margen y recorri6. varias etapas de discusin politica y cultural, tratando de pensar Jo que definimos como nuestro campo: Jos problemas de la cultura, el arte, las ideas y Ia historia. Para quienes hace- ‘mos esta revista, ella ¢s el espacio mas importante de nuestra experiencia inte- Jecwual. Lo decimos con la sencillez de tun reconocimiento de hecho. Por coincidencia, en octubre de 1997 Ja Universidad Nacional de! Litoral in- vit6 a varios miembros de Punto de Vista a una Tercera Reunién de Arte Contempordneo, donde el adjetivo “tescera” recordaba a la Primera Rew nidn de Arte Contemporéneo realiza- da, cuarenta altos atras, en 1957. Las ponencias y los debates de e505 dias de octubre, 17, 18 y 19, en el Paratit fo de Ia Universidad, nos parecieron interesantes para convertirlos tuo nimero de los veinte aflos, es de- cir, este nimero 60. Veinte aos de una revista, cus. renta alos en una Argentina que y: no es ni remotamente la misma de 1957 ni de 1978, Los aniversarios son tuna forma de registrar la continuidad ‘de un pats que, en esios cuarenta alos, atraves6 peligros innumerables. Tan bién proporcionan un observatorio, que ‘queremos libre de nostalgia y de com: placencia, para juzgar las diferencia traidas por la historia, ‘Vale la pena recordar alguna informa- cin sobre esa Primera Reunién de Ar- te Contemporéneo de 1957, erganiza- dda también en Santa Fe, también por Ja Universidad del Litoral, que inspir6 a Jos organizadores de la Reunién det 97, cuyo espiritu desearon preservar y prolongar. De aquella reunién de 1957 {qued6 un libro publicado por la Uni- versidad que, después de la presen cién de uno de los organizadores, Francisco Urondo, reunia nueve po- nencias (cuyos autores eran el arqui- tecio Juan Manvel Borthagaray. los misicos Francisco Krépfly Juan Car- Jos Paz, el director teatral Alberto Ro- ET posta del 90 se aproxima tan ligero —tan rfpido y despojado— a los hechos y las cosas, a los fenémenos y Jos eates, que el insight metafisico sobreviene en sus ver- 809 con mayor frecuencia que en los del pocta de preten- siones metafisicas, Porque, zhasta eudindo se le vaa seguir otorgando credibilidad a esis proposiciones pseudofilos6- ficas que la mayoria de las veoes son adaplacion de un lugar comin prestigioso, cuando no infundios especial- mente adomados para los aficionados a la “poesta en ge- neral"? Tiene razén Nabokov: “El poshiust (No valgay, 10 fitil] no es sblo aquello de segunda, sino también lo fal- samente importante, lo falsamente inteligente, lo falsamente atractivo™. Avtenticamente vulgar —inal podria disimulas- Jo— Santiago Veza (Quilmes, 1973) nos detalla con sen- timiento la suerte corrida por su sustancia mucosa: En el semivirculo de la m: bajo svave, Hlorando, la rampa de la Terminal y el moco me cuslga y se mezcla con el gustto a dules de leche de alfgjores guaymalign. my Esta clase de referencias, que al principio pucde resultar molesta, supone un grado de participaciOn en lo real y en Jo actual que diffcitmente ninguna intuicién de formas in- teligibles es capaz de alcanzar. Y es justamente en esa futilidad de la materia significante dond: se cifra lo pasa- jero, el instante; en esas notas por demas de simples es donde habrfa que buscar, antes que cn las tentativas de infinitud, el cardcter ontol6gico de la poesfa. El ser no est ims alld de las cosas, parecen repetir los poctas del 90: s6lo se hace tangible en elas y la prueba se reduce a lt fruicién de esos “dedos que solo las chicas saben meter aplzstando Bubaloos”, segin Marina Mariasch. Su negati- vva.a efectuar cualquier tipo de abstracci6n, @ sacar ningu- na conclusi6a,? es explicitada cada vez que se puede, co- ios”, de Manuel Alemian (Buenos Aires, sf como todos el aif excupis. YY no escupis bronea ai desprecio, escupid smoco y saliva. (Nada més.) Lo insubstancial, lo perecedero, la modalidad ontol6gi- ‘ca més actual, los productos alimenticio, las marcas y las ‘moda efimeras. El tiempo de la poesta argentina de los 90 es el presente, ni el pasado ni, menos adn, el fuuro, Ha- bria que contabilizar las veces que aparece en sus poemas las locuciones “presente puro” y “puro presente”; por el ‘momento recordamos dos: en Roxana Paez (La Plata, 1962) y en Carlos Martin Eguia (Castelli, 1964). La percepci6n ‘ocupa un lugar de preferencia por cncima de a memoria, y lt intuicién, aunque las formas de abstraccién no desi ‘parccen por completo: ‘Tod To que se pudee forma una familia Fabiin Casas (Buenos Aires, 1963), La vacuidad que eireunseribe lo que a medias se acentia CM. Eguia, Hay vn pensaionto que liberar pero no hay mundo, existe un Togsr fuera de uno pero no el mundo Maria Medrano (Buovos Aires, 1971), No ex que leamos mal los signos, €¢5 que las cosas no son signos Laura Witiner (Buenos Aires, 1967), La vida es fascista Santiago Lach (Rosario, 1972), Lo real no se parece a nada Eduardo Aibinder (Banfield, 1969), “Todo to verds se hace fléo Gabriela Bejenman (Buenos Aires, 1973), et. ‘Que el tiempo presente corresponda al realismo no debe llevar a pensar que los poctas del 90 sean, sin mas, realis- tas, objetivas 0 referenciales: lo son, aunque en un sentido muy amplio ¢ ireyular: la estéticarealista seria menos una serie orgénica de requisitos que una lista de licencias y ‘comodidades, cuando no una condicién perdida, segin se infiere del “Romance” de Alejandro Rubio (Buenos Aires, 1967): El cronista de Crinica en so dia franco teclea: porque el realismo social nos ©ag6, fos traté como a taradys, y para realismo -igico. bueve, en fin, mejor cl de Tropicana: es mejor. més real, visceral. Tropos y pathos en la entrada se ignoran, semblantean Los poctas del 90 son ideogramaticos, Se ajustan al ‘caso, se basan en To que conocen, pero sin la pretensién de estar reflejando lo que ven; més bien copian To que tienen cn Ia cabeza, sin waducirlo a un lenguaje clevado, © en todo caso rebajéndolo: Juan Desiderio (Buenos Aires, 1963) se traga las “s” y en general practica usa transcripci6n fongtica del habla juvenil portefia; Rosana Formia (La Fran- cia, Cérdoba, 1969) pasa a letras de molde las cartas de un padre semianalfabeto sin tocarle ni un ‘pice Ia ortografia: Santiago Vega escribe a Jos brochazos, aproximativamen- te; donde dice “la mirada increible de todos los vendedo- res” deberia decir “la mirada incrédula...” (pero lo asiste la retérica, y la errata deviene hipilage). Casi nunca recu- ren al vicio estetizante del cologuialisma,* a Jo sumo so- 1s rmeten la materia verso, rimas, aliteraciones, ete Borges hablo, alguna vez, de una poesfa puramente ideogréfica: “Sirecta comunicacion ik experiencias, no de sonidos"; Ios potas del 90 10 corrige “no”: “directa comunicacién de experiencias dos”. Una simple aliteracion es la vénicbra de esta est de Rodolfo Edwards: vos estés cada dia mis joven yo ins visjo y mas bobo, La rima esporidica, incidental, produce o reduplica el sc tido en muchos versos de F 1968): Nunca vi Se caga de risa cevande me rio de mi, de Danie! Durand (Concord 1964): Por el ojo det chow yo lo veo todo 010, de Gambarotu 1os negros que hacen cola para sacar o¢- duka de identidad y tmiran de este a oeste como si no hubiese otro siglo despues ée es! de Veréaica Viola Fisher (Buenos Aires, 1974): y e802 un yeso porque me quebré, y en las “coplitas fregonas” de Marilyn Briante (Hurling, ham, 1963) y Federico Novick (Buenos Aires, 1972): En el bosque encanta hay tes hves0s con candado. Lavane deben, chia: de sus ingles las lalla. Por eso, slo estamos de acuerdo con 1a mitad de 1o v tido por Daniel Freidemberg en este parrafo del prblogo a Poesia en ta fisura (Ediciones del Dock, Buenos Aires, cra antologia y el primer anlisis serio que se hizo de los postas del 50, y que por et ao de ediciin no podia tener la perspectiva que tenemos ahora: “La po- e sndo es aparemtemente més ‘sencilla’ y 0 “prosaica’ y renum "no teme parecer ‘vuly 4 los hermetismos, los jucgos de palabras, los eufernismos ¥ los rodeos, a riesgo de caer en Ia simpleza, la insignifi- y la literalidad”. La verdad, no vemos que renun- ruck, y menos que menos a los jucgos de palabras —frecuentemente montades en alusiones sexuales—; por €l contrario, ¢s la atenci6n a las minucias del len; i lo tinico capaz. de volverlos, en cierta manera, animosos, ‘giles y felices. La impresién de cosa-viva gue dejan mu- no se deberia tanto a los contenidos de ta én cuanto a que se reconoce en los elementos vverhales fuctzas cuya accion combinada determina el sen- tido, eso que cambia y dura en ef tiempo como una iden- tidad de la lengua. En otras palabras, dinamismo, energia, Por el contratio, el contenido de sus represeataciones puede adoptar fa forma de escena de racismo, de escepti- ‘eismo, de cinismo, de vejaci6a, de marginalidad: ta des- ‘cripcidn de los escenarios puede sostener relaciones meto- nimicas con la alienaciOn, la “fisura, ¢! estado mental del lumpen, del que no tiene ni busca trabajo. amor, ni con- suelo, Las formas de expresisn, sin embargo. no se mucs- tran redundantes con respecto al sentido moral 0 politico de las escenas y a la patética de los decorados; al tiempo que expresan tales contenidos, los viran al grotesco, al carnaval, hacen espamento, Agut se recor mente la lectura de Punctun de Martin Gambarotta (Tie- ra Firme, Buenos Aires, 1995), La zanjita de Juan Desi- derio (Ed. Trompa de Falopo. Buenos Aires, 1996), Misica mala de Alejandro Rubio (Ediciones Vox, Bahia Blanca, 1997), Zelaraydn de Santiago Vega (Di Poesfa N® 41. otofio de 1997) y La raza de Santiago Lach (de préxima aparicién bajo el sello Siesta, de Buenos Aims). Si muchas cosas Megan a los 90 desde el 60, no to hacen sin una serie de modificaciones.* La idealia {el barrio, del pobre, de i mujer, de su cuerpo amado, dct padre, de la causa justa, ete. fueron notas mis bien comu- ros en las poéticas de! 6D. Ea las d prev siblemente, ningin tipo de ideatismo; la piedad y el pudor rho cuentan para nada, se las sabe por dems agentes de *Menem.Dubalde”, Gus- thora no restriccidn a toxlos los niveles. En liora leyendo novelas del tipo Simone de Beauvoir y habla desde exa zona de Is buena voluniad, tuna suerte de lugar comén progresista ¢ vagamente progresiot E] brillo de los ojos todavia hiimedos, uelve a llenar el vaso y se lo pasa lla dice que no eon la cabeza, [No es que sea incorruptible —pinsa é cs estupia Lo notable, en este ejemplo, es la suerte de bovarismo del 60 que padece Ia mujer. Parfraseando, podria alegarse {que esta mirada vagamente antiprogresista ¢s a su vee un lugar comdn de los 90. Concomitante, tal vez, con esta “mirada enforma de escepticismo” Eguia), la puerilidad se muesira, en sas moltipks formulas, como oa linea emergente entre kas posticas de! 90, Abusando de la confiania de nuestro ami- g0 Freidemberg, quisiGramos seguirle reescribiendo ese Péerafo en general acertado; los poetas recientes no corren cl riesgo de caer en “la simpleza, ta insignifi Iiteratidad”, més bien dan ta impresiGn de partir de ‘por momentos de no tener el karma de mayores preiensio- nies. Casi todos saben cmplcar esia regla, incluso incons- cientemente; cuanto mas explicito cl sentido, tanto 0 més equfvoro, Miniaturas banales, encantadloras y plisticas en ‘casi todos los pocmas de una revistita neopop, como ésta de Femanda Laguna (se desconocen mas datos): ‘una es hermosa, Su eabello es hermoso ¥ su boca dice cosas hermosas, Yo crea en su corszén, Los poetas del 90 guardan escasos puntos de contacto oa Ja lirica en particular y con lo pottico en gener aparte de ciertos remanentes hist6ricos del género como el verso hi ima 0 el principio de compresi6n. Casi todos son antofobices y “antiprimuta” vale decir: sicnten aversiGn por las flores, la primavera y la estética anacré- nica de la que flores y primavera serfan expresiones me- tonfmicas. Los que se animan a resefar el paisaje de kas periferias y aun de las zonas semirrurales —respectiva- mente Jos casos de José Villa (Martin Coronado, 1966) y ‘Osvaldo Aguirre (Col6n, 1964)— se ven obligados a to- mar demasiadas precauciones: os substantives son pic~ dras; los adjetivos, marrones (exageramos, claro). Aguirre te que un algo brille, pero la pone a ras del suelo, ‘contenido: Brilla en el suelo, fy petaca vaca En una buedlica de apenas siote versos, leve y Mena de ‘gracia, Villa se cuida de que no falte lastre en la del me- La piel transparente de las cigamras en las ramas, ef azul los bordes rojizos, los espléndidos amarillos, su pequena figura, cl ruido ensordecedor de las méquinas, tan cerca de alli, en ese recone de esealas arises y de plomo, girando, hilices puras AI Iado del resto, ésios pueden ser considerados poetas liricos, aunque de ninguna manera anacr6nicos: incluso protablemenic el méisculo del sentido hisiGrico est@ en ellos més desurrallad, puesto que deben remar contra la corriente. El lugar de la efusiin y dc la vista panorémica, Uipicamente lricas, lo ocuparian cierto glamour sovero y ¢l vistazo que detecta de inmediato “las ruinas de un embat- cadero”, “un par de chanchos que flotan muertos” © “hue- Has sobre el estiéscol, en la mierda”, como si ka naturaleza debiera mostrarse mérbida para ser entonces digna de men- ccidn, El adalid de esta actitud seria Oscar Taborda (Rosa- tio, 1959) y el ejemplo més acabado su novela en verso 40 watt (Beatriz Viterbo, Rosario, 1993), de donde proceden las dltimas citas. Ahora bien, si la mayoria de los poetas del 90 mani- 18 fiesta un total desinterés por la physis, hay que decir que 1 todos ni siempre logran trascender es cualidad nega- tiva genemeional y hacer de una auténtica fascinacién por Jo plebeyo un motivo igual de plausible que el entusiasmo or la belleza de los antiguos. En esto se alvierte con Glaridad una revitalizacién, con nuevas manifestaciones y desvios, de cierta constante de la poesfa argentina a la que podria calificarse de “rantifusa”,” Paralelamente obscrva- ros algunos indicios de un ncobarraco anoréxico, implo- sivo y femenino (por oposicién al neobarroco bulimico, ‘explosivo y gay de los £0, cl “festival de ritmos y colores” ‘él que hablaba, con gran optimismo hist6rico, Néstor Per- ongher), El kitsch ya no es heroico, no libra batallas; estetizade como por modisias, subsiste en filigranas de tuna ironfa delicada; con un leve toque, el reino vegetal deviene “un planets miniatura Heno de baby cactus” (Ma- fina Mariasch) y asf, de a poco, los motives liricos co- smienzan a ser recuperados, conjugades con el ztificio cul tural como las flores del seibo y el burucuy4 en los billetes de 20 y 50 posos. “Rosas de la china, jazmin del pais” en Mariana Bustelo (Buenos Aires, 1974), “pimpollos bomb de color” en Gabriela Bejerman; el equivoco y cmblem- tico “soy natural y fresca” de Fernanda Laguna admite ‘muchisimas variantes: “soy la alcancfa chanchito” de Lu- cia Gagliardini (Buenos Aires, 1976), 0 cl epigrama “Re- triciit” de Selva Dipasquale (Lomas de Zamora. 1968) soy feliz Entonses me pregun 280 extaré competanente ‘squivecada? Pero la Iifica, la Iirica pura, sin ironta ni subterfugios, nunca se da por mucria, igual que el soneto: siempre en- cuentra voces que vibran en su sintonia y mantienen con ella un idilio tanshistérico: ni siquiera un panorama ac- tual de a poesfa argentina, heterogéneo y escasamente sublime como es, deberia privarse de una disonante nota lirica, clara en sf misma, imaginativa y sin ningiin tipo de lastre, como este trazo elegante de un libro editado en ka primavera de 1997 con el titulo Ambici6n de las flores, de Barhara Belloc (Buenos Aires, 1968): rhunea me gustaron hs flores sino hasta ahora: tay coment esperando que diluyan en 1a sangre y al ver, més tarde, los ‘rotes en mi piel, seria feliz como ninguna mujer lo ha sido. madreselvs en flor, estrella, tarintula Notas: 1. Laseitaspertencoen por onda. a Jess Me+ ies comenario por dems de insito en ut pi, Pizarik, Perlongher, Caroma, Belles, Au ana (1958), pesealo ea Tatemet; Manu Ciao, lider del grupo Mano Negra (1962; Francisco Rodriguce (1967, también ox uterbet; y Ale jindea Ze, Diario de Poesie, N° #2. 2” Cuando un pocta del 60 como Daniel Ba spot CBcnon Aizen, 1933) includ la macea de {tn producto alimenticio se via obliga a rt turalzorto com coms: el “easco 9 des pa ‘dis’ tales" (Despedida como tal, 196). Tor thvia Arturo Carrera (Pringle, 1938), enamlo fncluye sv precursor uo Tang (oo casulmen- te omnis de i dinar cha), lo hace om tratarcon un murs de nastri: "y mientras ella evenvolvia us punton de sctet! en Ta occu tid lechor &tbobia Tang” (Arturo y 0, 1980). Bl geao sigue sem o! del Barrow, coufundir Jo ato coa lo ja, oelevar a cero nivel — por ‘omtaminacsia— Ho que 3© halla pox dbo, fara los poctas det 90 no habia ada por debo- Jp. °No hay divigén eure iy eultura aly Ie fultura de masas ca el wabejp del posta; pice en wu diferenera, si paisa. Esto eucede poe fue los jvenes de los 90 tienen ana reacion Gon I cultura de masas muy diferente ala que se tena en los 70, Entonces se pia trabajar on ls cultura de masas, pero coa una distancia eperacional, con. un eserz0 por incorprarla En camtio, en el texto de un joven de los 9, ede spacccer, naturaimente, una cia de Joy: fe jmto a bs figura de Betty Boop.” (Delfin Macctiet, en BY Cronisa del 2729/1996) Ea 1a comratapa de La raptura, de Ezoquil Ale rerra Fire, Buenoe Aires, 1997), Far bid Casas Se rire, peyoraivatnente, a pos amas Lilométricos que, como ea una feria ‘en un 22pping Vertiginoso simi Luna le eatdca MTV comionen tanto Las tho Avilés como a Black Francs, de las P+ Povta gic alee su peop libeo con un epigrafe te Tita Merelo, de todos mods, eabe destacat ‘gee ol “tano.. coma” 90 va de art abajo smo que se desplara en un berioaie macsme> ‘istics se Ta television a rock. 3. Hay un poems emblemitico de esta posts re: "Pasoa nivel en Chacasia"; portencesa Fa bin Caeae y extd ea mu libro Tuca (Tier Fite ime, Bucoos Aires, 1990): “Las chicos pooea tae wie mean pasa el tn ave Teva pnte!bacia alg lado. Entoaces corten yy sscan Lae modal slieadae poe ls rv ¥ laceroy se rien, ponen ms! wobwe las wasmas ase Villa en el prlogo a Oreja lomada, de Manuel Alemian-— sti lejos, muy Tejc de 10 ‘qu se lan coloualismo, oe faokde realist.” 3 Fredemperg. por su tao, frente las lineas de coutinuidad y de cambio fitte Ie 80 y los 90: "Si algo parece haber ‘quedads establocido en los 80 es la concicncia ‘que, como adveria Mallarme, poesia 2 tuce con palabras, Que es trabajo coo la mate- tia weral, antes que musifestciin de Meas y ‘sontimientos, revelacia de alguna noma dseo- ‘ocida del mundo o dl espietu o ranerisin de algén mensaje oenseianza.(.) Los mevos postas parecen tence tan asumida esa convice ‘in que yao necesizan demostraa”. (EL su- trayado es muestra) 6 Eltérmino exe Byroa pero lacita de Ose ‘aldo Lamborghini, uno de foc fares —jmto a hersiano mayor Leia, Ger. Gineuz7, “Zelarayin, Marosa Di Giorgio, Suet, Aira, Cor fhamo y atror— de fos pct del 90. 7. Ramifuse es el despectivo de rane, vee ales de atorrate. Esta constante viva y he do Mange), La crenche emgrasadi de Caos ‘da Pin, lo Verses ranifusos de Yacaré. Bo- flo, ef Tango, el Lunfard, Luis Lud, los So- neo mugres de Daniel Giribaldi, Leénidas Lambexthini, Ricardo Zelarayin, Oscar Stem berg, Ia Gauchescacl Ssincte Crollo-el Gro tesco, Tui. ta éoica arillers de Borges, La ‘masa de la mala pata de Oliva, Bulan de Suan Filloy, la Musa mistonga de Julisn Cente ya los Foemas jviales de Fravesco Gandolfo, ‘Wkock Nacional Fray Mocho-AeicLast Rea- ‘01, el @, en suma: Ia ed amipottea satiric feu anilirin y cofoguil a queso agrees ria. con sus pecularidades, gran pane de Is por ‘oi reciente, Esta constant coincide en foevem ‘Gal, con fo rasgos rastreados por Eduardo ‘Romano y que tesumisi “em el ctorno as die ‘eso podtico coloal liminada toda grand Tocueaci, acto a Tay moalidces del tabla, incuso en sus variates mas netamerte ores y fun callsjera en uma comcarcnte preocupe ida pot fo extidian, trad merced a una po- hen de orien gauchesco que pas’, CoH los ‘consiguicntes cambios y reacomotaciones lk [resin anguera, en acudir a ienica de yonta- Posicie ode collage que no 0m ajenas al pe= ‘hodisme ni + otros lenpuajes de las actinles ‘conunicaciones mnasivas; en uaa acitud critica ‘qu: desde las admoniciones reformastaso fu- turGlogas para emplear to sin autile Ia itonia, fos sarcasm 0 el bunioe corosivo”. (Sobre poesia popular argentina, CEAL., Bus ites 1983), UL. Teatro Ricardo Bartis, Francisco Javier El trabajo del actor Ricardo Bartis Mirelaci6n con el teatro tiene que ver bésicamente con la actuacién, y es una, relacién un tanto azarosa. Nunca me consideré un profesional ni aspiro a tener una relacién profesional coa el teatro, que, para mi, es un espacio de Enel panel sobre teatro tervinieron Ricardo Bartis, Rafael Brus. expresién y de juego. Comencé a es tudiar actuacién y me relacioné con ese Fao fenémeno que son las escue las privadas de teatro ya grande. No vincule eon ninguna ex- 0 Javier. Publicamos una desgrabacion editada de lo expuesto por Bartis y Javier. da prejuiciosa sobre el teat en par- ticular, Para mf el futbol era impor- tante y me daba mucho placer jugarlo, ‘Comencé mi formacién en teatro a través de iéenicas que son perversas, siniestras, reaccionarias... Bi te reaccionarias, porque ponen de ma nificsto una mirada sobre el hombre y tuna hipdtesis sobre el arte re das, que nos informan sobre el infa tilismo del teatro si se lo compara con as. El teatro no tiene m iptual de lo que sucedi6 cen este siglo, Stanislavsky, y no Me yethold, es conocido aqui porque, en Primer lugar. los textos de Meyerhold ‘ho pudieron salir de la Univa Sovigti otras discip 9 20 caen a época de Stalin, pero también por el pragmatismo y Ia preocupacién por el “ser” de la formulacién stanis- lavskiana, que se diferencia de ta idea del “estar” en ef espacio, que plantea tun director como Meyerbotd. ‘Mi relaci6n, entonces, era con un Juego donde el valor del juego apare- cia cuando se afirmaba el carfcter del jugador. FI fatbol deja de ser una in- ‘genuidad cuando es jugado de manera asional, vibrante y profunda. Se ac- tivan fuerzas gue elevan el juego a través de la afirmacién del jusador. Cualquiera que juega 0 que le gusta mirar un deport entiende eso: Ia im- portancia de la afirmacién dal jugador Por encima del juego. ‘Me resultaba extrafio que en el jue- 80 del teatro, un juego profundo y ‘complejo, mas viejo que el catolicis- mo © que el judafsmo, més viejo que ninguna filosofia, todo estuviera regi do por la idea de afirmar el juego. Du- rante mi perfodo de formaci6n en te~ ‘iro, en ver, de afirmarngs los actores ‘como jugadores, tratdbamos todo cl tiempo de afimar el juego: hacer la ‘obra, hacer personsies. CCualquier persona sensible y me- dianamente ineligente acepta desde hace aifos que la nocién misma de per- sonaje implica la idea de que alguien es siempre igual a sf mismo, y que el teatro debe, en ese intento banal de reproducci6n naturalsta, tratar de ere- a ese tipo de personajes tal como se ‘ree que existen en Ia vida, Eso nos obliga a los actores a ser meros ins- ‘trumentos del texto. En consecuencia Ia formacién de ese tipo de actor es por imitacién y reproduccién. Pero quien es portavor de un mandato que ‘no es propio. 1o cumple a medias. Por €50 todo lo que se conoce como teatro profesional, en relacién a la actuacién, 5 un trabajo a medias. No se investi- ga el elemento mas importante, desde el punto de vista artistico y existen- cial, que es el actor. El actor produce el scontecitnicn- to nico. Factor tiene que alirmar su discurso de actuacién y aducfiarse de la idea de que él es 1a materia testral, ¥y que lo literario, las artes visuales, la aquitectura, Ia misica, la danza son s6lo elementos. La materia absoluta- ‘mente primitiva es el cuerpo del actor. El debate en los aftos ochenta gird sobre el eje teatro de texio 0 teatro de igen. Creo que ese eje ocultaba la discusi6n principal. Habtamos pasado por una dictadura que estigmatizd y oblig6 al repliegue absoluto de todo Pensamiento que cuestionara el orden politico y el orden moral. A mi enten- der la actuaciGa cuestiona todo orden moral, (odo orden establecido, ¥ pro- ‘duce una fractura. Actuar significa te- ner una voluntad de forma, una vo- luntad existencial de cuestionar el ‘orden de ta realidad, ‘Actuar introduce de manera activa cl tema de la muerte. El que actéa sa- be que se muere cuando tennina de actuar. Y esto no es una situacién me- taforica, es algo concreto: los actores intentan dilatar e1 momento final de Ia funciéa, meten morcillas y cosas por elestilo, Fsto no sucede por puro nar-

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