Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco y de El Cotidiano. Los movimientos sociales desarrollados en los últimos 20 años tales como ecologista, feminista, estudiantil, homosexual, y toda otra forma de protesta particularizada, independiente de los gobiernos y los partidos políticos -de singular importancia como comportamiento social y como desafío teórico- aparecen habitualmente vinculados al concepto de "sujeto social" como su forma de presentación general teórica, aséptica, desligada de su carácter político. La utilización del concepto sujeto social releva por lo menos tres grandes temáticas. La primera se refiere al estatuto teórico epistemológico del concepto, su cientificidad., los antecedente epistemológico del concepto, su cientificidad, los antecedentes epistemológicos que la sustentan, su alcance explicativo y su posible vinculación con otros conceptos más generales referidos especialmente al ámbito histórico. La segunda tiene que ver con su relación a la política, en el sentido de la supuesta ideologización del concepto, los límites y la posible confusión entre teoría política y ciencia sociológica, por tanto la extrapolación de las conclusiones de un campo a otro; finalmente, la toma de posiciones que supondría la utilización de estos conceptos en la política contingente. El tercer nivel es la existencia misma de los sujetos sociales, su relevancia en la sociedad en su conjunto; su origen y especificidad, en especial su universidad o particularismo respecto de los paises desarrollados; su estructura interna y su participación política; el carácter renovador y moral de sus acciones, en particular respecto de la acción de otras instancias de la vida política como son los partidos y los gobiernos. La dimensión teórica epistemológica El origen del concepto sujeto social es incierto y está posibilitado por varios sucesos complejos derivados tanto del desarrollo material de la sociedad moderna, como por la necesidad de respuesta ideológica a una cierta caracterización construida de la teoría clásica -histórico-sociológica- del siglo XIX, en especial el marxismo y su continuadores. Los antecedentes y posterior evolución del concepto están ligados al desarrollo de la sociedad industrial, capitalista -con posteridad a las dos guerras mundiales-, época en que se agudizó y profundizó la dispersión e individualización de la sociedad tradicional, anunciada, entre otros, por Weber y Durkheim; cuestión ya tratada por Hegel en la crítica a la sociedad civil de los teóricos del siglo XVIII, expuesta posteriormente por la economía inglesa clásica, y que Hegel llamó la sociedad del entendimiento. La exacerbación de la sociedad del entendimiento; es decir, la sociedad donde priva el egoísmo, dio como resultado la segmentación, la especialización; nuevas formas de participación y marginalidad; y la incapacidad de representación global - por parte de los individuos- de la sociedad en su conjunto. Por el lado teórico, el concepto de Estado hegeliano como encarnación de la razón y del espíritu absoluto; en Marx el modo de producción: en Durkheim, la solidaridad orgánica; y en Weber la racionalidad creciente y la necesidad del carisma; fueron, entre otros, intentos de contrapartida y relativización al proceso de individualización efectivo de la sociedad. El destino y la posterior utilización de estos esfuerzos fueron diversos, sin embargo, la tensión entre individuo y sociedad permaneció como una cuestión abierta a la discusión, la cual no pudo desligarse de la dimensión política. A partir del segundo cuarto del siglo XX el descrédito del marxismo oficial, derivado de la práctica del estalinismo, el uso mecánico de la categorías dialécticas y la pérdida progresiva de la influencia de los partidos comunistas, pusieron en tela de juicio algunos de los principios más vulgarizados y generalizado de la llamada teoría clásica marxista. La cual había resuelto esta contradicción mediante la utilización -entre otras categorías- del concepto de clase. Sin embargo, aun dentro de los seguidores del marxismo, surgió la necesidad de enfrentar los nuevos sucesos e intentar realizar estudios que la generalidad de la teoría dialéctica había dejado abandonada, en especial los referentes a la crítica a la economía política, al estado capitalista, a los estudios de los sujetos sociales, las nuevas formas de comunicación, los diversos procesos de trabajo, la cultura en sus más diversas expresiones, etc., cuestión especialmente desarrollada, entre otros, por la escuela de Frankfurt. Aunado a estos hechos, el desarrollo previo de problemas epistemológicos poshegelianos y marxistas pendientes,dio como resultado diversas corrientes neokantianas que vinculadas posteriormente al empirismo inglés y al pragmatismo americano -tratados en el ámbito del círculo de Viena- replantearon temas clásicos: la posibilidad y los límites del conocimiento con el surgimiento del formalismo lógico -matemático, el estructuralismo, la teoría del sistema, etc., la crítica al historicismo y a toda suerte de emanantismo, teleologismo o finalismo; el rechazo a la metafísica entendida como todo proceso de pensamiento no empírico; la aceptación cada vez mayor de la probabilidad y la indeterminación como fundamentos de un conocimiento real; y el abandono de toda concepción que estuviese ligada a algo parecido a las leyes de la naturaleza o la sociedad. íntimamente ligado a estos problemas sobresalían los temas kantianos de la práctica teórica y la social y, por tanto, de la ciencia y de la moral. En su conjunto, a mediados de los 60 estos fenómenos dieron como resultado, más que una teoría, una especia de sentimiento teórico. Por que surgió del rechazo difuso experimentado sentimentalmente, aunque por ello no menos objetivo; y teórico por que pretendió ser un reemplazo reflexivo respecto de ideas que, habiendo sido muy queridas, al final decepcionaron. Una parte importante de pensadores y políticos que se acercaron a esta perspectiva provenían de la izquierda filomarxista que fue tocada en el corazón por el descubrimiento del socialismo real.1 11 Dos grupos de pensadores surgen en la construcción de la nueva ideología. Por una parte los que vienen de la izquierda decepcionada y, por otra, las corrientes particularistas y positivistas. Ambas coinciden sin embargo en la construcción de Viejo y nuevo sujetos. El concepto de sujeto nuevo, moderno, el desarrollado por el positivismo pierde la jerarquía que la había dado Hegel: el Ser es en sustancia un sujeto. Es decir, la sustancia como sujeto en la nueva concepción no se concibe como un proceso. La idea según la cual razón culmina en la libertad, y la libertad es la existencia misma del sujeto y donde la razón existe solo a través de su realización en el proceso de su conversión a lo rea, es abandonada por un triste sujeto empírico, particular, justificada su existencia por el rechazo a una concepción globalizante e histórica. La utilización idealista del concepto de sujeto, que había permitido darle un sentido histórico a la teoría del conocimiento, que había roto con antítesis rígida entre sujeto y objeto entendiéndolos como momentos de la experiencia del conocimiento; que había determinado la verdad como un proceso más que un resultado y donde lo falso no es más que una instancia de ella; en definitiva la idea de dialéctica expresada en que el sujeto histórico no es más que el desarrollo de la humanidad queda reducida a sujetos ahistóricos y sin vínculos aparentes entre si. Más bien la idea moderna, actual, se adecúa a la antigüedad posición de la teoría del conocimiento de los siglos XVII y XVIII, donde éste aparece opuesto al objeto. El sujeto social no es ya la razón de la historia -ni en su versión idealista ni en cualquiera de sus interpretaciones materialistas -queriendo ser más modesto aunque en realidad no lo es. A pesar de que él mismo es una abstracción particularizada, un recorte de lo social sin cohesión, aparentemente -ni externa ni interna-, el sujeto social, como concepto, pretende presentarse como concepto, pretende presentarse como la más real, según lo quiere la tradición positivista. Su criterio de verdad es la experiencia empírica y su permanencia como objeto, paradójicamente, es la relación arbitraría o la construcción simbólica de la interacción entre sus miembros 2 El sujeto social, tanto el existente como el teórico pretende ser nuevo: los nuevos sujetos sociales. Al no querer recurrir, quizás por vergüenza teórica y no ser asimilado, a la gran teoría prefieren las teorías pequeñas, de rango medio y se convierte en un vulgar sujeto de la acción, actor, rol, agente. La idea de la participación del individuo o el sujeto en la historia no es nueva, así como la inclusión o exclusión de una concepción más global en el desarrollo de la sociedad.2
un ente, el sujeto como sustituto de la explicación clasista.
2 Ver Klaus, Eder. Cruzadas morales. Política No. 12, en lugar de hablar de una conciencia subjetiva o de un ser objetivo, los estudiosos (sic) han empezado recientemente ha hablar de una autocreación social o auto organización de la protesta colectiva. 2 Significativo ha sido el esfuerzo de integrar el estudio desde la individualidad a concepciones más generales, como la teoría marxista. Buen ejemplo de este intento lo da John En Kant, el imperativo categórico; es decir, el fundamento a priori de la moral, la cohesión social de los individuos, no es una ley de la sociedad en su conjunto sino una idea respecto de la cual los individuos aspiran y constituyen el àmbito más general de lo social. Siguiendo esta tradición, Durkheim y Weber dan un énfasis especial al individuo y por ello este último construirá la sociología comprensiva con base en la acción de estos que constituirán la acción social en la medida que probabilísticamente sus acciones se asocien a otras con sentido individual. El renacimiento de Parsons, el gran componedor y sintetizador a la americana de teorías Europeas, se debe en parte al soporte teórico en estos dos grandes pensadores aunque en él la concepción totalizante se ve minimizada. De la simbiosis funcionalista, positivista del pensamiento europeo surgirá parte importante de los temas que retoman los "sujetólogos" sociales. Parsons, con la idea de rol y de función, se trasmuta como fantasma dentro de la ideología del sujeto social y transforma las particularidades sociales en entes apolíticos, apoyados tanto por la definición que estos sujetos o más bien movimientos hacen de si mismos3, como por la teoría que quiere introducir en ellos solamente lo que la realidad empírica ofrece: su acción particularizada individual e individualista, sin ambición de totalidad4. El sujeto del entendimiento y de la razón. El concepto de sujeto social surge de la elección de una pata de la antítesis -aunque no lo sepan sus teóricos- de la vieja distinción entre Entendimiento y Razón, inaugurada por Kant; en la cual el entendimiento es concebido como condición de la experiencia del conocimiento que aporta el orden a los materiales de la intuición sensible y que por su parte, como contrapartida, recibe su contenido: las intuiciones sin los conceptos son ciegas y el entendimiento sin ellas es vacío.
Elester.Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos alegato en
favor de individualismo metodológico. Revista Sociológica, Otoño 1986 1 Año 2 U.A.M. AZCAPOTZALCO. SOCIOLOGIA. 3 Klaus Eder. Ob cit. Este autor, en una mezcla poco comprensible entre "opiniones marxistas": clases medias, pequeña burguesía, posición de clase objetiva y la teoría de oposición de clases subjetivas (sic), intenta, con poco éxito, "objetivar" la perspectiva (sentimiento) que los "nuevos movimientos sociales" tiene de sí; es decir, de realmente ser "nuevos" y "movimientos". 4 Rafael Farfán H. Adhiriéndose a la importancia del rescate del "individuo" y del "individualismo" como elementos definitorios de una "épocas del vacío" hace una reseña del magazine Littéraire de abril de 1988, los que supuestamente, ademas de ayudar a la comprensión del debate del país (SIC), planteando problemas como la representatividad y la participación política o bien la formación y organización de los nuevos actores sociales o el problema de la democracia y sus formas de viabilidad para gobernar la sociedad.(SIC). Este dictum expresa la más alta y única forma de conocimiento científico. Aquí la experiencia sensible sigue siendo el fundamento y el conocimiento no puede transponer sus límites. Los objetivos del conocimiento son lo que son y no pueden ser otra cosa. La contradicción sólo puede pertenecer al reino de la razón, de la metafísica, la cual todavía es útil en Kant porque a la rigidez es simplismo del entendimiento le otorga la fuerza de su autocuestionamiento constante y, por consiguiente, de la posibilidad de cambio de la imaginación que, sin embargo, será nuevamente despiadada por lo moderno. Al rechazar -muchas veces sin conocimientos- la vertiente de la razón desarrollada por Hegel, Marx, y sus continuadores como consecuencia necesaria de los planteamientos kantianos, el positivismo -tanto el antiguo como el moderno- y en el especial sentimiento teórico de los sujetólogos sociales han vuelto al culto del entendimiento. La validez del concepto y sujeto social Esta vuelta al emprirismo radical y el rechazo de las concepciones globalizantes, retomadas -como la hacen el entendimiento- por la concepción vulgarizada de los sujetos sociales, no ha dejado de tener un fundamento justificatorio contundente en el rechazo a la utilización de las concepciones globalizantes deductivistas en que se transformaron durante mucho tiempo los análisis de muchos seguidores del Marxismo5. La búsqueda por especificar la realidad social y entrar al detalle de su participantes, además de entregar información empírica imprescindible para el análisis desahogó y puso de manifiesto la esterilidad en que había caído el pensamiento marxista en el segundo cuarto del siglo XX. La concepción recortada de lo real, en la medida en que es conciente de su reductivismo y de su imposibilidad de ser verdad separada de un todo, permite un estudio riguroso de lo real fácilmente recuperable en una concepción totalizante. El sujeto social visto en su particularidad, desgajado transitoriamente de su explicación global, es hoy en día una condición de la ciencia. Así como es posible estudiar en forma especializada las funciones de los seres vivos o las partes de una máquina, así mismo es imprescindible tener una compresión particularizada y especificada del ser social. Sin embargo, si el sujeto social no quiere ser puesto en función de la totalidad, por rechazo a la metafísica o al teleologismo o a cualquier explicación trascendente que vaya más allá de la realidad empírica, del entendimiento, la caída dentro de la metafísica será más contundente estrepitosa. La parte que se considera parte que se considera parte de nada o el individuo que no es individualidad de una generalidad, es más exótico que cualquier idea trascendente. En una versión quizás no justa y aplicable a todos los estudiosos de los sujetos sociales, pero que aparecen como la más conocida y generalizable, o por lo menos sostenida por algunos relevantes pensadores de esta tendencia, los sujetos 5 Una entre muchas fue la experiencia teórica de Louis Althusser, para no referirse a la masacre del marxismo que hizo su discípula Martha Harnecker. sociales no pertenecen a las clases ya sea porque estas dejaron de existir desde los inicios del siglo XX o porque sus intereses y moral son nuevos sujetos aparecen independientes de una concepción global de la sociedad, los sujetos actúan en un escenario donde cambia,-como actores- según cambian de escenario. No existe ninguna razón más allá del mismo hecho que explique el cambio de escenarios; sus acciones están determinadas por la premiación de ideas fuerza que tampoco tiene justificación aparente, más allá de la surge el intercambio e interacción más o menos azarosa de los individuos que componen a los sujetos sociales. Las antiguas y despreciadas concepciones -pero tan útil por un tiempo para la explicación de los fenómenos sociales- clase de intereses de la clase, de la crisis política o coyuntura, de ideología, son reemplazadas por un pensamiento metafórico, analógico el más pobre de los razonamientos. No se trata aquí de defender la teoría clásica marxista ni de ninguna teoría que suponga un sentido de la historia o de la sociedad más allá de los individuos. Más bien se trata de mostrar los limites de la ideología que supone pensamiento teórico, que reconociendo su objeto como parte de lo real -aunque no utilicen términos tan pasados de moda-, se considere, sin embargo, como lo más real. Las consecuencias para el análisis teórico son graves para el pensamiento político quizás lo son más.