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Un sujeto (social) al alcance de toda sospecha.

Augusto Bolívar Espinoza.


Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana
Azcapotzalco y de El Cotidiano.
Los movimientos sociales desarrollados en los últimos 20 años
tales como ecologista, feminista, estudiantil, homosexual, y
toda otra forma de protesta particularizada, independiente de
los gobiernos y los partidos políticos -de singular importancia
como comportamiento social y como desafío teórico- aparecen
habitualmente vinculados al concepto de "sujeto social" como su
forma de presentación general teórica, aséptica, desligada de
su carácter político.
La utilización del concepto sujeto social releva por lo menos
tres grandes temáticas. La primera se refiere al estatuto
teórico epistemológico del concepto, su cientificidad., los
antecedente epistemológico del concepto, su cientificidad, los
antecedentes epistemológicos que la sustentan, su alcance
explicativo y su posible vinculación con otros conceptos más
generales referidos especialmente al ámbito histórico. La
segunda tiene que ver con su relación a la política, en el
sentido de la supuesta ideologización del concepto, los límites
y la posible confusión entre teoría política y ciencia
sociológica, por tanto la extrapolación de las conclusiones de
un campo a otro; finalmente, la toma de posiciones que
supondría la utilización de estos conceptos en la política
contingente.
El tercer nivel es la existencia misma de los sujetos sociales,
su relevancia en la sociedad en su conjunto; su origen y
especificidad, en especial su universidad o particularismo
respecto de los paises desarrollados; su estructura interna y
su participación política; el carácter renovador y moral de
sus acciones, en particular respecto de la acción de otras
instancias de la vida política como son los partidos y los
gobiernos.
La dimensión teórica epistemológica
El origen del concepto sujeto social es incierto y está
posibilitado por varios sucesos complejos derivados tanto del
desarrollo material de la sociedad moderna, como por la
necesidad de respuesta ideológica a una cierta caracterización
construida de la teoría clásica -histórico-sociológica- del
siglo XIX, en especial el marxismo y su continuadores.
Los antecedentes y posterior evolución del concepto están
ligados al desarrollo de la sociedad industrial, capitalista
-con posteridad a las dos guerras mundiales-, época en que se
agudizó y profundizó la dispersión e individualización de la
sociedad tradicional, anunciada, entre otros, por Weber y
Durkheim; cuestión ya tratada por Hegel en la crítica a la
sociedad civil de los teóricos del siglo XVIII, expuesta
posteriormente por la economía inglesa clásica, y que Hegel
llamó la sociedad del entendimiento.
La exacerbación de la sociedad del entendimiento; es decir, la
sociedad donde priva el egoísmo, dio como resultado la
segmentación, la especialización; nuevas formas de
participación y marginalidad; y la incapacidad de
representación global - por parte de los individuos- de la
sociedad en su conjunto.
Por el lado teórico, el concepto de Estado hegeliano como
encarnación de la razón y del espíritu absoluto; en Marx el
modo de producción: en Durkheim, la solidaridad orgánica; y en
Weber la racionalidad creciente y la necesidad del carisma;
fueron, entre otros, intentos de contrapartida y relativización
al proceso de individualización efectivo de la sociedad. El
destino y la posterior utilización de estos esfuerzos fueron
diversos, sin embargo, la tensión entre individuo y sociedad
permaneció como una cuestión abierta a la discusión, la cual no
pudo desligarse de la dimensión política.
A partir del segundo cuarto del siglo XX el descrédito del
marxismo oficial, derivado de la práctica del estalinismo, el
uso mecánico de la categorías dialécticas y la pérdida
progresiva de la influencia de los partidos comunistas,
pusieron en tela de juicio algunos de los principios más
vulgarizados y generalizado de la llamada teoría clásica
marxista. La cual había resuelto esta contradicción mediante
la utilización -entre otras categorías- del concepto de clase.
Sin embargo, aun dentro de los seguidores del marxismo, surgió
la necesidad de enfrentar los nuevos sucesos e intentar
realizar estudios que la generalidad de la teoría dialéctica
había dejado abandonada, en especial los referentes a la
crítica a la economía política, al estado capitalista, a los
estudios de los sujetos sociales, las nuevas formas de
comunicación, los diversos procesos de trabajo, la cultura en
sus más diversas expresiones, etc., cuestión especialmente
desarrollada, entre otros, por la escuela de Frankfurt.
Aunado a estos hechos, el desarrollo previo de problemas
epistemológicos poshegelianos y marxistas pendientes,dio como
resultado diversas corrientes neokantianas que vinculadas
posteriormente al empirismo inglés y al pragmatismo americano
-tratados en el ámbito del círculo de Viena- replantearon temas
clásicos: la posibilidad y los límites del conocimiento con el
surgimiento del formalismo lógico -matemático, el
estructuralismo, la teoría del sistema, etc., la crítica al
historicismo y a toda suerte de emanantismo, teleologismo o
finalismo; el rechazo a la metafísica entendida como todo
proceso de pensamiento no empírico; la aceptación cada vez
mayor de la probabilidad y la indeterminación como fundamentos
de un conocimiento real; y el abandono de toda concepción que
estuviese ligada a algo parecido a las leyes de la naturaleza o
la sociedad. íntimamente ligado a estos problemas sobresalían
los temas kantianos de la práctica teórica y la social y, por
tanto, de la ciencia y de la moral.
En su conjunto, a mediados de los 60 estos fenómenos dieron
como resultado, más que una teoría, una especia de sentimiento
teórico. Por que surgió del rechazo difuso experimentado
sentimentalmente, aunque por ello no menos objetivo; y teórico
por que pretendió ser un reemplazo reflexivo respecto de ideas
que, habiendo sido muy queridas, al final decepcionaron. Una
parte importante de pensadores y políticos que se acercaron a
esta perspectiva provenían de la izquierda filomarxista que fue
tocada en el corazón por el descubrimiento del socialismo real.1
11
Dos grupos de pensadores surgen en la construcción de la
nueva ideología. Por una parte los que vienen de la izquierda
decepcionada y, por otra, las corrientes particularistas y
positivistas. Ambas coinciden sin embargo en la construcción de
Viejo y nuevo sujetos.
El concepto de sujeto nuevo, moderno, el desarrollado por el
positivismo pierde la jerarquía que la había dado Hegel: el Ser
es en sustancia un sujeto. Es decir, la sustancia como sujeto
en la nueva concepción no se concibe como un proceso. La idea
según la cual razón culmina en la libertad, y la libertad es la
existencia misma del sujeto y donde la razón existe solo a
través de su realización en el proceso de su conversión a lo
rea, es abandonada por un triste sujeto empírico, particular,
justificada su existencia por el rechazo a una concepción
globalizante e histórica.
La utilización idealista del concepto de sujeto, que había
permitido darle un sentido histórico a la teoría del
conocimiento, que había roto con antítesis rígida entre sujeto
y objeto entendiéndolos como momentos de la experiencia del
conocimiento; que había determinado la verdad como un proceso
más que un resultado y donde lo falso no es más que una
instancia de ella; en definitiva la idea de dialéctica
expresada en que el sujeto histórico no es más que el
desarrollo de la humanidad queda reducida a sujetos ahistóricos
y sin vínculos aparentes entre si.
Más bien la idea moderna, actual, se adecúa a la antigüedad
posición de la teoría del conocimiento de los siglos XVII y
XVIII, donde éste aparece opuesto al objeto. El sujeto social
no es ya la razón de la historia -ni en su versión idealista ni
en cualquiera de sus interpretaciones materialistas -queriendo
ser más modesto aunque en realidad no lo es. A pesar de que él
mismo es una abstracción particularizada, un recorte de lo
social sin cohesión, aparentemente -ni externa ni interna-, el
sujeto social, como concepto, pretende presentarse como
concepto, pretende presentarse como la más real, según lo
quiere la tradición positivista. Su criterio de verdad es la
experiencia empírica y su permanencia como objeto,
paradójicamente, es la relación arbitraría o la construcción
simbólica de la interacción entre sus miembros 2
El sujeto social, tanto el existente como el teórico pretende
ser nuevo: los nuevos sujetos sociales. Al no querer recurrir,
quizás por vergüenza teórica y no ser asimilado, a la gran
teoría prefieren las teorías pequeñas, de rango medio y se
convierte en un vulgar sujeto de la acción, actor, rol, agente.
La idea de la participación del individuo o el sujeto en la
historia no es nueva, así como la inclusión o exclusión de una
concepción más global en el desarrollo de la sociedad.2

un ente, el sujeto como sustituto de la explicación clasista.


2
Ver Klaus, Eder. Cruzadas morales. Política No. 12, en lugar
de hablar de una conciencia subjetiva o de un ser objetivo, los
estudiosos (sic) han empezado recientemente ha hablar de una
autocreación social o auto organización de la protesta
colectiva.
2
Significativo ha sido el esfuerzo de integrar el estudio desde
la individualidad a concepciones más generales, como la teoría
marxista. Buen ejemplo de este intento lo da John
En Kant, el imperativo categórico; es decir, el fundamento a
priori de la moral, la cohesión social de los individuos, no es
una ley de la sociedad en su conjunto sino una idea respecto de
la cual los individuos aspiran y constituyen el àmbito más
general de lo social. Siguiendo esta tradición, Durkheim y
Weber dan un énfasis especial al individuo y por ello este
último construirá la sociología comprensiva con base en la
acción de estos que constituirán la acción social en la medida
que probabilísticamente sus acciones se asocien a otras con
sentido individual.
El renacimiento de Parsons, el gran componedor y sintetizador a
la americana de teorías Europeas, se debe en parte al soporte
teórico en estos dos grandes pensadores aunque en él la
concepción totalizante se ve minimizada.
De la simbiosis funcionalista, positivista del pensamiento
europeo surgirá parte importante de los temas que retoman los
"sujetólogos" sociales. Parsons, con la idea de rol y de
función, se trasmuta como fantasma dentro de la ideología del
sujeto social y transforma las particularidades sociales en
entes apolíticos, apoyados tanto por la definición que estos
sujetos o más bien movimientos hacen de si mismos3, como por la
teoría que quiere introducir en ellos solamente lo que la
realidad empírica ofrece: su acción particularizada individual
e individualista, sin ambición de totalidad4.
El sujeto del entendimiento y de la razón.
El concepto de sujeto social surge de la elección de una pata
de la antítesis -aunque no lo sepan sus teóricos- de la vieja
distinción entre Entendimiento y Razón, inaugurada por Kant; en
la cual el entendimiento es concebido como condición de la
experiencia del conocimiento que aporta el orden a los
materiales de la intuición sensible y que por su parte, como
contrapartida, recibe su contenido: las intuiciones sin los
conceptos son ciegas y el entendimiento sin ellas es vacío.

Elester.Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos alegato en


favor de individualismo metodológico. Revista Sociológica,
Otoño 1986 1 Año 2 U.A.M. AZCAPOTZALCO. SOCIOLOGIA.
3
Klaus Eder. Ob cit. Este autor, en una mezcla poco
comprensible entre "opiniones marxistas": clases medias,
pequeña burguesía, posición de clase objetiva y la teoría de
oposición de clases subjetivas (sic), intenta, con poco éxito,
"objetivar" la perspectiva (sentimiento) que los "nuevos
movimientos sociales" tiene de sí; es decir, de realmente ser
"nuevos" y "movimientos".
4
Rafael Farfán H. Adhiriéndose a la importancia del rescate del
"individuo" y del "individualismo" como elementos definitorios
de una "épocas del vacío" hace una reseña del magazine
Littéraire de abril de 1988, los que supuestamente, ademas de
ayudar a la comprensión del debate del país (SIC), planteando
problemas como la representatividad y la participación política
o bien la formación y organización de los nuevos actores
sociales o el problema de la democracia y sus formas de
viabilidad para gobernar la sociedad.(SIC).
Este dictum expresa la más alta y única forma de conocimiento
científico. Aquí la experiencia sensible sigue siendo el
fundamento y el conocimiento no puede transponer sus límites.
Los objetivos del conocimiento son lo que son y no pueden ser
otra cosa. La contradicción sólo puede pertenecer al reino de
la razón, de la metafísica, la cual todavía es útil en Kant
porque a la rigidez es simplismo del entendimiento le otorga la
fuerza de su autocuestionamiento constante y, por consiguiente,
de la posibilidad de cambio de la imaginación que, sin embargo,
será nuevamente despiadada por lo moderno.
Al rechazar -muchas veces sin conocimientos- la vertiente de la
razón desarrollada por Hegel, Marx, y sus continuadores como
consecuencia necesaria de los planteamientos kantianos, el
positivismo -tanto el antiguo como el moderno- y en el especial
sentimiento teórico de los sujetólogos sociales han vuelto al
culto del entendimiento.
La validez del concepto y sujeto social
Esta vuelta al emprirismo radical y el rechazo de las
concepciones globalizantes, retomadas -como la hacen el
entendimiento- por la concepción vulgarizada de los sujetos
sociales, no ha dejado de tener un fundamento justificatorio
contundente en el rechazo a la utilización de las concepciones
globalizantes deductivistas en que se transformaron durante
mucho tiempo los análisis de muchos seguidores del Marxismo5. La
búsqueda por especificar la realidad social y entrar al detalle
de su participantes, además de entregar información empírica
imprescindible para el análisis desahogó y puso de manifiesto
la esterilidad en que había caído el pensamiento marxista en el
segundo cuarto del siglo XX.
La concepción recortada de lo real, en la medida en que es
conciente de su reductivismo y de su imposibilidad de ser
verdad separada de un todo, permite un estudio riguroso de lo
real fácilmente recuperable en una concepción totalizante. El
sujeto social visto en su particularidad, desgajado
transitoriamente de su explicación global, es hoy en día una
condición de la ciencia. Así como es posible estudiar en forma
especializada las funciones de los seres vivos o las partes de
una máquina, así mismo es imprescindible tener una compresión
particularizada y especificada del ser social.
Sin embargo, si el sujeto social no quiere ser puesto en
función de la totalidad, por rechazo a la metafísica o al
teleologismo o a cualquier explicación trascendente que vaya
más allá de la realidad empírica, del entendimiento, la caída
dentro de la metafísica será más contundente estrepitosa. La
parte que se considera parte que se considera parte de nada o
el individuo que no es individualidad de una generalidad, es
más exótico que cualquier idea trascendente.
En una versión quizás no justa y aplicable a todos los
estudiosos de los sujetos sociales, pero que aparecen como la
más conocida y generalizable, o por lo menos sostenida por
algunos relevantes pensadores de esta tendencia, los sujetos
5
Una entre muchas fue la experiencia teórica de Louis
Althusser, para no referirse a la masacre del marxismo que hizo
su discípula Martha Harnecker.
sociales no pertenecen a las clases ya sea porque estas dejaron
de existir desde los inicios del siglo XX o porque sus
intereses y moral son nuevos sujetos aparecen independientes de
una concepción global de la sociedad, los sujetos actúan en un
escenario donde cambia,-como actores- según cambian de
escenario. No existe ninguna razón más allá del mismo hecho que
explique el cambio de escenarios; sus acciones están
determinadas por la premiación de ideas fuerza que tampoco
tiene justificación aparente, más allá de la surge el
intercambio e interacción más o menos azarosa de los individuos
que componen a los sujetos sociales. Las antiguas y
despreciadas concepciones -pero tan útil por un tiempo para la
explicación de los fenómenos sociales- clase de intereses de la
clase, de la crisis política o coyuntura, de ideología, son
reemplazadas por un pensamiento metafórico, analógico el más
pobre de los razonamientos. No se trata aquí de defender la
teoría clásica marxista ni de ninguna teoría que suponga un
sentido de la historia o de la sociedad más allá de los
individuos. Más bien se trata de mostrar los limites de la
ideología que supone pensamiento teórico, que reconociendo su
objeto como parte de lo real -aunque no utilicen términos tan
pasados de moda-, se considere, sin embargo, como lo más real.
Las consecuencias para el análisis teórico son graves para el
pensamiento político quizás lo son más.

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