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griegos le llamaban Alexandros. Y, en sus días, reinó desde la India hasta Etiopía
banquete tomó lugar en el patio del huerto del palacio. El pabellón era de blanco,
quien decidía si beber o no beber. Estando alegre el rey, mandó a sus eunucos a
acudir al llamado del rey, por lo que el rey se encendió en ira. Khefar, al agagueo,
mano derecha del rey, le dio a conocer lo que podía hacer en su posición:
desterrar a Amestris y elegir a su nueva reina, pero el rey optó por dejar las
le contarán lo que sucedió a sus esposos, y creerán que los pueden tratar de la
-Le reitero, su majestad, que dispone de…- le comentaba Khefar antes de ser
gracia en sus ojos, ayude a…- hasta que fue interrumpido por el mismo rey,
cabeza y obedecieron, porque nadie se atrevía a mirar a los ojos a quien era
dueño de tal poderío. Sin embargo, Khefar no temía, porque conocía su lugar y
estaba muy consciente del favor del rey para con él. Aún así, se retiró, dejando al
rey solo en el patio del huerto. Y el rey miró su reflejo en un cántaro de agua: a
sus treinta y dos años, aún reflejaba el rostro de un joven, sus ojos y cabellos
castaños oscuros, piel blanca y tersa, con unas pocas pecas a duras penas
visibles, nariz perfecta, labios de un poco creíble rosado, con el labio inferior
levemente partido por una travesura de chico. Era tan fácil de creer, que si osara
ordenarle alas aguas que se levantaren con una palabra suya, las aguas se
levantarían; sin embargo nadie podía negar que casi se podía ver la sonrisa de
un muchacho en la niña de sus ojos cuando estaba sereno. En su mente revivió la
lo que era su carácter y experimentó rabia por aquello que era capaz, por lo que
Hace semanas que el rey había ordenado que Amestris fuera destituida de su
habitación. De tanto pensar, aconteció que el rey enfermó de modo que, no sólo
de hacerlo. Los eunucos pidieron a Khefar que mandara a llamar a alguien que
cuidara del rey y velara por su mejoría. Khefar aceptó, mientras que no tuviera
que escoger a ese alguien él mismo. Así pues, siete eunucos escogieron, con
El rey no había conseguido dormir por la noche, por lo que había dormido toda
la mañana aquel día. El sol estaba en el momento más dorado del día y ofrecía
de esa misma recamara, mismo lecho, mismo día y misma situación. Si bien
había pasado en esa habitación semanas ya, sentía que no conseguía descansar,
no encontraba siquiera el bienestar de un tiempo alejado de todo. Suspiró y
Al cuarto día, rey se sentía mejor por lo que permitió a Ishtar irse más temprano.
pordiosero hechas de cilicio que consiguió en la bodega del palacio, y con mucho
cuidado salió de ahí tras el paso de Ishtar para saciar un tanto su curiosidad. La
siguió hasta el puesto de su padre en el mercado de Susa. Ishtar era tan diferente
conviene la sumisión-, pero de vuelta en su medio parecía ser dueña del espacio
donde se encontraba. Todo iba de las mil maravillas cuando alguien tenía su
Era exactamente como el rey jamás había siquiera imaginado: sin nada
extraordinario, sin glamour, sólo esos pequeños detallitos de los que está hecha
la vida. Cuando estaba a cargo de una situación, era como si poseyera todo a su
que enfermaban al rey se volvieron absurdos hasta para él. En ese momento se
sentía como en un lugar sin tiempo y espacio. Era como si la gloria le estuviera
tan cerca…
El menester que era cuidar del rey había sido una rutina hasta entonces. Un buen
día en que el sol propinaba unos agradable rayitos de sol después de una fresca
unas horas al aire libre, aunque ese día el rey se encontraba un poco decaído.
Pues salieron ese día a que el rey caminara y respirar mejor. Había nubes
caminaban, había una única flor de una inusual especie. –Es como si combinara
con el color de la piel de Ishtar- se dijo el rey, y comenzó a correr como si su vida
dependiera de ello a conseguir esa flor. Para el momento en que tenía la flor en
sus manos, las nubes se apropiaron del cielo y la lluvia había empezado a caer.
Corrió de vuelta al palacio, hasta el patio del huerto, donde Ishtar compartía un
pasaba.
-¿En qué pensaba su majestad al cometer tal disparate?- preguntó Ishtar, casi
igualmente agitada.
Y extendiendo la mano con la flor, apenas alcanzó a esbozar, tal como estaba,
-Su majestad está mejor. Su majestad estará recuperado más pronto que un
-¿Por qué insiste su majestad con eso? No es correcto, su majestad complica las
-¿Por qué, pues, con ese brillo en tus ojos engalanando esta habitación, crees no
usted?
***
sus deberes, cuando por entre las cortinas de alguna habitación del palacio
muchacha era igualita a ti en todo sentido. Tenía esos exactos ojos tuyos, pero no
de mármol en la otra ala, y he aquí que tropecé sosteniendo una pequeña daga
con la que pensaba rasgar cualquier cortina, y fue así como me dividí el labio.
yo, y mi padre loco de atar en una cama a mis ocho años, ¿qué podía hacer él,
-Yo tampoco tuve mucho tiempo con mi madre, pero compartí mucho con ella.
hasta el día de hoy, pero a veces me pide que le repita cosas que mi madre solía
decir en sus lenguas, sólo para acordarse de ella o decirme lo parecida que soy-
Fue así como el rey conoció que Ishtar era parte hebrea. Y Khefar no tardó en
conocer este hecho también. Ahora sentía un odio encendido hacia Ishtar y
genocida al escuchar las palabras acerca de Ishtar, y le odiaba de tal manera que
al escuchar su nombre era un chirrido para sus oídos y semejante a que cada
desde que el rey no quiso que dejara el palacio. Ishtar se rehusó a vivir en el
palacio a menos de que desempeñara algún cargo, por lo que decidió encargarse
del cultivo de las frutas y especias para dar sabor a la comida del rey. Y así como
las especias aliñaban la comida, la sola presencia de Ishtar le era su razón para el
rey, quien la quería hacer su reina, muy a pesar de Khefar, quien insistía que ella
jamás reinaría por ser una extranjera. Khefar, no sólo evitaba la ascensión de
Ishtar al trono, sino que buscaba, desde que supo el origen de la muchacha,
absolutamente nada que reprochar de ella. Un día se le ocurrió una idea: dictaría
un mandato, con el sello irrevocable del rey, hacer algo que sabía que Ishtar no
haría. Prolongó la semana laboral de toda Persia y Media hasta el día sábado.
lo consiguió. Aprobado por el sello del rey, se dictó dicho mandato. El rey e
asistencia médica a la familia de aquel hombre que hacía casi un año había
sus razones al rey, éste, igualmente afligido buscó la manera de exonerar a Ishtar
era clara: quien desobedeciera el mandato sería puesto en un horno siete veces
alma. Una escritura ajena a su conocimiento en todo su lecho. El Rey junto con
e interpretó su significado:
Zasaar: Cuidado, mano derecha de su majestad, tus días han sido contados.
desde que Ishtar entró en su vida. De echarme de su presencia, el rey más tarde
me dio un lugar para vivir, se encargó de que mi hija fuera atendida por un
sabiendo que la razón por la cual no se presentó ante el rey era porque llevaba
en su vientre al hijo del rey. Ella sólo se cuidaba de lo que le pudieren hacer los
perfectamente! Ahora, que el rey ha encontrado una reina que este reino
cuando el rey fue a verla. Por detrás de ella, comenzó a susurrar suavemente:-
Estoy celoso. No de quienes trabajan contigo, ni de los demás que viven en este
palacio, porque no puedo envidiar a quienes son mis iguales. Estoy celoso del
polvo en tu aire, del suelo que pisas, del sudor en tu piel y cada minúscula
vez estaba más cerca de ella –Si he de conseguir tu favor, y he hallado gracia en
Y fue así como Persia y Media tuvo una nueva reina, la que hacía las cosas con
nombre.
hecho desafió al rey Asuero, padre de Artajerjes, cuyo nombre persa era
de tales neófitos (en caso de que fueran más de una persona en el oficio,
remonta a los tiempos de Jacob, quien tenía (entre varios más) dos hijos:
José y Benjamín, sus favoritos por ser hijos de Raquel, su esposa más
querida, y Jacob, posteriormente llamado por el ángel de Dios (ese que
remontan a casi mil años cuando los judíos salieron de Egipto, y fueron
atacados por los amalecitas, cuyo linaje comenzó con Amalec, nieto de
un judío.
El año 483 A.C. era el tercer año de un reinado en que Persia y Media
de la vida en ese tiempo no son ficticias, sino que eran tal y como las
El cilicio era el material del que estaban hechas las ropas de los mendigos.
posteriormente el siro-caldeo.
Las palabras que aparecen escritas en el lecho de Khefar también son
producto de mi imaginación.
esos tiempos.