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República Bolivariana de Venezuela

Asamblea Nacional
Dirección de Archivo

2º Boletín
Archivo Histórico

PROPUESTA DE RESTAURACIÓN DE LA CONFEDERACIÓN


GRANCOLOMBINA
1856

Caracas, 2002
REPÚBLICA BOLIVARIANA
DE VENEZUELA
ASAMBLEA NACIONAL

DIRECTORIO
WILLIAN LARA
Presidente
RAFAEL SIMÓN JIMENEZ
Primer Vicepresidente
NOHELI POCATERRA
Segundo Vicepresidente
EUSTOQUIO CONTRERAS
Secretario
SULMA TORRES DE MELO
Subsecretario
MARÍA DE JESÚS DAZA B.
Directora de Archivos
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ
Coordinador de Gestión Legislativa
XIOMARA AGUILAR
Directora de SAIL (Servicio Autónomo de Información Legislativa)
ANTONIO BRICEÑO SALAS
Director de Publicaciones

BOLETIN DEL ARCHIVO HISTÓRICO


Órgano divulgativo de la documentación histórica Dirección de Archivos

María de Jesús Daza Bonnier


EDITORA

Cecilia Vivas de Rubio


INVESTIGADORA

Eduardo Cobos
Luis Gustavo Pérez
CORRECCIÓN DE TEXTOS

Lorena Puerta
Eva Moreno
Luis Gustavo Pérez
COLABORADORES

Depósito Legal pp200103CS237

ISSN: 1317-729X

No está prohibida su reproducción.

Impreso en Venezuela
Caracas - 2001
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G. Barraclough.

INDICE BOLETÍN

(Toda la documentación contenida en este volumen ha sido transcrita con la grafía propia
de sus originales)

Pag.
Presentación Dirección de Archivo Histórico.
Presentación Coordinación de Gestión Legislativa
Estudio Introductorio
DOCUMENTOS
1 Carta de Jamaica.1815
2 Discurso de Angostura. 1819.
3 Ley Fundamental de Colombia. 1819.
4 Congreso de Cúcuta. 1821.
5 Acta del Congreso Constituyente de Venezuela de 1830.
6 Decreto declarando la disposición de Venezuela a entrar en
pactos de federación con las secciones de Colombia. 1830
7 Decreto declarando la disposición de Venezuela a entrar en
pactos de federación con las secciones de Colombia. 1830
8 Resolución reconociendo a los Estados de Nueva Granada y
Ecuador y ordenando el envio de una comisión para tratar de las
relaciones de que habla el art. 227 de la Constitución.1832
9 Mensaje Anual del Presidente de la República General José
Tadeo Monagas al Congreso Nacional. 1856.
10 Contestación del Congreso Nacional al Mensaje
Presidencial.1856
11 Proyecto de Confederación Colombiana de 1856.
12 Exposición que hace el Concejo Municipal del Cantón Caracas,
de fecha 12 de febrero de 1856, solicitando a nombre de los
pueblos de ese Cantón, se ocupe de dictar las medidas
necesarias a favor de la Confederación Colombiana.
13 El Concejo Municipal del Cantón Bailadores, con sede en la Villa
de Tovar, se pronuncia a favor de la Confederación Colombiana.
14 Los vecinos de la Parroquia de San Buenaventura, Cantón
Aragua, Provincia de Barcelona, piden la Confederación
Colombiana.
15 Los vecinos de la Parroquia San Silvestre, provincia de Guayana,
se pronuncian a favor de la Confederación Colombiana.
16 Los Concejos municipales de los cantones de La Victoria,
Turmero, San Sebastián, San Luis de Cura y Maracay, se
pronuncian a favor de la Confederación Colombiana.
18 Los vecinos de San Miguel, Cantón de Píritu, Aragua de
Barcelona, el Concejo Municipal de Cantaura, los vecinos de la
Parroquia Clarines, los de San Lorenzo, los del Cantón Obispos,
pertenecientes a la Provincia de Barinas, se pronuncian a favor
de la Confederación Colombiana.
19 El Consejo Municipal del Cantón Capital de la Provincia de
Margarita se pronuncia a favor de la Confederación Colombiana.
20 Los vecinos de Baúl emiten pronunciamiento a favor de la
Confederación Colombiana.

21 Los vecinos de Mérida se pronuncian a favor de la Confederación


Colombiana.
22 Los vecinos de la Parroquia Lezama emiten pronunciamiento a
favor de la Confederación Colombiana
23 El Concejo Municipal y los vecinos de San José de Tiznados se
pronuncian a favor de la Confederación Colombiana.
24 El Consejo Municipal del segundo Cantón de la Provincia de
Margarita emiten pronunciamiento favor de la Confederación
Colombiana.
25 Los vecinos del Cantón de San Cristóbal en la Provincia de
Mérida emiten pronunciamiento a favor de la Confederación
Colombiana.

26 Los vecinos del Cantón de Ortiz se pronuncian a favor de la


Confederación Colombiana.

27 El Consejo Municipal del Cantón de Guanare emiten


pronunciamiento a favor de la Confederación Colombiana
28 Los vecinos de la Sabana de Uchire en la Provincia de Barcelona
se pronuncian a favor de la Confederación Colombiana.

29 Exposición que dirige la Sociedad Progresista de Guanare a la


Cámara de Representantes a favor de la Confederación
Colombiana.

30 Los vecinos de la Ciudad de Barinas emiten pronunciamiento


favorable a la Confederación Colombiana
31 Los Concejos Municipales de los Cantones San Luis, Coro y
Cumarebo, se pronuncian a favor de la Confederación
Colombiana.
32 Los vecinos de la parroquia de Cúpira del Cantón Píritu, Provincia
de Barcelona, se pronuncian a favor de la Confederación
Colombiana.

33 El Concejo Municipal del Cantón Sucre se pronuncia a favor de la


Confederación Colombiana.

34 El Concejo Municipal y varios vecinos del cantón Guanarito se


pronuncian a favor de la Confederación Colombiana
35 Los vecinos de Parroquia Taguay emiten pronunciamiento
favorable por la Gran Colombia.

36 Los vecinos del Cantón Curiepe emiten pronunciamiento


favorable por la Gran Colombia.

37 Contiene 4 representaciones: a) del Batallón Nº 2 del Tuy, b)


parroquia Tacata, c) Concejo Municipal de Nirgua y d) varios
vecinos del mismo Cantón, con pronunciamientos a favor de la
Confederación Colombiana.

38 El Concejo Municipal del cantón Cumaná emite pronunciamiento


favorable por la Gran Colombia.

39 El Concejo Municipal del Cantón Maracaibo emite


pronunciamiento favorable por la Gran Colombia.

40 Varios vecinos de la Ciudad de Cura manifiestan su apoyo a la


Varios vecinos de la Confederación Colombiana.

41 El Concejo Municipal del Cantón Curiepe emite pronunciamiento


a favor de la Confederación Colombiana.
42 Los vecinos del Cantón Santa Lucia se pronuncian a favor de la
Confederación Colombiana.

43 El Concejo Municipal del Cantón San Felipe se pronuncia a favor


de la Gran Colombia.

44 La Junta Comunal de la Parroquia de Cagua, varios vecinos de la


misma Parroquia, los del Cantón de Maracay, los vecinos y el
Concejo Municipal de Valencia apoyan la idea de la
Confederación Colombiana.
45 Varios vecinos de la Provincia de Aragua se pronuncian a favor
de la Confederación Colombiana.
46 El Concejo Municipal del Cantón Curiepe pide se lleve a efecto
el pacto sobre Confederación Colombiana.

47 Los Agricultores y comerciantes del Cantón Río Chico piden a la


Honorable Cámara se sirva lleva a efecto el pacto sobre la
Confederación Colombiana

48 . Los vecinos del Cantón Santa Lucía piden la Confederación


Colombiana.
El Concejo Municipal del Cantón San Felipe en la provincia de
Yaracuy, pide se realice el pensamiento sobre la Confederación
Colombiana.

49 La Junta Comunal de la parroquia de Cagua, varios vecinos de la


misma parroquia, los del Cantón Maracay, los de la ciudad de
Valencia, y el ilustre Concejo Municipal de la dicha ciudad,
representan la Cámara pidiendo se lleve a cabo el pensamiento
sobre la Confederación Colombiana.
Presentación

La documentación reproducida en esta publicación es parte de la vasta colección


de documentos custodiada en las bóvedas del Archivo Histórico de la Asamblea
Nacional.

El Fondo documental del Archivo de la Asamblea Nacional cuenta con la


documentación manuscrita y /o mimeografiada de la historia del Poder Legislativo
Nacional contenida en las diversas secciones de los Congresos Constituyentes de
1830, 1864, 1901, 1947, 1953 y 1999; así como las secciones relativas al
Congreso Nacional, Senado, Diputados, Comisión Delegada, Comisiones
Especiales, Actas del Consejo de Gobierno (1830 – 1914), Gacetas Oficiales,
Memorias y Cuentas presentadas ante este supremo poder por el Ejecutivo,
Judicial, Moral y Electoral (tanto de la República Bolivariana de Venezuela como
del total de los 171 años de Historia Republicana).

La publicación del Boletín del Archivo Histórico de la Asamblea Nacional siglo


XXI, cuyo contenido en su totalidad abarca un episodio fundamental en nuestra
vida republicana: el relanzamiento del proyecto de integración de nuestros países
bolivarianos bajo una sola bandera: la Confederación Grancolombiana, este
cuerpo documental contiene todo lo relativo a este episodio de nuestra historia
1856, estos documentos son fundamentales para conocer la realidad pasada,
presente y futura de Venezuela como país libre e independiente.

Iniciando un nuevo siglo es conveniente hacer un alto en el camino y repasar lo


que ha sido un proceso histórico de más de ciento setenta años en la búsqueda de
la igualdad, la equidad y la justicia, principios hoy contenidos en nuestra Carta
Constitucional; por ello consideramos de excelentes augurios editar este
compendio con documentos que marcan el inicio mismo de la legislación sobre

Nuestra intención es seguir enriqueciendo el acervo bibliográfico de la institución


con la publicación regular de este Boletín, cuyos contenidos reflejarán la riqueza
documental conservada con celo en las bóvedas de la Dirección de Archivo.

Esperamos que este producto de la investigación de la licenciada Vivas, sea de


interés tanto para el mundo académico como para todos los lectores de nuestra
historia que buscan en ella respuesta y sentido al quehacer diario de todos los
nacionales.

MARÍA DE JESÚS DAZA BONNIER


Directora de Archivo
COORDINACIÓN DE GESTIÓN LEGISLATIVA.-

La Asamblea Nacional cuenta con tres servicios de apoyo –servicios legislativos,


de comunicación y participación ciudadana y servicios administrativos- que a
través de igual número de Coordinaciones de Gestión colaboran con la actividad
parlamentaria.

La responsabilidad de prestar apoyo a través de los SERVICIOS LEGISLATIVOS recae


en la COORDINACIÓN DE GESTIÓN LEGISLATIVA, con el señor José Gregorio
Hernández Martínez como Coordinador, cuya asesoría está dirigida al Parlamento
en su conjunto, y en particular a su Junta Directiva, a las Comisiones
Permanentes, Subcomisiones y a los diputados de la Asamblea Nacional
individualmente considerados, y se materializa a través de tres sistemas: Sistema
de Asesoría Legislativa, Sistema de Información Legislativa y Sistema de
Seguimiento y Control del trabajo legislativo (artículo 76 del Reglamento Interior y
de Debates).

Dentro del Sistema de Asesoría Legislativa se encuentran las Oficinas de


Investigación y Asesoría Jurídica; Económica y Financiera; y Relaciones
Internacionales y la Oficina de Investigación y Asesoría Histórica; y es muy posible
que en poco tiempo otras oficinas de asesoría formen parte de este sistema.
El Sistema de Información Legislativa está conformado por el Servicio
Autónomo de Información Legislativa (SAIL) y el Servicio Autónomo de
Publicaciones.

El SAIL tiene como objetivo fundamental suministrar servicios de información en


todo lo relacionado con la materia legislativa de alcance nacional, y servir de
apoyo a los demás Poderes Públicos y a la ciudadanía en general, todo ello
mediante la utilización de recursos tecnológicos de avanzada. En este sentido
tiene entre sus funciones ofrecer servicio de préstamo de documentación “in situ”;
reproducción de documentación; investigación documental; orientación y apoyo
sobre la materia legislativa existente, y consultas gratuitas en su base de datos.

Por último, el Sistema de Seguimiento y Control del trabajo legislativo que bajo
la Dirección del mismo nombre es responsable de registrar, actualizar y dar a
conocer las incidencias y progresos de los proyectos de leyes, a través de los
distintos informes recabados de las distintas comisiones permanentes o mixtas;
implementar y desarrollar una base de datos de estimación y medición de los
proyectos de leyes, para determinar su efectividad y oportunidad del tiempo
empleado en cada uno de ellos; y proveer de la información requerida mediante la
consulta al sistema, que reflejará la condición actual y ubicación de cada proyecto
de ley. Entre sus funciones está la de aportar información a la Junta Directiva de la
Asamblea Nacional, Comisiones Permanentes, Comisión de Legislación y público
en general sobre la marcha de la agenda legislativa de cada año. Se incluye
dentro de este sistema de asesoría una base de datos confiable de expertos e
instituciones especializadas en áreas y materias de la actividad nacional, y un
sistema de consulta especializado, multidisciplinario, interinstitucional e
intersectorial, de carácter permanente y público sobre los temas en debate.
Introducción

Propuesta de Restauración de la Confederación Colombiana, 1856

La Confederación Colombiana constituye la materialización del ideal del


Libertador de unir a la Nueva Granada con Venezuela creando una Nación
que llamaría Colombia como un tributo de justicia y gratitud al descubridor de
nuestro hemisferio. Su gobierno imitaría al inglés con la diferencia de que en
lugar de un rey sería un poder ejecutivo electivo, una cámara o senado
legislativo y un cuerpo legislativo, de libre elección1.

El 15 de febrero de 1819, durante la instalación del Congreso en Angostura,


hoy Ciudad Bolívar*, el Libertador leyó un importante discurso donde
presenta su proyecto constitucional, que contiene las más profundas
reflexiones sobre sus experiencias del pasado; su evaluación del presente
para derivar de éste todo lo positivo y proyectarlo hacia el futuro, para de esa
forma concretar sus proyectos y obras. En ese discurso nuevamente propone
la unificación de la Nueva Granada y Venezuela en un gran Estado. “Estos
pueblos hermanados ya os han confiado sus intereses, sus derechos, sus
destinos”2.

El 17 de diciembre de 1819, el Congreso de Angostura dicta la Ley


Fundamental de la República de Colombia que consagra la unión de
Venezuela, Nueva Granada y Ecuador; el territorio comprendía más de
2.000.000 de Km² y se encontraba dividido en 3 departamentos: Venezuela,
Cundinamarca y Quito, cuyas respectivas capitales son Caracas, Bogotá y
Quito. El Poder Ejecutivo estaba compuesto por el presidente y el
vicepresidente; además en cada capital de departamento había un
vicepresidente. Los símbolos del Estado son los mismos de Venezuela,
mientras el Congreso Constituyente de Colombia, que se reuniría en territorio
neogranadino en 1821, dictase su Constitución.

De acuerdo con la ley fundamental, el Libertador Simón Bolívar fue


designado presidente y Francisco Antonio Zea vicepresidente. Los

1
“Carta de Jamaica, 6 de septiembre de 1815” en Vicente Lecuna, Escritos Selectos. Itinerario Documental
de Simón Bolívar, p. 129.
*
En 1846 el Congreso Nacional, presidido en la Cámara de Senado por Rafael Enriquez, y en la Cámara de
Representantes por Pedro José Rojas, en vista de la solicitud de las autoridades y algunos vecinos de la ciudad
de Angostura capital de la Provincia de Guayana pidiendo se le diera el nombre de Bolívar, en vista de que el
Congreso de Cúcuta había decretado la erección de una ciudad con ese nombre y que hasta la fecha (1846) no
había tenido efecto, y considerando que esta provincia tenía motivos muy particulares para llevar el augusto
nombre de Bolívar, porque fue la segunda cuna de la independencia y el asilo de los patriotas errantes en
países extranjeros; y porque allí dio principio la época más gloriosa de Bolívar, y de allí saco los recursos para
libertar la Nueva Granada y el resto de Venezuela, decretó que la ciudad de Angostura capital de esa
provincia desde su publicación se denominará Ciudad Bolívar. En Leyes y Decretos de Venezuela, 1851, t. I,
p. 661.
2
“Discurso de Angostura, 1819”, Ob. cit., p. 148.
vicepresidentes de los departamentos fueron Juan Germán Roscio de
Venezuela y Francisco de Paula Santander de Cundinamarca. El del
departamento de Quito no se designó por estar bajo el dominio español.

El Libertador, acorde con las facultades que le había otorgado el Congreso


para dirigir la guerra, emprendió la Campaña del Sur y la fundación de la
República de Bolivia. Durante la ausencia del Libertador, el vicepresidente
Santander rigió los destinos de Colombia desde Bogotá.

La Gran Colombia

En el Congreso reunido en la Villa del Rosario de Cúcuta el 12 de julio de


1821 se firmó la Ley Fundamental de la Unión de los pueblos de Colombia. La
Constitución de la República de Colombia fue suscrita por todos los diputados
presentes en Cúcuta el 30 de agosto de 1821. El presidente del Congreso era
Miguel Peña; el vicepresidente Rafael Lasso de la Vega; y los secretarios
Francisco Soto, Miguel Santamaría y Antonio José Caro.

El Libertador Simón Bolívar fue elegido presidente, y vicepresidente el


general Francisco de Paula Santander. El primer gabinete estuvo constituido por
Pedro Gual en Relaciones Exteriores, José María del Castillo Rada en Hacienda.
El Libertador solicitó permiso al Congreso para proseguir su Campaña del Sur y
quedó encargado del Poder Ejecutivo el vicepresidente, general Santander.

En 1822 Ecuador quedó totalmente incorporado a la Gran Colombia. Entre


1823 y 1825 el Congreso se reunió con regularidad y los parlamentarios fueron
estructurando mediante numerosas leyes y resoluciones la vida civil de la
República. Inclusive países como Estados Unidos (1822), Inglaterra (1825), y
Holanda (1829) reconocieron la independencia de la Gran Colombia. Otras
naciones enviaron cónsules y agentes oficiosos a Bogotá y a los principales
puertos de la República, aún cuando no habían reconocido oficialmente la
independencia.

Se reanudaron relaciones diplomáticas estables con la mayoría de los países


de América Latina de origen hispano, así como con el imperio de Brasil, y la Santa
Sede. Y en general la vida política y económica de la gran nación marchaba con
normalidad.

Pero en 1826 se agudiza la crisis económica, política, fiscal y militar, y


comienza a resquebrajarse la unidad de la Gran Colombia, y las discrepancias
entre Bolívar y Santander aumentan. En Venezuela existía un sentimiento de
frustración, en especial en ciertos sectores del centro-occidente por verse
gobernados desde Bogotá.

En la Nueva Granada los intelectuales y funcionarios civiles veían con


aprensión la posición preponderante que habían alcanzado los venezolanos en las
Fuerzas Armadas. En Ecuador el descontento provenía especialmente de los
sectores económicos y políticos. En lo económico, los dueños de obraje
protestaban porque sus tejidos sufrían la competencia que les hacían los
importados de Inglaterra en precios y calidad; igualmente, existía resentimiento
debido a que aquella región sufragó en una gran proporción los gastos del Ejército
Libertador del Perú. En lo político, escasas personalidades ecuatorianas ocupaban
posiciones en el Gobierno central.

El 30 de abril de 1826 estalla en Venezuela el movimiento separatista


conocido como La Cosiata promovido por las municipalidades de Valencia y
Caracas, encabezado por Miguel Peña y el General José Antonio Páez. Estos
sucesos aceleran la ruptura del pacto federativo colombiano y constituyen el inicio
de una cadena de acontecimientos que terminarán con el sueño de la unión
colombiana del Libertador. Posteriormente, en noviembre de 1829 Venezuela
anuncia su separación de Colombia.

Disolución de la Gran Colombia

En 1830 la antigua República de Colombia queda disuelta, la Nueva Granada


(hoy Colombia) y el Ecuador se constituyen en repúblicas independientes. En
enero de 1830 el Libertador renuncia a sus poderes ante el Congreso
Constituyente de Bogotá que él había convocado. En Valencia se reúne el
Congreso Constituyente de la República de Venezuela el 6 de mayo, el 22 de
septiembre sanciona la constitución y es promulgada por el Presidente José
Antonio Páez el 24 de ese mismo mes. Esta Constitución es una de las más
importantes que ha tenido Venezuela, tuvo una vigencia de 27 años. En diciembre,
muere el Libertador Simón Bolívar en Santa Marta y con éste el sueño de unión
grancolombino.

En Venezuela, durante los años que siguieron a la disolución de la Gran


Colombia, la pugna entre los principales héroes de la independencia por gobernar
la República estará sustentada, en la mayoría de los casos, en la reinstauración
de la Gran Colombia.

Las rebeliones que se suceden a partir de 1831 apuntaban a destruir el


gobierno del general Páez, y a restaurar los privilegios militares, y nuevamente
apoyaban la unión con la Nueva Granada bajo un gobierno federalista.

Es interesante señalar que en 1831, a escasos meses de la muerte del


Libertador, comienza lo que algunos historiadores han denominado “el culto a
Bolívar”, evocando continuamente al Padre de la Patria como protagonista de la
Independencia, resaltando y remembrando sus hazañas, sus pensamientos,
muchas veces tomadas como ejemplo para encarar situaciones que en algunos
casos no se corresponden o no tienen vigencia. En sus inicios, este “culto a
Bolívar” nace como una forma de reivindicarlo del rechazo y desconocimiento que
sufrió en los últimos años de su vida, sentimiento que perdura a lo largo del
devenir histórico de nuestro país.
En 1835 se organiza una conspiración contra el Gobierno del General Páez
liderizada por un grupo de militares y civiles que habían militado anteriormente en
bandos políticos enfrentados (grupos bolivarianos y otros antibolivarianos), y que
ahora los unía la intención de restaurar la Gran Colombia. Este movimiento
conspirativo se conoce como la Revolución de las Reformas y tiene sus focos en
diferentes provincias de Venezuela, como Caracas, Maracaibo, y Cumaná. Entre
el grupo que se negaba a reconocer el gobierno civil del Dr. José María Vargas se
destacan Santiago Mariño, Pedro Carujo, Diego Ibarra, Pedro Briceño Méndez y
Justo Briceño; en la región oriental sobresalen los civiles Estanislao Rendón y
Andrés Level de Goda, y del grupo militar, el general José Tadeo Monagas. Así,
también en 1844, 1846-47 y 1853 hubo insurrecciones, y aunque estos intentos no
cristalizaron, el recuerdo de la unión grancolombiana se hizo más intenso después
de 1842, cuando los restos del Libertador se trasladaron desde Santa Marta a
Caracas.

Intentos de restauración de la Gran Colombia en 1856

En 1855, cuando ejercía el General José Tadeo Monagas por segunda vez la
presidencia de Venezuela, se intenta nuevamente la restauración de la Gran
Colombia. Para esa fecha el secretario de Relaciones Exteriores de Venezuela era
Francisco Aranda quien, por orden del presidente Monagas, le encarga al general
Carlos Castelli, ministro plenipotenciario de Venezuela en Bogotá, que indague la
receptividad por parte del gobierno colombiano de una propuesta venezolana de
reinstaurar la antigua Colombia.

El deseo del general Monagas era el de constituir a Colombia en tres


secciones independientes entre sí y ligadas para defenderse mutuamente, dirigir
sus negociaciones diplomáticas, promover en común la inmigración y demás
empresas de utilidad general y volver a ocupar en Europa el rango al que la
elevaron los esfuerzos del Libertador.

En 1856, el Presidente de la República José Tadeo Monagas presenta en su


mensaje anual al Congreso Nacional, de manera formal, su proyecto de ver
reconstituida la Gran Colombia. Muestra este proyecto de Confederación
Colombiana como una aspiración unánime de las tres secciones que antes
componían la Gran Colombia para que se levantara en un mismo pensamiento de
unión fraternidad, inspiradas por un mismo sentimiento y por idénticos deseos de
cumplir las postreras aspiraciones del Libertador. Se refería, así, a la última
proclama del Libertador en la cual había reclamado la unión.

El 11 de febrero las cámaras legislativas se ocuparon de considerar el


Mensaje del Presidente de la República y fue recibido con gran entusiasmo y casi
unánime aprobación. Desde ese momento el propósito presentado por el Ejecutivo
se difundió con gran popularidad. Se comenzó a discutir en el Congreso, el
Concejo Municipal de Caracas así como casi todos los de la República se
adhirieron a la idea colombiana. En las provincias se extendió este sentimiento y
las manifestaciones individuales se propagaron. Esta idea se había anunciado con
anterioridad pero había sido calificada de subversiva por el gobierno. Ahora,
oficialmente se impulsaba, y el pueblo se quedaba desconcertado ante este
cambio de parecer del Presidente.

El 13 de febrero fue presentado el proyecto y se comenzó a discutir en las


Cámaras. Este proyecto autorizaba al Poder Ejecutivo para nombrar
plenipotenciarios que se entendiesen con las Repúblicas de Nueva Granada y
Ecuador para fijar las bases de reinstauración de Colombia. A la sesión del 15 de
febrero de la Cámara de Representantes concurrieron los Secretarios del
Despacho Ejecutivo; e interpelados sobre la conveniencia y utilidad del proyecto,
el Secretario del Interior y Justicia expresó que se adhería al pensamiento del
Presidente. Entre los Representantes que hicieron uso de la palabra en esta
sesión estuvo el señor Jesús Aristiguieta, persona importante en la esfera del
Gobierno, quien expresó que era urgente llevar a cabo la reforma de la
Constitución para realizar el pensamiento de la reconstitución de la Gran
Colombia. En esta aseveración se explica la suspicacia de los partidos y de la
población cuando se preguntaban ¿Qué objeto se proponía el Presidente de la
República al impulsar esa reforma? “Esta aseveración causó sorpresa, porque la
Constitución no era obstáculo para la realización del sueño colombiano desde que
en uno de sus artículos suponía su posibilidad. Las palabras del citado
representante vinieron a ser para los pensadores el descubrimiento del verdadero
propósito personal que abrigaba el Presidente de la República...”3. Estaba claro
que el fin último de este proyecto presidencial era lograr una reforma
constitucional que le permitiera prorrogar su mandato.

El día 16 de febrero se efectuó la segunda discusión del proyecto de


reinstauración de la Gran Colombia en la Cámara de Representantes con la
asistencia de los Secretarios de Interior y de Justicia, y de Hacienda; coincidiendo
ambos en la conveniencia de llevar a efecto la unión con los países que integraron
la Gran Colombia.

El 19 de febrero se aprobó en tercera discusión, y sin ninguna alteración


pasó a la Cámara del Senado donde fue aprobado el 20 de febrero. El presidente
Monagas hábilmente había vinculado la Confederación con una reforma
constitucional que le permitía prorrogar su mandato. El 27 de febrero el Poder
Ejecutivo acusa recibo del Decreto y lo devuelve al Congreso Nacional para su
ejecútese4.

Este proyecto de Confederación Colombiana fue recibido con gran


entusiasmo y con la aprobación casi unánime del Congreso Nacional. Desde ese

3
F. González Guinán, Historia Contemporánea..., t. II, p. 21; y en la Constitución de 1830 que en su artículo
227, dispone: “Los futuros Congresos Constitucionales están autorizados para dictar las providencias
conducentes a que se verifiquen de la manera más conveniente a los pueblos de Venezuela, los pactos de
federación que unan, arreglen y representen las altas relaciones de Colombia, luego que se cumplan las
condiciones”.
4
“Proyecto de Confederación Colombiana [1856]”, Archivo Histórico Asamblea Nacional, Cámara de
Representantes, t. 316, fs. 2-2vto. (En adelante AHAN, CR).
momento esta propuesta del Poder Ejecutivo se extiende con gran popularidad por
todas las provincias de la República, los representantes de sus cantones,
parroquias, concejos municipales, jueces de paz, juntas comunales y
representantes de los comerciantes y agricultores que solicitan al Congreso
Nacional la realización del pensamiento sobre Confederación Colombiana.

Apoyo de las provincias a la Confederación

Al presentar al Congreso los documentos que suscriben las provincias,


cantones y demás representaciones de la República que apoyan la propuesta
presidencial de Confederación, exponen las razones que consideraban
importantes para que la Confederación se haga realidad.

En la sesión de la Cámara de Representantes del 13 de febrero, por ejemplo,


el Concejo Municipal del Cantón Caracas presenta una Exposición donde expresa
que ve con gran interés el Mensaje Presidencial al Congreso Nacional y manifiesta
su deseo de unir su voz a la del presidente Monagas, solicita a “...los
Representantes del esforzado pueblo venezolano la sanción de todas aquellas
medidas capaces de llevar a cabo el gran pensamiento de la Confederación
colombiana. (...) Nuestros pueblos no progresan a pesar de su ilustración porque
las instituciones que lo rigen no se encuentran a su altura, ni son ya la expresión
verdadera de sus necesidades, de sus deseos y tendencias: a todos lo halaga la
esperanza de un bienestar positivo, y creen llegado el momento de que efectuarse
todas aquellas reformas que su situación demanda con imperio, que pueden
brindarle una estable i (sic) brillante porvenir”5.

Exponía, además, el Concejo Municipal que haciendo uso del “derecho a


petición” que los representantes tenían por el artículo 193 de la Constitución,
solicitaban en nombre de los pueblos del cantón de Caracas que diera preferencia
y tomara las medidas necesarias para que se verificara de la manera más
conveniente para Venezuela los pactos de federación6.

Por su parte, el Concejo Municipal del Cantón Bailadores solicita a las


cámaras legislativas la aprobación de la propuesta presidencial, y para apoyarla,
presenta las consideraciones políticas siguientes:

Primero: el sentimiento de nacionalidad la cual quiere ser real, verdadera, positiva y


no aparente ante los demás gobiernos del mundo a fin de que cada una de las
secciones de Colombia reporten las ventajas que son consiguientes en punto a su

5
“Exposición que hace el Concejo Municipal del Cantón Caracas a la honorable Cámara de Representantes
[1856]”, AHAN, CR , t. 316, f. 5.
6
“Art. 193. Todo venezolano puede representar por escrito al Congreso, al Poder Ejecutivo, y demás
autoridades constituidas, cuanto considere conveniente al bien general del Estado; pero ningún individuo o
asociación particular podrá hacer peticiones en nombre del pueblo, ni menos arrogarse la calificación de
pueblo. Cuando muchos individuos dirigieren alguna petición al Congreso, al Poder Ejecutivo y demás
autoridades, todos serán responsables de la verdad de los hechos, y los cinco primeros que suscribieren
quedan responsables de la identidad de todas las firmas”. “Constitución de 1830” en Compilación
Constitucional de Venezuela. SAIL. Asamblea Nacional, p. 99.
seguridad interior y a la consolidación de su independencia y libertad. Segundo:
Unidos en los intereses generales de la confederación y en su política exterior.
Tercero: Estabilidad del Gobierno general y de los de cada una de las secciones de
Estados Generales. Cuarto: Aumento de medios para hacer más eficaces los lazos de
fraternidad y amor entre los pueblos, que forman a Colombia. Quinto: Nuevos resortes
para impulsar la prosperidad formal y material de esos mismos estados provenientes
de la identidad de circunstancias del ensanche de su comercio. (...) Sexto: otra
corriente de ideas, otro campo más basto para los talentosos políticos, financieros o
diplomáticos, y haciendo un llamado solemne a la juventud laboriosa, honrada,
inteligente y patriota. Séptima: Paz en vez de luchas estériles de discusiones vacías
de sentido, de pasiones mezquinas, mira más elevada y más provechosas habrá de
comprar la atención de los gobernantes y de los gobernados...7

El Presidente del Concejo Municipal de la Provincia de Margarita, Tomás


Caraballo, en su exposición al Congreso explica que “El sistema de federación
ensayado por pueblos más adelantados que los nuestros, háse (sic) visto producir
siempre felizes resultados: la federacion consolida la paz, vehículo de la
prosperidad y da fuerza y estabilidad á los Estados”8.

Los vecinos de San Cristóbal, en ese entonces provincia de Mérida,


consideraban que los pactos para una bien calculada confederación de las tres
repúblicas se basaba en acuerdos que no infringieran “una sola letra de nuestra
Constitución” y se acogiera a los trámites legales de reforma de la Constitución,
Federación Venezolana, bajo la forma de un gobierno democrático, y que esta
Confederación Colombiana se concretara, pero sin injerencia en el gobierno
administrativo de los Estados que entraran a componerla.

Los representantes de los vecinos de la ciudad de Barinas, al dirigirse al


Congreso para apoyar la petición del Presidente, general Monagas, de
“Federación Colombiana”, se fundamentan en que la historia registra el nombre de
Colombia como el de una Nación poderosa que comprendía variados y fértiles
climas y suelos, caudalosos ríos, ricas e inagotables minas, célebres por sus
episodios de la guerra de independencia, con hombres que resplandecían con el
pensamiento de Dios, de la Libertad, con sus creencias políticas.

La Confederación Colombiana dará garantías á la propiedad, las dará á la familia, las


dará á la Libertad, y hará resucitar nuestro nombre, nuestra riqueza, y nuestra fama,
pórque tendremos un Gobierno general que representará a pueblos compactos en un
mismo pensamiento, y un solo fin; que dirijirá (sic) nuestras relaciones con las
Naciones estranjeras (sic); que alejará los peligros exteriores que nos amenazan, y
que afirmará la paz sobre bases sólidas...9

El Concejo Municipal del Cantón de Cumaná, invocando uno de los párrafos


del mensaje presidencial dirigido a las Cámaras Legislativas sobre la propuesta de
7
“El Ilustre Concejo Municipal del Cantón Bailadores pide confederación colombiana [1856]”, AHAN, CR, t.
316, fs. 22-22vto.
8
“El Concejo Municipal del canton capital de la provincia de Margarita pide la Confederación Colombiana
[1856]”, AHAN, CR, t. 316, f. 115.
9
“Los vecinos de la ciudad de Barinas piden se lleve á cabo la Confederación Colombiana [1856]”, AHAN,
CR, t. 316, fs. 196-196vto.
reinstauración de la Confederación Colombiana, y robustecida ésta por igual
solicitud del Concejo Municipal de Caracas; manifiesta que “...es la voluntad de
todos los pueblos y el deseo a que aspiran todos los pechos americanos. (...) Una
larga y dolorosa esperiencia (sic) adquirida en la historia política de nuestra tierra,
forzosamente habia de producir este suceso y encaminarnos a la realizacion del
gobierno federativo que ha dado el fruto de tantos bienes en los Estados unidos
del Norteamérica, tal como lo ensayó Venezuela en su constitución federal de 21
de Diciembre de 1.811 y como lo solicitan y proclaman actualmente los pueblos
neogranadinos”10.

Cumaná, por tradición, desde la fundación de la República en 1811 apoya el


sistema federal como la mejor forma de gobierno, y así lo manifestaba cuando
participó en las insurrecciones o revoluciones que estallaron en Venezuela,
especialmente después de su separación de la Gran Colombia en 1830.

Por ejemplo, en la Revolución de 1835, que proclama un sistema federalista


y en la cual participó activamente; y en la Revolución de 1853, donde Cumaná
expresa su repudio por el gobierno mediante un programa federalista, y en ambas
declararon que aspiraban a restaurar la Gran Colombia.

Este proyecto de confederación Colombiana del Presidente, general


Monagas, tuvo respuestas de los tres países que componían la Gran Colombia. El
Congreso de la Nueva Granada sancionó una ley que propiciaba igualmente la
reorganización de Colombia como una sola entidad política. Por otra parte, tanto
Venezuela como la Nueva Granada informaron al Gobierno del Ecuador acerca
del proyecto y solicitaron su participación en las negociaciones. Éste, a través de
su Ministro de Relaciones Exteriores Ramón Borjas, el gobierno ecuatoriano
respondió que la Constitución de ese país no preveía la alteración de la forma de
Gobierno, pero ofreció someter tan importante cuestión al Congreso. Sin embargo,
las negociaciones no avanzaron, porque las naciones involucradas, aunque
coincidían en cuanto al principio, diferían en su ejecución. Al final, no se llegó a un
acuerdo y el encargado de las negociaciones por Venezuela, general Carlos
Castelli, dio por concluida las negociaciones.

A continuación presentamos una selección de los documentos relacionados


con este tema, como los escritos por el Libertador donde, en algunos de sus
párrafos, expresa su deseo de Confederación Colombiana: “La Carta de Jamaica”
de 1815 y el “Discurso de Angostura” de 1819; el “Acta del Congreso
Constituyente de la República de Venezuela” en 1830; el “Mensaje Presidencial
del General José Tadeo Monagas al Congreso Nacional” con su propuesta de
reinstauración de la Confederación Colombiana; los Actos Legislativos emanados
de las deliberaciones en el Congreso Nacional de la República de Venezuela en
1856 sobre el Proyecto de Confederación Colombiana; y los pronunciamientos a
favor de este Proyecto por parte de los sectores más representativos de la

10
“El Concejo Municipal del Cantón Cumaná pide la ‘Confederación Colombiana [1856]’”, AHAN, CR, t.
316, fs. 271-271vto.
República como los concejos municipales, los representantes de los vecinos de
los cantones, y las juntas comunales.

Con la publicación del Boletín N° 2 del Archivo Histórico de la Asamblea


Nacional, el Servicio Autónomo de Información Legislativa, SAIL, cumple con el
compromiso de colaborar con la meta propuesta por la Dirección de Archivos de
dar a conocer las importantes colecciones documentales sobre nuestra Historia
Republicana que custodia en sus bóvedas el Archivo Histórico de la Asamblea
Nacional.

Cecilia Vivas
Investigadora
SAIL
Fuentes primarias

Archivo Histórico de la Asamblea Nacional, Caracas (AHAN)


Sección Congreso, “Reinstauración de la Gran Colombia [1856]”, t. 316.

Fuentes documentales impresas

Leyes y Decretos de Venezuela,1830-1840, Serie República de Venezuela, 1982.

Fuentes secundarias

-GIL FORTOUL, José,


Historia Constitucional de Venezuela. Berlín,1904, II Tomos.

-GONZÁLEZ GUINÁN, Francisco,


Historia Contemporánea de Venezuela. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la
República, 1984, 15 Vols.

-URIBE VARGAS, Diego,


Las Constituciones de Colombia. Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1977, II
tomos.

Compilación documental

CARTA DE JAMAICA
[1815]

Muy señor mío: Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que
usted me hizo el honor de dirigirme, y yo recibí con la mayor satisfacción.
Sensible como debo, al interés que usted ha querido tomar por la suerte de
mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece, desde su
descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores los
españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas
demandas que usted me hace, sobre los objetos más importantes de la política
americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la
confianza con que usted me favorece, y el impedimento de satisfacerle, tanto por
la falta de documentos y de libros, cuanto por los limitados conocimientos que
poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo.

En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que usted me ha


honrado. El mismo barón de Humboldt, con su universalidad de conocimientos
teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la
estadística y revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la
mayor está cubierta de tinieblas y, por consecuencia, sólo se pueden ofrecer
conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura,
y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones
suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por
sus posiciones físicas, por las vicisitudes de la guerra, y por los cálculos de la
política.

Como me conceptúo obligado a prestar atención a la apreciable carta de


usted, no menos que a sus filantrópicas miras, me animo a dirigir estas líneas, en
las cuales ciertamente no hallará usted las ideas luminosas que desea, más sí las
ingenuas expresiones de mis pensamientos.

“Tres siglos ha -dice usted- que empezaron las barbaridades que los
españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón”. Barbaridades que la
presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la
perversidad humana, y jamás serían creídas por los críticos modernos, si
constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades. El
filantrópico obispo de Chiapa, el apóstol de la América, Las Casas, ha dejado a la
posteridad una breve relación de ellas, extractada de las sumarias que siguieron
en Sevilla a los conquistadores, con el testimonio de cuantas personas
respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que
los tiranos se hicieron entre sí: como consta por los más sublimes historiadores de
aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtudes
de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su
gobierno y contemporáneos los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario.
Con cuánta emoción de gratitud leo el pasaje de la carta de usted en que me
dice “que espera que los sucesos que siguieron entonces a las armas españolas,
acompañen ahora a las de sus contrarios, los muy oprimidos americanos
meridionales”. Yo tomo esta esperanza por una predicción, si la justicia decide las
contiendas de los hombres. El suceso coronará nuestros esfuerzos, porque el
destino de América se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a España
está cortado; la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente
las partes de aquella inmensa monarquía; lo que antes las enlazaba ya las divide;
más grande es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos
separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes, que reconciliar los
espíritus de ambos países. El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de
luces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la
gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos
venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno; no
obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía; o, por
mejor decir, este apego forzado por el imperio de la dominación. Al presente
sucede lo contrario, la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y
tememos: todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha
rasgado, ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas: se han roto
las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo
esclavizarnos. Por lo tanto, América combate con despecho; y rara vez la
desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.

Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos


desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los independientes, mientras que
los tiranos en lugares diferentes, obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el resultado
final? ¿No está el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su defensa?
Echemos una ojeada y observaremos una lucha simultánea en la misma extensión
de este hemisferio.

El belicoso estado de las provincias del Río de la Plata ha purgado su


territorio y conducido sus armas vencedoras al Alto Perú, conmoviendo a
Arequipa, e inquietado a los realistas de Lima. Cerca de un millón de habitantes
disfruta allí de su libertad.

El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas, está lidiando contra sus
enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que antes pusieron
un término a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos, son sus vecinos y
compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarle, que el pueblo que
ama su independencia, por fin la logra.

El virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de


habitantes, es, sin duda, el más sumiso y al que más sacrificios se le han
arrancando para la causa del rey, y bien sean vanas las relaciones concernientes
a aquella porción de América, es indubitable que ni está tranquila, ni es capaz de
oponerse al torrente que amenaza a las más de sus provincias.

La Nueva Granada que es, por decirlo así, el corazón de la América,


obedece a un gobierno general, exceptuando el reino de Quito que con la mayor
dificultad contienen sus enemigos, por ser fuertemente adicto a la causa de su
patria; y las provincias de Panamá y Santa Marta que sufren, no sin dolor, la
tiranía de sus señores. Dos millones y medio de habitantes están esparcidos en
aquel territorio que actualmente defienden contra el ejército español bajo el
general Morillo, que es verosímil sucumba delante de la inexpugnable plaza de
Cartagena. Mas si la tomare será a costa de grandes pérdidas, y desde luego
carecerá de fuerzas bastantes para subyugar a los morigeros y bravos moradores
del interior.

En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela sus acontecimientos han


sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una
absoluta indigencia y a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los
más bellos países de cuanto hacían el orgullo de América. Sus tiranos gobiernan
un desierto, y sólo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte,
alimentan una precaria existencia; algunas mujeres, niños y ancianos son los que
quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que
viven, combaten con furor, en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o
arrojar al mar a los que, insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los
primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva.
Cerca de un millón de habitantes se contaba en Venezuela y sin exageración se
puede asegurar que una cuarta parte ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el
hambre, la peste, las peregrinaciones; excepto el terremoto, todos son resultados
de la guerra.

En Nueva España había en 1808, según nos refiere el barón de Humboldt,


siete millones ochocientas mil almas con inclusión de Guatemala. Desde aquella
época, la insurrección que ha agitado a casi todas sus provincias, ha hecho
disminuir sensiblemente aquel cómputo que parece exacto; pues más de un millón
de hombres han perecido, como lo podrá usted ver en la exposición de Mr. Walton
que describe con fidelidad los sanguinarios crímenes cometidos en aquel opulento
imperio. Allí la lucha se mantiene a fuerza de sacrificios humanos y de todas
especies, pues nada ahorran los españoles con tal que logren someter a los que
han tenido la desgracia de nacer en este suelo, que parece destinado a
empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de todo, los mejicanos serán libres,
porque han abrazado el partido de la patria, con la resolución de vengar a sus
pasados o seguirlos al sepulcro. Ya ellos dicen con Reynal: llegó el tiempo en fin,
de pagar a los españoles suplicios con suplicios y de ahogar a esa raza de
exterminadores en su sangre o en el mar.

Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas pueden formar una
población de setecientas a ochocientas mil almas, son las que más tranquilamente
poseen los españoles, porque están fuera del contacto de los independientes. Mas
¿no son americanos estos insulares? ¿No son vejados? ¿No desearán su
bienestar?

Este cuadro representa una escala militar de dos mil leguas de longitud y
novecientas de latitud en su mayor extensión en que dieciséis millones de
americanos defienden sus derechos, o están comprimidos por la nación española
que aunque fue en algún tiempo el más basto imperio del mundo, sus restos son
ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio y hasta para mantenerse en el
antiguo. ¿Y la Europa civilizada, comerciante y amante de la libertad permite que
una vieja serpiente por sólo satisfacer su saña envenenada, devore la más bella
parte de nuestro globo? ¡Qué! ¿Está Europa sorda al clamor de su propio interés?
¿No tiene ya ojos para ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido para ser de este
modo insensible? Estas cuestiones cuanto más las medito, más me confunde;
llego a pensar que se aspira a que desaparezca la América; pero es imposible
porque toda Europa no es España. ¡Qué demencia la de nuestra enemiga,
pretender reconquistar América, sin marina, sin tesoros y casi sin soldados! Pues
los que tiene, apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una
violenta obediencia, y defenderse de sus vecinos. Por otra parte, ¿podrá esta
nación hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo sin manufacturas, sin
producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política? Lograda que fuese
esta loca empresa, y suponiendo más, aun lograda la pacificación, los hijos de los
actuales americanos unidos con los de los europeos reconquistadores, ¿no
volverían a formar dentro de veinte años los mismos patrióticos designios que
ahora se están combatiendo?

Europa haría un bien a España en disuadirla de su obstinada temeridad,


porque a lo menos le ahorrará los gastos que expende, y la sangre que derrama; a
fin de que fijando su atención en sus propios recintos, fundase su prosperidad y
poder sobre bases más sólidas que las de inciertas conquistas, un comercio
precario y exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y poderosos.
Europa misma por miras de sana política debería haber preparado y ejecutado el
proyecto de la independencia americana, no sólo porque el equilibrio del mundo
así lo exige, sino porque éste es el medio legítimo y seguro de adquirirse
establecimientos ultramarinos de comercio. Europa que no se halla agitada por las
violentas pasiones de la venganza, ambición y codicia, como España, parece que
estaba autorizada por todas las leyes de la equidad a ilustrarla sobre sus bien
entendidos intereses.

Cuantos escritores han tratado la materia se acordaban en esta parte. En


consecuencia, nosotros esperábamos con razón que todas la naciones cultas se
apresurarían a auxiliarnos, para que adquiriésemos un bien cuyas ventajas son
recíprocas a entrambos hemisferios. Sin embargo, ¡cuán frustradas esperanzas!
No sólo los europeos, pero hasta nuestros hermanos del Norte se han mantenido
inmóviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la más justa, y
por sus resultados la más bella e importante de cuantas se han suscitado en los
siglos antiguos y modernos, ¿porque hasta dónde se puede calcular la
trascendencia de la libertad del hemisferio de Colón?

“La felonía con que Bonaparte -dice usted- prendió a Carlos IV y a Fernando
VII, reyes de esta nación, que tres siglos ha aprisionó con traición a dos monarcas
de la América meridional, en un acto manifiesto de retribución divina y, al mismo
tiempo, una prueba de que Dios sostiene la justa causa de los americanos y les
concederá su independencia”.

Parece que usted quiere aludir al monarca de Méjico Moctezuma, preso por
Cortés y muerto, según Herrera, por el mismo, aunque Solís dice que por el
pueblo, y a Atahualpa, inca del Perú, destruido por Francisco Pizarro y Diego
Almagro. Existe tal diferencia entre la suerte de los reyes españoles y los reyes
americanos, que no admiten comparación; los primeros son tratados con dignidad,
conservados y al fin recobran su libertad y trono; mientras que los últimos sufren
tormentos inauditos y los vilipendios más vergonzosos. Si a Guatimozín sucesor
de Moctezuma, se le trata como emperador, y le ponen la corona, fue por irrisión y
no por respeto, para que experimentase este escarnio antes que las torturas.
Iguales a la suerte de este monarca fueron las del rey de Michoacán, Catzontzin;
el Zipa de Bogotá y cuantos Toquis, Imas, Zipas, Ulmenes, Caciques y demás
dignidades indianas sucumbieron al poder español. El suceso de Fernando VII es
más semejante al que tuvo lugar en Chile en 1535 con el Ulmén de Copiapó,
entonces reinante en aquella comarca. El español Almagro pretextó, como
Bonaparte, tomar partido por la causa del legítimo soberano y, en consecuencia,
llama al usurpador, como Fernando lo era en España; aparenta restituir al legítimo
a sus estados y termina por encadenar y echar a las llamas al infeliz Ulmén, sin
querer ni aún oír su defensa. Este es el ejemplo de Fernando VII con su
usurpador; los reyes europeos sólo padecen destierros, el Ulmén de Chile termina
su vida de un modo atroz.

“Después de algunos meses -añade usted- he hecho muchas reflexiones


sobre la situación de los americanos y sus esperanzas futuras; tomo grande
interés en sus sucesos; pero me faltan muchos informes relativos a su estado
actual y a lo que ellos aspiran; deseo infinitamente saber la política de cada
provincia como también su población; si desean repúblicas o monarquías, si
formarán una gran república o una gran monarquía. Toda noticia de esta especie
que usted pueda darme o indicarme las fuentes a que debo ocurrir, la estimaré
como un favor muy particular”.

Siempre las almas generosas se interesan en la suerte de un pueblo que se


esmera por recobrar los derechos con que el Creador y la naturaleza le han
dotado; y es necesario estar bien fascinado por el error o por las pasiones para no
abrigar esta noble sensación; usted ha pensado en mi país, y se interesa por él,
este acto de benevolencia me inspira el más vivo reconocimiento.

He dicho la población que se calcula por datos más o menos exactos, que
mil circunstancias hacen fallidos, sin que sea fácil remediar esta inexactitud,
porque los más de los moradores tienen habitaciones campestres, y muchas
veces errantes; siendo labradores, pastores, nómadas, perdidos en medio de
espesos e inmensos bosques, llanuras solitarias, y aislados entre lagos y ríos
caudalosos. ¿Quién será capaz de formar una estadística completa de semejantes
comarcas? Además, los tributos que pagan los indígenas; las penalidades de los
esclavos; las primicias, diezmos y derechos que pesan sobre los labradores, y
otros accidentes alejan de sus hogares a los pobres americanos. Esto sin hacer
mención de la guerra de exterminio que ya ha segado cerca de un octavo de la
población, y ha ahuyentado una gran parte; pues entonces las dificultades son
insuperables y el empadronamiento vendrá a reducirse a la mitad del verdadero
censo.

Todavía es más difícil presentir la suerte futura del Nuevo Mundo, establecer
principios sobre su política, y casi profetizar la naturaleza del gobierno que llegará
a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este país me parece aventurada. ¿Se
puede prever cuando el género humano se hallaba en su infancia rodeado de
tanta incertidumbre, ignorancia y error, cuál sería el régimen que abrazaría para su
conservación? ¿Quién se habría atrevido a decir tal nación será república o
monarquía, ésta será pequeña, aquélla grande? En mi concepto, esta es la
imagen de nuestra situación. Nosotros somos un pequeño género humano;
poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares; nuevos en casi todas
las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejos en los usos de la sociedad civil.
Yo considero el estado actual de América, como cuando desplomado el imperio
romano, cada desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses
y situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias o
corporaciones; con esta notable diferencia, que aquellos miembros dispersos
volvían a restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigían las
cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que
en otro tiempo fue, y que por otra parte no somos indios, ni europeos, sino una
especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores
españoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento, y nuestros
derechos los de Europa, tenemos que disputar a éstos a los del país, y que
mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallemos en el caso
más extraordinario y complicado. No obstante que es una especie de adivinación
indicar cuál será el resultado de la línea política que América siga, me atrevo a
aventurar algunas conjeturas que, desde luego, caracterizo de arbitrarias, dictadas
por un deseo racional, y no por un raciocinio probable.

La posición de los moradores del hemisferio americano, ha sido por siglos


puramente pasiva; su existencia política era nula. Nosotros estábamos en un
grado todavía más abajo de la servidumbre y, por lo mismo, con más dificultad
para elevarnos al goce de la libertad. Permítame usted estas consideraciones para
elevar la cuestión. Los Estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o
por el abuso de ella; luego un pueblo es esclavo, cuando el gobierno por su
esencia o por sus vicios, holla y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito.
Aplicando estos principios, hallaremos que América no solamente estaba privada
de su libertad, sino también de la tiranía activa y dominante. Me explicaré. En las
administraciones absolutas no se reconocen límites en el ejercicio de las
facultades gubernativas: la voluntad del gran sultán, Kan, Dey y demás soberanos
despóticos, es la ley suprema, y ésta, es casi arbitrariamente ejecutada por los
bajaes, kanes y sátrapas subalternos de Turquía y Persia, que tienen organizada
una opresión de que participan los súbditos en razón de la autoridad que se les
confía. A ellos está encargada la administración civil, militar, política, de rentas, y
la religión. Pero al fin son persas los jefes de Ispahan, son turcos los visires del
gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria. China no envía a buscar
mandarines, militares y letrados al país de Gengis Kan que la conquistó, a pesar
de que los actuales chinos son descendientes directos de los subyugados por los
ascendientes de los presentes tártaros.

¡Cuán diferente entre nosotros! Se nos vejaba con una conducta que,
además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una
especie de infancia permanente, con respecto a las transacciones públicas. Si
hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra
administración interior, conoceríamos el curso de los negocios públicos y su
mecanismo. Gozaríamos también de la consideración personal que impone a los
ojos del pueblo cierto respeto maquinal, que es tan necesario conservar en las
revoluciones. He aquí por qué he dicho que estábamos privados hasta de la tiranía
activa, pues que no nos está permitido ejercer sus funciones.

Los americanos en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor
fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios
para el trabajo y, cuando más, el de simples consumidores; y aun esta parte
coartada con restricciones chocantes; tales son las prohibiciones del cultivo de
frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey monopoliza, el
impedimento de las fábricas que la misma Península no posee, los privilegios
exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera necesidad; las trabas
entre provincias y provincias americanas para que no se traten, entiendan, ni
negocien; en fin, ¿quiere usted saber cuál era nuestro destino? Los campos para
cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón; las llanuras
solitarias para criar ganados, los desiertos para cazar las bestias feroces, las
entrañas de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a esa nación
avarienta.

Tan negativo era nuestro estado que no encuentro semejante en ninguna


otra asociación civilizada, por más que recorro la serie de las edades y la política
de todas las naciones. Pretender que un país tan felizmente constituido, extenso,
rico y populoso sea meramente pasivo, ¿no es un ultraje y una violación de los
derechos de la humanidad?

Estábamos, como acabo de exponer, abstraídos y, digámoslo así, ausentes


del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del
Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores sino por causas muy
extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares
sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni
magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contraversión
directa de nuestras instituciones.

El emperador Carlos V formó un pacto con los descubridores, conquistadores


y pobladores de América que, como dice Guerra, es nuestro contrato social. Los
reyes de España convinieron solemnemente con ellos que lo ejecutasen por su
cuenta y riesgo, prohibiéndoles hacerlo a costa de la real hacienda, y por esta
razón se le concedía que fuesen señores de la tierra, que organizasen la
administración y ejerciesen la judicatura en apelación; con otras muchas
exenciones y privilegios que sería prolijo detallar. El rey se comprometió a no
enajenar jamás las provincias americanas, como que a él no tocaba otra
jurisdicción que la del alto dominio, siendo una especie de propiedad feudal la que
allí tenían los conquistadores para sí y sus descendientes. Al mismo tiempo
existen leyes expresas que favorecen casi exclusivamente a los naturales del país,
originarios de España, en cuanto a los empleos civiles, eclesiásticos y de rentas.
Por manera que con una violación manifiesta de la leyes y de los pactos
subsistentes, se han visto despojar aquellos naturales de la autoridad
constitucional que les daba su código.

De cuanto he referido, será fácil colegir que América no estaba preparada,


para desprenderse de la metrópoli, como súbitamente sucedió por el efecto de las
ilegítimas cesiones de Bayona, y por la inicua guerra que la regencia nos declaró
sin derecho alguno para ello no sólo por la falta de justicia, sino también de
legitimidad. Sobre la naturaleza de los gobiernos españoles, sus decretos
conminatorios y hostiles, y el curso entero de su desesperada conducta, hay
escritos del mayor mérito en el periódico El Español, cuyo autor es el señor
Blanco; y estando allí esta parte de nuestra historia muy bien tratada, me limito a
indicarlo.

Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos previos y, lo


que es más sensible, sin la práctica de los negocios públicos a representar en
escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores, magistrados,
administradores del erario, diplomáticos, generales, y cuantas autoridades
supremas y subalternas forman la jerarquía de un Estado organizado con
regularidad.

Cuando las águilas francesas sólo respetaron los muros de la ciudad de


Cádiz, y con su vuelo arrollaron a los frágiles gobiernos de la Península, entonces
quedamos en la orfandad. Ya antes habíamos sido entregados a la merced de un
usurpador extranjero. Después, lisonjeados con la justicia que se nos debía, con
esperanzas halagüeñas siempre burladas; por último, inciertos sobre nuestro
destino futuro, y amenazados por la anarquía, a causa de la falta de un gobierno
legítimo, justo y liberal, nos precipitamos en el caos de la revolución. En el primer
momento sólo se cuidó de proveer a la seguridad interior, contra los enemigos que
encerraba nuestro seno. Luego se extendió a la seguridad exterior; se
establecieron autoridades que sustituimos a las que acabábamos de deponer
encargadas de dirigir el curso de nuestra revolución y de aprovechar la coyuntura
feliz en que nos fuese posible fundar un gobierno constitucional digno del presente
siglo y adecuado a nuestra situación.

Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con el


establecimiento de juntas populares. Estas formaron en seguida reglamentos para
la convocación de congresos que produjeron alteraciones importantes. Venezuela
erigió un gobierno democrático y federal, declarando previamente los derechos del
hombre, manteniendo el equilibro de los poderes y estatuyendo leyes generales
en favor de la libertad civil, de imprenta y otras; finalmente, se constituyó un
gobierno independiente. La Nueva Granada siguió con uniformidad los
establecimientos políticos y cuantas reformas hizo Venezuela, poniendo por base
fundamental de su Constitución el sistema federal más exagerado que jamás
existió; recientemente se ha mejorado con respecto al poder ejecutivo general,
que ha obtenido cuantas atribuciones le corresponden. Según entiendo, Buenos
Aires y Chile han seguido esta misma línea de operaciones; pero como nos
hallamos a tanta distancia, los documentos son tan raros, y las noticias tan
inexactas, no me animaré ni aun a bosquejar el cuadro de sus transacciones.

Los sucesos de México han sido demasiado varios, complicados, rápidos y


desgraciados para que se puedan seguir en el curso de la revolución. Carecemos,
además, de documentos bastante instructivos, que nos hagan capaces de
juzgarlos. Los independientes de México, por lo que sabemos, dieron principio a
su insurrección en septiembre de 1810, y una año después, ya tenían centralizado
su gobierno en Zitácuaro, instalado allí una junta nacional bajo los auspicios de
Fernando VII, en cuyo nombre se ejercían las funciones gubernativas. Por los
acontecimientos de la guerra, esta junta se trasladó a diferentes lugares, y es
verosímil que se haya conservando hasta estos últimos momentos, con las
modificaciones que los sucesos hayan exigido. Se dice que ha creado un
generalísimo o dictador que lo es el ilustre general Morelos; otros hablan del
célebre general Rayón; lo cierto es que uno de estos dos grandes hombres o
ambos separadamente ejercen la autoridad suprema en aquel país; y
recientemente ha aparecido una constitución para el régimen del Estado. En
marzo de 1812 el gobierno residente en Zultepec, presentó un plan de paz y
guerra al virrey de México concebido con la más profunda sabiduría. En él se
reclamó el derecho de gentes estableciendo principios de una exactitud
incontestable. Propuso la junta que la guerra se hiciese como entre hermanos y
conciudadanos; pues que no debía ser más cruel que entre naciones extranjeras;
que los derechos de gente y de guerra, inviolables para los mismos infieles y
bárbaros, debían serlo más para cristianos, sujetos a un soberano y a unas
mismas leyes; que los prisioneros no fuesen tratados como reos de lesa majestad,
ni se degollasen los que rendían las armas, sino que se mantuviesen en rehenes
para canjearlos; que no se entrase a sangre y fuego en las poblaciones pacíficas,
no las diezmasen ni quitasen para sacrificarlas y, concluye, que en caso de no
admitirse este plan, se observarían rigurosamente las represalias. Esta
negociación se trató con el más alto desprecio; no se dio respuesta a la junta
nacional; las comunicaciones originales se quemaron públicamente en la plaza de
México, por mano del verdugo; y la guerra de exterminio continuó por parte de los
españoles con su furor acostumbrado, mientras que los mexicanos y las otras
naciones americanas no la hacían, ni aun a muerte con los prisioneros de guerra
que fuesen españoles. Aquí se observa que por causas de conveniencias se
conservó la apariencia de sumisión al rey y aun a la constitución de la monarquía.
Parece que la junta nacional es absoluta en el ejercicio de las funciones
legislativa, ejecutiva y judicial, y el número de sus miembros muy limitado.

Los acontecimientos de la tierra firme nos han probado que las instituciones
perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y
luces actuales. En Caracas el espíritu de partido tomó su origen en las
sociedades, asambleas y elecciones populares; y estos partidos nos tornaron a la
esclavitud. Y así como Venezuela ha sido la república americana que más se ha
adelantado en sus instituciones políticas, también ha sido el más claro ejemplo de
la ineficacia de la forma demócrata y federal para nuestros nacientes Estados. En
Nueva Granada las excesivas facultades de los gobiernos provinciales y la falta de
centralización en el general han conducido aquel precioso país al estado a que se
ve reducido en el día. Por esta razón sus débiles enemigos se han conservado
contra todas las probabilidades. En tanto que nuestros compatriotas no adquieran
los talentos y las virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del Norte,
los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que
vengan a ser nuestra ruina. Desgraciadamente, estas cualidades parecen estar
muy distantes de nosotros en el grado que se requiere; y por el contrario, estamos
dominados de los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la
española que sólo ha sobresalido en fiereza, ambición, venganza y codicia.

Es más difícil, dice Montesquieu, sacar un pueblo de la servidumbre, que


subyugar uno libre. Esta verdad está comprobada por los anales de todos los
tiempos, que nos muestran las más de las naciones libres, sometidas al yugo, y
muy pocas de las esclavas recobrar su libertad. A pesar de este convencimiento,
los meridionales de este continente han manifestado el conato de conseguir
instituciones liberales y aun perfectas; sin duda, por efecto del instinto que tienen
todos los hombres de aspirar a su mejor felicidad posible; la que se alcanza
infaliblemente en las sociedades civiles, cuando ellas están fundadas sobre las
bases de la justicia, de la libertad y de la igualdad. Pero ¿seremos nosotros
capaces de mantener en su verdadero equilibro la difícil carga de una República?
¿Se puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado, se lance a la
esfera de la libertad, sin que, como a Icaro, se le deshagan las alas, y recaiga en
el abismo? Tal prodigio es inconcebible, nunca visto. Por consiguiente, no hay un
raciocinio verosímil, que nos halague con esta esperanza.

Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación
del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque
aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el
Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es
imposible, no me atrevo a desearlo; y menos deseo aún una monarquía universal
de América, porque este proyecto sin ser útil, es también imposible. Los abusos
que actualmente existen no se reformarían, y nuestra regeneración sería
infructuosa. Los Estados americanos han menester de los ciudadanos de
gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra.
La metrópoli, por ejemplo, sería México, que es la única que puede serlo por su
poder intrínseco, sin el cual no hay metrópoli. Supongamos que fuese el istmo de
Panamá punto céntrico para todos los extremos de este vasto continente, ¿no
continuarían éstos en la languidez, y aún en el desorden actual? Para que un sólo
gobierno dé vida, anime, ponga en acción todos los resortes de la prosperidad
pública, corrija, ilustre y perfeccione al Nuevo Mundo sería necesario que tuviese
las facultades de un Dios y, cuando menos, las luces y virtudes de todos los
hombres.

El espíritu de partido que al presente agita a nuestros Estados, se


encendería entonces con mayor encono, hallándose ausente la fuente del poder,
que únicamente puede reprimirlo. Además, los magnates de las capitales no
sufrirían la preponderancia de los metropolitanos, a quienes considerarían como a
otros tantos tiranos; sus celos llegarían hasta el punto de comparar a éstos con los
odiosos españoles. En fin, una monarquía semejante sería un coloso deforme, que
su propio peso desplomaría a la menor convulsión.

Mr. de Pradt ha dividido sabiamente a la América en quince o diecisiete


Estados independientes entre sí, gobernados por otros tantos monarcas. Estoy de
acuerdo en cuanto a lo primero, pues la América comporta la creación de
diecisiete naciones; en cuanto a lo segundo, aunque es más fácil conseguirla, es
menos útil; y así no soy de la opinión de las monarquías americanas. He aquí mis
razones. El interés bien entendido de una república se circunscribe en la esfera de
su conservación, prosperidad y gloria. No ejerciendo la libertad imperio, porque es
precisamente su opuesto, ningún estímulo excita a los republicanos a extender los
términos de su nación, en detrimiento de sus propios medios, con el único objeto
de hacer participar a sus vecinos de una Constitución liberal. Ningún derecho
adquieren, ninguna ventaja sacan venciéndolos, a menos que los reduzcan a
colonias, conquistas o aliados, siguiendo el ejemplo de Roma. Máximas y
ejemplos tales están en oposición directa con los principios de justicia de los
sistemas republicanos; y aún diré más, en oposición manifiesta con los intereses
de sus ciudadanos; porque un Estado demasiado extenso en sí mismo o por sus
dependencias, al cabo viene en decadencia, y convierte su forma libre en otra
tiránica; relaja los principios que deben conservarla, y ocurre por último al
despotismo. El distintivo de las pequeñas repúblicas es la permanencia; el de las
grandes es vario, pero siempre se inclina al imperio. Casi todas las primeras han
tenido una larga duración; de las segundas sólo Roma se mantuvo algunos siglos,
pero fue porque era república la capital y no lo era el resto de sus dominios que se
gobernaban por leyes e instituciones diferentes.

Muy contraria es la política de un rey, cuya inclinación constante se dirige al


aumento de sus posesiones, riqueza y facultades; con razón, porque su autoridad
crece con estas adquisiciones, tanto con respecto a sus vecinos, como a sus
propios vasallos que temen en él un poder tan formidable cuanto es su imperio
que se conserva por medio de la guerra y de las conquistas. Por estas razones
pienso que los americanos ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y
agricultura, preferirían las repúblicas a los reinos, y me parece que estos deseos
se conforman con las miras de Europa.

No convengo en el sistema federal entre los populares y representativos, por


ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a los
nuestros; por igual razón rehuso la monarquía mixta de aristocracia y democracia
que tanta fortuna y esplendor ha procurado a Inglaterra. No siéndonos posible
lograr entre las repúblicas y monarquías lo más perfecto y acabado, evitemos caer
en anarquías demagógicas, o en tiranías monócratas. Busquemos un medio entre
extremos opuestos que nos conducirán a los mismos escollos, a la infelicidad y al
deshonor. Voy a arriesgar el resultado de mis cavilaciones sobre la suerte futura
de América, no la mejor, sino la que sea más asequible.

Por la naturaleza de las localidades, riquezas, población y carácter de los


mexicanos, imagino que intentarán al principio establecer una república
representativa, en la cual tenga grandes atribuciones el poder Ejecutivo,
concentrándolo en un individuo que, si desempeña sus funciones con acierto y
justicia, casi naturalmente vendrá a conservar una autoridad vitalicia. Si su
incapacidad o violenta administración excita una conmoción popular que triunfe,
ese mismo poder ejecutivo quizás se difundirá en una asamblea. Si el partido
preponderante es militar o aristocrático, exigirá probablemente una monarquía que
al principio será limitada y constitucional, y después inevitablemente declinará en
absoluta; pues debemos convenir en que nada hay más difícil en el orden político
que la conservación de una monarquía mixta; y también es preciso convenir en
que sólo un pueblo tan patriota como el inglés es capaz de contener la autoridad
de un rey, y de sostener el espíritu de libertad bajo un cetro y una corona.

Los Estados del istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizás una
asociación. Esta magnífica posición entre los dos grandes mares, podrá ser con el
tiempo el emporio del universo. Sus canales acortarán las distancias del mundo:
estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia; traerán a tan feliz
región los tributos de las cuatro partes del globo. ¡Acaso sólo allí podrá fijarse
algún día la capital de la tierra! Como pretendió Constantino que fuese Bizancio la
del antiguo hemisferio.

Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar


una república central, cuya capital sea Maracaibo o una nueva ciudad que con el
nombre de Las Casas (en honor de este héroe de la filantropía), se funde entre los
confines de ambos países, en el soberbio puerto de Bahía Honda. Esta posición
aunque desconocida, es más ventajosa por todos respectos. Su acceso es fácil y
su situación tan fuerte, que puede hacerse inexpugnable. Posee un clima puro y
saludable, un territorio tan propio para la agricultura como para la cría de ganados,
y una grande abundancia de maderas de construcción. Los salvajes que la habitan
serían civilizados, y nuestras posesiones se aumentarían con la adquisición de la
Guajira. Esta nación se llamaría Colombia como tributo de justicia y gratitud al
creador de nuestro hemisferio. Su gobierno podrá imitar al inglés; con la diferencia
de que en lugar de un rey habrá un poder ejecutivo, electivo, cuando más vitalicio,
y jamás hereditario si se requiere república, una cámara o senado legislativo
hereditario, que en las tempestades políticas se interponga entre las olas
populares y los rayos del gobierno, y un cuerpo legislativo de libre elección, sin
otras restricciones que las de la Cámara Baja de Inglaterra. Esta constitución
participaría de todas las formas y yo deseo que no participe de todos los vicios.
Como esta es mi patria, tengo un derecho incontestable para desearla lo que en
mi opinión es mejor. Es muy posible que la Nueva Granada no convenga en el
reconocimiento de un gobierno central, porque es en extremo adicta a la
federación; y entonces formará por sí sola un Estado que, si subsiste, podrá ser
muy dichoso por sus grandes recursos de todos géneros.

Poco sabemos de las opiniones que prevalecen en Buenos Aires, Chile y el


Perú; juzgando por lo que se trasluce y por las apariencias, en Buenos Aires habrá
un gobierno central en que los militares se lleven la primacía por consecuencia de
sus divisiones intestinas y guerras externas. Esta constitución degenerará
necesariamente en una oligarquía, o una monocracia, con más o menos
restricciones, y cuya denominación nadie puede adivinar. Sería doloroso que tal
caso sucediese, porque aquellos habitantes son acreedores a la más espléndida
gloria.

El reino de Chile está llamado por la naturaleza de su situación, por las


costumbres inocentes y virtuosas de sus moradores, por el ejemplo de sus
vecinos, los fieros republicanos del Arauco, a gozar de las bendiciones que
derraman las justas y dulces leyes de una república. Si alguna permanece largo
tiempo en América, me inclino a pensar que será la chilena. Jamás se ha
extinguido allí el espíritu de libertad; los vicios de Europa y Asia llegarán tarde o
nunca a corromper las costumbres de aquel extremo del universo. Su territorio es
limitado; estará siempre fuera del contacto inficionado del resto de los hombres; no
alterará sus leyes, usos y prácticas; preservará su uniformidad en opiniones
políticas y religiosas; en una palabra, Chile puede ser libre.

El Perú, por el contrario, encierra dos elementos enemigos de todo régimen


justo y liberal; oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está
corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana
libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas. Aunque estas
reglas serían aplicables a toda la América, creo que con más justicia las merece
Lima por los conceptos que he expuesto, y por la cooperación que ha prestado a
sus señores contra sus propios hermanos los ilustres hijos de Quito, Chile y
Buenos Aires. Es constante que el que aspira a obtener la libertad, a lo menos lo
intenta. Supongo que en Lima no tolerarán los ricos la democracia, ni los esclavos
y pardos libertos la aristocracia; los primeros preferirán la tiranía de uno solo, por
no padecer las persuasiones tumultuarias, y por establecer un orden siquiera
pacífico. Mucho hará si concibe recobrar su independencia.

De todo lo expuesto, podemos deducir estas consecuencias: las provincias


americanas se hallan lidiando por emanciparse, al fin obtendrán el suceso;
algunas se constituirán de un modo regular en repúblicas federales y centrales; se
fundarán monarquías casi inevitablemente en las grandes secciones, y algunas
serán tan infelices que devorarán sus elementos, ya en la actual, ya en las futuras
revoluciones, que una gran monarquía no será fácil consolidar; una gran república
imposible.

Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola
nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene
un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente,
tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de
formarse; mas no es posible porque climas remotos, situaciones diversas,
intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América. ¡Qué bello
sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los
griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto
Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y
discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las
otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en
alguna época dichosa de nuestra regeneración, otra esperanza es infundida,
semejante a la del abate St. Pierre que concibió el laudable delirio de reunir un
Congreso europeo, para decidir de la suerte de los intereses de aquellas naciones.

“Mutaciones importantes y felices, continuas pueden ser frecuentemente


producidas por efectos individuales”. Los americanos meridionales tienen una
tradición que dice: que cuando Quetzalcoatl, el Hermes, o Buda de la América del
Sur resignó su administración y los abandonó, les prometió que volvería después
que los siglos designados hubiesen pasado, y que él restablecería su gobierno, y
renovaría su felicidad. ¿Esta tradición, no opera y excita una convicción de que
muy pronto debe volver? ¿Concibe usted cuál será el efecto que producirá, si un
individuo aparecido entre ellos demostrase los caracteres de Quetzalcoatl, el Buda
de bosque, o Mercurio, del cual han hablado tanto las otras naciones? ¿No cree
usted que esto inclinaría todas las partes? ¿No es la unión todo lo que se necesita
para ponerlos en estado de expulsar a los españoles, sus tropas, y los partidarios
de la corrompida España, para hacerlos capaces de establecer un imperio
poderoso, con un gobierno libre y leyes benévolas?

Pienso como usted que causas individuales pueden producir resultados


generales, sobre todo en las revoluciones. Pero no es el héroe, gran profeta, o
dios del Anáhuac, Quetzalcoatl, el que es capaz de operar los prodigiosos
beneficios que usted propone. Este personaje es apenas conocido del pueblo
mexicano y no ventajosamente; porque tal es la suerte de los vencidos aunque
sean dioses. Sólo los historiadores y literatos se han ocupado cuidadosamente en
investigar su origen, verdadera o falsa misión, sus profecías y el término de su
carrera. Se disputa si fue un apóstol de Cristo o bien pagano. Unos suponen que
su nombre quiere decir Santo Tomás; otros que Culebra Emplumajada; y otros
dicen que es el famoso profeta de Yucatán, Chilan-Cambal. En una palabra, los
más de los autores mexicanos, polémicos e historiadores profanos, han tratado
con más o menos extensión la cuestión sobre el verdadero carácter de
Quetzalcoatl. El hecho es, según dice Acosta, que él establece una religión, cuyos
ritos, dogmas y misterios tenían una admirable afinidad con la de Jesús, y que
quizás es la más semejante a ella. No obstante esto, muchos escritores católicos
han procurado alejar la idea de que este profeta fuese verdadero, sin querer
reconocer en él a un Santo Tomás como lo afirman otros célebres autores. La
opinión general es que Quetzalcoatl es un legislador divino entre los pueblos
paganos de Anáhuac, del cual era lugarteniente el gran Moctezuma, derivando de
él su autoridad. De aquí que se infiere que nuestros mexicanos no seguirían al
gentil Quetzalcoatl, aunque apareciese bajo las formas más idénticas y favorables,
pues que profesan una religión la más intolerante y exclusiva de las otras.

Felizmente los directores de la independencia de México se han


aprovechado del fanatismo con el mejor acierto proclamando a la famosa Virgen
de Guadalupe por reina de los patriotas, invocándola en todos los casos arduos y
llevándola en sus banderas. Con esto, el entusiasmo político ha formado una
mezcla con la religión que ha producido un fervor vehemente por la sagrada causa
de la libertad. La veneración de esta imagen en México es superior a la más
exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta.

Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra


regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal el distintivo
de la guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y
reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio
de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas;
los últimos son siempre menos numerosos aunque más vehementes e ilustrados.
De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se
prolonga, siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa
ha seguido a la inteligencia.

Yo diré a usted lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los


españoles, y de fundar un gobierno libre. Es la unión, ciertamente; mas esta unión
no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien
dirigidos. América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas
las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios
militares y combatida por España que posee más elementos para la guerra, que
cuantos furtivamente podemos adquirir.

Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es débil, y


cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones se
dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este
fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal
que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los
talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa
hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional;
entonces las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado a
Europa, volarán a Colombia libre que las convidará con un asilo.
Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de
someter a usted para que los rectifique o deseche según su mérito; suplicándole
se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que
porque me crea capaz de ilustrar a usted en la materia.

Soy de usted, etc., etc.

Kingston, 6 de septiembre de 1815.

DISCURSO DE ANGOSTURA
[1819]

Señor. ¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha


convocado la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta! Yo,
pues, me cuento entre los seres más favorecidos de la Divina Providencia, ya
que he tenido el honor de reunir a los representantes del pueblo de Venezuela
en este augusto Congreso, fuente de la autoridad legítima, depósito de la
voluntad soberana y árbitro del destino de la nación.

Al trasmitir a los representantes del pueblo el Poder Supremo que se me


había confiado, colmo los votos de mi corazón, los de mis conciudadanos y los de
nuestras futuras generaciones, que todo lo esperan de vuestra sabiduría, rectitud y
prudencia. Cuando cumplo con este dulce deber, me liberto de la inmensa
autoridad que me agobiaba, como de la responsabilidad ilimitada que pesaba
sobre mis débiles fuerzas. Solamente una necesidad forzosa, unida a la voluntad
imperiosa del pueblo, me habría sometido al terrible y peligroso encargo de
Dictador Jefe Supremo de la República. ¡Pero ya respiro devolviéndoos esta
autoridad, que con tanto riesgo, dificultad y pena he logrado mantener en medio
de las tribulaciones más horrorosas que pueden afligir a un cuerpo social!

No ha sido la época de la República, que he presidido, una mera tempestad


política, ni una guerra sangrienta, ni una anarquía popular, ha sido, sí, el desarrollo
de todos los elementos desorganizadores; ha sido la inundación de un torrente
infernal que ha sumergido la tierra de Venezuela. Un hombre, ¡y un hombre como
yo!, ¿qué diques podría oponer al ímpetu de estas devastaciones? En medio de
este piélago de angustias no he sido más que un vil juguete del huracán
revolucionario que me arrebataba como una débil paja. Yo no he podido hacer ni
bien ni mal; fuerzas irresistibles han dirigido la marcha de nuestros sucesos;
atribuírmelos no sería justo y sería darme una importancia que no merezco.
¿Queréis conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual?
Consultad los anales de España, de América, de Venezuela; examinad las Leyes
de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la religión y del
dominio extranjero; observad los primeros actos del gobierno republicano, la
ferocidad de nuestros enemigos y el carácter nacional. No me preguntéis sobre los
efectos de estos trastornos para siempre lamentables; apenas se me puede
suponer simple instrumento de los grandes móviles que han obrado sobre
Venezuela; sin embargo, mi vida, mi conducta, todas mis acciones públicas y
privadas están sujetas a la censura del pueblo. ¡Representantes! Vosotros debéis
juzgarlas. Yo someto la historia de mi mando a vuestra imparcial decisión; nada
añadiré para excusarla; ya he dicho cuanto puede hacer mi apología. Si merezco
vuestra aprobación, habré alcanzado el sublime título de buen ciudadano,
preferible para mí al de Libertador que me dio Venezuela, al de Pacificador que
me dio Cundinamarca, y a los que el mundo entero puede dar.

¡Legisladores! Yo deposito en vuestras manos el mando supremo de


Venezuela. Vuestro es ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la
República; en vuestras manos está la balanza de nuestros destinos, la medida de
nuestra gloria, ellas sellarán los decretos que fijen nuestra libertad. En este
momento el Jefe Supremo de la República no es más que un simple ciudadano; y
tal quiere quedar hasta la muerte. Serviré, sin embargo, en la carrera de las armas
mientras haya enemigos en Venezuela. Multitud de beneméritos hijos tiene la
patria capaces de dirigirla, talentos, virtudes, experiencia y cuanto se requiere para
mandar a hombres libres, son el patrimonio de muchos de los que aquí
representan el pueblo; y fuera de este Soberano Cuerpo se encuentran
ciudadanos que en todas épocas han mostrado valor para arrostrar los peligros,
prudencia para evitarlos, y el arte, en fin, de gobernarse y de gobernar a otros.
Estos ilustres varones merecerán, sin duda, los sufragios del Congreso y a ellos
se encargará del gobierno, que tan cordial y sinceramente acabo de renunciar
para siempre.

La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha


sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son
esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar
permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se
acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la
usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y
nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado,
que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente.

Ya, pues, que por este acto de mi adhesión a la libertad de Venezuela puedo
aspirar a la gloria de ser contado entre sus más fieles amantes, permitidme, señor,
que exponga con la franqueza de un verdadero republicano mi respetuoso
dictamen en este Proyecto de Constitución que me tomo la libertad de ofreceros
en testimonio de la sinceridad y del candor de mis sentimientos. Como se trata de
la salud de todos, me atrevo a creer que tengo derecho para ser oído por los
representantes del pueblo. Yo sé muy bien que vuestra sabiduría no ha menester
de consejos, y sé también que mi proyecto acaso, os parecerá erróneo,
impracticable. Pero, señor, aceptad con benignidad este trabajo, que más bien es
el tributo de mi sincera sumisión al Congreso que el efecto de una levedad
presuntuosa. Por otra parte, siendo vuestras funciones la creación de un cuerpo
político y aun se podría decir la creación de una sociedad entera, rodeada de
todos los inconvenientes que presenta una situación la más singular y difícil,
quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro
encubierto o desconocido.

Echando una ojeada sobre lo pasado, veremos cuál es la base de la


República de Venezuela.

Al desprenderse América de la Monarquía Española, se ha encontrado


semejante al Imperio Romano, cuando aquella enorme masa, cayó dispersa en
medio del antiguo mundo. Cada desmembración formó entonces una nación
independiente conforme a su situación o a sus intereses; pero con la diferencia de
que aquellos miembros volvían a restablecer sus primeras asociaciones. Nosotros
ni aun conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo; no somos
europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los
españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en
el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en
el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es
el más extraordinario y complicado. Todavía hay más; nuestra suerte ha sido
siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos
hallamos en tanta más dificultad para alcanzar la libertad, cuanto que estábamos
colocados en un grado inferior al de la servidumbre; porque no solamente se nos
había robado la libertad, sino también la tiranía activa y doméstica. Permítaseme
explicar esta paradoja. En el régimen absoluto, el poder autorizado no admite
límites. La voluntad del déspota, es la ley suprema ejecutada arbitrariamente por
los subalternos que participan de la opresión organizada en razón de la autoridad
de que gozan. Ellos están encargados de las funciones civiles, políticas, militares y
religiosas, pero al fin son persas los sátrapas de Persia, son turcos los bajaes del
gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria. China no envía a buscar
mandarines a la cuna de Gengis Kan que la conquistó. Por el contrario, América,
todo lo recibía de España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la
tiranía activa; no permitiéndonos sus funciones en nuestros asuntos domésticos y
administración interior. Esta abnegación nos había puesto en la imposibilidad de
conocer el curso de los negocios públicos; tampoco gozábamos de la
consideración personal que inspira el brillo del poder a los ojos de la multitud, y
que es de tanta importancia en las grandes revoluciones. Lo diré de una vez,
estábamos abstraídos, ausentes del universo, en cuanto era relativo a la ciencia
del gobierno.

Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del


vicio, no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan
perniciosos maestros las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos
estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que
por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición.
La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento
ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y
de la inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico
o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por
la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia. Semejante a un
robusto ciego que, instigado por el sentimiento de sus fuerzas, marcha con la
seguridad del hombre más perspicaz, y dando en todos los escollos no puede
rectificar sus pasos. Un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve
a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en
la práctica de la virtud; que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los
tiranos, porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor;
que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; que el
ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad. Así, legisladores, vuestra
empresa es tanto más ímproba cuanto que tenéis que constituir a hombres
pervertidos por las ilusiones del error, y por incentivos nocivos. «La libertad -dice
Rousseau- es un alimento suculento, pero de difícil digestión». Nuestros débiles
conciudadanos tendrán que enrobustecer su espíritu mucho antes que logren
digerir el saludable nutritivo de la libertad. Entumidos sus miembros por las
cadenas, debilitada su vista en las sombras de las mazmorras, y aniquilados por
las pestilencias serviles, ¿eran capaces de marchar con pasos firmes hacia el
augusto templo de la libertad? ¿Serán capaces de admirar de cerca sus
espléndidos rayos y respirar sin opresión el éter puro que allí reina?

Meditad bien vuestra elección, legisladores. No olvidéis que vais a echar los
fundamentos a un pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la
naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente rango
que le espera. Si vuestra elección no está presidida por el genio tutelar de
Venezuela que debe inspiraros el acierto de escoger la naturaleza y la forma de
gobierno que vais a adoptar para la felicidad del pueblo; si no acertáis, repito, la
esclavitud será el término de nuestra transformación.

Los anales de los tiempos pasados os presentarán millares de gobiernos.


Traed a la imaginación las naciones que han brillado sobre la tierra, y
contemplaréis afligidos que casi toda la tierra ha sido, y aún es, víctima de sus
gobiernos. Observaréis muchos sistemas de manejar hombres, mas todos para
oprimirlos; y si la costumbre de mirar al género humano conducido por pastores de
pueblos, no disminuyese el horror de tan chocante espectáculo, nos pasmaríamos
al ver nuestra dócil especie pacer sobre la superficie del globo como viles rebaños
destinados a alimentar a sus crueles conductores. La naturaleza, a la verdad, nos
dota al nacer del incentivo de la libertad; mas sea pereza, sea propensión
inherente a la humanidad, lo cierto es que ella reposa tranquila aunque ligada con
las trabas que le imponen. Al contemplarla en este estado de prostitución, parece
que tenemos razón para persuadirnos que, los más de los hombres tienen por
verdadera aquella humillante máxima, que más cuesta mantener el equilibrio de la
libertad que soportar el peso de la tiranía.

¡Ojalá que esta máxima contraria a la moral de la naturaleza, fuese falsa!


¡Ojalá que esta máxima no estuviese sancionada por la indolencia de los hombres
con respecto a sus derechos más sagrados!
Muchas naciones antiguas y modernas han sacudido la opresión; pero son
rarísimas las que han sabido gozar de algunos preciosos momentos de libertad;
muy luego han recaído en sus antiguos vicios políticos; porque son los pueblos,
más bien que los gobiernos, los que arrastran tras sí la tiranía. El hábito de la
dominación, los hace insensibles a los encantos del honor y de la prosperidad
nacional; y miran con indolencia la gloria de vivir en el movimiento de la libertad,
bajo la tutela de leyes dictadas por su propia voluntad. Los fastos del universo
proclaman esta espantosa verdad.

Sólo la democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta libertad;


pero ¿cuál es el gobierno democrático que ha reunido a un tiempo, poder,
prosperidad y permanencia? ¿Y no se ha visto por el contrario la aristocracia, la
monarquía cimentar grandes y poderosos imperios por siglos y siglos? ¿Qué
gobierno más antiguo que el de China? ¿Qué República ha excedido en duración
a la de Esparta, a la de Venecia? ¿El Imperio Romano no conquistó la tierra? ¿No
tiene Francia catorce siglos de monarquía? ¿Quién es más grande que Inglaterra?
Estas naciones, sin embargo, han sido o son aristocracias y monarquías.

A pesar de tan crueles reflexiones, yo me siento arrebatado de gozo por los


grandes pasos que ha dado nuestra República al entrar en su noble carrera.
Amando lo más útil, animada de lo más justo, y aspirando a lo más perfecto al
separarse Venezuela de la nación española, ha recobrado su independencia, su
libertad, su igualdad, su soberanía nacional. Constituyéndose en una República
democrática, proscribió la monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los
privilegios; declaró los derechos del hombre, la libertad de obrar, de pensar, de
hablar y de escribir. Estos actos eminentemente liberales jamás serán demasiado
admirados por la pureza que los ha dictado. El primer Congreso de Venezuela ha
estampado en los anales de nuestra legislación con caracteres indelebles, la
majestad del pueblo dignamente expresada, al sellar el acto social más capaz de
formar la dicha de una nación. Necesito de recoger todas mis fuerzas para sentir
con toda la vehemencia de que soy susceptible, el supremo bien que encierra en
sí este Código inmortal de nuestros derechos y de nuestras leyes. ¡Pero cómo
osaré decirlo! ¿Me atreveré yo a profanar, con mi censura las tablas sagradas de
nuestras leyes?... Hay sentimientos que no se pueden contener en el pecho de un
amante de la patria; ellos rebosan agitados por su propia violencia, y a pesar del
mismo que los abriga, una fuerza imperiosa los comunica. Estoy penetrado de la
idea de que el gobierno de Venezuela debe reformarse; y que aunque muchos
ilustres ciudadanos piensan como yo, no todos tienen el arrojo necesario para
profesar públicamente la adopción de nuevos principios. Esta consideración me
insta a tomar la iniciativa en un asunto de la mayor gravedad, y en que hay
sobrada audacia en dar avisos a los consejeros del pueblo.

Cuanto más admiro la excelencia de la Constitución federal de Venezuela,


tanto más me persuado de la imposibilidad de su aplicación a nuestro estado. Y,
según mi modo de ver, es un prodigio que su modelo en el Norte de América
subsista tan prósperamente y no se trastorne al aspecto del primer embarazo o
peligro. A pesar de que aquel pueblo es un modelo singular de virtudes políticas y
de ilustración moral; no obstante que la libertad ha sido su cuna, se ha criado en la
libertad, y se alimenta de pura libertad; lo diré todo, aunque bajo de muchos
respectos, este pueblo es único en la historia del género humano es un prodigio,
repito, que un sistema tan débil y complicado como el federal haya podido regirlo
en circunstancias tan difíciles y delicadas como las pasadas. Pero sea lo que fuere
de este gobierno con respecto a la nación norteamericana, debo decir, que ni
remotamente ha entrado en mi idea asimilar la situación y naturaleza de los
Estados tan distintos como el inglés americano y el americano español. ¿No sería
muy difícil aplicar a España el Código de libertad política, civil y religiosa de
Inglaterra? Pues aun es más difícil adaptar en Venezuela las leyes de
Norteamérica. ¿No dice el Espíritu de las Leyes que éstas deben ser propias para
el pueblo que se hacen? ¿Que es una gran casualidad que las de una nación
puedan convenir a otra? ¿Que las leyes deben ser relativas a lo físico del país, al
clima, a la calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de
los pueblos? ¿Referirse al grado de libertad que la Constitución puede sufrir, a la
religión de los habitantes, a sus inclinaciones, a sus riquezas, a su número, a su
comercio, a sus costumbres, a sus modales? ¡He aquí el Código que debíamos
consultar, y no el de Washington!

La Constitución venezolana sin embargo de haber tomado sus bases de la


más perfecta, si se atiende a la corrección de los principios y a los efectos
benéficos de su administración, difirió esencialmente de la americana en un punto
cardinal y, sin duda, el más importante. El Congreso de Venezuela como el
americano participa de algunas de las atribuciones del Poder Ejecutivo. Nosotros,
además, subdividimos este Poder habiéndolo sometido a un cuerpo colectivo
sujeto, por consiguiente, a los inconvenientes de hacer periódica la existencia del
gobierno, de suspenderla y disolverla siempre que se separan sus miembros.
Nuestro triunvirato carece, por decirlo, de unidad, de continuación y de
responsabilidad individual; está privado de acción momentánea, de vida continua,
de uniformidad real, de responsabilidad inmediata y un gobierno que no posee
cuanto constituye su moralidad, debe llamarse nulo.

Aunque las facultades del Presidente de los Estados Unidos están limitadas
con restricciones excesivas, ejerce por sí solo todas las funciones gubernativas
que la Constitución le atribuye, y es indudable que su administración debe ser más
uniforme, constante y verdaderamente propia, que la de un poder diseminado
entre varios individuos cuyo compuesto no puede ser menos que monstruoso. El
poder judicial en Venezuela es semejante al americano, indefinido en duración,
temporal y no vitalicio, goza de toda la independencia que le corresponde.

El Primer Congreso en su Constitución federal más consultó el espíritu de las


provincias, que la idea sólida de formar una República indivisible y central. Aquí
cedieron nuestros legisladores al empeño inconsiderado de aquellos provinciales
seducidos por el deslumbrante brillo de la felicidad del pueblo americano,
pensando que, las bendiciones de que goza son debidas exclusivamente a la
forma de gobierno y no al carácter y costumbres de los ciudadanos. Y, en efecto,
el ejemplo de los Estados Unidos, por su peregrina prosperidad, era demasiado
lisonjero para que no fuese seguido. ¿Quién puede resistir al atractivo victorioso
del goce pleno y absoluto de la soberanía, de la independencia, de la libertad?
¿Quién puede resistir al amor que inspira un gobierno inteligente que liga a un
mismo tiempo, los derechos particulares a los derechos generales; que forma de
la voluntad común la ley suprema de la voluntad individual? ¿Quién puede resistir
al imperio de un gobierno bienhechor que con una mano hábil, activa, y poderosa
dirige siempre, y en todas partes, todos sus resortes hacia la perfección social,
que es el fin único de las instituciones humanas?

Mas por halagüeño que parezca, y sea en efecto este magnífico sistema
federativo, no era dado a los venezolanos gozarlo repentinamente al salir de las
cadenas. No estábamos preparados para tanto bien; el bien, como el mal, da la
muerte cuando es súbito y excesivo. Nuestra constitución moral no tenía todavía la
consistencia necesaria para recibir el beneficio de un gobierno completamente
representativo, y tan sublime que podía ser adaptado a una república de santos.

¡Representantes del Pueblo! Vosotros estáis llamados para consagrar, o


suprimir cuanto os parezca digno de ser conservado, reformado, o desechado en
nuestro pacto social. A vosotros pertenece el corregir la obra de nuestros primeros
legisladores; yo querría decir, que a vosotros toca cubrir una parte de la belleza
que contiene nuestro Código político; porque no todos los corazones están
formados para amar a todas las beldades; ni todos los ojos, son capaces de
soportar la luz celestial de la perfección. El libro de los Apóstoles, la moral de
Jesús, la obra Divina que nos ha enviado la Providencia para mejorar a los
hombres, tan sublime, tan santa, es un diluvio de fuego en Constantinopla, y el
Asia entera ardería en vivas llamas, si este libro de paz se le impusiese
repentinamente por código de religión, de leyes y de costumbres.

Séame permitido llamar la atención del Congreso sobre una materia que
puede ser de una importancia vital. Tengamos presente que nuestro pueblo no es
el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y
de América, que una emanación de Europa, pues que hasta España misma, deja
de ser Europa por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es
imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor
parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y
con el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos
todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en
sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta
desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia.

Los ciudadanos de Venezuela gozan todos por la Constitución, intérprete de


la naturaleza, de una perfecta igualdad política. Cuando esta igualdad no hubiese
sido un dogma en Atenas, en Francia y en América, deberíamos nosotros
consagrarlo para corregir la diferencia que aparentemente existe. Mi opinión es,
legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema, depende inmediata
y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela. Que los
hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, está
sancionado por la pluralidad de los sabios; como también lo está que no todos los
hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos
deben practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos, y
todos no lo son; todos deben poseer talentos, y todos no lo poseen. De aquí viene
la distinción efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad más
liberalmente establecida. Si el principio de la igualdad política es generalmente
reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace
a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las
leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que
la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad
ficticia, propiamente llamada política y social. Es una inspiración eminentemente
benéfica, la reunión de todas las clases en un estado, en que la diversidad se
multiplicaba en razón de la propagación de la especie. Por este solo paso se ha
arrancado de raíz la cruel discordia. ¡Cuántos celos, rivalidades y odios se han
evitado!

Habiendo ya cumplido con la justicia, con la humanidad, cumplamos ahora


con la política, con la sociedad, allanando las dificultades que opone un sistema
tan sencillo y natural, mas tan débil que el menor tropiezo lo trastorna, lo arruina.
La diversidad de origen requiere un pulso infinitamente firme, un tacto
infinitamente delicado para manejar esta sociedad heterogénea cuyo complicado
artificio se disloca, se divide, se disuelve con la más ligera alteración.

El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de


felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad
política. Por las leyes que dictó el primer Congreso tenemos derecho de esperar
que la dicha sea el dote de Venezuela; y por las vuestras, debemos lisonjearnos
que la seguridad y la estabilidad eternizarán esta dicha. A vosotros toca resolver el
problema. ¿Cómo, después de haber roto todas las trabas de nuestra antigua
opresión podemos hacer la obra maravillosa de evitar que los restos de nuestros
duros hierros no se cambien en armas liberticidas? Las reliquias de la dominación
española permanecerán largo tiempo antes que lleguemos a anonadarlas; el
contagio del despotismo ha impregnado nuestra atmósfera, y ni el fuego de la
guerra, ni el específico de nuestras saludables leyes han purificado el aire que
respiramos. Nuestras manos ya están libres, y todavía nuestros corazones
padecen de las dolencias de la servidumbre. El hombre, al perder la libertad, decía
Homero, pierde la mitad de su espíritu.

Un gobierno republicano ha sido, es, y debe ser el de Venezuela; sus bases


deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la
proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios.
Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de
los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas. Luego,
extendiendo la vista sobre el vasto campo que nos falta por recorrer, fijemos la
atención sobre los peligros que debemos evitar. Que la historia nos sirva de guía
en esta carrera. Atenas, la primera, nos da el ejemplo más brillante de una
democracia absoluta, y al instante, la misma Atenas, nos ofrece el ejemplo más
melancólico de la extrema debilidad de esta especie de gobierno. El más sabio
legislador de Grecia no vio conservar su República diez años, y sufrió la
humillación de reconocer la insuficiencia de la democracia absoluta para regir
ninguna especie de sociedad, ni con la más culta, morígera y limitada, porque sólo
brilla con relámpagos de libertad. Reconozcamos, pues, que Solón ha
desengañado al mundo; y le ha enseñado cuán difícil es dirigir por simples leyes a
los hombres.

La República de Esparta, que parecía una invención quimérica, produjo más


efectos reales que la obra ingeniosa de Solón. Gloria, virtud moral, y, por
consiguiente, la felicidad nacional, fue el resultado de la legislación de Licurgo.
Aunque dos reyes en un Estado son dos monstruos para devorarlo, Esparta poco
tuvo que sentir de su doble trono, en tanto que Atenas se prometía la suerte más
espléndida, con una soberanía absoluta, libre elección de magistrados,
frecuentemente renovados. Leyes suaves, sabias y políticas. Pisístrato, usurpador
y tirano fue más saludable a Atenas que sus leyes; y Pericles, aunque también
usurpador, fue el más útil ciudadano. La República de Tebas no tuvo más vida que
la de Pelópidas y Epaminondas; porque a veces son los hombres, no los
principios, los que forman los gobiernos. Los códigos, los sistemas, los estatutos
por sabios que sean son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades:
¡hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las
repúblicas!

La Constitución Romana es la que mayor poder y fortuna ha producido a


ningún pueblo del mundo; allí no había una exacta distribución de los poderes. Los
Cónsules, el Senado, el Pueblo, ya eran Legisladores, ya Magistrados, ya Jueces;
todos participaban de todos los poderes. El Ejecutivo, compuesto de dos
Cónsules, padecía el mismo inconveniente que el de Esparta. A pesar de su
deformidad no sufrió la República la desastrosa discordancia que toda previsión
habría supuesto inseparable de una magistratura compuesta de dos individuos,
igualmente autorizados con las facultades de un monarca. Un gobierno cuya única
inclinación era la conquista, no parecía destinado a cimentar la felicidad de su
nación. Un gobierno monstruoso y puramente guerrero, elevó a Roma al más alto
esplendor de virtud y de gloria; y formó de la tierra un dominio romano para
mostrar a los hombres de cuánto son capaces las virtudes políticas; y cuán
diferentes suelen ser las instituciones.

Y pasando de los tiempos antiguos a los modernos encontraremos a


Inglaterra y a Francia llamando la atención de todas las naciones, y dándoles
lecciones elocuentes de toda especie en materia de gobierno. La revolución de
estos dos grandes pueblos, como un radiante meteoro, ha inundado al mundo con
tal profusión de luces políticas, que ya todos los seres que piensan han aprendido
cuáles son los derechos del hombre y cuáles sus deberes; en qué consiste la
excelencia de los gobiernos y en qué consisten sus vicios. Todos saben apreciar
el valor intrínseco de las teorías especulativas de los filósofos y legisladores
modernos. En fin, este astro, en su luminosa carrera, aun ha encendido los pechos
de los apáticos españoles, que también se han lanzado en el torbellino político;
han hecho sus efímeras pruebas de libertad, han reconocido su incapacidad para
vivir bajo el dulce dominio de las leyes y han vuelto a sepultarse en sus prisiones y
hogueras inmemoriales.

Aquí es el lugar de repetiros, legisladores, lo que os dice el elocuente Volney


en la dedicatoria de su Ruinas de Palmira: «A los pueblos nacientes de las Indias
Castellanas, a los jefes generosos que los guían a la libertad: que los errores e
infortunios del mundo antiguo enseñen la sabiduría y la felicidad al mundo nuevo».
Que no se pierdan, pues, las lecciones de la experiencia; y que las secuelas de
Grecia, de Roma, de Francia, de Inglaterra y de América nos instruyan en la difícil
ciencia de crear y conservar las naciones con leyes propias, justas, legítimas, y
sobre todo útiles. No olvidando jamás que la excelencia de un gobierno no
consiste en su teórica, en su forma, ni en su mecanismo, sino en ser apropiado a
la naturaleza y al carácter de la nación para quien se instituye.

Roma y la Gran Bretaña son las naciones que más han sobresalido entre las
antiguas y modernas; ambas nacieron para mandar y ser libres; pero ambas se
constituyeron no con brillantes formas de libertad, sino con establecimientos
sólidos. Así, pues, os recomiendo, representantes, el estudio de la Constitución
británica, que es la que parece destinada a operar el mayor bien posible a los
pueblos que la adoptan; pero por perfecta que sea, estoy muy lejos de proponeros
su imitación servil. Cuando hablo del Gobierno británico sólo me refiero a lo que
tiene de republicanismo, y a la verdad ¿puede llamarse pura monarquía un
sistema en el cual se reconoce la soberanía popular, la división y el equilibrio de
los poderes, la libertad civil, de conciencia, de imprenta, y cuanto es sublime en la
política? ¿Puede haber más libertad en ninguna especie de república? ¿y puede
pretenderse a más en el orden social? Yo os recomiendo esta Constitución
popular, la división y el equilibrio de los poderes, la libertad civil, de como la más
digna de servir de modelo a cuantos aspiran al goce de los derechos del hombre y
a toda la felicidad política que es compatible con nuestra frágil naturaleza.

En nada alteraríamos nuestras leyes fundamentales, si adoptásemos un


Poder Legislativo semejante al Parlamento británico. Hemos dividido como los
americanos la representación nacional en dos Cámaras: la de Representantes y el
Senado. La primera está compuesta muy sabiamente, goza de todas las
atribuciones que le corresponden y no es susceptible de una reforma esencial,
porque la Constitución le ha dado el origen, la forma y las facultades que requiere
la voluntad del pueblo para ser legítima y competentemente representada. Si el
Senado en lugar de ser electivo fuese hereditario, sería en mi concepto la base, el
lazo, el alma de nuestra República. Este Cuerpo en las tempestades políticas
pararía los rayos del gobierno, y rechazaría las olas populares. Adicto al gobierno
por el justo interés de su propia conservación, se opondría siempre a las
invasiones que el pueblo intenta contra la jurisdicción y la autoridad de sus
magistrados. Debemos confesarlo: los más de los hombres desconocen sus
verdaderos intereses y constantemente procuran asaltarlos en las manos de sus
depositarios; el individuo pugna contra la masa, y la masa contra la autoridad. Por
tanto, es preciso que en todos los gobiernos exista un cuerpo neutro que se ponga
siempre de parte del ofendido y desarme al ofensor. Este cuerpo neutro, para que
pueda ser tal, no ha de deber su origen a la elección del gobierno, ni a la del
pueblo; de modo que goce de una plenitud de independencia que ni tema, ni
espere nada de estas dos fuentes de autoridad. El Senado hereditario como parte
del pueblo, participa de sus intereses, de sus sentimientos y de su espíritu. Por
esta causa no se debe presumir que un Senado hereditario se desprenda de los
intereses populares, ni olvide sus deberes legislativos. Los senadores en Roma, y
los lores en Londres, han sido las columnas más firmes sobre que se ha fundado
el edificio de la libertad política y civil.

Estos senadores serán elegidos la primera vez por el Congreso. Los


sucesores al Senado llaman la primera atención del gobierno, que debería
educarlos en un colegio especialmente destinado para instruir aquellos tutores,
legisladores futuros de la patria. Aprenderían las artes, las ciencias y las letras que
adornan el espíritu de un hombre público; desde su infancia ellos sabrían a qué
carrera la Providencia los destinaba y desde muy tiernos elevarían su alma a la
dignidad que los espera.

De ningún modo sería una violación de la igualdad política la creación de un


Senado hereditario; no es una nobleza la que pretendo establecer, porque, como
ha dicho un célebre republicano, sería destruir a la vez la igualdad y la libertad. Es
un oficio para el cual se deben preparar los candidatos, y es un oficio que exige
mucho saber, y los medios proporcionados para adquirir su instrucción. Todo no
se debe dejar al acaso y a la ventura en las elecciones: el pueblo se engaña más
fácilmente que la naturaleza perfeccionada por el arte; y aunque es verdad que
estos senadores no saldrían del seno de las virtudes, también es verdad que
saldrían del seno de una educación ilustrada. Por otra parte, los Libertadores de
Venezuela son acreedores a ocupar siempre un alto rango en la República que les
debe su existencia. Creo que la posteridad vería con sentimiento, anonadados los
nombres ilustres de sus primeros bienhechores; digo más, es del interés público,
es de la gratitud de Venezuela, es del honor nacional, conservar con gloria hasta
la última posteridad, una raza de hombres virtuosos, prudentes y esforzados que
superando todos los obstáculos, han fundado la República a costa de los más
heroicos sacrificios. Y si el pueblo de Venezuela no aplaude la elevación de sus
bienhechores, es indigno de ser libre, y no lo será jamás.

Un Senado hereditario, repito, será la base fundamental del Poder Legislativo


y, por consiguiente, será la base de todo gobierno. Igualmente servirá de
contrapeso para el gobierno y para el pueblo; será una potestad intermediaria que
embote los tiros que recíprocamente se lanzan estos eternos rivales. En todas las
luchas la calma de un tercero viene a ser el órgano de la reconciliación, así el
Senado de Venezuela será la traba de este edificio delicado y harto susceptible de
impresiones violentas; será el iris que calmará las tempestades y mantendrá la
armonía entre los miembros y la cabeza de este cuerpo político.

Ningún estímulo podrá adulterar un Cuerpo Legislativo investido de los


primeros honores, dependiente de sí mismo, sin temer nada del pueblo, ni esperar
nada del gobierno, que no tiene otro objeto que el de reprimir todo principio de mal
y propagar todo principio de bien; y que está altamente interesado en la existencia
de una sociedad en la cual participa de sus efectos funestos o favorables. Se ha
dicho con demasiada razón que la Cámara alta de Inglaterra, es preciosa para la
nación porque ofrece un baluarte a la libertad, y yo añado que el Senado de
Venezuela, no sólo sería un baluarte de la libertad, sino un apoyo para eternizar la
República.

El Poder Ejecutivo británico está revestido de toda la autoridad soberana que


le pertenece; pero también está circunvalado de una triple línea de diques,
barreras y estacadas. Es Jefe del Gobierno, pero sus ministros y subalternos
dependen más de las leyes que de su autoridad, porque son personalmente
responsables, y ni aun las mismas órdenes de la autoridad real los eximen de esta
responsabilidad. Es Generalísimo del Ejército y de la Marina; hace la paz, y
declara la guerra; pero el Parlamento es el que decreta anualmente las sumas con
que deben pagarse estas fuerzas militares. Si los Tribunales y Jueces dependen
de él, las leyes emanan del Parlamento que las ha consagrado. Con el objeto de
neutralizar su poder, es inviolable y sagrada la persona del Rey; y al mismo tiempo
que le dejan libre la cabeza le ligan las manos con que debe obrar. El Soberano
de Inglaterra tiene tres formidables rivales: su Gabinete que debe responder al
Pueblo y al Parlamento; el Senado, que defiende los intereses del Pueblo como
Representante de la Nobleza de que se compone, y la Cámara de los Comunes,
que sirve de órgano y de tribuna al pueblo británico. Además, como los jueces son
responsables del cumplimiento de las leyes, no se separan de ellas, y los
administradores del Erario, siendo perseguidos no solamente por sus propias
infracciones, sino aun por las que hace el mismo gobierno, se guardan bien de
malversar los fondos públicos. Por más que se examine la naturaleza del Poder
Ejecutivo en Inglaterra, no se puede hallar nada que no incline a juzgar que es el
más perfecto modelo, sea para un Reino, sea para una Aristocracia, sea para una
democracia. Aplíquese a Venezuela este Poder Ejecutivo en la persona de un
Presidente, nombrado por el Pueblo o por sus Representantes, y habremos dado
un gran paso hacia la felicidad nacional.

Cualquiera que sea el ciudadano que llene estas funciones, se encontrará


auxiliado por la Constitución; autorizado para hacer bien, no podrá hacer mal,
porque siempre que se someta a las leyes, sus ministros cooperarán con él; si por
el contrario, pretende infringirlas, sus propios ministros lo dejarán aislado en medio
de la República, y aun lo acusarán delante del Senado. Siendo los ministros los
responsables de las transgresiones que se cometan, ellos son los que gobiernan,
porque ellos son los que las pagan. No es la menor ventaja de este sistema la
obligación en que pone a los funcionarios inmediatos al Poder Ejecutivo de tomar
la parte más interesada y activa en las deliberaciones del gobierno, y a mirar como
propio este departamento. Puede suceder que no sea el Presidente un hombre de
grandes talentos, ni de grandes virtudes, y no obstante la carencia de estas
cualidades esenciales, el Presidente desempeñará sus deberes de un modo
satisfactorio; pues en tales casos el Ministerio, haciendo todo por sí mismo, lleva
la carga del Estado.
Por exorbitante que parezca la autoridad del Poder Ejecutivo de Inglaterra,
quizás no es excesiva en la República de Venezuela. Aquí el Congreso ha ligado
las manos y hasta la cabeza a los magistrados. Este cuerpo deliberante ha
asumido una parte de las funciones ejecutivas contra la máxima de Montesquieu,
que dice que un Cuerpo Representante no debe tomar ninguna resolución activa:
debe hacer leyes y ver si se ejecutan las que hace. Nada es tan contrario a la
armonía entre los poderes, como su mezcla. Nada es tan peligroso con respecto al
pueblo, como la debilidad del Ejecutivo, y si en un reino se ha juzgado necesario
concederle tantas facultades, en una república, son éstas infinitamente más
indispensables.

Fijemos nuestra atención sobre esta diferencia y hallaremos que el equilibrio


de los poderes debe distribuirse de dos modos. En las repúblicas el Ejecutivo debe
ser el más fuerte, porque todo conspira contra él; en tanto que en las monarquías
el más fuerte debe ser el Legislativo, porque todo conspira en favor del monarca.
La veneración que profesan los pueblos a la magistratura real es un prestigio, que
influye poderosamente a aumentar el respeto supersticioso que se tributa a esta
autoridad. El esplendor del trono, de la corona, de la púrpura; el apoyo formidable
que le presta la nobleza; las inmensas riquezas que generaciones enteras
acumulan en una misma dinastía; la protección fraternal que recíprocamente
reciben todos los reyes, son ventajas muy considerables que militan en favor de la
autoridad real, y la hacen casi ilimitada. Estas mismas ventajas son, por
consiguiente, las que deben confirmar la necesidad de atribuir a un magistrado
republicano, una suma mayor de autoridad que la que posee un príncipe
constitucional.

Un magistrado republicano, es un individuo aislado en medio de una


sociedad, encargado de contener el ímpetu del pueblo hacia la licencia, la
propensión de los jueces y administradores hacia el abuso de las leyes. Está
sujeto inmediatamente al Cuerpo Legislativo, al Senado, al pueblo: es un hombre
solo resistiendo el ataque combinado de las opiniones, de los intereses y de las
pasiones del Estado social que, como dice Carnot, no hace más que luchar
continuamente entre el deseo de dominar, y el deseo de substraerse a la
dominación. Es, en fin, un atleta lanzado contra otra multitud de atletas.

Sólo puede servir de correctivo a esta debilidad, el vigor bien cimentado y


más bien proporcionado a la resistencia que necesariamente le oponen al Poder
Ejecutivo, el Legislativo, el Judiciario y el pueblo de una república. Si no se ponen
al alcance del Ejecutivo todos los medios que una justa atribución le señala, cae
inevitablemente en la nulidad o en su propio abuso; quiero decir, en la muerte del
gobierno, cuyos herederos son la anarquía, la usurpación y la tiranía. Se quiere
contener la autoridad ejecutiva con restricciones y trabas; nada es más justo; pero
que se advierta que los lazos que se pretenden conservar se fortifican sí, mas no
se estrechan.
Que se fortifique, pues, todo el sistema del gobierno, y que el equilibrio se
establezca de modo que no se pierda, y de modo que no sea su propia
delicadeza, una causa de decadencia. Por lo mismo que ninguna forma de
gobierno es tan débil como la democracia, su estructura debe ser de la mayor
solidez; y sus instituciones consultarse para la estabilidad. Si no es así, contemos
con que se establece un ensayo de gobierno, y no un sistema permanente;
contemos con una sociedad díscola, tumultuaria y anárquica y no con un
establecimiento social donde tengan su imperio la felicidad, la paz y la justicia.

No seamos presuntuosos, legisladores; seamos moderados en nuestras


pretensiones. No es probable conseguir lo que no ha logrado el género humano; lo
que no han alcanzado las más grandes y sabias naciones. La libertad indefinida, la
democracia absoluta, son los escollos adonde han ido a estrellarse todas las
esperanzas republicanas. Echad una mirada sobre las repúblicas antiguas, sobre
las repúblicas modernas, sobre las repúblicas nacientes; casi todas han
pretendido establecerse absolutamente democráticas, y a casi todas se les han
frustrado sus justas aspiraciones. Son laudables ciertamente hombres que
anhelan por instituciones legítimas y por una perfección social; pero ¿quién ha
dicho a los hombres que ya poseen toda la sabiduría, que ya practican toda la
virtud, que exigen imperiosamente la liga del poder con la justicia? ¡Ángeles, no
hombres, pueden únicamente existir libres, tranquilos y dichosos, ejerciendo todos
la potestad soberana!

Ya disfruta el pueblo de Venezuela de los derechos que legítima y fácilmente


puede gozar; moderemos ahora el ímpetu de las pretensiones excesivas que
quizás le suscitaría la forma de un gobierno incompetente para él. Abandonemos
las formas federales que no nos convienen; abandonemos el triunvirato del Poder
Ejecutivo; y concentrándolo en un presidente, confiémosle la autoridad suficiente
para que logre mantenerse luchando contra los inconvenientes anexos a nuestra
reciente situación, al estado de guerra que sufrimos, y a la especie de los
enemigos externos y domésticos, contra quienes tendremos largo tiempo que
combatir. Que el Poder Legislativo se desprenda de las atribuciones que
corresponden al Ejecutivo; y adquiera no obstante nueva consistencia, nueva
influencia en el equilibrio de las autoridades. Que los tribunales sean reforzados
por la estabilidad, y la independencia de los jueces; por el establecimiento de
jurados; de códigos civiles y criminales que no sean dictados por la antigüedad, ni
por reyes conquistadores, sino por la voz de la naturaleza, por el grito de la justicia
y por el genio de la sabiduría.

Mi deseo es que todas las partes del gobierno y administración, adquieran el


grado de vigor que únicamente puede mantener el equilibrio, no sólo entre los
miembros que componen el gobierno, sino entre las diferentes fracciones de que
se compone nuestra sociedad. Nada importaría que los resortes de un sistema
político se relajasen por su debilidad, si esta relajación no arrastrase consigo la
disolución del cuerpo social, y la ruina de los asociados. Los gritos del género
humano en los campos de batalla, o en los campos tumultuarios claman al cielo
contra los inconsiderados y ciegos legisladores, que han pensado que se pueden
hacer impunemente ensayos de quiméricas instituciones. Todos los pueblos del
mundo han pretendido la libertad; los unos por las armas, los otros por las leyes,
pasando alternativamente de la anarquía al despotismo o del despotismo a la
anarquía; muy pocos son los que se han contentado con pretensiones moderadas,
constituyéndose de un modo conforme a sus medios, a su espíritu y a sus
circunstancias.

No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la región de la


libertad, descendamos a la región de la tiranía. De la libertad absoluta se
desciende siempre al poder absoluto, y el medio entre estos dos términos es la
suprema libertad social. Teorías abstractas son las que producen la perniciosa
idea de una libertad ilimitada. Hagamos que la fuerza pública se contenga en los
límites que la razón y el interés prescriben; que la voluntad nacional se contenga
en los límites que un justo poder le señala; que una legislación civil y criminal
análoga a nuestra actual Constitución domine imperiosamente sobre el poder
judiciario, y entonces habrá un equilibrio, y no habrá el choque que embaraza la
marcha del Estado, y no habrá esa complicación que traba, en vez de ligar la
sociedad.

Para formar un gobierno estable se requiere la base de un espíritu nacional,


que tenga por objeto una inclinación uniforme hacia dos puntos capitales: moderar
la voluntad general, y limitar la autoridad pública. Los términos que fijan
teóricamente estos dos puntos son de una difícil asignación, pero se puede
concebir que la regla que debe dirigirlos, es la restricción, y la concentración
recíproca a fin de que haya la menos frotación posible entre la voluntad y el poder
legítimo. Esta ciencia se adquiere insensiblemente por la práctica y por el estudio.
El progreso de las luces es el que ensancha el progreso de la práctica, y la rectitud
del espíritu es la que ensancha el progreso de las luces.

El amor a la patria, el amor a las leyes, el amor a los magistrados son las
nobles pasiones que deben absorber exclusivamente el alma de un republicano.
Los venezolanos aman la patria, pero no aman sus leyes; porque éstas han sido
nocivas, y eran la fuente del mal; tampoco han podido amar a sus magistrados,
porque eran inicuos, y los nuevos apenas son conocidos en la carrera en que han
entrado. Si no hay un respeto sagrado por la patria, por las leyes y por las
autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo: es un conflicto singular de
hombre a hombre, de cuerpo a cuerpo.

Para sacar de este caos nuestra naciente república, todas nuestras


facultades morales no serán bastantes, si no fundimos la masa del pueblo en un
todo; la composición del gobierno en un todo; la legislación en un todo, y el
espíritu nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa. La
sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla; nuestra
Constitución ha dividido los poderes, enlacémoslos para unirlos; nuestras leyes
son funestas reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos, que este
edificio monstruoso se derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas, elevemos un
templo a la justicia; y bajo los auspicios de su santa inspiración dictemos un
Código de leyes venezolanas. Si queremos consultar monumentos y modelos de
legislación, la Gran Bretaña, la Francia, la América septentrional los ofrecen
admirables.

La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del
Congreso. Moral y luces son los polos de una república; moral y luces son
nuestras primeras necesidades. Tomemos de Atenas su areópago, y los
guardianes de las costumbres y de las leyes; tomemos de Roma sus censores y
sus tribunales domésticos; y haciendo una santa alianza de estas instituciones
morales, renovemos en el mundo la idea de un pueblo que no se contenta con ser
libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso. Tomemos de Esparta sus austeros
establecimientos, y formando de estos tres manantiales una fuente de virtud,
demos a nuestra República una cuarta potestad cuyo dominio sea la infancia y el
corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral
republicana. Constituyamos este areópago para que vele sobre la educación de
los niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que se haya
corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del
amor a la patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos; que juzgue de los
principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos; debiendo corregir las
costumbres con penas morales, como las leyes castigan los delitos con penas
aflictivas, y no solamente lo que choca contra ellas, sino lo que las burla; no
solamente lo que las ataca, sino lo que las debilita; no solamente lo que viola la
Constitución, sino lo que viola el respeto público. La jurisdicción de este tribunal
verdaderamente santo, deberá ser efectiva con respecto a la educación y a la
instrucción, y de opinión solamente en las penas y castigos. Pero sus anales, o
registros donde se consignan sus actas y deliberaciones; los principios morales y
las acciones de los ciudadanos, serán los libros de la virtud y del vicio. Libros que
consultará el pueblo para sus elecciones, los magistrados para sus resoluciones, y
los jueces para sus juicios. Una institución semejante que más que parezca
quimérica, es infinitamente más realizable que otras que algunos legisladores
antiguos y modernos han establecido con menos utilidad del género humano.

¡Legisladores! Por el proyecto de Constitución que reverentemente someto a


vuestra sabiduría, observaréis el espíritu que lo ha dictado. Al proponeros la
división de los ciudadanos en activos y pasivos, he pretendido excitar la
prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria, el trabajo y
el saber. Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad, se alcanza lo
más difícil entre los hombres, hacerlos honrados y felices. Poniendo restricciones
justas y prudentes en las asambleas primarias y electorales, ponemos el primer
dique a la licencia popular, evitando la concurrencia tumultuaria y ciega que en
todos tiempos han imprimido el desacierto en las elecciones y ha ligado, por
consiguiente, el desacierto a los magistrados, y a la marcha del gobierno; pues
este acto primordial, es el acto generativo de la libertad o de la esclavitud de un
pueblo.

Aumentando en la balanza de los poderes el peso del Congreso por el


número de los legisladores y por la naturaleza del Senado, he procurado darle una
base fija a este primer cuerpo de la nación y revestirlo de una consideración
importantísima para el éxito de sus funciones soberanas.

Separando con límites bien señalados la jurisdicción ejecutiva, de la


jurisdicción legislativa, no me he propuesto dividir sino enlazar con los vínculos de
la armonía que nace de la independencia, estas potestades supremas cuyo
choque prolongado jamás ha dejado de aterrar a uno de los contendientes.
Cuando deseo atribuir al Ejecutivo una suma de facultades superior a la que antes
gozaba, no he deseado autorizar un déspota para que tiranice la República, sino
impedir que el despotismo deliberante no sea la causa inmediata de un círculo de
vicisitudes despóticas en que alternativamente la anarquía sea reemplazada por la
oligarquía y por la monocracia. Al pedir la estabilidad de los jueces, la creación de
jurados y un nuevo código, he pedido al Congreso la garantía de la libertad civil, la
más preciosa, la más justa, la más necesaria. En una palabra, la única libertad,
pues que sin ella las demás son nulas. He pedido la corrección de los más
lamentables abusos que sufre nuestra judicatura, por su origen vicioso de ese
piélago de legislación española que semejante al tiempo recoge de todas las
edades y de todos los hombres, así las obras de la demencia como las del talento,
así las producciones sensatas, como las extravagantes, así los monumentos del
ingenio, como los del capricho. Esta enciclopedia judiciaria, monstruo de diez mil
cabezas, que hasta ahora ha sido el azote de los pueblos españoles, es el suplicio
más refinado que la cólera del cielo ha permitido descargar sobre este desdichado
Imperio.

Meditando sobre el modo efectivo de regenerar el carácter y las costumbres


que la tiranía y la guerra nos han dado, me he sentido la audacia de inventar un
poder moral, sacado del fondo de la oscura antigüedad, y de aquellas olvidadas
leyes que mantuvieron, algún tiempo, la virtud entre los griegos y romanos. Bien
puede ser tenido por un cándido delirio, mas no es imposible, y yo me lisonjeo que
no desdeñaréis enteramente un pensamiento que mejorado por la experiencia y
las luces, puede llegar a ser muy eficaz.

Horrorizado de la divergencia que ha reinado y debe reinar entre nosotros


por el espíritu sutil que caracteriza al Gobierno federativo, he sido arrastrado a
rogaros para que adoptéis el centralismo y la reunión de todos los Estados de
Venezuela en una República sola e indivisible. Esta medida, en mi opinión,
urgente, vital, redentora, es de tal naturaleza que, sin ella, el fruto de nuestra
regeneración será la muerte.

Mi deber es, legisladores, presentaros un cuadro prolijo y fiel de mi


administración política, civil y militar, mas sería cansar demasiado vuestra
importante atención y privaros en este momento de un tiempo tan precioso como
urgente. En consecuencia, los secretarios de Estado darán cuenta al Congreso de
sus diferentes Departamentos exhibiendo al mismo tiempo los documentos y
archivos que servirán de ilustración para tomar un exacto conocimiento del estado
real y positivo de la República.
Yo no os hablaría de los actos más notables de mi mando si éstos no
incumbiesen a la mayoría de los venezolanos. Se trata, señor, de las resoluciones
más importantes de este último período.

La atroz e impía esclavitud cubría con su negro manto la tierra de Venezuela,


y nuestro cielo se hallaba recargado de tempestuosas nubes, que amenazaban un
diluvio de fuego. Yo imploré la protección del Dios de la humanidad, y luego la
redención disipó las tempestades. La esclavitud rompió sus grillos, y Venezuela se
ha visto rodeada de nuevos hijos, de hijos agradecidos que han convertido los
instrumentos de su cautiverio en armas de libertad. Sí, los que antes eran
esclavos, ya son libres; los que antes eran enemigos de una madrastra, ya son
defensores de una patria. Encareceros la justicia, la necesidad y la beneficencia
de esta medida, es superfluo cuando vosotros sabéis la historia de los ilotas, de
Espartaco y de Haití; cuando vosotros sabéis que no se puede ser libre y esclavo
a la vez, sino violando a la vez las leyes naturales, las leyes políticas y las leyes
civiles. Yo abandono a vuestra soberana decisión la reforma o la revocación de
todos mis estatutos y decretos; pero yo imploro la confirmación de la libertad
absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República.

Representaros la historia militar de Venezuela sería recordaros la historia del


heroísmo republicano entre los antiguos; sería deciros que Venezuela ha entrado
en el gran cuadro de los sacrificios hechos sobre el altar de la libertad. Nada ha
podido llenar los nobles pechos de nuestros generosos guerreros, sino los
honores sublimes que se tributan a los bienhechores del género humano. No
combatiendo por el poder, ni por la fortuna, ni aun por la gloria, sino tan sólo por la
libertad, títulos de libertadores de la República, son sus dignos galardones. Yo,
pues, fundando una sociedad sagrada con estos ínclitos varones, he instituido el
orden de los Libertadores de Venezuela. ¡Legisladores! A vosotros pertenecen las
facultades de conocer honores y decoraciones, vuestro es el deber de ejercer este
acto augusto de la gratitud nacional.

Hombres que se han desprendido de todos los goces, de todos los bienes
que antes poseían, como el producto de su virtud y talentosos hombres que han
experimentado cuanto es cruel en una guerra honrosa, padeciendo las privaciones
más dolorosas, y los tormentos más acerbos, hombres tan beneméritos de la
patria, han debido llamar la atención del gobierno. En consecuencia he mandado
recompensarlos con los bienes de la nación. Si he contraído para con el pueblo
alguna especie de mérito, pido a sus representantes oigan mi súplica como el
premio de mis débiles servicios. Que el Congreso ordene la distribución de los
bienes nacionales, conforme a la ley que a nombre de la República he decretado a
beneficio de los militares venezolanos.

Ya que por infinitos triunfos hemos logrado anonadar las huestes españolas,
desesperada la Corte de Madrid ha pretendido sorprender vanamente la
conciencia de los magnánimos soberanos que acaban de extirpar la usurpación y
la tiranía en Europa, y deben ser los protectores de la legitimidad y de la justicia de
la causa americana. Incapaz de alcanzar con sus armas nuestra sumisión, recurre
España a su política insidiosa; no pudiendo vencernos, ha querido emplear sus
artes suspicaces. Fernando se ha humillado hasta confesar que ha menester de la
protección extranjera para retornarnos a su ignominioso yugo, ¡a un yugo que todo
poder es nulo para imponerlo! Convencida Venezuela de poseer las fuerzas
suficientes para repeler a sus opresores, ha pronunciado, por el órgano del
gobierno, su última voluntad de combatir hasta expirar, por defender su vida
política, no sólo contra España, sino contra todos los hombres, si todos los
hombres se hubiesen degradado tanto, que abrazasen la defensa de un gobierno
devorador, cuyos únicos móviles son una espada exterminadora y las llamas de la
Inquisición. Un gobierno que ya no quiere dominios, sino desiertos; ciudades, sino
ruinas; vasallos, sino tumbas. La declaración de la República de Venezuela es el
Acta más gloriosa, más heroica, más digna de un pueblo libre; es la que con
mayor satisfacción tengo el honor de ofrecer al Congreso ya sancionada por la
expresión unánime del pueblo de Venezuela.

Desde la segunda época de la República nuestro ejército carecía de


elementos militares, siempre ha estado desarmado; siempre le han faltado
municiones; siempre ha estado mal equipado. Ahora los soldados defensores de
la independencia no solamente están armados de la justicia, sino también de la
fuerza. Nuestras tropas pueden medirse con las más selectas de Europa, ya que
no hay desigualdad en los medios destructores. Tan grandes ventajas las
debemos a la liberalidad sin límites de algunos generosos extranjeros que han
visto gemir la humanidad y sucumbir la causa de la razón, y no la han visto
tranquilos espectadores, sino que han volado con sus protectores auxilios, y han
prestado a la República cuanto ella necesitaba para hacer triunfar sus principios
filantrópicos. Estos amigos de la humanidad son los genios custodios de América,
y a ellos somos deudores de un eterno reconocimiento, como igualmente de un
cumplimiento religioso, a las sagradas obligaciones que con ellos hemos
contraído. La deuda nacional, legisladores, es el depósito de la fe, del honor y de
la gratitud de Venezuela. Respetadla como la Arca Santa, que encierra no tanto
los derechos de nuestros bienhechores, cuanto la gloria de nuestra fidelidad.
Perezcamos primero que quebrantar un empeño que ha salvado la patria y la vida
de sus hijos.

La reunión de Nueva Granada y Venezuela en un grande Estado ha sido el


voto uniforme de los pueblos y gobiernos de estas Repúblicas. La suerte de la
guerra ha verificado este enlace tan anhelado por todos los colombianos; de
hecho estamos incorporados. Estos pueblos hermanos ya os han confiado sus
intereses, sus derechos, sus destinos. Al contemplar la reunión de esta inmensa
comarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige la perspectiva colosal, que
ofrece un cuadro tan asombroso. Volando por entre las próximas edades, mi
imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración
y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región,
me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo,
extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos, que la naturaleza
había separado, y que nuestra patria reúne con prolongados y anchurosos
canales. Ya la veo servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana; ya la
veo enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus
montañas de plata y de oro; ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la
salud y la vida a los hombres dolientes del antiguo universo; ya la veo
comunicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cuan superior es la
suma de las luces, a la suma de las riquezas, que le ha prodigado la naturaleza.
Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de la justicia,
coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno.

Dignaos, legisladores, acoger con indulgencias la profesión de mi conciencia


política, los últimos votos de mi corazón y los ruegos fervorosos que a nombre del
pueblo me atrevo a dirigiros. Dignaos conceder a Venezuela un Gobierno
eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que
encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un Gobierno que haga reinar la
inocencia, la humanidad y la paz. Un Gobierno que haga triunfar bajo el imperio de
leyes inexorables, la igualdad y la libertad.

Señor, empezad vuestras funciones; yo he terminado las mías.

LEY FUNDAMENTAL DE COLOMBIA


[1819]

El Soberano Congreso de Venezuela, a cuya autoridad han querido


voluntariamente sujetarse los pueblos de la Nueva Granada recientemente
libertados por las armas de la República.

Considerando:

1º Que reunidas en una sola República las Provincias de Venezuela y de la


Nueva Granada tienen todas las proporciones y medios de elevarse al más alto
grado de poder y prosperidad;

2º Que constituidas en repúblicas separadas, por más estrechos que sean


los lazos que las unan, bien lejos de aprovechar tantas ventajas, llegarían
difícilmente a consolidar y hacer respetar su soberanía;

3º Que estas verdades penetradas por todos los hombres de talentos


superiores y de un ilustrado patriotismo habían movido los gobiernos de las dos
Repúblicas a convenir en su reunión, que las vicisitudes de la guerra impidieron
verificar;
Por estas consideraciones de necesidad y de interés recíproco, y con arreglo
al informe de una Comisión Especial de Diputados de la Nueva Granada y de
Venezuela, en el nombre y bajo los auspicios del Ser Supremo;

Ha decretado y decreta la siguiente Ley Fundamental de la República de


Colombia:

Artículo 1º Las Repúblicas de Venezuela y la Nueva Granada quedan desde


este día reunidas en una sola bajo el título glorioso de la República de Colombia.

Art. 2º Su territorio será el que comprendían la antigua Capitanía General de


Venezuela, y el Virreinato del nuevo Reino de Granada, abrazando una extensión
de 115 mil leguas cuadradas, cuyos términos precisos se fijarán en mejores
circunstancias.

Art. 3º Las deudas que las dos repúblicas han contraído separadamente, son
reconocidas in solidum por esta Ley como Deuda Nacional de Colombia, a cuyo
pago quedan vinculados todos los bienes y propiedades del Estado, y se
destinarán los ramos más productivos de las rentas públicas.

Art. 4º El Poder Ejecutivo de la República será ejercido por un Presidente y


en su defecto por un Vicepresidente nombrados ambos interinamente por el actual
Congreso.

Art. 5º La República de Colombia se dividirá en tres grandes departamentos,


Venezuela, Quito y Cundinamarca, que comprenderá las provincias de la Nueva
Granada, cuyo nombre queda desde hoy suprimido. Las capitales de estos
departamentos serán las ciudades de Caracas, Quito y Bogotá, quitada la adición
de Santa Fe.

Art. 6º Cada departamento tendrá una administración superior y un jefe


nombrado por ahora por este Congreso con título de Vicepresidente.

Art. 7º Una nueva ciudad que llevará el nombre del Libertador Bolívar, será la
capital de la República. Su plan y situación se determinarán por el primer
Congreso General bajo el principio de proporcionarla a las necesidades de los tres
departamentos, y a la grandeza a que este opulento país está destinado por la
naturaleza.

Art. 8º El Congreso General de Colombia se reunirá el 1º de enero de 1821


en villa del Rosario de Cúcuta, que por todas las circunstancias se considera el
lugar más bien proporcionado. Su convocación se hará por el Presidente de la
República el 1º de enero de 1820, con comunicación del Reglamento para las
elecciones que será formado por una Comisión Especial y aprobado por el
Congreso actual.
Art. 9º La Constitución de la República de Colombia será formada por su
Congreso General, a quien se presentará en clase de proyecto la que ha
decretado el actual, y que con las leyes dadas por el mismo, se pondrá desde
luego, por vía de ensayo, en ejecución.

Art. 10. Las armas y el pabellón de Colombia se decretarán por el Congreso


General sirviéndose, entretanto, de las armas y pabellón de Venezuela por ser
más conocido.

Art. 11. El actual Congreso se pondrá en receso el 15 de enero de 1820,


debiendo procederse a nuevas elecciones para el Congreso General de Colombia.

Art. 12. Una Comisión de seis miembros y un presidente quedará en lugar


del Congreso con atribuciones especiales que se determinarán por un decreto.

Art. 13. La República de Colombia será solemnemente proclamada en los


pueblos y en los ejércitos, con fiestas y regocijos públicos, verificándose en esta
capital el 25 del corriente diciembre, en celebridad del nacimiento del Salvador del
mundo, bajo cuyo patrocinio se ha logrado esta deseada reunión por la cual se
regenera el Estado.

Art. 14. El aniversario de esta regeneración política se celebrará


perpetuamente con una fiesta nacional, en que se premiarán como en las de
Olimpia las virtudes y las luces.

La presente Ley Fundamental de la República de Colombia será promulgada


solemnemente en los pueblos y en los ejércitos, inscrita en todos los registros
públicos, y depositada en todos los archivos de los cabildos municipales y
corporaciones, así eclesiásticas como seculares.

Dada en el Palacio del Soberano Congreso de Venezuela en la ciudad de


Santo Tomás de Angostura, a diecisiete días del mes de diciembre del año del
Señor mil ochocientos diecinueve, noveno de la Independencia.

El Presidente del Congreso, Francisco Antonio Zea; Juan Germán Roscio;


Manuel Sedeño; Juan Martínez; José España; Luis Tomás Peraza; Antonio M.
Briceño; Eusebio Afanador; Francisco Conde; Diego Bautista Urbaneja; Juan
Vicente Cardozo; Ignacio Muñoz; Onofre Basalo; Domingo Alzuru; José Tomás
Machado; Ramón García Cádiz. El diputado Secretario, Diego de Vallenilla.

Palacio del Soberano Congreso de Venezuela en Angostura 17 de


diciembre de 1819. ? 9º
El Soberano Congreso decreta que la presente Ley Fundamental de la
República de Colombia sea comunicada al Supremo Poder Ejecutivo por medio
de una Diputación para su publicación y cumplimiento.

El Presidente del Congreso, Francisco Antonio Zea. El diputado


Secretario, Diego de Vallenilla.

Palacio de Gobierno en Angostura, a 17 de diciembre de 1819.? 9º

Imprímase, publíquese, ejecútese y autorícese con el sello del Estado.

Simón Bolívar.

Por su Excelencia el Presidente de la República.

El Ministerio del Interior y de Justicia.

Diego B. Urbaneja.

4.- Congreso de Cúcuta

EL CONGRESO GENERAL A LOS HABITANTES DE COLOMBIA

Colombianos. El más ardiente deseo de todos y cada uno de vuestro


representantes ha sido cumplir fielmente con los altos deberes que les habeís
encargado, y creer haber llenado tan sagradas funciones al presentaros la
Constitución que ha sido sancionada por el voto general. En ella encontraréis que
sobre la base de unión de los pueblos que antes formaban diferentes Estados se
ha levantado el edificio firme y sólido de una nación cuyo gobierno es popular
representativo, y cuyos poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, exactamente
divididos, tienen sus atribuciones marcadas y definidas, formando, sin embargo,
un todo de tal suerte combinado y armonioso, que por él resultan protegidas
vuestra seguridad, libertad, propiedad e igualdad ante la ley.
El Poder Legislativo, dividido en dos Cámaras, os da una intervención plena en
la formación de vuestras leyes y el mejor derecho a esperar que sean siempre
justas y equitativas; no seréis ligados sino por aquella a que hayáis consentido por
medio de vuestros representantes, ni estaréis sujetos a otras contribuciones
… ninguna carga se echara sobre alguno que no sea común a todos, y éstas no
serán para satisfacer pasiones de particulares, sino para suplir necesidades de la
República.
El Poder Ejecutivo en una sola persona, a quien toca velar por la tranquilidad
interior y la seguridad exterior de la República, tiene todas las facultades
necesarias para el desempeño de su elevado encargo. Vosotros encontraréis que
en todo el brillo de su autoridad puede llenaros de beneficios, pero no causaros
perjuicio alguno; su espada está solo desenvainada contra los enemigos del
Gobierno, si posibilidad de ofender al pacífico colombiano; es como un sol, cuyo
calor benéfico, extendido por todo el territorio de la República, contribuye a
desarrollar las preciosas semillas de nuestra felicidad y prosperidad: la educación
pública, la agricultura, el comercio, las artes y ciencias, y todos los ramos de
industria nacional, están dentro de su sabia administración y sujetos a su benigno
influjo.
El Poder Judicial donde los asaltos de la intriga pierden toda su fuerza y el rico
todo su ascendiente; a donde nadie puede llegar con rostro sereno si no va
revestido con los simples adornos de la justicia, está destinado a dirimir
imparcialmente vuestras contiendas, reprimir al malvado y favorecer la inocencia;
en tan respetuoso lugar rinden todos homenaje a la ley; y allí veréis las pasiones
desarmadas, cortadas las tramas del artificio y descubierta la verdad.
Tal ha sido el plano sobre que se ha levantado a la Constitución de Colombia.
Vuestros representantes solo han puesto una confianza ilimitada en las leyes;
porque ellas son las que aseguran la equidad entre todos y cada uno; y son
también el apoyo de la dignidad del colombiano, fuente de la libertad, el alma y el
consejo de la República. Pero lo que vuestros representantes han tenido siempre
a la vista, y lo que ha sido el objeto de sus más seria meditaciones, es que las
mismas leyes fuesen enteramente conformes con las máximas y los dogmas de la
Religión Católica Apostólica y Romana, que todos profesamos y nos gloriamos de
profesar: ella ha sido la religión de nuestros padres, y es y será la Religión del
Estado; sus ministros son los únicos que están en el libre ejercicio de sus
funciones, y el Gobierno autoriza las contribuciones necesarias para el Culto
Sagrado.
El Congreso general en sus deliberaciones no ha tenido otras miras que el bien
común y el engrandecimiento de la nación. Los agentes principales del Gobierno
dependen de vuestra elección: Considerad, meditad bien que del acierto en ellas
pende vuestra dicha; que la intriga o la facción jamás dirijan vuestro juicio;
mientras las luces, la virtud y el valor, prudentemente escogidos y elevados por
nosotros, sean las firmes columnas que perpetúen la duración del edificio.

Villa del Rosario de Cúcuta, treinta de agosto de mil ochocientos veintiuno,


undécimo de la Independencia.
El presidente del Congreso, Doctor Miguel Peña. El vicepresidente del Congreso,
+Rafael, Obispo de Mérida, de Maracaibo. El diputado secretario, Francisco Soto.
El diputado secretario, Miguel Santamaría. El diputado secretario, Antonio José
Caro

5.- Acta del Congreso Constituyente de Venezuela

ALOCUCIÓN DEL CONGRESO CONSTITUYENTE AL PRESENTAR AL


PUEBLO LA CONSTITUCIÓN
[1830]

El Congreso Constituyente de Venezuela a los pueblos sus comitentes.

Venezolanos:

Vuestros delegados han cumplido con el encargo de daros una constitución.


En un tiempo de pasiones tempestuosas, con una experiencia incierta por la
inestabilidad y confusión de nuestros pasados acontecimientos, nuestra
empresa se ha reducido a hacer si no lo mejor a lo menos el bien posible.

Por imperfecto que sea este código de vuestras libertades, él encierra


cuanto puede contribuir a afianzar vuestra tranquilidad y bienestar. Protege la
libertad dentro del círculo de la justicia y pone límites al poder para que no la
oprima, pero le da majestad y fuerza para refrenar sus abusos; con un brazo
forcejea contra la opresión, con el otro contra la licencia, manteniendo ileso en el
medio el bien del Estado.

Toca a los hombres de influencia ilustrar y dirigir la opinión general para que
pronuncie con acierto las mejoras de que es susceptible: fijemos en ella nuestras
miradas respetuosas cuando nos indique estas reformas. Es muy fácil hacerlas
sin atacar los fundamentos de esta acta de vuestros derechos, porque ella provee
un medio pronto y seguro de practicarlas. Tened presente que es mucho menos
expuesto y más fácil y seguro ir corrigiendo en la estructura de un gobierno los
pocos defectos que la experiencia demuestre, que por perfeccionarla, destruirla
toda de un golpe. Este procedimiento marca siempre los manejos de un partido,
que lo trastorna todo, para preparar la senda de sus miras interesadas. Imitemos
al escultor que, prendado de su obra, se ocupa sin cesar de retocar sus formas y
en pulirla. Que esta obra nacional sea el objeto santo de los cuidados de los
venezolanos, y su corrección será hecha oportunamente y sin riesgos. Después
de tantas tribulaciones, a vista de escenas tan lastimosas de miseria, calamidad y
exterminio, ya al desaparecer nuestros pueblos dulces y benévolos de la faz de la
tierra, y prontos a convertirse en hordas salvajes que vaguen por desiertos unas
contra otras, y cometiendo robos y asesinatos, volvamos en nosotros mismos y
busquemos en este mandato de orden y de ley la tabla de salvación. Con el
recuerdo vivo de lo pasado, con las impresiones aflictivas de nuestra actual
desgracia, y en el riesgo inminente de una destrucción completa, acojámonos a la
constitución como a la arca santa de nuestra seguridad, libertad y bien. Que la
adhesión y respeto de todos los venezolanos sea su mejor apoyo y la fuerza
omnipotente en que se estrellen los designios parricidas. Si sufrís que alguno la
toque, dejáis destruir vuestra salvaguardia. Por la primera brecha que le abran los
abusos, harán una irrupción para colocar sobre sus ruinas el despotismo y la
tiranía, y entonces esperad todo género de turbulencias, zozobras, despojos,
homicidios y espantosa servidumbre.

Dos clases de enemigos lo asestarán sus tiros: unos, ocultos detrás del velo
del interés público, no defenderán más que un interés de partido, un orden de
cosas que hallan conforme a sus caprichos y rencillas, o a sus intereses más
calculados. Otros, instigados de aspiraciones criminales, so pretexto de salvar la
patria por medios eficaces y enérgicos, sólo marcharán a su propio
engrandecimiento. Con demandas ilimitadas por los servicios tributados a la
causa de nuestra independencia, nos exigirán por ellos un precio demasiado caro,
y sin reparar en los medios cerrarán los ojos a las lástimas compasibles de su
patria, zapando por los cimientos todo régimen legal de igualdad y justicia.

Mientras todas estas pasiones, con un furor a veces declarado, a veces


sombrío y silencioso, amenacen sin tregua echar por tierra esta obra de la razón,
este triunfo de vuestros esfuerzos, este premio digno de vuestros caros sacrificios,
toca a vosotros estar alerta contra toda agresión insidiosa, oponiéndole vuestro
celo y patriotismo, siempre en la senda del orden y de la moderación.

Que los hombres ilustrados, mediadores entre las pasiones y el patriotismo,


se empeñen en concentrar la luz de la razón sobre el bien común, para que la
gran masa se identifique con la causa de todos y le dé un sostén nacional,
simultáneo e invencible.

Que los venerables prelados y virtuosos sacerdotes de una religión de paz y


clemencia se esfuercen en conservar el orden, la moral y la justicia, únicos
apoyos firmes y durables de todo gobierno; que hagan hablar el Evangelio al
corazón de los pueblos y recordarles sin cesar el respeto, el amor y la confianza
hacia los mismos que han elegido y establecido para mandarlos; que elevando
constantemente sus almas a la profunda veneración del Soberano Legislador del
Universo, las habitúen a venerar al Soberano Legislador del Estado, obra de su
espontánea elección; que manteniendo intacto el precioso vínculo de unión que
estrecha a los venezolanos por la religión católica, apostólica y romana, que han
heredado de sus progenitores, y de que siempre se glorían, inculquen sin cesar el
espíritu de conciliación y amor fraternal entre todos, de hospitalidad franca y
adhesión cordial a todos los extranjeros que vengan a aumentar la familia
venezolana, de obediencia y sumisión a la ley y a los poderes que ésta constituye,
y de horror a la sedición y a los proyectos criminales que comprometan la paz y el
bien del Estado.

Que los magistrados íntegros y virtuosos consagrados todos a la causa


pública acostumbren a sus conciudadanos, por la justicia incorruptible de su
administración, a gustar de los preciosos bienes que inmediatamente derivan en
todo tiempo, en todo lugar y en toda situación, de las ventajas prácticas de un
gobierno libre.

Que nuestros ilustres guerreros, no menos celosos del glorioso timbre del
valor, su distintivo, que de los de patriotismo, magnánimo desprendimiento, amor
a la libertad y respeto a las leyes, que santificaron sus esfuerzos en la noble lucha
de la independencia, sean los más vigilantes custodios del acta de nuestras
libertades y de la majestad de nuestras leyes; que por su consagración a la salud
de la patria sean los centros de reunión y amparo, a cuyo rededor corran los
demás ciudadanos a defenderla, haciéndose los ídolos de su amor y los más
dignos objetos de su respeto.

Entonces, desgraciado del temerario que ose derrocar este código de


nuestros derechos y que con sus empeños insensatos llame el rayo sobre nuestra
patria, intente anegarla en sangre y cubrirla de espanto. La indignación y el horror
nacional irán a su encuentro, el oprobio y la muerte le seguirán de cerca, y su
memoria cubierta de vergüenza y execración, sólo servirá de saludable
escarmiento a los que intenten traicionar a su patria.

Aprobado en sesión de 3 del corriente.

Valencia, 7 de octubre de 1830, año 1º de la Ley y 20º de la Independencia.

El Presidente,
Carlos Soublette.

6.- Decreto de 17 de Agosto declarando que Venezuela esta dispuesta á entrar en


pactos de federación con las secciones de Colombia.

El congreso constituyente de Venezuela, después de considerar


detenidamente la ley de 11 de Mayo del corriente año, y la Constitución dadas por
el ultimo Congreso constituyente de Colombia, reunido en Bogota, y que envió al
Gobierno de este Estado el de aquel, por el Sr. Juan de Dios Aranzazu,
comisionado especialmente para este objeto y sometidas a la deliberación de esta
Asamblea por el Presidente del Estado, en su comunicación de 9 de Julio,
teniendo además presentes las muy poderosas razones, y muy importantes
ventajas, que demandan la paz perpetua, concordia y unión por un pacto federal
de todas las secciones de Colombia, y que obraron en el ánimo de este Cuerpo
acordar estas relaciones en su sesión de 24 de Mayo en el juramento inserto en el
reglamento para su régimen interior, decreta.
1º Que Venezuela ocupaba de su propia Constitución, conforme á la voluntad
unánime de los pueblos, no admite la Constitución que se le ofrece, ni como
existe, ni con reformas cualesquiera que sean, pero que esta dispuesta á entrar en
pactos recíprocos de federación que unan, arreglen y representen las altas
relaciones nacionales de Colombia.
2º Que los futuros congresos constitucionales están autorizados para dictar las
providencias conducentes á que se verifiquen de la manera mas conveniente á los
pueblos de Venezuela, los pactos de federación que unan, arreglen y representen
las altas relaciones nacionales de Colombia, tan luego como se hayan cumplido
las condiciones que exigen la determinación del articulo anterior.
3º Que se consulte la opinión publica dirigiendo á los pueblos una alocución
compresiva de las resoluciones de este Congreso, para que la opinión general
vaya fijando la extensión que deba darse al pacto federal á que esta dispuesta
Venezuela, sirva de guía á los congresos constitucionales.
4º Que comunique al Poder Ejecutivo para que lo trasmita al Gobierno de Bogota y
para los demás fines convenientes.
Dado en Valencia á 16 de Ag. De 1830.- El P. Miguel Peña.- El sº. Rafael
Acevedo. Valencia 17 de Ag. De 1830.- Ejecútese.- Jose A. Paez.- Por S.E. el P.
Del Eº Sº de R.E. Santos Michelena
7.- Resolución del 29 de Abril reconociendo á los Estados de Nueva Granada y
Ecuador y ordenando el envió de una comisión para tratar de las relaciones de
que habla el art.227 de la Constitución.

El senado y Cª de R. De la Rª. De Venezuela reunidos en Congresos,


considerando:
Que por el articulo 227 de la Constitución, los congresos constitucionales
están autorizados para dictar las providencias conducentes, á que se verifiquen de
la manera conveniente á los pueblos los pactos de federación que unan, arreglen
y representen las altas relaciones de Colombia, teniendo presente el decreto de la
Convención de la Nueva Granada de 10 de Marzo del presente año, resuelven.
Art 1º. Venezuela reconoce á los Estados de la Nueva Granada y el
Ecuador en sus nuevas constituciones políticas.
Art 2º. Marchara el 1º de Noviembre de este año para la capital de Bogota,
una comisión compuesta de dos individuos elegidos por el Congreso, con el objeto
de tratar con los comisionados de la Nueva Granada y Ecuador, acerca de los
preliminares de los nuevos vínculos de unión, proponiendo las bases de una
convención colombiana que establezca los pactos de federación, que sean mas
conducentes á la prosperidad de Colombia.
Art. 3º. Los comisionadas señalaran dentro del territorio de Colombia, el
punto en que hayan de tener sus sesiones; y podrán variarlo.
Art.4º. Los acuerdos de estos comisionados quedan sujetos á la ratificación
de sus respectivas legislaturas.
Art. 5º. Propondrán como puntos de que puede ocuparse la Convención sin
excluir otros que ella considere oportunos, los siguientes.
1º. Que los tres Estados formen un solo cuerpo para cualquiera especie de
tratados, bien sea con la España ó con cualquiera otra potencia extrajera.
2º El arreglo de la deuda Colombia.
3º Que ninguno de los tres estados pueda ocurrir jamás al funesto recurso
de las armas para decidir sus querellas y diferencias, sino que hayan de
someterse necesariamente á alguna autoridad ó arbitramento común.
4º Que hagan siempre causa común para defender su independencia, su
integridad territorial, y cualesquiera otros derechos generales contra todo insulto,
ataque o agresión extrajera.
5º Para garantizarse mutuamente la forma de gobierno republicano, y
protegerse de un modo eficaz en todo caso que amenace la total subversión de su
organización interior.
6º Fijar los derechos de importación respecto de los países extranjeros,
uniformar los pesos y medidas, el valor de la moneda y el pabellón.
7º La abolición del ignominioso tráficos de esclavos bajo las mas severas
penas.
Art.6º. La comisión exigirá como base indispensable, que los Estados sean
representados en la convención por igual número de diputados cualquiera que sea
su población.
Art. 7º. Los pactos y arreglos que acordare la Convención, quedaran sujetos
á la aprobación del Congreso Constitucional de Venezuela, sin la cual no tendrán
efecto.
Art. 8º Los comisionados gozaran del viático y dietas asignado á los
representantes en Congreso.
Art. 9º. El Poder Ejecutivo quedan autorizado para nombrar con acuerdo del
Consejo de Gobierno nuevos comisionados en el caso de hallarse impedidos los
nombrados por el Congreso.
Dada en Carácas á 29 de Ab. De 1832, 3º. Y 22º.- El P.del S. Francisco
Mejia.- El P. De la Cª de R. Dr. José Manuel de los Ríos.- El sº del S. Pedro José
Estoquera.- El sº. De la Cª de R. Rafael Acevedo.
Caracas Ab. 29 de 1832, 3º y 22º.- Ejecútese.
-Diego Bautista Urbaneja.- Por S. E el Vicep. De la Rª. Encargado del P.E.-
El sº de Eº y del Dº. De R.E Santos Michelena

8.- Mensaje anual del Presidente de la República General José Tadeo Monagas al
Congreso Nacional, 1856.- 11

CIUDADANOS DEL SENADO Y CAMARA DE REPRESENTANTES

Hoi que, congregados en el santuario de la Lei, vais á dar principio á


vuestras tareas legislativas, yo os felicito cordialmente “Porque siento de cuanto
valor es para mí vuestra cooperacion y ayuda á fin de superar las grandes
dificultades y embarazos que aun traban la marcha de la República hácia el
venturoso porvenir que la aguarda. La Patria ha menester el asiduo empleo de
vuestras luces, de vuestra prudencia y de vuestro poder para levantarse á tan
bello destino. Allanar el camino, separar los obstáculos y defender en su nombre
la santa causa de la justicia y de la civilizacion, ese es el mas bello timbre á que
podeis aspirar sobre la tierra, esa, vuestra mas alta gloria y vuestros mas
preciados títulos para la posteridad. Tener la oportunidad y los medios de hacer la
dicha del pais en que vimos, la primera luz y donde reposan las cenizas de
nuestros padres; cumplir religiosamente el encargo de sostener la Fe que
consagraron con su sangre los mártires de la Libertad, es ciertamente el mas
noble orgullo que puede caber en el deseo. Hubiérase empleado esa fiebre de
11
Imprenta y Litografía Republicana de Federico Madriz 1856
Nota: se ha respetado la ortografía original
* El subrayado es nuestro
aviesos intereses y de mezquinas pasiones que nos ha devorado, en mejorar
nuestra condicion moral y material, y no lamentáramos la pérdida de mas de un
cuarto de centuria en luchas estériles, en discusiones vacias de sentido y en
retardar la época de nuestra felicidad.
Vosotros, Representantes de la voluntad nacional, conoceis nuestras
necesidades y teneis el deseo y el poder de remediarlas; ois por todas partes el
clamor de vuestros comitentes que se alza unánime para que fijeis
irrevocablemente las garantias á que tienen derecho, haciendo que ellas sean una
verdad demostrada, y de ninguna manera vanas fórmulas que traigan con su
violación el escarnio de la lei y la befa de la justicia; y sentis tambien, cuando
descendeis á la vida de meros ciudadanos, que nuestra atmósfera pesa, que
nuestras esperanzas como que desfallecen, y que á veces vacila el pedestal de
nuestra fe. Hai algo, en efecto, en nuestra condicion presente que contrista y nos
fuerza á meditar seriamente sobre las causas que puedan motivar tal
desconcierto, y no cumple á los escojidos del pueblo inclinar muellemente la
cabeza invocando por único recurso los estériles consuelos de una triste
resignacion. Luchemos hasta vencer, y cuando no alcanzemos el fruto apetecido,
nos quedará al ménos la satisfaccion de no haber merecido nuestra suerte.- Por lo
que á mí toca, ya os indiqué en vuestras últimas sesiones algunos puntos
capitales sobre que juzgaba indispensable fijar vuestras consideracion. Hoi, ya en
posesion de datos mas precisos y con mas conocimiento de la marcha de los
negocios públicos, paso a manifestaros las nuevas necesidades que ellos me han
dado á conocer poniéndo os de relieve, con la brevedad de este escrito, la
situación actual de la República.
Me es altamente grato poder anunciaros que la paz interior no ha sido
perturbada y que tengo sobrado fundamento para esperar mantenerla. Cuento
para ello con el buen sentido de los venezolanos y con vuestra leal cooperacion.
Por todas partes se despierta el espíritu de empresa; el amor al trabajo se arraiga,
y cunde el descrédito de los trastornos políticos que dan por única y tristísima
cosecha, lágrimas y sangre.
Nuestras relaciones de amistad con las Potencias Estranjeras no han
sufrido alteracion alguna; por el contrario, he recibido muestras de benevolencia
de sus respectivos gobiernos.
Miro en esto el resultado necesario de nuestra lealtad y de que en toda
ocasión he procurado dar soluciones pacíficas á las cuestiones que se han
suscitado. Nunca será bastante el cuidado con que se cultiven las relaciones de
pueblos mas adelantados que nosotros: del intercambio de sus ideas y de sus
productos industriales, y mas que todo, de la circunstancia provincial de poderles
brindar en nuestro suelo lo que la mano del hombre no puede esplotar en el suyo,
ha de derivarse necesariamente el aumento de nuestra civilizacion, de nuestra
riqueza y de nuestra poblacion.
Respecto de nuestra vecina y hermana, la Nueva Granada, la Nacion
entera ha podido ya apreciar la importancia de los motivos que obraron en mi
ánimo cuando en el año anterior me resolví á dar cuenta al Congreso, de las
graves ocurrencias, que con relacion á Venezuela, estaban pasando en la Capital
de aquella República. Hoi tengo el placer de anunciaros que han desaparecido las
principales causas que determinaron mi mensaje del 17 y el acto lejislativo del 19
de Abril. No ha llegado el caso, como no creí que llegara nunca, de poner en uso
la espléndida autorizacion que me conferísteis, sobrepujando mis esperanzas;
ántes, concibo que las dificultades secundarias que quedan en pié, ni ameritan
que continúe aquella autorizacion, ni dejarán, yo me lo prometo, de ser allanadas
dentro de poco, mediante reciprocas esplicaciones, francas y amistosas, como
cumplen que sean las de Pueblos y Gobiernos, por tan estrechos vinculos, unidos.
Ha cesado, pues, el objeto de aquel solemne voto de confianza; y gustoso yo os lo
devuelvo, Legisladores!
Pero á par de esas faustas nuevas que solas bastarian á alimentar nuestras
lejítimas esperanzas, tengo que lamentar con vosotros el estrago de una epidemia
cruel que ha venido á cebarse en nuestras poblaciones, sembrando la desolacion
y el llanto entres sus moradores, é hiriéndonos en lo mas sensible cuando arranca
á nuestra agriciltura los brazos que la fecundizan y á nuestra naciente industria su
mas necesario elemento. El cólera Asiático ha recorrido ya una gran porcion de
nuestro territorio dejando en todas partes dolorosas muestras de su amplio poder
de destruccion. Pueblos enteros han caido como paralizados bajo su mortífera
influencia; campo abandonados, cadaveres insepultos, hambre, horrible lucha
entre el vigor de la naturaleza y de la juventud, y el asalto de una agonía
instantánea: ese es señores el cuadro desolador que ha tenido el Gobierno
constantemente ante sus ojos. Ya comprendeis cuántos y cuan graves conflictos
ha hecho surgir su aparicion en medio de las angustiadas circunstancias del
tesoro nacional, precisamente cuando absorbian su atencion toda entera las
injentes necesidades de una abrumante situacion. He debido acudir con prontos y
eficaces auxilios adonde quiera que eran reclamados por la violencia del mal y por
la penuria de los habitantes; nombra facultativos pagados por el Erario, que lo
combatiesen, y suministrar en fin, sin reserva alguna, cuantos recursos tenia de su
mano el poder público para aliviar la suerte de aquellos de nuestros hermanos
que, careciendo hasta del indispensable abrigo, eran seguro pasto de sus furores.
Aun todavía se cierne el móstruo sobre algunas de nuestras comarcas; pero
confío en que la Divina Providencia lo aleje definitivamente de nuestro suelo, y en
que vendrán dias mas serenos tras una época tan luctuosa.
Por decreto de 9 de Febrero último me investísteis de poder bastante para
permitir el regreso al pais, de los venezolanos que se hallaban fuera de él, á
consecuencia de trastornos políticos. Yo he usado de aquella autorizacion tan
ampliamente como he creido convenir al mantenimiento de la pública tranquilidad.
Pocos son los que aun permanecen en el estranjero, y el numero y circunstancias
especiales de los que ya han regresado, dan á conocer claramente que no me han
guiado en manera alguna, mezquina susceptibilidades. Me reservo continuar
aplicando aquella facultad en bien de la República.
En vuestras anteriores sesiones os pedí la absoluta reforma de nuestro
sistema judicial de la manera mas conducente á asegurar los derechos de los
asociados, garantizándoles la propiedad, la libertad, la iguladad, la seguridad, y
cuantas prerogativas les son caras. Era una medida que demandaba la justicia y
por la cual clamaban á grito herido los que miran en la regular organizacion de los
tribunales la mas segura prenda de bienestar y de progreso. Algo se ha alcanzado
ya en este respecto, pero estamos mui léjos aun de tocar la posible perfeccion en
un ramo de tanta trascendencia. Yo os recomiendo las observaciones que os dirije
la Suprema Corte de Justicia acerca de las reformas que convenga hacer en el
procedimiento: ellas son el resultado de una larga esperiencia y de meditaciones
nacidas de las dificultades que se han tocado en la práctica, maestro infalible
cuyas lecciones no nos es dado desoir impunemente.
Os excito tambien á que reviseis el Código de Instrucción Pública para
llevarlo á la altura de los prodigiosos adelantos que han alcanzados pueblos mas
afortunados, y que en este ramo, mas que en otro alguno, seria mengua
desatender. En el estado de civilizacion que alcanza el mundo, permanecer
estacionario es abdicar todo sentimiento de dignidad personal: es retrogadar hácia
la barbarie y romper nuestros títulos á la consideracion de las naciones que
pueden medir la estencion de nuestras aptitudes. Pienso que deberia reservarse
únicamente á las Universidades la alta instrucción científica, estableciendo
Colegios de distrito para la enseñanza de las ciencias exactas y naturales y de los
estudios de inmediata aplicacion a los usos comunes de la vida. Para ello bastaria
concentrar prudentemente las sumas aplicadas ya á este objeto; á fin de dotarlos
mejor y obtener definitivamente planteles de sólida y provechosa instruccion. En la
Memoria respectiva hallareis tratada la materia con la estencion que ella demanda,
y se os suministrarán los datos necesarios para sancionar lo que creais
conveniente.
No debeis tampoco separaros de vuestras sesiones sin dictar las medidas
adecuadas para proteger el trabajo de una manera eficaz, y para promover la libre
circulacion de los valores. El hombre emplea su sudor y su fatiga en
proporcionarse el sustento y en hacer acumulaciones que le valgan pan seguro
para su familia y descanso para su vejez: él se apega al producto de su industria
con el amor del que crea, y no puede considerarse feliz bajo un sistema
cualquiera, en que ese mismo producto no sea consagrado por la lei como un
derecho santo é inviolable. He aquí por qué es necesario dar todo linaje de
seguridades de que en ningun caso pueda la mala fe sobreponerse a la honradez
y á la laboriosidad. En este sentido juzgo que debeis reformar la lei de espera,
procurando armonizar prudentemente los intereses de las partes que intervienen
en estos juicios. Tened presente que sin grandes seguridades, los capitales
desaparecen del mercado y van á otros paises á buscar una ganacia ménos
crecida, pero mas segura: el desaliento de aquellos que importando al pais sus
riquezas sufren quebrantos inesperados y de que no pueden darse cuenta, cunde
sin tregua ni descanso entre los que podrian secundarlos, y en idéntica proporcion
cobran creces nuestro descrédito y nuestra ruina. Acaso no hai un índice mas
efectivo del estado de atraso de un país que la ausencia de capitales. Allí donde
hai leyes que amparan la propiedad y quitan toda traba á la libre circulacion de los
productos, allí afluyen como por encanto, los elementos que se necesitan para
alentar el trabajo y asegurar el progreso; sobre todo cuando se trata de un país
como el nuestro en el que la naturaleza premia con mano larga; en el que la tierra
da pan sin fatiga, y un llevadero trabajo mies abundante y fácil riqueza.
La ocasión es propicia, Lejisladores. Á la sobra de la paz que disfruta, el
pais se levanta hoi de su largo sueño, y el espíritu industrial establece entre los
asociados uno como vínculo de mancomunidad de intereses que estrecha
poderosamente los lazos de la fraternidad. Miro como un deber imprescindible, si
han de alcanzarse estos resultados, la reforma de las disposiciones vigentes sobre
caminos é inmigracion en el sentido de conceder todo linaje de franquisias y
libertades para consequir tan grandes bienes. Caminos é inmigracion: he aquí la
mas hermosa ofrenda que podeis tributar á Venezuela Á la altura de la civilizacion,
apénas puede concebirse que se ahorren sacrificios cuando se trata de medidas
salvadoras y que no han menester en la jeneralidad de los casos sino proteccion
indirecta, buena fe y completa seguridad. Los caminos son las arterias por donde
circula la vida de los pueblos: todo estorbo. Todo inconveniente en punto á
comodidad y velocidad de los transportes, paraliza y desconcierta encareciendo,
aun en nuestros propios mercados, mil preciosas producciones que de otra
manera bastarian á construir nuestra riqueza nacional.
Por lo que hace á inmigracion debeis tener presente ademas, que no basta
acordar medidas aisladas que la promuevan, por mas que en ellas se ofrezca á los
estranjeros que vengan á poblar nuestras inmensas soledades toda especie de
aliciente y todo género de garantías: preciso es tambien darles noticias
circunstanciadas acerca de nuestro clima, de nuestras producciones, de su
proporcion, de la clasificacion de nuestros terrenos y del importe de nuestros
artículos de primera necesidad: que toquen, que tengan á la vista las ventajas con
que se les brinda y que el ánimo se determine razonadamente á cambiar la tierra
natal por otra que los convida con una ganancia segura. Para ello es
indispensable la creacion de Consulados mercantiles en la América del Norte y en
Europa que tengan por encargo hacer en aquellos paises publicaciones
constantes en que se prodiguen las noticias, los informes circunstanciados y
cuanto coduzcan á hacer oir nuestra voz y á llamar la atencion de una manera
permanente. Á tales empleados, que por su categoría costarian mui poco al Erario
nacional, podria imponerse el deber de darnos á conocer los adelantos de la
industria en sus respectivas residencias y remitir informes periódicos sobre el
modo de aclimatados en nuestro suelo; proporcionando ademas esta institucion no
despreciable ventaja de abrir camino á nuestra hermosa juventud aleccionándola
para los delicados estudios de la diplomacia. Ya comprendeis hasta dónde puede
elevarse la importancia de una institucion semejante: descubrimientos pasmosos
en todos los ramos del saber humano puestos oficialmente á nuestra disposicion
con la rapidez del vapor y de la electricidad: inmediata adaptacion de
producciones exóticas á nuestro consumo: creacion de valores en el esranjero,
representantes de riqueza efectiva para nosotros, por medio de una constante
exhibicion de nuestro ríquisimos productos agrícolas y minerales; y sobre todo, el
establecimiento de una corriente de inmigracion de estranjeros que no vendrán
urjidos por el aquijon de la miseria, ni por las locas fantasias de ganacias
fabulosas, sino á cumplir en su provecho y en el nuestro, con sus propios
capitales, y con su industria, las deducciones y resultados de un cálculo
puramente especulativo formado con pleno conocimiento de causa.
La Hacienda pública ha sido el objeto principal de mis desvelos. He juzgado
de un deber imprescindible esforzarme por restablecer la concentracion de las
operaciones fiscales, mejorando gradualmente la contabilidad en todas sus
ramificaciones. He asegurado la mas cumplida recaudacion de las contribuciones.
Procurando por cuantos medios he tenido de mí mano, la equitativa distribucion de
los caudales públicos. He atendido, en cuanto ha sido compatible con la premiosa
exigencia de la actualidad, á la gradual amortizacion de todos los créditos
atrasados, sin descuidar por ello los demás servicios públicos, así ordinarios como
extraordinarios. Se ha hecho justicia á las reclamaciones estrangeras pendientes,
muchas de las cuales estaban como descuidadas, con perjuicio de nuestras
buenas relaciones internacionales, y ha principiado ya á ensayarse un nuevo
órden y arreglo que dará por necesario resultado la regularidad en todas las
oficinas del ramo.
Por la lei de 24 de Mayo último me autorizásteis suficientemente para
atender al pago de todas nuestras deudas, poniendo para ello á mi disposicion
una parte de los ingresos nacionales, y confiriéndome el poder de efectuar todas
aquellas operaciones que á mi juicio condujesen al objeto. Para corresponder
dignamente á vuestra confianza, dicté en 30 de Noviembre último varios decretos,
mandando que se practicase una liquidacion y calificacion de toda especie de
acreencias contra el Estado y apropiando los fondos convenientes para la
progresiva amortizacion de la deuda. Las consideraciones en que están basadas
estas interesantes medidas, de que os da cuenta el Secretario del ramo, me
relevan de toda demostracion que tienda á haceros comprender el espíritu de
rectitud y de justicia que me guiaran al espedirlas. No satisfecho, sin embargo, con
ellas, he querido asegurar por un tiempo dilatado su completa ejecucion, y me
place participaros que he conseguido mi propósito haciéndolo estensivo á los
gastos que exige el servicio público corriente en la mayor parte de nuestras
provincias. Durante ese período no estarémos sujetos á eventualidades de
ninguna especie; y eso basta Legisladores, para que comprendais la
trascendencia de la operacion.
Por resultado de estos trabajos, ya en ejecucion, la confianza renace con el
cumplimiento que se va dando á las promesas del Gobierno. Y esto mismo esplica
satisfactoriamente el notable movimiento de alza en las diversas clases de
acreencias contra el tesoro: en pocos meses hanse duplicado y aun triplicado los
precios que ántes tuvieran en el mercado de efectos públicos. Así, ha mejorado
visiblemente la condicion de todos los tenedores de deuda nacional. Este hecho
habla mui alto a favor de la buena fe en que descansan mis esfuerzos por
restablecer y conservar el honor y el crédito de la República.
Os encarezco atendais con la preferencia que demanda justamente la
Hacienda nacional, todas las indicaciones y medidas que os propone el Secretario
del ramo, encaminadas á dar nuevas y robusta vida al crédito público, órden y
regularidad á todas las operaciones de la cuenta y á asegurar el buen manejo
proporcional inversion de los caudales públicos.
En cuanto á la deuda esterior, prosiguense en Lóndres las negociaciones,
de acuerdo con lo que dispuse desde principios del año pasado, á fin de un
arreglo de facil y permanente cumplimiento, siendo compatible con los recursos
que pueda disponer Venezuela; y aunque no han llegado á su término, abrigo la
esperanza de que no mui tarde tendra este importante asunto una solucion
decorosa y conveniente á la República y á sus acreedores. Sera sin duda un
fausto día para mí, de verdadera y purísima satisfaccion, aquel en que pueda
comunicar al Congreso y á la República el completo restablecimiento de su crédito
esterior.
Urje instantemente la reforma de la lei sobre “crédito por abolicion.” de
modo que se asigne un interes á esa deuda, se concentren los fondos que se
recauden para su amortizacion gradual, y me autorizeis para contraer un
empréstito que tenga por esclusivo objeto afianzar y movilizar sus valores.
Interesa á la gloria de los altos poderes que sancionaron aquel acto magnánimo
de justicia que, no vaya enlazada á su memoria la idea de la espropiacion.
Diseminados como están hoi esos caudales, no pueden llevarse á cabo de una
manera segura, las operaciones que os apunta, ni darse á aquellos créditos la
importancia que ya tienen todos los demas que pesan sobre nuestro tesoro.
La lei que creó la Academia de Matemáticas es incompleta y pienso que
debeis reconsiderarla. No ha producido hasta hoi ese instituto los resultados que
han debido obtenerse en pro de la pública conveniencia; no porque haya sido mal
servido bajo su réjimen actual, sino porque la lei no aplicó al inmediato servicio de
la Nacion los conocimientos que él esta llamado á difundir. Ni previó las inmensas
ventajas que de tal aplicacion han de derivarse. Os propongo que hagais
productivo el gasto que hoi ocasiona. Creando en él una oficina Agrimensura que
tenga por objeto la medicion de nuestros baldíos. Así organizada aquella
enseñanza, á la par que escuela práctica, sería de evidente provecho para la
comunidad. Si hemos de convidar á los estranjeros á establecerse en nuestros
feraces terrenos, ántes que eso, debemos adquirir pleno conocimiento de su
situacion, calidad y ventajas que ofrezca su cultivo.
Carece el ejército de una lei que lo organice convenientemente: ni tenemos
código militar en armonía con nuestro sistema de gobierno. Sin desatender la mas
severa diciplina y regularidad del servicio, concédanse con discrecion premios y
recompensas al mérito y háganse efectivos los derechos y garantías que nuestra
Constitucion acuerda á los asociados. Es necesario crear el estímulo y desvolver á
los que prodigan su sangre por defender nuestras instituciones, el lustre y las
consideraciones á que se han hecho acreedores por su constancia y sus
sufrimientos; para conseguir este fin, y para impedir que se disciernan inmerecidas
recompensas, son de tomarse todas las precauciones que un patriotismo ilustrado
y una sabia prevision aconsejen.
Las leyes de inválidos, de milicia nacional, de marina y otras del ramo de
guerra, reclaman tambien una pronta reforma para que los servicios que ellos
crean y las pensiones que asignan, alcancen la debida proporcion con la categoria
de los que los prestan y los evidentes merecimientos de aquellos que las disfrutan.
Legisladores! Hagámonos dignos de la posesion del poder que nos está
confiado, con leyes que garanticen la persona, la propiedad y la familia:
emancipemos el trabajo de los privilejios y los monopolios que lo envilecen y
esclavizan: abramos anchas y faciles vias á la circualcion de los valores,
disminuyendo gradualmente las restricciones y prohibiciones que la entorpecen y
embarazan, hasta ver realizado el completo y libre cambio de todos nuestros
productos por los de los demas pueblos de la tierra: alentemos el espíritu de
empresas seria y útiles, haciendo liberales concesiones á los que las acometan; y
de esta manera la produccion cobrará brios, crecerán los consumos, se aumentará
la riqueza y con ella el bienestar de los pueblos que han puesto en nuestras
manos sus destinos. Amplísima facultades tenemos para hacer el bien:
pongámosla en ejecucion, que este será sin duda el medio mas seguro de
obtener, por efecto de la prosperidad general, un mayor rendimiento en los
ingresos nacionales, disminuyendo al propio tiempo la tasa de los impuestos.
Fomentemos con todo nuestro poder los intereses materiales, convirtiendo en
poderoso elemento de su desarrollo esa actividad febril que solo se cuida al
zizañar la sociedad, de maltraerla entre la calumnia y los odios y la venganza que
ella enjendra, y que acaba por provocar funestas reacciones que solo pueden
proporcionarnos un espantoso retroceso. Miéntras dura semejante estado de
desconcierto, mal puede disponerse á la instrucción, suavizar sus costumbres,
inspirarse del espíritu de fraternidad, hacer un uso racional y discreto de sus
derechos, ser respetuosos á sus deberes, entrar en fin, en la senda indefinida del
progreso, un pais en que es cara la subsistencia, reducidos los capitales y el
número de trabajadores; en que está cultivada solo una pequeña parte de las
tierras y por explotar sus abundantes minas y demas veneros de riqueza. La
produccion ha de ser forzosamente escasa y lánguida, y estar expuesta á graves
inconvenientes, desde que un incidente cualquier imprevisto venga á perturbar el
curso regular y ordinario de las transacciones.
Os he descrito la situacion de Venezuela, el estado de los diversos ramos
administrativos y propuestos las medidas que juzgo indispensables para su mejora
y engrandecimiento.
Empero, no me es dado prescindir de someter hoi á vuestra
consideracion el asunto mas grave de cuantos se hayan ventilado bajo el
órden constitucional; cuestion de alta trascendencia que agita todos los
ánimos, que alienta todas las esperanzas y despierta los mas preciosos
recuerdos de tiempos mas venturosos: os hablo, Legisladores, de la
CONFEDERACION COLOMBIANA. Las tres secciones que ántes componian
la Gran República, se levantan unanimes en un mismo pensamiento de union
y de fraternidad, y piden la solucion de ese problema jigante que atrae y
fascina aun á los menos entusiastas. Combatidas todas ellas por
sangrientas luchas fraticidas que han devorado abundante cosecha de
talentos, de brazos y de productos; amenazadas de muerte sus instituciones
por mezquinos odios y terribles enconos; con la conciencia de su pequeña
importancia en el catálogo de las naciones; y mas que todo avergonzadas y
como arrepentidas de haber despedazado el pabellon que las condujo á la
victoria, vienen hoi inspiradas por un mismo sentimiento y por idénticos
deseos, á pedir como gaje de su futura prosperidad el cumplimiento de los
postreros votos de su comun LIBERTADOR. Treinta años de durisima
esperiencia y de crueles decepciones, solo han servido para probar á todas
ellas que, si con nombre de COLOMBIA alcanzaron Independencia, solo con
el nombre de COLOMBIA pueden consolidar su Libertad. Yo he guardado
relijiosamente mi adoracion por la Gran República: he acariciado su
recuerdo sobre mi corazon; y su gloria, y su fama y sus prodijios me han
sido siempre caros como dogmas de mis creencias. ¿ Hai acaso quien no se
sienta deslumbrado con tanto brillo? ¿ Hai quien no derrame gustoso su
sangre por cambiar su pequeñez, su desaliento y sus tristezas por la
consideracion, por la grandeza, por la prosperidad......? Ha sido menester,
que el mas cruel de los destinos nos guiase como de la mano á desgarrar el
seno de nuestra madre comun: ha sido menester la mas inaudita ceguedad
para presentar ante el mundo escandalizado el vergonzoso espectáculo de
nuestras debilidades. ¡Divididos en tres secciones, nosotros destinados por
Dios á formar una sola y potente nacionalidad! ¡ Condenados á apellidarnos
estranjeros, nosotros hermanos en relijion, en costumbres, en procedencia,
nosotros que hemos dividido el aprobioso pan de la escalvitud y segado y
recojido juntos los gloriosos laureles de la Independencia! ¡Tened necesidad
de recurrir á los códigos de derecho internacional! para entendernos, los
que debiamos gobernarnos en familia y regirnos por una misma lei, los que
hemos visto correr mezclada nuestra sangre en los campos de batalla por la
sagrada causa de la Libertad! Es ya tiempo, Legisladores, de que escojisteis
los mediuos de llenar los votos de vuestros comitentes. Venezuela, como los
otros Estados de Colombia, ha consagrado en su Constitucion la posibilidad
de realizarlos. Que no se diga jamas que fueron esteriles los martirios de los
que murieron por Libertad: sus cenizas reposan veneradas desde el Ávila al
Chimborazo sin distincion de nacionalidad. Pensad que en la llama de
patriotismo que sale de aquellos sepulcros, el Genio de la América
encenderá pronto ó tarde la antorcha que ilumina á COLOMBIA rejenerada. *

Caracas, Enero 20 de 1856.

José Tadeo Monagas

Francisco Oriach Jacinto Gutiérrez

José L. Silva

9.- Contestación del Congreso Nacional al Mensaje Presidencial, 185612.

De la Honorable Camara de Representantes al mensaje de Felicitacion que le ha


dirijido en las presentes sesiones S.E. el Poder Ejecutivo

EXMO. Señor:

La cámara de Representantes estima en cuanto vale vuestra cordial felicitacion


por su reunion Constitucional.
En vuestro mensaje, espresion fiel de los sentimientos de la Nacion, y
cuadro sintético de sus necesidades, habeis descrito con brillantes pinceladas lo
que el pueblo espera en esta vez de sus escojidos.
Las esperanzas del pueblo no serán burladas. En las situaciones supremas
los pueblos lanzan el grito de salvacion, y sus delegados apoderándose de él lo
convierten en precepto oficial.
Eso harán los Representantes de Venezuela en esta solemne ocasion.
Tras largas noches de récias luchas intestinas, vese brillar ya el albor de
dias sosegados. Hora llegará, y ojalá no este lejana, en que el mérito no necesite
de favor para alcanzar su recompensa, ni la civilizacion de ayuda para asegurar
sus conquistas.
COLOMBIA!!! Esa creacion portentosa de BOLIVAR; la que vos
contribuísteis á forman arrostrando peligros sin cuento y desafiando la muerte en
cien lindes gloriosas.

12 Carácas, Imprenta y Litografia Republicana de Federico Madriz- 1856

Confederación Colombiana, 1856


COLOMBIA!!! que desecha ha vivido constantemente en el corazon de los
que la crearon, en el recuerdo de los que la compusieron y en el deseo de los que
no la alcanzaron.
COLOMBIA!!! República gigante que cubierta de laureles hizo el orgullo de
nuestros padres y la esperanza de nuestros hijos.
COLOMBIA!!! Colombia en fin, será invocada por los Representantes de la
Nacion .
Plegue á Dios que su pabellon, que tremoló radiante y victoriosos en
Boyacá, Junin y Carabobo, y que pasando las argentadas cimas del Potosí debeló
en Ayacucho el coraje español que había abatido las águilas vencedora en Jena,
Marengo y Austerlitz, venga siempre glorioso en realizar el pensamiento de los
que pertenecieron á la pura y generosa revolucion de 1810.
Ciudadano Presidente! Vuestro nombre, vuestra historia y los vínculos que
os identifican con la sociedad, dan derecho á los Representantes para esperar de
vos que fiel al mandato de la situacion, les ayudeis en la organización política del
país y en su reorganizacion social.
Poned vuestro poder y vuestro nombre en medio de las ajitadas pasiones
que traen divididas la sociedad; y la discordia huirá despavorida y los ódios se
extinguirán y las ambiciones ilejítimas quedarán vencidas.
General Presidente! La Cámara de Representantes os pide vuestros
concurso para salvar la sociedad.
Tened presente, que su salvacion es la ley suprema, y que está ántes que
todo y sobre todo su dicha y su prosperidad.
Campeon de la Independencia! Ayudadnos á asegurar el porvenir de la
Nacion y las bendiciones de los buenos descenderán de todas partes para caer
sobre vos.

Carácas, Febrero 15 de 1856, 27 y 46.

.- Proyecto de Confederación Colombiana13

Febrero 13. Se presentó el proyecto por muchos representantes: Se dió


cuenta tomando en consideración después de la cuenta se admitió a discusión el
proyecto por el resto unánime de todos los miembros presente en la discusión.
Antes de sufrir el primer debate se aprobó la moción siguiente hecha por el
honorable Sr. García Meza: Que suspendiéndose la primera discusión del
proyecto se llame inmediatamente al Ministro.

13
Archivo Histórico Asamblea Nacional, Cámara de Representantes, 1856, t. 316, fs. 1-2vto.
La Secretaría pasó en el acto la competente nota a los señores Secretarios
del Despacho.

Con la concurrencia de los señores Secretarios continúo el debate del


Proyecto y en el curso de él se aprobó esta moción hecha por el honorable Sr.
Rivera: Que aprobándose el proyecto en primera discusión se invite al Ministro
para la segunda pasándosele oficialmente copia de él.

Enseguida se aprobó el proyecto en primera discusión y pasó a

Segunda

Se pasó copia del proyecto a los Sres. Secretarios del Despacho.

Febrero 13. Se dio aviso competente a la Cámara del Senado.

Febrero 14. El Senado acusado recibo.

Febrero 15. La Secretaria avisa a los Señores Ministros de Estado que el día
de mañana tendrá lugar la 2ª. Discusión de este proyecto.

El Ministro del Interior acusa recibo ( del proyecto ).

En la sesión de esta fecha (febrero 15) y en la concurrencia de los señores


Ministros de Estado sufrió la 2ª. Discusión este proyecto sin ninguna alteración, y
pasa a

Tercera

Febrero 19. En la sesión de esta fecha sufrió la tercera discusión el proyecto


sin más alteración que la palabra intercalada en la copia. Se remite copia en
Senado.

Febrero19. En la sesión de esta fecha sufrió la tercera discusión el proyecto


si más alteración que la palabra intercalada en la copia. Se remite copia en
Senado.

Febrero 20. El Senado acusa recibo.

Febrero 25. El Senado devuelve el proyecto aprobado sin ninguna alteración.

Febrero 26. Se dio cuenta y la comisión y la Cámara dispuso presentarlo al


Poder Ejecutivo mañana a la una de la tarde por medio de los señores Revenga y
Somoza.
Se participa al Senado y También a la Secretaría del Interior.

Febrero 27. El Senado acusa recibo.

También lo hace el Poder Ejecutivo.

El Poder Ejecutivo devuelve a la Cámara el decreto con ejecútese.

Se dio cuenta y se mando a archivar.

2.- El Congreso Nacional dicta decreto sobre Confederación


Colombiana14

El Senado y Cámara de Representantes

Decretan

Art. 1º. El Poder Ejecutivo invitará a los Gobiernos de Nueva Granada y


Ecuador con fin de establecer bases para una confederación Colombiana.

Art. 2º. Si los Gobiernos que representan las repúblicas de Nueva Granada y
Ecuador, quisiesen cooperar o creyesen realizables, la Confederación
Colombiana, el P. E. queda autorizado para nombrar los representantes de
Venezuela que concurran a confeccionar el proyecto que conduzca a realizar la
idea.

Art. 3º. Venezuela establece por condiciones, la igualdad en la


representación de los tres Estados en que se dividió Colombia, y la unidad e
integridad del territorio venezolano.

Art. 4º. En las facultades concedidas al P. E. queda comprendida la de


convenir en el lugar de las deliberaciones.

Art.5º. Los acuerdos que efectúen los representantes de las tres secciones
de la que antes fue Colombia se someterán a la aprobación del Congreso de
Venezuela.

14
Ibídem, fs. 3-4.
Dado firmado

J.L. Requena.
Federico Uslar.
Matute.
Arismendi.
J.P. Lara.

(siguen firmes ilegibles)

3.- El Concejo Municipal de Caracas solicita al Congreso Nacional


la Confederación Colombiana

Honorable Cámara de Representantes15

El Concejo Municipal del Cantón Caracas ha visto con el mayor interés el


mensaje que Poder Ejecutivo os ha dirigido al principiar vuestras tareas
legislativas, é impelido por el entusiasmo patriótico que la lectura de tan notable
documento ha inspirado a los amantes del progreso i engrandecimiento de la
Republica, no ha dudado un momento en unir su voz á la del Ylustre (sic) Jefe que
hoy preside los destinos de la Patria, para impetrar de los representantes del
esforzado pueblo venezolano la sanción de todas aquellas medidas capaces de
llevar á cabo el gran pensamiento de la Confederación Colombiana.

Faltaría el Concejo Municipal de Caracas a unos de sus deberes mas


sagrados, á las nobles exigencias de los pueblos que inmediatamente representa,
si en estos solemnes momentos, en que los ciudadanos todos se ocupan con calor
de un asunto de tanta trascendencia i magnitud, que ha venido ha inflamar todos
los corazones, á enardecer todos los ánimos, permaneciera indiferente é
impasible, mudo espectador de tan sublime entusiasmo.

El nombre de Colombia, con sus gloriosos recuerdos, con su portentosa


historia, con toda su grandeza, ha venido á sacar á nuestros pueblos de la

15
Ibídem, f. 5.
inacción vergonzosa á que parecían estar condenados i a poner término á la
indiferencia, al abonado i desaliento en que yacían, olvidados, sin duda, de los
esfuerzos i sacrificios que á esos mismo pueblos costara su independencia;
porque solo con el restablecimiento de Colombia puede salvarse la Republica i
con ella la causa de la moderna civilización.

Por otra parte, Honorables Representantes, la circunstancia de encontrarse


ocupado la Presidencia del Estado el Ylustre (sic) General José Tadeo Monagas,
es la mas oportuna i conveniente para la realización de tan sublime pensamiento,
porque en solo nombre de este esforzado Caudillo, brinda todas las garantías que
pudieran desear los pueblos tantas veces libertados por él, i que de tanto amor i
gratitud le son deudores, porque el General Monagas ha sido guardar
religiosamente su adoración por la Gran Republica, i la gloria, la fama i los
prodigios de la inmortal Colombia le han sido siempre caros, como dogmas de sus
creencias.

Es indudable que si las honorables Cámaras Legislativas resuelven esta gran


cuestión de acuerdo con los deseos que animan al Poder Ejecutivo i al pueblo
todo de Venezuela, veremos asegurados para siempre el orden i la paz, fuentes
de verdaderos progresos; consolidar la unión, que tan necesaria nos es para
nuestra marcha; afianzada la libertad tan costosa hasta ahora para la Republica i
respetada para por toda nuestra nacionalidad.

Es la época actual una de aquellas que se presentan en la vida de las


Naciones, como el resultado de la concurrencia de los diversos intereses que
animan la sociedad; de los inesperados acontecimientos por los cuales se ven los
pueblos compelidos á seguir cumpliendo sus destinos; de su desarrollo moral i
material i de las necesidades que trae consigo la progresiva ilustración. De esta
época especial es forzoso salir cuanto antes, poniendo al efecto todos los medios
indispensables para no retrogradar, ni menos crear obstáculos que las
circunstancia vengan mas adelante á hacer insuperable.
Además, honorables Representantes, nada se ha hecho hasta ahora en bien
de la regeneración social del país, sin embargo de que no hay quien deje de
conocer la imperiosa necesidad de dar cima á la obra. Nuestros pueblos no
progresan, a pesar de su ilustración porque las instituciones que lo rigen no se
encuentran a su altura, ni ya la expresión verdadera de sus necesidades, de sus
deseos y tendencias: a todos los halaga la esperanza de un bienestar positivo, y
creen llegado en momento de que deben efectuarse todas aquellas reformas que
su situación demanda con imperio, que pueden brindarte una estable i brillante
porvenir.

Por todas estas consideraciones, i haciendo uso el Consejo Municipal de


Caracas del derecho petición que tiene por el artículo 193 de la Constitución,
ocurre á la honorable Cámara de Representantes solicitando de ellas, á nombre
de los pueblos de cantón, se ocupe con preferencia á toda otra materia en dictar
cuantas medidas juzgue conducentes á que se verifique de la manera mas
conveniente á los pueblos de Venezuela, los pactos de federación que unan,
arreglen y represente las altas relaciones de Colombia, i todas aquellas reformas
que satisfagan las exigencias de los mismos pueblos y aseguren por siempre su
independencia i libertad.

Dignaos, Honorables representantes, oíd la voz de nuestro comitentes i


convenientes de que solo de vosotros depende ya que la causa del
engrandecimiento de Venezuela siga su marcha hasta alcanzar el triunfo
espléndido que le está reservado, tendáis á realizar nuestros destinos, i á que
vuelva á ocupar la majestuosa Colombia el alto puesto que una vez le
conquistaran sus heroicos hijos presididas por el Genio de la América del Sur, el
inmortal Simon Bolivar.

Carácas Febrero 12, de 1856.

Honorable Cámara.
El Jefe Político.
José María Monteverde.
Víctor Saravia.
Vicente Manzo.
Alejandro Ibarra.
José de Jesús Lucena.
Mateo Plaza.
José de Jesús Lucena.
José María Ferro.
Gonzalo A. Ruiz.
Víctor M. García.

Cámara de Representantes.

En la sesión del día 13.


Se dio cuenta de esta exposición,
Y se ordenó agregarla a su expediente.

4.- El Ilustre Concejo municipal del Canton Bailadores pide Confederación


Colombiana16

A las honorables Camaras Legislativas

Ocupada hoy la atención pública de Venezuela de dar una solución acertada


al gran problema de confederación Colombiana que su excelencia al Presidente
de la Republica iniciando antes las Honorables Cámaras Legislativas como el
asunto más grave en cuanto se hayan ventilado bajo el actual orden
Constitucional; faltaría el Concejo Municipal del Cantón Bailadores a los dictados

16
Ibídem, fs. 20-24.
del patriotismo y a las exigencias de sus comitentes si por timidez u otra causa
dejara de exhibir su voto en una cuestión de tan alta trascendencia ya que no le es
dado ilustrar acerca de ella, el ánimo de sus conciudadanos.

Este voto humilde que la posteridad habrá de registrar en los anales de


nuestra historia política junto con otros esclarecidos y respetables emitidos al
intento; aunque carece de toda pompa y brillantes en su forma, no duda el
Concejo que derivándose del mismo sentimiento y del mismo principio que a todos
nos dirije (sic) cual es el deseo de promover la felicidad de la Patria y el venturoso
porvenir de nuestros hijos será aceptable por la buena fé, sinceridad y patriotismo
que le dictan.

Desde luego, percibe el Concejo Municipal de bailadores que no es a


Colombia de 1826 la que el espíritu republicano de la época trata de restablecer;
quiere decir: que no es a Colombia desgarrada por las pasiones y la ambición de
sus mismos libertadores que no es a Colombia levantando el pendon de la libertad
en una mano sosteniendo la cadena de la los esclavos en la otra: ni a Colombia
presa del fanatismo y de las supersticiones groseras que le legaron sus antiguos
dominadores: ni a Colombia representada en cuatro de los caudillos de su
independencia y no por el pueblo, ni menos aún, que no es aquel simulacro de
Republica amilanada ante la dictadura tímida en la fe por la libertad, dudosa de la
Soberanía de los pueblos y vacilante en su porvenir; sino que se trata de
restablecerá Colombia gloriada, inocente y pura, cual la concibieron nuestras
próceres cual la demandaba y demandaba la sangre tantas victimas inmoladas por
su existencia: a Colombia bajo aquella sagrada forma que encierra las de la
independencia nacional, soberanía de los pueblos y fraternidad entre los hombres.

Para servir a esa republica gigante que entusiasma todos los ánimos y
despierta las más lisonjeras esperanzas, el cantón Bailadores que hoy ocupa un
lugar muy secundario entre los pueblos de Venezuela se siente impulsado para
pretender alistarse entre los primeros que con su opinión y sus esfuerzos, aliente y
verifiquen aquel postrer voto que Colombia en su agonía legó á sus hijos que el
libertador en la suya repitió a sus compatriotas cuando dijo: “No aspiro a otra gloria
que a la felicidad de Colombia si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y
que se consolide la unión, yo bajare tranquilo al sepulcro”. Estos fueron los últimos
conceptos del Héroe de la América ratificando el voto de Colombia por la unión de
sus hijos y su organización política.

Para apoyarlo para constituirlo como un nuevo dogma de su fe republicana


tiene presente el Concejo Municipal de bailadores aparte de otras muchas
consideraciones políticas.

Primero: el sentimiento de nacionalidad la cual quiere sea real, verdadero,


positiva y no aparente ante los demás gobiernos del mundo a fin de que cada una
de la secciones de Colombia reporten las ventajas que son consiguientes en punto
a su seguridad interior y a, la consolidación de su independencia y libertad.
Segundo: Unidos en los intereses generales de la confederación y en su política
esterior (sic). Tercero: Estabilidad del Gobierno general y de los de cada una de la
secciones de Estados Generales. Cuarto: Aumento de medios para hacer más
eficaces los lazos de fraternidad y amor entre los pueblos, que forman a Colombia,
Quinto: Nuevos resortes para impulsar la prosperidad forma y material de esos
mismos estados provenientes de la identidad de circunstancia del ensanche de su
comercio....son armoniosa de su necesidades, de sus especulaciones, de sus
mira, y de sus empresas. Sexto: otra corriente de ideas, otro campo más basto
para los talentos políticos financieros o diplomáticos, haciendo un llamamiento
solemne a, la juventud laboriosa, honrada, inteligente y patriota. Séptima: Paz en
vez de luchas estériles de discusiones vacías de sentido, de pasiones mezquinas
y de ambiciones vulgares, mira más elevadas y..... más provechosas habrán de
comprar la atención de los gobernantes y de los gobernadores. Por lo cual,
preciso es decirlo, de una vez en la humilde opinión del Concejo Municipal de
bailadores, el proyecto de Confederación Colombiana significa una regeneración
formal concienzuda y permanente de los intereses políticos y materiales de las
secciones que están, llamadas a formarlas: significa orden, libertad, unión,
abandonos de todo bandería, reconciliación de todos los ciudadanos, amplitud del
Poder Municipal, garantía a los sagrados derechos del hombre, responsabilidad de
todos los empleados, sufragios libre en las elecciones, impulso a la instrucción
primaria, como piedra angular de la Republica, impulso al trabajo y a la moralidad
tan indispensable como aquellas: Significa dignidad nacional; gobierno para cada
estado con leyes adaptables al genio índole y costumbre de sus habitantes.
Significa vida, actividad, movimiento, porque estas son las necesidades más
premiosas las tendencias más irresistibles de los pueblos que componen las tres
secciones de Colombia según el estado de madurez a que han llegado.

Si en 1826 el carácter belicoso de los pueblos de Colombia, en genio y valor


de sus caudillos, el orgullo que le daban sus victorias y la funesta ambición que
empezaba a desenvolverse hicieron que el espíritu publicano se desviase hasta el
ensueño de que Colombia pudiera trasformarse en imperio, dictadura o monarquía
en 1856 nada de esto puede conducir a tal desvió. Entonces la primera necesidad
de la republica era ese espíritu belicoso de los pueblos que los llamaba a la guerra
porque la guerra parecía afianzar su existencia y su nacionalidad. Entonces el
brillo de la espada deslumbraba la vista para poder comprender la entidad popular
en toda su magnitud. Estaban frescas las tradiciones españoles que habían
sembrado en él animo del pueblo la idea de que la legitimidad del poder no-tenia
otro origen que los Reyes.

Entonces se había constituido al pueblo como ciego instrumento de la fuerza,


porque esta parecía ser la única capaz de dar estabilidad y gloria a la republica.

No así en 1856 en que la opinión pública sustituyéndose como elemento de


gobierno, la fuerza realza y fortifica los sagrados derecho del pueblo sin necesidad
de las armas. No así al presente en que no se encuentra un solo individuo que no
este impregnado del sublime principio de que la voluntad popular es la única que
consagra la legitimidad del poder. No los Reyes ni la fuerza. Tenemos guerreros,
en verdad pero guerreros ciudadanos, que cambia a su vez el arado por la espada
y que solo infunden terror a los enemigos de la libertad.

El espíritu republicano de la época irradiando por todas partes, todo lo


domina con su influjo, todo lo vivifica y lo reanima, afianzándose mas y mas en el
corazón de los pueblos.

Ya no hay esas mentidas distinciones o clases imaginadas por la España


como otros grados de merecimiento ante el poder: distinciones y clases
inventadas para mantener divididos a los hombres a los hijos de un mismo padre
que es Dios y perpetrar la tiranía, a favor de medio tan inicuo.

Veinte años de costosa experiencia i de sangrientas luchas fratricidas, de


avances en la organización social, de enseñanzas en los Colegios, de más o
menos libertad de imprenta, de periodismo, de combates eleccionarios, de
sociedades publicas, de tribunas y de Congresos, han inculcado en el corazón de
los habitantes de Colombia el profundo convencimiento de que para ello no hay
otro gobierno posible que el pueblo para el pueblo esto es la Republica
Democrática como la única que puede satisfacer a sus necesidades, desenvolver
los gérmenes de grandeza formal y material que encierra sus comarcas, y la única
que irreversiblemente aspiran a perfeccionar:

Y si bien puede decirse que la mayor parte de los pueblos de la América del
Sur, tiene su Educación lo mismo que su fortuna por hacer y para ello todo esta
por el porvenir, nada en su historia, también debe confiarse que el pueblo no ha
permanecido estacionario, que su educación y su fortuna han empezado; porque
su fé se ha desviado de los hombres para fijarse en sus principios, así como su
espíritu, vive ya, no del pasado, sino del porvenir. Tócanos llevarla a cabo, o por lo
menos, impulsarla empleando una nueva sabia que es la unión.
Hay en la vida de los pueblos épocas como la actual en que todos los
intereses, todas las ambiciones, todos los deseos se aúnan como por encanto,
para reunir a servir como débiles instrumentos a los designios de Dios. Épocas en
que el espíritu humano reconoce ciertas verdades o principios que otro tiempo
desechaba como erróneos para llegar a su destino. Y obrar entonces, según ella
es dar vida a las naciones, así como mirarlas desapercibidas y llevarlas a sus
vecinos.

A estas razones verdaderas pertenecen hoy, La Confederación que


proclaman unánimes las tres secciones que antes componían la Gran Republica.
No contrariemos esa verdad, no compliquemos por obcecaciones nuestro destino;
y si todo conspira para hacer comprender aun al más entusiasta que por cualquier
lado que se mire la confederación Colombiana, ella abre las puertas a las más
lisonjeras esperanzas.

¿Hai (sic) quien, como dice S. E. el Presidente de la Republica, no ofrezca


gustoso su sangre por cambiar su pequeñez, su desaliento y sus tristezas, por la
grandeza, la prosperidad y la gloria? ¿Continuaremos divididos lo que estamos
llamados por Dios a formar una sola y potente nacionalidad? No, H. H. Senadores
y Representantes, que no se oiga más el triste espectáculo de extranjero para lo
que somos hermanos en religión, en costumbres, en procedencia, para lo que
hemos dividido el oprobioso pan de la esclavitud y cegado y recogido juntos los
inmarcables laureles de la independencia.”

Sepultemos la división y la disidencia en el sitio mismo donde fue


proclamada la unión. Celebremos nuestras proezas donde ocurrió confundida la
sangre de nuestros mártires. En una palabra demos el primer Viva a Colombia,
donde por desgracia se oyó el primero de su disolución; ¡Que la gratitud levante al
lado de la estatua de Bolívar otra al genio de Colón y que en medio de ellas
aparezca la de la Confederación Colombiana sostenida por las dos!
Estos son los más fervientes votos del Concejo Municipal del Cantón
Bailadores que no-solo quiere ver unidas, prospera y felices a las antiguas
secciones de Colombia, sino a todos los pueblos de la tierra, como miembro de la
gran familia de la humanidad, a quienes la civilización y el cristianismo conducen a
reposar con nuestros, bajo una sola fe, un solo pensamiento, y un solo pabellón.

Villa Tovar. Abril 14 de 1856.

H. H: S.S. y R. R.
El Presidente: C. Valbuena.
El Concejal 1º. Jaime Burguera.
El Concejal 2º: Pablo Peña.
El Concejal 3º: A. García.
El Secretario C. Ochoa.

En sesión de esta fecha fue aprobada por el H. C. Municipal, la anterior


manifestación sin asistencia del Concejal 4º por encontrarse ausente.

El Secretario. C. Ochoa.

Es copia exacta que se paso de su original que reposa en el archivo


correspondiente. Tovar Abril 21 de 1856.

El Jefe Político
Juan J. Ortega.
Presidente del Concejo
C. Ortega.
5.- República de Venezuela gobierno superior político de la provincia de
Merida17

Mérida, abril 24 de 1856.


27 de la Ley y 46 de la Independencia.
Núm. 12.

Señor Presidente de la He. Cámara de Representantes

Satisfactoriome es elevar a la Hª Cámara de Representantes, por el


respetable órgano V.S. la patriótica representación que el muy Y. Concejo
Municipal del Cantón de Bailadores dirije a las H.H. Cámaras Legislativa. Sírvase
V.S. darle el curso competente.

Soy de V.S. muy atento servidor

(firma ilegible)

6.- Los vecinos de la parroquia de San Buenaventura en la Provincia de


Barcelona piden la Confederación Colombiana18

Hay días en la historia de las naciones que jamás pasan y que más bien la
sucesión de los tiempos, respetándolos los eleva a la categoría de dogma o
principios políticos. Tal es el venturoso diez y nueve de Abril de 1810 para
Colombia.

Colombia, al nacer; pues que son diez y nueve años en la eternidad de los
tiempos, y después de veinte y seis años de sepultada vuelve al fin y se muestra

17
Ibídem, f. 25.
18
Ibídem, fs. 26-31.
soberana como en su principio la vieron los que le dieron vida e Independencia
Colon y Bolivar.

Colombia despues de tiempos tempestuosos y oscuros que cuenta y lleva


Venezuela; levanta su cabeza y recuerda a unos hijos los dolorosos ensayos que
desde 1830 tuvieran lugar:
Enseña a otros que su descubrimiento, antes delirio de su imaginación, fue
obra del calculo y lo maravilloso no deja de ser realidad y echa en cara finalmente
a un hijo las traiciones de su ambición.

Colombia, tú que representas la memoria de tu descubridor, simboliza


tambien el genio de Bolivar que, arrancándote de manos de la barbarie y
conquistada fuiste o ofrecida cual precioso presente a la civilización y prosperidad
del linaza hermano.

Colombia, tú que en la historia de descubrimiento e independencia,


inmortaliza la fama de tus conquistadores: Colon puesto en cadenas y Bolivar en
su destierro de Santa Marta, delega unas tardes a la fraternidad, una triste lección
de la injusticia de los hombres. Con siempre va hermanada la desgracia y el
merito. Empero, tras tan funestos acontecimientos el ciudadano benemérito Gral.
José Tadeo Monagas, obediente y fiel amigo de Bolívar, libertador también de
Colombia, y actual Presidente de Venezuela levanta su voz de Confederación
Colombiana y cual chispa volcánicas enciende el corazón de los Republicanos.
Presurosos todos vuelan en busca de una gloria común que les ha sido prometida;
y vos Excmo. Sor. Sois el llamado a poner sello a todas las luchas que registra la
historia de nuestra Patria ya que hoy eres llamado constitucionalmente a hacer
resplandecer nuestras nacionalidades todas.

Tales esperanzas, más bien creencias, hacen convenir que en vuestra


sabiduría hallarais las bases de una Confederación que haga feliz á un pueblo
libre y que apague para siempre la tea de la discordia.
Los que suscriben, venimos de un pueblo testigo y compañero de vuestras
glorias, dirijan sus preces al omnipotentes para que os ayude en tan enorme
empresa y que consiga V.E. luego la recompensa las bendiciones de los pueblos y
la inmortalidad de vuestra fama.

Santa Ana, 1º de Abril de 1856.

El Juez 1º de paz: Miguel Antº. Sotillo. Comandante.

El Juez 2º de Paz. (ilegible); Carlos Barrios; Lorenzo Romero;

Margarito Martínez; Manuel Matute;


Cura Parroquial: Jonás Lorenzo. Manuel A. Rengifo; pedro C. Romero;
Bartolomé Barrios; Toribio Martínez; Natalio González;
José Rosendo Mendoza; Ramón Barrios; Ubaldo Hurtado, Pedro T.
Mendoza; (siguen más firmas)

Nota: Sigue en lista los nombres que hallándose presentes no suscriben por
no saber leer y escribir.

7.- Los vecinos de la parroquia San Silvestre piden Confederación


Colombiana19

Honorables Senadores y Representantes de Venezuela.

Hubo un tiempo en que todo corazón que sintiera el fuego sagrado del amo
nacional, abrigaba la esperanza de decir algún día con noble orgullo: “Yo soy
Colombiano”. De la misma manera que un ciudadano de la antigua y Soberbia

19
Ibídem, fs. 42-43.
Inglaterra puede decir hoy lleno de satisfacción: “Yo soy Inglés”, según la bella
expresión de ilustre y elocuente Zea. Pero esta misma esperanza llevó a la tumba
con los restos mortales de Bolívar. Ella tuvo vida mientras la tuvo el Héroe que la
alimentaba y el día 22 (su fallecimiento fue el día 17) de Diciembre de 1830 fue
doblemente funesto... En el bajo a la tumba, victima de la envidia y perseguido de
desleales e ingratos compatriotas, el inmortal genio de América...

Y en el bajo al sepulcro la gigantesca y colosal Colombia que con un pie en


el Atlántico y otro en el Pacifico se ostentaba orgullosa y llena de vida al mundo
entero.”

Habiéndose intentado en 1830 la disolución de la Gran República, y


constituida la antigua Capitanía General de Venezuela en republica soberana e
independiente, ha sido siempre presa revueltas domésticas, y afligida hasta, hoy
bambolea (...) y suspira por alivio su malestar... y tiembla a la voz de un de
extranjero (sic) cual tímida paloma a la vista del fuerte cazador..., y pide grito
herido la unión con sus otras hermanas para formar un cuerpo respetable y
poderoso...¡Confederación! ¡Confederación! ¡Es el grito que se oye de uno a otro
estremo (sic) de la Republica y Colombia! Nombre de grandes vencedores,
nombre de glorioso, es que últimamente retumba en nuestros oídos.

Venezuela necesita de ser regenerada. Ella ha sufrido muchas heridas y esta


en el esqueleto. Una Constitución, según un célebre publicista, cuando ha sido
violada una vez, ya no sirve para aquel país: esto ha sucedido con nuestra
Constitución: luego necesitamos de una nueva Constitución que, al par que
remedie este mal, esté a la altura de civilización actual.

Los vecinos de la parroquia de Sn. Silvestre que suscribimos en uso de


nuestro derecho de petición elevamos a vosotros Honorables Senadores Y
Representantes nuestros votos por la reconstrucción de Colombia.
San Silvestre, mayo 1º de 1856
Honorable Cámaras

(firmas ilegibles)

8.- Los Concejos Municipales de los Cantones Victoria, Turmero, San


Sebastián, San Luis de Cura, Maracay y varios vecinos de la parroquia
Turmero, representan á la Cámara pidiendo la realización del pensamiento
sobre Confederación Colombiana20

Honorable Cámara de Representantes

El Concejo Municipal del Cantón Victoria ha leído el mensaje que os dirije


(sic) S. E. el Presidente de la Republica en las presente sesiones, y lleno del
entusiasmo que aquel célebre documento no puede menos que inspirar á todo
corazón patriótico, se ha ocupado de la cuestión “Federación Colombiana” que en
dicho mensaje se indica.

No podía ser de otra manera, la palabra Colombia representa para los


venezolanos el símbolo de todos los bienes y no hai (sic) un pecho que no palpite
de placer al oírla. Colombia es la libertad, la magnificencia, el poder, la historia, la
poesía. Colombia es para Venezuela la enseña de sus glorias y el único
movimiento de gratitud digna de la memoria de su fundador.

De mucho tiempo atrás los miembros que componen este cuerpo han
suspirado por la regeneración de aquella magnifica Republica, que fue la obra del
Genio y de los portentos del entusiasmo. Hoy una serie de hechos á cual unas
elocuentes los ha persuadido de que Venezuela no puede ser feliz sino á la
sombra del pabellón colombiano.

20
Ibídem, fs.55-68.
La ocasión por otra parte no puede ser mas propicia. La Republica tiene á su
frente al hombre llamado por todos los títulos á realizar tan sublimes esperanzas,
al hombre que después que contribuyó á fundar á Colombia con tantos sacrificios,
ha probado con su conducta posterior que es digno del titulo de libertador, que ha
guardado su adoración por la Gran Republica y que su gloria y su fama y sus
prodigios le ha sido siempre caros como dogmas de sus creencias.

En este concepto el Concejo Municipal, como Representante


inmediatamente del Cantón Victoria y órgano de sus votos, faltaría al mas sagrado
de sus deberes, si no elevase a su voz ante la augusta representación nacional
para pedirle que (ilegible) con mayor interés las ideas sobre Federación
Colombiana indicadas en el Mensaje de S. E. el Presidente de la Republica.
Victoria. Febrero 18 de 1856.

El Presidente
Demetrio Liebano

El Concejal
José A. Oryarzábal

Concejal
A. Alfonso

Concejal
León Lameda

Concejal
Juan de Mata Ovalle

Concejal
Simón Ramírez

El Concejo Municipal del Canton Turmero solicita Confederacion


Colombiana

Honorable Cámara de Representantes

El Concejo Municipal del Cantón Turmero ha visto con suma complacencia el


mensaje que S.E. el Poder Ejecutivo os ha dirijido (sic) al principiar nuestros
trabajos, é inspirado por un sentimiento patriótico no ha vacilado un momento en
unir su débil vos á la del Jefe del Estado. Por estas razones, i haciendo uso del
derecho de petición que le concede el articulo 193 de la Constitución, se dirije (sic)
á la H. Cámara de Representantes, solicitando de ella á nombre de los pueblos del
canton que presenta se ocupe en dictar cuantas medidas sean necesarias á fin de
que berifique (sic) de la manera mas adecuada á los intereses generales de los
venezolanos los pactos de federación que estrechen, arreglen i representen las
altas relaciones de Colombia, i todas aquellas reformas que crea mas
conducentes a los mismo pueblos i aseguren para siempre su independencia i
libertad.

Ciudadanos representantes, tened la bondad de prestar un momento de


atención á esta solicitud: Oíd el clamor de vuestros comitentes, los que
convencidos de que solo de vos puede esperarse el bien, prosperidad i
engrandecimiento de esta tierra, siga sin entorpecimiento su marcha hasta llegar á
obtener el triunfo que le esta destinado; i de esta manera tended á afianzar
nuestros destinos i á que vuelva Colombia regenerada á ocupar el digno i elevado
puesto que en ocasión mas afortunada le conquistaran sus denodados i valientes
hijos, presidios por el padre de la patria el gran Bolívar.

Turmero, febrero 19 de 1856.


Honorable Cámara
El jefe Político, Presidente del Concejo
Jesús Martines

Concejal
Ramón Pérez

Concejal
José E. Mora

Concejal
Pablo Ramos

El Procurador
Jesús María R.

Concejo Municipal del Canton San Sebastián solicita Confederación


Colombiana

Histórica Cámara de Representantes

El Concejo Municipal del Cantón San Sebastián de la provincia de Aragua


acaba de imponerse con agradable satisfacción el mensaje que S. E. el Presidente
de la Nación ha dirigido á las Cámaras Legislativas en su reunión actual, con la
petición que el Concejo envía á la H. Cámaras de Representantes, impelido,
según su expresión, por el patriótico entusiasmo que ha inspirado aquel notable y
elocuente documento, y en fin, del discurso con que el presidente de este Concejo
ha abierto la presente sesión. Tratase en sustancia de promover ante los
Legisladores de Venezuela la gran cuestión “Confederación Colombiana”, que
agita, hace tiempo, todos los ánimos y reanima todas las esperanzas en busca de
un bienestar positivo, de que se dicten cuantas medidas se juzguen á que se
verifiquen convenientemente los pactos de federación que unan las altas
relaciones de Colombia, y todas cuantas reformas satisfagan las exigencias de los
pueblos para su engrandecimiento y para asegurar su independencia y libertad.

El Concejo Municipal de San Sebastián ha adoptado por aclamación y


adopta como suya propia la petición del muy ilustre del Cantón Caracas; y no
teniendo que añadir á tan precioso documento, acuerda reproducirlo en todas sus
partes ante la H. Cámara á quien se remite esta exposición. San Sebastián,
Febrero 18 de 1856.

H. Cámara

El Jefe Político presidente del Concejo


A. Valero

Concejales
Raúl Guzmán,
Ignacio Saa
Rafael Maria Peña

Procurador Municipal
Lorenzo Zamora

Concejal Secretario,
Manuel Luque

Concejo Municipal de San Luis de Cura pide Confederación Colombiana


Honorable Cámara de Representantes

El Concejo Municipal de San Luis de Cura, lleno del mas ferviente deseo por
la salud y prosperidad de la Republica, viene á pediros también, lo que otros
pueblos han reclamado ya, como una medida de gran necesidad y de importancia
vital para la marcha regular del país, para la estabilidad de las instituciones, para
dar á los Venezolanos la felicidad que ansían. Esta medida es la “Confederación
Colombiana”, que remedia los males de la actual situación, y asegura la suerte de
una porción considerable del suelo americano.

Esta innovación agita á toda la Republica, este deseo conmueve á todos los
corazones, esta expectación preocupa á todos los ciudadanos. Los pueblos, que
tienen derecho á buscar su bien, á promoverlo de todas maneras, y á pedirlo á sus
mandatarios: los pueblos, que no pueden ver con ojo indiferente un porvenir
dudoso y oscuro desfallecida la esperanza de su mejora y engrandecimiento,
deben ser oídos cuando ocupados de su propia conversación, surge en su mente
el medio de llevará cima una reforma que satisfaga sus deseos, prometiéndoles
paz y estabilidad, y haciendo efectivas las hermosas garantías de los gobiernos
representativos. Venezuela ha llegado ya á este punto, experimenta la crisis que,
por lo común, cabe en suerte á los pueblos nacientes, y que hace poco, figuran
como naciones del globo. Ella, que ha encontrado obstáculos en el camino que
emprendido desde el año de 1830 defectos y vacíos en su constitución é
inconvenientes de todo linaje para lograr la felicidad que tanto anhela: ella,
aleccionada por la experiencia de algunos año, y convencida hoy de que no ha
hecho otra cosa que recorrer el circulo de la revoluciones, y aniquilarse con las
tempestades políticas, ha echado en torno de así una mirada escrutadora, y ha
comprendido que su constitución es deficiente, que sus grandes intereses
nacionales no se despliegan ni se ensanchan con la riqueza y ferocidad de su
sueldo, que su progreso es harto mezquino, que ha menester una variación que
afiance sus instituciones, consolide la paz pública, haga brotar las fuentes de
prosperidad, y que este nuevo orden es la “Confederación Colombiana”,
pensamiento de inmortal Bolívar, poderosa concepción del genio mas grande de la
América.

No es la nación solamente la busca un cambiamiento, y que echa de menos


algo en sus instituciones para poder alcanzar el destino que merece. También el
digno Jefe del Estado, el Benemérito General José Tadeo Monagas en su
mensaje de este año, ha sometido este pensamiento al Congreso, acaso como el
único que llena los nobles y elevadas miras de los venezolanos, que satisface una
ambición de ser felices, y que coloca á Venezuela en la culminante posición á que
están llamadas las hermosas creaciones de “El Libertador”. El Gral. Monagas,
para quien Colombia ha sido siempre un ídolo, vera con indecible placer, que el
Congreso acoja la Confederación, y pone término á la ansiedad, siempre
creciente, de una situación nueva mas adecuada al fin l que se proponen los
Gobiernos.

Si el Congreso, como es de esperarse, de su prudencia y sabiduría, no se


hace sordo al grito de los pueblos si presta atento oído á la voz del Jefe del
Estado, y si una vez mas cumple su alta misión, Colombia despertara pujante
como en sus primeros días, robusta y poderosa como el genio que la creó,
rodeada del prestigio de sus triunfos, de la memoria de Bolívar, y de los hechos
grandes y heroicos que le dieron existencia, gloria y libertad. Venezuela participara
de los bienes que produzca la Confederación, correrá, la misma suerte que sus
hermanas del Sur, y gozara de las importantes ventajas que le ofrece la Gran
República.

Ya lo ha dicho el Concejo que representa. La nación pide a sus dignos


representantes una reforma, que de acuerdo con nuestro sistema democrático,
mejore el estado de la República, y asisten base sólidas, las instituciones que la
rigen, y en este sentido, el Concejo Municipal de Cura, se une a los demás
pueblos para conseguir este objeto. Si hay alguna oportunidad favorable, es la
persona: estáis reunidos, Legisladores, tenéis el sentimiento de la Nación, la
opinión del Poder Ejecutivo, y estáis investidos con el poder suficiente. Haced este
gran bien: los venezolanos lo esperan de vosotros, y cuentan con vuestra
sabiduría y patriotismo: así, mereceréis bien de la patria y haréis dichosos á
vuestros conciudadanos.

San Luis de Cura, febrero 20 de 1856.

El presidente del Concejo


Jesús M. Paúl

El Concejal
Carlos Seijas

El Concejal
Felipe Hernández

El Procurador municipal
Ramón Silva

El primer Concejal
Dr. Jaime Bosch

El Concejal
Eugenio Rivas
El Secretario Municipal
J.J. Ojeda

Concejo Municipal de Maracay pide Confederación Colombiana

Honorable Cámara de Representantes


Abatidos los pueblos por los grandes quebrantos que han experimentado en
los últimos años, dejábanse conducir llenos de confianza, pero sin entusiasmo, al
puerto de su dicha por el hábil piloto á quien había confiado sus destinos.

Hemos sufrido todo género de desdichas, se decían; de todas partes surgen


males, que minan nuestro crédito, que menguan nuestra libertad, que turban el
sosiego público, que empeñan el honor nacional. ¿Qué hacer para conjugar tantos
males? ¿Qué rumbo tomar para llegar al puerto suspirado? No hay dos
ciudadanos que se acuerden para resolver estas cuestiones: la divergencia y
variedad de opiniones causa más confusión que el recuerdo de otras calamidades.
Debemos, pues, al digno y experimentado Jefe del Estado el cuidado de
salvarnos. Esperamos de su patriotismo y tino gubernativo lo que en vano nos
afanaríamos en buscar por otro medio.

Así corrían los tiempos, y así seguían pensando los pueblos siempre
suspirando por su dicha, viendo siempre obstruidas las vías que habían de
conducirles á ellas.

Verificase en este año vuestra reunión constitucional y al comenzar vuestras


tareas legislativas el Presidente de la Republica os dirije (sic) un mensaje
luminoso y patriótico en que vos recomienda el pensamiento salvador de nuestros
pueblos ¡La Confederación Colombiana¡

Al oír el nombre de Colombia pronunciado en voz alta ante la Representación


nacional por uno de sus más fieles é ilustre hijos; los pueblos despiertan de su
letargo, la esperanza renace en todos los corazones, y las ideas de Libertad,
Gloria, Honor Nacional, vienen otra vez á aparecer realizables en la patria del
Gran Bolívar.
Era que abajo el régimen en la actualidad, todo movimiento encontraba su
traba, todo progreso su rémora. Todo horizonte una nube espesa que limitase otra
vista y otro anhelo á círculos pequeños en que nuestras frecuentes rencillas no
nos dejaban ver sino el llanto y miserias para lo presente y eso mismo para
porvenir. Presentase como posible la variación de ese régimen, la reconstrucción
de la Gran Colombia, y el circulo se ensacha (sic), y el progreso se espera, el
movimiento se concibe sin traba, y el patriotismo se exalta hasta el estremo (sic)
de creer ya cada venezolano que vive en una patria heroica y libre, pujante y
respetada. No parece sino que la divina Providencia reservaba al amigo mas
constante del Libertador la honra de realizar el pensamiento mas grande que
halagó aquella frente doblemente ceñida con la areola del genio y la diadema de la
Gloria.

Así se explica H. Cámara el júbilo de que todos los pueblos están hoy
poseídos: todos desean que cuantos ante se lleve a cabo esa feliz transformación,
y que de la manera mas convenientes á sus intereses, se verifiquen los pactos
que han de establecer las altas relaciones de Colombia.

El Concejo Municipal de Maracay interprete fiel de los sentimientos de los


pueblos cuyos destinos preside, y en uso del derecho que le acuerda el articulo
193 de la Constitución os suplica encarecidamente que satisfagáis la exigencias
del digno jefe del Estado y de la Nación entera, propendiendo por medio de sabias
medias á la pronta organización de la Gran Confederación Colombiana. Así
espera de vuestra sabiduría y patriotismo en Maracay á 18 de febrero de 1856. 27
de la ley y 46 de la Independencia.

Honorable Cámara
El Presidente del Concejo
Juan Aguilera

Concejal Fermín Rojas


Concejal
Carlos Cuello

Concejal
Maximiano Fría

El Concejal Secretario
Juan Romero

9.- Parroquia de Guanape solicita Confederacion21

Honorables Representantes, dignos Legisladores

Habiendo llegado a manos de los que suscribimos el mensaje en con certeza


como palpablemente os manifiesta S. E. Poder Ejecutivo el estado en que se
encuentra nuestra querida patria, después de haberlo reparado en des mallos
parte llego al como inusitado alborozo el ver en el manifestando con sin igual
entusiasman los deseos reconstituir a la gran Nación Colombiana. A vista esto
H.H. R.R. Que pecho en que abriere quisiera una chispa de amor por la gloria de
su patria, no otra de gozo y hará lo mas ferviente votos por la consecución de tan
deseada justa nación, Nosotros H. H. Legisladores en vista de esto repetimos no
pudiésemos hacer caso como uno de tantos ciudadanos de esta hermosa sección
guardar su silencio se podara y dedicara ser calificado de egoísta al no atender
necesites voz como la hacemos en uso del derecho y nos emite para dirigirnos a
vosotros H.H.B.B. de la nación, pidiendo como a quien puede aprovecharse este
momento ayudado como vuestro gobierno, poder al prestaros patriota y distinguido
sueño de Bolívar nuestro ilustre Presidente Benemérito general José Tadeo
Monagas.

21
Ibídem, f. 77.
Federaciones Colombianas H.H. Legisladores en el clamor general de los
pueblos venezolanos y el de esta parroquia de Guanape abril 12 de 1856.

El juez 1º de paz
Lino Alvarez

El juez 2º de Paz
Miguel de Calzadilla.

10-. Los vecinos de San Miguel del Canton Piritu, los de Aragua de
Barcelona, el Concejo Municipal de Cantaura, los Vecinos de la parroquia de
Clarines, los de San Lorenzo, los del Canton Obispos, en la provincia de
Barinas y los de San Andres de Onoto, piden Confederación Colombiana22

Ciudadanos del Senado y Camara de Representantes

Hemos leído el mensaje que S. E. el Poder Ejecutivo os dirijió (sic) en veinte


de Enero al ocuparos de vuestras augustas tareas en el año corriente, y aunque
en el hay muchos y valiosos pensamientos, ninguno os párese mas sublime y
grandioso que aquel en el que pretende revivir el nombre de Colombia. ¡Colombia
legisladores! Esa echura (sic) de genio privilegiado de la América del sur, ese
gigante político, orgullo de nuestros padres esperanzas de nuestros hijos, que
corriendo seis lustros havia desaparecido de en medio de nosotros..... Por el no
havia desaparecido! ¡Ciertamente por que vivía en el corazón de los que ayudaron
a crearlas, en el recuerdo de los que compusieron y en el deseo de los que no la
vieron.

22
Ibídem, fs. 107-110.
Ignoramos (sic) los motivos que hubiera para tal separación, pero actos
posteriores testificaron lo bastante, que no quisimos nunca una separación
absoluta. Sobrado tiempo ha transcurrido después de cumplidas las dos
condiciones previas, justas ocurridas por consecuencia de la comisión del Señor
Aranzazu y si entonces se conoció la necesidad de Confederamos después de
tantos disturbios i sufrimientos sin cuentos, ocasionados con razón o sin ella.

¿Habrá quien de buena fé y con pleno conocimientos de causa pretenda


entorpecer la marcha de tan patriótico pensamiento?

¡Legisladores! No dejéis vuestras curules sin realizar la obra emprendida,


ayuda en ella infatigablemente al Gobierno Supremo del Estado y contad con lo
que este de parte delos recintos de la parroquia de Clarines del cantón Píritu en la
provincia de Barcelona que sucedieron a veinte y seis de Marzo de mil
ochocientos cincuenta y seis.

José Aniceto Lara


Diego Villapol
José Gutiérrez
Silvestre Silva
Jesús Ramos
José García.

(siguen firmas)

11.- Canton Obispo. Provincia de Barinas23

Honorable Camara de Representantes

23
Ibídem, fs. 111-112.
Los infrascritos vecinos del Cantón Obispos de la Provincia de Barinas en
uso del sagrado derecho de petición, unimos nuestra voz a la opinión nacional
para pedir la regeneración de Colombia y la reforma de la Constitución de 1830 en
el sentido que le haga capaz de llenar exigencia de la actualidad como quiera que
ella nos representa sino el temor que tenia á la dominación absoluta de un
hombre. La marcha progresiva del siglo, las dolorosas lecciones de la experiencia,
la sangre derramada en contiendas civiles, todo se aúna por hacer comprender
que es viciosa nuestro pacto fundamental. Que Colombia regeneradora lleva en
sus manos el nuevo Código Constitucional para que los grandes destierros de
América se cumplan a sombra de la paz, del orden y la libertad.

Obispos Marzo 28 de 1856

El Juez de Cantón
Domingo Cevallos

(siguen firmas)

12.- El Concejo Municipal del Cantón Capital de la Provincia de Margarita


pide la Confederación Colombiana24

Honorable Cámara de Representantes.

El Concejo Municipal del Cantón Capital de la provincia Margarita poseído de


los más grandes deseos de prosperidad nacional y siguiendo la voz de su
Excelencia el Presidente de la Republica, pide respetuosamente al Soberano
Congreso la efectividad de la Confederación Colombiana, cuyo sublime
pensamiento fermentaba en la cabeza del inmortal Simón Bolívar nuestro padre y
Libertador.

24
Ibídem, fs. 113-116vto.
Honorable Diputados ¡La voz mágica de Colombia pronunciada en las
eminencias del poder, ha excitado admirablemente el entusiasmo y la alegría de
los ciudadanos y despertados como por encanto el patriotismo helado de estos
pueblos que con faz risueña saludan el advenimiento de la gran Republica,
emblema de la libertad é independencia sud-americana.

El sistema de federación ensayando por pueblos mas adelantados que los


nuestros, háse (sic) visto producir siempre felices resultados: la federación
consolida la paz, vehículo de la prosperidad y da fuerzas estabilidad á los Estados.

Por tan plausibles razones es que deseamos sinceramente trasladar á


nuestra virgen América ese árbol maravilloso que cubre con su deliciosa sombra á
otros puntos del globo, los cuales tocan la cúspide del engrandecimiento y la
gloria.

Desde el ocaso de Colombia es evidente, Honorables Representantes, que


todos los miembros de su gran familia han sufrido innumerables quebrantos, fruto
amargo de las borrascas políticas que sin cesar han agitado el suelo de la patria, y
que las tres secciones que formaban la colosal Republica como presididas por una
estrella fatal, han marchado sobre torrentes de sangre á su aniquilamiento y
destrucción. Estas duras lecciones de la experiencia nos hacen decidir
enérgicamente por la Confederación Colombiana, tabla de salvación por los
venezolanos, ecuatorianos y granadinos para llegar a puerto de salvación en las
tormentas que oscurecen el horizonte de los débiles Estados.

Oíd, pues, Honorables Diputados el grito unánime y suplicante de los


pueblos que anhelosos de establecer solidamente la paz y el orden de avanzar por
la senda del progreso, han invocado el sacrosanto nombre de Colombia bajo
cuyas banderas derramaron su sangre nuestros mayores en gloriosas cruzadas
contra la tiranía peninsular: oíd esa voz tronante que acalla todas las quejas
pasado funesto, rompe la librea de los partidos y hace que todas la ideas
converjan á un solo punto: el restablecimiento de la Soberanía Colombiana.

Verdaderamente propicia es la ocasión que el Cielo nos brinda para que se


cumplan los sinceros votos del Libertador Simón Bolívar, los de S. E. el Presidente
de la Republica y los de la mayoría de la Nación. Seguid Honorables
Representantes, los grandiosos esfuerzos del Ilustre General José Tadeo
Monagas que ha puesto la primera piedra del suntuoso edificio y sin sangre ni
sacrificios veremos brillar de nuevo el hermoso astro de Colombia, bajó cuyos
vivificantes rayos gozarán de días más felices.

Estos son los deseos que el Concejo Municipal del 1er. Cantón de la
provincia de Margarita se complace en manifestar á la Representación Nacional
de sus comitentes.

Asunción, marzo 28 de 1856.

Honorable Cámara de Representantes

El Presidente
Tomas Caraballo
1er. Concejal
Manuel Villanueva.

13.- Comunicación consignando la representación del Concejo Municipal de


La Asuncion25

República de Venezuela

25
Ibídem, f. 117.
Jefatura Política
Del Cantón Capital Asunción Abril 3 de 1856
Núm. 33 27º y 46º

Señor Secretario de la H. Cámara de Representantes

Tengo el honor de consignar en esa Honorable Corporación, por el


respetable órgano de V. S. la representación que hace el H. C. M. que presido
para que el Soberano Congreso lleve á cabo el gran pensamiento sobre
Confederación Colombiana manifestando á las Cámaras Legislativas por S. E. el
Presidente de la Republica.

Soi (sic) de V.S


Atento servidor

Tomas Caraballo

14.- Los vecinos del Baul piden Confederación Colombiana26

Exmo. Señor Presidente de la República Benemérito General en Jefe Jose


Tadeo Monagas.

Eximo. Señor

Colombia es la expresión más elocuente en memoria y honor del inmortal


Colon, ella es la preciosa obra del Gran Bolívar para que el Soberano Congreso
reunidos en San Tomas de Angostura el diecisiete de Diciembre de mil
ochocientos diecinueve y confirmada por el general constituyente el ventidos de
Julio de mil ochocientos veintiuno. ¡Colombia! Dilata al pensamiento como los

26
Ibídem, fs. 118-121.
genios mismos que la engendraron; rica y pura como toda la creación de ese
genio americano, festiva e imposible creyose verla florecer, entonces recoje (sic)
sus hermosas galas y atavíos y como aquel sentimos su letal dolor, su existencia.
¡Mas! Pasa el tiempo como vuela el pensamiento, y en medio de ese silencio de
su fatal destino, una rosa de oriente le conforta en su fatal letargo, decreto oculto
le esta reservando, el fiel amigo de Bolívar, el nombre ilustre que nuevos fines le
prepara, desata sus ligaduras y enfoca su patriotismo, en su orfandad, le extiende
su mano protectora y paternal. ¡Sí! Eximo. Señor, ese horizonte, ese fiel amigo,
sois vos, que movido siempre por ese noble y zeloso (sic) sentimiento que
albergáis, en la ventura de nuestra brillante carrera, la estrella del destino quiso ya
que ensanchaseis vuestro corazón cumpliendo dejadnos satisfecho el deseo sud
americano.

La Rason (sic), la política y el bienestar de los pueblo Excmo. Sr. reclaman


como necesidad imperiosa realización del gran programa que resuena.

Bajo este cielo que os vio nacer y cubre nuestra vida, llena de heroísmo y
blasones, retumba el corazón que os inflama, y nosotros pequeña fracción del
pueblo venezolano pero entusiastas decidios por la felicidad de nuestra querida
patria, aplaudimos con voz y celebramos también el nuevo y esplendente lauro
que adorna una de las sublimes paginas de nuestra historia, adornaran también
una vez mas nuestra cargadas cabezas que aparte de todos los pensamientos.

Aceptas pues Excmo. Sr. Este pequeño rasgo de nuestro mas cordiales
sentimientos lisonjeros y atraídos, ni por el fuego sagrado del patriotismo,
manifestamos la decidida adhesión por el hermoso sistema “Confederación
Colombiana” que tan sabiamente las Honorables Cámaras Legislativas en
solemnes actos han pronunciado conquistando un nombre digno de unos fieles
delegados del pueblo que harán su memoria eterna. Acepta pues, y deseamos
que tan feliz inspiración realizada del sentimiento mas adecuado venga a dar vida
a los intereses del pueblo sud americano. Baúl Abril ocho de mil ochocientos
cincuenta y seis.

Guaicaipuro Ricart
Demetrio Sánchez
Rafael Hernández
Santiago Medina

(siguen firmas)

15.- Los vecinos de Mérida piden Confederación Colombiana27

Representación que dirijen (sic) los vecinos de Mérida al Soberano Congreso

Al soberano Congreso de Venezuela

Ecmo. Señor

Los ciudadanos de la provincia de Mérida que suscriben tienen el honor de


elevar ante V. E. el grandioso pensamiento de la rejeneración (sic) de la
Republica, pensamiento antiguo que se abrigaba en los corazones de los
venezolanos y que la Providencia reservaba para desarrollarle en esta ocasión.

Sean cuales fueran las razones que se tuvieron en 1830 para disolver la gran
Republica de Colombia, esa que el nuevo mundo se hizo respetar y admirar desde
su nacimiento por la naciones del Viejo, es lo cierto que no fue general la
aprobación de los colombianos en Venezuela á la disolución de la Gran Republica,
como ni en las otras de la Nueva Granada y Ecuador y el deseo de su
rejeneración (sic) é integridad, jamás dejo de arder en los corazones de una

27
Ibídem, fs. 123-129.
respetable mayoría. Esta suma verdad incontestable en las tres Republicas
hermanas.

S. E. el Presidente de la Republica al enunciar sus deseos de Confederación


Colombiana en el Mensaje que os dirijio (sic), no ha hacho otra cosa que
manifestar con franqueza el grandioso plan que desde mucho antes de ahora
meditaba y que sabia ser el blanco á donde se dirijian (sic) los ardientes, pero
ocultos deseos de todo Venezolano. No podía ser que los que conocieren la
hermosa, la respetable, la rica Colombia, siguiesen contentos con el estado
decadente y acaso retrógrado de sus fracciones.

La Providencia vuelve á llamarlas á componer la gran familia que antes, por


el conducto del Jefe del Estado que en esta materia se oye como el oráculo de los
pueblos.

No es posible, H. H. Legisladores, que perdáis esta ocasión que se brinda


para que con un acto de vuestra soberanía volváis á parar aquel Coloso que
derribaron los vientos en 1830.

Mérida, Marzo 20 de 1856.

16.- Los vecinos de la parroquia de Lezama piden Confederación


Colombiana28

Honorables representantes de Venezuela

Los vecinos de la parroquia de Lezama que suscribimos haciendo uso del


derecho de petición que nos concede el Art.193 de la constitución; os dirijimos
(sic) hoy nuestra débil voz, solicitando que acojais (sic) como explicita

28
Ibídem, fs. 130-134.
manifestación de la voluntad nacional, la sublime idea de Confederación
Colombiana que el preclaro Jefe del Estado, ha encomendando al Soberano
Congreso, en el ultimo párrafo de su famoso mensaje.

La regeneración de la Gran Republica que hizo el genio privilegiado de la


América del Sur, es el asunto de que podéis ocuparos con mas beneplácito de
nuestros comitentes. Ella satisface las escigencias (sic) de la época, y es legado
mas rico para posteridad.

Ciudadanos delegados del pueblo unid vuestros esfuerzos a los de indito


general José Tadeo Monagas para recuperar en este hemisferio la hermosa
Republica de Colombia, de esa execepción (sic) del Libertador Simón Bolívar que
se realiza con los cruentos sacrificios de sus egregias la calidez venezolanos,
Granadinos, Ecuatorianos; y permitidnos engalanas nuestra petición con los
grandiosos conceptos, escritos por el ilustrado señor Sanper Agudelo.

“Veo esta prodigiosa Colombia que tiene por cabeza el Chimborazo, por un
ilustrísimo que descansa sobre el golfo dulce y el de Méjico; por lecho dos
océanos inmensos; por brazos estupendos el Orinoco y el Amazonas; por manto
de esmeralda y oro una complicada cordillera cuyos pliegues se descuelguen
desde el Lotópas y hasta el Norte la Sierra Nevada y el Avila; y por arterias el
Neyali, el Marañon, el Guayas, el Napo, el Putismaya, el Lagueto, el Río Negro, el
Patria, el Alcato. El Cauca, el Magdaleno, el Sogomaso, el Julia, el Apure, El
Portuguesa, y el Tocuyo.

Vino toda esta región de maravillas, todas esas aguas, todas esas
cordilleras, todas esos desiertos, todos esos tesoros, todas esas costas, toda esa
inmensidad que constituye el mas admirable sistema hidrográfico, que naturaleza
haya creado: Unid nuestros puertos bahía sin rival; encadena en un solo cordón
portentoso a Guayaquil, Panamá, La Bahía del Almirante Colón, Cartagena,
Barcelona, Cumaná y Ciudad Bolívar.
Hace todo eso, lo repito; unid esos elementos dispersos; formad un gran
pueblo y una gran región sin rival en todo el globo; y cuando la hayáis (sic) dado
Instituciones libres que sean el amparo de todos los afligidos, levantad llenos de
gloria y confianza, el pabellón tricolor del Colombiano, y brindarle a la humanidad
entera todo este mundo de grandeza maternal, como una esperanza, como una
garantía de grandeza social imperecedera.

“Suprimid las fronteras que dividen a Colombia: Haced flotar sobre sus aguas
un mismo pabellón: Dadle un conjunto de instituciones liberales, que le hagan vivir
agitarse y fecundarse; hacinad sin dispersos intracus: injuradle un solo espiritu,
una sola voluntad, un solo amor, lanzadla después ante las naciones de la tierra,
para que sea libre, opulenta, hospitalaria, prospera y gloriosa!

¡Entonces Colombia cumplirá sus altos destinos y será digna de su nombre


inmortal!”.

Lezama, Marzo 15 de 1856.

Raimundo Diaz
Pilar Hurtado
Eulogio Gonzalez
Juan Eustaquio Díaz

(siguen Firmas)

17.- El Concejo Municipal y los vecinos de San Jose de Tiznados piden


Confederación Colombiana29

29
Ibídem, fs. 135-137vto.
Sr. Presidente de la Honorable Camara de Representantes

La Junta Comunal de la parroquia de San José de Tiznados, identificado con


la idea emitida por S. E. el Presidente de la Republica en su mensaje fecha veinte
de Enero de este año a las H. H.

Cámara Legislativas se pronuncia con patriotas entusiasmos por la


Confederación Colombiana y espera que los H.H. R.R. de la Nación realicen los
vehementes deseos del Libertador Simón Bolívar, uniendo las tres secciones que
antes componían la gran Republica en un solo pensamiento, para de ese modo
obtener por recompensa nuestra futura felicidad.

La Junta, H. H. Representantes, os felicita por la regeneración Colombiana

San José, marzo 15 de 1856

E. S Presidente de la H. C. de R.

El comisario de la 1ra. Manzana


Placido Páez

Comisario Comisario
José Eusebio Díaz Agapito Castillo

(siguen firmas)

18.- Los vecinos de la Parroquia de San Jose de Tiznado se pronuncian por


la Confederación Colombiana30

30
Ibídem, fs. 138-139vto.
Sr. Presidente de la H. C. de Representantes

Los vecinos de la parroquia de San José de Tiznados que suscriban con la


moderación debida elevan su voz ante la Representación Nacional,
pronunciándose por la interioridad de Colombia: este pensamiento, esta
identificado con los posteriores votos del Libertador Simón Bolívar este
sentimiento lo abrigan todos los corazones de los Venezolanos pues si la unión
que llego el primer prócer de la independencia no habrá prosperidad.

HH. RR de la Nación venezolana, la Unión de las tres Republicas de la idea


dominante en la palabra la Confederación Colombiana a la realidad de nuestra
verdadera y común felicidad; y La realización de este proyecto reunirá los partidos
y consolidara la unión. San José Marzo 15 de 1856.

Exmo. Sr. Presidente de la H. C. de Representantes

Camilo Díaz
José S. Medina
Pedro Diaz
Fermin Herrera

(siguen Firmas)

19.- El Concejo Municipal del segundo canton de la provincia de Margarita de


la Confederación Colombiana31

Honorable Cámara de Representantes

31
Ibídem, fs. 140-143vto.
El Concejo Municipal del segundo cantón de esta Provincia Margarita,
animado del mas patriótico deseo, cree cumplir hoy con uno de sus mas sagrados
deberes, haciéndose la siguiente manifestación.

En medio del grande entusiasmo con que el Concejo Municipal de este


Cantón y los pueblos que inmediatamente representa, han acojido (sic) el mensaje
que S. E el P. E. ha dirijido (sic) a las Honorables Cámaras Legislativas en sus
presentes sesiones especialmente el párrafo que habla sobre la Confederación
Colombiana, “faltaría a una de sus primeras obligaciones si permaneciese
impasible e indiferentes en momentos en que todos los ciudadanos se quejan con
calor de una materia tan interesante, que no hay corazón que no se sienta
inflamado del placer que le causa el recuerdo o el solo nombre de Colombia; y
como su imposibilidad o indiferencia en semejantes momentos, podría
interpretarse de una manera desfavorable a los verdaderos sentimientos de los
habitantes de ese Cantón, el concejo no puede menos que elevar su voz hacia los
Presentantes del heroico pueblo de Venezuela en uso de derecho de petición que
le confiere el articulo 193 de la Constitución, con el solo objeto de manifestar ante
su augusta Soberanía que aplaudiendo, con placer el paso que sobre este
interesante asunto ha dado el concejo Municipal la ilustrada Capital de la
Republica, asimilándose al memorable 19 de Abril de 1810, el que representa por
si y en nombre de sus comitentes se uniforma en sentimientos y esta dispuesto a
seguir como la hiciera entonces, la suerte de sus hermanos de Caracas.

No puede ser mas favorable la oportunidad para llevar a cabo el gigantesco


proyecto de la Confederación Colombiana, que la que se presenta en esta vez,
bajo los auspicios del ilustre Presidente de la Republica, caudillo esforzado y
valiente que tanto contribuyo a la formación de la Gran Republica, “cuya. Fama,
gloria y prodigios le han sido siempre caros como dogmas de sus creencias”.
Ningún sacrificio debía formarse para la consecución de tanto bien, por que
es con la unión de los estados de Colombia, que puede consolidarse la paz y la
libertad, con las cuales únicamente puede conseguirse, todo progreso, todo bien.

En esta virtud, espera este cuerpo que la Honorable Cámara legislativa, se


sirvan acoger estos sinceros votos, y en su consecuencia dictar cuantas medidas
os aconseje vuestra sabiduría e interés por el bien de la patria, juzguéis
indispensables para la realización del gran pensamiento que os ha encarecido el
Poder Ejecutivo. “La Confederación Colombiana”. Así dejareis Honorables
Representantes, satisfechos los mas vehementes deseos del pueblo de
Venezuela y os llenareis de bendiciones. Desde ahora contad, con los habitantes
del segundo Cantón de Margarita, interesados como los primeros en el triunfo
espléndido que os esta reservado, si como lo espera, cooperáis activamente de
consumo, con Jefe del Estado a que vuelva a ocupar el alto rango a que esta
destinada la majestuosa Colombiana.

Villa Norte,
Marzo 17 de 1856

Honorable Cámara.

El Gefe (sic) político presidente.


Rafael Medina
Consejales (sic)
Simón Brito
El Secretario Municipal
Pedro M. Brito.

(siguen Firmas)
20- Los vecinos del Cantón San Cristóbal en la Provincia de Mérida piden
Confederación Colombiana32

Ciudadanos Senadores Representantes

El Concejo Municipal del Cantón San Cristóbal inspirado por los sentimientos
del más puro patriotismo, influido por el gran pensamiento americano, ¡deseando
unir su voz á la de una inmensa mayoría que, en Venezuela, Nueva Granada
¡Ecuador, aspiran con anhelantes afán a la gloriosa restauración del mágico
nombre de Colombia, bajo cuyo estandarte vencedor por doquiera, esas tres
grandes secciones quebrantarán unidas las ferres cadenas de la esclavitud,
proclamaran la absoluta independencia de su antigua metrópoli, i encaran los
santos lemas de Libertad, Igualdad, Fraternidad, el Concejo, después de una
maduro examen acerca de los puntos cardinales que de suyo abraza tan delicada
cuestión, ha acordado en su tenida de esta fecha, hacer ante vosotros la
espontánea manifestación de sus opiniones bajo aquel respecto.

El primer lugar, i como medida previa, cree el Concejo que para llegar con
paso firme i ánimo resuelto, á la prominente altura á que aspiramos, es forzado, es
indispensable emprender la reforma actual Constitución sobre las bases de un
gobierno esencialmente democrático, ¡Bajo la pauta de una bien organizada
federación, dividiendo la republica en tantos estados, cuantos sean necesarios
para promover el bienestar i el progreso de las respectivas localidades, dando á
cada una suma de poder que sea suficiente para bastarse asimismo, sin otra
dependencia del gobierno nacional, que aquella que forzosamente demande la
buena i cabal administración general de la republica.

Mas, como al actual Congreso Constitucional solo le es permitido dentro de


la orbita de sus funciones legales, iniciar dicha reforma siguiendo la letra del canon
que á ello le autoriza, bastara espedir(sic) en este año el acto correspondiente,

32
Ibídem, fs. 144-151.
sometiendo entre tanto todas las cuestiones que la reforma deba arrojar á la
discusión pública, al sano criterio de los miembros de nuestra gran familia,
preparando así el fecundo terreno sobre cuya área ha de planearse el gigantesco
edificio de la anhelada transformación política-federal.

Por consiguiente, el Concejo no juzga legal el llamamiento de Convención


venezolana, como se ha solicitado por cuerpos idénticos al que habla, acaso con
el plausible deseo, con la sana intención de anticipar el cambio de instituciones
que de veras reclamará la desventajosa situación que al presente nos domina. Y
opina el Concejo de esta manera aunque pase por la pena de discordar en épocas
con las Corporaciones e individuos con quienes se halla identificado en el fondo
de la cuestión, porque como es bien sabido, la vida de las naciones difiere en
mucha de la de los miembros que entran en su composición.

Así un periodo Constitucional es para Venezuela in día, i ese día esperarse


debe, para obrar en regla, para que madure el fruto que ha de cosecharse, no sea
que la precocidad en recoger le haga amargo i hasta venenoso para el cuerpo
social á quien debiera nutrir i mantener por siglos...

Bien quisiera el Concejo de San Cristóbal, que tiene el noble orgullo de


profesar los genuinos principios de la verdadera republica, que juzga que esta no
exista deberás en donde el sistema federal no se halla alentada, bien quisiera,
Ciudadanos Senadores i representantes que al evocar la hermosa palabra
Federacion, la federación fuese creada i robustecida al propio tiempo. Si, tal es el
entusiasmo que pulula en este cuerpo a favor de ese bello, de ese verificamos
sistema que forma un gobierno de todos para todos; pero hai (sic) fórmulas que es
fuerza acatar; hai (sic) una bala en nuestra constitución que no debe asaltarse, so
pena de caer en tremendos escollos. Esperando fuere prudente. Anticipar la época
rejeneradora (sic) será llevar al país al fondo de un hondo precipicio; será hacer
frustrante y hasta imposible la consumación de la obra ardua, de la obra salvadora
de la nacionalidad americana, cuyo gran todo depende de la buena organización
de las partes que han de componerla.

Meditar, ciudadanos senadores i representantes, meditar con asiduo


cuidado, es vuestra misión... Obrar en consecuencia, es nuestro deber...

Y en tanto que llega la época en que legalmente pueda obrarse la reforma a


aquel el Concejo se refiere, habrá tiempo suficiente para ajemciar(sic) en nuestros
hermanos de Nueva Granada i Ecuador, cuanto fuere pertinente al venturoso
pensamiento de Union Colombiana bajo los pactos de una bien calculadora
Confederación; i cuando un Congreso de Ministros plenipotenciarios haya fijado
las bases de esa nueva forma de Gobierno General Colombiano, entrara
Venezuela federada a componer el gran cuerpo confederado de las tres
republicas, sin que para ello hay sido preciso infringir una sola letra de nuestra
Constitución, en cuyo religioso cumplimiento interesa el Concejo el honor nacional,
el inmaculado crédito de los delegados de pueblo.

Las opiniones del Cuerpo que habla, se concretan así:

Reforma Constitucional por los Tramites legales

Federación Venezolana bajo la forma del Gobierno democrático.

Confederación Colombiana, sin injerencia en el gobierno administrativo de


los Estados que entran a componerla.

A tales puntos llama el Concejo la preclara atención del Congreso, sin


perjuicios, empero de manifestar: que este cuerpo no ha entrado a ocuparse de
los diferentes detalles a que diera ocasión un escrito de esta naturaleza porque las
plumas avanzadas en la política y guiadas por un profundo convencimiento de lo
que conviene al bienestar americano, han dicho ya cuanto puede desasearse, i lo
han dicho sin que hasta la fecha se haya opuesto ninguna clase de replica; lo que
revela el unísono pensamiento que abriga el corazón de todo Colombiano. No
obstante, el Concejo se hace el grato deber de aplaudir la iniciativa que el Jefe del
Estado ha dirigido al Congreso en su Mensaje de este así sobre Unión de
Colombiano, i las medidas consecuencia que actualmente surge en las Cámaras.

Loas a los ilustres que, inspirados por los gloriosos recuerdos del gran genio
de la América del Sur, trabajan sin tregua en la labor del bien común en busca de
la perfectibilidad de las instituciones patrias en pro de la permanente nacionalidad
del nuevo mundo.

San Cristóbal, 15 de marzo de 1856.

El Jefe Político
León Candas
El Concejal 2º
José María Contreras.
El Concejal 3º
Antonio Mª. Gatell
El Concejal 5º
Martin Ramán.
El Concejal 4º.
Agustín Arias.
El Procurador Municipal
D. Martínez.

21.- Los vecinos del Canton Ortiz piden Confederación Colombiana33

Honorable Cámara de Representantes

33
Ibídem, fs. 152-155.
Con júbilo ha visto aunque tarde el Concejo Municipal del Cantón Ortiz el
mensaje que Su Excelencia el Presidente de la Republica os ha dirijido (sic) al dar
principio a vuestros trabajadores legislativos inspirados por el patriotismo
característico de todo corazón republicano no ha vacilado un instante en elevar su
humilde voz hasta el recinto sagrado de las leyes para imprentar de los escogidos
del pueblo venezolano la realización del grande gran pensamiento de la
confederación colombiana que con tanto entusiasmo ha aseptado (sic) todo el
pueblo de Venezuela.

El Concejo Municipal de Ortiz dejará de cumplir con uno de sus más


augustos deberes si permaneciera por mas tiempo indiferente en una cuestión que
agita todos los ánimos y en que el resto de todos los ciudadanos se ocupan con
calor, en una cuestión se suyo grave en una cuestión vital par la Republica, y que
traerá por resultado necesario la felicidad de nuestra patria.

Nuestra patria agitada continuamente por las convulsiones políticas forzoso


es decirlo H. Representante anuncio ya próxima disolución y su muerte, pero en
nuestras manos está, realizar el gran pensamiento que habéis principiado ya a
(sic) confeccionado y la Republica se salva y con ella la libertad.

Hay un hecho en la historia de triste recordación para Venezuela, ese hecho


fue cuando la espléndida Colombia sufrió la la convulsión que anunció su próxima
reunión, pero Colombia debía entonces por que el tiempo no era al principio por
ella no estaba en principios verdaderos federales y por que debían preceder
acontecimientos providenciales que el mundo no puede anticipar.

Bastante se ha hecho Honorables. Representantes, pero resta aun que


hacer. Es necesario realizar el hermoso pensamiento de la Confederación
Colombiana. Es necesario establecer bases sólidas de una verdadera federación
que dará por el resultado la libertad, la justicia, el progreso de las artes y de las
ciencias, la actividad del comercio, la influencia de extranjeros laboriosos y sobre
todo una juventud ansiosa de saber y una civilización adelantada, pero no
olvidemos Honorables Representantes que todos estos beneficios de que
disfrutamos ya y vamos hacer mas abundantes con la confederación, los debemos
a la independencia y al gran Bolívar; no desmintáis fines con nuestros actos
legislativos el crédito de una nación que lleva un hombre tan glorioso cuyo
fundador no tiene igual; vosotros estáis llamados hacer la felicidad de la patria en
las presentes circunstancias perfeccionad pues la obra que habéis principiado que
es el fruto de una larga experiencia y de las profundas meditaciones del Ylustre
(sic) Jefe del Estado Gral. José Tadeo Monagas. Por otra parte Honorables
Representantes establecido las bases capaces de establecer la Confederación
Colombiana, rendís un homenaje al hombre grande cuyo nombre solo debe
enorgullecer a todo Venezolano, al hombre Ylustre (sic), al más ardiente y puro de
los libertadores, al General Simón Bolívar.

Nosotros pues unimos nuestros votos a los de todas Venezuela y de los


pueblos agradecidos que fueron libertados por su espada

El Concejo Municipal de Ortiz basado en las razones espuestas (sic) y


haciendo uso del otro que le concede al articulo 193 de la Constitución de la
Republica, no ha dudado en ocurrir como lo hace a la Honorable Cámara de
Representantes para solicitar de ella la solución del gran problema que ya ha
puesto en ecuación. Por tantos ciudadanos dignos Representantes dignaos oír la
voz de la últimas de vuestro conciudadanos y dictar las medidas sólidas, justa y
convenientes capaces de llevar a efecto la Confederación Colombiana y de elevar
la Republica al otro rango que en otro tiempo le conquistara el genio de Bolívar.

Ortiz Marzo 15 de 1856

Honorable Cámara de Representantes


El 1er Concejal
B. Martínez Monasterios
Procurador Municipal
Ramón Carrizales

(siguen firmas)

22.- El Concejo municipal del Canton Guanare pide se lleve á efecto el


pensamiento sobre Confederación Colombiana34

Honorable Cámara de Representantes

El Concejo Municipal del Canton Guanare, cediendo a sus profundas


convicciones, y a la de los pueblos que representa, no vacilo un momento en unir
su voz a la del Magnánimo Presidente de la Republica y a la de los Y.C.
Municipales que se han anticipado a pedirnos con instancia la realización del gran
pensamiento que viene por objeto restaurar la antigua Colombia.

No hay venezolano que no sienta exaltarse en patriotismo su patriotismo al


ver empeñadas las tres Republicas que formaron a Colombia en la noble empresa
de unirse bajo un pacto de federación, que les asegura irrevocablemente el mas
precioso de los bienes que puede gozar un pueblo para desarrollar los elementos
que deben pronunciarle su prosperidad.. Este bien es la paz, que alejada de
nosotros casi desde que se destruyo la integridad de la Republica de Colombia, no
la hemos podido consolidar en nuestro nuevo estado políticos no obstante los
esfuerzos puesto en acción con tan noble fin.. No pueda, pues, otro medio, en
concepto de los hombres pensadores del país, para alejar de nuestro suelo la
discordia que cambiar nuestra pequeñez nacional por la grande respetable
representación que nos dará la Representación Colombiana no solamente

34
Ibídem, fs. 156-159.
respecto a los estados que la componga, sino también para las demás naciones
que miraran este acontecimiento como la protesta mas solemne contra las
aberraciones que han eclipsado nuestras glorias tan justamente adquiridas en la
Heroica lucha que sostuvimos para conquistar nuestra libertad e independencia.

La restauración de Colombia, H. H. Representantes, es el conveniente y


necesario a as secciones que la componían ellas, separadas no alcanzarán jamás
la grandeza, el poder y la gloria que les dará la unión, haciéndolas fuertes y
respetables en el interior y exterior bajo todo aspecto. Además, una inmensa
deuda de gratitud pesa sobre los pueblos que formaron la Gran Colombia hacia
los genios extraordinarios benefactores de la humanidad y de la civilización;
hablamos del intrépido Genovés que descubrió la América, y del inmortal Bolívar
que la liberto del yugo bajo el cual quiera tres centurias; y ¿ cuanta no será la
complacencia que experimentarán los emanes de estos dos ilustre la culta Europa
dando al continente Americano un nombre que es el de su descubridor; y que
tributa al segundo u homenaje de gratitud y de justicia, restableciendo la colosal
Republica, concepción sublime y maravillosa de su genio extraordinario?

Honorables representantes, el Concejo Municipal que tiene el honor de


hablaros en momentos tan solemnes en pro de la más noble empresa que pueda
acometer un pueblo, cual es la de innovar su situación política, sin marchar su
suelo con la sangre de sus hijos, jamás ha pensado que sus razones sean
necesarias para formar la conciencia legislativa en materia tan importante: vuestro
patriotismo exaltado por los gloriosos recuerdos de la gran Republica, y vuestra
capacidad garantizan suficientemente a la nación restablecimiento de Colombia.

El deber, pues, que tienen las sociedades políticas de procurar todo lo que
tienda a su mejora, a su engrandecimiento u a su perfección y el que la gratitud y
la justicia imponen a los hombres y a las Naciones hacia sus benefactores, son
motivos muy poderosos para que los legisladores de Venezuela, secundando las
grandiosas miras del presidente de esta Republica, y correspondiendo a las
esperanzas y deseos de sus comitentes, dicten las providencias necesarias para
dar cima a la proyectada obra de la Confederación Colombiana. Estos son H. H.
Representantes los fervientes votos de los miembros del Concejo Municipal de
este Cantón que encarecidamente os suplican accedáis a su justa solicitud.
Guanare Marzo 5 de 1.856.

Honorable Cámara

Vicente Vidal
Dámaso Vargas

(siguen firmas)

23.- Los vecinos de la sabana de Uchire en la provincia de Barcelona piden


Confederación Colombiana35

Se dio cuenta y se mando a agregar a sus antecedentes


Honorable Cámara de Representantes

Los que suscriben, vecinos de la Sabana de Uchire de la Provincia de


Barcelona, en uso del derecho de petición que tenemos, a V. V. S. S. H. H. con
respecto debido exponemos.

Su Excelencia el Ilustre Presidente de la Republica al daros cuenta de todos


los ramos de la administración someta a nuestra sabiduría la cuestión más
delicada que agita a los venezolanos que propenden de buena fe al
engrandecimiento de su patria pues quieren ver realidades del patriotismo, de la
moral, de la administración de justicia y de todo lo que pueda contribuir al bien de
la patria que hasta hoy solo han sido ilusiones.

35
Ibídem, fs. 160-163vto.
Federación Colombiana es Honorables Representantes el clamor general de
todos los pueblos porque el nombre de Colombia es el recuerdo mas grandioso y
glorioso de nuestra historia. Esta es H.H. R.R. la voz del primer magistrado de la
Republica, nuestro digno Presidente que lleno del ardor republicano con que
contribuyo noblemente a la libertad de su os pide como medida salvadora y como
redención de los grandes males que amenazaban la nación.

Toca ahora a vosotros legisladores, aprovechar este momento y ayudar con


vuestro poder al más fino y generoso amigo de bolívar, que con el más sincero
entusiasmo os convida a la salvación a la salvación de la patria, que debe esperar
de lealtad de sus Representantes la reconstitución de la gran nación colombiana.

Dignaos, Honorables legisladores, acoger esta humilde manifestación, como


el único bálsamo para curar las profundas heridas que aquejan nuestra patria y
como el único medio de salvarla de su completo extermino.

Sabana de Uchire diez de marzo de mil ochocientos cincuenta y seis.


Excelentísima señor
El Juez 1ro de Paz
Manuel M. De Armas.

(siguen firmas ilegibles)

24.- Exposición que dirige la Sociedad progresista de Guanare a la


Representación Nacional acerca del gran pensamiento sobre la
Confederación Colombiana36

Honorable Cámara de Representantes

36
Ibídem, fs. 164-168.
El Nombre y las gloriosas de Colombia conocidos y apreciados en todos los
pueblos cultos de la tierra, no han podido ser indiferentes mucho menos olvidados
por ninguno que lleve en su frente el nombre de venezolano, y en su pecho el
fuego sagrado del patriotismo: nuestra sangre derramada en los campos de
batalla, nuestros timbres, nuestro honor nacional todo esta asociado al nombre
ilustre de aquella madre común.

Como lanzamos el grito de separación en 1829, no fue ciertamente


renunciando al carácter de hijos de aquella de gran Nación: cedimos á la
imposibilidad de gobernamos bajo una misma Constitución en un territorio de
inmensa extensión, pero nos reservamos la halagüeña esperanza de establecer
no muy tarde, los pactos de federación que arreglasen y afianzasen las altas
relaciones de los Estados que constituían aquella Republica, y nos restituyese el
sagrado y precioso nombre de hijos de Colombia, así lo dejaron consignado
nuestro legisladores del año de 1830 en nuestra ley fundamental, y así los ordeno
el gran padre de la Patria, cuando al despedirse para siempre de nosotros, nos
repitió muchas veces aquellas sabias y consoladoras palabras: “unión, unión ó la
anarquía os devorara”. Ni como podría ser de otro modo, cuando así este como
aquellos, conocían nuestra escasísima población diseminada en un vasto
territorio, nuestra atrasada industria y nuestros hábitos en posición sin las
instituciones democráticas que nos habíamos dado? ¿quien no conoce que la
alianza de las tres secciones que componían la Republica de Colombia hará
reaparecer este jugante político que al nacer se atrajo la admiración del mundo por
su riqueza, por el valor de sus hijos, por la gloriosas hazañas que registran los
anales de su independencia? Si el espíritu de asociación es la gran palanca de la
civilización del siglo y de donde se derivan tantos y tan portentosos bienes, si el
hombre redujo á sus propias fuerzas desaparece ante su aislamiento, ¿porque no
hemos de hacer extensivo este principio á los pueblos mismos, y establecer que
Venezuela unida por ciertos pactos al resto de las otras secciones de Colombia,
será potente y respetada en el interior y exterior? Tales han sido las ideas y los
sentimientos que cada Venezolano ha abrigado en su corazón, aunque en
silencio, desde que 1830 juramos nuestra emancipación política: pero vino el
tiempo señalado en los que de la provincia, y un soplo del patriotismo ha bastado
para darles vida y espasión (sic): escrito estaba que un veterano de una
independencia, el amigo constante de Colombia, nuestro Ilustre Presidente
Benemérito General José Tadeo Monagas fuese el que, evocando los
pensamientos del Gran Bolívar el primero á la discusión pública, el anhelado
pensamiento de la Confederación Colombiana; y después que él ha enarbolado el
estandarte de esta gran cuestión ¿ quien habrá que no le siga? La sociedad, pues,
de Guanare que lleva por enseñar de sus operaciones el progreso moral y material
de Venezuela, no puede mostrarse silenciosa cuando se agita el importante
proyecto de nuestro engrandecimiento y prosperidad, y alzando la voz desde el
lugar de su residencia la dirije á esa Honorable Cámara para manifestarle á
nombre del vecindario todo de Guanare, su completa adhesión al pensamiento de
la Confederación de Colombia, y sus mas fervientes votos por que tan halagüeña
idea, llegue á realizarse de la manera mas conveniente a los intereses de
Venezuela.

Guanare cuatro de Marzo de mil ochocientos cincuenta y seis.

Honorable Cámara

(siguen firmas)

25.- Los vecinos de la ciudad de Barinas piden se lleve á cabo la


Confederación Colombiana37

Honorables Senadores y Representantes

37
Ibídem, fs. 195-199.
Los suscribimos nos acercamos á vosotros para exponeros.

“Federación Colombiana”, ha dicho el Ilustre General José Tadeo Monagas,


Presidente de la Nación, y estas palabras ha resonado por el ámbito de la
Republica como un augurio de omnipotencia y de ventura.

Los anales de la historia habían registrado el nombre de Colombia, como el


de una Nación poderosas que comprendían varios y fértiles climas, caudalosos
ríos, que llevan á todas partes del globo cuando produce su suelo, y fabrica é
inventa el hombre, ricas é inagotables minas, cerca de cinco millones de
habitantes de genio despierto y aguerrido: célebre por sus sangrientos episodios
de la guerra de Independencia en que el valor y el arrojo llegando á su ultimo
término, tenían pocos ejemplos en los tiempos pasados; y que en la gran faz de la
vida humana, al paso que presentaba hombres en quienes resplandecía el
pensamiento de Dios, la Libertad, con sus creencias políticas, con el goce de sus
derechos imprescriptibles, revelaba el descubrimiento que un ser tenaz y
denodado había hecho oscilando por veinte años como un fabril arista de soplo de
las voluntades de quienes imploraba un auxilio: Este fue Cristóbal Colon. Y Bolívar
tan grande en la América meridional, como el Chimborazo dominando los Andes, y
el sabio Zea, tan admirado en América y Europa por su elocuencia, fueron los que
concibieron la idea grandiosa de unir los que teníamos un mismo origen, una
misma legislación, identidad de hábitos y un mismo idioma para formar la
Republica en que acortando las distancias, multiplicando las relaciones,
estableciendo un centro de unidad y armonizando las ideas, tuviese por atributos
la Libertad la Fuerza y la Grandeza, y quédese colocada en el catalogo de las
Naciones para que su nombre dijese á los siglos venideros: “yo soi (sic) la
revelación del Cielo, soi (sic) el arcano de diez u ocho siglos en que viví.
Desconocida el viejo mundo, é incomunicada con los demás hijos de Adán hasta
que un hombre indomable y arrojado recorriendo las soledades del Océano,
tropezando con hielos sempiternos, surcando por entre las nieblas del infinito, y
flotando sobre las olas enfurecidas de divisó y dio la luz y publico mis riquezas y
mi comunicación con los mares”. Soi(sic) en fin, la Hecatombe de los mil
sacrificios, y de los mil martirios, y el drama mezclado de infortunios pasados, de
victorias inmortales, y de gloria presente. Su Nombre fue Colombia, y su fama
corrió del uno al polo, los poetas cantaron sus hazañas, Naciones poderosas
buscaron su amistad, su crédito se extendió, los bangeles de varios puntos de la
tierra la saludaron como Soberana, y un Colombiano donde quiera que se
encontrara podía decir con orgullo: “Soi (sic) hijo de Colombia”.

Casi por un decenio, los pueblos, desde donde el Sol hiere de diferentes
modos las zonas de la tierra hasta donde el mar de las Antillas ciñe una parte de
nuestro Continente, se estremecían con el aire apacible del contento, festejando la
Libertad y las victorias de las batallas con algazaras y bullicios de júbilo,
esperaban un porvenir más dichoso. Empero, luego se disolvió Colombia, y en los
veintes y siete años que Venezuela, la nueva Granada, y el Ecuador han vivido
formando nacionalidades distintas, nuestra vida ha sido tempestuosa por la
revoluciones que interrumpiendo la paz, han paralizado el crecimiento de la
riqueza general, menoscabado la confianza en los países estrangeros (sic), y
desacordado los ánimos.

La Confederación Colombiana dará garantías á las dará á la familia, las dará


á la libertad, y hará resucitar nuestro nombre, nuestra riqueza, y nuestra fama,
porque tendremos un Gobierno general que representara á pueblos compactos en
un mismo pensamiento, y un solo fin; que dirijirá (sic) nuestras relaciones con las
naciones estrangera (sic); que alejará los peligros exteriores que nos amenazan, y
que afirmará la paz sobre bases sólidas y duraderas.

Cuándo pensamos en este grande acontecimiento nos parece que siguiendo


los pasos del destino hemos llegado á la cumbre del Atalaya del universo, y que
allí hemos dicho como el inmortal Bolívar: “es el dios de Colombia el que nos
posee”, ó que estamos cumpliendo con las palabras de “Unión” “Unión” que dijo
en sus últimas agonías para asegurar nuestra independencia, mantener la
inviolabilidad de nuestro territorio, obtener u derecho público internacional
americano, acrecentar nuestra poblaciones con inmigrantes, desencadenar por
medio del trabajo y de la industria todos los elementos de nuestra prosperidad,
regularizar el sistema hidrográfico para que las majestuosos ríos del Orinoco, el
Marañon y el Amazonas, los de Casiquiare, el Zulia y otro derramen sobre el suelo
Colombiano la riqueza que están destinados por la Providencia; y que el Pabellón
nacional flamea por el renombre y respeto que conquisto en los tiempos de la
gloriosa Colombia. Legisladores! La era de bien esta abierta. Escojitad (sic) en
vuestra sabiduría los medios de perfeccionar la obra, como diestros artífices, y los
pueblos os inmortalizarán.

Barinas 9 de marzo de 1856, año 26 de la Independencia

(siguen Firmas)

26.- Los concejos Municipales de los Cantones San Luis, Coro y Cumarebo,
piden se lleve a efecto el pensamiento sobre Confederación Colombiana38

Honorable Cámara de Representantes

Entusiasta por todo lo que envuelva ideas de progreso, el Concejo Municipal


del Cantón San Luis ha visto con el delirio interés el pensamiento grande i sublime
sobre Confederación Colombiana espresado (sic) por el H. P. E. en su mensaje
ultimo dirijido (sic) a las H. H. Cámaras Legislativas i persuadió aquel cuerpo de
los beneficios inmensos que reportarían de su unidad social las porciones que
componían la gran Republica, hoy menguadas i débiles en su fraccionamiento
político; persuadido que Colombia, la hermosa, divina creación del genio Bolívar,
Colombia la fuerte, la bañada en dos mares, la de los ríos caudalosos, la de las
altas i fértiles montañas, iría a figurar de una vez la gran escena de las naciones

38
Ibídem, fs. 218-224.
grandes; i persuadidos en fin que la época actual, en que rige los destinos de unas
de las secciones Colombianas el Benemérito General José Tadeo Monagas, es la
mas adecuada para cumplir los últimos votos del padre de la patria, puesto que
con su misma sangre contribuyo a fecundar el árbol Colombiano segado en mal
hora por bastarda mano, no titubea en adherirse al feliz pensamiento del
presidente de Venezuela, que realizada vendrá a ser el mas lucido florón de su
corona de gloria.

Cuando una de esas ideas que envuelven un porvenir cierto de progreso i de


felicidad se desprende de los altos puestos de los poderes públicos cuando unas
de esas palabras que, como Colombia, son aunque aisladas dulcísimos poemas
epopeyas de gloria i ventura, cuando una de esas palabras decimos sale de los
hombres a quienes esta confiada la suerte de las sociedades, los pueblos con
instinto incompresible que tienen para comprender los que le conviene i les daña,
la recogen reverente, las guardan con delicado esmero y las conservan como uno
de aquellos preciosos talismanes que ponen a cubierto el mal; así Colombia esa
palabra tan bella como grande el genio que la produjo, estará desde hoy mas
escrita en el corazón de todos que sienta aun mal leve destello de amor patrio.
Ella y el hombre que le recordara después de tanto años de olvido, serán siempre
el objeto constante de nuestros votos.

San Luis Marzo 3 de 1.856.


Honorable Cámara
El Tercer Concejal
José L. Primera
El Cuarto Concejal
Ignacio Petit
El Procurador Municipal
Antonio L. Urbina

(siguen firmas)
Concejo Municipal de Coro solicita al Congreso la Confederación
Colombiana

Honorables Representantes.

El Supremo Poder Ejecutivo en su Mensaje al Congreso en el presente año


invita a realizar la magnificencia nacional de tres Estados que con brillantes
elocuentes reunidos por la simpatía de fraternidad, de sacrificios, de infortunios, y
de glorioso heroísmo, concurren ir a constituir la unidad, cuya majestuosa
fisonomía nos recuerda la luciente y fascinadora la imagen de Colombia con sus
timbres de gloria y de patriotismo, con su brillo de libertad y soberanía, con su
lucido orgullo de rango nacional. Colombia, la imagen de las ilusiones cívicas de
los hijos de Bolívar, es el poder mágico que despiertan las sensaciones de
entusiasmo y la espiritualidad de números con que contamos proezas, recitamos
historia y blasonamos héroes. Colombia también es el genio de las dulces
esperanzas con que nos lisonjeamos recoger sus pálidas reliquias y animarlas
para reconstruirlas y la y levantarlas grandiosa, heroica y majestuosa, como ríos la
exhibiera el Genio que derramo Republica Americano. Alzada Colombia, nuestras
discordias políticas desaparecerían, nuestra frustración rentística terminara; el
espíritu de asociación y de empresa, desarrollándose a la sombra de la paz y de
la benéfica influencia Colombiana, nos traería riqueza y prosperidad. El Concejo
Municipal os pide aceptéis el gran pensamiento encomendado por el Jefe del
Estado, la Federación Colombiana.

¡Cuantioso pensamiento!..... Triunfo de la civilización


colombiana......Significación Nacional..... Rango espléndido de Soberanía.

Una vez Colombia, H.H. R.R., y alcanzaremos la magnitud suprema que


sostenga nuestros derechos: una vez Colombia, y obtendremos respeto, y no
pensaremos desaparecidos de la posteridad. Recordad este concepto de dolorosa
memoria, H.H. R.R, que hace verter siempre lagrimas a la dignidad Venezolana e
imprime gráficamente en cada uno de nosotros el vertimiento augusto de
Federación Colombiana.

Coro. Marzo 3 de 1.856

El Presidente del Consejo Consejal


José Armas Juan Sánchez

(siguen firmas)

Concejo Municipal de Puerto Cumarebo pide Confederación Colombiana

Honorable Cámara de Representantes

El Pensamiento de Confederación Colombiana, consignado en el Mensaje de


S. E. el Presidente a las H. H. Cámaras, ha sido acojido con el mayor entusiasmo
poR este H. Cuerpo, fiel representante de las ideas de los pueblos de forman este
Cantón.

Ha sido acojido con el entusiasmo del patriotismo, que ve en la adopción de


tan sublime pensamiento, un porvenir de mejora y de engrandecimiento para la
patria, que en vez de débil y abatida será fuerte y poderosa y pesara en la balanza
política de las Naciones. Así lo pensaba el hombre prodigioso que aun la misión
de libertarnos, y a sus buenas intenciones y para inteligencia no se ocultaba lo que
podría hacer la felicidad de los pueblos.
El H. C. Municipal cree de su deber representar ante las H. H. Cámaras, para
que oyendo las sabias indicaciones de S. E. el Presidente de la República adopte
el portentoso pensamiento de Confederación Colombiana.

H.H. R.R.

Puerto Cumarebo, Marzo 2 de 1.856

El Presidente del H. C. M.
José de la C. Barberas

El Concejal 2º Secretario
Bernardo Márquez

(siguen firmas)

27.- Los vecinos de la parroquia de Cúpira del Cantón Píritu en la provincia


de Barcelona, piden la Confederación Colombiana39

Los vecinos de la parroquia de Cúpira, Cantón Píritu que suscribimos,


persuadidos que llevamos un deber que nos impone el patriotismo, ocurre a las
HH. CC. Legislativa para que en uso de sus facultades constitucionales, y
acogiendo la voluntad, ya pronunciada de los pueblos de Venezuela, dicte todas
las modalidades que sean conducentes hasta realizar la idea que hoy nos ocupa a
todos, a saber, la “Confederación Colombiana.”

Colombia fue pensamiento digno del genio que lo concibió y por cuya
realización se vieron tantas victimas sacrificadas en los campos de batalla, tantas
fortunas desaparecidas y tantos sufrimientos que con razón califica la historia de

39
Ibídem, fs. 225-228vto.
heroísmo. Motivos que nos del caso, referir, que introdujeron la división que al
cabo de veinte y siete años ha venido a producir el desengaño hasta para los que
creyeron de buena fé, que la desapareció podría ser útil y conveniente a las
diferentes secciones que los componían la “Gran Republica”, y los Cupireños que
en esa época se pronunciaron contrarios a semejantes proyecto, no puede
mostrarse indiferente, guardado silencio en las actuales circunstancias en que
parece haber uniformidad en todos los venezolanos por la unión de los Estados
que antes formaron ese coloso de la América del Sur. El Jefe actual de la
administración ha dedicado una parte de su mensaje a tratar la materia con el
interés y precisión propias de los documentos y el ilustre Consejo Municipal de la
Capital, ha dirigido también a la H. C. de Representantes una petición en el mismo
sentido con la cual abundan los fundamentos mas sólidos, expresados con
claridad de ilustración, y la lectura de esos consejos expresados en ambos
documentos, han bastado para revivir en nosotros el entusiasmo que abrigaban
nuestros pechos por una causa de sumo interés para el país.

Muchos años han transcurrido en que solo hemos visto el descontento


nacido regularmente de las pretensiones y aspiraciones de ocupar los puestos
públicos, con frecuencia se ha visto también librar a las armas las decisiones de
cuestiones de un interés particular quien pocas veces han influido en el resultado
de la política De aquí la división, la animosidad, las guerras civiles que han que
han producido las frecuentes revoluciones y con estas, el abrazo de los intereses
materiales del país, la desmoralización que desgraciadamente ha cundido en todo
los pueblos y por ultimo, el descrédito en el extranjero.

La experiencia, guía seguro de las acciones del hombre nos patentizan que
los pueblos de Venezuela no pueden bajo la misma organización política que
tienen, por no ser la mas adecuada a su situación; y los ciudadanos interesados
en que no desaparezcan la fama y renombre aguerridos en la guerra de la
independencia, ven en la Confederación Colombiana, el único remedio que puede
poner termino de los grandes males que nos aquejan. Unión, si Unión entre los
pueblos que antes formaron la “Gran Republica”, y nuestro país será un asilo
seguro y perfecto de la libertad, verá un porvenir feliz, se consolidara la paz y el
orden, restablecerá la moral, los intereses materiales del país, rendirán el
desarrollo que debe esperarse, el crédito interior y exterior volverán a ofrecer la
garantía y seguridad que hoy no vienen; y por ultimo, nos haremos dignos de
pertenecer a la gran familia de las naciones.

Los habitantes del Cantón Píritu identificados con sus principios unen su voz,
a los de los demás pueblos para pedir al Congreso de Venezuela, actualmente
reunidos, dicte todas aquellas medidas que sean condecentes para que realice la
unión de las tres secciones que antes componían la “Republica de Colombia”bajo
un pacto federal. Cúpira, veinte y nueve de Febrero de mil ochocientos cincuenta y
seis.

Pedro Rivas
José Cardozo
Ramón García
Joaquín Hernández

(siguen firmas)

28.- EL Concejo Municipal del Cantón Sucre pide la Confederación


Colombiana40

Honorable Cámara

La Municipalidad de este Cantón, dócil á la voz del deber, y animada del


deseo de ver realizado todo cuanto propenda al bien engrandecimiento del pueblo,
somete á vuestra consideración H.H. S.S., una reforma utilísima que siendo hoy el

40
Ibídem, fs. 229-231vto.
pensamiento de una gran mayoría de venezolanos, viene por consiguiente á
constituir una necesidad nacional.

De la división de la colosal Republica de Colombia, magna obra de Bolívar


surge nuestro estado calamitoso: militares de millares de victimas inmoladas en
fratricida contienda: Sin crédito en el exterior, y lo que es mas lamentable en
completo abatimiento todos los ramos de la riqueza pública.

Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, esos tres pueblos que reunidos


formaban la antigua republica Colombiana, Obra exclusiva del Genio dela América
del Sur, hicieron profetizar que seria mas fuerte que el imperio de los Modos,
mientras permaneciesen unidos esos tres pueblos hermanos en lengua, religión y
costumbres.

Así sucedió en efecto: hasta que divididos formando cada pueblo de por si
una republica independiente, y de suyo débil, hemos servido de escarnio á
Naciones mas poderosas.

Hoy, H.H. S.S., después de veintiséis años de sufrimiento de todo linaje:


después de haber experimentado los tristes efectos de la desunión, el pueblo
venezolano aspira á volver atrás anudando el hilo roto en 1830, reconstituyendo
bajo sólidos bases de la Republica de Colombia, convencidos de que la unión en
un solo cuerpo de los tres Estados Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, es lo
que puede salvarnos en la tremenda situación que atravesamos.

El consejo Municipal del cantón Sucre, haciendo uso del derecho de petición
os escita (sic) H.H. S.S. al ejercicio de las atribuciones que el articulo 227 de
nuestra carta fundamental os concede, destinados una ley que arregle y determine
lo conveniente á fin de establecer la Confederación Colombiana en la formas y
terminé lo conveniente á fin de establecer la Confederación Colombiana en forma
y términos que creáis mas cónsonos con los intereses de los pueblos cuyos
destinos os han sido encomendados.

El Presidente del Concejo

(siguen firmas)

29.- El Concejo Municipal y varios vecinos del Cantón Guanarito pidiendo la


Confederación Colombiana41

Se dio cuenta y se mandó agregar a mis antecedentes.

Honorable Representantes

Los infrascritos miembros del Ilustre Concejo Municipal y vecinos de esta


Villa, nos dirijimos a la Representación nacional para manifestarle, que decidimos
ardientemente el restablecimiento de la Gran Republica de Colombia, bajo la firma
de gobierno federal. Este grandioso pensamiento consignado en la parte final del
mensaje que en el presente año nos ha dirijido (sic) S. E. El Presidente de la
republica, ha sido acojido (sic) con entusiasmo por todos los pueblos que la
Componen, por que saben por la experiencia, que las naciones débiles y
pequeñas pesan muy poco en la balandra política, y están frecuentemente
espuesta (sic) a grandes reparaciones, injusticias y desprecio de frente de las
grandes y poderosas que se consideran dispensadas por con aquellas de la
observancia de la ley, que deben acatar y obedecer entre si las diferentes
sociedades civiles.

Los grandes estados pretenden imponer su voluntad y sus caprichos a los


débiles y por eso vemos que las principales potencias de Europa quisieron ingerir

41
Ibídem, fs. 244-247vto.
en el Gobierno interino de las nacientes republicas de Sud América, llevando su
pretensión hacia el estremo de exigirles con arrogancia insufrible ya la sanción de
una ley, ya la abolición de otra, conviene a sus ansiosas manos. Para rechazar
una intervención que atenta contra la soberanía y dependencia de las republicas
americanas, en menester que se hayan fuertes y poderosa por medio de la
confederación y por eso Señores, el Concejo pide hoy por la Confederación
Colombiana la tres Secciones en que se dividió la gran Republica, Concepción
sublime y maravillosa de genio extraordinario del Libertador.

Os suplicamos pues, honorables Representantes que acordéis las medidas


necesarias para que se cree los deseos del S. E. El Presidente de la Republica y
de todos los venezolanos sobre el establecimiento de Colombia, bajo la forma
Federal. Guanarito Marzo 6 de 1856. 27 y 26.

Honorable Camara.

El Jefe político Presidente del Concejo

(siguen firmas)

30.- Los vecinos de la parroquia de Taguai piden la Confederación


Colombiana42

Ciudadanos RR. de la Nación

La voz del primer magistrado de la Republica, ha llegado hasta nosotros, y


nos ha dado la palabra liberadora que busquemos, y de la cual depende la
felicidad de nuestros pueblos, la paz de un continente.

42
Ibídem, fs. 248-250vto.
Colombia es el pensamiento y la agitaciones de tantos años, y las desgracias
multiplicadas de nuestra pobre nacionalidad, han hecho nacer en el corazón
colonial de este pueblo infeliz, dándole esperanza de bien por el volumen inmenso
de promesas que entierran para la patria y para el porvenir.

La idea de Colombia, es imparable de la Independencia de la republicas


Sudamericanas y su condición necesaria.

Para hacer efectiva la nacionalidad, hoy exponemos: para dar seguridad a la


independencia vacilamos: para lograr la paz que no existe: para dar paso al
pueblo, es que los legisladores de la Nación debe oír la voz d la actualidad, que
reclama con la energía de la necesidad la realización de la Confederación
Colombiana.

Venezuela la reclama para honor de sus glorias, y en nombre de sus


recuerdos inmortales.

Las tres republicas hermanos a pesar de sus rostros demudados, se


conocen y se saludan después del largo viaje de dolores que emprendieron.

La voz de la sangre las reúne: la conformidad del martirio y de la gloria las


hace arrepentirse de su inconsulta separación, y sentadas sobre las reunías de su
parsimonia se hablan y se abrazan; recuerdan con tristezas sus antiguas colonias,
y van con Dios marchando a la conquista de su gloriosa felicidad.

Fijad legisladores, las bases de la Confederación Colombiana, de acuerdo


con las reformas que las necesidades siempre crecientes del país, hacen hoy tan
urgente y habiendo dejado hasta la fecha las exigencias de la época y en vigilados
los votos de la junta comunal que así lo piden desde Taguai, a 8 de marzo de
1856.
31.- Contiene cuatro representaciones: la una del Batallón Nº 2 del Tuy, la
segunda de la Parroquia de Tacata, la tercera del Concejo Municipal de
Nirgua y la cuarta de varios Vecinos del mismo Canton, pidiendo todos la
Confederación Colombiana43

REPUBLICA DE VENEZUELA.

Nirgua 8 de Marzo de 1856


Año 27 de la ley y 46 de la Independencia

Señor Presidente de la Republica de la H. Cámara de Representantes

¡Honorable Señor!

El I. C. M. de este cantón que tengo el honor de presidir, en su sesión


ordinaria de hoy, a propuesta del señor concejal coronel Hermenegildo Melian
aprobó la petición que tengo el placer de acompañar.

Al suplicar a su señoría se sirva poner en conocimiento de la Honorable


Cámara que tan dignamente preside la solicitud precisada me cabe la satisfacción
de prestarle que los sentimientos emitidos por la ilustre municipalidad son los
dominantes en la generalidad de los habitantes de este cantón entusiasta, como él
que mas por el gran pensamiento de Confederación Colombiana.

Con sentimientos de la mas alta consideración soy de S. V. muy atento


seguro servidor.

Manuel Hortelano

43
Ibídem, fs. 262-265.
Representaciones de Jefes y Oficiales de los Ejércitos de la República
vecinos del canton de Nirgua piden Confederación Colombiana

Honorable Cámara de Representantes

Los infrascritos Jefes y Oficiales de los Ejércitos de la Republica, vecinos de


este cantón en uso del derecho de petición garantizadas a los Venezolanos por el
Articulo 193 de la Constitución, tienen el honor de exponer.

Llegan H.H. S.S, para las Naciones momentos tan solemnes por su
naturaleza tan grave por su trascendencia, que no es posible al hombre dejar de
participar de la emoción general, dejar de tomar parte en la emociones que
apartan los ánimos de todos. El entusiasmo, ese fuego que recibimos del cielo,
verdadera fiebre del alma; motiva los nobles delirios que nos arrebatan; y basta a
veces una pequeña chispa para producir un volcán.

Así sucediera en 1810 cuando un puñado de valientes proclamara en


caracas la libertad del continente Sudamericano débil en la apariencia, pero fuerte
por su prestigio, aquel gris, después del oprobioso dueño de la servidumbre
importantes pueblos que mas tarde y después de una larga serie de alternativas y
de vicisitudes de todo género, sellaron con su sangre y elevaron a dogma el
sistema democrático.

COLOMBIA, virgen rescatada de las garras de la tiranía, ornada con los


laureles de la victoria, satisfecha de si misma, segura respecto al presente,
confiada en cuanto al porvenir. Apareció ante el mundo ocupando un distinguido
puesto a que, por la Divina Providencia, y por él cúmulo de elementos de
prosperidad y de grandeza que encerraba estaba llamado. Aquella fue la obra del
patriotismo, la obra realizada por el Gran Bolívar y por patriotas tan esforzados y
beneméritos como los ilustres, Urdaneta, Salón, Monagas, Silva y las sombras
ilustres de Ricaurte, Rivas, Girardot, Sedeño y Plaza y tantos otros Mártires dan
un elocuente testimonio de que aquel resultado espléndido no se obtuvo sino a
costa de mucha y muy preciosa sangre, poderosos esfuerzos de inauditos
sacrificios de abnegación sublime. “Morir por la patria es vivir por la gloria”. Tal era
la euforia de nuestros libertadores.

Pero... ¿nos es dado acaso, a no oíros, hablar de la gloria de Colombia?


¡Imposible! No basta el lenguaje común para expresar las emociones de sublime
entusiasmo que nos inspira el recuerdo de la Gran Republica; para ello
necesitaríamos otro idioma mas elevado y nosotros no lo podremos... Confesamos
que no sentimos ¡deslumbrados con tanto brillo!

Empero estaba escrito, para nuestra desgracia en el libro del destino de las
Naciones, que aquel gigante de grandeza y de gloria había de caer despedazado
al nudo golpe de las naciones y de la mala ambición y Colombia cayo en efecto.
Bolívar, El Grande, no debía sobrevivirla y oprimidos por el abrumante peso de
sus dolores mayor aun, si cabe que el de sus laureles, bajo el sepulcro. Pero el
Gran Capitán Americano no murió en vano, puesto que legó a nuestra gratitud el
establecer de perpetrar su obra para nuestra común dicha.

Es ya tiempo, Legisladores, de que escogéis los medios de llenar los votos


de vuestros comitentes. Venezuela, como los otros estados de Colombia, ha
consagrado en su Constitución la posibilidad de realizarlos. Que no se diga jamás
que fueron estériles los martirios de los que murieron por la Libertad “tales son las
palabras salidas del noble corazón del denotado Campeón que hoy rige los
destinos de Venezuela. Atraídas Nuestra miradas por el brillo refulgente de las
estrellas que decora el pecho de S.E, su voz entusiasta por la Confederación
Colombiana y dispuestos a verter por la realización de este pensamiento salvado,
hasta la ultima gota de nuestra sangre en el conocimiento de que el templo de la
inmortalidad guardara las cenizas de los mueran defendiendo la primitiva patria de
los hijos del gran Bolívar, jefes y oficiales infrascritos.

Con él más profundo respecto ocurre a la Honorable Cámara pidiéndole se


sirva ejercer, por su parte, la autorización que conceden al Soberano Congreso los
artículos 225 y 224 de la carta fundamental, a fin de que los pactos de federación
que unen, arreglen y representen las obras relacionadas de Colombia, se
verifiquen de la manera más conveniente a los pueblos de Venezuela.

Nirgua, febrero veintidos de 1856

Honorable Cámara
1er. Comté
Modesto Rodríguez

1er. Comté
Fernando Melian

2do. Comté
Modesto Rodríguez

(siguen firmas)

32.- Colombia ¡Las Creaciones del Genio son eternas! El Pao, 1856

¡Los hombres predestinados, nacidos aprenden a sostener verdades útiles al


genero humano, resolviendo en instituciones imperecederas, apartan su vista de lo
transitorio que les rodea, y la fijan, impulsados de la voz secreta que les habla, en
el porvenir, que a través de vagas sombras, divisan toda su claridad y belleza.
En vano la baja emulación, la perfidia y la ingratitud de sus contemporáneos
les suscitan por doquiera contradicciones, y erizan de obstáculos el camino que
deben recorrer. Ellos impasibles allá dirigen sus esfuerzos generosos, y si lejos de
contemplar su obra cuan grande y magnifica la concibieron, descienden al
sepulcro viendo solo las ruinas del gigantesco edificio que como para desafiar a
los siglos erigían, un instinto profético les anuncia, que más tarde o mas temprano,
las mismas sociedades que un día lo miraron con desdén, se apresuraran a
reconstruirlo sobre los propios cimientos, si es que quieren asegurar su existencia;

Afianzarse en poderío y figurar con gloria en la gran familia las naciones.

Por eso Colombia, la obra predilecta de Bolívar, no podía perecer. Colombia


a quien Bolívar siempre como los va integrantes de su misión providencia. Y en
verdad, las series prodigiosas de sus hazañas y el éxito afortunado de las
empresas que el héroe acometido desde la hora y punto de aquella hermosa
creación, la justificación plenamente ante el mismo. Y el sabio fundador dejose ver
desde luego en toda su magnitud, ya que albergaba no solo el alma fuerte de
guerrero, sino que demostraba poseer también y en feliz combinación, en grado
eminentismo, las profundas miras del filosofo, y el tacto seguro del político, que
hacen recorrer a un pueblo, en solo un día, el mismo espacio, que sin la ayuda de
su poderosa inteligencia, solo podría recorrer en dilatados años, tras amargas
decepciones y cruentos sacrificios.

Por eso, aunque todas maquinaciones del bastarda linaje, lograron se


fracciones la Gran Republica, los pueblos que la formaron, harto fatigados ya que
sus perpetuas convulsiones, de su zozobrante existencia, quieren presumidos
reconstituirlas, como segura garantía de un saludable reposo, de una paz dulce y
benéfica, de progreso y de ventura.

Y por eso, guerreros y políticos la invocan, y rotas las tristes enseñan de las
comunes disensiones, todos se adhieren gustosos y entusiasta a ese pensamiento
salvaron, que sin sacrificios de ningún genero sobre su desarrollo encierra en si el
abundante germen de todas las garantías y de todas las libertades, que un pueblo
civilizado tiene derecho a disfrutas de ejercer.

Cuando en 20 de Enero del corriente año, el Presidente de la Republica


llama la atención del Congreso hacia el proyecto de reconstituir la Confederación
Colombiana, Su excelencia, si bien declara con franqueza, que le honra, sus
propias convicciones, no hacia mas que interpretar el sentimiento nacional, y
declararse digno heraldo y noble campeón de la nueva y suspirada era por la cual
tan incansables esfuerzos hemos hecho desde la época en que fue sellada
nuestra emancipación política y el Congreso acogiendo aquella idea, correspondió
fielmente a la voluntad pública, y al expandir el decreto que establece las bases de
la Confederación; satisfizo cumplidamente. Los más ardientes votos de los
venezolanos.

Que son los pueblos, por decirlo así, más ávidos aun de sus glorias, que los
mismos individuos. Y las glorias de Colombia, nuestras glorias son por ella
vertieron su sangre nuestros padres, y en sus potentes manos flameo con los
arreos del tiempo del Ávila al Potosí, la bandera que reflejaba los colores del iris.
Con ella, y por ellas, fueron nuestros gallardos adalides rompieron cadenas,
destruyendo tiranos, constituyendo republica desde las márgenes del Orinoco
hasta el distante valle de Asacama.

Por ella, por el prestigio e sus famosos hechos, pueblos que aun batallaban
por su independencia. Tenía respectos benevolencia de sus personas
monarquías, y eran inscritos en el Catalogo de la naciones: Cual si desde
entonces se comprendiese que el Cóndor de los Andes, señoreaba las alturas, y
podía también contemplar de cerca el sol, tan serenamente como las águilas del
Capitolio o del imperio. Apenas en su cuna, Colombia encerraba ya en su genio
sabios y guerreros, prosas y oraciones: patriotas de virtud eximia, mujeres de
varonil espíritu: cuanto engrandece una nación a los ojos de los hombres, cuando
excita el entusiasmo y constituye la Gloria. Cuanto de severo tuvo Esparta de
seductor Atenas, y Roma de grandioso. Que mucho así, que el Gral. José Tadeo
Monagas, participe también de todas esas glorias, como salvado de la libertad,
guardase religiosamente su adoración por la Gran Republica, acariciarse se
recuerdo sobre su corazón, siendo suyos, pues lo eran de su Patria, la gloria y la
fama y los prodigios de Colombia.

A que joven, o que anciano, que comprendan lo grande y se siente atraído


por lo bello, no ha palpitado de entusiasmo al eco, seductor del primer viva,
lanzado por Colombia regenerada.

A la razón, otros pueblos han significados el placer con que acojen el


pensamiento de a Confederación y el de la reforma constitucional como su
consecuencia necesaria. Y aunque elevado a ley de la Republica es de nuestro
deber aceptarlo conformándonos con la expresión legal de la voluntad de la
mayoría, queremos, sin embargo los infrascritos manifestar de la manera más
solemne a nuestros con ciudadanos, nuestra sincera y perfecta adhesión a los
fines de dicha ley, y a la política sabia, conciliadora y progresista actual
Administración.

Ella ha sabido colocarse a la altura de sus rudos deberes y llena de denuedo,


ostentándose fuerte por la verdad de sus principios, confiada en el buen sentido
de los pueblos, no teme, ante comunica ella misma el movimiento regenerador,
que considera como indispensable para elevar la sociedad que le este
encomendada a su merecido y prospero destinos.

El Excelentísimo Gral. José Tadeo Monagas, como fiel depositario de los


pensamientos y deseos del Libertador se ha hecho acreedor a la gratitud nacional
y a los aplausos de la Historia.
Que todos le prestemos sinceramente nuestro apoyo. Que todos cumplamos
el deber que nos impone la Ciudadanía y el patriotismo; que él sabrá cumplir el
suyo como Presidente de la Republica, y como amigo de Bolívar !

Pao, abril 19 1856

33.- El Concejo Municipal del cantón Cumaná pide la Confederación


Colombiana44

Honorable Cámara de Representantes

Un noble y sublime pensamiento, una idea grande y una cuestión harto


importante á los intereses de Venezuela, ha venido á herir de repente nuestros
oídos, á despertar nuestros ánimos, á alentar nuestras esperanzas, y para revivir
recuerdos sobremanera gratos y portentosos, pero que yacían relegados al tiempo
y remetidos al olvido. Hablamos de la Confederación Colombiana, ó sea de la
unión bajo una sola familia de las republicas de Venezuela, Nueva Granada y
Ecuador, administradas con un mismo pacto de asociación política.

Semejante pensamiento expresado en algunos párrafos del Mensaje que


acaba de dirigir á las Cámaras legislativas S.E. el Presidente de la Republica,
robustecido por igual solicitud del Concejo municipal de Caracas, es la voluntad de
todos los pueblos y el deseo á que aspiran todos los pechos americanos.

Debilidades las tres secciones que componían la gran republica de Colombia


con las funestas consecuencias derivadas de su separación, concurren hoy
avergonzadas y arrepentidas á juntarse en derredor del pabellón que las condujo á
la victoria, é inspiradas por un mismo sentimiento y por idénticos deseos, vienen a
pedir con la voz el patriotismo el gaje de su futura prosperidad, y el cumplimiento

44
Ibídem, fs. 269-272.
de los votos de su común libertador, “La unión”; unión que debe dar por resultado
las grandes ideas, las sublimes concepciones y la salud de la Patria, afianzada en
la alianza de las tres naciones, defendidas por una sola bandera, gobernadas por
las misma instituciones; y ofreciendo á la contemplación del mundo civilizado el
sublime espectáculo de una extensa y poderosa nacionalidad.

Una larga y dolorosa experiencia, adquirida en la historia política de nuestra


tierra, forzosamente había de producir este suceso y encaminarnos á la
realización del gobierno federativo que ha dado el fruto de tantos bienes en los
Estados Unidos de Norteamérica, tal como lo ensayo Venezuela en su
constitución federal de 21 de Diciembre de 1811 y como solicitan y proclaman
actualmente los pueblos neogranadinos.

La ciudad de Cumaná que ha ilustrado con tantas glorias la escena de


nuestra regeneración para alcanzar y consolidar la libertad, no puede permanece
indiferente á la cuestión pacifica que se ventila en la presente circunstancias, y se
complace altamente en prestarle su adhesión al Mensaje de S.E. el ilustre
Presidente de la Republica, que tributando homenaje á la opinión, y acatando el
deseo de los pueblos, añade nuevos timbres á sus distinguidos servicios.

En este concepto, pues, los infraescritos miembros del Concejo Municipal de


esta ciudad, usando del derecho de petición que nos concede el articulo 193 del
código fundamental de la Republica, solicitamos también del Soberano Congreso
se sirva, en conformidad con el articulo 227 de la misma Constitución, dictar
cuanto antes sea posible, las providencias que conduzcan á que se verifiquen de
la manera mas conveniente á los pueblos de Venezuela, los pactos de
Federación, que unan, arreglen y representen las altas relaciones de Colombia,
conforme á las bases que la opinión general vaya fijando para dichos pactos, á
cuyo fin, son de tenerse presentes el decreto del Constituyente fecha 17 de
Agosto de 1830: la resolución del primer Congreso constitucional dada el 13 de
abril de 1831 y la de 29 de abril de 1832 sobre esta materia. Cumana Febrero 29
de 1856.

Honorables representantes

El Presidente del Concejo


Jesús de Vallenilla

(siguen firmas)

34.- El Concejo Municipal del Cantón Maracaibo pide Confederación


Colombiana 45

Honorables Senadores y Representantes

El Concejo Municipal del Cantón Maracaibo, capital de la provincia de este


nombre, animado del más vivo deseo de ver realizado el espíritu del articulo 227
de la ley fundamental de la Republica, porque juega que este sea el día de gloria
nacional y el que produzca los ófimas frutos que se propusieron nuestros ilustres
Guerreros al independizar el Continente de Colon. Vivificado con el patriótico
mensaje del egregio general en Jefe José Tadeo Monagas que es hoy el que
afortunadamente rige los destinos de la patria, cuya carrera esta marcada con
monumentos de heroísmo en la lucha sangrienta con que concluyo la tiranía y
conque adquirió Colombia su emancipación política, y persuadida de que las
cámaras Legislativas de 1856, guiadas de un porvenir lisonjero, y de la mejora que
debe adquirir nuestra existencia social. Han acojido el feliz pensamiento, la
portentosa idea de ocuparse de la Gran Confederación Colombiana que una,
arregle y represente las altas relaciones de los pueblos que componen el territorio
á quien el Genio de Bolívar dio Independencia y Libertad; el Concejo Municipal

45
Ibídem, fs. 273-278.
repetimos, ocurre al Congreso Nacional manifestándole que acepta y se propone
sostener con todos sus esfuerzos y con el mas vivo entusiasmo las miras del
legislador, así en el punto á pactos de Confederación, como en cuanto á las
reformas que sean necesarias para allanar los inconvenientes de la actualidad.

Inoficioso sería, Honorables Señores, discurrir sobre la utilidad de aquella


realización, porque al recordar la Historia de los acontecimientos, al remontarnos
sobre los males que han sucedido y suceden á las fracciones que componían á
Colombia, al remover las calamidades públicas, tanta sangre derramada entre
unos mismos hermanos, el suelo ocupado por la discordia. Las principios definidos
el espíritu de partido, conculcada la moral de los pueblos y en fin agotado todo
bien por la guerras intestinas; diriamos que había sido ilusoria nuestra
regeneración, que los cuentos sacrificios de los mártires de la Independencia se
había hecho rogatorias, porque tales son aquellos que han servido para libertar,
pero no para conservar y consolidar el fin de la libertad.

Por otra parte, los pactos de Confederación Colombiana harán germinar la


fuerza que solo consiste en la unión, nos proporcionaran consideraciones y
respetos, y haciendo surgir la mejora financiera, nos sacarán de la postración en
que se encuentra la riqueza nacional. el amor fraternal se ensanchara, se
renovaran y aproximaran mas y mas las relaciones sociales; y por este contacto,
que puede decirse sagrado, se uniformaran los pensamientos, se adunarán las
esperanzas, y los hijos de tres Republicas llegaran a sentir el consuelo de
pertenecer á una sola familia: á la antigua familia colombiana.

Acuso hoy un derecho perfecto, y sin acaso existe en los pueblos de


Colombia la ley ingente de su conservación, aquella ley que tendiendo al bien
procomunal, hace que se disponga toda otra medida que pueda contrariarla por
poderosa que ella sea, y este bienestar, esta ansia de la humanidad demanda con
precisión el arreglo de los pactos mencionados puesto que de estos pactos
dependen tan saludables beneficios.
Basta, señores, y Bolívar desde su tumba reclama la reunión de todos los
colombianos, la consolidación de los hijos por quienes todo los desprecio en la
vida, y parece que debe apreciarse el llamamiento de estas reliquias, las
patrióticas intenciones del Ecmo. General en Jefe José Tadeo Monagas y la
conveniencia de los pueblos cuya soberanía se os ha delegado. Así, pues, tened
en cuenta esta manifestación, emanación del patriotismo que el Concejo Municipal
de Maracaibo os hace á nombre de los pueblos que representa, y por el conducto
del señor Gobernador de la provincia: ella envuelve dos objetos: primero: que el
concejo acepta y ofrece sostener con todos sus esfuerzos el proyecto de que os
ocupen en cuanto al arreglo de los pactos de la Confederación Colombiana, en
cuya medida espera proseguir con denuedo, y segundo: que deberá acordar todas
las reformas que sean indispensables á salvar las necesidades actuales de la
Republica. Dignaos acogerla. Maracaibo Febrero 25 de 1856.

H. H. Senadores y Representantes

El Jefe Político Presidente del Concejo


Gabriel Molero

(siguen firmas)

34.- Varios vecinos de la ciudad de Cura piden la Confederación


Colombiana46

H.H. Cámaras

46
Ibídem, fs. 279-287.
La antorcha luminosa que guía a los pueblos por el sendero de la felicidad,
después de haberse sembrado largo tiempo, vuelve a aparecer bella, radiante y
hermosa, para servir de mundo a los venezolanos.

Débiles, dividios por mezquinas pasiones, sumidos en espantosa miseria,


vagábamos sin rumbo paso celoso mar. Hábil era el piloto y este era el único
consuelo.

Ni había pasado, porque esa historia gloriosa que nuestros héroes


escribieron con su sangra e ilustraciones eran sus proezas; la envidia y la
ambición pretendieron sumirla en el olvido. El dorado libro que la contenía fue
desojado, y en cada una de sus paginas sueltas, pusieron una nota que, o
menguase el valor de nuestros grandes capitanes, o empeñase se el brillo de sus
virtudes cívicas.

La presente... ¡era la convicción de misma impotencia, y luego, pobreza,


rencillas, celos, guerras civiles, grandes escándalo de la desunión!

El porvenir era nebuloso y triste. Al ver a nuestros hijos nos acaba la mas
negra, pesadumbre porque el ejemplo de los presentes iba a corromper su
corazón; porque no podíamos legarles sino envilecimiento y desdicha ¿Cómo
convertir una patria, cuyos campos están yernos y empapados además con la
sangre de sus hijos, cuyo nombre no respeta el extranjero, vacíos no pueden
cambiar las fuerzas de sus héroes, y cuya libertad huyo muy lejos, porque esa
Diosa a quien el hombre siempre adora y necesita, teme el miedo de los armas
fraticidas, se esconde cuando el humo de los combates; Y nunca es donde la
fuerza reina, y nuestro vivir es la guerra, como convertir, repetimos, esa patria en
una nación feliz, grande, respetada, rica y prospera, con sus héroes y hazañas del
pasado, con un porvenir que estimule, que fascine, con el pleno goce de su dicha
y libertad?
Venezuela toda agraviada bajo el plúmbeo peso de sus desventuras, gemía
y se desesperaba, y la preocupaba constante la solución del gran problema, y el
mal crecía re rápidamente, y en la misma proporción se iba menguando la
esperanza, pero su primer Magistrado velada por su suerte, amigo del gran Bolívar
fundador y sostenedor de Colombia. Él había guardado religiosamente su
adoración por la gran Republica. Había acariciado su recuerdo sobre su corazón: y
su gloria y su fama u sus prodigios, le habían sido siempre caros como dogmas de
sus creencias: él recuerda con entusiasmo los días y los acontecimientos de su
Juventud, se entristece con la presente y buscando para la patria un porvenir
mejor: Reconstruid a Colombia, nos dice, H. H. Representaciones; que se abracen
como hermanos, los que jamás abrasaron cadenas, los que jamás lidiaron por
romperlas con denuedos y bizarría, los que jamás pasearon victoriosos el pabellón
tricolor de un extremo a otro de la América del Sur: hacer que reaparezca la obra
del gran Bolívar con todos sus atributos de poder, Gloria y Libertad.

Dice; y las Municipalidades a porfía en dirigir presiones en el mismo senado


pueblos escogen con entusiasmo el pensamiento salvador y glorioso manifestando
por el Gral. José Tadeo Monagas y repartido en coro para los Consejos. La
seguridad de un próximo bienestar, y la esperanza de un porvenir prospero, les
animan. El de Cura, al primer anunciado, se estremecía y se exalta, quieren uno
de los que más decisión con mas presteza y espontaneidad aparezcan
sosteniendo la Gran medida, rodee el estandarte glorioso que ha desplegado el
Jefe de la Nación.

Por eso venimos hoy respetuosamente nosotros, H.H.R.R., a pedirnos que


en uso de las atribuciones que nos corresponde os da, procedáis a establecer los
pasos de Federación que han de revivir a Colombia, y a iniciar las reformas que
han de asegurar misma paz, misma libertad y misma dicha.

Eso os pide hoy el pueblo de lima: eso expresa de vosotros patriotismo e


ilusión: eso llevará mismos miembros rodeados de una gloria, a la más remota.
36.- El Concejo Municipal del Cantón Curiepe pide se lleve a efecto el pacto
sobre la Confederación Colombiana47

Honorable Cámara de Representantes

El concejo Municipal de Curiepe, a nombre de los habitantes del Cantón, y


usando del precioso derecho que la Constitución da a todos los ciudadanos eleva
hoy su voz ante vosotros, legítimos Representantes del pueblo, para dar á conocer
los males de que adolecen los venezolanos y pediros los remedios eficaces que
están llamados á procurarle.

Desde el momento que la gran familia Colombiana, apartándose de las


paternales instrucciones del genio sublime que la creo, deja de figurar en el
catalogo de las naciones, para presentar al mundo la división que hoy existe de
Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, constantemente hemos experimentados á
nuestra costa la predicción que en sus últimos momentos formulo el Grande
Hombre. Todos anhelamos la paz y el progreso para nuestra patria, y siempre la
vemos en medio de discordia y en marcha decadente. Parece que las provincias,
los Cantones, las ciudades y hasta los caseríos mas insignificantes han seguido
progresivamente el espíritu de división que se fomento al efectuar la de Colombia,
y no tardaríamos mucho sin vernos envueltos en la mas horrible amargura.

Pero los venezolanos al fin se han convencido de que la salud de la patria,


que es el primer bien apetecible, esta vinculada en la unión del pueblo colombiano
en la forma federal, la unión tan recomendada por el Padre de la Patria y cuya
perdida ocasiono su muerte.! Verifique la unión Colombiana y no seremos ya mas
el juguete de estas pasiones que ha desolado nuestros fértiles campos y
diezmado nuestra población: verifíquese y tampoco lo seremos de algunas

47
Ibídem, fs. 311-314vto.
naciones inconsideradas que se prevalecen hoy en nuestra división y debilidad
para aumentar su provecho:

Exista de nuevo la nación respetable que el Libertador plantea y gozaremos


de paz, contemplaremos el Orden y admiraremos el progreso de nuestra patria.

No desatendáis H.H.R.R. el clamor general del pueblo Venezuela: la


aplicación del remedio que os pide es muy oportuna en las actuales circunstancias
en que, por segunda vez vemos rigiendo los destinos de la Nación al benemérito
Gral. José Tadeo Monagas. Todo venezolano conoce la bizarra conducta de este
ilustre veterano demuestra Independencia; y su constante adhesión al eminente
caudillo de nuestra emancipación: adhesión que no desmintió jamás, ni aún
después de su muerte, porque conocía muy bien la elevadas y patrióticas miras de
aquel genio de la libertad americana. Estas solas prendas que el Gral. José Tadeo
Monagas reúne serán suficientes para conceptuarlo como el único Jefe capas de
conducir a los venezolanos por la senda de la paz del orden y prosperidad pero le
adornan otras cualidades.

Honorables Representantes confiad el timón de nuestra nave política á este


experimentado piloto y no dudéis que él, la conducirá salva por medio de los
escollos que rodean al anhelado puerto.

Nosotros recibiremos dando este paso, las bendiciones de vuestros


comitentes.

Curiepe y Febrero 22 de 1856.

Honorables Representantes

El Presidente del Concejo


Leandro Moreno
(siguen firmas)

37.- Los vecinos del Cantón Santa Lucía piden la Confederación


Colombiana48

HCR. de Venezuela

Los vecinos del cantón santa Lucia, los primeros siempre a sostener la
libertad y la tranquilidad de la Republica, nos encontramos hoy trasportados de
puro gozo i de sincera alegría. El Benemérito General José Tadeo Monagas digno
Jefe del Estado y fiel compañero del héroe Suramericano del inmortal Simón
Bolívar, desea el restablecimiento de la antigua Colombia. Según la exposición
consignada en el mensaje que os dirigió en vuestra ultima reunión. Pensamiento
sublime, sugerido sin duda por la divina providencia que condolida de las
calamidades que nos aquejan ha un cuarto de centuria resuelve al fin terminar los
males de la triste Venezuela.

Colombia H.H.R.R, palabra mágica, palabra encantadora evoca de lo hondo


de nuestra mente gloriosos recuerdos que yacían como olvidados y cubiertos con
el polvo de muchos de los héroes que la formaron. En un tiempo la hermosa
Colombia atrajo las miradas de las cultas Europa.

Se la veía como un coloso que levantaba su enhiesta cabeza entre los mares
que con un pie en el pacifico y otro en el atlántico pidiera aspirar con el tiempo as
ser la señora del mundo, modelo de heroísmo y de virtud. Bastardas pasiones
rompieron su unión, y la discordia devoró su seno, cumpliéndose así el vaticinio
del libertador en sus últimos momentos.

48
Ibídem, fs. 328-331vto.
Reservado estará á S.E. el Presidente José Tadeo Monagas revivir este
momento que él los tuvo aun más allá del heroísmo y á los pueblos nos toca
robustecer su opinión, a fin de que conociendo la voluntad general apoye en ella la
propia, y siga la marcha progresiva de esta regeneración hasta lograrla totalmente.

Nuestro horizonte oscuro no nos prometía un porvenir lisonjero, efímeras


esperanzas sostenían solo nuestra miseria existencia: mas apenas hemos oído el
deslumbrante nombre de Colombia, nos reanima un nuevo ser i nos alienta la
esperanza de un feliz porvenir.

H.H. Representante á vosotros os toca decretar la unión Colombiana bajo un


pacto federal. Consolidad esta grande obra que es la voluntad pronunciada de los
pueblos i vuestros hombres serán colocados como de los más preclaros en el libro
de la historia, que es la verdadera inmortalidad.

Destinados al cultivo de los campos, empresa hoy mas que difícil, separados
de la política i con pocas relaciones en la capital, ignorábamos cuanto pasaba en
el santuario de las leyes; Mas la exposición que el Concejo Municipal de este
cantón os dirije sobre la materia, ha hecho despertar nuestro dormido patriotismo
reuniéndonos para dirigirnos nuestros tratos que esperamos no despreciaréis; y
que serán acojido como el testimonio de un pueblo libre que siempre ha sorteado
con las armas la voluntad general.

Santa Lucia febrero de 1856.

(firmas ilegibles)

38.- El Concejo Municipal del Cantón San Felipe en la providencia del


Yaracuy, pide se realice el pensamiento sobre Confederación Colombiana49

49
Ibídem, fs. 332-335.
Honorables Cámaras de Representantes

Aspirad Honorable Señores á todo aquello que tienda al bien y grandeza de


los pueblos, propender á que se realicen las saludables reformas que el tiempo y
el experiencia con su elocuente enseñanza aconsejan en las instituciones, he aquí
lo que hoy propone el Concejo Municipal del Cantón san Felipe, sin que el
presente solicitud lo mueva otra cosa que el vivo y sincero deseo que anima á sus
miembros de corresponder de una manera digna á la confianza del pueblo que
representan y por cuyos destinos se interesa, con el noble propósito de que ellos
sean los mas grandes y gloriosos.

Veinte y seis años nos separan del sepulcro de la Gran Colombia. Periodo
ese marcado en las tres secciones que la constituyeron, con las más rara
vicisitudes, con las mas tremendas desgracias, y en el cual no poco ha corrido la
sangre de sus nobles y generosos pueblos.

Vosotros sabéis H.H.S.S. la historia de los últimos tiempos, habéis


contemplado las largas luchas que han torturado la bella índole de nuestros
pueblos é inquietados constantemente sus sencillos hábitos de paz y de trabajo.
¿Que se ha conseguido al fin de esas violentas sacudidas, suscitando mas que
otra cosa por la ambición y mezquinas venganzas? Una triste y dolorosa herencia
que llorarían muchas generaciones si, con las manos sobre nuestros corazones no
buscásemos un remedio eficaz para poner término á tamañas desventuras.

Tres pueblos hay destinados por la Provindeciada á no firmar mas que un


solo pueblo. Cuando el genio de Colombia los unió para formar esa gran replica
que admiraron todas la naciones, vosotros les visteis escribir la mas bella historia
de los tiempos modernos quizás sin rival, en los tiempos futuros. Entonces nos
gozábamos á la sombra de los laureles de Carabobo, Junín, Boyacá y Ayacucho,
y en el pendón victorioso de Colombia, elevado sobre exaltada sima de los Andes,
protegía una nacionalidad noble por lo heroicos y brillantes hechos que presidieron
su cuna, rica y feliz por los atributos que encerraba su venturoso suelo.

Paso la época de Colombia, surgiendo tres nacionalidades de las ruinas de


ese glorioso monumento de sud- América: se despedazo el vinculo de unión de los
tres grandes pueblos que la formaron: se mintió á la bellas esperanzas del Gran
Bolívar, y de tantos ilustre capitanes, cuyos sueños de gloria y bien andaza
estaban entrelazados con la Gran republica; y en vez de una nación fuerte y
respetada por lo demás pueblos del mundo, hemos formado tres Republicas
débiles y pequeñas, triste juguete de naciones mas poderosas y de las malas
pasiones de sus propios hijos.

El tiempo ha llegado H.H.S.S á convencernos de que para seguir los pasos


al desarrollo progresivo de la civilización, para satisfacer las exigencias de la
época, para cumplir el destino providencial de la mayor parte de los pueblos de
Sud-América, que el origen, índole y costumbres han identificado de una manera
notable, deben procurarse á todo trance formar de tantas nacionalidades aisladas,
una sola nacionalidad, fuerte, grande y poderosa, cobijada otra vez por el pabellón
glorioso, cuyos vivo colores tanto brillo lanzaron en los tiempos dichosos de
Colombia.

La federación colombiana: la unión en un solo cuerpo de los tres Estados,


Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, he aquí lo que la Municipalidad de San
Felipe, cree puede acabar de un solo golpe con nuestras debilidades y errores y
hacer que nuestra Patria conquiste en pocos años el grado de esplendor y de
riqueza que le brinde ese tesorero de elementos de prosperidad con que cuenta, y
cuyo desarrollo podría conseguirse con una paz sólida y durable.

Algo pagaríamos con este paso que reclaman nuestras necesidades, de la


inmensa deuda que tenemos contraída hacia la memoria de Bolívar. Sus sagradas
y queridas cenizas se estremecerían en la tumba, cuando el clarín de la Fama
pregonase de nuevos las glorias de Colombia. A fin, los ultimo votos de ese Varón
ilustre, vendrían á realizarse para aprovechamiento de tres pueblos, que unidos en
un solo pacto, darían al mundo el espectáculo de un gran republica, importante por
sus productos, por sus canales, por su selvas, por sus mares, por los tesoreros
que encierran las entrañas de su suelo, y en una sola palabra, por su activa é
industriosa población, que al favor de ese pacto, encontraría mas elementos para
dar vuelo al espíritu de empresa y conquistar un bienestar seguro y estable.

El Concejo Municipal del Cantón San Felipe, en merito de los expuesto, y en


uso del derecho de petición. Os excita á que ejerciendo las atribuciones que os
confiere el articulo 227 de nuestra Constitución, dictéis una ley que arregle y
determine lo conveniente á fin de establecer la Federación Colombiana en la
forma y términos que creéis mas cónsonos con los intereses de los pueblos que
os han confiado sus destinos. San Felipe, Febrero 21 de 1856.

Honorable Cámara

El Presidente del Concejo

Rafael Amaral

(siguen firmas)

39.- La junta comunal de la parroquia de Cagua, varios vecinos de la misma


parroquia, los del Cantón Maracay, los de la Ciudad de Valencia, y el Ilustre
Concejo Municipal de la dicha ciudad, representan á la Cámara pidiendo se
lleve a cabo el pensamiento sobre Confederación Colombiana50

H. Cámara de Representantes

50
Ibídem, fs. 346-361.
La Junta Comunal de la parroquia de Cagua une hoy sus sentimientos y sus
deseos á los expresados por S.E. el Poder Ejecutivo en su mensaje del 20 del
ppdo. Respecto al restablecimiento de la siempre gloriosa Republica de Colombia.
Causas transitorias producidas por sucesos que ya pasaron y por el vicio que en si
llevaban unas instituciones imperfectas, acordadas, resueltas y juradas, cuando
aun el cañón enemigo resonaba en nuestras playas, determinaron violentamente
su disolución. No fue este un acto político sancionado por los grandes intereses de
Colombia. Él por el contrario los hirió de muerte. Sustituyo á la confianza que
inspiraba la gran republica, un vergonzoso descrédito, y la mas completa
desmoralización que se hay visto y jamás en pueblo civilizado.

Con razón no era de esperarse por el permanente orden y progreso en las


tres grandes secciones en que fue dividida Colombia, pues el acto que formo esas
tres pequeñas naciones es y será siempre en ejemplo vivo y trascendental del
poder de las pasiones sobre instituciones humanas, pues que el titulo que llevan
no es el grande y glorioso con el que conquistaron su independencia y bajo el que
fueron bautizados al inscribirse por primera vez en el catalogo de las naciones; y
en fin por que la debilidad de cada estado le hace sentir mas y mas la falta de la
fuerza, crédito y grandeza de Colombia No es el de hoy el estado normal de las
tres Republicas. Hay entre sus miembros un deseo nacional que debe cumplirse,
hay una necesidad que debe satisfacerse para que consigan al fin el reposo
público tanto tiempo perturbado entre ellos, reaparecen ante el mundo como
Estados ó grandes departamentos de la poderosa nación que asienta un pié en el
pacifico y otro en el atlántico.

Este fue también el ultimo deseo del Libertador expresado como un


testamento político al borde de la tumba. El padre de la patria, el padre de la
libertad de Sur América, recomienda la unión como el preservativo contra la
anarquía que de otra manera llegaría á devorarse su Republica favorita. Por
fortuna aun es tiempo de que no se realicen sus profecías. Aun es tiempo de
volver á la unión de que a pesar de sus concejos nos apartamos. Si aun es tiempo
pues que tanto era el poder de Colombia, que no obstante mas de veinte años de
luchas intestinas aun se presentaría al Universo, tan gloriosa, tan grande rica
como en los días de la victoria.

Ningún elemento contrario se opone á la reconstrucción de Colombia. El


interés de Venezuela es el mismo de la Nueva Granada y del Ecuador. Religión,
idioma, costumbres son los mismo en los tres pueblos; el amor á la libertad y á los
principios democráticos formara entre un lazo político tan estrecho y duradero que
no han podido destruir tantos años de separación. La agricultura y el comercio son
sus principales fuentes de riqueza; ¿porque pues no están unidos cuando no es
posible rivalidad alguna en sus intereses morales, políticos y materiales? ¿Y
cuando esos mismo intereses reclaman imperiosamente es unión? ¿porque no
nos reunimos alrededor de es estardante sobre que se reclama la independencia y
libertad de los tres pueblos?

Acuérdese la unión por sus Representantes y la sabiduría de Colombia


formaría desde luego adecuadas instituciones que desnudas de los vicios y
defectos de las anteriores, y sin tocar los pequeños intereses locales de uno y de
otros dieran fuerza y valor á los grandes cuestiones nacionales. Los pueblos de
Colombia no están ya en la infancia. Han recibido lecciones muy vivas del pasado,
para que se tomen los mismos desordenes que produjeron la funesta disolución
de Colombia. Conocen hoy que necesitan de unión para alcanzar la fuerza, la paz
y el progreso que pequeños y aislados pretenden inútilmente.

Los miembros de la Junta comunal de esta parroquia une sus votos á los de
tantos hombres ilustrados que se han pronunciando en esta grave cuestión, y con
especialidad á los de S.E el Presidente de la Republica que os recomienda la
unión de Colombia. Sería un feliz presagio para ella que fuese sancionada en
Venezuela por el Benemérito General que en 1830 tuvo la firmeza heroica de
oponerse abiertamente á la disolución de la bella Republica que ayudo á fundar á
acto inmoral é impolítico que tanta sangre y lagrimas ha hecho derramar en el
suelo de Colombia. Si tal día llegase seria el mas glorioso para el General José
Tadeo Monagas.

Concluimos H. Representantes pidiendo que usando de vuestras


atribuciones constitucionales cooperéis al restablecimiento de la Republica de
Colombia bajo la forma federal mas conveniente, cumpliéndose asi las miras
futuras del Congreso Constituyente de Venezuela. Cagua 20 de Febrero de 1856.

(firmas ilegibles)

Presidente de la R.de.V
Junta Comunal
Cagua febrero 20 de 1856

Excmo. Señor Presidente de la H. Cámara de Representantes

Adjunto a V.E. una petición que la junta comunal de esta parroquia presidía
por el que suscribe dirige al soberano Congreso por el órgano de esa Honorable
Cámara.

Soy de V.E. muy atento servidor

José (ilegible)

Vecinos de la Parroquia Cagua del Canton Turmero piden Confederación


Colombiana

Honorable Cámara de Representantes


Los que suscribimos vecinos de la parroquia de Cagua del Cantón Turmero
provincia de Aragua hemos leído con júbilo el mensaje que S.E. el Presidente de
la Republica ha dirigido al cuerpo legislativo, solicitando a la Federación
Colombiana como el puesto seguro para el abrigo de nuestra dicha y bienestar
futuro.

Estos documentos, Honorables Representantes, basado con abnegación y


patriotismo, de que es capaz eminente ciudadano General José Tadeo Monagas,
nos ha llenado del más fervoroso entusiasmo, porque Colombia con su historia,
sus glorias y sobre todo con el genio que supo inspirarla el inmortal Bolívar nos
pertenece de hecho y de derecho, felices nosotros si pudiéramos con la
experiencia de lo pasado reconstituir a Colombia bajo los auspicios venerándoos
del ilustre y desinteresado patriota General Monagas.

Poseídos del más cordial deseo por la perpetuidad de la paz y por alcanzar
un porvenir venturoso suplica a la Honorable Cámara se sirva acoger la idea feliz
de la Federación Colombiana.

Estos son nuestros votos. Los dirijimos también al Cielo porque en ellos va
envueltos la felicidad de nuestra querida patria. Cagua, Febrero 17 de 1856.

(firmas ilegibles)

Vecinos del canton Maracay piden la reconstitucion de Colombia

Honorable Cámara de Representantes

Los que suscriben vecinos todos del Cantón Maracay, usando del derecho
que les concede la Constitución en su Art. 193 se dirigen á esa Honorable Cámara
deseosos de manifestarle el entusiasmo con que han acojido el ilustre mensaje
que os ha dirigido S.E. el Presidente de la Republica al abrir las presentes
sesiones, muy particularmente en la parte que os demanda la reconstitución de
Colombia.

Sin grande aparece el Libertador Simón Bolívar el concebir la Republica


gigante, grande también aparece ahora S.E. el General José Tadeo Monagas al
pediros que expidáis un acto que reclaman unísonos todos los pueblos de
Venezuela. Rotos los lazos que unieron á las tres secciones nada mas sublime,
nada mas grande, nada mas cónsono con las necesidades actuales que
reanudarlos, después de las tremendas borrascas políticas que cada una de ellas
acaba de su sufrir. Colombia esta en el corazón de todos: no podemos existir sin
ella su resurrección nos anuncia el aniquilamiento completo de nuestras rencillas
domesticas, i la seguridad de una paz inalterable. Nada puede añadir á las sólidas
razones en que se funda S.E. al solicitar este paso, sino pediros con toda la fuerza
de que susceptible el patriotismo, que acordáis todas aquellas disposiciones que
conduzcan á la realización de la obra. Nada debe arredraros: contáis con el
robusto apoyo de la opinión pública: contáis con la cooperación del Jefe de la
Administración. Ningún sacrificio es grande para alcanzar tan sublime fin: todo es
pequeño ante Colombia: Con tal de reconstituirla, i estad seguros de que seréis
bendecidos por la posteridad.

Maracay febrero 19 de 1856

Honorable Cámara

(firmas ilegibles)

El Concejo Municipal de Valencia pide Confederación Colombiana

Honorable Cámaras Legislativas


El Concejo Municipal de Valencia se honra en representar al Congreso de la
Nación, una de las mayores necesidades políticas de nuestros pueblos, en la
presente época, con fin de solicitar un pronto remedio.

¡Colombia! Esta republica, hermosa creación del Genio del inmortal Bolívar,
fue dividida y borrada del catalogo de las naciones, por error de unos de sus hijos,
que aprovechándose de los grandes inconvenientes que presentaba la
administración de una Republica central, con un vasto territorio, con diversidad de
climas, de costumbres y de intereses, destruyeron la obra que el patriotismo solo
hubiera modificado: Los males que tenían origen en el centralismo, hubieran
desaparecido con la confederación, porque entonces, cada departamento hubiera
tenido el poder bastante para atender á sus necesidades locales, sin debilitar sus
fuerzas, ni condenar al olvido un nombre, que ha debido ser el orgullo de una
porción de la América del Sur. Sí, Honorables Representantes: el nombre de
Colombia lo es de grandes recuerdos, y no puede pronunciarse sin conmoverse
por una grata emoción: al instante nos imaginamos la guerra de independencia
con sus cien batallas y espléndidos triunfos, el poder español domado en Boyacá,
Junín, Carabobo, Aragua..., el valor, constancia y amor patrio de los grandes
caudillos: Seis millones de esclavos, libres y en el goce de sus derechos naturales,
y en fin, un cuerpo político, que presentaba ante el mundo, un gran volumen de
territorio y de riqueza, que debía atraer en poco tiempo población, y todo genero
de conocimientos útiles. Pero, como el humo, desapareció todo esto, Honorables
Representantes, con la torpe división de la Gran Republica. ¿ Cuál es hoy la
Fuerza respectiva de cada una de las que se formaron con sus despojos? ¿Cuales
las consideraciones que les dispensan los pueblos civilizados? Todos vemos y
palpamos lo que sucede. ¿ Para que, pues, referirlo? Venezuela, Nueva Granada
y Ecuador, divididos, pesan muy poco en la balanza política del mundo, pero
unidas, son siete millones de hombres, que consumen los productos de la
industria europea y le ofrecen las materias primeras que necesita: que se ligan
para defenderse de toda agresión, y cuentan con un extenso litoral, que no
bastara á bloquear bien toda la marina iglesia.
Esto es cuanto al Exterior que mayores beneficios se recibirán en el interior
por la bondad del sistema Federal, y el interés recíproco de los estados en
mantener la paz pública. Y cuando regeneraba la Republica de Colombia, vuelve á
presentarse ante las naciones cultas, sosteniendo su crédito y acreditando, con
sus virtudes y sus leyes, su ilustración y buena índole, ¿ hasta donde irá el
desarrollo de nuestra población y de nuestra industria, y cuanto no será nuestro
poder? Esa Republica colosal, que ayer estaba en la infancia, y hoy en su
pubertad, deslumbra al mundo con su grandeza y su esplendor, Los Estados
Unidos del Norte, no serán, pasado algún tiempo mas admirados que los Estados
Colombianos.

He aquí, H.H.R.R., lo que ha comprendido muy bien, el ilustre Presidente de


la Republica. Habéis leído su mensaje, y habéis, sin duda, sentido el entusiasmo
que siempre producen los grandes pensamientos. La regeneración de Colombia
es su deseo, y la regeneración de Colombia, es el deseo de todos los que aman la
patria y quiere su engrandecimiento y prosperidad. Al Congreso toca hacer esta
magnifica obra, de acuerdo con la Nueva Granada y Ecuador, en cumplimiento del
articulo 227 de la Constitución del Estado. ¡Inspiración feliz del Constituyente que
no quiso que pareciese la heroica Nación Colombiana!

Creé este Cuerpo, que los Venezolanos quieren tener el derecho de decir
con orgullo: ¡ Somos ciudadanos de Colombia! Por que hay cosas que los
hombres no pueden dejar de querer, sin estar fuera de razón, y es en este
concepto que el congreso debe dictar todas las medidas que conduzcan á
conseguir la Confederación Colombiana.

Así tiene el honor de pedirlo al Cuerpo Legislativo el Concejo Municipal de


esta Capital. Valencia Febrero diez y ochocientos cincuenta y seis.

Excmo. Señor
(firmas ilegibles)

Comunicación del Concejo Municipal de Valencia al Congreso Nacional

REPUBLICA DE VENEZUELA

CONCEJO MUNICIPAL
DEL CANTON.
Núm. 57

Valencia 20 de Febrero de 1856


Año 27 de la Ley y 46 de la Independencia

Excmo. Sr. Presidente dela H. Cámara de Representantes

Reunidos el I. Concejo Municipal el 18 de las corrientes en sesión ordinaria, y


teniendo presente el ilustrado y patriótico mensaje de S.E. el Presidente de la
Republica, en el cual pide al Congreso la Confederación Colombiana, tuvo este
Cuerpo á bien hacer igual solicitud, como se impondrá V.E en la representación
que tengo el honor de acompañarle para que se sirva ponerla en conocimiento de
la H. Cámara que preside.

El Art. 193 de la Constitución nos da el derecho de pedir dirigir al Congreso


nuestras representaciones cuando así lo exigían los intereses de a Comunidad, y
los que suscribimos ciudadanos de Venezuela, hacemos hoy, con el respeto
debido, uso de ese precioso derecho.

¡Hemos leído el mensaje que Excmo. Señor Presidente de la Republica ha


dirigido á las Cámaras en el presente año, y en ese brillante documento hemos
visto manifestando el pensamiento que ha tiempo abrigábamos, y que nosotros
consideramos como indispensable para la completa realización de la Republica
Democrática, pues de esa manera adquiere fuerza y esplendor! ¡Ese pensamiento
es la Confederación Colombiana!

El Art. 227 de nuestro pacto fundamental, legó a los futuros Congresos de


Venezuela la facultad de arreglar lo fue se llamo altas relaciones de lo Estados
que compusieron la gloriosa Colombia; y sois á vosotros á quien la divina
Providencia señalaba para realizar ese principio porque ha suspirado el pueblo, y
que había quedado olvidado entre el choque de las pasiones y de los intereses de
partido. Confiados en que cumpliréis tan alta misión, os dirigirnos nuestra
presentación, uniendo nuestros votos al expresado por el Jefe de la Nación y de
sus dignos Ministros.

Nosotros, educados en la escuela de la Libertad, sabemos apreciar todo lo


que la Libertad tiene de noble y de grande; por eso hemos acojido con entusiasmo
el principio de Confederación Colombiana; y suplicamos al Soberano Congreso de
nuestra Patria haga ver al mundo que el articulo constitucional de que hemos
hecho mención, es una brillante verdad, y no un reglón pálido y sin sentido en
nuestra Legislación.

A los Representantes del pueblo no se oculta que la Confederación es la


paz, el brillo, el poder y la grandeza de la patria: que la ambición de esos tiranos
que dividieron á Colombia para reinar sobre sus ruinas, quedaría reducida á
maquinaciones sordas é impotentes: que las riquezas inmensas con que quiso
Dios favorecer este suelo se verían contribuir al bienestar de los asociados: que el
comercio, la agricultura y las artes llamarían la atención del mundo; y sobre todo,
que Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, burla hoy de las potencias del viejo
mundo, formarían una sola nación capaz de hacer respetar sus derechos, porque
contaría con una sola voluntad y con el valor de los colombianos. Hoy es fácil
amenazar nuestras pobres desiertas costas! Pero no seria fácil á las escuadras de
ninguna europea bloquear los dos océanos, que defenderían los flancos de la
gigante Republica de Zea.

Unidos los de las tres secciones con unos mismos intereses, un solo amor, y
una sola voluntad, podríamos presentarnos ante las naciones del mundo,
poderosos, libres, ricos y capaces de desafiar á los tiranos y á los anarquistas,
Hoy ¿Qué hacemos con esos débiles linderos que dividen naciones hermanas,
creadas por Dios para formar un solo pueblo? ¿Que con los intereses que han
surgido de la división en cada uno de esos fragmentos de Nación? ¿Qué con esos
que desean acercarse, abrazarse, hacer una sola familia y que no se atreven,
porque les han hecho atender que no hermanos? ¡Ciudadanos del Congreso!
Queredlo y desaparecerán esos linderos, se acabaran esos intereses miserables u
morirán esas torpes ambiciones¡... Queredlo ¡y nuestro querido pabellón volverá a
flotar por esa exención inmensa desde el Pumaron hasta las fuentes del
Amazonas, brillante y glorioso como en los días afortunados de la lucha contra los
reyes, se le envió flamear en manos de Bolívar¡

¡Ciudadanos representantes! Venezuela tiene fijos los ojos en vosotros.ç

Obrad de modo que vuestros nombres se hagan dignos de nuestra Historia.

Realizad el pensamiento de la Confederación Colombiana.

Así os lo suplicamos.

Valencia febrero diez y ocho de 1856. 46 de la Independencia.

Honorable Cámara

(firmas ilegibles)
40.- Los vecinos de la provincia de Aragua piden a la Camara se sirva llevar a
cabo el pensamiento sobre confederación colombiana51

H. C. D. R.

Los vecinos infrascritos de la provincia de Aragua, en uso del derecho de


petición a V.V.S.S.H.H. con el debido respecto y consideración debido
exponemos.

S.E. El Presidente de la Republica al daros cuenta en las presentes sesiones


de todos los ramos de la administración de los estados, somete a vuestra
consideración la cuestión más importante que ha mucho tiempo agita el
pensamiento de los Venezolanos que propenden de buena fe al lustre y
engrandecimiento de su patria; pues quieren ver arraigado en ella el verdadero
patriotismo, la unión de todos los partidos, la moral pública y sobre todo la justicia,
única base de los gobiernos representativos. Tal cuestión H.H.R.R. es la que trata
de la Confederación Colombiana; es decir del restablecimiento de la gran obra que
concibió i realizo el genio privilegiado de la América del Sur, el Genio Privilegiado
de la América del Sur, que después de tan cruentos sacrificios fue despedazado a
merced de innobles y fraccionarios aspiraciones.

Parece que nuestros hermanos que componen las fracciones de antigua


Colombia, agobiados de los mismo males que hemos sufrido los venezolanos, se
anticipan a buscar el remedio en la realización del profético pensamiento del
inmortal Bolívar ¿nosotros nos haremos sordos a este llamamiento nacional,
traicionado nuestras conciencias y desatendiendo la voz de nuestro primer
magistrado? ¿Queremos prolongar por mas tiempo los males que nos aquejan i
presenciar con egoistica indiferencia la consunción de nuestra nacionalidad? No
H.H.R.R. a vosotros toca secundar las altas miras de nuestro digno Presidente.
Toca a nosotros, porque estáis investidos de los poderes de la gran familia

51
Ibídem, fs. 379-384.
Venezolana ¿estáis penetrado de la urgente necesidad No H.H.R.R a vosotros
toca secundar las altas miras de nuestro digno Presidente. Toca a vosotros porque
estáis investidos de los poderes de la gran familia venezolana, estáis penetrados
de la urgente necesidad de la regeneración social.

Pero el concurrir Venezuela al gran comité que le hacen demás hermanos


¿Deberá presentarse con los arapos que le han dejado sus hijos fraticidas
sirviendo de escarnio al mundo civilizado haciéndose indigna de la preeminencia
que la lego ser hijo y libertador?

No preciso es vestirla de gala ¿cubrir sus mal cicatrizadas heridas; o para


decirlo de una vez, necesario es reformar nuestra constitución poniéndola a la
altura de nuestra civilización y del gran papel que va a representar Venezuela en
aquella vital cuestión.

Si la voz de nuestro primer magistrado hubiera encontrado en el seno de la


Representación Nacional el mismo eco que entre nosotros nos atrevemos a
apoyadas en los artículos 225 y 227 de la constitución.

La Victoria. Febrero trece de mil ochocientos cincuenta y seis.

Excmos. Señores.

Juan Ramón Estévez


José M. Mijares
Capitán

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