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LOS GUARDIANES DEL CONOCIMIENTO Joan Parisi Wilcox ‘cAcaso nuestros ropajes sean distintos, pero todos somos seres huuma- ros, capacitados para amar a los deméss, le dijo un chaman quero a Parisi Wilcox cuando empezaba a contarle los pormenotes de st ini- ciacion. Los guardianes del conocimiento ex la primer obm que registra las ensentanzas de los chamanes andinos segan sus propias palabras. Se los conace como “guardianes del conocimiento ances- tual, son los misticos andinos més respetados y los ancropblogos acepran que constituyen el segmento de la poblacién indigera que con mas purcza ha preservado esos conoci Aguelios que solo conozcan ef misticismo peruano a taves de wxcos de ficcion como Las Nueve Revelaciones encontrarin en este libro tuna forma de acceder al misticismo andino. Nada de los clisicos via~ jes de los chamanes a om dimensiones. Ningan salw extrsensorial, ‘como ocurre en las obras de Castaneda. Los lectores se sumarin, jum con [a autora, eal cireulo en que ‘quem y descubritin -coma hice yo= que cchaman de werdad es muy distineo de fo q Tina 2 Mrunaanvoaucaa! MILLENIUM LOS GUARDIANES DEL CONOCIMIENTO- Joan Parisi Wilcox Vw LOS GUARDIANES DEL CONOCIMIENTO Joan Parisi Wilcox LOS GUARDIANES DEL CONOCIMIENTO a Joan Parisi Wilcox b. PROLOGO Seme ha concedido un enorme privilegio: ser, de una for- ma humilde y modesta, el conducto para el mensaje de los misticos queros de Peri, servir de vehiculo para que estos chamanes puedan hablar de su tradicién y Megar a un mundo que precisa que se le recuerde que todos somos seres es} tales y energéticos en la Gran Red del Ser. La cosmologia de los queros supone una afirmacién del mundo y permite a las personas adquirir «poder». La tradicién mistico-chaménica andina en la que trabajan los queros (véase el apéndice I) tras- ciende Ia altos picos nevados de la regi6n central del Pers. De hecho, cuando lea las piginas dedicadas ala posible evolu- cién espiritual de la humanidad prevista por la profecia andina (profecta que se esté cumpliendo en este preciso momento y ‘a cuya realizacién usted también puede contribuir), se dard ‘cuenta de la importancia que tiene este privilegio también pa- rausted. Me he pasado muchas horas pensando en cual seria la me~ jor manera de ayudar a los queros a difundir su mundo meta- fisico. Mientras reflexionaba sobre el reto que tenfa ante mi, me acordé de dilema de Thomas E. Mails, autor de la biogra- fia del anciano de os lakotas, Cuervo Loco, y delos «ancianos patriarcas> de los hopis. Mails, en respuesta a un critico que aseguraba que la presencia del autor era demasiado patente en —u— sus obras, afirmé que resultaba imposible traducir directam- rente al inglés una lengua extranjera como el lakota 0 el hopi. Es més, Mails aiadia: «El escritor esta obligado a interpretar para escribir. Esto es, tiene que verter con sus propias palabras lo que dice el informador, de modo que lo pueda entender el pblico inglés.»* Tras mi experiencia con los queros, las pala- bras de Mails me parecen convincentes. Subir y bajar por los peldatios de la escalera lingiistica (del inglés al espafiol y de éste al quechua) constituyé para mi una aventura peligrosa y desorientadors, plagada de pasos en falso que me hicieron caer ‘en numerosas ocasiones al suelo de la confusi6n. Por suerte, contaba con laayuda de dos estimados profesores de antropo- logia que hablaban quechua con fluidez y tenfan experiencia entrevistando a indigenas. Uno de ellos, juan Neiiez del Pra- do, es también un paco iniciado (un «sacerdote»). No obstan- te, surgié otro obstéculo, al que Mails hace referencia cuando dice que cualquiera que haya sido invitado alguna vez «por un gran santén a escribir su biografia[.] se habré dado cuenta durante la primera reunién de que la informacién no surge con facilidad. Puede que el informador desee escribir un libro, pero no tiene ni la més minima idea de lo que esto significa. El informador no es un grifo cuya llave pueda abrir uno para que ‘manen las palabras», Mails tiene toda la razén, En Occidente somos expertos conversadores. Lo nuestro es el anilisisy la palabra, y tenemos predisposicidn afilosofar. Puedo dar fe de que los queros no son.ast Ellos son taciturnos y piensan de una manera extremadamente precisa y pragma ‘ca, Aunque deseaban contar sus historias y difundir su cos- mologia mistica, el caudal de sus palabras quedaba a menudo retenido, y yo tenia que rodear el dique para encontrar el cur- so del rio 0 quitar el obstéculo para que el agua volviera a co- rrer libremente. Las maniobras merecieron la pena. No obs- + Todusaciasde Thoms Mishansio ered Te Hopi Su vival Kit, pigs. 340-341, ” —Ra— tante, sidoy cuenta de dichas dficultades es porque no las he disimulado ni suprimido de estas pginas. Es més, a mi enten- der, representan una parte importante del mensaje que deseo ‘transmiti. Imagino que el lector que se acerque a este libro ser también una persona embarcada (sin duda, desde hace ‘tiempo) en un viaje espiritual. Es probable que haya asistido a talleres y leido ampliamente sobre filosofias ancestrales, por Jo que serd un experto en la «narrativa» del misticismo. A es- tas alturas ya sabré cémo «suena». Pero lo que este libro pone de manifiesto es que, cuando uno acude directamente a los misticos, se queda asombrado de lo dispares que pueden Hle- {gar a ser sus narraciones. Me figuro que si Cuervo Loco no se ‘expresaba con tanta claridad y coherencia, como da a enten- der Mails en su obra, tampoco don Juan Matus era tan elo- cuente como lo presenta Carlos Castaneda. Mails cuenta una anécdota reveladora cuando describe la forma en que reaccio- 1nd Cuervo Loco al ofr las palabras de Alce Negro que le leye- ron del clisico de John Neihardt Black Elk Speaks. Cuervo Loco afirmé rotundamente: «Ese no es mi tfo, Alce Negro.» Supongo que muchos lectores reaccionarin més o menos dela misma manera cuando lean esta obra, sobre todo aquellos euyo tinico contacto con el misticismo peruano haya sido a través de obras de ficcién como The Celestine Prophecy o de maestros occidentales del misticismo andino. Teniendo en cuenta estos escollos, he decidido correr el riesgo de supeditar la unidad de estilo al equilibrio entre mi papel como intérprete y mi papel como testigo. Es mi deber como escritora y como paco (iniciada y practicante de a senda andina) introducirle en el mundo del misticismo andino y es- tablecer un marco adecuado para ello. Pero también quiero oftecerle la posibilidad de ofra los queros tal y como los of yo y como los oiria si hablara usted con ellos. Ademés de que me acompaie por la senda del misticismo andino, deseo que se encuentre a mi lado cuando formemos un circulo y escuche- mos lo cue los queros tienen que contarnos sobre las alegrias =—b- ylos temores que sintieron durante suiniciaci6nalsacerdocio sagradoy sobre las energiasligeray pesaca y los demas aspec- tos del causay pacha (el mundo de la energia viva}; sobre el viaje al Pais de los Muertos y el mas alld, Quiero que oiga sus voces, no la mi, y que se familarice con los ritmos y caden- cias, la brevedade intensidad, de una historia peruana contada por un maestro paco andino. Para que pueda hacerse una idea de eémo son realmente los queros (para que pueda, por aside- cirlo, ver a través de sus ojos y sentir conus corazones), en la segunda parte del libra reproduzco entrevista con los queros de la manera mas fel posible acomo fueron en realidad, con el toma y daca y los comentarios al margen que se produjeron entre entrevistador y entrevistado. No omito ni mis pregun- tas n las dificulades de comprensién que tuve. Soy una com- pafera en la bisqueds,y no me cabe duéa de que en el fondo el viaje espritual que estoy realizando esparecido al que reali- za usted, No pretendo poseer una capacidad de comprensién especial. ‘No obstante, en la primera parte ofrezco una visién de conjunto del sistema mistico peruano tal y como se entiende enlas montaias de laregi6n centro meridional del Pert. Estos capitulos, un tanto complejos y enciclopédicos, constitayen tun manual sobre el misticisimo peruano y proporcionan un contexto fundamental ynecesario para comprender las entre- vistas con los queros y realizar los eerccis dela tercera par- te, Lainformacién que se facilita en estos capitulos revela una tradicién mistico-chaménica milenaria que, sin embargo, ena actualidad sigue fuertementearraigada en el corazén y el mo- do de pensar de los andinos. Como no tardaré en descubrir, no se trata del chamanismo de Carlos Castaneda o Lynn An- drews, ni siquiera del de Victor Sénchez. Aqui no encontrari viajes provocados por chamanes o sustancias psicotrépicas para acceder a otras dimensiones © reinos habitados or se- res inorginicos. Lo que encontrard serd una tradici6n sagrada eminentemente pragmética que ofrece hecramientas para vivir 4 cen armonéa con la naturaleza, con los reinos del espirtu y con ‘ios demas seres humanos. Se trata de un sistema repleto de étodos cuyo fin es hacernos sentir bien en el dificil mundo fisico y, paralelamente, ayudarnosa vivir como seres energéti- cos que mansienen un intercambio continuo con el sausay pa- ccha, el universo de la energfa animadora. Se trata, asimismo, deuna cosmologia que espera conilusién y optimismo la evo- luci6n consciente de la humanidad. Espero que pueda leer con calma estos capitulos iniciales y asimilar los fundamentos de la cosmolog'a andina y su extraordinaria mezcla de utilitaris- ‘mo y utopia, pragmatismo y mistero. En estos capftulos iniciales acto necesariamente como intérprete del sistema mistico andino y como pacoiniciada en dicho sistema. Los capitulos dedicados a las entrevistas de la segunda parte le brindan la oportunidad de informarse acerca deo que cuentan los queros sobre si mismos y también sobre ‘el mundo del misticismo andino. La tercera parte, en cambio, |e permitiré utilizar de un modo personal los mézodos chamé- nicos silo desea. Ofrezco estos ejercicios con la esperanza de due, mediante una relaci6n més profunda con cl eausay pacha, usted pueda sentir un mayor bienestar como ser humano y como ser espiritual. Estos ejercicios ponen de manifiesto en ‘qué medida es aplicable el misticismo andino, Notiene que ir al Pera para convertirse en un mistico «andino»; sélo tiene {que creer, como ellos, que est llevando a cabo un intercambio de energia con el mundo de la energia viva. Estos ejercicios le ayudarin a sintonizar con su cuerpo energético, a aprender a dominarlo,y a emplear las cherramientas» energéticas, espiri- ruales y précticas de los chamanes andinos. ‘No pensé cdmo iba a organizar el libro aislada del resto del mundo, En realidad, sucedié al revés. Mientras escribia el borrador algunos compaiieros y posibles editoresinsistieron en que meacereara a los queros y el misticismo relatando mis aventuras en la senda sagrada y centrandome en los aspectos misteriosos y ultramundanos, esas experiencias en el mundo =15— metafisico que los lectores esperan encontrar en libros sobre chamanismoy misticismo como, por ejemplo, los de Castane- da, Andrews, Sanchez y otros aventureros metafisicos, Pero juzgué que, por ética, no podia convert lo «insdlito» en la base de este libro. Decidi desentenderme del minimo comin, denominador de la metafisica (la tendencia a lo enigmatizo), pues habia aprendido que la auténtica labor espiritual (misti- a, chaméniea 0 del tipo que sea) no se levaba a cabo en el ms alli, sino en esta vida, en el mundo agobiante, plagado de preo- cupaciones y regido por el interés propio en el que nos des- pertamos la mayoria todos los dias. Es en este mundo donde se notan més las transformaciones y la influencia de las ense~ fianzas metalisicas. Es este mundo lo que la inmersién ea la ristica revels como instrumento de perdicién, engaiio 0 qui- mera. Es este mundo (que trata de aislarnos en nuestros cver~ os, limitar nuestra visién y subvertir nuestra creencia de que el cosmos esté vivo y consciente) lo que exige ser transforma- cdo mediante a previa transformacién de nuestro ser. Pero esta alquimia no se produce tinicamente mediante el encuentro migico con un espiritu de la navuraleza que habita enn pico nevado, o mediante la experiencia de trascenderlos limites del esgacio-tiempo bajo la influencia de una droga psi- cotrépica durante una ceremonia en la selva. Lo que sf trans- forma y resulta migico de verdad es saber que todos los mo- ‘mentos son asombrosos por triviales que parezcan y luego -vivir plenamente dichos momentos. El instante metamérfico se produce evando uno consigue correr el velo de la experien- cia «sobrenatural» mis intensa y se percata de que siese gordo del sombrero estrambético se hace el mago es s6lo porque se ha olvidado de que ya lo es. Ese mago es, naturalmente, uno mismo: i y yo, y todos los demas... Sin embargo, no cabe duda de que, cuanto més espectacu- Jares y ultramundanas sean nuestras experiencias, més inclina- dos nos sentimos a poner en tela de juicio las normas de la rea~ Jidad que nos obligan a todos a aceptar desde el momento en 16 que nacemos. Es verdad que he tenido multitud de experien- cias extraordinarias mi conciencia se ha fundido con Mama~ del Sendero de los Incas y me conté la historia del rey Colibri. He sentido energia, y lahe visto:un ra~ yodeluz de un azul intenso queatravesaba el tiempo y el espa- cio en las ruinas sagradas de Machu Picchu. Estas experiencias ‘me dejaron tan desconcertada que me di cuenta de mi auto- complacencia y complicidad al partcipar en el sistema de cre- ‘encias cientifico-materialista. Aunque las he visto y sentido, estas cosas no forman una parte especialmente importante de mi trayectoria por la senda andina. No son las herramientas aque he aprendido a utilizar para Hevar una vida consciente. Llevar una vida consciente. Esto, y no otra cosa, significa optar por la senda espiritual y practicar el misticismo. No consiste Sinicamente en abstenerse de juzgar, en el amor incondicional, elperdén, la paciencia y el desarrollo dea intuicién, y en lain- teraccién con la energia que anima el cosmos y con la nuestra. Consiste también en sr conscientes de todos y cada uno de os sentimientos, las acciones, las ideas, las emociones, las inten- ciones, las intuiciones, los suefios y las visiones que tenemos. Consiste en tender puentes entre los distintos mundos, no en ‘estar inmersos en dl fisico 0 en el magico. Consiste, asimismo, entener el valor desaltar del puente hacia la multidimensiona~ ad con los ojos zbiertos y sin una cuerda eléstica atada a los talones, Consiste en la fluidez de laconcienci En a practica, ara ser un chamén 0 un mistico, uno ha de vivir todos los dias los principios de la senda espiritual a su hhumilde manera, no ir corriendo a lugares exdticos en busca de experiencias insditas, No se trata de un momento digno de Hollywood, sino del estado en que se encuentra el ser en ple- zo trfico durantela hora punta, cuando uno se ha pasado va- rias horas con un rifio que llora ose le acaba de quemar lait rma tostada que le quedaba. No se trata sélo de reconocer lo we milagroso en lo aparentemente prosaico, sino en sentir lo mi- lagroso en lo prosaico. Por todo esto, cuando me animé a escribir sobre los que~ 105 (por razones que aclaro en la introduceién) tuve que to- mar una serie de decisiones de importancia crucial. Ademas de las relacionadas con la narracién y la orgenizacién alas que me he referido, debi tomar otras por motivos que tienen que ver tinicamente contigo, lector. Opté por intervenir lo menos posible. Este libro no va sobre mi, sino sobre los queros, los guardianes de los saberes ancestrales del Peri. Decidi confiar fen que mi lector dejara de lado todos los alardes publicitarios yy valorase lo que significa acercarse a una cultura incontami- nada por las ideas preconcebidas de Occidente sobre el misti- cismo. ;Qué es un mistico peruano cuando todos los estu- diantes y turistas occidentales han vueko sus casas? No sabria decirlo, En serio, Puedo contarle mi experiencia con los pacos con los que trabajé en el sendero andino, pero puede que sea diferente de la suya. Sin embargo, los queros si pueden decir- selo. ¥ con sus propias palabras, ademis. La tradicién andina es suya eimpregna hasta la Ultima fibre de su ser. Es la misma tradicién de sus padres y abuelos, de los antepasados que vi- vieron en una época que precede al cémputo del calendario. La idea de que éstees un mundo de energia viva la llevan en los genes, entrelazada con Ia espiral del ADN. No se trata de una premisa que haya que demostrar o refutar, como lo es necesa- riamente para muchos de nosotros. Sin embargo, los queros también pasan apuros. Si algo me propongo con este libro es, cen cierta medida, desmitficar a los misticos, pues esta claro {que con seres humanos, vulnerables y expuestos a los mismos temores y debilidades que los demés. Si tiene curiosidad por saber lo que piensan, sienten y practican de verdad los misti- cos del Pers, entonces ha escogido el libro indicado, porque en estas piginas se presenta una tradici6n mistica desde la perspec- tivadellos propios misticos. A mi modo de ver, esta perspectiva esti muy poco representada en el mercado de a literatura po- —18— pular. Porlo tanto, en lo que respecta a las expectativas del lec- ‘or, trataré de ser lo més franca posible. A aquel al que sdlo le apetezca comer el postre quiero decirle que encon:raré mas sustento en el plato principal, pese a su aparente fala de dis- tincién culinaria. Como los queros, comer patatas, no un so- lomillo de ternera. La decisin de reproducir las entrevistas se complicé por elhecho de queen la mayoria de ellas participaron varias per- sonas. Para que los lectores puedan seguir las conversaciones, sin el menor problema, presento més adelante alas personas {que aparecen en el libro y explico la relacién que tienen unas con otras. Llevo trabajando con los queros y sus diseipulos mestizos desde 1993, pero sélo me he reunido con ellos en ura ocasién para celebrar entrevistas organizadas, Esto sucedié en el mes, de julio de 1996 en Urubamba, Peri, en el transcurso de cua to dias, A Peri me acompafaron dos amigas intimas que son pacos del misticismo andino como yo: Ana Maria Szendroi, que durante lasentrevistas nos ayudé con las tradueziones del espaiiol,y Sandra Corcoran. Aparte de estar presentes duran- te los cuatro dias de conversaciones, desempefian un impor- tante papel en la parte central de este libro. En Urubamba también se encontraba Ricardo Valderrama Fernindez, pro- fesor de antropologia de la Universidad Nacional San Anto~ rio Abad del Cuzco y experto reconocido por sus recopila- ciones de relatos arales de las poblaciones indigenas de los ‘Andes. Las traducciones del quechua durante las entrevistas fueron responsabilidad suya. Juan Niiiez del Prado, profesor de antropologis de la misma universidad y curac acillec (paco de cuarto nivel o maestro chaman) iniciado en el sacerdocio ristico andino, también estuvo presente. No s6lo se ocupé de solucionar los problemas de logistica en el Pert, sino que du- rante las entrevistas nos eché una mano con las traducciones e hizo comentarios en calidad de experto. Juan es uno de los profesores de misticismo andino més impresionantes que hay, ee puesto que combina de forma extraordinaria una inteligencia inmensa con un amor sin limites y un profundo respeto por la tradicin mistica que tanto ha transformado su vida. A mi modo de ver, se trata de la mejor (y menos habitual) suma de atributos que puede darse en un maestro. En realidad, este li- bro ha sido escrito con su colaboracin. Seguidamente, doy unalistadelos queros que participaronen las entrevistas de Urubamba en la que se indian suedad, sus titu- los y la poblacién de Quero en la que vivian en aquel entonces: ‘+ Don Mariano Apasa Marchaca, de 48 afios, curac acullec de Collpa Cuchu. * Dofia Agustina Apasa, de 38 afios, pampa misayoc y mujer de don Mariano. ‘© Don Juan Paucar Espinosa, de 42 afios, alto misayoc de Chua Chua. * Don Agustin Paucar Capa, de 32 afios, pampa misa- yocde Quero Totorani. © Don Juan Paucar Flores, de 56 aiios, procedente de Chua Chua, pampa misayoc y con frecuencia consejero dedon Manuel Quespi y otros pacos. * Don Julién Paucar Flores, de 47 afios, procedente de ‘Chua Chua, hermano de don Juan y pampa misayoc. En 1994 desempeiié el cargo de «presidente» de Quero. Volvé a ver a don Juan Paucar Espinosa y don Agustin Paucar Capa en el mes de octubre de 1994, en la reserva hopi de Arizona, durante el primer viaje que realizaba un quero a Estados Unidos. En aquel viaje conocieron a sus hermanos del norte, los hopis, y unieron la «burbuja energética» de Su- el mundo, y el con- cepto andino de los espiritus naturales (Pacha Mama, Madre Tierra; Mama Quill, la Lunas Inti el Sok y los Apus, los espi- ritus de las montafias) me resultaba tan préximo como mi fa- milia, La imantacién del Perd era tan intensa como cualquiera de los impulsos de volver a casa que habfa experimentado du- rante mis estancias lejos de mi familia en diversos lugares de Estados Unidos. Un dia, a los pocos meses de iniciar esta nueva biisqueda. chaménica, recibi un ejemplar geatuito de una revista New = Age. Mientra la hojeaba, mis ojos se posaron en un pequeiio anuncio de un taller sobre chamanismo inka. Asistimos mi marido y yo, y,sinceramente, no result6 un finde semana muy setisfactorio para mi. Pero una curiosa serie de «sincronicida- des» (demasiado complejas para que pueda explicarlas aqui, pro relacionadas con dguilas, mi difunto padre y mi mejor amiga del instituto, que habia fallecido) me convencieron de que en la labor chamnica que habia realizado durante aquel fin de semana habia algo a lo que no habia prestado atencién, Enconsecuencia, decidi conceder una nueva oportunidad ala via de los talleres y segui trabajando con aquel maestro. Mi matido y yo establecimos rapidamente una estrecha relacién con él y de forma voluntaria empezamos a dedicarle tiempo a su organizacidn educativa, a través de a cual imparte sus ense- anzas de chamanismo. Trabajamos con élafio y medio, y du- rante este periodo de tiempo adquirimos una solida base en a, sintesis de chamanismo sudamericano y norteamericano que ensefiaba. A través de él conocimos a maestros como Américo Yibar y a muchos otros que acabarfan convirtiéndose en ami- g98 para toda vida. Sofidbamos con viajara Pert. Acababamos de terminar el Sendero de los Incas y ya co- rnocfamos a los queros. Las dos semanas en el Peri me habfan servido para abrir literalmente los ojos, lo que me permitia percibir el mundo del espirtu (el causay pacha) y comunicar- recon mi cuerpo energético de una manera no sélo nueva, si- no profundamente enriquecedora y liberadora. No obstante, aunque estaba satisfecha con el paso, lento pero seguro, al que avanzaba por la senda sagrada, me sentfa cada vez més descon- tenta con mi maestro y con la incapacidad que, en mi opinién, rmostraba para ser consecuente con lo que deeia. No tardaria en sentirme agradecida con don Mariano por su bendici6n, pues no habian pasado cinco meses de aquel viaje al Pert cuando tomé la decisién de buscar nuevos maestros y niveles —31- de formacién, Sin embargo, al dejar a ese maestro rompia mi principal y nico vinculo con Peri, y me preguntaba cmo {ba a continuar mi formacién en la tradici6n andina. Busqué durante muchos meses en lo més profundo de mi ser pa- ra mantener un centro sélido en el que poder contfias, y practi- qué técnicas chamanicas de forma sistematica para permane- cer conectada a mi cuerpo energético, limpiarlo de energia pe- sada e introducir energfa refinada del hanac pacha, el mundo superior. Dormia todas las noches con la cuya, la piedra de poder que me habia dado don Mariano, y celebraba pei ‘camente ceremonias para encontrar a nuevos maestros y ca- ‘minos que me permitieran regresaral Pera y ver otra vez alos queros. Pronto empezaron a abrirse las puertas y aparecieron, ‘nuevos maestros, en ocasiones por «coincidencias» verdade- ramente asombrosas. Aprendi una enorme leccién al confiar enel Espiritu y ser consecuente con lo que yo deci. Enel mes de mayo de 1995 ya habia regresado al Perd. Pa- sé alliun mes, formindome y viajando a lugares sagrades con dos maestros distintos, Juan Nuiiez del Prado y Américo Yé- bar. Con Juan y siete personas més fui a caballo alos poblados de Quero y a Q’olloriti®, una fiesta sagrada celebradaal pie de un glaciar que constituye una sede ancestral de iniciaciones para los pacos, los practicantes de la tradicién mistica andina. Después de Q'olloriv’, cuatro amigas y yo, todas ellas pacos, trabajamos con Américo Yabar en el Valle Sagrado que se ex- tiende alrededor de Cuzco. Luego viajamos a Nazca y a las jslas de la Luna y el Sol del ago Titicaca. En casi todos los lu- garesa los que fbamos mis compaiieras y yo habia queros que podfan ensefiarnos algo. Entre ellos se encontraban dos céle- bres curacs: don Mariano Apasa y don Manuel Quespi. La noche del solsticio de verano de 1995 la pasé con mis amigas * Latranscripcin al castellano deberia see Coyllorte, pero respeta~ ‘mos la grafia que wsiliza la autora. Véase la nota sobre este nombre que se incluye enel capitulo. (N. del) —2- en Piquillacta, bajo a estrellas, en compaaia de Américo y seis misticos queros, unos ancianos y otros jévenes, quienes cele- braron un despacho, nos sdmetieron ados carpays (rituales de iniciacidn o transmisin energética) y luego nos contaron his- torias mégicas acerca del puma, el arco iris y el e6ndor. Durante el afio siguiente puse por escrito lo que habia aprendido, a menudo en colaboracién con otras personas que habian recorrido el sendero conmigo. Cuando me ponia a es- cribir, cendia mis filamentos de energia hacia los Apus para utilizar la energia de don Mariano, Debié de salirme bien, pues mis escritos fueron publicados y se pusieron en contacto conmigo personas de lo mis diversas para expresarme su inte- és por la cosmologia quero. Gracias a mis esfuerzos y alos de ‘otras personas, a palabra de los queros empezaba a ser difun- dida, Pero estaba claro que habia que lanzar un proyecto de un cardcter mucho més exhaustivo, y pronto ademas. Mi tuicién y mis instintos me decian que el tiempo obraba en contra de los queros. ‘Un motivo de preocupacién es que quedan pocos curacs acullecs en Quero. Uno de los més respetados, don Manuel Quespi, tiene cerca de ochenta afios. Cuando fallezca habr desaparecido uno de los tiltimos pacos que viven relativamen- te aislados en las montafias. Otro motivo es que, debido a los maestros estadounidenses que llevan a sus estudiantes al Pert, Jos pacos j6venes, los que tienen entre cuarenta y sesenta afios, como don Mariano y otros, se relacionan cada vez més con extranjeros. Como el ntimero de personas con inquictudes es- pirituales que viajan al Perd va creciendo y los queros tratan de paliar su tremenda pobreza material aceptando dinero y bienes de ells, laintegridad de la tradicién mistica se encuen- tra sometida a una enorme presi6n. Por afiadidura, al ser tra- ducida por otras culturas con vistas al consumo, esta tradicién espiritual corre el riesgo de quedar inevitablemente diluida. ‘Aunque acepto el sabio consejo que me dio en una ocasién Juan Niifiez del Prado de que es una muestra de condescen- so dencia «ofrecer una visién sentimental de los indios», el hecho es que los queros tienen poca experiencia con las personas de fuera. La primera expedicin antropolégica a Quero fue orga~ nizada en 1955 por el padre de Juan, el antropslogo Oscar Niiiez del Prado. Como era un cientifico analitico,su interés por la tradicién mistica quero era meramente superficial, aun- {que recogié por escrito muchos mitos y relatos queros, y do- cumenté stu cosmologia. Pero tanto los tiempos como los antropdlogos han cambiado. Por desgracia, para muchos ope- radores turisticos y maestros de talleres de chamanismo, la sa- bidurfa espiritual indigena representa una mercancia muy apreciada. Los queros, que antes vivian relativamenteaislados cen sus poblados de las montafias y sélo se aventuraban a salir para ir a Cuzco, estan asomindose a un mundo cuyos valores apenas alcanzan a comprender. Me resulta inquietante imagi ‘nar cémo cambiardn sus vidas, y quiza también sus creencias y practicas espirituales, ante el creciente contacto con lo ex- tranjero. No soy una alarmista. Bl sistema mistico perdusaré tal co- ‘mo lo ha hecho a lo largo deinnumerables siglos, porque estas ccreencias y practicas, que a nosotros nos resultan tan estimu- lantes y liberadoras, para un granjero quero son el pan nues- tro de cada dia, algo tan natural y necesario como el simple hecho de respirar, Pero, si nos atenemos a la historia, hay mo- tivos para preocuparse. La conquista espafiola del Peri en el siglo XVI no sélo introdujo unas realidades politicas y culru- rales distintas, sino también una autoridad religiosa nueva. El catolicismo impregné todos los aspectos de Ia vida andina y calé hondo en el teido de la espiritualidad indigena. Los que- ros no escaparon a esta influencia, como ponen de manifiesto las historias que reproduzco a continuacién. En laactualidad, Ja amenaza consiste en las ideologias nuevas. Dursnte los po- cos afios que he estado estudiando en el Peri he encontrado pruebas de que este sistema mistico y algunos de sus maestros sc hallan en una situacién comprometida, Esti claro que cual- aM quiera que se aventure hoy a ir al Peri ha de hacerlo con los ojos bien abiertos. Hay algunos maestros excelentes cuya in- tegridad esté fuera de toda duda, pero también hay otros para los que el misterio de los Andes constituye lisa y llanamente tun buen reclamo publicitario. Como extranjera formada en el sistema mistico andino quero, me considero parte del dilema que acabo de plantear. Como escritora, en particular, me encuentro entre la espada y la pared, En consecuencia, con frecuencia y de forma «cons- ciente», debo tomarme un descanso para evaluar con la mayor honestidad posible mis acciones, palabras, intenciones y prio- idades afectivas. Escojo bien a los maestros con los que tra- bajo en el Pert, y luego se los recomiendo a otras personas. Y a quienes tienen inquietudes espirituales siempre les advierto de que han de saber cémo se traducen los sistemas de creen- cias de una cultura otra y de que, como norteamericanos que somos, no podemos «convertirnos» en un pampa misayoc, un alto misayoc 0 un curac acullec, aunque podemos iniciarnos ‘en estos niveles de «sacerdocio» mistico y tener acceso a las energias asociadas a ellos. A pesar de las posibles dificultades, el hecho es que los queros tienen cada vez més contacto con extranjeros, contac- to que en su mayoria desean y reciben con agrado. Mientras trabajaba con mis maestros mestizos y los queros, darme cuenta de que, para garantizar una representa. de su sistema mistico, habia que proporcionar a los queros ‘una manera de comunicarse con la gente de fuera que les per- mitiera emplear sus propias palabras. El suyo es un sistema mistico de una profundidad y belleza semejantes las de cual- quier cosmologia espiritual del mundo. Y los pacos queros son de por sf personas complejas y de un interés irresistible. Tenia que haber alguna manera para que quienes no sabiamos quechua y no podiamos viajar continuamente al Peri cono- ciéramos a los queros no s6lo como misticos respetados, sino también como seres humanos vulnerables y polifacéticos. Te- —3— nia que haber una manera de desmitificar el sistema de creen- clas de os queros que lo desvinculara de los peores excesos del movimiento New Age y al mismo tiempo preservara su rele- vancia, verdad eintegridad. A medida que iba formandose la idea de estelibroen mi cabeza, recé, celebré ceremonias y tanteé cl terreno entre mis maestros peruanos. Escuché alas encrgias, itu y me manquve atenta @ sus mensajes sincronisti cos. Estaba claro que tenia que salvar un tremendo obstéculo: Jaconfianza en mi misma. Seria realmente capaz de sacar ade~ ante semejante proyecto? ¢Podria soportar otro viaje a caba~ {lo por las montafas? ¢Cémo financiaria el proyecto? «Como iba a salvar las barreras lingisticas? ;Tendria la oportunidad de ver con regulatidad a los queros? gEstarfan siquiera dis- puestos a hablar? Mientras trataba de imaginarme céme ibaa ser el libro y trezaba un plan para escribirlo, config en que el Espiritu me guiara por el campo minado de la logistica y los amigos mis cercanos me dieran el apoyo y los animos que tan- ta falta ban a h:cerme para mantenerme a flote. ‘Al inal, principios de 1996, me armé de valor y telefoneé Juan Niiiez del Prado y Américo Yébar para explicarles mi idea para esta publicacién. Sin embargo, debido a la falta de confianza, colgué antes de acabar de marcarel nimero. Estaba muerta de miedo, a mis maestros, mi regalo de ayni (de reciprocidad y accién de gracias) por las ensefian- zas, el apoyo y el poder de que me han hecho objeto de forma desinteresada. En este proyecto he tenido la suerte de contar con la ayu- da de muchas personas de talento, a las que he expresado mi agradecimiento en otra parte de la obra. No obstante, si los ppacos queros que han participado en él me confiaron sus his- torias y me concedieron el prvilegio de conservar en estas pi- ginas tna parte reducida pero importante de su historia per- sonal y de sus saberes misticos, fue gracias sobre todo a los esfuerzos de Juan Nifiez del Prado. Es éste un obsequio que —7— heaceptado y que comparto con el lector con!a mayor humil- dad, el més profundo sentido de la responsabilidad y una ale- grfailimitada. ‘Asi pues, la prediccién de don Mariano Apasa se ha cum- plido. Ha Ilegado el momento de que hablen los misticos més respetados de los Andes peruanos: los guardianes de los sabe- resancestrales. —38— PRIMERA PARTE, EL CAUSAY PACHA: EL MUNDO DELA ENERGIA VIVA Erael mes de mayo de 1997, yel Sol estaba poniéndose so- bbrelas grandiosas ruinas de Ollantaytambo, el Templo del Vien- 410, Modesto Quespie Isidro Quespi Marchaca, j6venes pampa ‘misayocs quero: en periodo de formacién, acababan de lanizar al viento unas hojas de coca sagradas. Anteriormente yo tam- bién habia llevado a cabo este ritual oracional, exhalando sua~ -vemente mis mejores energias sobre las hojas de coca. Lwego, de pie sobre la plataforma mds elevada del templo y de cara al viento, babia alzado las manos sobre la cabeza y dejado que las hojasflotasen en el espacio para que el viento se levara mi energia y mis plegarias al cosmos. Ahora, una vez acabada la ceremonia, me mantenia a cierta distancia y observaba a don Modesto, Exa un hombre muy menudo, de aproximadamente metro y medio de altura, como la mayoria de los queros. Agil, bien parecido y de aspecto digno, se movia con gracia y desen- voltura « pesar de tener la pierna derecha atrofiada. Presté atencién cuando levanté su rostro moreno y juvenil hacia el Cielo teiido de rosa, donde ya se podia ver a Mama Quilla, la Luna, pese a que Inti, el Sol, no habia desaparecido todavia por detrés de las montaiias. Juan, mi maestro, que bablaba el (quechuacon fluidez, excuchd cuando Modesto senalé a Mama Quilla yconté una breve historia. Juan me hizo una sefia para que me acercara, «, + Enlos Andes apenas se utiliza el término «chamén», Son sobreto- do los occidentales quienes lo emplean para designar alos pacos andinos. Aligual que mi maestro, Juan Nifez del Prado, prefiero el término «mis- tico». Véase el apéndice I para un comentario més detallado sobre estos términos. A los pacos también lo llamamos esacerdotes» mistico, lo que indica que la préctics del sistema mistico posee una estructura y la forma- ign que reciben sus practicantes, una jerarqui 4 coca un Apu, el espiritu dela montafia, antes de pedirle con- sejo, hasta el aldeano que arroja al suelo unas gotas de chicha® ‘para aplacar la sed de la Madre Tierra (Pacha Mama) antes que Ta suya, pasando por la mujer embarazada que afirma que cl arco iris la fecundé cuando vio involuntariamente su reflejo en el r/o, todos losandinos mantienen con el cosmos una rela- cin reciproca que es, al mismo tiempo, humilde y profunda. Los andinos nacen en un mundo que, segin sus creencias, ‘estan consciente deellos como ellos de él. «El gran mensajede los Andes, la creencia més importante de los Andes con res- pecto a la humanidad —afirma Américo Yabar—, es nuestra aproximaci6n espiritual al espiritu de la naturaleza, a Pacha ‘Mama, al viento, el Sol y as estrellas. Esta es la invitacién que nos hace constantemente el mundo andino: el mundo esti po- blado por el espiritu.» Toda la gente deberia aceptar esta invi- tacién a la conciencia de un cosmos vivo, afiade, pues «no cexisten mejores maestros que la vida y los espiritus de la navu- raleza, ya que el suyo es un lenguaje abierto. A través de ellos cobramos conciercia delo atrapados que estamos en nuestras mentes [racionales}. Pero también podemos cobrar concien- cia de que todas las decisiones dependen del hecho de sentir, hablar y moverse en este planeta con el corazén>. Para sumergirse en el misticismo peruano es necesario de- jar a.un lado la mente y centrarse ext el corazén. Atisbé esta verdad por vez primera durante mi primer encuentro con don Mariano Apasa Marchaca, cuando predijo que alg dis esesi- biria este libro. Me ha costado mis de tres aftos pasar de la menteal corazén,que es el espacio del que brota este libro. En cambio, otro de mis maestros de formacién quero, Juan Ni- fiez del Prado, aprendié esta leccién durante su primer en~ cuentro con un célebre curac acullec, don Benito Corihua- ‘man, Juan dice: «Para mi todo empez6 cuando era muy joven, + Bebida parecda a la cervera hecha con mafz. Se sirve a menudo en festividades, —45— mientras realizaba labores académicas. Estaba trabajando en tun pequefio poblado cerca de Cotobamba, intentando escri- bir un informe sobre estruccuras sociales. Por aquel entonces yo era totalmente racionalista y ateo. Para mi las creencias {sobrenaturales) de los indios no eran sino una religién més. »Pero entonces me surgis la oportunidad deira trabajar en varias comunidades, casi todas en aquella regin, y meencon- tré con que existia un sistema muy estructurado de creencias sobrenaturales que englobaba no sélo a un par de pequefias comunidades, sino a una zona extensa.Se trataba de un sistema mucho mis amplio dele que creia, y descubri que perteneciaa una regién més grande de los Andes. Eso suscité mi interés, porloque pediami mentor quecambiara mi campo de investi- gacién, el estudio de estructuras sociales, porel de sistemas re- ligiosos. Pensaba que algo especial debja de tener un sistema tanantiguo si sehabia conservado hasta nuestra época. Asfque volvia Cuzco estudiar, buscar laestructurade aque sistema religioso. Lo que encontré fue algo asombroso. »Encontré una estructura muy compleja de “sacerdotes”. Estos chamanes practicaban el misticismo: transitaban la sen- da chaménica, donde uno depende exclusivamente de sus ex- periencias personales. Descubri una especie de iglesia subte- rrdnea, con “sacerdotes”, iniciaciones, practicas y profecias. »Por supuesto, como profesor universitario que era, lo primero que se me ocurrié fue sacar el sistema ala luz y expli- carlo para adquirir prestigio. Por este motivo me propuse co- noceral sumo sacerdote dela jerarquia. Me enteré de queen el valle habia dos maestros, uno en el norte y otro en el sur. Co- nocf al del norte, quien me ensefié multitud de cosas. A conti- anuacién me puse a buscar al otro, al maestro del sur. Entonces ‘un dia conoct a un hombre gordo y menudo; era india, Heva- ba ropa sucia y vivia en una casa muy pequeiia e incSmoda. Aquel hombre se Ilamaba don Benito Corihuaman. »En aquella época no hablaba muy bien quechua, de mo- do que contraté los servicios de un ayudante, Manuel, para _— que hiciera de traductor, Cuando fui a ver a don Benito, le pe~ ‘di que me acompafara, Al maestro le llevamos regalos tradi- Sin embargo, mientras ocurrfa aquello, todo parecia nor- imal, Pregunté muchas cosas a don Benito y él me proporcio- 1né una gran cantidad dz informaci6n. Fue como leer un libro en dos horas. ;Fue fantistico! »Finalmente, don Benito dio por concluido el encuentro. Entonces, cuando me levanté para marcharme, me encontré con que Manuel estabs totalmente borracho. Solia ser capaz de beberse una botella de whisky sin acusar el efecto; para él era como beber limonada. Sin embargo, ahora estaba borra~ cho de pies a cabeza, y eso que solo se habia bebido tres tacitas 7 de pisco. Tuve que sacarlo de casa de don Benito y, mientras lo Ievaba, “desperté” o algo asi. De repente me di cuenta de lo sucedido y comprendi que algo muy pero que muy extrafio habia ocurrido alli dentro »Después de aquello mi paradigma intelectual quedé he- ccho trizas. Antes de aquella experiencia era un profesor que realizaba investigaciones de cardcter intelectual. Después de quella experiencia me conversi en un discipulo de don Beni- to, descubri que tenia algo importantisimo que ensefarme. -Aquells experiencia cambié mi vida.» LAPALABRA CONSCIENTE Juan empezé su formacién igual que yo: aprendiendo a sentir ls energias del eausay pacha, el mundo de a energfa vi- va. Pars un paco andino, el mundo de la naturaleza esté vivo y receptivo, y el cosmos es un campo vibrante de energfa pura. Los andinos distinguen dos tipos fundamentales de energia: la sami o onergia refinada y la bucha o energia pesada, que sdlo ‘¢s producida por los seres humanos. Todos mantenemos un intercambio constante con estas energias, lo que constituye una relacién recfproca con el causay pacha llamada ayni. El ayni es el principio clave del «comportamiento» y el «ser» en los Andes. En la estructura social, el ayni funciona como un sistema de colaboracién comui id del cual, por ejemplo, los granjeros ayudan a labrar los campos de sus veci- nos. Elayni es, asimismo, un principio rector de cardcter mo ral semsjante ala idea critiana de «al préjimo como ati mis~ ‘mov. Visto asf, el ayni funciona como un cédigo moral, un, cédigo de conducta personal. No obstante, en el marco de la cosmologia mistica el ayni cobra atin mas importancia, puesto que representa un principio complejo y creativo del mundo natural, En el eausay pacha, el mundo de la energia viva, uno ‘mantiene un intereambio continuo con la energia ligerao con, —48— Ia pesada, Esta energia se transmite a través del cuerpo energé- tico, el llamado ceusay pocpo, que en quechua significa «bur- buja energética». El pocpo, que rodea el cuerpo fisico y esté conectado a él, le permite a uno transmitir energia aun centro parecido al chakra situado cerca del ombligo. Este «est6mago spiritual» se denomina cosco. Al igual que el cuerpo fisico, el cuerpo energético © pocpo posce una piel, una capa externa que acta como filtro y barrera protectora. En el siguiente ca- pitulo hablaré del pocpo de forma mas detallada; por ahora lo importante es saber que, mediante los «actos de ayni», inter- cambiamos energia con otras personas y con espiritus de la naturaleza a través del cuerpo energético. Como somos fun- damentalmente seres energéticos y vivimos en un mundo de cenergia viva, nunca podemos actuar fuera de la esfera de fluencia del ainy. Sélo nos queda ser conscientes 0 no de la fuerza operativa que tiene en nuestras vidas. Enos Andes el causay pacha estd dominado por dos ener- gias espirituales fundamentales: Pacha Mama y los Apus. Pa- cha Mama, la Tierra es la primera Madre, la verdadera Madre, Ja Madre espiritual. De ella recibimos todos forma y sustan- cia, y es en gran medida su voluntad la que determina la canti- dad y la calidad de nuestro sustento mundano. A ella y alos espiritus de la Iluvia, el granizo y los demés elementos que io se deben las condi andinos, En consecuencia, toda accién que realizan es necesa- riamente un acto de ayni o reciprocidad con Pacha Mama. ‘Antes de comer o beber nada, se ofrece una parte ala Madre Tierra. Antes de hincar una pala en cl campo, de cruzar un rio o de realizar cualquier accién rutinaria, se hace una ofrenda a la Madre. Los andinos llevan. cabo todos los diasinfinidad de actos de agradecimiento 0 propiciacién destinados a Pacha ‘Mama, y ésta concede todos los dias sus dones (un nifio sano, la multiplicacién de una manada de alpacas, una cosecha pro- ductiva)o plantea sus desafios. Pacha Mama proporciona también multicud de puntos de 9 referencia a partir de los cuales los andinos orientan su vida tanto fisica como espiritual. El accidente geogrifico (da igual {que sea una montafa, un rio, una laguna, un afloramiento ro- 050 o cualquier otra cosa) més cercano isicamenteal lugar de nacimiento se denomina itu. Segin Américo Yabar, el itu es el lugarfisico sagrado por el que entramos en este mundo y el es- pacio energético que tocan en primer lugar los filamentos de ‘energia del cuerpo. A partir de ese primer contacto energético ‘mantenemos un intercambio espiritual y fisico con el poder vivo de la naturaleza, con causay, la energfa animadora. En es- pao! este lugar energético se lama itu en realidad. La palabra antigua quechua es saibua. En rigor, si se considera que un ac~ cidente geografico esta compuesto de energia «masculina», se llama itu/saihua. Si se la considera femenina, se llama pacari- na. A.veces el término itu se utiliza de forma genérica para de- signar cualquier energia dominante en el lugar de nacimiento o durante los afios de formacién de la persona, pero en reali- dad todo el mundo posee una pacarina y un itu/saihua asocia- dos a su lugar de nacimiento. Por lo general, en la regidn centro meridional de Pert el jw es una montafla, Pero una montaia es casi siempre algo més complejo: es un Apu, un ser sagrado, un sefior que no s6- lo confiere presencia ala montaiafisca, sino que ademis con- trola el dislogo con los pacos a su «servicio». Todos los pacos estin al servicio de uno o varios Apus, los cuales constituyen cl nivel més alto de energia natural y son los gu‘as espirituales mis importantes en el marco del sistema chaminico andino. Si los pacos son depositarios de sabiduria, consejos y conoci- mientos curativos, es por ellos. No obstante, es preciso rea~ lizar una clara distincién entre «servicio» y «servidumbre>. Como explica Américo, «todo ser vivo del universo mantiene tuna relacién de servicio. Para saber, primero hay que servir. Esta vocacidn de servicio no significa que uno adopte una ac~ titud de servidumbre o entregue su energia a los demés. En absoluto. Pero un maestro ha de notar si uno puede servir 0 —50— 1no, y esto lo hace visualizando su dominio de la energia». Por Jo tanto, un Apu sélo llama a un paco andino y se presta a ser su maestro cuando decide que el dominio que tiene el paco de ‘su energ(a personal es corde con el poder de aquél. Incluso cuando uno trabaja en el nivel més elemental del sistema mistico andino, lo ideal es que rinda homenaje a los “Apus, los sefiores de las montafas, y establezca un didlogo ‘con ellos. Al llegar a Cuzco es costumbre hacer una ofrenda a los Apus, pedirles que le concedan a uno permiso para traba~ jar en su regién y le bendigan para facilitarel trabajo. Recuer- do que, durante el primer dia de caminata, me detuve en el ‘Sendero de los Incas para «presentarme> a Apu Verénica, ba- jo cuys mirada caminaba, y pedirle que me ayudara con la prueba fisica que sabia que me esperabs. Versnics es el nom- bore espaiiol de un Apv. Su antiguo nombre en quechua es Huacaybuillea, que en el sistema mistico significa Montafa de Ja Luz Negra, La energia de la luz negra es una delas mas po- derosas delos Andes, Tras hacerle esta peticin a Apu Verdni- ca, me senti protegida durante el resto de la caminata, que re- ssulté durisima, y justo cuando pensaba que ya no podia dar ‘un paso mas, una aparicién me enseiié cémo «caminar por las, rocas», Un don de Apu Verénica? Quién sabe... Lo ti ‘que sé es que, tras la leccidn que me impartié aquel fantasma- -g6rico inka, bajé rpidamente por la parte més empinada del ‘sendero sin la menor vacilacién 0 temor, recuperando las ho- ras y los kilmetros perdidos; tanto es asf que, en vez de cami- -nar en dlkimo lugar como durante los tres dias anteriores, 2ca- bé entrando por la Puerta del Sol de Machu Picchu detris del grupo delos guias, que iba en cabeza. Los pacos nteractiian con los Apus mediante procedimien- tos mégicos que tienen un profundo efecto en las vidas de quienes los rodean. Pueden invocar a un Apu para que les dé su bendicién, para que les conceda buen tiempo durante laco- secha, para que les otorgue poderes curativos o para que les, _proteja. Los queros cuentan varias historias que describen los 31 impresionantes poderes de estos seftores de las montafias. En ‘Urubamba, don Juan Paucar Flores nos habléde un poderoso alto misayoc quero que, segiin nos dijo, era «casi como Dios». La historia se la cont6 su abuela, pero los otros queros cono- cian también otras versiones, y todos aportaron detalles. Este alto misayoc se lamaba Garibilu Quespi y viv rales del siglo x1x y principios del xx. Era un maestro que po- dia invocar el poder de los Apus para cualquier fin. Segiin la historia, en aquella época Quero sufria el azote de la peste y enfermedades como la viruela. Aunque se descubrié que las enfermedades las habjan transmitido los mestizos que viaja~ ban por la regién, los queros no dudaron en atribuirselas a un determinado Apu, que cra el «dueito de todas las enfermeda- des», Estaba muriendo mucha gente, segiin don Juan. «Mo- rian como moscas, en los campos y cerca de los rios. Sélo so- brevivieron unos pocos nifios: los que bebieron la leche de sus madres fallecidas.*» Todo Quero se sumié enla més profunda desesperacién. Habia tanta gente enferma o a punto de morir que no quedaba nadie para recoger los cadaveres. —Cuando llegaron los pumas y los otros animales carnt- voros —explicé don Juan—, la gente que seguia viva no pudo impedir‘es que se comieran a los muertos. Garibilu Quespi no tard6 en caer enfermo también, esta vvez de fiebre amarilla, enviada asimismo por el Apu. Se puso gravisimo, hasta el extremo de sufrir convulsiones. Pero Gari- bilu Quespi era un gran paco y se dio cuenta de que la fiebre amarilla del Apu constituia una herramienta Todo en los An- des, incluso las enfermedades, guarda relacién con Ia energias eneste aso, la fiebre amarilla enviada por el Apu como enfer- + Puede queal tomarla leche de sus madres, ests nifios también ingi- rieran anticuerpos contra Ia enfermedad. Por otra parte esté claro que, cuando don Juan afirma que sélo sobrevivieron a la enfermedad unos po- 1 habla simbélieae hiperblicamente para subrayarla gravedad de =-2— medad se transformé en manos del maestro paco en una he- ramienta que acabé revirtiendo en beneficio de la comuni- dad. Don Garibilu se percat6 de que la fiebre amarilla tenia el poder desalvar alos queros, por lo que concentrétodo su po- der y se sirvié de la enfermedad para «comerse> todas las de- mis pestes de Quero”. Mediante su cuerpo energético, se me- 1i6 energéticamente todas las enfermedades en el cuerpo ys -graciasal poder de a fiebre amarilla, las «digiri6» en el coscoo ‘estémago espiritual. Luego invoeé a los Apus, sin excluir al responsable de las enfermedades, y les ordend: «jLlevaos esta peste! Los Apus obedecieron y se levaron la ficbre amarilla ¥ todas las demas enfermedades que estaban haciendo estra- {gos entre los queros. Garibilu y los demés no tardaron en re~ ‘cuperarse y los queros se salvaron de desaparece: 1 del alto misayoc Garibilu Quespi .. Era un buen anciano [curac] acullec. Los queros también atribuyen a los Apus su salvacién de los conquistadores espafioles. En 1532, Francisco Pizarro y “unos ciento sesenta y ocho hombres se las ingeniaron para conquistar el imperio inka, una nacién en la que vivian millo- nes de individuos**. Son muchos los hermosos relatos que narran|lo ocurrido durante la conquista, pero hay una batalla que probablemente no aparezca en ningtin libro de historia. Se trata de la batalla de Quero, que libré un gran alto misayoe con ayuda desu Apu contra un contingente de soldados espa- fioles. Esta fue la tnica batalla que perdieron los espavioles. La siguiente historia la relataron conjuntamente don Juan Paucar Floresy don Agustin Paucar Capa. En la pampa de Viracocha, una llanura de las tierrasaltas » Parcoe que Caribily Quespi cmpes la enion hucha min, de la que sehablaenel captulo2yenlatercera parte. Se vali del poder del fie- bre amarila para atraer las otras enfermedades, las cuerpo energtico y ls devolvié alos Apus. ** John Hemming, The Congues ofthe Incas, pig. 27. —3— siruada no muy lejos de Quero, un alto misayoc vio a los sol- dados espafioles mientras cuidaba de sus llamas. Este alto mi- sayoe, llamado Garibilu Quespi*, abandons sus llamas, esca- p6 sin ser visto por la ladera de la montatia y se dirigié lo mas rapidamente posible a los poblados de las tierras bajas de los queros, alertando de la inminente legada de los espafioles a todos los que vio por el camino, que huyeron despavoridos. Cuando finalmente los espafioles entraron en el primer pobla~ do quero, no sélo se lo encontraron vacio, sino que se vieron ‘enum aprieto, pues no habja nadie que pudiera proporcionar- les comida, agua y otras provisiones que les urgian. Entre tanto los Apus empezaron llamar a Garibilu Ques- pi. Le indicaron que siguiera sus instrucciones para salvar Quero. “«Debes ir ala montafia que se cleva ante la pampa de Vira- cocha —le dijeron—, Alli construiris un saibua (columna de piedras]. Cuando vayas a marcharte, da una patada al saihua y las piedras caerin sobre los espafioles.» —Cuando llegaron los espafioles —dijo don Agustin, to- mando el relaro donde lo habia dejado don Juan—, cometie- ron muchos abusos. Mataron multitud de animales e hicieron bastones con sus huesos. Los habia a montones en Quero. Al vver esto, nuestro abuelo (su antepasado} el alto misayoe Gari- bil Quespi, subié a la colina més alta. All sigui las instrucciones de los Apus y construyé una columna de piedras gigante. Cuando los espatioles atravesa- “+ Naturalmente nose trata del mismo que aparece en la historia de a ficbre amarilla. Enel inaje delos queros existe un Garibilu Quespi que ha acabado convirtindose prictiamente en una figura metafisica, un arqueti- padel «salvadors. Sedesconoces esta figura es uno de estos dos Garibilus, ‘Quespi, que significa «cristal, es, al igual que Paucar, uno de los nombres nis antiguos e ilustres entre los Queros. El origen de ambos apellidos se cemonts ala époa de ls inka, y los tienen muchas personas que afieman no ser consangusneas. —4— ron la pampa, explicaron don Juan y don Agustin, los Apus, hicieron exactamente lo que habfan prometido. —Aparecieron tres nubes en el cielo y descargaron un ra- yo. Este cay6 sobre el saihua, y todas las colinas aplastaron a los espafioles. Sélo sobrevivieron los pocos soldados queesta- ban eno alto de la montafa, Don Agustin movié Ia cabeza lentamente con un sem- blante muy serio, mientras pensaba en la hazaiia de don Ga- ribilu. hubieran sido mas los espatioles, seguramente habrian matado a todos los queros. Después de aquello (de la batalla}, los espafioles decidieron no volver nunes a Quero. ¥ asi fue —dijo—. Silas cosas no hubieran ocurrido como las he conta- do, no estarfamos aqui. ‘Cuando acabé don Agustin, don Juar se incliné y se puso ahablar a media voz, como si fuera a revelarnos un secreto: —La prueba de esta batalla la encontré Martin Huaman, que murié hace tiempo. Hallé los restos de un arma espafiola enla pampa de Viracocha. ;Ocurrié de verdad! Este alto misa- yoe, Garibilu Quespi, debia de ser un paco muy poderoso, porque, gracias su invocacién, los Apus hicieron caer las pie- dras sobre los espafioles. Don Juan puso punto final al relato con a gracia propia de Jos queros, haciendo una simil moderno que provocé una so nora carcajada en todos los presentes: —Garibilu Quespi defendié a los queros como defiende un abogado a su cliente en un juicio. ‘Al ser las energias naturales més poderosas, los Apus son los espiritus protectores de os pacos. El futuro paco es invita do a emprender la senda sagrada cuando recibe la llamada de ‘un Apu, quese manifiesta mediante una estrella». Por estrella centienden los pacos la «llamada» de un Apu y, en algunos ca- 0s, la representacin fisica del espiritu de la montafia sagrada ala queestin asociados y prestan servicio. Como cabe la posi- bilidad de que un paco reciba la llamada de més deun Apu, élo —s— ella* puede tener varias: estrellas. Segéin JuanNuiiez del Prado, es posible que el uso de este término por parte de os pacos sea tun préstamo de dos coloquialismos de los conquistadores: Buena estrella y mala estrella. Siavun pacolollama una estrella es que ha tenido suerte y ha encontrado al espiritu que lo guia- ri, Una estrella, en cuanto representante de un Apu, puede ‘materializarse con forma de ser humano 0 de un animal como leolibri,el toro, el céndoro el puma. Pero lo més frecuentes ‘que seleaparezca al fururo paco,en suefios cen una visi6n, co- ‘mo un hombre vestido de blanco o con rops brillante. Recha- zatla llamada dena estrella puede poner en peligro no sélo la vida o el alma de esa persona, sino también la de su familia. Sin embargo, una vez aceptads, la estrella se convierte en el con- ducto través del cual el paco se comunica con los Apus. Dela ‘misma manera que el paco gana poder, aslo ganan sus estre- las, ya que puede dialogar con Apus cada vez mis poderosos. ‘A medida que crece el poder de sus Apus, aumenta la capaci- dad del paco para establecer lazos de empatia con grupos de gente cada vez mas grandes, y asfaumenta también en la misma proporcidn su capacidad para «mover el causay> (es decis, pa- rainfluiraconciencia en el mundo de laenergfa viva porel bien deotras personas). Existe una jerarquia de Apus, y cada nivel se distingue se- shin la fuerza y el 4mbito de influencia. Los menos poderosos son los ayllu Apus, as montafias que influyen enuna comuni- dad reducida, Aylin es un término de parentesco quechua que designa a un grupo de personas unidas por vinculos comuni: tarios o de sangre. Si un ayllu es a unidad civil mas pequefiaen Jos Andes, el ayllu Apu es la montafia sagrada que cjerce in fuencia sobre la region geogréfica més pequefia. Ejemplos de Como los pacos son en su mayorfa hombres, en el resto del libro utlizo Gnicamente el pronombre masculino. He tamado esta decisién por conveniencia seméntica. El lector no debe inferir de esto prejucio alguno conta le mujeres pacos. esto son el Apu Puquin y el Apu Picol, que gotiernan los ba~ trios de San Jernimo y Santiago de Cuzco, respectivamente. Luego esté al llacta Apu. Llacta significa , porque son ccapaces de alcazar las energfas més refinadas. Se dice incluso _que algunos curac acullecs son capaces de invocar al mismisi- mo Creador, al que se denomina Camac cuando se hace refe- rencia al universo 0 el cosmos, y Pachacamac o Viracocha cuando se alude al creador del mundo. La estrella de un curac acullec suele recibir el nombre de Taytacha, que es la manifes- tacién delo divino en lo fsico. Se trata en general deun térmi- no de respeto y afecto; tayta significa «sefior> 0 «amo» en len- guaje formal y cha esun sufijo diminutivo, porlo que Taytacha también designa una manifestacién parcial o especifica de lo divino infinito.en lo fisico. Pachacamac y Viracocha son anti- guos Taytachas, creadores de la Tierra. Desde la introduccién del cristianismo, su lugar ha sido ocupado por Dios y Jesucris- to en muchos aspectos, y a menudo a los pacos y alos otros queros se los puede oir suplicando al Apu Jesucristo. Esta cenergia ereadora también tiene un equivalente en manifesta- ciones tan claramente andinas como el Seftor de Q’olloritiy el Taytacha Temblores, el Sefior delos Terremotos. = ‘Los TRESMUNDOS Los pacos son expertos en la transmisidn de las energfasde Jos Tres Mundos de la cosmologfa andina: el banac pacha, el caypacha y el ucu pacha. El hanac pacha es el mundo superior, elreino multidimensional compuesto Gnicamente por sami, a energia mas refinada de todas. Dicho en términos cristianos, es el cielo, la morada de Dios, Jesis y los espiritus angélicos; en términos psicolégicos, el subconsciente; y, desde el punto de vista transpersonal, la esfera del visionario y el profeta. Su 1r6tem andino es el céndor o el colibri, que son mensajeros del cspiritu, El eay pacha es este mundo, el fisico. Es la Tierra y Gaia. Es el mundo del espirieu manifieso, la esfera de a conciencia, lego y la identidad. El cay pacha esté compuesto por sami y hhucha, energfa ligera y pesada respectivamente, porque noso~ tros, los humanos, principales hatitantes del cay pacha, actua~ ‘mos unas veces con ayni y otras sin. Su totem andino es el pu- ‘ma, cuya majestuosidad surge de ha yuxtaposicidn de bellezay peligro, de gracia y miedo, de instinto y voluntad. or siltimo encontramos el ucu pacha, el mundo inferios, ‘compuesto Gnicamente por energia pesada. El ucu pacha no guarda relaci6n con el infierno cristiano: los uenpacharunas (los seres del mundo inferior) no han sido juzgados y senten- ciados.a habitar un mundo de sufrimiento. Si ocupan el reino de la energia pesada es porque no han aprendido a vivir en ay- ni®, La energia pesada no es negativa, mala u oscura, como se cexplica en el proximo capitulo. Setrata, simplemente, de ener- ‘gin incompatible o discordante. Por lo tanto, las ncnipacharu~ > No tengo claro qué o quignes son los ucupacharunas (los seres del mundo inferior) en el marco del mistcismo andino. Sin embargo, los que- rosse refieren brevemente2 este tema et las entrvistas dela segunda parte ‘enlas cuales los identifican con persons un tanto diminutas que viven en un mundo parecido al humano, o- nas generan energia discordante o pesada porque todavia no han aprendido a vivir en reeiprocidad con losdemés. Desde el punto de visea psicolégico, el mundo inferiores el mundo in- terior, la esfera del inconsciente, el Ambito del «tiempo de los suefios», Su tétem andino es la serpiente, que simboliza la na~ turaleza amenazadora y sin embargo potencialmente trans- formadora de las profundidades. Los pacos andinos acceden aa energ(a desde los Tres Mun: dos, pero no suelen viajar por ellos como los chamanes clés cos descritos por etnélogos como Mircea Eliade. Los pacos andinos trabajan con visiones y sueios, pero sin ayuda de alu- cinégenos, percusién o danzas extiticas. Existen varios siste- mas chamnicos autéetonos del Peri, localizados sobre todo enlaselvao en la costa norte, en los que se utilizan drogas psi- cotrépicas como Ja ayahuasca o San Pedro. Los queros, sin embargo, no emplean ninguno de estos procedimientos para acceder al mundo del espiritu. Lo que hacen es trabajar en el tiempo de los sueiios o servirse de rituales naturales (basados, principalmente en el manejo de hojas de coca, despachos y imesas —paquetes de objetos sagrados—) durante los cuales establecen un didlogo.con Pacha Mama, los Apus y otros espi- ritus. Durante un largo aprendizaje se les erseiia a leer hojas de coca, a establecer un dislogo con sus Apus mediante el po- der de sus mesas y a recibir consejo del mundo vivo della natu- raleza. Un paco tiene libertad para comunicar sus conoci- mientos a otros en cualquier momento, aunque suelen ser los mis experimentados y, por lo tanto, los més ancianos quienes, aceptan aprendices y someten a otros pacos acarpays. Un car- pay es un ritual de iniciacién durante el,cual se produce una transmisién energética del poder del maestro y su linaje espi- ritual. Es un camino, una via de acceso al peder sagrado, por lo que cada paco tiene que hacerse al poder a su manera. La senda de un paco es de cardcter marcadamente personal, aun- que el conjunto de saberes misticos y précticas rituales cha- nicas es bastante uniforme. Al igual queen la mayoria de -a— las tradiciones misticas, un paco andino adquiere conocimien- tos y sabiduria mediante Ia experiencia personal. Si unaense- fianza no esta basada en ella, posee escaso valor para un paco andino; es por eso por lo que se aconseja a los aprendices que se fien mas de sus propias experiencias que de las palabras de sus maestros. Los picos trabajan con energia, tanto individualmente como en grupos, dentro delos Tres Mundos, y facilicanel flu- jo de ayni entre los tres mediante la creacién de una linea de luz, una columna energética llamada saihua. La profecia an- dina, delaque hablo en el capitulo 3, prevé un momento en el, ue los tres dmbitos se unirin: el hanac pacha y el ucu pacha se untardn con el cay pacha para crear un mundo paradisiaco enla Tierra. Todos podemos contribuir a esta transformacin espiritual viviendo en ayni y transmitiendo las energias pesa- day ligera de nuestro propio mundo. Al limpiarnos de ener~ aa pesads, facilitamos la evolucién energética de nuestra es~ pecie. LAS HERRAMIENTAS DE LOS PACOS ANDINOS. Una ce las principales herramientas del paco es la mesa. Enel marco del misticismo, la mesa representa un altar yadop- tala forma de un paquete ritual con los objetos mas sagrados del paco, algo muy parecido a los paquetes de medicinas de los, indios norteamericanos. Cuando se abre el paquete detela, se convierteen el altar sobre el que el mistico dispone susherra- rmientas para utilizarlas en una curaci6n, una adivinacién w otra labor. Las mesas queros son muy sencillas, aunque las de los misticos de la costa norte del Perti pueden llegar a ser bastante complejas. En las regiones andinas, lo mas habitual es que los objetos sagrados de la mesa sean cuyas o piedras de poder. En realidad, la palabra cuya significa «afecto> 0 «amor», Estas piedras de poder estin impregnadas de empa- —a— tia, de fuerza para servir alos demés y de la energia més refina- da del paco. No obstante, en una mesa puede haber muchos otros abjetos poderosos, como meteoritos y cristales; con- chas, partes de animales como plumas o garras; y cruces. Por lo general, los pacos llevan una mesa, aunque pueden tener va- rias. La principal es la mesa de la derecha, la cual estéIlena de ccuyas que se han heredado de maestros y colegas 0 recogidos cen lugares sagrados 0 poderosos. Esta mesa conecta al paco cenergéticamente con estos maestros y lugares sagrados, y a través de ella el paco «mueve el causay» del linaje mistico. La mesa de la izquierda sirve para fines més concretos y précticos, como curaciones e iniciaciones. Para «cargar> las mesas, los pacos las exponen a las energias de los lugares sagrados, dejan que las bendigan pacos especialmente poderosos o «alimen- tan» de vez.en cuando los objetos que contienen rociéndolos con pisco, un aguardiente de 100° hecho con uvas muy utili- zado en las ceremonias andinas. Las cuyas de una mesa pueden desempefar una o varias funciones, a menudo muy distintas unas de otras. Durante unas de las entrevistas que se realizaron para este libro, don Julidn Paucar Flores me regal6 una cuya de su mesa. Cuando ‘me la dio, me explicé lo siguiente: «Alaceptar esta cuyahas de saber que posee el poder de absorber la hucha [energia pesada © densa}. También absorbe las impurezas y dificultades. Lim- piari de tu mesa cualquier hucha que haya podido acumular. ‘Ademis te permitirg despertara los Apus y Pacha Mama. Tra- baja siempre con ella y aliméntala cl 1 de agosto [el primer del ato sagrado andino] porque es el dia en que despiertan Pa- cha Mama y los Apus. Llama a Pacha Mama y los Apus, y ex- présales tus intenciones diciendo: “Soy lo que digo, no lo que he dicho.” Esta piedra es también una piedra de activacién. Su poder es activador. Cuando estés muy ocupada y no puedas acordarte de todo, celebra el ritual con esta piedra.» Para cele- bar el ritual de la piedra primero la mojo con agua de lago 0 rio y luego me limpio con ellael cuerpo energético y repito un -—68— sencillo conjuro, Don Julién meaconsejé que no la usars nun~ ‘ca conmigo y con otra persona el mismo dia. La cuya tiene, ademis, otra aplicacién: bendecir y prote- igera una persona que est4 a punto de emprender un viaje. Se- gin don Julidn, lo ideal seria que la persona que se dispone a viajar estuviera desnuda, pero, si esto no es posible, al menos, deberia tener destapados los brazos y las piernas. El viajero también debe mirar en la direcci6n en que-va viajar y,mien- tras se le impia con la piedra (tras mojarla una vez mis con agua de lago 0 rfo), ha de recitar lo siguiente: «Que sea transi- tada la senda que tomo. Que sean pronunciadas las palabras, que digo. Que se cumpla el deseo que pido. Que se recorra el camino que recorro.» Por iltimo, don Julidn me advirtié que este ritual se ha de celebrar un dia antes de la partida, nunca el mismo dia. Como se podria imaginar, de las varias cuyas po- derosas que tengo en mi mesa de la derecha, éstaes aque mas, utilize. ‘Ademis de la mesa, todos los pacos andinos tienen una cbuspa, labolsa de tela o piel de llama con un largo cordel para evar hojes de coca. La coca es una planta omnipresenteen los ‘Andes. Los campesinos la mastican con un poco de ceniza pa~ raaumentar su efecto estimulante, yes que no s6lo les quita el, apetito, algo importante en una sociedad en que la comida es tun bien precioso, sino que ademas les estimula el corazén y los ayuda soportar el trabajo en lugares altos. A los turistas, se les suele servi té de coca para facilitarles la aclimatacién a Jasalruras. Pero la coca no es s6lo una medicina: es una planta sagrada de os Andes, yen los ritos se utiliza de miitiples ma- neras. Pricticamente no hay lugar en los Andes donde no se mantengan relaciones sociales masticando coca, fendmeno que se denomina hallpay. ‘Cuando la coca se usa en una ceremonia, en un contexto sagrado, el acto de elegir las hojas y mascarlas se conoce como aculliy, Acully es el verbo quechua del que deriva el titulo del sacerdote andino de categoria maxima: el curac acullec. (El 6 lector recordar que curac acullec significa «anciano mastica- dor de hojas de cocas».) Lo primero que se hace en una cere- monia es formar un quintu, un grupo de tres hojas perfectas colocadas una encima de otra, Muchas veces, antes de meterse elquintu en la boca, el paco reza una oracién de accidn de gra- cia8 mientras sopla sobre las hojas. Existen tres procedimien- tos para rezar o intercambiar energia a través de un quinta de coca, cada uno de los cuales corresponde a un propésito dife- rente por parte del paco. El samiy es el pequefio soplide que da el paco sobre el quintu para transmitir energia refinada, Por samay se entiende un soplido fuerte que ejerce una in- fluencia energética sobre aquello hacia lo que va dirigido. Por ‘iltimo esta el phucny, soplido cuyo fin especifico es establecer tuna conexién energética entre dos personas o entidades como un paco y un Apu. Después de rezar la oracién con el quintu, el paco se lo mete lentamente en la boca y lo mastica o bien lo utiliza como ofrenda ritual, por ejemplo, en un despacho. La cantidad de quintus que se hacen para un despacho varia se- giin el propésito de la ofrenda. Normalmente, en los despa- chos para los Apus se forma un eirculo en el centro con doce quintus; en cambio, en los despachos para Pacha Mama se ut lizan ocho. No obstante, decidir la cantidad y la disposicidn delos quintus enel despacho constituye un arte complejo y de caricter a menudo personal. Las hojas de coca también se utilizan para realizar adiviné- ciones y curaciones. En las adivinaciones, la persona ala que se le va a hacer Ia «lectura» toma un buen puftado de hojas y las deja caer de cualquier manera sobre una tela. Otra posibil’- dad es que les infunda energia para que luego el paco las arroje sobre la tela y adivine la respuesta a la pregunta planteada por la persona fijéndose en la disposicién y el estado en que se en cuentran las hojas de coca. Por ejemplo, una hoja doblada o rota puede significar mala suerte, mientras que otra con los, bordes de color dorado puede indicar buena suerte. Pero es- tos ejemplos suponen burdas simplificaciones del arte de la -—6— Jectura de hojas de coca. Las lecturas de hojas de coca pueden ofrecer respuestas muy concretas. Por ejemplo, en una lectura {que me hizo el alto misayoc quero don Martin Paucar Capa, un pequefio grupo de hojas dobladas e invertidas indicd que alguien trataba de impedir la publicacién de este libro. Pero junto a él haba otro grupo de hojas cafdas hacia arriba, mis sanas y en mejor estado, que indicaba que yo acabaria impo- nigndome en aquella pugna de energfas eintenciones. En una curacién se pueden leer las hojas de coca de un pa- ciente para averiguar la naturaleza de la enfermedad y el mejor remedio para curarla, Sin embargo, lo mas habitual es colocar Jas hojas en la mesa del curandero y pasar ésta por encima del cuerpo del enfermo para limpiar su cuerpo energético. La co- ca ayuda al curandero a «extraer> la hucha o energia pesada y ransmitir sami o energfa refinada. En relacién con el tema de la energfa, «sami» y chucha» son conceptos fundamentales en el misticismo andino, raz6n porla cual les he dedicado un capitulo aparte. Pero permitase- me terminar esta aproximacién al mundo mistico andino con- tando una historia que ilustra bellamente la postura del misti- co quero con respecto al causay pacha, el cosmos de la energia animadora. Esta historia, sencilla pero profunda, va servirnos de preparacién para pasar en el siguiente capitulo aconsidera- cciones mas profundas sobre nuestra responsabilidad personal cen cuanto seres encrgéticos. Al principio de este capitulo he dicho que, 2 fin de sumergirse en la cosmologia andina, hay ‘que dejar de lado la mente y cobrar conciencia del centro del iente historia, que me relaté Américo Yabar, pone de manifiesto de forma conmovedora lo dificil que nos resulta en Occidente realizar este cambio de percepcién y lo distinto que, sin embargo, podrfa ser nuestro mundo si todos fuésamos capaces de hacer eso simplemente. Hace unos afios Américo accedié a hablar con un célebre neurociryjano y tin contingente de fisicos y antropdlogos que ‘estaban estudiando las practicas curativas de los indigenas. Acudi a la entrevista con uno de sus maestros, un curac que rara vez salia de su poblado, situado en las cimas de los Andes. Américo no me dijo siera un quero, aunque es muy probable, puesto que él fue formado principalmente por pacos queros. En cualquier aso, la reunién que se elata seguidamente se ce- lebré en un hotel de Cuzco, donde el neurocirujano se pasé bastante tiempo interrogando a Américo sobre sus técnicas de curacidn y las de la region andina, Luego centré su atencién enelcurae. EI médico pregunté al chaman —dijo Américo, bajan- do la voz.y con fingida seriedad—: «¥ bien, zusted qué hace?» ‘Al ver que el chamén no respond, el médico volvié a for- mular la misma pregunta. El chamén tampoco respondis esta vez, pero, tras ser interrogado varias veces mas, al final dijo: «Si tanto le interesa esa cuesti6n, deberia responderla usted mismo.» »*Yo soy neurélogo —dijo el médico—. Puedo abrirle la cabeza y sacarle un tumor del tamafio de una nuez. Luego puedo cosérsela y conseguir que ande otra vez. gPuede usted hacer eso?” »El curac medité las palabras del cirujano durante unos minutos, tras lo cual negé con la cabeza y dijo que no, que no podia: “No puedo hacer esas cosas —reconocié—, pero cuan- do esté usted a punto de morirse, cuando empiece a quedarse fro y los médicos lo hayan desahuciado, puedo saliral cosmos y recuperar su anima, Puedo metérsela de nuevoenelcuerpoy fentonces es posible que consiga andar otra vez. gPuede usted hacer eso?” 2 LOS HIJOS DEL SOL: COMO. CAPTAR EL CUERPO ENERGETICO «Nuestra tarea como seres humanos —dice el sacerdote andino de cuarto nivel Juan Niifiez del Prado— es llevar una vida plena, mantener una relacién auténtica con Pacha Mama, Ja Madre Tierra, y con todo lo que hay en el mundo, sin excep- cién.» Podemos mantener una relaci6n «auténtica» con todo porque todo, nosotros incluidos, tiene causay, energia anima- doray vital dela existencia. Segtin Juan, no sélolos Arboles, los rios y las montafias tienen causay, sino que «incluso el edificio del Empire State posce un poder propio. El problema consiste ‘en cémo establecer una buena relacién con eso [esa persona o ese lugar}>. El hecho de que Juan utilice la palabra «poder» suscita una cuestién importante para los occidentales. ¥ al de~ cir esto me refieroa todos, no séloa los que vivimos en una re~ lacién mistica con el universo. Juan también sostiene que , acumula hucha. Po- demos atraer hucha tanto si cruzamos un ciudad repleta de gente como si pasamos por un prado cubierto de flores. Sin ‘embargo, lo mas habitual es que acumulemos esta energia por medio de las relaciones afectivas que mantenemos con los de~ més. La hucha se genera cuando extendemos nuestras energias, ‘entre las personas a las que queremos, odiamos, envidiamos 0 cuidamos, Se trata de una econsecuencia energética» de nues- tos esfuerzos y nuestras penas, de nuestros temores, nuestras esperanzas, del conjunto de sentimientos que gufan nuestros pensamientos y nuestras acciones. Aunque resulta inevita- ble atraer hucha si levamos una vida plena en el mundo ac- tual, no es conveniente acumularla, ya que, debido a su densi- dad, nuestro cuerpo energético deja de ser ligeco para volverse pesado, Nos impide funcionar de manera 6psima y captar el causay pacha en la medida en que somos capaces. Sin embar- 0, la hucha no es de por si una energéa mala onegativa. Es pe~ sada, sin mas, «La hucha no implica una categoria moral—ex- plica Américo Yabar—. Cabria definirla como una energia ordenada que se ha desordenado. Se la damos a comer a Pacha Mama (..J, pero no cabe sacar consecuencias morales de ello.» La hucha, que no es energia mala o negativa sino pesada, constituye tal vez uno de los conceptos mis cificiles de com- prender para quienes emprenden la senda andina, Juan Nuiiez del Prado afirma o siguiente al respecto: «En Occidente siem- pre tratamos de reducir todo a dualidades: positivo o negati- -1— ‘vo, bueno o malo, acertado 0 equivocado. Pero la pesadez es algo relativo, Quizé la densidad, la vibracién o el color sean ‘una metdiora més acertada para entender el concepto de hu- ccha, Por «jemplo, una cosa puede ser de color violera o de co- lor rojo. La vibracién energética del color rojo es menor que Ia del violet, por lo que cabria decir que la pesadez.es roja. El -violeta es mas refinado, pero también més frio. El rojo es ca- liente. Los radiadores son rojos, emiten calor, pero los rayos ultravioletas son violetas y frios. ¢Qué es mejor? ¢Algo rojo 0 algo violeta? Depende.» ‘Son los sintomas de nuestra acumulacién de energia pesa- da los que se manifiestan de maneras que tendemos a conside- rar negativas. Cuando no nos encontramos en nuestro mejor ‘momento de energia, tampoco solemos disfrutar de una sen- sacién plena de bienestar fisico, mental o afectivo. Un exceso de hucha en el pocpo (Ia burbuja energética que rodea e im- pregna nuestro cuerpo fisico) puede reflejar asimismo un desequilibrio en nuestra relacién con el mundo natural de la cenergia viva; es decir, que nos hemos apartado del flujo libre de energias y de nuestro lugar en la Gran Red del Ser. En tér- minos psicolégicos, cabria considerar la hucha la acumula- cidn en nuestro cuerpo energético de todo lo que no nos sirve: actitudes negativas, falsedad, incapacidad para amar, conduc- tas autodestructivas o perjudiciales, una mala imagen de uno mismo, eicétera, Si una persona siente malestar por alguna de estas razones, es probable que esté en contacto con una ener gia pesada. No obstante, la pesadez depende de cada indivi- duo, del estado de su pocpo, del poder energético que tiene a su disposicidn y de lo bien que puede «mover el causay». La pesadez indica una incompatibilided entre la energia personal ylaenergia externa. «Segin los andinos —dice Juan—, el mie- do ol dolor (as emociones) son sélo sintomas de que uno es- ‘den contacto con la hucha. El miedo, por ejemplo, es sefial de que se esté en contacto con algo que le resulta pesado. Los ti- -ompatibles de energia resultan pesados. Pero la pesa- dez es algo relativo, Lo que atte parece pesado mi puede no parecérmelo.» Desde el punto de vista de los andinos, el hecho de com- -prender que la energia «pesada> no es lo mismo que la hucha propia o la de otra perso~ sna. Cuando se mete esta energia en el estmago espiritual, el flujo de hucha se divide en dos corrientes: la hucha, que des- sciende para introducirse en Pacha Mama, y la sami, que atra- vviesa el cuerpo en direcci6n a la cabeza o chakra de lacoroni- Ia. Extraemos sami de la hucha exactamente del mismo modo que el estémago fisico extrae nutrientes delos alimentos, Sea cual fuere la técnica que uno emplee, la huchahay que sdarsela siempre a Pacha Mama, a quien le gusta la hucha tanto ‘© mis que los dulees y las golosinas de los despachos. La hu- cha confiere fuerzas a Pacha Mama: para ella es alimento, no ur desecho, A cambio de esta comida energéties, otorga sami 7% (energfa refinada) a la persona que realiza la limpieva, « comparte sus «dotes» con la que lo esti menos para que haya dos personas igual de dotadas. En Occidente nos educan para que pensemos que es imposible que alcancemos todos la cima de la montafia a la vvez. En los Andes, en cambio, lograr esto no sdlo es posible, sino preferible, El cambio de percepcién consiste, fundamen talmente, en pasar de una postura competitiva a otra de coo- peracién, De este modo, aunque pueda parecer no sélo extra- fio sino lamentable que los pacos mas respetados de los Andes no hayan conservado todos los saberes y técnicas energéticas antiguos, debemos guardarnos de imponer los valores y las aspiraciones occidentales a una culeura cuyo principio rector es el aque, no el poder ola competicién. (COMO ARMONIZAR ENERGIAS SEMEJANTES ¥ DISTINTAS La parecido), pero podemos buscar alianzas, intentar armonizar eneigias y reducir de este modo las posibilidades de crear hu- cha. Cuando somos conscientes dela energias yanantin y ma- sintin que hay en nuestras vidas y en las relaciones que mante- rnemos con las energias del mundo natural, se crean con facilidad nuevas perspectivas, nuevas posibilidades, nuevas ideas, nuevas alianzas. . LAPROFECIA DELA EDAD DE ORO Todos estos conceptos conforman un todo filoséfico den- tro del marco de la cosmologia y la profecfa andinas. Como he indicado en el primer capstulo, el cosmos andino esté integra- do por Tres Mundos: el hanae pacha, el cay pacha y el ucu pa- cha, Hagamos un breve resumen: el hanac pacha es el mundo superior de la energia mas refinada y esta compuesto tnica y exclusivamente de sami porque los seres que habitan en él siempre obran con perfecto ayni.Eleay pacha, nuestro mundo ico y proaico, esta compuesto desamiy hucha. Este mundo. se caracteriza por el flujo continuo de ls energias fundamen- tales, yaque nosotros, los humanos, somos energéticay espiri- tualmenteinmaduros; unas veces obramos conayni y otras no. El ucu pacha, el mundo inferior, sélo contiene huchs, porque los seres de este mundo no observan todavia laley de ayni. En consecuencia, el mundo inferior se caracteriza por la pesadez. —s7— Sin embargo, nosotros, los seres del cay pacha, tenemos ‘capacidad para transmit energia entre estos Tres Mundos, de suerte que, cuando damos de comer hucha a Pacha Mama en el cay pacha, podemos absorber sami del hanac pacha en un acto de ayni. Una de nuestraslabores en la senda espiritual an- ddina es levar sami a los seres del mundo inferior. La profecfa andina sostiene que a estos seres hay que ensefarles aynit y ‘que, cuando lo aprendan, los Tres Mundos formariin uno s0- Jo, Io que marcaré el comienzo de una edad de oro durante la ‘cual la humanidad tendré capacidad para evolucionar de un modo consciente. Elcontexto histérico en el que encaja esta profecia corres- -ponde al de los dos inkas rivales: los hermanos Atahualpa y Huiscar, Su lucha por el control del imperio inka coincidié con la conquista espatiola, y la guerra civil en que desembocé surivalidad debilité el imperio y lo dej6, sin duda, en unestado especialmente vulnerable a los espafioles. Segtin Juan Nuiniez del Prado, «como estos dos reyes hermanos no fueron capaces de colaborar, de obrar con ayni, perdieron el imperio». No fueron capaces de dejar a sus hijos el legado de un Tahuan- tinsuyu estable y, como no pudieron obrar con ayni, genera- ron una gran cantidad de energia pesada. Cuando murieron (Huisear duratte la guerra civil y Atahualpa a manos de los conquistadores), descendieron al ucu pacha. «Toda Ia energia pesada que habian generado los atrap6 y arrastré al mundo in- ferior», explica Juan. Ahora estos dos inkas viven all, y su ta- rea, su ayni, consiste en ensefiar alos seres del mundo inferiora realizar actosde ayni. «Nuestra labor en el eay pacha —mani- fiesta Juan—consiste en digerir energia pesada y limpiar nues- two entorno. La de los inkas en el mundo inferior, en ensefiar ayni.» Cuando lo consigan, el mundo inferior se elevars hasta el cay pacha y el mundo inferior descenders, formando un mundo paradisfaco y cohesionado. Nosotros, los seres deeste mundo, podemos contribuir a que se haga realidad esta edad de oro no sélo limpiando el eay pacha de hucha, sino creando saibuas, columnas de energia que conecten alos Tres Mundos entre si. Deeste modo obraremos con ayni y otorgarcmos po- der a los dos inkas para que realicen su labor en el ucu pacha. «Tenemos capacidad para realizar actos de ayni con los inkas —dice Juan—. Ellos echan de menos el contacto con el mundo superior. Podemos establecer contacto con ellos y tender fila- mentos de luz, de energia viva, para conferirles poder en su l- bor en el mundo inferior. Luego,a causa del ayni, losinkas han de comunicarnos sus cualidades para que podamos ser como ellos en este mundo.» Ser como un inka equivale a elevar el ni- vel deconciencia,a hacerse Hijo del Sol, adentrarse deforma pplena y consciente en el cuerpo energético. Enel siguiente capitulo describimos deforma mas detall da el mundo dela profecia andina, un mundo en el que los in- kas (los hijos y las hijas del Sol) viven y aguardan el momento propicio para regresar. Esta profecfa esta viva; no es tanto una ideologia mitica 0 conceptual compartida como un flujo de energia entre nosotros por un lado, y entre nosotros y los Tres Mundos por otro. Vivimos en los tiempos de a profecta, de la Tariypay Pacha: la época del reencuentro con nosotros mis- ‘mos. Es una época durante la cual podemos transformar nues- tra relacién con el eausay pacha, evolucionando de manera consciente, adentréndonos con mayor plenitud en nuestros cuerpos energéticos y generando formas més intensas de con- ciencia. Aunque no somos andinos, tenemos la posibilidad de cemplear las téenicas de energia que ellos pueden ensefiarnos, para convertirnos también en Hijos del Sol. 9 3 LA PROFECIA ANDINA: LAEPOCAEN QUE NOS REENCONTRAREMOS CON NOSOTROS MISMOS ‘Como paco de a senda mistica tengo muy presente la pro- fecia andina, la promesa de una edad dorada durante la cual podremos adentrarnos con mayor plenitud en nuestros cuer- pos energéticos y poner de manifesto en la Tierra unos nive- Tes de conciencia fantisticos. En consecuencia, cuando me en- trevisté con los queros para este libro, uno de mis objetivos cera hablar de la Taripay Pacha, la época del reencuentro con ‘nosotros mismos. Ahora vivimos en este periodo de diecinue- ve afios, durante el cual la humanidad tiene la posibilidad de generar vibraciones energéticas para alentar nuestra propia ‘evolucién spiritual. Pero cuando pregunté por esta profeciaa los queros que se habian reunido conmigo en Urubamba, se ‘me quedaron mirando con cara de perplejidad y confusién. “Tras hablar largo y tendido sobre el tema, me di cuenta de que la profecta, que Juan Niiiez del Prado habia reconstruido cui- dadosamente con datos procedentes de diversas fuentes (entre ellas, la del gran curac acullec quero Andrés Espinosa), no ha- bia llegado a estos pacos, salvo a don Mariano Apasa, que ha- bia aprendido una versién sumamente vaga y fragmentada de =e ella. De hecho, los queros insistian en que no tenfan capacidad para prever el futuro colectivo, razén por la cual carecfa de sentido semejante profecia. Mientras realizaba las entrevistas hablé con Juan Nuiiez del Prado del giro que habian tomado los acontecimientos. @Cabia la posibilidad, le pregunté, de que los queros se nega- ran a revelarnos lo que sabian sobre el tema? Quizi, sugert, conocian la profecia, pero sencillamente no querian hablar de ella conmigo. Juan insistié en que no se trataba de eso. «Ya has visto eémo don Mariano rogaba a todo el mundo que contara, lo que sepan sobre esos temas —me recordé—. No, me temo ue, tal como ha ocurrido con la técnica micuy (la digestién de la huchal, este saber no ha sido legado a estos pacos.» (Si se desea mds informacién sobre las conversaciones con los que- rosacerca dela profecia,véase el apéndice Tl.) Posteriormente, cuando regresé a Estados Unidos, volvta preguntarle por qué los queros desconocfan la profecia. Juan ‘me contest6 lo siguiente: «Yo diria que pricticamente todos los pacos queros de la generacién anterior la conocian. Pero ‘esas personas estén todas muertas. Los pacos de esta genera~ cién se dedican en su mayorfa a otras cosas, no a la conserva~ ci6n de las conocimientos, las técnicas ola profecta.» Luego Juan utilizé un caso ilustrativo para explicarme la dificultad aadida que suponfa hablar con los pacos de temas filoséficos como éste, dificultad que me habia causado una enorme frustracién durante las entrevistas. «Voy a contarte ‘una cosa —dijo—. Un dia fui con don Manuel Quespi a Mo- ray. Alls habfa un grupo de trabajadores del Instituto Nacional de Cultura. Estaban restaurando las ruinas de Moray. Pregun- ta don Manuel qué opinidn le merecia el trabajo que estaban realizando aquellos hombres, y me dijo: “Estan arreglandoes- te lugar para el regreso del Inka.” Para don Manuel, aquéllas cran las casas del Inka, y las estaban restaurando pars que pu- diera volver a ellas. Asi es como se encuentra nueva informa- ci6n. Lo interesantees que los trabajadores no sabjan 2émo in- —2— terpretar esto, Hacfan simplemente su trabajo, porque se les pagaba por ello. Ahora bien, paraun alto misayocestaban alla nando el terreno paral Inka, Porlo tanto, su punto de vista es, distinto por completo. Pero sélo con este dato uno tiene dere cho a confirmar la existencia de la profecta. Para ese hombre [don Manuel] es verdad. El Inka sti vivo y va regeesar. Entre las grabaciones que posees [reunidas durante las entrevistas de Urubamba] hay una en a que los queros afirman: “El Inka es- 1d vivo, Esté vivo y vive en Paytii,” Nunea dicen: “Tenemos ‘una profecia mesidnica quedice que l Inka vaaregresar. Esta- ‘mos esperando. El Inka est vivo y vamos arestaurar sus casas para que pueda venir...” En muy pocos casos obtendrés esta clase de informacién, Estando con ellos te encontrards casi siempre con alguien que te diré:“ElInka vive en Paytitiy veen el ro lo que esté ocurriendo con la basura que aerojamos a él. La bosta de las llamas. Somos sus hijos, eteétera..” Ti tienes que nterpretar y sacar conclusionesa partirdeahi.» Fue éstala dificultad que se me plantes mientras entrevistaba alos queros sobre la profeciay, sin duda, la que see planteé también aJuan con los numerosos pacos que lo ayudaron a reconstruir la pro- fecfaalo largo de varias décadas. A pesar de que los seis queros alos que entrevisté en Uru- bamba desconocian la profecia, en Perd existe una tradicién profética muy extendida y antigua. A continuacién, reprodu- cimos la version de la profecta de la Taripay Pacha que obtuvo Juan Nuifiez del Prado a raiz de sus casi treinta afios de investi- sgici6n como antropélogo y casi veinte como paco dela senda segrada. Sus dos principales informadores (como se les lama en el campo de la antropologia) fueron don Benito Corihua~ man, curac acullec del linaje de Hluascar de la region de Cuz- co, y el maestro quero Andrés Espinosa. Juan fue muy amable al permitirnos recoger aqui los pormenores de la profecia. La versién que reproducimos se basa en las conversaciones que he mantenido yo con él y en informacién extraida de sus ar- ticulos académicos publicados en espafiol en el Pers. Aunque —3— alos queros con los que me entrevisté no les resultaba muy fa- milia, esta profecia constituye un mensaje vivo y una prome- sa en vias de cumplimiento que muchos pacos andinos se es- fuerzan por hacer realidad en la época actual. Incluso los queros contribuyen a la manifestacién de la edad de oro, y es que todos trabajamos para limpiar nuestro entorno de energia y clevar el nivel energético del eay pacha. LA PROFECIA ANDINA DE LA EVOLUCION ESPIRITUAL, ‘Juan Niifez del Prado siente un vivo interés por la profe- cia, pues, siendo como es un paco al servicio de los demas, esta buscando continuamente maneras de ayudar a otras personas aadquirir poder. Y qué mejor manera de servir que contribuir ala evolucién espiritual de la humanidad. Juan, como la ma- yorfa de nosotros, esté familiarizado con otras profecias, so- bre todo con las de los hopis y los mayas. Resulta interesante comprobar que la fecha de la profecia andina se corresponde con el famoso 2012 después de Cristo de los mayas. Un dia a ‘mediados de la década de los ochenta, mientras hablaba con el curac Benito Corihuaman, Juan le pregunté si estaba pré la hora de la evolucién de la conciencia. Don Benito salié al exterior y dirigié la mirada més alld del Valle Sagrado de Cuz~ co, hacia un Apu que domina la regién. «No —respondi—. ‘Aiinno ha llegado la hora.» Cuando Juan le pregunt6 cémo lo sabia, don Benito sefialé hacia el Valle Sagrado y dijo: «Su pocpo [burbuja energética] esté sélo a media altura del Apu. Llegara la hora cuando la burbuja de Cuzco aleance la cima del Apu.» Ignoramos cuanto ha subido la burbuja de Cuzco desde entonces, pero conocemos una serie de fechas y aconte- cimientos concretos gracias alos que podemos determinar en ‘qué etapa dela profecia nos encontramos. Ofrecemos a continuacién un resumen de la profecta. Las consideraciones te6ricas preliminares son una interpretacién 4 sia basada en las conversaciones que he mantenido con Juan Niifiez del Prado y otras personas, pero los detalles de la pro- fecia son los recogidos por Juan durante las décadas que ha es- tado conversando con pacos de todos los Andes. Bl lector ha deteneren cuenta que se trata de una profecia andina, no que- 79, aunque algunos queros como don Manuel Quespi* han conservado partes de ella. ‘Como ya he explicado antes a grandes rasgos, existen dos sendas en la eradici6n mistica andina: la del pampa misayoc y Ia del alto misayoc. Ya he deserito también los cuatro niveles dela sendadel alto misayoe:el ayllu alto misayoc, el llacta alto misayoc, el suyu alto misayoc y el curac acullec. Sin embargo, en el sacerdocio mistico hay tres niveles més, si bien en la ac- tualidad no trabaja en ellos ningtin paco. Estos niveles forman parte del cumplimiento de la profecia y represeitan la posible senda evolutiva de la conciencia humana. LAABOLICION DEL ESPACIO-TIEMPO Segiin la profecta andina, desde aproximadamente el 1 deagosto de 1990 hasta el { de agosto de 1993, el mundo expe- rimentaré un pachacuti, una , lo . Segiin las profectas, la reunificacin del imperio inka supondré una realidad fisica, pero metaféricamente indica el fin de todas las clases de fron- ‘eras que nos separan; indica la posibilidad de una cultura mun dial armoniosa y de una conciencia humana refinada, recep -va y en armonia con todo tipo de conciencias, tanto las de la snaturaleza como lis que todavia no aleanzamos a imaginar. Los pacos (0 as personas con inquietudes espirituales del ‘tipo que sea) son senciales en este proceso de maduracién. De hecho, Juan Niiiez del Prado erce que, de acuerdo con la -visin andina de la Taripay Pacha, cualquier persona que po- ‘sea una conciencis espiritual, una herencia étnica 0 una for- macién cultural o religiosa suficiente puede contribuir a au- ‘mentar la energia vibracional y la conciencia espiritual al nivel necesario para llevar a cabo la transformacién y poner plena- mente de manifiesto esta «sobrepotencia». LAMANIFESTACION DE LOS PODERES CURATIVOS La profecia andina recogida por Juan durante las dos ulti mas décadas describe acontecimientos concretos que seftalan, elcomienzo de esta nuevaera. El primero es aaparicindedo- ce Inka Malleus o supremos curanderos llamados tcuy ham ‘pecs. Todos los pacos son curanderos, aunque reconocen que ‘slo pueden usar ous poderes de forma esporddiea y desigual. Unas veces pueden curar y otras no, y hay enfermedades que pueden curar mejor que otras. Los Inkas Mallcus, en cambio, son curanderos infalibles, capaces de curar cualquier dolencia en todo momentocon sélo poner las manos sobre el enfermo. Segiin Juan Noes del Prado, esta prodigiosa capacidad cura~ tiva significa que no caben los impostores en el quinto nivel de 9 la senda andina del alto misayoe ni en el quinto nivel de con- ciencia. Los doce pacos del quinto nivel aparecern en lugares y momentos muy concretos. El primero, que sera un hombre, lo harden Q'olloriti la festividad sagrada anual que se celebra alpiedeun glaciar,a mas de 4.900 metros sobre el nivel del mar. Su aparicién es inminente, y viajard desde QYollorit'i hasta Cuzco por las antiguas seques, las lineas geogrificas y energé- ticas que unen los lugares sagrados o huacas". Simulténeamente, el segundo Inka Mallcu apareceré en al- ‘gtin lugar cercano al antigo templo de Viracocha en Raqchi. El también viajard por las seques hasta Cuzco, donde los dos I ka Malleus se reconoceran durante la fiesta del Corpus Chris- ti. En ese momento el tercer Inka Mallcu apareceré en el san- tuario de Taytacha Temblores, el Sefior de los Terremotos, donde se reuniran los tres Inka Mallcus. Juntos viajardn a Lima, donde en el santuario de las Naza~ renas o en el de Pachacamilla (centro del culto a Taytacha Mi- lagros, el Sefior de los Milagros) reconocerén al cuarto Inka ‘Malleu y a la primera Nusta 0 Inka Malleu de sexo ferenino, que apareceran ala vez. Seguidamente, este grupo de pacos de quinto nivel viajard en barco al sur del Pers, al santuario de la Virgen de Chapi, en Arequipa, donde aparecerd la segunda Nusta. Seguirén via- jando hasta Bolivia, donde se dara a conover la tercera Nusta enel santuario de a Virgen de Copacabana. Los siete se trasla- darn hasta Puno, donde reconocerin a la cuarta Nusta en el santuario dela Virgen de Candelaria. Tras regresar todos juntos al templo de Viracocha, el templo més sagrado del Peri y sede de antiguas ceremonias para elegir al Inka, los Inkas Mallcus y las Nustas deberén aguardar la llegada de los iltimos cuatro pacos de cuarto ni- vel (dos Inkas Mallcus y dos Nustas), que vendran del norte. * Un huace es cuslquier lugar u objeto que se considera depositario elo sagrado, ‘Una vez reunidos los doce pacos en el templo de Viracocha, vvolveran a celebrar el antiguo ritual de coronacién del Inka, , afirma don ‘Agustin. Pero él, al igual que usted, sabe que en la Gran Red del Ser no existen los desconocidos. El doa que le legan los pa- cos queros y los estudiantes suyos que llegan hasta usted por medio de este libro no es de carcter intelectual, conceptual 0 material, porque esté vivo. Es una forma de ser. Es el ser. Co- mmo esta conciencia vive en y a través de los queros, sus estu- diantes y otros pacos andinos, también vive en y a través de usted. Y a través de usted vivird en otra persona, hasta que al final reconoceremos como hermanos y hermanas, tal como hacen los queros, que «somos seres hurranos. Lo tinico que nos diferencia es la ropa que llevamos, Pero somos todos seres hhumanos y hemos de amarnos los unos alos otros.» 103 — SEGUNDA PARTE RECORRIDO POR LA SENDA SAGRADA: ENTREVISTAS CON LOS MISTICOS QUEROS Por fin habia legado: Machu Picchu, la ciudad perdida de los Inkas, la ciudad de las nubes, la cindadela sagrada de los an- tiguos pacos. Me senté en el patio principal bajo un éxbol solita rio llamado Arbol de la Paz, formando wn circulo con los ami- {g0s que habian terminado conmigo el arduo Sendero de los ‘Incas justo el déa anterior. Habiamos caminado con nuestros cuerpos curativos» tras abandonar nuestro antiguo ser ¢ in- ‘vocar a nuestro nuevo ser chamanico. A lo largo del sende- 70 hablamos celebrado ceremonias y practicado con nuestros cuerpos energéticos. Esto era para mi algo nuevo. Llevaba poco msde un aiio en el Sendero Andino y me quedaba mucho camino por reco- rrer antes de poder notar siquiera mi cuerpo energético, y no digamos dominarlo. Lo que no me imaginaba yo era que iban aponermea prueba muy pronto. Con nosotros estaba sentado uno de mis maestros, Américo Yabar. Con su habitual estilo postico, empezs a bablar de la energia. Como hablaba sélo en espariol, habia que traducir sus palabras, pero éstas segufan conservando su belleza —No somos s6lo de carne y bueso —dijo al tiempo que se daba con el puiio un pequerio golpe en el pecho—. Eso es lo que creemos, Pero estamos engaiiados, y son estos engaios los que conforman nuestra realidad. Constituyen la pantalla entre lo —107— que existe y lo que creemos que existe. ¢Qué somos en reali- dad? Ab... Buena, oeny a aearaeraae Américo puso la encantadora sonrisa por la que era bien conocido, y los oos le brillaron. Pero casi de inmediato le cam- id laexpresin: se puso serio yse acariei6el poblado bigote ne- gro con aire pensativo. —Ab, es una pregunta imposible de responder, Pero a no- sotresl0s chamanes nos encantan los imposibles, gverdad? Cor tejamos lo imposible como si fuera un amante, Bonito, gno? Y atrayente, sverdad? »Somos seres energéticos, seres minosos. ¥ cuando conse- eine deminer ucts flementonconeprimesdominato todo, Voy a demostréroslo, para que vedis de qué estoy ha- blando, soale? aa Aunque creo que la mayoria no entendiamos gran cosa de lo que decia Américo, su pequeria demostracién iba aponerme en unaprieto, Estaba sentada frente a él en el crculo, y me se~ fal6 con un dedo. aa —Joan,tiéndeme tus flamentos de energia—dijo con wna sonrisa pfcara mientras enarcaba una oscura ceja en seal de desafin. ‘Me sentiviolenta y me encogi de hombros. —Lo que tu digas —respondi, tratando de disimular los nervies adoprando una actitud despreocupada. En realidad, jus- to la noche anterior habia vivido una experiencia energética sublime mientras meditaba en los batios sagrados de Aguas Calientes. Me habia quedado ensimismada en la magia de la Luna,me habia fundido con ella, olvidéndome por completo de mi misma, me habia unido con la enigmatica energia del cosmos, Ahora, en cambio, bajo la cegadora luz del ol, no ca~ bia duda de que era de carne y hueso. La realidad de la lumi- snosa experiencia de la noche anterior perdis fuerea répida- mente frente ami escepticismo. _Annérico no dijo nada, Me mir6 fijamente sin dejar de aca- riciars el bigote y con el rostro inexpresivo por completo. Hizo —108— un gesto con la cabeza y relajé la ceja que habia enarcado. El experimento estaba a punto de comenzar. ‘Me senté con las piernas cruzadas y lasmanossobre el rega- 20. Cervé los ojos y respiré hondo. Centréla atencién en el cos- 0, la zona sitnada justo debajo del ombligo que constituye nuestro principal centro de energia. Me imaginé una bola de energia, un sol brillante hecho de hilos de luz entretejidos. Ex- tendi mentalmente estos filamentos luminosos y los arrojé ha- cia Américo, O quiza deberia decir que lointenté. Notaba que estaba realizando un esfuerzo, que estabs tirando fisicamente delos miisculos de latripa. No tardé en darme por vencida. En- seguida adverti que estaba haciéndolo tctalmente mal. Tenia que tomarmelo con calma. No debia hacer nada; tenia que ex- presar mi-cintencin chaménicas en lugarde mi«voluntad fisi- ca», Estaba utilizando slo la imaginacién, no mi cuerpo ener- ‘gético. Me embargo una sensacién de fracaso; la situacién me resultaba embarazosa. Estaba segura de gue Américo era cons- ciente de mi decepcién, aunque reaccioné con gentileza tipica ‘mente latina y, en lugar de hablar de mifracaso, nos cautivé ex- plicindonos como habia tendido él sus filamentos de energia. No era la primera vez que fracasabe al intentar dominar ‘mi cuerpo energético. Tampoco seria la ittima. De hecho, al ca- bo de unos dias me llamé a su presencia un curac acullec quero ‘y me solté « bocajarro que me quedaba mucho trabajo por ha- ‘cer antes de plantearme siquiera la posibilidad de dominar mi burbuja energética, Lo que no me imaginaba yo era que dos afios mas tarde alcanzaria cierto grado de control y me senta- ria ante seispacos queros para hacerles una entrevista sobre sus conocimientos acerca del mundo de la exergia viva. Ese mun- do existe, yen él vivimos todos como seres energéticos. Pero to- do eso estaba todavia fuera de mi alcance. Abora simplemente ‘me sentia contenta de conocer el Peri y empezar a recibir el conjunto de ensefanzas que acabarian quitindome de la cabe- za las ideas falsas que me habia formadosobre la realidad ma- terial. Mi maestros me habtan advertido de que esta labor se- 19 — via como pasar por una puerta que daba a un mundo nuevo y quizis irreconocible. No se equivocaban; sélo quertan ser amables. En realidad, los siguientes aos fueron como caer en una madriguera de conejo, Aligual que Alicia en el Pais de las Maravillas, iha a ser educada de nuevo en nn lenguaje que es- taba por encima de las posibilidades de las palabras y la légica. —10— 4 TRADICION ANTIGUA, PRACTICA MODERNA Laconquista del Peri por los espatioles, siguiendo la linea dela mayorfa delas iniciativas colonialistas,tuvo un efecto de- vastador en la poblacién local. Entre 1532 y 1572, periodo que comprende la conquista y la colonizacién, la poblacién indi- igena de Pera se redujo en un 80 por ciento: pasé de oscilar en- trenueve y dieciséis millones rondar los res". Al igual que la mayoria de los indigenas peruanos, bajo el régimen espatiol los ‘queros perdieron sus tierras y su libertad a efectos pricticos. Las ierras fueron divididas en enormes fincas enlas quelosin- digenas se vieron obligados a trabajar. En realidad, se convii tieron en siervos. Para saber cémo son los queros hay que co- nocerla vida que llevaron después dela conquista, una vida de servidumbre que permanecié inalterable hasta el siglo xx. No fue hasta finales de la década de los cincuenta que los queros fueron liberados de las eadenas del sistema de haciendas, gra- jas a la ayuda de un grupo de periodistas y antropdlogos con sign de futuro. Su comunidad fue una de las primeras en es caparal sistema colonial, diez afios antes de que se aprobase la * Cileulos apxoximados recogides por los antropélogos especalstas cen demografia Henry F. Dobyns y Paul L. Doughty en Pera: a country study, pig 7. = histérica Ley de Reforma Agraria de 1968, que puso al Pent en el camino de las auténticas reformas rurales. (Siel lector desea :misinormacién sobrela vida dels queros bajoel dominio de loshacendados, véase el apéndice IIL) ‘A pesar de los més de cuatrocientos afios de esclavitud ff- siea, los queros mantuvieron su idea de comunidad y su iden- tidad hist6rica como nietos del Inkarri, el mitico primer Inka. in embargo, fue inevitable que se produjera un sincretismo de su sistema mistico y el catolicismo introducido por los es- paiioles. Como pone de manifiesto la erénica de su historia reciente, que reproducimos en parte a continuscidn, los que- +08 no consideran una contradicciéa llamarse cct6licos por un lado y por otro celebrar ceremonias para establecer contacto con los Apus y Pacha Mama, hacer ofrendas rituales a seres sobrenaturales y relacionarse con un mundo natural vivo re- ceptive. La buena disposicién de los queros para abrazar lo mejor desus antiguas tradiciones animistas y dela doctrina y la cere- monias catélicas constituye una prueba de su capacidad de adaptacién, un instinto, quiz, que les ha permitido sobrevivir y conservar su memoria ancestral mitica, cultural y étnica co- ‘mo pocas comunidades lo han hecho en el Pert. La reputacién de los queros como «guardianes de los saberes ancestrales» procedeno sdlo de las poblaciones indigenas delastierras atas, del surde Pert, sino también de fuentes tan inesperadas como la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, queen un volu- ‘men enciclopédico dedicado al Pent perteneciente a una serie de libros de estadistica sobre los paises del mundo, seiala alos, ueros como una de ls poeas comunidades que sconservan muchas de sus précticasy formas de vida ant La Iglesia catdlica lievé a cabo una campaia ‘iplacable ppara acabar con las ereencias y précticas de los indigenas, du- ante la cual destruyé momias y deidades antiguas y las susti- * Viase Pera country study, pig, 20. ~~ ‘tuyé por santos, y construyé iglesias en los lugares ocupados por los templos inkas. Se tiene constancia de que en sélo un afio (entre 1617 y 1618) fueron destruidas 603 huacas y 617 ‘momias en una de las regiones del ltoral del Pert. Antes de acabare siglo xvu, e catolicismo habia logrado introducirse a lolargoy ancho del Pert. Un asunto que no habia surgido en mis conversaciones anteriores con los queros en relacién con su vida bajo el siste- sma de haciendas (véase el apéndice III) era el de la religion y las coremonias. Tenia curiosidad por saber silos hacendados, los terrztenientes feudales, que eran en su mayorfa mestizos y ‘eatdlicas, habfan obligado a los queros a abrazar el catolicis- mo y eliminado las ereencias y précticas indigenas. Daba la impresion de que los hacendados controlaban las vidas de las poblaciones indigenas en todos sus aspectos, por lo que pare- ‘ca probable que sus ceremonias (practicas como los despa- cchos, las adivinaciones con hojas de coca, las peregrinaciones a importantes sedes de iniciaciones como Q'ollorit’) hubie- ran sido erradieadas 0, cuando menos, condenadas a la clan- , rit, “ieves).Escribo el nombre del fiesta como prefiere Juan. —16— aprovecharon la oportunidad para controlar las précticas in- digenasy construyeron un santuario sobre él. Actualmente, la roca, cuya imagen ha sido realzada con pintura, se encuentra dentro del edificio del santuario, rodeada por un cristal y de~ ‘tras de un sencillo altar. Todavia hoy la mayoria de los pacos peregrina una vez al afio hasta Q‘olloriti al igual que miles de ‘campesinos y cientos de turistas. Alli los pacos llevan z cabo sus antiguas ceremonias de iniciacin y limpieza e invocan al Seftor de Q'ollorit’y a Jesucristo para que les bendigan ellos ‘asus comunidades. Debido a su reputacién como «guardianes de los saberes ancestrales», los queros son considerados por los peregrinos de Qollorie un vinculo con el antiguo linaje de los inkss y con el Inkarri, el legendario primer inka, Como tales tienen reservada una zona especial en la periferia de los terrenos del santuario, donde se halla un huaca llamado «Piedra Quero». Debido a la posicién especial que ocupan en cuanto pacos, don Juan Paucar Flores nos explicé que «los queros son los siltimos en llegar a Yollorivi y los iltimos en marcharse». Llegan scompaiiados del «espititu del Inka», y antes de partir, ‘cuando ya se han ido los demas peregrinos, celebran ceremo- inias privadas en los huacas y en Colque Puncu, un Apusitua- do en lacordillera glaciar sagrada. —Siempre ha sido asi—aseguré don Juan—. Desde a épo- ‘cade nuestros abuelos, yasies como hacemos las cosas ahora, »Pero —continué, volviendo al tema de la celebracién de Jas ceremonias catélicas por parte de los queros— nunza va~ ‘mos a Paucartambo para la fiesta de Mamacha Carmen [fiesta ‘en honor de una santa catélica, cuyo santuario se encuentra en ddicha localidad]. Esa es una fiesta de los mists (palabra que ctilizan los indigenas para designar a un mestizo, es deci, un peruano de ascendencia espaiiola). A Paucartambo sélo va- ‘mos para que reconozcan a nuestro nuevo presidente, para re- «ibir la autorizaci6n [y que el presidente de su comunidad sea reconocido oficialmente]. —u7— En aquel momento dio la impresion de que don Juan se desviaba del tema para explicar Ia estructura politica de Que +0, pero pronto quedé claro que de lo que estaba hablando en realidad era de cémo mezclaban los queros las estructuras so- ciales coloniales con las ceremonias indigenas. -La persona que pasa a ser nuestro presidente —expli- c6— invita toda la comunidad, incluso a las mujeres y los ni- ios, a comer y beber. Extiende la invitacién a la comunidad para que su autoridad sea reconocida. La invitacién se cursa dos veces: una cuando acepta el cargo y otra al final del Carna~ val [fiesta que forma parte dela Semana Santa]. Esta invitacién 1no es s6lo responsabilidad del presidente, sino también de sus, dos ayudantes. Deben invitar a la gente ala fiesta en dos oca~ siones*, Comemos, bebemos y bailamos. »Otro aspecto muy importante de la invitacién del pre dente es que debe realizar una serie de rituales en honor «los ‘Apus y Pacha Mama, El fin de estos rituales es pedir los espi- ritus cosechas abundantes, lluvia, salud para nosotros y nues- tros animales y un buen afio durante el periodo que ocupe el presidente el cargo, que es de doce meses. Apesar del interés que revestia la explicacién dedon Juan, in quedar claro silos pacos queros alos que estabaen- trevistando se consideraban catélicos. Juan decidié dejarse de rodeos y plantearles a pregunta directamente: — {Se consideran ustedes catélicos? Los cinco queros respondieron de inmediato, asintiendo vehementes con la cabeza. —Si, lo somos. Somos totalmente catélicos. ‘A pesar de haber sido testigo de la curiosa manera en que los andinos mezclaban el catolicismo y el ceremonial indigena * Constiuye una enorme responsbildad para an poas persons te- ner que proporcionar comida y bebida a toda ls comunidad. Los queros pasan apuros para mantener asus familias, de modo quelainvitacén axige ‘un esfuerno desmesurado y puede poner en un aprieto los anfitrions. —18— en lugares sagrados como Q’ollorit’i, no dejé de sorprender- mela categérica respuesta de los queros. Al fin y al cabo, se los tenia por los pacos mas respetados de la regién de Cuzco. {Cémo podian ser maestros practicantes del misticismo de la naturaleza y al mismo tiempo afirmar con tanto énfasis que ran catélicos, cuando ni siquiera habia un hacendado que les impusiera otro sistema religioso? Ricardo Valderrama, el profesor de antropologia que tra- bajaba de intérprete del quechua y que se ha pasado mas de veinte afios estudiando y recogiendo las historias de as pobla- ciones indigenas de todo el Per, me explicé que en realidad esto no representa ninguna paradoja. —En el Perd ser catélico es algo muy especial, incluso pa~ 1a los mestizos como yo. Somos catélicos con los Apus, con Pacha Mama. Acudinios a misa, pero no constituye ninguna contradiccidn el hecho de que luego celebremos un despacho oinvoquemos alos Apus. ‘Juan Niifez del Prado, haciendo labores mis propiasdeun antropélogo que de un alto misayoc, explicé que ¢l catolicis- mo de los queros y otras poblaciones indigenas del Peri no se corresponde con la doctrina moderna y «oficial» propugnada por Roma. Se trata mas bien del catolicismo del siglo xv1, épo- caen que florecieron numerosascreencias heréticasquedefen- dian a posibilidad de la revelacién personal y la capacidad del individvo para establecer una comunién directa con Dios. Es- tavertiente del catolicismo toma prestado de ladoctrina desan Francisco, segtin la cual Dios puede revelarse en Ios montes, los érboles, los animales, en toda la naturaleza. Muchas de es- tas doctrinas se difundieron por el campo durante la época de Ja conquista y siguen vivas hoy en dia, ligadas de un modo inextricablea las antiguas creencias misticasindigenas. Ahora vefa con claridad que los pacos queros que estaban sentados delante de mi, y por supuesto sus antepasados, no sélo habian aprendido a sobrevivir en el mundo a menudo ex- trafo, normalmente confuso y siempre amenazador de los —19— -conquistadores y el gobierno colonial espafiol, sino que ade- més se habian enriquecido tomando prestado de sus opresa~ xe ciertos conceptos espirituales y ceremonias que luego ha- bbjan asimilado. Gracias a mi interpretacién de estas ideas, y a ppesar de su todavia limitado alcance, a partir de aquel momen- ‘to ya1no me pareceria extrafio ofr a los queros identificar a un “Apu con Jesucristo o utilizar de forma intercambiable térmi- nos comoSefior de Q’ollorit’i o Dios. Es més, parecia de lo mas natural que nuestro siguiente te- ma de conversacién nos Hlevara a ahondar en la memoria co- leetiva de los indios queros hasta remontarnos a una época muy anterior a la de su esclavitud bajo el dominio del hacen- dado, la época en que se fund6 Quero ¢ Inkarri, el mitico pri- mer Inka, leg6 el saber mistico asus pobladores. —120— 5 LOS NIETOS DE INKARRI ara los queros, al igual que para muchos otros pueblos indigenas del Pert el Inka esté vivo. Y no s6lo esté vivo, sino ‘que esté esperando el dia en que pueda regresartriunfante pa- rragobernar otra vez, restituir al Perd a su gloria de antafio, i- Derara su gente de una opresién secular y limpiar la contami- -nacién extendida por las culturas extranjeras que han rehecho cl paisasu imagen. Los queros se llaman a si mismos los «nietos de Inkarri», el mitico primer inka que fund6 su imperio, y aguardan con paciencia su regreso, como habia podido comprobar al ofr la historia de Juan sobre su paseo en compafifa de don Manuel ‘Quespi por las ruinas de Moray, que reproduzco en el capitu- 10 3. Juan sélo vio allfa unos hombres restaurando las ruinas. Para don Manuel, en cambio, estaban reparando las casas del Inka con vistas a su regreso. También habia ofdo a Juan expli- ‘car con todo lujo de detalles su interpretacién de la profecta andina: la aparicién de los curanderos infalibles, el regreso del Sapa Inka y Coya, que servirian de modelo para una nueva, clase de dirigentes politicos; y la posible evolucién espiritual dela humanidad, que daria lugar a nuevos niveles de concien- cia y abonaria el terreno para la manifestaci6n de nuevas fa- cultades humanas que dependerian de nuestra capacidad para relacionarnos con nuestro cuerpo energético més que con =11— nuestro cuerpo fisico. Pero, pesar de toda mi labor en el Perit y de las conversaciones que habia mantenido con mis maes- twos, apenas habia ofdo decir nada acerca de Inkarr, el mitico antepasado de los queros. Estas entrevistas eran mi oportunidad para subsanar esta laguna en mis conocimientos sobre la historia mitica y las creencias misticas de los queros. Las primeras personas que oyeron hablar del mito de In- karrifueron el padrede Juan, el antropélogo Oscar Niiiiez del Prado, y sus compafieros, durante la expedicién que realiza- ronen 1955 a Quero, Hasta entonces el mito del origen de los inkas habia estado restringido fundamentalmente ala leyenda de Manco Capac. Segsin esta leyenda, de la que hay muchas y mis detalladas versiones*, en los albores de los tiempos, Man- co Capac, el hijo del Sol, salié con un bastén de oro de una cueva situada en una isla del Iago Titicaca, acompaiiado de su hermana y esposa Mama Ocllu, la hija de la Luna, Los dos principes dividieron a los habitantes de la regién, que vivian como salvajes, en diez grupos o ayllus y les ensefiaron cos- tumbres civilizadas: tejer ya cultivar el campo. Luego Man- co Capac y Mama Ocllu fueron a buscar un lugar adecuado para construir su ciudad imperial. Manco Capac habia recibi- do érdenes del Padre Sol de arrojar el bastén de oro desde lo alto de una montafa; el lugar donde eayera en posicién verti- cal seria considerado el «ombligo> o centro del imperio, Man- co Capac arrojé el bastén de oro numerosas veces, pero en to- das cayé torcido. Al final, sin embargo, se hincé recto en la rica tierra de un valle fértl,y alli fue fundada Cuzco. Una vez construida la ciudad y el magnifico Templo del Sol, Corican- cha, Manco Capac y Mama Ocllu salieron a recorrer el impe- rio para reunir a toda la gente, Manco Capac viajé al norte y * Ens erdnieas espafiolas hay constancia de aproximadamente cua- senta versiones del mito de a ereacién del Inka. Este es un breve resumen de variasde elias —12— Mana Ocllu al sur, atodos anunciaron que el Padre Sol habfa concedido sus dones « aquella tierra por el bien de la gente. ‘Tras reunir gente de as cuatro regiones del imperio, formaron el Tahuantinsuyu*, el imperio inka, donde dio comienzo la dinastia divina de los Inkas. Oscar Niiiez del Prado advirtis, sin duda, las sorpren- dentes semejanzas que existian entre el mito del Inkarriy lale- yerida de Manco Capac, salvo una que constituia una diferen- cia fundamental: el mito del Inkarri sugiere que el Inka sigue vivo y esté esperando el momento adecuado para regresar. Al conocer el carécter mesidnico de esta nueva leyenda, Niiez del Prado se puso a investigar junto con otros antropélogos si el mito existia también en otras regiones geogréficas. Para su sorpresa, en cuanto comenzaron la investigaci6n, encontra- ron versiones del mito de Inkarri no slo por todos los Andes centrales, sino por todo el Peri e incluso en los paises vecin enel Ecuador y, sobre todo, en el norte de Bolivia®*. El mi de la creacién de los pueblos indigenas de los Andes ya no era tun estéril artefacto registrado en diarios del siglo xvi; era un legado vivo y lleno de fuerza, una esperanza que segufa con- moviendo los corazones de los pueblos indigenas. En la versién quero del mito que hemos reproducido an- teriormente los queros afirman de un modo explicito que son descendientes del primer inka: ellos son los nietos de Inkarri. Lo queno resulta tan claro es su creencia de que Inkarrles hi- z0 un obsequio tinico y valioso, Seguin Juan y Américo, los queros afirman que Inkarri les legé el saber mistico y los nom- bré guardianes de los saberes ancestrales, reputacidn que los pacos andinos conservan todavia hoy. A diferencia de los que- En quechua tabu significa cuatro» y saya, «partes. Estas pala bras estén unidas por tin, trmino que designa dos cosas diferentes unidas 0 fusionadas para crear una entidad mis grande que la suma de las partes. '* El eélebre antropélogo Juan Ossio ha reunido diversas versiones del mito de Inkarren su libro Ideologia mesiaica del mundo andino, =13— 10s, depositarios de los saberes ancestrales alos habitantes de Cuzco, a capital imperial, Inkarri les legé los conocimientos administrativos y politicos que les permitieron construir uno de los imperios mis grandes del hemisferio sur. El depositario del mito de Inkarr{ entre los queros reuni- dos en Urubamba era Julidn Paucar Flores, quien me conté el, relato dela ereaci6n de los queros en tono solemne y reveren- cial. Luego otros queros afiadieron variantes que habian ofdo a familiares y antepasados o detalles que se le habfan pasado por altoa don Julién. Por mor de la fluidez natrativa, he inte- grado estos detalles en el relato propiamente dicho. Lo que se reproduce a continuacién es la historia, transmitida de gene- racién en generaci6n, del linaje real de los queros y del origen, de su identidad como maestros pacos responsables de llevar el espiritu del Inka a fiestas sagradas como la de Q’olloriti. Mi abuelo me conté que Inkarri tenia un bastén de oro —empexé diciendo don Juan—y que lo arrojé desde Raya Ca- sa [poblecién limitrofe con las altas Hanuras y las regiones, ‘montafiosas centro meridionales del Peri). Cuando Inkarri se disponizaarrojarel bast6n, Collar, su mujer lehizo cosquillas, ena axila derecha, Debido a esto el bastén no cay6 en Quero. Debaberdadoensu territorio, Quero habria sido el cosco [lite- ralmente el Juan Nez del Prado me expicé que el hecho de quedarse sin poe Ares significaba deforma implicta que Agustin se quedaba también sin ayuda econdmica, Hacerse alto misayoc resulta eat. La formacién, que puede durar uno diez sos o mis, selesuele pagar almaestro alto misayoc conganado yen efectivo. Este también puede obligale a uno a trabsjaren $5 campos. Sn ayuda econémies Agustin le abria resultado préctica~ meate imposible formarse como alto misayoc. Sin duds este gir en acontecimientos debié de pesat en el éiimo de Agustina la hora de inci- sare porla senda del pampa misayoc —137— deesto, no me encontré con mis estrellas de cerca®. Los Apus también me comunicaron que debido a esta equivocacién no pos ser alto misayoc. “Sélo vas a ser pampa misayoc”, me ijeron. Ms adelante volvi6 a ocurrirme una cosa mala causa de esta equivocacién. Conocf a una mujer, pero murié casi de in- mediato, Estuvimos juntos s6lo tres meses. Cuando muri, realicé mi Gltimo carpay para ser pampa misayoc. Gracias a él soy un pampa misayoc que puede leer hojas de coca. Voy a parar un momento para elegir las hojas de coca y acordarme de més detalles. ‘Tras unos minutos de descanso, durante los cuales pre- paré varios quintus, sopl6 sobre ellos mientras rezaba y los ‘masticé, don Juan Agustin siguié con su historia. Lo primero. ‘que hizo fue explicarme de forma resumida cémo se hace uno aco. —Pasaron casi cinco afios desde que empecé la formacién hasta que la acabé. Pero con Andrés Espinosa sélo trabajé en los rituales de iniciacién. Mi padrastro le pidié que celebrara los dos primeros carpays por mi. Bernabé Marchaca también estaba presente. Entonces murieron mis padres. El timo car- pay lo eelebré sélo con Marchaca, Dicho esto, don Agustin hizo una pausa y se puso a recitar tun enigmitico mantra que parecfa explicar todos los matices de las decisiones que habia tenido que tomar al aceptar la sen- da del pampa misayoc. —No hice ninguna de mis tareas ni senti ninguna de mis necesidades. Por eso asumo la responsabilidad de realizar to- ddas mis tareas y sentir todas mis necesidades. * Juan Nufer del Prado me explicé quelas estrellas también hablaban «desde lejos» no sélo debide al error de Agustin, sino también porque Ber- nnabé Marchaca, através de cuya mesa estaban hablando ls estrellas, era un ppampa misayoc, no un ato misayoc, que puede relcionarse con los Apus deun modo mucho mis directo y desde mucho més cerca. 138 Luego, sin hacer la menor pausa, don Agustin prosiguié la narracidn con un comentario sumamente pragmitico, con lo ‘que se deshizo el encanto del momento, —Uno no se hace paco por voluntad propia. No. Se hace porque la estrella decide que lo sea —recalcé—. Luego uno cumple con la voluntad dela estrella. Silo hace, ¢s recompen~ sado con grandes rebafios, cosechas abundantes, buena salud y nilfios sanos. Tiene una buena relacién con su esposay puede llevar a cabo curaciones satisfactorias. >Para recibir la estrella uno debe ser fuerte. Debe ser ca- paz de recibir el impacto dela estrella. ;La estrella es come un camién! Como era fuerte, pude abrir el corazén para recibir el poder dea estrella. Asf fue como la r Don Agustin volvié a guardar silencio. Habia terminado de contar Ia historia de su inicizei6n. Tras una breve paus, le pregunté en qué consistian exactamente los deberes del pam- pa misayoc. Los queros a los que habia entrevistado tendiana responder estas preguntas tan generales de forma muy con- cretay a menudo facilitaban sélo un par de detalles si tancia. Resultaba muy dificil situar sus précticas mis tun contexto més general o hablar del impacto o el significado de sus prcticas. Agustin no era diferente. —Hiago despachos por asuntos de salud, amor 0 traajo dijo, resumiendo en una frase el ejercicio de su sacerdocio, Luego se acordé de algo y aiiadié—: Y para los Apus. — Para honrarlos? —pregunté, pues no sabia a qué se refe-~ riaenconcreto. Pero Juan Niitez del Prado ni siquiera tradujomi pregunta. Debie de parecerle una pregunta ingenua e incluso ridicul, ya que la respondié él mismo. Esto era algo que hacia a menudo cuando consideraba mas sencillo aclararme répidamente un ‘matiz.que cumplir conel farragoso trabajo de traducirdelinglés alespaiioly del espafiol al quecha y viceversa. “No, no es exactamente en honor de los Apus —me ex- plicé—. Cuando un paco celebra un despacho para los Apus —B9— es con el fin de establecer una relacién personal con ellos. ‘Con hi esperanza de que la pregunta lo animara a contar alguna historia sobre su trabajo y sobre las personas que re- querian sus servicios, pregunté a Agustin por qué motivo la, gente acudiaa él para hacer un despacho. —Trabajo para gente que busca armonia: parejas, familias 6 personas que quieren trabajar juntas —dijo—. [Cuando me hice paco] pensé muchas veces que debia dedicarme exclusi- ‘vamente a hacer ofrendas a mis Apus y a Pacha Mama. Pero estaba equivocado. Ademas, mi esposa enfermé porque esta- ba cumpliendo mal con mis deberes. Aquello me ensefié que debia trabajar para todo el mundo. Debidoaa lo que le ocu a] mi esposa, aprendi que, aparte de hacer ofrendas los Apus, ‘eenia que integrar mis funciones y colaborar con ellos y con ‘Pacha Mama para conseguir salud, amor y trabajo, Todo este trabajo esel que tengo que hacer. »Por es0.a partir de entonces trabajé con mi esposa. Cuan- do aprendi a hacer esto, me di cuenta de que podia trabajar con el lado izquierdo, Cuando calabordbamos, mi esposa tra- bajaba con el lado izquierdo y yo con el derecho. Pero descu- ‘bri que, cuando ella no podia trabajar conmigo, dia hacer un despacho a Pacha Mama con la man: ‘otroalos Apus con la derecha. Ast que aprendia integrar mis funciones, Si quieren que les diga la verdad —aiiadié—, esto fue todo lo que hice. La declaracién de don Agustin, tan sentida, nos dej6 a to- dos helados. Su sinceridad y vehemencia resultaban c smecedoras. Agradeciamos de todo corazén que él y otros pa- ‘cos queros nos permitieran indagar en su vida privada. Pero también nos dabamos cuenta de que aquella manifestacién in- dicaba que el narrador deseaba hacer una pausa, Mientras don Agustin descansaba unos minutos, me volvi hacia Juan para ‘que me explicara a qué equivalian el lado izquierdo y el lado derecho en las labores de los misticos andinos. Sabia que los pacos podian estar formados en lo que se de- —140— nominal «lado izquierdo dela mesa» o l «lado derecho de la mesa». Pero la idea andina de izquierda y derecha no se co- rresponde de manera exacta con los conceptos occidentales de chemisferio cerebral izquierdoe (analitico, lineal, etcétera) y chemisferio cerebral derecho» (intuitivo, creative, no linea). ‘Mas bien serefiere a la circunstancia de estar formado en el la- do «magico» (0 izquierdo) 0 enel lado «mistico» del sacerdo- cio. Con frecuencia resulta difeilindicar de manera exacta en qué consiste la distinci6n, y dependiendo de con quien hable uno la descripcidn varia. Pero Juan me explicé que, dicho del ‘modo mas sencillo posible, un paco que trabaja predominan- temente en el lado izquierdo de la mesa es aquel «capaz.dema- nejar el poder y la visién para fines practicos, por ejemplo, curaciones». Una persona que trabaja sobre todo en el lado derecho ha recibido las ensefianzas que le confieren la «capa- cidad de encontrarse y comunicarse realmente con los seres y las energias sobrenaturales». Lo ideal seria que un paco in- tegrara ambos tipos de ensefianza y «moviera el causay>, la cenergia viva, desde ambos lados de la mesa. Otra distincién importante que habria que hacer con res- pecto ala metiforaandina de la derecha y la izquierda es quea los hombres se los considera capacitados por naturaleza para trabajar por la derecha, mientras que las mujeres poseen una capacidad innata para trabajar por la izquierda. En el mundo sagrado de los Andes el lado izquierdo esté asociado a lo «fe- * Sin embargo, hay que tener presente que los sistemas son compati- bles. Cuando un andino dice que est trabajando en el lado derecho, que desde el punto de vista isco est asociado al cuerpo, la metifora vendriaa significar que esté trabajando mis con el hemisferio derecho del cerebro, ya queelizquierdo concrolael lado derecho del euerpo. Vistos de esta manera, los sistemas metaféricos de Nortemérica y Sudamérica coinciden, por cjemplo: en el norte lo «masculino» esti mis asociado al hemisferio iz- Auierdo del cerebro, mientras que en el sur se dice que pertenece ala «parte derecha», Qourre lo mismo con lo «fereninow: el hemisferio derecho del cerebro correspondeal Indo izquierdo. Vease también el capitulo7. —Mi— menino». Por ejemplo, se piensa que la Luna y el mar se en- ‘cuentran en el lado izquierdo, y el Sol y las montafias en el de- recho*. Juan Paucar Flores habia aclarado previamente que ‘as mujeres tsabajan de forma casi exclusiva por la izquierda «porquelos rituales que celebran los oyen més Pacha Mama y ‘os Apus». Juan Niiiez del Prado explieé esta idea en térmi- snos jungianos: el lado derecho se puede identificar con el lo- ‘80S, que es la mentalidad racional y la proclividad a la inter- ppretaci6n; el trabajo en el lado izquierdo, en cambio, se puede ‘dentifiear con eros, «la inclinacién bacia la vida, la capacidad ppara establecsrrelaciones con facilidad y la endencia hacia la plenitud ya criar». De ahi quea las mujeres pacos se as consi- dere, por naturaleza, més duchas en las labores del lado iz quierdo de lc mesa, es decir, en las curativas. A los hombres, ‘en cambio, se les da mejor el trabajo del lado derecho, consi tente en comunicarse con el mundo espiritual para obtener informacién. Lo que un paco ha de hacer para adquirir una formacién completa como mistico es desarrollar ambas capa- que con «la derecha>. : Cuando nos reunimos para reanudar la entrevista, decid seguir centrindome ena manera en que el pampa misayocrea- liza los despzchos. Esta compleja ofrenda ritual constituye la especialidad del pampa misayoe, y con toda probabilidad es la, -ceremonia que se celebra més a menudo en los Andes. Existen mis de doscientas clases diferentes de despachos, lo que supo- ne una variedad impresionante. Cada clase se emplea con un fin concreto y se compone de diferentes cantidades y tipos de © Véase Constance Classen, Jncs Cosmology and the Human Body, Pig.23. —1R2- ««recados», que son los objetos naturales sagrados con los que sellenael paquete de la ofrenda. Los despachos de cardcter ge- nneral son vendidos en los mercados de los Andes por especia~ Tistas que los llevan ya preparados; los despachos pars fines concretos, como los despachos para el amor, s6lo se preparan, silos solicita alguien. Se tarda afios en dominar los tipos fun damentales de despacho. Con las preguntas que le hicea don ‘Agustin intentaba averiguar cémo decide un pampa m'sayoc qué clase de despacho ha de utilizar en una situacién concreta qué resultado puede tener una ceremonia de ese tipo. Por ejemplo, zsurten efecto siempre? Pero, no sé por qué, mi pro- pésito no quedé claro ena traduccidn, y don Agustin se puso ‘adescribir el contenido de un despacho general. Reproduzco aqui la descripcién para que el lector se haga una idea de lo complejo que puede llegar a ser preparar uno. (No reproduz~ ‘co los nombres quechuas de las plantas y las semillas andinas, sino la descripcién que dieron don Agustin o los traductores, para definirlas.) Lo que no queda plasmado en la descripcién, por desgracia, es el hermoso sentido de la composicin que ponen de manifiesto estas ofrendas. El pampa misayoe selec- ‘ona 7 coloca cada objeto con sumo cuidado. Un despacho acabaco puede ser una obra de arte 0, como lo deseribié una amigamfa, un «mandala de la naturaleza>. ~ para hacer un despacho —dijo don Agustin—, son ne- cesatios todos los recados: hojas de coca, incienso, azticar, to- do lo que hay en el paquete [cl despacho preparado que se puedecomprar en el mercado}. Se toma un papel blanco, y so- breél hay que poner doce quintus y dibujar una cruz con azii car. Tembién hay que poner claveles blancos y rojos, vino tin toy pisco. Los doce quintus se pueden colocar sobre algodén blanco. Encima del incienso y el azicar se ponen uns planta, aromitica, una hierba, del litoral; un feto de llama; caramelos, pasas 0 uvas; otro tipo de semilla andina; arcoz 0 fideos [sin cocer|; hojas diminutas de papel de plata o dorado queson co- mo pequetios libros; hilo de plata y oro; una diminuta flauta =18— también de oro o plata; unos frutos secos; un imén y un pe- quefio crucifijo. También se puede poner arcilla, una hoja de coca estrujada, otras clases de semillas y plantas, grasade vicu- fia, yuca y semillas de coca. »Para terminar encima de todo se coloca otro clavel blan- 00 rojo. Luego se pone una concha pequefia quesirve de me~ say otra crucecita para cerrar la puerta es decir, para terminar de hacer el despacho], En una esquina se colocan dos velas di- ‘minutas, una roja y otra amarilla, También se ponen numero- ss figurillas de papel de plata o metal; estrellas, casas, per sonas, llaves y cerrojos, escaleras y animales, Se eligen con arregloalfin que tengaeel despacho. ‘Don Agustin se queds callado un momento para ver sise habia dejado algo. Juan aprovecho la oportunidad para decir- me que en un despacho se podian llegar a colocar del orden de 218 objetos diferentes. Yo crefa que don Agustin iba a enumerarlos todos. Pero no teniamos el valor de interrumpirlo, de modo que le deja- ‘mos que siguiera con la lista, —Estas figuras simbolizan dos clases de personas: las sol- teras y la casadas. También hay una figura con los pufiosjun- tos, lo que simboliza el poder. Luego esté la figura del hom- brecillo, que estd hecha de caramelo. Cuando ya se ha clegido todo, se echa encima un trago [de alcohol de caiia de azticar) y se esparce un poco mis de vi- no tinto alrededor del despacho. Luego se cierra y se ata con hilo blanco. En el despacho hay dos colores importantes: cl rojo y el blanco. En los despachos para Pacha Mama se ponen flores rojas. Para los Apus se ponen blencas. »Entonces se quema el despacho y el fuego lleva [su poder x sus plegarias] a los Apus. El fuego esel vehiculo que lleva el despacho alos Apus. “Tras darle las gracias a don Agustin por su descripcién del contenido del despacho, le formulé de otra manera una de las preguntas anteriores que no habia respondido: —M4— —{Cémo se elige el despacho indicado para una circuns- tancia determinada? Por ejemplo, zqué formas se emplean pa~ ra hacer una curacién, pongamos por caso? Puede contarnos alguna historia relacionada con una ceremonia de despacho? —Un despacho se emplea, en primer lugar, como ofrenda. Este es un uso positivo. Pero sien la casa de uno se ha cometi- do un pecado o hay algo sucio (hucha}, el despacho se utiliza de otra manera. El despacho limpia la hucha de la casa, pero entonces es de otro tipo. —Entonces, como no estaba muy se~ guro de qué clase de informacién buscébamos, don Agustin nos pregunt6—: ¢Quieren saber exactamente cémo se hace esa clase de despacho? —No —respondi. Le agradect que se prestara a facilitar~ nos esa informacién y le dije—: No necesitamos saber es0, pe~ ro estaria bien si nos hablara de las maneras en que actéan los despachos. Por ejemplo, zsurten efecto siempre o la ofrenda puede fallar? ;Qué consecuencias tiene una ceremonia de des- pacho? “Tenia interés en saber cémo se relacionaba don Agustin ‘con su comunidad como paco, como pampa misayoc. Ast que insist en estos puntos, y Ana Maria y Ricardo tradujeron pa~ cientemente, —Si una persona necesita el servicio de un pampa misayoc —explicé don Agustin—, entonces acude a otro. Me volvi hacia Juan para preguntarle si habfa entendido bien la traduccidn. Me aseguré que si. Pedimos a don Agustin. ‘que nos explicard la I6giea del procedimiento. El otro paco lee las hojas de coca para que uno vea si el problema o la curacién que desea [de un determinado pampa misayoc] En mis suefios Pacha Mama flota vestida al estilo de las mujeres de los vales. ¥ las Nlustas llevan ropas de plata u oro, brillante. A veces cuidan con ternura de un nifio. Otras apare- cen 1 mi lado cuando estoy cligiendo las hojas de coca o ha- ciendo un despacho y lo hacen conmigo. Me ensefian. »Muchas veces estos seres aparecen juntos en mis suefios. Como he sido elegida para ser pampa misayoe, creo que estos, seresyy yo estaremos juntos hasta el dia de mi muerte. >Esoes todo. Doiia Agustina se arregls el lll (el chal), echandoselo sobre los hombros y ajustindoselo con la misma sencillez.con ‘quehabfa puesto punto final ala historia de su iniciacién. Ledilas gracias y le pregunté cusntos afios tenia cuando la inicié su primer marido, Respondié que veinte. Después de contar su historia, dofia Agustina parecia rea- ciaa hablar, Yo no sabia muy bien sie sentfa cohibida osiera taciturna por naturaleza. Con idea de que se abriera, le formu- 1a propésito una pregunta de cardcter general sobre la mane- ra en que habia cambiado su vida el hecho de convertirse en pampa misayoc. —Ser pampa misayoc es bueno —nos dijo—, porque an- tes me ponfa enferma 2 menudo. Creo que me he curado de estaenfermedad por mi trabajo con las Nustas y Pacha Mama. Desde que soy pampa misayoc gozo de buena salud. Entonces Ricardo le pregunté por las circunstancias que habjan rodeado la muerte desu primer marido. Esta pregunta, aparentemente sencilla, llevé a dofia Agustina a revelarnos al- {gunos aspectos significativos sobre los peligros que entrafiaba, seguir la senda sagrada, Mi marido murié muy répido. Sangraba de la nariz y de —W9— laboca, Estuvo enfermo s6lo un dia y luego se muri. Por eso no pudimos curarle. Si hubiera padecido una larga enferme- dad, habriamos podido utilizar nuestro poder para curarlo. Pero ocurrié todo muy ripido. Murié en un dia. »Estabamos los dos solos, No tenfamos hijos. Cuando -ocurrié, incluso nuestros pensamientos quedaron en suspen- ‘s0*. Elera alto misayoe. Su muerte pudo ser consecuencia de un error que habia cometido. Las fuerzas oscuras y malignas ‘pueden devorarte, pueden comerse tus energias. »A| afio siquiente conoci a Mariano —continué dofia Agustina, dejando rapidamente el ema dela muerte de su pri- mer marido—. Me sometié a sus carpays y ahora trabajamos juntos. ‘Juan, quizé para intentar relajar el ambiente, hizo un co- mentatio medio en broma sobrello bien que habia elegido a su maride dofia Agustina, ya que ambos eran pacos. Doiia Agustina se puso derecha y replicé: —Estoy segura de que las sefioras Nustas y Pacha Mama desean que todos mis maridos sean alto misayocs! Sokamos todos una careajada y continuamos la entrevista con preguntas de carseter més prictico. —,Cudntas mujeres pampa misayocs hay en Quero? —pregunté, —No hay ninguna pampa misayoe que haya sido someti- daa los carpays excepto yo —respondié. Enuna futura entrevista con los hombres pacos me ente- raria de que en Quero tampoco habia mujeres alto misayocs, aunque la hija de don Juan Paucar Espinosa haba sido llama- daa la senda y él se habia comprometido a financiar su for- macién. Sin embargo, segiin estos pacos queros, la generaci6n actual de mujeres no desea, en su mayoria, hacer frente a los retos que supone iniciarse en la senda. No es que no tengan * Expresién metaférica que revela lo grave que era su situacin. Siun ppaco comete un error en la senda, pone en peligro incluso su vida. —150— capacidad para ser pacos, sino que prefieren no realizar el esfuerzo, De ahi que, segtin ellos, en Quero no haya mujeres pacos excepto dovia Agustina. Si hubiera sabido esto cuando centrevisté a dofia Agustina o si ella se hubiera prestado a faci litarme la informacién, probablemente nuestra entrevista ha~ brfa tomado otro derrotero, Me habria encantado ofrla defen- derasu sexo en relacién con el deseo dehacerse paco. Pero, no sé por qué, ni a mi nia ninguna otra persona se nos ocurrié aquel dia plantearle a doa Agustina mis preguntas acerca de Ja curiosa carencia de mujeres pacos, por lo que desaprove- chamos una oportunidad para investigar este ema tan impor- tante. Lo que sf hice fue preguntarle a dofia Agustina si crefa aque existia alguna diferencia entre las mujeres y los hombres pampa misayocs. —Algunas —reconocié—. Las mujeres trabajan con Pa- cha Mama y las Klustas. Los hombres :rabajan con los Apus. Sin apartarse del tema, Sandy pregunté a dofia Agustina si las mujeres celebraban los rituales de manera diferente a los hombres, Pero dovia Agustina respondié a titulo exclusiva- mente personal. —Yo siempre trabajo con mi marico. Nunca trabajo sola. Hacemos despachos y curaciones juntos. ‘No obstante, aquella respuesta llevaba implicit Ia idea de que, como el trabajo de don Mariano y el suyo eran compati- bles, los hombres y las mujeres pacos se diferenciaban en poco alahora de celebrar ceremonias. ‘A continuacién Sandy formulé a doa Agustina una pre- {gunta que provocé una respuesta un tanto acalorada. Sandy ‘queria saber si tenia dificultades para hacer frente a sus res- ponsabilidades como madre y como paco. Dofia Agustina respondié con una retahila de palabrasen quechua, —Cualquiera puede ver que eso no supone ningiin con- flicto—replicé—. Ambas forman parte del conjunto de mi vida. Juan hizo un comentario sobre el resto dela respuesta, que no habfa sido traducida en su toralidad. —151— —La pregunta le ha sorprendido —explicé—. Primero ha dicho quesu vida en general ha mejorado desde que es pampa misayoc. Se ha quedado sorprendida. Ha dicho que no supo- ne ningtin conflieto ser madre y pampa misayoc. —Bien—dijo Ana Maria—, gen quése diferencia un paco, ‘sea hombre o mujer, del resto de la comunidad por el hecho de ser pampa misayoc? ;Se leconsidera trata de manera distinta? No —respondié dofia Agustina—. Es lo mismo para hombres y mujeres. Nos tratan igual. En aquel momento Juan asumié su papel de profesor y nos dio una pequefia conferencia. —En los Andes, y en cualquier otra parte, toda la vida es una senda. En Ia vida se puede elegir cualquier senda. Por cjemplo, una persona puede elegir la senda de la politica. Uno sigue una senda incluso sise trata de la senda sagrada. Ella lo ‘inico que hace es asumir su funcién como paco, pero esto no Ja aparta de su vida cotidiana nile quita su identidad como ma- dre. En esto nuestra cultura es algo diferente de la vuestra, en Ja cual pueden producirse dificiles conflictos de funciones y jerarqufas. Esto ocurre incluso aqui en ciertos ambientes, co- ‘mo por ejemplo con mis compafieros en la universidad. Al- gunos noacaban de ver cémo puedo ser al mismo tiempo alto, misayoc 7 antropélogo. Dicen que, si soy las dos cosas, pier~ do la objetividad. Pero para mi no hay ningiin conflicto, Tam- poco para dofia Agustina. Ella no es diferente de alguien que decide ser un buen pastor de ovejas. ‘Yo ertendfa lo que deeia Juan, pero también sabia que do- fia Agustina, al igual que cualquier paco, no era exactamente una persona normal y corriente. El mero hecho de ser paco le confiere a uno otra identidad. Por qué los misticos de Pert habfan de ser diferentes de los de cualquier otra cultura? No se puedenegar que un alto misayoc ejerce un gran poder en la comunidad y suele set un hombre rico en comparacién con sus vecinos. La raz6n me levaba a pensar que tales distincio- nes eran importantes para un paco e incluso para un pampa —152— misayoc. Pero no habia venido al Peri a debatir los aspectos sociolégicos del sacerdocio mistico. Ademis, no disponfamos ‘de mucho tiempo, y deseaba saber més datos sobre la vida de dofia Agustina come paco, por lo que le pedi que me contara Iahistoria de alguna curacidn que hubiera hecho. —,Cémo le ayudan las Nustas y Pacha Mama a ser una ‘buena curandera? —pregunté. La respuesta de dofia Agustina puso de manifiesto que era una mujer muy inteligente y diplomética. —Siempre trabajo con Mariano —afirmé, reconociendo Ia labor de marido antes de elogiar alos seres sobrenaturales—. Cuando se me aparecen en suefios las Nustas y Pacha Mama, me dicen eémo se celebra el ritual: c6mo se elige una detemi- nada clase de hoja decoca, eémo pasar las hojas sobre el cuer- po de una persona, cémo tocar a la persona para averiguar de qué esté enferma o si hay que lavarla con una determinada hierba. También me dicen cdmo se ofrecen los diferentes tipos de despacho. En aquel momento Juan expresé con palabras la misma idea que se me acababa de ocurrir: que en realidad era dofia Agustina, no don Mariano, quien dirigfa la ceremonia a través de sus guias espiritusles. —Creo queen realidad dofia Agustina le dice a Mariano lo que tiene que hacer —exclamé. Yo estaba pensando (y tenia la seguridad de que los demés también) en un comentario que habia hecho antes uno de los queros acerca de la capacidad de las mujeres para convertirse en los pacos mas poderosos—. ‘Tenemos que preguntar a don Mariano si su mujer le cue sus suefios sobre Pacha Mama antes de empezar la curaci —insistié Juan—. Que no se nos oh ‘Aunque dofia Agustina no podfa entender lo que decia- mos, pues entre nosotros hablébamos en inglés, puede que la repeticién del nombre de don Mariano hiciera vibrar sus ante- nas de esposa. Lo cierto es que de pronto se ditigié a Ricardo ylepidié que nos dijera una cosa. 1593 Ricardo tradujo: —Dice que no le apetece hablar mucho, pero que, si le ha- cemos preguntas concretas, nos respondera. ‘Sin embargo, Juan no desistié de su propésito. —Tenemos que hacerle esa pregunta a don Mariano. ‘Como estaba sentado cerca de nosotros, siguiendo la en trevista de su esposa sin decir nada, Juan aproveché de inme- diato la oportunidad y pidi6 a Ricardo que le hiciera la pre- gunta. ‘La respuesta de don Mariano fue tan habil como sincera —No existen los secretos entre nuestros corazones —di- jo, poniéndonos en nuestro sitio con bastante tacto—. Si ella tiene un suefio, me lo cuenta, y, si lo tengo yo, se lo cuento. Hablamos de nuestro trabajo. Primero hablamos y luego ce- lebramos los rituales juntos. ‘Dofia Agustina asintié con la cabeza. Por sus palabras y sus gestos vi con claridad que el suyo era realmente un trabajo encolaboracién y que el respeto que sentian el uno por el otro ceraevidente y disipaba cualquier duda. — {Seria posible que nos contaran un caso conereto? —pre- gunté. Todavia no habfa llegado muy lejos en mi intento por conseguir que los queros nos contasen historias concretas s0~ bresu trabajo—.Por ejemplo, cla dltima curacién que han he- cho juntos? Ricardo les formulé la pregunta y tradujo sus breves (por no decir acénicas) respuestas. "Mariano dice que la tltima fue hace cosa de un mes y- dofia Agustina no quiere dar detalles. Lo tinico que ha dicho es: «Cuando alguien quiere quele curemos, le curamos.» Para mi era suficiente. —14— 7 ALTO MISAYOC: MAESTRO DEL HANAC PACHA Los alto misayocs de Quero son los mis estimados de los “Andes, segiin Juan Ntiez del Prado, Muchos de los alto mi- ‘sayocs dela regién de Cuzco viajan a Quero para someterse a ‘su tikima iniciacién, Incluso si han celebredo todos los car- ‘pays on sts mentores,explica Juan, acuden a Queroa que los alto misayocs de alli los reconozcan y bendigan. Segiin Américo Yébar, ser un alto misayoc es como «cami- nar por el flo de la navaja», ya que uno siempre debe mante- ner el equilibrio entre el mundo normal (pa‘ia)y el fuera deo normal (Uloque). Con la elegancia que lo caracteriza, Américo manifiesta: «Cuando se revela el mundo fuera de lo normal, el, logue es lo que conecta al alto misayoc con el misterio y el, enigina y con la revelacién de las energias cesconocidas [.-]» ‘En quechua paiia significa literalmente «derecha» y lloque sizquierda». Al ser el lado izquierdo de la senda andina, ello- {que constituye el conducto a través del cual uno puede ac~ ceder al mundo magico y mover el causay con una finalidad practica como, por ejemplo, una curacién. La pafia, el lado de- recho de la senda, es el conducto para aleanzar la unién 0 co- ‘municacién mistica con el mundo del Espiritu. La nocién del lado izquierdo y el lado derecho en el mistcismo andino es bastante complicada, y hay que procurar cefinir estos térmi- —155— nos de acuerdo con el contexto en quesse utilicen. En este caso, -Américo los usa ea el marco de lo que en Occidente llamaria- mos las facultades del lado izquierdo y el lado derecho del cerebro, No hay que olvidar que los andinos se refieren a los lados del cuerpo, no a los hemisferios del cerebro. Por lo tan- to, lloque (el lado izquierdo) se corresponde con el hemisfe- rio derecho, el intuitive y magico, mientras que la pafia (el la- do derecho) se corresponde con el hemisferio izquierdo, que es el més practice, racional y analitico. De ahi que Américo tutilice las palabras de «normal» y «fuera de lo normal» al ha- blar de estos términos. Inmerso en el mundo del lloque, el al- to misayoc aprende a «ver» de una forma fuera de lo normal. (Cabuac significa literalmente «el que ve energia», experto cu- randero y visionario. Lo habieual es que Ia formacién del alto misayoc dé co- ‘mienzo una vez cue el paco ha recibido la llamada para em- prender la senda sageada, que puede consistir en sobrevivir a un rayo. El antropélogo Washington Rozas Alvarez escribe lo siguiente al respecto: «Los Apus eligen a los pacos lanzn- doles rayos. Pueden elegir 2 cualquier persona y para ello le Ianzan un rayo que primero la mata, luego la desmiembra y fi- nalmente la resucita. Por otro lado, si alguien se encuentra en un lugar cualquiera, como en su granja, por ejemplo, puede recibir la llamada ile cae un rayo muy cerea, Entonces sentir que ha sido elegido, que es una cofiiruna, que significa “perso- na elegida por el rayo”. Después de esto buscard a un maestro que le someterd al carpay, la iniciacién.*» La formaciénde alto misayoc es larga y ardua, yamenudo se prolonga duraate toda una década, «No todo el mundo es capaz de superar as pruebas, No basta con desearlo—escribe Rozas—. Para elegir a un paco, los Apus escogen entre todos + Washington Rozas Alvarez, «Los pscosde Quero Ins ita de Rocss perenecen a est arcu, que he tad Inayuda de Crindbs Corneo los aprendices que van camino de convertirse en miembros de la sociedad sagrada y que son como sacerdotes. Muchos de ellos lo dejana la mitad y otros se quedan a las puertas. Sélo ‘os elegidos pueden ser sometidos al carpay.*» Durante a for- macién los elegidos han de cumplir numerosos requisitos in- dispensables, los cuales constituyen desafios no sélo espiri- ‘wales y fisicos, sino econémicos también. Un aprendiz debe ‘pagar a su maestro con dinero, alpacas, llamas y su propio tra- ‘bajo, y durante el periodo de formacién ha de proporcionarle cosas basicas como coca, alcohol, velas, despachos, comida y cchichs, Estos requisitos pueden acabar convirtiéndose en una ‘carga para la mayoria de los andinos, que pasan muchos apu- ros para mantener a sus familias trabajando en las pedregosas tierras de las altas montafias. Sin embargo, una vez ordenado, el alto misayoc disfruta de una posicién privilegiada y respetada dentro de la comuni- dad, Debido a la visién y la sabidusfa que adquiere gracias a sus aliados en el mundo espiritual, sobre todo de los Apus, se lo invita a velar por la salud social y politica de la comunidad. ‘También se lo suele invitar a mediar en disputas y a resolver conflictos. Detodos modos, la funcién més importante del al- to misayoc es de orden mistico. Mediante el didlogo con los, ‘Apus y los intercambios de energia refinada con el hanac pa- cha, el alto misayoc tiene acceso ala estructura misma del es- pacio-tiempo, donde puede «mover el causay», la energie del mundo fisico, en nombre de aquellos que buscan consejo. Se- ‘gin Rozas, alos alto misayocs de segundo nivel (llacta alto misayocs) a veces se os llama Atum-Checacs u Hombres dela Gran Verdad; y a los de tercer nivel (suyu alto misayocs), ‘Atum-Acullecs 0 Grandes Conocedores. Los alto misayocs de ‘cuarto nivel (Jos curac Rozss, pig. 151 —197— eres formidables que les permiten desde sepzrar las nubesli- bbremente hasta estar en varios sitios al mismo tiempo, pasan- 4o por adivinar el futuro. Enla senda del alto misayoc hay tres niveles mas que el del curac acullec, pero hoy en dia no trabaja ningin sacerdote en allos. Estos niveles suponen una capacidad prodigiosa para curas, un grado superior de percepcién y formas perfecciona- das de conciencia todavia desconocidas en el espacio-tiempo dela Tierra. No obstante, estos tres niveles del ser forman par- ce de la profecfa andina (de la que hemos hablado detallad: mente en el capitulo 3), que se esta cumpliendo en este preciso momento y segiin la cual todos podemos cortribuir a alentar la evolucién espiritual dela humanidad. DON JUAN PAUCAR ESPINOSA. Elakto misayoc Juan Paucar Es- pinosa, de 42 afios de edad, fue el té en privado para conocer la historia per- sonal de un paco. Yo me sentia ner viosa e insegura, pese a los bueno: y Ricardo, y ala experiencia que ha- ibfa adquirido durante las entrevistas en grupo. En muchos sentidos tuve suerte de que fuese él el primero, ya que era el ‘més tranquilo y afable de todos los queros. Don Juan, a pesar deser un poderuso suyu alto misayoe, es travieso como wn pe- rrillo, De risa facil, cuando sucede cerca de él algo divertido que le llama la atencién despliega una irresistible sonrisa de orejaaoreja. A menudo él y don Agustin se confabulabanpara hacer bromas o chistes. Recuerdo un incidente ocurrido una = 158— snoche durante la cena que ilustra la perfeccién atendencia de don Juana sobreactuar. Los cueros tienen un apetito asombroso y, como en sus ppoblados escasea la comida, no dejan nunca ni un bocado. ‘Desde luego, asf fue durante nuestra estancia en Urubamba, donde, sise les ofrecia la comida que habia sobrado en un pla- ‘to, se la terminaban tanto si les gustaba como si no, Cenar ‘constitufa cada noche poco menos que una aventura, y es que ‘os queres se encontraban ante una «cultura» que les resultaba -muy poco familiar: a que representaban los cubiertos y la am- plia variedad de alimentos desconocidos que llevabamos. Una noche tuvimos de postre gelatina de fresa. Si a los queros aquella gelatina colorada ya les resultaba rara de por si, enci- sma nos la sirvieron en copas altas de cristal. Las copas se que- cdaron sobre la mesa sin que nadie las tocara. Los queros nos -observaban con disimulo a Sandy, a Ana Maria y a mi para ver ‘cdmo lo hacfamos para comernos aquella extrafia cosa tem- blequeante. Me parece que fue Sandy la primera en probarla, Pero ningtin quero siguié su ejemplo, Saltabaa la vista que no las tenfan todas consigo. Finalmente, don Juan decidi6 aceptar el desafio. Con los ojos de los cinco queros clavados en él, rodeé cuidadosamen- te la fina copa de cristal con la palma de la mano y tomé una cuchara ce postre con la otra. Entonces sacud’é la copa suave~ mente. La gelatina se meneé y tembl6, y él solt6 una carcaja~ da. Los demas queros, Sandy, Ana Maria y yonos reimos, pe- ro no sélo por lo ridicula que era la situaciér, sino porque la risa de don Juan era en extremo contagiosa. Sus mejillas se transforman en sendas manzanas marrones cuando en su ros tro se dibuja una sonrisa, que le ilumina los ojos igual que un cometa al surcar el cielo nocturno. Su cara irradia pura alegria. Yo no sabia si don Juan estaba bromeando 0 tenia real- ‘mente problemas, pero lo que hizo a continuacién nos arran- 6 todas una carcajada. Introdujo la cuchara en la gelatina y sacé un pequefio cubo que empez6 aresbalar de un lado acto —159— del cubierto; su mano se movia con suma rapidez, pero reac-

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