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Violeta Kesselman nacié en Buenos Aires en 1983. De 2005 2 2007 man- tuvo el blog Todes los dias (wwwsaley- sepone blogspot.com). En 2006 publi- 6 el nube en poesia.com. Junto a Ana Mazzoni y Damiin Selci compilé La tendencia materialista, Antologia critica de la poesia de las 90 (Paradiso, 2012). Colabora con la revista Planta (www. plantarevista.com.ar). INTERCAMBIO SOBRE UNA ORGANIZACION VIOLETA KESSELMAN blalt ctios Kesselman, Violeta ~—_Intercambio sobre una orgunizacion.~ 1a ed, ~ Buenos Aires: Blate& Rios, 2013, 84 p.; 18x13 em. ISBN 978-987-28565-8-8 1, Narrativa Argentina, 2, Cuentos. I, Titulo CDD A863 © 2013 Violeta Kesselman © 2013 Blatt & Rios Larrea 328 3° B C1030 AH, Buenos Aires, Argentina Disetto de coleceién: Tvineo Comunicacién Disefio de tapa: Mica Hernandez, Imagen de tapa: Detalle de Bocefo para un mural, de Leandro Tartaglia Blatt & Rios es un sello de Recursos Editoriales bblatt-rios.tumblr.com facebook.com/BlattRios www.recursoseditoriales.com ISBN: 978-987-28565-8-8 Queda probibia la reproduecién total o parcial de esta obra, por cunlquier medio 0 procedimniento, sin permiso previo del editor y/o auto 957790412 | 8 20) Intercambio sobre una organizacién Luz congelada, campera de polar, enfermo. Inhala més fle- ma y-su mente se desdibuja, pero antes lee en la pantalla el mensaje que le escribié un conocido. Entiende que le esti ofreciendo un trabajo y que habla de plata, Pero ademas hay raro en las frases, como de buscar empatia ideolégi- ca, que le hace hacerse preguntas. Son las siguientes: qué quiere, por qué, quién es, de dénde viene, a donde apunta. En un terreno de intereses llamados politicos, por una zona también amplia aunque menos, la izquierda, dénde esti, en Ja academia, en internet, los domingos en un suplemento, en el bar, en el barrio, manipulando galletitas en un merendero, con un proyecto de ley, en una agrupacién de profesionales, en una de estudiantes, en cual sindicato, contra el trabajo en negro, a favor de Ja educacién popular, en una charla, en el partido de gobierno, transversal a él, dentro de la gestién, en el peronismo, en una organizacién a cudntos grados del Estado, en alguna parte de la izquierda sedicente mas hicida, de qué lado de la puerta queda en las reuniones de las que los troskistas quedan afuera. Se pregunta también lo funda~ mental: qué quieren esos con los que est. Al que le escribe lo conocié en una reunion de personas que querian juntarse a hacer algo pero no sabfan bien cémo. Eran un amigo, la hermana de ese amigo, y amigos de esa hermana, todos de un partido universitario involucionado en grupo de estudio, entre ellos, el que ahora le escribe. Le sorprendieron los ojos, que transmitian varios afectos. Por ejemplo, tengo la boca seca. O: me tengo que it. O bien: hago Intereambio sobre una organizacién y agradezco. O uno més que en el fondo era aplicable a todo el mundo: alguien me domina y yo domino a alguien. En esa época, su propia mujer le decta a él: les revisis las manos a todos para ver si tienen callos de repartir volantes; y él le decia a su propia mujer: no seas rigida, no s6lo volantes; ella Je mostraba el revés del labio inferior; en el fondo, era cierto que les perseguia las caras, las expresiones, el vocabulario a todo el que conociera para saber qué le pasaba por la cabeza. Un tiempo més tarde, cuando volvieran a hablar de hacer algo concreto, Ia hermana de su amigo iba a haber entrado en un partido cercano al oficialista por el que al momento de la reunidn solamente tenia afinidad y su amigo iba a estar saltando a los gritos hasta las partes sin letra del himno, Los otros, cada cual por su lado y no por nada en particular, iban ahaberse perdido para él. Después de ese encuentro se lo cruzé tres veces al que ahora le escribe. En todas traté de ver en qué andaba, y en todas fue derrotado. La primera dejé pasar la oportunidad, Ja segunda los dos estaban sin tiempo, la tres el cruce de sonidos de un embotellamiento le bloqueé la razén, Todo eso armé un estado de cosas donde lo conoce pero en reali~ dad no lo conoce. ¥ ahora, ahora... Los conductos etizados de sus bronquios no van a ser rémora; va leer seis veces el mensaje que el tipo le mands, hasta lo que sea que venga primero: que la informacién le entre en Ia cabeza 0 que la cabeza, pesada de moco, se le desconecte. De nuevo confuso y puntuando raro, ya sin hablar de plata, en un segundo mensaje el tipo cuenta un poco de su ahora ex organizacién, Primeras lineas: durante seis afios a fin de siglo viaja una hora y media hasta el lugar que no joleta Kesselman lama “el barrio”, con el sustantivo comin, sino que da su nombre. Respira el aire frio del cuarto, sigue leyendo. La manera en que viaja y qué le pasa a su circulo de relaciones extra militancia: entra en tension. A él se le van iluminan- do en la lectura puntos del cerebro: un colectivo de niimero alto y ramal especifico, la fabrica de nombre tal, tal otro nombre, debe ser ahi, es abi, Suena el teléfono justo cuan- do los términos del mensaje viran hacia lo particular y em- piczan a definir por extensidn (atiende y cortan): comedor, horno de pan, huerta, lengua, ladrillos recuperados punto reconcentrado crisis corte ruta cien personas carne frigo- rifico. Los periodos de esta parte son mas largos, respira Ia sintaxis; es la época en que la organizacién se despliega con firmeza. Aunque hubiera podido, el que le escribe no le escribié nada sobre el paisaje de la hora y media del viaje en colectivo o Ia imagen del terreno previa ni posterior a Ia llegada del grupo de militantes; tampoco alguna historia de alguien que evidenciara al mismo tiempo y fundidas la excepcionalidad de cualquier experiencia vital con la de- terminacidn histérica de esa misma experiencia. El no se da cuenta entonces de si es capaz de transmitirla, aunque sabe puede transmitirse. Un punto aparte borra el viaje en el colectivo y la descripcidn de posibles personas que van a Ja misma hora hacia el mismo lugar pero por motivaciones distintas. De los compafieros de militancia, de los asientos del colectivo rotos, de cémo tardan més y no paran los colectivos en provincia no hay presencia, tampoco de mi- serabilistas acentos de mala fe sobre un supuesto sacrificio. En el fondo es también una carta de asuntos privados, pero €08 varios afios no estén durando ni diez renglones; es tan asi que entre el comienzo y el fin de la lectura del mensaje no cambia Ia luz que da en los balcones vacios de enfrente. ‘The Unive! itv or lowa Libraries 10. Intercambio sobre una organizacién Podria decir qué hacia mientras esperaba: cudntas cosas habia lefdo en esas brechas temporales, y hasta haber es- crito sobre la discordancia o la interseccién entre el objeto y el contexto de estudio, Aunque estaria bien es evidente que el que le escribe no quiere usar nada de eso para hacer imagenes. Como sfntesis sentimental pone: desde que me fai la intervencién que tuve no la tengo, la recuperacién no es completa, saludos, todavia hoy me veo atado al maxima- lismo fragmentante, que estés bien. Tiempo después, cuando ya se haya cortado la cadena de comunicacién entre él y el que le escribid, en el me- dio de Retiro su amigo inicial va a insertar las manos en los bolsillos de la campera y le va a contar a él sobre la organizacién en la que estaba el del mensaje. Va a decir: se partid, pero unas siguieron. Fl nuda es que los que si- guieron tenfan un objeto concreto. Va a decir: cualquier organizacién tiene que dar algo, puede ser simbélico pero tiene en el fondo que ser tangible. Por ejemplo: alimentos; por ejemplo: remedios. ©: modificaciones perceptibles en sentido ascendente de las notas escolares de los hijos. Si no: camiones de agencias estatales que acercan al barrio beneficios para el pueblo. Ahi Io van a lamar por teléfono con las primeras notas del himno a la alegrfa. Antes de atender va a decir: para no ser el plato volador de plan in- vasin extraterritorial extraterrestre. Mientras su amigo hable el olor a factura va a llenar cl aire. Los dos que atienden la panaderia del medio de Ia estacién van a haber sacado una tanda nueva del horno, dejédola sobre el mostrador y puesto a fumar. Van a estar rodeados por una vitrina de plistico con sandwiches sin casi relleno, ahora alguien se lleva el de mas a la izquierda. Violeta Kesselman Ahora una, ojos verdes muy delineados, le pregunta a él donde es el andén, El amigo va a cortar el teléfono y volver hacia este lado. Sigo. Otro ejemplo: dar un titulo, primario, secundario, ter ciario. Otro: adscripcién a un proyecto de gobierno que ga~ rantice mejoras evidentes en Ia vida popular diaria. La fac- cién que no se fue. Eso hicieron. Eso funcioné. Mientras s6lo habia puestos de lucha, nada iba, Eso va a decir. Pero antes, en este momento en el que él lee lo que el otro le escribi6, no. En la pantalla hay polvo adherido, hay virus, hay trabajo que se atrasa. El mensaje del que le escribié no precisa a, orientacién politica exacta de la agrupacién; b, relacion con el estado especialmente a partir de dos mil tres y c, actitud frente al proceso de burocrati- zacién inevitable de toda organizacién. Faltan, d, cosas que Ilevaba: su mochila, tamafio, composicién y peso, su ropa, cosas para su trabajo, que cual era, Falta ei proceso: cémo fueron cien personas. Informaciones que pueden sonar so- ciopolicfacas: qué con los planes y programas, vinculos con otras organizaciones. El tipo no tenia nada afuera del ba- trio, pero no habla del micleo de toda la cuestién: hasta qué punto los que al principio de su carta sintacticamente eran objeto de su trabajo barrial fueron sobre el final término de un sujeto compuesto, o mejor y hasta ideal pero posible, si se unicron todos en un sustantivo colectivo. Igual, en el mismo sentido, antes esta f: si la estructura era una estricta horizontal. Con los dias, los mensajes terminan apagandose. El deja de tener respuesta y de pensar las suyas a las respuestas del otro, De las preguntas, quedan sin hacer las siguientes: u" Intercambio sobre una organizacién g,tazones de su ida de la organizacion h, pertenece a familia militante i, si si, origen, trayectorias y situacién actual de padres / otros j,si no, razones y efectos de su propia militancia kc, quedé en contacto con las personas del barrio 1, caso afirmativo: -dénde quedé en contacto: en su barrio (de ellos) / en su barrio (del que le escribe), -cémo quedé: con una relacién que recrea la anterior / con otra telacién, -a través de qué: practicas ligadas a Ia experiencia en co- min / extra experiencia, Il, lo llamaria derrota. es una pregunta. Fata él y esta leno de dudas, quiere desplegarse, si pu- diera quedaria suyo, en secreto, saludos, habria sabido algo més, firmado, ‘Tiempo después, cortada la cadena de comunicacién en tre ambos, en corte sincrénico las tareas de él por la ciudad son: comprar barato ropa interior, aguantar meo; en Retiro, extraccién de datos a un tercero, ah, su amigo, sobre el otro, su ahora ex corresponsal. El olor fuerte a factura que sale de Ia panaderia del medio de la estacién no le tensa los nervios al amigo, que inserta las manos en los bolsillos de la campera, quiere hablar, habla. Contara por ejemplo que el tipo trabaja dando clases personas que a su vez dan clases; su eficacia en esto; cémo alguien, menos valioso, una vez le hizo mal. La lengua del amigo se suelta: aunque fue una hasta el dos mil cinco, la organizacién del otro se partia cada tanto, tam- bién en épocas de paz; cuando empezé a prover al estado Violeta Kesselman técnicos y enlaces politicos con otras instituciones no pudo no estar por partirse constantemente, y terminé por partirse del todo porque era como un esqueleto especialmente sensi- ble, que ante cualquier cambio interno o externo tenia como respuesta, si el partirse. De los miltiples pedazos en los que se convirtié, en perspectiva hoy se distinguen con claridad dos: los que estaban a favor de un trabajo integrado con el estado, tanto en el nivel de los programas y recursos como en. reconocimiento institucional / los que no. Ahora una mora~ leja. Estos dltimos, los que no, estén sin existencia concreta, se fueron a otro lado y Ia cosa no anduvo, boyan. Les pasé lo siguiente. Primero hicieron rotura de cédigos. El error de no presentarse formalmente en el otro barrio antes de empezar Jas actividades, dividir sectores, negociar con los exponentes de Jo que identificaban como Ia faceta territorial de la vieja politica los carcomié. Segundo error, el creer que el primero iba a poder ser salvado en el corto plazo. No menos impor- tante, tercero, que el abandono del proyecto inicial no iba a implicar el abandono de nadie por el camino. Cuarto pero menor: darles las Haves del local que alquilaron pero nunca pudieron usar a los que vivian bajo el puente de la autopista. Sin haber podido utilizar 0 por falta de baterias © por no saber cémo el celular que les habia sido dado para que resis- tieran el desalojo, estaban en el local fantasma, y vendian las cosas arrumbadas ahi. Diccionarios escolares, ropa donada que no les servia, hojas impresas de un lado limpias del otro. Después de nuevo abajo del puente. Después los primeros, los que eran llamados despecti- vamente por los que se fueron noviecitas de 1a burocracia estatal. No terminan de aquietarse los temblores de Ia esci~ sidn cuando un grupo dentro de estos... Dicen: toda orga~ nizacién independiente que se limite a proveer merendero, 13 14 Tntercambio sobre una organizacién apoyo y ropero solidario se vuelve obsoleta una vez. que el estado absorbe esas funciones. Es otro momento. Hay que ir para otro lado. Hay que esfumarse en el aire y convertirse en planta transitoria, en formadores de nuevos militantes, algo. Hay que entender: nuestro éxito es nuestro final. El otro subgrupo de los primeros tacha esto y escribe encima: ingenuos. Escriben al lado: el repliegue en cualquier émbito ro si hay una situacién de reflujo a nivel macropolitico. El deber de cualquiera es prever la orienta~ cién futura. Cuando los otros contestan: la previsién deja de ser virtuosa cuando contiene en exceso el desarrollo de la fuerza, teman con prudencia, ellos dicen: no se escarben los dientes con un pasto. Ponen: ni importa cémo sopla el vien- to, esa decisi6n les deja a fuerzas contrarias casilleros libres para que ocupen el territorio, error, error. . ‘Ahora el amigo se calla por buscar plata en los holsillos, anuncian su tren en la pantalla, El se acuerda de haber vis to al otro, al que le escribid, marchando el veinticuatro de marzo con la otra marcha, con la columna incorrecta, con la voz puesta en una cancién que no era la mejor. Suena de los servicios, pero del lado de adentro de la cabeza todo encaja. Ahora en el teléfono del amigo suenan las primeras notas del himno a la alegria. Fin del otro. Dos momentos de una misién ‘Trac, techo que suena con el viento, y pam, tacho de lavan- dina cortado que recibe la gota de Iluvia en el sector referen- cias de la biblioteca estatal. La misma luz llega a todos lados: nada de lo que a primera vista es negro es negro, sino verde oscuro. En el dedo indice con forma de espatula hay sangre. La cuticula la tiene entre los dientes, transhicida. Los ner~ vios no se fletan tan facil. El que le falta una oreja, la sefiora loca por no hacer nada que quiere demandar al secretario de Cultura, el viejo cubierto de caspa con una bolsa de diarios y todos los tocados por la indiferencia adénde irian sin insti~ tuciones piblicas: no es la primera vez que ese pensamiento se le aparece estando en ese lugar. Aunque la idea tiene el color humano necesario para activar Ia emocién, se acuerda también de lo que le dijo alguien que las conoefa a ambas, a ella y a la idea: eso de ver al Estado como un arca de anor- males no es lo que se dice productivo ni cierto. De pie, reci- biendo la porcidn de luz verde que le corresponde, se acuer~ da que esa misma persona le escribié acerca de la biblioteca estatal en la que ahora esta: las ilumninaciones no existen, esto lo pensé todo entero, hilos de cobre de historia vienen y van desde la torre que los albafiles estin construyendo al libro que leo, o deberian ir y venix, una mente correcta poder verlos; sin querer ponerme te digo, hacen su trabajo con- centrados, en control de sus herramientas, y hacen bromas, es la tarde y esta fresco, si no esto seria inviable, albafiles, lectores y referencistas, decia el mensaje, sila civilizacién se orientaba a la construccién de una sociedad sin clases todos, quisieran o no, estaban orientados con ella. La frase habia 15 16 Intercambio sobre una organizacién Ienado de confianza la hora, Al final agregaba: en realidad, te diria, no estoy seguro de que lo que estoy haciendo ahora sea exactamente lo que hay que hacer. Bueno, saludos. Cuticulas es lo primero que come cada mafiana, y a esta altura siente que las bacterias le trabajan el lado de aden- tro del peritoneo. Hoy se desperté pensando en la buena prensa de lo que vendrian a ser las personas sin control, por ejemplo una compafiera de secundario que después de haber terminado el colegio, metido el titulo en el inodoro, tirado la cadena y dos baldes de agua, se compré un pasaje y se hizo humo en algiin pueblo del interior. En la capital fue vindi- cada por perseguir lo que se suponia eran sus suefios. Eh. La distraen de ese recuerdo sin norte los colores y letras de los libros de criaturas, jovenes y nifios que tiene desperdigados alrededor de la cama: este material la acompafia hace unos buenos dias; lo mantiene cerca para apurar el tramo final de una misién que muchos Ilamarian estalinista y varios Ila~ man, los cuales liberales incluso trabajan con ella dentro del propio Estado nacional que le entregé la misién. La misién: tiene que descubrir, en una poblacién de libros equis, cules son los mas aptos ideol6gica y formalmente para ser inclui- dos en un contingente a fletar, como los nervios, pero a un grupo de escuelas en zonas con altos porcentajes de NBI. A su jefa le estuvieron trabajando fino el cerebro los encarga- dos de las editoriales, pero por afuera de los libros ya selec- cionados tiene que, ahora ella, elegir varios mas. Luego van a hacer la puesta en comtin, Luego transmitirles a otros cusles son, Luego, si, van a ser despachados. Por un grumo de des- inteligencias el trabajo se acumuld; tiene estudiados cuales libros puede meter en un bolso para leer mientras viaja en colectivo, cuales slo sentada en su sof forrado con tela de Violeta Kesselman pantalén, mientras pasa casi todo el tiempo entre castillos y principes, en los casos mas convencionales,y chicles y padres separados en algunos que van meditadamente contra la nor- ma. Paf,con un libro machuca un mosquito contra la pared; quedé una estrella de sangre que se confunde con otras. La ciudad en la que vive entré en la bisagra entre el verano y el otofio, el aire a veces se cierne para un lado, a veces para otro. Hay en ese aire un ctimulo de frases sobre las variaciones del, clima, pero ademas, no sabe bien por qué, quizés porque el comienzo de las actividades del afio los hace percibir el paso de la vida y su no completo aprovechamiento, en esta época también tiene que oir las quejas de los que hastiados de la capital federal hablan de que se quieren retirar a pueblos del interior mortuorios o a ciudades importantes de provincias chicas, como la loquita del titulo por el inodoro. Habia, hace poco, recibido un mensaje del de la orientacién de la socie~ dad quisiera o no quisiera: decfa que su propia mudanza a otro pago, siguiendo a su mujer, estudiosa y anteojuda, era indice de este deseo que latia en las venas de varios en mo- mentos de cambio de rumbo del camino que... El mensaje fae contestado con sorna y acritud. Ella se perdié entre los pasillos de su dependencia, en sentido institucional. Un libro inofensivo ideolégicamente pero con dibujos retardatarios tiene que estar. Uno de nifias rubias como pro- tagonistas, y no ir6nicas, pero con ilustraciones inteligentisi- mas. Si las ideas estan bien orientadas en lo politico pero las comas y los puntos chirrfan: qué se hace, cusnta posibilidad hay de que ese uso desprolijo impregne el de las criaturas o, mas bien, se trata de una cuestién ética: no venders pescado podrido. O no importa. Un libro de pobres redimidos, en el mejor de los casos por mano propia o del Estado (la disyun- 7 18 e Intercambio sobre una organizacién tiva solamente es valida si todavia estas dos instancias no coinciden), en el peor gracias a una fuerza extrafia que surge de las profundidades de las clases propietarias. Son pregun- tas todas, Otras: cuentos de culturas originarias milenarias recuperados sin haber sido dotados de relieve o utilidad ac~ tual: no es demagégico, o es cierto que cuanto mejor mejor, y entonces que estén en la curricula a como dé lugar, pero ~___entodo caso a quién le importa el mito de cémo nacieron la estrella tal o la costumbre de hacer determinada cosa; esta viene con respuesta: a nadie, ja. Segura. Esto tiltimo ya vuel- ve a ser una pregunta. O deberia ser mejor incorporar algu- nos ejes en relacién a la cultura canénica occidental; algo de Babel, o Edipo y su madse, o la esfinge, por si alguna vez oyen que alguien comenta, por ejemplo, de una oficina pi- blica: después de las seis de la tarde te miran como la esfinge asi te estés desangrando en el piso. O deberia cerrar el pico de la mente y dar por bueno cualquier libro que incorporara cualquier material que tuviera cierto peso dentro de 1a co- munidad equis donde ese material va a circular. O entonces, al extremo, los técnicos del ministerio tendrfan que afinarse hasta volverse casi transparentes, iguales casi a una maquina capacitada para armar una cosa con lo que otros dicen, y devolvérselo, plegado ¢ impreso, con minima intervencidn de su subjetividad. El horizonte era la democratizacién de todas las instancias de produecién de Ia cosa: habria que es- cribir un libro para menores de cinco afios, pero cémo habia que escribirlo, qué habia que dibujarle encima, de qué color pintarlo, etcétera, etcétera, etcétera, la palabra se le repetia del lado de adentro de la frente, deberian ser decisiones que tomaran no los téenicos sino precisamente la comunidad. Después ese horizontalismo le parecié el de la muerte y no el de la democracia real; tantas veces habia hablado en con Violeta Kesselman tra de hacer asambleas hasta para decidir el color de la puer- ta del baiio, si eso restaba rapidez. En dénde habia hablado de eso, con quién, No con el que se habia ido. No con su amiga. Evidentemente con ella misma. No hay que detenerse en el otro momento en que cerr6 la carpeta, plego el delantal, salud6 a las criaturas y salié eyecta~ da de la escuela nimero ene del municipio. Cayé de pie, por suerte, en el nuevo trabajo del ministerio. Antes, habian sido un niimero de afios de ver licuarse su norte en un marasmo de desorganizacisn e imposibilidad. Su norte: erradicar el analfabetismo funcional de las poblaciones de adolescentes y nifios que le tocaran como alumnos; si era necesario que hicieran cajitas sinticticas, que las hicieran; si era necesario hablar de canciones donde unas menean, se iba a hablar; caminar: se iba a hacer; disciplina prusiana: se iba a imponer. Pero no. Primero circulé durante dos meses dando clases en distintos sectores del edificio carcomido, por falta de aulas. Los alumnos, vio, no eran piblico cautivo, sino audiencia aspera que tenia que saber captar, y no sabja bien, no del todo, por esto o por lo otro, cada dia por algo. Ah, después se pele6 con las preceptoras, porque no atajaban a su audiencia spera ni la traian de nuevo; cuando les pregunté por qué no movian el culo, pero con otras palabras, ellas sonrieron, mostraron las palmas de las manos y dijeron, la primera, un enunciado del clasismo en estado mas puro; la segunda, una frase hecha sobre las capacidades de cada uno; la tercera, una respuesta donde le devolvia la culpa a los profesores. Pero eso que decian no era para ella, porque ella no era nada. Era en cambio contra el director de la escuela, un gordo son~ riente que junto con otros diez hacia unos afos habia roto por izquierda con el gremio de maestros més progresista, no 19 20 un tipo de orientacién f Intercambio sobre una organizacién se sabia bien por qué, no algo de salarios, sino quizas algo mis estético, del orden de un discurso no lo suficientemente incendiatio. El gordo, sin problemas, contento en su mundo de las buenas ideas, aparecia una vez por semana; el resto del tiempo estaba en otro cargo en otra escucla de Ia zona, y mantenia como secretario a un, no pariente, pero si amigo de toda Ja carrera, que estaba con licencia hacia varios afios, poner que tenfa la misma mixtura compleja de ideas sanas, ineficiencia terminal y practicas heredoconsuetudinarias. El resentimiento circulaba entendible en la sangre de las pre~ ceptoras. La ley de facto era el quite de colaboracién contra el gordo y sus maniobras. La resolucién primera decia que todo profesor cra emanacién del director. A la mafiana el corralén es gris y azul. Alan trahaja en el corralén. Cada viernes el duefio del corralén le paga a Alan: mm, sera asi o de otra manera, y esos adjetivos del princi- pio son demasiado, El duefio trajo un perro para el corralén. Enel fondo del corralén se pudren unas vigas viejas: dema- siado poético para ser verdadero, pero en fin. Alan vive con su madre, su hermana y su sobrina, hicieron una pieza mas con los materiales del corralén. El corralén de acé, el corra~ Ion de allé, esto y lo otro, en todas las funciones gramaticales en la que pudiera calzarlo, para que se viera lo miiltiple y a Ia vez lo controlable de la sintaxis, para aplastar el analfabe~ tismo funcional como a una mosca. El nombre propio habfa sido clegido con premeditacién para provocar empatia en las criaturas, era obvio que las criaturas se daban cuenta de esa falta de naturalidad. Después, las preguntas teledirigidas al corazén de cada frase. Cémo es el corral6n a la mafiana? 4Cémo se lama la persona que trabaja ahi? ;Vive sola litica desconocida, se puede su- Violeta Kesselman acompatiada? ;Qué hay en el fondo del corralén?

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