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CIUDAD DEL VATICANO, 15 dic 2000 (ZENIT.org).- Al igual que muchos millones
de cristianos, Juan Pablo II dej momentneamente a un lado sus preocupaciones en
este viernes para escuchar la meditacin de un fraile capuchino y prepararse as
espiritualmente para la Navidad.
Algo que el gran apstol de la historia del Cristianismo, san Pablo, enseaba a los
primeros cristianos, cuando les peda traducir en la vida, en las propias comunidades, el
vnculo que une al Padre, al Hijo y al Espritu Santo.
En la Trinidad --aadi--, toda persona habla bien de la otra. Cmo cambia, entonces,
la atmsfera en una comunidad religiosa, en un cuerpo social, cuando se trata de imitar
estos pensamientos!. Es verdad, reconoci, es un modelo que nunca se puede alcanzar,
pero lo importante es adentrarnos en este camino.
Lo que hoy falta es poner este descubrimiento al alcance de la gente!, y constat con
tristeza que en ocasiones la Trinidad se convierte en objeto de la teologa acadmica.
Esta separacin entre estudios y vida es deletrea!, exclam.
Por tanto, concluy el predicador del Papa, es necesario hacer que este misterio pase a
la vida, de manera que no sea slo estudiado y rectamente formulado, sino vivido,
adorado, gozado. Es necesario que los bautizados aprendan a "convivir" con la
Trinidad.