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CapPiTuLo I El realismo genético _ Plantearse de nuevo la cuestién del realismo, cuando ha sido con toda probabilidad el tema literario al que mas cons- tante atencion han venido prestando desde mediados del si- glo XIX los estudiosos de la literatura y los propios creado- res, puede parecer un intento desmesurado. Nunca sera, sin embargo, un esfuerzo ocioso, porque la trascendencia del asunto, el propio volumen de las aportaciones que sobre él poseemos, y el caracter contradictorio de gran ntimero de las mismas —fruto, en cierta medida, del tono polémico que acompano desde siempre a la discusién realista— reclaman una continua revision de los resultados a los que pre- viamente se haya llegado. Maxime cuando adolecen, segun acabamos de insinuar, de ambigiiedades e, incluso, de una preocupante polisemia que llega a difuminar los perfiles del mismo concepto. Haciéndose eco de estas dificultades, por voz, entre otros, de Benedetto Croce y Karl Mannheim, Harry Levin repro- ducia en uno de los libros fundamentales sobre el realis- mo (1963: 87-89) una frase de George Moore un tanto hi- perbolica, pero precisamente por ello expresiva en grado sumo, que indica una de las razones de la trascendencia que este asunto encierra: «Nunca ha existido otra escuela litera- tia que la de los realistas». Se da a entender con ello que el iailo rebasa los limites de un determinado periodo 0 es- [27] io fueron la francesa y las demas ey sta sus prolongaciones conte) una constante de toda Pea ™MPoriineys, literatura (us oiras 8 ; . ‘Sila primera faceta mencionada suscita de ¢ cipinss que integran la Ciencia literaria la inte iso, ls Crea y el Comparatismo, la segenc Hoo en el dmbito dela propia Teoria de la LferaatM & ben pu sitarla en ef capitulo preferente de sus ty $s, «] mado como Arstteles parti en su Poca ag" epio dele mimesis, Mimesis es, en efecto, la denon gi {i gue el sunto de las relaciones entte literatyny ee lided recibia hasta la acunacion del térmni ind >, TMiNno, relat el reciente, de realismo, lativamente ntre TVencion q, Manes oy por hoy ata ora de re Ws yeas teniendo a la vista las numerosas ‘proc pecsionss Jt reallaadaes sobre él, provengan de la confusién Ssas tres facetas diferentes con que se manifiesta: el rea- o Foe €n las literaturas modemas y 'sMO como constante de todas ellas Por ltimo, la faceta de su plantea- de ‘ipo hisioricista, como la ya citada 0 {a tambien muy conocida de René mas is, y de todo punto im- semis ach (1 . Que debe regir las re- de la Ciencia li- oca los tér- Si bien es minos que empleaba y a poner en claro sus suposiciones desde un principio, defecto resultante de la f que un andlisis textual con ciertas implic tas como el que Auerbach practica podria llegar a buen puerto sin un marco de referencia teGrico convenientemente explicitado!, En el mismo error in no obstante, el pro- pio Wellek —en opinion de E. B. Greenwood (1962; 89)— Cuando, acaso estimulado por lo insatisfactorio del libro de Auerbach, dedica siete anos después un erudito trabajo al «Concepto de realismo en la investigacion literaria» (R. We- lek, 1961) separando, segun su objetante, «the period rea- lism from the perennial realism», ig temologico fundamental de la 6 la vertiente m: sa creencia en iones historicis- genuinamente teorica de la ; y limitandose a definir el re- ismo como «la representacién objetiva de la realidad so- cial contempor También es sumamente interesante, en este sentido, la demanda que en el transcurso de una polémica epistolar de- sarrollada en 1938 y 1959 con Georg Lukécs (recogida en los Problemas del realismo de este ultimo, 1955: 323-329) le hace Anna Seghers: «Define por favor una vez mas, exac- tamente, lo que entiendes por realismo. Este ruego no es su- perfluo. En vuestra discusion, toda la terminologia se em- plea de modo muy diverso y a yeces impreciso» (carta de 28-VI-1938). La respuesta de Lukacs no satisfaré tam- Poco a su corresponsal, que le responde asi: «tu carta [e crita en febrero de 1939] no fue propiamente para mi mas que una contestacién parcial, Continuaban, pues, vigentes los vicios que Roman Ja- kobson habia denunciado hacia 1921 en su trabajo sobre el realismo artistico, y en cierto modo creo que algunos an Perduran. Atribuye alli el lingiiista ruso la inoperatividad del Concepto a la hueca palabreria con que la investigacién li- teratia pretendia definirlo, vagamente, como la corriente ar- tistica tendente a reproducir la realidad del snode tads aol Posible, y que aspiraba al maximo de verosimilitud; al rela- | Ultimamente Chris Prendergast [1986:212] ha reiterado el inno repache sAucrbochs mapmrend Mies is magisterial precisely tect him the concep of thine’ ee sche Sn ee ee ee gS eg ee Ue a los mas tradicionales rit ir este calificativa a de: i irivolidad de sus caracteristicas qa” ja frvolidad tgs como una a S deter pinadas lero mode que se podria proclamar afer ra es propia del hompr’ on. que vaddores COMO pinanies. del mS 1 1921 25-508). r rf = este ultimo tipo de argumentacion, ley, Paaememresto ste (HPS TF rovocado ya en 1912 aca a Ta tern de Ortega y Gasset, a cuyo reclamo de ie eneteis Ty investisador saliese a la palestra para desmtt® ~ Piomtifieacion falaz de toda nuestra literatura con, el Fe ioe i6 Damaso Alonso con su conocido ensayo «f. aeerrobdlis..», que es de 1927. Estas inquietudes mar Penatien del todo, como prueba su ideacién de otra syeeto, finalmente inconcluso, sobre la tradicién realigt: eva narrativa espanola cuyo titulo conecemos: Esparia ee més tarde de aquella primera escaramuza, don Ra. mén Menéndez Pidal era quien calificaba de « softs say ctandodesde et primera contronaeh tnicoarisioclica hay que admitit, ya de comic limio metajisico opuesto a un realismo gnoseolacs, lism pr Me cee em La primera consecuencia de este segundo resi analdo por Aristeles e8 que la realidad sensible y'® fr sug ser imagen de nada que la tascienda, y que fa M,"© sis debe circunscribirse definitivamente al coniorno exp" del ane la Viteratura, como afirma Richard McKee a? 161-162) en un tabsjo fundamental sobre la crits ()oo° ria y el concepto de imitacion en la Antigiicdad®, 4 2 emo fan subrayado también Abrams (1953: 25) y yet The Function of Mimesis and its Decline (1968:134)°,¢° Aisoteles ls palabra imitacion pasa a ser un tering mee” gio para las artes, eque las distingue de todo lo dems neg hay en el Universo, liberandolas con ello de la valida les humanas» (Abrams, 1955, 25): Ire ciones de trictamente imitativo del concepto plat ifica por el c io c ia re- Pra fa reategaatiea Por el contrario con una re este orden de cosas, es muy clara la conexién apre- ciable entre los fundamentos ontol6gicos, epistemologicas o en general de lo que Jan Bruck (1982) denomina is» realism de los siglos xvi y xix (que, como he, ‘Mos comentado Ya, este ae quiere yer como algo ajeno y aig is aristotélica), y la propia concepcion de del arte formulada Pe Atistotees, vet e, la tradicion del racional ismo, sensualismo desde irtes, Locke y Berkeley llega Thomas Reid y se a sustancial con la filosofia aris- cos efectos ningun TT Fortalecer la realidad de los objetos ues HeMvnismos, fuera de la mente perceptora. epuibles e” $i IMtrao, pues, que lan Watt, en su libro No resulta Hen de la novela realista en Ja literatura sobre la, consolien Tx, afirme que existe una clara analogia inglesa del XV" Titerario representado por el realismo y el entre oa tmo de los universales y el énfasis puesto en recha7o.fijares por 10s nuevos pensadores, en una linea de los pattfad que emparenta @ Locke con Aristételes? flee conmistinto son las implicaciones estéticas que una deter- “aneepeion del mundo y Ja realidad puedan tener, pee te Max Wondt 2, Brmatine seBty $p. 427-452). Asi por ejemplo, un artista imbuido de itonismo seré realista a través de formas estilizadas, de- Biradoras de todo lo sensible para liberarlo de sus imper- Pacciones y acercarlo a los arquetipos, mientras que el aris- fotcli¢o representara de forma integradora lo visible, para tneontrar en ello la auténtica realidad. Es la distancia que separa a una novela pastoril, como la Diana, del Lazarillo de Tormes, 0 al tratamiento del tema mitolégico por parte de un pintor renacentista, como Boticcelli, del que le dan artistas barrocos como Velazquez o Rubens. Lo filos6fico determina, pues, lo artistico, y la segunda implicacion fundamental del realismo y la mimesis es la pro- iamente estética, Definiciones muy citadas del realismo di- Bujan ambos earas, como por ejemplo curre en la que nos proporciona George J. Becker (1963: 36) en sus Documents of Modern Literary Realism: «Realism, then, is a formula of art which, conceiving of reality in a certain way, undertakes to present a simulacrum of it on the basis of more or less fixed rules», Esa reserva que el autor, prudentemente, ex- pres hacia la forma en que el ereadar que se pretend rea sta concibe el mundo esta formulada de manera mucho mas directa por Raffa (1967: 316), cuando advierte que toda teo- 3 ninguna ruptur » athis literary change was analogous to the rejection of universals and the emphasis on particulars which characterises pilosophictealism. Ari {otle might have agreed with Locke's primary assumption len Fssay Con cerning Human Understanding, Bk. 1, Ch. 2, sect, XVI, that it was the Hines whi at fis Jet in particular Meas, and fournsh the empty ea binet’ of the mind» (Watt, 1957: 15). 135) ble Ja literatura y pu insdlitas para ob: leno poed liane r ene : 141). ver ae teers implicacion Pero adn qufipeotiea y la. propiamente estética— que cates, no menor medida la dilucidacion teérica del iona fenomeno realista. ‘MiMEsis ¥ LENGUAJE Abram: su libro ya citado, como desde dikes inc ‘de, Adetetcles en el Slagueceats ea hasta mediados del siglo xvill, se acepta eae salmenie’el principio de la mimesis como fun lament t iacerta con el texto del primer capitu! ; ie ea (14472 10-21), donde no solo se habla de lo 4 2 hoy la Literatura: eee ; ce, oe li a era ae ih aulética y iad (36) 2 ica, pintura y poesia» que la mimesis era comin las tres artes, pese a las diferencias instrumentales exaomecs entre ellas, aos después Henry Home, Lord Kames ? tal estatuto solamente a la pintura y a la esvultura, Ls mac } Ja arquiteciura no eran ya para él «copia de la naturslene sino sproductivas de originales», y la literatura, cuyo medio ac expresion es el lenguaje, solo mereceria tal condicion cusnas remeda el sonido y el movimiento de la realidad, Mas tajante sera an, en 1789, un nuevo comentarista tatuctor de la Poética, ‘Thomas Twining, para quis elantandose a los hallazgos contemporaneos de la fean, fica saussureana y la semiotica de Morris, habria que dis, renciar las artes cuyos medios son icnicos por asemejarse [30 que denotan, y las que significan por mera converiane mimesis pura queda reservada, pues, para las aries on Yas formas poseen semejanza inmediata y obvia para con cl modelo copiado, el referente, la realidad; a saber: la pintura, a escultura y el dibujo. La mésica No ¢s imitacién en modo flguno, y de la literatura, solo puede ser admitida come of dramética, que imita el habla con el habla, los cuerpos con los cuerpos, la luz con la luz, el sonido con el sonido, etc. (M.H, Abrams, 1953; 31-32). (37) suscitada en el sey Jou ENO de os medios de la’ mimesis se! ion bisica que el concepto tee duce la : propiamente lingiistica la TICO de cuya tras lo misime az6n por [ne : para topando con gi}, ths palabras no sean, salvo cor je significar se fundamente en la ¢ jednicos sino puramente simbstiar “ rencia de chin directa con aquello que significan, no es ray edhe generos no dramaticos ot potencialidad mimetica, pero introduce gran nimero de ef mentos nuevos que no se pueden ignorar, y complican ; bbremanera el proceso de represemtacidn imitativa de la req lidad que el arte verbal, de hecho, cumple Muy lejos quecla, cicrtamente, la teoria empirica del Jen, saaje del Essey Concerning Human Understanding (1650) segun Ia cual las palabras resultan ser imigenes directas de ls realidad, de las cosas percibidas a través de los sentichey Poems que concepeiones como las de Locke lleguen en I, ustancial hasta e} primer Wittgenstein (1921), donde se hace deh lenguaje una especie de mapa 4 escala del mundo entene como leemos en el Tractatus Logico-Philosophicus (5. 6), «los Miies de mi lenguaje significan los limites de mi mundor (Die Grenzen meiner Sprache bedeuten die Grenzen meiner fiali) (1924: 165). Se tata, en definitiva, de la misma fi. Miele roferencal a ta que se refiere Umberto Eco (1975) cn 8U conocido tratado de Semistica. te proximidad cronolégica con el ensayo de {2 No menos apreciable identificacion concep: icin se halla otra referencia inexcusable lente valiosa por provenir del mundo de la li. ¥ no del estudio lingiistico, literario o fi- ecto que Lemuel Gulliver, el la capital does. en SU visita a la Aca- z ane del Paci. Jiomas el viajero se encuentra con el proyecto cult de dir ia y absolutamente las palabras, pues su de suprimit Corp ulmones de los hablantes y, en conse so deszantt oe sus expectativas de vida, wuencia, rec eat en 10 siguiente: «como las palabras son Lay socio a osas, seria Mas practico que todos los hom: solo nombres ¢* Gina las, cosas que necesitaran. para expre bes Nevavimnente aquello de lo que tuvieran que hablar Mr compan los cerebros de semejante operacion, pen mayor comodidad y salud del individuoy, con la opo- “par? fie la plebe, empecinada en seguir hablando en su len icion Mterna, y no dejaban de reconocer cierta incomodidad, sev anable a base dé una buena cohorte de criados encar. nsportar Ins cosas necesarias para mantener una nudo he visto —escribe el na dos bajo el peso gados de tr Ee aes abeera a frador— a dos sabios de esos casi derrer fe aus fardos, como nuestros vendedores ando se velan en la calle echaban al si abrian e} costal y sostenian una conversacién durante und hora enters; guaidaban después sus instruments, se ayuda ban uno al oito a echarse otra vez la carga y se despedian»®, Pero, a cambio, contraponian a este engorto «otro gran be- neficio que of ia este invento»: «su uti iciGn como idioma universal, que pudiera entenderse en todas las naciones ci. vilizadas, cuyos productos y utensilios son por lo general del mismo tipo © casi parecidos, de manera que sus aplicacio- nes pudieran comprenderse facilmentes®. Aspecto este Ultimo que le resulta especialmente seductor, por razones obvias, a Umberto Eco’, tan interesado como esta en el mito de la lengua ecuménica y perfecta, No menor distancia que entre el realismo literario construido desde el pensamiento platonico y el fundamen. tado en la concepei6n aristotélica del mundo habra entre una mimesis conforme a planteamientos lingtisticos como el que acabamos de citar —Locke, Swift, el Tractatus-— y aquclla * Jonathan Swift, Los viajes de Gulliver, edicién de Pilar Elena. Tra- duccion de Pollux Hernafiez (Madrid, Catedra, 1992, ‘pag. 436). 2 Ibid., pags. 436-437. ® Ibid. pag. 437. 7 U. Eco, «Entre la Mancha ¥ Babel», en Sobre literatura, traduc- cion de Helena Lozano Miralles, Barcelona, RqueR editorial, 2002, pel has 118-119, [59] s determinaciones . @ las notables relaciones que a relaciones que aqué. in las cuales la literatura no desem institucién social que induda. toda certeza el interés que S @ acercarse a ella eticion y el del placer. wisitos imprescindibles para 2» Entresijos de los textos lite- consideracion i nacidas an com- a (0 gen un fenémeno t: Como si no fuese posible « -oncepcion del realismo neutralizadora de ja antinomia plejidad de las preguntas que nos plantee- rio Sera ampliar el arsenal de elementos de iO que pongamos en juego. En el caso que nos ocupa —el intento de esclarecer el sentido integrador del realismo que propugnamos— no solo habra que entretejer constante- mente aspectos estéticos, linglisticos y filos6ficos, sino que también habré que estimar todos y cada uno de los factores que intervienen en el complejo proceso literario (por caso, el autor, el texto y el lector) Para alcanzar esa comprensi6n equilibrada de la literatura como forma artistica y como signo de la realidad, vamos a Partir de un estado de la cuestion —del que puede ser indice cabal la ya citada monografia de Grant (1970) y la posterior compilacion de J. D. Lyons y S. G. Nichols (1982)— que nos ofrece de hecho no una, sino dos modalidades de realismo como concepto critico-literario, en nada ajenas, por cierto, tea) inom vcaneeions COMPLE aig ente l fe aquellas modalidades pone itaiva o reproductiva de ula obra de are verbal tiene, y la sen contrario, desplaza el eje central del’ asuntg de selg Pr man qu rece lft 9 aduel oto crea ge mane deiro del. Exe titimo realismo reufy nome imisccn o correspondencia, sino dele creacign depurador ce los materiales objtivos que pts gl erigen de tedo el proceso a IOs cuales somete's y «fo. Fespectivamente. No SICO para mi de la s artes de la Ciencia. hen! desouidaré, en virtud de ese principio interdependencia entre todas la ia el recurso a los datos conc imético —por ejemplo las de He Boyd (1968); J, Bruck (1982); (198) J... Lyons y §, G, Nichols, com- | i; Richard McKeon (1936); Goran Sor. ; (Mihai Spariosu y ‘Giuseppe Mazzota, compilado. 5), tatkicwice (1987): | Tare (1928; 1952); fon a8 Ni OW. J, Ve denius (1949) como las aparicion del fermino realismo en las dis. ‘Curopeas, y sobre la fijacion de Su sentido téc- jorgerhoff (1938); J.-H. Bornecque y Hor Oe eee Howran in ast Robert Gor P. Cogny (tye 1); HL U. Forest (1926); Flenry C. Hatfield (1981), ei ines, complladcr ( 1974; Stephen Kohl (1977) EW.) ne ; Renato Poggioli (1 Volfgang Prei- Bact) Let 2k te er trend veee? aes sendand (yal): J. B, Stem (1973), . L, Styan (198i) Tele (1913), lan Watt (1957); Bernard Wi /einberg (1937). jeje (1913); 1 A Wallek (1961) EL CONCEPTO DE REALISMO GENETICO E| primero de los dos realismos anteriormente menciona- dos, basado sobre un principio de Correspondencia oe ente entre los fenomenos exiernos y el texto literario (North rop Fie, 1976: 798), es un realism de estirpe esencialnorr s genélia, como justficaré de inmediato, y detivo po lo ge- feral hacia un puro y elemental literalisina, dedueible moe tas deseripciones teGrico-criteas que de el'se hicien que de la propia concepcion de sus creadores, pues, como René We- liek (1961; 170) ha advertido, del artista, [43] ising - are largo del sig a a ilo x anal se proclama ese puig® XP ners, fctca, documen ne Pa s, qui sont notre Ne inde jus de Iyrisme —dira lyege — plus des grands mots vides 8°, 71: 135). Peto es en otro dees des sme au théitres, donde se introdsog's © mental de Ia genesis realists n e el se el observe Aristételes fersos de aneeta todo ello con el propio ben los conocidos yi que consagran Ia bondad estética de | wr gon de lo verdad sRien nest beau gue le va: le vrai seul est aimabley aes et méme dans la fabler—, pues. Zola roah® {az paras condicn de revitalizador de antiguas ot Beara inventé ct lancé un mot nouveau, pea eS Siok terse viele comme le mones (orn; 159m De lise encuentra, precisamente, la faimoes der, vehieess | 8a definicion le A erature novelistica como sun coin de la nature se aan temperament» (1971: 140): he a low dos oer ales para la produccion de una ctv, naturaleza en si y el sujeto que ieee mento sensible a sus estimulos. Doble han ues: (a) eLe retour dla nature et a Thonee te, anatomic exacte, 1" p Art : . En suma: «l Qutele este (aunt Ge semtir la nature et de la rendre tele Gra cose que ied 27: 215). El sentido de lo real no ee tal cual es! | PeTepcién y la recreacion de la naturalese * De sireoe Ja absoluta identificacion que Zola hace de es Gent Rovelista, y =D correspondiente, con esol forma de entender la mimesis y el r san oso primera [ort merosos atisbos metaliterarios en aos a que hay otros vrcsres, No es nuestro objetivo inmediatamente eptualizacion teorica de tal reali historia de la cor ealizada ya, por otra parte, por plidament mp pidamtayrTatarkiewicz (1987). Nos. limitaremos, law algunas referencias que [a ilustran. a seleceiplo, en {a critica literaria rusa Vissarion Gri- Ast por ie ybosaba en 1835 por una literatura mo- Zoe ee el sentido de verdadera, no creadora sino derma em de la vida tal y cual es (Becker, 1965: 41-43), reprodet y el manifiesto de Cour- bet, la revista Realisme de Duranty y el ensayo del mismo ti tulo de Champfleury, y, finalmente, la publicacién, seguida de un proceso judicial, de Madame Bovary. ® «Cette doctrine litéraire qui gagne tous les jours du terrain et qui con- uirait & one fidéle imitation non pas des chefs-d'oeuvre de l'art mais des originaux que nous offre Ja nature, pourrait fort bien s‘appeller le zealisme: e serait suivant quelques apparences, la littérature dominant du xixe sié- le, Ie littérature du vrai» (Cito por Elbert B. O. Borgerhoff, 1938: 839), [45] un acérrimo defens pile OF de raiz del y desde ese convensyn la Taiz Ae esinceristas» y alortistagy, 0 ve justeza las’ dos modatidao, 4s Huelee aS NO gener? intentando definir tedricamente ellas, la de los realist nts de un auiténtico realismo concebi sas mnivoca e incuestionable, en las dotes de observaci ee aire Gapeciabreric, en sus hablldades en emcee, © re todo, & su acomedo fiel a la verdad Sad gue era uno de los tres requisitos imprescindibien = eit astentca obea dc sfc, junio ala emo ae y la verdad moral del tema, de las que Tolstoi_ hablai a fniculo de 1894 sobre Maupassant. La sinceridad, tal y cont comenta Abrams (1955: 564), también «se convirtio en la pract> favonita de la virtud literaria en la era victoriana», segin acre. ditaban George Henry Lewes y Matthew Amold el ideal realista reside, como escribe Bee ker (1963: 32), en allegarse «as close as possible to obser ved experience». is Tal concepcion genética del realismo conserva su vigen cia tanto en el plano de la teoria como en el de la creacion literaria hasta hoy mismo. A ella son files los hermanos Goncourt, cuando en 1864 presentan su Germinie Lacerteux afirmando rotundamente: sLe public aime les romans faux: ce roman est un roman vrai, il aime les livres qui font semblant d’aller dans le monde: ce livre vient de la rue.» Por supuesto que la verdad de la que se habla aqui, pro il. de las novelas «verdaderas» que avienen de Ia calle», es la que obedece a lo que la logica seméntea actual incluye dentro del «correspondence-theory concept of Truth» (L. Do- lezel, 1980: 14), y no al «coherence-theory concept of ‘Iruth» de D. J. O'Connor (1975), que tiene sin embargo plena apli- cacién al segundo realismo, opuesto al genético, del que tra- faremos mas adelante. Y Ja mera consulta de un repertorio documental como el sumamente itil de George J. Becker nos Proporcionaria numerosas de la continuidad con que se ha producido y se produce todavia este que venimos le. nominando realismo genético, Su sin ba en un, [46] ru nq contre La Terre», aparecido en Le Figaro ato de 1887 y recibido como senal de la di el 18 de 220% 1 escucla de Médan —es decir, del desvio del natura Mlismo—, utilice como maximo argumento con veidad, st iciente observacion de la misma y. por ende, realidact ‘Son de la fidelidad genética por una forma de im: su susttucion of algo en lo que ¥a habian reparado Ro- postu Miwon y Fernando Lazaro Carreter: que. prictica: a act uve escuela literaria afirma su personalidad mente 1s precedentes proclamando su mds certero y au- fetico impulse realist co imide, dos naturalistas alemanes, los hermanos Hein: ri a Jains Hart, en su ensayo «Fir und gegen Zola», alir- ch lave a la literatura no le competia ofra tarea que refle aay un. espejo toda la realidad o, como treduce Bec~ jar 1965: 254), «in the meaning of Aristotle's mimesis, tom ker (ind reshape it». Valga la cita por lo que ilustra la cone- rior aaisemo mimesis a la que nos hemos referido ya. y Se asi vir a la famesa imagen del espejo, de evidente significado ge: usta, acufiada por Saint-Réal y popularizada por el epigrafe gue prevede al capitulo 13 de Le Rouge et le Noir (1851): ‘dun roman: cest un miroir qu’on proméne le long d'un chemin» ; ( No quisiera avanzar mas en mi exposicién sin hi una advertencia que me parece obligada, La denominacion realismo genético» de que estamos tratando no lleva im- plicito ningin atisbo de matiz peyorativo. Pretendo con Gila describir una practica textual, y abstraer un concepto {edrico que sera luego contrapuesto a otro u otros, en pos de una cabal comprension de fenmeno tan complejo y a la vez inexcusable cual es el de! equilibrio entre lo que de creacion pura y expresién de la realidad hay en todo he- cho literario, Mas adelante tendré oportunidad, asimismo, de matizar ¢l sentido de este genetismo caracteristico de determinadas literaturas realistas, ya que frecuentemente Ja vision mas burda y literalista que de él ha circulado lo ha sido por responsabilidad, sobre todo, de los criticos me- nos perspicaces, arropados por esctitores de muy mediana altura, alirmacion esta en la que coincido con Harry Le- vin (1963: 553). 147] ee nansralisnie een srrdorcs con una realidad ates ie Fase ee onlecas el mm eae! humano completamente opuesta a los idealismos ed “nets por ejemplo, Leopoldo Alas ambicionaba «sabe, a Priarle probable combinaci6n de accidentes erage, ber copiar la solidaridad en que existen en realidad los aoc" tecimientos, los seres y sus obras, es lo esencial y prin Por tanto, serén «facultades principales» del novelista ef, sober ver y copiar», pero también, y no en menor grade de saber Componer> (Leopoldo Alas, 1882; 142) oy Henry James, por su parte, en uno de sus textos tebrico, mas importantes, «The Art of Fiction», de 1884, al mice’ tiempo que defiende una y otra vez, en polémica con Wit ter Bersaut, Ia libertad creativa del noyelista y los multiple caminos artisticos que se abren ante él, no tiene empache en afirmar que «la unica raz6n de existir de una novela que sieramente intenta representar la vida. Cuando aban lone ese intento, el mismo que vemos en la tela del pintor habra legado a un desfiladero muy extraiio», Porque «la no. vela, en su sentido mas amplio, es una impresién personal, directa de la vida», y «no se escribira una buena novela 4 menos que se posea sentido de la realidad» (Henry Jo- més, 1884: 17). En un trabajo de James E. Miller jr. (1976) Se encontraré cumplido desarrollo de este tema, que aqui queda tan solo apuntado. Nada mas facil que prolongar en sucesivos eslabones = Dreiser y el naturalismo americano del siglo xx, los neorrealismos europeos, el «nouveau roman», el «dirty realism»...— este realismo genético hasta llegar a actitudes toe que anecdoticas, como la de un Alain fee ioe sprovechando un viaje invernal a la Bretaha fare observar de cerca las gaviotas y el movimiento de las y poder luego describirlas exacta y «since: ite» LeMeyeur (he ARG y ramente» en tere Z -Grillet, 1963; 181-182). misma i pra e genética del realismo apunta en el dscutdo esudio de Auerbach ceatdlo explica el valor mi- ‘os porque el obispo «por razones fos fra tratarse con todas las gentes y en: Historia de contrarse OM “rrolla su capacicl ‘observacién y le viene el pared ree ach, 1946: 92). Mas ade- tividad lo que ve» (E. Auer deseo de ane oe ‘dedica al Henry IV de Shakespeare y en I aise centia en Bl Quijote, Auerbach parece jus de a a usmo mas intenso en la literatura espafiola de F_un mya isabelina con un argumento tautol6gico que due or pesumir ast que nuestra realidad de entonc fa inglesa contempordnea, a causa de un ses populares, favorecido. por Ia epoca bien podeiar cra mas realista que | protagonismo de las cla mayor Preunstancias politicas (1946: 311-312), Porque para (1946; 486), desideratum que en- ctentra finalmente plasmado con plenitud en la Francia del xix ‘on Stendhal y Balzac. Y as{ comenta la carta de este éltimo S Frou von Hanska de octubre de 1834 (sobre todo en lo re- frente a la frase sobre los Etudes de Moeurs: «e ne seront pas des faits imaginaires: ce sera ce qui se passe partout»): «Se quiere decir que la creacion no toma sus materiales de la imaginacion, sino de la vida real, tal como se presenta en cualquier parte. Ahora bien, Balzac se enfrenta con esta vida, diversa, impregnada de historia, representada sin mi- ramientos con todo lo corriente, practice y feo y vulgar, lo mismo que Stendhal: considera la vida, en esta forma real, vulgar y genética, gravemente, e incluso trégicamente. Nunca se habia dado algo semejante, desde que comenzo a impe- rar el gusto clasico, ni tampoco antes en esta manera préc- tica y genética enderezada a la autoexpresion social del hom- bre» (1946: 452) En el parrafo transcrito esta otro de los motivos de obje- clon —aparte de la ausencia de un marco tedrico preciso— que la obra de Auerbach ha suscitado entre varios autores, entre ellos René Wellek (1954: 303) y Piero Raffa (1967: 319): la exclusiva identificacion del realismo con el tono grave o sublime, lo que John Orr (1977: 4) calificé como La figura es un modelo de la realidad Sigi. _ La figura es un hecho. Disii. La figura esta ast lig ella 21512, Fs como una escala aplicada a la realidad. 251 2 f La relacion figurativa consiste en la coordinacién de los elementos de la figura y de las cosas, fico para que una pues ppletamente En la figura y en lo figurado debe haber algo iden sda ser figura de lo otro com. To que Ie figura debe tener en comin con la rea lidad para poder figurarla a su modo y manera — justa o falsamente— es su forma de figuraci6n La figura concuerda con la realidad 0 no, es justa (52) ° eee verdadera o falsa 222. La figura representa lo que representa, indepen. dientemente de su verdad 0 falsedad, por medio de la forma de figuracién. 2.221. Lo que la figura representa es su sentido. 2.222. Enel acuerdo o desacuerdo de su sentido con la realidad, consiste su verdad o falsedad. 2223. Para conocer si la figura es verdadera o falsa de- bemgs compararla con la realidad. 3.01. La totalidad de los pensamientos verdaderos es una figura del mundo. Enrique Tiemno Galvin, autor de la version ieee nu ion espaiola de Wiigens- sto ea mas sao, a mm a eccs de nocsra arponetiion. significa el objeto. El objeto es su sig- | nombre 5a Fl mgdo («As es el mismo signo que «A»), La propesicion puede set verdadera © falsa solo 4.00 # Franto es una figura de la realidad.» se estas ideas del primer Wittgenstein (1921: 45-49 Leo hei ar es Ja encarnacion del referente , Le aNienen a represent 53, 79) vieneh tabra que lo designa gracias a la utopica di imitado of Nesta, pretension que va emparejada, segun las sole Beas, al realismo genético y lo hace incli- vrepeiones ZOlB ar hacia un contenidismo negador de jpreocupantemente ate ierarieda waa werariejon de cosas existe, en el seno de la propia vinci, una tendencin referents la naturaleza det signo muistcey ata siendo uitilizada ltimamente, por algunos bal ae Sia Literatura y que, en i critetio, podria ser diogo® Como un nuevo argumento a favor de este ree fimo que, con Champfleury, proclamaba «l'infériorité de la ferme et la puissance de Vidéeo. me ot end a la discusion del principio de la arbitrarie- dad et signo lingitstico, lo que traducido a la semiotica de dad or epresentaria que el lenguaje en genera, y el literario Fevpariculer, tiene tambien naturaleza iconica y no exchusi Yamente simbolica. itre los mas concienzudos defensores de esta tesis onto Jespersen, J. Damourette y E, Pichon, D. L. Bolin- ger se encuentra Emile Benveniste (1966: 52), quien niega fe" rbitrariedad desde una pragmética que tenga en cuenta 13 perspectiva del hablante, para el que hay entre la lengua y lo realidad una completa adecuacion porque el signo «e- ‘ubre» y «comanday la realidad: «mieux, il est cette réalité». Desde esa misma pragmitica hay que admitir que el cir- euito de una comunicacion no convencional, sino literaria, presenta importantes diferencias frente a las situaciones es- andar, pero precisamente ha sido Roman Jakobson (1971) primero, y luego teéricos de la literatura como William Wim- fatt (1975), entre otros, los que han suscitado la misma cues- tion en este 4mbito especifico de lo artistico. Takobson menciona, pot ejemplo, el caso del teatro, con un razonamiento que nos recuerda enseguida el dieciochesco de Thomas Twining ya conocido (en el escenario las pala- bras son ivonos de las palabras pronunciadas en el trans- curso de la accion humana que se va a imitar), y repara asi- (53) Ne * visual, rastreables en los Jos posticos (Para las relaciones mo en el cine © onte de lo cierto de la afirm, Mo de que simbolos, iconos e indices das en si mismas, sins re ellas, creo que la estruches : ibles ura ba fermi unico asemy coe sea I Sefgsussure, y que und generalizacion de conven onal literaros particulates y conctetos en los Bro sediienis.levidente representaria un retroceso desde cog conic pas avanzadas del aSuntO que OS ocupa hy” Fremeitmo genetico, entendido a la manera menos. sii en que ello es posible LA TEORIA DEL REFLEIO Enmve las expresiones arquetipicas del realismo genétic, es pa un lugar comén considerar la teoria del teflejo for frulada en el seno del realismo socialista, y sin embargo so rata de una propuesta mucho més complicada y rica en ma. ties de fo que generalmente se estima. Bien es cierto que no faltan aspectos que pueden favo. sever un entendimiento reductivamente genetista de tal rea- iano, sobre todo los referentes a conceptos como el de «lo tipicos que se encuentra en sendas cartas a Ferdinand La. salle a propésito de su drama historico Franz von Sickingen eseritas en 1859 por Marx y Engels (1954). Pero sera en otra epistola de este diltimo a la novelista social Margaret Harkness con motivo de la publicacion de su novela Mister ce Gara de 1281, donde se da una definicién clara aquel concepto, y se enuncia un argumento a favor del realismo genético que serd objeto, asimismo. de numerosos comentarios desde entonces. o ie directamente a su interlocutora, Engels es- zie: «Si encuentro algo que critica es solo el hecho de que He no es suficientemente realista. El realismo, a mi Juicio, supone, ademds de la exactitud de los detalles, Ja re- beck oe de los caracteres tipicos en circunstan- ipicas» (K. Marx y F. Engels, 1954: 165). Y mas ade- 54] je humaine de Balzac, a & fro del realismo infinitamente mas asses, presents el a venity (1954 ‘mimeético de la sociedad fran- ts la propia fuerza expresiva la ito ya de La comed vs pinta (observada pot el escritor, el cual, preci re on Ta Tee erminantes de Io que ve. & S alrededor mente pot las Geter" nrariar sus propias simpatias de ec politicos». representa «uno de los grandes t cls. eaitgg4. 167). Del realismo genetico, ana, alismor C7 el que todo se basa en la fuerza de la pservacion del escritor y, por 6, ridad, que le impediré tergiversar aquello sing] y podria no agradarle o interesarle. Una xa pero muy expresiva, de este pro- Miad, las dotes de ol diremos propia Tea imo, en St Sue aparece 2 jon rudiment gouacion Tull famora frase de Stalin, entusiésticemente gram roe Zixinov en 1954, en el sentido de que e) eer ee Imas humanas, lo que signi- 1 ha de ser un ingentero de al to ha oer tatmente apoyarse en la realidad, conocerla de rai pintarla veridicamente en las obras de arte + PR eeker, 1965: 487; y S. Morawsky, 1974: 287-288. V"ambién, Carlos Reis, 1987: 159-195). ar waligmo es, a no dudar, la base de la estética marxista para la que, en expresion de Christopher ‘Caudwell (1957; 188), Pave ee ds producto de la sociedad como ia perla es producto de la ostra, y la formulacion mas caracteristica de sus pos- tlados estan en la Hamada «teoria del reflejo», cuyo des- arrollo cabal se encuentra en las obras de Georg Lukaes. El punto de partida de sus concepciones esta en la evi- dencia materialista de la altcridad de lo real. de la plenitud de lo objetivo frente a la subjetividad del yo, Es decir, de la existencia de la realidad al margen por completo de nuestra mente: «Toda concepeion del mundo exterior —leemos en carte y verdad objetivay de 1954— no es mas que un re- ficjo en la conciencia humana del mundo que existe indepen: dientemente de ella. Este hecho fundamental de la relacion de la conciencia con el ser se aplica, asimismo, por supuesto, al reflejo auténtico de la realidad» (G. Lukes, 1955: 11), lo que permite concebir la creacion estética, segin Ernst Fischer, Fho como arbitraria yoluntad del hombre, sino como ho- meéloga de la realidad» (G. Lukécs, T. W. Adorno, R. Ja- kobson, E. Fisher y R. Barthes, 1969: 105). A ello dedicara (55)

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