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en virtud del artículo 9.1 de la Ley 11/98, de 13 de octubre, de Patrimonio Cultural de


Cantabria...

desea poner en conocimiento de los órganos administrativos competentes del Gobierno de


Cantabria y de los Tribunales de Justicia

el estado de ruina acelerada y el inminente peligro de destrucción que afecta a la Batería de


la Cueva, inmueble situado en el término municipal de Santoña, integrado dentro del llamado
Parque Cultural Monte Buciero, y cuyo grado de protección le viene dado al ser parte del
Inventario Arqueológico Regional, lo cual equipara su régimen de protección (artículo 89.2)
al de un Bien de Interés Cultural. El PGOU de Santoña otorga a la Batería de la Cueva el
rango de inmueble con Protección Singular de grado I (protección integral). Su titular es el
Centro Penitenciario El Dueso.

Relevancia histórica:

Es una parte fundamental de los trabajos del ejército napoleónico en la defensa del frente
terrestre de la plaza fuerte de Santoña. Dichos trabajos fueron supervisados y dirigidos por el
propio Napoleón, cuya correspondencia con los ingenieros militares desplazados a la villa fue
constante. Construida en 1811 con el nombre de Batería Rouget, daba apoyo al Fuerte
Imperial antaño situado en el actual presidio. Los restos de dicho fuerte aún pueden
observarse al pie mismo de la batería, sobre las arenas de la playa de Berria. Durante el siglo
XIX la batería fue remodelada al menos en dos ocasiones. El edificio principal dataría de
1864, como delatan los raíles de tren que todavía podemos observar sosteniendo a duras
penas la techumbre de ladrillo. Fue ese año cuando se adquirió material ferroviario para ser
usado en las fortificaciones. Igualmente destacables son unos grabados navales muy
deteriorados, los cuales se corresponden con inscripciones realizadas para llevar un control de
los navíos que se acercaban a costa. La construcción de este entramado defensivo requirió
dinamitar el escarpado perfil del monte, dando asiento así a las rampas, muros perimetrales y
la plataforma destinada para cuatro piezas de artillería que, orientada hacia el norte, aún
podríamos hallar bajo la cubierta vegetal. La batería cumplió escrupulosamente su cometido
inicial y sirvió para cerrar toda posibilidad de acceso a la villa por parte de las tropas
españolas en la primavera de 1814.

Antecedentes:

Al menos los últimos cuarenta años han sido de absoluta desconsideración hacia el
edificio compartimentado, la garita, el decantador de agua anexo al edificio, las rampas y el
extenso perímetro amurallado. Se permitió su utilización como cuadra durante los años
setenta y ochenta, actividad que explica el comedero que hoy apreciamos y transformó
severamente los suelos del cuerpo de guardia y el decantador de agua. A estas décadas le
debemos la desaparición de una segunda garita que controlaba el paso desde el Fuerte
Imperial.
En el año 2000 la batería pasa a incluirse dentro del Inventario Arqueológico
Regional. Objetivamente este hecho bien pudiera haber facilitado la conservación en
condiciones de dignidad del edificio y su entorno. Nada más lejos de la realidad. Es
precisamente en 2001 cuando el titular del bien acomete su demolición. Maquinaria pesada
entra en el recinto formalmente protegido y se lleva por delante un segmento considerable del
perímetro amurallado. La excavadora embiste directamente contra el cuerpo principal y
provoca daños irreparables en el vano situado más al norte. Los yacimientos situados en las
rampas de acceso desde la playa y desde el camino sur son destruidos.
La incomprensible destrucción fue detenida a requerimiento del historiador
responsable de los trabajos de investigación arqueológica que permitieron la incorporación al
mencionado listado arquológico.
Desde el año 2001 hasta el presente sólo contamos una intervención de las
administraciones públicas, la colocación de un cartel en cumplimiento del artículo 24 de la
Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria. En la práctica, es éste el único artículo respetado en
el entorno de la Batería de la Cueva.

Descripción estado actual y usos sociales asociados:


Ruina acelerada y abandono absoluto. No hay labores de limpieza hace una cantidad
de años que no puedo precisar. No hay ni ha habido labor alguna de conservación. No se
impide el acceso de vehículos a sus rampas y plataformas. No hay cumplimiento ni remoto de
ninguno de los preceptos de la ley. Por simplificar, no se protege, ni defiende, ni realza.
Curiosamente sí se da a conocer puesto que pertenece al Parque Cultural Monte Buciero,
figura intensamente promocionada.
El acceso de vehículos es muy frecuente a lo largo de todo el año, he de recordar que
la batería es un mirador sobre la playa de Berria y un excelente lugar para aparcar el coche o
la furgoneta, al menos si no mereciese la protección legal que efectivamente ostenta. Las
fuerzas de orden público, Policía Municipal y Guardia Civil no cuentan con ningún tipo de
indicación que les haga observar especialmente el entorno del inmueble, con lo cual es
imposible detener el deterioro provocado por vehículos.
Aparte de aparcadero de coches y furgonetas, la batería contempla otros tres usos
sociales prolongados en el tiempo:
1) lugar en el que dar rienda suelta a las necesidades fisiológicas de los vecinos (al pie de la
edificación se encuentra un área apta para realizar barbacoas y el edificio resulta ideal para
cobijar el ejercicio de tales actividades corporales).
2) las paredes del edificio sirven para albergar numerosas pintadas y rayones que desvirtúan
por completo el sitio histórico. Pintadas de gran extensión han terminado por sumir los
grabados navales en la última fase antes de su completa desaparición, la cual se hará
finalmente efectiva cuando la techumbre se desplome o en cualquier momento en que alguien
decida seguir atentando con más pintadas o agresiones físicas.
3) vertedero.
Los referidos usos sociales y el abandono absoluto por parte del titular y las
administraciones responsables de proteger, defender y realzar el inmueble terminan por
explicar el estado de ruina. De las tres estancias del edificio compartimentado sólo una
cuenta con una porción de techumbre. El suelo de las otras dos es una montonera de techos
desplomados, vegetación que hace años nadie elimina y abundante basura en constante
aumento (sobre todo envases). La techumbre de la estancia central se ha venido abajo en
parte. El resto es un techo formado por ladrillos que presenta considerables grietas en todas
sus secciones. Hago notar que estos ladrillos se sostienen sobre los mencionados raíles de
tren adquiridos en 1864, no obstante, sólo uno de los tramos de hierro alcanza de una pared a
la opuesta. Todos los demás se hallan en proceso avanzado de oxidación y lucen grandes
agujeros, o bien sólo suponen un mínimo recuerdo del raíl original.
El tramo superviviente de techo va a desplomarse, si nadie lo evita, en fechas
próximas, extremo éste que se hace bien patente a ojos de cualquier visitante.
También citamos la presencia de vertidos voluminosos en las áreas removidas por las
excavadoras siguiendo órdenes del titular. Para recomponer los efectos del ataque de la
maquinaria pesada se emplearon vertidos de todo tipo, así, hoy en día podemos encontrar
neumáticos, hierros, restos de una posible caldera o depósito de metal, etc, en el lugar que
ocupaba una de las antiguas rampas. Dichos restos asoman entre la vegetación y componen
un panorama difícilmente comprensible en un bien de tal consideración y protección legal, lo
cual, dicho sea de paso, no sorprende una vez tenido en cuenta el resto de situaciones y
realidades aquí descritas.

Solicito de las autoridades una respuesta acorde a la ley y a la relevancia de la


Batería de la Cueva. Solicito que se ponga remedio con carácter de urgencia al inminente
colapso que amenaza al sitio. Pido encarecidamente que con el mismo carácter urgente se
protejan los grabados navales y no se sigan consintiendo pintadas, aparcamientos de
vehículos y demás usos incompatibles con el más básico respeto a la ley y la historia.
Finalmente desearía llamar la atención sobre la inconveniencia de efectuar una hipotética
futura restauración que no tuviese en cuenta ni los grabados, ni las características esenciales
del edificio. Es deseable una protección y cuidado que detenga el lamentable estado actual,
sin embargo, tal como explicita la Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria, la Batería de la
Cueva bien haría en preservarse de toda intervención exagerada que termine por borrar la
esencia del edificio casi tanto como lo puede borrar el cercano colapso y el abandono y
desidia de décadas. Toda intervención futura debiera ser contenida y equilibrada, también
abierta a ideas. Lejos de ello, el proyecto presentado en 2009 por las autoridades locales
(creación de un centro orientado a explicar proyectos de energía de las olas) no hace mención
a los grabados militares. De acuerdo a la ley y a lo que este ciudadano humildemente
entiende por sentido común, no desearía que nuevamente el patrimonio histórico de Santoña
termine desvirtuándose a base de paredes de azulejo, por citar un ejemplo gráfico. Aparte del
valor que reconoce la ley, la Batería de la Cueva, y lo mismo se extiende a las demás
fortificaciones contenidas en el Monte Buciero, cuenta con un impacto poderoso e inmediato
que conmueve al visitante. Sus piedras son la historia misma. El entorno, las rampas de
acceso, la plataforma destinada a albergar cuatro cañones, los grabados navales, los restos
pétreos dormidos sobre la playa, todo posee una fuerza evocadora que despierta en la
imaginación un eco de batallas, cañonazos y tropas en espera del zarpazo del enemigo.
Solicito, en resumidas cuentas, que el eco no se pierda.
Dar a conocer realmente la batería a los ciudadanos, locales y visitantes, redundaría
en su preservación futura. Responder a las situaciones aquí denunciadas redundaría en
beneficio de un patrimonio singular que concentra un pedazo aún vivo de historía.
Ruego, como digo, una intervención de emergencia que detenga tanto los usos
sociales que se le vienen aplicando a la batería como el colapso. Que no se continúe
permitiendo el acceso y estancia de vehículos. Que se realice una notable llamada de atención
a ciudadanos y autoridades sobre la importancia de un lugar que a fecha de hoy sigue sumido
en el desconocimiento y en un proceso destructivo que se acepta con normalidad.

Es de justicia que pido en Santoña a 1de junio de 2010.

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