La unidad esencial de la moralidad, de la cultura y de la religión queda destruida bajo las condiciones de existencia y en los procesos de la vida. La presencia espiritual crea una cultura teónoma y crea una moralidad teónoma. El tema de la relación entre religión y moralidad se puede tratar en términos de relación entre la ética filosófica y la teológica. Esta dualidad es análoga a la dualidad de la filosofía autónoma y cristiana y, en realidad, forma parte de esta última. La teonomía debe ser concreta en conflicto con la autonomía de la investigación ética. La revelación no es información y ciertamente que no es información acerca de normas o reglas éticas. Todo el material ético del Antiguo y del Nuevo Testamento, está abierto a la crítica ética bajo el principio de ágape, ya que el Espíritu no produce nuevas y más refinadas «letras», es decir, mandamientos, sino que más bien el Espíritu juzga todos los mandamientos.
La unidad esencial de la moralidad, de la cultura y de la religión queda destruida bajo las condiciones de existencia y en los procesos de la vida. La presencia espiritual crea una cultura teónoma y crea una moralidad teónoma. El tema de la relación entre religión y moralidad se puede tratar en términos de relación entre la ética filosófica y la teológica. Esta dualidad es análoga a la dualidad de la filosofía autónoma y cristiana y, en realidad, forma parte de esta última. La teonomía debe ser concreta en conflicto con la autonomía de la investigación ética. La revelación no es información y ciertamente que no es información acerca de normas o reglas éticas. Todo el material ético del Antiguo y del Nuevo Testamento, está abierto a la crítica ética bajo el principio de ágape, ya que el Espíritu no produce nuevas y más refinadas «letras», es decir, mandamientos, sino que más bien el Espíritu juzga todos los mandamientos.
La unidad esencial de la moralidad, de la cultura y de la religión queda destruida bajo las condiciones de existencia y en los procesos de la vida. La presencia espiritual crea una cultura teónoma y crea una moralidad teónoma. El tema de la relación entre religión y moralidad se puede tratar en términos de relación entre la ética filosófica y la teológica. Esta dualidad es análoga a la dualidad de la filosofía autónoma y cristiana y, en realidad, forma parte de esta última. La teonomía debe ser concreta en conflicto con la autonomía de la investigación ética. La revelación no es información y ciertamente que no es información acerca de normas o reglas éticas. Todo el material ético del Antiguo y del Nuevo Testamento, está abierto a la crítica ética bajo el principio de ágape, ya que el Espíritu no produce nuevas y más refinadas «letras», es decir, mandamientos, sino que más bien el Espíritu juzga todos los mandamientos.
iglesia y la presencia espiritual - Captulo IV: Replanteamiento del problema trinitario (pgs. 267 a 356). Breve resumen de los puntos C y D del Captulo III (pgs. 324 a 342).
C. La presencia espiritual y las ambigedades de la moralidad.
La religin y la moralidad a la luz de la presencia espiritual: moralidad
tenoma.
La unidad esencial de la moralidad, de la cultura y de la religin
queda destruida bajo las condiciones de existencia y en los procesos de la vida. La presencia espiritual crea una cultura tenoma y crea una moralidad tenoma. El tema de la relacin entre religin y moralidad se puede tratar en trminos de relacin entre la tica filosfica y la teolgica. Esta dualidad es anloga a la dualidad de la filosofa autnoma y cristiana y, en realidad, forma parte de esta ltima. La teonoma debe ser concreta en conflicto con la autonoma de la investigacin tica. La revelacin no es informacin y ciertamente que no es informacin acerca de normas o reglas ticas. Todo el material tico del Antiguo y del Nuevo Testamento, est abierto a la crtica tica bajo el principio de gape, ya que el Espritu no produce nuevas y ms refinadas letras, es decir, mandamientos, sino que ms bien el Espritu juzga todos los mandamientos.
La presencia espiritual y las ambigedades de la autointegracin
personal
La descripcin de las ambigedades de la intregacin de la
personalidad moral nos lleva a subrayar la polaridad de la autoidentidad y de la autoalteridad y a la prdida del yo centrado, ya sea en una autoidentidad vaca, ya en una autoalteridad catica. El Espritu introduce el centro personal en el centro universal, la unidad transcendente que hace posible la fe y el amor. Cuando el centro personal es introducido en la unidad trascendente es superior a los encuentros con la realidad sobre el plano temporal, porque la unidad transcendente abarca el contenido de todos los encuentros posibles. En la medida en que el centro personal se establece en relacin con el centro universal, los contenidos encontrados de la realidad finita se juzgan por su significacin al expresar el ser esencial de la persona antes de que se les permita entrar, o se les impida hacerlo, en la unidad del yo centrado. La presencia espiritual mantiene la identidad del yo sin empobrecerlo, y lo dirige hacia la alteridad del yo sin romperlo. En contraste con la idea humanista del hombre que realiza lo que el hombre puede ser directamente y sin sacrificio, la plenitud del hombre determinado por el Espritu sacrifica todas las potencialidades humanas, en la medida en que estn en un plano horizontal, a la direccin vertical y las vuelve a recibir dentro de los lmites de la finitud del hombre desde la direccin vertical, la direccin de lo ltimo. Este es el contraste entre la plenitud personal autnoma y la tenoma.
La presencia espiritual y las ambigedades de la ley moral
La posibilidad de resumir todas las leyes en la ley del amor no
soluciona el problema de la ley y sus ambigedades. No se puede responder a la pregunta mientras el amor aparezca como ley. El amor como mandamiento es imposible porque el hombre en su alienacin existencial es incapaz de amar. Y puesto que no puede amar, niega la validez incondicional del imperativo moral, no tiene ningn criterio mediante el cual elegir dentro del flujo del contenido tico ni tiene tampoco ninguna motivacin para la plenitud de la ley moral. La presencia espiritual muestra la validez del imperativo moral de manera inambigua, mostrando simplemente su carcter que trasciende la ley. El Espritu eleva a la persona a la unidad trascendente de la vida divina y al hacerlo as rene la existencia alienada de la persona con su esencia. Y es precisamente esta reunin lo que manda la ley moral y lo que hace incondicionalmente vlido el imperativo moral.
El amor es tambin la fuerza motivante en la moralidad tenoma.
Teolgicamente hablando, Espritu, amor y gracia son una sola e idntica realidad bajo diferentes aspectos. La moralidad autnoma o heternoma carece de poder moral motivante ltimo. Slo el amor o la presencia espiritual puede motivar al dar lo que exige. El amor lo puede hacer, pero el amor no es cosa que dependa de la voluntad del hombre. Es una creacin de la presencia espiritual. Es gracia.
D. El poder de curacin de la presencia espiritual y las
ambigedades de la vida en general
La presencia espiritual y las ambigedades de la vida en general.
Tiene la presencia espiritual una relacin con la vida en general? El
Espritu divino aparece en el xtasis del espritu humano pero no es algo que condicione la aparicin del espritu. La unidad multidimensional de la vida implica una influencia indirecta y limitada de la presencia espiritual en las ambigedades de la vida en general. Si es verdadera la presuposicin de que todas las dimensiones de la vida estn potencial o realmente presentes en cada una de las dimensiones, los acontecimientos bajo el predominio de una dimensin deben implicar acontecimientos en otras dimensiones. Esto significa que todo lo que hemos dicho acerca del impacto de la presencia espiritual en el espritu del hombre y en sus tres funciones bsicas implica cambios en todas las dimensiones que constituyen el ser del hombre y condicionan la aparicin del espritu en l. El Espritu ase del espritu y slo indirectamente y de manera limitada de la psyche y de la physis. El universo todava no est transformado; aguarda la transformacin. Pero el Espritu transforma realmente en la dimensin del espritu. Los hombres son los primeros frutos del nuevo ser; el universo vendr a continuacin. La doctrina del Espritu desemboca en la doctrina del reino de Dios como plenitud eterna.
Curacin, salvacin y la presencia espiritual
La unidad multidimensional de la vida aparece con mxima claridad
en el dominio de la salud, de la enfermedad y de la curacin. La curacin se debe dirigir a la persona entera. Expliquemos por un momento El concepto de la fe que cura: El concepto genuinamente religioso de fe, como el estado de ser asido por una preocupacin ltima, o ms especficamente, por la presencia espiritual, tiene poco que ver con la concentracin autosugestiva llamada fe por quienes curan por la fe. En cierto sentido, es precisamente lo contrario, porque el concepto religioso de fe apunta a su carcter receptivo, al estado de ser asido por el Espritu, mientras que el concepto de fe de quienes curan por la fe subraya un acto de concentracin intensiva y autodeterminacin.
Hay una fe que cura dentro de las iglesias cristianas as como en
grupos y crculos particulares. El principal instrumento son las oraciones intensivas y repetidas con frecuencia, a las que se aaden acciones sacramentales como apoyo psicolgico. Puesto que las oraciones y las intercesiones por la salud pertenecen a la relacin normal entre el hombre y Dios, es difcil trazar una clara lnea divisoria entre la oracin determinada por el Espritu y la magia. En la medida en que es creada por la presencia espiritual, se alcanza la salud de una vida inambigua; y aunque inambigua, no es total sino fragmentaria, y est abierta a recadas en las ambigedades de la vida en todas sus dimensiones.
La curacin es fragmentaria en todas sus formas. Las manifestaciones
de enfermedad luchan constantemente contra manifestaciones de salud y ocurre con frecuencia que la enfermedad en un campo realza la salud en otro y que la salud bajo el predominio de una dimensin incrementa la enfermedad bajo otra dimensin. Ni siquiera el poder de curacin del Espritu puede cambiar esta situacin. Bajo la condicin de la existencia permanece fragmentaria y queda bajo el a pesar de del que la cruz de Cristo es el smbolo. Ninguna curacin, ni siquiera la curacin bajo el impacto de la presencia espiritual, puede liberar al individuo de la necesidad de la muerte. Por tanto, la cuestin de la curacin, y por tanto la de salvacin, va ms all de la salvacin del individuo a la salvacin a travs de la historia y ms all de la historia; nos lleva a la cuestin de la vida eterna, de la que el reino de Dios es un smbolo. Slo la curacin universal es curacin total salvacin ms all de las ambigedades y parcialidades.