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EL PROBLEMA DE LA YERDAD Carmelo Blaneo Mayor EL VOCABLO “VERDAD” «© Ds verdad, lo que Vd. ha dicho es verdad”, “Un tren que sea ver- jJaderamente AVE”, decfa no hace mucho un politico de nuestra tierra. “Un hombre de verdad”. “Verdad”, “verdadero” se dice en el Tenguaje ordinario de muchas maneras. El enguaje usa esta palabra en diversos sentidos: para referitse a una proposicidn y para referirse a ‘una realidad, pero también con una clara connotacién moral. En el pri- ‘mer caso, de una proposicién se dice que es verdadera a diferencia de “falsa”. En el segundo caso se dice de una realidad que es verdadera a diferencia de “aparente”, “ilusoria”, “irreal”, “inexistente”. El dltimo caso implica la dimensidn ética. BI lenguaje corriente no siempre dis- tingue estos sentidos diferentes de “verdad”. Pero puede destacarse un aspecto de Ia verdad sobre el otro. Es lo que ocurtié a la idea de ver~ dad que predominé en los albores de la filosoffa. Nietzsche, en cam- bio, pretendié clarificar la verdad en sentido extramoral. La pluralidad de sentidos que presenta y a la vez oculta el término “verdad” abre un radical horizonte de problemas en tomo a la unidad dificil de su signi- ficado. No parecerd extrafio que no pocos autores consideren imposible ‘educit a un comin denominador los diversos sentidos de verdad dise- fiados a lo largo de la historia; en vista de lo cual afirman que no hay ‘un concepto de verdad. Segiin esto, el problema de la verdad es un “falso problema”. Un problema gue brota de que una sola palabra se ‘usa como signo taquigréfico referido a todos los signos. Estarfamos lana y simplemente ante un nombre equivoco y que nos ayuda a equi- ‘ocarnos; lo que no es de entrada pequefia paradoja. Paradoje a la que ‘no podemos resignamos. Cabe, como forma de escape, la posibilidad de agrupar los diversos cconceptos de verdad en varios tipos fundamentales: verdad l6gica, ver- dad seméntica, verdad existencial, etc. Tal estrategia exige que esas agrupaciones se hagan siguiendo un modo sistemético a la luz. de un criterio. No son pocos los intentos que se han desbrozado. Una de estas, agrupaciones es la que distingue la verdad I6gica (no contradiccién), verdad epistemol6gica (adecuacisn del entendimiento y la restidad), y verdad ontolégica (realidad como algo distinto de la apariencia). Otra es la que distingue entre verdad seméntica y verdad filoséfica. i a Bertrand Russell distingue cuatro conceptos de verdad: teoria que sus- tituye “verdad” por ‘aserto garantizado’ (Dewey); teorfa que sustituye Syerdad” por “probabilidad” (Reichenbach); teoria que entiende *ver~ dad’ como “coherencia’ (idealistas y, con algunos supuestos, algunos Tégicos) y teorfa que entiende “verdad” como “adecuacién’ (con la rea- tidad), La facilidad con que en el lenguaje ordinario usamos este tér~ ino se nos ha convertido entre las manos en un campo de espinas, son los nudos y enredos del lenguaje que denunciaba Wittgenstein como tarea de la filosofia, Pero algo se ha de decir. VERDAD’ PARA LOS GRIEGOS Y *VERDAD’ PARA LOS HEBREOS L.l.+ Los fildsofos griegos comenzaron por buscar 1a verdad, o lo verdadero, frente a Ia falsedad, Ia ilusién, Ia apariencia. La verdad era fen este caso idéntica a la realidad, y ésta tltima era considerada como idéntica a la permanencia, a lo que es, en cl sentido de “ser siempre”, fuese una substancia material, ntimeros, cualidades primarias, dtomos © ideas. Lo permanente era concebido como lo verdadero frente a lo ‘cambiante, que no era necesariamente considerado como lo falso, sino slo como lo aparentemente verdadero sin serlo “en verdad”, La ver~ dad de la realidad, que era a la vez realidad verdadera, era concebida a menudo como algo tnicamente accesible al pensamiento y no a los Sentidos, por lo que se tendié a hacer de la llamada “visién inteligible” tin elemento necesario de la verdad. Verdadero se identifica con inteli- gible hasta el punto de que s6lo puede rigurosamente entenderse lo ‘verdadero; lo falso es de suyo ininteligible. Pero este sentido griego de la verdad no es hist6ricamente el tinico posible. 1.2.- Otra es Ia dimensién que Ia verdad anuncia entre Jos hebreos. Zabiri, que en esto sigue a Ortega y Gasset y ambos a Von Soden, advierte una diferencia importante entre lo que el griego entendia por ‘verdad y lo que entendfa por ello el hebreo. Para éste, en su época cla- ssica cuando menos, la verdad es primariamente Ia seguridad, 0, mejor ‘dicho, Ia confianza. La verdad de las cosas no es entonces su realidad frente a su apariencia, sino su fidelidad frente a su infidelidad. ‘Verdadero es, pues, para el hebreo, lo que es fiel, lo que cumple o cum- plira su promesa, y por eso Dios es lo tinico verdadero, porgue es lo tinico realmente fiel. Esto quiere decir que la verdad no es estatica, que no se halla tanto en el presente como en el futuro y, por eso, seiiala ‘Zubiri, mientras para manifestar la verdad el griego dice de algo que 5, que posee un ser que es, el hebreo dice amén, es decir, asi sea. En ottos términos, mientras para el hebreo, la verdad es Ia voluntad fiel a la promesa, para el griego la verdad es el descubrimiento de lo que la cosa es, 0 mejor atin, de aquello que “es antes de haber sido”, el desvelamiento de su esencia. El griego concibe asi la verdad como aletheia o descubrimiento del ser, ¢s decir, como la visiGn de la forma o perfil de lo que es verdade- ramente, pero que se halla oculto por el velo de la apariencia. Lo con- ttario de la verdad es para el griego la desilusién; para el hebreo, es la decepeién, Lo verdadero como “lo que habré de cumplirse” es esen- cialmente distinto de lo verdadero como “lo que es” y como lo que est siempre presente, atin bajo 1a forma de Tatencia, en un ser. El sentido primario de la verdad como aletheia, dice Zubiri, no es sin embargo, meramente descubrimiento o patencia, sino, ante todo, la patencia del recuerdo. La idea misma de verdad tiene su expresiGn primaria en otras voces dentro de algunos lenguajes indocuropeos: es cl caso del verus como expresién de confianza. Por lo tanto, hay euan- do menos una posibilidad de conexién semdntica entre estos dos con ceptos de verdad, tan distanciados aparentemente. Julién Marfas esti- ‘ma que, metédicamente, hay que distinguir entre la verdad como alet- hheia, como emuah y como veritas. La primera es patencia, le segunda, confianza, la tercera, veracidad. A éstatltima la Namaba Leibniz “ver- dad moral”. 2.- LA DEFINICION CLASICA DE LA VERDAD Y LAS. OBJECIONES CONTRA ELLA. Retomemos la pregunta: ,Qué es le verdad? Hay una f6rmula muy antigua y de origen desconocido que viene rodando por las historia ‘como la respuesta a esta pregunta. Algunos Ilegan a proponerla como la definicién clésica de la verdad.” Veritas est adaequatio intellectus et rei. Es el acuerdo, la adecuacién del entendimiento y la cosa. ;Qué sig- nifica esta adecuacién 0 acuerdo? 1° objecién, Cémo puede el pensamiento asemejarse ¢ algo tan dispar y diferente? El pensamiento que no tiene otra dimensién que Ia temporal no puede adecuarse fisicamente a cosas radicalmente espa- ciales, cuadradas, redondas, pesadas. ;C6mo puede decirse que el pen- samiento se asemeja a un cubo sélido o a las cataratas del Nidgara? (1) Lenz, Nouveau Essie, IV, LL. (2) Sano Tomi de Aqui atibuye esta definiion de a verdad a Iaue Ira, mc y ‘So judo (45-940, sn embargo los faneacanos de Quarach, despues de escent !idamente sus esctos, han Hegido es conclsin de que en elle nose encuentra esa fe. ‘nla squieravestigios de ell. Es, comp ocure ants veces, una femal anima gue Sse hizo pia. Por su misina senile es de una exiraodinariacompleida, I qe colle va pols expicaciones cada vez que un ator la propone La Maerapysca Dispur del Maestro Diego Mat, pg. 26378 13 ay Aristételes escribié que el alma por el conocimiento se hace todas las, ‘cosas quodammodo. El problema esté en saber qué esconde ese quo- dammedo, ese especifico modo, que modifica todo Io anteriormente dicho, Pero, incluso atendiendo a la estricta dimensin temporal es nece- saria una clarificacién. Un pensamiento para ser verdadero no necesi- ta tener la duracién de la realidad que en él es pensada. Para ser ver~ dadero, un pensamiento sobre algo de larga duracién, un viaje de Madrid a Albacete, no necesita tener una larga duracién de dos horas y media. Ni ha de ser necesariamente breve un pensamiento sobre un asunto de corta duracién; no ha de tener un segundo el pensamiento sobre ¢l segundo como medida del tiempo. Dicho brevemente, puede ser verdadero un pensamiento que no se asemeja temporalmente a la realidad temporal. Los defensores de esta definicién responden que esta interpretacién, ha de tenerse como absurda porque confunde los distintos sentidos del término “intellectus”. Es necesario distinguir entre la facultad de entender, el proceso de entender y el contenido: intellectus ut facultas, intellectus ut actus y por otro lado lo entendido en esa actividad por esa facultad. Lo que se ha de asemejar a la cosa no es ni la facultad ni la actividad de pensar sino el contenido de tal pensamiento. No se trata, por tanto, de una adecuacién entre el pensamiento como facultad o Como acto ni como proceso de pensar y la cosa. La adecuacién de que se habla en esa definicién se ha de dar entre To pensado en el pensa- miento y la realidad. 2 objecién. Una nueva critica a esta definicién de la verdad se refiere al término “adaequatio”: el concepto de adecuacién 0 semejan- za no es un concepto claro, Consiste en una identidad 0 ccuacién par- cial de caracteristicas. Pero no esta claramente definido qué proporcién ni qué parte de sus caracterfsticas ha ser comtin a dos términos para que pucdan ser llamados “semejantes”. La definicién que describe ‘como verdaderos los pensamientos cuyo contenido se asemeja a algo real, serfa una definicién imprecisa, porque no determinaria hasta qué punto debe extenderse la semejanza entre cl contenido del pensamien- toy la realidad para que el pensamiento sea verdadero. Y¥ puesto que no es facil establecer en qué consista esa ecuacién que no ¢s ni identidad ni definida semejanza los eriticos més acerbos Iegan a Ja conclusién de que esta definiciGn no tiene contenido real. 3 objecién. Se sitia en otra linea de pensamiento que lev a rechazar esta definicién de la verdad. Si aceptamos la definicién de la verdad como la adecuacidn o acuerdo entre el pensamiento y ta reali- dad hay que decir que no es posible definir en absoluto si nuestros pen- samientos concuerdan o no con la realidad. Si la verdad con: el acuerdo entre pensamiento y realidad, nunca podrfamos saber si una cosa es verdadera o falsa. Se hia de buscar, por tanto, otro concepto de verdad que permita decidir si nuestros pensamientos y afirmaciones son verdaderos 0 no, Esta objeciGn se retrotrae a los argumentos de los antiguos escépti cos. El modelo de estos argumentos dice lo siguiente: si algnien pre- tende comprobar si un pensamiento o una afirmacién se adecéa a la realidad, ha de conocer previamente no s6lo el pensamiento objeto de comprobacién sino también 1a realidad misma y el grado de adecua- cién entre ambos. ,Cémo podria realizarse esto? Haciendo referencia a la experiencia, razonando de una w otra forma, en resumen, aplican do ciertos métodos o criterios. Pero ;cémo saber que mediante estos criterios se revela una realidad sin distorsiones? Serta necesario poner en cuestiGn dichos criterios y someter a crisis su misma validez lo que requiere una nueva investigaci6n a la luz de nuevos criterios y asf ad infinitum 0 ad nauseam. En pocas palabras, nunca seremos capaces de conocer la realidad y, por tanto, nunca sabremos si nuestros pensa- mientos se adecéan 0 no a ella, Con estas dificultades batallaba Agustin de Hipona cuando recurre al conocimiento como Iluminatio, 3.- LAS DEFINICIONES NO CLASICAS DE LA VERDAD: EL ACUERDO CON CRITERIOS Estas dificultades y objeciones levaron a muchos filésofos a recha- zat la definicién de la verdad como acuerdo entre pensamierto y Tea- lidad; buscaron sustituirla por otra definicién que tuviera en cuenta el ‘modo como utilizamos realmente el tétmino “verdad; esto nos haré caer en la cuenta de lo que realmente significa ese término para noso- tros. Indudablemente todo individuo est dispuesto a reconocer como verdadera una afirmacién en la que él cree y que correspende, por (@) “Escéptico viens del vecbo septomai que significa “nirarcuidadosaments lament, Esoépticn significa "el que mira o examinn caidadosament", El ecepicismo, como dectrna floss, dene ds aspects: uno tetco y oto pricico. Desieet punto de ‘iss ecco et una erie dl conacimtento sein cua no hay ning saber ie nl puede fencontrarse jamais una opinien absolaamente segura. Desde el pono de vist pict > tna acta que encuentra la sali del individ ys pa interior en a "epae”, os dct, ela suspension de uci. En sentido uroso hay que veservar el tule de exptco para Pion y sor seghidres enc Illa de C Peon los tntgvosesosticns empelemidas di cline prs mostrar que toda isusin sini porque para dss en una disput ay que tener un eero de verdad que require ot erterio para devi acerca del pam, y as socesivamente hata elif. Un segundo gran momento de esceplcimo acntece ea ropa ente Fras J Descartes, duane el XVII; Menaigne, Charro, Franeeo Sncher (Que nada se sabe) son os nose mis sogoos. Pero mientras el excepicisme antguo er, ‘una acttud, ef modern es una posielén; ee viene condcionad po a Reform y I nec sidad de encontrar un crterio seguro de verdad religasa eae Roma y Luero 15 i tanto, a sus convicciones. Si alguien cree que A es B, esta dispuesto a ‘considerar como verdadera la afirmacién de que A es B; pero también al contrario, si uno atribuye Ia verdad a una afirmacidn, esté dispuesto ‘a creer en Jo que ella dice. Sin embargo nadie diré que la afirmacién verdadera es lo mismo que la afirmacién en la cual él cree. ‘Todos somos conscientes de que existen afirmaciones verdaderas en las cua- les no creemos, simplemente porque no las conocemos. Por otro lado, nadie se considera infalible y reconoce que existen afirmaciones en las, cuales cree y que, sin embargo, no son verdaderas. Sabemos que no todas nuestras convicciones han sido obtenidas por medio de investi gaciones sisteméticas y escrupulosas, sino que llegamos a ellas por la aplicacién de métodos, es decir criterios, cuya validez debe ser cues- tionada y que deben ser confrontados con criterios més competentes. Reconoceriamos todas nuestras convicciones como verdaderas si lle- ‘gdsemos a ellas aplicando criterios irrevocables, para los que no exis- te apelacién posible. Estos y similares tipos de argumentaci6n han sugerido la siguiente definicién de la verdad: una afirmacién verdadera es lo mismo que una afirmacién que satisface criterios finales ¢ irrevocable. No hay ninguna otra forma de convencerse acerca de la verdad de ‘una afirmaci6n sino someterla a prueba del criterio final cuyo veredic- to ¢s irrevocable, en el sentido de que el veredicto de cualquier otro cri- tetio debe ceder ante él.* No podemos saber y, como pretendian los escépticos, nunca podremos saber si una afirmacién, por la prueba de este criterio final, se adectia 0 no a la realidad. En consecuencia cuan- do distinguimos la verdad de Ia falsedad, la cuesti6n no es si una afir- ‘macién cualquiera se adectia 0 no a la realidad, sino més bien si se ade~ «aia a los criterios finales. Asf, para que definamos el concepto de la verdad de acuerdo con nuestro uso real de ese concepto, deberiamos hacerlo como acuerdo del pensamiento con criterios finales e irrevocables. ‘Aparece por esta via un abanico de posiciones segiin qué criterio se considere como final e imevocable. 3.1. La teorta de la verdad como coherencia define la verdad como el acuerdo de los pensamientos entre sf. Los defensores de esta teorfa, sostienen que el criterio final e imevocable para aceptar o rechazar un pensamiento 0 afirmacién determinada es su adecuacién a otras afir- (4) Bao pone algo que psa los griegos exe obvi: gue In nous so conoce la verdad la nous ‘faclad de conocer eral acuta dela verdad: Que noes posible e sto que un con imieaio ea rgnrosamenteconocimieato y no sea verdadero; orgie en tl abode e380 8 ‘bo sera conocimionto. La ou s6loconace a verdad yen ll Feconoce, Descartes en un exfuerzo desesperado exige un métedorigurose en el que se insrben In clara y distin. ‘incom ertos mas de verdad, Ls faledad ser consccucoca de un allo ene ec So del metodo, ‘maciones ya asumidas. Esta adecuacién consiste en diltimo témino en que una afirmacién determinada no sea contradictoria con las otras afirmaciones del sistema sino que se armonice en su seno. Podria parecer que el criterio final es el veredicto de la experiencia, pero no es asi, Por encima del criterio de la experiencia hay una ins tancia superior que es el criterio de Ia coherencia. Si observamos una barra sumergida parcialmente en un vaso de agua, los ojos nos dicen {que esta torcida pero el tacto asegura que esté recta. ;En virtud de qué acreditamos al tacto contra la vista? Porque la afirmacién que se basa cen Ia vista no es coherente ni armoniza con el resto de nuestros cono- cimientos.® Sin embargo la afirmacién fundada en el tacto se adectia perfectamente al resto de nuestro conocimiento. La instancia final que decide irrevocablemente su aceptacién es, exactamente, Ia ccherencia de esta afirmacién con todas las otras aceptadas y no el veredicto de Ios sentidos tomado aisladamente ya que en este caso implicarfa una contradiccién.” Contra esta tesis se argumenta que la adecuacién de los pen mientos entre s{ no puede ser un criterio suficiente de la verdad. a) Si asf fuera cada suceso consistente y coherente podria ser con- siderado tan verdadero como una teorfa fisica basada en observaciones y experimentos Iaboriosos. A lo que sus defensores dicen que es nece- sario precisar el concepto de coherencia: no se trata de la adzcuacién de un pensamiento a cualquier conjunto de pensamientos, sino a un sis- tema de afirmaciones fundadas en una seria investigaci6n experimen- tal ’b) Sin embargo, a partir de un conjunto de afirmaciones fundadas en la experiencia se pueden construir varios y diferentes sistemas coherentes y cuyas proposiciones armonicen entre sf en ceda caso, Dentro de un sistema deberiamos considerar como falsas € usorias, por no ser coherentes, afirmaciones basadas en la experiencia que en ‘otro sistema deberfan ser consideradas verdaderas por ser perfecta- mente coherentes y arménicas. Por tanto, el acuerdo con la experiencia y la armonfa interna no son criterio suficiente. Debe existir otro criterio adicional que permita escoger uno entre varios sistemas de afirmaciones arménicas y coherentes que se adect'- 6) Esyaun econ clisico desde antiguo este ejemplo, seiterado en cl medioevo, como tipo de ‘usiéa pico: de que los selidos ao som fables porque nos engaian; Lo que dé lugar numerosi dscusiones sve a faseda era pee en los sealidos, en a splex apre= Iensio o solamente ene ico (© Por jempo, la manera ck gue la pate superior de In cocharita permenece fea del agus ‘eontadice Ia ley de a afta els cuxpos 0, por ovo lado, el este del exptencia ante= ‘ioe not dice qv el agin noc sfieiente casa pra dolar un everpo side (D Otos ejemplos de esto posian sel informe de lo sentidor con a esteriidad de at ray sobre el movimiento del sol en nbesieo derredoe. Dos tes que foeron rausicas para Occient nN 18 an a la experiencia. Precisando, en efecto, més la definicién de Ia ver- dad como coherencia, se concretaron otros criterios adicionales de celecci6n entre sistemas: la simplicidad del sistema, la economia de los medios te6ricos, etc.® Estas consideraciones son, sin duda, valiosas en ‘cuanto tentativas de hacernos conscientes de cOmo legamos a la acep- tacién de afirmaciones en las ciencias naturales, independientemente de la dudosa definicién de la verdad como coherencia. Este criterio tiene su fuerza dentro de los sistemas formales y sirve por tanto para decidir sobre la verdad formal: Una tesis es verdadera formalmente si es una tesis del sistema. Pero no es éste ahora nuestro problema, 3.2 La verdad y la experiencia futura, Hay otra linea que sigui ron los defensores de la definicién de la verdad como coherencia, ‘Supuesto que la verdad de una afirmacién ha de ser decidida por su adecuacién a otras afirmaciones basadas en la experiencia, surge el problema de aclarar si nos referimos a la experiencia actual o si tam- bién se ha de incluir la experiencia futura.” En el tiltimo caso no podri- amos decidir hoy, cuando todavia es desconocida la experiencia futu- 1a, si una afirmaci6n dada es 0 no verdadera," Puede armonizar con las afirmaciones hasta ahora aceptadas, pero no podemos predecir si la experiencia futura no nos obligara a reconstruir todo el sistema de tal modo que esa afirmacién dada no cuadre en él y sea, por ende, inar- ménica, discordante e incoherente, Si la verdad consiste en la adecuacién de una afirmaci6n a todo el sistema, abarcando tanto la experiencia presente como la futura, tini- camente en la etemidad podriamos saber si una afirmacién es verda- dera 0 no, AL hilo de estas ideas los neokantianos de la Escuela de ‘Marburg legaron a Ja siguiente formula: la verdad es un proceso infi- nito, Formula que no puede disimular, por lo demas, un fuerte perfu- ‘me hegeliano. Para los partidarios de esta posicién, que por cierto no son sélo los neokantianos, no existe ningtin criterio final e irrevocable y, por eso, no existen proposiciones que hubieran de ser finalmente aceptadas sin (Se pueden encontrar estas conereciones en os eserios de Guilkemo de Ockham (1298- 1349) del que se ecuerda el wen de a aaa: simpliciad y In econ ran para 6 series de In vallez de uns tora (©) Hue supone que lo inico que podemas decir es que pr experiencia pasada hemos adaui- tide bit de espera quo las cosas oearan como viene ouriendo hasta ahr peo no demos ser edie habrén de ocr Aris6cks no considera proposiciones a a fie Imaciones de futuro: no se puede decide acerca de Ia verdad de una propose de ips “magan hab una batalla eampal”; este problema se hizo ms aeveisne cuando a finales {el medievo se tataba de compara la cienea divin acer del futur yl libertad hums (10) Siemborgo sa de tener presente que el af de a cencia igorost es proponer tsi uni ‘esas y necesarias; es deci tsi que scan vidas al margin del tempo y de I contin gencia. La verdad pretende ser intempoals hablames con propia, lo tr son probabi- Iidades ehipstess de tbo ‘que pudieran ser posteriormente rechazadas, como resultado, por ejemplo, de nuevas experiencias. Todas las afirmaciones son revoca- Dles, tanto las que funcionan como hipétesis o teorfas cuanto las basa~ das directamente en la experiencia actual. Todas las afirmaciones son’ provisionales; nada puede ser afirmado irrevocablemente."” Vivimos y hablamos en el Ambito de la provisionalidad. 33. La verdad como acuerdo universal. Otros intentan encontrar el criterio final ¢ irrevocable, el que determina la aceptacién de una afirmacién concreta, en un acuerdo universal. Lo comiin come criterio 6 el criterio de las mayorias tan socorrido en las encuestas. Si en el silencio de la noche oigo um susurro y quiero saber si este ru:do real- mente existe o estoy siendo victima de una ilusién subjetiva, pregunto 2 otras personas que estén conmigo por ver si ellas también oyeron el ruido. Si los demas confiesan que también lo han ofdo, doy crédito al yeredicto de mis ofdos. Estas y similares consideraciones inducen a algunas personas a ver en el acuerdo universal el criterio final e irre- vocable. Segiin esto, si la verdad debe consistir en la adecuacién a este cri- terio, se insinta la definicién de que a verdad de una afirmacion con- siste en el acuerdo universal respecto a ella, Este concepto de “acuet- do universal” requiere una explicacién posterior, No se preterde decir que una afirmacién debe ser accptada solamente cuando haya un acuerdo entre todas las personas vivas, muertas y que estén atin por nacer. Dependiendo del modo en que se defina este “acuerdo univer- sal”, el concepto de la verdad discutido aqut adquicre formas diferen- tes. A sabiendas de que también la multitud puede equivocarse. 3.4 La autoevidencia, como criterio tltimo de verdad. Otros ven cen [a autoevidencia el critesio final irrevocablemente decisivo para la aceptacién de una afirmacién. La autoevidencia no s6lo nos hace indu- dable una afirmacién, sino que ademés nos ascgura que todas las per- sonas que la entienden deberdn aceptarla. Los defensores de este con- cepto intentan analizar en qué consiste esta “autoevidencia”, ‘Algunas veces lo reducen a la representacién “clara y distinta” del estado de cosas de que trata una afirmacién dada, como Descartes. (1) Pero esque el problema radial noes si puedo lograro no proposciones vesddras en mi ‘aminar peovistonl ste a era; el prebema es qué entiendo por vera qs Jabos se har do entender pr ese imprescendible palabra pata aueverme’ a decir que nunca poiré lcanzarpropoiconesverdaderas: algo muy claro y nid ha de sigifcar para esa pal fr cnc acepto esignarme tno aleanata, Sabre todo, sao abandon su sentdo thor ‘porqu se ne bs initado vivir en Ia verdad, Ea ogo eas la tagedia del home es espe- Tenant. {Qué puedo saber? me importa sere todo porque parece ir elrechanente vnc lado #cque dso hece?. zu significa Ia provisonaidad ela vida Stic? ,Cabe queda seen la Veda en sentido extamoral de Nlewsche? v Otras veces se ofrece una interpretacién diferente. Rickert" se opone al intuicionismo y afirma que cuando una afirmaci6n nos parece evi- dente se nos impone por necesidad, sentida como obligaci6n; una afir- ‘macién es autoevidente cuando sentimos que debemos aceptarla, Pero todo deber, toda obligacién corresponde a una prescripcién que con. tiene una orden, es decir, una norma. Las afirmaciones autoevidentes aportan, por lo tanto, una cierta norma que gobierna la aceptacién de esas afirmaciones. Esta norma, fuera de nuestro alcance, no depende de nosotros, y por eso Rickert la denomina transcendental: ast preten- de evitar tanto el escepticismo como el relativismo, Una afirmacién autoevidente es una afirmacién que se adectia a la norma transcenden- tal 3.5.- El pragmatismo y su eriterio de verdad. Hay que advertir que cl pragmatismo no es una doctrina homogénea y que no es fieil encon- trar dentro de é1 un s6lo criterio o concepto de verdad.” En su forma radical y més simplista sostiene, como punto de partida, que Ia verdad de una afirmacién consiste en su adecuacién a unos criterios finales: estos criterios finales para el pragmatismo radical son la utilidad de una afirmacién para la accién. De ahi que en su definicién de la ver~ dad se identifica ta verdad de una afirmacién con su utilidad. Claro que también este término “utilidad” implica arduas dificultades a la hora de aclararlo y no se puede reducir a una dimensidn grosera EL argumento pragmatista es aproximadamente el siguiente: nues- tras funciones intelectuales, asf como nuestras convicciones, no son independientes de nuestra actividad préctica". Nuestras convicciones influyen en nuestra accién, le dan una direccién, e indican a la gente os medios que conducen al fin deseado. Si esta influencia de nuestras Convieciones sobre nuestra aecién la hacen efectiva, es decit, nos per- mite lograr el fin propuesto, entonces esta conviccién es verdadera, Al entrar en un cuarto oscuro, por ejemplo, quiero encender la luz. ‘Supongo que el interruptor esté a la derecha de la puerta. Esta convie. i6n, junto con el deseo de encender la luz, dirige mi mano a la dere- cha de la puerta, dando asf una direccién especttica a mi acciGn. Si la accion dirigida de este modo por mi conviccién conduce al resultado deseado de encender Ia luz, entonces Ia conviccién era verdadera, Si, (12) HetnichRickert(1863-1936), junto con Windeband uno de Ios dos grades adalides de 4 Becuelaneokantiana de Ban, Se desis fundamentalimente aia fundamentaciin ese ‘molpice de ls ciencies base de un anisisfilosico dea etrcture ye sus rlatones ‘ulus, Intodujeon la distinc ene ciencias nomics y cela diopdlcas en ‘erminolopi de Rickert, ccacasunivesallzantesy ciencins ndividualizantes, (13) “pragmatism”, como ocue con fecuencia al pint un “smo” es un eguelacdmoda par refecimos aun grupo de pensadoresanglo noncanericanen, Janes, Petee, Dovey, Mead, et (14) Para este problema veae Habermas, Teor yPravs,Teenos 1987 por el contrario, la accién dirigida por mi conviccién se muestra inefi- caz, mi conviecién era falsa. La identificacién de 1a verdad con la utilidad es caracteristica s6l0 de la versién radical y simplista del pragmatismo, Realmente ningtin autor serio la firmaria porque ni son tan simplistas ni tan radicales; el problema esta en qué se ha de entender por “utilidad’’ en su tendencia general el pragmatismo se aproxima al empirismo y al positivismo; digamos que, al menos, tiene un aire de familia, 3.6. El vitalismo de Ortega y Gasset: El sentido existencial de la verdad.” Ortega ha definido la verdad como “Ia coincidencia del hom- bre consigo mismo”. Examina por qué se da por supuesto cue hay un ser 0 verdad de las cosas que el hombre parece tener que averiguar, hasta el punto de que el hombre ha sido definido como el ser que se ‘ocupa de conocer el ser de las cosas, 0, en otros términos, como ani- ‘mal racional, ente que hace funcionar su raz6n por el mero hecho de poseerla, Tal definicién y sus implicaciones necesitan una justificacién a fondo. El hombre necesita justificar por qué en algunas ocasiones se dedica a averiguar el ser de las cosas. Tal averiguacién no puede pro- ceder simplemente de una curiosidad; por el contrario, mientras la filo- sofia tradicional afirmaba que el hombre es curioso y rebajaba asf la ciencia al nivel de una aficién, el pensamiento actual, qu> niega la supuesta intelectualidad esencial del hombre, sostiene que éste se ve obligado a conocer porque el conocimiento es el acto que le salva del naufragio de la existencia, El saber se convierte de este modo en saber a qué atenerse. De ahi que, para Ortega, sea erréneo suponer sin mas ue las cosas no tienen por si mismas un ser y por eso, para no verse perdido, e] hombre tiene que inventarselo, Ser es, por consiguiente, lo que hay que hacer. Pero entonces la verdad no seré la tradicional ade- cuacién entre un ser que hay y un pensar que el hombre tiene porque sf de este ser. La verdad serd la idea a la que se aferra, el salvavidas que le sostendré en el naufragio de su vida. En sua, verdad sera aquello acerca de lo cual el hombre sabra a qué atenerse, el ponerse en claro consigo mismo respecto a lo que cree de las cosas. 4.- A VUELTAS DE NUEVO CON EL CONCEPTO CLASICO DE LA VERDAD Este breve repaso de los varios conceptos de verdad no pretende, por supuesto, ser exhaustivo; pero si cabe subrayar que en todos ellos (5) ORTEGA Y GASSET, J, Bn ton a Galileo, Lecién VIL Obras Completa, V, I-92 2 2 se pone o se supone la esencia de la verdad en la adecuacién del pen- samiento a criterios, métodos que deciden finalmente si una afirmacién debe ser aceptada 0 rechazada. Las investigaciones dedicadas a estipu- lar estos criterios tiltimos son complejas y prolijas, a menudo suma- mente interesantes porque desvelan las claves de cada filosofia. Pero poner la esencia de la verdad en la adecuacién del pensamiento a unos, critetios, sean los que sean, es un camino tortuoso: en timo término los criterios seréan, a lo mas, sefiales e hitos que permiten discriminar lo verdadero de lo falso; podrfan ser fundamento de certeza mas no de Ia verdad. ‘Hemos de retornar nuestros pasos al viejo poema de Parménides y escuchar atentamente el eco de sus palabras: decir que es lo que es, que no es lo que no es, he ahi la verdad. ‘A pesar de todas las eriticas, la segiin la cual un pensamiento verdadero és un pensamiento que se ade- aia a la realidad, expresa bastante bien la esencia de la verdad. La difi- cultad mayor parece estar en aclarar en qué consiste esa adecuaci6n del pensamiento a la realidad, qué se ha de entender por pensamiento y qué se ha de entender por realidad, Pero tampoco es una tarea tan esesperada como parecen querer los eriticos de esta definieién. De manera muy elemental: una afirmacién se adectia a la realidad siy s6lo si el estado real es como lo describe esa afirmacién: “p’ es ver- dad, si y solo si p. “La tierra es redonda’ se adectia a la realidad si y s6lo si fealmente la tierra es redonda, “El sol es mayor que la tierra’ se adcciia a la realidad si y sto sila tierra es realmente més pequefia que cel sol. La idea clésica de la definicién de verdad podria ser expresada de esta manera: el pensamiento ‘p” asevera que tal cosa es asf y, efec~ tivamente, Io es, Esta formulacién de la definicién clisica de verdad conlleva no pocas dificultades de naturaleza Iégica sefialadas por pen- sadores analiticos, que exigen mucha cautela en su uso riguroso.° ‘La objecién escéptica contra la definicién clisica de verdad pierde virulencia, Decfa que nunca podremos saber si um pensamiento se ade- caja 0 no a Ta realidad; pero es esta una objecién que se enreda en las palabras. Saber si el pensamiento de que la tierra es redonda se adlectia ala realidad es lo mismo que saber si la tierra es redonda, porque, en tilimo término, la adecuacién de una afirmacién a la realidad quiere dccir simplemente que lo que se afirma es justamente lo que es. Decir {que no podlemos saber si el pensamiento dé que la tierra es redonda se adectia a la realidad es afirmar que no podemos saber que la tierra es redonda, Cuando los escépticos afirman, en general, que no podemos (16) De manera muy sencilla Ajkiewice analiza el “concep soméntco de verdad” propucsto por Tarski Un resumen mis amplio se puede ver en Feraer Mora, en la Yr "verdad. “La oncepcién semi doa verdad y To fundamentos dela seminar Anolog a seman ‘ea, 1960, ed, Maio Bunge saber nunca si un pensamiento se adectia a la realidad estén afirmando {que nunca podremos saber nada, pues para conocer cualquier cosa deberiamos saber que el pensamiento que ascgura este hecho se ade- cia a la realidad, ero aqui y ahora topamos con el escepticismo como forma de pen- samiento y también de existencia. Unas breves palabras sobre ello per- mitirn cérrar estas reflexiones. 5. EL ESCEPTICISMO Y SU REFUTACION Los escépticos llegaron a la afirmacién extrema de que no podemos saber nada.” Es imposible conocer la verdad, alcanzar un conoci miento justificable respecto a nada, Porque para poseer tal conoc! miento deberfamos justificarlo segin un método 0 criterio, Pero este critetio habré de ser vilido y digno de confianza. Para saber si es digno de confianza hemos de contrastarlo criticamente a la luz de otro crite- rio que, a su vez, necesitarfa ser contrastado a la luz de un criterio en el que pudieramos confiar...y asf ad te Un cain que nes conieas eosaeaca fs algo, Habria que llegar a ser tan escéptico que no se nos permitiera ni siquiera afirmar lo ya dicho, Esta postura escéptica va no sélo contra la definicién clfsica de ver- dad sino contra cualquier tipo de definicién. La solucién no es pues cambiar de definici6n 0 cambiar de criterio; ni contentarse con verda~ des a medias 0 con verdades relativas. Para ellos Ja verdad, se entien- da como se entienda, es irreconocible, es la gran desconocida por la sencilla razén de gue no la podemos conocer: la siempre buscada pero a ciegas. Sin luz ni inteligencia. Justifica el razonamiento escéptico esta tesis desoladora? La pre- sencia del escepticismo es permanente en la historia de Occidente; més atin, salvo en el caso de dogmdticos recalcitrantes e ignorantes, en todos los grandes pensadores se puede encontrar una pizca de escepti- cismo, por aquello de que se viven como buscadores insatisfechos de Ia verdad. Pero ges en si misma posible la afirmacién de que la verdad es imposible? ‘Aquf radica la tragedia del escéptico. Reconocer como vilido el razonamiento escéptico y responder aficmativamente a la pregunta planteada nos deja enredados en una insoportable contradiczién: deci- ‘mos nada més pero nada menos: es verdad que nada puede ser verdad; dicho de otro modo: es justificado decir que nada puede ser justifica- (17) Francisco Snchee (1551-162) eseribié una obeacuye tla dice Quod ni scr (Lyon 1581, Hay una uaduceién de Menéndez Pelayo Que nase sabe (Madrid 1920, Buenos Aires 1938), 2B do. Tremenda paradoja, aunque no la tinica que acecha al hombre en el decir y en el pensar. Se alega asf que el escepticismo se anula a si Los escépticos eran conscientes de esta problematica. E intentaron soslayarla alegando que ellos no afirman su tesis categ6ricamente, sino ue se limitan a confesar lo que les parece, mientras suspenden el jui- cio en relacién a To que realmente es el caso. Los escépticos no se sien- ten autorizados a emitir opiniones que excedan los limites de Io que ellos piensan o les parece. Se abstienen de formular proposiciones. Se presentan a sf mismos como aquellos que permanecen en Ia busca de tuna verdad que todavfa, por ahora, no han encontrado: de al su nom- bre, porque skepiomai dice en castellano buscar, examinar. Respecto al argumento que los escépticos proponen sobre la nece- sidad del regressus ad infinitum acerca de la justificacién de los crite- rios, hay que decir, cuando menos, que es un problema ya planteado por Arist6teles. Es un viejo problema. Bs el problema del fundamento. No todo ha de ser demostrado para que sea posible toda demostracién. No se ha de cavar hasta el otro extremo en busca de fundamento 6 do. Se ha de partir de unos principios primeros, que son primeros jus- tamente porque a partir de ellos comenzamos a pensar y arazonar. Para Atistételes 0 se asumen esos principios primeros, por si mismos evi dentes, o se cae en el cfrculo vicioso 0 se deja abierto el abismo al infi- nito. EI opta, como lo mas razonable, por escudrifiar cudl sea el prin- cipio primero que regula todo el pensar y el saber. Este principio no sera primero ni en el sentido del tiempo ni en el de la serie: es prime- ro porque esté presente y manifiesta la condicién de criterio de todo citer, La mayoria de las refutaciones del escepticismo son refutaeiones de la actitud escéptica.™ Todas ellas estiman que el escepticismo debe ser no s6lo refutado sino también y sobre todo superado. Ortega y Gasset ha seftalado que todo escéptico mantiene a modo de supuesto por él inadvertido, que hay una especie de verdad absolu- ta. Sin la mencionada suposicién no podria el escéptico ni siquiera colocarse en la situacién de dudar de tal verdad." (18) La paradoes del tipo dels paradojas metalgica y se oluiona de medo similar a como se resueven lle pradoja sobre In verdad: “Ninguna propos ex verdadera” es ver. der (19) Ea ls mayor parte de Jos cass el escepicsmo antguo es una “actin”; el ecapiisne renacentsta y modemo es una “pescin". De todas formas no merece el nome en tiga ‘Ge eseiisno lo queso es un esoeptcismo parcial esceptciemo religion, o meta Seo dtico. Sloe eseepiiemo como "concepin del mundo” plate os problemas os oe, por eemplo, se eaftets Dilthay euando lo asume para inenardisoverlo ca la propia “concienci istic" (20) Pero eatonces la exstenca la dan las palabras: existe I vrda claro, ene eng: hay ‘una pulabr ast en el diclomarioy hablamos eels, ‘Se ha escrito que el escepticismo absoluto es imposible porque sig- nifica la absoluta destruccién del yo. El yo puede flirtear con la duda; puede jugar a dudar, pero sin acabar de tomérselo en serio. La propo- siciGn eseéptica no puede ser una proposicién intemporal que no for- mularfa nadie; tinicamente puede ser una proposicién actualmente pensada por un yo dubitante sobre el que no cabe la dda.” ‘Santayana ha intentado superar el escepticismo desde una actitud originaria y originante porque no es posible sustraerse a una “fe” radi- cal, que él se atreve a llamar “fe animal”. Esta es una consecuencia de la realidad de la vida y de Ia necesidad que tiene ésta de “tomar la ‘Naturaleza por la mano” en el curso de su existencia. El escepticismo es una forma de creencia. Como también el conocimiento es una “fe” si bien “una fe con interposiciGn de simbolos”- no es posible oponer el escepticismo al dogmatismo o viceversa. Ambos se mueven dentro del mismo ambito el de la vida-. Lo tinico que cabe hacer es aceptar~ Jos sin ilusién pero con desapego. Esta actitud permite a Santayana pasar de la duda al reconocimiento de los “reinos del ser” que no son diversos tipos de realidad sino categorias de las cosas. (@1) ECHEVERRIA, Jost R, Reflesions metaphysigues sur Ia mort y le problame dy suet cosy (2) SANTAVANA, Exeeptcimoy fe animal (1952) 3

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