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EDIBERUM
2016
1 Doctor en Ciencias Pedagógicas, Universidad Pedagógica de Holguín, Cuba. Doctor Honoris Causa
en Iberoamérica, Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa (CIHCE), Lima. Perú.
Magíster en Gestión Educativa en Iberoamérica, CIHCE, Lima, Perú. Magíster en Pedagogía Profe-
sional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de la Habana. Contador Público. Licenciado en Edu-
cación. Recibió el premio a la excelencia educativa 2007 y 2008 otorgado por el CIHCE con sede
en Lima, Perú. Mejor pedagogo novel de Cuba en el año 2002. Ha publicado más de 30 libros. Ha
realizado asesorías pedagógicas, talleres y conferencias en empresas y universidades de Cuba, Colom-
bia, México, Brasil, Ecuador, Venezuela, Chile y Panamá. Actualmente reside en Colombia. Email:
alexanderortiz2009@gmail.com
Ortiz Ocaña, Alexander
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los estudios formales de medicina, Maturana (1990) reconoce que
su interés primordial por la biología de los seres humanos se asentó
en los cuatro años de estudio en dicha facultad. Continúa su for-
mación como biólogo experimental en Inglaterra y luego en EE.UU,
país donde obtiene el grado científico de Doctor en Biología en la
Universidad de Harvard en el año 1958. Durante dos años trabaja en
el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en el departamento
de ingeniería eléctrica, específicamente en el laboratorio de neurofi-
siología, luego regresa a Chile, país en el cual desempeña su labor de
investigación y docencia hasta la actualidad.
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preguntas pendientes. Por mi parte sigo afirmando que Maturana es
un constructivista radical, aunque él lo niegue. Su negación a ultran-
za y sin argumentos es la muestra más fehaciente de la radicalidad
de su epistemología constructivista, como también lo afirma Ibáñez
(1999, 2003).
Sin lugar a dudas, percibo una nueva teoría del conocimiento cien-
tífico en la obra de Maturana, evidenciada en las propias categorías
que emergen de sus escritos y en las propuestas tan argumentadas
como arriesgadas que hace en su concepción de ciencia. En este sen-
tido pudiéramos hablar de la bio-epistemología maturaniana.
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La expansión del interés por los trabajos de Maturana está dada
en el hecho de que las temáticas abordadas por él han rebasado las
especialidades (Biología, Epistemología, Psicología, Neurocien-
cias, Antropología, Sociología, Educación, Pedagogía, Didáctica,
Ética, Política), y constituyen aspectos importantes en el discur-
so biogenético, neuropsicológico, sociocultural, e incluso políti-
co e ideológico, de nuestro tiempo. Ahora bien, cuando una obra
científica se generaliza se corren grandes riesgos de desviación de
sus planteamientos. De manera que es imprescindible acudir a las
fuentes originales. No obstante, al escribir sobre Maturana y su
obra, se extiende la perspectiva de que el autor sea leído de ma-
nera holística, sistémica y configuracional, lo cual constituye una
modalidad pertinente para profundizar en su obra científica. No
podemos permitir que transcurra más tiempo para que podamos
evaluar, sistematizar y difundir la extraordinaria contribución
que ha hecho Humberto Maturana a la ontología humana, ha-
ciendo aportes invaluables que permiten comprender su esencia
y naturaleza, así como la condición y la experiencia humana, so-
bre todo en el área educativa y científica. Precisamente, este libro
muestra mi reflexión originada por la repercusión que tuvo en mi
concepción científica, epistemológica y pedagógica, la lectura de
la obra de este prestigioso biólogo, filósofo y epistemólogo chile-
no. En efecto, me cautiva, absorbe e ilumina el pensamiento de
Maturana y sus implicaciones para la ciencia, la epistemología, y
sobre todo para la educación. En este libro revelo la ontología, la
epistemología y la teoría del aprendizaje propuesta por Matura-
na. Se analizan de manera detallada las principales concepciones,
propuestas y categorías científicas que subyacen en su investiga-
ción: autopoiesis, lenguajear, emocionar, gatillar, perturbar, amor,
vida y convivencia, entre otras no menos importantes.
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Cuando comprendemos la dinámica biológica que genera y en-
gendra al ser humano, estamos en condiciones de comprenderlo.
Maturana nos ofrece con una nitidez extraordinaria lo que ocurre
en el proceso científico y en el proceso educativo, y al entender los
fundamentos biológicos del conocimiento y el aprendizaje humano,
expone los efectos que tienen ambos procesos para la vida humana.
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¿Quién es Humberto Maturana y cuáles son sus aportes
científicos?
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educada en la ampliación de su atención haciendo varias cosas a la
vez: cuidar a su hermanito, ayudar a la mamá en la cocina, hacer las
compras y, de manera simultánea, organizar la casa.
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Maturana y Francisco Varela (1946-2001), quien fuera su discí-
pulo y luego colaborador, afirman que los seres vivos son máquinas
autopoiéticas, es decir que se producen y se configuran a sí mismos.
Desde este punto de vista, su concepción podría ser considerada
como mecanicista, dogmática y determinista, por cuanto no explica
ni comprende a los seres vivos desde una mirada teleológica, no obs-
tante se adscribe al criterio de que éstos deben ser comprendidos y
argumentados como procesos y relaciones, y no sólo desde sus com-
ponentes, propiedades o atributos.
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Esta teoría se sustenta en una concepción neutralista por cuanto
afirma que los miembros de un linaje cultivan, consolidan y conser-
van la manera en que realizan su autopoiesis, lo cual es un proceso
transgeneracional, en un fenotipo ontogénico o modo de vida espe-
cífico, cuya innovación genera la diversificación de linajes, derivado
de su historia de interacciones. En la educación de un ser humano, si
una conversación o red de redes de conversaciones se cultiva y con-
solida, se configura y se mantiene o establece en la biopraxis humana,
ésta se conserva y pasa a formar parte del espacio psíquico humano
que es inmanente a él.
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• Entre los seres vivos no existen interacciones comunica-
tivas informativas o instructivas, lo que intercambian son
afectos, emociones y sentimientos.
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El 5 de agosto de 2006 el Laboratorio de Biología del Conocimien-
to y Neurobiología, de la Universidad de Chile, entidad donde de-
sarrollaban sus investigaciones Maturana, Francisco Varela, Juan
Carlos Letelier y Jorge Mpodozis, fue destruido totalmente debido
a un inmenso incendio. Maturana se impactó mucho por la pérdida,
sin embargo en ese momento expresó que lo principal no se quemó
porque lo tiene en su mente y en su corazón, lo cual demuestra la
sobriedad, grandeza y dignidad de este notable hombre de ciencias.
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conversó con él sobre los sistemas. Heinz von Foerster tenía enten-
dimientos que se parecen a los de Maturana, pero eso no significa
que Maturana deriva de él. Más bien podemos interpretarlo como un
acoplamiento estructural.
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Autopoiesis
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componentes, de modo que los componentes producidos participa-
ban en la producción de nuevos componentes del mismo sistema, de
modo que todo eso podía cambiar sin que cambiara esta relación de
circularidad” (Maturana & Ludewing, 1992, p. 48).
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es una red cerrada de producción de componentes tal que los com-
ponentes generan la red que los produce. Eso los constituye como
unidades en el sentido de que si eso pasa, son unidades y si no pasa,
serán otras cosas, pero no sistemas autopoiéticos. Es solamente de
ahí para adelante que el sistema autopoiético tiene un ser. Es para se-
ñalar esto que la palabra autopoiesis existe” (Maturana & Ludewing,
1992, p. 48).
Maturana ofrece esta explicación por cuanto para él los seres vivos
son sistemas complejos que se configuran como unidad holística or-
ganizada con su propio accionar. En este proceso autoconfigurativo
se crean y se producen a sí mismos, por cuanto el ser vivo, o sea el
sistema complejo, es el resultado de la acción sistémica autopoiéti-
ca. En cambio, la autonomía hace referencia a la independencia del
sistema que uno está analizando. Es decir, que dependa en sus carac-
terísticas solamente de sí mismo. Las características que este sistema
tiene dependen de él y no de algo ajeno a él. Para Maturana, la au-
topoiesis es una forma de autonomía, o sea es una forma específica
de autonomía. “La autopoiesis hace referencia a la autonomía del ser
vivo en términos de red de producción de componentes” (Maturana
& Ludewing, 1992, p. 50). La autopoiesis es una variante de la auto-
nomía, pero existen otras.
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pio mundo, y en este sentido propone un pensamiento autopoiético.
Además, desde esta perspectiva, la autopoiesis, epistemológicamente
hablando, puede ser utilizada como método de investigación y de
aprendizaje.
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Distinciones y Configuraciones
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las cosas u objetos (carreteras, arboles, mesas, animales) no existan,
lo que eso quiere decir es que el mundo no es sólo eso, y quiere de-
cir además que al nombrarlas les damos vida, las materializamos, las
traemos a nuestro mundo, a nuestro espacio vital, psíquico y social.
Vemos el mundo a través de los conceptos que creamos.
Para nombrar los objetos y sujetos, los seres humanos no sólo debe-
mos percibirlos sino además identificarlos, etiquetarlos y hacer una
distinción, por cuanto es imposible que el ser humano distinga todo
el mundo, distinguimos sólo un fragmento de éste, el segmento que
decidamos distinguir. Por ejemplo, observamos un árbol y en éste
hay una paloma. Podemos decidir distinguir el árbol o la paloma. Si
distinguimos el árbol excluimos la paloma y si distinguimos la palo-
ma excluimos el árbol.
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de configuración de configuraciones no hacemos redundancia, pues
esta distinción permite evocar relaciones y articulaciones de macro y
micro procesos eslabonados en un todo.
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distinción de la configuración relacional que articula la configura-
ción holística y el entorno configurante.
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Las configuraciones lingüísticas configuradas emergen como pro-
cesos o entornos configurantes, por cuanto no sólo activa sino que
configura nuevos sentidos y significados en un proceso ad infinitum,
fertilizando la biopraxis interhumana como una biopraxis cultural. Si
una conversación o red de redes de conversaciones se cultiva y con-
solida, entonces esta red de conversaciones se configura, se mantiene
o establece y se conserva en la biopraxis humana, formando así lo
que llamamos cultura.
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Segunda parte
Nuevo paradigma psicológico
Maturana & Bloch (1985) indican que somos humanos en el len-
guajear, no usamos el lenguaje para ser humanos, sino que pode-
mos decir que lo usamos porque operamos en el lenguaje, es nuestra
forma de ser humanos, un modo de vivir. De hecho, el lenguaje no
es un sistema de signos y códigos, es nuestra forma de vida. La con-
versación es la actividad praxiológica que nos hace humanos, sólo
existimos en el conversar, esa es nuestra forma de vivir. Sin el conver-
sar no existe lo humano, este proceso nos diferencia de los animales
no humanos. Lo que nos hace humanos no es la corporalidad en sí,
sino la forma en que convivimos con nuestra corporalidad, a pesar
de que ésta forma parte de lo humano, no es lo que nos hace huma-
nos. Es decir, ni el lenguaje por sí solo, ni la corporalidad por sí sola,
nos hace humanos. El carácter humano emerge de la configuración
dinámica recursiva entre la corporalidad y la conversación, a partir
del entrelazamiento entre el lenguajear y el emocionar. Sin embargo,
si eliminamos el lenguaje, lo humano no emerge o desaparece. “De
hecho, en la historia que nos dio origen, lo humano comienza con
el vivir en el lenguaje y, en el proceso evolutivo que siguió, la corpo-
ralidad ancestral cambió en torno a la conservación de ese modo de
vivir” (Maturana & Bloch, 1985, p.318).
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por el funcionamiento genético y neuronal. Basta con leer el título
de uno de los libros de Rodolfo Llinás, célebre neurocientífico co-
lombiano: El cerebro y el mito del yo. El papel de las neuronas en el
pensamiento y el comportamiento humanos.
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El ser humano que siente y se emociona
5.1. Intencionalidad
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dor establece una relación entre un estado inicial y un estado final
en un proceso determinado que es recursivo, circular o se repite y
es posible establecer esta distinción. La intencionalidad no es más
que una relación que un observador establece entre un estado ini-
cial y un estado final de un proceso determinado, pero como tal es
sólo una reflexión del observador, que puede ser el mismo sujeto
que se observa a sí mismo ejecutando un acto que aparentemente
tiene una intención.
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Cuando en una configuración humana o social, comienzan a con-
servarse ciertas relaciones entre los procesos inmanentes, se crean
las condiciones para que la configuración se transforme a partir de
las relaciones que se conservan. Esto quiere decir que el ambiente
teleológico por sí mismo no garantiza el cumplimiento de un fin
sino que los propósitos serán alcanzados en dependencia del grado
de conservación de las interconexiones entre los procesos inma-
nentes a la configuración.
Ningún ser humano está donde está por accidente. Ustedes lecto-
res y yo estamos aquí como resultado de nuestra historia de confi-
guraciones humanas. Por lo tanto, si todo ser humano existe en su
ontogenia conservando su configuración, y está donde está siempre
como resultado de una historia, su conducta en su configuración
existencial, es decir, los procesos observados por el observador en
sus interacciones con el entorno, con conservación de su identi-
dad, siempre serán necesariamente armónicos y coherentes con su
espacio vital. En otras palabras, “mientras el ser vivo se mueva en
su nicho, tendrá conducta adecuada desde la perspectiva de su ser
vivo” (Maturana, 1999, p.98).
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“Toda unidad compuesta es siempre un presente contingente a una
historia de interacciones, en circunstancias que su dinámica de es-
tado está siempre determinada por su estructura” (Maturana, 1999,
p.100). Nada se ha originado en la historia de los seres humanos
porque haya sido necesario o intencional. En la historia humana,
cuando algo surge, se cultiva, se conserva y se consolida, se conserva
de manera espontánea, pero cuando eso sucede, todo lo demás se
transforma en torno a aquello que se conserva. “Nunca es trivial lo
que conservamos, porque en su conservación lo conservado define el
entorno de cambio posible” (Maturana, 1999, p.200).
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¿Qué significa direccionar las emociones?
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para llevar al niño a un saber que tenga que ver con él mismo, con sí
mismo, con sus emociones, con su medio, de tal manera que pueda
reflexionar sobre todo ello, (volver hacia sí mismo), y orientar sus
actitudes de forma positiva hacia el otro y hacia el mundo, para me-
jorarlo. De lo que se trata entonces es de aceptar nuestros errores y
considerarlos oportunidades de cambio, por cuanto la función for-
mativa de la educación es reforzar la identidad del niño para que sus
errores no la nieguen.
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lo relacional, ni lo relacional causa el cambio fisiológico. Se trata de
fenómenos y procesos que no se intersectan, pero que si se influyen
de manera mutua en una dinámica de generación reciproca a través
de las transformaciones configuracionales que el ser humano y el en-
torno se perturban mutuamente en sus interacciones recurrentes en
la biopraxis humana.
Las emociones son lo que nos guía, son nuestra brújula, el hilo con-
ductor de nuestra biopraxis. Incluso, las emociones determinan el
éxito o fracaso de una actividad, no es lo racional lo que determina
el éxito sino lo emocional, que está en la base de la solución de cual-
quier conflicto.
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búsqueda de las seis emociones básicas. Boch le propone a Maturana
que bailen con las emociones que ella llama básicas, con las cuales ha
estado trabajando hace tiempo. Son seis, para ella, y no más:
• La alegría (risa)
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Con respecto a la expresión de las emociones, Maturana piensa que
las emociones no se enuncian, se vivencian. El observador que hace
una apreciación del emocionar del otro, percibe que la conducta del
otro revela su emocionar. Lo que se expresa es el sentir o sentimiento,
en circunstancias de que el sentimiento es una apreciación que uno
hace sobre cómo esta uno o el otro en su emocionar, en la que, podría
decirse, uno se toca a sí mismo o al otro descubriendo el emocionar
en que se encuentra. Lo que pasa es que al hacer uno una apreciación
sobre le emocionar del otro, uno frecuentemente opina sobre el sen-
tir de este, y habla en términos de esta opinión diciendo que el otro
expresa su emoción.
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Un ser humano vive sus emociones en los ámbitos relacionales hu-
manos que le toca vivir. Las emociones, como han dicho Maturana
& Bloch (1985), no se expresan, se viven. “Sólo los sentimientos se
expresan, en tanto pertenecen a identificaciones en el lenguaje sobre
cómo se está en el emocionar en un ámbito relacional configurativo”
(p.249). En fin, las emociones son acciones conductuales relacionales
y los sentimientos configuran la apreciación reflexiva sobre cómo se
está en el emocionar. Las emociones no requieren de lenguaje, los
sentimientos sí. Las emociones fluyen en el accionar de la biopraxis
humana, y los sentimientos surgen cuando un observador que vive
en el lenguaje los nombra y distingue al observar la conducta de otro
ser humano o su propia conducta.
Según Maturana & Bloch (1985) para saber cómo vive cualquier
ser vivo es necesario observar las emociones en las que fluye, y vi-
ceversa, al conocer cómo vive un ser vivo, es posible distinguir las
emociones que sustentan su existencia.
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actuamos (Maturana, 2008, p.27).
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configuran las emociones y la razón en el conversar y que en nuestras
decisiones subyace la emocionalidad, no la racionalidad, lo cual no
implica desvalorizar la razón sino reconocer la verdadera esencia y
naturaleza del emocionar en la ontología humana, en tanto que de-
termina la acción.
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surge en nuestro ser racional porque lo racional se configura en el
operar de nuestra biopraxis en las coherencias en el lenguaje, y lo
emocional no, las emociones para que aparezcan no necesitan del
lenguaje, y la razón sí.
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Es cierto que los jueces creen que no pueden decidir con la emo-
ción, y los magistrados pensarán que ellos menos podrían decidir
con la emoción, porque ellos creen que tienen que elevarse sobre las
emociones de los demás, y aún sobre sus emociones. Sin embargo,
no somos seres racionales, somos seres emocionales. Es imposible
decidir sin la emoción porque toda actividad humana, incluyendo la
decisión de los jueces y magistrados, se sustenta en una emoción. Y
la principal emoción que caracteriza al ser humano en su biopraxis
es el amor.
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Si está obligado si es juez, creo que eso y la decisión gubernamental
generalmente no responden a la emoción, diría el abogado, lo que
quiere decir es que la emoción la puso el legislador y los jueces sólo
la cumplen y hacen lo que pueden, pero en realidad no es así. Lo que
sucede es que el juez cambia de emoción y oculta la emoción con
la decisión aparentemente racional. Tiene que renunciar, refutaría el
abogado. Exacto. Entonces la cumple porque desea cumplirla y el de-
seo es una emoción. Aunque sea juez puede cambiar de emoción y
negarse. Si lo acepta es porque desea aceptarlo y eso es emocional. Si
él no deseara aceptarlo pues no lo aceptaría.
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son muy emocionales. Ahora bien, si no nos movemos en la misma
emoción pues por supuesto que no vamos a coincidir en la razón.
Por eso en los diálogos de paz entre seres humanos es muy difícil un
acuerdo si pretenden hacerlo desde la razón o desde emociones di-
ferentes. Para que haya acuerdo debemos saber qué nos mueve. Para
que haya paz y comprensión entre los seres humanos siempre debe-
mos fluir en las mismas emociones, de lo contrario no hay amor sino
hipocresía, indiferencia, rechazo o incluso destrucción.
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mente, para no reconocer que el fundamento de tu decisión es emo-
cional. Y es así porque son los deseos los que te guían, no la razón.
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Los seres humanos somos los únicos seres vivos que tenemos la ca-
pacidad de modificar y cambiar nuestro mundo y a nosotros mismos
mediante el lenguaje, a través de la reflexión, del discurso, creando
una nueva cultura. Y ese acto reflexivo no es racional, es emocional,
porque para hacer la reflexión debemos querer hacerla, debemos de-
searlo, y esa acción de desearlo y quererlo es emocional, no racional.
Por eso es que podemos afirmar que los seres humanos no somos
racionales sino emocionales, y utilizamos la razón para justificar u
ocultar las emociones que subyacen en nuestras acciones, porque a
lo largo de la historia hemos subvalorado las emociones y le hemos
dado mayor importancia a la razón.
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damento emocional de la racionalidad humana. En última instancia,
la verdadera comprensión de estos asuntos sólo es posible por medio
de la experiencia personal, es decir, no desde la razón sino desde las
emociones, que son las que nos permiten comprendernos a través de
la convivencia humana.
5.4. Convivencia
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Las conversaciones que tenemos en nuestra biopraxis cotidiana
nos configuran como seres humanos, es por ello que a partir de
la reflexión, mediante el lenguaje y nuestras emociones, podemos
salirnos de un curso determinado de nuestra biopraxis y configurar
un mundo nuevo. Por lo tanto, afirmo con Maturana (1993) que la
gran tarea presente de los seres humanos adultos es guiar la for-
mación del espacio psíquico de los bebés, de los niños, niñas, ado-
lescentes y jóvenes, con el fin de que “en el curso inevitable de su
crecimiento surjan como seres humanos adultos, esto es, en seres
humanos que surgen en todos los aspectos de su vivir espontánea-
mente autónomos y éticos” (p.264).
5.5. Amor
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rana & Nisis, 2002, p.170).
Maturana & Nisis (2002) afirman que “los niños y niñas que crecen
en el amor crecen espontáneamente como personas con conciencia
social y sentido ético, no crecen como personas obedientes porque
pueden decir sí o no desde sí porque no temen desaparecer al hacerlo
al actuar desde el respeto por sí mismos” (p.167). Al mismo tiempo
crecen como personas que pueden colaborar y ser solidarios porque
no temen ser negados en las relaciones interpersonales, al no buscar
su identidad en la negación de los demás. El amor fluye en las con-
ductas humanas relacionales en las cuales “no se objeta el ser del otro
u otra, y constituye de hecho el respeto, condición que permite acep-
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tar o rechazar en el ver lo que se acepta o rechaza, y no en la ceguera
del prejuicio, la preferencia, o la exigencia” (p.167).
Según Maturana (1990), el ser humano posee dos vías para acce-
der al conocimiento: la razón y el amor. Pero nuestro intelecto es un
camino incompleto para conocer, por cuanto está cargado de creen-
cias, representaciones conceptuales, nociones, vivencias, experien-
cias praxiológicas y complejos sistemas cognoscitivos. En cambio,
el amor es el medio esencial, el camino científico e infalible para la
obtención del conocimiento.
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aprende con el intelecto pero basados en el amor. No hay conoci-
miento sin amor.
Maturana & Nisis (2002) expresan que “no hay preocupación por
lo que le pasa a otro con las propias acciones si el otro no pertenece
al ámbito de existencia social de uno”, es decir, si no lo vemos como
un legítimo otro en la convivencia. “No hay visión del otro si no se
amplía la experiencia de pertenencia, de modo que el otro quede in-
cluido en el mundo de uno” (p.59).
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Las cosas son para cada quien según como las ve y entiende desde
sí, la subjetividad nos limita y nos gobierna. ¿Cuánto tiempo más
tendrá que transcurrir para que nuestra capacidad de comunicación
evolucione y nos ayude a vivir de una mejor forma, de una manera
más directa con lo que somos, o sentimos? ¿Cuándo será que me-
diante el lenguaje nuestro interior pueda mostrarse mejor y tenga
prioridad ante el cómo nos perciben los demás y viceversa? ¡Nun-
ca! ¡Es imposible! Vivimos en el lenguaje y estamos aprisionados en
la palabra. El verbo te salva o te hunde. Estamos determinados por
nuestra configuración genética, neuropsicológica y sociocultural. Y
no existimos dos personas que sintamos, pensemos o actuemos de la
misma manera. La subjetividad no es un obstáculo, es una cualidad
humana, es inmanente a la vida. No hay subjetividad sin vida. Y no
hay vida sin subjetividad. ¡Y la objetividad no existe!
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lenguaje, los mismos códigos, la misma cultura, y para que emer-
ja ese nuevo ser debe surgir una nueva cultura, y eso sólo es posi-
ble cambiando las configuraciones lingüísticas, sólo modificando la
configuración de configuraciones de conversaciones podemos lograr
que emerja una nueva cultura, y para ello es preciso cambiar las emo-
ciones y el lenguaje, es un círculo vicioso y estamos atrapados en esa
configuración cíclica circular.
Por supuesto que no es eso lo que yo deseo, pero una cosa son
nuestros deseos y aspiraciones y otra cosa es la realidad genética y
neurobiológica del ser humano como configuración viva. Estamos
atrapados por el lenguaje y ya eso es subjetividad. ¡No somos de otra
manera! Ahora bien, ¿podemos cambiar como humanidad? ¡Claro
que sí! Pero hay que cambiar la cultura y eso se logra desde la infan-
cia, tiene que surgir un nuevo ser humano, y ni la escuela ni la familia
están orientadas en esa dirección, por eso es que afirmo que por aho-
ra no. Eso quizá lo puedan lograr próximas generaciones dentro de
miles de años, si no es que ha desaparecido antes la especie humana.
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ni podrá nunca pensar lo que yo estoy pensando ni sentir lo que yo
estoy sintiendo ni hacer lo que yo estoy haciendo. Esto generalmente
se admite sin discusiones. De ahí que lo social y lo individual son dos
procesos contradictorios, dialécticos y complementarios en la exis-
tencia humana. Son más bien dos caras de una misma moneda en la
que una está fundida e integra la otra como en un holograma, pero
lo social y lo individual, lejos de ser irreconciliables, son cómplices
de un mismo proceso de desarrollo y auto-configuración humana. Es
decir, lo individual está presente en lo social y lo social está presente
en lo individual, y si nosotros analizamos bien el uso de la palabra so-
cial nos daremos cuenta que tiene que ver precisamente con el amor.
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sistema. Es decir, un observador sustentará que un ser humano es
miembro de un sistema social si lo ve participando de manera ac-
tiva y protagónica con otros seres humanos en las coordinaciones
de acciones que configuran dicho sistema social. Por lo tanto, la
condición de componente en un sistema social no es una propiedad
intrínseca e inherente a los seres humanos que lo componen, sino
una característica de su participación en su configuración. Los pro-
cesos inmanentes a un sistema son procesos sólo en las relaciones
de configuración de dicho sistema.
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Para Maturana, la familia como sistema social no es una red auto-
poiética, porque lo que define a la familia no son las personas sino la
red de relaciones.
5.7. Cultura
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en proceso de transformación, por cuanto sin transformación en el
emocionar, no hay transformación cultural. “El patriarcado como
manera de vivir no es una característica del ser del hombre, es una
cultura, y por lo tanto, es un modo de vivir totalmente vivible por
ambos sexos” (Maturana & Verden-Zöller, 1993, p.59). En efecto, si
hacemos un análisis del comportamiento humano a lo largo de la
historia de la humanidad, no es difícil concluir que la conducta pa-
triarcal, así como el comportamiento matríztico, han sido evidentes
tanto en mujeres como en hombres; es decir, el hombre puede ser y
ha sido patriarcal, pero también puede ser y ha sido matríztico, asi-
mismo la mujer puede ser y ha sido matríztica, pero también puede
ser y ha sido patriarcal.
Por otro lado, para Maturana & Verden-Zöller (1993), una expe-
riencia mística o espiritual, como es llamada usualmente en la ac-
tualidad, como experiencia ontológica y configurativa en ambientes
que rebasan los límites de los entornos inmediatos del ser humano,
constituye una experiencia personal, privada, inaccesible a otros, y
como tal no se puede transferir.
5.8. Ética
La ética siempre tiene que ver con lo que yo hago y con las con-
secuencias que tienen mis actos en los demás. Es muy parecido a lo
que dice Heinz von Foerster; toda ética debiera basarse no en un “tú
debes” sino en un “yo debo”.
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ética y la experiencia espiritual, donde generamos cegueras frente al
otro y nuestro ámbito de pertenencia social y cósmica con argumen-
tos racionales que justifican nuestras cegueras ante los otros y noso-
tros mismos” (Maturana & Nisis, 2002, p.57)
94
(p.263). En estas circunstancias lo fundamental de nuestra biopraxis
humana es que, como seres que existimos en el lenguaje, podemos
reflexionar. Es decir, podemos liberarnos de la certeza de que sí sa-
bemos lo que decimos que sabemos, y observando lo que decimos
saber podemos preguntarnos por la validez de los fundamentos que
supuestamente cimentan nuestro saber. Es decir, podemos pregun-
tarnos por lo que queremos hacer, para luego preguntarnos si quere-
mos en realidad nuestro querer hacer lo que decimos que queremos
hacer. En fin, “los seres humanos podemos vivir en la conciencia de
ser libres al vivir sabiendo si queremos o no queremos lo que deci-
mos querer, y escogiendo el curso de nuestro hacer desde un sentir
inconsciente que surge espontáneamente en nuestro vivir desde la
biología del amar” (p.263).
95
vivir hace sentido” (p.173).
96
de pensamiento, y no desde algún ámbito racional o intelectualizado.
En fin, Maturana (2002) considera que “los problemas humanos sólo
se resuelven desde la sabiduría” (p.138), en la comprensión que acoge
el emocionar humano como lo central en el vivir humano y como el
fundamento para el reflexionar y actuar que acoge e integra el pen-
sar analógico sistémico y el pensar causal lineal, de cuya integración
emerge el pensamiento configuracional. Y en este sentido la sabidu-
ría emerge y se genera sólo desde el amor.
97
Lo que Maturana (1990) está diciendo es que uno puede hacer re-
flexiones éticas, pero si no se da cuenta de las condiciones constituti-
vas de la ética, si no se da cuenta de la ontología de la ética (el amor),
simplemente va a hacer discursos maravillosamente académicos que
no tienen nada que ver con lo humano.
Maturana cree que lo que le pasa es que en este ámbito social los se-
res humanos no queremos tener la responsabilidad por la presencia
del otro junto a uno, no queremos decir que el otro está junto a mí y
vive porque yo lo acepto, uno no quiere hacerse responsable de eso.
Uno prefiere proyectarse a algo superior que es Dios, la sociedad, el
Estado, la obligación de coexistencia con otros, y no partir de algo
que está dentro de mí que yo decido aceptar. En el fondo la ética que
propone Maturana es una ética personológica, muy individualista y
personalizada, pero con una extraordinaria consecuencia social. De
ahí que sería interesante racionalizar la actitud ética, comprender su
ontología, hacernos cargo de ella y asumir la responsabilidad que te-
nemos por el otro. Es decir, aprender la ética, llevarla al plano cogni-
tivo, intelectualizarla.
98
6
El ser humano que piensa, razona y reflexiona
6.1. Percepción
102
(Maturana, 1999, p.172). Se muere de hambre si uno no la alimenta
de maneta forzada, ciertamente, pero ella en su operar hace exacta-
mente lo mismo que hacía antes: una correlación sensomotora entre
actividad de un área particular de la retina y el sistema motor de la
lengua y el cuerpo.
104
estoy en mejores condiciones de configurar un conocimiento más
factible y pertinente.
105
to y nos brinda oportunidades para mejorar nuestro desempeño ante
la responsabilidad que nos exige la vida en cada uno de sus diferentes
aspectos en forma positiva.
107
cuando cometemos el error en ese momento es imposible que lo evi-
temos, porque sólo nos percatamos que es un error después, y en ese
sentido no lo estamos cometiendo y no nos pueden castigar por eso.
Se trata de modificar nuestro concepto sobre el error. Por ejemplo
cuando un niño escribe que 2x3=5, tu no debes criticarlo ni casti-
garlo, porque en el momento que él hizo eso no podía evitar el error,
no puede controlarlo, los humanos en nuestra biopraxis cotidiana
no podemos distinguir entre un error y una adecuada percepción,
sólo nos percatamos de eso después de cometido el error, entonces
desde esta mirada cuando una persona se equivoca no se equivoca,
porque sólo se percata que se equivocó después de haberse equivoca-
do, porque en el preciso momento del error no se da cuenta del error
cometido sino después de que ocurrió dicho error. Parece una con-
tradicción pero no lo es, o al menos es una contradicción dialéctica,
más no antagónica.
108
algo no sabes si eso que hiciste es correcto o no hasta que otra per-
sona te lo dice o tú mismo te das cuenta comparando esa experien-
cia con otra anterior u otra posterior.
6.2. Conocimiento
Por otro lado, lo que Maturana & Nisis (2002) llaman conocimiento
es conducta adecuada a las circunstancias en que una persona opera
según lo que el observador considera que es conducta adecuada en
109
esas circunstancias. Y, de la misma manera, es evidente que los seres
humanos cuando deseamos que otra persona actúe como nosotros
queremos, argumentamos y explicamos las armonías vitales usando
la noción de realidad, argumentando que nuestra opinión es válida
universalmente porque está sustentada en dicha realidad.
Cuando alguien nos pregunta de qué manera ocurre algo, lo que esa
persona quiere que le digamos es una argumentación de un proceso
que, como resultado de su accionar, genera lo que se quiere explicar.
Mostramos que tenemos conocimiento cuando nuestras explicacio-
nes coinciden con los criterios de observadores externos. Cuando
un ser humano en su biopraxis cotidiana cambia de posición man-
teniendo su coherencia con el entorno configurante a ese proceso le
llamamos deriva, en términos de Maturana (2003).
110
considera efectiva en ese ámbito, el observador dice que esa perso-
na sabe, que tiene conocimiento. En este sentido, el conocimiento el
observador se lo adscribe o asigna a un ser humano en un contexto
particular. Por esto mismo, considero que la explicación de Matura-
na no es hermenéutica sino ontológica, ya que revela las condiciones
configurativas del proceso de conocimiento al revelar cómo surge
cualquier conducta efectiva de manera inmanente a la biopraxis de
un sujeto en la acción en que se observa el fluir de la vida.
113
Es imposible observar desde afuera el mundo en el que estamos
para analizar la coincidencia con las representaciones que tenemos
de él. Por eso en esta epistemología no existe ni el sujeto ni el objeto,
porque estamos siempre inmersos en nuestro mundo, somos arro-
jados a él desde que nacemos, y comenzamos a configurarlo con la
aparición del lenguaje en nuestra vida. No existe una representación
del mundo, existe una configuración del mundo.
115
Varela (2013) define algunos contrastes que crean esas tensiones
cotidianas: de tareas específicas hacia conducta creativa; de la resolu-
ción de problemas hacia la definición de problemas; de lo abstracto y
simbólico hacia lo ligado a la historia, al cuerpo; de lo universal hacia
lo contextual; de lo centralizado hacia lo distribuido; de lo secuencial
y jerárquico hacia lo paralelo; de un mundo predefinido a un mundo
enactuado (configurado), de la representación hacia la acción efecti-
va (configuración), y del desarrollo por diseño hacia el desarrollo por
estrategias evolutivas.
6.3. Conciencia
116
cial” (Maturana, 2003, p.217). La conciencia, y por lo tanto todos los
procesos psíquicos que surgen a partir de ella, se generan en la diná-
mica de configuración de coordinaciones conductuales de coordina-
ciones conductuales consensuales de los seres humanos que vivimos
en la actividad lingüística, en realidad no ocurre ni en su cabeza, ni
en el cerebro, ni en el interior del ser humano.
117
interacciones como una forma de coexistencia. Como resultado de
esto, la realidad surge con la auto-conciencia en el lenguaje como
explicación de la diferenciación entre el yo y el no-yo en la biopra-
xis del observador. El yo, la auto-conciencia y la realidad existen en
el lenguaje como explicaciones de la biopraxis del observador, son
conceptos. En efecto, el observador, en tanto ser humano que vive
en el lenguaje es primero con respecto al yo y a la auto-conciencia, y
éstos surgen al operar el observador en el lenguaje y explicar así sus
experiencias, su biopraxis.
118
La dinámica del sistema nervioso no se genera con procesos del
lenguaje, aunque dé origen en el organismo a correlaciones sen-
so-efectoras que tienen sentido en el lenguaje porque tiene una confi-
guración “que se ha establecido en una historia de cambio estructural
contingente al operar del organismo en coordinaciones de coordina-
ciones conductuales consensuales” (Maturana, 1999, p.192).
119
raciones en el espacio relacional del ser humano aun cuando no se
pueda describir del todo lo que hay que ver si se puede apuntar con
la acción. La biopraxis del observar y del reflexionar configura el ver
y el comprender que configuran el hacer adecuado a los propósitos
que tiene la persona.
6.4. Inteligencia
120
miento estructural ontogénico ya establecido” (p.24).
123
Maturana implica en cualquier estructura sistémica).
6.5. Pensamiento
125
Dice Maturana que la mente no está en la cabeza, sino en la con-
ducta. Por otro lado, como consecuencia de lo anterior, Maturana
& Bloch (1985) consideran que el razonar pertenece al operar en el
lenguaje y en el lenguajear con abstracciones de las coherencias ex-
perienciales que un observador distingue en cada dominio de hacer
en que se vive el lenguajear de un razonar particular. “El hacer puede
pertenecer al ámbito de la manipulación o de la reflexión, el mismo
razonar es un hacer, lo que para el razonar es igual pues cada domi-
nio de hacer queda definido por las coherencias operacionales que lo
constituyen” (p.353).
La reflexión, como acto que suelta la certeza y deja volar lo que ten-
go encerrado en mi mano, la aparente verdad, permite una mirada
muchas más abarcadora mediante un pensamiento configuracional,
en un espacio de relaciones diferente de aquel en el cual se vive desde
la certeza. Por ejemplo, si yo estoy convencido de que tengo un cierto
modo de ser y actuar, pues puedo observar que la dinámica relacio-
126
nal de mi biopraxis conserva ese modo de ser y actuar. La reflexión
nos lleva a detenernos y mirar lo que hago para ver si quiero seguir
haciendo esto que hago, y si deseo cambiar, pues cambio, pero para
cambiar debo reflexionar, y para reflexionar debo mirar mi compor-
tamiento, y para mirar mi comportamiento debo detenerme, ponerle
un stop a mi andar cotidiano.
Tienes que abrir tu mano. Tienes que abrir la mirada para ver lo
que tienes. Y en ese proceso puede que cambie. Tienes que soltar la
certidumbre por un momento. Por eso Maturana (2003), a veces dice
también que “el saber es enemigo de la reflexión. Claro, que el que
sabe no reflexiona. El saber es enemigo de la reflexión. Si yo sé cómo
es, para qué voy a pensar cómo es” (p.67). De esta manera, Maturana
127
piensa que, para todos nosotros, el recurso fundamental somos no-
sotros mismos. Las distintas historias de vida, tienen distintas opor-
tunidades para la reflexión.
128
7
El ser humano que actúa y se comunica
7.1. Conducta
Lo que han dicho Maturana & Varela (2003) muestra que la di-
námica del sistema nervioso es plenamente consistente con su ubi-
cación y funciones, al formar parte de una unidad autónoma en la
que todo estado de actividad llevará a otro estado de actividad en la
misma unidad porque su operar es circular, o en clausura operacio-
nal. Cualquier conducta que observemos es una mirada externa de
la configuración de relaciones internas del ser humano, la conducta
no es más que la coreografía danzaría que describe el observador. Es
el investigador quien tiene la tarea abierta de encontrar en cada caso
los mecanismos precisos de tales armonías y coherencias neurales.
Para el cerebro y para el sistema nervioso no existe algo que se llame
conducta humana.
Según Maturana & Nisis (2002), “lo central en el cultivo de una ha-
bilidad [como proceso conductual], si las circunstancias del vivir que
hacen posible tal cultivo están presentes, es el emocionar, esto es, el
deseo, el querer hacer lo que ese cultivo requiere” (p.81). Es por ello
que es preciso lograr una articulación configuracional con el con-
texto en el que interactuamos, lo cual es posible mediante nuestras
conversaciones, a través de las interacciones entre las emociones y el
lenguaje. Por ejemplo, la identidad tiene su propia existencia ontoló-
gica, en cambio la imagen es configurada por el ser humano y oculta
la verdadera identidad, en la cual uno se muestra tal y como es, dice
lo que piensa y siente y hace lo que quiere. En cambio en la imagen es
lo contrario, porque uno no se muestra tal y como es, sino que cada
vez que uno quiere proyectar una imagen determinada lo que uno
quiere es mentir, y eso lo logramos con frecuencia ocultando nuestra
verdadera identidad, encerrándola en una máscara llamada imagen,
que configuramos mediante el lenguaje.
134
7.2. Lenguaje
135
originalmente por los astrónomos en la antigüedad); sin embargo, el
pensamiento humano, rebasando los marcos del proceso sensorial y
perceptual, ha logrado descubrir lo que hoy nos parece bastante sen-
cillo: nuestro planeta es redondo, gira alrededor del Sol, y rota sobre
su propio eje.
136
lenguaje.
137
lado, en palabras de Maturana & Bloch (1985), “nuestra existencia
ocurre en el lenguajear, y en tanto vivimos en el lenguajear podemos
distinguirnos en la reflexión, y desde allí usar al lenguaje como un
instrumento, al constituirlo como punto de partida o fundamento
existencial para más recursiones en las coordinaciones conductua-
les” (p.245). Es decir, lo que nos sucede en nuestra corporalidad fuera
del lenguaje no nos sucede como seres humanos, aunque afecte nues-
tro vivir humano.
139
las situaciones problémicas que explican en la acción de la biopraxis
del observador, pero generan coherencias configuracionales operati-
vas en esa acción, que permiten otras descripciones en la biopraxis
humana. Es decir, no podemos confundir el mapa con el territorio,
pero para comprender al territorio construimos y diseñamos mapas.
No podemos confundir la comida en el restaurante con la carta don-
de aparece el menú que se oferta, pero comprendemos y decidimos
lo que vamos a consumir a partir de leer la carta.
141
tórica. No hay recursión sin historia, y no hay historia sin recursión.
“Ninguna conducta sola, ningún gesto, ningún movimiento, ningún
sonido, ninguna postura corporal, por sí sola, es parte del lengua-
je. Pero si está inserta en el fluir de coordinaciones consensuales, de
coordinaciones consensuales de acción, es parte del lenguaje” (p. 61).
Para Maturana (1990) las palabras son nodos en el fluir de las coor-
dinaciones de acción y no hay símbolos, los símbolos no entran, el
lenguaje no está hecho de símbolos, porque el lenguaje es una recur-
sión de las coordinaciones de acción. “El símbolo es una reflexión
que un observador hace sobre relaciones en el curso del operar en el
lenguaje. El lenguaje tiene que ver con las coordinaciones de acción;
ocurre en el espacio de interacciones, por eso es que las palabras tie-
nen que ver con las acciones” (p. 75) y no con símbolos.
143
Tercera parte
Nuevo paradigma educativo
8
Modelo pedagógico configuracional
8.1. Aprendizaje
147
no lo determina ni lo especifica. En términos generales, debido al
determinismo configuracional del ser humano, del sistema nervio-
so y del cerebro, como sistemas autopoiéticos, cada uno oye lo que
oye desde sí mismo, casi podemos decir, en palabras de Maturana,
que necesariamente uno se “escucha a sí mismo”. Al mismo tiempo
la configuración del sistema nervioso no es fija ni estática sino que
cambia y se modifica con el fluir de nuestras relaciones. Es por ello
que debemos analizar y comprender el aprendizaje como un proceso
de transformación en la convivencia.
Maturana & Nisis (2002) afirman que “el aprender ocurre como
una modificación del vivir a lo largo del vivir en la conservación
del vivir en circunstancias cambiantes” (p.165). El aprendizaje ocu-
rre en la continua transformación configuracional del ser humano
en la conservación de la articulación configuracional en un entor-
no problémico, dinámico y cambiante, de modo que el curso de la
transformación configuracional que el ser humano experimenta en
el aprendizaje es aquel en el que el proceso psico-social se conserva
en coherencia operacional con el entorno. Es decir, el aprendizaje se
genera de manera espontánea todo el tiempo y en toda circunstancia
a lo largo de la biopraxis humana. Se aprende a vivir el mundo que
se vive en congruencia configuracional con las circunstancias que se
viven. De ahí que el aprendizaje sea un proceso de transformación
configuracional histórico sin vuelta atrás. Lo que uno vive, experi-
menta y aprende no se desaprende nunca, pero cada momento de la
biopraxis humana es el punto de partida para el fluir de la biopraxis
y para la transformación de lo aprendido que continúa generándose
desde allí.
148
convivencia es un proceso subconsciente, empírico y espontáneo, e
incluso el aprendizaje que llamamos consciente porque decimos que
podemos describir lo que aprendemos, es también subconsciente.
150
El ser humano forma parte del entorno con el cual interactúa. Am-
bos se transforman en esa mutua interacción. La biopraxis transcurre
de manera configurativa mediante una historia de transformaciones
configuracionales en la que se cultiva, se consolida y se conserva la
armonía y la coherencia entre el ser humano y el entorno. Ahora
bien, este proceso acontece de manera empírica, natural y espontá-
nea, sin fines ni objetivos, sin ninguna voluntad por los participantes,
sin orientación teleológica, como resultado del determinismo confi-
guracional en la dinámica sistémica que se configura en la configura-
ción del ser humano con el entorno.
152
El niño o la niña en la escuela no aprenden asignaturas, sino que
aprenden a convivir con un profesor determinado. La asignatura
no se aprende, la asignatura es un instrumento, un pretexto para la
transformación configuracional en el contexto educativo. Un profe-
sor no le enseña al estudiante algún contenido, sino que el estudiante
conoce un modo de vida, el estudiante aprende los modos de actua-
ción de sus profesores, más que el contenido de las asignaturas. En
este proceso posiblemente el estudiante se familiarice con las reglas
de cálculo, la geometría, el álgebra, la aritmética, las leyes de la físi-
ca o la gramática de un idioma. La afirmación que hace Maturana
es que “el alumno aprende al profesor” (Maturana & Pörksen, 2010,
p.149). Las transformaciones configuracionales de un ser humano no
están determinadas por el entorno, sino que en el ser humano y en el
entorno se generan transformaciones configuracionales coherentes.
153
Maturana (2010), no existe la tensión o paradoja descrita por Kant,
sino que es la forma de vida y el modo de relacionarse, lo que trans-
forma al ser humano. Quien quiera formar para la autonomía y la
libertad, no puede sustentarse en la restricción como método, sino
que debe crear un espacio abierto y flexible para la reflexión y la ac-
tuación autónoma y en libertad. En la educación no puede haber una
contradicción entre el fin y los medios. “La educación es un proceso
de transformación en la convivencia. En este proceso el alumno o
alumna se transforma en coherencia con el profesor o profesora, se-
gún como sea ese convivir” (Maturana & Nisis, 2002, p.69)
154
ponsable y respetuosa (Maturana & Nisis, 2002).
Maturana y Nisis (2002) afirman que todos los seres humanos so-
mos expertos en la biología del amor, y en la educación, “la biología
del amor consiste precisamente en que el profesor o profesora acep-
te la legitimidad de sus alumnos como seres validos en el presente,
corrigiendo solo su hacer y no su ser” (p.25). En estas circunstan-
cias, educar es un proceso mediante el cual se configura un espacio
de convivencia adulta en el que los niños y niñas configuran su ser
transformándose según como convivan con los adultos con que allí
les toque convivir porque viven en dicho espacio de la misma manera
que viven en el fluir de su biopraxis cotidiana.
155
de Illinois, y conversando con algunos de los profesores, éstos le de-
cían que los mejores alumnos eran los ex combatientes de Corea, era
el período después de esa guerra y los alumnos estaban allí porque
querían. “No están aquí porque tienen que estar aquí, porque los pa-
dres los envían, o porque están en la edad de estar en la universidad;
no están aquí por ningún factor externo a ellos, sino por propia vo-
luntad. Su pasión reside en lo que están” (Maturana, 1999, p.142). Sin
lugar a dudas, la educación es un proceso de auto-configuración en
la convivencia, en el cual, el adulto funge como guía y orientador en
determinada circunstancia.
156
sentimientos de los niños y niñas.
157
educación, debe comprometerse con las aspiraciones más legítimas
del ser humano y, por supuesto, con su formación.
8.3. Formación
158
quien se auto-forma, se auto-configura, y el profesor limita su acción
didáctica a provocar, potenciar, orientar, estimular, perturbar o, en
palabras de Maturana, gatillar los procesos psíquicos del estudiante.
Los profesores somos formadores que no formamos, es el estudiante
quien se autoforma en la interacción lingüística con nosotros.
159
figuración psicosocial y su configuración sociocultural, en circuns-
tancias en que la consolidación y conservación de una configuración
involucra la consolidación y conservación de la otra. Como resultado
de esto, y ya que el curso de las transformaciones configuracionales
del ser humano, circunstanciales a sus interacciones con el entorno
configurante, depende de la secuencia de estas interacciones, el de-
venir de un ser humano y el fluir de su biopraxis cotidiana con con-
solidación y conservación de la configuración, cualquiera que ésta
sea (neuropsíquica, psicosocial o sociocultural), es siempre un de-
venir de transformaciones configuracionales coherentes y armónicas
entre ser humano y entorno configurante. Es más, este devenir del
ser humano en el fluir de su biopraxis cotidiana en continua trans-
formación configuracional con consolidación y conservación de las
configuraciones neuro-psíquicas, psicosociales y socioculturales, es
un fluir configurativo, un curso determinado instante a instante en
el ser humano, en el acontecimiento de su presente, en el transcurrir
momento a momento de los procesos en que participa en su biopra-
xis, tanto en su dinámica interna neuronal como en su dinámica ex-
terna cultural, donde lo psíquico es el bucle, la interacción, el eslabón
que configura las configuraciones neurales con las configuraciones
culturales. En este sentido, ser humano y entorno configurante, in-
cluyendo en éste a otros seres humanos, configuran siempre una uni-
dad total organizada espontáneamente armónica y coherente, cuyos
procesos relacionales existen siempre en un cofluencia: toda ontoge-
nia humana ocurre como una cofluencia ontogénica y toda filogenia
humana ocurre como una cofluencia filogénica, siguiendo cada una
un curso circunstancial a la conservación y consolidación de la confi-
guración de las configuraciones (neural, psíquica, social y/o cultural)
de los seres humanos involucrados.
160
como resultado de esa historia, en una continua transformación de
su presente desde su presente, en lo cual puede desempeñar un im-
portante papel la enseñanza.
8.4. Enseñanza
161
las interacciones didácticas con el profesor durante la conversación
lógica y racional.
Según Maturana (2003) uno dice que aprende de los errores pero
condena los errores. “Nosotros hablamos que se aprende del error,
pero si te equivocas... palo. Entonces, cuando uno se da cuenta de
que en verdad no tienes cómo saber que te equivocas hasta des-
pués. Ahí sí que puedes aprender de la equivocación o del error”
(Maturana, 2003, p.38). Pensamos de manera equivocada que nues-
tra tarea es instruir, en lugar de generar un espacio de convivencia
en el cual estos procesos emerjan como naturales, porque se les va
ampliando el interés y la motivación. En el momento en el que se
le amplía y expanden la motivación y el interés, el niño aprende a
entrar dentro de sí. “Y eso es lo que no se olvida, uno cree que uno
aprende cosas particulares. No es cierto. Cuando se dice que prime-
ro es lo particular y luego lo general, no es verdad. Es exactamente
al revés” (Maturana, 2003, p.77).
165
el estudiante cambiará solamente hasta el punto que la realización
de su configuración como sistema viviente no esté en riesgo. De esta
manera, la efectividad, eficiencia y eficacia de la Didáctica es limita-
da, y los límites son puestos por el estudiante, no por el profesor o
el sistema de estrategias metodológicas. El estudiante llegará hasta
donde le permita su configuración neuropsicológica, y la Didáctica
influye, por supuesto, pero no especifica ni determina lo que sucede
en el estudiante.
Martí (1975) afirmaba que sin amor el ser humano no puede vi-
vir, que sin pan uno puede vivir pero sin amor es muy difícil vivir.
Afirmaba que al ser tiernos, configuramos la ternura que gozamos
nosotros mismos.
166
de todas las gramáticas, como señalaba Martí (1975).
168
surge precisamente de los deseos, del emocionar en el cual hayamos
crecido. “No vamos a proteger el medio ambiente porque sabemos
biología; lo vamos a proteger porque nos gusta. Porque nos gustan
los árboles vamos a hacer algo por lo árboles; porque nos gusta un
entorno no dañado, vamos a protegerlo” (Maturana, 1999, p.213).
8.6. Evaluación
170
Los distintos temas o materias que el estudiante debe aprender son
aspectos operacionales de su biopraxis, y tienen que ver con el hacer,
no con el ser de los estudiantes y de los profesores.
171
pedagógica de Maturana apreciamos su creatividad y originalidad
para pensar la educación, se observan sus aportes e innovaciones, sin
embargo, también pueden observarse aspectos de la obra de Vygots-
ky, Piaget, Chomsky e incluso Skinner.
173
ciones que desarrollen un observador pleno, capaz de realizar un
mayor número de distinciones. Es decir, el papel del educador no se
reduce a ser un simple planificador de instancias de aprendizaje por
descubrimiento (Piaget, 1976) y mucho menos a actuar como un
diagnosticador dinámico de la zona de desarrollo próximo (ZDP)
y mediador en la disminución de errores (Vygotsky, 1979). En este
sentido la teoría de Maturana puede ser asociada con un construc-
tivismo socio-biológico.
Todo lo que nos sucede como seres humanos nos sucede en nues-
tra vida en la realización de nuestra biopraxis, en el entrelazamien-
to recursivo de lenguaje y emocionalidad. Somos el resultado de
nuestras conversaciones que se configuran en el fluir cotidiano de
nuestros haceres y sentires. Es por ello que la comprensión de la
esencia y naturaleza humana requiere la comprensión previa de la
dinámica biológica que la origina. Finalmente, es precisamente de-
bido a todo lo que acabamos de decir, que el propósito de Maturana
(1999) es la expansión de nuestra comprensión de lo que ocurre en
el proceso educativo así como de las implicaciones que tiene ese
proceso, o que puede tener para la vida humana, y lo hace “desde
una perspectiva que reconoce los fundamentos biológicos del saber
y aprender” (Maturana, 1999, p.57).
176
6) Todo lo que hacemos nosotros, los seres humanos, ocurre en
conversaciones, es decir, en el entrelazamiento de la emocionalidad
y el lenguaje, como coordinación de coordinaciones de conductas
consensuales.
177
corregir el modo de ser de los estudiantes, sino que desean invitarlos
continuamente a reflexionar sobre lo que hacen y acerca de lo que
desean hacer, en un espacio de mutuo respeto.
12) Todos los seres humanos pueden aprender a hacer lo que otros
seres humanos pueden hacer. Todos los seres humanos, básicamen-
te son igualmente inteligentes y difieren respecto de sus habilidades
de aprendizaje sólo en su emocionalidad aprendida. Sin embargo, el
aprendizaje de cualquier habilidad operacional en autorrespeto re-
quiere de libertad reflexiva y confianza por parte del estudiante en
su propia capacidad para aprender cualquier cosa que otros seres
humanos pueden hacer. Tal autoconfianza es posible de ser lograda
por los estudiantes en la escuela como un acto de armonía con sus
propias vidas, sin embargo, solamente si el profesor actúa en total
reconocimiento íntimo y aceptación de que todos los seres humanos
son igualmente inteligentes y capaces de aprender a hacer cualquier
cosa que otro ser humano puede hacer, además, para que los estu-
diantes en verdad aprendan en autorrespeto, respeto hacia los demás
y autoconfianza, la escuela debe crear un espacio relacional no-com-
178
petitivo como característica de la emocionalidad básica que define la
coexistencia estudiantil en él.
179
vo categórico: deducción de principios morales a partir de principios
trascendentes, y tampoco coincide con el ser humano de Vygotsky
(1979, 1981), guiado por la noción de progreso: principios morales
racionales, pero históricamente situados.
180
Cuarta parte
Nuevo paradigma científico
Los científicos debemos dedicar mucha más energía de originali-
dad y creatividad al diseño holístico y configuracional de transdisci-
plinas coherentes y armónicas. El cambio de paradigma científico es
improrrogable, como lo ha demostrado Maturana (1976, 1992, 1993,
1995, 1996) en sus investigaciones y publicaciones.
185
9
Ciencia
187
les conceptualiza como un conjunto de proposiciones generativas
que satisfacen el criterio de validación de las explicaciones cientí-
ficas. En otras palabras, puede haber tantas ciencias como clases de
fenómenos y/o procesos pueda uno explicar con explicaciones defi-
nidas o aceptadas según el criterio de validación de las explicaciones
científicas. Desde esa perspectiva, la Pedagogía, por ejemplo, es un
campo en el cual uno puede hacer ciencia como en cualquier otro
en la medida en que uno tiene preguntas que contestar, o fenómenos
que explicar, como científico.
188
La ciencia es un dominio cognoscitivo cerrado definido por un
criterio de validación peculiar que, además, como muestra Matura-
na (1999), tiene que ver con la biología del conocer. “Hacer ciencia
es explicar. La tarea de la ciencia, la tarea del científico es explicar.
La tarea del tecnólogo es producir. Son tareas distintas que se dife-
rencian en la intencionalidad y el criterio de validación” (Matura-
na, 1999, p.80). Por lo tanto, al hablar de ciencia, Maturana habla
de un quehacer explicativo definido por el criterio que valida las
explicaciones científicas.
Maturana (1990) señala que la ciencia no tiene que ver con la pre-
dicción, no tiene que ver con el futuro, no tiene que ver con hacer
nada de esas cosas, tiene que ver con el explicar. “Los científicos
son personas que gozan explicando. Es lo único que les interesa en
la vida, mientras son científicos” (p. 20). Los científicos pretenden
separar a la ciencia de la vida cotidiana, pero para Maturana esto
es un grave error. “La validez de la ciencia está en su conexión
con la vida cotidiana. En verdad, la ciencia es una glorificación
de la vida cotidiana, en la cual los científicos son personas que
tienen la pasión por explicar y que están, cuidadosamente, siendo
impecables en explicar solamente de una manera; usando un solo
criterio de validación de sus explicaciones, que tiene que ver con la
vida cotidiana” (p. 20).
Creo que faltaría mucho por decir en este tema, por ahora sólo
189
preciso que ciencia y filosofía deben estar unidas, configuradas de
manera armónica y coherente. Representan formas diferentes de co-
nocimiento que deben complementarse. El conocimiento científico
y el filosófico constituyen una díada sistémica, dialéctica y holística,
una configuración válida que nos permite orientarnos de una mejor
manera en este complejo y caótico mundo lleno de acontecimientos
impredecibles e incertidumbres. La configuración entre ciencia y fi-
losofía no sólo es necesaria sino imprescindible para la comprensión
de cualquier objeto de estudio.
190
como un dominio de descripciones, explicaciones y argumentacio-
nes de nuestra biopraxis, que configura un dominio cerrado de ex-
plicaciones y descripciones que es coherente operacionalmente con
el flujo de nuestra biopraxis. Es decir, el mundo en que vivimos de
manera cotidiana es configurado al explicar nuestra biopraxis con
nuestra biopraxis en el mismo dominio en el cual nuestra biopraxis
fluye, es decir, en nuestras experiencias cotidianas.
191
Tal como Aristóteles lo plantea, el alma es algo diferente a la pro-
puesta en la tradición judeocristiana. El alma para Aristóteles no es
una entidad trascendental, sino que es un proceso que emerge en la
reflexión del observador como la distinción de las características in-
manentes a una configuración determinada. De esta manera, el alma
del ojo es la visión, “el alma del perro, la perricidad; y podríamos
decir, el alma del automóvil sería su moverse en el transporte. Bajo
tal visión los fenómenos connotados con la noción de alma por su-
puesto admitirían explicación científica” (Maturana, 2003, p.197).
192
en cada instante un curso definido en ese instante según la configu-
ración de las formas de convivir que conservamos en las conversa-
ciones y reflexiones que generan nuestra biopraxis en ese instante, en
ese momento. Los seres humanos surgimos en nuestro ser fisiológico
y psíquico integrados, configurados, en una biopraxis relacional que
generamos continuamente en la configuración de redes de conversa-
ciones que conservamos en nuestro ser cultural.
193
jetividad sino subjetivismo, porque la subjetividad es una cualidad
inmanente a los seres humanos.
9.4. Objetividad
198
y éste los hace visibles mediante el lenguaje oral y escrito.
200
servador de manera articulada con este darse cuenta, poniendo la
objetividad entre paréntesis. En este sentido podemos afirmar que
se ha esfumado la objetividad y sólo queda y quedará siempre la
subjetividad, porque es constitutiva de los seres humanos y emer-
ge en las configuraciones de nuestras experiencias cotidianas en la
biopraxis humana. Poner entre paréntesis la objetividad significa
que yo debo dudar de todo y reflexionar, y no partir de supuestos
a priori, no partir de fundamentos, sino soltar mis creencias para
poder reflexionar, de manera que este proceder se constituye en el
principal método de investigación.
201
10
Procesos investigativos
10.1. Observación
203
operacional del ser humano con el entorno (que él ve como externo
a sí mismo y al ser humano que observa) “es el resultado de una epi-
génesis que involucra al mismo tiempo al organismo y al medio en
la continua conservación del vivir; para el organismo, sin embargo,
esa coherencia operacional ocurre como el suceder de su vivir en un
suceder que no implica un medio externo” (p.256).
204
mente en el fluir de cada una de las acciones que los identifican en la
biopraxis humana. Todo esto en una dinámica abierta y sin fin pre-
viamente determinado, que sigue un camino circunstancial al curso
de las interacciones de convivencia y reflexión que van surgiendo en
la biopraxis humana.
Según Maturana & Varela (2003) la vida cotidiana de los seres hu-
manos está caracterizada por la solvencia de la percepción, por la
veracidad de los hechos, por la certidumbre de los acontecimientos,
y para que algo sea considerado cierto tiene que ser real y tener la
convicción de que es como lo vemos.
205
ción y conservación de una configuración de coexistencias orgánicas
e inorgánicas interrelacionadas; en la que “cada desajuste resulta en
un cambio en la configuración de la coexistencia de forma que puede
o no incluir la extinción de algunas de las clases de organismos par-
ticipantes” (p.46).
207
identidad de clasificación como una unidad compuesta que es sus-
ceptible de clasificarse como una unidad simple de una determinada
clase” (p.110). Por lo tanto, continua Maturana (2009b), si cambia la
configuración de una unidad compuesta, ésta pierde su identidad de
clasificación y se desintegra. “La organización de una unidad com-
puesta es necesariamente una constante mientras que conserve su
identidad de clasificación, y viceversa, la identidad de clasificación
de una unidad compuesta es necesariamente una constante en tanto
que la unidad compuesta conserve su organización” (p.111). De esta
manera, cuando un observador configura una unidad compuesta en
su biopraxis, configura una entidad en la cual la configuración de
relaciones entre los procesos que configuran su configuración con-
figuran subprocesos de todas las relaciones reales que tienen lugar
entre sus procesos inmanentes, al formalizar éstos su configuración
y configurarla como una unidad holística en las acciones que carac-
terizan las experiencias de la biopraxis en la cual se configuraron.
Sin observadores nada puede ser dicho, nada puede explicarse, nada
puede afirmarse, de hecho, “sin observadores nada existe porque la
existencia se especifica en la operación de diferenciación del obser-
vador” (Maturana, 2009b, p.162).
208
te a través de la razón, son intrínsecamente contradictorias” (p.49).
Debido a esto, lenguaje, percepción, conocimiento y auto-concien-
cia, son habilidades, propiedades u operaciones del observador, que
no pueden ser explicadas como un fenómeno biológico desde una
objetividad sin paréntesis (Maturana, 2002). Sujeto hablante y objeto
hablado están configurados entre sí. No es posible separar lo que se
dice de quien lo dice. Quien nombra algo se configura con lo nom-
brado. El observador necesariamente es la fuente de todo. Esto es
muy importante para entender la epistemología de la comprensión y
la explicación científica.
10.2. Comprensión
209
1-¿Cuáles son los principales problemas que plantea el autor?
6-¿Cuáles son los argumentos que presenta el autor para estos postulados?
210
Lo anterior no puede ser de otro modo por cuanto el quehacer de
los seres humanos emerge mediante el entrelazamiento continuo de
nuestro lenguajeamiento y nuestra emocionalidad, que es todo lo
que hacemos los seres humanos, conversar y reflexionar en nuestra
biopraxis. Por consiguiente, los problemas o preguntas que los seres
humanos queremos explicar o estudiar las encontramos en nuestro
propio lenguaje y en nuestras propias emociones, no en una reali-
dad independiente de nosotros. De esta manera, la ciencia surge y
se desarrolla “al expresar las inquietudes, deseos, ambiciones, aspi-
raciones y fantasías de los científicos, sin que tenga nada que ver sus
afirmaciones respecto a la objetividad e independencia emocional”
(Maturana, 2009a, p.88).
211
Como se aprecia, para Maturana (2009b) “no existen las llamadas
observaciones científicas, hipótesis científicas o predicciones científi-
cas, solamente existen las explicaciones científicas y las aseveraciones
científicas” (p.101).
10.3. Fenomenología
214
yo no tengo su cerebro ni su mente, yo soy yo y él es él, yo no puedo
biológicamente ser él. Por ejemplo, una persona actúa y siente y lo
que yo percibo lo hago desde mi teoría, desde mis creencias, desde
mi sistema de nociones y conceptos, es decir, desde mi configuración
cognitiva e intelectual. Por lo tanto para comprender al otro tengo
que ponerme en su lugar, y eso implica dejar de ser yo para ser él, lo
cual exige pensar como él, sentir como él, y vivir las experiencias que
él ha vivido, y esto es imposible.
Cada ser humano tiene una visión particular y singular del mundo
que le rodea, y no es posible conocer la visión de los demás porque
las vivencias y experiencias son personales y por tanto individuales.
Lo que Husserl propone en su fenomenología es considerar los fenó-
menos sociales y humanos como objetos intencionales de concien-
cia, es decir, los procesos humanos y sociales son configuraciones
215
conceptuales comprensivas que configura el ser humano mediante
su imaginación.
Sólo la imaginación nos permite ver las cosas desde una perspec-
tiva adecuada. La imaginación nos permite ser lo suficientemente
fuertes para alejar de nosotros lo que tenemos cerca, de tal manera
que podamos verlo y comprenderlo sin predisposición, sin prejui-
cio, sin odio, sin rabia, sin ira, sin dolor y sin sufrimiento. Así se-
remos lo suficientemente bondadosos y compasivos para salvar los
abismos que nos separan de todo aquello que nos resulta demasiado
ajeno y extraño, hasta que lo comprendemos y amamos como si fue-
se una situación propia. Este alejamiento de algunas situaciones y
acercamiento a otras es inmanente al diálogo comprensivo, en cuya
finalidad la experiencia directa proporciona un contacto demasiado
próximo y el simple conocimiento levanta los obstáculos ficticios que
impiden el perdón y la reconciliación, facilitando la comprensión.
10.4. Subjetividad
217
cientemente por mi ser, desde mi interior, pasando por los elementos
que oigo, percibo y siento, por el tamiz de mi voz, de mis gestos, del
largo de mis brazos, de mi ritmo, y eso siempre es personal, el reflejo
de mi historia, de mi biología, de mi estado interior en el momento,
¿cómo es posible que un juicio sea objetivo? Todo juicio es subjetivo,
y eso no desvaloriza al juicio como tal, sencillamente es un rasgo
caracterológico de los seres humanos en tanto seres lenguajeantes,
y para nombrar los objetos debemos hacerlo desde nuestra subjeti-
vidad humana, representada por nuestros deseos, intereses y senti-
mientos que expresamos mediante las emociones y el lenguaje, en
nuestra biopraxis del conversar.
Maturana esbozó una teoría general de los seres vivos y una tesis
particular sobre la esencia de la cognición humana, a partir de una
nueva perspectiva.
218
Estos aspectos expresados anteriormente, sin lugar a dudas, consti-
tuyen reflexiones epistemológicas y ontológicas muy valiosas que nos
invitan a analizar, comprender, reflexionar y reconceptualizar la esen-
cia, características y naturaleza del proceso de investigación científica.
219
11
Epistemología
“Las actividades humanas que son distintas por completo en los do-
minios conversacionales en las que son distinguidas como activida-
des humanas como las acciones teóricas y prácticas, en su realización
real a través de las corporalidades de los seres humanos actuantes, no
lo son” (Maturana, 2009a, p.93). Por consiguiente, “las novedades en
la ciencia constituyen nuevas dimensiones de coherencias operacio-
nales en el dominio de experiencias de los observadores tipo, pero
no descubren ninguna realidad independiente oculta” (Maturana,
2009a, p.94).
221
dependiente ontológicamente), con frecuencia es aceptado, incluso
por los científicos, que para que cualquier teoría o explicación sea
científica, tiene que incluir cuantificaciones y predicciones. De esta
manera, con frecuencia puede oírse, al menos coloquialmente, una
diferenciación bastante satírica entre las ciencias duras y blandas de-
pendiendo de si son o no cuantitativas, implicando que las blandas
no son en verdad ciencias, o que uno no puede desarrollar una teoría
científica en un dominio específico si no puede, o no hace, medicio-
nes y propone predicciones cuya validez pueda afirmarse con obser-
vaciones objetivas cuantitativas.
222
lenguajear en nuestro lenguajear, se vuelve parte del dominio de re-
laciones en la que vivimos, y por tanto de nuestro espacio psíquico,
de nuestra biopraxis, que se vuelve también una fuente de nuevas
experiencias. De esta manera, “a pesar de que los actos de habla y
la intencionalidad son consecuencias del lenguajear, y no rasgos de
sus fundamentos, cuando se originan, transforman nuestro espacio
psíquico y nuestra vida cambia” (Maturana, 2009a, p.57). De este
modo, pensar, caminar, hablar, tener una experiencia espiritual, y
así sucesivamente, son todos fenómenos y procesos del mismo tipo
como operaciones de la dinámica interna del organismo (incluyendo
al sistema nervioso). En efecto, el conocimiento científico se genera
a partir de la configuración sistémica y compleja de las configura-
ciones biogenéticas del sujeto, en dialéctica con las configuraciones
neuropsicológicas y las configuraciones socioculturales, de las que
emerge un sentido y un significado holístico y personal extremada-
mente complejo. Esta postura epistemológica configuracionista es el
resultado de una configuración dialéctica entre la epistemología ge-
nética de Piaget, la bio-epistemología de Maturana y la epistemología
sociocultural e histórica de Vygotsky, consideradas como opuestas,
complementarias, como tesis y antítesis, cuya síntesis es la epistemo-
logía configuracional. Precisamente, la configuración es el resultado
de un enfrentamiento entre una propuesta teórica, una contradic-
ción dialéctica y una reconciliación de ambas, es decir, la tesis versus
la antítesis y su solución mediante la síntesis.
223
tros los seres humanos es que el lenguaje nos permite comunicarnos,
desarrollar nuestra biopraxis haciendo distinciones, explicaciones y
descripciones. Además “si se nos pregunta que es lo que hacemos,
decimos habitualmente que en nuestro discurso denotamos o con-
notamos, con nuestros argumentos, entidades que existen indepen-
dientemente de nosotros” (Maturana, 1996, p.53). La experiencia está
intrínsecamente unida a la configuración del sistema biológico, esto
se ha demostrado mediante experimentos acerca de la percepción en
animales no humanos.
225
12
Epílogo
227
dialéctica entre el observador y lo observado.
228
del Observador, lo cual no tiene límites. Esto necesariamente se ve en
todos los ámbitos del conocimiento, en el ámbito de las explicacio-
nes, se relaciona con todo porque el observador siempre está presen-
te, no puede estar ausente, es imposible.
230
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