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Boletín N
43
Lima
2007
BOLETÍN DE LA
ACADEMIA PERUANA
DE LA LENGUA
Vol. 43, Nº 43
Académicos de Número
a) Peruanos: b) Extranjeros:
Américo Ferrari Bernard Portier
Alfredo Bryce Echenique Günther Haensch
Luis Loayza André Coyné
José Miguel Oviedo Germán de Granda
Fernando Tola Mendoza Reinhold Werner
Armando Zubizarreta Ernest Zierer
Luis Enrique López James Higgins
Rocío Caravedo Giuseppe Bellini
Eugenio Chang Rodríguez Marius Sala
Julio Ortega Wolf Oesterreicher
Pedro Lasarte Justo Jorge Padrón
Juan Carlos Godenzzi Humberto López Morales
Académicos Honorarios
Alberto Benavides de la Quintana
Johan Leuridan Huys
Comisión de Gramática
Coordinador Rodolfo Cerrón-Palomino
Luis Jaime Cisneros Vizquerra
Jorge Iván Pérez Silva
Carlos Garatea Grau
CONTENIDO
ARTÍCULOS
Luis Jaime Cisneros. Releyendo a Gustave Guillaume 9
NOTAS
Pedro Guibovich Pérez. Guillermo Lohmann Villena en
perspectiva histórica 119
RESEÑA 173
REGISTRO 185
Resumen:
Una relectura de Guillaume permite al autor repasar algunas de sus
concepciones básicas acerca de la langue, un conjunto de unidades potenciales
del lenguaje y su expresión en el discours. A diferencia de otros pensadores,
para Guillaume, afirmar que la lengua es un sistema significa evocar en un
marco estático un fenómeno de naturaleza cinética, mediante el cual, de un
estado de reposo inicial se estaría pasando a otro final, el texto, mientras que
entre uno y otro está el discours. Guillaume nos dice que la lengua es un
sistema de sistemas, con pequeños sistemas ligados por una coherencia interior
y, al mismo tiempo, a una ley superior que asegura una coherencia general.
Résumé:
Une relecture de Guillaume permet à l’auteur de revoir quelques-unes de
ses conceptions essentielles à propos de la langue -un ensemble d’unités
potentielles du langage et son expression dans le discours. Contrairement à
d’autres penseurs, pour Guillaume, affirmer que la langue est un système
signifie d’évoquer, dans un cadre statique, un phénomène de nature
cinétique, grâce auquel l’on passerait d’un état de repos initial à un autre
final: le texte; alors que, entre l’un et l’autre, se trouve le discours. Guillaume
nous dit que la langue est un système de systèmes, avec de petits systèmes
liés par une cohérence intérieure et, en même temps, assujettis à une loi
supérieure assurant une cohérence générale.
Palabras clave:
Gustave Guillaume; langue y discours; cinetismo.
Mots clef:
Gustave Guillaume; langue et discours; cinétisme.
El cinetismo
1
Cuando cito en español, lo hago por la ed. de Amado Alonso (Buenos Aires,
Losada, 1945). Las citas francesas corresponden a la ed. crítica de Tulio de Mauro
(París, Payot, 1975)
2
Gustave Guillaume, Langage et science du langage (Paris, Nizet, 1964, 221) Cuando
cito a Guillaume en español, en cualquiera de sus obras, asumo la traducción.
3
A. Meillet, Linguistique historique et linguistique générale. (Paris, Champion, 1948, 1-
18)
4
Discernement et entendement dans les langues (recogido en Langage et science du langage,
1964, 87-98)
Gramática y sistema
5
Los textos de Guillaume citados están tomados de Leçons de Linguistique de Gustave
Guillaume, (publiées par Roch Valin), Imp. Universidad de Laval, Québec, 11
tomos; vol. I, 1971; vol. II, 1972; vol. III, 1973.
Sí es un sistema
El 12 de marzo de ese año 48, Guillaume admite que una lengua es,
«en todo momento en su devenir histórico», un determinado orden de
relaciones, que son el fruto de «aportaciones históricas conservadas». Y afirma
que una definición de esta naturaleza tiene el mérito de constituir.
Resumen:
El lenguaje nos sorprende con frecuencia. Una de esas veces es cuando el
nombre de un producto, la marca, puesta caprichosa o motivadamente a
éste, pasa a nombrar genéricamente al propio producto. Es el caso de Colinos,
marca de pasta dentífrica que sirve para identificar el producto sin más,
escrita con minúscula: Colinos. El fenómeno contrario es aquel en el que la
nominación general en minúscula, caso de libertador, pasa a identificar a
uno de sus representantes como el más emblemático o prototípico, escrito
con mayúscula (El Libertador = Bolívar). Entonces se produce una
antonomasia. En el castellano del Perú son varias las decenas de ejemplos de
este fenómeno que hemos podido recoger para la elaboración de este artículo.
Résumé:
Le langage nous surprend fréquemment. L’une de ces fois est quand le nom
d’un produit, la marque, mise plus ou moins capricieusement, est utilisée de
façon générique pour nommer le produit proprement dit. C’est le cas de
Kolinos, marque de la pâte dentifrice qui sert à identifier le produit sans plus,
écrite avec minuscule: kolinos. Le phénomène contraire se produit quand la
nomination générale en minuscule, cas de libérateur, se met à identifier l’un
Palabras clave:
Castellano del Perú; marcas comerciales; la antonomasia.
Mots clef:
Castillan du Pérou; marques commerciales; l’antonomase
1
Además, son usuales en cualquier lengua: en inglés jeep (de donde ha pasado al
español) o Bard (por Shakespeare); en alemán, como zeppelin, universal, o Kärcher,
que ha penetrado al francés: «Kärcher es la marca comercial de un aparato
industrial de alta potencia que se utiliza para limpiar lugares insalubres lanzando
agua a presión y luego aspirándola. En Francia, la palabra karcher -sin diéresis-
eximiendo al conjunto de otros semas como {en contacto directo con Cristo},
etc., pero reteniendo uno fundamental: su aplicación igualmente a {miembro
activo de la religión cristiana}.
1.1. La sinécdoque
3
De Gerardo Vosio (o Gerardus Johannes Vossius, 1577–1649), el filósofo y retórico
holandés que la definió en el s. XVII.
No son los únicos casos, pero en todos ellos hay una transferencia
íntima, interna, de partes a todos y viceversa.5 Este es antecedente cognitivo
de la antonomasia.
1.2. La metonimia
Lo físico por lo moral: Hay en mis venas gotas de sangre jacobina (A.
Machado: «tengo ideas jacobinas») / Lo moral por lo físico: tú eres
la sabiduría, tú eres la humildad, tú eres la paciencia (San Francisco:
«Alabanza al Dios Altísimo»).6
4
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
5
Sucede de igual modo en los casos en que se habla del intercambio del individuo
por la especie como en El hombre ha ido a la luna (por «los astronautas»), ya que
no se refiere a un individuo en concreto, sino a un conjunto de ellos. El fenómeno
se produce incluso en el caso en que se hubiera tratado de una sola persona
(Romera 2006), pues no ha de confundirse un elemento específico de un conjunto
con el conjunto, aunque este sea unitario.
6
Este ejemplo no está tomado de Romera, sino de <www.franciscanos.org/esfa/
ald.html>
El autor por la obra: Leyó a Virgilio / La obra por el autor: Este pobre
Quijote, muerto en Madrid el 23 de abril de 1616 (por «Cervantes»).9
7
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
8
El ejemplo está tomado de Alexis Márquez Rodríguez: El Nacional, domingo 16
de julio de 2000.
9
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
10
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
11
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
12
Cuando la relación espacial se transforma en relación temporal, se tiene el tropo
llamado metalepsis: pasado por futuro (se toma el antecedente por el consiguiente
1.3. La metáfora
como: Acuérdate de lo que me debes, por, «págame la deuda») / futuro por pasado
(se toma el consiguiente por el antecedente como: Te prometo que yo no lo hice,
por «te aseguro»).
13
Hace ya más de 80 años que existen, pero su éxito se debe a a un anuncio en TV
de José Luis López Vázquez, allá por los años sesenta del siglo pasado.
14
Hace referencia al motor diésel, el cual puede nombrarse en sí mismo sin necesidad
de su genérico. Una segunda y una tercera antonomasias se producen en la 2ª y
3ª acepciones del DRAE: «Automóvil provisto de motor diésel» y «Gasóleo».
15
Se refiere al agua jane, hipoclorito de sodio diluido, procedente de Uruguay.
16
Leo en internet: «Finalmente, yo le reservaría masajes incaicos de mentolato
wirasacha a la bancada parlamentaria de la Concertación» (El Periodista: Año 2,
N.40. Domingo 20 de Julio de 2003), donde se añade: «Si no lo sabes ese ungüento
de un bello color verde está compuesto de renaco sacha, ajo sacha, guayaco,
suelda con suelda, pulmonaria, belladona y sangre de sagrado. Y sirve para el
reumatismo, los calambres, los dolores de espalda y de estómago, la tos, los golpes
de aire y las inflamaciones de las amígdalas».
Wirasacha es un compuesto quechua (wira «grasa», sacha» «árbol: «árbol de la
grasa»).
17
Mas complicado es estovaína (de stovaine), palabra formada por un acrónimo, del
ingl. stove «estufa» como traducción del apellido de E. Fourneau, químico francés
que descubrió este analgésico, seguido de la terminación sufijal -(a)ína.
18
Hay inconsistencias ortográficas graves como que se acepte lycra y en cambio se
deseche nylon, del mismo campo semántico además: el de las fibras sintéticas.
Para más inri, se aceptan dos ortografías diferentes de la postrera: <nailon> y
<nilón>, la última de las cuales correlaciona con un tercer tejido artificial: el
rayón (y hasta con el teflón, que en ocasiones se presenta como un material
enrollado con el que aislar conexiones de fontanería -o en honor a los usos
peruanos: gasfitería). Este campo semántico ha sido muy productivo como lo
muestran los diferentes ejemplos aportados por Hildebrandt (1994): orlón y perlón
(que ya cita Casares en su Diccionario ideológico de la lengua española, de 1963),
dralón, dacrón (o dracón), polistel , etc.
19
De manera diferente al TNT (no *téneté) que corresponde directamente al
trinitrotolueno.
20
Las palabras producto de siglas han sido adoptadas por el español con relativa
frecuencia: láser, radar, etc.
21
Por cierto, no se ha admitido todavía sonotone, que rivaliza con audífono, nombre
culto del aparato que permite oír a los sordos (Aunque no siempre; recuerden el
chiste: «Un sordo se encuentra a un amigo y le comenta:
–Mira, me he comprado un sonotone que es buenísimo. Voy andando por la
pradera y oigo como suena la hierba al pisarla; mi mujer se pone a coser, se le cae
la aguja... y puedo oírla. El amigo, impresionado, le pregunta:
–Oye, ¿y cuánto te ha costado? El sordo le responde: -Ayer a las 11:30 como todas
las noches»).
22
O también aureomicina. No sé por qué no se incorporan otros nombres más
populares como pantomicina, por ejemplo: después de todo, los usos del lenguaje
son imprevisibles y hasta cierto punto caprichosos.
23
Procede del estado mexicano de Tabasco, aunque pueda considerarse también
como una marca, una vez que el ají se prepara en forma de salsa picante.
24
También la regleta de colores, para el cálculo, proviene de una marca.
25
No debe confundirse con el peruanismo bamba «adulterado», un adjetivo con
ribetes de vulgar.
26
DRAE: «El Salv. y Hond. Horquilla metálica en forma de U para sujetar el
cabello».
Pedro Luis Barcia señaló que «quien no conoce los hábitos del
gauchaje, piensa que tomaban vino tinto recio. Nada de eso: bebían ginebra,
caña y hesperidina, como puede apreciarse en los inventarios de boliches».
27
Aunque sería preferible farias. Siempre hemos oído decir «Se ha fumado un
farias» y frases por el estilo, aunque también se ha popularizado, con cambio de
género y número, como «dame una faria».
Farias es «cigarro de hebra, de mala calidad».
28
Podrían añadirse otros muchos ejemplos en España como martini «vermut» o
climalit «ventana de doble cristal» (recogidos por internet), como ketchup, kodak,
leacril o pernod, que un diccionario de concepción más abierta que el académico,
como es el de Seco, Andrés y Ramos (1999), recoge con profusión.
29
Este ejemplo también queda transferido desde el castellano de México, de donde
procede la marca. La panificadora Bimbo comenzó a funcionar el 2 de diciembre
de 1945 en una pequeña fábrica de la Ciudad de México, construida en el
número 117 de la calle 58 Norte, en la colonia Santa María Insurgentes
(<www.grupobimbo.com/admin/content/uploaded/Historia% 20Grupo%20Bimbo.pdf>).
30
A la lista añade polo, por error, puesto que la española incurre en una circularidad:
polo es «prenda de punto, hasta la cintura, abotonada en la parte de arriba» y no
parece que derive de cómo la llame el modisto Ralph Laurent., sino al revés: que
el modisto citado usa el nombre que la lengua le ofrece. La palabra proviene del
tibetano pholo «pelota», que da nombre al deporte que se juega con tal camiseta,
para denominar la prenda correspondiente. En cambio, cita algunos casos más de
interés como son: aspirina, avecrem, danone, cocacola, cleenex, rotring, starlux,
walkman. Y añade: «En mercadotecnia lo llamamos identificación marca-producto».
31
Alguien dice en un momento dado: «Bimbo hace tiempo que dejó de ser mariachi»,
en vez de decir mexicano: una bonita e improvisada sinécdoque.
32
Marca que es debida a sus inventores, los primos Edwin Binney and C. Harold
Smith.
33
A ellas podríamos añadir las siguientes: Alka-seltzer «aspirina efervescente»,
chocomil «chocolate en polvo», picot «sales de uva», halls «pastillas refrescantes»,
royal , «harina para hornear», aladino «crema de cacahuete», tortillinas «tortillas
de trigo», kótex «toallas femeninas», etc., aunque no siempre se logra ni la misma
extensión ni la misma universalidad. Por un lado, la extensión o fuerza de algunas
palabras es efímera y débil y, por otro, ciertas de ellas se pueden oír tanto en
Cuba, como Chile, en Argentina como en Guatemala, convertidas en verdaderos
panamericanismos.
34
Y hay contertulios que añaden, savora «mostaza», zucarita «copo de maíz»,
lays.»papas fritas», etc.
35
Hay algunas discrepancias respecto a los usos peninsulares que puede ser útil
aclarar:
1. De diferente uso. Son inexistentes en España: cuáquer, escóch, sapolio, glazo,
primus, bividí, terma, frigider (o friyider), tubino, róyal, vitrola, foyeque (ni
fotingo), simoniz, pírex, kárdex, dunlopillo, ace, curita, mapresa, nicovita, vitrovén,
timolina, eterní, betamax, comodoy, sanforizado. En cambio, son muy usuales
maicena, dedeté,xérox (que ha dado derivados como xerocopiar, xerografiar,
etc.). Son poco o casi nada usuales: caterpílar, IBM.
2. De diferente significado:róyal (en España Royal no ha trascendido, pese a su
popularidad, a la sustitución de marcas y se refiere sobre todo a productos
elaborados como natillas, flanes, etc.).
3. De diferente pronunciación: flit (en España, flix, flis y fliz), fórmica (en España,
formica).
4. De diferente ortografía: licra (por lycra).
36
A este conjunto habría que añadir algunos ejemplos más ofrecidos por internet y
que no aparecen, en el momento, en la macroestructura del diccionario (Calvo
Pérez en pr.): couster «autobús mediano de pasajeros», poliflor «cera al agua» y
vinifan «papel translucido para forrar libros y cuadernos.
37
[pr.] prenda tiene su propio campo semántico acotado en el diccionario.
4. Reflexión final
38
Por este solo rasgo no puede definirse una antonomasia. Si parafraseamos
pantagruélicamente «al modo en que lo hacía Pantagruel» no hay sino constatación
comparativa. Si elegimos la equivalencia «como un Pantagruel que es», entonces
estamos en el camino correcto. Del mismo modo si «fagorizarse» supone sólo
comprarse una cocina Fagor, el vendedor no pretende precisamente que adquiramos
cualquier electrodoméstico sin más; entonces no hay antonomasia; ahora bien, si
el vendedor pretende eternizar su marca con el derivado verbal, tendría que
recurrir a Para fagorizarse, compre Fagor , indicando qué marca se ha de comprar
al tiempo en que se insiste en que fagorizarse , naturalmente, es «modernizarse,
adquirir buenos electrodomésticos», lo que ya implica antonomasia.
39
El elegir la cualidad más representativa no elimina, sino que subraya, la
antonomasia: la roja sangre, la pálida luna, la efímera mariposa o el frío ábrego
nos sitúan ante lo rojo, lo pálido, lo efímero y lo frío de manera prototípica.
40
Obsérvese que no todo orden S + A (adjetivo denominal propio) lleva a la
antonomasia: jugadores brasileños indica simplemente que son o proceden de
Brasil lo que no implica salto semántico del tipo analizado. Para ese salto es
43
Dos consejos finales. Uno: no debe confundirse por antonomasia, con reducción
pura a la unidad, haciendo caso omiso de las demás notas caracterizadoras de
algo o alguien, con por excelencia, en que se destaca una nota sobre las demás, pero
sin excluir estas. Así, si decimos que Carlos Gardel fue cantante de tangos por
excelencia, señalamos una situación próxima a que supondría la antonomasia,
pero sin llegar a ella: *El Cantante de Tangos. Segundo: el exceso de antonomasias
y de acrónimos, en una lengua, puede ser índice de desconocimiento de su
diccionario básico, pero también podría constituir una «manipulación manifiesta»
a los usuarios de ella, como han señalado algunos autores (Gallud Jardiel, 2005:
122).
BIBLIOGRAFÍA
A Antonio Mabres
Resumen:
El artículo explora el léxico diferencial peruano del siglo XVIII presente en
una relación típica de la Ilustración, que ofrece numerosos términos
patrimoniales e indoamericanismos peculiares de diversos orígenes. Se recogen
aquí los términos relativos a la fauna de la región norte peruana, caracterizada
por una geografía extrema que presenta numerosas especies endémicas que
han conservado voces autóctonas junto a denominaciones quechuas y
mochica y, por supuesto, castellanas, que muestran una especie de estratigrafía
léxica de la historia lingüística de la región.
Résumé:
L’article explore le lexique différentiel péruvien du XVIIIème siècle qui se
présente dans un rapport typique de l’Illustration, offrant de nombreux termes
patrimoniaux et indoaméricanismes particuliers de diverses origines. Ici on
Palabras clave:
Americanismos; Perú; Ilustración; quechua; mochica; tallán.
Mots clef:
Américanismes, Pérou, Illustration, quechua, mochica, tallan.
0. Introducción
1
Ver Lapesa (1996: 286-189).
2
Es el momento final del periodo que Guillermo Guitarte (1983) denominó de
«florecimiento» o consolidación de la sociedad colonial, en el que el español
americano fue desarrollando sus caracteres esenciales.
1. Lexicografía regional
3
Esteban Puig recoge coi, ‘llama’ (BDFP, 77), porque la registra Fernández de
Oviedo, pero es un indigenismo histórico (más probablemente mochica que tallán),
pues las llamas se extinguieron rápidamente en todo el norte peruano.
2. La Descripción de Lecuanda
4
Los materiales lexicográficos de Benvenutto verán la luz probablemente en formato
electrónico (Vargas 2004).
5
La parte correspondiente al léxico de esta tesis apareció en forma de artículo, en
el que hay que lamentar que los términos se consignen en mayúsculas y no se
señale con tilde la acentuación correspondiente (Hildebrandt 1949). El texto de
la tesis puede consultarse en la Facultad de Letras de la Universidad de San
Marcos en Lima.
6
Son los números 263 al 270 de los días 11, 18, 21, 25 y 28 de julio, 1 y 4 de agosto
de 1793, y ocupan en forma discontinua las páginas 167 a 229 del tomo VIII de la
edición facsimilar de 1965. Citamos entre paréntesis indicando el número del
volumen y la página. Hemos preferido actualizar la ortografía del nombre propio
de este autor, quien suscribió su trabajo rubricando Joseph Ignacio Lequanda.
7
La extensa obra científica preparada por este obispo, que consta de mapas de las
ciudades y dibujos de plantas, animales y oficios de su obispado, incluye un
conocido vocabulario de las lenguas del obispado (1985, II: 4).
8
Por lo menos se valió de las «preciosas indagaciones» realizadas por el Obispo,
según declara en la «Continuación de la Descripción geográfica de la Ciudad y
Partido de Truxillo», Mercurio Peruano, 249, 23-V-1793: 53). Martínez Compañón
por esos años había asumido el obispado de Santa Fé de Bogotá.
9
Dice Cieza de León que el Inca «por los Bracamoros entró e bolvió huyendo
porque es mala tierra aquella de montaña; en los paltas y en Guancavambo,
Caxas, Ayavaca y su comarca tuvo gran trabajo en sojuzgar aquellas naçiones
porque son velicosas y robustas y tuvo guerra con ellos más de çinco lunas; mas al
fin ellos pidieron la paz y se le dio con las condiciones que a los demás» (1987:
163). Salinas de Loyola (1571) tiene gran estima por los naturales de la sierra:
«son muy bien agertados y de buen entendimiento y pulicía» (1965, II: 42).
Reginaldo de Lizárraga distingue simplemente «los indios de los llanos y de la
Divídense en tres géneros todos los indios destos llanos, porque a unos
llaman yungas, y a otros tallanes y a otros mochicas; en cada provincia ay
diferente lenguaje, caso que los principales y gente noble, demás de la lengua
propia de su tierra, saben y hablan entre sí todos una mesma lengua, que es
la del Cuzco. (1995: 39)
sierra» (1968: 10). Lecuanda, por su parte, señala: «adonde más se nota esta
variedad es entre los de los Valles y los de la Sierra: aquéllos son sumamente
cultivados, porque sus pueblos se frequentan mas por los Españoles comerciantes;
pero éstos, que carecen de la continua comunicación de ellos, son mas rústicos,
y de operaciones más bárbaras y groseras (264: 175). Hocquenghem habla de una
«fuerte aculturación andina» (1990: 49) sobre una población nativa de
guayacundos, repartidos en tres provincias: calvas, ayabacas y caxas, de la misma
ascendencia jíbara que los paltas del sur de Ecuador, y con distinta lengua y
cultura que los guancabambas y bracamoros, respectivamente al sur y al oriente
de los primeros (Hocquenghem 1990).
10
Hernando de Santillán imagina un pasado oscuro, dividido y violento: «antes
quellos comenzasen a señorear no había esa orden ni policía (…) y desta causa no
había comercio ni comunicación alguna entrellos; y en cada valle había su lengua
distinta de la del otro» (1968: 104).
11
Ver Torero (1986) y Cerrón-Palomino (1995 y 2004). Los primeros trabajos se
deben a Zevallos Quiñones (1948), Rivet (1949) y Ramos de Cox (1950).
12
Datos de Chirinos Soto sobre el censo de 1993 (1998: 479). Rudy Mendoza, a
partir de un documento de 1727, postula que serían mitimaes procedentes de la
sierra central (1993: 81). Anne Marie Hocquenghem (1990) menciona la presencia
de otro grupo de mitimaes procedentes de Zamora en el pueblo de San Francisco
de Cumbicus, anexado a la doctrina de Frías, que hablaban el quechua de los
cañaris. Espinosa Soriano acaba de publicar un importante documento relativo a
la visita de Diego de Pineda a «la provicia de Caxas» en 1557-58 (2006).
13
Recopila los pocos términos tallanes documentados por el obispo Martínez
Compañón y por Paul Rivet, junto con indigenismos incorporados al español
regional y un buen número de topónimos y antropónimos.
14
Frago señala al final de su trabajo: «Muchísimos más americanismos léxicos
cabría consignar aquí» (1999: 239).
15
Según afirma Juan de Arona (DDP, 125). El término es conocido en las Antillas,
Argentina y Perú, según Morínigo: «Excavación en la orilla del mar o márgenes
de ríos y arroyos para obtener agua potable por filtración» (DEA, 99). Miguel A.
Ugarte Chamorro lo registra como piuranismo (VP, 74), tal como lo recogen
Hildebrandt (EP, 271), Puig (BDFP, 58) y Arámbulo (DP, 46).
tambien (sic) ataja, y sana la oja (sic) del Tabaco» (265: 184; DP, 26: bejuco),
del azteca camote (270: 228) y cacao (270: 229), y un único término de
origen incierto, probablemente tallán (figura 1): «una yerba conocida por el
nombre de Lito, que es la barrila de que en Europa hacen los vidrios» (264:
170). Este lito (sesuvium portulacastrum L.) es una hierba silvestre de la
familia de las aizoáceas, común en el desierto de Sechura (su hábitat se
extiende hasta los 1000 msnm) que se aprovechaba antiguamente en las
tinas de jabón (T, 25; BDFP, 134). Parece tener uso medicinal (Brack, 1999).
También se mencionan los árboles (muy distintos de los europeos) de algarrobo
(BDFP, 31; DP, 10): subrayando la «sólida y fuerte madera del Algarrobo»
(270: 223), roble, cedro y el guachapelí (270: 223), común en la zona amazónica
(VP, 151),16 además del cultivo de la cascarilla (muy usada por sus propiedades
febrífugas) y el añil (270: 225; DEA, 289). El huachapelí (albizia longepedata)
es un árbol silvestre de los bosques secos del noroeste, de la familia de las
mimosáceas. Su madera se utiliza para hacer artesanías. Es muy común en
Ecuador (Brack, 1999). El término parece ser una variación fonética del
azteca: guachipilín (de cuahuitl, árbol, y tzipitl, amarillo), cambio quizás influido
por el quechua: wachay, ‘dar fruto’. Aparece en
las acuarelas de Martínez Compañón (figura 2).
Origen incierto tiene yupisín, «especie de engrudo
de la baina muy jugoso» (268: 208), que se extrae
del algarrobo y se espesa con harina de maíz para
obtener un jugo dulce o una mazamorra (EP,
270; BDFP, 231; DP, 303: yupicín o llupicín).
16
Mientras que el algarrobo es árbol muy común en Piura (BDFP, 31; DP, 10),
cedro, roble son maderas provenientes de la selva amazónica.
4. Americanismos patrimoniales
17
Cieza de León abundaba en los mismos términos: «Y por los árboles y florestas
andan muchos páxaros de diversas maneras y gran cantidad de palomas, tórtolas,
pavas, Faisanes, y algunas perdices, y muchos venados.» (1984: 203).
18
No consigna el piuranismo piajeno, tal vez creado con posterioridad, aunque no
por composición de pie ajeno, como suele pensarse como etimología popular (Puig,
1995: 176; Arámbulo, 1995: 219), sino más probablemente por derivación de piojo.
19
Menciona también los vraposos en masculino (164: 182), remitiendo a la descripción
que había publicado con anterioridad de Trujillo, donde señala que «en la América
llaman comúnmente Zorros « (Mercurio Peruano, 249, 23-V-1793, 52). Estos
siguen siendo numerosos en la actualidad, pero parece que tigres y leones perviven
solamente en espacios naturales protegidos de la costa norte.
20
Esteban Puig recoge como denominación regional de serpiente el término dormilona
(BDFP, 97).
21
Lenz le suponía un origen antillano, pero Corominas le da un étimo catalán
(Morínigo, 1996: 67). Lo recoge Arámbulo (1995: 25) y es voz común en el Oriente
(Ugarte, 1997: 42; Tovar, 1966: 43). Al parecer, en el argot o «replana» puede
calificar a la mujer descuidada o fea (Álvarez, 1990: 74).
22
No se menciona, sin embargo, anchoveta, que Arona recogerá en su suplemento
(DPP , Supl. IX).
perico, gallo, jibia (266: 198); pez volador, pámpano (‘pez del mar Caribe’,
según Morínigo (DEA, 477)), dorado (266: 199), y róbalo (266: 201). Morínigo
consigna este último en Costa Rica y México como pez de agua dulce, y en
Chile como pez marino (DEA, 599). La mayoría de términos designan especies
similares de la Península, salvo pámpano y perico (no aparecen en ningún
repertorio, aunque mantienen su vitalidad hasta el día de hoy).
23
En su descripción de Trujillo, además de mencionar que bueyes, carneros,
cabras, asnos y caballos se han ido propagando «con abundancia» y se conocen los
«Conejos de Castilla». Menciona también el leopardo, el gato montés , el león, el
tigre, el oso hormiguero, y hay explicaciones prolijas del animal «conocido en
estas Indias por hediondo « (también llamado zorrino, parecido a la mofeta. El
término lo registra Morínigo en Argentina. DEA, 311), del hurón : «El Uron, que
abunda en los Valles y la Sierra, es una especie de Zorrillo» (Mercurio Peruano,
249, 23-V-1793, 55), del casi fabuloso carbunclo («quadrúpedo, nocturno y
admirable» (Mercurio Peruano, 249, 23-V-1793, 56) y del tejón (Mercurio Peruano,
249, 23-V-1793, 59. Morínigo solo lo registra en México (DEA, 649)). En Trujillo
observa también lucernas y diversas aves: bandurria (‘ave acuática del orden de
las zancudas’, en Río de la Plata. (DEA, 71), pájaro niño, garza, arrocero, gallineta,
pato real, y otros, así como numerosos peces: peje-sapo, corbina (sic), chita,
pejerrey, caballito, emperador, y otros. En su descripción de la ciudad y partido de
Lambayeque menciona también un buen número de peces: tambor, congrio,
guitarra, gato, róvalo, raya, sardina, jurel, dorada, rape, puñal, perico, bonito y
pescadillo , y los pájaros: zorzal (con la confusión de sibilantes: sorsal) y cernícalo
(Mercurio Peruano , 286, 29-IX-1793, 66-68)
varas de largo» (266: 197); berrugate, «es pez de escama, que crece hasta una
tercia» (266: 197); pulgal: tiene una carne delicada», (266: 197); corcovado:
«El pez a quien le dan el nombre de Corcobado (sic), tiene una carne muy
gustosa, cubierto de escama de un color blanco dorado» (266: 198), y
preñadillas, ‘pez de agua dulce’ (267: 201).24 Por composición se crea pico
gordo: «es volátil que siempre anda en bandadas» (166: 194). También
aparecen algunos términos locales mediante cambios semánticos, como el
pájaro llamado predicado, «que en la montaña llaman pincha» (265: 186) o
las serpientes «que difieren en la pinta, a que llaman bobas, que ni embisten
ni su ponzoña es activa».25 Un término patrimonial de origen incierto es el
conocido tollo (DRAE, 2189) «parecido al cazon», dice Lecuanda (265:
196). La mayor parte de los términos, sin embargo, no aparecen en los
repertorios actuales. Parecen creaciones terminológicas que quedaron en
desuso.
5. Indoamericanismos
24
En la descripción de Lambayeque también recoge nombres de peces creados por
estos procedimientos: pexe blanco, azote, negrita, angelota, (Mercurio Peruano,
286, 29-IX-1793, 67).
25
Se emplea también en las Antillas: «grandes culebras, de las que llaman bovas»
en Pedro de Aguado(1916, I: 780).
26
Morínigo recoge también los términos vaquiro , en Colombia y Venezuela (DEA,
698), vaquira en Colombia, v áquira , en Venezuela, y begare (DEA, 497). Fernández
de Oviedo explica: «Muchas e grandes manadas de puercos hay naturales en la
Tierra Firme; y en Castilla del Oro, en la provincia de Cueva, los llaman chuche
e los indios en otras provincias lo llaman báquira « (1959, II: 45)
27
Se registra, según el Vocabulario Políglota, en el quechua de Ancash («wangana,
munti kuchi, jabalí»), pero no lo recoge González Holguín ni se registra en los
demás dialectos quechuas.
28
Vitold de Szyszlo distingue en la Amazonía dos clases de jabalíes: «los grandes,
llamados huanganas, y los pequeños, llamados sajinos». Sus nombres científicos
son Dicotyles labiatus y Dicoteles torquatus. Por otra parte, menciona el tapir
(tapirus americanus) y sus dos variedades, una parda y otra rosada: llegan a pesar
300 kilos y «es el animal terrestre de mayor tamaño en la selva» (1955: 337-338).
En Jaén se le conoce como pinchaque o también gran bestia.
29
En González Holguín: «Taruca. Ciervo con cuernos de aspa» ([1608] 1989: 470).
30
Esteban Puig recoge gautupill ‘venado de un solo cuerno’ que parece ser un
término histórico o incluso mítico: «Los antiguos tallanes lo tenían como dios y
totem». También registra guaucau, ‘venado colorado’ (BDFP, 115).
31
Son términos quechuas paca ‘águila’ y pacapaca ‘lechuza’, que no es desconocido
en la región (BDFP, 164).
32
González Holguín recoge: «Chumpi chucuri o achocalla. Comadreja de color
castaño. Paccochucuri o acho calla. La comadreja vaya» ([1608] 1989: 118).
33
En el dialecto quechua de Cajamarca-Cañaris kuru puede significar ‘gusano’ y
‘serpiente’, y kururakuy quiere decir ‘arrollarse en forma de ovillo o pelota’.
(DQCC, 43).
34
En el léxico regional se recogen churo ‘rulo’ y churito ‘caracol’ (BDFP, 74 y 178),
además de churuco ‘poto grande’ (DP, 81), y piruro ‘elemento ornamental de la
orfebrería cataquense en forma de botón’ (BDFP, 178). También curucho ‘calato
(BDFP, 89; VP, 117) o ‘corto’ (DP, 62).
35
Así en González Holguín ([1608] 1989: 317). Agradezco al profesor Felipe Huayhua
esta indicación personal. En quechua sureño existe piruru ‘trompo’. En quechua
ecuatoriano piruru es ‘tortero, para el huso de hilar (Cordero 2005: 85). En el de
Cajamarca-Cañaris también es ‘contrapeso de piedra que se coloca en el huso’
(DQCC, 73).
36
En su descripción de Trujillo, se registra el quechuismo muca, un tipo de marsupial
«conocido por el nombre de Muca, «que se describe como «especie de conejo, aun
que (sic) de color diferente, orejas menores y sin cola» (Mercurio Peruano, 249,
23-V-1793, 55 y 56). El término con el que se conoce en Piura actualmente es
guanchaco (EP, 268), aunque no lo recogen Puig ni Arámbulo. Con este término
se conocen, en otras regiones, dos especies de aves.
37
Cieza de León, en cambio, se mostraba erróneamente iluso en estos términos:
«Cosa mala, ni serpientes, culebras, lobos no los ay» (1984: 203).
38
Resulta aventurado relacionar macanche con el quechua maki ‘mano’ o
makinchani ‘golpear en la mano’.
39
Son muy conocidos hoy los términos cololo (onomatopéyico según Hildebrandt)
que designa al sapo (EP, 271; BDFP, 78; DP, 52; VP, 102) y jañape ‘lagartija
nocturna’ (EP, 271¸ BDFP, 127; DP, 144, VP, 171). Puig registra además gautupilla
, culebra identificada por ‘un anillo de color amarillo alrededor del cuello’ (BDFP,
110).
40
Sería arriesgado vincularlo con karka ‘guano’, término del quechua ancashino,
del juninense y del ayacuchano.
41
Es poco probable que tenga relación con ronsapa ‘abejorro’, término propio de la
Amazonía (VP, 264; Dper, 470). Podría tenerla con los vocablos regionales urranza
o urrunza ‘zorro’, que recogen Puig y Arámbulo (BDFP, 224; DP, 283).
42
Se consignan en el Diccionario académico las formas pajuil, pajuila y pajuilla para
designar este mismo animal en Honduras, Salvador y Costa Rica, lo que apoyaría
un origen no quechua del término.
43
«El pájaro corregidor es del tamaño de un tordo; de color pardo; el pecho y el
vientre ceniciento; la cola y espalda pardas y rayadas de color de gorrión» (1964:
322). Pero describe al chisco de Lima y la costa central, algo diferente del
norteño, de color plomo y algo más grande.
44
Existen nombres de aves no consignadas por Lecuanda. Puig registra las aves
bichauche ‘gorrión’, cachul y chiroca ‘ave de color amarillo’, cumán, pilco y shulín
‘jilguero’ (BDFP, 45, 85, 71, 177 y 204), y Martha Hildebrant recoge guarasingo y
surumbela, además de varias denominaciones del gallinazo: bilinguy, guayiganga,
güisco, marota o guaraguáo (EP, 269 y 270). En Puig y Arámbulo, sin embargo se
consigna más adecuadamente guaraguau como ‘gavilán’ BDFP, 112, DP, 121). Es
término antillano. Son onomatoéyicos los nombres del guacabo (BDFP, 111) y del
guicucú (BDFP, 116; DP, 124).
45
Esteban Puig recoge picho ‘’chiquillo vivaracho’ (BDFP, 177). Edmundo Arámbulo
lo registra en Huancabamba (DP, 221).
46
Lecuanda recoge otros nombres de pájaros. En su descripción de Trujillo registra
la voz quechua camanay (Mercurio Peruano, 249, 23-V-1793, 60). En la descripción
de Lambayeque menciona el toropisco «de figura extraordinaria», color negro y
copete de plumas y pico azul, cuyo canto asemeja a un toro, según Lecuanda,
aunque tal vez se lo atribuya por etimología popular, porque puede ser quechua:
turu, ‘barro’ y picchu ‘pájaro’. Claro quechuismo es sumapischo: «En lengua
quichua le conocen por este nombre, que equivale en castellano a Páxaro hermoso
(sic)» (de sumaq ‘hermoso’ y picchu ‘pájaro’. También registra piccho, en Jaén y
Chachapoyas, donde designa un ave de colores brillantes con plumas rojas en la
cabeza, tatau, suysuy, picasar, y vicsilin o quende, que son nombres indígenas
Por supuesto que las referencias relativas a abejas que producen miel
en árboles de Indias se remiten, por lo menos, hasta Gonzalo Fernández de
del picaflor o colibrí del que «se dice que resucita» (quinde en Puig y Arámbulo
Palacios), y el quechuismo yayay-mamay que «traducido a nuesto idioma
castellano significa Padre mío-Madre mía como quando un niño llama a sus
padres» (Mercurio Peruano, 286, 29-IX-1793: 63 y 65).
47
Tal vez sea voz quechua. González Holguín registra: «Chucu. Bonete, o sombreros
antiguos», y «Rumppu, rumppu. Cosa rolliza redonda.» ([1608] 1989: 118 y 320).
Es menos probable que tenga relación con chukaru ‘salvaje, huraño’ (DQCC, 74).
Difícil que se vincule con el mochica chuka ‘pulga’ (DM , 8).
48
Esteban Puig recoge además el término alicuy, ‘animalito largo y negro que vive
en el agua emponzoñada’ (BDFP, 31). Ugarte Chamorro consigna el animalejo
como alicuya, en Ancash (VP, 24). Puig también recoge culata, ‘avispa agresora
cuya aguijón produce fiebre alta’ (BDFP, 85),pulula ‘avispa de color negro con
amarillo’, pichilingüe ‘abeja de campo que elabora cera negra’ (BDFP, 177) y
puluche ‘gusano que daña las plantas, en concreto, a los tubérculos’ (BDFP, 183),
además de tuluy ‘tarántula de color negro y venenosa’ (BDFP, 221). Arámbulo
recoge pichilingüe (DP, 221), puluche (DP, 231) y alpargate, ‘abeja’ (DP, 12).
Martha Hildebrandt había registrado pichilinga pero en la acepción de ‘hormiga
pequeña cuya picadura es muy dolorosa’, además de satiguay, ‘especie de avispa
pequeña’ (EP, 270).
Oviedo: «Hay muchas abejas, que crían en las hoquedades de los árboles, y
son pequeñas, del tamaño de las moscas, o poco más», cuya miel «es muy
buena y sana, pues es morena, casi como arrope». Cieza de León también
observa en los términos de Santiago de Guayaquil, al sur de Ecuador, que
«en las concavidades de los árboles se cría mucha miel singular» (1984: 178).
Por su parte Bartolomé Cobo, ya en el XVII, observa que «toda la miel que se
recoge en este reino del Perú es silvestre», que no se aprovecha «por la
abundancia de azúcar», salvo para medicina «para lo cual nunca falta», y
entre todas las variedades de abejas y avispas que producen miel menciona
«otras negras del mismo tamaño, las cuales, aunque crían miel, pienso yo que
no se distinguen de los moscardones». Entre las «varias especies de abejas
pequeñas: blancas o negras y pardas», dice que «hay otras como avispas,
pardillas tirando a negras, y bien hechas, que los indios llaman putiguanca; y
otra casta dellas, llamadas de los indios guancoyros que son las mayores de
todas (1964: 333).49 Las denominaciones que recoge Cobo no son
coincidentes:
49
Las describe a continuación: «galantemente pintadas de rubio, colorado, amarillo
y negro y el cuerpo todo con una manera de vello; son en exceso picantes, de
agudos aguijones y tan grandes como moscardones. « Y menciona «otras negras
del mismo tamaño, las cuales aunque crían miel, pienso yo que no se distinguen
de los moscardones» (1964: 333). En González Holguín se recoge huanccayru,
con las acepciones: «abeja o abejón» (177).
50
También registra que «llaman los indios peruanos a la avispa uruncoy « (1964:
332).
dura» (266: 196). Es de origen incierto (tal vez del quechua churu, ‘caracol,
gusano’). Guarda algún interés el término, más transparente, rumichuna «en
castellano quiere decir cabeza dura», dice Lecuanda, y explica: «tiene dos
piedras en la cabeza de grande utilidad para curar el mal de orina» (266:
198). En efecto se trata de un compuesto quechua: rumi ‘piedra y uma
‘cabeza’.51 Origen incierto, por fin, tienen pumalan (265: 199) y cascafe (265:
201).52 No se recogen en ningún repertorio lexicográfico.53
6. Conclusiones
51
En el oriente peruano se registra rumi-uma (VOP, 176). Es muy común el
quechuismo umas o uma, de género masculino, ‘mate de calabaza, en especial el
que se usa como cucharón para enfriar la chicha’. Puig erróneamente le asigna un
origen tallán y Arámbulo lo consigna en la forma umás (EP , 270; BDFP, 224; DP,
283).
52
En la descripción de Lambayeque, Lecuanda menciona un pez llamado cascate, lo
que puede indicar una confusión en las grafías por parte de Lecuanda o por parte
del impresor (29-IX-1793, 286: 68).
53
En el léxico regional es común el término cachema (EP, 267; BDFP, 49; DP, 37; VP,
56). Álvarez Vita lo considera propio de la costa central (Dper, 96).
54
Con anterioridad, Cosme Bueno había descrito muy someramente las actividades
económicas y los principales accidentes geográficos de la provincia de Piura,
donde menciona la abundancia «de un árbol llamado Algarrobo, de que hay
bosques espesos donde se crían muchos animales feroces», y tambien que «en las
playas del contorno se coge gran cantidad de Tollo, que es el Bacalao común del
Perú y Quito» (1951, 55).
y quizás algún otro podrían ser términos mochicas). Más bien se demuestra la
abundancia de quechuismos por encima de los términos presumiblemente
tallanes y, por demás, el predominio de americanismos de origen castellano.
55
Arona registra que en el Perú se decía leñatero por leñador, sin referirse al
animalejo (1974: 160)
56
Este caso se vería reforzado si en verdad, como piensa Martha hildebrandt,
chilalo es voz onomatopéyica (EP, 271).
Este rico vocabulario nos abre algunos interrogantes y, sobre todo, nos
pone en contacto con una época de nuestra historia lingüística que,
indudablemente, mostraba signos de haber llegado a una gran estabilidad y
riqueza. Es el léxico de una región particularmente rica en especies endémicas,
de las que no pocas se consideran en peligro de extinción. Quizás dentro de
doscientos años muchos términos todavía vivos resulten entonces también
desconocidos, como lo son ahora muchos que hemos citado.
BIBLIOGRAFÍA
BUENO, Cosme (1951): Geografía del Perú virreinal. (Siglo XVIII). Ed. Daniel
Valcárcel, Lima.
CIEZA DE LEÓN, Pedro, (1984) [1553]: Crónica del Perú. Primera parte.
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.
COBO, Bernabé (1964) [1612]: Historia del Nuevo Mundo. Edición Francisco
Mateos. Madrid, Atlas, Biblioteca de Autores Españoles.
Resumen:
El texto hace una reflexión general sobre la poesía de Carlos Germán Belli y
se detiene en los primeros años de su trabajo poético, aquellos que van desde
1958 hasta 1969. Se señala que es en esa época que se define las grandes
líneas de la poesía belliana que atienden tanto a la tradición como a la
innovación. A renglón seguido las cuartillas exploran algunos de los temas
que Belli ha desarrollado posteriormente como el interés por el deporte, en
particular el fútbol, y el vínculo amoroso entre el hombre y la mujer.
Résumé:
Le texte présente une réflexion générale sur la poésie de Carlos Germán Belli
et s’arrête aux premières années de son élaboration poétique, celles qui
s’écoulent entre 1958 et 1969. Pendant cette époque se définissent les grandes
lignes de la poésie de Belli, attentive à la tradition ainsi qu’à l’innovation.
Après, les feuillets explorent quelques sujets développés postérieurement par
Belli tels que, son intérêt au sport –le football en particulier-, et le lien
amoureux entre l’homme et la femme.
Palabras clave:
Belli; poesía; tradición; innovación; dolor; esperanza.
Mots clef:
Belli, poésie, tradition, innovation, douleur, espoir.
Primera cala
Segunda cala
Ya descuajaringándome, ya hipando,
hasta las cachas de cansado ya,
inmensos bofes todo el día alzando
de acá para acullá de bofes voy,
fuera cien mil palmos con mi lengua,
cayéndome a pedazos tal mis padres,
aunque en verdad yo por mi seso raso,
y por lonjas y levas y mandones,
que a la zaga me van dejando estable
ya a más hasta el gollete no poder,
al pie de mis hijuelas avergonzado,
cual un pobre amanuense del Perú.
1
El texto de Mario Vargas Llosa apareció en el libro Carlos Germán Belli. Antología
crítica. Selección y notas de John Garganigo. New Hampdhire. Ediciones del
Norte. 1988.
2
Bajo el título de «Página autobiográfica» Belli entrega interesantes disquisiciones
en Carlos Germán Belli. Antología personal. Lima. Concytec. 1988.
Hefesto, el cojo, simboliza a aquel que sufre, que está lleno de defectos
que le hacen la existencia compleja, dura, pero que tiene su yunque fecundo,
como el poeta tiene hospitalarias estrofas, donde reina y organiza un mundo
independiente de todo sufrimiento, independiente también de la diatriba y
hasta del elogio.
Tercera cala
El primer poeta que cantó al fútbol en América del Sur fue el peruano
Juan Parra del Riego. En su permanencia en Montevideo en los años veinte
del pasado siglo, el vate conoció como aficionado, a Eusebio Gradín, afamado
futbolista de esos años y le dedicó el poema Polirrítmico dinámico a Gradín,
jugador de fútbol. El texto hizo fortuna y figura en las más serias antologías de
poesía peruana. Parra del Riego imaginaba a Gradín ágil, fino, alado, eléctrico,
repentino, fulminante y sus disparos que iban a convertirse en goles tenían el
golpe seco de la metralla. Después dos poetas españoles han cantado al
fútbol: Rafael Alberti y Miguel Hernández y finalmente, solo para hablar de
los más destacados, Carlos Germán Belli. El hecho tiene singular importancia
porque subraya la voluntad del poeta de salirse de lo obvio en poesía. Sabido
es que Umberto Eco clasificó al hombre contemporáneo como apocalíptico o
como integrado. El primero no cesa de lamentarse por los malos tiempos que
se viven, por el retroceso de la cultura frente a formas espúreas o bárbaras.
Eco sostiene que la alta cultura contemporánea nos viene del renacimiento,
que hay una cultura de difusión que copia a esa forma lograda y que existe
algo inédito, que no tiene equivalente en el mundo renacentista y que es la
cultura de masas. El sujeto apocalíptico rechaza toda forma que no venga del
renacimiento y el integrado reconoce los aportes de esa cultura reciente y
multitudinaria: la del lector de periódicos, del oyente de la radio, el espectador
de televisión o el aficionado al fútbol. Belli, que ha sido futbolista de barrio en
su juventud y que en su madurez continúa poniendo mucha atención al
deporte, con los recursos de la poesía rinde homenaje a fútbol:
Estadio Vaticano
Los jugadores de fútbol
a sus camarines vuelven
paso a paso cabizbajos,
trémulos y sollozando
por entre las viejas ruinas de Occidente veneradas
y la chusma de poetas tan seguros de sí mismos,
levantadores de pesas, diplomados en gimnasios,
soberanos del amor, del dinero y la salud,
que ferozmente se burlan
del sensible futbolista,
legislador del planeta
El guardameta
Cuarta cala
3
La cita la hemos tomado del libro de José Domíguez Caparrós. Diccionario de
métrica española. Alianza Editorial. Madrid. 1999 p. 387.
Tal vez el texto que mejor habla del propósito literario de Belli es Asir
la forma que se va que leemos a continuación, como justo final de esta
exposición:
BIBLIOGRAFÍA
Alan E. Smith
Boston University
Resumen:
Trilce XIII manifiesta un lenguaje erótico que invoca a la vez el cuerpo físico
y el alcance simbólico del mismo. En la tradición erótica de la poesía mística
y el renacimiento neoplatónico y pitagórico, Vallejo convierte su voz nueva
en tema de su propio decir.
Résumé:
Trilce XIII montre un langage érotique invoquant en même temps le corps
physique ainsi que sa portée symbolique. Dans la tradition érotique de la
poésie mystique et la renaissance néo-platonique et pythagorique, Vallejo
transforme sa nouvelle voix en sujet de sa propre parole.
Palabras clave:
Vallejo; Cuerpo sexual; Poética; Misticismo; Metapoesía; Neoplatonismo,
Pitágoras.
Mots clef:
Vallejo, Corps sexuel, Poétique, Mysticisme, Méta-poésie, Néoplatonisme,
Pythagore.
XIII
Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el ijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.
¡Odumodneurtse!
Tal como el poema IX, es éste uno de los poemas en Trilce, el libro más
sexual de Vallejo,1 en que el órgano sexual femenino se describe de manera
más explícita. El primer verso es sólo oscuro por el eufemismo. El segundo
repite la declaración, una vez, eso sí, «[s]implificado el corazón», proceso
que bien podría referirse a la falta de enturbamiento emocional, y también a
la profunda y alegre calma del proceso de escritura, no sólo realizado
1
Américo Ferrari nota: «El tema erótico y la presencia de la mujer alcanzan en
Trilce el punto culminante. No reaparecerá, más remansado, sino en dos o tres
poemas de los escritos en los años de París» (161). Julio Vélez señala que el sexo
«aparece con una indudable carga erótica, de manera especial en Trilce» (859).
Tace Hedrick coincide: «In Trilce, even if the reference is many times oblique, the
poetic preoccupation with the sexual act is such that it becomes definitive in the
collection» (60). Aunque, como se verá, no puedo estar más en desacuerdo con
sus siguientes palabras: «The act is no longer symbolic, nor is it allegorical; it no
longer resonates with notions of ‘higher’ feelings, transcendent emotions» (60).
XLV
[.....]
Salgamos siempre. Saboreemos
la canción estupenda, la canción dicha
por los labios inferiores del deseo.
Oh prodigiosa doncellez. [.....]
2
Vélez señala que en Los heraldos negros y Trilce «hay una evidente relación entre
Eros, Thánatos y Cronos. El sexo, la muerte y el tiempo se fusionan en la tumba.
Esta simbiosis, de pulsión primitiva, se encuentra en Vallejo desde su primer
libro. Escribe en «Desnudo en barro» que «!La tumba es todavía / un sexo de
mujer que atrae al hombre!» (861). Estas relaciones, manifestadas desde la
antigüedad, y estudiadas por Jung en Símbolos de transformación, fueron notadas
por Carlos Fuentes en la obra de Octavio Paz, [en Casa con dos puertas, México,
J. Mortiz, 1970, págs. 175-76] en que «rastrea la relación analógica [...] entre el
sexo y la muerte: vagina=útero=tumba [...] (Aronne 36).
«Oh Conciencia.
Pienso sí, en el bruto libre,
que goza donde quiere, donde puede.»
3
Enrique Torner propone que «el campo semántico abarcado por el cuerpo refleja
la evolución del sentimiento religioso en Vallejo, que empieza con la presentación
de una cristología personal en Los heraldos negros, fruto de un interés personal por
replantearse su educación católica y de su lucha interna con Dios, y que culminará
en Trilce para pasar finalmente a un materialismo marxista en los Poemas humanos
(170), propuesta con la que coincidimos, con la excepción de la caracterización
quizás demasiado unitaria que hace de los poemas de París.
4
Y por supuesto, la conocida glosa de su amiga Santa Teresa de Ávila.
lengua del poeta. Pero al ser surco, ¿de dónde las semillas que han de hacerle
prolífico? Las analogías entre lengua y pene son muy antiguas. Ciertamente,
Freud las ha notado en el trabajo del sueño (442). Pero escuchemos a León
Hebreo en su delicioso Diálogo de amor, escrito hacia 1460 y traducido y
publicado por el peruano el Inca Garcilaso de la Vega en 1590,5 y re-editado
en la serie, Orígenes de la Novela (Madrid., Bailly-Ballière, 1905-1915 dirigida
por Menéndez Pelayo
Filón dice a Sofía: «El corazón y el cerebro son en el cuerpo como los
ojos en la cabeza; el hígado y el bazo, como los dos oídos; los riñones y
testículos, como las dos ventanas de la nariz; la verga es proporcionada a la
lengua en la manera de la postura y en la figura y en el extenderse y recogerse
y en estar puesta en medio de todos y en la obra; que así como moviéndose
la verga engendra generación corporal, la lengua la engendra espiritual con
la locución disciplinal; y hace hijos espirituales, como la verga corporales, y el
beso es común, a entrambos, iniciativa del uno al otro» (59).
5
Traducción del peruano renacentista re-editada en la serie, Orígenes de la Novela
(Madrid, Bailly-Ballière, 1905-1915) dirigida por Menéndez Pelayo.
Bien visto, el palíndromo creado por los dos últimos versos expresan el
palíndromo semántico del poema, en que boca de poeta y sexo femenino se
oponen muy cerca e identifican, para decir lo mismo al filo de la dicha.6 En
la tradición erótica de la poesía mística, y la tan antigua tradición de las
analogías entre la cara, el cuerpo y el cosmos, el estruendo mudo vallejiano es
a la vez la más moderna poesía, que rompe las secuencias de la razón para
poner al desnudo y decir las más hondas palpitaciones del inconsciente
individual y colectivo, tomando muy en cuenta la gracia del cuerpo.7
6
Hedrick nota esta relación especular entre el sexo femenino y la boca del poeta en
Trilce IX: «The poetic persona laces or braids the hair of these lips with the thirty-
two ‘cables’ of his teeth, speaking his poetry literally up against the woman’s sex.
The play here is on the formation and issuance of the voice. It is from the lips
that the voice comes forth; the two lips figured first in the poem are animal,
slobbering, female genital lips which themselves do not speak, but which prefigure
in their mute physicality the stuttering, material nature of the poetic voice as
Vallejo obsessively presents it» (61).
7
Estamos en desacuerdo con la conclusión de Hedrick: «Poetry, as Vallejo knows,
is not a search for transcendent harmonies. It is an expression of how we are—
in the sense of estar rather than ser—in the world. Because of where he saw
himself in the world, Vallejo’s poetic place is one of loss, of destitution» (63).
Vallejo está por supuesto en el mundo, cuyos ritmos no se limitan a los del cuerpo
y sus palabras, sino que allí, precisamente, se expresan e implican. El lugar
poético de Vallejo no es el de la pérdida y la destitución, sino el del hallazgo y la
pertenencia radical. De ahí que no quepa en las definiciones de la vanguardia,
que devora.
BIBLIOGRAFÍA
ABONNE AMESTOY, Lida. «Trilce IX: Bases analíticas para una poética y
una antropología literaria. INTI: Revista de Literatura
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1
«Riva-Agüero desde el umbral», Estudios de Historia peruana. La conquista y el
virreynato. Lima: Instituto Riva-Agüero, 1968, p. xvi.
2
Ibídem, p. XVIII.
3
Vargas Ugarte, Manual de estudios peruanistas. Lima: Studium, 1951, p. 10.
del pasado». En tal sentido, censuró que no se practicase «la fiel transcripción
de los textos», como tampoco la valoración de los mismos, o que se dejasen de
«cumplir con negligencia los postulados que prescribe la metodología moderna
para la cabal realización de las obras sobre Historia».4 Se trataba, pues, de una
reacción contra la manera de escribir Historia que por entonces imperaba en
el medio académico peruano.
Esta ruptura con el pasado se hace aún más visible en los escritos
tempranos de Lohmann. Así, en las reseñas que escribió acerca del Diccionario
Histórico-Biográfico de Mendiburu reeditado por Evaristo San Cristóbal,
Lohmann – aún un estudiante de la Facultad de Letras de la Universidad
Católica- corrigió numerosas referencias, complementó la bibliografía e
identificó diversas fuentes documentales. Criticó a San Cristóbal la vaguedad
e imprecisión de sus anotaciones.5 Lejos de limitarse a los personajes de la
colonia, Lohmann llamó la atención acerca de la importancia de consultar
las fuentes hemerográficas para reconstruir la historia del siglo XIX. «En
especial –recomendó a San Cristóbal- debería orientar sus búsquedas en los
periódicos y revistas del pasado siglo, en cuyas columnas colaboró lo más
selecto de la falange de eruditos historiógrafos, que tuvo el Perú de esos
años».6
4
Reseña a Rubén Vargas Ugarte, Historia del Perú (curso universitario), Lima, 1939,
Revista de la Universidad Católica, VII/8-9, noviembre-diciembre de 1939, p.
536.
5
Reseñas a Manuel de Mendiburu, Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. T. V. 2a.
ed., Lima: Librería e Imprenta Gil, 1932, Revista de la Universidad Católica, 1/5,
julio de 1933, pp. 467-469; y Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. T. VIII. 2da.
ed., Lima: Librería e Imprenta Gil, 1934, Revista de la Universidad Católica, II/9,
junio de 1934, pp. 123-125.
6
Reseña a Manuel de Mendiburu, Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. T. IX. 2a.
ed., Lima: Librería e Imprenta Gil, 1934, Revista de la Universidad Católica, II/11,
noviembre de 1934, p. 302.
7
«Raúl Porras Barrenechea, historiador romántico», en Homenaje a Raúl Porras
Barrenechea. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1984, p. 148.
8
«Las relaciones de los virreyes del Perú», Anuario de Estudios Americanos, XVI,
1959, pp. 315-537.
9
Al respecto, véase Guillermo Lohmann Villena. Miembro honorario del claustro. Discursos
y bibliografía. Lima: Universidad del Pacífico, 2004. Contiene una detallada relación
de los libros, artículos y reseñas publicados por Lohmann entre los años 1935 y
2004.
González Prada, sin embargo, más que como poeta es conocido por
sus magistrales ensayos de verbo encendido, preciso y rotundo de sus dos
libros en prosa fundamentales: Pájinas libres (1894) y Horas de lucha (1908),
a los que deben agregarse varios libros póstumos en los que se recoge su labor
periodística y trabajos de índole varia: Bajo el oprobio (1933), Anarquía (1936),
Nuevas páginas libres (1937), Figuras y figurones (1938), Propaganda y ataque
(1938), Prosa menuda (1941) y El tonel de Diógenes (1945). Al hablarse del
González Prada ensayista es imposible separar al hombre. Proveniente de
una familia aristocrática y religiosa, González Prada se caracteriza por un
implacable enjuiciamiento a la oligarquía peruana y una extrema posición
anticlerical. Sustentado en ideas positivistas, propenderá hacia la instauración
de un pensamiento científico que lo lleva a la comprensión de que los humanos
solo poseen el breve lapso de su paso sobre la tierra. Es necesario, pues, lograr
la justicia social aquí y ahora: «No pedimos la existencia; pero con el hecho
de vivir, aceptamos la vida. Asceptémosla, pues, sin monopolizarla ni quererla
eternizar en nuestro beneficio exclusivo: nosotros reímos i nos amamos sobre
la tumba de nuestros padres; nuestros hijos reirán i se amarán sobre la nuestra»,
afirma bellamente en uno de sus ensayos mejores: «La muerte y la vida».
Por lo que vengo diciendo, puede deducirse que para mí todo libro de
o sobre Manuel González Prada es bien recibido porque considero a este
escritor una parte importante de nuestro mejor legado literario.
Nos consta, por otra parte, que Isabelle terminó hace algunos años
una extensa selección de la obra de Manuel González Prada para las
prestigiosas ediciones de Archivos, que auspicia la UNESCO en París,
dedicadas a los grandes clásicos americanos. Isabelle, para la preparación de
su edición de Manuel González Prada, ha revisado publicaciones periódicas
antiguas, ubicado los textos de las primeras versiones escritas, buscado textos
desconocidos, rastreado artículos firmados con seudónimo y consultado el
archivo sobre Manuel González Prada que conserva nuestra Biblioteca
Nacional en el fondo donado por Luis Alberto Sánchez. Además, la
dedicación de Isabelle a la obra de Manuel González Prada ha ido más allá
del simple estudio. Antes de hacerlo ha tenido que fijar los textos de González
Prada rozando, muchas veces, el acto mismo de su creación, y ha alcanzado,
de esta forma, la perspectiva más profunda que puede lograr un crítico literario
que realiza tal tipo de trabajo. Nos encontramos en un momento que, como
bien afirma Isabelle, debe emprenderse la labor científica en la edición de los
textos del Maestro.
Pero solo una breve parte del vasto trabajo emprendido por Isabelle
Tauzin sobre Manuel González Prada se ha editado; en primer lugar, los
Textos inéditos de Manuel González Prada (2001) que con tanto acierto editó
el Fondo Editorial de la Biblioteca Nacional del Perú. Libro por demás
interesante, porque rescata una faceta poco conocida o poco divulgada de
Manuel González Prada, la del narrador pero al que se añaden también
textos de otra ya conocida: la del satírico que se burla de los políticos peruanos.
Es sabido que nuestra zoología política ha sido, y sigue siendo, opulenta en
especímenes del más vario pelaje. En ella, con frecuencia, se hundiría
inmisericorde el fino escalpelo de la sátira de Don Manuel. Luego, debe
mencionarse su edición completa de Baladas por la Pontificia Universidad
Católica del Perú el 2004, en que, por vez primera, se editó este libro de
acuerdo a los designios de su autor.
edición de Isabelle Tauzin de los Textos inéditos de Manuel González Prada del
2001 para contar con nuevos relatos de Don Manuel.
les gusta que les señalen sus defectos. Por otra parte, su pensamiento radical
goza de la poca simpatía de intelectuales conservadores que han dezplazado
su importancia en manuales y antologías. Don Manuel siempre me ha parecido
una figura extraña y casi extranjera entre sus coétaneos. No estamos
acostumbrados en el Perú a la figura de un tribuno que señale nuestros
defectos; aquí se prefiere al zalamero que practica la facilidad del halago.
Existen, por eso, quienes no le perdonan que hace más de un siglo nos
enrostrara nuestros defectos y con esa irremplazable frase lapidaria: «el Perú
es un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus» condensó
uno de los ejemplos más característicos y persistentes de la nacionalidad: la
corrupción. Esta frase para los que nos ha tocado vivir tan de cerca las
consecuencias de ella, suena tan fresca y tan actual que podría haber sido el
titular de un periódico reciente. Con ese modo simple que a veces tenemos
los peruanos de ver las cosas, se prefiere echar la culpa al acusador de nuestros
propios defectos y a nuestra incapacidad e imposibilidad de corregirnos. Se
prefiere, por eso, al satírico que, aun cuando habla en serio, prefiere enmascarar
con la risa o la carcajada su atrevimiento de bufón. Las verdades expresadas
en forma directa por lo general le duelen mucho a quien las recibe sobre todo
si es peruano. Si muchas veces Manuel González Prada puede ser una figura
discutible, nunca lo fue por su falta de estudio, de meditación o de genuina
honestidad. El día en que seamos capaces de corregir los defectos que Manuel
González Prada señaló sobre nuestras frentes, quizá tengamos posibilidades
de sobrevivir.
1
Luis Alberto Sánchez, El señor Segura, hombre de teatro, passim. (Lima, Editorial
P.T.C.M. 1947). En la segunda edición de esta obra (Lima, Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, 1976), Sánchez no proporciona información nueva al
respecto.
2
Una gloria nacional. Manuel Ascensio Segura. [En:] La Prensa. Lima, 9 de
noviembre de 1913.
3
Nota final. [En:] Luis Alberto Sánchez, El señor Segura hombre de teatro. Segunda
edición. Pág. [237] La Nota final citada lleva como fecha 13 de noviembre de 1947:
por razones que se desconocen, la Nota final no se publicó en la primera edición del
libro, que aparece concluido en Magdalena del Mar, Lima, en noviembre de 1947,
aunque el colofón indica que se terminó de imprimir el 15 de enero de 1948.
4
En ambas ediciones, Sánchez inicia el capítulo II de su biografía con el siguiente
texto: «Manuel Ascensio Segura y Cordero, el chafado cadete (o sargento) nació en Lima
¿Cuándo nació Segura? Es fácil –y sería casi lógico- argüir que, ante
la declaración del propio Segura que señala haber nacido el 25 de mayo de
1805, no cabe comentario adicional alguno. Sin embargo, tratándose de tres
testimonios orales quizás convenga ponderar el valor de cada uno.
6
Manuel Zanutelli Rosas, Periodistas peruanos del siglo xix. Itinerario biográfico.
(Lima, Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de
San Martín de Porres, 2006). Pág. 336
título de cada comedia aparece la fecha en que cada una de ellas se había
estrenado. Es evidente que fue Segura quien entregó a los editores los originales
de las ocho obras que se publicaron y es lógico suponer que también les
proporcionó la información sobre las fechas en que sus obras habían sido
estrenadas. De las fechas que se recogen, una, la de Un juguete, no es
discutible pues la obra sube a los escenarios limeños un par de semanas antes
de que aparecieran los primeros fascículos del Teatro de Segura. Pero aquí
viene lo extraño: cinco de las fechas de estreno de las otras siete obras están
equivocadas (y el error se mantiene en la edición de los Artículos, poesías
y comedias de Segura de 1885).
Eugenio Chang-Rodríguez
Academia Norteamericana de la Lengua Española
YANACONA
Rodolfo Cerrón-Palomino
Academia Peruana de la Lengua
1
Ambas formas alternan desde muy temprano en las fuentes coloniales; así, por
ejemplo, en Betanzos ([1551] 2004), donde encontramos <yanaconas> (cf. op. cit,
I, XI, 89) al lado de <anaconas> (op. cit., I, XVIII, 123), con pluralización
castellana. Fenómenos de aféresis como el ilustrado por la segunda variante no
han sido infrecuentes en la acomodación de los indigenismos dentro del castellano,
pues en los documentos encontramos, entre otros casos seguramente, el del
antropónimo <Opangui> por <Yopangui>, el del nombre étnico de los
<Amparaes> en lugar de <Yamparaes> (Chuquisaca), y el del topónimo
<Chuquiapo> en vez de <Chuquiyapu>, el antiguo nombre de La Paz. La
forma que muestra aféresis ha dado lugar, en más de un caso, a una interpretación
errática del significado. Es lo que ocurrirá con <anacona> que, según Mafla
Bilbao (2003: 144), habría adquirido en el Ecuador «un cambio total en su sentido
semántico (sic)», pues tendría el significado de ‘ponerse la saya’. Nada de eso:
ocurre que en el quechua ecuatoriano anaku-na es un verbo derivado de anaku
‘saya’, que nada tiene que ver con yanakuna.
[...] y ansi los tales seruidores que no estan sugetos á visita sino
que tienen a cargo el ministerio de las haciendas de sus señores
son llamados Yanacuna, y de este nombre usamos el día de oy los
Españoles, con aquellos que nos sirven en casa sin ser Jornaleros ni
Mytayos (resaltado nuestro; cf. Cabello [1586] 1951: cap. 19, 347-
348).
2
Alonso de Ercilla, en nota al Canto III de su obra, a propósito de los yanaconas,
dice que son «indios mozos amigos que sirven a los españoles, andan en su traje,
i algunos mui bien tratados, que se precian mucho de policia en su vestido [...]»,
citado por Lenz ([1905] 1977: 777).
3
Justamente, la amplia documentación colonial del vocablo, con precisiones
importantes que permiten comprender su significado, le hace decir a Araníbar
(1989: 874) que conocemos más del [yanacona colonial que del prehispánico.
4
Véase también Palma ([1895] 1953: 1406). Para un estudio detallado del sistema
del yanaconaje en el Perú, siguiendo su evolución y transformación a través de
la historia, ver el ensayo de Matos Mar (1976: cap. 1), en el que ofrece, además,
un estudio de caso muy ilustrativo referido al valle de Chancay.
5
En relación con la notación de –kuna como <cona>, y en general integrando el
vocablo <yanacona>, hay que señalar que ella obedece a la distinta percepción
de la vocal u por parte de los españoles. En realidad, esta vocal tiene, en
quechua, un timbre intermedio entre la u y la o castellanas, es decir [υ], que el
hispanohablante interpreta preferentemente como o. Ello explica por qué palabras
como <yanacuna> o <mamacuna> pasaron al castellano como <yanacona> y
<mamacona>, respectivamente. Nótese, a este respecto, que los codificadores
del III Concilio Limense y sus seguidores, entre ellos el Inca Garcilaso, canonizan
<cuna> a la par que rechazan <cona>, la forma registrada por el primer
gramático, suscribiéndola sin embargo cuando se trata de su uso en los préstamos
tomados del quechua.
que sólo pluraliza los nombres animados, mas no los inanimados. Pero, de
manera más interesante, observa que
6
Pruebas de tal uso los da en varios pasajes de su obra, como cuando observa, por
ejemplo, que «para dezir hijos en plural o en singular, dize el padre churi y la
madre uaua» (op. cit., IV, XII, 201-202).
Pues bien, si comparamos el uso actual del sufijo –kuna con el que
tenía en el siglo XVI no hay duda de que ha sufrido una evolución muy
importante, de tal manera que hoy día, completamente gramaticalizado,
sólo indica pluralidad, libre de la restricción señalada por el gramático
sevillano. Es más, los ejemplos de pluralización por reduplicación ofrecidos
por el jesuita anconense resultan sencillamente inusitados en la actualidad7.
En tal sentido, no es aventurado sostener que el proceso de gramaticalización
que afectó al sufijo mencionado, todavía en sus inicios en tiempos
prehispánicos, fue acentuándose gracias a la labor codificadora de los
gramáticos de la colonia, consolidándose por influencia del castellano.
7
Lo que no significa que el procedimiento haya desaparecido de la lengua, ya que,
como lo advertía el propio gramático en su momento, se lo sigue empleando, sobre
todo con los «nombres collectiuos, que significan muchedumbre de vn genero»
(op. cit., ibidem).
8
Lo dicho por el cacereño es, en verdad, un eco de lo que encontramos en el
Vocabvlario del Anónimo, del cual se sirve, como de una plantilla, para elaborar
el suyo. Dice el jesuita anónimo, a propósito de <yanacuna> «los criados, tomase
en singular, por el criado, como mamacuna», es decir, «las mamaconas matronas,
y en singular por cada vna dellas» (cf. Anónimo 1586).
9
El quechua registraba, sin embargo, un verbo <yana-> ‘probar’ (cf. Torres Rubio
[1619] 1754: 106), que obviamente constituía una raíz diferente, y que, actualmente,
no parece tener uso.
10
Dicho sea, de paso, que mientras que el sufijo quechua sigue siendo productivo,
el correspondiente aimara parece haberse tornado obsoleto ya.
11
Arriaga, el célebre extirpador de idolatrías, lo consigna, sin embargo, como
<pachacac> (es decir pacha kaq), con el significado más restringido de «mayordomo
de las chácaras de las huacas» (cf. Arriaga [1621] 1999: XV, 131).
12
El cronista Murúa nos precisa: «delante de Vilcas» (p. 98). Paz Soldán (1877)
registra una localidad, concretamente una hacienda, <Yanayacu>, en
Socosvinchos, Huamanga. Sin duda estamos ante el mismo referente aproximado.
13
Lamentablemente la autora no explica el cambio del nombre de la autoría en
referencia, pero todo indica que la fuente de la explicación mencionada proviene,
en efecto, del mismo Torero, pues una información gramatical como la manejada
difícilmente pudo provenir de un quechuista aficionado. Por lo demás, descartamos
que estemos aquí ante un posible pseudónimo que podría haber empleado el
lingüista peruano.
14
Adviértase, además, que la derivación postulada por Torero resulta agramatical
por doble partida, ya que la forma derivada, para ser empleada como un nombre,
habría requerido precisamente de un nominalizador, que en este caso tendría
que haber sido el agentivo –q, de manera de tenerse algo como *yana-ya-ku-q.
Admitamos, sin embargo, que en derivaciones semejantes, como en el caso de
<haravicu>, tal parece que la marca agentiva podía caer, especialmente en
labios de los españoles.
15
Recordemos que tanto en quechua como en aimara el pase de un topónimo a
gentilicio se hace de manera automática, sin la intervención de sufijos, a diferencia
de lo que ocurre en castellano. De manera que qusqu runa o punu haqi se traducen
al castellano como ‘gente cuzqueña’ y ‘gente puneña’, respectivamente.
16
De hecho, no han faltado historiadores que hayan relacionado semánticamente
la voz yana ‘criado’ con su ahora homófona yana ‘negro’, en vista de que los
esclavos traídos por españoles eran negros. Dicha asociación es tal vez la
responsable de que la institución misma del yanakuna haya sido interpretada, por
algunos historiadores, como equivalente de esclavitud.
Cerrón-Palomino y Ballón Aguirre 2007)17. Sin embargo, tal parece que ello
no ocurrió necesariamente en las otras lenguas con las que el quechua entró
en contacto.
17
Aparte de las lenguas andinas, la voz también ingresó en el amuesha, como lo
señala Adelaar (2007: 295), bajo la forma de yenp.
18
La forma en que de la Carrera la introduce en su tratado sugiere que la voz
<yanà> portaba vocal larga final, es decir habría sido [yana:], como ya lo advertía
Rowe. Desgraciadamente, los conocimientos que se tienen de la fonología de la
lengua son tan limitados que no es posible entrar en detalles como los necesarios
para explicar los procesos de adaptación de los préstamos.
19
Para complicar el panorama, ocurre sin embargo que el jacaru consigna igualmente
<yanha> para ‘negro’. Que en este caso también el modelo quechua pudo haber
sido *yanaq lo estaría probando el hecho de que no faltan topónimos que tienen
esa forma, es decir <Yanaq>, tal como lo hemos estudiado en Cerrón-Palomino
(2005: § 1). De esta manera, yanaq ‘negro’ se opondría perfectamente a yuraq
‘blanco’.
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Dora Sales Salvador). 2006
1
Han aparecido varias ediciones críticas en países latinoamericanos.
2
Dora Sales Salvador, Puentes sobre el mundo: Cultura, traducción y forma literaria
en las narrativas de transculturación de José María Arguedas y Vikram Chandra,
Berna/Nueva York/Frankfurt; Peter Lang, 2004.
3
Rosario Castellanos, Balún Canán (1957), ed. Dora Sales Salvador, Madrid:
Cátedra, 2004.
4
Concretamente, de los cuatro Evangelios más las Actas de los Apóstoles.
Aves sin nido fue la primera obra de ficción de una autora que hasta
entonces se había especializado en textos breves de carácter costumbrista. Le
siguieron dos novelas más, Índole (1891) y Herencia (1893), pero es la primera
la que siempre le ha valido la mayor consideración. La recepción de Aves
resultó ser, desde el inicio, polémica; si bien por un lado le mereció a la autora
una carta personal de apoyo del entonces Presidente de la República, Andrés
Avelino Cáceres, por otro lado la reacción de la jerarquía eclesiástica no
pudo ser más negativa. Todo llegó a un punto de crisis en 1890, cuando salió,
en El Perú Ilustrado (cuya redactora era Clorinda), “Magdala”, relato del
escritor brasileño Henrique Maximiano Coelho Neto, que sugería un posible
enlace no muy platónica entre Jesús y María Magdalena. La iglesia católica
acabó por imponer una serie de represalias contundentes: Matto fue
excomulgada y forzada a dimitirse del puesto de redactora, y, extendiéndose
la venganza a su novela que en un principio no tenía que ver con el caso,
Aves sin nido fue colocada en el temido Índice de libros prohibidos del Vaticano.
Incluso la quemaron en efigie en las calles de Arequipa y Cuzco. Clorinda
aguantó en Perú hasta 1895, año en que, después de otro incidente grave (se
saqueó la imprenta de mujeres que llevaba gestionando desde 1892), se
exilió a Argentina (fue allí, en Buenos aires, donde terminó sus días), y,
siempre creyente, se acercó al culto protestante, llegando a tejer lazos íntimos
con la American Bible Society estadounidense.
¿De qué, entonces, trata esta novela para que haya provocado
reacciones tan extremas? La respuesta se halla sin lugar a dudas en su propio
entramado. La historia se ubica principalmente en Killac, pueblo inventado
modelado sin duda según la localidad real de Tinta, en el departamento del
Cuzco (donde vivió la pareja Turner), y en los últimos capítulos en una
imponente ciudad, que no se nombra pero que es evidentemente Lima. Se
trata de una ficción perteneciente al género realista, si no naturalista, que
nos cuenta una voz narradora de tercera persona, de tipo omnisciente-
didáctico, voz que podemos identificar, a grandes rasgos, con la de la propia
autora. Teniendo en cuenta que se trata de una novela socialmente
comprometida, no es de extrañar el que los personajes se dividan, de una
forma casi maniqueísta, entre “buenos” y “malos”; por un lado, los indígenas
víctimas de la opresión y los blancos liberales que asumen su defensa; por
otro, los representantes del poder administrativo y clerical.
Los agentes principales del entramado son una joven pareja de cariz
liberal y reformista, don Fernando Marín, gerente de una empresa minera, y
su esposa Lucía, recién llegados al pueblo. Traban amistad con otra pareja del
mundo subalterno, los indígenas Juan y Marcela Yupanqui, que viven en
una humilde choza. Esta voluntad de superar las normas sociales les merece
un duro castigo de parte de las autoridades, encabezadas por el gobernador y
el cura, quienes montan un asalto por interposición a la casa de los Marín, del
cual posteriormente culpan a otro indígena, el campanario Isidro Champí,
que acaba en la cárcel. El asalto deja a Juan y Marcela mortalmente heridos,
y el matrimonio Marín adopta a sus hijas, las ahora huérfanas Margarita y
Rosalía, las “aves sin nido” del título. Los Marín siguen viviendo un acoso
permanente hasta que deciden marcharse de Killac. Mientras tanto y no
obstante, Manuel, un joven idealista que ha crecido en casa del gobernador
como su hijo, se enamora de Margarita. Su pasión se ve correspondida, y así
se vislumbra la posibilidad de un mestizaje étnico y cultural que ayudaría a
superar las barreras. Todos se ponen de acuerdo en que la pareja Marín
viajará a Lima con sus hijas adoptivas, y que Manuel se unirá pronto con ellos
con vistas a concretar su noviazgo con Margarita. El viaje de los Marín se
complica por un dramático descarrilamiento de tren del cual se salvan por un
pelo, pero finalmente todos se encuentran con Manuel en un hotel limeño.
Es en este momento cuando se produce la cruel revelación que remata la
historia: se descubre que Manuel es en realidad no el hijo del gobernador
sino el hijo natural de fallecido obispo de Killac, que Margarita es también
hija natural del mismo eclesiástico, que el muy respetado obispo había abusado
cínicamente de las madres de ambos jóvenes, y que así Margarita se quedará,
irremediablemente, como una desamparada “ave sin nido”.
5
Parece que bajo estas siglas se esconde el nombre de J. G. Hudson (Sales,
Introducción, 33n).
por otro lado empañando ese mismo mensaje, sin duda considerado como
excesivamente radical. Afortunadamente, la labor de Lindstrom ha permitido
que el lector anglófono de nuestros días se pueda acercar a la obra de Matto
sin esas distorsiones.
Juan, es la propia Lucía la que declara: “¡Pobre Juan! ¡pobre Marcela! ahora
que la desventura nos ha hermanado, mis afanes serán para ella, y sus hijas”
(Aves sin nido, 150), como también cuando, un poco más tarde, el mismo
personaje afirma a su marido: “Para mí, no se ha extinguido en el Perú esa
raza con principios de rectitud y nobleza, que caracterizó a los fundadores
del imperio conquistado por Pizarro” (153-154). Así, se confirma la lectura
que propone la editora del personaje de Lucía –y a partir de ella, de la propia
autora– como defensora, pese a sus orígenes de clase, tanto de las mujeres de
otra clase social, con las cuales se siente hermanada, como de la nobleza de la
tan minorizada gente autóctona de su país.
Por otro lado, y sin negar de manera alguna el gran valor de los
planteamientos de la editora en los aspectos arriba mencionados, nos parece
lícito hacer hincapié en ciertas otras facetas del libro de Matto que no vienen
enfatizadas en el aparato crítico de esta edición, y que a pesar de ello pueden
surgir como útiles para la mayor comprensión del texto. Nos referimos a la
manera en que Clorinda trata, por un lado, la cultura popular o tradicional
andina, y, por otro y como fuerza contrapuesta a ésta, la tecnología moderna
o globalizante en sus moldes decimonómicos.
aspectos del retrato, desde luego mucho más amplio y elocuente, que
posteriormente se haría de la cultura popular andina en la obra de José María
Arguedas.
(Christopher Rollason).
6
Mulk Raj Anand. Untouchable (1935). Harmondsworth; Penguin, 1940.
REGISTRO
Christopher Rollason
Licenciado en Filología Inglesa en el Trinity College, Cambridge (Inglaterra)
(1975). Se doctoró en la Universidad de York (Inglaterra) en 1988. Hoy
trabaja como traductor. Antiguo docente de la Universidad de Coimbra
(Portugal), ha colaborado en los últimos años con las Universidades de Bologna
(Italia), Vigo y Córdoba (España), Caen (Francia), y Surrey (Inglaterra), y,
en la India, la Kakatiya University (Warangal), CIEFL (Hyderabad), y la
Jawaharlal University (JNU), Nueva Delhi, donde fue Profesor Visitante en
marzo de 2006. Es especialista en temas de literatura india de habla inglesa:
entre sus publicaciones en dicho ámbito cuenta con artículos sobre Salman
Rushdie, Vikram Seth, Vikram Chandra, Amitav Ghosh y Manju Kapur,
además de ser el editor lingüístico de la Atlantic Literary Review (Delhi).
Ha editado ‘Modern Criticism’ (con Rajeshwar Mittapalli, 2002) y ‘Postcolonial
Feminist Writing’ (monógrafico con Dora Sales Salvador, 2003). Es socio de
AEDEAN (Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos).