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ISSN 0567-6002

ACADEMIA PERUANA DE LA LENGUA

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I
Boletín N

43
Lima
2007
BOLETÍN DE LA
ACADEMIA PERUANA
DE LA LENGUA

Vol. 43, Nº 43

Enero – Junio 2007


Lima, Perú
Boletín
BOLETÍN DE LA
ACADEMIA PERUANA DE LA LENGUA

Lima, 1º semestre de 2007 Vol. 43, Nº 43

Consejo Directivo de la Academia Peruana de la Lengua


Presidente: Marco Martos Carrera
Vicepresidente: Rodolfo Cerrón-Palomino
Secretario: Ismael Pinto Vargas
Censor: José Agustín de la Puente Candamo
Tesorero: Ricardo Silva-Santisteban Ubillús
Bibliotecario: Carlos Eduardo Zavaleta

Académicos de Número

Luis Jaime Cisneros Vizquerra (1965)


Estuardo Núñez Hague (1965)
Francisco Miró Quesada (1971)
Martha Hildebrandt Pérez Treviño (1971)
Mario Vargas Llosa (1975)
Carlos Germán Belli de la Torre (1980)
José Agustín de la Puente (1980)
Enrique Carrión Ordóñez (1980)
José Luis Rivarola Rubio (1982)
Manuel Pantigoso Pecero (1982)
Rodolfo Cerrón-Palomino (1991)
Jorge Puccinelli Converso (1993)
Javier Mariátegui Chiappe (1994)
Gustavo Gutiérrez Merino Díaz (1995)
Fernando de Trazegnies Granda (1996)
Fernando de Szyszlo Valdelomar (1997)
José León Herrera (1998)
Carlos Eduardo Zavaleta (1999)
Marco Martos Carrera (1999)
Ricardo González Vigil (2000)
Edgardo Rivera Martínez (2000)
Ricardo Silva-Santisteban Ubillús (2001)
Ismael Pinto Vargas (2004)
Eduardo Hopkins Rodríguez (2005)
Salomón Lerner Febres (2006)
Académicos Correspondientes

a) Peruanos: b) Extranjeros:
Américo Ferrari Bernard Portier
Alfredo Bryce Echenique Günther Haensch
Luis Loayza André Coyné
José Miguel Oviedo Germán de Granda
Fernando Tola Mendoza Reinhold Werner
Armando Zubizarreta Ernest Zierer
Luis Enrique López James Higgins
Rocío Caravedo Giuseppe Bellini
Eugenio Chang Rodríguez Marius Sala
Julio Ortega Wolf Oesterreicher
Pedro Lasarte Justo Jorge Padrón
Juan Carlos Godenzzi Humberto López Morales

Académicos Honorarios
Alberto Benavides de la Quintana
Johan Leuridan Huys

Comisión de Gramática
Coordinador Rodolfo Cerrón-Palomino
Luis Jaime Cisneros Vizquerra
Jorge Iván Pérez Silva
Carlos Garatea Grau

Comisión de Lexicografía y Ortografía


Coordinador Marco Martos Carrera
Martha Hildebrandt Pérez Treviño
Carlos Eduardo Zavaleta
Luis Alberto Ratto
Héctor Velásquez Chafloque
Aída Mendoza Cuba
Ana Baldoceda Espinoza
Marco A. Ferrell Ramírez
Luis Andrade Ciudad
Isabel Wong Fupuy
Oscar Coello Cruz
Gloria Macedo Janto

Suscripciones: Roberto Vergaray Arias


BOLETÍN DE LA ACADEMIA PERUANA DE LA LENGUA

B. APL Vol. 43, Nº 43, ISSN: 0567-6002 Enero-Junio 2007

CONTENIDO

ARTÍCULOS
Luis Jaime Cisneros. Releyendo a Gustave Guillaume 9

Julio Calvo Pérez. Marcas comerciales y proyección lexicográfica


en el español del Perú 25

Carlos Arrizabalaga Lizárraga. Americanismos en la Descripción


geográfica del partido de Piura de José Ignacio de Lecuanda (1793) 51

Marco Martos Carrera. Tradición y modernidad en la poesía de


Carlos Germán Belli 89

Alan E. Smith. La palabra genital de Trilce XIII, de César Vallejo 107

NOTAS
Pedro Guibovich Pérez. Guillermo Lohmann Villena en
perspectiva histórica 119

Ricardo Silva-Santisteban Ubillús. Manuel González Prada:


Escritor de dos mundos 125

Alberto Varillas Montenegro. La fecha de nacimiento


de Manuel A. Segura 137

Eugenio Chang-Rodríguez. José Juan Arrom (1910-2007):


In memoriam 143
ONOMÁSTICA ANDINA
Rodolfo Cerrón-Palomino. Yanacona 149

RESEÑA 173

REGISTRO 185

DATOS DE LOS AUTORES 187


B. APL, 43. 2007 (9-23)

RELEYENDO A GUSTAVE GUILLAUME

RELISANT GUSTAVE GUILLAUME

Luis Jaime Cisneros


Academia Peruana de la Lengua

Resumen:
Una relectura de Guillaume permite al autor repasar algunas de sus
concepciones básicas acerca de la langue, un conjunto de unidades potenciales
del lenguaje y su expresión en el discours. A diferencia de otros pensadores,
para Guillaume, afirmar que la lengua es un sistema significa evocar en un
marco estático un fenómeno de naturaleza cinética, mediante el cual, de un
estado de reposo inicial se estaría pasando a otro final, el texto, mientras que
entre uno y otro está el discours. Guillaume nos dice que la lengua es un
sistema de sistemas, con pequeños sistemas ligados por una coherencia interior
y, al mismo tiempo, a una ley superior que asegura una coherencia general.

Résumé:
Une relecture de Guillaume permet à l’auteur de revoir quelques-unes de
ses conceptions essentielles à propos de la langue -un ensemble d’unités
potentielles du langage et son expression dans le discours. Contrairement à
d’autres penseurs, pour Guillaume, affirmer que la langue est un système
signifie d’évoquer, dans un cadre statique, un phénomène de nature
cinétique, grâce auquel l’on passerait d’un état de repos initial à un autre
final: le texte; alors que, entre l’un et l’autre, se trouve le discours. Guillaume

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LUIS JAIME CISNEROS

nous dit que la langue est un système de systèmes, avec de petits systèmes
liés par une cohérence intérieure et, en même temps, assujettis à une loi
supérieure assurant une cohérence générale.
Palabras clave:
Gustave Guillaume; langue y discours; cinetismo.
Mots clef:
Gustave Guillaume; langue et discours; cinétisme.

Es cosa archisabida que todo lo que podemos actualizar en el plano


del discurso está previsto en langue. Guillaume nos propone tener a un ver en
nuestro primer plano de consideración. Este ‘ver‘ nos conducirá a un
conceptualizar (un grado primero del comprender, digamos un vislumbrar),
que nos enfrenta a un ver mental, raíz de todo comprender. Ambos esclarecen
de modo distinto el objeto de conocimiento y constituyen operaciones
exigentes de muy buena observación. Es verdad que ambos tipos de
observación son simultáneos, pero esta simultaneidad supone la posibilidad
que tiene el investigador de colocarse en uno de esos puntos de vista: el
primer ver nos esclarece un campo (el comprender inicial), que es el
antecedente (y el apoyo) del ver mental, que conduce al comprender 2.

Guillaume define a la langue como un conjunto de unidades


potenciales de lenguaje, que se hallan a permanente disposición del hablante
(en quien habitan perdurablemente, a fin de que pueda servirse de ellas
para construir, por su intermedio (…) unidades de efecto no perdurables».
Un acto de lenguaje, fruto de esta construcción es, así, real pero efímero.

El cinetismo

Cuando estamos ante un acto de lenguaje, estamos pasando de un


estado de reposo inicial (es decir, sin actividad lingüística) a un segundo
estado de reposo final (de transactividad lingüística). Como desarrollo entre
uno y otro estado de reposo se extiende el discours, como producto del cual
queda el texto para el reposo final. Por eso habla Guillaume, a propósito del
discours, de un cinetismo de transición, que se ilustra con este gráfico:

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RELEYENDO A GUSTAVE GUILLAUME

Langue Acto de lenguaje hacia Discours


dgnjmiS el, érgwn
enérgeid
Estatismo Estatismo
inicial Cinetismo de transición final

El gráfico podría modificarse, en beneficio de las tesis aristotélicas, y


en beneficio del mismo Guillaume. En el estatismo inicial, en pleno dominio
de langue, reconociéramos la dgnjmiS de Aristóteles: el lenguaje en
movimiento potencial alerta. En el transcurso de la transición se hallaría la
enérgeid, el movimiento lingüístico en plena realización de su función y su
destino. Y en el estatismo final estaría lo dicho, el texto, el érgwn que, como
Aristóteles explica en su Physica (cap. 3), no es entelequia. En concreto:
langue y discours son conceptos opuestos: el discours es una realidad que tan
pronto puede estar ausente como presente; langue, en cambio, tiene presencia
continua (cuando dormimos, ahí está en pleno reposo). Si el discours es un ser
concreto, que no necesita ser analizado para ser observado (los sentidos nos
bastan para saberlo presente o ausente), la langue es una entidad abstracta
que escapa a toda observación directa. Su presencia permanente está
denunciada implícitamente por la presencia intermitente del discours; se
halla implícita en él, y esta implicancia es obligatoria, no la podemos negar. Si
así no fuera, habría que admitir que inventamos el lenguaje a medida que
vamos hablando. Ocurre que no lo inventamos, sino que nacemos insertos
en él; nos transmitimos los idiomas y no tenemos modo de rechazar esa
herencia.

¿Qué significado podemos derivar de todo esto? Sencillamente, que


la langue es anterior a quienes lo poseen y la hablan. Anterior a los usos
momentáneos que hacemos. Oigamos a Roch Valin:

«A la anterioridad diacrónica de la langue frente al discours se


añade una anterioridad sincrónica obligada, consecuencia de la
primera. En virtud de ello, en el tiempo operativo (TO) que soporta

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LUIS JAIME CISNEROS

el acto de lenguaje, la langue es forzosamente preexistente al


discours» (Introduction, I, 34)

O sea, la langue «es la posibilidad de expresar en lenguaje articulado


lo que combinamos momentáneamente». Para Guillaume, la langue es
claramente dgnjmiS y contiene (virtual y provisoriamente) al lenguaje
efectivo; el discours es, así, la garantía de la enérgeij. Se trata de una
relación semejante a la existente entre la condición y la consecuencia, o a la
existente entre lo potencial y la articulación del sonido en cadena. Bueno es
reparar que la langue no está hecha: siempre la hallamos en plena actividad,
en pleno estarse haciendo (modificándose, recreándose). Solamente existe
–como afirma Coseriu- como «técnica y modalidad del hombre». Por eso
Coseriu afirma que «el hablar es actividad creadora, libre y finalista» (Sistema,
norma y habla, 37). Es libre, porque del hablante depende hablar o callar; y es
finalista, porque el hablante decide qué decir, y cómo y cuándo decirlo. Y es
actividad creadora «porque los actos de habla son siempre creaciones
inéditas». Conviene a Guillaume precisar así la distinción langue-discours:

«La langue existe en nous en permanence; et son existence est


indépendante, dans le sujet parlant, de l’usage qu’il en peut faire.
Un homme qui parle peu possède en lui la langue au même degré
que celui qui parle beaucoup (…) La langue est donc une
possession permanente de la pensée. Non seulement permanente,
mais silencieuse (…) La langue habite en nous dans le silence de
la pensé» (II, 3)

Y frente a la langue, su idea del discours:

«le discours est une opération momentanée, singulière de l’esprit.


Il se produit dans le moment du besoin, et les constructions qu’il
opère actuellement sous formes de phrases obéissant à des règles
de structure, ne durent qu’un instant. De plus c’est par volonté
que j´accomplis un acte de discours. La possession de la langue
est indépendante à toute volonté» (loc. cit)

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RELEYENDO A GUSTAVE GUILLAUME

¿Es un sistema la lengua?

Esta pregunta conmovió a los asistentes al Congreso de Lingüística de


París, en 1949. Sigue vigente en los laboratorios de la especialidad y en las
cátedras universitarias, y muchas son las maneras de plantear y encarar el
asunto que semejante pregunta promueve.

Saussure fue quien, repitiendo ideas de Meillet, propuso en su Cours


de linguistique générale (1916) que la lengua era un sistema y que debía ser
estudiada en sí misma como tal:

«La lengua es un sistema que no conoce más que su orden propio


y peculiar»1

La afirmación es tajante, aunque rodeada de reticencias; así, no es


totalmente arbitraria y, en tanto que sistema, es algo complejo:

«Una lengua constituye un sistema. Si, como veremos luego, éste


no es el lado por el cual la lengua no es completamente arbitraria
y donde impera una razón relativa, también es éste el punto donde
se manifiesta la incompetencia de la misma para transformarla.
Pues este sistema es un mecanismo complejo, y no se le puede
comprender más que por la reflexión; hasta los que hacen de él
un uso cotidiano lo ignoran profundamente» (Curso, I Parte, cap.
2, 138)

Pero ha de aclararnos seguidamente que «lo arbitrario del signo nos


hace comprender mejor por qué el hecho social es el único que puede crear
un sistema lingüístico» (ibid, Sgda. Parte, cap. II, 193). Insistirá en que no es
completa la arbitrariedad:

1
Cuando cito en español, lo hago por la ed. de Amado Alonso (Buenos Aires,
Losada, 1945). Las citas francesas corresponden a la ed. crítica de Tulio de Mauro
(París, Payot, 1975)

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LUIS JAIME CISNEROS

«Todo lo que se refiere a la lengua como sistema, exige, a nuestro


entender, ser abordado desde este punto de vista, que apenas
cuidan los lingüistas: la limitación de lo arbitrario. Es la mejor base
posible. En efecto, todo sistema de la lengua descansa en el principio
irracional de lo arbitrario del signo que, aplicado sin restricción,
llevaría a la complicación suprema; pero el espíritu consigue
introducir un principio de orden y de regularidad en ciertas partes
de la masa de signos, y ese es el papel de lo relativamente motivado.
Si el mecanismo de la lengua fuera enteramente racional, lo podríamos
estudiar en sí mismo; pero como no es más que una corrección
parcial de un sistema naturalmente caótico, se adopta el punto de
vista impuesto por la naturaleza misma de la lengua, y estudiamos
ese mecanismo como una limitación de lo arbitrario» (Curso, II
Parte, cap. VI, 221)

¿En qué ha consistido el debate sobre el tema? Se ha observado:

«que si c’est une vérité aperçue de la plupart que la langue est un


système (…)une représentation des mohines formels
mécaniquement liés, faisait un tout mécanique cohérent, que l’esprit
emploie à une saisie, qu’il voudrait intégrale du pensable, la preuve
que cette vérité requiert (…) n´avait point été produite» 2

Ofrecer esa prueba se propuso Guillaume a lo largo de sus trabajos.


Para ello recurrió a la observación, que se reclama, en su primera etapa, de
una visión para comprobar, después de la cual se reflexiona sobre lo visto, a fin
de realizar una nueva observación indirecta, basada en un esquema razonado
que permite representarse.

«non pas la réalité patente ou expérimentalement,


scientifiquement, devenue telle (…) mais, plus profondément,
les exigences de théorie auxquelles pour être, une réalité perçue,
quelle qu’elle soit, doit satisfaire» (ibid., 221)

2
Gustave Guillaume, Langage et science du langage (Paris, Nizet, 1964, 221) Cuando
cito a Guillaume en español, en cualquiera de sus obras, asumo la traducción.

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RELEYENDO A GUSTAVE GUILLAUME

Meillet había anunciado, antes que Saussure, su célebre advertencia:


«Chaque langue forme un système où tout se tient et a un plan d’une
merveilleuse rigueur»3. Guillaume no sólo lo recuerda sino que pone de
relieve otra afirmación de Melliet: «La langue a une inmanence et une
trascendance», para proponernos seguidamente una reflexión; si juntamos
ambas afirmaciones comprobaremos que ambas

«font du langage un système à deux niveaux, à la définition


duquel coopèrent deux systématiques superposées opposables,
l’une immanente outrepassée, l’autre transcendante qui
l’outrepasse, par l´effet d’une impulsion dont, compte tenu de ce
qui signifie le mot transcendance, on peut vraisemblablement
conjecturer qu’elle tend (…) à substituer une qualité moindre
laissée en deçà» (ibid., 222)

La respuesta de Guillaume ante la conjunción de las dos afirmaciones


de Meillet es que la lengua «es un sistema de sistemas, un ensamblaje
sistematizado de sistemas»:

«est un système de systèmes – un assemblage systématisé de


systèmes contenants (ayant un contenu propre de positions
intérieures) s’emboîtant les uns dans les autres et qui, inscrits
chacun dans un plan étendu, le plus étendu de tous était celui de
l’assemblage qu’en fait la langue, différente entre eux sous toutes
sortes de rapports, sauf celui de leur forme commune de contenant,
laquelle se répète identique à elle-même, et en réalité invariante,
du plus étendu au moins étendu, de sorte que celle de plus étendu,
la langue, assemblage de tous, serait quelconque au cas où l’on
réussirait à voir en traits nets la forme de l’un de ceux, riche ou
pauvre de substance, qu’elle contienne» (ibid. 223)

Guillaume recurrirá a la categoría gramatical de número para ilustrar


su respuesta a la pregunta planteada. Y ésta es su explicación; por un lado, la

3
A. Meillet, Linguistique historique et linguistique générale. (Paris, Champion, 1948, 1-
18)

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LUIS JAIME CISNEROS

categoría de número opone el plural amplio a un singular estrecho; por el otro


lado, el singular estrecho, al plural amplio. Y con ánimo de satisfacer a una
condición estructural imperativa en toda lengua.

En un trabajo de 19394 recuerda Guillaume que en ninguna lengua


evolucionada podremos evocar una palabra en función únicamente de su
contenido, sino que, inevitablemente, la evocación va adherida a su forma
(sustantivo, adjetivo, verbo, etc.). Así, no hay conejo ni cenicero que sean
solamente eso que nombran sino que también son, y a la vez, sustantivos y
todo cuanto -en tanto que sustantivos- se pueda hacer con ellos en el discurso.
Ningún hablante puede crear una palabra que no sea al mismo tiempo una
clase del discurso. Hay una relación estrecha e indisoluble entre materia y
forma. Afirmar que la lengua es un sistema significa, para Guillaume, evocar
«en un marco estático, un fenómeno de naturaleza cinética». Su afirmación
es tajante al respecto:

«Le vrai est que la langue est, de la périphérie au centre, un


système intrinsèquement itératif, habile, autant qu’il est besoin, à
se répéter mécaniquement au-dedans de lui-même, chacune des
répétitions aussi opérées, dans un mouvement qui est une approche
croissante du centre du système, en traînant la définition d’une
catégorie grammaticale» (238)

¿Cuál es el propósito de tal iteración? ¿Qué busca dentro de sí misma,


y qué utilidad puede derivarse de ello? Guillaume tiene una clara y rotunda
respuesta:

«Il appartient à la langue d´être une saisie intégrale du pensable


en position de matière saisie; ou, pour que cette saisie du pensable
à laquelle la langue est vouée ait l’intégralité requise, il est nécessaire
que le pensable soit appréhendé sous un nombre suffisant de

4
Discernement et entendement dans les langues (recogido en Langage et science du langage,
1964, 87-98)

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RELEYENDO A GUSTAVE GUILLAUME

rapports; le tout premier de ces rapports -le seul qui connaissent


certains idiomes- étant celui de la divisibilité» (238)

En su milenario designio, la lengua tiende a incrementar de modo


suficiente el número de relaciones tras las cuales se manifiesta lo pensable y
aspira, por consiguiente, a agregar a tales relaciones (si fuese necesario)
nuevos vínculos a las relaciones en proceso, las cuales, «en la medida en que
se aproximan al centro de la lengua, constituirán una iteración, cargada de
sustancia, de una ya establecida relación» (loc. cit). Ciertamente agregado
de nuevos vínculos constituye un fenómeno histórico muy lento.

Gramática y sistema

Guillaume nos invita a colocar dentro del campo de la gramática


particular muchas situaciones que se creían pertenecer a la gramática general.
Por defectos metodológicos de observación, piensa, que se ha incurrido en
error de planteamiento. Por eso su gran consejo:

«Le linguiste doit rester intimement persuadé que le risque, en


tout état de cause, est grand pour lui, à tout moment, de
méconnaître le caractère demeuré particulier de principes qui, à
première vue, paraissent avoir un caractère de généralité absolue»
(I, 28)5

Ofrece Guillaume varios ejemplos. Para empezar, recuerda que la


distinción entre nombre y verbo «partes fundamentales y antitéticas de nuestro
discurso, -y no del discurso- es una distinción que no está hecha
gramaticalmente por medio de rasgos morfológicos en todas las lenguas». Por
eso le conviene precisar la distinción entre langue y discours:

5
Los textos de Guillaume citados están tomados de Leçons de Linguistique de Gustave
Guillaume, (publiées par Roch Valin), Imp. Universidad de Laval, Québec, 11
tomos; vol. I, 1971; vol. II, 1972; vol. III, 1973.

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LUIS JAIME CISNEROS

«La langue existe en nous en permanence; et son existence est


indépendante, dans le sujet parlant, de l’usage qu’il en peut faire.
Un homme qui parle peu possède en lui la langue au même degré
que celui qui parle beaucoup (…) La langue est donc que
possession permanente de la pensée. Non seulement permanente,
mais silencieuse (…) La langue habite en moi, dans le silence de
la pensée» (II, 3)

Y frente a la langue, el discours. El discurso nos ofrece otro aspecto. Se


trata, para Guillaume, de una operación momentánea y singular del espíritu.

«Le discours est une opération momentanée, singulière, de l’esprit.


Il se produit dans le moment de besoin, et les constructions qu’il
opère, actuellement sous forme de phrases obéissant à des règles
de structure, ne durent qu’un instant. De plus, c’est par volonté
que j´accomplis un acte de discours. La possession de la langue
est indépendante de toute volonté» (ibid., 3)

Esta distinción comporta para Guillaume «un hecho de gramática


general», del que dependen todos los hechos de gramática particular. Y
acude Guillaume al ejemplo del artículo, cuya aparición es un hecho de
gramática particular en algunos idiomas:

«L’article apparaît dans une langue en vertu de la distinction que


fait de mieux en mieux l´esprit du nom en puissance, tel qu’il
existe dans la langue de dehors de tout emploi, et du nom en effet
tel qu’il se produit et se délimite dans le discours. On a pu définir
l’article: le signe de la transition du nom en puissance au nom
d’effet» (ibid., 3-4)

Aclara seguidamente que las lenguas en cuyo sistema se ha creado el


artículo son aquellas «que han limitado la competencia de la categoría de
número a la expresión de la discontinuidad, lo que las obligó a crear una
categoría especial: la del artículo, para expresar lo continuo» (ibid.). Esto
indica que el surgimiento del artículo (aun cuando responda como
antecedente, a un hecho de gramática general, depende, por otro lado, de

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RELEYENDO A GUSTAVE GUILLAUME

un hecho gramatical de carácter muy particular, como es «la reducción de


competencia de la categoría gramatical de número». Esto permite afirmar a
Guillaume:

«la existencia de hechos de gramática general que convocan a


consecuencias para cuya producción se requieren hechos
particulares y particularizantes» (ibid., 4)

Otros hechos de gramática general quedan de relieve: uno de ellos,


de importancia singular:

«C’est que le langage et la langue supposent dans toutes leurs


parties, et sur tous les plans, une suffisante congruence, une
suffisante convenance d’un fait de parole et d’un fait de pensée.
Autrement dit, pour qu’il y ait du langage, et langue sous-jacente,
il est nécessaire qu´un accord étroit soit intervenu entre la parole
et la pensée» (ibid., 4-5)

Aclara Guillaume sobre un hecho adjunto de gramática general:


nunca asistiremos a que un hecho de parole convenga estrictamente a un
hecho de pensamiento. Tras postular que la búsqueda de esta óptima
congruencia constituye el verdadero estímulo de la evolución lingüística,
afirma:

«Una lengua supone una concordancia, maravillosamente


realizada, tras miles tentativas, entre los dos sistemas instituidos:
de un lado, el sistema fonológico; el otro lado, el sistema psíquico.
Y lo que llamamos el genio de la lengua de esta concordancia, este
acuerdo, su grado de éxito. Y hay que repetir, como un principio
que nunca debe perderse de vista, que el hecho lingüístico es
esencialmente el descubrimiento y el mantenimiento de este
acuerdo, siempre insuficiente, entre ambos sistemas: el exterior,
fonológico, (y más generalmente semiológico) y el interior,
psíquico» (ibid., 5)

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LUIS JAIME CISNEROS

En gramática (y esto es claro para Guillaume) no debemos ocuparnos


tanto de las unidades de efecto como de las unidades potenciales. Debemos
tener presente siempre que:

a) «En las lenguas cuyas palabras ofrecen una morfología incorporada


a la unidad potencial, la distinción de nombre y verbo resulta un
distingo primordial, y es una propiedad de la langue reproducida
en el discurso»
b) «En las lenguas de caracteres, como el chino, donde la unidad de
puissance es el mismo signo, portador de una única noción, el
distingo morfológico de nombre y verbo no se da en la langue. Y lo
que asume este distingo opera durante la transición de la langue al
discours. En la lengua misma nada se da» (ibid., 6)

De esto se desprende que en las lenguas surgidas del indoeuropeo la


distinción entre las partes del discurso (y por lo mismo, la de nombre y verbo),
resulta para Guillaume

«un distingo precoz, asegurado de antemano en el plano de la


potencialidad, en tanto que ese distingo resulta tardío en las
lenguas de caracteres, y sólo se da en el mismo discours, fuera de
la langue, y en el transcurso de su empleo» (ibid., 6-7)

Sí es un sistema

En su clase del 21 de marzo de 1947, Guillaume retoma la vieja


afirmación de Meillet y afirma resueltamente:

«Une langue est un système de systèmes. De là vient que chaque


système que la langue contient, et qui constitue en elle un entier,
est assujetti non pas seulement à une loi de cohérence intérieure,
relative à sa propre définition, mais encore à une loi, d’essence
supérieure, selon laquelle la cohérence intérieure recherchée
devra s’accorder avec la cohérence générale du système
d’ensemble» (II, 137)

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RELEYENDO A GUSTAVE GUILLAUME

En la clase del 18 de abril agudizaba su visión, estableciendo


distinciones entre esta doble coherencia:

«l’agencement intérieur d’un système linguistique est assujetti à


une double cohérence: une cohérence qu’on pourrait appeler
cohérence de premier degré, selon laquelle il lui faut ne contenir en
lui aucune partie qui ne s’accorde parfaitement avec toutes les
autres et, globalement, avec leur ensemble» (II, 147)

Para Guillaume, está «recíproca relatividad de las partes» garantiza


la unidad y la cohesión del sistema y le confiere la cualidad de entier
systématique. Frente a esta coherencia de primer grado (en verdad, una
coherencia interior surgida de la aludida relatividad recíproca de las partes
constitutivas), Guillaume opone una coherencia de segundo grado. ¿En qué
consiste esta segunda coherencia? Consiste en que nada existente en un
sistema contenido en langue puede hallarse «en desacuerdo con los otros
sistemas contenidos y, de un modo general, con el sistema global: «el sistema
de sistemas que es la lengua» (II, 147)

Por cierto, esto crea al investigador obligaciones de las que no puede


desvincularse. Por eso Guillaume sentencia: en el espíritu del investigador
debe priorizarse durante el estudio del sistema,

«que dicho sistema, por su constitución interior, está expuesto a


ceder a exigencias, que no son propiamente suyas, pero lo son del
sistema global de la lengua» (II, 149)

Pero hay algo más. Al mismo tiempo que el investigador va cediendo


a tales exigencias, que no proceden de sí mismo, debe ir cuidando su
coherencia interior:

«C’est à dire se construire d’une manière qui concilie cette


cohérence à conserver avec la cohérence inter-systématique
imposée du dehors» (loc. cit.)

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LUIS JAIME CISNEROS

Plantearse la lengua como sistema traía, como vemos, sus bemoles.


En su clase del 7 de junio de 1945, Guillaume evocó algunos momentos de su
formación lingüística, cuanto tuvo que seguir la tendencia a centrarse en el
sistema en sí mismo, sin atender a antecedente alguno del pasado, y sin
advertir cuánto había en dicho método de excesivo. Interesa rememorar su
reflexión: esa reflexión no debe desatenderse al necesario vínculo entre
sincronía y diacronía. Oigamos sus palabras: acaba de admitir que un sistema
es algo que se basta a sí mismo y que se explica por su propia ley constitutiva;
y agrega seguidamente:

«mais la cohérence que s’y marque n’en demeure pas moins


une émanation d’une cohérence différente antérieurement
établie».

Su experiencia es la que lo lleva a profundizar:

«Et mon expérience de ces toutes dernières années est que la


reconstitution analytique des systèmes (…) exige, pour être
menée à bien, que l’on prenne une vue de ce qu’a été la
transformation des systèmes sur l’axe des successivités (…). On
voit par-là que le divorce de la synchronie et de la diachronie est
une situation qui ne doit pas, en bonne méthode, se prolonger
puisque l’étude approfondie de ce qui se passe sur l´axe de la
diachronie conduit à y voir des synchronies en formation, dont il
est nécessaire de prendre un profil sur l´axe des états auquel on
rapportera historiquement -sur l´axe des successivités- d’autres
profils antécédents ou conséquents» (I, 22)

En su clase del 5 de marzo de 1948 desarrollará Guillaume la idea de


que toda lengua es la suma «interiormente sistematizada, de las relaciones
que se han instituido en ella entre las aportaciones históricas» (III, 129). En
el transcurso de su exposición, Guillaume arriesga la siguiente interpretación
de un «estado de sistema»:

«Un système, en forte instante de définition continue, sollicitera


avec une force égale, la venue d’accidents propices à

22 B. APL 43(43), 2007


RELEYENDO A GUSTAVE GUILLAUME

transformation; et cette sollicitation instante, insistante, aura pour


effet sinon expressément de faire naître ces accidents, tout au
moins (…) de faire que chacun de ceux qui passent sera scruté
avec une perspicacité pénétrante…) (III, 131)

El 12 de marzo de ese año 48, Guillaume admite que una lengua es,
«en todo momento en su devenir histórico», un determinado orden de
relaciones, que son el fruto de «aportaciones históricas conservadas». Y afirma
que una definición de esta naturaleza tiene el mérito de constituir.

un précieux et juste départ entre ce qu’il convient d’attendre de


la science historique du langage et ce qu’il convient de ne pas
attendre d’elle» (III, 139)

Concluye Guillaume expresando que lo que nunca nos revelará la


historia del lenguaje (porque es ajeno a su competencia) «c’est ce qui a trait
aux rapports institués entre les apports historiques constitutifs» (loc. cit.).

A partir de 1948, se advierte en Guillaume una preocupación creciente


por vincular el sistema de la lengua con la relación entre la estructura
semiológica y la estructura psíquica. Es claro para él que el hablante toma
conciencia de los hechos psíquicos a través de hechos semiológicos. En suma,
el sistema es fruto «de la relatividad recíproca de los signos, en virtud del fin
que les está asignado, que no es otro que el de mostrar el sistema psíquico del
que constituyen el lado representativo» (I, 87)

En su clase del 23 de mayo de 1950 establece la diferencia entre la ley


que rige la estructura psíquica y la que rige la estructura semiológica. Y
explica cómo el desconocimiento de tal principio ha hecho que el sistema sea
el significado (IV, 1974, 131-138).

B. APL 43(43), 2007 23


Boletín
B. APL, 43. 2007 (25-49)

MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN


LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ*

MARQUES COMMERCIALES ET UNE PROJECTION


LEXICOGRAPHIQUE EN ESPAGNOL DU PERÚ

Julio Calvo Pérez


Universitat de València

Resumen:
El lenguaje nos sorprende con frecuencia. Una de esas veces es cuando el
nombre de un producto, la marca, puesta caprichosa o motivadamente a
éste, pasa a nombrar genéricamente al propio producto. Es el caso de Colinos,
marca de pasta dentífrica que sirve para identificar el producto sin más,
escrita con minúscula: Colinos. El fenómeno contrario es aquel en el que la
nominación general en minúscula, caso de libertador, pasa a identificar a
uno de sus representantes como el más emblemático o prototípico, escrito
con mayúscula (El Libertador = Bolívar). Entonces se produce una
antonomasia. En el castellano del Perú son varias las decenas de ejemplos de
este fenómeno que hemos podido recoger para la elaboración de este artículo.

Résumé:
Le langage nous surprend fréquemment. L’une de ces fois est quand le nom
d’un produit, la marque, mise plus ou moins capricieusement, est utilisée de
façon générique pour nommer le produit proprement dit. C’est le cas de
Kolinos, marque de la pâte dentifrice qui sert à identifier le produit sans plus,
écrite avec minuscule: kolinos. Le phénomène contraire se produit quand la
nomination générale en minuscule, cas de libérateur, se met à identifier l’un

B. APL 43(43), 2007 25


JULIO CALVO PÉREZ

de ses représentants comme le plus emblématique ou proto-typique, écrit


avec la majuscule (Le Libérateur = Bolívar). Alors, une antonomase se
produit. En espagnol du Pérou, il y a des dizaines d’exemples de ce phénomène
que nous avons pu reprendre pour l’élaboration de cet article.

Palabras clave:
Castellano del Perú; marcas comerciales; la antonomasia.

Mots clef:
Castillan du Pérou; marques commerciales; l’antonomase

1. Concepto de antonomasia y otros afines

Resulta frecuente encontrar ejemplos semánticos en que el nombre


propio de una ciudad, de un país, de una marca comercial, etc., se transforma
en nombre común, con lo que deja de nombrarse un ente particular, que
pertenece al mundo enciclopédico, para denominar una entidad general,
común, que por antonomasia, pasa a tener «derecho» reconocido en los
diccionarios de lengua. Hay colonia, que nombra a un agua olorosa o a una
«cinta de seda, lisa, de dos dedos de ancho poco más o menos» (DRAE, 22ª),
o coñac, que es «aguardiente de graduación alcohólica muy elevada»; existe
sucre, que es el nombre de la moneda de Ecuador, en honor al héroe de la
independencia americana del mismo nombre; se dice un potosí para nombrar
esa riqueza extraordinaria con que se comparan las célebres minas de plata
de Bolivia o se afirma que un chihuahua es un perro de cierta raza, pequeño
y sin pelo, cuyo nombre deriva del homónimo estado de México de donde
procede. Los nombres de esta clase podrían multiplicarse: un oporto, támpax,
mi Dulcinea, pisco…1

1
Además, son usuales en cualquier lengua: en inglés jeep (de donde ha pasado al
español) o Bard (por Shakespeare); en alemán, como zeppelin, universal, o Kärcher,
que ha penetrado al francés: «Kärcher es la marca comercial de un aparato
industrial de alta potencia que se utiliza para limpiar lugares insalubres lanzando
agua a presión y luego aspirándola. En Francia, la palabra karcher -sin diéresis-

26 B. APL 43(43), 2007


MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

Hemos dicho que la acción generalizante se realiza por antonomasia,


la cual es una sinécdoque en que lo particular identificado asume lo general
o viceversa: un judas es un traidor y podría incluso seguir escribiéndose con
mayúscula si le diéramos la suficiente relevancia, pero el Apóstol es San
Pablo incluso sin haber vivido en coetaneidad con el Salvador (otra
antonomasia). De modo que los dos vectores se complementan
referencialmente: dado un nombre propio como Judas se generaliza a un
judas para designar a cualquier traidor o es el nombre general apóstol aquel
que emigra a un solo elemento del conjunto que lo es más o menos
protípicamente: el caso de san Pablo.

En el primer caso, toda una serie de características personales e


intransferibles de Judas Iscariote quedan borradas –la intensión que lo
caracterizaba (Calvo Pérez 1990)–, para pasar de inmediato a generalizar el
sema más saltante de todos los específicos del personaje, {traición a Cristo};2
con ello, llamar a alguien judas es equiparar esa nota semántica con la persona
que jugó un papel tan vergonzante el día de la Santa Cena, sin que quepan
tenerse en cuenta circunstancias no consideradas esenciales, como la edad de
la persona, los rasgos de su cara, el siglo en que vivió o la víctima a quien tuvo
la vileza de vender. En cambio, y siguiendo la teoría de los prototipos cognitivos
(Rosch 1983, Kleiber 1990), sí se conserva en parte el sexo del personaje, ya que
muy pocas veces se diría de una mujer que es un judas o una judas, llegando a
aceptarse únicamente en frases como Esa es más falsa que Judas u otras por el
estilo en que la transferencia generalizadora aún no es del todo completa
puesto que está por producirse la identificación de los personajes.

En el segundo caso, el conjunto de rasgos o semas que definen a un


apóstol, su semema (al decir de Pottier 1964), pasa casi en su totalidad también

se ha convertido en sustantivo y ha pasado a significar la acción de limpieza a


fondo de algo muy sucio [...]. En una de sus célebres salidas de tono, el ministro
del Interior Nicolas Sarkozy dijo que habría que limpiar con karcher los barrios
donde vive la chusma» (www.rebelion.org/noticia.php?id=22784>, 16-11-2005,
nota 2).
2
Señalaremos con {…} el sema o unidad mínima de significado, el cual dejará de
ser unitario cuando haya una separación mediante comas en el interior del
espacio entre llaves: {…, …}.

B. APL 43(43), 2007 27


JULIO CALVO PÉREZ

a un personaje, cuyas notas adventicias llenan el resto de su biografía: {había


nacido en Tarso, se cayó del caballo en una tormenta, camino de Damasco,
y estuvo a punto de perecer por ello; se convirtió al cristianismo, escribió
varias cartas o epístolas además de los Hechos de los Apóstoles, fue encarcelado
por orden del tribuno Lisias en la fortaleza Antonia, etc.}. Dice el DRAE:

«APÓSTOL. (Del lat. apostOlus, y este del gr. Üðüóôïëïò,


enviado). 1. m. Cada uno de los doce principales discípulos de
Jesucristo, a quienes envió a predicar el Evangelio por todo el
mundo. 2. m. U. también referido a San Pablo y a San Bernabé.
3. m. San Pablo. ORTOGR. Escr. con may. inicial. 4. m.
Predicador, evangelizador. San Francisco Javier es el apóstol de las
Indias. 5. m. Propagador de cualquier género de doctrina
importante / EL APÓSTOL DE LAS GENTES o EL APÓSTOL
DE LOS GENTILES. 1. m. San Pablo.»

El diccionario nos alecciona pronto de qué es ser apóstol


prototípicamente hablando: estar en la nómina de los doce. Nos señala que
Pablo y Bernabé, sin haber sido discípulos directos de Cristo pasan a engrosar
la lista de los anteriores, de modo menos característico. En tercer lugar, se
observa cómo uno de estos dos últimos usurpa al conjunto para convertirse en
su principal valedor (acepción 3ª); en esta antonomasia, el nombre sigue
escribiéndose con mayúscula para indicar su individualidad no nombrada:
porta el artículo determinado como índice de un referente particular tomado
precozmente en el pensamiento tras el umbral de reconocimiento del ente
referido (Guillaume 1919), pero no identifica a posteriori lo nombrado para
fijar su referencia sobre los avatares del contexto (Calvo Pérez 1994: § 2.3.1.2).
El nombre propio subyace en virtualidad, pero aún no existe como tal,
enmascarado en la colectividad de donde emerge; para ello tiene que pasar
antes por el sintagma específico El Apóstol de las gentes o el Apóstol de los
gentiles, que reducen drásticamente la extensión del conjunto en beneficio
de Pablo, el ente único en el que se piensa al nombrar mediante la perífrasis.
Por otro lado, el DRAE nos proporciona generalizaciones como la de la
acepción 5, en que la ampliación es a la inversa: un conjunto, el de los
apóstoles, se ve engrosado como consecuencia de elegir alguno de sus
principales semas {predicador, evangelizador} como representante del total,

28 B. APL 43(43), 2007


MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

eximiendo al conjunto de otros semas como {en contacto directo con Cristo},
etc., pero reteniendo uno fundamental: su aplicación igualmente a {miembro
activo de la religión cristiana}.

En esto consiste el juego psicológico-cognitivo particular por el que se


crea la antonomasia: el de por qué entendemos que la Ciudad Eterna es
Roma y no otra y también lo contrario, que moca (o moka) es «café de grano
pequeño y oloroso, procedente Arabia» (donde Moka es la ciudad árabe del
mismo nombre de donde tal café procede, aunque no en exclusiva).

1.1. La sinécdoque

Pese a su especificidad, el fenómeno de la antonomasia no es único:


la sinécdoque, su antecesora conceptual, consistente en tomar la parte por el
todo o viceversa, el todo por la parte, sin que llegue a reducirse drásticamente
a la unidad el conjunto previo, o sea éste producto de una generalización
desde un ente único, está directamente emparentado con ella. Veamos unos
ejemplos:

Flammas cum regia puppis extulerat (Virgilio: Eneida 2, 256): «como


la popa real encendiera llamas <para mandar señales>».

En este verso virgiliano la popa de la nave real se tiene por la propia


nave, en conjunto, y, más aún, esta por los marineros que la mandan. Se trata
de una parte por un todo (pars pro toto), sin que llegue a convertirse en
unidad mínima. Lo mismo sucede en Dos cabezas de ganado (por «dos reses»)
u Odia los uniformes (por «los militares» que los llevan).

Al igual que en la antonomasia existe la posibilidad de la inversión


conceptual: Ganó España (por «el equipo» de España: totus pro parte), cuya
proporción es similar a la que ofrece la antonomasia vossiana,3 en que el

3
De Gerardo Vosio (o Gerardus Johannes Vossius, 1577–1649), el filósofo y retórico
holandés que la definió en el s. XVII.

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JULIO CALVO PÉREZ

nombre propio, en forma de epíteto, asume el conjunto: un Hércules por un


hombre muy fuerte, como si solo Hércules perteneciera al conjunto de los
seres fuertes; ello frente a la antonomasia natural en que sucede al contrario.

El felino se abalanzó entonces sobre su presa (con sustitución de la


palabra más particular por otra más general, en un contexto en el que se haga
referencia a un subconjunto de los felinos, concretamente al de los tigres;
aún sucede a escala mayor en los versos de Calderón, en que el bruto «animal
irracional, generalmente cuadrúpedo» evoca por más señas solamente a los
felinos):

Nace el bruto, y con la piel / que dibujan manchas bellas, /


apenas signo es de estrellas / -gracias al docto pincel-, / cuando
atrevido y cruel, / la humana necesidad / le enseña a tener
crueldad, / monstruo de su laberinto: / ¿y yo, con mejor instinto,
/ tengo menos libertad? (Calderón: La vida es sueño, jornada 1ª,
escena 2ª).

A la inversa, también se toma el género por la especie y, por tanto, se


sustituye una palabra general por otra más particular:: El pan nuestro de cada
día, dánosle hoy, por el «alimento».

La retórica nos muestra otras muchas modalidades:

Un caballero español nunca miente (singular por el plural: «los


caballeros») / Las aguas de este río bajan sucias (plural por el singular:
«el agua»).

Vendió el lienzo de Picasso por un precio astronómico (materia por el


objeto: «el cuadro») / Los muebles están carcomidos (objeto por la
materia: «la madera»).

Aquella belleza andante le subyugó (abstracto por lo concreto: «el


hombre guapo») / Ese profesor tiene muy buena cabeza (lo concreto
por lo abstracto: «es inteligente»).

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MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

El mensaje de la corona en Navidad (El signo por la cosa: «del rey»)


/ Simpatizaba con Buda y Marx al mismo tiempo (La cosa por el
signo: «budismo, marxismo»).4

No son los únicos casos, pero en todos ellos hay una transferencia
íntima, interna, de partes a todos y viceversa.5 Este es antecedente cognitivo
de la antonomasia.

1.2. La metonimia

Por encima de la antonomasia, a dos pasos de distancia de esta, está


el tropo que domina a los dos ya comentados: me refiero a la metonimia. De
hecho, en ocasiones se habla solo de metonimia, incluyendo en ella
directamente a la sinécdoque. La metonimia, frente a esta última, representa,
no obstante, algo externo, aunque también íntimo (pars pro parte) como en
estos ejemplos (tomados la mayoría de Romera 2006):

El efecto por la causa: Mi dulce tormento (Arniches: por «mi


mujer») / La causa por el efecto: Cuando se clavan tus ojos en un
invisible objeto (Bécquer: por «la mirada»).

Lo físico por lo moral: Hay en mis venas gotas de sangre jacobina (A.
Machado: «tengo ideas jacobinas») / Lo moral por lo físico: tú eres
la sabiduría, tú eres la humildad, tú eres la paciencia (San Francisco:
«Alabanza al Dios Altísimo»).6

4
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
5
Sucede de igual modo en los casos en que se habla del intercambio del individuo
por la especie como en El hombre ha ido a la luna (por «los astronautas»), ya que
no se refiere a un individuo en concreto, sino a un conjunto de ellos. El fenómeno
se produce incluso en el caso en que se hubiera tratado de una sola persona
(Romera 2006), pues no ha de confundirse un elemento específico de un conjunto
con el conjunto, aunque este sea unitario.
6
Este ejemplo no está tomado de Romera, sino de <www.franciscanos.org/esfa/
ald.html>

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JULIO CALVO PÉREZ

La materia por la obra: Fió su vida a un leño (Góngora: «un barco»)


/ La obra por la materia: Nuevas canoas movidas desde la raíz a la
copa (por «árboles», de cuyos troncos se harán canoas).7

El continente por contenido: Tomar una copa de vino («con vino»)


/ El contenido por el continente: El alacrán le clavó la ponzoña
(por «el aguijón»).8

Lo abstracto por lo concreto: Hacéis de la esperanza anatomía (Lope


de Vega: «haciendo pleitos, engordáis») / Lo concreto por lo
abstracto: Respetar las canas («la vejez»)

El autor por la obra: Leyó a Virgilio / La obra por el autor: Este pobre
Quijote, muerto en Madrid el 23 de abril de 1616 (por «Cervantes»).9

El lugar de procedencia por el objeto: El burdeos me gusta y el jerez


también / El objeto por el lugar: Cada año hago una excursión a los
chacolís y a los quesos idiazábal (por «al País Vasco»).10

La persona por el instrumento que maneja: Es el violín más joven


de la orquesta (por «el músico») / El instrumento por la persona: Y
por el camino del Gólgota, la cruz avanza a trompicones (por «Cristo,
cargado con la cruz»).11

Hay otros muchos subtipos de los tropos avanzados, aunque aquí he


señalado los principales. Algunos son incluso de relación temporal como En
breves minutos conectaremos con el palacio presidencial o Tras largas horas de
angustia, todo se resolvió a pedir de boca, en que se habla en realidad de
espacio de tiempo breve o largo, al margen de su medida exacta.12

7
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
8
El ejemplo está tomado de Alexis Márquez Rodríguez: El Nacional, domingo 16
de julio de 2000.
9
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
10
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
11
El ejemplo ha sido creado por el autor de este ensayo.
12
Cuando la relación espacial se transforma en relación temporal, se tiene el tropo
llamado metalepsis: pasado por futuro (se toma el antecedente por el consiguiente

32 B. APL 43(43), 2007


MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

1.3. La metáfora

Finalmente, la metáfora es una relación menos íntima, sea cual sea la


forma en que se la interprete (Herrero 2006), ya que es absolutamente externa
respecto a sus componentes, y más aún que en los demás tropos precisa del
conocimiento del mundo (intra- o extra-textual) para producirse y entenderse.
Cuando Lorca dice, ¡Oh, guitarra, corazón malherido por cinco espadas! (Poema:
«La guitarra», del libro El poema del cante jondo), está propiciando dos
relaciones: una de presencia, en que dos elementos externos el uno al otro se
igualan y donde el segundo sustituye al primero: GUITARRA = CORAZÓN
(parecido por la forma), y otra de ausencia, en que un primer elemento,
elidido, es evocado por otro externo a él: (DEDOS) = ESPADAS (parecidos
por la forma y evocando los sonidos tristes de la guitarra flamenca). Al igual
que en los casos anteriores, existe siempre el espín, es decir, la posibilidad de
contrarréplica o inversión semántica, ya que podríamos inventar: Corazón,
guitarra que rasguea en el interior de mi pecho o bien Dedos metálicos que se me
clavan al filo de la batalla (o sea, «bayonetas»).

2. Sobre las marcas comerciales

Las marcas comerciales son nombres propios, generalmente


inventados, relacionados con el inventor del producto, la aplicación que
tiene, el fabricante del mismo, etc. Las motivaciones son diversas y lo que se
pretende, ante todo, es que ese nombre no exista todavía y que se diferencie,
en lo posible, del nombre meramente descriptivo, común, del objeto que lo
porta. A partir de esta afirmación, nos daremos cuenta de que la única
relación que cabe, respecto al diccionario de lengua, es la de la antonomasia:
como nombre común puede llegar a ser sustituto general de otros nombres
propios del producto. La razón puede estar en muy diversas circunstancias:
es el primer nombre de marca en mucho tiempo y los hablantes se acostumbran

como: Acuérdate de lo que me debes, por, «págame la deuda») / futuro por pasado
(se toma el consiguiente por el antecedente como: Te prometo que yo no lo hice,
por «te aseguro»).

B. APL 43(43), 2007 33


JULIO CALVO PÉREZ

a él (decir una fanta al nombrar cualquier naranjada, en España), es un


producto de una empresa líder en el ramo (Dame un danone, dicho de
cualquier yogur) o bien se ha acertado descriptivamente en el contenido, sin
excesiva alienación (maicena como nombre de la harina de maíz, más un
sufijo creíble). En otras ocasiones, el resultado puede ser debido a la calidad
(película en tecnicolor, de un film en color, en que la técnica juega un papel
muy importante), a una oferta publicitaria acertada (las matildes como
acciones de la Telefónica española13), o al mero azar (rayón, como fibra
artificial), etc.
Sea como fuere, el fenómeno es bastante frecuente, en la vía cognitiva
arriba analizada, y aunque algunos hablantes consideran que va de capa
caída es todavía lo suficientemente productivo como para ocuparse de él.

2.1. Marcas comerciales en el DRAE

El DRAE, sin ir más lejos, recoge los 76 ejemplos siguientes de marcas


registradas hechas sustantivos de lengua:

Aerobús, aspirina, aureomicina, bamba2, bijol, birome, bivirí, buna, celo2,


celofán, chubesqui, cinemascope, cinerama, claxon, curita, DDT, dedeté, delco,
dictáfono, diésel,14 duraluminio, estovaína, faria, ferodo, formalina, formica,
fotomatón, freón, futbolín, gillete (o gillette), gramófono, gramola, infografía,
invar, jacuzzi, jane,15 klystron, linotipo, lycra, magnetófono, maicena, mecano1,
mentolato, michelín, nailon, neopreno, nilón, nodo2, pianola, ping-pong, plastilina,
plexiglás, polo1, potito, primus, rayón, rímel, sandino, sintasol, tabasco, támpax,
tartán2, tecnicolor, teflón, teletexto, teletipo, tergal, termo1, tirita, túrmix, uralita,
vaselina, velcro, verascopio, viyela, zotal.

13
Hace ya más de 80 años que existen, pero su éxito se debe a a un anuncio en TV
de José Luis López Vázquez, allá por los años sesenta del siglo pasado.
14
Hace referencia al motor diésel, el cual puede nombrarse en sí mismo sin necesidad
de su genérico. Una segunda y una tercera antonomasias se producen en la 2ª y
3ª acepciones del DRAE: «Automóvil provisto de motor diésel» y «Gasóleo».
15
Se refiere al agua jane, hipoclorito de sodio diluido, procedente de Uruguay.

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MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

Un análisis superficial de este conjunto nos permite hacer unas cuantas


precisiones:

1) Hay palabras que describen con cierta precisión el objeto referido:


aerobús, duraluminio, fotomatón, futbolín, maicena, mecano, mentolato, plexiglás,
tecnicolor, teletexto... Es notable la motivación de duraluminio, por ejemplo,
donde además de una aleación de aluminio, muy dura, se tiene el nombre
de la ciudad, Düren, donde se fabricó por primera vez, según el DRAE. Ya es
clásica futbolín, diminutivo de fútbol, de tan gran acierto denominador:
mucho mejor que el juego en cancha pequeña denominado futbito, o fulbito
por algunos hablantes con claro desdoro articulatorio. Mentolato16 es de
reciente incorporación. Las palabras anteriores son compuestas o derivadas,
pero también resultan precisas y de significado transparente algunas simples
como polo «helado con un palillo hincado en su base» y termo «recipiente de
doble pared para conservar líquidos calientes».

2) Muchas palabras presentan formaciones compuestas inesperadas


(plexi-, relacionado con flexible + inglés glass «vidrio»; neopreno, de reciente
incorporación, compuesto de neo- «nuevo» y preno, raíz que tiene que ver
con muchos compuestos químicos en -eno de los hidrocarburos de doble
enlace, en el que el número de átomos de hidrógeno dobla a los de carbono
y cuyo nombre no comercial es policloropreno, que responde a la fórmula 2-
cloro-1,3-butadieno) o derivadas mediante sufijos inusales, propios de la
deformación sugerente de las marcas (maíz + -ena, mentol + -ato, vase(l) +
-ina). Lo más común es la formación de acrónimos, compuestos artificiales
mixtos con principio de un término y final de otro (como, birome o velcro: el
primero de Bíró, inventor húngaro-argentino y Me(yne), industrial húngaro y

16
Leo en internet: «Finalmente, yo le reservaría masajes incaicos de mentolato
wirasacha a la bancada parlamentaria de la Concertación» (El Periodista: Año 2,
N.40. Domingo 20 de Julio de 2003), donde se añade: «Si no lo sabes ese ungüento
de un bello color verde está compuesto de renaco sacha, ajo sacha, guayaco,
suelda con suelda, pulmonaria, belladona y sangre de sagrado. Y sirve para el
reumatismo, los calambres, los dolores de espalda y de estómago, la tos, los golpes
de aire y las inflamaciones de las amígdalas».
Wirasacha es un compuesto quechua (wira «grasa», sacha» «árbol: «árbol de la
grasa»).

B. APL 43(43), 2007 35


JULIO CALVO PÉREZ

socio del anterior, y el segundo de vel(ours) «terciopelo» y cro(chet)


«gancho»)17.

3)Otras palabras provocan extrañeza, la cual se busca en el comercio


para evitar coincidencias con otros nombres: como la reciente túrmix «batidora»
(formada por tur-, que indica «giro» y mix-, que sugiere «mezclar»), con su
inesperada <x#> o la también nueva jacuzzi «bañera hidromasaje» con sus
dos <zz> y esa <#j>, pronunciada como /y/, que es una muestra más de la
falta de acomodación ortográfica de ciertos préstamos en el diccionario
académico, en que pesa más el respeto al nombre de la marca que las reglas de
escritura del español. Lo mismo cabe decir del tubo de microondas, llamado
klystron o de la célebre cuchilla desechable de afeitar, ahora con dos ortografías:
gillete o gillette, aunque puestos a ser precisos sería mejor la segunda forma, que
responde sin cambios al nombre del inventor, King C. Gillette.18

4) En el comercio y la industria se hace uso frecuente de las siglas:


DDT (escrito necesariamente así) se duplica en el DRAE con la lectura
deletreada dedeté (correspondiente al dicloro-difenil-tricloroetano),19 pero
se evita en bivirí, seguramente por la popularización de este nombre respecto
al esperado ?bividí (< BVD, pronunciado a la manera del inglés americano,
conocida marca de camisetas interiores, que debe la sigla a sus tres creadores:
Bradley, Voorhees y Day20).

17
Mas complicado es estovaína (de stovaine), palabra formada por un acrónimo, del
ingl. stove «estufa» como traducción del apellido de E. Fourneau, químico francés
que descubrió este analgésico, seguido de la terminación sufijal -(a)ína.
18
Hay inconsistencias ortográficas graves como que se acepte lycra y en cambio se
deseche nylon, del mismo campo semántico además: el de las fibras sintéticas.
Para más inri, se aceptan dos ortografías diferentes de la postrera: <nailon> y
<nilón>, la última de las cuales correlaciona con un tercer tejido artificial: el
rayón (y hasta con el teflón, que en ocasiones se presenta como un material
enrollado con el que aislar conexiones de fontanería -o en honor a los usos
peruanos: gasfitería). Este campo semántico ha sido muy productivo como lo
muestran los diferentes ejemplos aportados por Hildebrandt (1994): orlón y perlón
(que ya cita Casares en su Diccionario ideológico de la lengua española, de 1963),
dralón, dacrón (o dracón), polistel , etc.
19
De manera diferente al TNT (no *téneté) que corresponde directamente al
trinitrotolueno.
20
Las palabras producto de siglas han sido adoptadas por el español con relativa
frecuencia: láser, radar, etc.

36 B. APL 43(43), 2007


MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

5) Hay un predominio de artefactos y técnicas industriales tales como


piezas de mecánica e industria automovilística (como linotipo y como claxon,
delco, ferodo, michelín), productos de la industria del cine y de la informática
(cinemascope, cinerama, nodo; infografía), instrumentos musicales (pianola),
así como el anticuado gramola (ya periclitado, como otros próximos a él:
vitrola, radiola, electrola; Hildebrandt 1994: 157) y otros instrumentos para la
audición con nombres como gramófono, dictáfono y magnetófono (cuya
segunda raíz delata su procedencia);21 teletipo o verascopio (con principio y
final igualmente reconocibles) u otros más enigmáticos (derivados de nombres
o apellidos: chubesqui, etc.).

6) Otros campos frecuentes son los nombres de medicinas (como


aspirina, el célebre ácido acetil-salicílico22, formalina y tirita, conocida también
como curita, produciéndose una duplicidad), productos químicos (como zotal,
nombre de un compuesto de cloro semejante pero no igual al dedeté, de nº
regº. 01-20/40-02446; freón y otros), materiales flexibles diversos (celo2 y celofán,
que no deben confundirse; tergal y viyela; buna y otros) de materiales
semirrígidos (sintasol, tartán) y rígidos (formica y uralita), aleaciones (invar),
productos alimenticios (como potito, o ingredientes menores como bijol o
tabasco23), deportes (ping-pong), material escolar (plastilina24), prendas (como
bamba25), productos de cosmética e higiene (como rímel sandino26 y támpax),

21
Por cierto, no se ha admitido todavía sonotone, que rivaliza con audífono, nombre
culto del aparato que permite oír a los sordos (Aunque no siempre; recuerden el
chiste: «Un sordo se encuentra a un amigo y le comenta:
–Mira, me he comprado un sonotone que es buenísimo. Voy andando por la
pradera y oigo como suena la hierba al pisarla; mi mujer se pone a coser, se le cae
la aguja... y puedo oírla. El amigo, impresionado, le pregunta:
–Oye, ¿y cuánto te ha costado? El sordo le responde: -Ayer a las 11:30 como todas
las noches»).
22
O también aureomicina. No sé por qué no se incorporan otros nombres más
populares como pantomicina, por ejemplo: después de todo, los usos del lenguaje
son imprevisibles y hasta cierto punto caprichosos.
23
Procede del estado mexicano de Tabasco, aunque pueda considerarse también
como una marca, una vez que el ají se prepara en forma de salsa picante.
24
También la regleta de colores, para el cálculo, proviene de una marca.
25
No debe confundirse con el peruanismo bamba «adulterado», un adjetivo con
ribetes de vulgar.
26
DRAE: «El Salv. y Hond. Horquilla metálica en forma de U para sujetar el
cabello».

B. APL 43(43), 2007 37


JULIO CALVO PÉREZ

drogas (faria27) y artículos varios (birome por «bolígrafo» en el Cono Sur


americano).28

2.2 Otros nombres comunes sacados de marcas


comerciales

Hay otros muchos nombres de marcas en el ámbito hispánico que


aún no ha incorporado el DRAE, pese a la mayor preocupación actual de la
Academia Española por el léxico latino-americano. Así, por ejemplo, leemos
en internet (<www.clarin.com>, 24-01-2006a) lo siguiente, que copio sin
comentarios:

«Y también hesperidina. Hesperidina es de las pocas marcas


comerciales incluidas en un diccionario argentino, junto a birome
y maizena. Es un aperitivo hecho con naranjas amargas que, en
1864, inventó Melville Sewell Bagley, un norteamericano afincado
en la Argentina. Bagley murió en 1880, pero antes fundó un
emporio de sabrosas galletitas.

Pedro Luis Barcia señaló que «quien no conoce los hábitos del
gauchaje, piensa que tomaban vino tinto recio. Nada de eso: bebían ginebra,
caña y hesperidina, como puede apreciarse en los inventarios de boliches».

He aquí, pues, el testimonio, nada desdeñable, sobre el término


hesperidina. En otros países latinoamericanos son también abundantes los
casos de marcas comerciales elevados al rango de prototipos. Así de México
nos llega la siguiente perla por internet (<forum.wordreference.com>, 19-
06 a 29-09-2006b):

27
Aunque sería preferible farias. Siempre hemos oído decir «Se ha fumado un
farias» y frases por el estilo, aunque también se ha popularizado, con cambio de
género y número, como «dame una faria».
Farias es «cigarro de hebra, de mala calidad».
28
Podrían añadirse otros muchos ejemplos en España como martini «vermut» o
climalit «ventana de doble cristal» (recogidos por internet), como ketchup, kodak,
leacril o pernod, que un diccionario de concepción más abierta que el académico,
como es el de Seco, Andrés y Ramos (1999), recoge con profusión.

38 B. APL 43(43), 2007


MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

«Saben, me estaba preguntando si en otras partes donde el español


es hablado, existen marcas cuya colocación es tal, en el mercado,
que la población ha sustituido los nombres de los artículos por el
del nombre de la marca. Por ejemplo en México al lápiz adhesivo
le llamamos pritt: Pritt es una marca de lápiz adhesivo de tal logro,
que ahora toda la gente le llama así. (Es muy raro encontrar
alguien que no le llame pritt.) Inclusive si vas a la papelería y pides
pritt te van a decir: «Tengo de estos tres, ¿cuál quieres?», aunque
ninguno de ellos sea pritt, por ser de otras marcas. Lo mismo pasa
con el diurex o yiurex, que en verdad es «cinta adhesiva»
(adaptado).

La respuesta a esa petición no se hace esperar y son varios los


interlocutores que señalan antonomasias del tipo citado:

–Un internauta español señala:


bimbo ’! pan de molde29 tesa film ’! papel celo
vespino ’! ciclomotor chupa chups ’! caramelo con palo (pero
no piruleta)
cola cao ’! cacao soluble nescafé ’! café soluble

–Una internauta española añade:


casera ’! gaseosa támpax ’! tampones
fiso o fixo ’! cinta transparente tippex ’! corrector (en pincel o
lápiz) 30 que se pega, usada en papelería

29
Este ejemplo también queda transferido desde el castellano de México, de donde
procede la marca. La panificadora Bimbo comenzó a funcionar el 2 de diciembre
de 1945 en una pequeña fábrica de la Ciudad de México, construida en el
número 117 de la calle 58 Norte, en la colonia Santa María Insurgentes
(<www.grupobimbo.com/admin/content/uploaded/Historia% 20Grupo%20Bimbo.pdf>).
30
A la lista añade polo, por error, puesto que la española incurre en una circularidad:
polo es «prenda de punto, hasta la cintura, abotonada en la parte de arriba» y no
parece que derive de cómo la llame el modisto Ralph Laurent., sino al revés: que
el modisto citado usa el nombre que la lengua le ofrece. La palabra proviene del
tibetano pholo «pelota», que da nombre al deporte que se juega con tal camiseta,
para denominar la prenda correspondiente. En cambio, cita algunos casos más de
interés como son: aspirina, avecrem, danone, cocacola, cleenex, rotring, starlux,
walkman. Y añade: «En mercadotecnia lo llamamos identificación marca-producto».

B. APL 43(43), 2007 39


JULIO CALVO PÉREZ

Los interlocutores prosiguen y, entre bromas y veras,31 van añadiendo


nombres más o menos afortunados: albal por «papel de aluminio», selz por
«agua carbónica», bilé o bilet por «lápiz de labios» (marca hace mucho tiempo
desaparecida), frigidaire por «frigorífico», jello por «gelatina», fab por
«detergente», zote por «jabón en pasta», jumbo por «avión grande» y cessna
por «avioneta», además de crayola «crayon, lápiz, tiza»,32 taper o tuper o
tupervar «recipiente de plástico de cierre hermético», tetrabrik o tetrapak
«recipiente de cartón, plastificado en su interior» (griego + inglés)33.
Una mujer argentina interviene en el foro anterior y señala como
antonomasias de marca las siguientes:

paty (masc.) ’!hamburguesa scotch ’!cinta adhesiva


curita ’! tirita lactal ’! pan lacteado
rimmel ’! delineador liquid paper ’!corrector tipográfico
bic (fem.) ’!esferográfica o bolígrafo gillette ’!hoja de afeitar
coca ’! gaseosa (soda) geniol ’! aspirina (en desuso).34

Los chilenos añaden:


cútex «esmalte de uñas», cachantun «agua mineral»
alusa «papel de alumnio» rinso «detergente»

31
Alguien dice en un momento dado: «Bimbo hace tiempo que dejó de ser mariachi»,
en vez de decir mexicano: una bonita e improvisada sinécdoque.
32
Marca que es debida a sus inventores, los primos Edwin Binney and C. Harold
Smith.
33
A ellas podríamos añadir las siguientes: Alka-seltzer «aspirina efervescente»,
chocomil «chocolate en polvo», picot «sales de uva», halls «pastillas refrescantes»,
royal , «harina para hornear», aladino «crema de cacahuete», tortillinas «tortillas
de trigo», kótex «toallas femeninas», etc., aunque no siempre se logra ni la misma
extensión ni la misma universalidad. Por un lado, la extensión o fuerza de algunas
palabras es efímera y débil y, por otro, ciertas de ellas se pueden oír tanto en
Cuba, como Chile, en Argentina como en Guatemala, convertidas en verdaderos
panamericanismos.
34
Y hay contertulios que añaden, savora «mostaza», zucarita «copo de maíz»,
lays.»papas fritas», etc.

40 B. APL 43(43), 2007


MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

Un testimonio guatemalteco aporta también su grano de arena: corn


flakes «cereal», sabritas «papas fritas» y, por último, una interviniente
colombiana nos recuerda: colgate «pasta dental», como usual en su país.

3. La generalización de marcas comerciales en el Perú

En el español del Perú, existen diversas marcas ya registradas en el


mercado internacional, que se han convertido en nombres comunes
Hildebrandt (1994, s.v. cuáquer), anota las siguientes:
-Grupo de las perfectamente integradas: cuáquer, escóch (o más
cultamente scotch).
-Grupo de las muy difundidas: aspirina, vaselina, celofán, claxon, jeep,
nylon, dictáfono...
-Grupo de las usuales: sapolio, rímel, glazo, primus, bividí, chicle, termo,
terma, frigider (o friyider), pilsen, tubino, róyal, vitrola (y sus variantes), foyeque
(o fotingo).
-Grupo de las anticuadas: kódak.
-Grupo de las modernas: simoniz, pírex, klínex, kárdex, flit, dunlopillo,
ace, curita. Y táper, fórmica, mapresa, nicovita, vitrovén.
-Grupo de las no totalmente integradas: wínchester, timolina, maicena,
dedeté, caterpílar, eterní, IBM, xérox (o seros). A ellas se añaden otras más
modernas como betamax, comodoy, licra, sanforizado.35

35
Hay algunas discrepancias respecto a los usos peninsulares que puede ser útil
aclarar:
1. De diferente uso. Son inexistentes en España: cuáquer, escóch, sapolio, glazo,
primus, bividí, terma, frigider (o friyider), tubino, róyal, vitrola, foyeque (ni
fotingo), simoniz, pírex, kárdex, dunlopillo, ace, curita, mapresa, nicovita, vitrovén,
timolina, eterní, betamax, comodoy, sanforizado. En cambio, son muy usuales
maicena, dedeté,xérox (que ha dado derivados como xerocopiar, xerografiar,
etc.). Son poco o casi nada usuales: caterpílar, IBM.
2. De diferente significado:róyal (en España Royal no ha trascendido, pese a su
popularidad, a la sustitución de marcas y se refiere sobre todo a productos
elaborados como natillas, flanes, etc.).
3. De diferente pronunciación: flit (en España, flix, flis y fliz), fórmica (en España,
formica).
4. De diferente ortografía: licra (por lycra).

B. APL 43(43), 2007 41


JULIO CALVO PÉREZ

3.1. Dirección español-quechua

Calvo Pérez (en pr.) reúne unas pocas entradas en castellano y


quechua, en que la marca se ha tomado como generalizador del producto,
perdiendo su especificidad y ganando en universalidad. Los ejemplos
recogidos son los siguientes:
ACE ¶ [ind.] (detergente {en polvo}), asi2 (ace). Pron.: /á-se/.
ASPIRINA [med.] (medicamento {popular, analgésico y antipirético}),
aspirina.
AVECREM [alim.] (saborizador {en polvo}), avecrem; [gen.], misk»ichaq.
BIVIRÍ (bividí) ¶ (m.c.: BVD) [pr.] (camiseta {interior}), bibirí (bibidí).
CLÍNES (< kleenex) [ind.] (pañuelo {desechable}), pichakuna (qhuña
pichakuna).
COCA COLA [alim.] (bebida {refrescante de cola}), kuka kula (coca cola)
COLINOS ¶ (pasta {dental}), kulinus. Ortografía: «Kolynos» (en incluso
«kolynos»)
COMBI ¶ (de la casa VW) [transp.] (camioneta {de viajeros, pequeña}),
kunbi.
CUÁQUER ¶ [alim.] (avena {machacada, para el consumo humano}),
cuáquer (kuwakir).
DANONE [alim.] (yogur), pusqu ñukñu.
DEDETÉ [ind.] (insecticida {casero}), diditi.
FRIGIDER ¶ (frigorífico, refrigerador), chiriyachina; «fam.», frihidur; [±cant.],
llanllachiq
FRUNA ¶ [alim.] (golosina {acaramelada, de frutas, envuelta en papel de
cera}), fruna.
GUILLET (gillete, gillette) [ind.] «±cult.» (cuchilla {de afeitar), gilliq.
HITACHI (jap.) ¶ [ind.] (radio {transistor}), itachi (hitachi).
MAICENA [alim.] (harina {de maíz}), sara haku; «fam.», maysina.
NESCAFÉ [alim.] (café {en polvo}), niskaphi (nescafé).
RACUMÍN ¶ [ind.] (matarratas {en polvo}), rakumín.
PETROMAX ¶ [ind.] (farol {de vidrio, que funciona con gasolina gasoil o
petroleo}), pitrumas.
RÍMEL [orn.] (cosmético {para las pestañas}), wiñachina (qhichiqra
wiñachina); «fig.» (ramificador), chaprachina; «fig., fam.»
(embetunador), llusikuy.

42 B. APL 43(43), 2007


MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

ROTRING [ens.] (estilógrafo {de arquitectos y dibujantes}), rotring (rotri).


SURGE ¶ [ind.] (cocina {de gas}), surhi.
TURMIX [ind.] (batidora), qaywina.36

Se trata de veintitrés entradas, de las cuales once tienen el signo ¶,


indicador de peruanismo: ace, bivirí y bividí, colinos, combi, cuáquer, frigider,
fruna, hitachi, racumín, petromax y surge. De ellas, una procede de un nombre
japonés, hitachi, y otras son marcas de lengua inglesa (rotring, etc.), francesa
(guillet) o española (maicena). La mayoría tienen el rótulo [ind.] industria o
[alim.] alimentación, aunque rímel se ha considerado como propio del campo
de la cosmética ([orn] y rotring del de la enseñanza ([ens.]).37

3.2. Dirección quechua-español

ASI2 [ind.] «fam.» (wiswi hurquna), detergente; ace ¶.


DIDITI [ind.], dedeté; plaguicida.
FRUNA [alim.], fruna ¶.
ITACHI (hitachi) {[instr.] [comun.]}, hitachi ¶.
KUKA KULA [alim.] (coca cola) [líq.], coca cola; [neg.] «vulg.» blanca ¶;
(kukayina), cocaína.
NISKAPHI (nescafé) [alim.], nescafé.
PITRUMÁS [ind.], farol {de vidrio}, petromax.
RAKUMÍN [ind.], matarratas, racumín …rakuminta rantimurankichu, ¿fuiste
[entonces] a comprar el racumín?
SINBA {[instr.] [min.]} (tuquna), taladrador, taladradora.

A la vista de las nueve entradas recogidas, se comprueba que ocho


son similares a las del español y se puede decir que han penetrado al quechua

36
A este conjunto habría que añadir algunos ejemplos más ofrecidos por internet y
que no aparecen, en el momento, en la macroestructura del diccionario (Calvo
Pérez en pr.): couster «autobús mediano de pasajeros», poliflor «cera al agua» y
vinifan «papel translucido para forrar libros y cuadernos.
37
[pr.] prenda tiene su propio campo semántico acotado en el diccionario.

B. APL 43(43), 2007 43


JULIO CALVO PÉREZ

a través de él. Necesita, no obstante, una investigación aparte la aparición de


sinba en quechua, no recogida en el lado español, pero de donde es muy
probable que haya pasado al quechua. Se trata de una taladradora empleada
en la minería que, según mis informantes, debe su nombre a la marca de
fabricación, la cual se extiende a otros países del área como Chile.

3.3. Nuevos nombres de marcas

De los peruanismos antedichos, no han sido recogidos hasta ahora los


siguientes: colinos, combi, fruna, hitachi, petromax, racumín y surge. A ellos hay
que añadir también simba, reducido al ámbito altoandino y del lenguaje de
la minería. Estas ocho aportaciones suponen lo más significativo de este ensayo.

4. Reflexión final

Si una persona hablara del Descubridor o del Libertador en América,


no haría falta mucho más para saber que se está refiriendo a Colón y a Bolívar
respectivamente. La Gran Manzana es principalmente Nueva York, la Ciudad
Condal es Barcelona, la Casa Blanca es «la residencia oficial y principal lugar
de trabajo del Presidente de los Estados Unidos», según reza la definición de
Wikipedia. La Dama de Hierro aún sigue siendo Margaret Thatcher y todavía
la historia recuerda que Atila fue el Azote de Dios etc., etc. Conocer nuestro
mundo implica saber establecer estas ecuaciones de equivalencia común sin
error, resolviendo semántica y pragmáticamente el discurso en que se insertan.
Del mismo modo, conocer a un adonis, admirar a un maquiavelo, odiar a un
heliogábalo, ser un casanova o un donjuán, enfrentarse a un sansón o idealizar
a una mujer diciendo que es nuestra dulcinea, son muestras inequívocas
también de nuestro conocimiento enciclopédico, aplicado ahora a los
diccionarios.

Dicho lo anterior, parece como si no se hubiera avanzado


gramaticalmente mucho: el conjunto de antonomasias gira, al parecer, en
torno del sustantivo. No obstante, eso es más bien un espejismo. En Comer

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MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

pantagruélicamente hemos caído en el ámbito de un adverbio de modo,


derivado de nombre propio, lo mismo que en Fagorizate... y verás qué gusto da
cocinar lo estamos ante un verbo38. Por su parte, si recurrimos al epíteto,
hacemos tabla rasa de las características intensionales para elegir una como
representante universal; es el caso de Incorporado al proceloso mundo de la
telefonía, en que entre todas las cualidades aplicables a las compañías
telefónicas, elegimos una –aquí proceloso–, lo que nos evidenciaría que
estamos ante un adjetivo antonomástico.39 Y por el contrario, cuando el
adjetivo va pospuesto, señalar una nota caracterizadora no es sino un
mecanismo reductivo de la referencia inicial: el reloj suizo, la mesa redonda o
el alfil blanco. Sin embargo, un poco más lejos, la adjetivación derivada de
nombre propio ya no ejerce esa misma función diferenciadora solamente,
sino que viene a elevar de categoría algo propio e individual para hacerlo
general y absoluto; es el caso siguiente: una jugada maradoniana es aquella
que hace alguien a imitación del astro argentino, pese a que precisamente
no la realice el mismo deportista, ya para pocos trotes en el popular deporte
del fútbol. Estos adjetivos, llamados relacionantes, tienen la capacidad de
funcionar del mismo modo antepuestos o pospuestos: una jugada maradoniana
= una maradoniana jugada (Calvo Pérez 1985), frente a la opinión de autores
como Waugh (1976) que opinan que el orden S + A delata, en estos casos,
una caracterización del propio autor, sin generalización posible: como si una
jugada maradoniana sólo pudiera hacerla Maradona.40

38
Por este solo rasgo no puede definirse una antonomasia. Si parafraseamos
pantagruélicamente «al modo en que lo hacía Pantagruel» no hay sino constatación
comparativa. Si elegimos la equivalencia «como un Pantagruel que es», entonces
estamos en el camino correcto. Del mismo modo si «fagorizarse» supone sólo
comprarse una cocina Fagor, el vendedor no pretende precisamente que adquiramos
cualquier electrodoméstico sin más; entonces no hay antonomasia; ahora bien, si
el vendedor pretende eternizar su marca con el derivado verbal, tendría que
recurrir a Para fagorizarse, compre Fagor , indicando qué marca se ha de comprar
al tiempo en que se insiste en que fagorizarse , naturalmente, es «modernizarse,
adquirir buenos electrodomésticos», lo que ya implica antonomasia.
39
El elegir la cualidad más representativa no elimina, sino que subraya, la
antonomasia: la roja sangre, la pálida luna, la efímera mariposa o el frío ábrego
nos sitúan ante lo rojo, lo pálido, lo efímero y lo frío de manera prototípica.
40
Obsérvese que no todo orden S + A (adjetivo denominal propio) lleva a la
antonomasia: jugadores brasileños indica simplemente que son o proceden de
Brasil lo que no implica salto semántico del tipo analizado. Para ese salto es

B. APL 43(43), 2007 45


JULIO CALVO PÉREZ

Un rasgo a tener en cuenta en el análisis de las antonomasias es el


grado de integración en el conjunto. Así en la afirmación siguiente, en que
una líder de PP, partido conservador español, señala de un compañero suyo
que «se convirtió en el «progre» por antonomasia», siendo que todavía es
miembro destacado del citado partido. Se trata de una integración menor,
de una valoración relativa que no puede conducir a un consenso general y
está llamada a extinguirse en el conjunto de las antonomasias. No es como el
caso de la Real Academia Española de la Lengua, llamada «Española» por
antonomasia, al ser la ser la más antigua y supuestamente la de más prestigio
de todo el conjunto académico.41

Otro rasgo a tener en cuenta es ortográfico. ¿Hasta que punto la


escritura con mayúscula o minúscula es un indicativo de mayor o menor
oportunismo o sugerencia antonomástica? En principio no hay regla fija, sino
una tendencia a la minúscula motivada por su frecuencia o por la estructura
sintáctica que ampara el nombre (<web.usal.es>, 02-12-2006c):

En tanto en cuanto aumenta su capacidad para señalar el producto


en general y, por tanto, su frecuencia de uso, aumenta también su aparición
en los textos escritos con minúscula (lo que supone que está en vías de
convertirse en un apelativo: lo que la Retórica llamaba antonomasia). El
«refresco de cola» por antonomasia es Coca-cola (en el CREA 205 ocurrencias
con minúscula, frente a 36 con mayúscula); el «vermut» por antonomasia es
Martini (en el CREA 201 con minúscula, frente a 51 con mayúscula). El
proceso de cambio es más probable cuando se refiere a un invento (velcro) o
cuando nos referimos al objeto con un sintagma: la «rosquilla blanda» quizás
sea en el futuro *donus o el «pañuelo de papel» *clines).42

preciso que se produzca un fenómeno de generalización: ser un Maradona. Y esa


es la vía por la que se llega a la antonomasia: pergamino, campana, hamburguesa
ya no son simplemente algo que tenga que ver con Pérgamo, Campania o Hamburgo,
lo mismo que sus derivados apergaminado, campaniforme o hamburguesería.
41
No se trata de un juicio de valor de quien esto escribe. Así parecen sentirlo
académicos de la enjundia de Mario Vargas Llosa, por ejemplo, miembro de
ambas.
42
Por economía. Sucede así con una expresión como World Wide Web, que da
ahora www. Como introducción para la búsqueda de documentación, se nombra
abreviadamente como la web o, mejor todavía, como la red, traducción del término
que evita el anglicismo y que ha pasado en pocos años a escribirse con minúscula.

46 B. APL 43(43), 2007


MARCAS COMERCIALES Y PROYECCIÓN LEXICOGRÁFICA EN EL ESPAÑOL DEL PERÚ

Pese a todo, no debe procederse por intuición a la hora de escribir los


nombres de marcas u otras antonomasias, ya que es importante seguir el
criterio que señala la Ortografía académica:

«En general, cuando por antonomasia se emplean apelativos usados


en lugar del nombre propio, como el Mantuano (por Virgilio), el Sabio (por
Salomón), el Magnánimo (por el rey Alfonso V) o se designan conceptos o
hechos religiosos (la Anunciación, la Revelación, la Reforma)» (3.3.3.b.).

En efecto, si decimos que Aumenta la tensión en el Golfo, sabremos


que se trata del golfo de Suez y si hablamos en Perú de la Cordillera y en
España del Estrecho, todos sabemos que se trata de los Andes y de Gibraltar,
respectivamente, porque se ha producido un proceso final de identificación
en el contexto apropiado. El citado criterio debería completarse con este
otro: todo nombre propio, escrito con mayúscula, una vez que se ha
consolidado como adjetivo sustantivado o nombre común general, deberá
escribirse con minúscula. Por ejemplo: Un nerón es un hombre muy cruel, Este
galeno es médico de la Seguridad Social, ¡Ay, barrabás, qué mal te portas! Con
este proceder, quedaría ortográficamente determinada, en ambos casos, la
antonomasia final, que se descubriría con solo observar el modo invertido en
que se ha escrito la referida palabra. A la marca comercial con mayúscula, le
correspondería antonomasia de la misma con minúscula. Y eso, sin
excepción.43

43
Dos consejos finales. Uno: no debe confundirse por antonomasia, con reducción
pura a la unidad, haciendo caso omiso de las demás notas caracterizadoras de
algo o alguien, con por excelencia, en que se destaca una nota sobre las demás, pero
sin excluir estas. Así, si decimos que Carlos Gardel fue cantante de tangos por
excelencia, señalamos una situación próxima a que supondría la antonomasia,
pero sin llegar a ella: *El Cantante de Tangos. Segundo: el exceso de antonomasias
y de acrónimos, en una lengua, puede ser índice de desconocimiento de su
diccionario básico, pero también podría constituir una «manipulación manifiesta»
a los usuarios de ella, como han señalado algunos autores (Gallud Jardiel, 2005:
122).

B. APL 43(43), 2007 47


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B. APL 43(43), 2007 49


Boletín
B. APL, 43. 2007 (51-88)

AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA


DEL PARTIDO DE PIURA DE JOSÉ IGNACIO LECUANDA
(1793)

AMÉRICANISMES DANS LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA


DEL PARTIDO DE PIURA, DE JOSÉ IGNACIO DE
LECUANDA (1793)

Carlos Arrizabalaga Lizárraga


Universidad de Piura

A Antonio Mabres

Resumen:
El artículo explora el léxico diferencial peruano del siglo XVIII presente en
una relación típica de la Ilustración, que ofrece numerosos términos
patrimoniales e indoamericanismos peculiares de diversos orígenes. Se recogen
aquí los términos relativos a la fauna de la región norte peruana, caracterizada
por una geografía extrema que presenta numerosas especies endémicas que
han conservado voces autóctonas junto a denominaciones quechuas y
mochica y, por supuesto, castellanas, que muestran una especie de estratigrafía
léxica de la historia lingüística de la región.

Résumé:
L’article explore le lexique différentiel péruvien du XVIIIème siècle qui se
présente dans un rapport typique de l’Illustration, offrant de nombreux termes
patrimoniaux et indoaméricanismes particuliers de diverses origines. Ici on

B. APL 43(43), 2007 51


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

retient les mots relatifs à la faune de la région nord-péruvienne, caractérisée


par une géographie extrême avec beaucoup d’espèces endémiques qui ont
conservé des expressions autochtones à côté de dénominations quechuas et
mochicas et, bien sûr, castillanes, montrant une sorte de stratigraphie lexicale
de l’histoire linguistique régionale.

Palabras clave:
Americanismos; Perú; Ilustración; quechua; mochica; tallán.

Mots clef:
Américanismes, Pérou, Illustration, quechua, mochica, tallan.

0. Introducción

Desde que Manuel Alvar se ocupara de los americanismos registrados en


la Historia de Bernal Díaz del Castillo (1970) han sido muchos los esfuerzos
dirigidos a dilucidar la procedencia y difusión de las peculiaridades léxicas
americanas en las crónicas y otros textos del siglo XVI y, en menor medida, del
XVII. También son frecuentes los trabajos dedicados a la aparición de
americanismos en la literatura republicana, especialmente la del siglo XX; en
concreto, los que José María Enguita (1988 y 2001), Cecilia Hare (1989) o Milagros
Aleza Izquierdo (1992), llevaron a cabo sobre Vargas Llosa, Manuel Scorza y José
María Arguedas, respectivamente.1 Pocos son los trabajos, en cambio, que se han
dedicado a ese extenso periodo que sirvió de «puente» entre la incorporación y
el uso actual de este vasto léxico, y nuestro trabajo se dedica, precisamente, a
investigar los americanismos presentes en una serie de descripciones realizadas a
fines del siglo XVIII en torno a las provincias norteñas del Perú. Creemos necesario
buscar un conocimiento más preciso y claro de la evolución del español americano
a través de textos que revelen su situación en el periodo inmediatamente anterior
al «tránsito» hacia la emancipación americana.2

1
Ver Lapesa (1996: 286-189).
2
Es el momento final del periodo que Guillermo Guitarte (1983) denominó de
«florecimiento» o consolidación de la sociedad colonial, en el que el español
americano fue desarrollando sus caracteres esenciales.

52 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

Nuestro análisis no solamente aborda el léxico presente en el corpus


seleccionado, sino también constata la presencia o ausencia de los términos
(y otros vinculados) en repertorios actuales, para comprobar su vitalidad y
posible evolución.

1. Lexicografía regional

En el léxico piurano se encuentran muchas peculiaridades que han


merecido la dedicación de diversos estudios. Además de los diccionarios de
Esteban Puig (1985 y 1995) y de Edmundo Arámbulo Palacios (1995),
encontramos las papeletas lexicográficas publicadas por don Carlos Robles
Rázuri en el diario El Tiempo de Piura en 1982-84 bajo el título La lengua de
los piuranos. No son diccionarios rigurosamente lingüísticos: Robles Rázuri es
más bien costumbrista, Esteban Puig se interesa por el folklore regional, y el
trabajo de Edmundo Arámbulo es más bien enciclopédico. Ambos muestran
verdadero interés (más etnográfico que dialectológico) por consignar
numerosos piuranismos léxicos, aunque no lo hacen con un aparato
lexicográfico apropiado ni suficiente rigor. Olvidan piuranismos como bodoque
o algarrobina, suelen prestar mayor atención al habla rústica y a términos a
menudo anticuados, ninguno anota la categoría verbal ni la morfología de
las voces (no se aclara, por ejemplo, si el término tiene género masculino o
femenino), solamente en alguna ocasión se menciona un posible origen
etimológico, a veces errado, y no se hace referencia a la vitalidad de las
voces, no pocas en desuso.3

En un país en el que irrumpió la sociolingüística sin que se hubiera


desarrollado propiamente la dialectología, Piura goza de un estatus privilegiado
por la cantidad de trabajos que se le han dedicado. Pedro Benvenutto Murrieta
presta notable atención a Piura y seguramente fueron abundantes las
referencias léxicas que le proporcionara a este respecto Hildebrando Castro

3
Esteban Puig recoge coi, ‘llama’ (BDFP, 77), porque la registra Fernández de
Oviedo, pero es un indigenismo histórico (más probablemente mochica que tallán),
pues las llamas se extinguieron rápidamente en todo el norte peruano.

B. APL 43(43), 2007 53


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

Pozo, que lamentablemente quedaron a la espera de un diccionario todavía


inédito.4 La primera descripción del dialecto (principalmente del vocabulario)
piurano pertenece a Martha Hildebrandt (1949), como un temprano «ensayo
de dialectología peruana». Fue presentada como tesis doctoral bajo el título:
El español de Piura, en San Marcos en 1949.5 Estudia el enclave formado por
Piura, Paita y Sullana, sin prestar atención a las provincias serranas. Considera,
en general, que Piura es una región «aislada» con un habla dialectal «de tipo
castellano», «bastante uniforme», en la que se percibe una «considerable
proporción de arcaísmos», y una influencia de las lenguas aborígenes
«considerable en el vocabulario» (57). Se trata, en general, de un habla muy
conservadora, puesto que observa «rezagos, aunque muy débiles, de voseo».
Martha Hildebrandt observaba muy atinadamente que, frente al aislamiento
que vive Piura con respecto a Lima, existía un gran intercambio comercial
con Ecuador, del que «se interfiere un intercambio cultural intenso». En
1974 un grupo de investigadores del INIDE publicaron otra descripción del
habla piurana tal vez más completa, aunque se basa en un corpus de habla
infantil (Rojas, Minaya, Mendoza y Miranda 1974).

2. La Descripción de Lecuanda

El presente trabajo procura explorar las peculiaridades léxicas que


aparecen en la «Descripción geográfica del Partido de Piura, perteneciente
a la Intendencia de Truxillo», que publicó el bachiller José Ignacio Lecuanda
en el Mercurio Peruano, en julio y agosto de 1793.6 Lecuanda era un funcionario

4
Los materiales lexicográficos de Benvenutto verán la luz probablemente en formato
electrónico (Vargas 2004).
5
La parte correspondiente al léxico de esta tesis apareció en forma de artículo, en
el que hay que lamentar que los términos se consignen en mayúsculas y no se
señale con tilde la acentuación correspondiente (Hildebrandt 1949). El texto de
la tesis puede consultarse en la Facultad de Letras de la Universidad de San
Marcos en Lima.
6
Son los números 263 al 270 de los días 11, 18, 21, 25 y 28 de julio, 1 y 4 de agosto
de 1793, y ocupan en forma discontinua las páginas 167 a 229 del tomo VIII de la
edición facsimilar de 1965. Citamos entre paréntesis indicando el número del
volumen y la página. Hemos preferido actualizar la ortografía del nombre propio
de este autor, quien suscribió su trabajo rubricando Joseph Ignacio Lequanda.

54 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

español, sobrino del obispo Baltasar Jaime Martínez Compañón,7 a quien, al


parecer, acompañó en su conocida visita pastoral a lo largo del extenso obispado
de Trujillo entre 1782 y 1784.8 En la sociedad virreinal fungía como contador
de la Real Aduana y Consultor de la Sociedad Académica de Amantes de
Lima en el ramo de la Real Hacienda, la misma que editaba desde 1790,
precisamente, el Mercurio Peruano. Lecuanda llegaría a publicar 47 notas de
información sobre variados temas en este periódico en el que, según rezaba el
«Prospecto» fundacional, «merecerán un lugar de predilección las noticias de
este Reino», es decir, del Perú (Clement, 1997: 58).

Su descripción contiene numerosos indoamericanismos, junto a


nombres patrimoniales aplicados a designar plantas y animales muy variados,
por lo que recoge abundante información lingüística de gran interés para el
estudio del español peruano del siglo XVIII. Principalmente, junto a
indigenismos bien conocidos guardan un interés particular ciertos localismos
quechuas, y algunos términos presumiblemente tallanes.

Al hablar de lenguas tallanes, nos referimos a las lenguas sechura,


colán-catacaos y olmos. En la sierra piurana los incas habían terminado de
imponer la lengua quechua (extendida en la región ya desde fines del
horizonte medio, según Torero (1984), aplicando además desplazamientos
masivos en los guayacundos de Ayabaca y Caxas, de etnia jíbara, y los
naturales de Huancabamba,9 en ese mosaico lingüístico (del que hablaba

7
La extensa obra científica preparada por este obispo, que consta de mapas de las
ciudades y dibujos de plantas, animales y oficios de su obispado, incluye un
conocido vocabulario de las lenguas del obispado (1985, II: 4).
8
Por lo menos se valió de las «preciosas indagaciones» realizadas por el Obispo,
según declara en la «Continuación de la Descripción geográfica de la Ciudad y
Partido de Truxillo», Mercurio Peruano, 249, 23-V-1793: 53). Martínez Compañón
por esos años había asumido el obispado de Santa Fé de Bogotá.
9
Dice Cieza de León que el Inca «por los Bracamoros entró e bolvió huyendo
porque es mala tierra aquella de montaña; en los paltas y en Guancavambo,
Caxas, Ayavaca y su comarca tuvo gran trabajo en sojuzgar aquellas naçiones
porque son velicosas y robustas y tuvo guerra con ellos más de çinco lunas; mas al
fin ellos pidieron la paz y se le dio con las condiciones que a los demás» (1987:
163). Salinas de Loyola (1571) tiene gran estima por los naturales de la sierra:
«son muy bien agertados y de buen entendimiento y pulicía» (1965, II: 42).
Reginaldo de Lizárraga distingue simplemente «los indios de los llanos y de la

B. APL 43(43), 2007 55


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

José de Acosta) que componía el Imperio Incaico, cuya política asimilatoria


impuso el quechua como koiné supranacional,10 tal como describe Agustín
de Zárate en una de las informaciones más tempranas sobre la realidad
lingüística del norte peruano:11

Divídense en tres géneros todos los indios destos llanos, porque a unos
llaman yungas, y a otros tallanes y a otros mochicas; en cada provincia ay
diferente lenguaje, caso que los principales y gente noble, demás de la lengua
propia de su tierra, saben y hablan entre sí todos una mesma lengua, que es
la del Cuzco. (1995: 39)

A la llegada de los españoles el quechua estaba fuertemente


implantado en la sierra y existían bolsas de población mochica, seguramente
mitimaes implantados por los incas, en la zona de Huancabamba y Frías,
según testimonio de Fernando de la Carrera en 1644 (Mendoza, 1993: 82).
Asimismo un contingente de «mitmas huayacuntu» fue enviado a Quito,
favoreciendo seguramente la extensión de algunos rasgos de quechua norteño
(Espinoza Soriano, 1975; Cerrón-Palomino, 1987: 344)

Lecuanda es un ilustrado que se muestra perfectamente consciente


de la compleja realidad lingüística regional. Entre los españoles, el idioma

sierra» (1968: 10). Lecuanda, por su parte, señala: «adonde más se nota esta
variedad es entre los de los Valles y los de la Sierra: aquéllos son sumamente
cultivados, porque sus pueblos se frequentan mas por los Españoles comerciantes;
pero éstos, que carecen de la continua comunicación de ellos, son mas rústicos,
y de operaciones más bárbaras y groseras (264: 175). Hocquenghem habla de una
«fuerte aculturación andina» (1990: 49) sobre una población nativa de
guayacundos, repartidos en tres provincias: calvas, ayabacas y caxas, de la misma
ascendencia jíbara que los paltas del sur de Ecuador, y con distinta lengua y
cultura que los guancabambas y bracamoros, respectivamente al sur y al oriente
de los primeros (Hocquenghem 1990).
10
Hernando de Santillán imagina un pasado oscuro, dividido y violento: «antes
quellos comenzasen a señorear no había esa orden ni policía (…) y desta causa no
había comercio ni comunicación alguna entrellos; y en cada valle había su lengua
distinta de la del otro» (1968: 104).
11
Ver Torero (1986) y Cerrón-Palomino (1995 y 2004). Los primeros trabajos se
deben a Zevallos Quiñones (1948), Rivet (1949) y Ramos de Cox (1950).

56 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

general «es el romance», mientras los naturales conservan una sorprendente


variedad «digna de admiración» de idiomas:

Los más de los Pueblos, aunque sean confinantes o cercanos, tienen


su diferente lenguage, guturación y distinciones, que aun los que no los
entienden, lo conocen al oírles hablar. (264: 175)

El quechua, que se extendía «desde Quito en la línea occidental


hasta la dilatadíssima provincia de Chile», al decir del jesuita José de Acosta
(1588), debió ser pronto sustituido por el castellano en la región costera, tal
vez utilizado sólo por los principales de cada etnia, pues cada una mantenía
en el uso familiar, hasta fines del siglo XVIII, la diversidad que también
destacaba Acosta: «apenas hay valle de una cierta extensión que no tenga
su propia lengua materna» (Cerrón-Palomino 2005). En cambio, en la sierra
se mantuvo con cierta vitalidad el quechua hasta el siglo XIX, aunque en la
actualidad subsiste un centenar de quechuablantes en Huarmaca, cuya
variedad parece tener las mismas características del quechua de Ferreñafe.12

Lecuanda, hombre de su época, trata de poner de relieve las riquezas


naturales de la región para así favorecer su prosperidad con las luces del
conocimiento. Expone su descripción con un orden completamente racional,
comparando frecuentemente las realidades observadas con otras similares
que él conocía de la Península, como cuando habla de «una yerba conocida
por el nombre de Lito, que es la barrila de que en Europa hacen los vidrios»
(263: 169), o señala que en los ríos de Piura «no se conocen los barbos, las
truchas, las anguilas y otros peces, que son comunes en los ríos de la península»
(267: 201).

12
Datos de Chirinos Soto sobre el censo de 1993 (1998: 479). Rudy Mendoza, a
partir de un documento de 1727, postula que serían mitimaes procedentes de la
sierra central (1993: 81). Anne Marie Hocquenghem (1990) menciona la presencia
de otro grupo de mitimaes procedentes de Zamora en el pueblo de San Francisco
de Cumbicus, anexado a la doctrina de Frías, que hablaban el quechua de los
cañaris. Espinosa Soriano acaba de publicar un importante documento relativo a
la visita de Diego de Pineda a «la provicia de Caxas» en 1557-58 (2006).

B. APL 43(43), 2007 57


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

3. Análisis del corpus

En torno al léxico regional


de fauna que recoge Lecuanda en
su descripción de Piura, interesa
averiguar, en la medida de lo
posible, el origen etimológico de los
términos y su vitalidad actual, para
lo que contamos con el trabajo
temprano de Martha Hildebrandt,
el vocabulario de las lenguas
tallanes recogido por Josefina
Ramos de Cox (1958),13 así como
los diccionarios arriba
mencionados y otros repertorios lexicográficos del ámbito nacional y
americano. El texto de Lecuanda manifiesta «un español americano dotado
de marcados relieves regionales y socioculturales, con plena personalidad
lingüística, por consiguiente, en la etapa final del periodo colonial», como
señala Juan Antonio Frago (1999: 209). Este nuevo expurgo documental
puede aportar alguna luz a la historia del español americano incidiendo en
un léxico que esconde aún muchos secretos en sus numerosas
peculiaridades.14

No trataremos aquí los diversos topónimos registrados (Morropón,


Amotape, Tangarará), que merecen todavía un estudio específico, aunque
no cabe duda de su interés (por ejemplo, cuando menciona la laguna
Mamayoco o Guarinja). Nuestra atención se dirige a las numerosas
denominaciones de fauna y flora consignados por Lecuanda, quien se propone
de esta manera ayudar a «su mejor cultivo y beneficio» (263: 168).

13
Recopila los pocos términos tallanes documentados por el obispo Martínez
Compañón y por Paul Rivet, junto con indigenismos incorporados al español
regional y un buen número de topónimos y antropónimos.
14
Frago señala al final de su trabajo: «Muchísimos más americanismos léxicos
cabría consignar aquí» (1999: 239).

58 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

Baste mencionar el empleo de algunos


americanismos de uso general, como maíz
(DEA, 386) y mote (DEA, 436): «maíz molido
que llaman mote» (264: 176), o chicha (DEA,
183): «nunca carecen de chicha, que es una
agua común fermentada con maíz y miel de
caña» (264: 175), respectivamente de las
lenguas antillanas, del quechua y
probablemente del cuna panameño. Parece en
desuso, según Hildebrandt (EP, 271), el
americanismo casimba: «cuya falta les obliga a
formar casimbas, a donde recogen el agua
precisa para su abasto» (263: 286), de origen
africano en opinión de Esteban Pichardo, que Arona menciona como ‘cisterna
a que apelan los industriosos piuranos’.15 Particularmente interesante es
potrero ‘finca para la cría de ganado’, americanismo hoy poco usual en el
resto del Perú, aunque se consigna todavía como ‘terreno urbano cercado’
(DDP, 329; VP, 243), pero usual en la zona serrana de Piura: «tiene extensos y
abundantes potreros» (170: 226), aunque no lo mencionen los repertorios
regionales. Un arcaísmo todavía vigente en Piura es arriero «es caudal crecido
lo que por esta parte disfrutan aquellos arrieros» (270: 226; DP, 19). No necesita
explicación periquito: «Hay otros menores de color verde solo, ó con una
manchita amarilla baxa, ó pagiza (sic) en la cabeza, que se parecen a los
llamados Periquitos en el Reyno de Santa Fé, é Islas de Barlovento» (266: 193).

No son escasos, realmente, los términos relativos al reino vegetal. Tras


mencionar los cultivos «de melones, sandías, calabazas, arbustos de algodón,
flores y yerbas» (264: 168), hay una mención de los antillanismos yuca: «buscan
por el olfato unas raíces que llaman yucas de monte» (264: 170), bejuco y
tabaco «siendo el bejuco de Guayaquil el mejor de los especificos (sic), aunque

15
Según afirma Juan de Arona (DDP, 125). El término es conocido en las Antillas,
Argentina y Perú, según Morínigo: «Excavación en la orilla del mar o márgenes
de ríos y arroyos para obtener agua potable por filtración» (DEA, 99). Miguel A.
Ugarte Chamorro lo registra como piuranismo (VP, 74), tal como lo recogen
Hildebrandt (EP, 271), Puig (BDFP, 58) y Arámbulo (DP, 46).

B. APL 43(43), 2007 59


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

tambien (sic) ataja, y sana la oja (sic) del Tabaco» (265: 184; DP, 26: bejuco),
del azteca camote (270: 228) y cacao (270: 229), y un único término de
origen incierto, probablemente tallán (figura 1): «una yerba conocida por el
nombre de Lito, que es la barrila de que en Europa hacen los vidrios» (264:
170). Este lito (sesuvium portulacastrum L.) es una hierba silvestre de la
familia de las aizoáceas, común en el desierto de Sechura (su hábitat se
extiende hasta los 1000 msnm) que se aprovechaba antiguamente en las
tinas de jabón (T, 25; BDFP, 134). Parece tener uso medicinal (Brack, 1999).
También se mencionan los árboles (muy distintos de los europeos) de algarrobo
(BDFP, 31; DP, 10): subrayando la «sólida y fuerte madera del Algarrobo»
(270: 223), roble, cedro y el guachapelí (270: 223), común en la zona amazónica
(VP, 151),16 además del cultivo de la cascarilla (muy usada por sus propiedades
febrífugas) y el añil (270: 225; DEA, 289). El huachapelí (albizia longepedata)
es un árbol silvestre de los bosques secos del noroeste, de la familia de las
mimosáceas. Su madera se utiliza para hacer artesanías. Es muy común en
Ecuador (Brack, 1999). El término parece ser una variación fonética del
azteca: guachipilín (de cuahuitl, árbol, y tzipitl, amarillo), cambio quizás influido
por el quechua: wachay, ‘dar fruto’. Aparece en
las acuarelas de Martínez Compañón (figura 2).
Origen incierto tiene yupisín, «especie de engrudo
de la baina muy jugoso» (268: 208), que se extrae
del algarrobo y se espesa con harina de maíz para
obtener un jugo dulce o una mazamorra (EP,
270; BDFP, 231; DP, 303: yupicín o llupicín).

Lecuanda recoge otros muchos términos


relativos a árboles y plantas aprovechables, que
no comentaremos aquí. También son numerosos
los del campo de la vestimenta: mantas, camisas,
lonas, bayetas, paños, manfores (¿mantones?),
carros de oro (‘tela tornasolada, muy fina, de

16
Mientras que el algarrobo es árbol muy común en Piura (BDFP, 31; DP, 10),
cedro, roble son maderas provenientes de la selva amazónica.

60 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

lana’), chamelotes (‘tela gruesa impermeable’, es galicismo de la época), zarazas


(‘tela de algodón de vistosos colores de flores, procedente de China’), tafetanes
(‘tela delgada de seda, muy tupida’) «dobles y sencillos», anafallas (‘tela de
algodón o de seda’), medias «de hombre y de muger (sic)» (270: 225), redecillas,
gorros, pañuelos (piñuela ‘tela o estofa de seda’), espolines (‘cierto género de
tela de seda’) «de diversos colores» (270: 228) y otros efectos de Castilla.
Entre los efectos del país son dignos de mención el quechua anaco («especie
de túnicas que usan las Indias en sus trages» (270: 225, DDP, 73) y el antillano
tocuyo («mucho lienzo de algodon (sic) de Cuenca y Loja, a que llaman
Tocuyos» (270: 228), tomado del nombre de una ciudad venezolana (DPer.,
517; VP, 268), aunque Juan de Arona lo vinculara al quechua cuyu ‘torcer
hilo con las manos’ (DDP, 371). El primero prácticamente es un indigenismo
histórico (DEA, 37), mientras que el segundo es común en el Perú, aunque
Morínigo dice que es término anticuado (DEA, 667).

De origen incierto es pita (junto a pitilla), ‘hilo que se obtiene de una


planta amaridilácea oriunda de México’ (DDP, 323), americanismo que ya
recoge Covarrubias en su Tesoro (Lope Blanch, 1977), y es término académico
desde 1773. Morínigo piensa que es término antillano (DEA, 532). En el
puerto comercian suelas, cocos y escobas, además de piñuelas, ‘tela o estofa de
seda’ y alfajías (que aparece como alfagías), arabismo meridional mencionado
por Lecuanda (270: 229) con el sentido que se conserva en el oriente peruano
de ‘madera para hacer puentes’ (VP, 24), y no en el que registra el DRAE
‘madera para puertas, ventanas y techos’ (2001: 103).

4. Americanismos patrimoniales

En verdad son muy numerosos los nombres de animales, sobre todo


pájaros y peces que recoge Lecuanda. Su curiosidad al respecto no debe
extrañarnos: «El bosque seco del noroeste, dice Antonio Brack, es una zona
endémica de 3 mamíferos, 6 aves y 10 reptiles.» Es una de las zonas de mayor
endemismo en el mundo, por lo que se explica fácilmente que Lecuanda,
como hombre ilustrado de su época, se detuviera a observar su fauna típica.
Realmente desde el momento en que llegaron a estas costas, los españoles se

B. APL 43(43), 2007 61


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

admiraron de la diversidad biológica de las regiones equinocciales, como se


muestra en el testimonio que recoge Fernández de Oviedo:

Hay muchos pavos e tórtolas, e anadones o patos; e muchos ciervos,


e ovejas de las grandes e otras menores. Hay tigres; e muchos e buenos
pescados, e aves de mar. (1959, V: 93)17

Lecuanda principia por describir el


tapir: «trataré del llamado Danta por unos,
Ante por otros y más comúnmente la Gran
Bestia» (264: 179; DEA, 209; DRAE, 725),
especie propia de la región amazónica (VOP,
85), conocida comúnmente en el Perú como
sachavaca (en la sierra piurana se sigue
denominando bestia, aunque los repertorios no
lo consignen; mientras que danta es todavía
conocido en Venezuela). El término guaraní
tapir sería, pues, de reciente introducción en
la costa y sierra del Perú, frente a los
americanismos patrimoniales mencionados.
Otro término patrimonial es sagino (de zaíno,
‘falso, mezquino’, con variación gráfica debida al seseo y consonante
antihiática): «El Sagino, que también se conoce por los nombres Chancho,
Paquira y Jabalí, es el animal montaraz (sic) más abundante que tiene este
partido (…). Es su figura como la de un pequeño cerdo» (264: 179). El
americanismo parece conservarse dentro del Perú sólo en el oriente amazónico
(DEA, 609; DPer., 475; VP, 267; VOP, 157).

Parece anticuado el término lucerna, ‘luciérnaga’ (266: 195). De origen


incierto es papayago: «Se conocen los Papagayos, especie de Loros, pero de
igual variedad y vivos colores que éstos» (266: 191; DEA, 481).

17
Cieza de León abundaba en los mismos términos: «Y por los árboles y florestas
andan muchos páxaros de diversas maneras y gran cantidad de palomas, tórtolas,
pavas, Faisanes, y algunas perdices, y muchos venados.» (1984: 203).

62 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

Junto a términos comunes: caballos, mulas


y burros,18 vemos muchas palabras castellanas que
designan animales americanos, mamíferos como
oso hormiguero (DEA, 463), tigre y león (264: 178;
DEA, 364 y 658), chancho y jabalí (264: 179),
venado (264: 180; DEA, 700), ardilla (264: 181),
gato montés, leopardo (264: 182),19 lobo marino (267:
200) y lobitos (267: 201). Entre los crustáceos
menciona langosta: «La langosta es una especie
de Camaron (sic); tiene una concha, la que muda
como las Cucarachas» (267: 201); y consigna
insectos como mariposa, araña, abeja y hormiga, la
serpiente coral (265: 184; VOP, 68; BDFP, 80; coralillo en VP, 107) y el camaleón
«que muda tantos colores quantos son sus afectos» (265: 183).20 Entre las
aves habla de perdices de dos clases: «grandes en la sierra y menores y raras en
la costa» (299: 191): hoy subsiste una sola especie, Crypturellus transfasciatus,
endémica (Brack, 1988: 104) , y halcones: «Críanse Alcones (…) su canto es
un silvido (sic) como el del Gavilán» (166: 192), además de numerosos
peces: bagre («El Vagre es un pez sin escama, de color azul en el lomo, y
blanco en la barriga» (266: 196),21 ballena, anchova («Así como en aquella
mar se mantienen de la Sardina, en esta del Sur se sustentan de la
Anchoba»),22 tintorera, pez espada, pez sierra, golfín (‘delfín’) (266: 197);

18
No consigna el piuranismo piajeno, tal vez creado con posterioridad, aunque no
por composición de pie ajeno, como suele pensarse como etimología popular (Puig,
1995: 176; Arámbulo, 1995: 219), sino más probablemente por derivación de piojo.
19
Menciona también los vraposos en masculino (164: 182), remitiendo a la descripción
que había publicado con anterioridad de Trujillo, donde señala que «en la América
llaman comúnmente Zorros « (Mercurio Peruano, 249, 23-V-1793, 52). Estos
siguen siendo numerosos en la actualidad, pero parece que tigres y leones perviven
solamente en espacios naturales protegidos de la costa norte.
20
Esteban Puig recoge como denominación regional de serpiente el término dormilona
(BDFP, 97).
21
Lenz le suponía un origen antillano, pero Corominas le da un étimo catalán
(Morínigo, 1996: 67). Lo recoge Arámbulo (1995: 25) y es voz común en el Oriente
(Ugarte, 1997: 42; Tovar, 1966: 43). Al parecer, en el argot o «replana» puede
calificar a la mujer descuidada o fea (Álvarez, 1990: 74).
22
No se menciona, sin embargo, anchoveta, que Arona recogerá en su suplemento
(DPP , Supl. IX).

B. APL 43(43), 2007 63


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

perico, gallo, jibia (266: 198); pez volador, pámpano (‘pez del mar Caribe’,
según Morínigo (DEA, 477)), dorado (266: 199), y róbalo (266: 201). Morínigo
consigna este último en Costa Rica y México como pez de agua dulce, y en
Chile como pez marino (DEA, 599). La mayoría de términos designan especies
similares de la Península, salvo pámpano y perico (no aparecen en ningún
repertorio, aunque mantienen su vitalidad hasta el día de hoy).

En ocasiones la denominación se compone mediante una


especificación compositiva, como en araña de la seda: «produce este País
entre sus rarezas la Araña que llaman de la seda, y la da en su capullo, aun
más suave que la de Valencia» (266: 195), y hormiga real: aunque en Piura es
rara, en la Montaña es abundante: su picadura es tan activa, que levanta
una fiebre recia que dura 24 horas» (266: 195).23

Los animales autóctonos reciben a menudo denominaciones creadas


por derivación de bases castellanas: «El leñatero es un gusano que produce
seda (..) abunda más en las montañas» (265: 184), «tienen un moscón, a que
llaman el avisador los cazadores» (266: 193), y ovejilla: «la Hormiga Real,
que conocen por el nombre de Ovejilla» (266: 195). Es frecuente encontrar
este procedimiento en nombres de peces: vínculas «que llegan a tres y quatro

23
En su descripción de Trujillo, además de mencionar que bueyes, carneros,
cabras, asnos y caballos se han ido propagando «con abundancia» y se conocen los
«Conejos de Castilla». Menciona también el leopardo, el gato montés , el león, el
tigre, el oso hormiguero, y hay explicaciones prolijas del animal «conocido en
estas Indias por hediondo « (también llamado zorrino, parecido a la mofeta. El
término lo registra Morínigo en Argentina. DEA, 311), del hurón : «El Uron, que
abunda en los Valles y la Sierra, es una especie de Zorrillo» (Mercurio Peruano,
249, 23-V-1793, 55), del casi fabuloso carbunclo («quadrúpedo, nocturno y
admirable» (Mercurio Peruano, 249, 23-V-1793, 56) y del tejón (Mercurio Peruano,
249, 23-V-1793, 59. Morínigo solo lo registra en México (DEA, 649)). En Trujillo
observa también lucernas y diversas aves: bandurria (‘ave acuática del orden de
las zancudas’, en Río de la Plata. (DEA, 71), pájaro niño, garza, arrocero, gallineta,
pato real, y otros, así como numerosos peces: peje-sapo, corbina (sic), chita,
pejerrey, caballito, emperador, y otros. En su descripción de la ciudad y partido de
Lambayeque menciona también un buen número de peces: tambor, congrio,
guitarra, gato, róvalo, raya, sardina, jurel, dorada, rape, puñal, perico, bonito y
pescadillo , y los pájaros: zorzal (con la confusión de sibilantes: sorsal) y cernícalo
(Mercurio Peruano , 286, 29-IX-1793, 66-68)

64 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

varas de largo» (266: 197); berrugate, «es pez de escama, que crece hasta una
tercia» (266: 197); pulgal: tiene una carne delicada», (266: 197); corcovado:
«El pez a quien le dan el nombre de Corcobado (sic), tiene una carne muy
gustosa, cubierto de escama de un color blanco dorado» (266: 198), y
preñadillas, ‘pez de agua dulce’ (267: 201).24 Por composición se crea pico
gordo: «es volátil que siempre anda en bandadas» (166: 194). También
aparecen algunos términos locales mediante cambios semánticos, como el
pájaro llamado predicado, «que en la montaña llaman pincha» (265: 186) o
las serpientes «que difieren en la pinta, a que llaman bobas, que ni embisten
ni su ponzoña es activa».25 Un término patrimonial de origen incierto es el
conocido tollo (DRAE, 2189) «parecido al cazon», dice Lecuanda (265:
196). La mayor parte de los términos, sin embargo, no aparecen en los
repertorios actuales. Parecen creaciones terminológicas que quedaron en
desuso.

5. Indoamericanismos

Son menos numerosos los indigenismos que nombran distintas


especies animales. Se ha mencionado paquira (264: 179), que es con seguridad
variante de báquira, voz caribe que designa al puerco salvaje o pecarí (voz
guaraní), que los españoles llamaron saíno, aunque no se registra en el Perú
ninguno de estos dos términos, sino la forma sagino ya mencionada, salvo en
la zona amazónica (pecarí de collar: VOP, 157).26 Podría ser un caso de léxico
cultural compartido por las lenguas arahuaco y guaraní, cuya posible relación

24
En la descripción de Lambayeque también recoge nombres de peces creados por
estos procedimientos: pexe blanco, azote, negrita, angelota, (Mercurio Peruano,
286, 29-IX-1793, 67).
25
Se emplea también en las Antillas: «grandes culebras, de las que llaman bovas»
en Pedro de Aguado(1916, I: 780).
26
Morínigo recoge también los términos vaquiro , en Colombia y Venezuela (DEA,
698), vaquira en Colombia, v áquira , en Venezuela, y begare (DEA, 497). Fernández
de Oviedo explica: «Muchas e grandes manadas de puercos hay naturales en la
Tierra Firme; y en Castilla del Oro, en la provincia de Cueva, los llaman chuche
e los indios en otras provincias lo llaman báquira « (1959, II: 45)

B. APL 43(43), 2007 65


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

o similitud tipológica se ha pretendido probar en más de una ocasión (Tovar,


1997: 261-264), que se ha extendido a otras zonas con sus correspondientes
modificaciones fonéticas.

Del quechua parece provenir huangana


(figura 6),27 que Lecuanda menciona con la forma
haugana, especie de jabalí de mayor tamaño y
«de casta diferente a que llaman haugana, el
ombligo a un lado del espinazo» (264: 179).28 No
lo recogen los repertorios regionales, pero es muy
común en la Amazonía, pues incluso ha producido
el derivado huanganero ‘el experto en la caza de
huanganas’ (VOP, 105; Dper, 278; VP, 162).
Morínigo recoge guangana (DEA, 294).

También es quechua taruga (Cervus


antisiensis, DEA, 646; DPer., 507; VP, 283): «Las tarugas que son una especie
de venados con solo la diferencia que en la cornamenta cría pelos», dice
Lecuanda.29 Añade que tienen pelaje rojo oscuro y orejas blandas y caídas,
son propias de los Andes y «siempre andan en crecido número juntas» (264:
180). Esta variedad de venado colorado (Mazama americana) es hoy muy
escasa, frente al venado gris (Odocoileus virginianus) que es más abundante
(Brack, 1988: 104). Es término conocido en la región andina del Perú, pero
no en la costa, como ya señala Lecuanda en su descripción de Trujillo: «Se
encuentran abundantes los Ciervos, que en estas Indias se llaman Venados»

27
Se registra, según el Vocabulario Políglota, en el quechua de Ancash («wangana,
munti kuchi, jabalí»), pero no lo recoge González Holguín ni se registra en los
demás dialectos quechuas.
28
Vitold de Szyszlo distingue en la Amazonía dos clases de jabalíes: «los grandes,
llamados huanganas, y los pequeños, llamados sajinos». Sus nombres científicos
son Dicotyles labiatus y Dicoteles torquatus. Por otra parte, menciona el tapir
(tapirus americanus) y sus dos variedades, una parda y otra rosada: llegan a pesar
300 kilos y «es el animal terrestre de mayor tamaño en la selva» (1955: 337-338).
En Jaén se le conoce como pinchaque o también gran bestia.
29
En González Holguín: «Taruca. Ciervo con cuernos de aspa» ([1608] 1989: 470).

66 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

(Mercurio Peruano, 249, 23-V-1793, 51). Tampoco recogen el quechuismo los


diccionarios de Puig ni de Arámbulo.30

Particularmente interesante es el caso de pacran: «que es un animal


poco mayor que un gato», vive en cuevas preferentemente en la región
andina «adonde es abundante este cuadrúpedo, a que llaman Alpachala,
que en nuestro idioma significa tigre gallinero» (264: 182; figura 7). El término
pacran es de origen incierto, mientras que alpachala es netamente quechua:
wallpa, ‘gallina’, y chalay, ‘agarrar’. La traducción que recoge Lecuanda es
equívoca, pues no se trata de un felino, sino de un roedor de dientes filudos.
El término pacran o mejor pacrán, tiene indudable relación con pacarana
(Dinomys branickii), y con paca, como también se conoce el majaz (Coelogenys
gregaria), que son roedores carnívoros descritos hoy en la región amazónica.31
Tampoco los recogen los repertorios regionales. Puig recoge la denominación
quechua (con diminutivo castellano) chucurillo,32 especie de comadreja «de
la serranía huancabambina», con cola peluda, color marrón acaramelado. La
creencia popular dice que sacan la sangre de los cuyes y los matan (BDFP,
72). Morínigo recoge paca en la región rioplatense, atribuyéndole un étimo
guaraní (DEA, 488), que resulta al menos incierto. Tal vez se pueda explicar
desde el quechua pacu, ‘rojizo’, o mejor de pacay ‘esconder’, con sufijo
nominalizador. El Diccionario académico, de todos modos, da la razón a
Morínigo. Tal vez podría ser un caso similar (incluso vinculado al de pecarí)
de préstamo cultural. La presencia de dos términos indicaría que una vez
que el primer término se hizo opaco (pacrán), se volvió a designar el animal
con el otro, de carácter descriptivo (alpachala), que finalmente será sustituido
por el nombre andino más general, también de origen quechua, aunque al
fin derivado con un diminutivo castellano «diferenciador» (chucurillo).

30
Esteban Puig recoge gautupill ‘venado de un solo cuerno’ que parece ser un
término histórico o incluso mítico: «Los antiguos tallanes lo tenían como dios y
totem». También registra guaucau, ‘venado colorado’ (BDFP, 115).
31
Son términos quechuas paca ‘águila’ y pacapaca ‘lechuza’, que no es desconocido
en la región (BDFP, 164).
32
González Holguín recoge: «Chumpi chucuri o achocalla. Comadreja de color
castaño. Paccochucuri o acho calla. La comadreja vaya» ([1608] 1989: 118).

B. APL 43(43), 2007 67


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

Un término de particular interés es


cahapicuru: «El Cahapicuru, que traducido del
idioma Índico al Castellano, significa animal
entre espinas, se cría en las Quebradas
calientes» (264: 182). En efecto, se trata de
una especie de puercoespín, y sus espinas son
«sus armas ofensivas», pues «las arroja a cinco
y seis varas, con tal violencia y repetición, que
cuando no maten, hieren, detienen al
enemigo», y al mismo tiempo se parece al
armadillo, pues «tiene el de este País una
Concha pequeña de hueso, y muy blanca, cuya
dureza es tan grande, que se necesita mucho
esfuerzo para romperla» (264: 182). La
denominación podría ser quechua norteño o yungay (que hoy se conoce
como quechua de Cajamarca- Cañaris), donde kasha es ‘espina’ (Quesada,
1976), porque en dialecto sureño ‘espina’ es kiska (Cerrón-Palomino, 1994),
y muestra el locativo -pi propio del quechua yungay septentrional y en el
quechua ecuatoriano, entre otros (Cerrón-Palomino: 1987: 207).33 Del
quechua general proviene churu, ‘caracol’, ‘gusano’, que se ha incorporado
al español andino y amazónico para denominar diversos moluscos, desde el
tan limeño choro, o la concha de los mismos (Dper, 203; VP, 96; VOP, 84).34
Sin embargo, en la región amazónica picuru es otro nombre del majaz o agutí
(VOP, 24). Podría interpretarse entonces casha-picuru como «roedor con
espinas», en concordancia con la traducción de Lecuanda. En las acuarelas
de Martínez Compañón lo encontramos como cashapicuru, sin la aspiración
de la sibilante, que Cerrón-Palomino determina como un rasgo de los dialectos
quechuas de la sierra central y de la zona de Ancash, con alguna influencia

33
En el dialecto quechua de Cajamarca-Cañaris kuru puede significar ‘gusano’ y
‘serpiente’, y kururakuy quiere decir ‘arrollarse en forma de ovillo o pelota’.
(DQCC, 43).
34
En el léxico regional se recogen churo ‘rulo’ y churito ‘caracol’ (BDFP, 74 y 178),
además de churuco ‘poto grande’ (DP, 81), y piruro ‘elemento ornamental de la
orfebrería cataquense en forma de botón’ (BDFP, 178). También curucho ‘calato
(BDFP, 89; VP, 117) o ‘corto’ (DP, 62).

68 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

en el dialecto de Ferreñafe, que normalmente preserva */s/. (1987: 174-


175). Aunque los topónimos con velar llegan hasta Cajamarca y Cajabamba,
son mucho más frecuentes los que presentan sibilante: Cashapampa
(Ancash), Cashapata (Pataz y también en Azuay, Ecuador), Cashaloma y
Casamachay (en Ecuador), etc. Así, creemos que la forma cahapicuru que
recoge Lecuanda, si no fue error de imprenta o del propio Lecuanda, no debió
haber tenido tanta difusión como la primitiva. El término actual, aunque muy
poco usado, cashapululo ‘erizo’, según registra Esteban Puig (BDFP, 58), parece
provenir del étimo también quechua ruru, ‘grano’, ‘semilla’35 que se podría
traducir por ‘esfera con espinas’. Sería una recomposición léxica casi equivalente.
En la región amazónica, al puercoespín se le conoce como casha cushillo (Szyszlo,
1955: 343). Puig también recoge cushiro, ‘erizo, animal de monte’, término de
origen desconocido (BDFP, 89).36

En el número 265 del Mercurio Peruano, dedica unas simpáticas líneas


a los reptiles de la región, que me parecen particularmente importantes porque
en la anterior descripción de la ciudad y partido de Trujillo concluyó que
«nada tienen de particular o de admirable» y juzgó «inútil hablar de ellas».
En cambio, en Piura describe un buen número de especies, algunas de las
cuales ya mencionamos: el camaleón (Lecuanda lo incluye entre los
cuadrúpedos y no con los reptiles), el gusano leñatero y las serpientes coral y
boba. Reginaldo de Lizárraga ya había advertido que en la ciudad de Piura
«la tierra produce muchas sabandijas sucias, y entre ellas víboras, culebras y
arañas» (1968: 10).37 Menciona primero el pacaso, cuya grasa parece tener

35
Así en González Holguín ([1608] 1989: 317). Agradezco al profesor Felipe Huayhua
esta indicación personal. En quechua sureño existe piruru ‘trompo’. En quechua
ecuatoriano piruru es ‘tortero, para el huso de hilar (Cordero 2005: 85). En el de
Cajamarca-Cañaris también es ‘contrapeso de piedra que se coloca en el huso’
(DQCC, 73).
36
En su descripción de Trujillo, se registra el quechuismo muca, un tipo de marsupial
«conocido por el nombre de Muca, «que se describe como «especie de conejo, aun
que (sic) de color diferente, orejas menores y sin cola» (Mercurio Peruano, 249,
23-V-1793, 55 y 56). El término con el que se conoce en Piura actualmente es
guanchaco (EP, 268), aunque no lo recogen Puig ni Arámbulo. Con este término
se conocen, en otras regiones, dos especies de aves.
37
Cieza de León, en cambio, se mostraba erróneamente iluso en estos términos:
«Cosa mala, ni serpientes, culebras, lobos no los ay» (1984: 203).

B. APL 43(43), 2007 69


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

propiedades medicinales: «El Pacaso es muy parecido a la Iguana en sus


propiedades y algo en su figura» (265: 183; EP, 170; T, 26; BDFP, 164; DP, 207;
VP, 213; pacazo en DPer, 380). Es término de etimología incierta, también
común del Oriente (VOP, 148).

Entre las serpientes menciona el cumbilulo:


«los más notables son las Vivoras llamadas Cumbilulo
ó Coral, de colores vivas que arrebatan la vista: son
en extremo venenosas» (265: 184; figura 8). El
término indígena parece haber desaparecido,
desplazado por el castellano, y solamente lo recoge
Josefina Ramos (T, 26). Brack registra dos
variedades de coralillos (Micrururs mertensi y M.
tschudii), lo que podría haber motivado la
duplicidad de términos. El origen de cumbilulo es
desconocido. Podría provenir también de ruru
‘grano’, ‘semilla’ en una composición similar a la anterior.

Otra serpiente con etimología desconocida: «La conocida por Rafad


es tan ágil y de veneno tan fuerte, que hace más violento el estrago», no
aparece en ningún repertorio. Tal vez podría explicarse como nominalización
del adjetivo castellano (arcaico ya en esa época) rafez, ‘vil, bajo, despreciable,
de poco valor’. Parecería tener relación con rafari ‘ofidio de piel plomiza y
con la cabeza achatada como la rana’, que se registra en el Oriente (VP, 253).

«La más particular Culebra que se halla en estos Paises (sigue


Lecuanda), es la llamada Colambo: su cuerpo es tan grueso como largo»
(265: 184), afirmación difícil de creer si damos fe a quienes le asignan una
longitud de hasta tres metros. Esta culebra inofensiva y casi doméstica (Puig
menciona que «limpia las chacras de alimañas y sabandijas») es una especie
de boa, al parecer también conocida en el oriente del país (T, 26; VOP, 66;
BDFP, 77; DP, 51; DPer., 140; VP, 101), aunque Szyszlo la menciona solo como
propia de Tumbes (1955: 108). Martha Hildebrandt menciona que en la
región estaba «casi extinguida» para 1949 (EP, 267), aunque Antonio Brack
todavía menciona dos subespecies de colambo (1988: 108).

70 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

«Hay otras venenosas, sigue Lecuanda, que llaman macanches, grandes


de dos varas de largo y de unas pintas coloradas, amarillas y verdes» (265:
185). Es la serpiente venenosa más común (Bothrops barnetti), según Brack
(1988: 108). Parece coincidencia su similitud con el dialectalismo peninsular
macanche ‘delicado de salud’, que el Diccionario académico consigna en la
provincia de Salamanca. La nuestra aparece en Matalaché de López Albújar
(1971: 53): «Entonces yo me senté en un taurete y él, parao y cruzao de
brazos, se me puso a mirar como un macanche. Porque los ojos de José Manuel
son mismamente que los del macanche cuando los clava en los pajaritos pa
tragárselos.» También en El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría (1997:
103): «Una vez me encontraba por Piura en sitio onde había mucha víbora
macanche». Y en Taita Yoveraqué de Vegas Seminario: «Y allá el algarrobo
viejo, en donde encontramos un macanche con tamaña cabeza y lo matamos
a palos» (1956: 138). Presenta variabilidad en su género, sin que los repertorios
den una solución al respecto. El término es empleado también, según Ugarte
Chamorro, en el Oriente peruano. Su étimo es desconocido (EP, 269; BDFP,
138; DP, 168; VP, 101).38

Finalmente menciona Lecuanda el conocido antillanismo caimán


(«los lagartos, a que llaman Caimanes» (265: 200)), en referencia al cocodrilo
de Tumbes. Este animal, que ahora está en grave peligro de extinción, llamó
mucho la atención a los cronistas, por su abundancia y porque «cuando
están cebados y encarnizados en carne humana son muy dañosos», aunque
«no pasan del gran río de Motape adelante», dice el dominico Lizárraga
(1968: 8). El propio Lecuanda pondera su abundancia «particularmente en
el de la Chira» y sus cualidades: «Es muy forzulento en agua y tierra,
traicionero, atrevido y astuto» (265: 200).39

38
Resulta aventurado relacionar macanche con el quechua maki ‘mano’ o
makinchani ‘golpear en la mano’.
39
Son muy conocidos hoy los términos cololo (onomatopéyico según Hildebrandt)
que designa al sapo (EP, 271; BDFP, 78; DP, 52; VP, 102) y jañape ‘lagartija
nocturna’ (EP, 271¸ BDFP, 127; DP, 144, VP, 171). Puig registra además gautupilla
, culebra identificada por ‘un anillo de color amarillo alrededor del cuello’ (BDFP,
110).

B. APL 43(43), 2007 71


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

Pasemos ahora a revisar los nombres indígenas de las aves. Piura es


una región con más de un centenar de especies de aves, muchas de ellas
endémicas, por lo que no es extraño que nuestro corpus presente aquí muchas
peculiaridades. Pero López, que recorrió estas tierras entre 1540 y 1570, apenas
menciona, respecto a los indios yungas: «Tienen patos y algunas gallinas de la
tierra», y «solían antiguamente criar perros para comer porque otro ganado
no lo hay ni lo puede haber» (1970: 42).

El pájaro carpintero «en idioma índico es conocido por el cargach»


(265: 185), dice Lecuanda, sin que podamos saber a qué idioma se refiere. El
término parece de origen amazónico, pues Enrique Tovar lo registra en la
forma cárgosh como denominación indígena.40

A continuación menciona «unas pabas llamadas Arunchas y Pihas


cuya carne es de exquisito gusto» (265: 185). Brack señala dos especies
endémicas: chachalaca y pava de ala blanca, ésta última en peligro de extinción
sin mencionar los anteriores (1988: 104). Son términos de origen desconocido
que no aparecen en ningún repertorio, salvo el término runza o gunza ‘pava
de monte con cresta’ que recoge Puig (BDFP, 194), donde observamos aféresis
por deglutinación del artículo.41

Americanismo conocido es paují, ave tropical «tiene muchísima


semejanza con el Pabo» (265: 185). El diccionario académico, además de
describir: «cuerpo robusto, cola larga y cresta de plumas eréctiles hacia delante,
coloración negro lustroso con abdomen blanco», señala que paují, y la variante
paujil son voces onomatopéyicas de los países tropicales de América. Ugarte
Chamorro piensa que los nombres de esta elegante gallinácea, muy
amenazada porque es comestible, provienen del quechua, extremo que no
descartamos (VP, 225), aunque parece más probable que tenga otro origen y

40
Sería arriesgado vincularlo con karka ‘guano’, término del quechua ancashino,
del juninense y del ayacuchano.
41
Es poco probable que tenga relación con ronsapa ‘abejorro’, término propio de la
Amazonía (VP, 264; Dper, 470). Podría tenerla con los vocablos regionales urranza
o urrunza ‘zorro’, que recogen Puig y Arámbulo (BDFP, 224; DP, 283).

72 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

haya pasado del castellano al quechua (pawkil en dialecto cuzqueño, pawhil


en los demás). Se registra en varias crónicas, como en la de Toribio de
Ortiguera: «Hay muchas pavas y paujíes y patos» (Pérez-Salazar, 1990: 39),
pero el texto que mejor nos esclarece el término está en la Historia de Bernabé
Cobo:

En el reino de Tierra Firme llaman paujia a cierta ave grande, que


también se halla en las tierras calientes del Perú, y los españoles la nombran
‘pava de tierra’ porque se parece a los pavos reales de España, aunque no le
hace rueda con ellos, ni sus plumas son de aquel lustre y colores. Hay dos o
tres especies destas pavas. (1964: 330)

Santamaría pensaba que podía derivar del chaima pauxi,


atribuyéndole un origen mejicano. Álvarez Vita recoge paujía y paujil (DPer,
402). En el léxico regional contemporáneo, aparece pajuilo ‘ave de corral
con el pescuezo desplumado’ según Puig (BDFP, 165), ‘Ave, generalmente
gallo o gallina de determinada raza que tienen el cuello desplumado y rojo’,
según Arámbulo (DP, 210). Evidentemente se trata del mismo animal, y el
término puede haberse transformado por etimología popular por la influencia
de paja.42

Por otra parte, el nombre huerequeque que Lecuanda escribe


güerequeque (Burhinus superciliaris), sin duda tiene origen onomatopéyico:
«le viene su nombre de que cuando grita o canta se le percibe la voz, que
dice güerequeque». Es una especie de avefría, corredora de hábitos nocturnos,
muy típica de los algarrobales, sobradamente conocida, aunque no resulta
hoy tan fácil de encontrar: «lo domestican en las casas, dice Lecuanda, por
la utilidad que en él tienen de limpiar los insectos, culebras, cucarachas», y
su descripción es inconfundible: «sus piernas son muy largas y delgadas»
(265: 186; güerequeque en DPP, 227; EP, 271; T, 26; huerequeque en BDFP, 123;
güerequeque y huerequeque en DP, 123; DEA, 304; figura 9).

42
Se consignan en el Diccionario académico las formas pajuil, pajuila y pajuilla para
designar este mismo animal en Honduras, Salvador y Costa Rica, lo que apoyaría
un origen no quechua del término.

B. APL 43(43), 2007 73


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

También es onomatopéyico, según Lecuanda, el nombre del quinquin


(T, 26: quinquen en Ayabaca) o chiroque (Icterus graceannae; conocida hoy
en día como chiroca, EP, 268; T, 26; BDFP, 71; DP, 76). Es un ave canora de
color amarillo y alas negras, fácil de domesticar. Por último, el cóndor no
necesita explicaciones. Lecuanda dice que sus plumas servían entonces para
escribir y su estatura «es casi igual a la de una Grulla (sic).» (265:192, DDP,
139). Hasta el día de hoy anida en la zona.

Abundan en la región las palomas (Brack distingue cinco especies


diferentes), «que llaman sus naturales cuculíes», señala Lecuanda (265:193).
Es término mochica (DM, 4), aunque no se descarta un origen onomatopéyico:
«cuando cantan dan regularmente tres golpes seguidos, pronunciando esta
voz», dice Lecuanda, razón por la que suele domesticarse «porque es gracioso
su canto» (165: 193). Esteban Puig recoge cucula ‘paloma torcaz’ (BDFP, 84),
y también Arámbulo, quien explica «Se le llama también cuculí, por lo
onomatopéyico de su canto» (DP, 58). Martha Hildebrandt había recogido
ambas formas como onomatopéyicas (EP, 271).

Llama papagayos a una especie de loros «de vivos colores» y a los


pericos típicos de la región: «menores de color verde solo o con una manchita
amarilla baxa o pagixa (sic) en la cabeza» (265: 193). Seguramente se refiere
al perico esmeralda (Forpus coelestis), aunque en Piura existen cuatro especies
distintas de este orden.

Cierto interés tienen los nombres de la


soña (Mimus longicaudatus): «El pájaro llamado
Chisco por un nombre, Corregidor por otro y
Zoña en Piura, es de color ceniciento». Ave
muy domesticable, de color gris y «canto
melodioso», que presenta tres subespecies en
la zona. Lo había descrito ya con minuciosidad
el propio Bernabé Cobo, señalando que «por
ser este pájaro tan dañoso le han puesto
nombre de corregidor, a imitación del daño
que algunos corregidores de indios suelen

74 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

hacer en su gobierno» (1964: 322).43 Arámbulo recoge los nombres autóctonos


(DP, 76 y 262), mientras que Esteban Puig también menciona el término regidor
(BDFP, 190), señalando que chisco es palabra mochica, tal la recoge Middendorf
aunque éste la refiera al tordo (BDFP, 71; DM, 7). El término más común en la
zona es soña (T, 26; EP, 270; BDFP, 207) con variante gráfica zoña (BDFP, 233).
Hildebrandt recoge también el sinómino chauco (EP, 270).44

Un término hoy desconocido es piche, pájaro de color marrón y


encarnado, «muy apreciado por su canto» (266: 194; T, 26). El término hoy
es prácticamente desconocido en la zona.45 El DRAE lo recoge como
mejicanismo de origen maya que designa un ave palmípeda, pero ya lo
recoge González Holguín: «Ppichiu. Todo paxaro y la niña del ojo. Ppichiu
llullana. La añagaça para tomar paxaros, y Pisccu o pichiu. El paxaro, o toda
ave» ([1608] 1989: 284 y 187). No sería necesario pensar en una falsa regresión
del castellano pichón.46 En las acuarelas de Martínez Compañón aparece
como picha.

43
«El pájaro corregidor es del tamaño de un tordo; de color pardo; el pecho y el
vientre ceniciento; la cola y espalda pardas y rayadas de color de gorrión» (1964:
322). Pero describe al chisco de Lima y la costa central, algo diferente del
norteño, de color plomo y algo más grande.
44
Existen nombres de aves no consignadas por Lecuanda. Puig registra las aves
bichauche ‘gorrión’, cachul y chiroca ‘ave de color amarillo’, cumán, pilco y shulín
‘jilguero’ (BDFP, 45, 85, 71, 177 y 204), y Martha Hildebrant recoge guarasingo y
surumbela, además de varias denominaciones del gallinazo: bilinguy, guayiganga,
güisco, marota o guaraguáo (EP, 269 y 270). En Puig y Arámbulo, sin embargo se
consigna más adecuadamente guaraguau como ‘gavilán’ BDFP, 112, DP, 121). Es
término antillano. Son onomatoéyicos los nombres del guacabo (BDFP, 111) y del
guicucú (BDFP, 116; DP, 124).
45
Esteban Puig recoge picho ‘’chiquillo vivaracho’ (BDFP, 177). Edmundo Arámbulo
lo registra en Huancabamba (DP, 221).
46
Lecuanda recoge otros nombres de pájaros. En su descripción de Trujillo registra
la voz quechua camanay (Mercurio Peruano, 249, 23-V-1793, 60). En la descripción
de Lambayeque menciona el toropisco «de figura extraordinaria», color negro y
copete de plumas y pico azul, cuyo canto asemeja a un toro, según Lecuanda,
aunque tal vez se lo atribuya por etimología popular, porque puede ser quechua:
turu, ‘barro’ y picchu ‘pájaro’. Claro quechuismo es sumapischo: «En lengua
quichua le conocen por este nombre, que equivale en castellano a Páxaro hermoso
(sic)» (de sumaq ‘hermoso’ y picchu ‘pájaro’. También registra piccho, en Jaén y
Chachapoyas, donde designa un ave de colores brillantes con plumas rojas en la
cabeza, tatau, suysuy, picasar, y vicsilin o quende, que son nombres indígenas

B. APL 43(43), 2007 75


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

Hay varias denominaciones de abejas, todas de origen incierto: las


chucarumbas (266: 194) viven en los árboles y dan una cera amarilla47 y las
murrucuyes (266: 195) viven en las paredes y su picadura «causa mucho
dolor» (quizás del quechua muru, ‘moteado, manchado’). En la Amazonía
se registra morocuje que Tovar define: «abeja negra que, en apariencia, carece
de aguijón» (VOP, 138; repite VP, 201). Aparece en los repertorios churumbo,
pero en Puig significa libélula (BDFP, 74) y en Arámbulo ‘langosta’ (DP, 81).

Otras subespecies, cuya cera, dice Lecuanda, «es mejor y se blanquea


con mayor facilidad, haciéndose de todas las clases un comercio abundante»
(266: 195) son mencionadas con los términos hergones, tachungas y nimbuchez
(265: 194-195). En Martínez Compañón se mencionan ergón y tachunguna.
Esteban Puig recoge el término de abeja ergona, que produce miel de palo
(BDFP, 102). Es común también en el Oriente, en las regiones del río Marañón,
donde aparece en masculino ergón ‘abeja negra que carece de aguijón’,
según Ugarte Chamorro (VP, 136). Los demás términos no aparecen en
ningún repertorio. Todos parecen de origen incierto.48

Por supuesto que las referencias relativas a abejas que producen miel
en árboles de Indias se remiten, por lo menos, hasta Gonzalo Fernández de

del picaflor o colibrí del que «se dice que resucita» (quinde en Puig y Arámbulo
Palacios), y el quechuismo yayay-mamay que «traducido a nuesto idioma
castellano significa Padre mío-Madre mía como quando un niño llama a sus
padres» (Mercurio Peruano, 286, 29-IX-1793: 63 y 65).
47
Tal vez sea voz quechua. González Holguín registra: «Chucu. Bonete, o sombreros
antiguos», y «Rumppu, rumppu. Cosa rolliza redonda.» ([1608] 1989: 118 y 320).
Es menos probable que tenga relación con chukaru ‘salvaje, huraño’ (DQCC, 74).
Difícil que se vincule con el mochica chuka ‘pulga’ (DM , 8).
48
Esteban Puig recoge además el término alicuy, ‘animalito largo y negro que vive
en el agua emponzoñada’ (BDFP, 31). Ugarte Chamorro consigna el animalejo
como alicuya, en Ancash (VP, 24). Puig también recoge culata, ‘avispa agresora
cuya aguijón produce fiebre alta’ (BDFP, 85),pulula ‘avispa de color negro con
amarillo’, pichilingüe ‘abeja de campo que elabora cera negra’ (BDFP, 177) y
puluche ‘gusano que daña las plantas, en concreto, a los tubérculos’ (BDFP, 183),
además de tuluy ‘tarántula de color negro y venenosa’ (BDFP, 221). Arámbulo
recoge pichilingüe (DP, 221), puluche (DP, 231) y alpargate, ‘abeja’ (DP, 12).
Martha Hildebrandt había registrado pichilinga pero en la acepción de ‘hormiga
pequeña cuya picadura es muy dolorosa’, además de satiguay, ‘especie de avispa
pequeña’ (EP, 270).

76 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

Oviedo: «Hay muchas abejas, que crían en las hoquedades de los árboles, y
son pequeñas, del tamaño de las moscas, o poco más», cuya miel «es muy
buena y sana, pues es morena, casi como arrope». Cieza de León también
observa en los términos de Santiago de Guayaquil, al sur de Ecuador, que
«en las concavidades de los árboles se cría mucha miel singular» (1984: 178).
Por su parte Bartolomé Cobo, ya en el XVII, observa que «toda la miel que se
recoge en este reino del Perú es silvestre», que no se aprovecha «por la
abundancia de azúcar», salvo para medicina «para lo cual nunca falta», y
entre todas las variedades de abejas y avispas que producen miel menciona
«otras negras del mismo tamaño, las cuales, aunque crían miel, pienso yo que
no se distinguen de los moscardones». Entre las «varias especies de abejas
pequeñas: blancas o negras y pardas», dice que «hay otras como avispas,
pardillas tirando a negras, y bien hechas, que los indios llaman putiguanca; y
otra casta dellas, llamadas de los indios guancoyros que son las mayores de
todas (1964: 333).49 Las denominaciones que recoge Cobo no son
coincidentes:

Llaman los indios peruanos a la miel mizqui; a la cera, mapa, y a la


abeja, pupa (1964: 336)50

Con respecto a los nombres de pescados no hay duda de la


predominancia de los términos patrimoniales, pues Lecuanda menciona muy
pocos indigenismos. Uno de ellos sería bagre (en el texto vagre) es americanismo
general ‘pez sin escamas’ (265: 201). Lenz le supone un origen antillano pero
Corominas afirma que procede del catalán (DEA, 67). Lecuanda lo ubica en
las costas cerca del agua dulce, pero ahora Arámbulo lo da como pez de río
(DP, 25). Otro es churucutula, que «no tiene escama, sólo sí una piel muy

49
Las describe a continuación: «galantemente pintadas de rubio, colorado, amarillo
y negro y el cuerpo todo con una manera de vello; son en exceso picantes, de
agudos aguijones y tan grandes como moscardones. « Y menciona «otras negras
del mismo tamaño, las cuales aunque crían miel, pienso yo que no se distinguen
de los moscardones» (1964: 333). En González Holguín se recoge huanccayru,
con las acepciones: «abeja o abejón» (177).
50
También registra que «llaman los indios peruanos a la avispa uruncoy « (1964:
332).

B. APL 43(43), 2007 77


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

dura» (266: 196). Es de origen incierto (tal vez del quechua churu, ‘caracol,
gusano’). Guarda algún interés el término, más transparente, rumichuna «en
castellano quiere decir cabeza dura», dice Lecuanda, y explica: «tiene dos
piedras en la cabeza de grande utilidad para curar el mal de orina» (266:
198). En efecto se trata de un compuesto quechua: rumi ‘piedra y uma
‘cabeza’.51 Origen incierto, por fin, tienen pumalan (265: 199) y cascafe (265:
201).52 No se recogen en ningún repertorio lexicográfico.53

6. Conclusiones

Lecuanda termina su estudio con una observación que pone de


manifiesto su extrañeza ante las peculiaridades naturales de la región: «no se
conocen los barbos, las truchas, las anguilas y otros peces que son comunes en
los ríos de la península» (265: 201). Se muestra consciente, pues, de que el
norte peruano configura un espacio geográfico de riqueza y variedad
extraordinarias. Esa misma variedad natural explica la presencia de las
peculiaridades léxicas que hemos querido poner de relieve en este trabajo.

Lecuanda no es ningún lexicógrafo ni pretende serlo. Le interesa


describir animales que puedan aportar algún beneficio a la economía local, y
su curiosidad ilustrada le lleva a hablar de los animales más raros, admirables
y menos conocidos (desde su punto de vista eurocéntrico, por supuesto).
Además, parte de información indirecta en muchos casos, de las observaciones
del obispo Martínez Compañón fundamentalmente, al que llama «sabio

51
En el oriente peruano se registra rumi-uma (VOP, 176). Es muy común el
quechuismo umas o uma, de género masculino, ‘mate de calabaza, en especial el
que se usa como cucharón para enfriar la chicha’. Puig erróneamente le asigna un
origen tallán y Arámbulo lo consigna en la forma umás (EP , 270; BDFP, 224; DP,
283).
52
En la descripción de Lambayeque, Lecuanda menciona un pez llamado cascate, lo
que puede indicar una confusión en las grafías por parte de Lecuanda o por parte
del impresor (29-IX-1793, 286: 68).
53
En el léxico regional es común el término cachema (EP, 267; BDFP, 49; DP, 37; VP,
56). Álvarez Vita lo considera propio de la costa central (Dper, 96).

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AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

especulativo» (249: 58), y de testigos «que son hombres de verdad y recto


manejo» (249: 57). Pero no desdeñamos el valor de su experiencia personal,
como «Ministro en estas Caxas de Ral Hacienda» (269: 219), que le ponía en
estrecho contacto con la economía local y la vida cotidiana de sus habitantes.

A pesar de que son mayoría las coincidencias, como no podía ser


menos, llaman la atención algunas variantes de la descripción de Lecuanda
con respecto a las acuarelas de Martínez Compañón que le son casi
contemporáneas.54 Ya mencionamos la variante cahapicuru, que en la acuarela
se menciona como cashapicuru. Otras variantes son haugana, que en la acuarela
aparece como huangana; aruncha, que en la colección del obispo se denomina
pava arunche; y quinquin que el acuarelista escribe quienquien. No hay duda
que en haugana descubre un error de Lecuanda o del impresor del Mercurio,
mientras que en ese quienquien el acuarelista puede que se tomara la libertad
de interpretar la onomatopeya a su gusto. Lecuanda no menciona el nombre
de la perdiz ulluctuyu que registra Martínez Compañón, ni otras muchas
especies, por lo que la colección de acuarelas resulta más completa que la
descripción de Lecuanda en muchos casos. Pero tampoco el obispo hace
mención de otros como cargach, que registra nuestro funcionario. Por eso
ambas fuentes son, como observó Juan Antonio Frago (1999),
complementarias.

La etimología de muchos términos es incierta, como en los casos de


pacazo, macanche, colambo, cargach, soña, ergona... Es muy probable que tengan
un origen tallán o guayacundo, como lo indicaba Josefina Ramos, pero en
todo caso resulta indemostrable y muy riesgoso pretender, con éstos y otros
elementos léxicos, el establecimiento de un «vocabulario tallán», en razón al
complejo «mosaico de lenguas» que existía en la zona antes de la llegada de
los españoles y aún más antes de la expansión inca (por ejemplo, chisco, cuculí

54
Con anterioridad, Cosme Bueno había descrito muy someramente las actividades
económicas y los principales accidentes geográficos de la provincia de Piura,
donde menciona la abundancia «de un árbol llamado Algarrobo, de que hay
bosques espesos donde se crían muchos animales feroces», y tambien que «en las
playas del contorno se coge gran cantidad de Tollo, que es el Bacalao común del
Perú y Quito» (1951, 55).

B. APL 43(43), 2007 79


CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

y quizás algún otro podrían ser términos mochicas). Más bien se demuestra la
abundancia de quechuismos por encima de los términos presumiblemente
tallanes y, por demás, el predominio de americanismos de origen castellano.

Algunos casos manifiestan un periodo de bilingüismo o incluso


trilingüismo: el pacran que se conocía como alpachala, las tarugas o venados y
la serpiente cumbilulo o coral, o la soña que recibió los nombres de chisco y de
corregidor.

La llamativa presencia de quechuismos formados por composición


(los únicos términos que consigue traducir «de la lengua índica al idioma
castellano»), provienen del quechua, está indicando, en primer lugar, que
esta lengua era «alienígena» en este espacio, pues carecía de términos propios
para designar esos animales y acudía a la composición: alpachala, cashapicuru,
rumichuna, etc. Son términos descriptivos que muestran haber sufrido, en
varios casos, diversas transformaciones fonéticas o sustituciones léxicas (como
en el caso de pacrán, alpachala y chucurillo). Evidentemente estas creaciones
léxicas serían posteriores. El término alpachala al menos, es de época virreinal.

En el caso de cashapicuru, además, no se trata de quechua cuzqueño


sino del quechua norteño lo que indica la variedad que se extendió en esta
región (yungay septentrional, según Cerrón-Palomino (1987: 237)), quizás
antes de la expansión inca (Cerrón-Palomino, 1987: 342 y 344). Es evidente
que algunos términos descriptivos quechuas, como cashapicuru ‘erizo’, vienen
a designar aquí cosas que ya tenían nombre en la variedad sureña de esa
lengua: «Ascanccuy. ‘Gusano peludo espinoso’; Erizo. ‘Ascancuy’.» en
González Holgúin ([1608] 1989: 35 y 511).

Muchos de estos términos quechuas (salvo taruga y huangana) no se


registran en ningún diccionario. Son localismos que aparecen con la forma
que tenían en el siglo XVIII, lo que puede arrojar luces sobre la expansión
histórica y la evolución lingüística de esta lengua. Sus modificaciones o
sustituciones aportan datos materiales de interés para los quechuistas.

En verdad, muchos términos hoy no se recogen en ningún repertorio


lo que puede indicar o bien que las especies se extinguieron completamente

80 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

o bien que han cambiado su denominación, hecho que estaría apoyado en el


hecho de que no aparecen en los repertorios actuales, por ejemplo, el actual
chucurillo parece ser el pacrán o alpachala del que habla Lecuanda. Lucerna,
leñatero,55 avisador, pico gordo, cargach, murrucuy, predicado, boba, preñadilla...
tampoco salen en los diccionarios consultados, aunque éstos a veces olvidan
consignar términos perfectamente vigentes, como el pez perico que se vende
en los mercados de Paita o de Piura, por lo que deben ser utilizados con
ciertas precauciones. Se comprueba en cualquier caso la intuición que había
expresado Marcos Morínigo en 1964 en relación a que los indigenismos de
uso puramente regional debieron ser sensiblemente numerosos a fines del
siglo XVIII, «sobre todo en las regiones donde por la convivencia con el indio
el bilingüismo en indios y mestizos y criollos debió ser lo normal» (1964: 222-
223). No es tampoco absolutamente seguro que todos esos términos fueran
de uso habitual, puesto que no pueden ocultarse en Lecuanda afanes
puramente eruditos en el registro terminológico.

Por otra parte, Lecuanda no menciona términos de amplia difusión


actual, generalmente consignados por los repertorios actuales: jañape
‘pequeño reptil nocturno’, chuquiaco ‘zorzal’ (probablemente del quechua
chuqui, ‘lanza’), que pudo evolucionar (con refuerzo onomatopéyico) a
choqueco, nombre con que se denomina un tipo de ave color plomo muy
común; chilalo (también llamado hornero), chigüisa, chiclón (o guardacaballos),
etc. En algún caso es posible reconocer que se refiere a ellos con términos
castellanos (los chilalos le parecieron indudablemente perdices). ¿Careció
Lecuanda de la información suficiente o bien estos términos no eran conocidos
entonces?56

Cuando el término subsiste hasta el día de hoy, interesa poner de


relieve que se dan algunas variantes diastráticas: cashapicuru ha sido sustituido
por cashapululo, aruncha se ha tranformado en runza o gunza, aféresis por

55
Arona registra que en el Perú se decía leñatero por leñador, sin referirse al
animalejo (1974: 160)
56
Este caso se vería reforzado si en verdad, como piensa Martha hildebrandt,
chilalo es voz onomatopéyica (EP, 271).

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CARLOS ARRIZABALAGA LIZÁRRAGA

deglutinación del artículo, y cuculí en cucula, probable moción de género con


cambio acentual añadido.

En varios lugares, se manifiesta la intuición lingüística de Lecuanda


así como su interés por el origen de las palabras, tan propio de su mentalidad
ilustrada. No parece posible señalar la persona que había proporcionado las
traducciones a nuestro autor. En fin, no siempre las equivalencias resultan
acertadas. Sobreentiende que «la lengua índica» es el quechua, aunque al
inicio menciona la variedad de sus idiomas originarios. Los nombres tallanes
podría haberlos traducido también, pues el tallán y el sechura conservaban
aún cierta vitalidad, pero seguramente se trataba de términos designativos y
no descriptivos, por lo que resultarían opacos hasta para los mismos hablantes
de esas lenguas.

Por fin, no pocos términos, como pacrán, cargach, y ergona, muestran


relaciones culturales con las regiones amazónicas, que el último caso se
manifiesta en el mismo texto: «Las hay igualmente en Jaen y en la Montaña;
pero no es tan abundante su beneficio por la desidia de sus naturales» (266:
195). Podrían deberse a contactos lingüísticos prehispánicos o a difusión léxica
llevada a cabo en la época colonial.

Este rico vocabulario nos abre algunos interrogantes y, sobre todo, nos
pone en contacto con una época de nuestra historia lingüística que,
indudablemente, mostraba signos de haber llegado a una gran estabilidad y
riqueza. Es el léxico de una región particularmente rica en especies endémicas,
de las que no pocas se consideran en peligro de extinción. Quizás dentro de
doscientos años muchos términos todavía vivos resulten entonces también
desconocidos, como lo son ahora muchos que hemos citado.

Quizás en nuestra moderna y confortable vida urbana hayamos


perdido, con las palabras, una buena parte de ese amor a la naturaleza tan
propio de Lecuanda y los ilustrados. Esa naturaleza tan asombrosa del norte
peruano, escenario hoy de conflictos y luchas, pero todavía un lugar para
encontrar juntos, siquiera después de doscientos años, un ansiado desarrollo
económico y social en armonía con la defensa responsable del entorno natural.

82 B. APL 43(43), 2007


AMERICANISMOS EN LA DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARTIDO DE PIURA ...

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B. APL, 43. 2007 (89-106)

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA POESÍA DE


CARLOS GERMÁN BELLI *

TRADITION ET MODERNITE DANS LA POESIE DE


CARLOS GERMAN BELLI

Marco Martos Carrera


Academia Peruana de la Lengua

Resumen:
El texto hace una reflexión general sobre la poesía de Carlos Germán Belli y
se detiene en los primeros años de su trabajo poético, aquellos que van desde
1958 hasta 1969. Se señala que es en esa época que se define las grandes
líneas de la poesía belliana que atienden tanto a la tradición como a la
innovación. A renglón seguido las cuartillas exploran algunos de los temas
que Belli ha desarrollado posteriormente como el interés por el deporte, en
particular el fútbol, y el vínculo amoroso entre el hombre y la mujer.

Résumé:
Le texte présente une réflexion générale sur la poésie de Carlos Germán Belli
et s’arrête aux premières années de son élaboration poétique, celles qui
s’écoulent entre 1958 et 1969. Pendant cette époque se définissent les grandes
lignes de la poésie de Belli, attentive à la tradition ainsi qu’à l’innovation.
Après, les feuillets explorent quelques sujets développés postérieurement par

* Ponencia presentada el 26 de abril de 2007 en el «IV Congreso Internacional de


Peruanistas», Santiago de Chile.

B. APL 43(43), 2007 89


MARCO MARTOS CARRERA

Belli tels que, son intérêt au sport –le football en particulier-, et le lien
amoureux entre l’homme et la femme.

Palabras clave:
Belli; poesía; tradición; innovación; dolor; esperanza.

Mots clef:
Belli, poésie, tradition, innovation, douleur, espoir.

Primera cala

Carlos Germán Belli (1927) es el poeta más traducido y celebrado de


las promociones peruanas que se han dado en llamar 45-50. Su producción se
vincula en sus comienzos tanto con la tradición que inaugura Rubén Darío
en América como con la revuelta que propició el surrealismo. Esa última
actitud, practicada con rigor, lo llevó de la escritura automática al humor
negro y de allí al punto extremo del sonido gutural que entraña la posibilidad
real de la demolición de la palabra. Esta evolución se da en el lapso aproximado
de diez años, puesto que la primera colección de Poemas es de 1958, puede
considerarse culminada en el momento de la edición uruguaya de El pie
sobre el cuello, 1967. Posteriormente, Belli, que no los había abandonado
nunca, vuelve a un refocilamiento en los clásicos, se interna en la patria del
idioma buscando la sabiduría que dan los siglos de tradición literaria y el
impulso necesario para salir otra vez hacia la tierra de nadie, es decir, hacia la
consecución de un estilo personal incanjeable.

Lo admirable en la obra de Belli es que, con elementos diferentes a los


de cualquier otro poeta hispanoamericano contemporáneo, con un léxico y en
especial con una adjetivación que parecen a primera vista pobres, pero con un
conocimiento verdaderamente excepcional de la tradición, interioriza su voz
en los meandros mismos del idioma. Su poesía parecería muy antigua, vetusta
incluso, si no fuera también tan extraña. Y no es solamente una cuestión que
atañe al léxico, aunque lo involucra. Si su originalidad reposase solamente en
una cuestión de léxico, la poesía de Belli tendría muchos discípulos siguiendo
la fórmula tantas veces explicada por la crítica, esa mezcla de arcaísmos y

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TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA POESÍA DE CARLOS GERMÁN BELLI

neologismos en versos preferentemente endecasílabos o heptasílabos. La


confusión de muchos estudiosos con Belli tiene que ver verdaderamente con
este asunto de fondo: este léxico y esta sintaxis, verdaderamente nunca vistos,
tienen reminiscencias de los clásicos invocados, Góngora, Medrano, Herrera,
Carrillo y Sotomayor, pero recuerdan también al lenguaje familiar y al habla de
la calle, aunque sin reproducir ninguna habla en particular, casi podría decirse
que ni siquiera la del propio poeta. Como en pocas escrituras de poetas
hispanoamericanos, en Belli hay una persona poética que habla muy diferente
de la persona que escribe, aunque, sin duda, en el centro del estro del poeta
hay un altar, a semejanza del ara de los antiguos romanos, donde se rinde
homenaje a los manes, lares y penates de la genealogía familiar, y los propios
miembros de su tribu actual, la esposa, las hijas, los hermanos, en especial
Alfonso, aherrojado al sufrimiento. Y así llegamos a comprobar que hay un aire
de familia, difícil de precisar para mentes distraídas, entre Carlos Germán Belli
y su compañero generacional, diverso de tantas maneras, Jorge Eduardo Eielson,
que también rinde culto a su propia atmósfera familiar y que tiene también
una marca escritural cuyos más remotos referentes son griegos y latinos: limpidez
en el lenguaje, actitud lírica, inclusive en los textos de predominio narrativo,
como ocurre en algunos pasajes de Homero y en la mayor parte de la poesía de
Virgilio, y en la prosa de Plinio y de Cicerón, tanto la escrita para su divulgación
como en sus cartas privadas, verdadero ejemplo de amor por los suyos.

Este es el contraste que provoca la chispa poética en muchos textos


bellianos, la emoción que sacude al lector: forma tomada de los clásicos
(endecasílabo, heptasílabo, recursos métricos tradicionales) y un personaje literario
verdaderamente desesperado capaz de saltar toda norma. Con esta señal, con
esta cábala podemos avanzar en la comprensión de una porción interesante de
poesía belliana. La otra parcela de la poesía de Belli, que ha ido ganando un
espacio en el total de su producción de estos últimos años, es una poesía reconciliada
con la vida y en búsqueda permanente de la trascendencia metafísica.

Segunda cala

Sabido es que los escritores en general y los poetas en particular


suelen definir en los primeros años de su actividad literaria las líneas matrices

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MARCO MARTOS CARRERA

de la totalidad de su estro. Belli no es la excepción; antes por el contrario, es


una figura paradigmática de cómo la esencia de su escritura puede hallarse
en sus primeros libros que son Poemas (1958), Dentro y fuera (1960), Oh hada
cibernética (1962), El pie sobre el cuello (1964), Por el monte abajo (1966), y El
libro de los nones (1969). Algunos de los poemas emblemáticos de Belli,
aquellos que por repetirse una y otra vez en las más variadas antologías, son
los más conocidos en el ámbito de la poesía escrita en español, pertenecen a
esta etapa. Belli, en esos primeros libros, escribe ya una poesía que hemos
llamado diacrónica, es decir que recurre a todas las palabras castellanas
posibles, las que están en uso y aquellas que han periclitado en la marea de
los años; no vacila tampoco en usar formas no consagradas por el diccionario,
pero utilizadas por el común de los peruanos en su comunicación diaria. De
modo paradigmático esta mezcla de lenguajes en la retorta de su estro produce
el poema Amanuense:

Ya descuajaringándome, ya hipando,
hasta las cachas de cansado ya,
inmensos bofes todo el día alzando
de acá para acullá de bofes voy,
fuera cien mil palmos con mi lengua,
cayéndome a pedazos tal mis padres,
aunque en verdad yo por mi seso raso,
y por lonjas y levas y mandones,
que a la zaga me van dejando estable
ya a más hasta el gollete no poder,
al pie de mis hijuelas avergonzado,
cual un pobre amanuense del Perú.

Este texto pertenece al libro El pie sobre el cuello de 1964. En aquella


ocasión la crítica de modo explícito reconoció la calidad de Belli, pero llamó
la atención sobre el aparente callejón sin salida de la escritura del poeta.
«Belli, más pavor, más asfixia» escribió José Miguel Oviedo, en una frase que
nuestra memoria ha conservado todos estos años y que cabe relacionar con
otra frase escrita por Mario Vargas Llosa en 1986: «Nadie ha sabido encarnar
con más estrafalaria originalidad que Carlos Germán Belli el destino del
poeta en este momento sombrío en que parece llegar para la poesía la hora de

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TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA POESÍA DE CARLOS GERMÁN BELLI

la catacumba. Pero, si es capaz de discutir en sus estertores, semejante canto


del cisne, pese a los innumerables síntomas, acaso ella no sea mortal.»1

En aquellos años sesenta del pasado siglo Belli parecía ir a


contracorriente de la esperanza revolucionaria que emergía de los poemas
de Romualdo o de Heraud. El tiempo ha probado la fineza de su mirada, no
para hacer una poesía de las convicciones revolucionarias de los desheredados,
sino para expresar la condición del hombre que sufre arrojado entre las cosas.
El pavor y la asfixia de los que hablaba José Miguel Oviedo, no es el pavor y
la asfixia de un individuo, sin el de todo un pueblo. Belli no cae seducido por
el lenguaje familiar, no usa la lengua de todos los días, sino que consigue un
efecto de distanciamiento, como hubiera querido Brecht, justamente
mezclando un lenguaje arcaico con uno tan contemporáneo que no se
encuentra todavía en los diccionarios. Estamos, por supuesto, lejos de compartir
las aseveraciones sombrías que sostiene Mario Vargas Llosa sobre el porvenir
de la poesía, él, por ser un depurado cultivador de la novela, y estar por lo
tanto muy atento a lo que sucede en el mundo de las grandes editoriales, no
está tan familiarizado con la difusión persistente de la poesía en una cadena
interminable, ahora revitalizada gracias a la red de internet y a la oralidad
que está en su raíz y que no ha perdido desde los tiempos míticos de Homero.
Probablemente la afirmación de Oviedo se vincula con algo sentido por los
lectores tempranos de Belli que pensábamos que su poesía estaba en riesgo
permanente del silencio pues después de lo que decía, parecía que no tenía
mucho que agregar en el futuro. Había mucho error en esa apreciación. En
la biografía temprana de Belli figuran sus padres que eran farmacéuticos. El
poeta ha recordado que nació en los altos de una botica y que cree entroncarse
con los alquimistas medievales2. Otro poeta célebre, León Felipe, fue también
químico farmacéutico. Si recordamos estos hechos es para vincular de dos
maneras diferentes el mundo de pesas y medidas propios de las farmacias con

1
El texto de Mario Vargas Llosa apareció en el libro Carlos Germán Belli. Antología
crítica. Selección y notas de John Garganigo. New Hampdhire. Ediciones del
Norte. 1988.
2
Bajo el título de «Página autobiográfica» Belli entrega interesantes disquisiciones
en Carlos Germán Belli. Antología personal. Lima. Concytec. 1988.

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MARCO MARTOS CARRERA

la poesía. Belli sabía ligar desde el comienzo de su trabajo literario la tradición


con la innovación. En el poema Amanuense que hemos copiado, el embrujo,
la sensación de extrañeza que produce el léxico del poema y lo terrible que
va diciendo, esconden algo primordial: el poema parece de verso libre, pero
está medido de la forma más rigurosa, se trata del endecasílabo nacido italiano
y bautizado español. Mundo de pesas y medidas, pues, en primer lugar. Pero
además, el mundo de las farmacias y el mundo del hogar paterno son espacios
cerrados y relievarlos a finales de los años cincuenta y durante los años
sesenta del pasado siglo, si bien de un lado era ir a contracorriente de la
poesía más difundida en hispanoamérica, son los años de triunfo para Neruda,
pero también de las apariciones de poetas como Ernesto Cardenal, José Coronel
Urtecho, Roberto Fernández Retamar, y en el Perú, años de éxito para
Alejandro Romualdo Valle. La poesía de aquellos vates es la que los
nicaragüenses han llamado exteriorista. Pero Belli no es un poeta interiorista
como contraste. Es un poeta de recogidos espacios que responde a una
tendencia mundial a través de los siglos. Los grandes poetas de la antigüedad,
habían ligado su canto al porvenir de sus comunidades, como Homero, como
Virgilio: otros como Dante habían querido hacer el canto de la humanidad,
penetrando en todos los espacios susceptibles de ser cantados, el Paraíso, el
Edén, la Tierra y las Cavernas; pero con el paso del tiempo, del mundo de las
epopeyas que llega hasta el siglo XVI, y se prolonga en poemas discursivos
que exaltan a la razón y a la justicia en el siglo XVIII, cuyo último representante
es en el siglo XIX, Víctor Hugo, cede ante la poesía de espacios más pequeños
que es la de Baudelaire, el padre de la modernidad. Belli pertenece a esta
raza de poetas, la que nace de Baudelaire y mira los pequeños espacios y no
los grandes horizontes. ¿Y qué hay en el pequeño espacio de la poesía belliana?
Hay mucho, el universo entero a través de las pequeñas formas: la farmacia
es un símbolo del mundo de los afectos, del mundo de la exactitud, del
mundo de lo mensurable. La farmacia es, además, símbolo de la ciencia y un
vínculo con el mundo medieval amante de la ciencia y de la alquimia que
simboliza a su vez la búsqueda incesante de aquello que juzgamos más valioso.
En ese mundo de los pequeños espacios Belli hace algo que no ha hecho
ningún otro poeta peruano en los últimos siglos: vincular de modo explícito la
poesía con la ciencia a través de su elogio persistente a la cibernética. Hacía
muchos siglos que ciencia y poesía estaban separadas. Verdad que Belli no
usa, la poesía, como lo hizo Virgilio, para difundir conceptos científicos. Su

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TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA POESÍA DE CARLOS GERMÁN BELLI

poesía es la admiración del usuario a la cibernética; además, reabre la


posibilidad, que no tiene por qué estar cerrada para siempre, de difusión de
conocimientos científicos a través del verso. A algunos les puede parecer
extraña esa posibilidad, pero está ahí, intacta, para los poetas del futuro.

En el libro El pie sobre el cuello, figura otro texto que deseamos


comentar brevemente. Se trata de Poema:

Frunce el feto su frente


y sus cejas enarca cuando pasa
del luminoso vientre
al albergue terreno,
do se truecan sin tasa
la luz en niebla, la cisterna en cieno;
y abandonar le duele al fin el claustro,
en que no rugen ni cierzo ni austro,
y verse aun despeñado
desde el más alto risco,
cual un feto no amado,
por tartamudo o cojo, o manco o bizco.

El poema empieza con una aliteración que ha ganado justa fama en


la lengua española, comparable a la célebre de Garcilaso en la Égloga III, solo
que el verso del poeta español sostiene un clima de tranquilidad bética: «en
el silencio solo se escuchaba / un susurro de abejas que sonaba». Belli, a
través de los fonemas fricativos sibilantes «f», r» y «s», consigue un clima de
tensión, aquel del nacimiento. Ese feto que levanta sus cejas cuando nace y
al que le duele salir del claustro materno, expresa, una vez más la capacidad
de síntesis de la poesía, la posibilidad que tiene de, en pocas palabras, sintetizar,
condensar, una de las preocupaciones más grandes del género humano: el
nacimiento, el trauma del nacimiento para usar un concepto que debemos a
Theodor Reik, uno de los discípulos de primera hora de Sigmund Freud. El
nacimiento es, para los antropólogos, uno de los ritos de pasaje del género
humano, y los otros ritos generales son la pubertad, el matrimonio y la muerte.
Lo que tienen en común estos actos simbólicos para todos los hombres es la
mezcla en proporciones variadas de sufrimiento y goce. Por supuesto que un

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MARCO MARTOS CARRERA

niño nace generalmente en medio de grandes expectativas de padres y


familiares. Pero nace en medio del sufrimiento físico de la madre y del temor
de que cualquier dificultad o enfermedad puedan presentarse. Pocas veces
nos ponemos a pensar en lo que piensa o siente ese feto que nace. En principio,
dentro del claustro materno estaba mejor, de eso no cabe la menor duda. El
niño viene al mundo con un grito o, como en el poema de Belli, enarcando,
levantando las cejas en un movimiento de preocupación pues ingresa a lo
desconocido, a lo potencialmente nefasto. Y en esto Belli se emparenta con
el pensamiento de Shopenahuer, y con las poéticas de Calderón y de Vallejo.
El peor delito del hombre es haber nacido, sostenía Calderón, y Vallejo creía
en Los heraldos negros que había nacido un día que Dios había estado
enfermo, grave. En las cortas líneas que tiene el poema de Belli se pone
atención a la posibilidad del ser que nace de tener diferentes defectos físicos
que enumera con cuidado: tartamudo, cojo, manco, bizco. Se trata del
mundo marginal de los seres humanos que ahora llamamos especiales. Ese
despeñar que sufren los niños por sus defectos, nos lleva en primera instancia
al mundo de la antigua Esparta donde efectivamente así ocurría, en una
actividad aprobada por la ciudad estado. Pero tampoco es algo superado por
las civilizaciones posteriores. Ahora mismo en nuestras urbes contemporáneas,
en las megápolis del primer mundo, pero también en las grandes
aglomeraciones de viviendas en los países en vías de desarrollo, cada día
miles de niños son abandonados por sus defectos físicos. Es un riesgo enorme
nacer, nos dice Belli, es un trauma, en palabras de Reik. Esta temática persiste
en la obra belliana, a pesar del hálito metáfisico de cierta esperanza de sus
últimos libros. Trascribimos ahora pasajes del poema Balada del Dios Hefesto
el cojo de su libro En las hospitalarias estrofas:

Como me desprecian por ser un cojuelo


que en la superficie más lisa del mundo
anda a trompicones como un viejo abuelo,
y en la vergüenza desalado me hundo,
pues soy un pelele que a otro hace jocundo
al verme sumido en torpes andas,
que por tal motivo solo pesar cundo,
y los dioses andan siempre en dos zancadas.

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TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA POESÍA DE CARLOS GERMÁN BELLI

Hefesto, el cojo, simboliza a aquel que sufre, que está lleno de defectos
que le hacen la existencia compleja, dura, pero que tiene su yunque fecundo,
como el poeta tiene hospitalarias estrofas, donde reina y organiza un mundo
independiente de todo sufrimiento, independiente también de la diatriba y
hasta del elogio.

Tercera cala

Como ha señalado la crítica especializada, existen en la poesía de


Carlos Germán Belli, distintas líneas temáticas que coexisten, con predominio
de una de ellas. El personaje que escribe los poemas iniciales es un individuo
desencantado de su sociedad que encuentra en su escritura secreta y marginal
y diferente, en el sentido de poco aceptada, un pequeño oasis que hace
soportable la vida. Es una expresión literaria que el sistema apenas tiene en
cuenta y que fácilmente soslaya. El escritor ha tomado todas las opciones
equivocadas: escribe poesía y dentro de la lírica opta por caminos inhollados
que no son aquellos sancionados por el canon literario, sino los que van
saliendo de su propio magín virtuoso. Pero este estro peculiar y único en la
poesía hispanoamericana como bien se sabe ahora, no toca únicamente la
tecla del sufrimiento, sino que encuentra inéditos caminos de acercamiento
a tipos diversos de lectores. Y lo hace de manera insólita, por ejemplo,
recurriendo a las bodas literarias entre la pluma y el deporte.

Sabida es la importancia que tiene en el mundo contemporáneo la


práctica de los deportes, y la observación de los deportes, mucho más popular
que el mismo ejercicio. Nadie puede dudar de la seriedad con la que el
pueblo toma en nuestros países hispanoamericanos al fútbol, deporte que nos
llegó desde Inglaterra y que se ha afincado tanto en nuestros países que es
difícil ignorarlo, aunque fuere para denostarlo, como lo hacen algunos
científicos, humanistas y hasta algunos poetas. Pero existe otra tradición, de
aplauso y celebración de esa actividad, en la que se inscribe Carlos Germán
Belli que sale de su torre de marfil real o inventada para afincarse en los
estadios para ser uno de los entusiastas que corea las hazañas deportivas de
los jugadores y que las vuelca a la página en blanco dándoles una vida
literaria no prevista.

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MARCO MARTOS CARRERA

El primer poeta que cantó al fútbol en América del Sur fue el peruano
Juan Parra del Riego. En su permanencia en Montevideo en los años veinte
del pasado siglo, el vate conoció como aficionado, a Eusebio Gradín, afamado
futbolista de esos años y le dedicó el poema Polirrítmico dinámico a Gradín,
jugador de fútbol. El texto hizo fortuna y figura en las más serias antologías de
poesía peruana. Parra del Riego imaginaba a Gradín ágil, fino, alado, eléctrico,
repentino, fulminante y sus disparos que iban a convertirse en goles tenían el
golpe seco de la metralla. Después dos poetas españoles han cantado al
fútbol: Rafael Alberti y Miguel Hernández y finalmente, solo para hablar de
los más destacados, Carlos Germán Belli. El hecho tiene singular importancia
porque subraya la voluntad del poeta de salirse de lo obvio en poesía. Sabido
es que Umberto Eco clasificó al hombre contemporáneo como apocalíptico o
como integrado. El primero no cesa de lamentarse por los malos tiempos que
se viven, por el retroceso de la cultura frente a formas espúreas o bárbaras.
Eco sostiene que la alta cultura contemporánea nos viene del renacimiento,
que hay una cultura de difusión que copia a esa forma lograda y que existe
algo inédito, que no tiene equivalente en el mundo renacentista y que es la
cultura de masas. El sujeto apocalíptico rechaza toda forma que no venga del
renacimiento y el integrado reconoce los aportes de esa cultura reciente y
multitudinaria: la del lector de periódicos, del oyente de la radio, el espectador
de televisión o el aficionado al fútbol. Belli, que ha sido futbolista de barrio en
su juventud y que en su madurez continúa poniendo mucha atención al
deporte, con los recursos de la poesía rinde homenaje a fútbol:

Estadio Vaticano
Los jugadores de fútbol
a sus camarines vuelven
paso a paso cabizbajos,
trémulos y sollozando
por entre las viejas ruinas de Occidente veneradas
y la chusma de poetas tan seguros de sí mismos,
levantadores de pesas, diplomados en gimnasios,
soberanos del amor, del dinero y la salud,
que ferozmente se burlan
del sensible futbolista,
legislador del planeta

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TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA POESÍA DE CARLOS GERMÁN BELLI

por mandato de los cielos,


pero que pierde la bola cristalina de la suerte,
empujada por los austros hacia el arco solitario,
cuyos palos de repente en un atril se transforman
para el libro del fornido, más sin alma, ruin poeta,
que no vela ningún arco
y si desdeña a quien vive
como vos a duras penas,
guardameta, centrofoward,
en este de pan llevar áspero campo del mundo,
desde la cuna a la tumba sufriendo calladamente
de la vana chusma aquella qué de silbos afrentosos
por la súbita derrota de seis goles contra cero
en el preciso momento
de pasar del Paraíso
una noche de setiembre,
al Estadio Vaticano.

El poema combina versos de arte mayor con otros de arte menor;


distribuido de una forma que semeja la colocación de los deportistas en el
campo deportivo, se desarrolla trabajando la oposición entre futbolistas y
aquellos que los desdeñan entre quienes está «la chusma de poetas». Aunque
el texto no lo dice explícitamente, el zahorí lector puede adivinar que
numerosos pares en el oficio de escribir, diestros en lo suyo menosprecian a los
futbolistas que hacen lo suyo mientas sufren calladamente silbos afrentosos
de la vana chusma. El texto contrasta un oficio digno, el mismo que el poeta
practica, la literatura, venida a menos por una masa de poetas convertida en
chusma, igualada a levantadores de pesas, diplomados en gimnasios, con los
propios futbolistas. La manera de trabajar esta oposición, no coloca las bellas
letras en oposición a los deportes, sino que distingue a los adoradores de la
escritura, vanos en su seguridad, frente a la humildad, el callado sufrimiento
de los futbolistas que cumplen con su deber y están sometidos, si por alguna
razón yerran, a la vindicta pública. Esta página de Belli, inscrita en lo profundo
de la modernidad, en la sociedad de masas, colocan al poeta como un partidario
de la práctica del deporte y de su observación. Pero al mismo tiempo, por una
paradoja que poco se ha observado, vinculan al poeta con lo más clásico que

B. APL 43(43), 2007 99


MARCO MARTOS CARRERA

podamos imaginar: la Grecia de Pericles. En aquellos años del siglo V antes


de Cristo, el pueblo de Atenas entero, unas catorce mil personas se reunía en
los teatros para disfrutar de las tragedias de Esquilo, Sófocles, Eurípides y las
comedias de Aristófanes, pero esa misma masa concurría luego a los estadios
a vitorear a sus atletas en los juegos olímpicos. Es curioso, pero lo
contemporáneo reproduce lo clásico hasta extremos impensados. Un mismo
individuo, el poeta que pergeña los versos que celebramos, en el silencio de
su gabinete, prepara sus endecasílabos, se refocila en la lectura de los clásicos
griegos o castellanos, luego sale a la calle, cumple labores administrativas que
le aseguran el pan diario y concurre como otros miles de espectadores a los
estadios donde se juega el fútbol, y en los partidos más importantes que se
juegan fuera de su ciudad, prende el televisor para deleitarse con las
evoluciones de los futbolistas.

Otro texto de Belli nos habla también del fútbol:

El guardameta

Por velar el arco


del verde campo del fútbol,
por aquel del universo
sumo ser animado,
como los aires, la piedra o las aguas semejante,
e inerte, fijo, sin vida, tres palos colocados
en los linderos del orbe por donde se entra o se sale
ya mañana, tarde, noche, de estación en estación,
tú desdeñas fríamente,
sin pensar jamás dos veces,
el peso del centroforward
que el cielo te reservaba
por ser hijo primogénito de la familia terrestre
y elaborado en el seno de los gérmenes supremos,
con óptimo patrocinio y el mayor de los primores,
tal si fueras destinado a vivir eternamente.
Y te olvidas por completo
de ti mismo y de tus deudos,

100 B. APL 43(43), 2007


TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA POESÍA DE CARLOS GERMÁN BELLI

que están vivos y no son


este arco que tú vigilas,
que nunca ríe y no habla y no se mueve un centímetro,
para siempre indiferente a tus mil preocupaciones
en torno al balón ferroso de los mal aviesos hados,
en tanto ayunan contigo tus deudos en las tribunas,
mirándote todos mustios
como velas noche a noche
tu arco más inanimado
que la piedra, el agua o el aire.

El poema, en cierto sentido gemelo del anterior, en cuanto temática,


se diferencia mucho de su homólogo. Formalmente es semejante, combina
versos de arte menor con otros de arte mayor y se centra en el fútbol, pero se
focaliza en un individuo, el arquero, llamado guardameta, el más humilde
de los futbolistas. Los niños, sabido es, prefieren ser centrodelanteros. Solo
aquellos que persisten en la práctica del deporte pueden llegar a alcanzar la
pericia y el disfrute de otros puestos en el campo. Por cierto hay guardametas
que han sido héroes de las canchas como Platko, el húngaro a quien cantó
Rafael Alberti, como Zamora, a quien apodaban el divino, como Rafael Asca
en el Perú, como Sergio Livinsgtone en Chile. Belli hace una abstracción de
todos ellos y canta al guardameta, centrado en su actividad de impedir el
triunfo de los antagonistas, solísimo junto a sus tres palos inanimados, más
que la piedra, el agua o el aire. En el gran escenario del campo del fútbol, el
guardameta cumple una función ritual, aparentemente pequeña, de su
eficacia depende todo el espectáculo. Para él guardar la meta no es un
disfrute, es una obligación, un trabajo; el disfrute es para los espectadores,
pero no para el que pergeña la pluma. El pendolista Carlos Germán Belli se
identifica con el guardameta y tiene el modesto oficio de cantar en medio
de la vorágine de la civilización contemporánea. Si el poema Estadio Vaticano
oponía el fútbol con otras actividades, la poesía, pero más exactamente con la
sociedad de los poetas chusma, semejante de alguna manera a la sociedad
de los levantadores de pesas, el texto El guardameta, si hacemos una
comparación de la poesía con el cine, acerca la cámara, se vuelve minimalista,
retrata la soledad de un individuo en medio de un campo de fútbol, en
medio de la masa rugiente de aficionados en las graderías.

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MARCO MARTOS CARRERA

Cuarta cala

Hubo un poeta provenzal que estuvo en el principio de la poesía de su


lengua; su fama conmovió a Dante, a Petrarca, a Ezra Pound y de alguna
manera su estro está presente en la escritura de todos los adoradores de la
forma como base indispensable de toda la actividad literaria. Arnaut Daniel
entre otras perfecciones literarias es el creador de la sextina, probablemente
la más compleja de las composiciones literarias en poesía. La sextina, sabido
es, tiene 39 versos, distribuidos en 6 estrofas de 6 versos endecasílabos y una
coda de tres versos de la misma medida. Tiene la particularidad de que las
palabras finales de cada verso, en un orden que estableció Arnaut Daniel, se
repiten en las estrofas siguientes y aparecen, dos en cada verso, en el terceto
final. El poeta, antes de empezar a escribir el texto puede tener una partitura
con las palabras elegidas y luego llenar cada uno de los versos. Como puede
percibirse fácilmente, es una hazaña descomunal escribir una sextina que
tenga sentido y gracia. Tal vez por eso no tenga mucha fortuna en la poesía
contemporánea, pero sí en los textos de Carlos Germán Belli. De ella ha
dicho Martín de Riquer que «puede llegar a adquirir un tono obsesionante y
fantasioso al presentar ante el lector las mismas palabras bajo aspectos sucesivos
y diversos, ondeando y serpenteando a lo largo de 39 versos. En el cultivo de
la sextina solo puede salir airoso un gran poeta que sepa imponer su pensamiento
a técnica tan rígida y tan artificiosa» (3).

Belli tuvo un primer contacto con la sextina leyendo al poeta español


Fernando de Herrera, llamado en su época, el siglo XVI, el divino. Discípulo
confeso de Garcilaso, Herrera, admirador impenitente de la belleza femenina,
dedicó todas sus composiciones amorosas a la misma dama; cuando ella
falleció, el vate dejó de escribir. Antes tuvo tiempo de pergeñar cuatro sextinas
que han contribuido a cimentar su fama. Otro poeta que cultivó la sextina
en el siglo XVI es Gutierre de Cetina, el magnífico poeta autor del célebre
poema que comienza diciendo «Ojos claros, serenos»; cultivador de la sextina,
murió en un duelo en Puebla, México, cuando en una callejuela defendió a

3
La cita la hemos tomado del libro de José Domíguez Caparrós. Diccionario de
métrica española. Alianza Editorial. Madrid. 1999 p. 387.

102 B. APL 43(43), 2007


TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA POESÍA DE CARLOS GERMÁN BELLI

una dama. De Gutierre de Cetina, Belli ha tomado la doble sextina que ha


practicado en más de una ocasión. Pero una vez más, el poeta coloca en un
molde antiguo sentimientos y formas de pensar contemporáneas. Veámoslo
en la siguiente sextina:

Sextina de Kid y Lulú

Kid el Liliputiense ya no sobras


comerá por primera vez en siglos,
cuando aplaque su cavernario hambre
con el condimentado dorso en guiso
de su Lulú la Belle hasta la muerte,
que idolatrara aún antes de la vida.

Las presas más rollizas de la vida,


que satisfechos otros como sobras
al desgaire dejaban tras la muerte,
Kid por ser en ayunas desde siglos
ni un trozo dejará de Lulú en guiso,
como aplacando a fondo el viejo hambre.

Más horrible de todos es tal hambre,


y así no más infiernos fue su vida,
al ver a Lulú ayer sabrosa en guiso
para el feliz que nunca comió sobras,
sino el mejor manjar de cada siglo,
partiendo complacido hacia la muerte.

Pues acudir al antro de la muerte,


dolido por la sed de amor y el hambre,
como la mayor pena es de los siglos,
que tal hambre se aplaca presto en vida,
cuando los cielos sirven ya no sobras,
mas sí todo el maná de Lulú en guiso.

B. APL 43(43), 2007 103


MARCO MARTOS CARRERA

Así el cuerpo y el alma ambos en guiso,


de su dama llevárselos a la muerte,
premio será por sólo comer sobras
acá en la tierra pálido de hambre,
y no muerte tendrá sino gran vida,
comiendo por los siglos y los siglos.

El cuerpo de Lulú sin par en siglos,


será un manjar de dioses cuyo guiso
hará recordar la terrestre vida,
aun en el seno de la negra muerte,
que si en el orbe sólo existe hambre,
grato es el sueño de mudar las sobras.

Ya no en la vida para Kid las sobras,


ni cautivo del hambre, no, en la muerte,
que a Lulú en guiso comerá por siglos.

El poema de Kid y Lulú sigue rigurosamente las reglas inventadas por


Arnaut Daniel. Dentro de ese molde, semejante a las letanías adormecedoras
de la religión católica, de lo que habla el texto es la vuelta a algo muy
primitivo: comer lo que se ama. Este poema que sería y es una delicia para
psicoanalistas habla de la oralidad antropofágica que si bien existió siempre
en la especie humana, aparece de manera repetitiva en las noticias de los
diarios. Belli, con un humor sarcástico, se refiere a un presente eterno donde
un hombre «come» a una mujer, que es el objeto de su amor. Destruir lo que
se ama, tragarlo, es algo con lo que estamos familiarizados, aunque lo
rechazamos como un retroceso cultural de la especie humana.

Tal vez el texto que mejor habla del propósito literario de Belli es Asir
la forma que se va que leemos a continuación, como justo final de esta
exposición:

Hay quienes creen en la Divinidad, únicamente ante el pavor ante la


posible nada. Igualmente hay quienes adoran la forma artística ante el
temor de que termine por desintegrarse para siempre. Pero en este caso

104 B. APL 43(43), 2007


TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA POESÍA DE CARLOS GERMÁN BELLI

la angustia no es la única causa, sino que a la vez hay una tácita


devoción sensorial, tan antigua como los propios objetos estéticos. Es
la fe en la forma, no por el riesgo del vacío, sino por el puro placer de
disfrutarla. Igualmente como cuando se adora a la divinidad por sí
misma, y aun si no existiera. En realidad, ni espuria, ni imputable a
barrocos y parnasianos. No hay que avergonzarse de ella. Obrar así
no es otra cosa que renegar de nuestro continente. Porque los cuerpos
en que moramos también poseen un contorno, también una estructura
donde se encuentran en perfecto orden y concierto los secretos órganos
vitales. Aferrándonos a ella, como nos aferramos a nuestra forma
corporal, ante el embate del tiempo, ante la aproximación ineludible
de la muerte.

Lo heredado por Belli de la tradición occidental es la forma y en


muchos sentidos él mismo es un adorador de ese misterio. Lo que nos ofrece
cuando publica sus versos, es contenido nuevo, vino fresco, en odre antiguo
y así, poco a poco, se ha ido convirtiendo en un clásico de la lengua española
contemporánea y por esa razón lo celebramos aquí, como algo de lo mejor
que el Perú puede ofrecer al mundo en literatura.

Lima, abril de 2007

BIBLIOGRAFÍA

BELLI, Carlos Germán. Poemas. Lima. Talleres gráficos Villanueva. 1958.

——— Dentro y fuera. Lima. Ediciones de la Rama Florida. 1960.

——— ¡Oh hada Cibernética!. Lima. Ediciones de la Rama Florida.


1961.

——— El pie sobre el cuello. Lima. Ediciones de la Rama Florida.


1964.

B. APL 43(43), 2007 105


MARCO MARTOS CARRERA

——— Por el monte abajo. Lima. Ediciones de la Rama Florida.


1966.

——— El pie sobre el cuello. Montevideo. Editorial Alfa. 1967.


(Reúne todos los libros anteriores).

——— Bodas de la pluma y la letra. Madrid. Ediciones Cultura

——— Antología personal. Lima, Concytec. 1988.

——— ¡Salve spes! Lima. Pontificia Universidad Católica del Perú.


2000.

——— En las hospitalarias estrofas. Madrid, Péñola Blanca. 2001.

——— Versos reunidos (1970-1982). Lima. Instituto Nacional de


Cultura. 2005.

106 B. APL 43(43), 2007


B. APL, 43. 2007 (107-115)

LA PALABRA GENITAL DE TRILCE XIII, DE CÉSAR


VALLEJO

LE MOT GÉNITAL DE TRILCE XIII, DE CÉSAR VALLEJO

Alan E. Smith
Boston University

Resumen:
Trilce XIII manifiesta un lenguaje erótico que invoca a la vez el cuerpo físico
y el alcance simbólico del mismo. En la tradición erótica de la poesía mística
y el renacimiento neoplatónico y pitagórico, Vallejo convierte su voz nueva
en tema de su propio decir.

Résumé:
Trilce XIII montre un langage érotique invoquant en même temps le corps
physique ainsi que sa portée symbolique. Dans la tradition érotique de la
poésie mystique et la renaissance néo-platonique et pythagorique, Vallejo
transforme sa nouvelle voix en sujet de sa propre parole.

Palabras clave:
Vallejo; Cuerpo sexual; Poética; Misticismo; Metapoesía; Neoplatonismo,
Pitágoras.

Mots clef:
Vallejo, Corps sexuel, Poétique, Mysticisme, Méta-poésie, Néoplatonisme,
Pythagore.

B. APL 43(43), 2007 107


ALAN E. SMITH

XIII
Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el ijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.

Pienso en tu sexo, surco más prolífico


y armonioso que el vientre de la Sombra,
aunque la Muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh Conciencia,
pienso, sí, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.

Oh, escándalo de miel de los crepúsculos.


Oh estruendo mudo.

¡Odumodneurtse!

Tal como el poema IX, es éste uno de los poemas en Trilce, el libro más
sexual de Vallejo,1 en que el órgano sexual femenino se describe de manera
más explícita. El primer verso es sólo oscuro por el eufemismo. El segundo
repite la declaración, una vez, eso sí, «[s]implificado el corazón», proceso
que bien podría referirse a la falta de enturbamiento emocional, y también a
la profunda y alegre calma del proceso de escritura, no sólo realizado

1
Américo Ferrari nota: «El tema erótico y la presencia de la mujer alcanzan en
Trilce el punto culminante. No reaparecerá, más remansado, sino en dos o tres
poemas de los escritos en los años de París» (161). Julio Vélez señala que el sexo
«aparece con una indudable carga erótica, de manera especial en Trilce» (859).
Tace Hedrick coincide: «In Trilce, even if the reference is many times oblique, the
poetic preoccupation with the sexual act is such that it becomes definitive in the
collection» (60). Aunque, como se verá, no puedo estar más en desacuerdo con
sus siguientes palabras: «The act is no longer symbolic, nor is it allegorical; it no
longer resonates with notions of ‘higher’ feelings, transcendent emotions» (60).

108 B. APL 43(43), 2007


LA PALABRA GENITAL DE T RILCE XIII, DE CÉSAR VALLEJO

evidentemente en la factura del poema, sino tema del mismo. En seguida el


sexo femenino cobra un alcance simbólico trascendente: «ante el ijar maduro
del día» convierte una parte del cuerpo humano en una parte del paisaje
cósmico. Del latín vulgar, ilieta, que significa bajo vientre, la ijada no
solamente sugiere el órgano sexual, en un inmediato desplazamiento
metonímico, sino también el verbo ijadear, más comúnmente usado en su
forma derivativa, jadear; «respirar anhelosamente por efecto de algún trabajo
o ejercicio impetuoso» (DRAE, 1197).

El siguiente verso, en este contexto, parece bastante claro: «Palpo el


botón de dicha, está en sazón.» Palpa el clítoris. Botón de dicha, lugar del
placer, sí, pero también de la palabra, si tomamos en cuenta que el vocablo
dicha viene de dicta, como nos recuerda Corominas: «suerte feliz,
primitivamente significó ‘destino, sino’ en general. Del lat. dicta, ‘cosas
dichas’, al cual en el lenguaje vulgar se transmitió el sentido de fatum,
‘hado’, propiamente participio de fari, ‘decir, hablar’ pero empleado con el
sentido de suerte, destino’, por la creencia pagana de que la suerte individual
se debía a unas palabras que pronunciaban los dioses o las Parcas al nacer el
niño» (213). A la objeción razonable e inmediata, de si Vallejo pudiera
conocer esta y otras etimologías, no hay respuesta categórica. Que pudiera
conocerlas siempre puede ser. Pero un poeta genial, creo, puede adivinar
etimologías, o, para decirlo de otra manera, el trabajo del inconsciente de un
gran artista tiene una capacidad portentosa de asociación, a partir de muy
diversas informaciones, y confío en que no sea del todo ocioso señalar tales
ecos en lo más profundo de nuestra lengua, tratándose de un poeta como el
que nos ocupa. Por otra parte, la palabra «dicha» aparece en otro poema con
referencia explícita a la enunciación lingüística e implícita a la vulva:

XLV

[.....]
Salgamos siempre. Saboreemos
la canción estupenda, la canción dicha
por los labios inferiores del deseo.
Oh prodigiosa doncellez. [.....]

B. APL 43(43), 2007 109


ALAN E. SMITH

Volviendo a Trilce XIII, leemos: «Y muere un sentimiento antiguo /


degenerado en seso». Es decir, el corazón está ahora, efectivamente,
simplificado, el sentimiento antiguo, simple acto mental, ha muerto. Léase
como se quiera, lo importante es percibir que ha ocurrido un cambio que
deja atrás la limitada actividad cerebral o racional. En el poema mismo
ocurre aquí también un cambio: el trance casi traumático de una estrofa, o
parte de ella, a otra, el salto sobre el espacio imperturbable.

La segunda estrofa, empieza, pues, con una repetición y una


añadidura: «Pienso en tu sexo, surco más prolífico». La vulva es aquí dos
cosas más; surco, es decir, tierra, y prolífica, engendradora, que es el significado
de genital. De esa manera las dicta del botón de dicha antes palpado, cobran
sentido como precisamente productos del surco prolífico. Por otra parte, el
surco, que implica arar y cultivo, es compañero del ijar del día: ambas
locuciones acrecientan hasta alcanzar el tamaño de paisaje, es decir de la
tierra misma, el alcance semántico de este sexo femenino.

«Y armonioso que el vientre de la Sombra.» Añade también dos


nuevos atributos: música y muerte (implicada en la sombra, escrita con
mayúscula). El vientre de la Sombra es el otro surco en la tierra amante, que
el hombre hubiera penetrado una vez con su semilla, pero esta vez con su
cuerpo en su muerte. La tumba es boca que come la carne, literalmente,
sarcófago.2

Aquí Vallejo se halla ante un oxímoron de enorme fuerza simbólica:


el surco es donde se engendra la vida, pero también espacio de la muerte, y
dice: «aunque la Muerte concibe y pare de Dios mismo». ¿Qué tumba es

2
Vélez señala que en Los heraldos negros y Trilce «hay una evidente relación entre
Eros, Thánatos y Cronos. El sexo, la muerte y el tiempo se fusionan en la tumba.
Esta simbiosis, de pulsión primitiva, se encuentra en Vallejo desde su primer
libro. Escribe en «Desnudo en barro» que «!La tumba es todavía / un sexo de
mujer que atrae al hombre!» (861). Estas relaciones, manifestadas desde la
antigüedad, y estudiadas por Jung en Símbolos de transformación, fueron notadas
por Carlos Fuentes en la obra de Octavio Paz, [en Casa con dos puertas, México,
J. Mortiz, 1970, págs. 175-76] en que «rastrea la relación analógica [...] entre el
sexo y la muerte: vagina=útero=tumba [...] (Aronne 36).

110 B. APL 43(43), 2007


LA PALABRA GENITAL DE T RILCE XIII, DE CÉSAR VALLEJO

también vientre, sino la de Jesús? Allí va muerto para nacer eternamente


vivo, historia importante siempre para Vallejo.3

«Oh Conciencia.
Pienso sí, en el bruto libre,
que goza donde quiere, donde puede.»

No ha sido tan fácil después de todo, acallar su conciencia (sabemos,


por ejemplo, que en estas fechas o poco antes, Vallejo se ha negado a contraer
matrimonio con su joven amante, Otilia, que ha quedado embarazada)
(Ferrari 264 nota 7). Piensa en el placer animal, sin consecuencia alguna en
su conciencia.

«Oh, escándalo de miel de los crepúsculos.» De nuevo se acrecienta


hasta el tamaño de paisaje el órgano sexual femenino, con el flujo , «escándalo
de miel», que el placer le ha provocado. El anochecer dorado , miel
derramada, es la analogía cósmica de ese sexo conmovido. Escándalo,
etimológicamente «trampa, u obstáculo para hacer caer» (Corominas, 241),
concepto relacionado con la oquedada y el agujero, también implica la voz o
incluso el grito público. De hecho, este surco prolífico y armonioso es origen
de la voz pública, y en ese sentido lugar de la poesía, palabra grande, vertida
en el placer.

El poema termina con otro oxímoron y una ruidosa ausencia de


idioma: «Oh estruendomudo / ¡Odumodneurtse!»

Hemos visto antes el oxímoron en este poema, precisamente en la


otra gran crisis del mismo: vientre, lugar prolífico y sembrado, pero también
tumba, contradicción encarnada en Jesús. Ahora, ¿qué palabra puede ser

3
Enrique Torner propone que «el campo semántico abarcado por el cuerpo refleja
la evolución del sentimiento religioso en Vallejo, que empieza con la presentación
de una cristología personal en Los heraldos negros, fruto de un interés personal por
replantearse su educación católica y de su lucha interna con Dios, y que culminará
en Trilce para pasar finalmente a un materialismo marxista en los Poemas humanos
(170), propuesta con la que coincidimos, con la excepción de la caracterización
quizás demasiado unitaria que hace de los poemas de París.

B. APL 43(43), 2007 111


ALAN E. SMITH

estruendo y a la vez muda, para dar lugar en su inversión palindrómica al


balbuceo?

Oxímoron es «que muero porque no muero» de San Juan de la Cruz


(«Coplas del alma que pena por ver a Dios, 390)4. En el «Romance sobre el
evangelio, ‘In principio erat Verbum’, acerca de la Santísima Trinidad,» del
mismo, leemos: «palabras de gran regalo / el Padre al Hijo decía, de tan
profundo deleite, que nadie las entendía» [...] (394). Por otra parte, este
estruendo mudo es eco de la «música callada» de las «Canciones entre el
alma y el esposo» (403) (vv. 68-69). Y el esposo dice: «fuiste reparada, donde
tu madre fuera violada» (v. 140 p. 405); con lo cual un coito repara el daño
causado por otro. Y en las «Coplas del mismo, hechas sobre un éxtasis de
harto contemplación,» leemos en la segunda copla: «[...] era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo, toda sciencia trascendiendo» (411).

Efectivamente, la palabra mística, expresada en imágenes sumamente


eróticas, no puede llegar a Dios, sino en lo que la lengua humana no puede
decir, en el balbuceo, expresión del que en paradojas y contradicciones, llega
al verbo como Santo Tomás a Jesús, palpando su dichosa herida, y en este
poema de Vallejo, palpando con su lengua el botón de las palabras dichas
entre el estruendo mudo de la miel. Que el poema termine con la
caracterización del cunnilingus culmina la secuencia semántica del mismo.
Dos hechos apoyan esta interpretación: El poema es sobre un sexo femenino
muy cerca del hablante, pues lo palpa, y la mención de la miel invoca con su
dulzura el sentido gustativo, que reside en la lengua. Así, la ciencia
transcendida en el balbuceo final es el sonido precisamente que la boca de la
persona poética gime con esas emes y enes del que está degustando algo
delicioso, que le embarga las palabras.

Antes de concluir deberíamos considerar una tercera paradoja, si es


el sexo femenino el que exuda la miel escandalosa, si es el surco armonioso,
¿qué es precisamente su relación con la lengua implícita del poeta? El sexo
femenino, vimos, implica el universo, y ese universo se conmueve con la

4
Y por supuesto, la conocida glosa de su amiga Santa Teresa de Ávila.

112 B. APL 43(43), 2007


LA PALABRA GENITAL DE T RILCE XIII, DE CÉSAR VALLEJO

lengua del poeta. Pero al ser surco, ¿de dónde las semillas que han de hacerle
prolífico? Las analogías entre lengua y pene son muy antiguas. Ciertamente,
Freud las ha notado en el trabajo del sueño (442). Pero escuchemos a León
Hebreo en su delicioso Diálogo de amor, escrito hacia 1460 y traducido y
publicado por el peruano el Inca Garcilaso de la Vega en 1590,5 y re-editado
en la serie, Orígenes de la Novela (Madrid., Bailly-Ballière, 1905-1915 dirigida
por Menéndez Pelayo

Filón dice a Sofía: «El corazón y el cerebro son en el cuerpo como los
ojos en la cabeza; el hígado y el bazo, como los dos oídos; los riñones y
testículos, como las dos ventanas de la nariz; la verga es proporcionada a la
lengua en la manera de la postura y en la figura y en el extenderse y recogerse
y en estar puesta en medio de todos y en la obra; que así como moviéndose
la verga engendra generación corporal, la lengua la engendra espiritual con
la locución disciplinal; y hace hijos espirituales, como la verga corporales, y el
beso es común, a entrambos, iniciativa del uno al otro» (59).

De manera que la lengua del poeta es el logos spermaticus, la palabra


fecundadora para el surco prolífico.

El ámbito cósmico, el paisaje, análogo al cuerpo humano, que hemos


visto, es también comentado por Sofía: « [...] y yo he entendido siempre que
el hombre es simulacro, no solamente del cielo, mas también de todo el
universo corpóreo e incorpóreo juntamente» (60). Y responde Filón: «Así es
verdad, que el hombre es imagen de todo el universo, y por esto los griegos le
llaman microcosmos, que quiere decir mundo pequeño» (60).

Sofía se refiere a continuación a «tanta eficacia de amor entre los


cuerpos celestiales,» comentando la sinonimia pitagórica-platónica, entre
armonía y amor universales, la armonía que Vallejo aduce como propio del
surco prolífico. Y Filón: «Pitágora dice que, moviéndose los cuerpos celestiales,
engendraban excelentes voces correspondientes la una a la otra en
concordancia armoniaca» (66).

5
Traducción del peruano renacentista re-editada en la serie, Orígenes de la Novela
(Madrid, Bailly-Ballière, 1905-1915) dirigida por Menéndez Pelayo.

B. APL 43(43), 2007 113


ALAN E. SMITH

Finalmente, una última pregunta. En esta visión de analogías


pitagóricas, de eros como, la palabra precisamente que trasciende el seso, la
ciencia y la inteligibilidad, como boca que produce armoniosamente ese
estruendo mudo, ¿No habrá otra relación, incluso más radical, entre el sexo
femenino y el poeta, o persona poética masculina? Una posible respuesta la
hallamos en el poema IX de Trilce, donde la vulva se invoca de muchas
maneras, empezando con una serie de vs, algunas más significativas por ser
no normativas en la ortografía española: «Vusco volvvver de golpe el golpe /
Sus dos hojas anchas, sus válvula / que se abre en suculenta recepción / de
multiplicando a multiplicador, su condición excelente para el placer, / todo
avía verdad». El poema termina con estos dos versos que componen una
estrofa: «Y hembra es el alma de la ausente. / Y hembra es el alma mía.»

Bien visto, el palíndromo creado por los dos últimos versos expresan el
palíndromo semántico del poema, en que boca de poeta y sexo femenino se
oponen muy cerca e identifican, para decir lo mismo al filo de la dicha.6 En
la tradición erótica de la poesía mística, y la tan antigua tradición de las
analogías entre la cara, el cuerpo y el cosmos, el estruendo mudo vallejiano es
a la vez la más moderna poesía, que rompe las secuencias de la razón para
poner al desnudo y decir las más hondas palpitaciones del inconsciente
individual y colectivo, tomando muy en cuenta la gracia del cuerpo.7

6
Hedrick nota esta relación especular entre el sexo femenino y la boca del poeta en
Trilce IX: «The poetic persona laces or braids the hair of these lips with the thirty-
two ‘cables’ of his teeth, speaking his poetry literally up against the woman’s sex.
The play here is on the formation and issuance of the voice. It is from the lips
that the voice comes forth; the two lips figured first in the poem are animal,
slobbering, female genital lips which themselves do not speak, but which prefigure
in their mute physicality the stuttering, material nature of the poetic voice as
Vallejo obsessively presents it» (61).
7
Estamos en desacuerdo con la conclusión de Hedrick: «Poetry, as Vallejo knows,
is not a search for transcendent harmonies. It is an expression of how we are—
in the sense of estar rather than ser—in the world. Because of where he saw
himself in the world, Vallejo’s poetic place is one of loss, of destitution» (63).
Vallejo está por supuesto en el mundo, cuyos ritmos no se limitan a los del cuerpo
y sus palabras, sino que allí, precisamente, se expresan e implican. El lugar
poético de Vallejo no es el de la pérdida y la destitución, sino el del hallazgo y la
pertenencia radical. De ahí que no quepa en las definiciones de la vanguardia,
que devora.

114 B. APL 43(43), 2007


LA PALABRA GENITAL DE T RILCE XIII, DE CÉSAR VALLEJO

BIBLIOGRAFÍA

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Texto Crítico Nueva época 3. 4-5 (enero-diciembre 1997):
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Hispanoamericanos 456-457 (Junio-julio 1988): 859-70.

B. APL 43(43), 2007 115


Boletín
NOTAS
Boletín
B. APL, 43. 2007 (119-123)

GUILLERMO LOHMANN VILLENA EN PERSPECTIVA


HISTÓRICA

Pedro Guibovich Pérez


Pontificia Universidad Católica del Perú

El 14 de julio del 2005, falleció en Lima, su ciudad natal, Guillermo


Lohmann Villena, sin duda el más prolífico de los historiadores peruanos y el
más importante especialista en la época virreinal –y no colonial, como solía
decir-. Su partida nos sorprendió a todos, porque, para los que lo conocimos,
Lohmann era un ejemplo de vitalidad y tesón en el trabajo de investigación,
y su figura se había hecho muy habitual en los repositorios documentales y
bibliográficos de esta ciudad. No está más entre nosotros, pero queda su obra,
y sobre ella trataré en las líneas que siguen.

Después de culminar sus estudios secundarios en el Colegio Alemán,


Lohmann ingresó a la Universidad Católica en 1933. Por ese entonces, la
Universidad de San Marcos estaba cerrada por orden del gobierno, de modo
que la Universidad Católica se volvió un centro de gran actividad intelectual.
Durante aquellos años, gravitaban en el medio académico de la capital dos
importantes figuras de la historiografía nacional: José de la Riva-Agüero y
Rubén Vargas Ugarte, vinculados ambos también a la casa de estudios de la
Plaza Francia. Lohmann siempre profesó una especial admiración por la
figura y obra de Riva-Agüero, de quien se consideraba discípulo. Alguna
vez, escribió que en las conversaciones con Riva-Agüero había aprendido

B. APL 43(43), 2007 119


PEDRO GUIBOVICH PÉREZ

«mucho de aquel pasado peruano que no consta en los documentos y que


solo su memoria prodigiosa había rescatado de recuerdos familiares y de la
tradición oral suscitada por su inagotable curiosidad». 1

Lohmann admiró de la obra de Riva-Agüero su poder evocador, su


contribución a la formación de la conciencia nacional y su revaloración del
periodo colonial. Pero, sobre todo, admiró su carácter erudito, en particular la
manera de tratar las fuentes históricas. En su obra, Riva-Agüero se reveló
como un auténtico innovador dentro de los estudios históricos en el Perú de
inicios del siglo XX, ya que fue el primero en llamar la atención sobre la
necesidad de evaluar las fuentes documentales manuscritas e impresas a
partir del establecimiento de su crédito informativo, para luego discriminar
su uso, tareas que «a ninguno de nuestros historiadores se le había ocurrido»,
escribió Lohmann.2

Riva-Agüero nunca llegó a sistematizar lo que pensaba acerca de la


metodología para escribir Historia, como sí Rubén Vargas Ugarte, catedrático
de Historia del Perú en la Universidad Católica y, por tanto, profesor de
Lohmann. Tanto Riva-Agüero como Vargas Ugarte coincidían en la
importancia del estudio de las fuentes como punto de partida para la
composición de la Historia. Vargas Ugarte sostuvo en su Historia del Perú
(curso universitario), obra publicada por primera vez en 1939, que, «para
adentrarse en las reconditeces del ayer y dar de él una imagen en lo posible
idéntica a la realidad», era preciso hacer una investigación prolija de las
fuentes, de los documentos, operación preliminar e indispensable sin la cual
no podía levantarse nada sólido.3 Al reseñar la obra de su maestro, Lohmann
escribió que las recomendaciones metodológicas de Vargas Ugarte eran de
especial importancia en el medio historiográfico peruano, «porque
desgraciadamente todavía en nuestro país, existe muy difundido el criterio
anticuado y nefasto de los antiguos sistemas para escribir la reconstrucción

1
«Riva-Agüero desde el umbral», Estudios de Historia peruana. La conquista y el
virreynato. Lima: Instituto Riva-Agüero, 1968, p. xvi.
2
Ibídem, p. XVIII.
3
Vargas Ugarte, Manual de estudios peruanistas. Lima: Studium, 1951, p. 10.

120 B. APL 43(43), 2007


GUILLERMO LOHMANN VILLENA EN PERSPECTIVA HISTÓRICA

del pasado». En tal sentido, censuró que no se practicase «la fiel transcripción
de los textos», como tampoco la valoración de los mismos, o que se dejasen de
«cumplir con negligencia los postulados que prescribe la metodología moderna
para la cabal realización de las obras sobre Historia».4 Se trataba, pues, de una
reacción contra la manera de escribir Historia que por entonces imperaba en
el medio académico peruano.

Esta ruptura con el pasado se hace aún más visible en los escritos
tempranos de Lohmann. Así, en las reseñas que escribió acerca del Diccionario
Histórico-Biográfico de Mendiburu reeditado por Evaristo San Cristóbal,
Lohmann – aún un estudiante de la Facultad de Letras de la Universidad
Católica- corrigió numerosas referencias, complementó la bibliografía e
identificó diversas fuentes documentales. Criticó a San Cristóbal la vaguedad
e imprecisión de sus anotaciones.5 Lejos de limitarse a los personajes de la
colonia, Lohmann llamó la atención acerca de la importancia de consultar
las fuentes hemerográficas para reconstruir la historia del siglo XIX. «En
especial –recomendó a San Cristóbal- debería orientar sus búsquedas en los
periódicos y revistas del pasado siglo, en cuyas columnas colaboró lo más
selecto de la falange de eruditos historiógrafos, que tuvo el Perú de esos
años».6

La compulsa de las fuentes y la crítica de las mismas es una constante


en la obra de Lohmann. Una y otra vez vuelve sobre la necesidad de hacer
una valoración de las fuentes manuscritas e impresas. Auténtico abanderado
de la causa de la heurística, no tuvo reparos en poner en tela de juicio la obra

4
Reseña a Rubén Vargas Ugarte, Historia del Perú (curso universitario), Lima, 1939,
Revista de la Universidad Católica, VII/8-9, noviembre-diciembre de 1939, p.
536.
5
Reseñas a Manuel de Mendiburu, Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. T. V. 2a.
ed., Lima: Librería e Imprenta Gil, 1932, Revista de la Universidad Católica, 1/5,
julio de 1933, pp. 467-469; y Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. T. VIII. 2da.
ed., Lima: Librería e Imprenta Gil, 1934, Revista de la Universidad Católica, II/9,
junio de 1934, pp. 123-125.
6
Reseña a Manuel de Mendiburu, Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. T. IX. 2a.
ed., Lima: Librería e Imprenta Gil, 1934, Revista de la Universidad Católica, II/11,
noviembre de 1934, p. 302.

B. APL 43(43), 2007 121


PEDRO GUIBOVICH PÉREZ

de algunos historiadores consagrados, como fue el caso de Raúl Porras


Barrenechea, a quien calificó de «historiador romántico». Lohmann no
cuestionaba los aportes de Porras, pero sí su manera de escribir Historia. De
modo similar que los historiadores del siglo XIX, Porras hacía demasiadas
concesiones a la literatura, su prosa es y seguirá siendo cautivadora, pero en
detrimento del rigor histórico. Además, con frecuencia, como lo advirtió
Lohmann, no era muy cuidadoso en registrar las fuentes bibliográficas y
documentales consultadas para la elaboración de sus textos.7

La necesidad de escribir Historia sustentada en los firmes cimientos


de la erudición, es decir, de la crítica heurística, llevó a Lohmann a publicar
valiosos estudios sobre algunas de las más importantes fuentes sobre el periodo
colonial. Sería largo comentar sus aportes en este tema. Pero ahora quiero tan
solo mencionar uno: su estudio monográfico sobre las relaciones (o memorias)
de virreyes.8 Esas eran los informes acerca de su actuación como gobernantes
escritos al final de su mandato. Desde que Manuel Atanasio Fuentes iniciara
su publicación a mediados del siglo XIX, las relaciones se convirtieron en la
principal fuente para reconstruir la labor de los máximos representantes de la
corona. Habían sido muchos los historiadores que las habían empleado en sus
trabajos históricos: Sebastián Lorente, Carlos Huyese, Mariano Felipe Paz
Soldán, Manuel de Mendiburu, José de la Riva-Agüero y Rubén Vargas
Ugarte, entre otros, pero ninguno había evaluado su información. El estudio
de Lohmann es un modelo de crítica heurística.

La obra de Lohmann es sólida, rigurosa y erudita, innovadora en


temas y metodologías. Es también enorme: 29 libros y opúsculos, 15 ediciones
de textos, 320 artículos y centenar y medio de reseñas de libros.9 ¿Cómo pudo

7
«Raúl Porras Barrenechea, historiador romántico», en Homenaje a Raúl Porras
Barrenechea. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1984, p. 148.
8
«Las relaciones de los virreyes del Perú», Anuario de Estudios Americanos, XVI,
1959, pp. 315-537.
9
Al respecto, véase Guillermo Lohmann Villena. Miembro honorario del claustro. Discursos
y bibliografía. Lima: Universidad del Pacífico, 2004. Contiene una detallada relación
de los libros, artículos y reseñas publicados por Lohmann entre los años 1935 y
2004.

122 B. APL 43(43), 2007


GUILLERMO LOHMANN VILLENA EN PERSPECTIVA HISTÓRICA

escribir tanto? La respuesta es doble: de un lado, disciplina de trabajo, y, de


otro, «avidez de conocimiento». Por años, a Lohmann no solo lo vimos en la
biblioteca del Instituto Riva-Agüero, sino también en la Biblioteca Nacional
y en el Archivo General de la Nación. En este último, era el primero de los
investigadores en llegar –muy temprano- y no gustaba que lo interrumpiesen
mientras leía. Junto con la disciplina por el trabajo archivístico, Lohmann
confesó tener una avidez por el conocimiento, conducta que él mismo definió
alguna vez como de «casi enfermiza». Y, en 1991, declaró para un diario
sevillano que «la investigación histórica es un vicio que empeora con los
años». Este saludable vicio por el conocimiento lo llevó a escribir sobre el
teatro, las artes plásticas y la literatura; virreyes, oidores, regidores, juristas,
obispos y escritores; instituciones administrativas y económicas; y la difusión
de ideas políticas y religiosas durante el periodo colonial.

La obra de Lohmann se sustenta en un laborioso trabajo de acopio e


interpretación de datos procedentes de fuentes manuscritas e impresas. Sus
fichas y anotaciones en papeles –muchas veces de pequeño formato, pocas
veces grandes- fueron los ladrillos de la misma. Laboriosamente reunidos,
esos ladrillos sirvieron para la construcción de su producción historiográfica y,
al mismo tiempo, para la renovación de los estudios sobre el Perú de los siglos
XVI, XVII y XVIII. Nuestra deuda y gratitud con el colega y amigo ausente
es grande.

B. APL 43(43), 2007 123


Boletín
B. APL, 43. 2007 (125-135)

MANUEL GONZÁLEZ PRADA:


ESCRITOR DE DOS MUNDOS

Ricardo Silva-Santisteban Ubillús


Academia Peruana de la Lengua

Manuel González Prada nació en Lima en 1844, ciudad en la que


también murió en 1918. Su obra es renovadora de nuestra literatura tanto
en verso como en prosa. González Prada fue un excelente poeta y el
verdadero puente que unió lo antiguo y lo moderno. Como poeta es un
autor capital de nuestras letras porque puede considerárselo como el
verdadero iniciador del modernismo latinoamericano, pero, por desgracia,
su obra poética fue de tardía publicación en forma de libros, y muchos de
ellos, además, en forma póstuma. Sus poemas, entre 1870 y 1900, solo vieron
la luz escasamente en publicaciones periódicas de circulación local si
exceptuamos el de las antologías de circulación continental. De todas formas
puede verse su evolución desde sus Baladas (al que pertenece Baladas
peruanas) que constituyen un intento de adaptar al castellano, mediante el
uso de temas vernáculos y europeos, las Balladen alemanas, poesía que
divulgó en magníficas traducciones y que tanta importancia tuvo en su
formación literaria. El tono decididamente romántico de Minúsculas (1901),
poemas de alquitarada forma, y los ensayos métricos y temáticos de Exóticas
(1911) nos liberan definitivamente de la petrificada versificación española
tradicional. González Prada, además, adaptó diversas formas estróficas ya
fueran francesas, italianas, inglesas y alemanas, con la solvencia que le

B. APL 43(43), 2007 125


RICARDO SILVA -S ANTISTEBAN UBILLÚS

daban sus amplios conocimientos de estas lenguas. Sus estudios métricos


escritos para su uso personal pueden leerse en su interesante Ortometría
(1977). Otra faceta de González Prada como poeta es la del satírico en libros
todos ellos de publicación póstuma, con excepción de Presbiterianas (1909)
que apareció en forma anónima. En el libro que escribía al momento de su
muerte, Trozos de vida (1933), intenta la expresión de una poesía metafísica
de un ateo que se sabe cercano al retorno a la madre naturaleza. Mejor poeta
cuando descubre su subjetividad, quizá le falté trascendencia en sus grandes
cuadros descriptivos cuando la forma no llena el vacío de la necesidad interior
del poema.

González Prada, sin embargo, más que como poeta es conocido por
sus magistrales ensayos de verbo encendido, preciso y rotundo de sus dos
libros en prosa fundamentales: Pájinas libres (1894) y Horas de lucha (1908),
a los que deben agregarse varios libros póstumos en los que se recoge su labor
periodística y trabajos de índole varia: Bajo el oprobio (1933), Anarquía (1936),
Nuevas páginas libres (1937), Figuras y figurones (1938), Propaganda y ataque
(1938), Prosa menuda (1941) y El tonel de Diógenes (1945). Al hablarse del
González Prada ensayista es imposible separar al hombre. Proveniente de
una familia aristocrática y religiosa, González Prada se caracteriza por un
implacable enjuiciamiento a la oligarquía peruana y una extrema posición
anticlerical. Sustentado en ideas positivistas, propenderá hacia la instauración
de un pensamiento científico que lo lleva a la comprensión de que los humanos
solo poseen el breve lapso de su paso sobre la tierra. Es necesario, pues, lograr
la justicia social aquí y ahora: «No pedimos la existencia; pero con el hecho
de vivir, aceptamos la vida. Asceptémosla, pues, sin monopolizarla ni quererla
eternizar en nuestro beneficio exclusivo: nosotros reímos i nos amamos sobre
la tumba de nuestros padres; nuestros hijos reirán i se amarán sobre la nuestra»,
afirma bellamente en uno de sus ensayos mejores: «La muerte y la vida».

Las ideas políticas de González Prada hunden sus raíces en el


pensamiento anarquista que, bien visto, es el modelo más puro e ideal al que
puede aspirar un pensador. Pero González Prada no nos habla de una sociedad
utópica, por el contrario, con los pies puestos en tierra, enjuicia y recusa todas
nuestras instituciones. La ruptura con el pasado servil y corrupto, contra la
improvisación y la cobardía son las banderas que flamean en los períodos de

126 B. APL 43(43), 2007


MANUEL GÓNZALEZ PRADA: ESCRITOR DE DOS MUNDOS

su espléndida prosa y que pueden resumirse en su frase lapidaria de que el


Perú es «un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus». Esta
lucha contra todo y contra todos «en una sociedad asentada en el privilegio
y en la explotación del desgraciado y del indio», según afirma Antenor
Orrego al comentar la obra de González Prada, lo convierten en un verdadero
Maestro moral y espiritual de la nacionalidad pero también en una figura
solitaria que representa, como bien dice José Carlos Mariátegui, «el primer
instante lúcido de la conciencia del Perú».

La obra en prosa de González Prada está constituida por breves ensayos


que le permiten tratar temas diversos que ora pueden ser discursos, como el
dedicado a pedir la revancha contra Chile («Discurso en el Politeama») o el
que anuncia la revolución de los desposeídos («El intelectual y el obrero»),
ora pueden ser estudios históricos («La Revolución Francesa») o literarios
(«Victor Hugo», «Renan»), ora breves semblanzas de peruanos ejemplares
(«Grau», «Vigil»), ora ácidos ataques a personajes e instituciones (toda la
segunda parte de Horas de lucha), como pueden ser también profundas
meditaciones sobre el lenguaje («Notas acerca del idioma») o sobre el destino
del hombre («La muerte i la vida»). Así como González Prada experimentó
con el ritmo y con la métrica en sus poemas, en sus ensayos, obra toda ella de
madurez, lleva estos experimentos a la práctica en una lección magistral en
que obtiene una nueva prosa moderna y eficaz para la expansión de sus
ideas. La prosa de González-Prada le sirve en forma admirable para los usos
expresivos que quiere darle porque, gracias a su concisión, raras veces se
despeña en lo retórico y, por otra parte, su ritmo busca la naturalidad y la
musicalidad de las frases.

El mayor elogio que puede hacerse de la figura única y ejemplar de


González Prada es que el hombre y la obra se proyectan y alcanzan el futuro,
tanto en lo ideológico (José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la
Torre) como en lo literario (José María Eguren, Abraham Valdelomar y César
Vallejo). Este carácter seminal engrandece más al hombre y a la obra y hace
necesario un estudio (que no existe a la fecha) integral y desapasionado de
su contribución a la literatura peruana.

B. APL 43(43), 2007 127


RICARDO SILVA -S ANTISTEBAN UBILLÚS

Por lo que vengo diciendo, puede deducirse que para mí todo libro de
o sobre Manuel González Prada es bien recibido porque considero a este
escritor una parte importante de nuestro mejor legado literario.

Una de las características de la producción literaria de Manuel


González Prada es que tenía, como meta de sus aspiraciones, la perfección
formal, y ésta aparece con todo su esplendor en los cuatro libros que publicó
en vida con su nombre Pájinas libres y Horas de lucha, en prosa, y Minúsculas
y Exóticas, en verso. Pero, como gran parte de sus coetáneos, muchos de los
escritos en prosa de González Prada se escribieron para aparecer tan solo en
efímeras publicaciones periódicas, destinados, diríamos, a los sucesos urgentes
no a los hechos o temas importantes que tomaron su lugar en sus libros
principales, Pájinas libres y Horas de lucha. Sin embargo, muchos de estos
escritos combativos, satíricos, informativos, etc. merecían conservarse. Por tal
motivo, luego de quince años de su muerte, esta abundante labor periodística
comenzó a ser publicada en forma solvente y cuidadosa en libros editados por
su hijo Alfredo. Todos ellos, sin embargo, aparecieron publicados en el
extranjero, en Francia, Argentina y Chile.

Tras la muerte de Alfredo González Prada, Luis Alberto Sánchez


tomaría la posta de la antorcha de la difusión de las obras del Maestro. Nadie
mejor que él como autor de la biografía más importante de González Prada,
de 1930, titulada Don Manuel, y como prologuista de Baladas peruanas, de
1935. En 1946, durante una de las breves primaveras democráticas en el Perú
del siglo XX, Sánchez emprendió la publicación de las Obras completas de
Manuel González Prada, pero éstas solo llegarían al cuarto tomo pues, en
1948, Sánchez fue desterrado nuevamente, luego de esos consabidos golpes
militares que han manchado tantas veces, en forma nefasta, la historia de
nuestra República.

En la década del 70 se sumaron nuevos aportes. Aparecieron, en


primer lugar, dos libros muy interesantes de Manuel González Prada que
habían permanecido hasta entonces inéditos en manuscrito: Ortometría (1977)
y Cantos del otro siglo (1979), cuyas transcripciones deben agradecerse a la
doctora Marlene Polo. Por su parte, Elsa Villanueva de Puccinelli publicó un
volumen titulado Poemas desconocidos recopilado de revistas del siglo XIX,

128 B. APL 43(43), 2007


MANUEL GÓNZALEZ PRADA: ESCRITOR DE DOS MUNDOS

que me tocó editar en 1973 en compañía del recordado poeta Armando


Rojas. Ese mismo año Luis Alberto Sánchez publicó un importante volumen
de Letrillas inéditas.

Finalmente, durante la época en que Luis Alberto Sánchez fue


Vicepresidente de la República entre 1985 y 1990, se dio tiempo de editar las
esperadas Obras completas de Manuel González Prada en siete tomos en las
Ediciones Copé que auspicia Petróleos del Perú.

En la actualidad, el siglo que quizá menos frecuentan los estudiosos de


nuestra literatura, es el XIX. Con excepción de Ricardo Palma, las investigaciones
escasean. Con toda seguridad, esto se debe, aparte de nuestra consabida desidia,
a la carencia de nuevas ediciones de las obras de sus poetas y prosistas. Ni
siquiera existen antologías que sirvan, aunque sea parcialmente, de paliativo
para acercarse a las obras de los escritores del siglo XIX.

En el Perú tenemos, sin embargo, la suerte que una profesora francesa


dedique todos sus esfuerzos a estudiar nuestra literatura del siglo XIX: me
refiero a Isabelle Tauzin Castellanos. A ella le debemos aportes fundamentales
como su excelente libro Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Claves de
una coherencia, publicado en 1999 por la Universidad Ricardo Palma. Otros
estudios suyos más antiguos y más recientes amplían esta labor que, por el
momento, se encuentra dispersa en publicaciones periódicas. Entre su
contribuciones bibliográficas destacan: «La narrativa femenina en el Perú
antes de la guerra del Pacífico» (1995), «El teatro en Lima entre 1883-1889»
(1998), «La vida literaria limeña y el papel de Manuel González Prada entre
1885 y 1889» (1998) y «Entre literatura y compromiso: Los amigos de Elena de
Fernando Casós (1874)» (2001), para solo mencionar algunos importantes
estudios que deberán tomar su lugar, seguramente, en lo futuro, en algún
libro que los recopile y los ordene. Su libro sobre Ricardo Palma le valió ser
nombrada miembro de número del Instituto Ricardo Palma que auspicia la
Universidad del mismo nombre. Pero, como buena peruanista, Isabelle ha
incursionado también, apenas el año pasado, en nuestras letras del siglo XX,
con un libro ejemplar con título en castellano pero escrito en francés Lectura
de ‘Los ríos profundos’ de José María Arguedas. Tengo entendido, sin embargo,
que ya se encuentra lista la versión castellana. Ojalá podamos leerlo dentro

B. APL 43(43), 2007 129


RICARDO SILVA -S ANTISTEBAN UBILLÚS

de poco en nuestra lengua porque se trata de un libro lúcido y de una


brillante claridad expositiva.

Nos consta, por otra parte, que Isabelle terminó hace algunos años
una extensa selección de la obra de Manuel González Prada para las
prestigiosas ediciones de Archivos, que auspicia la UNESCO en París,
dedicadas a los grandes clásicos americanos. Isabelle, para la preparación de
su edición de Manuel González Prada, ha revisado publicaciones periódicas
antiguas, ubicado los textos de las primeras versiones escritas, buscado textos
desconocidos, rastreado artículos firmados con seudónimo y consultado el
archivo sobre Manuel González Prada que conserva nuestra Biblioteca
Nacional en el fondo donado por Luis Alberto Sánchez. Además, la
dedicación de Isabelle a la obra de Manuel González Prada ha ido más allá
del simple estudio. Antes de hacerlo ha tenido que fijar los textos de González
Prada rozando, muchas veces, el acto mismo de su creación, y ha alcanzado,
de esta forma, la perspectiva más profunda que puede lograr un crítico literario
que realiza tal tipo de trabajo. Nos encontramos en un momento que, como
bien afirma Isabelle, debe emprenderse la labor científica en la edición de los
textos del Maestro.

Pero solo una breve parte del vasto trabajo emprendido por Isabelle
Tauzin sobre Manuel González Prada se ha editado; en primer lugar, los
Textos inéditos de Manuel González Prada (2001) que con tanto acierto editó
el Fondo Editorial de la Biblioteca Nacional del Perú. Libro por demás
interesante, porque rescata una faceta poco conocida o poco divulgada de
Manuel González Prada, la del narrador pero al que se añaden también
textos de otra ya conocida: la del satírico que se burla de los políticos peruanos.
Es sabido que nuestra zoología política ha sido, y sigue siendo, opulenta en
especímenes del más vario pelaje. En ella, con frecuencia, se hundiría
inmisericorde el fino escalpelo de la sátira de Don Manuel. Luego, debe
mencionarse su edición completa de Baladas por la Pontificia Universidad
Católica del Perú el 2004, en que, por vez primera, se editó este libro de
acuerdo a los designios de su autor.

Pues bien, a todos sus trabajos anteriores sobre Manuel González


Prada y a su esperada edición de sus obras en la Colección Archivos, ahora se

130 B. APL 43(43), 2007


MANUEL GÓNZALEZ PRADA: ESCRITOR DE DOS MUNDOS

suma la recopilación de las Actas del Coloquio Internacional que con el


título de Manuel González Prada: escritor de dos mundos aparece bajo los
auspicios de cuatro editores: la Embajada de Francia, el Instituto Francés de
Estudios Andinos, las Presses Universitaires de Bordeaux y la Biblioteca
Nacional del Perú.

Este es un libro que debe destacarse porque en el Coloquio,


desarrollado de manera ejemplar, sobre la obra de Manuel González Prada
realizado en Burdeos en enero del año pasado, se reunieron muchos de los
estudiosos más renombrados especialistas en la obra del escritor peruano. Por
otra parte, hasta donde se me alcanza, es el primer coloquio internacional
sobre Manuel González Prada que se haya realizado en una Universidad
extranjera.

La gran calidad de la prosa y del verso de Manuel González Prada lo


ameritaba pero en este libro no solo se estudia a nuestro autor como literato
sino también como un pensador de su tiempo, un ideólogo avanzado en
nuestra patria, algunas de sus fuentes y las actitudes culturales de su entorno:
es decir, un verdadero prisma en donde su figura se engrandece con el paso
de los años. Las Actas del Coloquio, además de las dedicadas a la presentación
y al epílogo se divide en tres partes: El viaje a Francia, El Ideario Pradiano y
El hombre de letras, y en ella puede observarse que la dedicada a la parte
ideológica duplica a la dedicada al hombre de letras y la dedicada al viaje a
Francia es más o menos un tercio de esta última.

Me ocuparé únicamente de esta última comentando brevemente


cada una de ellas. Los cuatro trabajos iniciales se encuentran dedicados a su
poesía.

El primero de ellos es un trabajo de Karim Benmiloud, joven profesor


de la Universidad Michel de Montaigne en Burdeos, que estudia el libro
segundo de las Baladas de Manuel González Prada, es decir el libro de poemas
más importante de la literatura peruana del siglo XIX. Esta sección del libro
se encuentra dedicada a las baladas de tema extranjero. Se caracteriza,
como bien dice Karim Benmiloud: «por un notable ensanchamiento del
horizonte poético hacia otros espacios culturales: Francia, España, Italia,

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RICARDO SILVA -S ANTISTEBAN UBILLÚS

Grecia, pero también Polonia, Rusia, Japón y los reinos escandinavos o la


legendaria isla de Tule».

Su mayor aporte consiste en tratarse de un estudio original que da


cuenta de la forma de composición bifurcadas en esta sección de las Baladas
en los dos grandes temas desarrollados por Manuel González Prada: lo trágico
y lo satírico.

El joven profesor sanmarquino Camilo Fernández Cózman, siempre


con su sagaz penetración, estudia la poesía de Manuel González Prada,
tomando los extremos, que luego entrelaza, de la teoría y de la praxis.

Gran parte del encanto de la poesía de Manuel González Prada está


aposentada en un profundo conocimiento de las técnicas y recursos del
oficio que culminan en la utilización del elemento del ritmo, el único quizás
imprescindible en cualquier tipo de poema de cualquier época. Ya se sabe
que sin el ritmo el poema simplemente no existe.

Sobre la preciosa, aunque inconclusa, Ortometría de Manuel González


Prada, Camilo Fernández comenta no solo la precisa noción del ritmo que
propugnaba sino que también la contrasta con las de dos de los teóricos del
simbolismo de la época y el estudio del rondel, una de sus formas preferidas.
De manera muy didáctica, Camilo Fernández pasa luego al comentario de
un rondel y de una espenserina de Minúsculas, libro que lo convertiría en un
poeta inevitable de nuestras letras.

En la siguiente contribución, «Manuel González Prada y Paul Verlaine»,


intento desmitificar el encuentro personal de ambos poetas que corre por allí
en algunos libros, para centrarme luego en la adaptación de uno de los poemas
más hermosos y musicales de Paul Verlaine: «Coloquio sentimental». En esta
adaptación, Manuel González Prada convirtió en parnasiano el sugerente poema
simbolista de Verlaine al adaptarlo a su propia poética.

Américo Ferrari contribuye con una pequeña joya titulada «Humor,


mal humor, sátira y poesía burlesca en la obra de Manuel González Prada»
que trata sobre su poesía satírica, la mayor parte de ella de publicación póstuma.

132 B. APL 43(43), 2007


MANUEL GÓNZALEZ PRADA: ESCRITOR DE DOS MUNDOS

Como bien dice Matthew Hodgart «Contemplar el mundo con una


mezcla de risa no es lo más noble ni lo que produce mayor número de obras
de arte excelsas». Es verdad, pero la sátira tiene su lugar bien ganado en las
distintas tradiciones del mundo y grandes poetas la han ejercido: Arquíloco,
Semónides, Catulo, Horacio, Villon, Quevedo, etc. El gran tema de la sátira
es la burla y el escarnio de la pequeñez, la ridiculez de ese pequeño e inflado
ser llamado hombre.

Aunque según Américo Ferrari la sátira de González Prada se


encuentra teñida de mal humor, debo decir en defensa de Don Manuel que
a mí, que me disgusta el género, encuentro muchos de sus poemas satíricos
francamente graciosos y, sobre todo, muy ingeniosos.

La joven profesora Cecilia Moreano de la Pontificia Universidad


Católica del Perú estudia en el siguiente trabajo la influencia de Ricardo
Palma y Manuel González Prada en la escritora Clorinda Matto de Turner.

En primer lugar trata su acercamiento a Palma como seguidora del


gran tradicionista con sus propias Tradiciones cuzqueñas para pasar luego a la
de Don Manuel que la conduce hacia el género mayor de la novela y que se
coronaría con la escritura de Aves sin nido, Índole y Herencia.

En este estudio se ofrecen en forma minuciosa los acercamientos de


Clorinda Matto de Turner a ambos escritores mediante citas informativas de
los periódicos y revistas de la época que enriquecen más el trabajo por su gran
apoyo documental.

El trabajo «La estatua de blancura marmórea: Manuel González Prada


y el cuento modernista», es un interesante estudio del joven profesor de la
Pontificia Universidad Católica del Perú Ricardo Sumalavia de uno de los
aspectos menos estudiados de Don Manuel: la del narrador.

Ya sabemos que esta faceta suya la ejerció en forma muy discreta y


solo esporádicamente. Por lo demás, su aparición tardía en una colección
miscelánea como lo es el libro El tonel de Diógenes, publicado por Luis Alberto
Sánchez en 1945, apenas se apuntaba con tres relatos. Hubo que esperar la

B. APL 43(43), 2007 133


RICARDO SILVA -S ANTISTEBAN UBILLÚS

edición de Isabelle Tauzin de los Textos inéditos de Manuel González Prada del
2001 para contar con nuevos relatos de Don Manuel.

Ricardo Sumalavia establece, en primer lugar, las características del


cuento modernista hispanoamericano de acuerdo a los estudios de Iván
Schulman y José Miguel Oviedo y luego escoge para comentar tres ejemplos
de los cuentos de Manuel González Prada de las colecciones citadas para
estudiar el acercamiento compositivo de estos cuentos con la poética del
cuento modernista hispanoamericano.

El estudio de Isabelle Tauzin «Crítica genética de ‘Notas acerca del


idioma’ y un apéndice sobre ‘Nuestros ventrales’», cierra el conjunto dedicado
a la obra literaria de Manuel González Prada.

Sabemos cuánto ha progresado la teoría y la labor filológica durante el


siglo XX con ediciones lo más fieles posibles a los designios de los grandes creadores
de todos los tiempos. Nuevos principios basados sobre todo en la fidelidad de las
obras y nuevos recursos técnicos y científicos para el establecimiento de los textos
y las fuentes originales han cambiado muchas veces radicalmente la presentación
de los textos clásicos y de la literatura moderna.

En el caso de Manuel González Prada la tarea se agiganta por la


continua evolución de sus textos a través de impresiones, correcciones,
adiciones, cambios, nuevas versiones, etc.

Toda la inmensa labor desarrollada por Isabelle Tauzin para su edición


en la Colección Archivos a lo largo de muchos años, aparece mostrada en
esta colaboración al Coloquio con dos breves ejemplos de un texto de Pajinas
libres y otro de Horas de lucha.

En realidad es un aperitivo que anuncia el gran banquete que


constituirá su futura edición de las obras de Manuel González Prada.

La figura de Manuel González Prada, en una sociedad como la


peruana, generalmente frívola y superficial, es aceptada a veces a
regañadientes porque ni a los hombres, ni a las instituciones, ni a los gremios

134 B. APL 43(43), 2007


MANUEL GÓNZALEZ PRADA: ESCRITOR DE DOS MUNDOS

les gusta que les señalen sus defectos. Por otra parte, su pensamiento radical
goza de la poca simpatía de intelectuales conservadores que han dezplazado
su importancia en manuales y antologías. Don Manuel siempre me ha parecido
una figura extraña y casi extranjera entre sus coétaneos. No estamos
acostumbrados en el Perú a la figura de un tribuno que señale nuestros
defectos; aquí se prefiere al zalamero que practica la facilidad del halago.
Existen, por eso, quienes no le perdonan que hace más de un siglo nos
enrostrara nuestros defectos y con esa irremplazable frase lapidaria: «el Perú
es un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus» condensó
uno de los ejemplos más característicos y persistentes de la nacionalidad: la
corrupción. Esta frase para los que nos ha tocado vivir tan de cerca las
consecuencias de ella, suena tan fresca y tan actual que podría haber sido el
titular de un periódico reciente. Con ese modo simple que a veces tenemos
los peruanos de ver las cosas, se prefiere echar la culpa al acusador de nuestros
propios defectos y a nuestra incapacidad e imposibilidad de corregirnos. Se
prefiere, por eso, al satírico que, aun cuando habla en serio, prefiere enmascarar
con la risa o la carcajada su atrevimiento de bufón. Las verdades expresadas
en forma directa por lo general le duelen mucho a quien las recibe sobre todo
si es peruano. Si muchas veces Manuel González Prada puede ser una figura
discutible, nunca lo fue por su falta de estudio, de meditación o de genuina
honestidad. El día en que seamos capaces de corregir los defectos que Manuel
González Prada señaló sobre nuestras frentes, quizá tengamos posibilidades
de sobrevivir.

La labor desinteresada y académicamente ejemplar de una peruanista


notable como Isabelle Tauzin Castellanos nos lo recuerda con la publicación
de este nuevo e imprescindible libro dedicado a la figura eminente de Manuel
González Prada plena de tan ilustres colaboradores y desde ahora volumen
indispensable para el conocimiento y la lectura de este gran clásico peruano.

B. APL 43(43), 2007 135


Boletín
B. APL, 43. 2007 (137-141)

LA FECHA DE NACIMIENTO DE MANUEL A. SEGURA

Alberto Varillas Montenegro


Instituto Riva Agüero

En la biografía de don Manuel Ascensio Segura (1805-1871) aparecen


largos periodos de los cuales nada se sabe. Se ignora, por ejemplo, qué puede
haber hecho y dónde puede haber vivido durante los primeros casi veinte
años de su vida; no hay información alguna sobre las actividades que desarrolló
durante los años de la Confederación Perú-bolivina, salvo que había sido
detenido en febrero de 1836, inmediatamente después de la batalla de
Socabaya y el fusilamiento del general Salaverry; nadie ha podido dar razón
de los motivos que lo indujeron en 1843 a aceptar un cargo de importancia
menor en la por entonces pequeña ciudad de Piura, y la lista podría seguir. Ya
Sánchez había observado la situación en 1947, 1 pero de entonces hasta la
fecha poco se ha aclarado.

Uno de los aspectos más curiosos del desconocimiento de la vida de


Segura es el de la fecha de su nacimiento, sobre la cual se manejan hoy tres

1
Luis Alberto Sánchez, El señor Segura, hombre de teatro, passim. (Lima, Editorial
P.T.C.M. 1947). En la segunda edición de esta obra (Lima, Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, 1976), Sánchez no proporciona información nueva al
respecto.

B. APL 43(43), 2007 137


ALBERTO VARILLAS MONTENEGRO

fechas distintas: la primera, proporcionada por Ismael Portal en 1913; la


segunda, declarada por Sánchez en 1948 y la tercera presentada por Manuel
Zanutelli en el 2006. Conviene analizarlas con detenimiento.

Ismael Portal. En 1913, el periodista Ismael Portal entrevistó a doña


Josefina Segura Viana de Carvajal, hija única del comediógrafo. Como
resultado, Portal publicó en el diario La Prensa 2 un simpático reportaje en el
que menciona, como fecha de nacimiento del escritor, la que su hija le había
proporcionado: el 23 de julio de 1805. esta fecha pasó desapercibida durante
más de treinta años puesto que nadie se preocupó en verificarla.

Luis Alberto Sánchez. En 1929, Luis Alberto Sánchez había decidido


redactar la biografía del ilustre comediógrafo, y para ello recibió «… la
constante ayuda del doctor Gonzalo Carvajal y Segura, quien, a su turno, contó
con la inapreciable cooperación de su hijo, Gonzalo Carvajal y Abril, fallecido
prematuramente en el mes de octubre de 1947». 3 Es decir, Sánchez contaba con
el testimonio del nieto único y el apoyo de un bisnieto de Segura quienes le
mostraron el material original que obraba su poder. Cuenta Sánchez que,
posteriormente, durante los largos años de destierro que sufriera, el doctor
Carvajal y Segura solía remitirle a los diferentes lugares donde residía material
adicional sobre su abuelo, tal como apuntes, datos, copias, informes, etc.
Siguiendo con cuidado la redacción de Sánchez, puedo colegir que,
aparentemente, mucho del material original fue simplemente mostrado a
Sánchez, que éste tomó cuidadosa nota del contenido de la documentación
que tenía a la vista pero que esta importante fuente valiosa para el trabajo
que estaba empeñado en realizar, quedó en poder del doctor Carvajal y
Segura o de su hijo, Gonzalo Carvajal y Abril.4

2
Una gloria nacional. Manuel Ascensio Segura. [En:] La Prensa. Lima, 9 de
noviembre de 1913.
3
Nota final. [En:] Luis Alberto Sánchez, El señor Segura hombre de teatro. Segunda
edición. Pág. [237] La Nota final citada lleva como fecha 13 de noviembre de 1947:
por razones que se desconocen, la Nota final no se publicó en la primera edición del
libro, que aparece concluido en Magdalena del Mar, Lima, en noviembre de 1947,
aunque el colofón indica que se terminó de imprimir el 15 de enero de 1948.
4
En ambas ediciones, Sánchez inicia el capítulo II de su biografía con el siguiente
texto: «Manuel Ascensio Segura y Cordero, el chafado cadete (o sargento) nació en Lima

138 B. APL 43(43), 2007


LA FECHA DE NACIMIENTO DE MANUEL A. SEGURA

En posesión de la información documental que le mostraron y de la


que le remitieron los señores Carvajal, Sánchez declara que don Manuel
Ascensio Segura nació en Lima el 23 de junio de 1805. Y de esa manera
aparece la discrepancia temporal: ¿fue en julio, como indicó Portal después
de conversar con la hija, o en junio, como acepta Sánchez después de haber
entrevistado a nieto y bisnieto, quienes aparentemente contaban con
abundantes documentos sobre su abuelo y bisabuelo, respectivamente.

En el año 2006, al editar las Obras completas de Segura, quien


escribe estas líneas, después de revisar todos los archivos de partidas de
bautismo asentadas en Lima a principios del siglo xix (que en la actualidad se
encuentran perfectamente ordenados en el Archivo Arzobispal), llegó a la
conclusión de que Segura no había sido bautizado en la capital y, luego de
ponderar las dos fechas propuestas hasta entonces, adhirió a la formulada por
Portal, tanto por ser treinta años más antigua cuanto por haber sido
proporcionada por la hija, aunque admitiendo que no se conocía
documentación alguna que la apoyara y que ninguna de ellas era irrebatible.5

Zanutelli. En el 2006, al preparar una biografía de Segura, Manuel


Zanutelli, buscando documentación que le permitiera subsanar la inexistencia
de la partida de bautismo respectiva, ubicó el expediente judicial de
inscripción de partida seguido por Segura ante un Juzgado de Primera
Instancia de Lima. La solicitud que encabeza el expediente, de 22 de setiembre
de 1866, tiene el siguiente texto:

el 23 de junio de 1805, no en calle principal, sino en una de barrio, la de Mestas, inmediata


a la de Doña Elvira, a la de Santa Ana y al Cuartel de Artillería de Santa Catalina.» Y
en nota de pie de página, aclara: «Datos verbales de doña Josefina Segura y Viana, hija
del poeta.» La redacción induce a dos errores puesto que ni aparece claro si los
datos verbales corresponden a la fecha de nacimiento o a la calle ni si la información
verbal la obtuvo directamente o si se trata de la que doña Josefina proporcionó a
Ismael Portal.
5
Manuel Ascensio Segura, Obras completas. Edición introducción y notas de
Alberto Varillas Montenegro. (Lima, Escuela Profesional de Ciencias de la
Comunicación de la Universidad de San Martín de Porres, 2006) pág. 3n.

B. APL 43(43), 2007 139


ALBERTO VARILLAS MONTENEGRO

«Que no encontrándose mi partida de bautismo en los libros de la


parroquia en que nací, lo que atribuyo a que habiendo sido mi padre militar
debió sentarse la indicada partida en el que llevaba con este objeto el capellán
del cuerpo en que servía, porque, como es sabido, en aquellos tiempos eran
curas castrenses los capellanes del ejército; y no teniendo noticia de la
existencia de este libro, y siéndome por otra parte indispensable hacer constar
que tengo sesenta años cumplidos, puesto que nací el 25 de mayo de 1805,
me veo en la precisión de ocurrir a VS., a fin de que se digne mandar por las
personas que en seguida nombro comparezcan ante este juzgado y presten
las declaraciones que indico.» 6

Lo cierto es que en la actualidad se cuenta con tres propuestas


distintas, distanciadas entre sí por 60 días: la declarada por el escritor (25 de
mayo), la referida por su hija (23 de julio) y la informada por su nieto (23 de
junio). El único testimonio con que no se cuenta es el de la viuda del
comediógrafo, doña Josefina Viana de Segura, fallecida en marzo de 1905.

¿Cuándo nació Segura? Es fácil –y sería casi lógico- argüir que, ante
la declaración del propio Segura que señala haber nacido el 25 de mayo de
1805, no cabe comentario adicional alguno. Sin embargo, tratándose de tres
testimonios orales quizás convenga ponderar el valor de cada uno.

La fecha proporcionada a Portal por doña Josefina, hija única, debe


estar relacionada con el recuerdo de la celebración familiar del natalicio su
padre y no puede ser desdeñada con ligereza. Por las mismas razones, la
fecha indicada por el nieto único a Sánchez tampoco puede ser desdeñada,
así difieran.

¿Y la fecha declarada por Segura? Cuando en 1858 un grupo de


escritores y periodistas limeños decide acometer la empresa de publicar el
Teatro de Segura, con Prólogo encomendado a Ricardo Palma, junto al

6
Manuel Zanutelli Rosas, Periodistas peruanos del siglo xix. Itinerario biográfico.
(Lima, Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de
San Martín de Porres, 2006). Pág. 336

140 B. APL 43(43), 2007


LA FECHA DE NACIMIENTO DE MANUEL A. SEGURA

título de cada comedia aparece la fecha en que cada una de ellas se había
estrenado. Es evidente que fue Segura quien entregó a los editores los originales
de las ocho obras que se publicaron y es lógico suponer que también les
proporcionó la información sobre las fechas en que sus obras habían sido
estrenadas. De las fechas que se recogen, una, la de Un juguete, no es
discutible pues la obra sube a los escenarios limeños un par de semanas antes
de que aparecieran los primeros fascículos del Teatro de Segura. Pero aquí
viene lo extraño: cinco de las fechas de estreno de las otras siete obras están
equivocadas (y el error se mantiene en la edición de los Artículos, poesías
y comedias de Segura de 1885).

Si en 1858, cuando contaba con 53 años de edad Segura se equivoca


de una manera tan gruesa al proporcionar la fecha de estreno de cinco de
siete obras suyas, a cuyas primeras funciones sería razonable pensar que
había asistido, ¿qué razón hay para creer que ochos años más tarde, cuando
ya contaba con 61 años, no pudo haberse equivocado al asegurar la fecha de
su nacimiento, acto en el cual evidentemente participó, pero de cuya fecha
no podía estar cierto?

Este es otra de los puntos oscuros en la vida de nuestro escritor, y


posiblemente nunca se llegue a aclarar.

B. APL 43(43), 2007 141


Boletín
B. APL, 43. 2007 (143-145)

JOSÉ JUAN ARROM (1910-2007): IN MEMORIAM

Eugenio Chang-Rodríguez
Academia Norteamericana de la Lengua Española

Hace poco falleció el gran escritor cubano José Juan Arrom en su


casa de Massachussets, su última residencia desde que se jubiló de la
Universidad de Yale, tras varias decenas de docencia. Fue miembro fundador
de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y miembro
correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua. Su partida enluta a
las letras hispánicas.

Este destacado crítico literario nació en Holguín, Cuba, de padre


mallorquí y madre cubana. Por su talento y dedicación al estudio, su familia
lo envió a la Universidad de Yale, de donde recibió tres títulos universitarios
en letras y varios honores. Por las becas que le otorgaron y los trabajos
desempeñados, fue nombrado Conservador de la Colección Latinoamericana
de Yale, tarea que cumplió con gran eficiencia, al mismo tiempo que continuó
su labor docente y asesoría de los estudiantes de literatura hispánica. En 1962
cesaron sus funciones de Conservador para asumir nuevas responsabilidades
como orientador principal de estudios hispánicos en Yale. Su jubilación
prematura de la cátedra no disminuyó el ritmo acelerado del humanista y
acucioso investigador de las literaturas y folklore latinoamericanos.

B. APL 43(43), 2007 143


EUGENIO CHANG-RODRÍGUEZ

Sus aportes significativos a la cultura hispanoamericana comienza en


1941, en la Revista Bimestre Cubana, con el enjundioso artículo «Primeras
manifestaciones dramáticas en Cuba, 1512-1776». Se encuentran ahí las dos
vertientes principales de sus inquietudes investigadoras académicas: el teatro,
y las crónicas hispanoamericanas coloniales, a las que tanto contribuyó en las
siguientes décadas. Su primer libro, Estudios de literatura hispanoamericana
(La Habana, 1950), expande sus temas predilectos, para incluir a la poesía
afrocubana, a cuya apreciación e interpretación ofrece mucha originalidad.
A partir de entonces la Revista Cubana, el Handbook of Latin American
Studies y la Revista Iberoamericana periódicamente recogieron valiosos artículos
suyos. La Sociedad Económica de Amigos del País publicó en La Habana, en
1951, la primera edición de El príncipe jardinero y fingido Cloridiano, comedia
sin fama del capitán don Santiago de Pita, natural de La Habana, cuyo estudio
preliminar, edición y notas pertenecen a José Juan Arrom. Ofrece después
meticulosos artículos, como «Criollo: definición y matices de un concepto»,
incluido en la revista norteamericana Hispania (No. 34, 1951, pp.172-176),
que el autor de esta breve nota necrológica, incluyó en la sección antológica
del texto universitario de gramática castellana deductivo auspiciado por la
Modern Language of America, Continuing Spanish (NY,1967), usado por
decenas de miles de universitarios norteamericanos y de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Otros trabajos de Arrom aparecieron tanto
en Américas como en Thesaurus, Boletín del Instituto Caro y Cuervo, que
también dio a la estampa en tres ediciones una de las obras maestras del
recordado cubano: Esquema generacional de las letras hispanoamericanas. Otras
revistas conocidas también recogieron sus aportaciones eruditas: The Journal
of Inter-American Studies. Cuadernos Americanos, Revista del Instituto de Cultura
Puertorriqueña y el Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

Asimismo, Arrom escribió acuciosas páginas sobre folklore: «Mitos


taínos en las letras de Cuba, Santo Domingo y México», La Virgen del Cobre:
historia, leyenda y símbolo sincrético», y «Presencia del negro en la poesía
folklórica americana». Todas ellas son productos de la armónica fusión
interdisciplinaria de la historia, la literatura y el folklore, disciplinas integrantes
de la cultura de la nación continental indoamericana. Sobre la integridad y
unicidad de la cultura latinoamericana Arrom editó Certidumbre de América,
cuya 2ª ed. publicó Gredos en 1971. Otra grandes aportaciones suyas son: 1)

144 B. APL 43(43), 2007


JOSÉ JUAN ARROM (1910-2007): IN MEMORIAM

Martí and the Problems of Generations», Latin American Literary Review


(1.1, 1972, pp. 25-38); 2) «Precursores colonials del cuento hispanoamericano:
Fray Martín de Murúa y el idilio indianista», El cuento hispanoamericano ante
la crítica (Madrid: Editorial Castalia, 1973, pp. 24-36); y Fray Ramón Pané.
«Relación acerca de las Antigüedades de los Indios» el primer tratado escrito en
América. Nueva versión, con estudio preliminar, notas, mapa y apéndices por
José Juan Arrom (México: Siglo XXI, 1974). En todos ellos apreciamos la
información erudita, la evaluación novedosa, el gusto y el calor humano.
Con la partida final de José Juan Arrom las letras hispánicas se encuentran
de duelo.

B. APL 43(43), 2007 145


Boletín
ONOMÁSTICA ANDINA
Boletín
B. APL, 43. 2007 (149-169)

YANACONA

Rodolfo Cerrón-Palomino
Academia Peruana de la Lengua

«[...] y despues para acomodar mejor á la lengua un


vocablo tan derramado y largo [como Yanayaco cona]
sincoparonlo, quitandole de en medio aquella discion
yaco, y ansi los tales seruidores que no estan sugetos á
visita sino que tienen a cargo el ministerio de las
haciendas de los señores son llamados Yanacona [...]
(énfasis provisto)».
Cabello Valboa ([1586] 1951: cap. 19, 347)

0. La voz yanacona, de origen quechua, es entendida en el Perú bajo


dos acepciones generales, como ya lo señalaba Juan de Arona (1882: 506): la
primera, circunscrita al léxico institucional incaico, referida a la categoría
socioeconómica prehispánica correspondiente al servicio personal perpetuo
de un grupo de individuos destinados al inca y del estado; la segunda, como
término incorporado al castellano peruano, equivalente a aparcero o
arrendatario de un latifundio. A lo largo de la historia el vocablo ha ido
adquiriendo otros valores, todos ellos derivados de la idea central de
servidumbre y vasallaje que comportaba. En tal sentido, si bien la palabra es
relativamente transparente en cuanto a su significado, no ocurre lo propio en
relación con su significante. Conforme se verá, la etimología formal

B. APL 43(43), 2007 149


RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

convencional que se le da no está exenta de una serie de problemas de


análisis e interpretación. En las secciones siguientes, luego de esbozar los
avatares de su significación, intentaremos dilucidar la génesis formal del
término en función de una nueva alternativa de explicación.

1. Evolución semántica. Como palabra que refería a un grupo de


personas dedicadas al servicio personal del poder estatal y religioso incaico
<yanacona> o <anacona>1 es voz registrada tempranamente en los
documentos coloniales. Quienes han estudiado la palabra en tanto institución
socioeconómica están de acuerdo en señalar que, en términos generales, la
prestación de servicios comprendidos dentro del sistema del yanaconazgo
tenía un carácter perpetuo, hereditario, y a tiempo completo (cf., entre otros,
Murra [1964] 1975, Villar Córdova 1966, Rostworowski 1972, 1977: 35-38,
Rowe [1948] 1970, Espinoza 1987: cap. 9, 287-293, Pärsinen 2003: cap. IV, §
2), con tareas de tipo agrícola, ganadero y artesanal. Los miembros de dicha
categoría, además, podían constituir aillus íntegros, tener su propio curaca, y,
en ocasiones, gozar de un estatuto económico privilegiado, pero siempre en
calidad de «criados» o «vasallos» del inca. En cuanto a su origen, hay
evidencias de su existencia previa a los incas, aun cuando las fuentes señalan
que fue Tupa Inca Yupanqui, el gran reformador del imperio, quien la instituyó.

Una vez consumada la conquista española, la institución del


yanaconaje fue asimilada dentro del nuevo ordenamiento socioeconómico

1
Ambas formas alternan desde muy temprano en las fuentes coloniales; así, por
ejemplo, en Betanzos ([1551] 2004), donde encontramos <yanaconas> (cf. op. cit,
I, XI, 89) al lado de <anaconas> (op. cit., I, XVIII, 123), con pluralización
castellana. Fenómenos de aféresis como el ilustrado por la segunda variante no
han sido infrecuentes en la acomodación de los indigenismos dentro del castellano,
pues en los documentos encontramos, entre otros casos seguramente, el del
antropónimo <Opangui> por <Yopangui>, el del nombre étnico de los
<Amparaes> en lugar de <Yamparaes> (Chuquisaca), y el del topónimo
<Chuquiapo> en vez de <Chuquiyapu>, el antiguo nombre de La Paz. La
forma que muestra aféresis ha dado lugar, en más de un caso, a una interpretación
errática del significado. Es lo que ocurrirá con <anacona> que, según Mafla
Bilbao (2003: 144), habría adquirido en el Ecuador «un cambio total en su sentido
semántico (sic)», pues tendría el significado de ‘ponerse la saya’. Nada de eso:
ocurre que en el quechua ecuatoriano anaku-na es un verbo derivado de anaku
‘saya’, que nada tiene que ver con yanakuna.

150 B. APL 43(43), 2007


YANACONA

dispuesto por la corona. Es interesante, a este respecto, contrastar la


caracterización que ofrece el cronista Cabello Valboa del significado del
vocablo en tiempos incaicos y en la colonia:

[...] y ansi los tales seruidores que no estan sugetos á visita sino
que tienen a cargo el ministerio de las haciendas de sus señores
son llamados Yanacuna, y de este nombre usamos el día de oy los
Españoles, con aquellos que nos sirven en casa sin ser Jornaleros ni
Mytayos (resaltado nuestro; cf. Cabello [1586] 1951: cap. 19, 347-
348).

Pues bien, instalado el poder colonial, la institución degeneró en


manos de los nuevos gobernantes, para convertirse en símbolo de servidumbre
personal y explotación, desde la perspectiva de los grupos dominantes, pero
también de desintegración como grupo social, aunque de eventual ascenso
individual en la sociedad estamental fuertemente cerrada2. De esta manera,
el yanacona asumirá una nueva función dentro del sistema colonial, y el
vocablo respectivo se resemantizará en los términos señalados, difundiéndose
temprana y rápidamente en boca de conquistadores y encomenderos, pasando
a formar parte del léxico común y corriente del castellano de América. Los
estudios de Manuel Alvar (1972: 299-300), Hugo Mejías (1980: 97) y Alonso
Mafla Bilbao (op. cit., 144, 396-397), a la par que ilustran su documentación,
dan cuenta del uso y extensión del término más allá del ámbito del antiguo
territorio de los incas3.

En el contexto de la emancipación de la corona española y el


consiguiente advenimiento de los nuevos estados republicanos, el yanaconaje
persiste como parte de la herencia colonial y como institución esencial en la

2
Alonso de Ercilla, en nota al Canto III de su obra, a propósito de los yanaconas,
dice que son «indios mozos amigos que sirven a los españoles, andan en su traje,
i algunos mui bien tratados, que se precian mucho de policia en su vestido [...]»,
citado por Lenz ([1905] 1977: 777).
3
Justamente, la amplia documentación colonial del vocablo, con precisiones
importantes que permiten comprender su significado, le hace decir a Araníbar
(1989: 874) que conocemos más del [yanacona colonial que del prehispánico.

B. APL 43(43), 2007 151


RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

estructura de la sociedad agraria peruana, esta vez estrechamente vinculada


al régimen de haciendas y latifundios. Así es como, ya en pleno siglo XX, en
su versión moderna, el yanaconaje, como forma de explotación agraria, es
objeto de disposiciones legales protectoras por parte del estado, y la palabra,
desprovista o camuflada de su matiz denigrante de servidumbre, pasa a
significar, sobre todo en el castellano de la costa peruana, «arrendatario de
una parcela de terreno»4. En palabras de Juan de Arona:

hoy damos este nombre en las haciendas de la costa á los indios


serranos que se acomodan en ellas de acuerdo con el dueño, para
cultivar una parte del terreno bajo ciertas estipulaciones (cf. op.
cit., 506).

La segunda mitad del siglo XX constituye, en el Perú, el fin del


régimen de hacienda imperante hasta entonces, y ello se da a raíz del proceso
de reforma agraria, que se inicia en 1964 para consolidarse en 1969, durante
el velascato. Dentro de la nueva estructura agraria, las grandes haciendas se
convierten en cooperativas y los yanaconas pasan a ser feudatarios (cf. Matos
Mar, op. cit., cap. 4). Como ocurre en estos casos, el derrumbe del régimen
que le servía de soporte y contexto acarreó la obsolescencia inminente del
vocablo, tanto que hoy ya no se lo escucha. Como tampoco se oye el empleo
del término con el valor metafórico de ‘colono mental’ que era frecuente en
la literatura revolucionaria de mediados del siglo pasado.

2. Etimología formal. En relación con la estructura formal del


vocablo, hay acuerdo casi unánime, entre los autores contemporáneos, acerca
de su constitución, que se analizaría como integrada por la raíz yana ‘criado’
seguida de la marca plural –kuna (Middendorf 1890, Lenz, op. cit., Mafla, op.
cit.). Esta forma, plural en quechua, habría ingresado al castellano en forma
inanalizada, de suerte que, en la lengua receptora, podía recibir, sin temor a
redundancias, el sufijo plural respectivo: de allí que la documentación colonial

4
Véase también Palma ([1895] 1953: 1406). Para un estudio detallado del sistema
del yanaconaje en el Perú, siguiendo su evolución y transformación a través de
la historia, ver el ensayo de Matos Mar (1976: cap. 1), en el que ofrece, además,
un estudio de caso muy ilustrativo referido al valle de Chancay.

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YANACONA

esté llena de alusiones a los «indios yanaconas». Así, pues, en opinión de


Torero, el vocablo

se tornaría, en boca de hispanos y ladinos, en un término


inanalizable con que se nombraría en singular a cualquier nativo
puesto al servicio de los españoles como doméstico, siervo o esclavo
(cf. Torero 1974: 182).

La explicación sugerida parece convincente, sobre todo tratándose


de la opinión de un especialista en lenguas andinas como lo fue el mencionado
lingüista. Sin embargo, conforme veremos, la etimología propuesta tropieza
por lo menos con dos dificultades fundamentales: el supuesto morfema plural
–kuna y la raíz yana, es decir los meros componentes de la palabra que venimos
examinando. En las secciones siguientes nos ocuparemos de cada uno de
tales problemas.

2.1. Sufijo anacrónico. El análisis del sufijo –kuna como índice de


plural en el quechua del siglo XVI no es exacto, como lo prueban las
informaciones gramaticales con que contamos para la época. En efecto,
nuestro primer gramático de la lengua, al ocuparse de la «diction o articulo
del plural» (cf. Santo Thomas [1560] 1995: cap. II), expresada por <cona>5,
si bien le asigna el valor de pluralidad, lo hace con una restricción importante:

5
En relación con la notación de –kuna como <cona>, y en general integrando el
vocablo <yanacona>, hay que señalar que ella obedece a la distinta percepción
de la vocal u por parte de los españoles. En realidad, esta vocal tiene, en
quechua, un timbre intermedio entre la u y la o castellanas, es decir [υ], que el
hispanohablante interpreta preferentemente como o. Ello explica por qué palabras
como <yanacuna> o <mamacuna> pasaron al castellano como <yanacona> y
<mamacona>, respectivamente. Nótese, a este respecto, que los codificadores
del III Concilio Limense y sus seguidores, entre ellos el Inca Garcilaso, canonizan
<cuna> a la par que rechazan <cona>, la forma registrada por el primer
gramático, suscribiéndola sin embargo cuando se trata de su uso en los préstamos
tomados del quechua.

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RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

que sólo pluraliza los nombres animados, mas no los inanimados. Pero, de
manera más interesante, observa que

allende de su principal significacion [...] paresce que denota en


alguna manera, llamar, o pedir atenciõ como (guarmecóna)
allende significar en plural las mugeres: paresce que denota lo
que dezimos en la lengua castellana, Ola, mugeres (cf. op. cit., II,
fol. 24).

Por su parte, Gonçález Holguín, el primer gramático del quechua


cuzqueño, distingue en la lengua «siete plurales simples», uno de los cuales,
y no el más importante, era <cuna>. Lo dice taxativamente, luego de
observar que en verdad el recurso más socorrido en la formación del plural
era la reduplicación. Señala el jesuita cacereño, en efecto, que dicho
procedimiento

es su proprio plural [de la lengua], y no (cuna) y este mismo plural


tienen los pronombres relativos demonstratiuos y primitiuos, pay,
cay, chay, chacay, como paypay, ellos, caycay, estos, chaycay [sic],
esos, chacaychacay, aq[u]ellos, pipi, quienes, ymayma, q[u]e cosas,
maycanmaycã, quales (cf. Gonçález Holguín [1607] 1975: I, 5, §
6, p. 9).

Para abundar más sobre el tema, recordemos que una de las


«advertencias» con que el Inca Garcilaso quiere introducirnos en su obra, en
materia de lingüística quechua, tiene que ver precisamente con la noción de
pluralidad en la lengua. Señala entonces el Inca historiador que

[t]ambién se debe advertir que no hay número plural en este


general lenguaje, aunque hay partículas que significan pluralidad;
sírvense del singular en ambos números (cf. Garcilaso Inca [1609]
1943: «Advertencias», p. 10)6.

6
Pruebas de tal uso los da en varios pasajes de su obra, como cuando observa, por
ejemplo, que «para dezir hijos en plural o en singular, dize el padre churi y la
madre uaua» (op. cit., IV, XII, 201-202).

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YANACONA

Pues bien, si comparamos el uso actual del sufijo –kuna con el que
tenía en el siglo XVI no hay duda de que ha sufrido una evolución muy
importante, de tal manera que hoy día, completamente gramaticalizado,
sólo indica pluralidad, libre de la restricción señalada por el gramático
sevillano. Es más, los ejemplos de pluralización por reduplicación ofrecidos
por el jesuita anconense resultan sencillamente inusitados en la actualidad7.
En tal sentido, no es aventurado sostener que el proceso de gramaticalización
que afectó al sufijo mencionado, todavía en sus inicios en tiempos
prehispánicos, fue acentuándose gracias a la labor codificadora de los
gramáticos de la colonia, consolidándose por influencia del castellano.

Una prueba más de que el valor del sufijo evolucionaba la encontramos


justamente a propósito de la palabra que estudiamos. En efecto, es el propio
Gonçález Holguín, quien, al registrar la entrada <yanacuna> en su
Vocabvlario, la define como «[l]os criados, o un criado», agregando, para
más precisión, que la expresión <Hucyanacuna> podía emplearse como
<huc mamacuna>, es decir «vna de las mamaconas matronas», al igual
que <huc padrecuna> podía significar «vn padre» (cf. Gonçález Holguín
[1608] 1952: I, 364)8. Los ejemplos son contundentes: los nombres
<yanacuna>, <mamacuna>, <padrecuna>, que no significaban plural
necesariamente, podían ir precedidos del numeral <huc> con valor de
artículo indefinido de ‘un’ o ‘una’. Que esto era así nos lo confirma una vez
más el Inca Garcilaso, cuando a propósito de <mamacuna> nos dice que
este nombre

interpretándolo superficialmente, bastaría dezir matrona, empero,


para darle toda su significación, quiere dezir mujer que tiene

7
Lo que no significa que el procedimiento haya desaparecido de la lengua, ya que,
como lo advertía el propio gramático en su momento, se lo sigue empleando, sobre
todo con los «nombres collectiuos, que significan muchedumbre de vn genero»
(op. cit., ibidem).
8
Lo dicho por el cacereño es, en verdad, un eco de lo que encontramos en el
Vocabvlario del Anónimo, del cual se sirve, como de una plantilla, para elaborar
el suyo. Dice el jesuita anónimo, a propósito de <yanacuna> «los criados, tomase
en singular, por el criado, como mamacuna», es decir, «las mamaconas matronas,
y en singular por cada vna dellas» (cf. Anónimo 1586).

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RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

cuidado de hazer oficio de madre; porque es compuesto de mama,


que es madre, y desta partícula cuna, que por sí no significa nada,
y en composición significa lo que hemos dicho, sin otras muchas
significaciones, según las diversas composiciones que recibe (op.
cit., IV, I, 185).

Queda claro entonces que postular el elemento –kuna como plural


de yana para explicar la etimología de yanacona resulta infundado, sobre todo
si la palabra formaba parte del vocabulario común de los quechuahablantes
prehispánicos. Debemos sospechar que razones como éstas obligaron a Torero
a silenciar la explicación etimológica que había sugerido previamente, para
postular otra, igualmente errática, según veremos después (cf. § 3).

2.2. Una raíz fantasma. Lo primero que sorprende a quien consulta


los diccionarios coloniales del quechua y del aimara es la ausencia de un
radical verbal primitivo para ‘ayudar’. En efecto, para ambas lenguas, tanto el
jesuita cacereño como su colega anconense proporcionan, como equivalente
del proceso verbal mencionado, el derivado <yana-pa-> (cf. Gonçález
Holguín [1608] 1952: II, 427, Bertonio [1612] 1984: I, 83, respectivamente),
en el caso del aimara, claramente tomado del quechua. Lo propio diremos de
nuestro primer gramático quechua, quien, aparte de <yana-pa->,
proporciona otro derivado, que al parecer no tuvo mayor fortuna: nos referimos
a <yanacya-> «seruir, como sirue el criado», que interpretamos como yana-
q-ya- (cf. Santo Thomas [1560b] 1994: II, fol. 140v). Así, pues, que sepamos,
no existe un verbo primitivo yana- ‘ayudar, desprovisto de sufijos derivativos,
y sí, en cambio, la raíz nominal yana como equivalente de «criado, o moço de
seruicio», según glosa del Anónimo y de su seguidor Gonçález Holguín. En
tal sentido, tanto Middendorf (op. cit., 108) como Lira ([1941] 1982: 340),
que en sus vocabularios dan cabida al verbo yana- con el valor de ‘ayudar’ o
‘prestar servicio’, lo hacen de manera artificial, por pura inferencia9. ¿Significa
esto que nuestras lenguas mayores no disponían de otros recursos para expresar

9
El quechua registraba, sin embargo, un verbo <yana-> ‘probar’ (cf. Torres Rubio
[1619] 1754: 106), que obviamente constituía una raíz diferente, y que, actualmente,
no parece tener uso.

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YANACONA

la noción de ‘ayudar’? De ninguna manera, pues tanto el quechua como el


aimara hacían uso, para dicho efecto, de sendos sufijos: <-ussi> (es decir
–wsi), en el primero, que «en todos los verbos dice ayudar» (cf. Gonçález
Holguín [1608] 1952: II, 427); por ejemplo en <huaca-ussi-> ‘ayudar a
llorar’), y <-khaa> (o sea –xa:), en el segundo, que significaba «ayudar
tomando parte del trabajo, o todo» (cf. Bertonio, op. cit., I, 83; así en <hacha-
khaa-> ‘ayudar a llorar’)10. Como se ve, la estrategia léxica en la formación
de lexemas no es la única alternativa seguida por las lenguas para expresar
determinadas nociones o procesos, puesto que para ello puede igualmente
echarse mano de otros recursos, como en este caso, de carácter derivativo
gramatical.

Ahora bien, el registro de yana como sinónimo de ‘criado’ por parte


de ambas lenguas, sobre cuya base se formó el verbo yana-pa-, no deja de ser
extraño, toda vez que en el quechua existía la raíz nominal homófona yana
‘negro’. Advirtamos, además, que ambas lenguas registraban otro nombre
para ‘criado’: <pachaca>, en quechua (cf. Gonçález Holguín, op. cit., I,
363)11, y <supari>, en aimara (cf. Bertonio, op. cit., II191), aunque en este
último caso hacía referencia sólo a la «muger que sirue». Teniendo en cuenta
esta situación, resulta curioso que el quechua registrara una misma forma
para dos significados ajenos el uno del otro. Siendo así, lo más probable es
entonces que yana ‘criado’ sea una palabra intrusa dentro del léxico quechua,
por lo que nuestro paso siguiente consistirá en explorar su procedencia. ¿Será
un vocablo tomado de otra lengua, por ejemplo del mochica, como sugería
John Rowe (art. cit., 341)? No lo creemos así, por las razones que expondremos
en la sección siguiente.

10
Dicho sea, de paso, que mientras que el sufijo quechua sigue siendo productivo,
el correspondiente aimara parece haberse tornado obsoleto ya.
11
Arriaga, el célebre extirpador de idolatrías, lo consigna, sin embargo, como
<pachacac> (es decir pacha kaq), con el significado más restringido de «mayordomo
de las chácaras de las huacas» (cf. Arriaga [1621] 1999: XV, 131).

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RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

3. Formación regresiva. Como se sabe, algunas de las fuentes


cronísticas registran, al lado de la voz <yanacona>, otro término cuyo
significado vendría a ser equivalente: nos referimos a <yanayaco>. El dato no
ha pasado inadvertido entre quienes se ocuparon, directamente o al pasar, de
la institución referida por el vocablo (cf., por ejemplo, Villar Córdova 1966,
Rostworowski 1972, Espinoza Soriano 1987: cap. 9, 287-293, Pärssinen 2003: IV,
§ 2). Con excepción de Castro Pozo 1924, citado por Villar Córdova, y María
Rostworowski, sin embargo, asombra constatar que a nadie pareció llamar la
atención el parecido obvio, no ya sólo semántico, sino también formal entre un
vocablo y otro. Tan llanos a aceptar cuanta etimologia popular se les ocurriera,
sorprende ver que en esta oportunidad nuestros historiadores hayan callado
sobre el tema. En lo que sigue buscaremos demostrar precisamente que ambos
términos están vinculados etimológicamente guardando una relación de
formación derivativa especial entre sí, la misma que ya fuera entrevista a fines
del siglo XVI por el cronista Cabello Valboa, según se puede leer en el epígrafe
que encabeza el presente ensayo.

Pues bien, el pasaje citado del cronista mencionado constituye, como


se puede apreciar, una pieza interesante de disquisición etimológica,
anunciada ya como parte del título del capítulo 19 de su crónica, en que se
ocupa de «la derivación de este nombre Yanacona» (p. 346). La reflexión
lingüística deslizada se hace en el contexto de una tradición recogida por el
autor que explicaría supuestamente el origen de la institución del yanaconaje
en tiempos prehispánicos, concretamente durante el gobierno de Tupac Inca
Yupanqui. Que sepamos, la leyenda referida ha sido consignada también por
otros dos cronistas, a saber Sarmiento de Gamboa ([1572] 1965: cap. 51, 256)
y Murúa ([1613] 1987: I, XXVI). La versión ofrecida por el último, más
escueta que la de los dos primeros, parece haberse basado en la del segundo,
aunque es probable que tanto ésta como la del propio Cabello deriven de la
proporcionada en la crónica perdida de Cristóbal de Molina. Como quiera
que fuese, la tradición cuenta que Tupac Capac, hermano de Inca Yupanqui,
a quien éste había designado «Juez unibersal» (es decir t’uqri) de las provincias
conquistadas, otorgándole una serie de privilegios relativos a su cargo (posesión
de tierras y de gente de servicio), no sólo no se contentó con tales beneficios
sino que, cegado por la envidia y las ansias de poder, armó una conspiración
contra el inca, comprometiendo en dicha conjuración a los jefes locales

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YANACONA

principales, a quienes convenció para que lo apoyaran en su rebelión.


Contando con dicho apoyo, Tupac Capac se dirige al Cuzco con el objeto de
poner en ejecución su conjura, pero la noticia llega a oídos de Inca Yupanqui,
quien, tras mandarlo degollar inmediatamente, se dirige al lugar donde se
había armado la conspiración. Allí realiza un castigo ejemplar entre los
confabulados, a quienes pasa a cuchillo, en medio de una matanza general
que sólo cesó ante las súplicas de Mama Ocllo, hermana y mujer del inca,
quien logró convencerlo para que perdonase la vida de los sobrevivientes,
con cargo a que «los aplicasse[n] para el servicio de sus Guacas, ganados y
sementeras, y tambien para pagar à muchas obligaciones que estauan
pendientes de su misma conciencia» (cf. Cabello, op. cit., 347). En cuanto al
lugar donde se habría armado la conjuración, y en el que se habría ejecutado
el castigo ejemplar posterior, sería nada menos que el pueblo de <Yanayaco>,
en la jurisdicción de Huamanga12, de manera que

porque el lugar donde este general indulto se gano y concedio, se


llamase Yanayaco todos los allí perdonados se llamaron de tal
nombre de manera que fue su nombre de los aplicados para su
servicio particular y casero [del inca] Yanayaco cona (énfasis
agregado; cf. Cabello, op. cit., 347).

De este modo, según los cronistas citados, se habría institucionalizado


el sistema de yanaconaje en el imperio de los incas. Sin entrar en la discusión
de la verdad histórica subyacente al mito referido, implícitamente considerado
como dato anecdótico irrelevante por los historiadores, lo que nos interesa
ver ahora es la etimología propuesta por Cabello Valboa. ¿Hasta qué punto
tiene sustento lingüístico la hipótesis del cronista para derivar <yanacona>
de <Yanayaco cona>?

Como se dijo, una de las pocas personas que se plantearon este


problema, una y otra vez, fue María Rostworowski. En efecto, nuestra ilustre

12
El cronista Murúa nos precisa: «delante de Vilcas» (p. 98). Paz Soldán (1877)
registra una localidad, concretamente una hacienda, <Yanayacu>, en
Socosvinchos, Huamanga. Sin duda estamos ante el mismo referente aproximado.

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RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

historiadora da prueba de ello en las distintas versiones de su conocido ensayo


sobre las etnias del Valle del Chillón (cf. Rostworowski 1972, 1977: 35-36,
1989: 31-32), así como en su estudio sobre el Tahuantinsuyo (cf. Rostworowski
1988: cap. IV, 196-197). No contenta con la etimología literal de <Yanayaco>,
descompuesta formal y semánticamente en <yana> ‘negro’ y <yacu>
‘agua’, descarta la explicación de Cabello Valboa, buscando hacer prevalecer
el análisis lingüístico por sobre el dato proporcionado por el cronista. De esta
manera, nuestra autora rechaza la motivación histórica del nombre tras su
desglose formal y semántico, no dándole ningún crédito, antes bien tratando
de desvirtuarla. Descartada la etimología quechua, prefiere buscarle,
apoyándose en una sugerencia hecha por Rowe (art. cit), un origen diferente,
en este caso la voz mochica <yanà> (con su forma genitiva <yanângô>),
registrada por el gramático de esta lengua (cf. de la Carrera 1644: 144). La
palabra en cuestión, una vez ingresada al quechua, habría sido objeto de un
proceso derivativo complejo, descomponible en: yana «el que sirve, ayuda»,
seguida de los sufijos –ya ‘continuativo’ y –ku «dativo, para mí» (cf.
Rostworowski 1977: 35). Dicha interpretación, según la historiadora, le habría
sido proporcionada por un quechuista aficionado, el doctor José Pérez Villar,
a quien le da los créditos respectivos (cf. también Rostworowski 1989: 31).
Sin embargo, en Rostworowski (1988: 196), quien le sugiere dicho análisis ya
no es más el mencionado Pérez Villar sino Alfredo Torero, a quien cita según
«comunicación verbal» con el referido lingüista. Asumiendo la autoría de
éste13, y conociendo su posición inicial mencionada previamente en § 2, no
hay duda de que el propio lingüista no estaba satisfecho de su interpretación
inicial, razón por la cual ensayaría, a instancias de doña María, la alternativa
señalada.

Pues bien, ¿qué podemos decir al respecto? Dejando de lado por el


momento la cuestión del supuesto origen mochica de la raíz del vocablo, lo

13
Lamentablemente la autora no explica el cambio del nombre de la autoría en
referencia, pero todo indica que la fuente de la explicación mencionada proviene,
en efecto, del mismo Torero, pues una información gramatical como la manejada
difícilmente pudo provenir de un quechuista aficionado. Por lo demás, descartamos
que estemos aquí ante un posible pseudónimo que podría haber empleado el
lingüista peruano.

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YANACONA

cierto es que el análisis gramatical aplicado a la palabra en su conjunto


resulta errático, por decir lo menos. En efecto, asumiendo que yana fuera
una raíz nominal, no se entiende cómo podía tomar sufijos derivativos verbales
sin que ella se verbalizara previamente; y si pudiera haber sido asimilada
como raíz verbal (posibilidad más remota aún), resulta demasiado forzado,
por no decir ad hoc, admitir que tomara no sólo un derivativo exclusivo del
quechua central sino, incluso dentro de éste, de un dialecto que registrase la
variante simplificada –ya del sufijo, que normalmente es –yka. Y una vez
descartado el elemento –ya del parcial -yaku, por no tener sustento gramatical
empírico, no hace falta ya invalidar la identificación del remanente –ku
como el sufijo benefactivo, pues la base a la que éste se agregaría resulta
infundada de principio a fin14. Por las razones expuestas, descartamos la
alternativa de interpretación sugerida por Torero y apuntalada por María
Rostworowski.

Conviene, entonces, reconsiderar la etimología propuesta por Cabello


Valboa. Según ésta, como se dijo (ver epígrafe), el término yanacona sería un
producto haplológico de *yana (yaku)-kuna, donde por lex parsimoniae se
habría suprimido el parcial yaku de la base originaria que, como sabemos, fue
un topónimo devenido en gentilicio15. El nuevo significado de ‘gente de
servicio’ que adquirió la expresión habría tenido la motivación referida por la
tradición recogida por los cronistas, por lo que llegar a dicho significado por
medio de la traducción literal del topónimo, como pretendió María
Rostworowski, era un absurdo. Había, pues, en este caso, que darle crédito a
la versión oral de su motivación por metonimia. Que dicho uso —es decir, el

14
Adviértase, además, que la derivación postulada por Torero resulta agramatical
por doble partida, ya que la forma derivada, para ser empleada como un nombre,
habría requerido precisamente de un nominalizador, que en este caso tendría
que haber sido el agentivo –q, de manera de tenerse algo como *yana-ya-ku-q.
Admitamos, sin embargo, que en derivaciones semejantes, como en el caso de
<haravicu>, tal parece que la marca agentiva podía caer, especialmente en
labios de los españoles.
15
Recordemos que tanto en quechua como en aimara el pase de un topónimo a
gentilicio se hace de manera automática, sin la intervención de sufijos, a diferencia
de lo que ocurre en castellano. De manera que qusqu runa o punu haqi se traducen
al castellano como ‘gente cuzqueña’ y ‘gente puneña’, respectivamente.

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RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

de yanayaku como equivalente de ‘criado de servicio’— circulaba en labios


de los propios andinos nos lo atestiguan diversos documentos dados a conocer
por los historiadores (cf., por ejemplo, Pärssinen, op. cit., 146, nota 34). De
hecho, el propio Guaman Poma ([1615] 1987: 288) observa cómo «el sol y las
uacas ydolos [tenían] yndios rrezeruados llamados yana yacu y uayror aclla,
las monjas de sus dioses (énfasis agregado)». En tal sentido, la expresión,
cuyo referente había devenido en categoría institucional, podía recibir el
sufijo –kuna, como lo sugiere Cabello, aunque no necesariamente para
significar pluralidad, tal como ya fue señalado en § 2.1. Lo que no quita que
rescatemos plenamente de la interpretación del cronista la hipótesis de la
formación regresiva de la base del término, es decir yana. En efecto, como
ocurrió con varios topónimos, comenzando por el de Cuzco (cf. Cerrón-
Palomino 2006), en el caso que estudiamos, el modificador yana de la frase
nominal originaria —es decir yana yaku—, se nuclearizó absorbiendo el sentido
global de la frase en su conjunto, para significar por sí solo ‘siervo o criado de
servicio’. De esta manera la economía lingüística se daba en los dos planos
del signo: significante y significado. Se incorporaba así un nuevo vocablo a la
lengua, formalmente idéntico a otro u otros ya existentes, creando homofonías
«peligrosas», que a su turno daría lugar al establecimiento de asociaciones
semánticas igualmente dañinas16.

Pues bien, de aceptarse la hipótesis desarrollada hasta aquí, queda


ahora claro el carácter exclusivamente nominal y no verbal del nuevo término,
de modo que para verbalizarlo en función de una o de las varias tareas
efectuadas por su nuevo referente se hacía necesario recurrir al empleo de
sufijos derivativos propios de la lengua, tal como nos lo atestiguan las primeras
fuentes lexicográficas coloniales (ver § 2.2). De todas las formas derivadas, la
de yana-pa-, con el repetitivo transitivizador –pa, es la que se universalizó en
la lengua, y así la tomó el propio aimara sureño, que a su vez se la pasó al
chipaya, donde la encontramos como yanap-z, alternando como nanap-z (cf.

16
De hecho, no han faltado historiadores que hayan relacionado semánticamente
la voz yana ‘criado’ con su ahora homófona yana ‘negro’, en vista de que los
esclavos traídos por españoles eran negros. Dicha asociación es tal vez la
responsable de que la institución misma del yanakuna haya sido interpretada, por
algunos historiadores, como equivalente de esclavitud.

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YANACONA

Cerrón-Palomino y Ballón Aguirre 2007)17. Sin embargo, tal parece que ello
no ocurrió necesariamente en las otras lenguas con las que el quechua entró
en contacto.

En efecto, por lo que toca al mochica, la palabra ingresó como <yanà>


‘sirviente’ (cf. de la Carrera, op. cit., 144)18, es decir como sustantivo, y no
como verbo, compitiendo desde entonces con su similar nativo <paræng>.
En tal sentido, la sugerencia de Rowe en favor de que el término pudiera ser
de origen mochica resulta improbable, y, a decir verdad, el propio historiador
no estaba muy convencido de ello (cf. Rowe [1948] 1970: 341). Después de
todo, una lengua dominante como el quechua difícilmente podía haber
incorporado un término proveniente de otra de menor rango, a menos que el
referente del vocablo respondiera a una categoría conceptual inusitada en el
mundo incaico, cosa que no parece haber sido así. De otro lado, la voz
también fue incorporada al aimara central bajo la forma de <yanha> (cf.
Belleza 1994: 200), es decir [yaŋa] (con ene velar), y aquí sí estamos ante un
problema, pues no se explica cómo la ene alveolar del quechua en posición
intervocálica pudo haber sido acomodada en el jacaru-cauqui como ene
velar. De hecho, en términos de adaptación fónica, lo natural habría sido el
fenómeno contrario: que una ene velar sea asimilada como alveolar. Pero,
como en el caso del mochica, la posibilidad de que el quechua haya tomado
prestado el vocablo del aimara central resulta igualmente improbable. En tal
sentido, ensayamos la siguiente explicación: la fuente del préstamo <yanha>
habría sido la forma derivada quechua *yana-q ‘el que ayuda’ (proveniente
de *yana ka-q ‘el que es yana’), y a partir de ella, la expresión se habría
aimarizado como *yana-q(a). De aquí, la voz se habría sincopado, de acuerdo
con las reglas de la propia lengua, para devenir en yanqa; es ésta la forma que,

17
Aparte de las lenguas andinas, la voz también ingresó en el amuesha, como lo
señala Adelaar (2007: 295), bajo la forma de yenp.
18
La forma en que de la Carrera la introduce en su tratado sugiere que la voz
<yanà> portaba vocal larga final, es decir habría sido [yana:], como ya lo advertía
Rowe. Desgraciadamente, los conocimientos que se tienen de la fonología de la
lengua son tan limitados que no es posible entrar en detalles como los necesarios
para explicar los procesos de adaptación de los préstamos.

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RODOLFO CERRÓN-PALOMINO

finalmente, habría desembocado en [yaŋqa], y de allí en [yaa], tal como


ocurrió con manqha ‘dentro’, que devino en <manha>, o sea [maŋa]19.

4. Apreciación de conjunto. En las secciones precedentes hemos


buscado demostrar que la etimología usualmente propuesta para la voz
yanacona (que provendría de *yana ‘criado’ y –kuna ‘plural) peca de
anacronismo, desde el momento en que, como se vio, ni existía en el quechua
la raíz involucrada ni la terminación significaba pluralidad necesariamente.
La documentación lexicográfica colonial en la que busca respaldarse la
presente nota no hace sino corroborar lo señalado.

Descartada dicha hipótesis, nuestra discusión se centró en el examen


de otra alternativa etimológica que, no obstante haber sido propuesta
tempranamente (fines del siglo XVI), y salvo algunas excepciones, no parece
haber sido tomada en serio por quienes se ocuparon del vocablo institucional
incaico. La alternativa de interpretación, sugerida explícitamente por el
cronista Cabello Valboa, consiste en derivar yanacona a partir de *yana (yaku)-
kuna. Formalmente, la expresión se habría sincopado, suprimiéndose el
elemento yaku; semánticamente, ella haría alusión a los confabulados de
Yanayacu que, según la tradición recogida por los cronistas, habrían sido
perdonados por el inca a condición de que pasaran a ser servidores perpetuos
de la autoridad soberana y del estado. Como hemos tratado de demostrarlo,
la explicación ofrecida por Cabello, una vez sometida a riguroso análisis
lingüístico, lejos de ser puramente anecdótica, parece justificarse plenamente.
En tal sentido, si bien las etimologías con las que los cronistas amenizan de
vez en cuando sus historias no siempre deben ser tomadas en serio (piénsese,
por ejemplo, en las proporcionadas por Murúa; cf. Cerrón-Palomino 2005),
en el presente caso creemos estar ante una interpretación etimológica
altamente plausible.

19
Para complicar el panorama, ocurre sin embargo que el jacaru consigna igualmente
<yanha> para ‘negro’. Que en este caso también el modelo quechua pudo haber
sido *yanaq lo estaría probando el hecho de que no faltan topónimos que tienen
esa forma, es decir <Yanaq>, tal como lo hemos estudiado en Cerrón-Palomino
(2005: § 1). De esta manera, yanaq ‘negro’ se opondría perfectamente a yuraq
‘blanco’.

164 B. APL 43(43), 2007


YANACONA

Una vez aceptada la etimología propuesta, de origen quechua, queda


descartada cualquier otra sugerencia a favor de una procedencia exógena
del vocablo. De esta manera, en efecto, desechamos las sugerencias hechas
por Rowe y Rostworowski en el sentido de que la voz pudiera provenir del
mochica. Todo indica, por el contrario, que fue esta lengua (además de
otras) la que la asimiló dentro de su sistema léxico, una vez que ella se
condensó, en forma y significado, bajo la textura simplificada de yana.

El vocablo, por lo demás, de cuyo uso ampliamente extendido dan


cuenta los trabajos lexicográficos modernos citados, parece haber entrado en
una fase de obsolescencia, al haberse quebrado el aparato estructural agrario
de corte latifundista que lo nutría. Ello es cierto con respecto a la acepción
general y moderna de la palabra, porque en su sentido de categoría
socioeconómica incaica, más restringido, seguirá vigente como otros tantos
términos propios de la civilización del Tahuantinsuyo.

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Boletín
RESEÑA
Boletín
B. APL, 43. 2007 (173-181)

Clorinda Matto de Turner. Aves sin nido. (Novela de 1889; edición crítica de
Dora Sales Salvador). 2006

En el paisaje de la literatura peruana de la segunda parte del siglo


XIX, hoy día va cobrando cada vez más importancia retrospectiva la figura
de Clorinda Matto de Turner (Cuzco, 1852 - buenos Aires, 1909), escritora
que destaca por su trabajo a favor de la educación femenina, por haber
aparecido en el Índice papal de libros prohibidos a pesar de ser Cristina
practicante y creyente, y por la novela Aves sin nido (1889) que marcó un
hito en la literatura latinoamericana de cariz intervencionista y social y que
ahora aparece por primera vez en el mercado español, en una edición crítica1,
con una amplia introducción (incluyendo una cronología de la autora) y
una muy completa bibliografía. La responsable de esta útil contribución a los
estudios latinoamericanos es Dora Sales Salvador, de la Universidad Jaume
I de Castellón (España), cuyos trabajos anteriores en la misma área incluyen
un estudio detallado del también peruano José María Arguedas (de carácter
comparatista y señalando sus parentescos con Vikram Chandra, escritor de
la India)2 y una edición crítica de la novela Balún Canán, de la mexicana
Rosario Castellanos3. Señalemos que en esta edición de Aves sin nido la
editora ha asegurado la comprensión de las muchas palabras en quechua

1
Han aparecido varias ediciones críticas en países latinoamericanos.
2
Dora Sales Salvador, Puentes sobre el mundo: Cultura, traducción y forma literaria
en las narrativas de transculturación de José María Arguedas y Vikram Chandra,
Berna/Nueva York/Frankfurt; Peter Lang, 2004.
3
Rosario Castellanos, Balún Canán (1957), ed. Dora Sales Salvador, Madrid:
Cátedra, 2004.

B. APL 43(43), 2007 173


RESEÑA

que aparecen en el texto por la reproducción del glosario original de la propia


Clorinda y, para otros términos que no aparecen allí, a través de notas de pie
contextualizadas.

Clorinda Matto de Turner nació en Cuzco, en 1852, bajo el nombre


de Grimanesa Martina Matto Usandivares. El apodo Clorinda, bajo el cual
compuso sus obras se lo debió a su marido, José Turner, comerciante de origen
británico con quién se casó en 1871. Su padre, de la clase media-alta, era
dueño de una propiedad en la localidad de Puallo Chico (cerca de Coya,
departamento de Cuzco), donde su joven hija pasó varias temporadas que le
permitieron, como nos señala Dora Sales, “observar de cerca la vida y
costumbres de los indígenas quechuas” (Introducción, 28), además de
aprender su lengua y así convertirse en intelectual bilingüe (hasta el punto
de publicar, a partir de 1901, una serie de traducciones de textos bíblicos al
quechua)4. En este aspecto, la podemos acercar a escritores posteriores como
Castellanos y Arguedas, ellos también sujetos oriundos de los estratos burgueses
e hispano-blancos, pero caracterizados por un conocimiento íntimo de las
vidas de los indígenas subalternos y acérrimos defensores de sus derechos y
su dignidad. A la vez, Matto, se irguió desde muy temprano como promotora
activa de la causa de la mujer peruana y latinoamericana, sea cuál sea su
origen étnica. Luego del fallecimiento del marido en 1881, buscó con éxito
vivir una vida autónoma: llegó a ser redactora principal de dos periódicos
importantes, La Bolsa de Arequipa (convirtiéndose en la primera mujer que
ascendió a tal cargo en toda América Latina - 1883) y luego El Perú Ilustrado
de Lima (1889). También en la capital, incluso fundó, en 1892, una imprenta,
La Equitativa, cuya plantilla se constituía exclusivamente de mujeres. Además,
conferenció, tanto en Perú como más tarde en Argentina, sobre temas de
mujer y literatura, y en este marco cabe subrayar que esta edición de Dora
Sales incluye, como apéndice ilustrativo, el texto completo de una de dichas
conferencias, “Las obreras del pensamiento en la América del Sud” (dictada
en Buenos Aires en 1895).

4
Concretamente, de los cuatro Evangelios más las Actas de los Apóstoles.

174 B. APL 43(43), 2007


RESEÑA

Aves sin nido fue la primera obra de ficción de una autora que hasta
entonces se había especializado en textos breves de carácter costumbrista. Le
siguieron dos novelas más, Índole (1891) y Herencia (1893), pero es la primera
la que siempre le ha valido la mayor consideración. La recepción de Aves
resultó ser, desde el inicio, polémica; si bien por un lado le mereció a la autora
una carta personal de apoyo del entonces Presidente de la República, Andrés
Avelino Cáceres, por otro lado la reacción de la jerarquía eclesiástica no
pudo ser más negativa. Todo llegó a un punto de crisis en 1890, cuando salió,
en El Perú Ilustrado (cuya redactora era Clorinda), “Magdala”, relato del
escritor brasileño Henrique Maximiano Coelho Neto, que sugería un posible
enlace no muy platónica entre Jesús y María Magdalena. La iglesia católica
acabó por imponer una serie de represalias contundentes: Matto fue
excomulgada y forzada a dimitirse del puesto de redactora, y, extendiéndose
la venganza a su novela que en un principio no tenía que ver con el caso,
Aves sin nido fue colocada en el temido Índice de libros prohibidos del Vaticano.
Incluso la quemaron en efigie en las calles de Arequipa y Cuzco. Clorinda
aguantó en Perú hasta 1895, año en que, después de otro incidente grave (se
saqueó la imprenta de mujeres que llevaba gestionando desde 1892), se
exilió a Argentina (fue allí, en Buenos aires, donde terminó sus días), y,
siempre creyente, se acercó al culto protestante, llegando a tejer lazos íntimos
con la American Bible Society estadounidense.

¿De qué, entonces, trata esta novela para que haya provocado
reacciones tan extremas? La respuesta se halla sin lugar a dudas en su propio
entramado. La historia se ubica principalmente en Killac, pueblo inventado
modelado sin duda según la localidad real de Tinta, en el departamento del
Cuzco (donde vivió la pareja Turner), y en los últimos capítulos en una
imponente ciudad, que no se nombra pero que es evidentemente Lima. Se
trata de una ficción perteneciente al género realista, si no naturalista, que
nos cuenta una voz narradora de tercera persona, de tipo omnisciente-
didáctico, voz que podemos identificar, a grandes rasgos, con la de la propia
autora. Teniendo en cuenta que se trata de una novela socialmente
comprometida, no es de extrañar el que los personajes se dividan, de una
forma casi maniqueísta, entre “buenos” y “malos”; por un lado, los indígenas
víctimas de la opresión y los blancos liberales que asumen su defensa; por
otro, los representantes del poder administrativo y clerical.

B. APL 43(43), 2007 175


RESEÑA

Los agentes principales del entramado son una joven pareja de cariz
liberal y reformista, don Fernando Marín, gerente de una empresa minera, y
su esposa Lucía, recién llegados al pueblo. Traban amistad con otra pareja del
mundo subalterno, los indígenas Juan y Marcela Yupanqui, que viven en
una humilde choza. Esta voluntad de superar las normas sociales les merece
un duro castigo de parte de las autoridades, encabezadas por el gobernador y
el cura, quienes montan un asalto por interposición a la casa de los Marín, del
cual posteriormente culpan a otro indígena, el campanario Isidro Champí,
que acaba en la cárcel. El asalto deja a Juan y Marcela mortalmente heridos,
y el matrimonio Marín adopta a sus hijas, las ahora huérfanas Margarita y
Rosalía, las “aves sin nido” del título. Los Marín siguen viviendo un acoso
permanente hasta que deciden marcharse de Killac. Mientras tanto y no
obstante, Manuel, un joven idealista que ha crecido en casa del gobernador
como su hijo, se enamora de Margarita. Su pasión se ve correspondida, y así
se vislumbra la posibilidad de un mestizaje étnico y cultural que ayudaría a
superar las barreras. Todos se ponen de acuerdo en que la pareja Marín
viajará a Lima con sus hijas adoptivas, y que Manuel se unirá pronto con ellos
con vistas a concretar su noviazgo con Margarita. El viaje de los Marín se
complica por un dramático descarrilamiento de tren del cual se salvan por un
pelo, pero finalmente todos se encuentran con Manuel en un hotel limeño.
Es en este momento cuando se produce la cruel revelación que remata la
historia: se descubre que Manuel es en realidad no el hijo del gobernador
sino el hijo natural de fallecido obispo de Killac, que Margarita es también
hija natural del mismo eclesiástico, que el muy respetado obispo había abusado
cínicamente de las madres de ambos jóvenes, y que así Margarita se quedará,
irremediablemente, como una desamparada “ave sin nido”.

Este entramado, si bien en términos generales se puede caracterizar


por rasgos naturalistas, también tiene ciertas facetas de naturaleza netamente
sensacionalista, o incluso, como afirma Dora Sales, “folletinesca”
(Introducción, 45). El tema de los abusos clericales recuerda una obra del
naturalismo como O Crime do Padre Amaro del portugués Eca de Queiróz
(1875); al tiempo, la presencia del deseo incestuoso involuntario sugiere un
paralelismo con la novela de la escritora gallega Emilia Pardo Bazán. La
madre naturaleza (1887), cuyo desenlace es similar. A pesar del
sensacionalismo que se le puede achacar, el final contundente de la novela

176 B. APL 43(43), 2007


RESEÑA

de Clorinda puede ser justificado como dramatizando la dificultad, o casi


imposibilidad, de romper las barreras de etnia y clase en una sociedad
profundamente desigual, y eso por muy buenas que sean las intenciones.
Otro elemento que ha suscitado dudas por parte de la crítica es el accidente
de ferrocarril, visto por algunos como una divagación narrativa que no aporta
nada a la temática del libro. Por otro lado, dentro de la narrativa realista y/o
melodramática se intercalan, de una forma casi continua, comentarios de
tipo visiblemente didáctico por parte de la narradora/autora, cuya intención
programática queda patente, pues a partir de estos momentos Clorinda deja
muy claras sus ideas sobre reformas como la mejora de la alimentación de la
gente trabajadora o la necesidad del matrimonio clerical para coartar los
abusos.

A pesar de la furibunda reacción de la jerarquía eclesiástica, la novela


de Matto fue bien acogida por la crítica de su época. En la segunda mitad del
siglo XX cayó más bien en la no aceptación, sin duda porque sus
planteamientos de reforma social no encajaban muy bien con el discurso
revolucionario tan en boga en la América Latina de entonces. Más
recientemente, con el auge de la crítica feminista y los estudios subalternos,
el empeño de Matto en pro de los grupos marginados ha suscitado un resurgir
de interés por su novela, la cual hoy día se halla incluida con frecuencia en
los programas universitarios de literatura latinoamericana de todo el mundo.
Cabe mencionar también un aspecto siempre importante, el de la traducción,
concretamente al inglés. Aves sin nido apareció por primera vez en lengua
inglesa, en 1904, bajo el título Birds Without a Nest y traducido por “J.G.H”5.
No obstante, como nos informa Naomi Lindstrom en su versión revisada de
esta traducción (University of Texas Press, 1996), esta primera versión tomó
muchas libertades con el texto, por motivos tanto estéticos como ideológicos,
suprimiendo pasajes considerados como poco delicados, reorganizando la
secuencia de capítulos y hasta eliminando totalmente el accidente de tren.
La traducción se revela aquí como un acto muy ambiguo, por un lado
poniendo a disposición de los no hispanohablantes el mensaje de Clorinda, y

5
Parece que bajo estas siglas se esconde el nombre de J. G. Hudson (Sales,
Introducción, 33n).

B. APL 43(43), 2007 177


RESEÑA

por otro lado empañando ese mismo mensaje, sin duda considerado como
excesivamente radical. Afortunadamente, la labor de Lindstrom ha permitido
que el lector anglófono de nuestros días se pueda acercar a la obra de Matto
sin esas distorsiones.

Mientras tanto, los lectores del mundo hispano pueden acceder


informados al universo de Clorinda mediante esta primera edición crítica en
España que nos ha brindado Dora Sales. El aparato crítico que suministra es
muy abarcativo, conciliando la información factual con un evidente empeño
y empatía, de parte de la editora, con los planteamientos feministas de Matto,
e igualmente con su solidaridad con la gente indígena, pues, como ella nos
constata, muy claramente y sin olvidar la matización necesaria; “Feminismo
e indigenismo, incipientes, revisables de nuestra actualidad, pero
innegablemente presentes y pioneros, constituyen los dos polares
fundamentales de la novela” (Introducción, 43). En este orden de cosas,
Dora Sales subraya varios aspectos de la manera como el texto de Clorinda
logra dar voz a la gente subalterna –mujeres y/o indígenas– tradicionalmente
callada. Según la editora, la explotación que padecen Marcela y Juan
demuestra con claridad “la totalización del abuso que sufre la cultura
indígena” (54). Igualmente, nos hace constar, por un lado, cómo la mujer
indígena, en un caso como el de Marcela, “emprendedora pero marginalizada”
(54), osa reivindicar y resistir, hasta poder centrar en sí misma la voz de un
entero pueblo oprimido; o, por otro lado, en qué medida la amistad entre
Lucía y Marcela, mujeres de estratos sociales y etnias totalmente diferentes,
funciona como presagio de un futuro modelo de solidaridad femenina y
como instancia ejemplar de lo que las feministas italianas han llamado
affidamento (relación de confianza y aprendizaje entre mujeres): “Entre dos
mujeres que ocupan posiciones sociales tan divergentes se produce una
hermandad de género, entre la burguesa y la subalterna... (54-55)”; “La
sororidad y el affidamento...son prácticas de acción e intervención que pueden
sentar bases para crear redes colaborativas entre mujeres” (56).

Este análisis de la novela de Matto, que Dora Sales nos propone


desde el enfoque de la subalternidad, se halla ampliamente justificado a
partir del texto. La validez de sus planteamientos se demuestran, por ejemplo,
en el momento en que, después del asalto a su casa que acaba con la vida de

178 B. APL 43(43), 2007


RESEÑA

Juan, es la propia Lucía la que declara: “¡Pobre Juan! ¡pobre Marcela! ahora
que la desventura nos ha hermanado, mis afanes serán para ella, y sus hijas”
(Aves sin nido, 150), como también cuando, un poco más tarde, el mismo
personaje afirma a su marido: “Para mí, no se ha extinguido en el Perú esa
raza con principios de rectitud y nobleza, que caracterizó a los fundadores
del imperio conquistado por Pizarro” (153-154). Así, se confirma la lectura
que propone la editora del personaje de Lucía –y a partir de ella, de la propia
autora– como defensora, pese a sus orígenes de clase, tanto de las mujeres de
otra clase social, con las cuales se siente hermanada, como de la nobleza de la
tan minorizada gente autóctona de su país.

Por otro lado, y sin negar de manera alguna el gran valor de los
planteamientos de la editora en los aspectos arriba mencionados, nos parece
lícito hacer hincapié en ciertas otras facetas del libro de Matto que no vienen
enfatizadas en el aparato crítico de esta edición, y que a pesar de ello pueden
surgir como útiles para la mayor comprensión del texto. Nos referimos a la
manera en que Clorinda trata, por un lado, la cultura popular o tradicional
andina, y, por otro y como fuerza contrapuesta a ésta, la tecnología moderna
o globalizante en sus moldes decimonómicos.

Uno de los rasgos más recurrentes del texto de Matto lo constituye la


presencia persistente, como telón de fondo, de detalles de ambientación
procedentes de la cultura artesanal de la gente (más bien indígena) de Perú.
De esta forma, podemos destacar, por un lado, cómo en la choza de Marcela
ella va tejiendo “un bonito poncho listado con todos los colores que usan los
indios mediante la combinación del palo Brasil, la cochinilla, el achiote y las
flores del quico” (110); y, por otro, cómo en la casa burguesa de los Marín hay
“un servicio de campo, todo de loza azul con filetes colorados” (109), e
incluso cómo Fernando elige como lectura las Tradiciones de Ricardo Palma,
libro costumbrista “de relatos muy peruanos (que) me encantan” (257). Estos
pormenores relativos a la cultura tradicional se aplican tanto a los personajes
indígenas como a los blancos, así creando un lazo potencial capaz de superar
las barreras. Este elemento ambiental, conjuntamente con las muchas palabras
quechuas que aparecen en el texto, constituye la cultura popular como
posible fuerza unificadora para la sociedad peruana, y en este sentido se
puede afirmar que en cierto modo Clorinda consigue, así, anticipar algunos

B. APL 43(43), 2007 179


RESEÑA

aspectos del retrato, desde luego mucho más amplio y elocuente, que
posteriormente se haría de la cultura popular andina en la obra de José María
Arguedas.

Otra faceta llamativa de esta novela se constituye por la presencia en


su entramado de la tecnología moderna de la época, representada
emblemáticamente por el ferrocarril. Como subraya Dora Sales, Clorinda
creía mucho en la fuerza civilizadora de la cultura y del conocimiento, como
fuente de “educación para todo ser humano” (Introducción, 69); en este
sentido, notamos, por ejemplo, como Manuel anhela ir a estudiar en “la
famosa Universidad de San Marcos” (Aves sin nido, 186), ese gran ateneo
limeño que luce su estatuto de ser la más antigua Universidad de todas las
Américas. Aquí, podemos añadir a los comentarios de la editora alguna
referencia al papel que puede jugar la tecnología dentro del discurso
esclarecido de Clorinda, sin duda fiel hija de la Luces. Como hemos visto
arriba, el episodio del viaje del ferrocarril y el descarrilamiento ha sido criticado
por algunos como una mera divagación. En cambio, nos parece válido insistir
en el significado que conlleva el tren como emblema de la modernidad: “De
súbito se oye el resoplido de la locomotora, que con su silbato anuncia el
progreso llevado por los rieles” (252). Para Lucía y sus hijas adoptivas, esta
sensación de lo moderno se duplica, pues de trata de un medio de transporte
por el cual “iban a viajar sus promesas de mejor futuro. Así, el accidente que
interviene de sopetón aparece como un golpe muy rudo: “el coche de primera,
desabracado por el brequero, fue a encallar en las arenas mojadas de la ribera
izquierda del río” (259). No obstante, se debe al error humano, e incluso por
parte de unos obreros extranjeros que pueden simbolizar la indiferencia e
inhumanidad del capital internacional: “Si estos gringos brutos son capaces
de llevarnos a los profundos!, dijo uno de los rocamboristas” (264). Podemos
concluir que para Clorinda la tecnología, con todo su potencial libertador,
sólo asegurará un mejor porvenir para la gente común si está sujeta a una
gestión humana y responsable, así que todo dependerá de la naturaleza y
calidad de las relaciones sociales que la rodean.

Bajo esta óptica y como observación final, podemos sugerir que se


abra la discusión hacia el mundo fuera de América Latina, para considerar a
Clorinda Matto de Turner como una importante pionera en lo que hoy se

180 B. APL 43(43), 2007


RESEÑA

llama la literatura del subalterno. Podría resultar fructífero, por ejemplo,


contrastar Aves sin nido con uno de los reconocidos ejemplos de la literatura
social de habla inglesa de la India, la novela Untouchable (El intocable) de
Mulk Raj Anand, publicada en 19356. Anand, destacado intelectual hindú
y amigo de Gandhi y Orwell, era, como Matto de Turner, un escritor que
defendía con saña a la gente subalterna de un grupo al que no pertenecía, en
este caso los intocables (hoy dalits), los “fuera casta” que se situaban en el
lugar más bajo de la pirámide de las castas. El protagonista de la novela,
Bakha, es un joven intocable que rechaza la opresión que le impone su
sociedad y quiere aprender el inglés y educarse (aquí podemos comparar el
papel de la educación en la novela de Matto). Finalmente, Anand acoge en
la tecnología (no en los medios de transporte, sino en los sanitarios modernos
que pueden sustituir al dalit en su rol tradicional e indigno de limpiador de
letrinas) el principio salvador de una modernización que podrá transformar
la vida de la gente como Bakha.

Un lapso de casi medio siglo separa la obra de Clorinda de la de


Anand, y la publicación de esta última ya dista más de 70 años del día de
hoy. No obstante, sigue siendo muchísima la gente del planeta que aún
padece las lacras de la subalternidad. La novela Aves sin nido, por didáctica
e incluso melodramática que sea en algunos aspectos, traza, a fin de cuentas
con un realismo implacable, tanto la necesidad como la dificultad de una
solidaridad humana que superaría las barreras étnicas, de clase y de género
en aras de un mejor futuro, para todos y sin excepción. En este sentido, esta
nueva edición de la obra de Clorinda Matto de Turner que nos brinda Dora
Sales constituye una valiosa aportación a una lucha que aún está muy lejos
de llegar a su fin deseado.

(Christopher Rollason).

6
Mulk Raj Anand. Untouchable (1935). Harmondsworth; Penguin, 1940.

B. APL 43(43), 2007 181


Boletín
REGISTRO
Boletín
B. APL, 43. 2007 (185-186)

REGISTRO

- II Curso de Perfeccionamiento Magisterial de Lengua y Literatura


para profesores de nivel escolar. Organizado por la Academia Peruana
de la Lengua, el Instituto Cultural Peruano Norteamericano, el
Ministerio de Educación y el INICTEL. Realizado del 22 al 26 de
enero de 2007 en el Auditorio del INICTEL.

- Participación del académico Marco Martos Carrera y del académico


Carlos Germán Belli en el «XIII Congreso de la Asociación de
Academias de la Lengua Española» realizado en Medellín, Colombia
del 21 al 24 de marzo. En el mencionado congreso se aprobó el texto
básico de la Nueva gramática de la lengua española.

- Participación del académico Marco Martos Carrera y del académico


Carlos Germán Belli en el «IV Congreso Internacional de la Lengua
Española» realizado en Cartagena de Indias, Colombia del 26 al 29
de marzo de 2007.

- Elección de los doctores Luis Alberto Varillas como Académico de


Número y Julio Calvo Pérez como Académico Correspondiente de la

B. APL 43(43), 2007 185


REGISTRO

Academia Peruana de la Lengua, en sesión de Asamblea General


realizada el 03 de abril de 2007.

- II Congreso Internacional de Lexicología y Lexicografía Pedro


Benvenutto Murrieta. Realizado los días 18, 19 y 20 de abril de 2007 en
el Instituto Raúl Porras Barrenechea. Organizado por la Academia
Peruana de la Lengua, la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de
la UNMSM, el Departamento de Humanidades de la Pontificia
Universidad Católica del Perú y la Facultad de Ciencias de la
Comunicación, Turismo y Psicología de la Universidad de San Martín
de Porres.

- Incorporación del Dr. Julio Calvo Pérez como Académico


Correspondiente de la Academia Peruana de la Lengua, ceremonia
realizada el 30 de junio de 2007 en el Palacio de Osambela.

- Homenaje al Dr. Aurelio Miró Quesada Sosa, ceremonia realizada el


17 de julio de 2007, organizada por la Academia Peruana de la Lengua
y la Academia Nacional de la Historia en la Casa Museo Ricardo
Palma. Los discursos estuvieron a cargo de los académicos Ismael
Pinto Vargas y Oswaldo Holguín Callo.

- Presentación del Diccionario Esencial de la Lengua Española, realizada


el 20 de julio de 2007, en la XII Feria Internacional del Libro de Lima.
La presentación estuvo a cargo de los académicos, Luis Jaime Cisneros
y Marco Martos Carrera.

186 B. APL 43(43), 2007


B. APL, 43. 2007 (X-X)

DATOS DE LOS AUTORES

Luis Jaime Cisneros


Filólogo y doctor en Letras. Actualmente es profesor de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Miembro de la Academia Peruana de la
Lengua desde 1965 y Presidente de la Institución durante el periodo 1991-
2005. Es miembro del Comité Editor del Boletín de la Academia Peruana de
la Lengua y Miembro de la Comisión de Gramática de la Institución. Entre
sus publicaciones figuran: Estudio y edición de la «Defensa de Damas» (1955),
Formas de relieve en el español moderno (1955), El estilo y sus límites (1958),
Lengua y estilo (1959) y El Funcionamiento del lenguaje (1991 y 1995).

Julio Calvo Pérez


Catedrático de Lingüística General de la Universidad de Valencia (España),
investigador de la Universidad de San Martín de Porres de Lima (Perú) y
Profesor Honorífico de la Universidad Ricardo Palma. En el Perú viene
realizando sistemáticamente investigaciones y publicaciones sobre lengua
quechua (y otras lenguas andinas o amerindias). Ha publicado diversidad
de libros y artículos como la Pragmática y Gramática del Quechua Cuzqueño.
Destaca también la edición crítica de Ollantay. Es editor, entre otras obras,
de Teoría y práctica del contacto: el español de América en el candelero y Contacto
interlingüístico e intercultural en el mundo hispano. Tiene en prensa el Nuevo
Diccionario Español-Quechua / Quechua-Español, elaborado con una original
metodología pragmática. Es miembro correspondiente de la Academia

B. APL 43(43), 2007 187


Peruana de la Lengua, donde está previsto que participe activamente en su
Diccionario de Peruanismos.

Carlos Arribazalaga Lizárraga


Doctor en Lingüística Hispánica por la Universidad de Navarra, España.
Profesor de la Universidad de Piura desde 1996. Director del Programa
Académico de Estudios Generales de la Universidad de Piura. Autor de
diversos artículos: «Noticias de la desaparición del voseo en la costa norte del
Perú (LEA, 23, 2003), «La clerecía de Alexandre» (Rilce, 19, 2003), «Ricardo
Palma y los barbarismos» (Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, 4, 2003),
«Ortografía natural o etimológica. El caso de sílabus» (Boletín de la Academia
Peruana de la Lengua, 40, 2005).

Marco Martos Carrera


Director de la Escuela de Postgrado de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Director de la Unidad de Postgrado de la Facultad de Letras y Ciencias
Humanas y Presidente de la Academia Peruana de la Lengua. Ha publicado
entre otros los siguientes libros: El mar de las tinieblas (1999), Sílabas de la música
(2002), Jaque perpetuo (2003), Dondoneo (2004) y Aunque es de noche (2006).
También ha incursionado en el cuento con El monje de Praga (2003).

Christopher Rollason
Licenciado en Filología Inglesa en el Trinity College, Cambridge (Inglaterra)
(1975). Se doctoró en la Universidad de York (Inglaterra) en 1988. Hoy
trabaja como traductor. Antiguo docente de la Universidad de Coimbra
(Portugal), ha colaborado en los últimos años con las Universidades de Bologna
(Italia), Vigo y Córdoba (España), Caen (Francia), y Surrey (Inglaterra), y,
en la India, la Kakatiya University (Warangal), CIEFL (Hyderabad), y la
Jawaharlal University (JNU), Nueva Delhi, donde fue Profesor Visitante en
marzo de 2006. Es especialista en temas de literatura india de habla inglesa:
entre sus publicaciones en dicho ámbito cuenta con artículos sobre Salman
Rushdie, Vikram Seth, Vikram Chandra, Amitav Ghosh y Manju Kapur,
además de ser el editor lingüístico de la Atlantic Literary Review (Delhi).
Ha editado ‘Modern Criticism’ (con Rajeshwar Mittapalli, 2002) y ‘Postcolonial
Feminist Writing’ (monógrafico con Dora Sales Salvador, 2003). Es socio de
AEDEAN (Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos).

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Esta publicación se terminó de imprimir en
el mes de octubre de 2007, en los talleres gráficos de
Ediciones Atenea eirl.
Hecho el Depósito Legal 95-1356
Boletín
9 770567 600005

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