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A MODO DE INTRODUCCIÓN
*
Alumno del 6to. Curso, 1ra. Sección de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Diplomáticas –
Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción”, Asunción - Paraguay. Miembro
colaborador del Instituto TOMÁS MORO de dicha institución (Junio 2005 – Diciembre 2008).
Miembro Fundador de la Academia Jurídica Estudiantil (2007). Secretario de la Academia
Jurídica Estudiantil (Abril 2008 – Marzo 2009). Miembro Titular del Consejo Editor de la
Revista Jurídica del Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad Católica (2008).
Miembro Asociado del Instituto TOMÁS MORO (desde Diciembre 2008). Vocal de la Comisión
Directiva de la Academia Jurídica Estudiantil (desde Marzo 2009). Autor del Anteproyecto de
Estatuto para la Academia Jurídica Estudiantil (2009). Director de la Revista Jurídica del
Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad Católica (CEDUC) (2009).
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John Marshall fue el 4to. Magistrado Presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos
(1801-1835), designado por el Presidente John Adams un mes antes de dejar el cargo. El
mismo está considerado como el más importante de los Magistrados que hayan presidido la
Corte, su influencia en el desarrollo del constitucionalismo de los Estados Unidos es
innegable y es palpable hasta hoy. Ocupó el cargo durante 33 años ininterrumpidos, y es el
Magistrado más longevo de la historia de la Corte, record hasta hoy imbatido. Durante las
más de tres décadas en las que ocupó el puesto redactó la opinión mayoritaria en más de
500 casos y se vio en minoría, debiendo redactar un voto disidente, una sola vez [en el caso
Ogden v. Saunders, 25 U.S. 213 (1827)]. Lo que se transcribe es el fragmento sustancial del
fallo unánime dictado en el leading case Marbury v. Madison. Febrero 24, 1803.
1
El párrafo que se transcribe como acápite del presente artículo
expresa una de las más sublimes verdades que existen en el mundo jurídico.
En efecto, ella fue, a mi modesto modo de entender, el corolario de una
lucha que se extendió a lo largo de varios siglos. Desde la antigüedad se
consideraba al soberano legibus solutus, es decir, no sometido a la ley ni al
Derecho. Ello parecía de lo más lógico pues se sostenía que su poder
emanaba de Dios; en consecuencia, si su autoridad la recibían del Ser
Supremo, nada ni nadie podía exigirle que rindiera cuentas o que ajustara su
actuación a ciertas reglas, aunque se sostuviera que ellas (dichas normas)
contaban con idéntica naturaleza1. Esta situación, iniciada en el Bajo Imperio
romano, continuó durante toda la Edad Media. Empero, siglos de abusos
minaron este concepto y lo condenaron a la obscuridad de la historia.
Durante la Edad Moderna se desarrollaron los ideales que tumbaron a los
gobernantes de su pedestal y de su condición de legibus solutus. A ello
contribuyeron varias circunstancias, pero la capital y más importante fue, sin
lugar a dudas, la Revolución Inglesa que condenó a muerte a Carlos I. Más
tarde, la Revolución Gloriosa, eliminó definitivamente la inmunidad del
soberano, y el Parlamento declaró solemnemente, desde entonces y para
siempre, que el Rey reina, pero no gobierna, y que su autoridad deriva
únicamente de la ley. Esta concepción, fue recogida más tarde por la
Revolución Norteamericana, que, al decir de Jefferson, estableció un
gobierno de leyes y no de hombres.2
1
Recuérdese como ejemplo de ello (de las reglas a las que me he referido) la clásica
definición que Cicerón dio del derecho natural: “Hay una sola ley verdadera, la recta razón
inscripta en los corazones de todos los hombres. No se puede derogar alguna de sus partes
o abrogarla por completo. Ni el Senado ni el Pueblo pueden liberarnos de su imperio. Una
sola ley verdadera que atrae a los hombres al bien por medio de sus enseñanzas y los aleja
del mal a través de sus amenazas. Es la misma hoy, que mañana y siempre; la misma en
Roma que en Atenas. Desconocerla es renegar de la propia naturaleza humana, y, por ello
mismo, padecer los castigos más severos”. Claro, que en Roma, todos los gobernantes se
hallaban sometidos al derecho, de ahí que varios cónsules fueron removidos durante la
República, y aún durante el Alto Imperio, todos los gobernantes debían ajustar su actuación
a la norma, esto desapareció con Diocleciano, quien prácticamente se proclamó dios, al
modelo oriental. Esta situación siguió tras la caída del Imperio, y durante toda la Edad
Media.
2
Valgan como apoyo autorizado de la tesis aquí sustentada las autorizadas palabras de
Edward McNall Burns: La Revolución Gloriosa “(...) Significó la sentencia de muerte de la
monarquía absoluta en Inglaterra (...) La revolución dio además el golpe de gracia a la teoría
del derecho divino de los reyes. A Guillermo [de Orange] y María [II] les habría sido
imposible negar que habían recibido la Corona del Parlamento”. McNall Burns, Edward.
Civilizaciones de Occidente. Tomo II, pág. 519 de la 15ta. Edición latinoamericana.
2
contradicción entre las leyes aprobadas por el órgano correspondiente y
aquél instrumento destinado a regular al Estado mismo ¿cuál de ellas debía
prevalecer? La Convención Constituyente de Filadelfia declaró a la
Constitución como Ley Suprema de la Nación, de suerte que todas las
normas debían emanar de ella y adecuarse a la misma.3
–I–
BREVE EXPOSICIÓN DEL ORIGEN
3
Artículo VI, 2. Dicha norma textualmente reza: “Esta Constitución, las leyes de los Estados
Unidos que se expidan con arreglo a ella, y todos los tratados celebrados o que se celebren
bajo la autoridad de los Estados Unidos, serán la ley suprema del país, y los jueces de cada
Estado estarán obligados a observarlas, a pesar de cualquier cosa en contrario que se
encuentre en la Constitución o leyes de cualquier Estado”. La versión en español que se
toma es la que se encuentra en la página web del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, sección Constituciones.
4
Si bien, más importante que las cuestiones constitucionales planteadas, el contexto político
imperante, propició la determinación que la Corte finalmente adoptó.
3
DE ESTE INSTITUTO
Un excelente estudio de los hechos de la causa y las circunstancias políticas que rodearon
al caso se halla en la también excelente monografía de Clemente Valdés S. “Un ensayo
sobre el origen del poder de los jueces en los Estados Unidos. Marbury v. Madison”. El relato
que se presenta sucintamente ha sido extraído de dicho trabajo.
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En inglés: District Court. Las mismas son los juzgados federales de primera instancia.
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En inglés: Chief Justice. Este magistrado, así como los demás magistrados de la Corte, es
nombrado de por vida por el Presidente de los Estados Unidos, ello explica por qué en más
de 220 años de vida constitucional únicamente diecisiete personas hayan ocupado dicho
puesto. El cargo quedó vacante el 15 de diciembre de 1800, cuando el entonces Magistrado
Presidente Oliver Ellsworth presentó su renuncia por razones de salud.
4
Pero he aquí que cuatro de esas cuarenta y dos comisiones no fueron
entregadas a sus destinatarios11. Al día siguiente, Thomas Jefferson tomó
posesión del cargo de Presidente, y designó a James Madison
(posteriormente sucesor suyo en la presidencia) como Secretario de Estado,
quien procedió a posesionar en sus cargos a todos aquellos que tenían en su
poder los nombramientos firmados por el ex Presidente Adams y
estampados con el Gran Sello. Los cuatro que no los tenían, presentaron una
solicitud al nuevo Secretario de Estado para que las comisiones les fueran
entregadas. Madison lo denegó. Así se inició el caso más importante en que
ha conocido la Corte Suprema de los Estados Unidos.
El artículo 13 de dicha ley disponía: “ART. 13. Se sanciona además; Que la Corte Suprema
(…) tendrá poder para emitir órdenes de prohibición a las cortes de distrito, cuando éstas
entiendan como tribunales del almirantazgo y de jurisdicción marítima, y mandamientos, en
los casos permitidos por los principios y costumbres legales, a todos los tribunales, o
personas que ejerzan alguna función, bajo la autoridad de los Estados Unidos”. La
traducción pertenece al autor.
5
cuestiones a resolver: si los recurrentes tenían derecho a los
nombramientos; en caso afirmativo, si las leyes proveían un remedio contra
su violación; y si la Corte tenía poder para procurar dicha solución. Se
respondió afirmativamente a las dos primeras cuestiones y en forma
negativa a la tercera, ésta última amparada en un ingenioso razonamiento a
partir de las normas de la misma Constitución.13
– II –
MODELOS EXISTENTES DE CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
13
Para un correcto análisis de los dilemas a los que se enfrentó la Corte para resolver en
este caso y sus implicancia, ver Valdés S., Clemente, op. cit. Una buena traducción del fallo
al español puede encontrarse on-line en http://federacionuniversitaria30.blogspot.com. Una
buena edición en el original en inglés puede encontrarse en la página web de la Cornell
Legal Information Institute: www.law.cornell.edu.
14
Afirma Couture: “En su más amplio significado, la excepción es el poder jurídico de que se
halla investido el demandado, que le habilita para oponerse a la acción promovida contra
él”. Fundamentos de derecho procesal civil. Pág. 73. Así, siendo la excepción una defensa, el
demandado que cree que la norma en la que el actor ampara su petición contradice a la
Constitución, en lugar de contestar la demanda, debe oponer la excepción de
inconstitucionalidad. Esta es la vía llamada incidental en Paraguay, puesto que ello (el hecho
de oponer la excepción) obliga a enviar el expediente a la Corte Suprema de Justicia, el
pedido llega en el marco de un proceso principal y no como solicitud autónoma. Una de las
más relevantes excepciones de inconstitucionalidad resueltas por ella (la Corte Suprema de
Paraguay) fue el Acuerdo y Sentencia N° 195 del 5 de mayo de 2008 en los autos
“Excepción de Inconstitucionalidad en el Juicio: Basilio Pavón y otros s/ lesión corporal en el
ejercicio de funciones públicas”. Este fallo se halla disponible en la página web del Poder
Judicial citada en la bibliografía.
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− Con respecto al órgano encargado de ejercer el control. Este
criterio se subdivide en dos partes:
– III –
MODELO ADOPTADO EN PARAGUAY
7
de Justicia, que puede hacerlo bien sea a través de la Sala Constitucional o
bien en pleno. 18 El artículo 258, primer párrafo de la Constitución vigente
creó la Sala Constitucional y el 260 estableció sus atribuciones. La segunda
norma citada dice textualmente:
18
La Corte Suprema de Justicia de Paraguay está integrada por nueve miembros que llevan
el título de Ministros. Son nombrados por el Senado con acuerdo del Presidente de la
República. Si bien la Constitución establece este número, hace más de un año existe un sitio
vacante en la misma, por lo que actualmente cuenta con ocho miembros. Recientemente
empero, el Ministro José Altamirano renunció al no ser confirmado por el Senado por otros
cinco años. Con ello tenemos actualmente dos sitios oficialmente vacantes en la Corte. Se
avecina una nueva batalla.
19
Que organizó la nueva Corte Suprema tras la reforma constitucional de 1992.
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8
- Que todos, absolutamente todos los actos administrativos,
pueden ser revisados judicialmente, sin importar cuán
discrecionales sean (en ese caso, se analizó la constitucionalidad
de un indulto presidencial).21
– III –
CONSIDERACIONES FINALES
9
la inconstitucionalidad de una ley por el mero hecho de ser
contraria a la Ley Suprema de la República. Lo cual, en mi
opinión, es razón más que suficiente para que se proceda a
pronunciar su inconstitucionalidad, puesto que si la Constitución
es la Ley Suprema, como categóricamente lo afirma el artículo
137 de la misma, ninguna norma que la contradiga puede
permanecer vigente so pretexto de no haber causado perjuicio.
Esto nos lleva al tercer punto.
En Paraguay, el Código Procesal Civil, por ejemplo, dispone que un fallo de primera
instancia confirmado in extenso por el Tribunal de Apelación no es recurrible en ningún caso
ante la Corte Suprema, ésta es la razón por la cual muchos abogados paraguayos recurren a
acciones de inconstitucionalidad para evitar la ejecución de fallos que se hallan en dicha
situación. Igual caso ocurre en el fuero laboral.
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oponerse a toda presión gubernamental o social que sobre ellos recaiga.
Porque, si para salir del callejón sin salida de la corrupción judicial que
impera en este país (incluida la Corte Suprema28) cambiamos al órgano
competente para terminar repitiendo lo que se ha querido eliminar, es
preferible continuar como estamos.
Sin embargo, estoy convencido que para este país (Paraguay) éste es
el mejor sistema a adoptarse pues ello descongestionaría a la Corte
Suprema. Además del mencionado cambio, es necesario dificultar en algo los
requisitos de admisibilidad de una acción de inconstitucionalidad contra
Resoluciones judiciales. Ello privaría a abogados inescrupulosos de una
buena fuente de chicanas. Ningún sistema es perfecto, puesto que al fin y al
cabo, está a cargo de seres humanos, y podemos transformar en algo
negativo cualquier cosa en la que pongamos las manos, si no actuamos
dentro de la legalidad. Pero todo puede llegar a ser mejor si se echan ganas
y se tiene empeño en no repetir errores pasados.
BIBLIOGRAFÍA
28
En 2003 la Corte Suprema fue objeto de una depuración prácticamente total, de los nueve
Ministros tres fueron destituidos vía juicio político y tres renunciaron en vísperas de su
enjuiciamiento. Con el cambio de seis integrantes, todo el país tenía esperanzas en que la
máxima instancia cambiaría radicalmente la situación de los tribunales, empero, tras cinco
años en el cargo, los actuales Ministros han repetido e incluso empeorado los vicios de sus
predecesores.
11
- Acuerdo y Sentencia Nº 41 del 2 de diciembre de 1998 en los
autos “Acción de Inconstitucionalidad contra el Decreto Nº 117 de
fecha 18 de agosto de 1998 dictado por el Poder Ejecutivo”.
(Conocido como el caso Indulto a Lino Oviedo)
Todos estos fallos se hallan disponibles en la página web del Poder Judicial:
www.pj.gov.py.
VALDÉS S., Clemente. Un ensayo sobre el origen del poder de los jueces
en los Estados Unidos: Marbury v. Madison. Revista Iberoamericana de
Derecho Procesal Constitucional. Nº 4. 2005. Publicado on-line en:
http://dialnet.unirioja.es.
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