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Por: Jorge Herrera Barea.

BREVE PERSPECTIVA DEL NACIONALISMO EN EL INICIO DE LA VIDA


INDEPENDIENTE EN ÁMERICA.

El tema del nacionalismo citado en este ensayo es muy extenso por las
diferentes áreas que abarca, ya que al hablar de este tema tenemos por fuerza
hablar de otros conceptos que están muy ligados, como por ejemplo; nación,
patriotismo, unidad nacional, identidad nacional, autonomía, etc. La lista se
extendería mas, porque consecuentemente al referirse de los términos
anteriores estos se ramificarían en mas conceptos antropológicos, étnicos,
filosóficos, cultural, político, económico, geográficos, por mencionar algunos.
Hablar de nacionalismo es remontarse a las guerras de independencia y
revolución que dieron paso a las naciones. Dado que es un tema muy extenso y
profundo, además que en cada época se tiene su perspectiva sobre el
nacionalismo. En este ensayo se analizara el progreso y evolución de esta
ideología, además de la repercusión en la sociedad así como los medios
utilizados para su inclusión en las mentalidades de los ciudadanos y por ultimo
el poder que proporciona a las instituciones políticas.
Nacionalismo.
El nacionalismo tiene profundas raíces en América latina. En una primera forma
contribuyó a la rebelión contra España y Portugal a comienzos del siglo XIX.1
Ella es la que justifica la constitución de los nuevos estados independientes en
la América independiente en el primer tercio del siglo XIX2. El término
nacionalismo se define como básicamente un principio que afirma que la unidad
política y nacional debería ser congruente, en un modo más analítico, el
nacionalismo antecede a las naciones, las naciones no construyen estados y
nacionalismos, sino al revés.3 Las naciones existen no solo en función de
determinada clase de estado territorial o de la aspiración de crearlo, sino

1
Thomas E. Skidmore, Peter H. Smith, Historia contemporánea de América Latina, “América latina,
Estados Unidos y el mundo”, p.396.
2
La independencia aparece como una “emancipación nacional” largamente anunciada provocada por
distintos factores.
3
Hobsbawn, Eric, Naciones y nacionalismo desde 1780, p.17-19.
también en el contexto de determinada etapa de desarrollo tecnológico y
económico.4
Tenemos así que desde un punto de vista histórico la nación se refiere a que
pertenece exclusivamente a un periodo concreto y reciente, que solo pueden
ser entendido analizando desde abajo, es decir, la nación tal como la ven las
personas normales y corrientes que son objetos de los actos y propaganda de
aquellos no desde la perspectiva de los gobiernos, portavoces y activistas de
movimientos nacionalistas.5
Según esta visión tenemos a ciencia cierta que tenemos 3 cosas claras: la
primera es que las ideologías oficiales de los estados y los movimientos no nos
dicen lo que hay en las mentes de los ciudadanos o partidarios, lo segundo es
que no se puede dar por sentado que para la mayoría de las personas, la
identificación nacional excluye al resto de identificaciones que constituyen el ser
social y en tercer lugar, la identificación nacional y lo que se cree que
significaría implícitamente pueden cambiar y desplazarse con el tiempo, incluso
en el transcurso de periodos breves.
La figura de la nación esta presente en toda la historia contemporánea, puesto
que es la referencia obligada de todas las construcciones políticas modernas, la
justificación suprema de la existencia de estados independientes6. La nación
esta presente en distintos ámbitos, desde el internacional hasta la vida interna
de los estados: en lo político que esta ligada a la progresión de una
modernidad, que lleva a regímenes representativos o represivos al igual que
movimientos y partidos que dicen actuar en su nombre o en su defensa, en lo
cultural se presenta como difusión de identidades tanto integradoras como
desintegradoras y otras veces disolventes de estados, en lo económico y social
como afirmación de los derechos de la colectividad contra intereses particulares
o extranjeros.
La nación remite significados muy diferentes en cada época y país, en nuestro
modo de ver consideramos a la nación moderna como una nueva manera de
concebir una colectividad, una forma ideal e inédita de organización social.
4
El nacionalismo forma parte del “espíritu de la época”, pero también depende de otros móviles, puntos
de vista e ideales anteriores, porque lo que llamamos nacionalismo actúa en muchos niveles y puede ser
considerado tanto una forma de cultura como un tipo de ideología política y de movimiento social.
5
El ejemplo que nos dan es el de los historiadores sociales que han aprendido a investigar la historia de las
ideas, las opiniones y los sentimientos en el nivel subliterario, y es menos probable que confundan los
editoriales de periódicos selectos con la opinión pública.
6
Guerra Francois, coordinador. Inventando la nación; Iberoamérica. Siglo XX, PP. 7-11.
La nación aparece así como un nuevo modelo de comunidad política, síntesis
de diversos atributos ligados entre si; una combinación inédita de ideas,
imaginarios, valores y, por ende, de comportamientos, que conciernen la
naturaleza de la sociedad, la manera de concebir la colectividad humana: su
estructura íntima, el vínculo social, el fundamento de la obligatoriedad política,
su relación con la historia, bajo esta prisma, la nación moderna es una realidad
nueva que irrumpe en la historia a partir del siglo XVIII.7
En el caso de Iberoamérica los estados latinos preceden como “naciones
soberanas”, ya que para poder fundar su existencia estos apelaron a la
soberanía de la nación, o sea, la voluntad de sus habitantes.
Con la aparición de estas nuevas “naciones” que no estaban precedidas por
movimientos que se puedan considerar “nacionalistas”, sino mas bien por la
desintegración de 2 construcciones políticas preestablecidas (la monarquía
hispánica y el imperio luso-brasileño) que tenían una gran heterogeneidad
étnica así como una unidad cultural. Todo esto revela la distancia existente
entre la nación como una comunidad política soberana de la nación de una
asociación de individuos-ciudadanos y de la nación como identidad colectiva
con un imaginario común compartido por todos sus habitantes.
A mediados del siglo XIX las naciones latinoamericanas toman conciencia de
que su modelo de nación esta muy lejos de las potencias europeas y los
Estados Unidos, para acortar distancia se van a empeñar en construir la nación
y un pueblo de individuos libremente asociados que compartan mitos comunes.
Para poder construir la nación se requería de mitos compartidos por todos: una
historia de la génesis de la nación, de sus héroes fundadores y de sus
enemigos, del horrible pasado del que se habían liberado y del grandioso futuro
que les esperaba, pero la nación no era sólo una comunidad enraizada en un
pasado; era también una nueva manera de existir, la consecuencia de un
vinculo social inédito entre los individuos-ciudadanos que era producto de un
pacto fundador expresado en la constitución.
En el caso de México fue en el periodo de la independencia cuando se da una
primera manifestación de la identidad cultural mexicana, que poco a poco se
fue consolidando y 100 años después en el periodo de la revolución mexicana
surge la verdadera identidad cultural del mexicano, a partir de este suceso se
7
Guerra Francois, coordinador. Inventando la nación; Iberoamérica. Siglo XX, PP. 7-11.
da la iniciación de la individualidad y originalidad del mexicano. En ese
momento en México había una clara diferencia entre las clases sociales: los
indígenas seguían recibiendo malos tratos, los criollos reclamaban sus
derechos de españoles y los iberos se consideraban aún dueños y
conquistadores, asimismo el proyecto de nación se había fundamentado en
modelos de desarrollo social y económico europeos y del incipiente pero muy
bien estructurado pueblo de los Estados Unidos.8
La nación y la identidad nacional son complejos integrados por una serie de
elementos interrelacionados de tipo étnico, cultural, territorial, económico y
político-legal, representan lazos de solidaridad entre los miembros de
comunidades unidas por recuerdos, mitos y tradiciones compartidos, que
pueden encontrar expresión en Estados propios, pero que no tienen nada que
ver con los vínculos exclusivamente legales y burocráticos del Estado.9
La nación ha combinado 2 tipos de dimensiones: la cívica y territorial por un
lado y la étnica y genealógica por otro, es por este carácter multidimensional el
que ha convertido a la identidad nacional en una fuerza flexible y duradera en la
vida y política de nuestro días y ha permitido que se fusione con otras
ideologías y movimientos influyentes sin perder su carácter propio.
Desde el punto de vista político la unidad nacional apuntala al estado y a sus
instituciones. Referente a esto tenemos que, la selección de los políticos, la
regulación de la conducta política y la elección de los gobiernos se basan en
criterios de interés nacional, que supone que refleja la voluntad nacional y la
identidad nacional de la ciudadanía. La función política mas destacada de la
identidad nacional es la de otorgar la legitimidad a los derechos y deberes
legales comunes contemplados en las instituciones legales, los cuales reflejan
los valores populares y los usos y costumbres de un pueblo.10
Igualmente desempeñan funciones íntimas como la socialización de sus
miembros para que lleguen a ser “ciudadanos” y “naturales” de la nación11, así
como establecer un vínculo social entre individuos y clases basados en los
valores, símbolos y tradiciones compartidas. La utilización de los símbolos
8
Valdez Medina, José, “la identidad cultural del mexicano” en Identidades Nacionales en América Latina,
Salazar, Miguel, coordinador, 2001, PP. 13-21.
9
Smith, Anthony, La Identidad Nacional. Ed. TRAMA, 1997, PP.14-16.
10
Smith, Anthony, La Identidad Nacional. Ed. TRAMA, 1997, PP.14-16.
11
Función que actualmente es desempeñada por los sistemas públicos de educación normalizada y
obligatoria, por medio de los cuales las autoridades estatales esperan inculcar en sus miembros adhesión a
la nación y una cultura homogénea y singular.
(banderas, monedas, himnos, monumentos y ceremonias) recuerda a los
miembros el patrimonio y el parentesco cultural que comparten, y hacen que se
sientan fortalecidos y enaltecidos por un sentimiento de identidad y pertenencia
común.12
El proceso de autodefinición y ubicación en la clave de la unidad nacional y a la
vez el elemento que más dudas acarrea, tanto filosóficas como políticas. Desde
el punto de vista lógico la doctrina nacionalista ha sido tachada de
contradictoria o incoherente, debido a la gran diversidad de personalidades
nacionales, que hay en la práctica, lo que es a la vez una consecuencia lógica
del carácter polifacético de la nación.
Abordare un poco la estructura doctrinal del nacionalismo ya que es un punto
importante para entender todo los conceptos que desembocan del término
nacionalismo.
La validez de esta estructura es apoyada por el nacionalismo, que sirve de
fundamento doctrinal para el recurso de dicho esquema, y que convierte cada
uno de los movimientos nacionales en un caso o aplicación particular de una
verdad universalmente valida. Esta teoría contiene el reconocimiento de que la
nación es la unidad natural del género humano, de que la humanidad esta
dividida originalmente en naciones.13
Este movimiento se ha explicado de muchas maneras, pero todo desembocan
en una idea en particular que es el efecto de un conjunto de factores como; la
aparición de los medios de comunicación masivos, el rechazo al centralismo, la
progresiva democratización política, el aumento del nivel de educación y de la
urbanización, la creación de las clases medias y su influencia social, las nuevas
estructuras económicas y laborales, por mencionar algunos. Las causas por si
solas no son razones suficientes para que dicho fenómeno tome impulso, el
nacionalismo es visto como una reacción positiva o negativa de las
transformaciones sociales, las características que dan inicio al movimiento no
son las razones en si, sino los moldes y la percepción que la sociedad adopta
para canalizar la experiencia de esos procesos sociales.

12
Smith, Anthony, La Identidad Nacional. Ed. TRAMA, 1997, PP.14-16.
13
Cruz Prados, Alfredo. El Nacionalismo: una Ideología. Ed. Tecnos, 2005, PP. 49-51
Una nueva idea de nación el la idea de una comunidad natural, necesaria e
imperecedera, que pervive, en el fondo de la historia, a todos los cambios
políticos que se producen en la superficie de ésta.14

La “ley de las nacionalidades” es la “ley de la estructura natural de la sociedad


humana universal”, es decir, todo orden político que no ha sido nacional, no ha
podido consolidarse y ha terminado disolviéndose a consecuencia de la
heterogeneidad de la sociedad que pretendía gobernar. Esto significa que la
nación, y la adecuación de lo político a ésta, se convierten en principio
explicativo de la historia.
Ya habiendo visto significados sobre el nacionalismo me gustaría indagar en
una forma de nacionalismo que me parece muy interesante, no solo por las
implicaciones sociales, cívicas y patrióticas que representa sino por el uso que
se da a la historia y a la educación: El lenguaje y el simbolismo de la “nación”.
El lenguaje y el simbolismo nacionalista es un fenómeno más amplio que una
ideología o un movimiento ideológico, en muchos casos conecta esta ideología
con los “sentimientos de masas” de segmentos mas amplios de la población por
medio de eslóganes, ideas, símbolos y ceremonias, sin embargo en este
lenguaje hay dimensiones tanto cognoscitivas como de significado, que enlazan
aspiraciones y los sentimientos más generales de elites como de otros estratos
sociales mas amplios.15
En este tipo de nacionalismo surge el concepto de que toda nación ha de tener
su propio Estado, la doctrina básica del nacionalismo es básicamente una
doctrina cultural o mejor dicho una ideología política que gira en torno a la
doctrina cultural, ¿pero en que consiste la doctrina cultural? consiste en la
introducción de conceptos, lenguajes y de símbolos, todo esto para lograr y
mantener la autonomía, unidad e identidad de una nación16.
De esa manera en México tenemos que acontecimientos como las leyes de
reforma, la no reelección, la constitución de 1917, la expropiación petrolera, la

14
Cruz Prados, Alfredo. El Nacionalismo: una Ideología. Ed. Tecnos, 2005, PP. 49-51
15
Smith, Anthony, “nacionalismo e identidad cultural” en La Identidad Nacional. Ed. TRAMA, 1997,
PP.65-72.
16
Los conceptos forman un discurso interrelacionado que contienen símbolos y ceremonias que están muy
integrados en nuestras vidas que los damos por sentados, entre ellos figuran los atributos evidentes de las
naciones (banderas, himnos, desfiles, monedas, capitales, costumbres, museos, aficiones nacionales,
héroes nacionales, artesanías, practicas educativas, fronteras, códigos militares. etc.)
soberanía nacional y el nacionalismo revolucionario, se convirtieron en dogmas
de fe de la clase política mexicana, sin posibilidad de cuestionamiento17.
Cada concepto manejado en la doctrina cultural se deriva de lenguajes o
discursos filosóficos, históricos y antropológicos que surgieron en Europa en los
siglos VXII y XVIII.
Los símbolos nacionales, costumbre y ceremonias juegan un papel importante
en la unión de la nación, por que encarnan conceptos visibles para todos los
estratos sociales que provocan reacciones emotivas, contribuyen a garantizar la
continuidad de una comunidad abstracta de historia y destino, articulando y
haciendo tangible la ideología del nacionalismo y los conceptos de nación.
Tenemos en cuenta el valor de los simbolismo para lograr la unión de los
grupos existentes en una nación, es imprescindible tener en cuenta el término
patriotismo y su importancia, saber como lograr una historia patria en el que
todos los grupos se identifiquen, dado que existen diferencias étnicas,
culturales y costumbres heredadas. Por ejemplo en México que fue resultado
de una conquista, dominación y coloniaje, se tiene y ha tenido una cultura
pobremente conjuntada, donde la definición de los valores culturales ha sido un
problema y material de conflicto.18
Es por la propuesta divisionista o de no inclusión en México que varios autores
han planteado que el país esta dividido solamente en 2 grandes bloques: el
México profundo, conformado por los indígenas, y el México imaginario o
superficial, integrado por toda la población que vive en ciudades, donde se ha
generado la aparición de este proyecto de nación tan elitista y exclusivo que
deja fuera al México profundo. (Bonfil, 1987)
El problema entonces consiste en encontrar un verdadero proyecto de nación,
fundamentalmente en la ecuación, con líderes eficaces, que logren aglutinar a
todos los mexicanos en una sola vertiente nacional. ¿Pero como lograrlo? Bien
hemos hablado de la función del simbolismo, la nación y la doctrina cultural del
nacionalismo, pasemos al medio que se utilizo para consagrar este proyecto,
que fue sin duda La Educación del “pueblo”.
Con educar al pueblo se trataba de transmitir además del conocimiento, las
virtudes para que cada uno pudiese asumir su función de ciudadano. Educar
17
Rosas, Alejandro, Mitos de la historia mexicana; de Hidalgo a Zedillo, 2006, Ed. Planeta, P.16.
18
Valdez Medina, José, “la identidad cultural del mexicano” en Identidades Nacionales en América
Latina, Salazar, Miguel, coordinador, 2001, PP. 13-21
significaba también crear los marcos de referencia que ayudaría a legitimar los
cambios ocurridos, la instrucción cívica y la enseñanza de la historia pasarían a
ser entonces, los pilares de una anhelada renovación social.19Esta educación
no se trataba informar, sino de formar, según con la idea de que solo siendo
ilustres y virtuosos podrían ser verdaderos patriotas, laborando por lograr
prestigio y la soberanía de las instituciones democráticas.
La historia patria no llegaría a consolidarse sino hasta la mitad del siglo XIX
cuando se establece como obligatoria su enseñanza en las escuelas primarias,
las dificultades por las que atraviesa la impartición de la historia patria se debe
a las fuentes de referencia que permitiera la elaboración de manuales, cuya
aceptación no fue inmediata. Tenemos que el recurso de la historia es explicar
y justificar el proceso que, a través de la guerra, había llevado no solamente a
una independencia con respecto ala metrópoli peninsular, sino a la inevitable
pluralidad de los actuales estados.
En México surgía fuertes polémicas como Carlo Bustamante, que veía en las
culturas indígenas la base histórica de la nación y otros como Lorenzo de
Zavala, que negaban todo el pasado en bloques, otorgándole a la
independencia carácter de principio fundador.20 La historia patria en México se
reduce a una serie de acontecimientos clave: conquista, independencia y
reforma, obedeciendo a determinadas categorías de valoración.
La Historia funciona en este caso como auxiliar de una consolidación del
patriotismo, la historia enseñada en las escuelas consagraban un proceso de
asimilación política y cultural en trono a un imaginario cuya aceptación pronto
fue general, así fue como en las ultimas décadas del siglo XIX la “historia
oficial” pasaba a ser la única verdaderamente patriótica y en consecuencia
aceptable.
Ahora se puede entender las funciones pedagógicas inherente a las
manifestaciones populares de acción cívica, las exaltaciones de todas las
hazañas servía, además, al propósito de levantar una autoestima, tanto en nivel
local como nacional. Los conflictos y las tensiones del momento podían así

19
Vallenilla Harwich, Nikita, “La Historia Patria” en. Inventando la nación; Iberoamérica. Siglo XX, PP.
533-549, Antonio Annino, Francois- Xavier Guerra, coordinadores.
20
Vallenilla Harwich, Nikita, “La Historia Patria” en. Inventando la nación; Iberoamérica. Siglo XX, PP.
533-549, Antonio Annino, Francois- Xavier Guerra, coordinadores.
atenuarse y hasta borrarse, ante las referencias de un pasado idealizado en
términos de una fuente de redención para los pecados del presente.
El discurso historiográfico del siglo XIX se encargaría de conformar los
elementos de un imaginario, mientras recusaban las orientaciones propuestas
por el corpus de obras sobre la historia nacional. Es claro que la historia se
trataba de una historia revisada y corregida con la finalidad de satisfacer unos
propósitos específicos y poder cumplir con una función edificante, así la historia
se esmeraría en evocar el pasado nacional en términos de una mítica edad de
oro donde la virtud y la sabiduría podían reinar de una manera soberana,
mientras adoptaban el lenguaje de epopeya.
La historia oficial suprimió los temas incómodos de las bibliografías de los
héroes nacionales; los deshumanizó, la historia fue puesta al servicio del
sistema y respondía a sus intereses, apoyar a los regímenes surgidos de la
revolución significaba estar con la patria, con la nación, con el progreso, con las
causas más justas y legitimas de la sociedad; criticarla, en cambio, evidenciaba
a los traidores.21 La historia seria el instrumento privilegiado de la construcción
nacional, la historia serviría para consolidar el poder de quienes se habían
preocupado por definir cuales serian sus parámetros.
La historia en México tuvo un papel muy importante para lograr una
consolidación nacional, para lograr un nacionalismo unificador, una
identificación como nación, hacer surgir ese sentimiento de patriotismo en todos
los estratos sociales. Y a la vez otorgaría un poder al sistema político por su
particular concepción de la historia, una historia llena de mitos y simbolismo que
daban fuerza al proyecto del nacionalismo y la unidad nacional que tanta falta
hacia sobre todo en la etapa posrevolucionaria.
Terminare con un párrafo de Alejandro Rosas. El sistema erigió grandes altares
a la patria; fastuosos mausoleos donde reposa seres infalibles; creó símbolos
para que, a través del discurso histórico, se justificara a toda costa su
permanencia en el poder. Y en la obscuridad de las sombras, construyo el
infierno cívico donde reciben su castigo los débiles de corazón, los traidores y
vende patrias que optaron por el bando equivocado. Si “el paisaje mexicano
huele a sangre”, su olor proviene de los grandes mitos y símbolos oficiales que
a lo largo de los años mancharon la historia nacional.
21
Rosas, Alejandro, Mitos de la historia mexicana; de Hidalgo a Zedillo, 2006, Ed. Planeta, PP. 13-19.
Concusión.
El nacionalismo surge por diversos factores, pero en América latina tiene una
importante característica que a mi parecer fue a causa de las guerras de
independencia y la búsqueda de una identificación social que los separe de los
países conquistadores, donde las nuevas naciones buscaban una identificación
con su nuevo estado, pretendían tener una historia en la cual se explicara y
justificara su emancipación de Europa. Realzar sus orígenes, para mantener
ese nuevo estado de país por así decirlo, es por esta principal razón creo yo
que el nacionalismo fue la característica mas importante de este periodo de
cambios sociales, políticos y económicos. Por que al tener a la población unida
bajo un símbolo o una historia en importante para lograr ese plan de nación.
Como se ha visto anteriormente en este ensayo el nacionalismo es una
ideología o movimiento que posee diferentes matices. Hemos visto el concepto
de nación, soberanía, patriotismo, autonomía, simbolismo, etc. en el que cada
cual es importante para lograr un claro proyecto de nacionalismo.
El aspecto que mas interés me causo fue el de los medios que se usaron en
México para inculcar e introducir ese sentimiento de patriotismo en la gente, de
cómo se utilizo a la historia como vehiculo de enseñanza, la creación de
manuales y sobre todo el manejo de la historia oficial para lograr una
consolidación como país. Aunque en un principio no fue muy alentador y que se
inicio a mediados del siglo XIX apoyado por gente como Justo Sierra y José
Vasconcelos y tomando auge en el periodo posrevolucionario.
El nacionalismo y nación son conceptos que a mi parecer siempre estarán
presentes en la historia de un país, ya sea como justificación o como unificador
sin importar los orígenes a los que se remonten.

BIBLIOGRAFÍA
1. Antonio, Annino. Francois-Xavier Guerra, coordinadores,

INVENTANDO LA NACIÓN: IBEROAMÉRICA. SIGLO XX.


Fondo de Cultura Económica, 2003.
2. Thomas E. Skidmore. Peter H Smith. HISTORIA

CONTEMPORÁNEA DE AMÉRICA LATINA: América latina


siglo XX.Barcelona, Ed. CRÍTICA.1996.
3. José Luis Valdez Medina. “la identidad cultural del mexicano”

en IDENTIDAES NACIONALES EN AMÉRICA LATINA. José


Miguel Salazar, coordinador. Ed. fondo editorial de
humanidades y educación universidad central de Venezuela,
Caracas, 2001.
4. Horace B. Davis, NACIONALISMO Y SOCIALISMO: teorías

marxista y laborista sobre el nacionalismo hasta. Barcelona,


1917.
5. Anthony D. Smith, LA IDENTIDAD NACIONAL. Ed. Trama,
Madrid, 1997.
6. Alfredo Cruz Prados, EL NACIONALISMO: una ideología. Ed.
Tecnos, Madrid, 2005
7. Eric Hobsbawn, NACIONES Y NACIONALISMO DESDE 1780,
ed. Critica, Barcelona, 1991.
8. Alejandro Rosas, MITOS DE LA HISTORIA MEXICANA: de

Hidalgo a Zedillo. Ed. Planeta, México, 2006.

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