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BREVIARIOS del Fone ot Cuvruna Eoomdacica 185 EL TOTEMISMO EN LA ACTUALIDAD Traduccién de gmanas oat anaes El totemismo en la actualidad por CLAUDE LEVI-STRAUSS FONDO DE CULTURA ECONOMICA | MEXICO ~ BUENOS AIRES. Primera ediciin en francés Primera edicion en espanol, 195 lyn La edlicién original de esta obra fue registrada por Presses Universitaires de ‘France, con el Titulo Le toramisme atjourd ha Derechos reservados conforme a la ley © 1965, Fondo. de Cultura Economica Av. de la Universidad, 975~ México 12, D. F. Impreso_y hecho en México Printed and made in Mexico BIBLIOTECA CENTRAL UNAM. pei Aiuto ae Cr Mbura) Crore einiea) ¢ of . las leyes légieas, que gobiernan en ith ima instancia. cl mundo intelectual, son por su propia haturaleza esencialmente in- Variables, y comunes no s6lo en todos los tiempos y en todos los Iugares, sino tam bien a todos los asuntos, cualesquicra que sean, inclusive sin ninguna distincién en- fre aquellos gue llamamos reales y los que Mamamos quiméricos: en el Toindo esas eyes se observan hasta en los suefios.. Avusre Courts, Cours de philosophic positive, 52° leccién. Ci) 1es49s INTRODUCCION Past con el totemismo lo mismo que con la his- teria, Cuando se ha empezado a dudar de que fuera posible aislar arbitrariamente algunos fend- menos, y agruparlos entre si para hacer de ellos Jos signos diagndsticos de una enfermedad o de tuna institucion objetiva, los sintomas mismos han desaparecido, o han demostrado ser rebeldes a las interpretaciones unificadoras. En el caso de lo que llamamos “gran” histeria se explica a veces este cambio como producto de la evolucién social Ja cual habrla trastadado del terreno somatico al terreno psiquieo la expresién simboliea de los trastornos mentales. Pero la comparacion con el totemismo nos hace pensar en una relacién de otro orden entre las teorias cientificas y el esta do de civilizacion, en la que el espiriiu de los sabios intervendria tanto y més aun que el de los hombres estudiados: como si ocurtiese que. 30 capa de objetividad cientifica, los hombres de ciencia tratasen, ineonscientemente, de hacer que Jos segundos, ya se trate de los enfermos men- tales 0 de los que hemos dado en Hamar “primi. tivos”, fuesen mis diferentes de lo que en verdad son. Las bogas de la histeria y del totemismo son Coniemporaneas, es decir, han nacido en el medio. de una misma civilizacién; y sus semejantes y paralelas dlesventuras se explican, en primer lugar, por la comin tendencia mostrada por diversas Tamas de la ciencia, hacia fines del siglo XIX, a constituir por separado —y dan ganas de decir que en forma de una “naiuraleza’— fenémenos humanos que los hombres de ciencia prefirieron considerar como exteriores su universo moral, 9 10 serropucetON ‘con objeto de proteger la buena conciencia que no querian perder frente a este ultimo. La primera leccion de ta critica que Freud hizo de Ia concepeién de Ia histeria de Charcot fue la de convencernos de que no existe una dif reneia esencial entre los estados de salud y los de enfermedad mental; que, 2 todo lo més, entre unos y otros, la diferencia ‘que se observa es la de una modificacién en el desenvolvimiento. de las operaciones generales que cada uno puede ob- servar por su propia cuenta; y que, por consi- guiente, el enfermo cs nuestro hermano, puesto que solamente se distingue de nosotros en virtud de una involucién —menor en cuanto a su nal raleza, contingente en cuanto a su forma, arbitra- ria por lo que respecta a su definicidn, y, de derecho al menos, transitoria— de un desarrollo histérico que, en'lo fundamental, es el de toda existencia individual. Y es que era mas comodo ver en el enfermo mental un ser perteneciente una especie rara y singular, que seria producto objetivo de fatalisinos externos o internos, tales como la herencia, el alcoholismo o la dcbilidad. De igual manera, para que el academicismo pietérico pudiese dormir sin que nada turbase su plicido suefio, era preciso que el Greco no fuese luna persona sana, capacitada para rechazar algu- nas maneras de representar el mundo, sino un enfermo, cuyas figuras alargadas diesen testimo- nig, solamente, de un defecto en 1a conformacién del globo del ‘ojo... En este caso, como en el anterior, se consolidaban, en el orden de la natu raleza, lo que no eran sino modos de la cultura Y que, si hubiesen sido apreciados como tales, habrian determinado, inmediatamente, la particu: larizacién de otros modos, a los ctiales se les acordaba un valor universal. Al hacer del hist rN TRODUCCION nL rico 0 del pintor innovador seres anormales, se aba uno el lujo de creer que mo nos incumbian y que por el simple hecho de su existencia no po- infan en tela de juicio, no exigian la revisién de mn orden social, moral o intelectual aceptado. \,_ En las reflexiones intclectuales que dieron na ‘cimiento a la ilusién totémica volvemos a encon- ‘rar la influencia de los mismos motives, y la huella de recorridos semejantes. Sin duda alguna, ya no se trata, directamente, de la naturaleza (aunque, como veremos, aparezca frecuentemente el recurso a creencias © a actitudes “instintk vas"). Pero, la nocién de totemismo podia hacer posibie el distinguir las sociedades de manera asi gualmente radical, ya que no siempre arrum- bando a algunas de elias en la naturaleza (toma de partido que el término Naturvétker ejempli- fica excelentemente), sf por lo menos clasifican- dolas en funcién de su actitud arte la naturaleza, tal y como aquella se expresa en funcién del lugar asignado al hombre en la serie animal, y a través del conocimiento —o la supuesta ignorancia— del mecanismo de la procreacién, Por tanto, no fue cosa del azar que Frazer amalgamase el totemis- mo y la ignorancia de la paternidad fisioldgica: el totemismo aproxima el hombre al animal, ¥ 1a supuesta ignoraneia del papel desemperiado por el padre en la concepcién culmina en la sustitie Gién del progenitor humano por espiritus,, mas préximos ain de las fuerzas naturales. Este “par tido de la naturaleza” proporcionaba una piedra de toque que hacia posible, en el seno mismo de Ta cultura, aislar al salvaje del civilizado. Para mantener en su integridad y fundar, al mismo tiempo, los modos de pensamiento ‘del hombre normai, blanco y adulto, nada podia ser por tanto, mas cémodo que el reunir fuera de ét 2 wrRopuce16N, costumbres y creencias —en verdad, por demas heterogéneas y muy dificilmente aislables— alre- dedor de las cuales se efectuarfa la cristalizacin, para formar una masa inerte, de ideas que hu- biesen sido menos inofensivas en caso de haberse tenido que reconocer su presencia y su actividad en todas las civilizaciones, sin exceptuar la nues- tra. En primer lugar, el totemismo es la proyec- clon, fuera de nuestro universo, y como por obra de exorcismo, de actitudes mentales que son in- compatibles con la exigencia dle que exista entre el hombre y la naturaleza una discontinuidad con- siderada esencial por el pensamiento cristiano, Asi, se pensaba darle validez haciendo de la exigencia inversa un atributo de esta “naturaleza segunda” que, con vana esperanza de liberarse de ella, al mismo tiempo que de la primera, el hombre civilizado se confecciona, con los estados “primitivos” 0 “areaicos” de su propio desarrollo, En el caso del totemismo esto era tanto mas conveniente cuanto que el sacrificio, cuya nocién persiste en el seno de las grandes ‘religiones de Occidente, planteaba un dificil problema de la misma clase. En todo sacrificio esta implicita una solidaridad de naturaleza entre el oficiante, el dios y la cosa sacrificada, tanto si ésta es un ani mal 0 una planta, como si se trata de un objeto al que se maneja'como si fuese vivo, puesto que su destrucciGn tiene significado solamente en forma de holocausto, Por lo tanto, Ia idea del sa- crificio leva en si misma, también, el germen de una confusién con el animal, la ‘cual amenaza con extenderse mas alli del hombre, hasta tocar en la divinidad. AL amalgamar el sacrificio y el totemismo, se obtenia una manera’ de expitcar al primero como una supervivencia oun vest del segundo, y asi también una manera de esteri- INTRODUCCION 13 lizar las creencias subyacentes, desembarazindo- las de todo lo que pudicse haber de impuro en tuna idea del sacrificio, viviente y operante; 0, por lo menos, disociando esta nocidn, con objeto de distinguir dos tipos de sacrificio, diferentes por su origen y por su significacion, AL subrayar, al. primer golpe, el carécter sosy choso de Ia hipdtesis totemica, estas conside. Taciones nos ayudan a comprender su singular destino. Pues es cierto que florecié con una extraordinaria rapidez e invadi6 todo el campo de Ta etnologia y de la historia religiosa. Y no obstante esto, comenzamos a descubrir ahora que las sefiales que anunciaban su ruina fueron casi contemporéneas de st periodo de. triunfo: se estaba Viniendo abajo ya en el preciso momento fen que parecia estar mas firme, En su libro titulado Léiat actuel du probleme totémique —curiosa mercolanza de informacion erudita, de parcialidad, inclusive de incompren sign, alladas a una audacia tcdriea y a una inde pendencia de espiritu poco frecuentes— Van Gen- hep escribia, para terminar su prefacio fechado en abril de i919: El totemismo ha puesto a prueba ya la sagacidad y el ingenio de muchos sabios; y hay razones. para reer que seguiri ceurriendo To mismo durante mie El pronéstico se comprende: se hizo pocos aiios después de Ia publicacién de la monumental obra de Frazer Totemism and exogamy, afios durante los cuales la revista internacional Anthropos man tuvo abierta una tribuna permanente con el tema del totemismo, que ocupaba un lugar importante fen cada nimero. No obstante, hubiese sido diff. 4 TRoDUECION cil engaharse mis atin. El libro de Van Gennep habria de ser el ultimo trabajo de conjunto com sagrado a esta cuestiOn y, desde ese punto de vista, sigue siendo indispensable. Pero, lejos de re- presentar la primera etapa de una sintesis que fabria de seguirse realizando, fue mas bien el canto de cise de las reflexiones acerca del tote mismo, Y en obras escritas en el espiritu de los primeros trabajos de Goldenweiser [11 desde Rosamente hechas a un lado por Van, Gennep, se hhabria de llevar a cabo, sin respiro, la empresa, hoy victoriosa, de desagregacién BL afio de 1910 proporciona un cémodo punto de partida a nuestro trabajo, iniciado en 1960: la distancia es precisamente de medio siglo, y fue fen 1910 cuando aparecieron dos obras de’dimen- siones por demas desiguales, aunque, en resumidas cuentas, las 110 paginas de Goldenweiser [1] hu- biesen “de cjercer una influencia tedrica mas @uradera.que_los cuatro volimenes de Frazer, que suman 2200 paginas... En el preciso mo- mento en que Frazer publicaba, después de ha- bperlos reunido, a totalidad de los hechos entonces conocidas, para fundar el totemismo come siste- ‘ma y para explicar su origen, Goldenweiser ponfa fen tela de juiclo que so tuviese el derecho de Superponer tres fenémenos: la organizacion en clanes, la atribucion a Jos clanes de nombres 0 do emblemas animales y vegetales, y la creencia fn que existiese tn parentesco entre el clan y st {Gtem, puesto que Sus contornos no coinciden sino en una minoria de casos, y puesto que cada luno de ellos puede encontrarse presente sin los otros. De tal modo, los indios del rio Thompson tier 41 -Véase ta bibliogratia, al final del libro. INTRODUCCION. 1s nen t6tem, pero no clanes, los iroqueses, clanes con nombres de animales que no son tétem, en tanto que los yukaguires, que estin divididos en clanes, poscen creencias religiosas en las que los animales desempefian un gran papel, pero. Io hacen por intermedio de chamanes individuales y no a través de grupos sociales. El supuesto to- temismo se escurre de todo esfuerzo de defini- cidn de cardcter absoluto. A todo lo més, consiste en una disposicién contingente de elementos no especificos. Es una reunién de particularidades, empfricamente observables en un determinado nit mero de casos, sin que de ello se desprendan propiedades originales; pero esto no es tna sine tesis orgénica, un objeto de la naturaleza social, Después de la critica de Goldenweiser, el lugar consagrado al problema totémico en los’tratados estadounidenses no cesaré de disminuir con el transcurso de los afios. En la traduecién francesa de Ia obra Primitive society, de Lowie, se dedican todavia ocho paginas al totémismo: en primer Iu- gar para condenar la empresa de Frazer, y des. pués para resumir y aprobar las primeras’ ideas de Goldenweiser (y esto haciendo Ia reserva de que su definicién del totemismo como “‘socializa- cian de valores emocionales” es demasiado ambi ciosa y demasiado general: si los indigenas. de Buin guardan frente'a sus t6tem una aclitud casi religiosa, los tétem de los Kariera de la Australia occidental no son objeto de ningtin tabi, y no se les venera), Pero lo que Lowie le reprocha sobre todo a Goldenweiser es el haber rectificado par cialmente su escepticismo, y admitido la existencia de una conexién empfrica entre el totemismo y la organizacién en clanes: sin embargo, los indios Crow, los Hidatsa, los Gros Ventre y los apaches tienen clanes sin’ nombres totémicos, en’ tanto 16 INTRODUCCION que los Aranda tienen grupos totémicos que son distintos de sus clanes. Y Lowie terminé di ciendo: Confieso que no estoy convencido de que, a pesar de toda la perspicacia y de toda la erudicion de que se hha hecho gala con este fin, haya quedado suficiente- mente demostrada la realidad del fenémeno totémico (p 150). A partir de entonces, la liquidacién se acelerd. Comparemos entre si’ las dos ediciones de la Anthropology de Kroeber. La del afio de 1923 con- tiene todavia numerosas referencias, pero el pro- blema no es tratado, como no sea para distinguir los clanes y Jas mitades, en su calidad de método de organizacién social, y el totemismo, como sis- tema simbélico. No existe una conexién necesa ria entre los dos; a todo lo mis, una conexién dé hecho que plantea un problema no resuelto. Y, no obstante las 856 paginas de la edicién del afio de 1948, el indice —que tiene sin embargo 39 pix ginas— no contiené més que una sola referencia, ¥ no se trata mas que de una observacidn inci- Gental a propésito de una pequefia tribu del Brasil central, Ia de los Canela: _avel segundo par de mitads... no tne que ver con igs‘uftaae matrimonates cs de cardetertotsmiso, O uicho de otra manera, aigunor animales o algunos Shjetos nuurates sitven para remresentar Smbolice treat cada itd (P94) Volvamos a Lowie: en su obra An introduction to cultural anthropology (1934), despacha el tote- mismo en media pégina, y su segundo tratado de sociologia primitiva, Social organisation (1948), menciona una vez, de pasada, la palabra “totemis- mo", para explicar la posicién del padre Schmidt PeTRODUECION 7 En 1938, Boas publica su General anthropotogy, tratado de 718 paginas redactado con la colabo- racién de sus alumnos. La discusién del problema el totemismo eabe en cuatro paginas, de ta pli. ma de Gladys Reichard. La autora sefiala que, bajo el nombre de totemismo se han reunido fe: nomenos heterogéncos: repertorios de nombres © de emblemas, la creencia en la existencia de tuna relacién sobrenatural prohibiciones que en casiones son de carictet Alimenticio, pero no necesariamente (por ejem- plo, la de éaminar sobre la hicrba y lade comer fn un tazén, en Santa Cruz; la de tocar un cuer- no 0 un feto de bisonte, o inclusive el carbén 0 el cardenillo, inseetos y alimafias entre Jos indios Omaha), y algunas reglas de exogamia. Estos fee rnomenos se vinculan unas veces a grupos de pa. entesco, otras a cofradias militares o religiosas, y otras més a individuos. En resumidas cuentas: Se_ha escrito demasiado acerea del totemismo. como para permitirse el dejarlo completamente @ ui lado... Pero las formas en que se manifiesta, en eada parte del mundo, son tan diversas, las, semejanzas tan superficiales, y los fendmenos pueden aparecer en tantos contexios carentes de una Felacién con una consanguinidad real o supuesta, que es absolutamente imposible eneajarlos en una sola categoria (p. 430). En su obra Social structure (1949), Murdock se exime de tratar la cuestin del tofemismo ale- gando que interviene muy poco al nivel de las estructuras formales: -..suponiendo que los grupos sociales tengan que ser ombrados, los términos gue designan animales tie nen tantas posibilidades de ser utilizados como cuales. uiera otros (p. $0). 18 INTRODUCCION, Un curioso estudio de Linton, sin duda alguna, ha contribuido a determinar 1a creciente indife- rencia de los sabios estadounidenses en lo tocante aun problema que antafo habia sido tan debatido, Durante la primera Guerra Mundial, Linton habs pertenecido a la 42* division, o “Divisién Arco iris hombre clegido arbitrariamente por cl estado mayor porque esta division reunia unidades provenientes le hhumerosos estadas, de manera que los colores de sus regimlentos eran tan variados como los del arco iris. Pero, desde que la divisién Mey6 a Francia, esta desigmacion paso a ser de uso corriente: cuando se les preguntaba ‘a los soldados a qué unidad pertene- cfan, respondian: “soy un arco. itis". Hacia febrero de 1918, es decir, unos cinco meses después de que la divisién, hubo recibido su nombre, la opinidn general reconacia que la apariciGn de un arco iris constitufa para ella un presagio fe Tres meses mas tarde se afirmaba —inclusive a des: pecho do que existiesen condiciones meteorologicas Incompatibles— que se vefa un arco iris cada vez que Ja divisién entraba en accién, En mayo de 1918, la 42 divisién estaba desple- gada cerea de la 77, que adornaba su equipo con su emblema distintivo, la estatua de la Libertad. La divisién Arco iris adopté este uso, a imitaciin de sit vecina, pero tambien con Ia inteneion de distinguirse, Hacia ‘agostoseptiembre, el llevar una insignia con Ja imagen del arco iris se habfa vuelto general a pesar de In ereencia de que el portar insignias distintivas tenia su origen en un castigo infligido a una unidad derrotada. De manera que, al finalizar la guerra, ef cuerpo expedicionario estadounicense estaba organi zado “en una serie de grupos bien definides, a menudo ‘celosos los unos de Ios otros, y cada tino de los cuales se caracterizaba por un “conjunto particular de ideas y de pricticas” (p. 298). EI autor enumera los hechos siguientes: 1) la divisién en grupos cons Gientes de su individuatidad; 2) el que-cada_ grupo nrnopveci6x » Tlevase el nombre de un animal, de un objeto o de tin fendmeno natural; 3) Ia utlzaeion de este nom. bre como terminode referencia, en las conversaelo- nes con fos extras; 4) el portar un emblems, abu: Jadoven tas armas colectias y eo el equipo, © Para Ui"Saomno personal, y el tebw impuesto: sobre el uso dur emblema por los dems grupos; 5) cl respeto al Spurono® y a su representacion figuradas 6) la creen- cla confusd en su papel de protector y en su valor de presoglo. “No. existe précticamente ‘an solo invest Endor que, si encontrste este estado de conse en una Foblacion no civiizada, vacilara en vincalar semeyan- te conjunto de creenciss y de costumbres al complejo texemioorss Sin dada, el contenido de que tratamos hora es muy pobre, euanda se compara con el tote: inlamo grandcmentc desarollado de los australianos ie los melancsios, pero cs tan rico como los com icfor“totemicos dé Nas” trbus. dela Amétiea, del Norte. ‘En relacién con el verdadero totemismo, iferencia"princpal estriba en la inexistencia, de =. flas de matrimonio y de creencias en un 1020 de fiinclén,'o de simple parentesco,con el totem.” Sin embargo, observa Linton. a modo de conclusiin, es {ao creencias won funcion ‘Ge. la_ oxganiencign en lanes, mis que del tolemnisio Propiamente. dicho, fpucstg que’ siempre fo. acompaftan, ‘Todas Jas eriticas mencionadas hasta ahora han sido de autores estadounidenses; y no es que concedamos a la etnologia estadounidense un Iu gar privilegiado, sino que lo hemos hecho porque fs un hecho historico que la desintegracién de] problema totémico comenré en los Estados Uni- os (no obstante Ja existencia de algunas paginas proféticas de Tylor, que no encontraron cco, Acerea de las cuales ablaremos més adelante), y porque alli ha sido tenazmente proseguida. Para Gonvencerse de que no se trata tan sélo de un acontecimiento local nos bastard con observar 3 20 NTRODUCCIGN. pidamente la evolucién de las ideas en Ingla terra. En 1914, uno de los mas ilustres teéricos del totemismo, W. H. R. Rivers, lo definia como la coalescencia de tres elementos. Un elemento so- cial: conexién de una especie animal a vegetal, 0 de un objeto inanimado, o inclusive de una cla se de objetos inanimados, con un grupo definide de la comunidad, y, caracteristicamente, con un grupo exdgamo o clan. Un clemento psicoldgi- co: la creencia en la existencia de una relacion de parentesco entre los miembros del grupo y el animal, la planta o el objeto, la cual se expresa ‘a menudo mediante la idea de que el grupo hu ‘mano salié de él o de cllos por filiacién. Un ele- mento ritual: el respeto manifestado al animal, la planta 0 ¢l objeto, el cual se expresa caracte. risticamente mediante la prohibicién de comerse el animal o la planta, o bien de utilizar el objeto, salvo bajo determinadas condiciones restrictivas (Rivers, vol. IT, p. 75) Como a lo largo de esta obra analizaremos y discutiremos las ideas de los etndlogos ingleses contemporaneos, por cl momento opondremos aqui a la opinién de Rivers solamente lo que se dice en un manual de uso comin: Como vemos, cl término “totemismo” se ha util zado para designar una increible variedad de relacio- nes entre los seres humanos y las especies 0 fené- ‘menos naturales. “Asimismo, es imposible llegar a formular una definicién satisfaetoria del totemisino, ‘aunque esto se haya tratado de hacer muy a menu. do... Toda definicién del totemismo es, 0 bien tan espectfiea que excluye muchos de los sistemas que, sin embargo, se Haman cominmente “totemicos", bien tan general que comprende toda suerte de fend- INTRODUCCION 2 menos que no podtian ser designados de tal manera (Piddington, pp. 203204). y después, el consenso més reciente, tal y como std expresado en la sexta edicion (1951) de Notes and queries on anthropology, obra colectiva publi« cada por el Royal Anthropological Institute En la acepcién més amplia del término, se puede habit de toe cand: 1) ta (i ert esti constilulda por grupos (totémieos) entre Tos cua” Tes esta repartida la fotalidad de ta poblacion, y cada, luno'de los cuales mantlene. algunas Telaclones con Una clase de setes (tiem) anlimados 0 inanimados; 2} las relaciones entre Tos. grupos soctales y los ser trobjetos son todas, generafinente, de la misma cla 3)°um miembro chaigaiera de un. grupo mo pucde (faivo en circunstanclas especiales, “como Tae Ta fdopeion) cambiar su pertencneia. A esta defi subsidiarias: la nocién de relacién totémica Heva implicito que Gia'se verifique entre un miembro cualquiera de la fespecie y un miembro cualquiera del grupo. Por re fla general, los miembros de un mismo grupo totémico rho pueden’ casarse entre si Seobsorva a menudo Ta existencia de reglas de conducta obligatoria... a veces 1a prohibicién de co mer la especie totémica; a veces términos denomina- tivos especiales, el empleo de adornos 0 de emblemas, yuna conducta preserita... (p. 192) in se afiaden tres condiciones Esta definicion es mas compleja y matizada que la de Rivers. Sin embargo, tanto la una como Ja otra consisten cn tres puntos. Pero los tres puntos de Notes and queries difieren de los de 2 Por lo dems el texto proviene, sin cambios notin bles, de ediciones anteriores. 2 INTRODUCCION Rivers. El punto 2 (creencia en un parentesco con cl totem) ha desaparecido; los puntos 1 y 3 (co- nexign entre clase natural y grupo “‘caracteristica- mente” exdgamo, prohibicion alimenticia como forma “caracteristica” del respeto) han quedado relegados, con otras eventualidades, a las condi ciones subsidiarias. En lugar de ellos, las Notes and queries enumeran: Ia existencia en el pense miento indigena de un par de series, una de ellas “natural”, la otra social; la homologia de las re- laciones entre los términos de las dos series, y la constancia de estas relaciones. Dicho de’ dtra manera, del totemismo, al que Rivers queria dar tun contenido, no se conserva mas que ua forma e forma de orgs nizacion social y de. practica magicoreligiosa carae fetizada por la asociaeion de alguncs grupos (habs {ualmente. clanes 0 linajes) interiores una. ibU, Con clertas clases dle cosas animadas © Inanimadas; cada uno de Tos grupos esta asocialo a una clase di tinta ‘bid. Pero esta prudencia respecto de una nocién que no nos resignamos a conservar sino después de haberla vaciado de su sustancia y, hasta cierto punto, después de haberla desencarnado, no da sino més alcance a la adveriencia general que Lowie hace a los inventores de instituciones: ‘Tenemos que saber si lo que comparamos son, reali dades culturales, o solamente fantasmas, salidos de nuestros modos logicos de clasificacion (Lowie [4], peal). El trénsito desde una definicién concreta del totemismo hasta una definicién formal se remon- ta, de hecho, a Boas, Desde 1916, com la mira puesta tanto en Durkheim como en Frazer, ponia xrnopuceidx 23 en {ela de juicio que los fenémenos culturales pudiesen ser reducidos a la unidad. La noci6n de Finito” es una categoria de nuestro pensamiento, 1a cual ‘uilizamos arbitrariamente para designar ‘con un mismo vocablo intentos de explicacion de fengmenos naturales, obras de literatura oral, re flexiones filosoficas 'y casos de emergencia de procesos lingiisticos a Ia coneiencia del. sujet De igual forma, el totemismo es una unidad arti \fictal, que existe solamente en el pensamiento del letndlogo y a Ia cual nada especifico corresponde fuera det mismo. ‘Cuando se habla de totemismo, en efecto, se ‘confunden dos problemas. En primer lugar, el ‘que plantea la frecuente identificacion de seres hhumanos con plantas 0 con animales, y que nos Femite a concepciones muy generales acerca de fas relaciones entre el hombre y la. naturaleza. Estas ultimas interesan al arte ¥ a ln magia, lo mismo que a 1a sociedad y'a la religién. El’ se gundo problema es el de la denominacién de los {grupos fundados en. el parentesco, la cual puede hracerse con ayuda de voeablos que designen ani- males o vogetales, pero también de muchas otras, maneras. El término totemismo comprende sola nente los. casos de coincidencia entre ambos Grdenes. Ocurre que, en algunas sociedades, se aprove- cha una tendeneia muy general a postular rela Ciones intimas entre el hombre y los seres u obje- tos naturales para calificar, coneretamente, clases de parientes, 0 de lo que’ se considera que son Clases de parientes, Para que tales clases subsis- tan con una forma distinta y duradera, es nece- sario que estas sociedades posean reglas estables de matrimonio, Asi pues, podemos atirmar que el pretendido totemismo stipone siempre Ia existen- m INTRODUCCION cia de algunas formas de exogamia. A este res pecto, Van Gennep ha interpretado mal @ Boa: este kiltimo se contenta con afirmar gue, Idgica ¢ historicamente, la exogamia es anterior al tote: mismo, sin pretender que el segundo sea un re. sultado 0 una consecuencia de Ia primera. La exogamia misma puede ser concebida y prai ticada de dos maneras. Los esquimales resiringen Ja unidad exogama a la familia, definida por lazos reales de parentesco. Como el’ contenido dle cada uunidad se encuentra estrictamente delimitado, la expansién demografica lleva consigo la creacién de unidades. nuevas. Las grupos son estiticos; como se definen por comprensién, no tienen car pacidad de integracién, y subsisten'a condicign de proyectar —valga la expresion—, individuos hacia fuera, Esta forma. de exogamia es incompatible con el totemismo, porque las sociedades que la practican estdn desprovisias —al menos en este plan— de estructura formal, Por el contrario, si el grupo exdgamo es capa de extension, la forma de los grupos es entonices constante: el contenido de cada uno es lo que aumenta. Se torna imposible definir la pertenen- ia al grupo directamente, por medio de gencalo- wfas empiricas. Lo cual explica la necesidad de 1) una regia de filiaciéa que no sea equivoca, como la filiacién unilateral; 2) un nombre, 0 por lo menos una marea di ferencial, trasmitida por filiacion y que sustituye al conocimiento de los lazos reales, Por regla general, las sociedades de esta ultima clase verin cémo el nimero de sus grupos cons- titutivos disminuye progresivamente, puesto que Ja evolucin demogrifica habré de’ provocar’ la extincién de algunos de ellos. Por carecer de un mecanismo institucional que permitiese la fisién NTRODUCCION, 2% de los grupos en expansiGn, lo cual restableceria el equilibrio, esta evolucién culminara en Ia for- macion de sociedades reducidas a dos grupos exé- gamos. Este podria ser uno de los origenes de las organizaciones Mamadas dualistas, Por otra parte, las marcas diferenciales deben ser formalmente de la misma clase en cada socie- dad, a la vez que difieran 1a una de la otra por el contenido. Pues sino, un grupo se definiria por el nombre, otro por el ritual, un tercero por el blasdn,.. Sin embargo, existen casos de esta clase, en verdad raros, los cuales demuestran que la critica de Boas no'se ha levado lo suficiente- mente lejos. Pero iba por buen camino cuando ssacé en conclusion que la homologia de las marcas distintivas de las divisio nies sociales, en el interior de una tribu, demuestra que Su uso $e origing en una tendencia a Ia clasifiea. cién (Boas (2), p. 323). En resumen, la tesis de Boas, mal interpretada por Van Gennep, se reduce a sentar que la for macién de un sistema, en el plano social, es la condicion necesaria del totemismo. Por esta ra- zon, excluy6 a los esquimales, cuya organizacién social no es sistematica, y por eso exige la filia- i6n unilineal (a la cual podemos afiadir la fi- liacién bilineal, la cual es un desenvolvimiento, por composicién, de la primera, pero que a me: nudo se confunde erréneamente con la filiacién indiferenciada), porque sélo ella es estructural. Que el sistema recurra a nombres de animales y de vegetales es un caso particular de un mé todo de denominacién diferencial, del cual sub- sisten los caracteres, cualquiera que sea la clase de denotacién empleada. 6 ne raopUcer6N Es aqui, tal vez, donde el formalismo de Boas yerra: si, como afirma, los objeios denotados de- ben constituir un sistema, el modo de denotaciéa, para cumplir integramente su funcion, debe ser, (tambien ei, sistemitico; la regla de la homologia, formulada’por Boas, ¢s demasiado abstracta y demasiado hueca como para satisfacer a esta exi zgencia, Conocemos sociedades que no la respetan, sin que por ello quede descartado que las sepa raciones diferenciales mis complejas que utilizan no constituyan también un sistema. la inversa, se plantea la cuestién de saber por qué los reinos animal y vegetal ofrecen una nomenclatura priv legiada para denotar el sistema sociolégico, y cus [es son las relaciones que existen dgicamente entre el sistema denotativo y el sistema denotado, EL mundo animal y el mundo vegetal no son utili zados solamente porque se encuentren abi, sino porque proponen al hombre un método de pensa- miento. La conexién entre la retacién del hombre con la naiuraleza y ta caracterizacién de tos gre ppos sociales, que Boas juzga contingente y arbi traria, no parece tal sino porque la. vinculacién real entre los dos Grdenes ¢s indireeta, y porque pasa por la mente. Esta citima postuia una ho- mologia, no por cierto en el seno del sistema deno- tativo, sino ‘entre las separaciones diferenciales que existen, por una parte, entre la especie xy la especie y, y por otra parte, entre el clan a y el Es sabido que el inventor det totemismo, en el plano te6rico, fue el escocés McLennan, en sus artfculos apatecidos en la Fortnightly review ti tulados “The worship of animals and plants” donde se encuentra Ia eélebre formula: el tote: mismo es el fetichismo més la exogamia y_ la liacién matrilineal. Pero bastaron treinta afios ixrnopucersx 7 para que apareciesen no solamente una critica semejante, hasta en los términos, a la de Boas, ino también los desenvolvimientos que hemos esbozado al final del parrafo anterior. En 1899) ‘Tylor publicé diez péginas acerca del totemismo: sus “observaciones” nos hubiesen evitado muchas divagaciones, antiguas o recientes, de no haber ido, hasta tal punto, contra Ia corriente, Antes de Boas, Tylor desed que al estimar el lugar y Ia importancia del totemismo se tenga en cucnta Ia tendencia del espirite: humano 4 agotar el universo por medio de tna clasificacién (to classify out the universe) (p. 143). Desde este punto de vista, el totemismo puede definixse como la asociacién de una especie ani- imal y de un clan humane. Pero, sigue diciendo Tylor, quello contra To que no vacilo en protestar es Ia manera como sc han puesto Jos t6tem en la base de Ia religidn, © poco menos. Al totemismo, entendido ‘como lo que és, a saber, un subproducto de la teo- rig del derecho, salido del inmenso contexto de Ia religién primitiva, se le ha atribuido una importancia ‘que ‘no guarda proporcién con su. verdadero papel Wwolégico’ (p. 148). Y¥ termina asi: Es mis prudente esperar... a que el tétem haya sido. reducido a las proporciones que le son propias en los cesquemas teol6gicos de la humanidad. Y tampoco tengo la intencién de emprender una diseusién deta. ada de las observaciones soclolégieas de ques fecha mano para dar al totemismo una importancia sociol6gica todavia mayor que la religiosa.... La exo- puede existir, y existe de hecho, sin el tote. 28 INTRODUCCION mismo... pero la frecuencia de su combinacién en Jas tres Cuartas partes de la Tierra nos muestra cui antigua y eficar ha debido ser la accién de los totem para consolidar los clanes y para aliar nos con otros hasta formar el circulo més amplio dela tribu (p. 148) | Lo cual es una manera de plantear el’ problema de la fuerza logica de los sistemas denotativos tomados de los reinos naturales. I, LA ILUSION TOTEMICA Acrrtar, como tema de discusién, una categoria {que nos parece falsa nos expone siempre a un riesgo: cl de mantener, en virtud de Ia atencién que se le presta, alguna ilusién acerca de su real dad, Para rodear mejor un obstaculo impreciso, Subraya uno contornos de los cuales se queria, solamente, mostrar In inconsistencia; puesto que, al enfrentarse a una teoria mal fundada, la ct tica comienza por rendirle una suerte de home- naje. El fantasma, imprudentemente evocado con la esperanza de poderlo conjurar definitivame te, no habra desaparecido mas que para surgir de nuevo, y menos lejos de lo que uno se ima gina del lugar en el que habia aparecido por vez primera. Tal ver serfa més prudente dejar las teorfas obsoletas caer en el olvido, y no despertar a los muertos. Pero, por otra parte, y como dice el viejo Arkel," la historia no produce acontecimientos indtiles. Si durante tantos afios grandes. inteli- gencias han estado, por asi decirlo, fascinadas por tun problema que hoy nos parece irreal, es por- ‘que, indudablemente, tras una falsa apariencia, se percataron confusamente de que algunos fend- menos, arbitrariamente agrupados_y mal analiza- dos, eran no obstante dignos de interés. ¢Como podrfamos llegar a ellos, para proponer una inter pretacién diferente, sin’ aceptar primero rehacer paso a paso un itinerario que, aun cuando no con- duzca a ninguna parte, incitard a busear otro camino, y quizés ayudaré a trazarlo? * Bn Pelléas et Mélisande de Macterlinck, que Debussy convirtié en épera. [E.] a 30 1A MUSION TorEAKICA Escépticos, al momento de partir, acerca de a realidad del’ totemismo, queremos’precisar que emplearemos el término de totemismo, pero a la manera de una cita inspirada por los autores que vamos a estudiar. Seria poco cémodo ponerlo siempre entre comillas 0 afiadirle el epiteto de “llamado” o de “‘supuesto”. Las necesidades del Gislogo autorizan concesiones de vocabulario. Pero entrecomillados y epftetos estarin siempre sobre- entendidos en auestro pensamiento, y no sera muy acertado oponernos tal 0 cual’ frase 0 ex presién que parezca contradecir una conviccién netamente declarada, Dicho esto, tratemos de definir desde fuera, y ‘en sus aspectos mas generales, el campo seman co en el seno del cual se sittan los fenomenos comtinmente agrupados con el nombre de tote- mismo, /- En efecto, tanto en este caso como en otros, el método que pensamos utilizar consiste en: 1, Definir el fenémeno que vamos a estudiar como una relacién entre dos o mis términos rea- les o virtuales 2. Construir el cuadro de permutaciones posi- bles entre estos términos, | 3. Tomar este cuadro como objeto general de ‘un anilisis que, a este nivel solamente, puede Ile- | garacstablecer’ conexiones necesarias, ‘puesto que ‘el fenémeno empirico contemplado al momento de partir no era sino una combinacién posible | entre otras, cuyo sistema total debe ser previa- mente reconstruido. EL término totemismo comprende las relaci nes jdealmente postuladas entre dos series, ui de ellas natural y Ia otra cultural. La serie na- tural comprende, por una parte, categorias, por otra parte, individuos; la serie cultural compren- LA LLUSION TorénucA 31 de grupos y personas. Todos estos términos han sido arbitrariamente elegidos para distinguir, en cada serie, dos modos de existencia, colectivo individual, y para evitar que se confundan las, series. Pero en esta etapa preliminar podriamos utilizar no importa qué términos, con tal de que fuesen distintos: Narumsteza Categoria Individuo Cutums Grupo Persona Hay cuatro maneras de asociar entre si, de dos en dos, términos provenientes de series diferen- tes, esto es, de satisfacer con las minimas condi clones 1a hipotesis inicial de que existe una rela ign entre Ins dos series: Nirumiteza Categorfa Categorfa Individuo Tndividuo cunrum Grupo Persona Persona Grupo A cada una de estas cuatro combinaciones o- rresponden fendmenos observables en una o en varias poblaciones. El totemismo australiano, fen suis modalidades amadas “social” y “sexual” postula una relacién entre una categoria natural (especie animal o vegetal, 0 clase de objetos o de Tendmenos) y un grupo cultural (mitad, seccién, subseccidn, cofradia religiosa, o

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