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Ideología y tribus urbanas
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Ideología y tribus urbanas

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Ideología, tribus urbanas: góticos, punk, raperos, hip-hoperos y rastas. Un nuevo estudio en terreno sugestivo y orientador. Inmersión profunda en un mundo ¿fraccionado? ¿marginal? Mutualidades juveniles, una peculiar manera de conciencia social. Impugnación a la tendencia dominante no solo en la sociedad chilena actual, sino fruto de un Planeta globalizado.
LanguageEspañol
PublisherLOM Ediciones
Release dateJul 6, 2007
ISBN9789562829298
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    Ideología y tribus urbanas - Doris Cooper Mayr

    Alex

    Agradecimientos

    Este libro es producto de una investigación empírica sobre tribus urbanas, complementaria a la investigación que realizamos sobre delincuencia y desviación juvenil el 2004, y parte de su productividad. Ambos estudios fueron desarrollados con el patrocinio de Fondecyt y de la Universidad La República. Se trata en este caso de un particular esfuerzo por intentar describir, analizar y comprender algunas de las conductas juveniles rotuladas como posiblemente delictuales y/o desviadas por el sistema societal Chileno. Se abordan las principales tribus urbanas presentes en Chile, entre ellas las de los góticos, punk, raperos y hip-hoperos, y de los rastas, tribus de creciente relevancia, en la medida que constituyen subculturas juveniles globalizadas, que generan identidad y conciencia colectiva en los jóvenes de Chile y del planeta, particularmente en el mundo occidental y paulatinamente en el mundo oriental.

    Debemos agradecer en primer lugar a la Universidad La República, la posibilidad de realizar investigación empírica, como investigador de jornada. Esta universidad se caracteriza por potenciar la realización de estudios empíricos por medio de la existencia de una Unidad de Investigación, que permite crear conocimientos, constructos y teorías sobre la realidad y en particular sobre la realidad social Chilena, contribuyendo así con la posibilidad de describir, explicar y comprender los problemas sociales del país. Se constituye de esta forma en una universidad vinculada al país, a la ciudadanía y particularmente al mundo universitario, entregando una formación académica actualizada y útil a los estudiantes y futuros profesionales, en la medida que los potencia como emprendedores y creadores, en el contexto de una ética laica, del pluralista y tolerante.

    Agradecemos la posibilidad de realizar este trabajo de investigación al Rector de la Universidad La República, Sr. Jorge Carvajal Muñoz, gran defensor de los Derechos Humanos, a nuestro maestro y amigo Vicerrector Académico Profesor Licer Viveros Cerda, y a nuestro Director de la Unidad de Investigación Profesor Jorge Salineros Berardi, quienes en todo momento nos han brindado su apoyo formal y humano. Quedamos profundamente comprometidos con todos ellos. Finalmente agradecemos nuevamente a LOM Ediciones, especialmente a su Directora Silvia Aguilera, a nuestros amigos Mauricio Ahumada y Carlos Cociña, quienes nos han brindado su amistad, confianza y la posibilidad de publicar algunos de nuestros análisis empíricos y planteamientos teóricos, respecto de la marginalidad social. Se aúnan así misiones específicas universitarias, editoriales, y compromisos éticos personales respecto de la descripción, explicación, comprensión y necesaria denuncia de la injusticia social, así como los esfuerzos para intentar contribuir con la paulatina construcción de un mundo mejor.

    Quedamos profundamente comprometidos con todos aquellos jóvenes que en forma desinteresada nos brindaron información respecto de las subculturas juveniles que abordamos, jóvenes que en algunos casos son estudiantes, así como también con algunos alumnos de Sociología que en forma desinteresada nos colaboraron con transcripciones de entrevistas sin solicitar nada a cambio, solo aprender a hacer ciencia. Les agradecemos su contribución, así como su compromiso con labores propiamente universitarias, que permiten conocer y comprender mejor algunas subculturas relativamente contestatarias que también integran nuestro país.

    Capítulo I

    La sociedad en el marco de la globalizacion, la dependencia y el desarrollo relativo

    Con el fin de abordar la temática de la juventud en el marco de los movimientos sociales tribales nacionales y globales, la desviación y la delincuencia, necesitamos enfocar, en primer lugar, el tipo de sociedad en la que situamos nuestro análisis, dado que resulta crecientemente evidente desde una perspectiva científica, que el ser humano se encuentra involucrado en un proceso complejo y dinámico de sobredeterminismo genético, y sobrecon­dicionado por su medioambiente tanto socio-económico como cultural-político y ecológico.

    Con este objetivo, nos referiremos a ciertos aspectos del proceso de la globalización económica y cultural, con el fin de situar nuestra sociedad en el marco de un contexto apropiado. Enfocaremos posteriormente, los principales elementos culturales e ideológicos del capitalismo, y a continuación el área temática de la ética y los valores del sistema. Finalmente trataremos, desde una perspectiva crítica, el área temática del desarrollo y el modernismo y tradicionalismo mentales. A nuestro criterio, la problemática de los movimientos sociales juveniles expresados en tribus urbanas, la desviación y la delincuencia, no pueden ser cabalmente analizadas ni comprendidas si no se les sitúa correctamente en su entorno societal, en nuestro caso, el sistema societal global capitalista y una formación social específica y compleja, Chile.

    La globalización de la economía, la desviación y la delin­cuencia común en Chile

    Nuestra sociedad Chilena al igual que otras sociedades latinoamericanas y tercermundistas, se enmarca indudablemente en la actualidad, en una economía y una cultura de carácter mundial, ya anticipada a inicios del siglo veinte por connotados científicos, realidad posteriormente constatada y analizada por organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, y por reconocidos teóricos metropolitanos de países desarrollados y hegemónicos, y tercermundistas de las ciencias sociales (Frank, G. 1970(1); 1970(2); Ianni, O. 1997; 1998; Quijano, A. 1967; Vitale, L. 1967;1969; García Cotarelo, R. 1979).

    Desde esta perspectiva, el proceso de globalización aparenta ser irreversible y el modelo capitalista en esta fase, se extiende, genera procesos de aculturación y se apropia diferencialmente de diversas culturas e incluso de culturas ancestrales, tanto en Asia como en África y América Latina.

    Aún cuando la constatación permanente relativa a la creciente contaminación y desaparición de culturas ancestrales conmueve a sociólogos y antropólogos de corte humanista y romántico, en un nivel de análisis económico, sociológico y psicosocial, resulta sin lugar a dudas indesmentible el hecho de que nos hemos incorporado al sistema capitalista mundial global, a nivel de nuestras estructuras económica, política, social, cultural y psicosocial.

    Desde principios del siglo XX, nuestra sociedad latinoamericana ha sido un continente tercermundista y dependiente, cuyas características esenciales se gestan a partir de las raíces de las civilizaciones y comunidades humanas existentes antes y durante el período de la conquista, así como en los sucesivos procesos de colonización y neo-colonización. Estos procesos de conquista e integración, reformulan y generan paulatinamente nuevas expresiones de las infra y superestructura en el tercer mundo, de carácter dependiente y complementario al sistema metropolitano hegemónico, constituido por los centros metropolitanos de Europa, Estados Unidos y Japón, donde se concentra el poder económico y político mundial.

    Es así como el proceso de conquista del continente, realizado a fines del siglo XV, genera en forma paulatina una estructura económica, política, social y cultural particular, que nos hace dependientes desde los inicios de nuestra incorporación al capitalismo comercial en una primera etapa, asumiendo la estructura propia de un capitalismo complementario monoproductor, que exporta principalmente materias primas y productos agropecuarios, e importa de los centros hegemónicos productos manufacturados de alta tecnología. Algunos connotados autores, han logrado demostrar como incluso la estructura urbana latinoamericana, es decir, nuestras actuales ciudades, redes viales y puertos, se emplazaron en los sitios próximos a las minas y a los centros de extracción de materias primas, y persisten aún en esos mismos lugares (Quijano A. 1967; Frank G. 1970; Vitale L. 1967).

    Una segunda etapa de dependencia, nos incorpora al capitalismo industrial metropolitano, además, como mercado para manufacturas metropolitanas y foco de enclaves. En una tercera etapa, nos liga al imperialismo, caracterizado por la constitución de los monopolios industriales y financieros metropolitanos, involucrándonos en deudas y compromisos burocráticos y políticos de elites. Finalmente, transitamos por una etapa rela­cionada con el proceso de globalización del sistema capitalista, constituido por una cultura hegemónica metropolitana, y esencialmente, por una estruc­tura política y económica mundial asociada a las transnacionales, etapa en la cual aún nos encontramos actualmente situados.

    Los países latinoamericanos que relativamente lograron generar una economía industrial incipiente, aún cuando solo parcialmente nacional y mayoritariamente asociada a verdaderos enclaves mineros y agropecuarios de países desarrollados metropolitanos, (Cardoso, F.H; Faletto, E. 1971), corresponden a países como Argentina, Brasil y México, que aún siguen sin embargo fuertemente endeudados como el resto de América Latina, y prosiguen obteniendo gran parte del PIB a partir de productos agropecuarios primarios y de materias primas minerales, con todas las consecuencias asociadas a los problemas de deterioro ambiental y de sobre explotación humana (Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe; 1997:107 y sgtes).

    Sin embargo, la globalización del capitalismo a nivel planetario tiene diversas expresiones y manifestaciones, algunas de las cuales nos interesa abordar. En primer lugar, es destacable el hecho de que la globalización constituye un constructo y área temática de múltiples dimensiones. Suele destacarse a nivel sociológico, solamente la dimensión cultural y psicosocial de la globalización de la cultura, y en este ámbito, esencialmente los aspectos tecnológicos y humanos involucrados.

    Es en este sentido que los escritores y teóricos, han logrado elaborar un lenguaje estético atractivo asociado en primer lugar al marqueteo de sus productos intelectuales entre los consumidores, y en segundo término, a un sesgo ideológico, relacionado con la obnubilación de aspectos a nuestro criterio, mu­cho más trascendentales, como la desigualdad social extrema, la sobrevivencia de grandes masas de marginales y de los excluidos del sistema. Este sesgo ocurre cuando se aborda prioritaria y exclusivamente el tema de la comunicación internacional, centrando el análisis en la revolución tecnológica de los últimos cincuenta años. Resulta indiscutible el hecho de que esta posibilidad y realidad de la intercomunicación planetaria vía fibra óptica, telefónica, faxes, computacional con conferencias interactivas, e mails y attachments, televisión por cable y acceso inmediato a los canales internacionales, han generado rápidos cambios en el mundo de la interacción comunicativa entre los seres humanos, cambios que son substantivos y trascendentales en el área de la informática y la electrónica.

    Metáforas tales como la Aldea Global, Ciudad Global, Torre de Babel, Disneylandia Universal, Nave Babélica, Nave Espacial, Cidade Global, Tecnocosmos, Miniaturización (Ianni, O. 1997), enfocan directamente el área temática de la informática y la electrónica, es decir, a nivel de la acción comunicativa, la comunicación interactiva global efectuada a través de la revolución de la comunicación. Evidentemente este es un cambio trascendental, al cual las generaciones más antiguas han debido adaptarse aún con grandes costes psíquicos, y frente al cual incluso las nuevas generaciones han debido desarrollar habilidades tanto psíquicas como comportamentales, particularmente entre aquellos actores de clase media y alta.

    Las clases sociales más bajas del planeta e incluso los marginales y marginalizados, carecen o tienen claramente un menor acceso a esta revolución informática, particularmente debido al hecho que si bien tienen crecientemente la posibilidad de exponerse a medios de comunicación como radio y televisión, endeudándose o adquiriéndolas a reducidores de productos robados, no acceden a los computadores y otras vías de información y comunicación más sofisticadas.

    Es esta dimensión de la globalización la que ha generado mayor fuente de inspiración e interés en los escritores literatos, y en los científicos del área de las ciencias sociales. Ha inspirado a teóricos como McLuhan a elaborar obras como La Aldea Global, que constituye una verdadera apología de la revolución informática, y asocia incluso la exposición a los medios, a cambios en el uso del hemisferio cerebral derecho.

    De hecho, este autor sostiene que la cultura capitalista ha fortalecido el uso del hemisferio cerebral izquierdo, esencialmente visual, en la medida que tiene la característica de concentrar una capacidad analítica y de pensamiento lineal, secuencial, clasificatorio, y matemático, sustentado en la geometría euclidiana que es lineal, de relación y de homogeneidad (McLuhan, M., Powers, B.R. 1996: 22-24). El hemisferio izquierdo centraliza la capacidad del habla, el oído y la escritura, mediando normativamente para la comprensión del mundo y la acción comunicativa.

    A nuestro criterio, si consideramos los fundamentos del pensamiento racional y de la ciencia occidental capitalista, en ellos predominan las tres Leyes Aristotélicas fundamentales, correspondientes a la Ley de la Identidad, la Ley de la No-Contradicción y la Ley del Tercero Excluso (Engels, F. 1961). Es decir, los fundamentos del pensamiento occidental no son evidentemente dialéc­ticos ni holísticos. Debe recordarse que las tres Leyes de la Dialéctica Hegeliana corresponden a la Ley de la Contradicción, la Ley de la Negación y la Ley del paso de lo Cuantitativo a lo Cualitativo, lo que impide, evidentemente todo pensamiento y análisis de la realidad de carácter lineal o concebir el cambio como lineal o geométrico.

    El pensamiento occidental racional tampoco ha sido holístico si consideramos el predominio de una ideología occidental clasista, machista, racista, antropocéntrica y anti-ecológica, configuración ideofactual que se internaliza masivamente, particularmente entre las clases media y alta, que son las que tienen acceso a la educación de elite y a la creatividad y producción científica, en el marco de la distribución diferencial del conocimiento. El hemisferio derecho es el campo de lo cualitativo, lo sincrónico, es decir de lo espacial-táctil y lo musical-acústico (McLuhan, M. y Powers, B.R. 1996:65), es holístico y en el se encuentra radicada la capacidad creativa (Bogen, J.E. y Bogen, G.M. 1969). Percibe la esencia de los objetos a través de la forma y el tacto en lugar de utilizar la clasificación, y analiza por configuración y por metáfora, de modo que los hemisferios izquierdo y derecho procesan la información en forma radicalmente distinta.

    McLuhan expone algunas conclusiones asociadas al estudio de R. Trotter respecto del dominio hemisférico en los esquimales Inuit (Trotter, R.J. 1976), señalando que en ellos predomina el hemisferio derecho sobre el izquierdo, a diferencia de los occidentales urbanos, donde predomina el hemisferio izquierdo. La exposición a los medios según McLuhan, fortalece al hemisferio derecho en la medida que se trata de información no-lineal, lo que desarrolla la capacidad acústica y la percepción espacial, la percepción simultánea y holística. En concreto nuestro medio universal de flujo electrónico, de un intercambio constante de información, favorece la preferencia sensorial del Hemisferio Derecho... (McLuhan, M., Powers, B.R. 1996:67).

    Sin embargo, el autor trata esta temática en el marco de el este se une con el oeste en los hemisferios, aludiendo a nuestro criterio indiscutiblemente al hecho de la unión del este y occidente, no solo en el marco de los hemis­ferios cerebrales, sino también con relación a los hemisferios terráqueos-políticos. Se sostiene en sus planteamientos que los hombres occidentales han desarrollado más su hemisferio cerebral izquierdo y que los esquimales, los orientales y latinoamericanos, más el hemisferio derecho, el que sustenta la capacidad creativa. Podríamos deducir de estos planteamientos que si los Chilenos y latinoamericanos desarrollamos más nuestro hemisferio izquierdo, nos habremos integrado al mundo global.

    En el marco de nuestras proposiciones, evidentemente el predominio del hemisferio izquierdo es propio de los actores sociales occidentales capita­listas urbanos, pero además, blancos, de sexo y género masculino y de clase social media y alta, en la medida que han internalizado la Cultura Occidental Racional Instrumental y manejan el poder económico y político. Deduc­tivamente, podemos sostener entonces, que a las mujeres, los indígenas, homosexuales asumidos y de closet, niños, jóvenes y ancianos, y a los marginales-marginalizados pobres, nos queda al parecer aún la posibilidad de ser creativos y revertir el sistema, en la medida que hemos carecido relativa o drásticamente de acceso a la distribución del conocimiento racional e instrumental weberiano, y en consecuencia aún nos caracterizamos, a nivel psicosocial, en el marco del predominio del hemisferio derecho.

    Sería necesario además que los medios (y la educación formal e informal), nos entreguen información que no racionalicemos en el hemisferio izquierdo, ya que todos sabemos que los medios se han mundializado y monopolizado, y entregan versiones oficiales de la verdad foucaultiana de los hechos, versión que no siempre es holística sino parcial, y fundamentalmente asociada, en términos de McLuhan a la racionalidad occidental.

    Sin embargo, es necesario considerar además, que esta versión oficial de la verdad corresponde más bien a los intereses de la elite del poder nacional conjuntamente a los intereses de la elite del poder mundial de las grandes transnacionales, estos últimos implicados en términos de Dieterich y Chomsky, en la configuración del nuevo Proto-Estado Mundial (Chomsky, N., Dieterich, H. 1996).

    Y esta es la otra dimensión del problema de la globalización. Desde nuestra perspectiva, los constructos correspondientes a economía-mundo, fábrica global, nueva visión internacional del trabajo, moneda global, hegemonía global, fin de la geografía, fin de la historia y capitalismo global, pueden ser ordenados desde el hemisferio derecho como es el fin de la historia porque la economía-mundo es la economía del mundo donde existe una nueva visión internacional del trabajo asociada a la emergencia de clases sociales mundiales, y a la percepción social de la inutilidad de los límites geográficos o el fin de la geografía y de los límites nacionales, donde existe una moneda global, dado que la hegemonía global se encuentra claramente definida, porque el capitalismo global es el capitalismo mundial transnacional que se ha instaurado aparentemente, por un muy largo tiempo.

    La principal dimensión de la globalización del mundo no es a nuestro criterio solo el sistema tecnológico de sistemas de información, telecomu­nicaciones... que han articulado el planeta en una red de flujos (Castells, M.1999:2), sino que justamente, lo que nos preocupa es la dimensión económica y política de la globalización de la cual Chile forma parte. La globalización económica, ha implicado la globalización de los mercados, pero por sobre todo, la globalización del sistema capitalista en cuanto a la producción y a la reproducción ampliada del capital. Es así como las fronteras nacionales carecen paulatinamente de viabilidad y se transforman más bien en tradiciones-utópicas de nacionalidades, que por el momento se aferran a la constitución relativa de bloques continentales.

    Lo que nos parece sustantivo es el hecho objetivo de que la pérdida de la viabilidad económica de las naciones aisladas, implica que las configuraciones de planteamientos teóricos y políticos asociados a la suspensión y corte de los lazos metropolitanos, como en la crisis del 30, y la transformación de la industrialización substitutiva por una industrialización pesada en los países tercermundistas latinoamericanos, como una forma de superar los lazos de dependencia, queda truncada, definitivamente. Incluso la construcción del socialismo en un solo país fracasó, tal como lo predijeron algunos teóricos con varias décadas de anticipación, lo que incluyó además la génesis de dictaduras de elites, tan perversas en sus consecuencias asociadas al control social, a la represión, y a la corrupción, como cualquier otra dictadura. Muchos derechos humanos han sido transgredidos basados en el intento de la construcción de sociedades más justas, por los que detentan finalmente el poder y se corrompen. Este fracaso obedece además y desde una perspectiva teórica, a la génesis y desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de producción establecidas, incluyendo las clases sociales estructuradas esta vez y crecientemente, a nivel mundial.

    Aún cuando estos planteamientos nacionalistas se manejaron en el contexto de algunas proposiciones de políticas económicas, tanto en el marco de la ideología política capitalista como socialista, la realidad objetivó finalmente los planteamientos de algunos de los teóricos que fueron considerados extremos en sus proposiciones, respecto de la mundialización de la economía. Tal es el caso de teóricos como Lenin y de Trotsky quienes pioneramente a principios del siglo XX y en la década del 30, respectivamente, señalaron el cambio substantivo del sistema capitalista, el que definitivamente había comenzado a adquirir una conformación global. Lenin desarrolla la proposición del imperialismo como fase superior del capitalismo, y da cuenta de la repartición del planeta en mercados económicos, de la consolidación creciente de la concentración de capital, y en consecuencia de monopolios industriales expresados en trusts y cartels así como de la creciente monopolización de los bancos y de la exportación de capital a inicios del siglo XX, hechos que entrelazan paulatina y definitivamente las economías del mundo.

    Se trata definitivamente de una civilización democrática-burguesa mundial, de un comercio mundial, y de una economía mundial (en términos de la CNN, Globo economía) que incluye la monopolización de la producción y del capital financiero. Para el autor, además de la monopolización, la característica fundamental del capitalismo moderno es la exportación de capital a los países atrasados y esta exportación de capital es posible por el hecho de que una serie de países atrasados se hayan ya incorporados a la circulación del capitalismo mundial... (Lenin, V.I. 1966:79), aunque podemos apreciar que países atrasados corresponde a un constructo equivocado. Trotsky por otra parte, coincide con Lenin en cuanto a la existencia del mercado mundial, la división internacional del trabajo y la indesmentible existencia de las fuerzas productivas mundiales, -entendiendo por ésta la capacidad de producir en base al desarrollo alcanzado por la ciencia y la tecnología aplicada- y la economía mundial, que necesariamente impiden el desarrollo del socialismo al interior de un solo país, como la Unión Soviética.

    Es necesario hacer hincapié en el hecho de que la monopolización a la que aluden estos teóricos, no es idéntica a la actual existencia de transna­cionales. Los monopolios a nuestro criterio se caracterizaron por mantener vínculos esencialmente nacionales y recurrentes entre las metrópolis matrices y sus colonias y neocolonias, así como con los países dependientes tercermundistas. Las transnacionales si bien en algunos casos tienen pertenencia a países originarios metropolitanos, crecientemente se constituyen con capitales propios de capitalistas sin patria, o al menos sin compromisos asociados a los estados nacionales.

    La creciente emergencia del capital golondrina, entendido como una característica más del capital transnacional, no se compromete con inversiones nacionales que permitan desarrollar su país de origen, o con inversiones que den empleo a sus connacionales –no solo por su falta de compromiso nacionalista–, sino porque en el marco de la globalización, necesaria y crecientemente se conforman transnacionales multinacionales. En la medida que las transnacionales cambian vía fibra óptica el lugar ecológico de las inversiones, se generan verdaderos bolsones de marginalidad en forma imprevista, incrementando la depauperización de la pobreza extrema, desarticulando más aún las economías nacionales tercermundistas, y cualquier posibilidad de poder predecir el futuro económico, a nivel nacional. Las transnacionales son empresas sin nacionalidad o nación de pertenencia, sin compromisos psicosociales o económicos nacionalistas por parte de los capitalistas, y la reproducción ampliada del capital les exige buscar y encontrar en cualquier parte del mundo, materia prima y mano de obra ojalá no-sindicali­zada, que les permita, en lo posible, generar ganancias basadas en una sobre-explotación humana y en un acceso irrestricto a las materias primas. Es un hecho que la mano de obra oriental resulta mucho más barata que la occidental, llegando a ser incluso el precio de una taza de arroz. Esta realidad necesariamente incrementa el tamaño de nuestros bolsones de pobreza y el lumpen proletariado en el tercer mundo occidental, y aumenta así la magnitud de la economía informal alternativa e ilegal. Una objetivación de lo que sostenemos la encontramos en la última crisis asiática (1999), donde la concentración del capital de las transnacionales generó una sobreacumulación de stock y una crisis de tal magnitud, que aún hoy vivimos sus efectos (Fazio, H. 1998).

    Por otra parte, la volatilidad del capital y el efecto del capital golondrina, asociado a los capitalistas nacionales que tienen la facultad de invertir fuera del país y sacar sus capitales así como los efectos de las inversiones de las transnacionales, que pueden ser tan esporádicas como volubles y situarse en cualquier parte del planeta en tiempos tan breves como los que permite la fibra óptica, crean una inestabilidad creciente del empleo en el tercermundo, especialmente para las clases más bajas de la población civil.

    Estas crisis junto a la volubilidad del capital transnacional, generan patéticos efectos en la necesidad de sobrevivencia de los pobres, los que se ven obligados a ingresar en la economía informal alternativa ilegal, teoría que elaboramos en 1999. Esta economía informal alternativa ilegal, es justamente la economía de los pobres y es complementaria a la economía neoliberal e integra los roles laborales de los ladrones-as, de los y las traficantes de drogas al minoreo, el comercio ambulante, el trabajo infantil y la prostitución infantil y juvenil.

    Con relación a la desviación social, dramáticamente son las pandillas juveniles poblacionales, correspondientes a los jóvenes pobres marginales, marginalizados en áreas ecológicas para pobres urbanos, y que no se integran al hampa, los que generan las mayores expresiones de la violencia en Chile. El efecto demostración de Duesenberry (Germani, G. 1981:135), la desesperanza aprendida, la internalización de la meta-éxito económico, la marginación total del sistema y la falta de acceso a la estructura de oportunidades, es decir la imposibilidad de incorporarse al sistema educacional y al trabajo remunerado, la revolución de género, y justamente las repercusiones de las crisis del sistema global capitalista y los capitales golondrinas, generan en ellos a nivel psicosocial altos grados de frustración-agresión, que se objetivizan definitivamente en violencia.

    Estas pandillas poblacionales terminan reventándose en psicotrópicos, y cometiendo delitos en sus propias poblaciones de pertenencia, asociados a una criminalidad no-utilitaria, pero de gran violencia delictual, como los cogoteos, los asaltos a taxistas, micros y buses, los robos con homicidio e incluso robos con violación (bajo los efectos de los psicotrópicos), para conseguir dinero y comprar más psicotrópicos o para apropiarse de ropas de marcas transnacionales y emular los estereotipos de los jóvenes de clase media y alta. Estos jóvenes carecen de la ética de los ladrones profesionales o ladrones-ladrones, y solo se guían por la ética de la violencia y el fatalismo.

    Paulatinamente se forma una constelación de conciencias colectivas críticas del sistema, que situadas en contraculturas y/o en subculturas emergentes contestarias, y aunque no suelen tener canales de expresión expeditos más allá de las subculturas y/o contraculturas de pertenencia, constituyen voces válidas al momento de analizar aspectos develadores de la ideología dominante, las que expondremos más adelante y que corresponden específicamente a las tribus urbanas. Desde esta perspectiva, una dimensión innegable del capitalismo global, tiene su expresión indiscutible en la globalización de la cultura y la estructura política capitalista. Sin embargo, dado que también se globalizan los problemas sociales, la conciencia colectiva de éstos se expresa crecientemente, en diversos movimientos sociales juveniles.

    Capítulo II

    Globalización de la cultura

    La Aldea Global, a nuestro criterio, en la efectiva difusión cultural del sistema globalizado del capitalismo, en todos los rincones del planeta. La modernidad informatizada se expresa formalmente a través de la interacción comunicativa virtual planetaria, y en la proliferación de medios impresos o factibles de imprimir, medios electrónicos y en la tecnología de punta de la informática. La información y la comunicación fluyen a través del planeta y permea de diversas formas y paulatinamente las redes culturales y societales más diversas, desde comunidades con economías de autosubsistencia, hasta las sub metrópolis del emergente sistema societal planetario transnacional.

    Si bien las clases sociales más bajas y el surplus de población habitualmente no acceden a Internet, realizan al menos el viaje en butaca (Lerner, D. 1974). En las poblaciones marginales ven televisión por cable (colgados), y muchos viajan desde los asientos de los clandestinos de licores y drogas, o desde las butacas de las cárceles. De hecho, radio, película y televisión constituyen el clímax de la evolución puesta en movimiento por Guttenberg. Los medios de masas abrieron a la gran masa de la humanidad el infinito universo vicario. Muchos millones de personas en el mundo fueron afectados directamente, y quizás más profundamente por los medios de comunicación que por las agencias de transporte. Obviando el desplazamiento físico del viaje, los medios acentuaron el desplazamiento psíquico de la experiencia vicaria. El universo imaginario, no solo envuelve más personas sino que los envuelve en diferentes ordenes de experiencia. Hay un mundo de diferencia, sabemos, entre un viaje en butaca y realmente estar ahí. La experiencia vicaria ocurre en diferentes condiciones... Además de su complejidad, que tiene que ver con el medio natural, la experiencia mediata exhibe la simplicidad del ambiente artificial construido por el comunicador creativo (Lerner, D. 1974:53).

    En este ámbito, es que efectivamente los medios de comunicación no solo difunden la información y la interpretación de los hechos sociales y ecoló­gico-naturales y el conocimiento considerado la verdad y lo verídico (la episteme foucaultiana), sino que además transmiten los valores vigentes y regentes, los estándares de comportamiento y los estereotipos humanos, así como también y sobre todo los estándares de consumo deseables (y necesarios para la autosustentación del sistema), homogeneizando paulatinamente las estructuras psicosociales valóricas, perceptivas, motivacionales y actitu­dinales, e incluso utilizando y modificando en grado desconocido, los sustratos instintuales de los seres humanos.

    A partir de los años 80, se concretiza una cuarta revolución industrial, la que se expresa socialmente en el uso masivo (en el tercermundo, de clase media y alta) de los computadores, y actualmente se vive la quinta revolución correspondiente a la de los multimedia, es decir de tecnología que permite utilizar distintos medios de comunicación e información en la computadora personal, ampliándose el mercado, al planeta. Mientras que las bases tecnológicas del cyberspace son la digitalización y los multi-media, su enorme potencial de indoctrinación radica en la capacidad de crear un mundo nuevo, propio y virtual (Dieterich, H. en Chomsky, N. Y Dieterich, H. 1996:128).

    Sin embargo, la informática no se encuentra simplemente constituida por el hardware y el software, ni por la difusión electrónica de los conocimien­tos, de la información y de los productos de mercado. Se encuentra constituida esencialmente por una concepción de mundo y actualmente, por una sola configuración ideológica dominante, indudablemente, la occidental y capitalista. Más allá de la incorporación de algunos conocimientos ancestrales del Oriente, como la medicina alternativa y la creencia en la reencarnación, el Karma, Darma y la Energía Universal (Reiki), insistimos que la penetración cultural del Occidente en el Oriente del planeta, es no solo substantiva sino además innegable, penetración que se asocia inextrincablemente a la mundia­lización de la economía. Es en este sentido que puede señalarse el hecho que el conocimiento y la información se convierten en valor de cambio, en mercancía que en la actualidad adquiere una de las fuentes de ganancias ampliadas más importantes para las transnacionales.

    Respecto del conocimiento, este ha dejado también de tener esencialmente valor de uso y se ha convertido, al igual que la información, en una mercan­cía con valor de cambio, que además tiene el valor agregado de poder o no ser comunicada, y en consecuencia, de formar parte o no de la información masiva y de la conciencia colectiva. En términos de Lyotard,...El saber será producido para ser vendido y será consumido para ser valorado en una nueva producción: en los dos casos, para ser cambiado. Deja de ser en sí mismo su propio fin, pierde su valor de uso...En su forma de mercancía informacional indispensable para la potencia productiva, el saber ya es y lo será aún más, un envite mayor, quizás el más importante, en la competencia mundial por el poder. Igual que los estados naciones se han peleado por dominar territorios, después para dominar la disposición de materias primas y mano de obra barata, es pensable que se peleen por el porvenir para dominar las informaciones (Lyotard, J.F. 1986:16).

    Es un hecho que en la actualidad la reproducción ampliada del capital ya no exige como antes conquistar territorios. Por medio de las tecnologías de la comunicación, es posible no solo trasladar capitales, sino también complejos procesos productivos a cualquier lugar del planeta, que incluyen necesaria­mente relaciones sociales de producción y formas específicas de interacción comunicativa, que llevan impregnada la concepción ideológica y el sentido de la vida del mundo occidental.

    A nivel ideológico, o de la proposición correcta y válida de la cultura, es decir, de la configuración de epistemes del mundo occidental, resulta también incuestionable el hecho de que las principales versiones de los hechos sociales, culturales, políticos, socio-económicos y ecológicos, son manejadas por las grandes transnacionales que monopolizan estas empresas de la información y del conocimiento en forma creciente, y que conforman paulatinamente un modelo de ser humano tanto a nivel psicosocial como estereo­típico y social, que se adapta al sistema, y que produce y consume al mismo tiempo. Las empresas de información que manejan el cyberspace, socializan al ser humano mediante la entrega de versiones oficiales de la verdad confirmadas por imágenes visuales y auditivas lógicas que son almacenadas en ambos hemisferios cerebrales pero especialmente en el cerebro izquierdo (normativo), mediante su vinculación a los mapas cognoscitivos conformados mediante la educación formal. Por esto la implantación y la difusión de la educación formal adquiere una prioridad radical, particularmente en los países tercermundistas, donde grandes contingentes humanos permanecen fuera del modernismo mental (Inkeles, A. 1966; Durán, F. 1978). Como señala Parsons, una sociedad que comparte los mismos valores, es una sociedad estable y en equilibrio, sin conflictos sociales y que no requiere por lo tanto emplear la fuerza del control social (Parsons, T. 1966). Son a nuestro criterio los valores los que orientan la interpretación de la R (realidad), en el marco de la verdad.

    La importancia de estas transnacionales de la información que se han apropiado del mercado de la comunicación en el cyberspace, es que son capaces de crear el ser humano adecuado por medio de la homogenización de valores, para que el sistema mundial se reproduzca, sin ser a futuro necesario el empleo de la fuerza del control social formal, que monopolizan los estados nacionales y el proto-estado mundial. Coincidiendo con Dieterich, y desde esta perspectiva, es que este autor señala que esto es un sueño del control ideológico, porque el nuevo mundo global se está creando una imagen de un puñado de empresas transnacionales, que operan lejos de cualquier control democrático de las mayorías que constituyen el objeto de su actividad (Dieterich, N. en Chomsky, N.; Dieterich, H. 1996:128). Sería necesario entonces llamar la atención de algunos empresarios nacionales y de los políticos y científicos que aún creen estar en un mundo donde predomina el libre mercado y el libre albedrío, respecto del poder y dominio (M. Weber) que manejan las actuales elites del poder del mundo (W. Mills), dueñas de las transnacionales informáticas y productoras de mercancías virtuales, y que ya conforman parte de las primeras estructuras de un nuevo gobierno mundial.

    Del mismo modo como el proletariado y el ejército de reserva es en la actualidad un proletariado respectivamente empleado, subempleado o cesante a nivel mundial, al cual acceden las transnacionales en forma indiferenciada en occidente o en oriente, también las clases medias burocráticas y científicas se convierten en potenciales trabajadores de este tipo de empresas transnacionales. Finalmente, los empresarios, como lo hemos señalado, dejan también los límites de las fronteras nacionales, constituyendo una elite empresarial mundial, y crecientemente una burguesía mundial esta vez, transnacional. Tenemos así a nuestro criterio, definitivamente una nueva estructura de clases sociales, esta vez, mundial. La etapa de las estructuras sociales nacionales y de los proyectos de desarrollo económico al interior de una nación aislada y autosuficiente, dejó hace tiempo de ser una posibilidad viable. Así se consolida definitivamente la estructura social mundial a la medida de las transnacionales, que adquiere una configuración planetaria, y conjuntamente se reconfiguran las culturas tradicionales que se integran definitivamente a la gran cultura moderna y post-moderna del planeta.

    Cultura, subculturas y algunos aspectos de la ideología

    Nos interesa revisar los constructos de cultura, subculturas, contracul­turas e ideologías. La ya clásica definición de Taylor, señala que cultura es todo ese complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y cualquiera otras capacidades y habilidades adquiridas por el hombre como miembro de una sociedad (Taylor, E. Vol. 1. 1871:1).

    Aún cuando esta definición es absolutamente machista y patriarcalista, y en consecuencia privilegia al hombre y en este sentido se enmarca en la ideología sexual y de género, resulta necesario explicitar que no considera y por lo tanto oculta y obnubila la ética y la normatividad de los procesos rólicos e interactivos institucionalizados y diferenciales, en base a los cuales las mujeres viven una situación de dominación y abuso de poder, de marginación del poder objetivo de cargos políticos y directivos, así como también, el hecho de que las mujeres han permanecido marginales del acceso a la estructura de oportunidades tanto con relación a la distribución del conocimiento, como en la tenencia y manejo de sus propios bienes económicos y acceso al mercado laboral remunerado. En síntesis, hemos permanecido cientos de años esencialmente imposibilitadas de participar en el poder económico y político.

    En Chile, la Constitución política de 1980, en el Artículo 1º, señala que los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos, sin considerar la existencia de las mujeres, que constituyen el 52% de la población a nivel nacional y mundial. Sólo recientemente la Constitución política, incorpora correcciones que sustituyen en el inciso primero del Artículo 1º de la Constitución política, la expresión "los hombres", por las personas (Diario Oficial de la República de Chile. 16. 06. 1999). Se agrega además al final del párrafo primero del Nº 2 del Artículo 19, que señalaba La igualdad ante la ley. En Chile no hay persona ni grupos privilegiados. En Chile no hay esclavos y el que pise su territorio, queda libre, al que se le agrega (menos mal), la oración explícita de que Hombres y mujeres son iguales ante la ley. (Artículo 19 Constitución política 1980; 9 de Junio de 1999. Diario Oficial de la República de Chile. 16.06.1999).

    Sólo recientemente, en el Código Civil (1996:315 Artículo 1447), las mujeres quedamos eliminadas de entre la enumeración de los incapaces, aunque aún persisten los graves problemas del machismo, y del ejercicio del poder y la dominación económica, asociados al Artículo 1749, en el cual se señala tanto en el Código Civil de 1987 como en 1996, que el marido es jefe de la sociedad conyugal y como tal administra los bienes sociales y los de su mujer... (Código Civil 1987:413 y Código Civil 1996:415. Artículo 1749).

    La definición tradicional de cultura, no reconoce que al menos 10% de la humanidad es homosexual (elfaro.net; Masters, W.H.; Johnson, V.E.; Colodny, R.C. 1988) fuera del closet. En Octubre de 1999 hemos llegado a ser 6000 millones de seres humanos sobre el planeta, de modo que una definición tradicional de cultura, margina al menos un total de 600 millones de seres humanos de sexo masculino con orientación sexual homosexual (6%) y a un (4%) de mujeres homosexuales con orientación sexual lésbica. A esto debe sumarse un total de al menos 10% más de seres humanos que no logran asumirse como homosexuales a pesar de serlo, más un porcentaje importante de bi-sexuales, e incluso de trisexuales (Las Ultimas Noticias. 23 Junio, 2005). La ley en Chile incluso penalizaba la sodomía entre adultos. Es necesario reconocer sin embargo, que es probable que el porcentaje de lesbianas sea mayor, ya que es un área temática menos estudiada. Aparentemente resulta más conflictivo para el poder patriarcal científico, que los hombres sean homosexuales gay o afeminados.

    Más aún, debemos destacar que al menos en el tercermundo, particularmente en este caso en América Latina, contamos con razas y etnias autóctonas cuyas estructuras sociales y culturales, si bien han sido paulatinamente permeadas por la cultura dominante (e incluso exterminadas como en el caso Chileno de los Onas), aún millones de seres humanos latinoamericanos conservan sus culturas autóctonas pre-hispánicas y pre-portuguesas como los Mapuche, Aymarás, y como la multiplicidad de etnias indígenas existentes en Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela, Brasil etc. En la actualidad y a inicios del siglo XXI, resurgen con fuerza numerosos movimientos sociales indígenas que luchan por conservar su identidad y recuperar sus territorios. Es en este sentido, que la definición de cultura requiere incluir además, la existencia de culturas dominadas, particularmente en el tercer mundo. Contiene obviamente, el dispositivo de una ideología racial y étnica. Por otra parte, las definiciones clásicas, tampoco incluyen el hecho de que en nuestra sociedad, existe un acceso diferencial a la estructura educacional y a la estructura ocupacional, y que esta diferenciación se asocia a las categorías y a las clases sociales, en cuanto al acceso a la estructura cultural de elite, a la distribución social del conocimiento, a la administración del poder económico y político y a la estructura social de los sociocéntricos. Oculta el hecho que las relaciones sociales de producción generan desigualdades sociales en cuanto a la supervivencia, la calidad y el estilo de vida, así como en la participación en la cultura de elite. En este sentido, la definición tradicional funcionalista de cultura, contiene también el sesgo de la ideología de clases.

    Consideramos además relevante destacar que a nuestro criterio, los niños y jóvenes también constituyen categorías sociales marginalizadas, particularmente en el sistema capitalista, lo que demostraremos empíricamente en el transcurso de este trabajo. El maltrato y abuso infantil se encuentra en proceso de investigación empírica solo recientemente. Las altas tasas de niños hospitalizados por maltrato, los Abusos y Violaciones Sexuales e Infanticidios de que son objeto en Chile y en otros contextos latinoamericanos y del mundo, han pasado a ser materia de prevención por parte de la UNICEF. Por otra parte, los jóvenes menores de 18 años, presentan altas tasas de violencia, delincuencia, desviación y reclusión, y carecen en la actualidad de medios válidos de participación comunicativa-societal y política. Son víctimas además de detención por sospecha. Finalmente, el mundo social de los ancianos, nos resulta particularmente desconocido. Sin embargo, existen algunos datos que indican que al menos 47% de los ancianos son maltratados por sus propios hijos y en la actualidad, una alta proporción de ellos es abandonado en casas de ancianos y/o en la calle. Estos ancianos son frecuentemente víctimas de maltrato físico, psicológico y económico, siendo despojados de sus bienes raíces y pensiones de vejez. Es en este plano que proponemos la existencia de una ideología de intervalos etarios, ideología que comienza recién a constatarse empíricamente.

    Desconoce también el hecho de que los procesos rólicos e interactivos propios de las subculturas diferenciales, se normativizan en base a las instituciones sociales que justifican el uso y abuso del poder y la dominación por parte de categorías sociales mayoritarias (que detentan el poder), lo que implica la existencia de una configuración ideológica. Aún cuando las definiciones clásicas de cultura no consideran la configuración ideológica compuesta a nuestro criterio por las ideología de clase, ideología de sexo-género y orientación sexual, ideología de raza y/o etnia, y por la ideología de intervalos etarios (Cooper Mayr, D. 2004), podemos deducir que cultura es todo lo aprendido socialmente, pero no necesariamente todo lo posible de aprender, por todas las distintas categorías de actores sociales, como miembros de una sociedad.

    La cultura es en general definida como compuesta por aspectos no-materiales y materiales, es decir por elementos ideofactuales y manufacturales. Los aspectos Ideofacturales corresponden esencialmente a los contenidos del comportamiento mental, e incluyen a nuestro criterio al menos valores y afecti­vi­dades, formas de percepción social e interpersonal, motivaciones y metas sociales, actitudes frente a objetos sociales y no-sociales, creencias religiosas, conocimientos vulgares y/o científicos, mitos, prejuicios, identificación de estereotipos y atribuciones de causalidad, que en términos de una configu­ación, según sexo, clase social, etnia, edad y situación ecológico-económica, en el marco de una cultura, subcultura y contracultura específica, conforman en los actores sociales el sentido de la vida, enmarcado en las ideologías dominantes que constituyen la ideología matriz de una determinada formación social. Las manufacturas, han sido definidas en el marco de la ideología machista, como todo lo que ha hecho y hace el hombre a partir de la transfor­mación de la naturaleza, incluyendo la materia prima natural, los compuestos físico-químicos artificiales o no-naturales y la hecatombe ecológica. Cabe destacar que a nuestro criterio cada cultura, subcultura y/o contracultura posee manufacturas que les son propias o preferentemente propias, y que muchas de ellas en la actualidad, cubren los mercados del planeta, traspasando las barreras culturales nacionales, incluyendo las manufacturas superfluas y las modas, que generan un consumo innecesario indoctrinado, contribuyendo a la reproducción ampliada del capital.

    Son finalmente los contenidos ideofacturales, crecientemente globales, los que otorgan la capacidad de decodificar las manufacturas, de otorgarles sentido y de integrarlas también como parte del estereotipo personal, de la configuración de estereotipos sociales y de los planes de vida. Desde la perspectiva de la cultura normativa, se hace referencia a un sistema de normas de conducta física y mental incluyendo esencialmente los valores, usos, costumbres, tradiciones, instituciones y leyes. Se obvia sin embargo la socialización diferencial asociada a la subcultura de la pobreza y a las necesidades de consumo básico, así como aquellas relacionadas con el consumismo desenfrenado y artificial de las otras clases sociales. Estas normativas adquieren validez y compromiso afectivo-emocional en la medida en que los sujetos son incluidos en los sistemas de socialización formal, informal y de los medios. Las instituciones sociales, como sistemas organizados de reglamentaciones normativas de los juegos de roles y de las relaciones sociales e interacciones sociales, incluyen estos valores y los elementos normativos que los reglamentan. Entre las definiciones funcionalistas clásicas de instituciones sociales, destacan las siguientes. Una institución es un sistema de pautas sociales relativamente permanente y organizado, que formula ciertas conductas sancionadas y unificadas, con el propósito de satisfacer y responder a las necesidades básicas de la sociedad (Cohen, B.J. 1980). Toda sociedad presenta al menos cinco instituciones sociales básicas: la institución familiar, la institución religiosa, institución económica, institución política e institución educacional, aunque en la actualidad se han agregado la institución social militar y la institución social recreacional.

    Según Cohen, entre sus principales características, destacan (1) Cada institución tiene como objetivo principal la satisfacción de necesidades sociales específicas; (2) las instituciones sociales formulan los valores fundamentales que comparten sus miembros; (3) las instituciones son relativamente permanentes, en el sentido que los patrones de conducta establecidos dentro de las instituciones de una cultura dada, se convierten en parte de su tradición; (4) las bases sociales de las instituciones son tan amplias, que sus actividades ocupan un lugar central dentro de la sociedad. Un cambio drástico en una institución puede producir cambios importantes en las demás. (5) Si bien todas las instituciones son interdependientes dentro de una sociedad, cada una está altamente estructurada y organizada alrededor de un conjunto esperado de normas, valores y pautas de comportamiento; (6) los ideales de una institución social son generalmente aceptados por la gran mayoría de los miembros de una sociedad, participen estos o no en las actividades de una institución. (Cohen, B.J. 1980:72-73).

    La diferencia fundamental con el paradigma crítico es que en éste la institución económica o infraestructura, así como el aparato jurídico político o institución política son las que adquieren relevancia analítica, y relevan­cia teórica nodular. Autores como Establet, intentan destacar la importancia de la institución económica y de la estructura económica o infraestructura, definiendo cultura como la producción de fenómenos que contribuyen, mediante la representación o reelaboración simbólica de las estructuras materiales, a comprender, reproducir o transformar el sistema social, es decir todas las prácticas e instituciones dedicadas a la administración, renovación y reestructuración del sentido (Establet, R. en García Canclini, R. 1986:41).

    Es en este marco, a nuestro criterio, que las instituciones sociales constituyen configuraciones de valores y normas, que se objetivizan en procesos específicos de juegos de roles y en procesos interactivos sociales, en el marco de una cultura, subcultura y contracultura e ideología matriz, así como en una formación social específica y modo de producción, conllevando en sus estructuras, la mantención del sistema en equilibrio y sin conflictos que no puedan resolverse ni superarse como lo sostiene Parsons, constituyéndose las instituciones económica y política en las más relevantes para todo análisis macro y micro societal.

    En este plano, debemos señalar que las definiciones habituales de institu­ciones sociales, obnubilan, ocultan y no incluyen el hecho ni la advertencia, de que estas presentan valores, normatividades y leyes substantivamente distintas, para las distintas categorías sociales específicamente hombres, muje­res, homosexuales, menores, jóvenes, adultos, ancianos, indígenas y clases sociales, implicadas en la economía, la política, la educación, la familia y la religión, a nivel de la micro-física del poder (Foucault, M.) y de los diversos tipos de dominación, microfísica que se expresa en los procesos rólicos e interactivos simbólicos, entre estas distintas categorías sociales, en términos de procesos interactivos intra o inter-subculturales y/o contraculturales, que constituyen paulatinamente una macro-física del poder, desigual, clasista, machista, racista, etc.

    Sostenemos que en estas instituciones sociales (funcionalistas), la participación de las mujeres, de los indígenas, la de los homosexuales (asumidos) y la de los niños, jóvenes y ancianos, es esencialmente diferencial y marginal a la situación sociocéntrica masculina heterosexual (formal), de clase media y alta, adultos y preferentemente blancos, persistiendo desigualdades fundamentales, a nivel de todas las clases sociales y muy particularmente, respecto de las formas de participación rólica e interactiva en el acceso a la estructura del poder económico y político entre varones y mujeres. Estas desigualdades substantivas se expresan en la microfísica del poder y la dominación ejercida en los procesos rólicos e interactivos, preferentemente por los actores sociales de sexo masculino, donde el poder y la dominación se encuentra fundamentada en el manejo privilegiado del poder económico y político, constituyendo parte esencial de la macrofísica del poder.

    Es en este sentido que nos parece importante construir el constructo de cultura global y nacional o restringida, partiendo de la base que en primer lugar toda cultura contiene una configuración de culturas dominadas, de sub­culturas y contraculturas, enmarcadas en una ideología compleja y compuesta al menos en el sistema capitalista occidental, por la ideología de clase, la ideología de sexo, género y orientación sexual, la ideología de raza y/o etnia, la ideología de intervalos etarios, y la ideología transnacional del desarrollo. Respecto de la ideología de intervalos etarios, resulta indiscutible además, en la actualidad, que los niños y los jóvenes son privados de una serie de derechos humanos, los cuales han sido solo recientemente reconocidos a nivel del discurso simbólico por las N.U. Es necesario destacar que sin embargo, no todas las ideologías señaladas tienen la misma relevancia en las diferentes formaciones sociales, en cuanto a la normatividad asociada al manejo del poder y de la dominación.

    Por otra parte, es también importante hacer hincapié que la ideología imperialista y actualmente además transnacional, se asocia a la ideología de clases, esta vez a nivel mundial y que las consecuencias de sus planteamientos asociados al paradigma del desarrollo así como a su práctica, implican seguir desconociendo a nivel político-económico y de la ciudadanía, que nuestros índices del PIB en términos constitutivos, contienen una base de exportación de productos primarios innegables, asociados a una estructura económica dependiente, con el resultado de una imposibilidad real de generar desarrollo substantivo.

    Resulta a esta altura imprescindible agregar la ideología antropocéntrica, que ha situado al hombre como eje de la historia, del planeta e incluso del universo, la que incluye una ideología anti-ecológica, con las consecuencias actuales de destrucción del equilibrio ecológico, y que ha sido capaz incluso de alterar la herencia genética de las especies, que con tanto cuidado y veneración describió Darwin Ch. (Darwin, Ch. 1910), entre cuyas objetivaciones destacan los OGN u organismos genéticamente alterados y los clones en la agro-industria y potencialmente en el ser humano.

    Toda cultura nacional en una sociedad relativamente urbanizada e industrial, es compleja, y se complejiza crecientemente en la actualidad, dadas las migraciones rural-urbanas y las migraciones internacionales, incluyendo aquellas asociadas al tercer mundo, que en la actualidad conforman los bolso­nes de pobreza del cuarto mundo en Europa y en los países metropolitanos y hegemónicos en general, especialmente en los Estados Unidos. Las sociedades nacionales desarrolladas y las dependientes o economías emergentes del mundo capitalista, que en la actualidad constituyen sub-sociedades de una configuración que estructura la sociedad mundial, presenta una cultura matriz compleja o matriz occidental, conformada por una configuración de culturas, subculturas y algunas contraculturas. Esta cultura matriz, presenta necesariamente un núcleo de universales correspondientes a valores (crecien­temente, los del sistema capitalista metropolitano), habitualmente reconocidos y practicados por la mayor parte de los actores sociales adaptados al sistema, pero no necesariamente asumidos como rectores por los integrantes de las subculturas marginales o contestatarias, y/o contraculturas, por lo que suelen ser marginados, marginalizados y estigmatizados.

    A nuestro criterio una cultura nacional se constituye crecientemente en parte de la cultura global y se compone de una configuración de subculturas, de algunas culturas dominadas e incluso de algunas contraculturas, estas últimas con grado variable de conflictividad con relación al status quo y al equili­brio del sistema. Los valores universales de una cultura en el marco del relativismo cultural, constituyen elementos psicosociales rectores de la conducta mental y social rólica e interactiva, en la medida que poseen raigambre afectiva y emocional, adquirida mediante una socialización esencialmente conductista, en base a reforzadores. Los universales sufren sin embargo algunas variaciones de relevancia a nivel psicosocial, variaciones que oscilan desde la aceptación de un universal cualquiera a nivel subcultural, hasta su rechazo contracultural. En el tercer mundo occidental y crecientemente en el oriental sin embargo, la cultura global capitalista, entrega e impone en forma cada vez más drásticamente, sus propias versiones civilizadoras.

    En términos clásicos se ha definido subcultura como... pautas de conducta agrupadas que se relacionan con la cultura general de la sociedad y que sin embargo se distinguen de ella (Horton, P.B.;Hunt, Ch.L.1980:67). Cohen define subcultura como ... un grupo más pequeño que una sociedad y se relaciona con la cultura más amplia en el sentido de que acepta varias de las normas de ésta; Pero la subcultura también se diferencia por tener algunas normas que les son propias (Cohen B.J. 1979:26).

    En términos críticos, estas definiciones de subcultura, omiten el hecho que los procesos interactivos y comunicativos sociales que objetivizan la normati­vidad de la conducta, no son de carácter homogéneo o igualitario, sino que son esencialmente constitutivos de diferencias psicosociales, estereo­típicas, rólicas e interactivas-comunicacionales, que contienen en si mismas signos, símbolos y claves con efecto de halo, respecto del acceso al potencial manejo del poder y la dominación diferencial al interior de los principales tipos de interacciones sociales, definidos por las ideologías contenidas en las instituciones sociales, relevantes para el sistema, y que permean las subculturas.

    Desde esta perspectiva, las definiciones clásicas de subcultura, ocultan las relaciones de poder y dominación generadas por las variables de base de trascendencia. A nuestro criterio, ocurre que a partir de una percepción social ingenua gestáltica, todos los actores sociales son indoctrinados respecto al hecho falso, de que aprendemos por medio de la socialización las mismas normatividades, cuando ya muchas investigaciones científicas acusan de que esto definitivamente no es así. En el marco de este análisis, sostenemos que las subculturas constituyen una configuración que se caracteriza por integrar una cultura nacional particular, en el marco del relativismo cultural y de la constelación de culturas humanas, asociadas en diferentes grados a la cultura global rectora occidental y capitalista.

    Las subculturas se estructuran a partir de variables de base y de cúspide, de relevancia cultural, social, económica y política, asociadas directamente a la configuración ideológica, que reglamenta el comportamiento diferencial de los actores sociales según categoría y clase social, integrantes de una cultura específica y que interactúan en la estructura social, tal como lo definen las instituciones sociales. Son las ideologías relevantes en el marco del sistema capitalista metropolitano y tercermundista correspondientes a la ideología de clase, a la de sexo-género y orientación sexual, a la ideología de etnia-raza, a la de intervalos etarios, a la ideología transnacional del desarrollo, a la antropo­céntrica y a la ideología ecológica, las que reifican la existencia de subculturas según clases sociales y estratos, subculturas según sexo-género y orientación sexual, subculturas según pertenencia ecológica, culturas y/o subculturas dominadas y/o marginadas al interior de una cultura hegemónica según etnia y raza, y subculturas según intervalos etarios. Finalmente incluimos la emergente subcultura ecológica, propia de los movimientos ecologistas y la emergencia de las contraculturas.

    Sostenemos que las subculturas se consolidan y reifican a partir de una configuración ideológica y de las diferenciaciones establecidas por ellas, las que se etiologizan y afianzan en los procesos de dominación y del ejercicio del poder y que se objetivizan en los dispositivos foucaultianos que adquieren la categoría de ideologías, en la medida que son parte de la conciencia colectiva ingenua, las que son impuestas por los procesos de socialización, reificando tanto la estructura cultural total, como la estructura social correspondiente.

    El dispositivo foucaultiano es un conjunto decididamente heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, en resumen, los elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho. El dispositivo es la red que puede establecerse entre estos elementos. En segundo lugar, lo que querría situar en el dispositivo es precisamente la naturaleza del vínculo que puede existir entre estos elementos heterogéneos. Así pues, ese discurso puede aparecer bien como programa de una institución, bien por el contrario como un elemento que permite justificar y ocultar una práctica, darle acceso a un campo nuevo de racionalidad. Resumiendo, entre estos elementos, discursivos o no, existe como un juego de los cambios de posición de las modificaciones de funciones que pueden estas también ser muy diferentes. En tercer lugar, por dispositivos entiendo una especie de formación que en un momento histórico dado tuvo como función mayor la de responder a una urgencia. El dispositivo tiene pues una posición estratégica dominante... El dispositivo se halla siempre inscrito en una juego de poder, pero siempre ligado a uno de los bornes del saber, que nacen de él pero, asimismo lo condicionan. El dispositivo es esto: unas estrategias de relaciones de fuerza soportando unos tipos de saber y soportados por ellos. (Foucault, M. 1985:128-129).

    Por otra parte la diferencia específica entre dispositivo y episteme, es para Foucault la siguiente: Lo que llamo dispositivo es un caso mucho más general de la episteme. La episteme es un dispositivo específicamente discur­sivo... Definiría la episteme dando un rodeo, como el dispositivo estratégico que permite escoger entre todos los enunciados posibles, los que van a ser aceptables en el interior, no digo de una teoría científica sino de un campo de cientificidad, y de los que se podrá decir: este es verdadero o falso. El dispositivo permite separar no lo verdadero de lo falso, sino lo incalificable cien­tí­fi­camente, de lo calificable (Foucault, M. 1985:131)

    Respecto de la microfísica del poder foucaultiana, el autor afirma que El poder es algo que no existe. El poder en realidad son unas relaciones, un conjunto más o menos coordinado de relaciones... Si tratamos de edificar una teoría del poder, nos veremos siempre obligados a considerarlo como surgiendo de un punto y en un momento dado... De un modo general, pienso que más bien hace falta ver como las grandes estrategias de poder se incrustan, encuentran sus condiciones de ejercicio en las micro-relaciones de poder... En la medida en que las relaciones de poder son unas relaciones de fuerza desigualitaria y relativamente estabilizada, resulta evidente que esto implica un de arriba abajo, una diferencia de potencial... para que haya movimiento de arriba abajo, es necesario que haya una capilaridad de arriba abajo... Todo el poder, ya sea de arriba abajo o de abajo arriba, y cualquiera sea el nivel en que se le considere, se halla representando de un modo más o menos constante en las sociedades occidentales, bajo una forma negativa, es decir, jurídica. Lo propio de nuestras sociedades occidentales es que el lenguaje del poder sea el Derecho y no la magia o la religión, etc. (Foucault, M. 1985:131-135).

    La configuración ideológica, conforma parte indiscutible de las instituciones sociales, es más, constituye la estructura institucional-ideologizada, que se plasma en la estructura social. La estructura social está compuesta por actores sociales que han aprendido al interior de cada subcultura, los comportamientos mentales y físicos adecuados al tipo de formación social y modo de producción. En síntesis, sostenemos que las instituciones sociales son valores y normatividades que rigen la conducta humana, valores y normas que contienen una configuración ideológica institucionalizada, que impregna las subculturas diferenciales a nivel ideofactural y que permite percibir socialmente en forma ingenua que las diferencias sociales rólicas e interactivas, son normales y justas.

    Las subculturas femenina, masculina, homosexual, no-indígena, indígena, de clase baja, media y alta, las subculturas adulta, juvenil, infantil, etc., se constituyen a partir de ideofacturas y manufacturas que les son propias y que se encuentran institucionalizadas, que les otorgan autoidentidad, autoconcepto y autovaloración, y que son aprendidas y compartidas diferencialmente en cada categoría social a nivel subcultural, en procesos de socialización así como en los procesos sociales experienciales, rólicos e interactivos.

    Lo que no se explicita es que cada subcultura está compuesta por una

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