You are on page 1of 44

PSICOLOGÍA EVOLUTIVA ADOLESCENCIA. CÁT.

I
PROF. TITULAR REGULAR:
LIC. MARTA PICCINI VEGA

TEMAS DE ADOLESCENCIA
CUADERNO 2
¨Fallas en la constitución de la subjetividad.
Sus manifestaciones en la adolescencia¨

Índice

! " #
$ % & & " ' (

) $
* * +
,
$ % &- , & . / 0& 1 0 0&
- .2 .0 0 !3

( ' ,
$ % &1 4 # !)

0
5 # 6 ,

4 ))

1
Prólogo
Marta Piccini Vega y Mabel Belçaguy
Compiladoras

La presente publicación reúne una serie de trabajos de un grupo de docentes


de la Cátedra I de Psicología Evolutiva: Adolescencia y refleja nuestro interés de seguir
avanzando en el campo del Psicoanálisis con adolescentes.
En 2002, se editó el Cuaderno 1 de “Temas de Adolescencia”, cuyo título fue
“Vicisitudes del erotismo en la adolescencia actual”. En esta oportunidad, nos centramos
en otra problemática de nuestros días que, de acuerdo a lo que observamos en nuestra
práctica clínica, es acuciante y nos exige profundizar en la comprensión teórica tanto
como en la búsqueda de recursos para intervenir con eficacia.
Nos referimos a una serie de manifestaciones que tienen en común la
sustitución de un contenido psíquico (angustia, conflicto, tristeza) por una acción, que
intenta ser resolutiva y culmina, por lo general, en un fracaso. Son situaciones en las que
la mentalización o la simbolización son insuficientes y se desencadena una actuación,
impulsiva y con escasa anticipación de las consecuencias, que por lo común pone en
peligro al sujeto y en ocasiones, también a quienes lo rodean.
Los artículos que hemos compilado en este Cuaderno, se refieren a
adolescentes que practican modificaciones de su piel a través de técnicas que producen
marcas permanentes; a otros que operan también sobre sus cuerpos, manipulando o
haciendo cesar la ingesta de alimentos. Por último, otros trabajos abordan la temática de
los adolescentes violentos o víctimas de violencia.
Más allá de las diferencias entre estas diferentes manifestaciones, todos estos
adolescentes presentan, en mayor o menor grado, alteraciones en la constitución de su
subjetividad. Y todos los trabajos contenidos en esta publicación reflejan el interés por
conocerlas y transmitir los hallazgos que proceden del estudio de la teoría psicoanalítica
así como del campo de la investigación y de la clínica.
Es nuestro deseo que resulte de interés para nuestros alumnos y los colegas
interesados en el tema.

2
En esta ocasión, queremos destacar especialmente la labor docente de la Dra.
Susana E. Quiroga, quien fue por tantos años Profesora Titular de esta cátedra y abrió
nuevos rumbos en el campo de la investigación y comprensión de la adolescencia y que,
recientemente, ha sido distinguida por la Universidad de Buenos Aires con el título de
Profesora Consulta de la Facultad de Psicología.
Desde esta honorífica posición académica, seguirá coordinando la actividad de
Extensión, dentro del Subprograma de Psicología Clínica para Adolescentes (subsede
Avellaneda), con la misma dedicación y solvencia que caracterizaron siempre su ejercicio
profesional.

Septiembre de 2003

3
Adolescencia. Las marcas en el cuerpo1
Susana E. Quiroga, Marta P.Vega, Mabel N. Belçaguy y Alicia Farro

Resumen

Este trabajo describe las prácticas más frecuentes de modificación permanente del cuerpo entre la
población adolescente en nuestro medio: los tatuajes y perforaciones.
Se enfoca el tema desde el punto de vista antropológico, psicosocial y psicoanalítico y se lo articula con
la problemática adolescente vinculada a los cambios corporales y los procesos de duelo.
Se encuentra que, en muchos casos, las inscripciones en el cuerpo tienen por finalidad la búsqueda de
una marca identificatoria que permita otorgarse y exhibir ante los demás un ser consistente. Pero la constitución
de la subjetividad tiene otro origen, por lo tanto, el intento de sustituirla a través de un acto resulta, por lo
general, fallido.

Introducción
En marzo de 1987, el libro Guiness de los récords2 incluyó a Tom Leppard, un soldado
retirado que vive en Escocia, como el hombre más tatuado del mundo, con el 99,9% de su
cuerpo cubierto con el diseño de una piel de leopardo. Las únicas partes exceptuadas son el
interior de sus orejas y la piel entre los dedos de sus pies.
Matt Brown, de 21 años, ingresó al libro como la persona que más piercings se colocó
en un mismo día, en Omaha, Nebraska: 171 aritos por todo el cuerpo.
También una mujer, Elaine Davidson, escocesa, batió un record en agosto de 2001,
por la cantidad de aros colocados en su cuerpo: 720, de los cuales 192 se encuentran en su
cara.
El argentino más tatuado se llama Alberto Fornés, tiene 45 años y más de 1.400
dibujos grabados por todo su cuerpo. Desde octubre de 1992, cuando se hizo su primer
tatuaje, se puso como objetivo agregarse uno por mes con la finalidad de "llegar al libro
Guiness"3 .
Taida Lebon, ‘performer’ sadomasoquista, hijo de David, comenzó a tatuarse a los 12
años y continuó con innumerables dibujos y palabras por todo su cuerpo. Su última
adquisición fue un ‘pocketing’, una barrita de acero de 15 centímetros de largo, insertada en
la zona del tríceps, para enganchar una cadena directamente a su brazo. “Lo voy a usar para
mis shows eróticos. Después me pongo otra barrita en el otro brazo y paso la cadena por
atrás para que me tiren como a un perrito”4.
Estos son algunos ejemplos extremos de transformación voluntaria del cuerpo,
prácticas que tradicionalmente estuvieron asociadas a ciertos ritos, oficios, extravagancia o
marginalidad. Sin embargo, en los últimos años se hicieron de uso frecuente en la población
adolescente.
Hacia fines del año pasado los medios de comunicación informaron que más de cien
alumnos de escuelas estatales del departamento de General Alvear, al sur de la provincia de
Mendoza, presentaban cortes en manos, brazos y piernas. Lo llamaban "el juego de

1
Este trabajo fue realizado con aportes de bibliografía y entrevistas tomadas por los alumnos de las Comisiones de Trabajos
Prácticos 5 y 6, de la Cátedra I de Psicología Evolutiva: Adolescencia, Facultad de Psicología, UBA (Titular: Dra. Susana
E. Quiroga), durante el primer y segundo cuatrimestre de 2002 y primero de 2003, cuya docente es la licenciada Alicia R.
Farro.
2
http://www.guinnessworldrecords.com/ Ver: En "Human body", la sección "Extreme bodies".
3
Lamazares, S.: "Tatuajes: una marca eterna que ya trasciende edades y clases sociales". Diario Clarín, 30/3/2003, pag.
47.
4
"Poniendo el cuerpo". Diario Clarín, Suplemento Joven, 19/4/2002, pag. 2.

4
Tumberos", con el que se desafiaban unos a otros para medir el grado de resistencia ante el
dolor. Estas escuelas están rodeadas de barrios carenciados y la mayoría de los chicos
involucrados tenían entre 9 y 12 años. Se efectuaban entre sí cortes y raspones con las
uñas, navajitas o trinchetas, imitando a los presidiarios de la mencionada serie de televisión;
luego medían los cortes con una regla: el que tenía los cortes más largos "era el más
valiente" o "el más macho"5.
Otro juego, el del "abecedario", formaba parte de este ritual. "Hay que decir
rápidamente palabras con la letra que te toca; si te demorás, el tajo es más grande y si te
equivocás, te pegan"(Sergio, 10 años).6
A comienzos de este año, la revista Para Ti, publicó un artículo sobre la moda entre
los adolescentes, varones y mujeres, de escuelas secundarias privadas con una población
perteneciente a un estrato socio-económico alto, de grabar en su piel las iniciales de sus
parejas con cabezas de fósforos, clavos o biromes 7. El método más usual consiste en raspar
la piel hasta quitar las capas superficiales y causar una lastimadura leve que después de
unos días cicatriza y deja una marca nítida y visible.
Otro fenómeno que guarda conexión con los anteriores, es el auge de las cirugías
estéticas en las adolescentes, entre los 15 y los 18 años. De acuerdo al testimonio de los
especialistas consultados, los cirujanos plásticos Andrés Dimopulos, Horacio García y Garza,
Juan Albertengo y Manuel Viñal, la edad de consulta ha ido bajando y los pedidos se
duplican año a año. Los más frecuentes son la corrección de la nariz, las lipoaspiraciones y
las cirugías de mamas, tanto para agrandar como para achicar el busto 8.
Como se desprende de lo dicho, la magnitud del fenómeno en nuestro país atraviesa
las diferentes fases de la adolescencia, así como los diversos estratos socio-económicos.
Todas estas observaciones, así como las procedentes de nuestra práctica clínica, nos
llevaron a iniciar una investigación que partiendo de la descripción de los observables, nos
permitiera formular algunas hipótesis sobre la articulación entre los procesos psíquicos
inherentes a la adolescencia y las prácticas que durante este período toman como objeto al
cuerpo.

Distintas prácticas de modificación del cuerpo


El ‘body mod’, forma actual de referirse a las prácticas autoplásticas que toman como
objeto al cuerpo, ha ido adoptando, con el transcurso del tiempo, distintas expresiones. Si
bien difieren en cuanto a la mayor o menor violencia ejercida sobre el cuerpo, todas tienen en
común dejar en la piel una impronta indeleble.
El tatuaje es la más frecuente y extendida y consiste en introducir pigmentos o
tinturas en capas profundas de la epidermis o en plena dermis, a través de punciones de al
menos dos milímetros, realizadas con una aguja u otros elementos, a la par que se dibuja el
diseño elegido. Las figuras realizadas son visibles a través de la piel y permanentes
(Swerdlow, M., 2002).
En la actualidad, los cultores del body mod encuentran al tatuaje poco original y
avanzan en la búsqueda de nuevas técnicas9.
El ‘body piercing’ consiste en el uso de aros o barritas de acero quirúrgico, platino,
5
Dimaría, S.: "Niños Tumberos". Diario La Nación, 8/11/2002. Iarregle, D.: "Hay más casos que imitan a Tumberos en
Alvear". Diario Los Andes, Mendoza, 8/11/2002.
6
Diario La Voz del Interior, Córdoba, 8/11/2002
7
Ledesma, E.: "Amores al rojo vivo", Para Ti, Nro. 4198, 3/1/2003, pp 44-46
8
Gentile, L.: "Las adolescentes recurren cada vez más a la cirugía estética". Diario Clarín, 13/5/2001, pp 38-39.
9
Noriega, K.: "Para el tatuaje, jubilación". Diario Clarín, Suplemento Joven, 18/10/2002, pag. 5.

5
oro o titanio, que perforan diferentes partes del cuerpo: orejas, nariz, ombligo, cejas, lengua y
genitales, son las preferidas. En las orejas se colocan también expansiones, unas argollas
que producen el progresivo agrandamiento de un agujero practicado en los lóbulos10.
El ‘pocketing’ es una variante del body piercing, consistente en insertar una barrita de
acero similar a un clip largo, con las puntas por adentro de la piel11.
El ‘branding’ o marca a fuego consiste en la realización de un diseño sobre la piel por
medio de material caliente, usualmente con un hierro al rojo vivo12.
La escarificación consiste en la realización de dibujos por medio de incisiones
profundas que se realizan con un bisturí manual o eléctrico. Una vez que el trazado cicatriza,
se arranca la cáscara para que la marca resultante sea más protuberante. Da origen a
ronchas o protuberancias permanentes llamadas queloides 13.
El ‘cutting’ consiste en realizar tajos superficiales con hojitas de afeitar u otros
elementos filosos14.
Los implantes subdérmicos, que hacen furor en Inglaterra y Estados Unidos, son
anillos o bolitas de acero inoxidable o teflón que se colocan bajo la epidermis y producen, de
este modo, realces en la piel. El responsable de esta técnica, Steve Haworth, hijo de un
cirujano y diseñador de instrumental quirúrgico, escribió su nombre y apellido en su propio
cráneo calvo utilizando estas esferitas. En la actualidad forma seguidores en nuevas técnicas
mutilatorias, como la extirpación de los lóbulos de las orejas y otras deformaciones15.
Cuando le preguntaron por la razón de ser de estas prácticas respondió: "Hay gente
que busca el individualismo extremo. Al principio, los tatuados y los agujereados también
querían eso, pero, bueno, ya se volvió popular. A los que se modifican el cuerpo sin seguir
ninguna norma de belleza establecida, no les interesa lo que la sociedad piense de ellos. Son
personas que quieren ser humanos absolutamente únicos". Para el joven Haworth, el acto de
operar es un ritual casi místico durante el cual la música de fondo es "Dead can dance". Baila
durante el proceso porque se considera un chamán.
Los representantes más conspicuos de los implantes subdérmicos, Haworth y el
brasileño Lukas Zpira, fueron invitados a la Primera Convención Internacional de Tatuajes y
Body Piercing, que se realizó en Buenos Aires en octubre del año pasado.
Existe una práctica aún más drástica, la trepanación, que consiste en agujerearse el
cráneo sin tocar el cerebro, con un torno similar al de los dentistas. Dado que es ilegal, cada
persona debe hacerla por sí misma. "El objetivo: recuperar la circulación de la sangre
cerebral que se tenía cuando uno era bebé y el cráneo estaba sin suturar"- expresa Amanda
Feilding, una autotrepanada, quien dice conseguir de este modo una sensación permanente
de relax, con altas dosis de energía. Para los neurocirujanos, todo es una mentira y los
únicos resultados son infecciones y hemorragias16.
"Lo último en body modification" es la lengua partida, que consiste en realizar un
corte longitudinal de la lengua, que le da un aspecto similar a la de un reptil 17.

10
"Perforarse el cuerpo, una moda que crece entre los jóvenes", Diario Clarín, 20/2/2000, pag. 56.
11
Diario Clarín, 19/4/2002, op.cit.
12
Noriega, K.: op.cit.
13
Noriega, K.: op.cit.
14
Lee, L.: "Sexo, drogas y cine zarpado a los 13 años", Txt New York Times, en Diario Clarín, Suplemento Joven,
31/1/2003
15
"Por favor, NO hagan esto en sus casas!, Diario Clarín, Suplemento Joven, 22/5/1998, pag. 6 y Diario Clarín, 20/2/2000,
op.cit.
16
Diario Clarín, Suplemento Joven, 22/5/1998, op.cit.
17
"Te parto la boca", Clarín, Suplemento Joven, 16/5/03, pag. 4.

6
Las técnicas citadas en último término no han tenido difusión en nuestro país, pero
habida cuenta de la tendencia a importar y consumir "novedades" de vastos sectores de la
población, podemos esperar su arribo al país en cualquier momento. De hecho, ya se
encuentran en la WEB anuncios de estudios que hacen "tatuajes tradicionales a fuego e
implantes con materiales biocompatibles".

Breve referencia histórica


Las transformaciones autoplásticas, es decir las que conciernen directamente al
cuerpo, fueron frecuentes en la historia de la humanidad. Entre ellas:
• las perforaciones en distintas partes del cuerpo.
• las deformaciones en labios, orejas, senos, cráneo y cuello (en Africa y Tailandia) y en los
pies (China).
• las mutilaciones (circuncisión, ablación).
• los tatuajes, muy extendidos entre los pueblos de Asia, África y Oceanía.
En el presente trabajo, nos centraremos en las dos prácticas más frecuentes en
nuestro medio: los tatuajes y perforaciones del cuerpo.

El tatuaje
El origen de la palabra "tatuaje" es incierto. De acuerdo a una versión, procede de la
antigua lengua de la isla de Tahití, de la palabra tatau que quiere decir “conforme a las reglas
del arte”. De allí pasó al inglés como ‘tatoo’. De acuerdo a la otra versión, proviene del
vocablo tata y quiere decir “cortar o herir” (Croci y Mayer, 1998).
También se ha dicho que deriva de la palabra “tau” ("golpear", en polinesio) o de la
antigua práctica de crear un tatuaje por medio del golpeteo de un hueso contra otro sobre la
piel con el consiguiente sonido "tau-tau" (Rodríguez, M., 2002).18
En la bibliografía consultada se encuentran numerosas referencias al tatuaje como
una práctica milenaria, que se inscribe en una tradición que atraviesa la historia de la
humanidad. Su antigüedad se estima en 1500 años antes de Cristo.
Del libro de Croci y Mayer, "Biografía de la piel" (1998) tomaremos algunas referencias
históricas:
Se han encontrado momias egipcias tatuadas con ornamentos que tenían un carácter
mágico y religioso.
Entre los romanos, los tatuajes se utilizaban para marcar a los esclavos. Durante el
primer período del cristianismo aparecieron como signos de pertenencia al credo hasta que,
con la consolidación de la iglesia, fueron prohibidos por considerar que se trataba de una
práctica herética o ligada a la brujería. Por esa razón, la inquisición persiguió a los tatuados.
A partir del siglo XVI, con la formación de los estados europeos, los tatuajes fueron un
recurso para identificar a los criminales. En las colonias americanas se marcaba a fuego a
los esclavos negros con las iniciales de sus dueños, del mismo modo que se hacía con la
hacienda. Esclavo y animal eran propiedad del patrón y quedaba igualada la condición de
ambos.
Hacia fines del siglo XX en América Latina, especialmente en los campos de
concentración y desaparición de personas, los tatuajes tomaron la forma de un número
identificatorio. Dado que en dichos lugares era imprescindible negar la identidad civil, el uso
del tatuaje se hacía necesario para conferir una nueva identidad.

18
Rodríguez, M.: "Tatuajes y piercing. Propuesta fundamentada de una normativa sanitaria y otras cuestiones conexas".
www/Legislación. htm

7
Lo mismo ocurrió en Auschwitz, donde se tatuaba en la piel la fecha de ingreso al
campo, al mismo tiempo que la distribución de los números indicaba ciertos rangos.

El ‘body piercing’19
La perforación del cuerpo es también una práctica ancestral. El ombligo anillado era
un signo utilizado por la antigua realeza egipcia, prohibido para todos aquellos que no
pertenecieran a la nobleza.
En la Roma de los centuriones, los miembros de la guardia del César llevaban aros en
los pezones como muestra de su virilidad y coraje, así como un accesorio que les permitía
colgar de allí sus capas.
Esta práctica fue también común en las damas de la época victoriana para realzar el
volumen de sus pezones.
El Príncipe Alberto utilizaba un anillado, habitual entre los miembros de la alta
sociedad victoriana, usado para sujetar los genitales masculinos en la pierna derecha o
izquierda del pantalón, que solía ser muy estrecho. La leyenda cuenta que el príncipe se hizo
este piercing para mantener su prepucio retraído y lograr así que su miembro siempre
estuviera libre de olores que pudieran ofender a la reina (sic).
En la época de la inquisición y concretamente en el Concilio de Trento, algunas
comunidades religiosas usaron el anillo genital como método de castidad y expiación de la
culpa.
En la India, las abuelas aún colocan anillos en la nariz a las niñas pequeñas. Estos se
sitúan a uno u otro lado de la nariz, de acuerdo a la etnia a la que cual se pertenece.
Cuando el pendiente se coloca en el espacio entre las dos fosas nasales recibe el
nombre de ‘septum’. Grupos étnicos de diversas partes del mundo lo han utilizado y muchos
de ellos todavía hoy siguen haciéndolo, como en Papúa, Nueva Guinea, Polinesia, África e
India.
El piercing en el frenillo o ‘frenum’ tiene su origen en Europa y fue utilizado como
forma de privación sexual. Para los árabes existe el ‘hafada’ que es la evidencia de que a
partir de su colocación, un joven es para siempre un hombre. Los ricos ponen en su hafada
pendientes con piedras preciosas o perlas, siendo la más preciada la perla kuwaití. Algunos
legionarios franceses volvieron del norte de Africa con estos adornos en sus genitales.
En la actualidad, sigue siendo una práctica común entre los nativos del sur del
Pacífico un ‘piercing’ llamado guiche. Se suele colocar en la pubertad, a través del perineo,
en la zona que se encuentra entre el ano y el escroto. Se coloca una tira realizada con piel y
es considerado uno de los piercings más eróticos.
En el siglo XVII creían que ponerse una tira de metal en la oreja tenía propiedades
terapéuticas; si la colocaban del lado izquierdo los protegería de la entrada del demonio en
su cuerpo. Para los campesinos, pastores, pescadores de toda Europa era algo más que un
adorno; constituía una suerte de amuleto contra las enfermedades.
En América, en la cultura azteca, las perforaciones formaban parte de los rituales y
denotaban la posición social de los jefes de la familia y el rango de los guerreros.
Entre los mambaras de Malí y en Camerún, el anillado en la boca tenía como finalidad
disciplinar el uso de las palabras en las mujeres, al perforar y extender el labio inferior.

19
www/geocities.com/Tokyo/Palace/5981/tatoo.html, www.aventura.com.ar/alternativa/Tatuajes.html.,
www.ru.com.ar/tattoomania/historia.htm, www.mujeractual.com/moda/actualidad/8.html, www.ciudadfutura.com,
www.tatoo-stud.com

8
Desde fines de los 70, con el surgimiento del movimiento punk, se ha expandido entre
los jóvenes como recurso de comunicación corporal y de identificación con un grupo.

El fenómeno en la Argentina:
El uso de tatuajes en nuestro país estuvo tradicionalmente ligado a ciertos grupos
sociales restringidos: a los presidiarios y a ciertos oficios (marineros, prostitutas, entre otros).
Pero, como ya se ha dicho, el perfil del usuario ha variado en forma considerable. En
los últimos cuatro años la demanda de tatuajes creció hasta un 500% pero no hay, hasta el
momento, cifras oficiales de la cantidad de jóvenes que adoptaron estas técnicas 20.
El costo de un tatuaje varía de acuerdo al tamaño y al modelo entre 50 y 2.500 pesos.
También los hay temporarios, realizados con henna, una sustancia de origen vegetal que se
diluye con el paso del tiempo, que cuestan entre 8 y 50 pesos y duran alrededor de veinte
días.
Un recorrido por las páginas WEB destinadas a la difusión de la actividad de
tatuadores y perforadores permite apreciar que el auge de la demanda se inició hace 10-15
años y se acompañó de una gran proliferación de locales, más de setenta en la Ciudad de
Buenos Aires, denominados "estudios" por sus propietarios (Mandinga, Nosferatu, El
escorpión, Tribal Tatoo Studio, Corazón Salvaje, Psycosis, son algunos de ellos)21.
Croci y Mayer (1998) recuerdan: "La práctica del tatuaje comienza a circular en la
Argentina con mayor visibilidad con el comienzo de la democracia. Los primeros escenarios
se ubicaron en zonas de cierta clandestinidad: el baño del Mercado Central, el mercado de
pulgas del barrio de Flores o de cierta permisividad como los balnearios de la costa
atlántica… Durante la década del ochenta, los tatuadores tienen todavía una vida nómade.
Suelen viajar buscando nuevas temporadas. Pero poco a poco se fueron desplazando hacia
los centros urbanos para ocupar espacios permanentes".
De este modo, la práctica del tatuaje fue saliendo del circuito de la marginalidad e
ingresó al de la moda, instalándose en el corazón de Barrio Norte. Sus cultores llegaron a
ocupar prácticamente todos los locales de la galería Bond Street, desplazando a los negocios
de ropa. En la actualidad, se observa el fenómeno inverso, que indicaría que ha iniciado un
ciclo de declinación.
Al parecer, los primeros tatuadores profesionales aparecieron alrededor de 1987. Para
Raúl Mc Pyo, quien se considera un pionero con un local abierto en el 89, en sus comienzos
su actividad estaba dirigida a un público más bien marginal, luego se convirtió en señal de
rebeldía de gente joven y en la actualidad la gente grande concurre cada vez con mayor
frecuencia22. Esto podría pensarse como otra de las maneras en que se manifiesta la
"adolescentización" de muchos adultos, que se apropian de los emblemas identificatorios de
la juventud.
En sus comienzos, los tatuadores argentinos trabajaban de manera muy precaria, con
máquinas caseras hechas con motorcitos de grabadores o con máquinas de afeitar
adaptadas. Utilizaban tintas y agujas de coser comunes23.
En la actualidad, se emplean implementos especialmente diseñados que llegan a

20
Diario Clarín, 30/3/2003, op.cit.
21
www.tatuajes.com, www.tatuajesartisticos.com.ar/studios/Paginas/alcatraz%20tatoo/Alcatraz.htm,
www.sitiosargentina.com.ar/tatuaje%20argentina.htm,
/economia_y_negocios/productos_y_servicios_para_el_consumidor/arte_y_artesanias/artes_plasticas/arte_corporal/tatuajes
_y_piercing/
22
Diario Clarín, 30/3/2003, op.cit.
23
"Pintores del cuerpo", Diario Clarín, 22/4/2001, Sección Empleos, pág 2.

9
pinchar la piel a una velocidad de dos mil quinientas veces por minuto. Los locales en los que
se trabaja se parecen a salones de belleza, decorados e iluminados, a diferencia de los
pequeños negocios ‘under’ de años atrás.
Tanto tatuadores como perforadores aseguran a sus clientes cumplir con las normas
básicas de higiene y asepsia, con el empleo de materiales descartables o debidamente
esterilizados.
Si tenemos en cuenta que la piel actúa como una barrera, sin la cual nuestros órganos
internos no podrían sobrevivir al hostil mundo exterior de bacterias, virus, cambios de
temperatura y radiación ultravioleta (Swerdlow, 2002), deberían estar contemplados los
riesgos de prácticas que rompen su continuidad y lo invaden con una cantidad de sustancias
ajenas a su funcionamiento normal.
Hace ya mucho tiempo que se demostró que la hepatitis C, el sida y otras
enfermedades se transmiten a través de instrumental contaminado al momento de realizar un
tatuaje o una perforación.
En 1998, el legislador porteño Fernando Finvarb presentó un proyecto para regular la
actividad: acreditación de la idoneidad del tatuador, normativa sobre la asepsia y
consentimiento paterno para los menores de edad. El proyecto se aprobó como una
Declaración de la Legislatura24.
Pero no hay ninguna ley nacional que reglamente esta actividad. Hay tres proyectos
presentados en el Congreso, de los cuales el último, con media sanción de la Cámara de
Diputados, caducó en octubre de 2002. Contemplaba un régimen para la práctica de tatuajes
y punzaciones, con la finalidad de regular condiciones sanitarias mínimas para el desarrollo
de las mencionadas prácticas; proponía la apertura de un registro de inscripción de
tatuadores y perforadores, el control de las condiciones de higiene de los comercios
habilitados y del cumplimiento de las normas de asepsia (instrumental adecuado, material
descartable, eliminación de los residuos patológicos, etc.) en resguardo de la salud de la
población25.

El oficio de tatuador/perforador
No existen en la Argentina lugares que brinden una formación específica a los
tatuadores y perforadores. Algunos de ellos han realizado cursos de arte, dibujo o pintura y
se interiorizan en nociones básicas de esterilización, asepsia y cuidado de la piel.
En todos los casos, es preciso lavar las heridas y utilizar desinfectantes durante la
cicatrizacion y en el caso de los tatuajes, además, se los debe proteger del sol por tres
meses.
En general, el tatuador le entrega a su cliente la aguja con la cual realizó su trabajo.
Las máquinas y tinturas se suelen adquirir en el extranjero porque casi no hay casas que las
vendan. Las agujas deben ser descartables y la máquina debe ser esterilizada como se hace
con el material hospitalario, con lavadoras ultrasónicas, estufas de calor seco o sistemas tipo
autoclave (esterilización con vapor seco) 26.
Los colores de los dibujos se degradan con los años, por lo cual deben ser retocados
cada tanto para que conserven su aspecto original.
Los dibujos preferidos por las chicas son las flores, la luna o el sol, el hipocampo, la

24
Diario Clarín, 20/2/2002, op.cit.
25
Iparraguirre, C. y Stolbizer, M.; Pérez, J.; Arancio de Beller, M. y Morales, G.: Diario de Sesiones. H. Cámara de
Diputados.
26
Diario Clarín, 22/4/2001, op.cit.

10
mariposa, las iniciales, un ojo, un corazón e ideogramas chinos; entre los varones son las
pistolas, las cruces, los nombres, el ancla, las calaveras, símbolos de tribus, grupos
musicales o equipos de fútbol.
Las zonas del cuerpo más elegidas por las chicas son el vientre, los tobillos, los
omóplatos y el cuello. Los varones prefieren los brazos, el pecho, la espalda y las piernas.
Existe un edicto policial que prohibe el uso de los tatuajes en el rostro.
A pesar del dolor que se experimenta durante estas intervenciones, variable de
acuerdo a la sensibilidad individual, muchos tatuadores y perforadores no utilizan anestesia.
Uno de ellos lo justificaba de la siguiente manera: "Prefiero que la gente sienta lo que hago y
por eso yo mismo me puse aros en todo el cuerpo, para darme cuenta de lo que mis clientes
sienten cuando los perforo". La mayoría de los que usan piercing, también están tatuados27.
Si bien los tatuajes son en principio indelebles, existen diversos sistemas de
eliminación, más o menos exitosos y costosos (dermabrasión, escisión, salabrasión y láser).
Aproximadamente, uno de cada 500 tatuados se somete a estos tratamientos dolorosos y
caros, que siempre dejan una cicatriz 28 .
En el año 2000, se formó la Asociación de Tatuadores Argentinos Profesionales, que
tenía por objetivo obtener una legislación que regule la actividad. pero hasta el día de hoy no
han conseguido la personería jurídica.
A partir de las entrevistas realizadas con muchos tatuadores/perforadores, se pudo
observar que para ellos su trabajo es una “filosofia de vida”, mientras que para otros es una
“cuestión de estética”.
Entre el tatuador/perforador y su cliente suele establecerse un vínculo duradero. Por lo
general, el cliente adopta a un ‘profesional’, le solicita asesoramiento y terminan haciéndose
amigos.
De acuerdo al testimonio de una tatuadora (Mariana, 24), si bien se exige que quien
va a tatuarse tenga 18 años o de lo contrario concurra acompañado por sus padres, es muy
frecuente que “los chicos se hagan el primer dibujo en la calle o con algún amiguito que está
probando con una aguja y la tinta y después se lo vienen a tapar o a hacerse otro. Igual,
cada vez más chiquitos empiezan a hacerse cosas. El tema de los aros también, cada vez
desde más chicos se ponen aros”.
En cuanto a los arrepentimientos, Mariana explica: “Hay maneras de eliminar los
tatuajes, pero siempre es como que quedan cicatrices; yo misma he tapado cicatrices de
tatuajes sacados con tatuajes nuevos, de una cicatriz tan fea que les queda, prefieren volver
a hacerse un tatuaje. Hay varias maneras de sacar tatuajes: generalmente, el láser es lo que
deja menos cicatrices, pero hay tintas que no las llega a sacar o colores que cuesta que
salgan. Yo tengo gente que hizo años de sesiones de láser y no logró sacarse los tatuajes…
Y bueno, después está la manera más carnicera de sacarlos que es sacando piel y cosiendo,
algunos se queman con hielo que tampoco sale del todo, y bueno, esas son maneras de
deteriorar la piel, pero lo hacen para que no se vea; es impresionante”.
Este fragmento de entrevista muestra el aspecto menos banal de la cuestión: los
esfuerzos, el sufrimiento y las frustraciones que conlleva el intento de algunos jóvenes por
deshacerse de las marcas inscriptas en la piel.

27
Diario Clarín, 20/2/2000, op.cit.
28
Lamazares, S.: op.cit.

11
Enfoque antropológico
M. Pelento (1999) se pregunta qué estatuto particular tendrá la piel en la época actual
para que se la utilice como soporte de tantas prácticas. Una respuesta posible se encontraría
en la necesidad de reforzar la individualidad; los tatuajes, por ejemplo, serían un intento de
afianzar el sentimiento de posesión del propio cuerpo. Por otra parte, si en nuestros días se
desconfía de lo simbólico, "...si se supone que las palabras se las lleva el viento y las
imágenes mentales se evaporan a gran velocidad, se puede comprender que se deseen
marcas duraderas".
Se ha dicho que el ser humano es el único animal que manipula su superficie corporal
y controla estos cambios. Croci y Mayer (1998) plantean que en el caso particular de los
tatuajes, estos han tenido distintos modos de relación con la cultura a lo largo de la historia,
ocupando un lugar entre lo prohibido y el ejercicio de la libertad personal. Las prohibiciones
emanaban de la ley, la religión o de los usos y costumbres (aquello que era, en general,
considerado ‘mal visto’). La aceptación, por su parte, surgía del deseo de distinguirse o de
rebelarse, de estar a la moda, de ejercer derechos sobre el propio cuerpo o de producir un
hecho artístico.
Con el correr del tiempo, aquello que en su inicio fue portador de un significado
mágico-religioso, de una relación jerárquica o indicador de marginalidad, ingresó al dominio
de la cultura hegemónica.
Para los autores antes citados, esto se debe a que la cultura reinterpreta los signos
que le son extraños para hacerlos cada vez más familiares y la moda es el mecanismo mejor
acabado que inventó la sociedad de consumo para unificar las conductas. "La moda es un
dispositivo moderno de domesticación del cuerpo que lo captura en un entramado, en el que
ese cuerpo se viste, se piensa, se desplaza en el espacio y se relaciona con los objetos.
Limitada al vestido o aplicada a cualquier producto del mercado, la moda puede ser pensada
como un conjunto de técnicas y saberes que operan sobre el cuerpo y lo transforman en
cuerpo productivo: en la sociedad que Michel Foucault (1989) llama disciplinaria, el
mecanismo de la moda exige al cuerpo ser útil, entre otras cosas, como cuerpo consumidor".
Los tatuajes son, entonces, una variante más dentro de las ofertas de la moda, que
brinda a los sujetos cierta ilusión de ser y de pertenecer.
Pierre Bourdieu (1991) sostiene que la moda es siempre una moda de clase y los
gustos obedecen a la dinámica de distinción y diferenciación que elaboran los grupos para
ubicarse en determinados estratos.
Muchos tatuadores y tatuados sostienen su independencia de los dictados de la moda
y se consideran tributarios del arte y de la estética, manifestaciones de la cultura socialmente
más valoradas. No obstante, es evidente que los dibujos usados han seguido ciertos ciclos
de auge y decadencia y obedecen a tendencias como cualquier otro artículo de consumo. De
hecho, existe una técnica denominada ' cover up'que consiste en la realización de un tatuaje
destinado a ocultar o reciclar otro anterior que dejó de tener vigencia.
Al entrar al circuito de la moda, el tatuaje obtuvo una mayor aceptación social que
coexiste, no obstante, con cierto nivel de desaprobación que se manifiesta, por ejemplo, a la
hora de obtener empleo.
En lo que respecta al ‘body piercing’, se le aplican muchas de las consideraciones
formuladas en relación al tatuaje. Apareció en sus inicios como emblema de grupos
"pesados" (heavy metal, punk), cuyos portadores adoptaban un atuendo no convencional,
algo intimidatorio, con profusión de cuero y tachas, que incluía también el uso de
perforaciones.

12
Luego ingresó a los circuitos comerciales y de la moda, adquiriendo gran difusión. Es
de hacer notar que esta práctica se importó del llamado ' primer mundo', conservando incluso
su denominación en inglés, ' piercing', lo cual podría ser considerado como un indicador de la
adopción de usos ajenos a nuestra cultura (imitación?, búsqueda de emblemas
identificatorios?), con pocas o nulas transformaciones.

Enfoque psicosocial
Desde este punto de vista se podría pensar qué lugar ocupan los tatuajes y
perforaciones del cuerpo en un lugar de intersección entre lo subjetivo y lo grupal. Los
conceptos de identidad e identificación permitirán esta articulación.
Las cicatrices y mutilaciones fueron siempre y en casi todas las culturas marcas de
identificación, que figuraban en los antiguos documentos de identidad como ' señas
particulares' . Antes de los hallazgos en relación al ADN, constituían la única manera de
identificar a un individuo con cierta seguridad.
Pero las modificaciones intencionales del cuerpo, no son sólo signos de identidad.
Georg Simmel (1986) plantea que en la vida en comunidad las personas tienden a
identificarse con algún grupo de pertenencia, a través de la imitación de actos o prácticas
que realizan todos los integrantes de dicho grupo. Pero también necesitan buscar gestos que
les permitan sentir que no forman con el mismo una unidad indiferenciada. "En esta tensión
de parecerse y distinguirse se constituyen los sujetos sociales, en tanto que lo parecido es un
espacio de seguridad y de pertenencia al grupo y lo diferente, un espacio de libertad e
independencia de la totalidad de ese grupo".
Los tatuajes y perforaciones cumplen con esta doble función: inscriben al portador en
un grupo con una identidad compartida (la de los tatuados o la de los autodenominados
'ferreteros'o ' agujereados' ), al mismo tiempo que otorgan una identidad individual.
Este proceso de identificación producido a través de las transformaciones sobre la
biología heredada, llevaría a elaborar una nueva identidad que permitiría desmentir el propio
origen. Esto tendría especial validez en el adolescente que, necesitado de cortar su
dependencia de sus objetos primarios, intentaría por este medio, trocar la pertenencia a un
linaje familiar que le dio identidad a lo largo de la infancia, por la pertenencia a un grupo en el
ámbito exogámico, que le otorgue una nueva identidad y cierta ilusión de autonomía.
Las modificaciones corporales cumplen además con otra función: constituyen una
señal, una expresión no verbal, que aporta información a los partícipes de un encuentro,
disminuyendo el esfuerzo psíquico que debe hacer el adolescente para tomar contacto con el
objeto, especialmente si es del otro sexo. Frente a la ineludible alteridad y la diferencia, las
marcas en el cuerpo crearían la ilusión de un saber inmediato sobre el otro, disminuyendo los
niveles de ansiedad en juego; al mismo tiempo que permiten identificarse ante el otro,
ofreciendo a la vista algún aspecto de sí que se desea resaltar (intimidatorio, sensual, de
pertenencia a determinado grupo, etc.)

Enfoque psicoanalítico
A partir de las consideraciones anteriores, nos proponemos desarrollar una de las
líneas posibles de abordaje de este tema: aquella que toma en cuenta la singularidad del
sujeto en cuestión. Para ello partiremos de aspectos más ligados a la cultura hasta arribar al
problema de la constitución de la subjetividad.
Estas reflexiones tratan de reparar en una obviedad, cuya consideración es muchas
veces omitida por los psicoanalistas: el hecho de que nuestra práctica se desarrolla en un
contexto definido, en un mundo singular. En este sentido, la clínica analítica está atravesada
13
por los poderes constituidos, las normas culturales vigentes que regulan los lazos sociales y
las ideologías, entendidas como conjunto de fundamentos de cualquier sistema económico,
político y social, productoras o inhibidoras de movimientos de cualquier tipo: intelectuales,
artísticos, sociales, científicos. Todo responde a la o las ideologías, porque son una forma
de pensar el mundo, es decir, de pensarnos a nosotros mismos.
Estamos asistiendo en los últimos años, en el ámbito de la ciencia en general, a un
discurso pleno de sentido y productor de efectos: todo es descartable. Es en esta dirección
que la ciencia médica cambia su orientación y privilegia al cuerpo como lugar de exploración,
de sustitución, y de transformación. Todo se puede alterar, desde la introducción de órganos,
de miembros, con un sentido reparador, como por ejemplo los trasplantes o los avances en
maternidad asistida, la clonación, hasta la multiplicidad de cirugías plásticas y estéticas que
en la gran mayoría de los casos se sostienen en el argumento de “mejorar la imagen”.
Es en este contexto social y político donde todo es desechable y en el que se define al
hombre como sujeto de la imagen y el consumo, en el que aparecen las diferentes prácticas
de inscripciones en la piel y en particular, la profusión de tatuajes.
Para la teoría psicoanalítica un tatuaje, como cualquier otra manifestación, constituye
un enigma, que debe ser descifrado y en consecuencia, precisa un trabajo interpretativo
que tome en cuenta:
la singularidad del sujeto en cuestión: de cuál o cuales lógicas dominantes en su aparato
psíquico depende esta manifestación.
la ideología hegemónica que, a través de las normas culturales vigentes, pregona que un
hombre es una imagen sensorial y valoriza la imagen en desmedro del pensamiento,
insistiendo a través de este discurso en el desarme de la subjetividad.

El tatuaje es una alteración realizada sobre la piel, un elemento natural, en la cual se


deja una marca con un carácter duradero e irreversible.
Habitualmente empiezan a hacer su aparición en la adolescencia, un tiempo
atravesado por multiplicidad de procesamientos psíquicos, entre los cuales cobran especial
relevancia las traumáticas transformaciones corporales que implican un duelo por el cuerpo
de la infancia, por la representación mental del mismo y en consecuencia, el acceso a una
nueva imagen de sí.
También es importante destacar otro procesamiento psíquico en esta crisis vital que
es la resignificación de la problemática edípica, que culminará en otro proceso: el
desasimiento de la autoridad de los padres, que tiene como requisito lógico y doloroso el
duelo por los padres de la infancia.
Entonces es legítimo preguntarse sobre la relación del sujeto portador del tatuaje con
la inscripción, en la medida que significa una marca duradera, una señal no desechable.
Constituye acaso una expresión por la cual se desea tener un tiempo detenido en un
fragmento del cuerpo, como desmentida del proceso de cambio del cuerpo de la infancia?
Son alteraciones que permiten romper con los rasgos heredados, con el linaje familiar o
constituyen una oposición rebelde al discurso según el cual todo se puede descartar?
Cualquiera sea la respuesta, una pregunta insiste: por qué se pretende procesar como
marca visual inscripta en el cuerpo, como imagen en el espacio corporal, algo que es de
otro orden y que depende del procesamiento mental?
Para responder a esta pregunta, recordemos las propuestas freudianas sobre la
constitución de la subjetividad.
Freud aborda la consideración de esta categoría desde tres teorías: la teoría de la
oposición entre actividad y pasividad (en Pulsiones y destinos de pulsión, 1915), la teoría de
14
la identificación primaria (en Psicología de las masas y análisis del yo, 1921) y la teoría de la
conciencia inicial (en el Proyecto de una Psicología para neurólogos (1895)
La primera teoría parte de la relación entre pulsión, yo y objeto. La pulsión es siempre
activa para el incipiente aparato psíquico que resulta pasivo ante la pulsión Pero el yo
puede tramitar esta posición pasiva volviéndose activo frente al objeto. En este caso, el yo
ocupa la posición sujeto, que es activo respecto del objeto como representante de la pulsión.
La teoría sobre la identificación primaria hace referencia al vínculo afectivo del yo con
el modelo o ideal. En este vínculo con el modelo el yo aspira a ser el ideal, del cual obtiene
el sentimiento de sí o sentimiento de existencia.
Esta segunda formulación se articula con la anterior, ya que no es suficiente con la
actividad para acceder a la posición sujeto, sino que además se requiere de una
identificación con un modelo o ideal.
En el Proyecto de una Psicología para neurólogos (1895) ya había formulado, en un
nivel más complejo, cómo se transforma lo cuantitativo en cualitativo y se origina la esencia
de lo psíquico, que tiene que ver con el nacimiento de la cualidad y articula el concepto de
subjetividad con esta modalidad de conciencia, con la constitución de la conciencia inicial.

Freud distinguió dos tipos de conciencia, una de ellas, la conciencia sensorial, se


constituye como un efecto del sistema perceptual. El segundo modo de conciencia, la
conciencia psíquica, resulta de la inscripción de las huellas mnémicas y va a generar un
mundo de representaciones psíquicas, un universo simbólico que otorgará al aparato
psíquico en formación, una mayor riqueza y complejización.
Para Freud, la aparición de un sujeto coincide con el surgimiento de la conciencia
como lugar donde se transforma la cantidad en cualidad, primero en términos de afectos y
luego de impresiones sensoriales. Con la aparición de la cualificación de un sentimiento, al
que llama matiz afectivo, comienza el proceso de constitución de la subjetividad.
Es necesario destacar que el afecto aparece entonces como conciencia de la propia
vitalidad pulsional y de la vitalidad de los objetos primordiales, que otorgan el sentimiento de
estar vivo. El entorno del niño tiene la función de permitir el desarrollo de esta subjetividad. A
partir de esta ligadura entre vida pulsional, cualidad afectiva e impresión sensorial puede
comenzar a desarrollarse el conjunto de las huellas mnémicas e inscripciones psíquicas,
generando entonces un universo simbólico, que permitirá, a través de la palabra, hacer
conciente lo inconciente y comunicarse con el prójimo.
Pero este desarrollo que permite el acceso a la subjetividad, puede quedar interferido
por diversos factores que favorezcan la aparición de diversas manifestaciones o incluso de
patologías como las patologías de la autodestrucción. En estos casos, la falla originaria está
en la constitución de la subjetividad, en la representatividad simbólica, donde aquello que no
se pudo inscribir y procesar simbólicamente se descarga en actos que tienen como soporte
al cuerpo, por ejemplo, las manifestaciones de violencia, suicidios, adicciones y patologías
psicosomáticas.
Es en este sentido y dirección que pensamos las inscripciones en el cuerpo. Ante esta
falla primordial, el individuo intenta otorgarse una singularidad de la que carece, una marca
que lo identifique, a través de la cual intenta otorgarse a sí mismo y exhibir ante el prójimo
un ser consistente.
Pero un tatuaje no lo puede representar en su singularidad, en la medida que
constituye una prótesis de aquel proceso originario que no se formó, de la subjetividad no
nacida a la significación. De esta manera acceden a un precario sentimiento de existencia o
a un plagio del sentimiento de sí. Quizás dicha precariedad sea uno de los fundamentos de la
15
compulsión a la repetición de los mismos, cuando casi todo el cuerpo aparece tatuado, en la
medida que indicaría un intento siempre fallido, de plasmar una subjetividad por medio de la
alteración del cuerpo que, como vimos, sólo se puede lograr por vía del pensamiento.

Las modificaciones del cuerpo y el proceso adolescente


Nos proponemos, a continuación, ahondar en las significaciones más frecuentes que
adquiere el uso de tatuajes y perforaciones dentro del proceso adolescente.

La temática del cuerpo en la pubertad


Se ha dicho que: "Alrededor de los 8 ó 9 años ocurre un proceso orgánico que tiene
fundamental importancia y repercusión para la psiquis: el surgimiento de la pulsión genital.
Esta nueva pulsión se manifiesta primero en forma de tensión sin posiblidad de descarga,
descarga que se encuentra luego, hacia la pubertad, cuando aparecen los caracteres
sexuales primarios, menarca y polución… La aparición de tensión en la época de la
prepubertad se genera en procesos orgánicos todavía no visibles, como el comienzo del
funcionamiento de las glándulas sexuales... La tensión que se produce en el organismo se
corresponde con un goce no adviniente: todavía no hay posibilidad de descarga orgástica.
Por tal razón, este incremento tensional coloca al aparato psíquico, desde un punto de vista
económico, frente a una situación traumática" (Quiroga, S., 1997).
Los cambios corporales de la adolescencia, internos y externos, son asincrónicos y
disruptivos para la imagen corporal que el sujeto constituyó a lo largo de su infancia. Son
generadores de angustia, en tanto son propios, pero paradojalmente son experimentados
como lo más ajeno, como transformaciones que hacen estallar la imagen narcisizada
especular previa. Con esta modalidad disruptiva que presentan los cambios corporales en la
pubertad, se asocia el concepto de trauma.
Como precisamente en este período de la vida comienzan a planificarse o ejecutarse
los tatuajes y perforaciones, se podría pensar que configuran un intento de dominio del
trauma a través de la transformación pasivo-activo.
Los pinchazos de las agujas y las pinzas son generadores de dolor, pero se trata de
un dolor infligido voluntariamente, a través del cual el adolescente se apropia de ese ' cuerpo
extraño'y convierte la angustia en dolor físico, situación que es más pasible de control.
Se contraponen así a las "metamorfosis de la pubertad" (Freud, 1905) otras
metamorfosis, a las que es posible dar comienzo y poner fin a voluntad, con el plus de placer
que otorgan la erogeneización del dolor y la adquisición de una marca identificatoria.
En adolescentes con tatuajes múltiples, que cubren la mayor parte del cuerpo, se
observa que éstos funcionan como una envoltura que intenta cumplir con una función de
borde. Esto ocurre, por lo general, en patologías de falla o fracaso en la constitución de la
subjetividad, que dificultan la inscripción de una representación de sí como cerrado y entero,
diferenciado del exterior, para lo cual se intentará a la manera de una restitución, la creación
de una segunda piel, de una nueva cobertura dibujada que intente la unificación no lograda.
Lacan (1975) asoció las imágenes de cuerpo fragmentado (castración, mutilación,
desmembramiento, dislocación, desmembramiento, destripación, entre otras), que agrupa
bajo la rúbrica de imagos de cuerpo fragmentado, con una “…relación específica del hombre
con su propio cuerpo que se manifiesta igualmente en la generalidad de una serie de
prácticas sociales, desde los ritos del tatuaje, de la incisión, de la circuncisión en las
sociedades primitivas, hasta lo que podría llamarse lo arbitrario procustiano de la moda, en
cuanto que desmiente en las sociedades avanzadas ese respeto de las formas naturales del
cuerpo humano”.
16
El adolescente y los duelos
La reedición del complejo de Edipo en la adolescencia, para un sujeto que ha
adquirido un cuerpo de adulto y corre por lo tanto el peligro de ejecutar las escenas temidas
del parricidio y el incesto, exige al psiquismo uno de los más dolorosos procesos psíquicos:
el desasimiento de los padres (Freud, 1905).
Es esperable que este proceso de duelo tenga lugar dentro del psiquismo:
elaboración, desinvestidura, religazón, simbolización. Muchas veces esto no ocurre y en su
lugar se ejecutan actos que suponen un fracaso de dicho proceso. Lo que debió permanecer
en el ámbito de la mente se concretiza; pérdida y recuperación se plasman entonces en el
escenario del cuerpo.
Un tiempo atrás se difundió el caso de un joven jugador de fútbol que se tatuó a
ambos lados de su pecho las caras de sus padres29. Esto podría pensarse como un fracaso
en la elaboración psíquica de la pérdida de los padres protectores de la infancia, que hubiera
debido conducir a una identificación con ellos en el Yo y en el Superyó-Ideal del Yo. En estos
casos, la recuperación no conduce a una identificación (inscripción simbólica) sino a una
inscripción concreta en la piel, que asegure su permanencia. De algún modo, podría decirse
que el adolescente mencionado, a sus padres ‘los lleva puestos’.
Creemos que el mismo proceso tiene lugar en los casos en que los jóvenes se tatúan
el nombre del padre o de la madre, de un/a novio/a perdido/a, de un ídolo deportivo o
musical.
La internalización en el Superyó de las imagos parentales protectoras provee al Yo del
sentimiento de sí y lo ampara ante ‘los excesivos sufrimientos, decepciones y empresas
imposibles de la vida’ (Freud, 1930). Los ángeles de la guarda, los tigres y dragones tatuados
en la piel son artificios protésicos que intentan proteger al Yo, ante el déficit de una adecuada
instauración de los padres en el psiquismo. Son suplencias destinadas al fracaso.
Es posible también que ante la creciente asunción de la certeza de la muerte de los
padres y de la propia muerte que acompaña a la adolescencia, la realización de un dibujo
bajo la piel se corresponda con la fantasía narcisista y omnipotente de algo que perdurará
para siempre, venciendo a la muerte.

Viñetas:
Mariana, de 24 años (la tatuadora cuya entrevista se transcribió anteriormente), refiere
en estos términos cómo se hizo su primer tatuaje:
"Fue a los 18 años. Yo me había ido de vacaciones con mis abuelos y no les di mejor
regalo que un tatuaje bastante grande; se enojaron un poco pero ya era grande... Para mí fue
algo como para que no se enojen ellos, porque en ese momento estaba con ellos..., yo en
realidad lo que quería era tatuarme.
Desde más chica me quería tatuar, yo había hecho todo mi diseño, el diseño que
quería llevar y cuando estaba ahí con ellos busqué un tatuador. No me asesoré mucho, el
primero que encontré que me quiso hacer el trabajo lo hice, cosa que está muy mal porque
antes de hacerse un tatuaje hay que asesorarse un poco.
Es bastante, era bastante grande como para ser un primer tatuaje, pero no sé, me lo
quería hacer hacía muchísimo tiempo, me había hecho el diseño y bueno, en ese momento
lo hice.
Me dolió, me dolió bastante, pero más que nada era el primer parto. Después ya me
acostumbré.

29
Bossio, M.: "Historias de un número 10", Clarín, 27 de mayo de 2001. Sección Deportes, pag. 54.

17
En realidad duró dos días porque me lo hicieron en dos veces. O sea, el primer día
debo haber estado dos horas, fácil. Y después, ya el segundo día fue un poco más corto.
Duraba menos, pero bueno... Me dolió, sí, casi me des..., bah, me desmayé.
No es tan común, es decir, en verano es más normal que a la gente le baje la presión
y eso, pero bueno, en este caso era verano y aparte me empezó pinchando una zona que
era muy dolorosa y bueno, yo como no tenía ni idea de lo que se sentía me descompensé.
Después del primero que me hice lo continué para atrás. Tengo en la espalda,
después tengo acá en los tobillos, tengo en la cintura, en el pecho, ah!, y otro chiquitito, que
es muy chiquitito y un lunar que me hice. Sí, porque en mi familia, todas las mujeres de mi
familia tienen un lunar acá (mama derecha) y yo no tenía (risas). Entonces, bueno, me lo
hice.
A mí me gusta dibujarme el cuerpo".

En esta entrevista, como en muchas otras que hemos leído, se observa un


componente actuador que se manifiesta en expresiones como: “ Lo hice porque sí”, “no lo
pensé”, “no me asesoré mucho, lo hice con el primero que encontré”. Es decir que la lógica
que predomina en el aparato psíquico es la de la identidad de percepción, que demanda
inmediatez, sin intervalo entre la ideación y la ejecución; no se planifica, no se anticipa sino
que se actúa y sólo después se piensa en las consecuencias, en los riesgos.
Otros elementos destacables de la entrevista son aquellos que aluden a una fantasía
de autogestación: "Me había hecho el diseño", "fue el primer parto", "a mí me gusta
dibujarme el cuerpo". Se trataría de expresiones de un deseo de hacerse a sí misma, de
producirse en forma imaginaria un cuerpo acorde a sus deseos, con fantasías de
partenogénesis, de darse a luz a sí misma, desmintiendo su origen.
Este nuevo nacimiento coincidió con la separación física de los padres que tuvo lugar
durante sus vacaciones. Tal vez no fue posible llevar a cabo el proceso de elaboración del
duelo por la separación y necesitó de la ejecución de un acto que le reasegure un nuevo
origen y con ello, una nueva identidad.
En otro momento posterior procura, otra vez por medio de un acto, reintegrarse al
linaje familiar: se tatuó un lunar en la mama para igualarse al resto de las mujeres de la
familia.

Leandro de 24, es hijo único y su padre de 67, es abogado. Su madre tiene 61 y es


ama de casa.
Tiene perforaciones en las orejas, en la ceja, el mentón y la nuca. También tiene cinco
tatuajes.
"El primer piercing me lo puse en la oreja a los 16, 17 años. El de las cejas a los 18 y a
los 20, acá (se señala el mentón) Y en la nuca. El porqué me puse los piercings... Fue
porque cuando tenía 16, 17, me hice amigo de un vago en la costa que era medio ' jipón'
, de
esos que tienen un puesto en la feria y el tipo tenía aritos en la ceja, estaba todo tatuado, era
un capo. La cuestión es que terminé con la oreja toda perforada. El me puso los aros,
después al tipo no lo vi más pero me quedaron los aritos y me gustó!
Uh!, mi papá casi se muere; él es abogado, anda siempre de traje y lo último que se
imaginaba era que iba a tener un hijo ferretero, todo tatuado, con aros por todas partes. Mi
mamá no dijo nada, sólo fue a comprar alcohol para desinfectarme la oreja. Pero viste cómo
son las cosas, ahora ya están curados de espanto y cuando los voy a visitar me preguntan:
Qué te hiciste ahora? Otra vez te hiciste pinchar?
Entrevistador: Pensás que lo hiciste por rebeldía?
18
Sí, seguro, porque lo primero que me imaginé fue qué iba a decir mi viejo. Tuve una
adolescencia bastante revoltosa para ellos. Miraba para adelante y aceleraba, me escapaba
de noche los días de semana, me rateaba, peleaba con medio mundo. Pero esas son cosas
de esa edad.
Lo que uno hace cuando es pendejo es por rebeldía, todo lo que escuchás, todo lo
que hacés que pueda molestar a alguien es bienvenido. La cosa es que después tenés que
madurar, ya no sentís la necesidad de desbordarte, uno cambia su actitud porque tenés otras
preocupaciones, cómo pagar el alquiler, si tengo plata para salir con mi chica o si puedo
comprarme un disco.

Al igual que en la entrevista anterior, aparece un componente de impulsividad (“miraba


para adelante y aceleraba"), en detrimento de la posibilidad de reflexión.
En este caso, el tatuaje parece portador de un mensaje de desafío dirigido al padre,
como expresión de un deseo de desidentificarse. En su reemplazo, se produce una
identificación a un rasgo (el uso de tatuajes y aritos) con un objeto idealizado, ubicado en el
ámbito exogámico: el ' jipón'que era '
un capo' .
De este modo, tomando atributos que usan como soporte al propio cuerpo, intenta
configurar una identidad opuesta a la del padre: se convierte en un ' ferretero'
, como '
el vago
de la costa' , la contrafigura del padre abogado que ' está siempre de traje'
.
Al decir de un tatuador, “después del paso de la aguja nadie puede ser el mismo”. Esta
frase ilumina las fantasías de muchos adolescentes de construir subjetividad a través de un
acto. Pero, como se ha expuesto, esta expectativa está condenada al fracaso en la medida
en que la subjetividad tiene otro origen: procede del fondo de memoria, de la historia libidinal
relacional de intercambios significativos con los objetos originarios y de su resignificación
durante el período adolescente.

Bibliografía
- Bourdieu, P.: La distincion: Criterios y bases sociales del gusto, México, Ed. Grijalbo, 1991.
- Croci, P. y Mayer, M.: Biografía de la piel. Buenos Aires, Perfil S.A. 1998.
- Foucault, M.: Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión. Buenos Aires, Siglo XXI. 1989.
- Freud, S.: (1887-1902) Los orígenes del psicoanálisis (contiene el "Proyecto de Psicología", 1895), en Obras
Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, (en adelante AE), 24 vols., 1978-85, vol 1.
(1905): Tres ensayos de teoría sexual, en AE , vol. 7.
(1915) Pulsiones y destinos de pulsión, en AE, vol.14.
(1921) Psicología de las masas y análisis del yo, en AE, vol. 18.
(1930) El malestar en la cultura, en AE,vol. 21.
- Lacan, J.: Escritos II. Cap. La agresividad en Psicoanálisis. Buenos Aires, Siglo XXI. 1975.
- Quiroga, S.: Adolescencia: del goce orgánico al hallazgo de objeto. Secretaría de Cultura. Facultad de
Psicología. Oficina de Publicaciones. Ciclo Básico Común. Universidad de Buenos Aires. 1997.
- Simmel, G.: Sociología, 2. Estudios sobre las formas de socialización, Madrid, Alianza, 1986.
- Swerdlow, M.: “La piel al descubierto”. Revista National Geographic en Español, noviembre de 2002, pp 36-64.

19
Sucesos traumáticos en la adolescencia temprana.
Presencia e intensidad del hecho traumático
en tres poblaciones con diferentes grados de vulnerabilidad psicosocial
Susana Quiroga, Ester Nievas, Maia Domínguez,
Mirta González, Patricia Emborg, Débora Dzisusz

Resumen
Los adolescentes que concurren al Subprograma de Psicología Clínica para Adolescentes- Fac. de
Psicología- UBA, muestran una gran cantidad de situaciones traumáticas de alta intensidad. Se compara la
cantidad e intensidad de los factores traumáticos de esta población clínica con dos poblaciones no clínicas de
diferentes contextos psicosociales
Objetivo: Analizar los factores traumáticos en adolescentes tempranos (13-15 años) de ambos sexos, en una
población clínica y comparar la cantidad e intensidad con una muestra de adolescentes no clínicos
escolarizados del mismo distrito de Avellaneda y otra población de Capital Federal, Barrio de Colegiales de
similar clase social.
Método: Se administró el Cuestionario Autoanálisis de Sucesos de Vida (M.Casullo1991, Adaptación
S.Quiroga 1997) a una muestra total de 188 adolescentes tempranos de diferentes contextos (48 Clínicos; 79
Alumnos escolarizados de Avellaneda y 61 alumnos de Capital Federal, Barrio de Colegiales).
El programa estadístico utilizado para evaluar las diferencias significativas es el SPSS.
Resultados: Se encontraron diferencias en la cantidad e intensidad de los Sucesos Traumáticos según las
poblaciones analizadas. Las poblaciones del distrito Avellaneda tanto la clínica como la escolarizada presentan
diferencias en las dos variables estudiadas en comparación con la muestra de Capital Federal.

Introducción
Respecto a los factores traumáticos en tres poblaciones de adolescentes tempranos
en riesgo, el objetivo del trabajo es identificar y comparar la presencia de factores
traumáticos y el grado de afectación de los mismos en tres diferentes muestras de
adolescentes a través del cuestionario de Autoanálisis de Sucesos de Vida. El cuestionario
consta de un listado de 50 sucesos traumáticos al que se le asigna un valor subjetivo que va
desde 1 hasta 5, teniendo en cuenta que “1” = “nada”; “2” = “poco”; “3” =“algo”; “4” =
“bastante” y “5” = “mucho”.
En el presente trabajo se analiza la cantidad de ítems marcados por cada muestra y
la intensidad que le adjudican a los sucesos señalados. Hemos determinado la
significatividad de las diferencias por medio del método estadístico SPSS.
Se toman tres tipos de muestras;
- una muestra A clínica, que está compuesta por 48 adolescentes tempranos de 13 a 15
años, de los cuales el 25 % son mujeres y el 75 % son varones. Estos pacientes concurren
al servicio de Psicología clínica para adolescentes perteneciente al Subprograma de
Psicología Clínica para Adolescentes. En su mayoría son varones, no concurren
espontáneamente por algún tipo de trastorno que pudieran padecer sino que generalmente
son derivados por las escuelas, en otras palabras los que detectan alguna problemática y
promueven la consulta son las instituciones escolares, por lo que podemos pensar que no
hay una percepción del conflicto por parte del paciente y su familia.
- una muestra B control, de 79 alumnos pertenecientes a una escuela pública de la localidad
de Avellaneda, de Educación General Básica (EGB), de la misma edad e iguales
características sociodemográficas que la muestra A, formada por 54,5% de mujeres y 45,5 %
de varones,
- una muestra C de 61 alumnos de 1° y 2° año de una escuela privada de Capital Federal del
barrio de Colegiales, de diferentes características sociodemográficas que la A y la B.

20
La descripción de las familias de la muestra A y B son similares; la muestra de
pacientes incluye familias de clase media baja y baja, nivel de educación primaria, alta
desocupación y con ruptura de vínculos parentales y familiares; son generalmente
monoparentales. La muestra de alumnos de Avellaneda comparte el nivel social, económico,
desocupación y el contexto urbano. La muestra de Colegiales, comprende familias de clase
media compuesta por comerciantes, taxistas, porteros, empleados y algunos profesionales,
con descenso de nivel adquisitivo. En general poseen educación secundaria y mantienen su
organización vincular.

Resultados Cuantitativos
Los resultados se procesaron con el método estadístico SPSS.
Tomando la variable Cantidad de ítems marcados como presencia de sucesos
traumáticos, se encuentra lo siguiente: 1-No existen diferencias significativas entre la
muestra A y B. Ambas marca una media de 6 sucesos traumáticos. 2-Existen diferencias
significativas entre la muestra A y C (p=.000) Esta última marca una media de 3 sucesos
traumáticos. 3-Existen diferencias significativas entre la muestra B y C (p=.000).
Tomando la variable Cantidad de ítems marcados discriminando por sexo se
encuentra lo siguiente:
- Sexo masculino: 1- No existen diferencias significativas entre la muestra A y B. La
muestra A marca una media de 5.75 y la B, 6.03 sucesos traumáticos. 2-Existen diferencias
significativas entre la muestra A y C (p=.03). Esta última marca una media de 4 sucesos
traumáticos. 3- Existen diferencias significativas entre la muestra B y C (p=.03).
- Sexo femenino: 1- No existen diferencias significativas entre la muestra A y B. La
muestra A marca una media de 7,1 y la B, 6.2 sucesos traumáticos. 2- Existen diferencias
significativas entre la muestra A y C (p=.002). Esta última marca una media de 3.3 sucesos
traumáticos. 3- Existen diferencias significativas entre la muestra B y C (p=.001).
Tomando la variable intensidad de ítems marcados como impacto de sucesos
traumáticos, se encuentra lo siguiente: 1- No existen diferencias significativas entre la
muestra A y B. La muestra A marca una media de intensidad de 3.6 y la B una media de
3.3. 2- Existen diferencias significativas entre la muestra A y C (p=.000) Esta última marca
una media de intensidad 2.8 . 3- Existen diferencias significativas entre la muestra B y C
(p=.005).
Tomando la variable Intensidad de ítems marcados discriminando por sexo se
encuentra lo siguiente:
- Sexo masculino: 1- Existen diferencias significativas entre la muestra A y B (p=.003). La
muestra A marca una media de intensidad de 3.5 y la B, 2.9. 2-Existen diferencias
significativas entre la muestra A y C (p=.000). Esta última marca una media de intensidad
de 2.1. 3- Existen diferencias significativas entre la muestra B y C (p=.01).
- Sexo femenino: 1- No existen diferencias significativas entre la muestra A y B. La
muestra A marca una media de intensidad de 3.9 y la B, 3.7. 2- Existen diferencias
significativas entre la muestra A y C (p=.021). Esta última marca una media de intensidad
de 3.1. 3- Existen diferencias significativas entre la muestra B y C (p=.01).

Conclusiones
♦ Ambas muestras totales de Avellaneda (A y B) con respecto a la cantidad e intensidad
no presentan diferencias significativas. Sin embargo en comparación con la muestra C
están sujetos a mayor cantidad de factores traumáticos y de mayor intensidad afectiva
que los de Capital Federal.
21
♦ Los varones de la muestra clínica (A) no muestran diferencia significativa en cantidad de
hechos traumáticos vividos pero sí en intensidad con respecto a la muestra B. Ambas
muestras (A y B) se diferencian significativamente con la población de Colegiales tanto
en cantidad como en intensidad, es decir, los varones de Avellaneda enumeran más
cantidad de factores traumáticos y de mayor valor afectivo que los de Colegiales.
♦ Las mujeres clínicas (A) no presentan diferencias significativas en cantidad e intensidad
con la población B, pero ambas se diferencian con la población C.
♦ Las mujeres de la muestra A, registran más sucesos traumáticos que las otras muestras.
En general se observa una tendencia del género femenino en el mayor registro de
sucesos traumáticos en cantidad e intensidad, es decir que las primeras muestran mayor
autopercepción de hechos traumáticos en relación a las otras poblaciones. En cambio
muestran una relación inversa con respecto a las mujeres de la muestra C que son las
que menos cantidad de ítems marcaron.
En síntesis, a partir de las tres muestras administradas se observa que surgen
diferencias en cuanto a cantidad e intensidad con respecto a los sexos pero la hipótesis a
seguir investigando no es tanto la diferencia entre la muestra clínica y no clínica que era lo
esperado encontrar, sino que la diferencia significativa se produce a nivel de contexto.

Si bien el espacio de esta presentación no nos permite desarrollar los resultados


cualitativos de la investigación, se destacan los resultados más importantes de las tres
muestras:
Los ítems marcados con mayor frecuencia en cada muestra fueron los siguientes:
En las tres poblaciones “muerte de un abuelo” aparece como primer factor traumático,
marcado entre el 69% y 58% de las poblaciones. Esto concuerda con otras
investigaciones realizadas, UBACyT 1995-2000 y UBACyT 1998-2000.
En las tres poblaciones “estar separado de un ser querido” aparece como factor
traumático en diferentes niveles de importancia, marcado entre el 25% y 42% de las
poblaciones. Para las muestras no clínicas aparece en segundo lugar con 42% para
la B y 25% para la C. En cambio aparece en cuarto lugar de importancia para la
muestra clínica debido que en el segundo y tercer nivel aparecen las siguientes
problemáticas “Problemas para aprender en la escuela”, “dificultad para tener amigos”
y “problemas psicológicos personales”.

Bibliografía
- Casullo,M.M: Teoría y Técnicas de Evaluación Psicológica- Editorial Psicoteca-Bs.As. 1991
- Quiroga,S.E.: “Proyecto de investigación y asistencia para adolescentes migrados”-UBACyT-Bs.As.-año
1995/2000.
- Quiroga,S.E.: “Bulimia, Personalidad y Estrés Familiar en relación con la alimentación”- UBACyT-Bs.As.-año
1998/2000
- Quiroga, S.E.: Adolescencia: Del goce orgánico al hallazgo de objeto. Buenos Aires, Editorial Eudeba. 1998
- Quiroga, S.E. y Belçaguy, M.: Adolescencia:¿Crecimiento o Autodestrucción?- Buenos Aires. Editorial JVE
ediciones. 2001
- Quiroga,S.E., Nievas E.,Maia Domínguez, Silvina Fenochieti.:”Proceso Psicodiagnóstico: Diferencias
significativas entre el discurso espontáneo verbal y el obtenido a través de cuestionarios”. 2001

22
Factores determinantes de la violencia adolescente

Susana E. Quiroga, Glenda Cryan y Liliana Paradiso

Resumen

El estudio de la violencia en adolescentes contempla tanto las conductas perturbadoras de los jóvenes
sobre otras personas, sobre sí mismos y sobre objetos, como la violencia que los adolescentes sufren
pasivamente, ya sea por parte de la familia, de la escuela o de la sociedad.
En este trabajo abordamos la situación de adolescentes violentos. En primer lugar la complejidad
psíquica de la adolescencia y los conceptos teóricos de autores que encuentran en la más temprana infancia
las marcas de una ausencia, de fallas en la constitución del psiquismo que llevan a una búsqueda compulsiva
de situaciones de riesgo. En segundo lugar definimos y diferenciamos el concepto de violencia. En tercer lugar
delimitamos el concepto de conductas perturbadoras en la adolescencia de acuerdo a las descripciones dadas
en el DSMIV y sus respectivos criterios diagnósticos. Finalmente presentamos las actividades que se están
llevando a cabo en el marco del Programa de Psicología Comunitaria de la UBA, Subprograma de Psicología
Clínica para Adolescentes, Sede Regional Sur - Avellaneda.

1- Introducción

"El niño que roba no busca al objeto robado, sino a


la madre, sobre la que tiene ciertos derechos.
Estos derivan de que (...) la madre fue creada por el".
Winnicott30

Diversas Investigaciones realizadas desde distintas corrientes psicológicas sobre


riesgo físico y/o psíquico coinciden en afirmar que las patologías de autodestrucción se
observan con mayor incidencia en la franja de la adolescencia y adultez joven.
En el derrotero del crecimiento el adolescente atraviesa por situaciones de
vulnerabilidad psíquica y física propias de la circunstancia de los trabajos psíquicos a
realizar. Quiroga, S. (1997) afirma que la adolescencia se caracteriza por ser un período en
el que suceden múltiples cambios. Probablemente sea el momento de mayor capacidad vital
de un individuo, pero también el de mayor posibilidad de riesgo. La inermidad psíquica del
adolescente lo coloca en una situación de desamparo frente a la realidad que le resulta
traumática por carecer de elementos mentales que posibiliten una ligadura representacional
adecuada. En la adolescencia temprana la irrupción de la tensión genital coloca al sujeto
en un conflicto económico debido a una imposibilidad de tramitar psíquicamente tal aumento
de tensión. En la adolescencia media, el trabajo de duelo impone en el adolescente un
estado de depresión y retraimiento narcisista. Si el adolescente tiene antecedentes de duelos
patológicos puede ser el momento de desencadenarse una depresión psicótica o bien una
patología de autodestrucción. En la adolescencia tardía, la pérdida del marco social
formado por el cuerpo institucional que constituye la escuela secundaria instala una regresión
yoica que se manifiesta en una ruptura témporo-espacial.

30
Winnicott,D. Deprivación y delincuencia. Paidós 1990

23
Si el arduo pasaje de la niñez a la adultez, en cuanto a las tareas que el aparato
psíquico debe realizar no encuentra un ambiente adulto capaz de sostenerlo y acompañarlo,
si en su más temprana infancia ha sido deprivado de ciertas características esenciales del
vinculo con la madre, con la vida hogareña; cada fase de la adolescencia puede ser propicia
para desencadenar conductas delictivas, como dice Winnicott (1990) , la deprivación es
precursora de la conducta antisocial y del robo.

En la misma línea John Bowlby (1973) plantea la necesidad de la constitución de un


apego temprano y sostenido en la infancia para la futura salud mental del niño, dado que las
modalidades no satisfactorias de vínculos de apego serán la base de un posible adulto
psicópata agresivo y/o delincuente.
De allí el gran desafío que implica el trabajo con adolescentes cuyas conductas los
pone una y otra vez en situaciones de riesgo propio o de ataque al exterior y la necesidad de
recrear situaciones familiares que les fueron denegadas y les son imprescindibles para
desarrollar su capacidad de simbolización.

2- Complejidad Psíquica en la Adolescencia


Quiroga, S. (2001) plantea que el pasaje del adolescente desde los vínculos
familiares, signados por códigos sensoriales y de intimidad, hacia su inserción en la cultura,
regida por códigos abstractos y consensuales, involucra un pasaje de la madre al padre y
desde éste a los distintos significantes sustitutivos identificatorios. Freud (1940) llamó a este
pasaje "el progreso en la espiritualidad". Entiende que el mismo se halla ligado a la
comprensión del lugar paterno como aquel que funda, desde lo simbólico, el pasaje de la
sensorialidad a la lógica del pensar abstracto, por deducción.
La creencia firme en valores abstractos tales como la solidaridad, el amor, la verdad,
la justicia, etc. significa haber logrado el acceso a un estatuto de mayor complejidad psíquica
como la construcción del Ideal del Yo y del Super Yo, como instancia guardiana de la
conciencia moral. Significa también la constitución del padre simbólico, el deseo de "ser"
(como) y la seguridad de ser amado por el padre.
Por el contrario, la degradación de tal complejidad significa la vigencia de valores
concretos perecederos, de uso y de deshecho, y la vigencia del "tener" (dinero, objetos,
poder) por sobre el ser, en suma el retorno de la voluptuosidad por sobre la espiritualidad.
Este apego a la sensorialidad implica una mayor necesidad de estímulos intensos, de goce
irrestricto y de desenfreno pulsional. En este caso la transgresión y la corrupción se ha
instalado como modelo de identificación social.
Esta realidad parece mostrar que este momento de la vida constituye no sólo el de
mayor capacidad vital, sino también su mayor posibilidad de destrucción. En todos ellos, el
análisis profundo revela la presencia constante de sentimientos de depresión, desesperanza
y/o desesperación y la sensación de encontrarse ante una situación traumática que desborda
al Yo, llevándolo a la paralización, al abrumamiento psíquico y al pasaje al acto.
La confrontación del adolescente con "su incapacidad de resolver problemas que el
siente irresolubles" abre la posibilidad del pasaje al acto autodestructivo. Esta situación,
conformada intrapsíquicamente, tiene en el funcionamiento familiar patológico una de sus
raíces por lo cual las estrategias clínicas se ven llevadas a incluir (necesariamente y bajo
determinados lineamientos técnicos) a los miembros de dichas familias (Orbach, 1989).

24
3- Teorías acerca del origen de estas patologías
En el contexto del psicoanálisis contemporáneo, diversos autores, coinciden en ubicar
el origen de estas patologías en la temprana relación madre -hijo.

Marrone, M. (2001) destaca la importancia del apego para el desarrollo normal, así
como las consecuencias patológicas que derivan de las formas de apego inadecuadas; en
este sentido realiza un examen de las principales investigaciones sobre el tema. A
continuación detallaremos algunas conceptualizaciones de los autores que hicieron
contribuciones importantes en este campo:

Bowlby, J. (1973) señala que cada individuo construye en su interior modelos


operativos del mundo y de sí mismo y, con su ayuda, percibe los acontecimientos,
pronostica el futuro y construye sus planes. En el modelo operativo que cualquiera construye,
una característica clave es su idea de quiénes son sus figuras de apego, dónde puede
encontrarlas y cómo puede esperar que respondan. De forma similar, en el modelo operativo
del sí mismo, una característica clave es la noción de cuán aceptable o inaceptable aparece
ante los ojos de sus figuras de apego.
De allí la importancia de un apego temprano y sostenido en la infancia para el futuro de la
salud mental del niño. Donde la relación de apego resultara amenazadora e insatisfactoria se
producirá la enfermedad y el desarrollo de modalidades no adaptativas de enfrentar los
desafíos de la vida.

Winnicott, D. (1990) afirma que la falta de integración familiar interfiere en el desarrollo


emocional. Destaca que la relación madre-hijo constituye el contexto donde se desarrolla la
personalidad del niño, y enfatiza la delicada dialéctica entre el contacto y la separación, que
permitirá tanto el desarrollo de las capacidades de relacionarse como las de estar solo. En la
opinión de Winnicott, el desarrollo de un sentimiento de autoconfianza y de autoestima, la
capacidad de formar y mantener relaciones íntimas, la capacidad de tener un sentimiento de
interés y de experimentar culpa, la capacidad de sentir dolor, de reaccionar a la pérdida de
un modo organizado, la capacidad lúdica y de alegría en los momentos adecuados; se
relacionan con el cuidado que la persona ha recibido durante sus años de inmadurez. La
salud del adulto se construye durante las etapas de la infancia y la niñez. Si esto no sucede,
el recurso por parte del niño será, a fin de salvarse, el exteriorizar y dramatizar el mundo
interno, siendo él mismo, intérprete del papel destructivo. Es así que el acto delictivo
constituye una apelación a esas figuras paternas que han fallado en su función. La tendencia
antisocial, en el niño, es un llamado a otro que pueda ocuparse de él.

Kohut, H. (1971) plantea que en circunstancias normales las relaciones cotidianas


entre un niño y sus padres empáticos provee el marco en el cual se desarrolla un self
cohesivo y saludable. Los fallos de empatía menores o esporádicos no son perjudiciales,
pero el fracaso crónico provoca psicopatología. Frente al fracaso por parte de los padres de
cumplir la función de objeto-self, la búsqueda original de respuestas empáticas por parte del
niño se dirige a través de canales disfuncionales: agresión, síntomas neuróticos, desviación
sexual, grandiosidad, etc.

Mahler, M. (1975) enfatiza la importancia de la conducta parental en el desarrollo


temprano. El camino que un niño siga será el resultado de la interacción entre sus propias
necesidades y la personalidad de sus padres. La conducta de sostén de la madre, y todas
25
sus respuestas proveen al niño los primeros organizadores de la vida psíquica. A medida que
el niño crece, las regulaciones y fluctuaciones de la distancia entre el niño y la madre
promueven un sentimiento de separación e individuación que el niño en crecimiento necesita
para poder sentir un apego seguro, para ser capaz también de aventurarse solo por el mundo
con el propósito de explorar y aprender de sus exploraciones.

Fonagy, P. (1997) desarrolla el concepto de función reflexiva. La función reflexiva puede


definirse como la capacidad de darse cuenta de que tanto uno mismo como el otro (cada uno
por su cuenta y en forma separada) tienen pensamientos, sentimientos creencias y deseos
que les son propios, otorgan sentido a la experiencia interpersonal y permiten atribuir
significado y anticipar las acciones de los demás. La adquisición de esta función tiene lugar
en el proceso del desarrollo temprano. Dentro de este modelo, Fonagy sostiene que lo más
importante para el desarrollo de una organización cohesiva del self es el estado mental del
cuidador que capacite al niño, para encontrar en su mente una imagen de si mismo,
motivada por creencias sentimientos e intenciones. Tal organización cohesiva involucra una
representación de los afectos, una representación intencional del cuidador y, por último, la
representación intencional del self. De esta manera, el niño queda equipado para enfrentarse
a las adversidades de la vida con buenos recursos internos. En cambio, la vulnerabilidad,
asociada con el apego inseguro implica una actitud de desconfianza, no sólo con respecto a
la disponibilidad empática de las figuras parentales, sino también con respecto a la
posibilidad de concebir las interacciones como hechos intersubjetivos y no como una realidad
concreta. Este autor sostiene que la psicopatología en el adulto refleja una baja capacidad de
reflexión, y ésta se hace aún más marcada en cuadros graves como les ocurre a los
individuos con antecedentes penales o con un diagnóstico de personalidad borderline.

Esta formulación teórica tiene mucho en común con la noción de Bion, W (1962) sobre
la capacidad de la madre de contener, a través de su capacidad de reverie, los estados
afectivos intolerables para el niño y de responder de una manera tal que sirva para modular
sentimientos inmanejables.

En esta misma línea de la trama vincular temprana, Quiroga, S. (2001) destaca que la
presencia de fallas en la díada primaria por un estado patológico en la madre influye en la
historia infantil del niño, condicionando la aparición de una depresión temprana con poca o
ninguna posibilidad de elaboración psíquica, que suele reaparecer en la adolescencia en
forma de autodestrucción actuada. Por lo que distingue como imprescindible considerar la
dimensión familiar y en especial el aspecto transgeneracional, lo cual implica el diálogo con
la dimensión cultural.

4- Delimitación de conceptos
A continuación delimitaremos los alcances de conceptos que habitualmente son
utilizados indistintamente como agresividad , violencia y delincuencia, siguiendo las
definiciones de Echeburúa (1989):

La agresividad representa la capacidad de respuesta del organismo para defenderse


de los peligros potenciales procedentes del exterior. De esta manera, la agresividad es una
respuesta adaptativa y forma parte de las estrategias de afrontamiento de que disponen los
seres humanos.

26
La violencia, por el contrario, tiene un carácter destructivo sobre las personas y los
objetos, y supone una profunda disfunción social.

Todas las personas son agresivas, pero no necesariamente violentas. A su vez, la


violencia puede desencadenarse en forma impulsiva o ante diferentes circunstancias (abuso
de alcohol, fanatismo político o religioso, una discusión, etc.); o la violencia puede
presentarse, como en el caso de la personalidad psicopática, de una forma planificada, fría y
sin ningún tipo de escrúpulos.

La delincuencia es la transgresión de los valores sociales vigentes en una comunidad


en un momento histórico determinado, y puede acompañarse o no de conductas violentas.

5- Trastornos de comportamientos perturbadores en la infancia, niñez o la


adolescencia según el DSMIV
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) contempla
en los Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia, los Trastornos de
Comportamientos Perturbadores: el Trastorno Disocial y el Trastorno Negativista Desafiante.

Trastorno Disocial
La característica esencial del Trastorno Disocial es un patrón de comportamiento
persistente y repetitivo en el que se violan los derechos básicos de los otros o importantes
normas sociales adecuadas a la edad del sujeto.
El trastorno del comportamiento provoca deterioro clínicamente significativo de la
actividad social, académica o laboral.
El patrón de comportamiento suele presentarse en distintos contextos como el hogar,
la escuela o la comunidad. Puesto que los sujetos con Trastorno Disocial tienden a minimizar
sus problemas comportamentales, el clínico con frecuencia debe fiarse de otros
informadores.
En función de la edad del inicio del trastorno se han establecido dos subtipos de
Trastorno Disocial (tipo de inicio infantil y tipo de inicio adolescente).
Tipo de inicio infantil. Este subtipo se define por el inicio de por lo menos una
característica de trastorno disocial antes de los 10 años de edad. Los sujetos con el tipo
de inicio infantil suelen ser varones, frecuentemente despliegan violencia física sobre los
otros, tienen unas relaciones problemáticas con sus compañeros, pueden haber
manifestado un trastorno negativista desafiante durante su primera infancia y usualmente
presentan síntomas que satisfacen todos los criterios de trastorno disocial antes de la
pubertad. Estos sujetos tienden a experimentar un trastorno disocial persistente y a
desarrollar un trastorno antisocial de la personalidad en la época adulta más a menudo
que los sujetos con un tipo de inicio adolescente.
Tipo de inicio adolescente. Este subtipo se define por la ausencia de características
de trastorno disocial antes de los 10 años de edad. Comparados con los sujetos con el tipo
de inicio infantil, tienden menos a desplegar comportamientos agresivos y a tener más
relaciones normativas con compañeros (aunque frecuentemente plantean problemas de
comportamiento en compañía de otros).
La autoestima es usualmente baja, aunque el sujeto puede proyectar una imagen de
«dureza». Escasa tolerancia a la frustración, irritabilidad, arrebatos emocionales e
imprudencia son características frecuentemente asociadas. Las tasas de accidentes parecen

27
ser superiores en los sujetos con trastorno disocial en comparación con otros que no
padecen este trastorno.
El trastorno disocial suele asociarse a un inicio temprano de la actividad sexual, beber,
fumar, consumir sustancias ilegales e incurrir en actos temerarios y peligrosos. El consumo
de sustancias ilegales puede incrementar el riesgo de persistencia del trastorno disocial. Los
comportamientos propios del trastorno disocial pueden dar lugar a suspensiones o
expulsiones escolares, problemas en la adaptación laboral, conflictos legales, enfermedades
de transmisión sexual, embarazos no deseados y lesiones físicas producidas en accidentes o
peleas.
El rendimiento académico, especialmente en lectura y otras habilidades verbales,
suele situarse por debajo del nivel esperado en función de la edad e inteligencia del sujeto,
pudiendo justificar el diagnóstico adicional de trastorno del aprendizaje o de la comunicación.
Factores predisponentes del desarrollo de un trastorno disocial: rechazo y abandono
por parte de los padres, temperamento infantil difícil, prácticas educativas incoherentes con
disciplina dura, abusos físicos o sexuales, carencia de supervisión, primeros años de vida en
instituciones, cambios frecuentes de cuidadores, familia numerosa, asociación a un grupo de
compañeros delincuentes y ciertos tipos de psicopatología familiar.
Criterios para el diagnóstico del Trastorno disocial según el DSMIV
A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos
básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de la edad,
manifestándose por la presencia de tres (o más) de los siguientes criterios durante los
últimos 12 meses y por lo menos de un criterio durante los últimos 6 meses:
Agresión a personas y animales
(1) a menudo fanfarronea, amenaza o intimida a otros
(2) a menudo inicia peleas físicas
(3) ha utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras personas (p. ej., bate,
ladrillo, botella rota, navaja, pistola)
(4) ha manifestado crueldad física con personas
(5) ha manifestado crueldad física con animales
(6) ha robado enfrentándose a la víctima (p. ej., ataque con violencia, arrebatar bolsos,
extorsión, robo a mano armada)
(7) ha forzado a alguien a una actividad sexual
Destrucción de la propiedad
(8) ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar daños graves
(9) ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas (distinto de provocar
incendios)
Fraudulencia o robo
(10) ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra persona
(11) a menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar
obligaciones (esto es, «tima» a otros)
(12) ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima (p. ej., robos en
tiendas, pero sin allanamientos o destrozos; falsificaciones)
Violaciones graves de normas
(13) a menudo permanece fuera de casa de noche a pesar de las prohibiciones paternas,
iniciando este comportamiento antes de los 13 años de edad
(14) se ha escapado de casa durante la noche por lo menos dos veces, viviendo en la casa
de sus padres o en un hogar sustitutivo (o sólo una vez sin regresar durante un largo período
de tiempo)
28
(15) suele hacer novillos en la escuela, iniciando esta práctica antes de los 13 años de edad
B. El trastorno disocial provoca deterioro clínicamente significativo de la actividad social,
académica o laboral.
C. Si el individuo tiene 18 años o más, no cumple criterios de trastorno antisocial de la
personalidad.

Trastorno Negativista Desafiante


La característica esencial del Trastorno Negativista Desafiante es un patrón recurrente
de comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostil, dirigido a las figuras de
autoridad, que persiste por lo menos durante 6 meses.
Los comportamientos negativistas y desafiantes se expresan por terquedad
persistente, resistencia a las órdenes y renuencia a comprometerse, ceder o negociar con
adultos o compañeros. Las provocaciones también pueden incluir la comprobación
deliberada o persistente de los límites establecidos, usualmente ignorando órdenes,
discutiendo o no aceptando el ser acusado por los propios actos. La hostilidad puede dirigirse
a los adultos o a los compañeros y se manifiesta molestando deliberadamente a los otros o
agrediéndolos verbalmente (normalmente, sin las agresiones físicas más serias que se
observan en el trastorno disocial). El trastorno se manifiesta casi invariablemente en el
ambiente familiar, pudiendo no ponerse de manifiesto en la escuela ni en la comunidad. Los
síntomas del trastorno suelen ser más evidentes en las interacciones con adultos o
compañeros a quienes el sujeto conoce bien, y, por lo tanto, pueden no manifestarse durante
la exploración clínica. Normalmente los sujetos con este trastorno no se consideran a sí
mismos negativistas ni desafiantes, sino que justifican su comportamiento como una
respuesta a exigencias o circunstancias no razonables.
Los síntomas y trastornos asociados varían en función de la edad del sujeto y de la
gravedad del trastorno. Se ha observado que en los varones el trastorno es más prevalente
entre quienes, durante los años escolares, tienen temperamentos problemáticos (p. ej.,
reactividad elevada, dificultad para tranquilizarse) o una gran actividad motora. Durante los
años escolares puede haber baja autoestima, labilidad emocional, baja tolerancia a la
frustración, utilización de palabras soeces y un consumo precoz de alcohol, tabaco o
sustancias ilegales. Son frecuentes los conflictos con padres, profesores y compañeros.
Puede establecerse un círculo vicioso en que el padre y el niño pongan de manifiesto lo peor
de cada uno. El trastorno negativista desafiante es más prevalente en familias donde los
cuidados del niño quedan perturbados por la sucesión de distintos cuidadores o en familias
en que las prácticas educativas son duras, incoherentes o negligentes. El trastorno por déficit
de atención con hiperactividad es común en niños con trastorno negativista desafiante. Los
trastornos del aprendizaje y los trastornos de la comunicación también tienden a asociarse a
este trastorno.
Puesto que en los niños preescolares y en los adolescentes son muy frecuentes
comportamientos negativistas transitorios, es preciso ser cautos al establecer el diagnóstico
de trastorno negativista desafiante, especialmente durante dichos períodos del desarrollo. El
número de síntomas negativistas tiende a incrementarse con la edad.
El trastorno es más prevalente en varones que en mujeres antes de la pubertad, pero
probablemente las tasas se igualan más tarde. Los síntomas suelen ser similares en cada
sexo, con la excepción de que los varones pueden incurrir en más comportamientos de
confrontación y sus síntomas ser más persistentes.

29
El trastorno negativista desafiante suele ponerse de manifiesto antes de los 8 años de
edad y en general no más tarde del inicio de la adolescencia. Los síntomas negativistas
acostumbran a aflorar en el ambiente familiar, pero con el paso del tiempo pueden producirse
en otros ambientes. Su inicio es típicamente gradual, y suelen mantenerse a lo largo de
meses o años. En una proporción significativa de casos el trastorno negativista desafiante
constituye un antecedente evolutivo del trastorno disocial.
El trastorno negativista desafiante parece ser más frecuente en familias donde por lo
menos uno de los padres cuenta con una historia de trastorno del estado de ánimo, trastorno
negativista desafiante, trastorno disocial, trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
trastorno antisocial de la personalidad o trastorno por consumo de sustancias. Además,
algunos estudios sugieren que las madres con trastorno depresivo cuentan con más
probabilidades de tener hijos con trastorno negativista, si bien no está claro en qué medida la
depresión materna es el resultado del comportamiento negativista de los niños o su causa. El
trastorno negativista desafiante es más frecuente en familias donde existen conflictos
conyugales graves.
Criterios para el diagnóstico del Trastorno Negativista Desafiante
A. Un patrón de comportamiento negativista, hostil y desafiante que dura por lo menos 6
meses, estando presentes cuatro (o más) de los siguientes comportamientos:
(1) a menudo se encoleriza e incurre en pataletas
(2) a menudo discute con adultos
(3) a menudo desafía activamente a los adultos o rehusa cumplir sus demandas
(4) a menudo molesta deliberadamente a otras personas
(5) a menudo acusa a otros de sus errores o mal comportamiento
(6) a menudo es susceptible o fácilmente molestado por otros
(7) a menudo es colérico y resentido
(8) a menudo es rencoroso o vengativo
Nota. Considerar que se cumple un criterio sólo si el comportamiento se presenta con más
frecuencia de la observada típicamente en sujetos de edad y nivel de desarrollo
comparables.
B. El trastorno de conducta provoca deterioro clínicamente significativo en la actividad social,
académica o laboral.
C. Los comportamientos en cuestión no aparecen exclusivamente en el transcurso de un
trastorno psicótico o de un trastorno del estado de ánimo.
D. No se cumplen los criterios de trastorno disocial, y, si el sujeto tiene 18 años o más,
tampoco los de trastorno antisocial de la personalidad.

6- Subprograma de Psicología Clínica para Adolescentes - Sede Regional Sur-


Avellaneda

"El crecimiento no es una simple tendencia heredada, sino, además, un


entrelazamiento de suma complejidad con el ambiente facilitador. Si todavía se puede usar a
la familia, se la usa, y mucho, y si ya no es posible hacerlo, ni dejarla a un lado (utilización
negativa), es preciso que existan pequeñas unidades sociales que contengan el proceso de
crecimiento adolescente"
Winnicott, D31

31
Winnicott, D "Realidad y juego" pág. 186

30
En el marco del Programa de Psicología Comunitaria de la UBA funciona el
Subprograma de Psicología Clínica para Adolescentes - Sede Regional Sur- Avellaneda, que
dirige la Dra. Susana E. Quiroga. En este trabajo se presentan las actividades que se llevan
a cabo en el Servicio de Prevención, Asistencia e Investigación de la Violencia en
Adolescentes Tempranos. Este servicio contempla violencia familiar, escolar y urbana e
incluye tanto las conductas perturbadoras de los jóvenes sobre otras personas, sobre sí
mismos y sobre objetos, como la violencia que los adolescentes sufren pasivamente.
Prevención
La prevención de la violencia se desarrolla en escuelas públicas del distrito de
Avellaneda (7°, 8° y 9° año EGB) y en la Unidad de Asistencia Clínica, con el objetivo de: 1-
modificar factores ambientales y personales relacionados con la aparición de la conducta
problemática, y 2- dotar a los alumnos y docentes de recursos múltiples para hacer frente a
situaciones difíciles.

Las actividades que se realizan incluyen: 1- acuerdos con la supervisión escolar,


asesoramiento y orientación a docentes, orientadores escolares y trabajadores sociales de
las escuelas, y 2- charlas interactivas con material didáctico y administración de
cuestionarios a los adolescentes.
La intervención que se realiza con los adolescentes contempla la detección de
posibles trastornos de inicio en la infancia y/o en la adolescencia y las situaciones de riesgo
y/o violencia a las que se encuentran, en muchos casos, expuestos.

Una vez finalizada la intervención, se realizan estudios epidemiológicos sobre el


grado y tipo de violencia en la población escolar, y se realiza un informe de devolución a las
autoridades del establecimiento.

Por último, se organizan grupos de orientación para adolescentes y sus familias con el
objetivo de profundizar las problemáticas detectadas y evaluar la posibilidad de acceder a
tratamiento psicológico en el servicio.

Asistencia
La Asistencia está destinada a adolescentes tempranos con conductas antisociales
y/o autodestructivas y a sus padres.
En primer lugar, se realiza un psicodiagnóstico siguiendo los criterios establecidos en
el DSMIV. El mismo consiste en una primera entrevista semiestructurada de admisión y una
anamnesis del paciente consultante con los padres del mismo. Se administra una batería de
tests a los adolescentes y a sus padres, que incluye tests objetivos y proyectivos que evalúan
personalidad, situaciones traumáticas, depresión, ansiedad, alexitimia y desesperanza.

El abordaje asistencial presenta una técnica de intervención grupal focalizada, cuyos


objetivos son: la detección de a) patrones de interacción familiar y grupal a través de grupos
de terapia paralelos de padres e hijos b) la capacidad de cambio psíquico del grupo familiar
c) la prevención de conductas antisociales y autodestructivas. Estos grupos, llamados
Grupos de Terapia Focalizada (GTF), se desarrollan en Módulos, de duración, objetivos y
técnicas pre-determinadas que se han creado para estas patologías.

31
Una vez finalizado el Grupo de Terapia Focalizada, los pacientes son evaluados
nuevamente para ser derivados a un Grupo Terapéutico Definitivo (GTD), a Terapia
Individual, Familiar, a Servicios de cuidado intensivo externos al Programa para adolescentes
con conductas de desajuste social y de riesgo de autodestrucción o a la
Repetición del Primer Módulo GTF

Investigación
Las tareas de Investigación incluyen estudios longitudinales pre-post tests que
evalúan la eficacia terapéutica de la técnica empleada para el abordaje de estos pacientes.
7- Conclusiones
Las diferentes perspectivas abordadas ponen de manifiesto la complejidad de las
patologías autodestructivas, en este caso la violencia en adolescentes, definidas según el
DSMIV como Trastorno Disocial y Trastorno Negativista Desafiante.
Por una parte se plantea la necesidad de tener en cuenta el momento evolutivo en que
se desencadena esta patología, por otra la historia personal y familiar del adolescente, su
situación actual y el contexto (familiar, escolar, social) que lo acompaña.
El desafío de intervenir desde el marco conceptual propuesto con dispositivos
eficaces implica un abordaje específico que posibilite desplegar la capacidad de simbolizar,
pensar, crear un espacio donde cada uno por su lado (padres y adolescentes), e
intersubjetivamente, instalen o recuperen su lugar en la constelación familiar y social.

Bibliografía
- Bion, W. (1962) A Theory of Thinking. International Journal of Psychotherapy, 43, 306-310, en Marrone, M.
(2001) La teoría del apego: un enfoque actual. Psimática. Madrid.España
- Bowlby, J. (1973) La separación afectiva.. Paidós. Buenos Aires, en Marrone, M. (2001) La teoría del apego:
un enfoque actual. Psimática. Madrid.España
- DSMIV Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (1995), Editorial Masson, Barcelona
- Echeburua, E. (1989) Personalidades violentas. Pirámide. Madrid
- Fonagy, P., Steele, H, Steele, M. & Target, M. (1997) Reflective Function manual (versión 4.1) for Applicaton to
the Adult Attachment Interview, en Marrone, M. La teoría del apego: un enfoque actual. Madrid.España.
Psimática 2001
- Freud 1940 “Esquema del psicoanálisis”, en Obras completas, vol 23. Amorrortu editores, Buenos Aires
- Kohut,H. (1971) Análisis del self. Amorrortu. Buenos Aires, en Marrone, M. (2001) La teoría del apego: un
Enfoque actual. Psimática. Madrid.España
- Mahler, M, Pine, F & Bergman, A (1975) The Psychological Birth of the Human Infant. New York: Basic Books,
en Marrone, M. (2001) La teoría del apego: un enfoque actual. Psimática. Madrid.España
- Marrone, M. (2001) La teoría del apego: un enfoque actual. Psimática. Madrid. España.
- Orbach (1989) Children who don´t want to live, Jossey-Bass Publishers, San Francisco, Londres en Quiroga,
S. (2001) "Adolescencia, ¿Crecimiento o autodestrucción?" JVE ediciones. Buenos Aires
- Quiroga, S. (1997) Adolescencia: del goce orgánico al hallazgo de objeto. Secretaría de Cultura. Facultad de
Psicología. Oficina de Publicaciones. Ciclo Básico Común. UBA. Buenos Aires
- Quiroga, S. y Belçaguy, M. (2001): "Adolescencia, ¿Crecimiento o autodestrucción?" JVE ediciones. Buenos
Aires.
- Winnicott, D. (1987) Realidad y juego. Editorial Gedisa. Buenos Aires
- Winnicott, D (1990) "Deprivación y Delincuencia". Paidós. Buenos Aires.

32
La construcción de la subjetividad en
los trastornos de la conducta alimentaria.

Verónica Vega

• Introducción:
Sabemos que la adolescencia es un terreno propicio para desarrollar conductas de
riesgo de cualquier tipo. Pero no todos los adolescentes tienen las mismas posibilidades de
desorganizarse frente a la irrupción pulsional. El modo en que el/la joven transite esta etapa
de la vida dependerá en buena medida de sus experiencias infantiles, y tal bagaje podrá
protegerlo o dejarlo aún más vulnerable frente a la aparición de trastornos autodestructivos,
tales como la anorexia y la bulimia. En este trabajo me ocuparé de los trastornos alimentarios
y particularmente de cómo incide la relación temprana con la madre en la construcción de la
subjetividad.

• Algunos datos estadísticos:


La creciente prevalencia de los trastornos de la conducta alimentaria, durante la
adolescencia y especialmente en el género femenino, ha llevado a numerosos autores e
investigadores a ocuparse del tema.
Investigaciones recientes muestran que estos trastornos aumentan año tras año en las
comunidades occidentales.
Goetestam, K.; Eriksen, L. y otros (Noruega, 1998) realizaron una investigación
durante 4 años en 170 hospitales generales. Las admisiones de mujeres con TDA eran entre
9 y 17 veces más que las de los hombres. Se admitieron por año: entre 140-183 mujeres
y entre 11-15 varones.
Apollini y cols. (Italia, 1999) estudiaron la prevalencia en una muestra de 1343 mujeres
y 1359 varones adolescentes. Las puntuaciones fueron significativamente altas: 13,3 % de
las mujeres y el 2,5 de los hombres tenían anorexia nerviosa. Respecto de la bulimia: el
21,20% de las mujeres y el 2% de los hombres tenían BN. Los autores concluyen que
depurando los resultados anteriores el 10% de las mujeres adolescentes y el 2% de los
hombres presentarían anorexia o bulimia.
Grabhorn R, Kopp W, et.al. (Alemania, 2003) estudiaron una muestra de 1171
pacientes con TDA (ambos sexos). Encontraron una prevalencia en el género femenino.
Anorexia: (342 mujeres y 13 hombres) y Bulimia (629 mujeres y 18 hombres).
Nuestro país no escapa a la tendencia. En 1998 Quiroga S., Zukerfeld R. y Zonis R.
encontraron en una población de 207 alumnas de la U.B.A. de 18 a 25 años, una prevalencia
del 13% de algún tipo de desorden alimentario.
En 2003 Vega, V. y Quiroga S. publicaron un estudio realizado con 1720 alumnas de
13 a 23 años cursantes de Escuelas públicas del Distrito Avellaneda. Las autoras hallaron en
dicha población una prevalencia de 18,8% para trastornos alimentarios y de un 24,7% para
trastornos de la imagen corporal.

• Breve descripción psicodinámica de las pacientes con Trastornos de la


Alimentación (TDA).
La anorexia es el más antiguo trastorno alimentario; las primeras descripciones datan
del siglo XIV y se atribuyen a la Iglesia. Aunque la palabra anorexia significa

33
etimológicamente falta de apetito; en la clínica no se evidencia tal pérdida de apetito hasta
luego de haberse instalado fuertemente la enfermedad. Por el contrario lo que se observa es
una tenaz oposición a la ingesta de alimentos. La delgadez en la anorexia es un concepto
ontológico. Lo que determina que la paciente anoréxica deje de comer es su objetivo de
descorporizarse. Actualmente y en virtud de lo dicho, se ha propuesto llamar a esta
enfermedad ¨Severo trastorno de la imagen corporal de repercusión alimentaria¨ puesto que
lo que se privilegia en las pacientes anoréxicas es la distorsión de la imagen corporal. La
paciente anoréxica aspira a una utopía, la de ser un esqueleto viviente; se maneja con
negatividad debido a su desmentida y se muestra obediente y sobreexigente consigo misma.
En este sentido se transforma en una paciente que cumple las normas externas aunque
internamente siga adelante con su conducta autodestructiva.

La Bulimia Nerviosa es definida como un síndrome con rasgos específicos recién en


1979, cuando Russell publica la primer descripción clínica de la enfermedad. En 1980 a
través del DSMIII-R, la Bulimia Nerviosa cobra una jerarquía científica internacional, y
describe un cuadro patológico caracterizado por la alternancia de períodos de restricción
alimentaria con episodios de ingestas copiosas; seguidos por conductas compensatorias
inapropiadas para anular la ganancia de peso. El patrón común en la Bulimia nerviosa es la
sensación de descontrol. Este descontrol es un concepto subjetivo que determina claramente
el atracón. En el atracón el objeto alimentario no es objeto de necesidad ni de placer. La
paciente bulímica se siente sometida a un ideal inalcanzable y fracasada en la búsqueda del
ideal anoréxico.

Los trastornos alimentarios permiten bloquear, a través de sus síntomas, ciertos


conflictos que resurgen en la adolescencia ligados a la reedición del complejo de Edipo y de
castración. Si tenemos en cuenta que durante la adolescencia temprana y media aún no está
conformado el carácter; deberemos admitir entonces que hablar de un trastorno alimentario
no siempre significa remitirnos a estructuras de personalidad narcisista. De hecho, estos
trastornos pueden coexistir con caracteres histéricos, fóbicos, obsesivo-compulsivo,
fronterizos (borderline) y en algunos casos aparecen conductas cercanas a la psicosis.
Pueden presentarse equivalentes de los síntomas psicosomáticos, depresiones, fobias o
períodos de actuaciones (actings out) autodestructivas que pueden incluir conductas
sexuales impulsivas, robos, tendencia a accidentarse, etc. (Wilson, 1988). Las características
familiares son de gran influencia en este punto ya que una familia con miembros sanos,
podrá contener al adolescente de manera tal donde los síntomas alimentarios sean
transitorios. Por otro lado, los síntomas no serán pasajeros y se solidificarán en aquellas
familias donde haya miembros gravemente perturbados y donde el/la adolescente sea
víctima de un doble discurso, o de padres con conductas exhibicionistas alrededor de la
sexualidad y la higiene corporal, o controladores, perfeccionistas y preocupados por la
gordura.

Si bien los rasgos de personalidad encontrados en los TDA son variables, pareciera
que hay ciertas características que emergen de manera consistente. Aunque la anorexia y la
bulimia comienzan por el temor a engordar, son distintas las características de personalidad
de una paciente y otra.

Las pacientes anoréxicas no sufren de inapetencia (an-orexis) sino por el contrario,


temen el hambre insaciable y la emergencia de sus propios impulsos voraces. En este caso,

34
lo que aparece es una búsqueda de control de los impulsos de voracidad. Wilson (1988)
sostiene que en nuestra cultura las jóvenes anoréxicas no tienen resueltas las
identificaciones femeninas y afirma que la anorexia se produce por una identificación con un
padre o madre que teme a la gordura. Otro denominador que el autor marca es el repliegue
de la sexualidad hacia una característica aniñada e infantil. Numerosos autores sostienen
que hay una fuga de la sexualidad adulta acompañada de una regresión a defensas
primitivas (Fenichel, 1954; Sperling, 1978, Deutch, 1940 En: Sorosky, 1988). Esta regresión
incluye conflictos alrededor de fantasías orales sádicas y canibalísticas primitivas (Selvini
Palazzoli, 1961, 1978; Sperling, 1953, 1968, 1978: En Sorosky 1988) Los mecanismos en
juego son los pregenitales (Fenichel, 1954, Masterson, 1977, Risen, 1982, Volkan, 1976). En
tal sentido, Wilson (1983) confirmó los descubrimientos de Sperling (1978) acerca de las
fijaciones preedípicas a la madre no resueltas y su contribución a las dificultades en el
desarrollo psicosexual. Respecto de las bulímicas, uno de los puntos fundamentales que se
encuentra es la ineficacia en el control de los estados internos (Bruch, 1973 En: Feinstein &
Sorosky, 1988). Esta incapacidad parece contribuir al sentimiento de indiferenciación (Lewis
y Johnson, 1984) que conduce a la debilidad en el control de los impulsos. También se
observa depresión e inestabilidad afectiva, baja tolerancia a la frustración y alta ansiedad.
Las pacientes bulímicas son excesivamente críticas debido a la repetida discrepancia entre
su yo verdadero y su yo ideal (Kohut, 1971). Todo esto contribuye a la baja autoestima. En
este contexto, la búsqueda de la delgadez significa una manera de controlar a ese cuerpo
que no puede dominarse (Johnson C., Maddi, K. 1988).

• La relación temprana con la madre en la construcción de la subjetividad.


La relación entre la madre y el bebé fue estudiada y conceptualizada tanto desde la
pediatría como desde la psicología. No cabe duda de la importancia de la sensibilidad de la
figura de apego para la regulación de la capacidad discriminatoria del infante entre
sensaciones corporales y estados emocionales.

En este trabajo repasaré primero los conceptos freudianos acerca del narcisismo
primario, la identificación primaria y la constitución del yo que posteriormente sirvieron de
basamento para que Spitz y Erikson se ocuparan de la relación diádica madre-bebé. Luego
me dedicaré al tema de la díada vincular primaria desde estos y otros autores que retoma
Quiroga (1998) como Winnicott, Kreisler, Bion y Green. Integraré las ideas expuestas con los
trastornos de la conducta alimentaria y finalmente presentaré una viñeta clínica que ilustre lo
expuesto.

El narcisismo primario y la identificación primaria a la luz de la constitución del yo.


En 1905 Freud escribe ¨Tres Ensayos para una teoría sexual¨, donde introduce el
tema del objeto libidinal y trata la relación recíproca entre madre y bebé.
Años más tarde (Freud, 1914), postula que al comienzo no hay un yo psíquico sino
orgánico y que el psiquismo debe nacer con posterioridad al nacimiento biológico. Para
Freud el yo es ante todo orgánico; funciona con el sistema del arco reflejo: estímulo-descarga
(yo real primitivo). Es decir que se trata de eliminar cantidades de excitación que el yo no
puede tramitar y que aún no son cualificadas.
El lactante es incapaz de conservar su propia vida sino es a través de las acciones de
un agente externo (madre). Todo aquello de lo que carece el infante lo proporciona la función
materna. Es la madre, investida como modelo, la que garantiza el sentimiento de existencia y
35
también aquella que otorga cualidades y matices. Deseo aclarar en este punto que cuando
me refiero a ¨madre¨, no me refiero a la madre objetiva, real, sino a la función materna que
bien puede ser desarrollada por otra persona que no sea la madre de la realidad externa.
Continuando entonces, Freud afirma que dado que las pulsiones autoeróticas son
primordiales, algo debe agregarse al autoerotismo para que el narcisismo se constituya; a
esta nueva acción psíquica la llama identificación primaria. Define a la identificación primaria
como el primer enlace afectivo con otro investido como modelo o ideal, al cual el yo aspira
fusionarse.
El resultado de esta identificación primaria es un estado de fusión entre el bebé y el
objeto (vivido como parte del yo); es una relación narcisista en la que madre y el bebé se
sienten completos (sentimiento oceánico). En ¨El Yo y el Ello¨ (1923) Freud va más allá y
afirma que los efectos de tales identificaciones serán duraderos y universales.
Estas identificaciones primarias interesan al ser, al sujeto del yo, y su desarrollo
implica que este yo ha alcanzado el sentimiento de existencia, de ser sujeto. Ya se aclaró
que la identificación primaria ocurre en relación al vínculo con otro colocado (vía proyección)
en la posición de modelo o ideal del yo. Si el yo aspira ocupar el lugar del modelo, es porque
se ha dado positivamente esa célula simbiótica, y está alcanzando entonces la posición de
sujeto; lugar que se acompaña del sentimiento de sí.
La subjetividad se construye entonces a partir de la relación con otro (la madre). Pero
la teoría de la subjetividad freudiana no sólo trata acerca de la proyección y la posterior
identificación sino también de la posibilidad de ser activo. Freud (1926d) afirma que el yo es
pasivo ante las pulsiones y que su modo de salir de tal inermidad es volverse activo respecto
de los objetos del mundo. Al respecto, dice Maldavsky (1991) ¨ Lo que puede ocurrir es que
el yo no se coloque en la posición de sujeto, es decir en la posición activa y que no alcance
la identificación con un modelo/ideal del yo. Esto ocurre entre otros motivos porque la
realidad es decepcionante respecto de lo que lo anímico se prepara para captar...¨

La relación entre la madre y el bebé en la constitución del yo. La díada vincular primaria.
Spitz (1965) retoma el tema de las relaciones recíprocas entre la madre y el bebé y se
dedica a realizar observaciones sistematizadas de los vínculos entre ambos. Estudia cómo
incide sobre la vida o la muerte del bebé la presencia de la madre. No se trata simplemente
de una presencia física, sino de una presencia con conexión empática. Describe cuadros
clínicos en los cuales el bebé puede llegar a la muerte por falta de relación objetal materna.
Esta falla puede deberse tanto a una ausencia física materna prolongada más allá de lo que
el bebé puede sostenerla en su mente; como a una ausencia cualitativa donde la madre está
físicamente presente pero se encuentra desconectada y ausente para las necesidades del
bebé.
Spitz observa en algunas madres grandes oscilaciones en el humor, estados de
repulsa, hostilidad, depresión, ¨solicitud exagerada¨, etc. Estas madres angustiadas,
deprimidas rehusan el contacto con sus hijos y restringen la satisfacción de la necesidad
dificultando el proceso identificatorio.
Retomando a Freud, Spitz afirma que la identificación primaria se refiere al estado de
indiferenciación en el cual el infante no puede diferenciar el yo del no yo. Se trata de un
estado de carencia no solo de estructura psíquica, sino también de fronteras entre lo psíquico
y lo somático. En este estado, el bebé tiende a sentir como propias aquellas acciones que
provienen del mundo externo y que calman su estado de tensión de necesidad. Si estas

36
experiencias son satisfactorias, se refuerza su sentimiento de omnipotencia; en cambio si
fracasa el encuentro con el objeto que calma la tensión de necesidad; esto es vivenciado
como parte del yo y el bebé sentirá que él fracasa. En los casos descriptos anteriormente, en
que la madre está en un estado depresivo o excesivamente angustiada, será dificultoso
acceder a una relación diádica completa, perfecta, narcisista y consecuentemente será
dificultoso también la constitución del sentimiento de sí. Al mismo tiempo, la falla del agente
externo no diferenciado del yo es vivida como falla del propio self. Esta falla acarreará
posteriormente dificultades en el proceso de separación-individuación (Mahler, 1957,1960).
Tratando de perfeccionar el concepto del proceso de separación-individuación, Spitz
afirma que ¨el camino hacia la individuación pasa a través de las identificaciones
secundarias. Pues el niño ha de adquirir las técnicas de su madre de cuidar de él, de velar
por él (y esto solo lo logra por identificación)¨ antes de que sea capaz de separarse a sí
mismo de ella y convertirse en un individuo independiente. Este autor sostiene que mientras
la identificación primaria es un estado, la secundaria es un mecanismo.
La madre aporta calma y selecciona estímulos externos, regula la tensión, satisface la
necesidad, y brinda alivio. Si las funciones de regulación son exitosas, se internalizan y se
logra una separación progresiva de la madre, si por el contrario no se logran, resulta
imposible separarse de ella y por lo tanto se tienen sensaciones de indignidad, vacío e
impotencia. Podríamos decir que posteriormente, esos bebés sin una función materna
introyectada –vía identificación primaria- serán adultos con problemas de confusión debido a
las dificultades para diferenciarse y separarse. Serán personas con dificultades en el cuidado
del propio self.

Por su parte, Erikson también retoma la idea freudiana de la inexistencia primordial de


un yo psíquico y postula que los comienzos del yo emergen de un estado en el que la
identidad es una cuestión fisiológica mantenida entre la necesidad del bebé de recibir y la
necesidad materna de dar. En ese intercambio, la madre planteará que se puede confiar en
ella. La confianza básica es para Erikson el primer sentimiento de integridad, aquel sobre el
cual el bebe podrá pararse para continuar su camino hacia la identidad. Dice Erikson (1958)
¨como requisito fundamental de la vitalidad mental, ya he propuesto un sentimiento de
confianza básica, una actitud penetrante hacia uno mismo y hacia el mundo, derivada de las
experiencias del primer año de vida. Esta primer tarea que se le presenta al bebé tiene como
polo negativo el de la desconfianza básica¨.
El sentimiento de confianza básica adquirido en la temprana infancia brinda seguridad
y es un basamento fundamental hacia la identidad, lo ayudará a soportar grandes montos de
angustia sin desorganizarse.
Cuando el recién nacido es separado de su simbiosis corporal con la madre, su
habilidad para tragar (más o menos coordinada) se encuentra con la habilidad materna (más
o menos coordinada) para alimentarlo y recibirlo con regocijo. ¨En ese momento el bebé vive
por medio de su boca y ama con ella; la madre vive por medio de, y ama con sus pechos o
con cualquier parte del cuerpo que trasmita su vivo deseo de proporcionar a su hijo lo que
necesita¨ (Erikson, 1958). El estado de confianza implica no sólo que uno ha aprendido a
apoyarse en la mismidad y continuidad de los proveedores externos, sino también que puede
confiar en sí mismo y en su capacidad para enfrentar necesidades; en su capacidad de ser lo
suficientemente merecedor de confianza.
Erikson afirma que los temores infantiles en relación a la pérdida de confianza básica
se evidencian en ¨haber sido abandonado¨, ¨estar vacío¨, no servir para nada, etc. Estos
37
temores son a menudo, expresados en el tratamiento de pacientes con trastornos
alimentarios.
¨Debemos decir sin embargo, que el monto de confianza básica que se extrae de la
experiencia infantil más temprana no parece depender de las cantidades absolutas de
alimento o de demostraciones de afecto, sino más bien de la calidad de la relación con la
madre. Las madres crean un sentimiento de confianza en sus hijos mediante ese tipo de
dirección que combina en su calidad, la satisfacción sensitiva de las necesidades individuales
del bebe con un firme sentimiento de confianza personal, dentro del marco confiado del estilo
de vida que caracteriza a su comunidad (Erikson, 1958).

Una vez salido del útero materno, es función de la madre contener al bebé en su
mente (Tustin, 1981b) mediante su capacidad de reverie, como dice Bion. La mente actúa
ahora como un sucedáneo del útero biológico. Este estado -uterino- permite al bebé apartar
de sí la noción de dos por un tiempo, hasta que sea lo suficientemente maduro como para
tolerarla. Si por alguna razón esta relación uterina se ve interrumpida ¨se producen fases de
reacción al impacto y estas reacciones interrumpen la continuidad del ser (being) del bebé.
Un exceso de este tipo de reacción no produce frustración sino amenaza de aniquilamiento¨
(Winnicott, 1974). Este aniquilamiento antecede a la idea de muerte y atenta contra la propia
existencia.
La díada vincular primaria permite rastrear el por qué de la carencia representacional y
la falla en el pasaje de la cantidad a la cualidad. Winnicott plantea que para el advenimiento
de un verdadero self es requisito fundamental que el bebé cuente con una madre empática y
un ambiente facilitador que lo sostenga (holding) frente a la no integración y desorganización
primitiva. Winnicott considera que la eficacia del apoyo materno, neutraliza además la
"ansiedad inconcebible" que se haría realidad ante una falla materna intensa y precoz. Los
cuidados pacientes, regulares de la madre permiten que el desarrollo se inicie sin que se
comprometa la unidad psicosomática. De esta manera el bebé desarrolla una confianza
básica en su capacidad de crear, de "poner" en el mundo. La madre da al bebé‚ un breve
período en que la omnipotencia es cuestión de experiencia. Así el bebé va integrándose,
personalizándose y va relacionándose con el mundo externo (al cual siente como interno)
siendo a la vez cada vez más, él mismo.
El ¨sostén¨ permite integrar mecanismos psíquicos y constituir una relación de objeto.
Winnicott sostiene que el vacío primario es un requisito previo al anhelo de recibir algo dentro
de sí, de ¨ser llenado¨. Observa que cuando no se cuenta con una madre suficientemente
buena, se establecen vínculos adhesivos (no objetales) como manera de enfrentar el vacío y
se busca compulsivamente la muerte física ya que la psíquica ya aconteció. Estos pacientes
poseen ¨miedo al derrumbe¨ (Winnicott, 1963) entendido éste como una falla en la
organización de las defensas que sostienen al self. El self organiza defensas para evitar el
derrumbe de su organización psíquica pero nada puede hacer si tal derrumbe proviene de un
hecho externo como la falla ambiental (ausencia de madre empática). Sólo se puede
entonces intentar controlar el terror al vacío, un ejemplo es esto el ¨no comer¨ (anorexia)
como correlato de la no-existencia.

Sintetizando, al cabo de un desarrollo temprano exitoso se puede dar por sentado que:
1) El bebé es un sujeto, con un yo básicamente integrado, capaz de transformar en
experiencias vividas, los acontecimientos derivados de su interjuego con el medio, que al
principio no reconocía como separado del self.

38
2) Está personalizado. Vive dentro de un cuerpo que es él mismo y, como ser
encarnado, se vincula con el mundo que no es él mismo.
3) Ha podido reconocer la alteridad del Objeto.
Por el contrario, el falso desarrollo produce un estado de cosas que podríamos resumir
diciendo: Que se forma un falso self, y a través de él, el bebé‚ se transforma en "la madre de
sí mismo", ocultando y protegiendo en su interior al verdadero self embrionario y disociado.

Quiroga formula una correlación entre estos pensamientos winnicottianos con lo


enunciado por Kreisler (1976) como depresión fría y que Green (1980) describe como el
complejo de la madre muerta.
Kreisler (1976) observa una insuficiencia relacional cualitativa materna, una madre
depresiva descompensada a causa de una situación traumática connotada como pérdida
narcisista. La madre no presenta los síntomas de una depresión clásica sino que evidencia
inhibición, inercia y soledad. Si tal estado coincide con el momento del narcisismo primario
del bebé, esto afectará entonces a la creación del sentimiento de sí y en su lugar habrá
desinvestidura. Tal como lo explica Quiroga, Kreisler dice que ¨se trata de una expresión
negativa de indiferencia, depresión fría o blanca, que se expresa en una aspiración a la
descarga a cero como consecuencia de la función desobjetalizante, que no solo se dirige
sobre los objetos, sino sobre el proceso mismo de objetalización¨ (En: Quiroga, 1998).
En cuanto a Green, el autor describe una estructura particular a la que llama el
complejo de la madre muerta; donde no se trata de una madre muerta en la realidad sino de
una madre que, estando viva, se declara muerta para el bebé al cual no inviste debido a su
propia depresión.
Siguiendo con las ideas de Green (1990) ¨se trata de un narcisismo negativo, donde
el objetivo es el del vacío y el de la nada en reposo mortífero¨. Esto es consecuencia de una
imposibilidad para elaborar pensamientos a partir de las grandes cantidades de afectos. Es
decir que ha fallado el traspaso de la cantidad a la cualidad y por ende toda cantidad inunda
al aparato y deja en un estado de estancamiento libidinal tóxico.

En síntesis: Los autores mencionados plantean una madre que por una depresión
descualificada de afectos no posee una representación mental del bebé. Así, esta madre
deprimida, que está psíquicamente ausente, no dispone de libido para investir a su bebé y
constituir una célula simbiótica donde ella se sienta completa y complete a su hijo. Esta
madre no capta las necesidades del bebé y no se ofrece como objeto que satisface
necesidades.
La falla ambiental de la madre es vivida por el bebé como propia y esto acarrea una falla
en la identificación primaria, garante del sentimiento de existencia impidiendo el pasaje del
autoerotismo al narcisismo y por consiguiente la constitución de la subjetividad. Por el
contrario, el sujeto queda fijado en un autoerotismo intracorporal somático donde no hay
identificación posible más que con el vacío mismo y donde el yo funciona des-integrado del
verdadero self.

• Integración de las ideas expuestas con los Trastornos Alimentarios.


La situación explicada en el punto anterior se evidencia a menudo en la clínica de los
trastornos alimentarios. Es frecuente observar en estas pacientes sentimientos de vacío,
indignidad, impotencia, baja autoestima, confusión, desconfianza, etc. No se sienten
personalizadas, más aún; sienten que su cuerpo no les pertenece en el sentido de

39
vivenciarlo.

La desconfianza es un sentimiento que surge de no haber adquirido la confianza


básica pero también deriva de un fuerte componente esquizo-paranoide propio de estas
pacientes. Se reproducen en los vínculos, aquel primitivo modo de relación donde la madre
estaba desconectada (esquizo) y donde la investidura de atención prevaleció por sobre la
investidura egoísta.

Estas pacientes carecen de un yo básicamente integrado, son pacientes con una


fuerte escisión yoica. Al respecto Zukerfeld propone el modelo de la Tercera Tópica donde ¨lo
psicosomático es un modo del aparato psíquico universal y coexistente con el llamado modo
neurótico y que corresponde a la dinámica de la estructura narcisista homeostática¨. Dicho
modelo se utiliza para dar cuenta de una escisión en el yo, producto de la desmentida, donde
ciertas conductas no corresponden a lo reprimido. Se presentan como actos con fines de
descarga que irrumpen en la realidad, sin un sentido elaborativo. ¨Estos actos corresponden
a una estructura narcisista homeostática donde el sufrimiento corporal está incluido como en
una enfermedad psicosomática¨ (Zukerfeld, 1992).

Hilde Bruch (1973) pionera en la investigación de los trastornos alimentarios, describe


la distorsión de la imagen corporal y las deficiencias perceptivas como elementos
precursores a la aparición de estos trastornos. Años después, revitaliza la idea del efecto
negativo provocado por alteraciones tempranas en la relación madre- bebé. Es decir que, se
presentan necesidades del bebé que no tienen una respuesta adecuada por parte de la
madre (función materna). Las manifestaciones del bebé no confirmadas por la madre,
provocan posteriormente en el/la hijo/a un estado de perplejidad, inefectividad y desamparo.
Las presiones de la adolescencia y la falta de sostén propia del desasimiento de la autoridad
paterna, reeditan esa primer vivencia de desamparo y en un intento compensatorio, el control
sobre la comida y la ingesta brindan un sentido de la identidad no construida.
La línea de Bruch es continuada por Selvini- Palazzoli (1974), al relacionar las
dificultades de objeto con las experiencias corporales de carácter patológico siendo las
experiencias corporales, fundantes para el bebé. Si se presenta una relación perturbada
entre madre y bebé, se provocarán sensaciones en el propio cuerpo, y tal como se dijo
anteriormente, una falla proveniente del exterior termina siendo introyectada y viviéndose
como propia.

Siguiendo a Mahler, Sugarman (1982) afirma que el fenómeno bulímico refleja


dificultades de la temprana etapa del desarrollo por una relación madre-hija intensamente
ambivalente, que provoca una falla en la separación física y cognitiva del objeto materno,
llevando a una fijación narcisista sobre su propio cuerpo, que sigue siendo vivenciado como
un objeto transicional. El cuerpo es utilizado como algo no perteneciente al yo.

Podríamos decir que las personas que padecen de trastornos alimentarios han sufrido en las
fases tempranas del desarrollo una falta de respuesta adecuada a sus necesidades; sea
porque sus demandas fueron extraordinarias o; con mayor probabilidad; por una
inadecuación del cuidado de sus necesidades en la relación primaria con la madre. Se
produjo así una detención del desarrollo del self en la fase de separación-individuación con
persistencia de necesidades propias de la etapa simbiótica, propiciando una identificación
con la ausencia materna, con el vacío y no con el objeto. La consecuencia es un déficit
40
estructural con alteración de las funciones regulatorias, sensación de ineficacia, incapacidad,
labilidad emocional, necesidad de aprobación externa, tensión o sensación de rareza,
incapacidad para estar sola consigo y con sus sentimientos, sensación de falta de completud
(propia de la falla en el narcisismo primario). Todas esas sensaciones se encuentran a veces
disimuladas detrás de una apariencia de autosuficiencia que actúa como defensa.
Desarrollan un falso self, escindido del verdadero que les permite ¨actuar¨ -en el sentido del
¨como si¨- aquello que perciben deseable para el otro. Suelen tener vínculos superficiales
desarrollados a raíz de la cáscara (falso self) y no del núcleo (verdadero self).

Las pacientes con Trastornos alimentarios parecen sentir un terror al vacío ya


experimentado y vivenciado como agujero que se intenta controlar mediante el ¨no comer
(anorexia), y que fracasa en el des-control de un atracón (bulimia). Así, se repite una actitud
materna de indiferencia y expulsión para consigo. Se trata de una actitud descualificada de
afectos –a diferencia de la melancolía- donde la paciente se da de baja a sí misma, sin
sentimientos negativos, pero sin haber podido construir su subjetividad y desestimando su
propio sentir –tal como su madre - ; donde el temor a la muerte no existe porque la muerte ya
aconteció.

• Viñeta clínica
El siguiente fragmento surge de una sesión multifamiliar de la Unidad de Trastornos
Alimentarios perteneciente al Subprograma de Psicología Clínica para Adolescentes de la
UBA, sede Avellaneda. En la sesión estaban presentes las pacientes con TDA y sus madres.
Este fragmento surge de un momento en la sesión en el cual las madres se quejan del
silencio y aislamiento de sus hijas. Dicen que sus hijas no les cuentan nada y que no tienen
comunicación con ellas.

Paciente A: Cuando le quiero contar las cosas del colegio está con la televisión. -¨Mami!¨... -¨Qué?
Qué? Qué?¨.

Madre de A: No lo dije yo?

Paciente B: A mí... lo que le pasa a mi mamá es que por ahí, a veces le voy a decir algo, y termino de
decirle y me sale con cualquier comentario...

(la madre de B no interviene)

Terapeuta: Qué piensan ustedes de esto que dicen las chicas?

Madre de A: Lo he dicho, que sí, que cuando me están hablando yo estoy con el televisor así (hace un
gesto de abstraída) y que lo que me dicen me entra por acá y me sale por acá (señala sus oídos).

Paciente A: O se queda tildada! Perdón mami!! Ves? (reproduce el momento de abstracción).

Madre de A: Cuando ven que estoy con la boca abierta vienen y me hacen (imita el gesto de cerrarle la
boca)... si, si, yo lo he comentado. Estoy que no me importa nada lo que me dicen. Yo he notado, he
comentado en la terapia, que por ejemplo últimamente no me importa nada lo que me digan mis hijas,
mi marido, ni nadie. Me entra por una oreja y me sale por la otra. Por eso es que me importa más mirar
41
la televisión que lo que le pasa a ella.

Terapeuta: Bueno su hija ha logrado una manera de que usted se conecte con ella, no? Que es
molestarla, enojarla, la pincha, la pincha, hasta que usted se enojó y cuando se enojó, por lo menos
usted logró sentir algo (La paciente A y su madre siempre pelean y se gritan). La despertó, la sacó de
ese momento así como ´de televisión¨, no?
Madre de A.: Como que no estoy. Físicamente estoy pero mentalmente ando por el limbo. Eso lo
comentamos, que estoy en un momento que no me importa nada, si me hablan, si no me hablan, si les
va bien, si no les va bien, si les va mal, me tiene sin cuidado

• Bibliografía:

Bruch, H. (1969) Hunger and instinct. The Journal of nervous and mental disease, 149 (2)
91-14
__________ (1973) Eating disorders, obesity, and anorexia nervosa and the person within
Routledge Kegan Paul, London, 1974.
__________ (1978) The Golden cage. The enigma of anorexia nerviosa. Cambridge Harvard
University Press.

(1995) DSM-IV®. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.


Masson, S.A. Barcelona, España. 1995.

Erikson, E. (1958) Infancia y sociedad. Bs.As. Hormé. (1980)

Freud, S. (1905) Tres Ensayos de teoría sexual. O.C. Amorrortu De. Bs.As., vol 7.
______ (1914c) Introducción del narcisismo. En A.E., vol 14.
______ (1920g) Más allá del principio del placer. En A.E., vol.18.
______ (1923b) El yo y el ello. En A.E., vol.19.
______ (1924c) El problema económico del masoquismo. En A.E., vol.19.
______ (1926d) Inhibición, síntoma y angustia. En A.E., vol.20.

Goetestam, K. (1998) Prevalence of eating disorders in Norwegian general hospitals 1990-1994


Eriksen, L.; Admissions per year. Norwegian U of Science &Technology, Dept of
Nielsen, S. Heggestad, Psychiatry & Behavioural Medicine, Trondheim, Int. J. of Eating
Disorders, Vol. 23(1): 57- 64.

Grabhorn R, (2003) Differences between female and male patients with eating disorders
Kopp W, Gitzinger I, Results of a multicenter study on eating disorders (MZ-ESs)
et.al. Psychother Psychosom Med Psychol 2003 Jan;53(1):15-22

Green, A. (1983) Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Bs.As. Amorrortu ed. 1986.
________ (1972) De locuras privadas . Iª edición al castellano. Bs.As. Amorrortu Ed. 1990.

Kohut, (1971) Análisis del self. Amorrortu Editores. Bs.As.,1977

Kreisler, L. (1976) El niño psicosomático. Huemul, Bs.As.

Lofrano, V. (1995) Anorexias y Bulimias. Las cosas del comer. Ediciones Funtadip.
Labanca, R. Buenos Aires - Argentina
y cols.

42
Mahler , M. (1957) On Two Crucial Phases of Integration Concerning problems of Identity.
Separation-Individuation and Bisexual Identity. Resumido en el Panel
Problemas de Identidad J. American Psych. Assn., 6, 1958 En: Spitz, R. El
primer año de vida. Fondo de cultura económica (1965).
____________ (1960) Symposium on psychotic Objetcs relationships III. Perceptual De-
differentiation and Psychotic Objects relationships, Int. Journal of Psycho
Anal.,41 En: Spitz, R. El primer año de vida. Fondo de cultura económica.

Maldavsky, D. (1991) Procesos y estructuras vinculares. Ed. Nueva Visión.

Quiroga, S.E. (1994) Patologías de la autodestrucción. Editorial Publikar, Bs. As. 1998.
________ (1998a) Adolescencia, del goce orgánico al hallazgo de objeto, Editorial.
EUDEBA, Universidad de Buenos Aires, Junio 1998. 2da. Ed.
________ (1998b) Cuerpo, depresión y suicidio. En Actualidad Psicológica, Año XXIII
N°255, pp. 16-19, julio de 1998.

Quiroga, S (1998) Conductas alimentarias y factores psicopatológicos en mujeres


Zonis, R. y ingresantes en la Universidad de Bs.As.
Zukerfeld, R. Revista del Instituto de Investigaciones de la Facultad de
Psicología de la UBA. Año 3 Nº 2 : 113-135

Feinstein S. & (1988) Trastornos de la alimentación: Bulimia, Obesidad y Anorexia


Sorosky, A. (comps) nerviosa. Ed. Nueva Visión.

Selvini Palazzoli (1974) Self starvation. N. York, Jason Aronson.

Spitz. R. (1965) El primer año de vida. Fondo de cultura económica, 1998.

Sugarman, A (1982) The body as a transitional object in bulimia.


y Kurasch.C. Int. Journal of Eating Disorders. 1:57-67

Vega, V. y (2003) TDA y TIC en adolescentes mujeres. Actas de las X Jornadas de


Quiroga S Investigación de la Facultad de Psicología. UBA, agosto 2003.

Wilson (1988) La psicoterapia psicoanalítica de la anorexia nerviosa En: Feinstein S. &


Sorosky, A. Trastornos de la alimentación: Bulimia, Obesidad y Anorexia
nerviosa. Ed. Nueva Visión

Winnicott, D. (1963) Communicating and not communicating leading to a study of certain


opposites. En Winnicott 1965.

Zukerfeld, R (1992) Acto bulímico y Tercera tópica. Ed. Paidós, 1996, 2º edición. 1996.

43

You might also like