como el perpetuo mundo. (Si el Eterno Espectador dejara de soarnos un solo instante, nos fulminara, blanco y brusco relmpago, Su olvido). Nadie es la patria, pero todos debemos ser dignos del antiguo juramento que prestaron aquellos caballeros de ser lo que ignoraban, argentinos, de ser lo que seran por el hecho de haber jurado en esa vieja casa. Somos el porvenir de esos varones, la justificacin de aquellos muertos; nuestro deber es la gloriosa carga que a nuestra sombra legan esas sombras que debemos salvar.