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La publicacién de !a obra Socfobiologia: le nueva sintesis, de Edward O. Wilson, ha provocado una controversia de picvorciones histéricas. Wilson no es el primer sociobidlogo, pero si el més globali- zador y aficaz en la presentacién de le que preten- de ser una nuva disciplina cientifica.-La obra de Wilson ha dado origen, por ello, a una crisis del conocimiento y de !2 conciencia publica, crisis que tiene connotaciones tanto politicas 0 ideolégicas como académicas. En Uso y abuso de Ia biologia, Marshall Sahlins se p. -pone realizar una erftica de la sociobiologia desde el punto de vista antropold- gico, es decir, desde el. punto de viste tradicional de lo que es la cultura. Sahlins concluye que las siencias sociales no pueden ser reducidas a una base bioldgica, ya que ésta, aun siendo una condi- cién absolutamente necesaria para la cultura, es completamente incapaz de especificar las propie- dades del comportamiento humano o las varia nes que experimentan éstas de un grupo humano a otro, Marshall Sahlins es catedrético de antropologia en la Universidad de Chicago. Entre sus obras més conocidas se encuentra La economia de la Edad de Piedra. Siglo XXI publicaré también su obra Cul: ture y raz6n préctica, Marshall Sahii Sites Uso y abuso de la biologia Traduccién de EULALIA PEREZ SEDENO USO Y ABUsSO DE LA BIOLOGIA Una critica antropoldégica de la sociobiolopa ‘Por Marshall Sahlins 123 141 149 Sale velvuno ediores, ca siglo yelntiune de espafia editores, sa siglo veintiuno argentina editores, sa 4 blerelntune de eelombia,Rda FILOSoF ix ¥ LETRAS. Primera edicién en castellano, septiembre de 1982 © toto xr ve sSPARA Error, 5,4, Calle Plaza, 5. Madrid.33 Primera edicién en inglés, 1976 © The University of Michigan Press Titulo otisinal: The use und abuse of biolosy. An anthro: ological critique of sociobiology DERECWOS RESERVADOS CONFORME A 1A LEY Impreso y hecho en Espata Printed an made in Spain Disefio de Ja eubierta: EL Cabri ISBN: #4323004 Depésito legal: M. 25.3341982 Pabresg en Closes Cl'coyen, §. L. Poligono Igarsa Paracuellos del Jarsma. (Madrid) INDICE mNTRoDUCCION PRIMERA PARTE BIOLOGIA Y CULTURA 1 Critica de ta sociobiotogta vulgar. pete | 2 Critica de la sociobiotogta cientifics Ia selec ei6n por parentesco ... 2» SECUNDA PARTE BIOLOGIA E IDEOLOGIA 3. Las transformaciones ide: leceién natural 4, La dinléctica cultura .. Ber Sailr ane ee aa Ml Indice de nombres 149 a aR Siempre me gusta narrar una historia que el ayudante de Wundt, Kiilpe, nos conté tras una visita i la vecina Universidad de Jena para ver al anciano filésofo Erdmann, cuya historia de Ja filosofia, en unos diez voliimenes, todos habfamos leido y estudiado. El viejo estudioso y el joven cientifico tuvieron una charla amis. {osa, cilida, sobre los antiguos filésofos y sus sistemas. Pero cuando Kiilpe traté de hacerle hablar de Wundt y la nueva escuela, Erdmann sacudié la cabeza de forma negativa, diciendo: que no podia entender a los hombres modernos, En mi época —explicé— solfamos plantearnos la eterna cuestién, ‘gQué es el hombre”, y uste- des, hoy en dia, la contestan diciendo: *#ra un mono’ LINCOLN SiemENs, The autobiography a ee INTRODUCCION 1 publicacién, en el otofio de 1975, de la obra Aaciobiology: the new synthesis, de Edward 0, Wilson, fue acogida con una respuesta de pro, Porciones histéricas, tanto dentro como flerm del mundo académico, Al menos Ia reaccién an guard6 proporeién con la que, por lo general, suscita una obra erudita publicada por una edi, Son, como reconcé erja répidamente, no era el Primer sociobiélogo, aunque sf el més efiear Y globalizador. En cualquier caso, el libro se Gonvirtié en un eacontecimiento de los medios de comunicacions, objeto de articulos ¢ incluce titulares en las primeras paginas del New York Times, el Chicago Tribune y otros importantes Periédicos ameticanos, También dio lugar a lin debate, todavia sin resolver, en las pégh 2 Marshall Sahlins de Michigan y en otros distinguidos centros de ensefianza superior. Un ataque critico, pu- blicado por el colectivo de Boston «Science for the People», se vendié en los circulos intelec- tuales avanzados de todo el pafs. La American Anthropological Association dedicé dos dias al tema en su asamblea anual de noviembre de 1976, en el que tanto Wilson como otros bié- logos y antropélogos simpatizantes abogaron por una reorientacién tedrica de las ciencias sociales. En resumen, Sociobiology ocasioné una crisis de connaissance y conscience, del conocimiento y de la conciencia piblica, con connotaciones tanto politicas o ideoldgicas co- mo académicas. Quiérase 0 no, este ensayo for- ma parte de la controversia, Se ocupa de los problemas generales, intelectuales e ideoldgicos planteados por Sociobiology y otros escritos afines desde el punto de vista particular de un antropslogo en ejercicio, 0, lo que es lo mismo, desde e' punto de vista tradicional de lo que es la cultura, Bl tono sera critico, pero espero que no sea histérico. Porque el problema intelectual central se re- duce en realidad a la autonomia de la cultura y al estudio de la cultura. Sociobiology pone en peligro la integridad de la cultura como una cosa-en-sf, como una creacién humana, dis- tintiva y simbélica. En lugar de una constitu: cidn social de significados, ofrece una determ nacién bioldgica de las interacciones humanas que tiene su fuente, en primer lugar, en la ten- dencia‘ evolutiva general de los genotipos indi- viduale); a maximizar su éxito reproductivo. Es una nuva variedad de utilitarismo sociolégico, Introduccion 3 Pero traspuesto ahora a un célculo biolégico del Provecho sacado de las relaciones sociales, en fusionar las humanidades y las ciencias so. ciales. Como el objeto de estas disciplinas no gs en realidad tinico, deberfan ser incorporadas dentro de una biologta evolutiva capaz de pro. porcionarles sus determinaciones fundamenta. les. «La sociologia y las otras ciencias socia, les», escribe E. 0. Wilson, «ast como las huma, nidades, son las tiltimas ramas de Ia biologia due esperan ser incluidas en la sintesis moder. na. Asf, pues, una de las funciones de la socio. biologia es reformular los fundamentos de Ine clencias sociales de manera que redna estas materias en la sintesis moderna. Queda por ver si las ciencias sociales pueden ser verdadera, mente biologizadas de esta forma (1975, p. 4) La respuesta que yo sugiero aqui es que no Pueden serlo, debido a que la biologia, aunque €s una condicién absolutamente necesaria para la cultura, es igual y absolutamente insuficien. te: es completamente incapaz de especificar las Propiedades culturales del comportamiento hu. mano o las variaciones que experimentan éstas de un grupo humano a otro, Los problemas politicos planteados por la pu. blicacién de Sociobiology se han desatrolléto tanto dentro del mundo académico como en la sociedad en general. Por lo que se refiere al primero, no entraré en detalles, Sélo merece la pena sefialar que el proyecto de abarcar otras 4 Marshall Sahlins disciplinas se ha convertido tanto en una pric- tica como en una teoria. Los antropélogos, so- cidlogos y demés que estan convencidos de la correccién de la tesis sociobiolégica encuentran en ella un medio de competicién interdiscipli- naria organizada. A veces, la agresividad del «ataquer a la sabiduria tradicional —pues como tal me ha sido caracterizada por un an- tropélogo cum sociobidlogo— parece ideada para describir y probar su teoria de la natu- raleza humana al mismo tiempo. Por otro lado, en la sociedad en general los sociobidlogos han tenido que resistir vigorosos ataques de las personas de izquierdas. La mayor parte de las discusiones que aparecen en los periédicos y en las revistas intelectuales son de este tipo. Aunque los que ejercen la sociobio- logia estan tan confinados a sus torres de mar- fil como cualquiera de nosotros, lo que equi- vale a decir que la tinica politica que conocen a fondo es més bien de tipo feudal, se ven répidamente perseguidos (segiin ellos) como de- fensores a.ultranza de un capitalismo conser- vador. Se denuncia a la sociobiolog{a como otra encarnacién del darwinismo social. Se acusa a los sociobidlogos de ofrecer una justificacién ideolégica de un status quo opresivo en el que casualmente son individuos bastante privile giados. (Para una reciente versin del debate, vyéase Bio Science, marzo de 1976.) No creo que Wilson y sus colaboradores estuvieran prepara- dos para este tipo de reaccién ideolégica. Al- guien podria decir que no eran conscientes de las dimensiones politicas de su argumentacién, pero esto plantea complejos problemas de c a Introduccion 5 tica que una vez més se presentan en dos ni- veles. El primero es: gqué se puede decir de las in- tenciones de los sociobidlogos? O, de modo mas preciso, gimportan algo sus motivaciones? Yo dirfa que en absoluto, y me gustaria abstener- me de sugerir-Ja menor critica ad hominem. Y esto por una raz6n de principio que resulta ser una de mis principales criticas a la propia teo- rfa, a saber, que no hay una relacién necesaria entre el cardcter cultural de un acto, institu- cién o creencia dados y las motivaciones que la gente pueda tener para participar en él o en ella. Aunque creo que la teorfa de la sociobio- logia posee una dimensidn ideolégica intrinse- ca —una profunda relacién histérica con el ca- Pitalismo competitivo occidental—, ése es un hecho que ha de ser analizado cultural y signi- ficativamente, debido precisamente a que la falta de acuerdo entre el cardcter del acto ideo- ogico y la calidad del intento excluye cualquier facil explicacién individualista, Ademés, y ésta es la segunda dificultad que debe reconocer la critica, se puede argumentar gue no hay ningiin isomorfismo légico entre la sociobiologia y la opresién social. En una re- ciente entrevista en el Harvard Crimson se dice que, segiin E. D. Wilson, después de todo, Noam Chomsky también es un «innatista», y sin duda Chomsky es un hombre politicamente honor: ble. Pero si insistimos cientificamente en la nita plasticidad y maleabilidad del comporta: miento humano —continia el argumento—, ig. norando las constricciones bioldgicas sobre el pensamiento y la accién humanos, eso es tam- 6 Marshall Sahlins bién una invitacién abierta a que cualquier totalitario haga con nosotros Io que quiera. Y nos estaré bien empleado, Ahora bien, aunque seguramente este argumento es discutible, me gustaria admitir este punto, debido una. vez més a que la falta de una conexidn estricta- mente racional entre la concepcién innatista y Ia injusticia social podria agrandar las dimen- siones culturales de la cuestién. ¢Cémo hemos de explicar, pues, la sensibilidad de la izquierda a las tesis de la sociobiologia? Porque esa sen- sibilidad es, sin duda, un hecho social. z¥ c6- mo hemos de explicar la fascinacién del publico y de los medios de comunicacién? Ese es otro hecho social. La controversia ideolégica provo- cada por la sociobiologia constituye en sf mis- ma un importante fenémeno cultural. Sugiere que hay algin tipo de relacién profunda entre la teorfa de la accién humana formulada por la sociobiologia y Ia conciencia que tienen los occidentales de su propia existencia social. Aqui hay alguna relacién entre el modelo bio- légico del reino animal y el modelo de si mis- mos de los nativos. Ahora bien, si los nativos en cuestién fueran de alguna otra tribu, el an- tropélogo no dudaria en pensar que su tarea es tratar de descubrir esa relacién. No obstante, si en cualquier parte de la humanidad hay cul- tura, hay cultura incluso en América, y no tiene el antropélogo menos obligacién de conside- rarla como tal aunque le resulte més dificil trabajar como un participante que observa que como un observador que participa. Me gusta- ria tratar los problemas ideolégicos con esta e de espiritu etnografico, espec Introduccion z La primera parte, «Biologia y cultura», in- tenta determinar las insuficiencias de la socio. biologia como teoria de la cultura. Consta de una critica en dos etapas, La primera es una breve critica de lo que denomino la «sociobio. logta vulgar», que no es tanto la obra de Wilson como una premisa tomada por la «nueva sinte- sis» de ciertos predecesores recientes, La premi. sa es que los fenémenos sociales humanos son la expresi6n directa de emociones o disposiciones conductuales humanas, tales como Ia agresivi dad, la sexualidad o el altruismo, habiéndose establecido esas disposiciones en el curso de la filogenia mamifera, primate u hominida. La si- guiente seccion, més amplia, se ocupa de la «se. lecci6n por Parentesco», que es una version Particularmente notable de la idea de que el Comportarniento social humano est determina: do por el caleulo del éxito reproductivo indi. vidual; esto.2s, que todos los tipos de sociabi dad y asociasilidad se pueden explicar median. te la tendencia evolutiva del material genético a maximizarse con el tiempo. La objecién a esta tesis constituye una critica de la «sociobiologta cientifica> representada por Wilson y sus co. legas. La segunda parte, «Biologia e ideologla», exa: mina las transformaciones de la propia teorfa evolutiva ocasionadas por sus peripecias en la organizacién social, y en especial en la organi. zacién social humana. Mantengo que el concep- to tradicional de «seleccién natural» ha sido asimilado p/ogresivamente a la teoria de la accién soci! tipica del mercado competitivo, teoria caracteristica de un desarrollo tardio ¢ 8 Marshall Sahtins histéricamente espectfico de la cultura euro- americana. A partir de la idea de una repro- duccién diferencial que depende de unos cam- Bios genéticos y ambientales fortuitos, Ia selec- cién se convirtié sucesivamente en’ sinénimo de optimizacién o maximizacién de los genoti- pos individuales y, por iltimo, de explotacién de un organismo por otro en nombre de una ‘conveniencia genético egoista. Alo largo de esta serie de transformaciones, la seleccién abando- na su posicién tedrica como fuerza orientadora de la evolucién en favor del proyecto de maxi- mizacién genética del sujeto individual. En la estructura de la argumentacién evolutiva, la se- leccién asume el papel de un medio para los fines del organismo. Una segunda seccién des- cribe el desarrollo paralelo en la conciencia sociolgica y popular de la propia civilizacién occidental. Desde que Hobbes colocara a la so- ciedad burguesa que conocia en el estado de najuraleza, la ideologia capitalista ha estado marcada por una dialéctica reciproca entre las concepciones populares de la cultura y la na- turaleza, Concebida a la imagen del sistema de mercado, la naturaleza, imaginada pues cultu. ralmente, ha sido usada a su vez para explicar el orden social humano, y viceversa, en un in- tercambio recfproco sin fin entre darwinismo social y capitalismo natural. Se dice que la so- ciobiologia es s6lo la tiltima fase de este ciclo: la fundamentacién del comportamiento social hnmano en una idea avanzada o cientifica de la -evolucién orgénica, que es, segin sus pro- pits términos, la representacién de una forma cultural de accién econémica, De ahi la reac. Introduccién 9 cién popular y politica que desperté el anuncio de esta «nueva sintesiss, Queda por sefialar que he,escrito este ensayo con un cierto sentido de la urgencia, dado el significado actual de Ja sociobiologia y la po- sibilidad de que pronto desaparezca como ciem cla sélo para sobrevivir en una renovada con. viecién popular de la naturalidad de nuestras disposiciones culturales. Por este motivo he prescindido del usual aparato erudito de am. Plias notas a pie de pagina, En el texto apare. cen las referencias clave, y las pocas notas exis. tentes explican los términos técnicos, que, por lo general, he tratado de reducir al minimo, PRIMERA PARTE BIOLOGIA Y CULTURA 1. CRITICA DE LA SOCIOBIOLOGIA VULGAR. ‘Billos tratan de matarmes —le dijo Yossarian tranquilamente, Nadie trata de matarte —grité Clevinger. sEntonces, epor qué me disparan? —pregun- t6 Yossarian, ~Disparan a todo ef mundo —respondié Cle vinger—. Tratan de matar a todo el mundo —é¥ cual es la diferencia?, =eQuiénes son ellos? —quiso saber. .Quié. yes piensas ti que tratan de matarte? —Todos ellos —te contesté Yossarian, —eTodos quiénes? Todos Ios que piensas ti, No tengo ni idea. —Entonces, ge6mo sabes que no son ellos? Josurst HeLume, Catch 22 de las necesidades © impulsos del organismo humano, habiéndose construido tales tender cias de Ja naturaleza humana mediante una evolucién bioldgica, Los antropélogos reconocerdn Ia estrecha se- mejanza existente con el «funcionalismos de Malinowski, quien, asimismo, traté de explicar los fenémenos culturales mediante las necesida. des bioldgicas que satisfactan. Se ha dicho que | Para Malinowski la cultura era una giganteves J) extensién/metaforica de los procesos fisioldgi. cos de la, digestion. 4 Marshall Sahlins Sin embargo, costaria mucho trabajo reco- nocer la tesis de la sociobiologia vulgar en las obras de bislogos cientificos tales como E. 0. Wilson, R. L. Trivers, W. D. Hamilton, R. Ale. xander 0 M. West-Eberhard. Estos estudiosos no se han ocupado como tales de defender que la organizacién social humana represente unas disposiciones humanas naturales. Esa. tesis constituyé la preocupacién de autores del pasa- do reciente, defensores de un determinismo bio- légico menos riguroso, tales como Ardrey, Lo- renz, Morris, Tiger y Fox. La sociobiologia cien- tifica sé distingue por un intento mas riguroso yamplio de basar el comportamiento social Principios evolutivos sélidos, y en particular en el principio de la automaximizacién del genoti- po individual, considerado como la Idgica fun- damental de Ia seleccién natural. No obstante, debido a la naturaleza de ese intento, la prin. cipal proposicién de la sociobiologia vulgar se convierte también en la premisa necesaria de una sociobiologia cientifica. Esta ultima mera- mente enclava a la anterior en los procesos genético-evolutivos. En consecuencia, se alarga Ia cadena de Ia causacién biolégica: ‘de los ge- nes, pasando por las disposiciones fenotipicas, a las interacciones sociales caracteristicas. Pero para el andlisis cientifico sigue siendo indispen. sable Ia idea de una correspondencia necesaria entre las dos ultimas, entre las necesidades 0 emociones humanas 'y las relaciones sociales humanas, La postura de la sociobiologfa vulgar es que las disposiciones ¢ impulsos humanos innatos, tales como la agresividad o el altruismo, los Critica de la sociobiologia vulgar 15 16 Marshall Sahlins durkheimniana de la existencia y persistencia independientes del hecho social es una vuelta al misticismo. La organizacién social no es, por el contrario, nada més que el resultado conduc- tual de Ja interaccién de unos organismos que tienen inclinaciones biolégicamente fijadas, No hay nada en la sociedad que no estuviera pri- mero en los organismos. El consiguiente siste- ma de estatus y estructuras és una funcién de Ja demograffa y la disposicién, de la distribu- cién en el grupo de animales de diferente edad, sexo u otras clases, cada una con sus tendencias conductuales caracteristicas. Por ello, siempre podemos convertir las formas sociales empi cas en las inclinaciones conductuales de los or- ganismos en cuestién, y esa conversin seré exhaustiva y global. La idea que deseo sugerir es la de un isomorfismo entre las propiedades bioldgicas y las propiedades sociales. En conexién con esta premisa del isomorfis- mo se encuentra un modo de discurso caracte- ristico de la sociobiologia vulgar, que equivale @ una nomenclatura o clasificacién del compor- tamiento social. Me refiero a las famosas ten- taciones de antropomorfismo. Al observar las relaciones y los estatus sociales de los anima- les, reconocemos en ellos ciertas semejanzas con las instituciones humanas; como entre la competencia territorial y la guerra humana, la dominacién animal y el rango o clase humano, cl apareamiento y el matrimonio, etc. La analo- gla —sigue la argumentacién— de hecho es a menudo una homologfa funcional, esto es, se basa en las comunes capacidades genéticas y continuidades filogenéticas, en una identidad Critica de la sociobiologta vulgar 17 cvolutiva del respaldo disposicional. De ello se deduce que I los comportamientos sociales en Cuestin, tanto humanos como no humanos, Stgutitorialidad» o el caciquismo en la «dosing: Glens. Sin embargo, a veces el término marcatn © antropolégico se adopta como el 1 neral de la clase y se aplica también valentes animales. Por supuesto, este pasa in- a la sociobiologia vulgar. Por i * Por tomar una mues- tra aleatoria y limitada, en Sociobiology: the new synthesis, de Wilson, leemos que las socie. dades animales tienen «poliginias, «castasy, «esclavos», edi Spotas», «organizacién social ma. fliealy ftias», «reinass, «chovinismo fami. rout tt4>, «innovaciones culturalese sagricultura», «impuest como «costes» @ «inversions», asf Y «beneficios», No me ocuparé de esti > 'a taxonomia antropo- morfica que otros muchos han criticado efic, mente y con ju: isticia, sino del problema antro. Pol6gico esencial que pl i t Plantea la tesis de |, Soctabiologta vulgar. Bs un problema que Be rece a menudo dad y la cultura en Ia historia del pensamiento » NO sdlo con Malinowski sino en Ia escuela de la «personali. » de las décadas de 1940 y 1950, 18 Marshall Sahlins La incapacidad de resolver el problema en fa- vor de las explicaciones psicolégicas de la cul- tura justifica los propésitos més modestos que en la actualidad se fija esa escuela, asf como su cambio de nombre por el de eantropologia psicolégica». El problema es que no hay nin- guna relacién necesaria entre la forma fenomé- nica de una institucién social humana y las mo- tivaciones individuales que se pueden realizar © satisfacer en ella, La idea de una correspon- dencia fija entre las disposiciones humanas in- natas y las formas sociales humanas constitu- yen un vinculo débil, una ruptura de hecho, en ia cadena del razonamiento sociobiolégico. Dejénme explicar en primer lugar, mediante un ejemplo muy simple, una cuestion de obser- vacién t6pica. Consideremos la relacién que hay entre la guerra y la agresion humana, lo que Wilson en un punto denomina «el autén- tico jubilo bioldgico de Ja guerra». Es evidente que jas personas que intervienen en una guerra —o, en realidad, en cualquier tipo de lucha— no son de modo alguno necesariamente agre vas, bien durante la accién o con anterioridad. Muchas de ellas estan completamente aterror zadas, Las personas que intervienen en una gue- ra pueden tener una serie de motivaciones para hacerlo y éstas suelen estar en contraste con una simple descripcién conductista del acontecimento como «violencia». Los hombres pueden verse movidos a luchar por amor (por ejemplo al pais) 0 por humanidad (ante la bru- talidad atribuida al enemigo), por honor o al- gin tipo de amor propio, por sentimientos de culpa o por salvar el mundo para la democra- Critica de la sociobiologia vulgar 19 cia. Es dificil concebir a pric con Priori —y més dificil todavia a fortiori para un antropblogo- tat Su consecucién, La compasién, el odio, la eae ZPeldad, la versienza, el prestigo, la emulation dee anat el desprecio, Ia envidia, la codicia, eg decir, desde el punto de vista etnogrdfice Ise rgias que mueven a los homb : q i res a luchar, ie brécticamente coincidentes con el abanice ivaciones humanas, Y i de otro tépico de | fle come otr a experiencia comin poset incre mts 0s individuos no son las raz se producen las guerras, > POF H#8 que Si se expusieran una tr as otra las razo Jas que lucharon millones de americanos of te Segunda guerra mundial, no explicarfan la oxic fencia o Ia naturaleza de esa guerra, Tamia, a partir del mero hecho de su lucha se pod.ine en su condicién de individuos o de seres heat Ros, sino en su condicién de Seres sociales, eo ho exactamente esto, sino en s6lo en una conde, cién social especificamente contextualonie, «Pn tonces, epor qué me disparan?s Yossarias he bia obtenido algtin consuelo de la respuesti de usseau en ver de un Clevi : tupendo pasaje de Bl contrato social, me 20 Marshall Sahtins justifica el titulo que algunos le darian de au- téntico antecesor de la antropologia afirmando el cardcter de la guerra como fenémeno de na- turaleza cultural, precisamente en contra de la visién hobbesiana de una guerra de hombre contra hombre basada en la naturaleza humana. «La guerra», escribia Rousseau, «no es una re- Jacién entre hombre y hombre, sino entre Es- tado y Estado, y los individuos son enemigos accidentalmente, no como hombres, ni siquiera como ciudadanos, sino como soldados, no como miembros de su pafs, sino como sus defensores, Por iiltimo, cada Estado puede tener como ene- migos sélo otros Estados y no hombres, ya que entre cosas dispares por naturaleza no puede haber ninguna relacién real (las cursivas son mias). La cuestién general es que las disposiciones y las necesidades humanas no sélo se realizan, cumplen o expresan en la guerra; se movilizan, Es cierto que se puede entrenar y desncadenar simbélicamente la capacidad de agrvsién, y a menudo se hace. Pero la agresién no tiene por qué estar presente en un hombre que bombar- dea un blanco invisible en la jungla desde una altura de 7000 metros, aun cuando esté siem- pre tan subordinada al contexto cultural que, como en el caso de los antiguos hawaianos, un ejército de millares de soldados, al ver a uno de sus miembros ofrecido como sacrificio a los dioses del enemigo, abandonen répidamente sus armas y huyan a las montafias. No es la agresién la que regula el conflicto ‘social, sino el conflicto social el que regula le agresién. Es més, de este modo pueden inte: venir dife- Critica de ta socio’: institucién sino del menudo la agresién se que los létigos hacen terés por la salud de bien. Me duele a mf mi tos humanos existe u mos giifstico de Saussure - ceptible de plasmarse en los campos de dep. f iologia vulgar 24 Tentes necesidades, precisamente por tisfaccién no depende del cardcter formal oe significado que se le at buye: Para los hombres, las emociones cet guerra se relaciona con una estructura de pes comunismo ateo, el nacio- nalismo insolente, los fondos menguantes det satisface efectuando enor. ne e innecesarios regalos. Porque, como dice ef Csauimal, «los regalos hacen esclavos, igual Perros». En cambio, una Persona podria herir a otra por un auténtico ine ésta, El altruismo de un hombre se convierte en un dolor en el trasera foun nifio; y, «créeme, hago esto por tu propio is que a tis. En los asun. ina arbitrariedad motiva. cional del signo social que es | sign paralela a Ia fa- arbitrariedad referencial del signo lin (en realidad, se debe a ella), Cualquier disposicién psicolégica es sac en un conjunto indet nido de realizaciones institucionales, Luchamos ortes de Ann Arbor, ex- oa 2 Marshall Sahlins presamos la sexualidad pintando un cuadro, € incluso cometemos agresiones y crimenes escri- biendo libros y dando clases. A la inversa, es imposible decir de antemano qué necesidades se pueden satisfacer mediante una determinada actividad social. Por eso Ruth Benedict, tras examinar diversas pautas culturales, lleg6 a la conclusién de que no se puede definir un domi- nio social dado mediante un motivo humano caracteristico, como la economfa por el afan de acumular riquezas 0 la politica por la buis- queda de poder. El acto del intercambio pue- de encontrar su inspiracién en una avidez he- donista, pero igualmente en la piedad, la agre- sién, la dominacién, el amor, el honor o el deber. El «placers (0 la «satisfaccién», o la «utilidad:) no es un fenémeno natural como los «cinco sentidos» del organismo fisico. Pues cada hombre esta determinado por el medio social en el que vive; y en consecuencia, ‘cuando es adoptado como instrumento de anélisis 0 término explicativo de ese orden social, su adopcién significa que se supone por adelantado toda esa es- tructura social cuya explicacién se esté buscando. Sostenemos que esta verdad es evidente, que los hom. bres que viven por la democracia o por el capital encontrarén en ello su felicidad y que es todo esto lo que es evidente (Ayres, 1944, p. 75). En resumen, el razonamiento sociobiolégico que va de la filogenia evolutiva a la morfologia social se ve interrumpido por la cultura. Uno podrfa estar tentado de aceptar las afirmacic- nes mas dudosas 0 no probadas que se encuen- tran en la base de esta cadena ldgica; por ejem- plo, que las disposiciones emocionales humanas Critica de la sociobiologia vulgar 2B fu Controladas genéticamente y que los com cave, eepsticos se sedimentaron mediante pro, qtiewtan Duestras respuestas conductualess y soiala ger, tanto, las actuales ordenacienes, entre el cardc- fer humano n Puede haber determinismo bioldgico, i: tanta xttafo y, quizés, un enemigo, No obs dena, St 8° considerara’ primordial la desso iia gematrilineal, todo esto seria al revés y a hijo de la hermana no seria un exirans as Marshall Sahlins 24 el heredero, Para los habitantes de una isla de Polinesa, el mar es un elemento social «més elevado> que la tera y asimismo se plensa que Jos vientos alisios que soplan de este a vest proceden de «arriba a eee as estén orientadas en ee Vel este y hacia el maryy s6le Jos hombres que son de la debida descendent ene leben construir estos dos, c See oie aia a ae un hombre y sus hijos mayores, quienes coi relacin a las mujeres de la familia son «pre ponderantess. Del mismo modo, slo los hom bres pescardn en alta mar o cultivar las tie rras altas, mientras que sus Palas tral ia én exclusivamente en Ia aldea y en los arrec fes, esto es, en el lado terrestre del mar.. orden social se basa en una légica significativa, que de hecho constituye un mundo humano aje- no al «objetivo», que puede ofrecer al primero una variedad de posibles distinciones pero no de sigiflcacones necesarias, As pues, mien- tras el mundo humano depende de los sentidos y de toda la panoplia de caracteristicas orgé- nicas que proporciona la evolucién biolégica, su independencia de la biologia consiste justa- mente en la capacidad de dar a éstas su pro- io sentido. Biiafe Ueda inte lien a introatealcan dis continuidad radical entre cultura y naturale- za. No existe el isomorfismo entre ambas exi- gido por la tesis sociobiolégica. El sistema simbélico de la cultura no es sélo una expresién de la naturaleza humana, sino que tiene una forma y una dindmica coherentes con sus pro- “He he ae RT Critica de la sociobiologia vulgar 25 Piedades en cuanto significativas, Io cual lo convierte ms bien en una intervencién en Ia naturaleza, La cultura no esté ordenada por las emociones primitivas del hipotdlamo; son las emociones las organizadas por la cultura. Por ello, no tenemos que tratar con una secucnein biolbgica de acontecimientos que van del ge notipo al tipo social por medio de un fenotipo ya programado para el comportamiento soci! Por la seleccion natural. La estructura de las determinaciones es una estructura jerarquica al revés: un sistema significativo del mundo y de la experiencia humana que ya existia antes de que naciera cualquiera de los actuales parti, cipantes y que desde el principio emples sus disposiciones naturales como instrumentos de un proyecto simbélico. Si bien son necesarias para la funcién simbélica, estas disposiciones son en la misma medida insuficientes para una explicacién antropolégica, ya que no pii-den especificar el contenido cultural de ningtis or, den social humano, (La proposicién de que las emociones huma- Ras se construyen culturalmente, aunque aqui ¢s formulada sincrénicamente, también se po- dria extender de modo filogenético como hecho Tecurrente de la vida social. Como Clifford Geertz (1973) ha argumentado de manera con- vincente, decir que una disposicién humana dada es «innata» no es negar que también se Produzca culturalmente. La biologia de la hus manidad ha sido conformada por la cu!tura, que es considerablemente més antigua que lz especie humana tal y como la conocemo!, La cultura se desarrollé en la linea de los lomt. 6 Marshall Sahlins nidos hace unos tres millones de afios. La mo- derna especie del hombre, homo sapiens, se ori- giné y alcanz6 preponderancia hace unos cien mil afios. Es razonable suponer que las dispo- siciones que observamos en el hombre moder- no, y en especial la capacidad —de hecho, la necesidad— de organizar y definir estas dispo- siciones simbélicamente, son efecto de una se- Teccién cultural prolongada. «No sdlo las ideas», escribe Geertz, «sino ademas las emo- ciones, son artefactos culturales en el hombres (ibid, p. 81), Cuando se extraigan todas las im- plicaciones de este argumento, simple pero po- deroso, gran parte de lo que pasa hoy por ser la «base» biolégica del comportamiento huma- no se entendera mejor como mediacién cultu- ral del organismo.) Asi pues, podemos advertir que Ia demanda tedrica de la sociobiologia de un isomorfismo de los rasgos conductuales y las relaciones so- ciales exige un procedimiento empfrico que es igualmente erréneo. La sociobiologia se ve obli- gada a tener una concepcién conductista inge- nua de los actos sociales humanos. Al observar Ja guerra, el sociobidlogo concluye que esta ante una agresién subyacente. Al ver un acto de compartir la comida, lo interpreta como una disposicién al altruismo. Para él, la apariencia de un hecho social es lo mismo que su motiva- cién; inmediatamente coloca a la primera den tro de una categoria de la segunda. No obstan- te, la comprensién tiene que seguir siendo tan superficial como el método, ya que, para la gen- te, no hay simplemente actos, sino actos signifi cativos. Por lo que se refiere a los actos, sus Critica de ta sociobiologta vulgar 27 Tazones culturales para existif se hallan en otra Parte, aunque las razones de los participantes Dando un rodeo, regresamos, pues, al autén- tico problema de la terminologia antropomén fica, ya que el error de asimilar metaforicn, mente las formas culturales a los comport, mientos animales es el mismo que se encuentra + implicito en la traduccién de los contenidos de Tas relaciones sociales en términos de ‘sus mo- aplica Ia expresién a la reduccién por parte del {marxismo vulgar» de hechos supraestructura- Tes a determinaciones infraestructurales, al an [e Por ejemplo, a la economia, de tal modo que Ia poesia de Valéry se convierte en «una especie de idealismo burguéss; pero también se aplica ¥ a la reduccién and oga a la especie humans fa Vorecida por la sociobiologia vulgar. Hablar de © la segunda guerra mundial, los combates os * Porddicos entre bandas australianas o los cara. + dores de cabezas de Nueva Guinea como actos ~ de agresién o territorialidad es asimismo eune ~ hegativa inflexible a diferenciar», un programa de eliminacién cuyo propésito es ela asimila- + cin total al menor coste posible». De manera similar, disuelve los contenidos culturales, au. 'énomos y variables, més allé de cualquier es Peranza de recuperacién. El método consiste en tomar las propielades concretas de un acto, tal como la guerre, el cardcter real de ls se Sunda guerra mundial o de la guerra de Viet, nam, simplemente por una apariencia ostensi, : ‘eles 28 Marshall Sahlins ble. La auténtica verdad de los acontecimientos se halla en otra parte; esencialmente, son «agre- sims. Pero obsérvese que, con ello, se pro- porcionan causas —«agresién», «sexualidad», «ego{smo», etc— que tienen en s{ mismas la apariencia de ser basicas y fundamentales pero que en realidad son abstractas ¢ indetermina- das. Mientras tanto, en esta resolucién del caso concreto en una raz6n abstracta, se ha permi- tido que se escape todo lo distintivamente cul- tural en el acto. Nunca podemos volver a sus especificaciones empfricas —quién lucha en realidad contra quién, cuando, dénde, cémo y por qué— porque todas estas propiedades se han disuelto en la caracterizacién bioldgica. Como dice Sartre, es «un bafio de acido sulfi. rico». Atribuir una o todas las guerras, las je- rarquias de dominacién, o cosas parecidas, a la agresividad humana es cerrar una especie de trate con la realidad en el que se llega a una comprensién del fenémeno a costa de todo lo que sabemos acerca de él. Tenemos que pres- cindir de nuestra comprensién de lo que es. Pero hay que juzgar una teoria tanto por la ignorancia que exige como por el conocimiento que pretende proporcionar, Entre la «agresion» y Vietnam, entre «la sexualidad» y el matrimo- nio entre primos, entre el «altruismo recipro- co» y la tasa de intercambio de collares de con- chas rojas, la biologia sélo nos ofrece un enor me vacio intelectual. Su lugar sdlo puede ser Menado por una teoria de la naturaleza y una dindjaica de la cultura como sistema significa tivo. El conjunto de la antropologia queda den- tro del vacio que deja la biologia N CRITICA DE LA SOCIOBIOLOGIA CIENTIFICA: LA SELECCION POR PARENTESCO éQué mantiene vivo a un hombre? ive de otros: Les gusta probarlos primero, Comérsclos después, enteros’ si puede, Olvida que se suponesque son sus hermanos, Que ‘una vez éI fue Hamado hombre. Recuerda: si quieres mantenerte vivo, Haz por una vez algo malo ly sobrevivirds! Berrout Brecrit, La dpera de dos centavos TEC aT Que la sociobiologia cientifica tenga éxito en su ambicién de incorporar las ciencias huma. nas depende en gran medida de la suerte que corra su teoria de la seleccién por parentesco. Eso es debido a diversos motivos. Uno de ellos es Ia importancia del parentesco en las denomi, nadas sociedades primitivas a partir de la cual se puede inferir su importancia durante la pri- mera y mayor parte de Ia historia de la hua. nidad. La sociobiologia pretende proporcionar una teorfa acerca de esa importancia y de cémo se ordena el comportamiento del parentesco, E. O, Wilson sugiere que ela extensién y la for. malizacién del parentesco prevalecientes en casi todas las sociedades humanas son ... rasgos tinicos de la biologia de nuestra especie» (1975, pagina 554). La mayoria de los antropélogos di. sienten de la segunda parte del enunciado, Se han pasado décadas argumentando que el pa. 30 Marshall Sahlins rentesco es tan «biolégico» en cualquier socie- dad humana como la estipulacién, en el Cédigo Napolednico, de que el padre del nifio es el ma- rido de la madre. Sin embargo, hay acuerdo sobre la primera parte del enunciado y, por tanto, un punto de partida para la discusién. El parentesco es la estructura dominante de muchos de los pueblos que han estudiado los antropélogos, el cédigo imperante no sélo en la esfera doméstica sino generalmente en la accién econdmica, politica y ritual. El proble- ma estd en saber si este hecho es cultural o, como dice Wilson, biolégico; y si la explicacién debe incluir al menos factores biolégicos. Pero todavia hay otra cuestién que hace de éste un problema doblemente critico. Y es que la in- terpretacién que la sociobiologia ofrece para el parentesco sélo es un caso especial de su confianza en la idea del éxito reproductivo in- dividual como el origen del comportamiento social, no sdlo en el hombre sino en todo el reino animal. Este énfasis es una consecuencia logica de la definicién de seleccién natural como reproduccién diferencial entre miembros de una especie 0 poblacién. Por lo tanto, una critica antropolégica efectiva de la seleccion Por parentesco haria mucho dafio a la tesis y a los objetivos interdisciplinarios de la socio- biologia. Si el parentesco no esté regido por el éxito reproductivo individual y si se admite que el parentesco es esencial en el comportamiento humano, entonces el proyecto de una sociobio logia totalizadora se viene abajo. La polémica entre la sociobiologia y Ia antropologia social Critica de la sociobiologia cientifica 31 entra definitivamente en el tesco, Sin embargo, la sociobiologia ha tenido sus tazones internas para dar una importancia in. tisual al parentesco. Su atencin a este campo no estuvo motivada en primer lugar por los in. formes etnograficos, sino que se desarrollé den. tro de la biologia como parte de una oposicion dialéctica a la teoria de la «seleccién por gru. Po». Desde la perspectiva de la seleccién por grupo —cuyo ejemplo clasico es la obra de Wynne Edwards Animal dispersion in relation to social behaviour (1962)—, la unidad de ree. puesta genética a la circunstancia ambiental es a poblacién de los organismos entrecruzados, La reserva (pool) genética de la poblacién es el auténtico sujeto de la presién selectiva y del cambio evolutivo, Pero los que no creen en la _ seleccién por grupos se preguntan: ¢Cémo pue- de suceder esto si el cambio y la reproduccién genética es exclusivamente funcién del organis. | mo individual? La seleccién debe actuar fun. damentalmente a través del individuo, como «seleccién individual», La paradoja resulta una contradiccién cuando se trata de explicar la ® persistencia de ciertos comportamientos «al. truistas», tales como el hecho de dar Ia alarma ante un ataque, que es probable que haga del centinela la primera victima de la depredacién, © 0 el hecho de dar la vida en defensa de la col, mena o la horda. La contradiccién es que ese # autosacrificio seré seleccionado en contra del | individuo. Al estar el organismo que lo practica expuesto a una muerte temprana, los genes res- Ponsables de dicho comportamiento desapare. campo del paren- Waa 32 Marshall Sahlins cerfan de las reservas de la poblacién. No obs- fante, queda en pie el hecho empitico de que la defensa del grupo a riesgo de la vida indivi. dual es una tendencia que se reproduce de gene. raci6n en generacién, esto es, una caracteristica especifica de la especie de ciertos pdjaros y ma. miferos as{ como insectos sociales, ¢Cémo se acomoda entonces la idea basica de la seleccion como reproduccién diferencial de los genotipos rimera vez por Hamilton bajo el nombre. de acleccion por parentesco» (1964; 1970; 1972) Iuego desarrollada por otros (por ejemplo, West-Eberhard, 1975), consiste en trancfornar 1 altruismo social en egoismo genético median te Ia observacién de que los xparientess del animal autosacrificado, que comparten clevta individuales, de la que se deduce que todo or. cantidad de material genético con él, se bene- hh ganismo estd esencialmente en competencia fician a menudo de su accién, Por ello, el servi- " io a los otros puede de hecho optimizar ste ea, egofsta con cada uno de los otros miembros del grupo? Tedricamente, la seleccién favoreceria el propio interés en el éxito reproductive a costa de lo que sea, «Toda adaptacién», sefiala un influyente critico de la seleccién por grupo, yrente” arbitrariedad de las clasificaciones del | __ Parentesco, asi como al predominio de los co- Bee izes morales que no x ajustan dee y ostensible a la racionalidad del propio interés genético. La respuesta de la sociobiologia es que el coaocimiento de las relaciones geneald- gicas es siempre la secreta sabiduria de los ge- nes, sea cual fuere la forma aparente de la conciencia de las personas. Y como el calculo de la accidn egofsta sobre esta base genealégica es selectivamente ventajoso, es al menos «in- tuitivo» y manifiesto en los efectos sociales de facto, aunque no se articule expresamente como un principio moral. Probablemente el algebra de la seleccién parental también seré incons- ciente. Asf, no importa lo que las personas —in- cluyendo a los etnégrafos— puedan decir 0 pen- sat} como organismos bioldgicos son obligados por las leyes naturales a maximizar su aptitud general. En realidad, puede tener un valor adap- tativo, en la medida en que el vivir en grupo reporta beneficios, ocultar nuestro egoismo na- tural bajo la cubierta de unos sentimientos cul- turales ms generosos. «Por lo que respecta a la historia evolutiva», escribe R. O. Alexander, «el comportamiento humano tiende a maximizar Ja reproduccién del portador. Probablemente la seleccién ha trabajado en contra de que la comprensién de esas motivaciones egofstas se convierta en parte de la conciencia humana, o quizds de que sea facilmente aceptable» (1975, pagina 96). De esto, dicho sea de paso, se deriva Critica de la sociobiologia cientifica 37 tna vision de la vida social mas o menos ge- neralmente compartida por los sociobiélogos: Ja sociedad se basa, fundamentalmente, en la mentira. La sociedad humana, nos dice Alexan. der, «es una red de mentiras y engafios, que persiste solamente porque se han establecilo sistemas de convenciones acerca de los tipos y cantidades permisibles de mentiras» (ibid.). En Sociobiology, E. 0. Wilson insiniia con frecuen- cia la misma clase de idea: ¢l autosacrificio en beneficio de los primos segun- dos es auténtico altruismo [tanto en sentido genético como convencional}... y cuando se hace en nombre se extraiios ese comportamiento abnegado es tan son rendente (es decir, tan enobles) que exige algiin tipo de explicacin tedrica, En contraposicién, una person, que aumenta su aptitud disminuyendo la’ de otros ene en el egoismo. Aunque no podamos aprobar publica, mente el acto egoista, 1o entendemos perfectamente @ incluso puede despertar nuestras simpatias, Final Mente, una persona que no gana nada 6 incluso ve. duce su propia aptitud para disminuir la de otro co. sata, y el que la ha perpetrado puede parecer gratii cado, ‘pero nos resulta dificil de imaginar su motiva cién racional. Nos referimos a la ejecucién de un acio de despecho como «demasiado humanos, y Inego 10s Preguntamos lo que esto significa (1975, p. 117), Sin embargo, Wilson se muestra por lo menos equivoco en cuanto al grado de conciencia que la gente tiene de la seleccién por parentesco, Por un lado habla del «célculo intuitivo de los lazos de sangre» de la mente humana —frase en algunos aspectos contradictoria en si—, y Por otro lado de Ja clara conciencia que’ Ia gente tiene de esos lazos. Por ejemplo: 38 Marshall Sahlins Los modelos de Hamilton seducen en parte por su transparencia y su valor heurfstico. El coeficiente de relacién, r, se traduce facilmente en «sangre», y la mente humana, ya avezada en el célculo intuitive de Jos lazos de sangre y el altruismo proporcionado, se apresura a aplicar el concepto de aptitud general a una reevaluacién de sus propios impulsos sociales (hid, pp. 119-20). EI auténtico despecho es un lugar comiin en las sociedades humanas, sin duda alguna porque los seres humanos son plenamente conscientes de sus propias lineas sanguineas y tienen la inteligencia de maquinar intrigas (ibid, p. 119). Ahora bien, la idea de un conocimiento secreto de la consanguinidad, junto con un sistema in- consciente de algebra, por ridicula que sea, hace extremadamente dificil argumentar la cuestién de la seleccién por parentesco desde un punto de vista antropolégico. La demostracién mas cuidadosa de la falta de correspondencia entre Jos grados de conexién genealégica y las cla: ficaciones del parentesco de una sociedad dada sélo puede encontrar la respuesta de que el an- tropdlogo se ha dejado engaiiar por los mismos espejismos que el resto de la gente, que hay realmente algo més (bioldgico), Realmente hay una estructura oculta, desarticulada, de egois- mo genético. De este modo, llegamos a un pun- to del argumento en el que sélo se puede apelar a los hechos. Tengo que insistir desde el prin- cipio —tomando como punto de partida todo el historial etnografico— que los sistemas rea- les de parentesco y los conceptos de herencia en las sociedades lhumanas, aunque nunca se ajustan a los coeficientes biolégicos de rela: mm, son auténticos modelos de accién social Critica de ta sociobiologia cientifica 39 y para la accidn social, Estas determinaciones culturales de parentesco «cercano» y «lejano» _ constituyen la forma que de facto toman los in- tereses compartidos y manifestados en las con. ductas de altruismo, antagonismo, etc, Repre- sentan las estructuras efectivas de Ia sociabili- dad en las sociedades que nos ocupan y, en consecuencia, tienen que ver directamente con el éxito reproductivo. De hecho, como veremos, la relacién que hay entre el reconocimiento del Parentesco y el modo apropiado de accién es con frecuencia recfproca, de tal manera que la tiltima se converte en el testimonio de la pri mera y las personas implicadas, que quizds eran extrafias antes del acto, son a partir de éste parientes para cualquier propésito que no sea al genealégico. Esto es exactamente lo que sig: nifica construir simbélicamente un mundo so- cial. ¥ su posibilidad se basa justamente en lo ave significa el parentesco en las sociedades hu- minas, que no es conexién genética sino, de ma- nera muy general, como en la etimologia del término inglés, personas de la misma «clase» una nocién de identidad social, permutada a un sistema de valor diferencial (categorias de pax rentesco) en términos de grados y tipos de con- sustancialidad. De ahi que un acto de «amabi- lidad» pueda ser demostracién de una relacién de «parentesco», dos palabras, como dice E. B. Taylor, «cuya derivacién comin expresa del modo més feliz uno de los principios mas fun. damentales de la vida social», En inglés, la palabra utilizada para sclase» es kind, relacionada con kinship (=parentesco) y kindness (ama. biidad). IN. del 7.)

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