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Nadie como Lorenzo para minar los ceremoniales, para detectar la parte
falsa, solemne, para denunciar "el lenguaje enfermo". En fin, los
peligros de la Forma, su peligroso hieratismo. Una mirada "inmadura"
(a lo Gombrowicz) pero de una extraa y radical lucidez, que conduca a
un inusual autoconocimiento. Nadie como Lorenzo para exponer(se).
Lo memorialstico (y el autoanlisis) no ha sido una tradicin
latinoamericana. Lorenzo, ms argentino que cubano, como reconoca
el gran Hctor Libertella, fue una excepcin, y un escndalo Los aos
de Orgenes, Rostros del reverso, El oficio de perder, libros sin
antecedentes en nuestra pacata tradicin Recuerda que Octavio Paz
escribi sobre ese diario de creacin (e imposible novela, y ensayo, y
testimonio, etc.): "Pero un da se lo aseguro su libro ser ledo como
lo que es: uno de los testimonios ms lcidos de estos aos infames"
Todo en Lorenzo se resolva a travs de un devastador autoanlisis
Lorenzo s particip de esa obsesin (que no solo fue cubana sino lati-
noamericana y espaola: fue un tpico de poca: la argentinidad, la
mexicanidad, la cubanidad, etc.). Pero lo importante no es el qu si no
el cmo. Todava en El oficio de perder (2004), Lorenzo citaba el librito
de Cintio, La luz del imposible, la distincin entre el mantel de hilo y el
mantel de hule. Y l apostaba por el mantel de hule, por lo pobretn, el
destartalo, lo lacio, lo roto. Una pobreza ltima, como l deca, vulner-
able, la pobreza del clown Lo aprendi en su niez en el campo, junto
a los guajiros El problema fue (porque Lorenzo, a diferencia de los
origenistas, lo convirti en problema, en sntoma, en clnica incluso)
cmo relatar eso.
Yo le a ese primer Lorenzo (el de Espirales del cuje) luego de leer Los
aos de Orgenes, y, sobre todo, Poemas para la penltima vez. 1948
1989, ya a principios de la dcada de los 90, por lo que no hice una lec-
tura diacrnica. Todo el Lorenzo que le ya estaba contaminado de la
mirada, primero, de las ancdotas orales (esquizos) que me hiciera
Enrique Sanz, y, despus, de la deslumbrante lectura de textos como
"El santo del Padre Rector", que recuerdo que siempre lea en mis clases
en la Escuela de Letras antes de irme del pas (donde, por cierto, tuve a
un alumno de sensibilidad afn con Lorenzo, Pablo de Cuba).