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TEORIA GENERAL DE LA OPOSICION VIII

Por: FERNANDO AUGUSTO RAMIREZ GUERRERO*

Del binomio Gobierno: Oposición se puede decir que, a pesar de que


sus integrantes están en las orillas opuestas del rio, se bañan en sus
mismas aguas. Los partidos políticos son opuestos, más no
antagónicos; si se mueven dentro de los principios de la democracia,
por el contrario, si la confrontación ideológica conduce a entronizar
doctrinas totalitarias de izquierda o de derecha, la contienda pacífica
se puede trocar en violenta, hasta conducir al uso de las armas para
imponer por la fuerza a la ideología triunfadora. En este orden de
ideas, los partidos políticos y todas las organizaciones sociales se
mueven dentro de un juego dialectico de mayorías y minorías, que
propenden por alcanzar el poder o por mantenerlo.

Sólo en los Estados auténticamente democráticos podemos hablar de


pluripartidismo y de un sistema, sin pactos previos, de concurrencia en
el poder. Los sistemas de partidos únicos, como el PRI mexicano o los
partidos comunistas o fascistas europeos son ajenos al espíritu
democrático, solo el modelo norteamericano y el seguido en Europa
después de la revolución francesa tienen forma democrática. Ahora
bien, dicha forma de organización política se va instaurando
lentamente en los otrora continentes colonia, pese a la resistencia de
las antiguas metrópolis y de los nuevos centros de poder económico
representados en las grandes empresas multinacionales.

El Estado soy yo, como modelo acabado de organización política


encarnado en Luis XIV quien gobernó Francia a finales del siglo XVII y
principios del XVIII, es hoy en día un estadio ampliamente superado
por la gran mayoría de las naciones. La democracia participativa,
dentro del Estado Social y Democrático de Derecho, es lo que orienta
las relaciones entre gobernantes y gobernados, entre partido de
gobierno y partido de oposición.
Mauricio Duverger inventor de la palabra “estasiologia” sostiene que:
“A partir del siglo XVIII, la función de oposición no fue organizada ya aisladamente:
en lugar de crear en el Estado instituciones opositoras, enderezadas contra las
instituciones propiamente gubernamentales, se establece una rivalidad entre éstas:
“limitando el poder por el poder”, creando una oposición dentro del gobierno, en
vez de una oposición exterior, perseguía el mismo objetivo general”; es decir,
históricamente el Estado que se vino gestando 25 siglos atrás, se
caracterizo por las guerras intestinas y fratricidas, que consideraron
toda forma de oposición como conspirativa y destructora. Ya
Aristóteles, había hecho la radiografía de las diferentes formas de
gobierno y de organización de las ramas del poder público, la
legislativa, la ejecutiva y la judicial, que él denominó magistraturas, las
cuales podían contraponerse pero vigilarse mutuamente, dándose así
el modelo de oposición al interior del propio Estado.

Reconocer y respetar a las fuerzas sociales, económicas, políticas y


culturales diferentes a las que ostentan el control del poder político es
un paso fundamental a la entronización de la convivencia ciudadana y
a la consecución de la paz social, ahorra esfuerzos, fundamentalmente
económicos en la consecución de las soluciones más apremiantes que
por afectar a la mayoría de los asociados pone en peligro la
institucionalidad.

Ahora bien, el derecho fundamental de todos los ciudadanos de


“constituir partidos, movimientos y agrupaciones políticas sin limitación
alguna (…)” impone el ejercicio pleno de la democracia participativa,
de manera continua y permanente de tal forma que el partido o los
partidos perdedores y que quedan por fuera del gobierna ejerzan
plenamente la función crítica, con el propósito de “plantear y
desarrollar alternativas políticas” en procura de “un orden político,
económico y social justo”

*Constituyente de la Fundación Democracia y Libertad, Abogado Constitucionalista.


fargo1949@gmail.com
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