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p ° EL CICLO DE LAS FUNDACIONES P E: ; i ‘Una vez alcanzadas las costas americanas y reconocido el litoral, ‘les espaiioles primero y los portugueses después, comenzaron el proceso de ocupacién del territorio. A partir del establecimiento de la Isabela en la Hispaniola en 1493, y a lo largo del siglo xv1, ese proceso se cumple mediante la fundacién de numerosas ciu. 'dades, actos politicos que desde el primer momento se forma- fzan. El marco institucional es comm: se apoya en una legis- ‘Jacion homogénea, en costumbres muy arraigadas y en prescrip- 'qiones practicas andlogas, si no idénticas, Inicialmente, pues, ‘los fenémenos urbanos son similares, tan similares como son los textos de las actas de fumdacién o los primeros actos institucio- ‘Bales de reparto de solares o de establecimiento de cabildos, ‘Precisamenie, uno de los aspectos mas importantes del desarrollo ‘trbano en Latinoamérica consiste en la progresiva diferenciacién de ciudades y de procesos urbanos que han comenzado por ser ‘idénticos. Esa similitud inicial constituye un hecho basico para explicar los conflictos entre las condiciones impuestas en un Principio y las necesidades y posibilidades que aparecieron luego ‘en lugar y en cada circunstancia. Ciertamente, el territorio y las poblaciones americanas impu- ‘sieron ciertos rasgos a la ocupacioén primero, y a la colonizacién después, Las distancias, los accidentes geograficos, la sorpren- dente novedad de la fauna y Ja flova, las particularidades clima- ticas y, sobre todo, los insospechados caracteres de las culturas aborigenes, sorprendieron a los conquistadores y les impusieron Gerto tipo de conducta: los dos términos del proceso contribu- Feron a asignarle fisonomia peculiar. mayor sorpresa de los conquistadores fue, sin duda, la que les deparé el descubrimiento del mundo tropical, No toda América’ lo era, ni Jo era toda el Asia o el Africa. Pero los conquistadores tenian la obsesién del mundo tropical —wn émbito *condémico complementario de la Europa templada—, cuyos pro- 46 LATINOAMERICA: LAS CTUDADES Y LAS IDEAS ductos habian Iegado al Mediterréneo sin que los europeos pudieran conocer durante mucho tiempo sus lugares de origen; ¥ como dieron con las zonas tropicales de Africa, América y Asia, identificaron el mundo colonial con el tropicalismo, Asi, la vieja imagen de Oriente se trasmuté en la de un mundo del trépico. En él aprendieron a conocer una naturaleza sorpren- dente y htimeda. Pero también aprendieron a conecer un mundo que posefa otra escala. La magnitud de los accidentes geograficos —rios, montaiias, lagos, islas, selvas—, asi como la experimen- tacién de las enormes distancias que tenian que recorrer para ‘ alcanzar sus objetivos, condicionaron su 6ptica y sus reacciones: quizd por eso aparecié un europeo colonial, un hombre nuevo que extremaba algunas de las actitudes que habian empezado a aparecer en los que participaron de las cruzadas, A muchos de ellos, el mundo europeo comenzé a parecerles estrecho y mondtono, Pero el proceso tuvo otros rasgos. Quienes aceptaron la misién de ocupar el territorio y de fijar en é1 ciudades que les sirvieran de punto de apoyo, no tuvieron durante mucho tiempo una idea muy clara de los objetives concretos que perseguian. Fl apoderamiento de cosas que encontraron al alcance de la mano —el palo brasil o el oro— engendré una actitud muy diferente de Ja que tuvieron que adoptar cuando descubrieron que la verda- dera riqueza exigia trabajo organizado: la plantacién y elabora- cién de cafia de aztcar, la cria de ganado, la explotacién de minas, Durante mucho tiempo aquella primera actitud parecié la adecuada para el aventurero que venia a América: llegar a apoderarse de la riqueza y volver. Constituyé un esfuerzo impor- tante reducir esa actitud a la del empresario que, para volver con riquezas, necesitaba producirlas, Fue, sin embargo, un esfuerzo que se hizo pronto, aun cuando las dos actitades que- daron oscuramente entrecruzadas en la conciencia del europeo colonial, que no estaba seguro de si era hombre de Europa u hombre de América. Quiza lo que més lo confirmé en su condicién de europeo fue la gente americana y su cultura, todo profundamente ajeno a di, La dominacién de las poblaciones aborigenes tenia muchos matices y habia que elegir una conducta: 0 someterlas para que sirvieran como mano de obra en el plan de preduccién de riquezas, o protegerlas y evangelizarlas. Acaso las dos, combi- nadas y justificadas con argumentos que concluyeron por BL CICLO DE LAS FUNDACIONES 47 arecer validos. Pero en ultima instancia ninglin europeo dudé i que era un conquistador, con todos los derechos que da la storia; y en este caso era una victoria sobre infieles, gems fas que antes habia obtenido sobre los musulmanes. La ciuda fun curopea en un mundo poblado por otras gentes y con otra fultura, fu Por eso adquirié el_conquistador la certidumbre de que la lucha no tenia cuartel, El grupo que se instalaba sobre el terri- trio para tomar posesién de él habia Megado a través de cemunos desconocidos y habia cortado el contacto con la retaguardia, Todos quemaban las naves, En esas condiciones la unica estrategia posible era la de la lucha desesperada hasta el fin. De alli el tipo de poder que se establecié después de la victoria, en el ba- litncte que la consagraba: la ciudad fortificada. ; La toma de posesién del territorio fue total. Se le dio una fundamentacién juridica y teoldgica, construida sobre montafias de argumentos; pero el conquistador vivid su propia fundamen facién, que era indiscutible porque estaba basada en un acto le yoluntad y era, en el fondo, sagrada. Se toms posesién del ae torio concreto donde se ponfan los pies y se asentaba la ciudad; ero ademas del territorio conocido, se toméd posesion intelectual rn todo el territorio desconocido; y se lo repartié sin conocerlo, indiferente a los errores de centenares de leguas que pudiera haber en las adjudicaciones. Asi, las jurisdicciones quedaron fijadas en derecho antes de que pudieran fijarse de hecho. . satablecimiento fue siempre formal al mismo tiempo que real; pero el establecimiento formal superaba el alcance del real. Todo eso hizo que la ciudad fuera el mucleo del proceso. Desde ella —ya erigida o todavia embrionaria— habria de eonvertirse la virtualidad en realidad. 1, LAs CTUDADES ¥ IAS FUNCIONES PREESTABLECIDAS Desde el fuerte Navidad y la Isabela, las numerosas ciudades fundadas por los conquistadores espafioles y portugueses consti- iuyeron nucleos destinados a concentrar todos sus recursos con el fin de de afrontar no sélo la competencia por el poder sino tumbién la competencia étnica y cultural entablada con las pobla- ciones aborigenes en el marco de la tierra conquistada y por conquistarse, Las ciudades fueron formas juridicas y fisicas que 48 LATINOAMERICA: LAS CIUDADES ¥ LAS IDEAS habian sido elaboradas en Europa y que fueron implantadas sobre la tierra americana, practicamente desconocida. Pedro Martir de Angleria las llama “colonias”, porque parecian meros puestos avanzados de Espafia. En el momento de implantarlas se les adjudicé una funcién 0, mejor dicho, se las implanté para que. cumplieran una funcién preestablecida. Y comenzaron cum- pliendo esa funcidn, sin perjuicio de que su desarrollo posterior las diferenciara. La ciudad latinoamericana comenzé, la mayoria de las veces, siendo un fuerte. No podia ser de otra manera, cuando los con- quistadores, ademas de los inmensos e insospechados obstaculos | naturales, tenian que enfrentarse con la hostilidad de las pobla- ciones indigenas y con las luchas entre ellos mismos por la posesién de ciertas regiones disputadas, Al finalizar la Cuarta Década escribe Pedro Martir de Angleria esta terrible frase: | “Lo diré en pocas palabras, porque todo esto es horrible y nada agradable. Desde que concluyeron mis Décadas no se ha hecho otra cosa que matar y ser muertos, asesinar y ser asesinados”, Fuertes fueron, pues, las primeras fundaciones, Dice Herndn Cortés en la carta escrita al emperador en 1520: “Dejé en la villa de Veracruz ciento cizcuenta hombres con dos de a caballo, haciendo una fortaleza que ya tengo casi acabada”, En términos semejantes se refieren Ulrico Schmidl a ja primera fundacién de Buenos Aires en 1536 y Ruy Diaz de Guzman al primer establecimiento en Asuncién en 1537; pero el testimonio més expresivo es el de Pedro de Valdivia, en carta al emperador en 1646: “Determiné hacer un cercado de estado y medio de alto, | de mil y seiscientos pies en cuadro, que llevé doscientos mil adobes de a vara de largo y un palmo de alto, que a ellos y a él hicieron a fuerza de brazos los vasallos de V.M., y yo con ellos, y com nuestras armas a cuestas, trabajamos desde que lo comen- zamos hasta que se acabé, sin descansar hora, y en habiendo grita de indios se acogian a él la gente menuda y de bagaje, y alli estaba la comida que teniamos guardada, y los peones quedaban a la defensa, y los de caballos saliamos a correr el campo y pelear con los indios, y defender nuestras sementeras”. Lo mismo hizo Martin Alfonso de Sousa en San Vicente y en Rio de Janeiro en 1532; en Recife, donde ya los franceses habian erigido un fuerte, fue levantado otro por los portugueses, y lo mismo se hizo en Olinda y en Salvador de Bahia, y mds tarde en Montevideo. CLO DE LAS PUNDACIONES 49 BI. ¢ La ciudad-fuerte fue la primera experiencia hispanoameri- ffina, Tras los muros se congregaba un grupo de gente armada (le necesitaba hacer la guerra para ocupar el territorio y alcan- zar Ja riqueza que suponia que estaba escondida en él. Necesitaba de los indigenas como intermediarios, tanto para obtener alimen- tus en medio de una naturaleza desconocida, como para hallar el secreto de la riqueza: las perlas de la costa venezolana, el oro y la plata, que antes de aparecer en grandes cantidades se Wostraron promisoriamente y acuciaron la codicia de los con- quistadores, Pero el conquistador necesitaba a los indigenas sometidos, o mejor dicho, sometidos y al mismo tiempo benevo- lentes, De esta duplicidad nacié una politica de aculturacién vy de mestizaje. La ciudad-fuerte fue su primer instrumento. Asi nacieron las ciudades nombradas, y antes que todas el fuerte Navidad, Y luego las ciudades de frontera contra los indios, como Valdivia, Concepcién y La Serena en Chile, Santa Cruz y Tarija et Bolivia. E igualmente las de avanzada, como las que siguieron a la fundacién de Nueva Cadiz y Coro en Venezuela, 0 a la de Haracoa y Bayamo en Cuba. En innumerables ciudades Jatino- umericanas hay un fuerte en sus origenes. Otras veces, la ciudad latinoamericana comenzé como un puerto de enlace, cuyas funciones de bastién mercantil se comple- mentaron en algunos casos con las de mercado, convirtiéndola en una ciudad-emporio, Punto de Negada y de partida de las flotas metropolitanas, la ciudad se levanté sobre un puerto natural, a veces sin consi- derar las condiciones del terreno desde el punto de vista de su aptitud para el establecimiento de una poblacién fija. Santo Domingo, Portobelo, La Habana, Panama, Veracruz, Cartagena, Salvador de Bahia, Recife nacieron y perpetuaron esa funcién. Tia polftica econdmica de la corona consagré Ja creciente impor- fancia de algunos puertos, al asignarles un papel fundamental en el traéfico maritimo con la metrépoli, Asi ocurrié con Porto- elo y Veracruz a partir del momento en que se establecié el sistema de flotas y galeones. Cosa semejante ocurrid con Aca- pulco, que concentré el traéfico con Filipinas; con Panamdé y con El Callao, que se constituyeron en los dos términos del transporte de la plata por el Pacifico para su posterior transbordo a las naves que cruzarian el Atléntico; con Salvador de Bahia y Recife, por donde salia la produccién azucarera. Esta concentracién de {unciones comerciales en algunos puertos, destinada a asegurar 50 LAPINOAMERICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS el mecanismo monopolista y, sobre todo, el control fiscal, estimuld el desarrollo de tales ciudades, en las que se reunié el dispo- sitivo militar de defensa, las industrias navieras de reparacién, Jos grupos mercantiles, las oficinas administrativas guberna- mentales y, naturalmente, toda la poblacién subsidiaria que atrae siempre un centro de esa naturaleza, La ciudad-puerto, lena de vida por la variedad de sus activi- dades y por las multiples posibilidades que ofrecia y prdéspera por la concentracién de riqueza que se operaba en ella, atrajo la codicia de los piratas y corsarios, Fueron varias las que sufrieron sus ataques —San Juan de Puerto Rico, Panama, Santiago de Cuba, La Habana— y algunas fueron desiruidas. Para evitar ese peligro se las amurallé y, algunas veces, se las doté de un castillo o “morro”, Aun conserva su poderosa muralla y sus fortificaciones Cartagena de Indias y estan en pie Jos morros de La Habana y de San Juan de Puerto Rico, Al acecho de las ciudades del Caribe se desarrollaran los nidos de piratas en las islas desiertas, Esas circunstancias hacian de las ciudades-puerto focos de intensa actividad militar y solia haber movilizacién de toda la poblacién en caso de amenaza. Pero algunas ciudades-puerto adquirieron otras caracteris- ticas, El sistema monopolista estimulé un desarrollo paralelo del comercio ilegal. Buenos Aires, fundada por segunda vez en 1580, padecidé una situacién de inferioridad econémica a causa de la diferencia que la separaba de los puertos autorizados para la entrada de mercaderias europeas, que sdlo llegaban a ella a través de Portobelo y Lima. La consecuencia fue la aparicién de un contrabando intenso y metédico, que establecié sus bases en las colonias portuguesas. Gracias a él prosperé y subsistié Buenos Aires. En rigor habia nacido como resultado del irapulso de las regiones mediterrdneas del sur en busca de una salida auténoma, que evitara su dependencia de los puertos del Pacifico y fuera una “puerta para la tierra”, en relacién directa con Espafia a través de] Atlantico. Y como puerto adquirid, final- mente, una funcién andloga a la de los puertos establecidos por la metrépoli en el Caribe y en el océano Pacifico. En ocasiones, la ciudad latinoamericana fue originariamente sdlo un punto de etapa, un centro de reagrupamiento de personas y cosas para asegurar la prosecucién de la marcha hacia regiones Jejanas o peligrosas. 1a. CICLO DE LAS FUNDACIONES 51 Un caso muy caracteristico fue el de Puebla de los Angeles, en México, fundada en 1531. La segunda Audiencia resolvié establecerla para que sirviera como escala segura en el camino entre el puerto de Veracruz y Ja ciudad de México, en cuyo curso habia dos importantes ciudades indigenas que cumplian también esa funcién, Tlaxcala y Cholula. Mas significativo ain fue el raso de Asuncién, fundada en 1537 por Juan de Salazar en un lugar elegido —seguin dice Ruy Diaz de Gueman— “por pare- cerle el puerto bueno y escala para la navegacién del rio”. Alli Iegaron desde el Bio de la Plata los que querian encaminarse lincia la sospechada regién de las minas, y Hegaron también los snbrevivientes de la expedicion de Alvar Niuifiez Cabeza de Vaca, Iiego de su fabulosa marcha desde las costas del golfo de Santa Catalina a través del Brasil; y desde alli partieron, en tiempos de Alvar Nufiez y de Ivala, las expediciones que, como la de Juan de Ayolas, persistian en abrir una ruta hacia el Pert. Vracasados esos intentos, la progresiva ocupacién de la regién circundante y la estrecha relacién establecida con los guaranies ‘seguraron el porvenir de Asuncién, que de “casa fuerte” y ciudad de etapa pasd a ser ciudad en 1541 por el designio del vecindario establecido en ella. De estilo andlogo fueron las fundaciones realizadas en el uctual territorio argentino a lo largo de los valles longitudinales le la cordillera de los Andes, como Jujuy, Salta, Londres, luego Hamada Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza, o las que jalonaron el camino desde el Alto Perd hasta el Rio de la Plata, como Salta, Tucumdn, Santiago del Estero y Cordoba. Las largas distancias y la hostilidad de las poblaciones indi- kenas exigian estas fundaciones, Hablando de Loja, en el Ecua- dor, dice Cieza de Leén: “El sitio de la ciudad es el mejor y mas conveniente que se le pudo dar para estar en comarca de la provincia; y porque los espafioles que caminaban por el camino real para ir a Quito y a otras partes corriam el riesgo de los indios de Carrochamba y de Chaparra, se fundd esta ciudad como ya esté dicho”. La calidad del sitio dependia de diversas circuns- tancias. Una posicién alta y facilmente defendible en las regiones montafiosas —como aquella donde se habia instalado antes un pucaré indigena— podia ser elegida. Pero otras circunstancias podian también decidir la eleccién. Un vado 0 un puente eran lugares favorables, como lo eran una “aguada” —esto es, una cuenca de concentracién de aguas —o un cruce de caminos, En el be LATINOAMERICA: LAS CIUDADES ¥ LAS IDEAS Jugar favorable —simplemente, en el lugar obligado— podia surgir una capilla 0 una “posta”, y alrededor de ese nticleo la cindad surgia: el caserio primero, la aldea después, En otras ocasiones, la ciudad latinoamericana fue levantada sobre el lugar de una ciudad indigena. Alli donde las hubo, unas pocas alcanzaron cierta magnitud y dos de ellas --México y Cuzco— impresionaron fuertemente a los espafioles, “Es tan grande la ciudad comio Sevilla 0 Cérdoba”, escribié Hernan Cortés hablando de Tenochtitlan; y agregaba mas adelante: “Ticne otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil Animas comprando y vendiendo”, y continia la descripcién Ileno de admiracién y sorpresa, Sin embargo la ciu- dad fue destruida y sobre el lugar se erigis otra de estilo europes, La nueva México fue trazada como un cuadrilatero; se consagré el ugar del templo cristiano aproximadamente en el mismo sitio donde habia estado el santuario indigena, y se echaron las bases del fuerte; luego se distribuyeron Ios solares, Y poco a poco comenzaron a levantarse las nuevas coustrucciones con las viejas Piedras de los monumentales edificios indigenas. La obra co- menzé en 1523, semin las érdenes de Cortés. En el Perti —segtin dice Cieza de Leén—- “en ninguna parte se hallé forma de ciudad con noble ornamento si no fue en este Cuzco, que era la cabeza del imperio de los incas y su asiento real”, La rica ciudad indigena asombré a los conquistadores, “Debié ser fundada por gente de gran ser”, dice Cieza de Leén, y la describe en estos términos: “Habia grandes calles, salyo que eran angoslas, y las casas hechas de piedra pura, con tan lindas junturas que ilustra la antigiiedad del edificio, pues estaban piedras tan grandes muy bien asentadas. Lo dems de las casas todo era madera y paja‘o terrados, porque teja, ladrillo o cal no vemos reliquia de ello, En esta ciudad habia en muchas partes aposentos principales de los reyes incas, en los cuales el que sucedia en el sefiorio celebraba sus fiestas, Estaba asimismo en ella el magnifico y solemne templo del sol, al cual Hamaban Coricancha, que fue de los ricos de oro y plata que hubo en muchas partes del mundo”, La ciudad sufrié los estragos de la guerra y, como dice Cieza, “la reedificé y torné a fundar el adelantado don Francisco Pizarro, gobernador y capitan general de estos reinos, en nombre del emperador Don Carlos, el aiio de 1534, por el mes de octubre”. HL CICLO DE LAS FUNDACIONES 53 A diferencia de lo que ocurrié en Tenochtitlan, la Cuzco espafiola conservé en parte la traza de la ciudad indigena y, como en México, perpetué la significacién tradicional de ciertos lugares, Sobre las ruinas del templo de Viracocha y aprove- chando sus cimientos, fue erigida la catedral, en tanto que sobre el solar del palacio de Guaina Capac se levantd la iglesia de la Compafiia de Jesis. Ambas bordean la plaza Mayor, que no es sino el viejo “Andén del ilanto” o plaza de la vieja ciudad india, Fuera de México y Cuzco, otras ciudades latinoamericanas se instalaron sobre pequefios poblados imdigenas, situados en lugares ventajosos 0 cerca de ellos; entre muchos, Cholula, Bogota, Quito, Huamanga, Chuquisaca, Mendoza, y en cierto modo la misma San Pablo en Brasil. Pero del antiguo poblado no quedé casi nada y, poco a poco, la planta regular de la ciudad y 1a edifi- cacién europea lo cubrieron completamente, sin perjuicio de que apareciera 0 subsistiera como suburbio indigena, como Piura en Peru. Acaso permanecié el mercado y, de todos modos, perdurd la atraccién del lugar y, a causa de ella, cierta interdependencia social que contribuiria a fijar Ja fisonomia de la ciudad, espafiola, mestiza e indigena al mismo tiempo. . . La vigorosa atraccién de las zonas mineras provocé Ja aparicién de un tipo de ciudad Jatinoamericana de muy singulares caracteres. Obedeciendo a esa atraccién fueron fundadas Taxco y Guanajuato en México, Villa Rica en Brasil. Pero sin duda fue Potosi la ciudad mis caracteristica de este tipo. Fundada en 1545, poco después del descubrimiento del Cerro Rico, Potosi tenia, ochenta aiios después, “vecindad de cuatro mil casas de espatioles, y siempre tiene de cuatro a cinco mil hom- bres”. Asi decia el autor de la Deseripcién del Pert atribuida a “un judio portugués” y escrita a principios del siglo xvm. ¥ agregaba: “Parte de ellos, que se ocupan en el beneficio de das minas, y otros que son mercaderes traficantes por todo el reino con sus mercaderias y otros con cosas de comer, y con candelas de sebo de que se gasta en las minas todos los dfas una cantidad infinita, y otros que viven de sus aventuras y juegos y de ser braves”, La descripcién agrega que “moran alrededor de Ja villa, en casas de paja, mas de cuarenta mil indios, todos dedicados para entrar a trabajar en Jas minas, y acuden todos los meses a sus ayllos que son provincias; los envian los corregi- dores y los Ilevan alcaldes de indios, y acuden a sus mitas con- 54 LATINOAMERICA: LAS CIUDADES ¥ LAS IDEAS. forme sus repartimientos; ansi acuden a trabajar, y algunos vienen de mas de ciento y cincuenta leguas de camino”. Cieza de Ledn destaca, poco después de la fundacién, la importancia del mercado de Potosi y sefiala que “fue tan grande la contratacién, que solamente entre indios, sin intervenir cris- fianos, se vendia cada dia, en tiempo que las minas andahan prdsperas, veinte y cinco y treinta mil pesos de oro, y dias de mas de cuarenta mil; cosa extrafia, y que creo que ninguna feria del mundo se iguala al trato de este mercado”. También fue caracteristica la ciudad de Villa Rica de Albu- querque, la actual Ouro Preto, fundada en 1711, “atendiendo a las riquezas que prometian las minas que hace tanto tiempo que se trabajan en estos morros y arroyos, y a ser la parte principal de estas minas donde acude el comercio y la hacienda que de ellas brota para los demas”. Tres afios despuds de su fundacién, el municipio que habia instalado el gobernador Antonio de Albu- querque podia ya pavimentar las calles y construir los puentes, levantar edificios publicos y asegurar el aprovisionamiento de agua. Seis arrobas de oro pagaba ya Villa Rica al Tesoro Real. El crecimiento de las ciudades mineras siguié el curso de las explotaciones porque, generalmente, el sitio elegido no tenia otra ventaja que la proximidad de las minas. Pero mientras prosperaron se fue creando un centro de atraccién que dejé como recuerdo duradero la estructura fisica de una ciudad grande y rica y un sistema de intereses que se resistié a desaparecer. Como centro militar y politico la ciudad latinoamericana fue muchas veces una institucién, esto es, una expresién fisica de una situacidn legal y politica. El conquistador que habia reci- bido ciertos derechos territoriales por la via de una capitulacién o donacién, estaba obligado a tomar posesidn de su territorio. Pero tal territorio solfa ser desconocido y su descripcién y aun sus dimensiones eran puramente hipotéticas. Una vez sobre el terreno, el colonizador tenia que transformar en realidad esa hipstesis. Para tomar posesién necesitaba producir un hecho, y consistid generalmente en la fundacién de ciudades. Desde cierto punto de vista, la mayoria de las ciudades latinoamericanas del siglo xvi respondieron a esas exigencias de las circunstancias, empezando por Santo Domingo, establecida en 1496, Caso semejante fue el de las ciudades fundadas en la Hispaniola y en Cuba durante las primeras décadas del siglo xvr, ne El, CICLO DE LAS FUNDACIONES 55 y el de las establecidas por los portugueses en la costa brasilefia a partir de la fundacién de San Vicente en 1532, Pero donde esta exigencia se hizo més evidente fue en. las regiones donde aparecieron conflictos jurisdiccionales, Quiza el caso mas representative sea el de Santa Fe de Bogota, fundada eu 1538 por Jiménez de Quesada y refundada al afio siguiente en presencia de los tres conquistadores que habian coincidido en la sabana: Quesada, Benalcizar y Federman. Caracteres seme- jantes tuvieron las fundaciones de varias ciudades interiores de la Argentina actual, Disputaron la regién noroeste los hombres que obedecian directamente al gobierno de Lima y_los que obe- decian al gobernador de Chile, Pedro de Valdivia. Los primeros fundaron la ciudad del Barco, pero los segundos dispusieron abandonarla y fundar dentro de su jurisdiccién la de Santiago del Estero en 1553. Mas curioso es atin el caso de la ciudad de Mendoza, que mandé fundar en 1561, para perpetuar su nombre en visperas de su anunciado remplazo por un rival, el gober- nador de Chile, Garcia Hurtado de Mendoza. Un afio después su sucesor, Francisco de Villagra, mandé a Juan Jufré a que la fundara de nuevo “por cuanto dicho asiento —dice el acta de Ja segunda fundacién— no estaba en parte competente, y para el bien y aumento y conservacién de los vecinos y mora- dores que en ella han de estar y residir convenia, por estar metidos en una hoya y no darle los vientos que son necesarios y convenientes para la sanidad de los que en ella viven y han de vivir”. a segunda ciudad, cuando practicamente no habia comen- zado a erigirse la primera, debia llamarse “‘ciudad de Ja Resurrec- cién; el cual dicho nombre mandaba y mandé que en todos los actos y escrituras publicas y testamentos, y en todos aquellos que se acostumbra y suelen poner con dia, mes y afio, se ponga su nombre como dicho tiene, y no de otra manera, so pena, de la pena en que caen e incurren los que ponen en escrituras publicas nombres de ciudad que no esta poblada en nombre de Su Majestad y sujeta a su dominio real”. Este acto perfeccionaba la juris: diccién de la gobernacién de Chile sobre la regién transcordille- rana que se conocia con el nombre de Cuyo. Tan importantes como las ciudades de tipo europeo fueron en algunas regiones latinoamericanas los poblados de indigenas. De los poblados antiguos y autéctonos, algunos fueron, er cierta medida, incorporados y reordenados dentro del nuevo sistema colonial. Pero independientemente comenzaron a organizarse 56 LATINOAMERICA: LAS CIUDADES ¥ LAS IDEAS nuevos pueblos de indios ya concebidos de acuerdo con ese sistema, Tal fue el resultado, sobre todo, de las misiones y reduc- ciones que organizaron las distintas érdenes religiosas. En México, el obispo Vasco de Quiroga desarrollé un sin- ‘gular plan de proteccién de los indigenas. Para evitar su explo- tacién y exterminio, establecié en Michoacan un conjunto de comunidades cuya organizacién se inspiraba tanto en las ideas de Erasmo y de Tomas Moro como en sus propias observaciones acerca de las tendencias sociales y culturales propias de los indios. Fueron, en principio, hospitales y asilos, pero pronto se hicieron pueblos, y entre ellos fue fundada por el virrey Mendoza la ciudad de Valladolid, hoy Morelia, Organizados a la manera tradicional y dedicados a las labores que les eran propias, los indios constituyeron, sin embargo, centros urbanos que encua- draban dentro de la concepcién colonizadora. Las formas de trabajo seguian siendo las mismas, pero Jas relaciones de depen- dencia y la catequesis religiosa obraban lentamente sobre los indios, conduciéndolos hacia una progresiva integracién con los grupos espafioles, 0 mejor, hacia una benévola aceptacién de la dependencia. Andlogo sentido tuvieron las misiones dominicas, capuchi- nas, mercedarias y, sobre todo, franciscanas y jesuiticas, Estas ultimas fueron las mds numerosas y las mejor organizadas dentro de un sistema muy definido de ideas, tanto en lo politico como en los sociceconémico y en lo espiritual, Hubo experimentos importantes en diversos Ingares: México, Colombia y Venezuela, Pert y Brasil. Pero tienen un interés particular las que se establecieron en Moxos y Chiquitos y en el Paraguay. En esta Ultima regién se fundaron treinta pueblos de fisonomia idéntica: un trazado en damero con una plaza en el centro, alrededor de la cual se ordenaban la iglesia, el convento, el cementerio, los talle- res, la carcel y el cabildo, Dedicados al trabajo agricola, los pobladores —que Iegaron a los tres mil—- Mevaban una vida cuidadosamente regulada dentro de sus pueblos, pero en situacién de total aislamiento. Entretanto, las reducciones de indios sirvie- ron también de base algunas veces a nuevos pueblos, Tal fue el caso de la reduecién de los Quilmes, al sur de Buenos Aires, que se constituyd con un grupo indigena trasladado de los valles calchaquies en 1669, después de dominada su terrible insurrec- cién. Y origen semejante reconocen las ciudades de Itati, Jestis Maria, Rio Cuarto y Baradero, todas en Argentina. K Ti, CICLO DE LAS FUNDACIONES 57 En Brasil se dio el caso mds notable de transformacién de un centro misional en una gran ciudad: el de San Pablo. La miisién fue establecida en 1554 por los jesuitas a iniciativa del padre Manuel de Nébrega, provincial del Brasil con sede en San Vicente, La instalaron trece religiosos, entre los que muy pronto re destacaria cl padre José de Anchieta, en la aldea indigena de Piratininga, a la que se incorporaron los indios que seguian a los caciques guayanazes Tebiricé y Caiubi; “y a ejemplo de los dos famosos indios, tantos fueron los que descendieron de sus sxertones que ya no cabian en la aldea”. . oo. El centro de la nueva fundacién fue el colegio de los jeswitas y la iglesia, y a su alrededor se levantaron las chozas de los indios. Dos afios después de la fundacién, ya nuevas construc- ciones de adobe remplazaban las originales y muy precarias del colegio y la iglesia, y comenzaron a aparecer algunas casas del mismo material mientras se construian los muros y empalizadas para defender Ja nueva poblacién, No mucho después acudian a San Pablo gentes diversas que variarian el cardcter originario; los bandeirantes transformaron la ciudad en una base de opera- ciones para la caceria de indios que luego se vendian como esclavos, con lo que San Pablo se convirtié en importantisimo mercado de “‘esclavos rojos”; y hombres de negocios —como Jorge Moreira y los Sardinha— amasaron un gran capital en toda clase de empresas. Eran ellos los que predominaban en la Camara, érgano del gobierno municipal que comenzé a funcionar en San Pablo hacia 1560. 2, LOS GRUPOS URBANOS ORIGINARIOS Ta implantacién fisica de las ciudades constituyd un hecho decisivo para la ocupacién del territorio americano por los con- quistadores enropeos. Y no sdlo en relacién con las zonas de influencia de cada ciudad sino también en relacién con el con- junto, puesto que las ciudades se organizaron como una red urbana por obra de la autoridad centralizada de las metrépolis. Fl sistema de comunicaciones entre las distintas ciudades di- bujé el mapa unitario del continente, cuyas regiones habian estado hasta entonces incormunicadas, Pero el hecho de la ocupa- cién fue el resultado de la fundacién misma de las ciudades, ¥ con esto quedé planteado un problema nuevo, puesto que en el 58 territorio ocupado se instalaba una nueva sociedad y un nuevo proyecto econdémico, La implantacién de la ciudad latincamericana, ofectivamente, } significé el planteo de un problema socioeconémico nuevo en el area continental, derivado, al mismo tiempo, de la situacién de origen de los conquistadores y de las perspectivas que se abrian en el nuevo escenario donde comenzaba a actuar el grupo urbano originario. Este es el micleo de la nueva situacién, Si la ciudad fue la protagonista de la ocupacién del territorio, el grupo urbano originario fue el protagonista de la vida de la ciudad y de cuanto ella operd sobre su contorno. Compuesto por aquellos a quienes convocé el fundador, el grupo no era necesariamente homogéneo, 0 mejor, no tendria por qué parecer homogéneo en su pais de origen; pero las circunstancias lo hicieron homogéneo, puesto que unieron a sus miembros frente 4 una misma situacién, Acaso el grupo se comportara como si fuera homogéneo; pero de todos modos pesaba sobre cada uno de sus miembros su tradicién originaria y, sobre todo, los vestigios de su insercién en la sociedad de que provenia. Algunos textos ilustran sobre este problema, A fines del siglo xvr, el cosmégrafo y cronista de Indias, Juan Lopez de Velazco, escribia en su Geografia descripcién de las Indias estas palabras sobre los espaiioles que pasaban a Indias: “Los espafioles en aquellas provincias serian muchos mas de los que son, si se diese licencia para pasar a todos los que la quisiesen; pero porque comunmente se han inclinado a pasar de estos reinos a aquéllos los hombres enemigos del trabajo, y de dnimos ¥ espiritus levantados, y con mds codicia de enriquecerse breve- mente que de perpetuarse en la tierra, no contentos con tener en ella segura la comida y el vestido, que a ninguno en aquellas partes le puede faltar con una mediana diligencia en llegando a ellas, siquiera sean oficiales 0 labradores, siquiera no To sean, olvidados de si se alzan a mayores, y andan ociosos y vaga- bundos por la tierra pretendiendo oficios y repartimientos; y asi se tiene esla gente por de mucho inconyeniente para la quietud ¥ sosiego de la tierra, y por eso no se da licencia para pasar a ella sino a los menos que se puedan, especialmente para el Perit donde ha sido esta gente de mayor inconveniente, como lo han mostrado las rebeliones y desasosiegos que en aquellas provincias ha habido, y asi solamente se petmiten pasar los que van con oficio a aquellas partes, con los criados y personas de servicio que LATINOAMERIGA: LAS CEUDADES ¥ LAS IDEAS 59 ff. GICLO DE LAS FUNDACIONES ian menester limitadamente, y los que van a ja guerra y nuevos dewubrimientos, y los mercaderes y tratantes y sus fac mee i yy. fuicties dan licencia por tiempo limitado, que ne pasa de dos o thes ici 4 to cargando de hacienda ies afios, los oficiales de Sevilla, ¥_ esto gan ani ftya propia hasta cierta cantidad, Y no se consiente p: i j i i ses a residir en Indias extranjeros de estos reines, ni portugues allns ni contratar, mi de estos reinos los que fueron de casta de judics o moros, 0 penitenciados por la Santa Inquisicién, ni Jos : fi 7 Sy qiie siendo casados fueren sin sus mujeres, salyo los mercaderes y Jos que van por tiempo damtado, ni Tos que Bi aide Erase 2 .clavos berberiscos, ni levantiscos, sin > Ios de Mon 3 one, aunque, sin embargo de la prohibic on. y dibgentia que se pone para que no pase nadie sin. hconcia, pas a. partes bajo el nombre de mercaderes y de hom ree a 7 RT Mucho después, haciendo el balance de cémo hal an pcan do en realidad los hechos, Antonio de Ulloa y Jorge ies re suumian asi en sus Noticias Secretas, publicadas en ec Bie observaciones acerca de los grupos originarios: Tee ouropes a chapetones que legan a aquellos payses son por 10 gener oe tm nacimiento baxo en Espafia, o de linaje poco com ee educacién ni otre mérito alguno que los hoga muy ree men ables [...] Como las familias legtimamentt ancas eee alla, porque en lo general sdlo las distingui 3 go nt, 0 SSE privilegio, la blancura accidental se hace alli sn ve que ae corresponder a la mayor jerarquia en la calidad, y Dor ee siendo europeo, sin otra mas circunstancia, se Jjuzgan mere ne del mismo obsequio y respeto que se hace ales ol ros ma ae puidos que van alla ” S08 ani cuyo honor e istinguir del comin de los demas’. _ ts textos corroboran la imagen que las cromices Gan de Jos grupos urbanos originarios. Predominaba_ ene oe a Ber . de condicién humilde pero aventurera, codiciosa y pues - prosperar, América fue, en efecto, una oportunidad pate B ae buscaban el ascenso econémico y social. Gentes sin ue s xen nobleza, buscaban ambas cosas en el nuevo mundo, a ae . era contraria a la radicacién definitiva y al trabajo me! etic ¥ continuado, El] éxito en tierra americana consistia para wee poblador en alcanzar una posicién social andloga e a an hidalgos peninsulares, posicién a la que debia serve acide mento ja riqueza facilmente adquirida y la num mos Lola va indigena sometida. A medida que la colonizaci i 60 LATINOAMERICA: LAS CIUDADES Y¥ LAS IDEAS Espafia y Portugal procuraron disuadir a tales aventureros de que pasaran a las Indias, y estimularon en cambio el paso de artesanos y mercaderes; pero esta politica no tuvo éxito, y aun esas ocupaciones las ejercieron gentes que tenian motivos sociales o individuales para desarraigarse de su pais de origen, Sdlo algunos escasos hidalgos pasaron a América. Todo eso contribuyé a caracterizar Ja actitud del grupo urbano originario, En cada caso se constituyé este grupo con un nimero limi tado de miembros que, en la marcha del proceso de ocupacién de la tierra, se fijé en un lugar, se instald y comenzé a procu- rarse el prometido beneficio que se esperaba de la conquista. El fundador los habia elegido para establecerlos en la ciudad, y en ella se quedaron, por cierto, sélo algunos. En el acta de fundacién se les asigné solares dentro de la ciudad apenas demar- cada y alli deberian levantar sus casas, desde donde adminis- trarian sus tierras de produccién 0 sus minas, con los indios que les habian sido encomendados. ¥ si no habian recibido tierras y encomiendas, debian desempefiar una funcién ptiblica 0 acaso ejercer el comercio o algun oficio, generalmente mediante el trabajo fisico de los indios, Tales eran, en general, las posibilidades de los nuevos pobla- dores. Lo importante es que gozaban de un privilegio que habia sido consagrado, Ese grupo constituyé el conjunto de los vecinos, Eran los pobladores por excelencia, los que tenian derechos, Pero tanto los derechos como los privilegios se referian a ciertas perspectivas y a las posibilidades efectivas de obtener cierto provecho econdémico, Mineros, ganaderos, plantadores, duefios de ingenios, ne- Breros y prandes comerciantes relacionados con la exportacién de productos locales constituyeron rdépidamente la aristocracia urbana originaria, Junto a ellos se situaban, naturalmente. los miembros de Ja mds alta jerarquia eclesidstica v administrativa, esta ultima integrada en ocasiones por algunos hidalgos y nobles peninsulares, A su alrededor se constituyé desde el primer mo- mento un grupo variado de pobladores que ejercieron otras fun- ciones. Las ciudades importantes, como México o Lima, requi- rieron un ntimero crecido de “oficiales”, 0 como dice Lépez de Velazco hablando de Ja primera, de “oficiales mecanicos”, Tra- tantes o pequefios comerciantes aparecieron también, y comple- iaban el sector los funcionarios de mediana e inferior jerarquia, Y muy pronto se incorporaron a la ciudad los indios que volun- S 64 i, CICLO DE LAS FUNDACIONES tariamente acudian y los que parecieron utiles para o servicio doméstico y las fumciones mds modestas de la vida urbana. 3, EL ACTO FUNDACIONAL Instrumento de la ocupacién territorial y de la constitneiér ima nueva sociedad en esos territories, las ciudades Jenagamery canas de la primera época fueron fundadas formalmente. fe pues aparecerian otras esponténeas, fruto de un proceso Jnterne. Pero la primera ola fundacional es fruto de un proceso extern . que se origina en el designio de los conquistadores. Por eso ve vane lacie fue un acto politico, Los hechos se vrepitieron muc a Bs manera semejante. Un pequefio ejercito de expense © fore yueses mandado por alguien que poseia una autorida rma mente incuestionable, y generalmente acompafiado por ce to iiunero de indigenas, Hegaba a determinado lugar yy a a cleccién mas 0 menos cuidadosa del sitio, se instalaba en sl sou Ja intencién de que un grupo permaneciera defnitvament a iG Tra un acto politico que significaba el pet oman rza— de ocupar la tierra y afirmar chi fess Por eo se perfeccionaba el acto politico on in, peste simbélico: el conquistador arranca unos puadoe, de meee 8 con su espada tres golpes pobre él melo Ys ae pment anna a quien se oponga al acto de fur - Stace politico pola tener otra finalidad: afirmar el devestie eminente de un conquistador sobre otro, cuando Tas cap ween 9 donaciones eran equivocas. Pero la toma de posesion de. terre torio y Ja sujecién de la poblacién indigena constituyeron jetivos primordiales. . ms ‘a oe politico se completaba de diversas maners® ak? celebracién de una misa —como las que consagraron ie a dacién de Bogoté o de San Pablo— ° la entronizacién He 3 imagen —como la de San Sebastian en Rio de Janeiro, agrega un elemento sagrado a la fimdacién. Entretanto se reda ie un acta de fundacién “ante el presente escribano y testigos”, soe mento cuidadosamente redactado con toda clase de previsiones x formalidades notariales, En él suelen establecerse ya des nen was dela administracién municipal, “porque conforme a ered pie las tales ciudades allende de los gobernadores y justicing mayor ess ha de haber alcaldes ordinarios para que hagan y a

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