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HISPANISMO Y

PERONISMO

Unidad Electiva

Cátedra Corrientes Historiográficas

Universidad Nacional de Rosario

Palomeque Milton César


P-2049/4

1
PRESENTACION

El presente trabajo intentará mostrar cómo desde el discurso


del peronismo se pretende forjar una identidad nacional, acorde a las
políticas económicas, educacionales, laborales, etc., que el régimen
profesa, usando como instrumento el discurso del Hispanismo,
tratando de amalgamar esa herencia cultural del hispanismo, con las
tradiciones culturales propias de la Argentina. Así como la política
económica de la época contrasta notablemente con las anteriores,
también debe contrastar la cultura, su concepción del pasado y la
identidad nacional. Aquí es donde vemos insertado el Hispanismo en
el peronismo.
Para esta ocasión trabajamos con un corpus bibliográfico que
se detallará al final del presente. Contamos también con distintas
fuentes; a saber: Discursos del General Juan Domingo Perón sobre la
Latinidad y la Hispanidad, Ediciones del Copista, 2009. Además
trabajamos como fuente El mito gaucho, Carlos Astrada, Ediciones
Cruz del sur, Buenos Aires, 1948. Y en menor medida, pero no menor
importancia, una Colección de fuentes de la Cátedra de Corrientes
Historiográficas.
Esperamos ser lo suficientemente claros y que la lectura sea
amena en su medida justa. Invitamos a que nos acompañen en el
desarrollo del tema.

2
HISPANISMO Y PERONISMO

En el momento en que Perón asciende al poder, venía


sucediéndose en la sociedad argentina un viraje en clave cultural,
éste será tomado por Perón y utilizado para justificar el accionar
presente del régimen, del cual también dependerá la visión del
mismo sobre el pasado nacional. Tal viraje implica alejarse de la
influencia anglosajona (por la concepción liberal del hombre y la
sociedad, en fin, la economía) y acercarse a la del Hispanismo.
Pero previamente a esto, tiene lugar en la Argentina una
apresurada modernización, científica y técnica que por apresurada se
hace sentir con mayor peso, de forma más trascendental, las
consecuencias indeseadas que todo progreso científico y técnico trae
consigo1 y no faltó quien imputara dichas consecuencias indeseadas
al liberalismo, a su concepción del hombre, de la sociedad y del orden
político. Es que en el discurso del régimen, el liberalismo aparecía
como el padre de todos los males, cuyo efecto podría reflejarse en la
disolución de la nación, en la pérdida de su identidad mediante la
subversión de las jerarquías tradicionales y la sumisión a filosofías y
estilos de vida importados.
Este viraje cultural, el cual el peronismo toma y a la vez forma
parte, ve las raíces que carcomen la homogeneidad de la nación en la
civilización anglosajona. Por tanto, una reacción nacionalista que
procurara rescatar los rasgos esenciales de la argentinidad no podría
hacerle frente sino en nombre de otra civilización, justamente la
latina o mejor aun, la hispánica y católica. Así brotó exuberante y
frondoso el Hispanismo, casi como si la emancipación de España en
1810 no hubiera implicado una ruptura pero sí la dolorosa aunque
natural continuación de una estirpe.
Mientras Perón se encontraba en el poder, sobre todo entre
los años 1946-49, es posible considerar sus declaraciones también en
función de los esfuerzos realizados para implantar una nueva
conciencia nacional, tal que requiriera el desconectarse de la
orientación tradicional de la Argentina moderna hacia el capitalismo
anglosajón y la cultura francesa. ¿No es posible acaso que, al intentar
desembarazarse de los opresivos lazos “neocoloniales”, Perón estaba
dispuesto a volver al remoto e inocuo pasado colonial, forjando una
identidad nacional de la que el Hispanismo era uno de sus
componentes esenciales?
Pareciera evidente que sí. “El rescate, entonces, de la
argentinidad coincidió con la restauración de la nación católica e
hispánica”2. Tanto así que el régimen peronista, a través de su
discurso, hizo sus más profusos elogios a las relaciones de su país y
de toda América Latina con la Madre Patria, destacando que a menos
que el continente reconociera sus verdaderas raíces, las hispánicas,
1
Eric Hobsbawm señala que lo mismo le sucede a muchos países europeos que corren tras la
industrialización iniciada en Gran Bretaña, pero no sólo los países europeos, Rusia es un
ejemplo.
2
Zanatta, Loris: breve historia del peronismo clásico. Sudamericana, 2009

3
no podría pavimentarse su camino en el futuro y cumplir un
importante papel en el escenario internacional. Es decir, que si la
América española negara a España, quedaría instantáneamente
baldía de coherencia y sus ideas carecerían de validez. Es que los
pueblos de la Hispanidad constituyen una unidad y viven dominados
por su pasión patriótica. Tienen mucho en común que defender:
unidad de origen, unidad de cultura y unidad de destino. Estos
pueblos viven hermanados por vínculos de idioma, de religión, de
cultura y de historia. Estas identidades deben impulsarlos a una
empresa casi universal que, desbordando los límites geográficos,
integre la verdadera unidad espiritual de los pueblos hispanos. Pero
esta empresa, dirá sabiamente Perón, no puede interpretarse como
un anhelo bélico sino como un afán pacifista.
¿Acaso toda la retórica de Perón con que encomió las
relaciones históricas, culturales, idiomáticas, de religión y de sangre
debe ser considerada en el contexto de los esfuerzos realizados por
conformar una nueva conciencia nacional, liberada de los viejos
modelos culturales que impuso la oligarquía liberal en Argentina a
partir de la segunda mitad del siglo XIX? Así parece. Durante los
primeros años de su gobierno, Perón intentó combinar la Hispanidad
con la nueva identidad nacional a cuya imagen quería conformar la
conciencia popular. Mas ¿por qué adoptó Perón la política de la
Hispanidad?
Una vez en el poder, Perón adoptó una política económica
destinada a asegurar la independencia nacional, postulando un
programa de industrialización, intentando poner fin al control
extranjero del transporte y los servicios públicos mediante una fuerte
política de nacionalización de empresas. Es decir, poner fin al
carácter “neocolonial” de la economía argentina. Los esfuerzos
realizados por Perón para obtener una mayor independencia para su
pueblo a través del desarrollo y la modernización también implicaron
el intento de forjar una nueva conciencia nacional. Durante sus
primeros años, el régimen justicialista intentó reducir no sólo la
dependencia política y económica, sino también la dependencia
cultural que caracterizaba tradicionalmente las relaciones del país
con Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos; liberarse en última
instancia de la orientación cultural de las élites intelectuales y de la
oligarquía hacia Londres y París. Como consecuencia de ello, Perón
adoptó una estrategia cultural dentro de cuyo enmarque intentó
integrar tanto la herencia hispánica y católica como la cultura
argentina propia como componentes centrales de la conciencia
nacional.
Esa herencia hispánica, esa misma comunidad hermanada por
vínculos de sangre, de historia, cultura y religión, podemos verla
reflejada en el discurso del gobernador de la provincia de Buenos
Aires, Carlos Aloe (en conmemoración del 146º aniversario de la
expulsión de las tropas inglesas) cuando dice, en dos distintos
pasajes de su discurso que:

4
“No alentamos un propósito
revisionista (…). Queremos restablecer las
verdades fundamentales de nuestro
origen histórico y reivindicar en él al
auténtico protagonista de ayer y de hoy
en la vida argentina. (…) venimos a rendir
homenaje al pueblo, que con su heroísmo
y con su sacrificio selló la definición de la
jornada del 12 de agosto de 1806.

Queda clara aquí la continuación de la estirpe, el pueblo


anterior a la independencia sería el mismo que posterior a la misma.
De esta forma el pueblo que expulsó a los ingleses en 1806 y 1807 es
el mismo que protagoniza la Revolución de Mayo y es el mismo que a
través de los caudillos sustentará la futura unidad nacional, así lo dice
Carlos Aloe en el mismo discurso:

“La verdad es que nuestra


democracia ha sido fundada por los
caudillos y sostenida por la montonera. En
los montoneros (que eran los gauchos de
ayer y son los descamisados de ahora) se
refugió, consolidó e impuso el sentimiento
federalista que organiza nuestra vida
nacional.”3

Hay un detalle no poco importante (los montoneros (que eran


los gauchos de ayer y son los descamisados de ahora)) al cual
volveremos más adelante.
Queda en claro entonces la continuación de la estirpe, la
herencia cultural, etc. Por otra parte siguiendo la reconstrucción del
discurso oficialista, notamos que Perón destacó que al Gobierno le
cabía orientar la cultura de la nación conjuntamente con intelectuales
como aquéllos que componían el conjunto de la nación. El presidente
puso en claro que la cultura debía organizarse de tal modo que los
argentinos no continuaran aplicando en su país valores contrarios a
sus propensiones peculiares, a su raza, a su religión y a su lenguaje.
En resumidas cuentas, “los argentinos debemos imponer nuestra
propia cultura4”. Esto va tomado de la mano con el modelo de país
que se intentaba instalar, y pareciera funcionar coherentemente,
aunque veremos al final del escrito que la preferencia tiende a variar
sobre mediados de la segunda presidencia.
Durante la segunda mitad de los años ´40, el régimen intentó
crear una ecuación según la cual, el rechazo de las relaciones de
Argentina con España era en verdad equivalente al rechazo del
3
Colección de fuentes Cátedra de Corrientes Historiográficas. Discurso del Gobernador de la
Provincia de Buenos Aires, Carlos Aloe, 1952)
4
Discurso de Perón con motivo del día de la raza y homenaje de Don Miguel de Cervantes
Saavedra en el cuarto centenario de su nacimiento, en la Academia Nacional de Letras,
Buenos Aires, 12 de octubre de 1947.

5
nacionalismo argentino. Esta clase de interpretación histórica puede
hallarse en lo dicho por el mismo Perón, durante su exilio en Madrid,
al historiador Félix Luna:

"Vea: hay dos líneas históricas en


el país con referencia a los hombres de
gobierno: la línea hispánica y la línea
anglosajona... Todos los que presidieron el
país en nombre de la línea anglosajona,
son masones, desde Posadas... Sólo hay
tres que no fueron masones: Juan Manuel
de Rosas, Hipólito Yrigoyen y Juan Perón...
Es decir que la línea hispánica, que es la
línea nacional -porque la otra es la línea
colonial- está representada también por
Yrigoyen... Cuando yo hube de defender a
España en 1947, no la defendí por
Franco... Defendí la línea hispánica"5.

La Hispanidad de Perón se integró, entonces, a sus esfuerzos


por lograr la hegemonía ideológica, desplazando el sistema de valores
y los parámetros culturales propios de la oligarquía argentina.
El contenido nacional que Perón quería otorgar a la cultura
argentina se basaba en los principios de soberanía política,
independencia económica y justicia social, combinados con la
herencia hispánica y católica y, en especial, con la doctrina social de
la Iglesia. Por lo tanto, el Peronismo adoptó una cierta interpretación
del pasado para validar su proceder en el presente y asegurar su
futuro. Toda sociedad en vías de modernización requiere una
determinada identidad nacional que le permita la conciliación de los
cambios modernos con su comprensión del pasado. En el caso de
Argentina, el Peronismo se esforzó por establecer una sociedad
industrial, moderna y urbana e hizo frente a decenas de años de
régimen oligárquico que se apoyaba en la economía agropecuaria y
en las relaciones económicas complementarias con Gran Bretaña. A
tal efecto, requería un nacionalismo que exaltando su cultura reflejara
su accionar enalteciendo la fisonomía del Hispanismo.
Este Hispanismo transciende la implantación de una
conciencia nacional, de un modelo de país, de forjar la identidad
nacional, y la exageración de los valores y principios considerados
como propios. Trasciende también de lo material a lo espiritual. El
mismo Perón nos da cuenta de la exaltación de valores espirituales y
no materialistas que según él se “esfuerza en resguardar”:

“Al impulso ciego de la fuerza, al


impulso frío del dinero, la Argentina
coheredera de la espiritualidad hispánica,
5
Extraído de RAANAN REIN, Hispanidad y oportunismo político: el caso peronista, en
http://www1.tau.ac.il/eial/index.php?option=com_content&task=view&id=791, Universidad
de Tel Aviv.

6
opone la supremacía vivificante del
espíritu”

Y continúa más adelante:

“Por mi parte me he esforzado en


resguardar las formas típicas de la cultura
a que pertenecemos (es decir formas
hispánica y católica), trazándome un plan
de acción del que pude decir que tiende,
ante todo, a cambiar la concepción
materialista de la vida por una exaltación
de los valores espirituales6”

Formamos la comunidad hispánica, dice Perón. Pero ¿en qué


sentido, bajo qué premisas? Sugestiva pregunta que el General
responde de forma bastante convincente. Haciendo mención de la
raza española y la estirpe que le continúa en estas tierras dirá que:

“Son hombres y mujeres de esa


raza (la española) los que en heroica
comunión rechazan, en 1806, al extranjero
invasor. (…) es gajo de ese tronco el
pueblo que en mayo de 1810 asume la
Revolución recién nacida; es sangre de
esa sangre la que vence gloriosamente en
Tucumán y Salta y cae con honor en
Vilcapugio y Ayohuma; es la que anima el
corazón de los montoneros; es la que bulle
en el espíritu levantisco e indómito de los
caudillos; es la que enciende a los
hombres que en 1816 proclaman a la faz
del mundo nuestra independencia política;
es la que agitada corre por las venas de
esa raza de titanes que cruzan las ásperas
y desoladas montañas de los Andes,
conducidas por un héroe en una marcha
que tiene la majestad de un friso griego.
(…); de esa raza es ese pueblo, éste
pueblo, sangre de nuestra sangre y carne
de nuestra carne, heroico y abnegado
pueblo, virtuoso y digno, altivo sin alardes
y lleno de intuitiva sabiduría, que pacífico
y laborioso en su diaria jornada se juega
sin alardes la vida, con naturalidad de
soldado,(…)7”

6
Discurso de Perón con motivo del día de la raza y homenaje de Don Miguel de Cervantes
Saavedra en el cuarto centenario de su nacimiento, en la Academia Nacional de Letras,
Buenos Aires, 12 de octubre de 1947.

7
Como vimos por las citas textuales, el momento más
conveniente para encomiar el aporte español a la cultura de América
Latina era el 12 de octubre, el "Día de la Hispanidad" o "Día de la
Raza". En dicho discurso dijo Perón:

"la historia, la religión y el idioma


nos sitúan en el mapa de la cultura
occidental y latina, a través de su
vertiente hispánica, en la que el heroísmo
y la nobleza, el ascetismo y la
espiritualidad alcanzan sus más sublimes
proporciones8".

Perón asimismo explicó en esta oportunidad la importancia de


la existencia de una conciencia histórica que hiciera posible la
confrontación con los desafíos del futuro, advirtiendo que si la
América Española olvidara la tradición espiritual y cortara los lazos
con la Latinidad, extrayéndose del encuadre humanista que le
otorgara el catolicismo, y rechazara a España, quedaría entonces
inmediatamente desprovista de coherencia interna alguna y carente
de profundidad en su dimensión espiritual.
El afán de resaltar el carácter hispanista de la Argentina
conlleva a otra cuestión a tratar. Si la esencia argentina deviene de la
hispanidad debemos preguntarnos cuál debería ser su expresión
local. Esa estirpe continua, heredera de los españoles, que se
desenvuelve en los llanos argentinos y habrá de encontrar en la
inmensidad de la llanura sus rasgos propios; de su constitución en un
ser primigenio, pasará a convertirse en sinónimo de identidad.
Nos referimos al gaucho. Considerándolo producto de la unión
entre españoles y nativos, ese criollo, moldeado por la llanura, habrá
de legarnos sus costumbres, sus vicios, su forma. Pareciera ser que
son las españolas, pero adaptadas a los hijos de la tierra, de estas
tierras. “La pampa es el plano espiritual por el que se desperdiga y
tornase errático nuestro existir, perfectamente simbolizado en el
deambular del gaucho Martín Fierro”9.
Rescatar el Hispanismo, entonces, es rescatar al gaucho. “Al
proponernos indagar el estilo integral de vida del hombre argentino
en relación intrínseca con su comunidad política y, a la vez, explicar
el significado y alcance del mito de los argentinos, el mito gaucho,
premeditamos una filosofía de la argentinidad, un ensayo de
aproximación a la verdadera esencia argentina”10. Verdadera esencia
argentina que será rama del tronco originario español pero se
diferenciará cada día más.
7
Discurso de Perón con motivo del día de la raza y homenaje de Don Miguel de Cervantes
Saavedra en el cuarto centenario de su nacimiento, en la Academia Nacional de Letras,
Buenos Aires, 12 de octubre de 1947.
8
Discurso de Perón con motivo del día de la raza y homenaje de Don Miguel de Cervantes
Saavedra en el cuarto centenario de su nacimiento, en la Academia Nacional de Letras,
Buenos Aires, 12 de octubre de 1947.
9
Carlos Astrada, El mito gaucho. Ediciones Cruz del sur, Buenos Aires, 1948.
10
Carlos Astrada, El mito gaucho. Ediciones Cruz del sur, Buenos Aires, 1948.

8
Entonces, el hecho de rescatar el Hispanismo rescata por sí
mismo la figura del gaucho, o si se prefiere, rescatar al gaucho es
rescatar el Hispanismo. Pero ¿cómo se materializa ese Hispanismo?
¿Se puede realmente establecer una conexión entre la figura del
gaucho y el proletariado peronista, por ejemplo?
Parece que sí. Volvamos al discurso del gobernador de Buenos
Aires y veamos qué dice al respecto:

“La verdad es que nuestra


democracia ha sido fundada por los
caudillos y sostenida por la montonera. En
los montoneros (que eran los gauchos de
ayer y son los descamisados de ahora) se
refugió, consolidó e impuso el sentimiento
federalista que organiza nuestra vida
nacional.”

Los gauchos de ayer son los descamisados de ahora.


Afirmación casi axiomática que refleja esa continuidad o esa
identificación del pueblo peronista con quien fuera mentor de su
cultura. Ante los apuntamientos que aseveran la inexistencia del
gaucho hoy en día, en Carlos Astrada encontramos una refutación:
“Porque no lo vemos en su estampa clásica, creemos que el gaucho
ha desaparecido del todo. Pero, si el argentino de hoy afina un poco
su mirada introspectiva, verá al gaucho, y lo verá presente en el arte
y las letras, y dispuesto a señorear, con sobrada aptitud, todas las
modernas instrumentaciones de la técnica”11. No sólo no ha
desaparecido, se ha transformado por los avatares del tiempo,
cambiando su apariencia, cambiando en última instancia el poncho
por el overol. Ha sido siempre marginado, el humilde trabajador de
las pampas y ahora de las fábricas. Casi siempre representado
característicamente por su inagotable resistencia al oprimir constante
de la oligarquía “vizcacha”.
Esta estirpe nueva es hija del Hispanismo, legada a los
“descamisados” que son en un sentido gauchos de ayer y de hoy. Se
podría establecer así una conexión entre la figura del gaucho y el
proletariado peronista. Carlos Astrada hace un comentario similar,
allá por el año 1948:

“En un día de octubre de la época


contemporánea aparecieron en escena,
dando animación inusitada a la plaza
pública, los hijos de Martín Fierro. Venían
desde el fondo de la pampa, decididos a
reclamar y tomar lo suyo, la herencia
legada por sus mayores. Ante esta
inesperada presencia, el albacea político y
espiritual de vizcacha, la llamada

11
Carlos Astrada, El mito gaucho. Ediciones Cruz del sur, Buenos Aires, 1948.

9
oligarquía se palpó el cuerpo, buscándose,
en vano, el corazón, y con susto y sin
gloria, sin un gesto viril, sucumbió, pero
no de muerte natural”.12

Esta constante construcción del discurso en justificación,


legitimación o en respuesta si se quiere a las distintas políticas
llevadas a cabo por el gobierno, bajo cualquiera de sus aspectos
(cultural, laboral, educacional, salud, etc.), puede verse reflejada en
el estudio del pasado a modo de ver y entender el presente. Por
ejemplo, la Academia Nacional de Historia decidió en 1948,
recomendar el uso del concepto "período hispánico" en lugar de
"período colonial". Lo cual refleja hasta qué punto el vínculo entre el
régimen de Perón exaltaba los valores del Hispanismo.
Sin embargo, dijimos antes, esto iría cambiando con el correr
del tiempo. Por ejemplo después de la recomendación del uso del
término “periodo hispánico”, el Manual preparado por el Partido
Peronista cinco años más tarde para sus activistas, presentó una
descripción de la violencia de los conquistadores de América,
conquistadores que avasallaron y abusaron cruelmente de la
población india. Es más, hasta se indica que durante la época del
dominio español se conformó la oligarquía explotadora y, con ella, la
injusticia y la explotación del hombre por el hombre, etc. Ni una sola
palabra sobre España, madre de naciones, que les diera la
civilización, el idioma, la religión y espléndidas tradiciones. Esto es,
sin duda, un ejemplo manifiesto de adaptación de la historiografía
nacional a las mutantes necesidades políticas y del uso cínico que
hizo Perón de las estrategias culturales. “Por otra parte, a fines de
1952, Perón presentó al Congreso Argentino su Segundo Plan
Quinquenal, señalando explícitamente en el capítulo dedicado a la
cultura, la necesidad de la creación de una cultura esencialmente
nacional. Esto despertó de inmediato la ira de los españoles, que
percibieron la amenaza que ello involucraba para la influencia de la
tradición española en la sociedad argentina13”.
Así es como el régimen de Perón, con la misma velocidad y
facilidad con que adoptó una campaña que destacó las raíces
hispánicas de su tierra cuando le era favorable, la descartó sin
mayores inconvenientes cuando ya no le era necesaria.

12
Carlos Astrada, El mito gaucho. Ediciones Cruz del sur, Buenos Aires, 1948.
13
RAANAN REIN, Hispanidad y oportunismo político: el caso peronista, en
http://www1.tau.ac.il/eial/index.php?option=com_content&task=view&id=791, Universidad
de Tel Aviv.

10
Bibliografía:

o Altamirano C., en Los años peronistas. Nueva Historia


Argentina, Tomo X, Sudamericana, 2003
o Astrada C., El mito gaucho, Ediciones Cruz del Sur,
Buenos Aires, 1948
o Ciria A., Política y cultura popular, Buenos Aires, De la
Flor, 1983
o Korn, G., (comp.), El peronismo Clásico (1945-1955).
Descamisados, Gorilas y Contreras. David Viñas (DIR.),
Literatura argentina siglo XX, Tomo IV, Buenos Aires,
Paradiso/Fundación Crónica General, 2007.
o Zanatta, L., Breve historia del peronismo clásico,
Sudamericana, 2009.

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