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Lanzamiento de Campaña Nacional Sobre Salario Mínimo

9 de agosto del 2010

Amigos y amigas,

Este día tengo la satisfacción de responder al compromiso que asumí desde el


inicio de mi mandato, de poner como prioridad de mi gobierno el mejoramiento
de las condiciones de vida de la población más vulnerable de Costa Rica.

Me complace dar, en este acto, el banderazo de salida al lanzamiento de la


Campaña Nacional Sobre el Salario Mínimo. Este esfuerzo, liderado por el
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, concentrará su atención inmediata,
enérgica y eficiente en resolver uno de los flagelos sociales más angustiantes
que aquejan a la familia costarricense. Por eso reconozco el esfuerzo y
compromiso puestos en eta iniciativa por parte de la señora Ministra de
Trabajo, doña Sandra Piszk y felicito al equipo que el acompañara en la
ejecución de esta campaña.

Más allá de definiciones formales, nuestro pueblo entiende que el concepto de


salario mínimo se refiere a aquel nivel de ingresos que permite la satisfacción
básica de las necesidades humanas para una vida digna.

Varían criterios y medidas estadísticas que contabilizan el inmenso número de


compatriotas que no reciben ese mínimo de ley como compensación justa a su
trabajo. En lo que todos estamos de acuerdo es que ese número es muy alto.
Existe consenso en que casi uno de cada tres trabajadores asalariados no
recibe el salario mínimo. Esta cifra es demasiado elevada para asegurar de
forma sostenible una convivencia social pacífica y satisfactoria.

El último Informe del Estado de la Nación afirmaba que si el Estado


costarricense se abocara a un efectivo cumplimiento universal de la ley del
salario Mínimo, se reduciría más de la mitad el índice de pobreza extrema y en
mucho más de un tercio los indicadores generales de pobreza.
Mi gobierno concuerda con esa visión. Pero este acto no es un rayo en cielo
sereno, ni una iniciativa separada del contexto de políticas públicas de combate
a la pobreza. Estamos construyendo, a lo largo y ancho del territorio, el
encadenamiento de acciones para lograr impactos prontos y eficaces en la
reducción del número de personas que reciben menor salario de lo que la ley
obliga, como base elemental para sustentar sus necesidades esenciales como
ser humano.

Somos conscientes de la ineficacia de medidas simplistas y de la


insostenibilidad de acciones puntuales y aisladas. El fenómeno del pago
salarial por debajo del mínimo debe abordarse en toda su complejidad porque
su situación condensa los problemas más agudos de todo nuestro sistema
productivo y las brechas más dolorosas de nuestra realidad social. El perfil
sociológico de quienes sufren este abuso laboral retrata la realidad social en la
que queremos incidir con todas nuestras políticas de estado.

Para enfrentar este problema en todas sus facetas, debemos comprender sus
condicionamientos regionales y sociales, sus circunstancias educativas y de
género, las particularidades del tipo de ocupación laboral en que incide esta
triste situación y, finalmente, su vinculación con el tamaño, formalización y
competitividad de las empresas. Sin un abordaje integral no lograremos
erradicar este flagelo.

Esta situación hace presa sobre todo en los jóvenes. Una de cada tres
personas que no reciben el salario mínimo es menor de 25 años. El impacto de
ese abuso se recrudece con el bajo nivel educativo y más de la mitad de
quienes viven esta injusticia tienen únicamente educación primaria o menos. El
factor de género se expresa con crudeza, sobre todo en el servicio doméstico.
Es campesino uno de cada cinco costarricenses que sufren el embate de una
remuneración injusta. Las brechas de desarrollo entre las regiones se reflejan
también en los bajos salarios que ahí se perciben. En la región Brunca la
mayoría de los afectados ni siquiera reciben el 80% del salario mínimo.

Ni qué decir la gravedad de esta injusticia en el caso de las micro y pequeñas


empresas, que por su bajo rendimiento y productividad tienen grandes
dificultades para cumplir las leyes laborales. Más de la mitad de quienes no
reciben lo que la ley manda, trabajan en empresas de menos de 9 empleados.
Esta es expresión viva de los problemas de nuestro tejido empresarial que
exige políticas articuladas para resolver el problema del salario mínimo.

Nos enfrentamos aquí a un problema que toca todo el entramado de la


producción nacional. Necesitamos mejorar la productividad y la competitividad
de las Mipymes para que puedan realmente asumir sus responsabilidades
patronales.

El lanzamiento que anunciamos este día, por el cumplimiento universal del


salario mínimo, es la punta de lanza de una política de integral de Estado, que
abordará también, en otros campos y con otras iniciativas, los componentes
educativos, sociales y económicos de este complejo problema.

Concretamos hoy el compromiso de mi gobierno con la plena aplicación de las


responsabilidades sancionatorias del Estado para asegurar un vigoroso
cumplimiento de su legislación laboral, con salarios mínimos que garanticen
una vida digna.

Podemos sentirnos optimistas. Existen condiciones para tener impactos


positivos. Sabemos que el fortalecimiento de la inspección de trabajo es un
factor decisivo porque la experiencia demuestra que el 75% de las empresas
remedian su incumplimiento simplemente con ser advertidas. Este indicador es
testimonio de la buena voluntad con que contamos para que esta iniciativa se
hermane con la responsabilidad social del sector productivo. Su apoyo
entusiasta es nuestra mejor garantía de éxito.

Al lanzar, en este acto, una campaña nacional por el salario mínimo,


ahondamos nuestra mirada en las raíces mismas de nuestra historia. Este
pueblo fraterno inscribió el derecho a un salario justo en los primeros
documentos fundamentales de su vida republicana, desde el Código General
de Carrillo en 1841. Pusimos el salario mínimo en el corazón mismo de nuestra
carta magna. Ella nos retrata como nación con vocación de justicia y equidad.
Que Dios bendiga el esfuerzo que hoy emprendemos, para que nada detenga
este impulso que es también un llamado a la solidaridad, fundamento de
nuestra paz y de nuestra democracia.

Muchas gracias.

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