Professional Documents
Culture Documents
Uno de los aforismos del De la vida elegante (el XXXIX, ms exactamente) nos
choca de repente en la lectura. Dice as: "El dandismo no es sino una hereja de
la vida elegante". Balzac, decamos antes, no ha utilizado para nada en su
tratado el trmino "Dandy", y hay razones. No es que Balzac no hable del
dandismo (todo el libro est dedicado a l, y la presencia de Brummell, como
mentor, lo ratifica), sino que utiliza la palabra en un sentido menos habitual y,
adems, restrictivo. Dandy es lo demasiado afectado, lo carente de sencillez, lo
engorroso. Pero Balzac habla de dandismo, aunque el no utilizar la palabra
exacta pueda significar, precisamente, ese sentido estricto de la elegancia que
propone, ese Dandy, personalizado y singular, s, pero algo domesticado a la
exigencia de una norma social. El que Balzac no hable de dandies no significa
que no est en el dandismo, sino que su Dandy tiene trazado alrededor un
crculo de fuego. Su sentido de la elegancia le hace ser ese desplazado, sin lo
cual no puede existir el Dandy; su cumplimiento de una esttica de la
vinculacin artstica del Dandy, pero la presin del entorno social hace que ese
Dandy mantenga siempre unos lmites (ms estrictos, sin duda, que en el Dandy
natural). Tal es el dandismo de Balzac: perfeccin, elegancia, personalismo
-porque hay un sentimiento que no a todos alcanza, y una esttica que seguir-
y rebelda. Pero rebelda colectiva (del ocioso contra el burgus), y slo -en
ms- ese toque del bastn, de la corbata, de los guantes o de la manera que
hacen que el Dandy fulja -distinto, individual, rebelde- entre el pequeo
marasmo de la alta sociedad en la que danza.
Por lo dems, las novelas de Balzac -el fabuloso bazar, competencia de la vida,
que es La comedia humana- abundan, como reflejo de esa vida y como creacin
del arte literario, en tipos de dandies. As, el Maxime de Trailles, de Le Pre
Goriot, que luce hermosos cabellos rubios y rizados, y una levita elegante
ceida que le haca parecer una bella mujer. O, el Henri de Marsay, de Las
ilusiones perdidas, que aparece tambin en otras novelas de la Comedia. Ese
Marsay "remarquable surtout par une beaut de jeune fille, beaut molle, effmine, mais
corrige par un regard fixe, calme, fauve et rigidez comme celui dun tigre: on l'aimait, et il
effrayait".