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Bull, Inst. fr. études andines 1990, 19, N° 1, pp. 129-163 LA NOBLEZA DE LIMA EN TIEMPOS DE LOS BORBONES Paul Rizo-Patrén* Resumen Se presenta un estudio de la elite nobiliaria del Virreinato del Pert de 1700 a 1821, durante el reinado de la dinastfa de Borbén en Espaiia. Distinguiendo a la nobleza titulada de Lima como una verdadera “elite de la elite’, se analiza su origen, su elevacién y su comportamiento econémico, social y politico, dentro del marco de posibilidades ofrecidas por la situacién general del Virreinato. Se compara, asimismo, su desenvolvimiento frente al de andlogas elites regionales dentro del vasto imperio espaol. Palabras claves: Nobleza titulada, vitreinato del Peré, Lima, Borbén, origen, clevacién, comportamiento. Résumé: La noblesse liménienne au temps des Bourbons. Il sfagit d'une étude de V’élite nobiliaire du Vice-royaume du Pérou entre 1700 et 1821, sous le régne des Bourbons . On remarque que la noblesse titrée de Lima est la vraie “élite de élite” dont sont analysés I'origine, Yascension et le comportement économique, social et politique dans le contexte des possibilités offertes par la situation générale du Vice-royaume. On compare aussi son déroulement devant les autres élites & I’ intéricur du grand Empire Espagnol. Mots clés: Noblesse titrée, vice-royaume du Pérou, Lima, Bourbon, origine, ascension, comportement. Abstract: The Lima's nobility in the time of the Borbons. This is a study centered on the noble élite of the Vice-royalty of Peru from 1700 to 1821, during the reign of the Bourbons in Spain. While the limenian titled nobility is emphasized as a true “élite of the élite”, this essay includes an analysis of its origin, its elevation and of its economical, social and political behavior within the frame of possibilities offered by the general situation of the Vice-royalty. At the same time, the evolution of this nobility is compared to that of other regional élites throughout the vast Spanish empire. Key words: Titled nobility, vice-royalty of Peru, Li behavior. a, Bourbons, origin, elevation, * El presente articulo es una versién del primer capitulo de Ia memoria titulada "Familia, matrimonio y dote en 1a nobleza de Lima. Los de la Puente, 1700-1850, presentada por el autor en la Pontificia Universidad Citolica del Peri en octubre de 1989 para optar el grado de bachiller en Humanidades, mencfon en Historia. * Manuel Bonilla 149, Miraflores, Lima 18, 130 P. Para comprender Ia historia de un pueblo, resulta muy «til procurar una aproximacién al conocimiento de su dirigencia, tanto a través de su estructura como a través de su comportamiento socioeconémico. Es lo que pretendemos hacer con la elite nobiliaria de la ciudad de Lima del dltimo siglo y cuarto del periodo virreinal, cuyo estudio consideramos ha sido bastante descuidado. Sin incluir en-esta apreciacién a las detalladas obras de Guillermo Lohmann sobre la elite gubernativa y sobre el grupo investido con habitos de caballeria, la nobleza ha sido por lo general tratada s6lo en listados de titulos, en trabajos puramente genealégicos 0 en ensayos parciales. Es nuestro propésito contribuir en algo a lenar ese vacio, para con ello entender mejor a la sociedad colonial en su conjunto, Concebir a la elite del Virreinato del Pert tnicamente en funcién a su mayor capacidad econémica frente a otros sectores, es asumir una postura “clasista” quizds aplicable a realidades mas contempordneas. Por eso iniciamos nuestro estudio con el punto de vista de un virrey de comienzos del siglo XVII que incluye a quienes consideraba estaban a la cabeza de la sociedad local, con criterio distinto al de muchos historiadores del siglo XX. Luego de tratar del universo de donde surgiria la elite colonial, nos dedicamos al grupo que oficialmente quedé consagrado como tal: la nobleza titulada. Sus posibilidades materiales son analizadas a pesar de las dificultades tradicionales en su calculo, luego de esgrimir fuentes y un enfoque que sugicre un potencial econémico hasta hoy no constatado. ELITE Y NOBLEZA Entre 1716 y 1720, goberné el virreinato peruano un principe napolitano al servicio de la Corona Espafiola. Era don Carmine Nicolé Caracciolo, principe de Santo Buono, duque de Castel do Sangro y poseedor de otros muchos titulos ademés de la grandeza de Espafia (1). Su nominacién al puesto més alto de la jerarquia gubernativa en el Perit correspondia atin a la tradicién de los Austrias de nombrar virreyes pertenecientes a los rangos de la alta nobleza cortesana y burocratica espafiola. La nueva dinastia borbdnica esperaria hasta el segundo cuarto del siglo XVIII para nombrar virreyes de menor categoria social pero de mayor profesionalidad funcionaria o militar (2). Mientras tanto, la monarquia seguia confiando en quienes tenia més cerca y en quienes habian demostrado su adhesion a la dinastia de Borbén cuando la Guerra de Sucesién. Tal era el caso de Santo Buono, anteriormente embajador en Roma y en Venecia, cuyos estados napolitanos se hallaban a la sazén ocupados por los ejércitos austriacos a causa de su lealtad a Felipe V.-Este servicio voluntario al Estado, rasgo de ia Etica aristocratica (3), ofrecia a Santo Buono la oportunidad de tener una corte propia en el que atin era el virreinato espafiol més extenso. Viudo de dofia Constanza Ruffo, muerta de sobreparto durante la travesia hacia el Perd, su corte la (2) M, de Mendiburu, 1932: 293-300. También E, Martin-Pastor, 1938-163, Q)R. Vargas Ugarte, 1971; 110.118. @) L. Stone, 1985: 21.(4) AGN, Notarios, Pedro de Espino Alvarado, afo 1721, ff, 86:93: “Cobdicilo del excelentisimo sefior principe de Santo Buono” (enero 17). Vinieron con el principe su hijo LA NOBLEZA EN LIMA 131 encabezaron sus hijos, seguidos de las 17 personas que conformaron su séquito (4). En Lima, durante los cuatro cortos afios de su gobierno, se vio ademas rodeado por lo que él mismo reconociera como “familias nobles y destacadas del Pera”, de las que elaborarfa un informe muy provechoso para la determinacién de lo que el principe consideraba como la elite del virreinato (5). De acuerdo al padrén de Lima de 1700 la ciudad contaba en aquel entonces con 37 237 habitantes, de los cuales 19 632 eran tenidos por espafioles, 11 029 por “castas”, y 4 063 por “indios” (6). Del primero de estos grupos raciales provendrian los 213 cabezas de familia que fueron considerados “nobles” o “gente honrada de distincién” de acuerdo al padrén claborado por el virrey del Pert al término de su gobierno. 1.41. El informe del principe de Santo Buono. Obedeciendo al carécter de un experimentado funcionario de la Corona de Espafia, el principe de Santo Buono reunié a lo largo de su periodo de gobierno la informacién necesaria para rendir un dltimo y muy util servicio a su rey: la identificacién minuciosa de los personajes més importantes del reino del Pert. Este grupo de individuos, que a ojos del principe constituyé la verdadera elite virreinal, serfa de donde la monarqufa podria elegir a muchos de sus representantes y administradores, en el que fuera uno de sus dominios més remotos ¢ importantes. De esa dirigencia socioeconémica, asimismo, habria de esperar tanto una incondicional lealtad como la conservacién del regimen colonial. El informe, fechado en enero de 1721, cuando el principe estaba a punto de embarcarse con su familia en el navio “La Peregrina” para retornar a Europa, empieza listando a 27 personas con titulos nobiliarios, dos de las cuales figuran con dos titulos cada uno: més adelante incluiré a un par mas, por lo que la totalidad de titulos mencionados es, pues, de 31 (7). Luego de nombrar a estos nobles titulados, sigue con un rol de los miembros del cabildo, encabezados por su alférez real “le noble Pedro Lezcano” (ic ) hasta llegar a una relacin de personas listadas bajo el titulo de “Memoria de los Caballeros Cruzados y Hombres de Comercio y Gente Honrada de Distincin”, encabezados por Diego Manrique de Lara. Tanto en esta seccién como en la de nobles titulados o cabildantes, incluye un total de 58 caballeros de las distintas drdenes militares existentes en esa época. Menciona también a 14 mayorazgos 0 “vinculos” y a otro por ser obtenido, Una segunda parte la constituye la lista de todos los corregimientos del virreinato y de los encargados (8 AGN, Notarios, Pedro de Espino Alvarado, afo 1721, ff 8698: "Cobdicilo del exelentisimo sennor principe de Santo Buono” (enero 17). Vinieropn con el priincipe su hijo mayor, Marino, duque de Castel do Sangeo, su hija Julia-Quiteria, Iuego casada con el principe de Solferino-Gonzaga, y sus hijos Luis, Tiburcio, caballezo de Malta, y el recién nacido Juan Constanzo. Quedaron en Europa vatios hijos ¢ hijas ©) M. del Balzo, 1965: 107-133, (© MP. Pérez Cant6, 1985: 48-53; J. Mujica, 1987 ©) det Balzo, 1965, 1978: 282. P. RIZO-PATRON Cuadro 1. - Nobles titulados en el informe de Santo Buono-1721 for | Maria bella Granja te Rico | florido nos Titulo Nombre Origen Fortuna Conde del Portillo | Joseph Sarmiento | criollo muy pobre. Conde de Villase- | Luis Vejarana tiene plata Conde de San Ju- | Joseph de Santa| criollo tiene caudal | 7 Cruz jan de Lurigancho | | | Marques de Santa | Martin de Mudarra | criolto caudal... | | [Conde de Sierra-| Cristobal Messia | criollo muy pobre. | Conde de la Vega | Mathias Acufia ctiollo no esté muy | acomodado | Marques Conde| Gaspar Dysar criollo | no tiene caudal. | de Villanueva | | Marques de Villar | Antonio Zamudio | criollo pobre... de Tajo | Conde del Casti-| Joseph Carvajal | criollo muy rico... lero (y) Marques de Cochan | { Conde de la| Luis de Oviedo criollo | muy pobre Marques de Mon- | Melchor Malo de | criollo principal | Molina | Marques de Iscar | Francisco de | de Europa pobre... | Peralta Marques de Bre-| Juan _ Eustaquio | de Europa pobre... Vicentelo | Marques de Soto- | Francisco Galiano | criollo rico... | | Marques de Cela- | Matheo Pro Leon | no demuestra | I mucho caudal | da de la Fuente | Conde de Polenti- | Sebastian de | criollo principal... | | Colmenares Conde de Torre-| Don Ibaiiez criollo gran caudal... blanca LA NOBLEZA EN LIMA 133 Marques de Selval Francisco Buendia | criollo Jno es muy rico... Hermoza Marques de Villa- | Baltasar de Castro | criollo principales por todas lineas.. fuerta casado con la marquesa... por donde titulo... Marques de Otero criollo plata... Marques de San- | Francisco criollo Haziendas de la tiago Manrique Muger... | Marques de Ma- | Don Aranda caudal... enza Marques de Villa | Thomas del | criollo pobre. Rubia | Campo | Marques de Val- | Francisco Munive | criollo pobre. | delirios { Marques de Casa |Joseph de _1a| criollo esté rico... Concha Concha Marques de la Ca-| Joseph de Rueda criollo pobre.. | fiada Hermosa | Conde de Cartago | Francisco Perales | criollo sin caudal... | «-(casado con | Francisco Paredes est acomodada. | Marquesa de Sa jms) | (primogénito del_| Miguel de Torres y| eriollo [Conde de el Messfa Fuente: del Balzo (1965: 107-133). La ortografia y as expresiones corresponden a la versién paleogrifica de ditho autor. de los mismos, préximos a dejarlos; y finalmente, a los miembros de la casa del Conde de Altamira, quien al parecer habfa sido nominado para el cargo de virrey que nunca Ilegé a ocupar. El interés de este informe esta no solamente en que nos da un rol de todas aquellas personas que segiin el criterio del principe de Santo Buono constitufan la clite -principalmente capitalina- del virreinato, sino en que también nos proporciona informacién acerca del origen, estado civil (siendo casados se menciona el nombre de la esposa), situacién econdmica, actividades y algunas otras cuestiones (en ciertos casos menciona si el personaje tiene muchos hijos, si ha emigrado a Espafia, si cl dinero le viene por su mujer y otras peculiaridades). En Jo que respecta al origen, vemos que da por criollos a 22 de los 27 titulados iniciales, y a 23 de los 58 caballeros de rdenes militares (incluidos cinco titulados) y a trece de los catorce mencionados como poseedores de mayorazgos 0 vinculos. De los 213 personajes mencionados camo jefes de familias “nobles y destacadas”, 121 son criollos y el resto “de Europa” (hay alguno ed P. RIZO-PATRON especificado como “de Génova”) 0 no dice, En cuanto a la posicién econémica tenemos de todo. Mark Burkholder sefiala que "40% de las personas listadas (incluidos 9 titulados) figuran como ricos, y un porcentaje igual (también incluyendo 9 titulados) son descritos como empobrecidos” (8). Concluye este autor que ser miembro de la elite en tiempos del virrey napolitano no era sinénimo (necesariamente) de ser rico. 1.2. La elite potencial. Del informe del principe de Santo Buono se desprende que la etnicidad més bien, sf jugé un papel fundamental en la estratificacién de la sociedad colonial (9), ya que todos los mencionados por dicho virrey parece que pertenecieron a la porcin blanca de la poblacién. Es cierto, sin embargo, que muchos caciques indios tuvieron una posicidn privilegiada frente a la gran masa indigena, y que su existencia de algin modo dio lugar a dos elites paralelas. Una real cédula de 1697 habfa equiparado a los descendientes de familias indias nobles con Ios hidalgos de Castilla, pudiendo usar el apelativo de “don” y gozar de iguales exenciones. Mas dun, ya en 1614 la Corona habia otorgado el marquesado de Santiago de Oropesa a una mestiza del linaje de los Incas, junto con las més opulentas encomiendas. Pero éste fue un caso tinico, casi una expresién de sentimiento de culpa por parte de quienes habfan arrebatado a los abuelos de la nueva marquesa la totalidad de su imperio (10). Habigndose establecido en Hispanoamérica un sistema social por castas basado en la jerarquizacién estamental y corporativa castellana, que colocaba en la capa superior a los “espafioles” (blancos) descendientes de los vencedores en la Conquista, era entre los blancos que se encontraba la elite potencial (11) Pero la variable racial no era la tinica que entraba a tallar en la determinacién de la elite, referida al “estrato superior en los dominios del poder, la economia y Ia cultura”. Ademés de la raza, tanto la fortuna como los lazos de parentesco, los privilegios legales y la educacién, entre otras, eran variables a considerar (12). En el siglo XVI y atin en el XVII, los grupos de mas influencia y prestigio fueron los “beneméritos”, como se calificaba a los conquistadores y a sus descendientes, y la burocracia, mayormente constituida por peninsulares. Tanto el (8) M. Burkholder, 1978: 292. (9) M, Mirmer, 1983: 346. + (20) J. Atienza, 1947; 284-285, La marquesa de Santiago de Oropesa fue dofla Ana Maria Coya de Loyola, sinica hija de don Marlin Garela Ofaz de Loyola, sobrino de San Ignacio, y de dona Beatriz Clara Coya, a su vez sinica hija del Inca Sayri Tipac (uno de los lamados Incas de Vileabamba, hijo de Manco Inca) y de Maria Cusi Huarcay, referida como nieta de Hudscar Inca, Dofia Ana Maria cas6 con don Juan de Borja, nieto de San Francisco de Borja, duque de Gandia. E titulo se extingui6 en 1741 con la muerte en Espana de su bizmieta, dota Maria Almudena Enriquez de Borja, duquesa de Medina de Rioseco. Respecto de la nobleza de los indios, ver G. Lohmann, 1947: XVIII y F. Bronner, 1978: 9. QD) F, Bronner, 1978: 13, (12) M. Mbrner, 1983: 338. LA NOBLEZA EN LIMA control de encomiendas, como la antigiiedad en Indias o el renombre social anteriormente tenido en Espafia, fueron los factores que confirieron status. Pero esta preeminencia hubo de irse compartiendo con quienes, Iegando mas recientemente, también pudieron acceder a la posesién de encomiendas. Para 1630, Bronner menciona 365 encomiendas, de las cuales 312 pertenecfan a “peruanos”, De éstas, 91 era de “limefios”, sélo un tercio de los cuales era “digno de ser notado”(13). Poco a poco se fue difundiendo la nocién de “caballero” como derivada de “caballero feudatario”, sinénimo de “vecino encomendero”, aunque con el tiempo se usé por quienes no posefan encomiendas, queriendo con ello significar su condicién de nobles. Esto podfa ocurrir por la fluidez y flexibilidad habidas al interior de la “repiblica de espafioles’, en la que se reconocia hidalgufa en los descendientes de los conquistadores, atin cuando éstos no la hubieran tenido originalmente (14). Los blancos, en todo caso, “eran lo suficientemente pocos para jugar en el Perd el rol de los hidalgos en Espafia” (15). Los hidalgos, 0 “fijos dalgo” fueron “caballeros sin titulo que se preciaban de ser cristianos leales y combatientes” (entiéndase esto tiltimo especialmente en cuanto a la cruzada contra los moros) y que fueron Ia base de la nobleza espafiola, aquel grupo humano cuyos individuos se hicieron dignos de ser considerados y recordados por sus propios méritos o los de sus antepasados (16). Los hidalgos gozaron de una serie de privilegios, como desempefiar ciertos cargos honorificos, pertenecer a ciertas cofradias, no ser aprisionados por deudas civiles ni ser sometidos a tormento, y los fueros que los protegfan legaron a hacerse extensivos a naciones enteras en raz6n a su historia, tales como los montafieses 0 los vizcainos (17). La condicién de noble no implicaba la necesidad de portar un titulo nobiliario, que significaba un reconocimiento real ya existente en la antigua monarquia visigoda y que valfa el tratamiento de duque, conde o marqués. Los itulos, sin embargo, se fueron expandiendo luego de la Reconquista y hacia 1600 se contaban alrededor de 100, cifra que se multiplicaria varias veces en los siglos venideros. En funcién a tal reconocimiento por parte de la Corona, estos titulos se suponian recompensa a los servicios militar 0 burocratico destacados, a pesar de que “un ntimero creciente fue otorgado a cambio de contribuciones monetarias” (18). Una justificacién muy elocuente para la existencia de titulos nos la da Lawrence Stone cuando sefiala: “El rasgo més directamente distintivo de una sociedad que depende de una monarquia es la existencia de titulos de honor. Su fin es definir y mantener los distintos escalones de la sociedad, actuar como (13) Bronner, op. cit. : 19 (14) Lohmann, 1947: XX. (15) Bronner, op. cit: 15, (16) D. Lada, 1976: 3. (17) Lohmann, 1947: XV-XXIV. (18) Bronner, 1978: 11 136 . P. RIZO-PATRON freno de la inestabilidad y también poner el sello del reconocimiento oficial de tal inestabilidad cuando se produce...’(19). Se sostiene que en el siglo XVII, en Nueva Espafia y el Perii el pindculo de la sociedad iba siendo alcanzado tanto por burdécratas virreinales como por mercaderes, cuya influencia y dinero les permitié vincularse matrimonialmente con los descendientes de los “beneméritos” y enrolarse progresivamente en las filas de los “caballeros”. La sola condicién de peninsulares facilitaba el acceso a la elite, agilizado atin més por las riquezas proporcionadas con relativa rapidex por el comercio. Esta actividad, por lo deméds, no estuvo refiida con Ia calidad nobiliaria que a muchos de los mercaderes, posiblemente a la mayoria, conferfan los fueros de sus lugares de origen. Tanto cn el Perti como en Nueva Espafia o el Rio de la Plata los mercaderes parecen haber provenido mayoritariamente de las provincias norteflas, y ya en el siglo XVIII aparecen fntimamente ligados a la nobleza terrateniente ¢ incluso a la alta burocracia (20) Simultdneamente, desde el segundo cuarto del siglo XVIL, crece el niimero de solicitantes de ingreso ‘a las 6rdenes militares. Estas eran corporaciones nobiliarias, ya puramente honorfficas, derivadas de aquellas sociedades de hombres armados que, imbuidas de los ideales de caballeria propios de la Edad Media, buscaron la defensa de la religién catélica del avance musulmén. Estas congregaciones gozaron a través de los siglos de una variedad de privilegios y preeminencias que les concedicron reyes y papas, siendo sus maestres casi principes independientes. Pero este poderfo termind cuando los Reyes Catdlicos incorporaron los maestrazgos a la Corona y (terminada la Reconquista) redujeron las érdenes a meras instituciones de prestigio nobiliario. Hasta el siglo XVII estas “coftadias” fueron cuatro: Alcdntara, Calatrava, Montesa y Santiago, muy poco diferenciadas en sus constituciones. A estas se sumarfa luego la de Carlos Il, entre las drdenes espafiolas, coexistiendo todas con la de San Juan de Jerusalén (0 Malta, cuya conformacién por americanos fue muy escasa) (21). Estas drdenes pretendientes a sus habitos de informaciones de hidalgufa y Pero tal exigieron de los “limpieza de sangre”, avaladas con las declaraciones de varios testigos exigencia no detuvo al gran niimero de aspirantes que presents sus solicitudes de ingreso, lo que de hecho correspondié a un afan de consolidar la posicién de noble y por consiguiente de elite. La Audiencia de Lima, en cuanto a hébitos de Ordenes militares se refiere, sobrepasé en mucho a las demés audiencias, como se puede ver seguidamente (22), (19) Stone, 1985: 51. Un interesante estudio sobre la aristocracia inglesa hecho por Beckett, 1986: 40, compara numéricamente a la nobleza de Espafia con la de Inglaterra. Sevala que en 1700 hubo 722 000 nobies espafoles, mientras que sélo hubo 1 546 nobles ingleses. Esta diferencia contable se habria debido al hecho de que en Inglaterra el término “nobleza” sélo abarcaba a la paitia titulada, a sus mujeres e hijos. Estos eran la “nobilitas major”, relegéndose a los demés parientes a Ia categoria menor de “gentry”. Asi, la nocién de nobleza habria tenido una connotacién mas amplia en Espafia que en Inglaterra 20) D. Brading, 1971: 104-112, ve el caso mexicano, mientras que S, Socolow, 1978: 186, ve el bonaerense. QD) Ver Lohmann, 1947 y también [as definiciones que da la Enciclopedia Universal Klustrada de Espasa Calpe (ed.), 1926, t! 4: 245-246; t. 10: 560; &. 11: 1086-T087; t. 36: 601; £54: 245-246. 22. Lohmann, 1947. LA NOBLEZA EN LIMA Cuadro 2, - Las 6rdenes nobiliarias por audiencias H. americanas. ecu eeK Veep r ange eopate rT | Cuba 82 | w 68 4 234 Nva Espafia ) 105 oa | ic 4 | 22 . 170 | Guatemala 9 1 3 3 : | 18 Panama 7 3 i - - 15 Lima 230 96 33 8 42 2 | 401 Nva Gran. | 38 12 3 - 6 - 59 | Chareas a | 4 3 - n : 39 Rio de la | Plata ; 9 1 1 -| 9 | : 20 Quito 24 7 3 - 7 | - 51 Chile 2 4 6 - 15 | - 46 | Venezuela 7 6 6 u 13 I - | 50 XXIV. Las siglas $, C, A, M, C-IIl y SJ corresponden a cada una de las drdenes (Santiago, Calatrava, Alcéntaca, Montesa, Carlos Ift y San Juan de Jerusalén 0 Malta). Una sintesis de todo lo anterior, si bien carente de consideraciones numéricas, nos la da en su Memoria de Gobierno otro virrey, muy distinto de Santo Buono, que estuvo al frente del pais por més de quince afios. Dice don José Manso de Velasco, creado conde de Superunda: “(Lima) mantiene familias de noble extraccién; unas que se establecieron desde la Conquista 0 poco después y hicieron servicios apreciables a la Corona; otras que tienen origen de sugetos distinguidos que pasaron de Espafia con empleos honorificos, y muchas de personas que atrafdas del comercio, se avecindaron y casaron en ella, habiendo hecho constar su limpieza con los havitos de los érdenes militares o con otros auténticos documentos...” (23) 1.3. La nobleza titulada: elite de la elite. Los titulos nobiliarios parecen haber tenido en el Pert, frente a Nueva Espafia, una mayor importancia por su representatividad numérica dentro de la elite y dentro de la poblacién en general. Ya lo sefiala Burkholder cuando observa que la nobleza titulada de Mexico, estudiada por Ladd, resulta numéricamente insignificante dentro de una elite mayor, contabilizada por Brading, sin duda de manera inflada, en unas 325 000 personas. Para el caso limeiio, Burkholder también advierte una “excesiva liberalidad” de parte de Timothy Anna, cuando 23) M. Fuentes, 1978: 292. 138 P. RIZO-PATRON éste provee una definicién ocupacional que arroja una elite compuesta por un tercio de los varones adultos blancos (incluyendo a todos los mercaderes, clérigos y funcionarios virreinales, atin los porteros y amanuenses). Las apreciaciones contempordneas de Santo Buono y de Tadeo Haénke son mucho més prudentes y parecen mas cercanas a la verdad, con 213 y unas 300 casas nobles mencionadas por cada uno, respectivamente. El primero, segiin hemos visto, sefiala para comienzos del XVIII cerca de 30 titulos, mientras el segundo, para finales, unos 50 (en ambos casos un sexto, poco mds o menos, de la totalidad de casas “nobles”), con lo cual las bondades de un estudio sobre la nobleza titulada de Lima, en cuanto a su representatividad dentro de una elite mayor, son manifiestas (24). z Pero cudntos titulos nobiliarios fueron otorgados en cl Pert y de éstos, cuantos se refieren a Lima ? Los autores no se ponen de acuerdo, ya que todos parecen tener diferentes criterios con respecto a titulos ya sean extranjeros, 0 concedidos a familias nobles antes de establecerse en el Pert, 0 dados a funcionarios peninsulares que no tlegaron a vincularse permanentemente con el virreinato, a aquellos que en una generacin ya estaban de vuelta en Espafia, oa los criollos cuyos titulos les fueron otorgados una vez afincados en la metrépoli. En el caso de las fuentes de los siglos XVIII y XIX, las diferencias en los datos se habria debido principalmente al hecho de haber sido tomados cn momentos distintos. Las fuentes de época y los autores consultados nos dan el panorama que podemos apreciar en el cuadro 3 \S Tazones: Las discrepancias entre los autores modernos se deben a divers Atienza incluye a cuatro virreyes del Pert cuyos titulos fueron premio a su labor gubernativa (cosa que también hace para otras regiones), asf como a una serie de funcionarios que, 0 no formaron familias aqui, 0 éstas terminaron asocidndose con otras audiencias (25). Vargas, en cambio, no menciona a dichos virreyes de Atienza, pero si a distintos titulos “extranjeros” (que asf se Mamaron_ para diferenciarlos de los titulos de Castilla) que no incluye aquél (26). Las reducidas cantidades que proporciona Anna, por otro lado, se deben a la fuente que dicho autor utiliza: una lista de propictarios de fincas en la Lima de 1820 (27), mientras que Tovar se basa en otra fuente del mismo periodo, pero que recopilaba datos de épocas previas y de todo el virreinato (28). Sus cifras, muy cercanas a las de (2A) wrkholder, 197% 292 (25) Atienza, 1947, incluye el marquesado de los Atabillos, presunto titulo de Pizarro, ai como cl de la Conquista dado a sus descendientes, que no vivieron en el Pers. Los titulos de los virreyes gue incorpora son: Superunda, Concordia Espanola del Peré, Viluma y de los Andes dados a Manso de Velasco, Abascal, de Ia Peruela y de Ia Sema, respectivamente. También afade los de una quincena de funcionarios cuyas descendencias no estivieron mis adelante asociadas al vireinato del Perit (Escalona, de la Mino, Villa Miranda, Casa Reat de Moneda, etc) 26) Vargas Ugarte, 1942: 272-308, Menciona el marquesado de Avilés como titulo peruano, asi como a vatios ttulos “extranjeros” (Castellon, de Napoles; San Donas, de andes; Fuente Hermosa; y otros) Este autor también incluye al ducado de San Carles, cl condado de la Unidn y el del Puerto, que habian sido de los Carvajal y Vargas. Asimismo, ttulos como Guisla Guiselin o Casa-Pando, este ultimo sin confirmacién 27) Anna, 1979: 188-189. Se basa en una “Lisia de los individwos que poscen fincas on esta ciudad”, en AGN, Superior Gobierno, Leg. 37, Cuaderno 1335. (28) Tovar, 1975: 111-116 LEZA EN LIMA Cuadro 3. - Los titulos nobiliarios en el Pert | | auque marqués | conde | otros totales Santo Bueno | Oo] | = 31 (1721) | | Moralcsde 1 58 3 | - 105 | Aramburd | (1776) | Tadeo Haénke - : - : 50 (1784) Cont. Lanzas y : 42 29 - 71 Medias Annatas| | 1789) | | Unanue (1793) 1 ai} 33 | 1 7 Stevenson | . _ . a 63 | (1820) i Vargas (1942) a 62 49 | 1 3 | Atienza (1947) - | 65 52 -_ Tovar (1975) : 44 31 : 75 | Anna (1979) | 27 22 - | 49} i Pacntes: del Balzo, 1965; Cambell, 1972; Burkholder, 1978; Instituto Peruano de Investigaciones Genealdgicas, 1956; Unanuc, 1985, 1793; Niiier, 1971,1820; Vargas Ugarte, 1942; Atienza, 1947; Tovar, 1975; Anna, 1979. la Contadurfa General de Lanzas y Medias Annatas cn 1789, y a las de Unanue en 1793, permiten pensar que a fines del siglo XVIIl y comienzos del XIX existieron poco mas de 70 titulos asociados al Virreinato del Pert (el resto habiéndose extinguido o salido de sus confines) (29). Conviene esclarecer lo que fueron los titulos de Castilla, como diferenciados de aquellos titulos Namados “extranjeros”. Luego de la unificacién de los reinos espafioles bajo una misma monarquia, Castilla qued6é en posicién de supremacia (siendo suya, ademés, la empresa conquistadora y colonizadora ultramarina). Este reino conté desde entonces con una Cémara que habria de regular la concesién de la mayor parte de titulos espafioles. A pesar de ello, hubo titulos otorgados por otros reinos, como Aragén (del que no conocemos ejemplo en el Pert) y otros, que habiendo dependido de la monarqufa espafiola en algtin momento, tuvieron titulos que luego de su scparacién fueron considerados “extranjeros”: 29) Institulo Peruano de Investigaciones Genealdgicas, ed., 1956: 65-108, y Unanue, 1985: 156- 140 P. RIZO-PATRON éstos fueron los de NApoles, Sicilia, Navarra y Flandes (de tos que hubo una media docena en el Pera) (30). A diferencia de los titulos de Castilla, estos ultimos no tenfan la obligacién de pagar los impuestos de “lanzas” y “medias annatas” que sf tenfan que satisfacer los primeros, El de “lanzas” era un impuesto anual de poco monto, que pudo ser redimido mediante un pago al contado de 160 000 reales de vellén, El de “medias annatas” era el impuesto que debia de ser pagado a la creacin del titulo y en cada una de las sucesiones al mismo (31). Para efectos comparativos, en relacién a otras regiones del imperio espaitol en América y Filipinas, recurrimos nuevamente al “Nobiliario” de Atienza, quien utiliza un criterio uniforme, igual al empleado en el caso peruano, al tratar a las demas noblezas tituladas coloniales. Nuevamente aqui vemos cémo en el Perit el mimero de distinciones es mucho mayor (Atienza hace su clasificacién tomando en cuenta a los modernos estados republicanos). Cuadro 4. - Los titulos en Hispanoamérica y Filipinas | duque | mar wés | conde | otros | _totales | Argentina =| 3 1 : 4 Bolivia. | . 3 2 c 5 | Colombia | . 6 | 2 is | Cuba | 1 51 48 4 104 | Chile a 10 | 7 7 19 | Ecuador - | | - | 7 | Filipinas 5 |} 2 6 | 1 9 | Guatelama - 2 | - ie | Jamaica - 1 7 | | | | México. 2 52 | 48 1 1 103 Panamé 1 | 1 1 | : 3 Pert . 65 52 1 | us | Puerto Rico - 4 3 | Santo } 1 | - - 2 Domingo | . 7 1 | 1 9 | | Menezuela Fuente: Atienza, 1947, Cabe aclarar que no hemos considerado en la numeracién aquellos zcondados 0 seflorfos que luego fueron promovidos a condados 0 marquesados. (G0) Enciclopedia Universal Hustrada ESPASA-CALPE, 1930, t. 62: 169-178, G1) Ibid LA NOBLEZA EN LIMA _ Vit Asimismo, el Peri figura sin su ducado de San Carlos que Atienza adjudica a Chile, por haber residido la familia de Carvajal y Vargas por un tiempo en dicha capitania general; como tampoco figuran seis titulos “extranjeros” y otros dos concedidos antes de venir sus respectivas familias al Peri (y que si refiere el propio Atienza en el prélogo de su obra). También conviene precisar que los ducados “dominicano” y “panamefio” son los concedidos a la familia Colén al comienzo de la gesta de descubrimiento y colonizacién, mientras que el cubano, asi como gran parte de los otros t{tulos otorgados en esa isla, corresponden al periodo tardfo cuando ya Espafia habia perdido el resto de sus colonias (32). 4 Cudl podria ser la explicacién de esta diferencia a favor del Pert, sobre todo frente al otro gran virreinato: el de Nueva Espafia? Anna intenta resolver la interrogante con lo que él Hama “la precedencia histérica que cl Peri tuvo sobre Nueva Espafia durante los dos primeros siglos de la cra colonial” (33). La explicacién no nos satisface del todo, pues consideramos que se requiere de un andlisis mas profundo para responder este asunto. También podemos llevar las comparaciones dentro det Virreinato del Pert, aun cuando esto resulte més diffcil, ya que muchos personajes titulados tenfan residencia en mas de una provincia Lo prudente seria sefialar que mientras Lima cont6, en las dltimas décadas del perfodo colonial, con varias decenas de familias nobles tituladas viviendo mas o menos establemente en clla, Trujillo tuvo alrededor de media docena, Cusco unas cinco, Charcas cuatro 0 cinco, Huamanga quizas unas tres posiblemente Arequipa y Tarma dos cada una, y Moquegua e Ica asimismo dos respectivamente (34). 2, FORTUNA Y PRESTIGIO FAMILIAR. Cuando trasladamos las comparaciones al campo de lo econémico el resultado es mucho menos claro. Y decimos menos claro pues en definitiva faltan estudios detallados al respecto. Tratamos aqui de acercarnos a una estimacién de lo que pudieron haber sido las fortunas coloniales peruanas, tradicionalmente tenidas como muy inferiores a las de otras regiones del imperio espatiol en América. 2.1. Bases materiales de la elite. Desde la visita del barén von Humboldt existe la impresién que en el Perti no existian fortunas equiparables a las mexicanas, las cubanas o avin las venezolanas. El viajero aleman sostuvo que en 1803-1804 Lima no tenfa familia que poseyera mucho mas de 130 000 pesos. En Caracas se podia a llegar a los 200 000 y en La Habana a los 700 000 pesos, pero sdlo en México es donde se podia hablar de millonarios (35). Esta idea ha subsistido hasta la actualidad pues ain (82) Atienza, 1947. (33) Anna, 1979: 10. Gm) Atienza, 1947. @5) D, Ladd, 1976; 25; ver también J. Basadro, 1973: 75-76 142 P. RIZO-PATRON no se ha esgrimido y fundamentado convincentemente una figura diferente. Se ha legado a afirmar que las rentas de los més ricos jefes de familia peruanos oscilaban entre los 4 000 y los 10 000 pesos, a diferencia de los cubanos, con rentas de 30 000 a 40 000 pesos, y los mexicanos, con 200 000 pesos (36). Timothy Anna, més recientemente, admite la carencia de estudios en cl Pert similares al de Doris Ladd para cl caso mexicano, en el que dicha autora determina la existencia de 17 familias millonarias para 1810, asf como nueve familias cuyas fortunas se estimaban entre los 500 000 y los 900 000 pesos. Pero Anna ya incluye la posibilidad de un error de apreciacién tradicional desde que acepta que “dos 0 tres familias aparecen reputadas como millonarias’. Menciona como tales a los Baqufjano y “posiblemente los Lavalle”, sefialando ademés que “cl hombre més rico del Pert parece haber sido el mercader José Arizmendi”, quien habria dejado bienes avaluados en 2 172 000 pesos al exilarse tras la Independencia (37). Aun cuando mas adelante podamos sugerir la existencia de algunos millonarios més, la impresi6n tenida generalmente hasta ahora corresponderia a la situacién por la que atravesaba cl virreinato de! Perit en su uitimo siglo y medio de vida. El Per sufrié una decadencia econémica notable ya desde el siglo XVII, y a pesar de los esfuerzos administrativos de la nueva dinastfa de Borbén a lo largo del siglo XVIII, no pudo lograrse una recuperacién significativa. Timothy Anna Iegard a atribuir la caida del gobierno real de Lima a este colapso econémico del virreinato, como tesis central de su sugerente libro (38) La minerfa fue desde el siglo XVI el primer sector econémico, y como fuente del mas importante mercado interno colonial, condicioné en mucho la produccién y funcionamiento de otros sectores como el textil y el agricola (39). A fines de dicho siglo la produccién de plata del Perit fue del orden de 10 millones de pesos (de los cuales 7 millones provenfan del “cerro rico” de Potosi) frente a 4 millones producidos por México (donde Zacatecas era la principal fuente). Ambos virreinatos decayeron en su produccién luego de 1635: en el Perit la rapidez de la explotacin de Potosi trajo como consecuencia el agotamiento de los minerales de més alta ley, mientras que México sufrié un recorte en su provisién de mercurio de Almadén en beneficio del Peri, cuya fuente en Huanecavelica pasaba por un declive. Pero en México la crisis sélo duré hasta 1689, mientras que en el Pert se agravarfa mas 0 menos desde entonces. Fue una combinacién de factores la que permitié la recuperacién y posterior auge econémico mexicano: la diversificacién de sus asientos mineros, generaciones de mano de obra asalariada, una mucho mayor captacién de mercurio de Almadén (cuya produccin fue aumentando notablemente en cl siglo XVIII). En el Pert la produccién se habia concentrado principalmente en los recursos de Potosi mientras fueron abundantes, y a falta de (6) M. Hernandez, 1961: 315-321 G7) Anna, 1979: 10. (28) Ibid, 1 (89) §. O° Phelan, 1988: 27. LA NOBLEZA EN LIMA ___ éstos las alternativas no fueron compensatorias. La mano de obra mitaya, que tanto contribuyera al “boom” del siglo XVI, fue progresivamente disminuyendo en ntimero y eficacia, A esto se unié la escasez del tan necesario azogue huancavelicano, cuyo reemplazo por mercurio de Almadén resultaba principalmente a causa de la distancia, no s6lo mas caro sino esta vez recortado en beneficio de México (40). Es cierto, como lo sefiala Fisher, que después de 1770 el descubrimiento de nuevas minas permitié alguna revitalizacién, pero ya nunca volveria el Peri a ser la principal fuente de metales preciosos para la metr6poli, como lo fuera durante el primer siglo colonial (41). Las caracterfsticas geograficas del pais ofrecfan posibilidades mineras en lugares por lo gencral agrestes y apartados, no muy alentadores para la mayoria de posibles inversionistas. Estos rasgos se daban particularmente marcados en el asiento mineral de Cerro de Pasco, el més importante surgido después de Potosi, en donde Ia explotaci6n corria a cargo de varios individuos y grupos ms tarde apoyados por el Tribunal de Minerfa operado desde Lima. La rentabilidad de este yacimiento, en tanto fragmentada, no parece haber sido base de grandes fortunas coloniales (42). Un caso distinto, por su facil acceso y benigno clima, lo ofrece el asiento mineral de Hualgayoc, ubicado en la provincia de Cajamarca. Sin embargo aqui también habria sido el concurso de inversionistas y empresarios, fandamentalmente peninsulares, lo que dividié el riesgo y por ende las ganancias. Algunos de los mas comprometidos, en especial Miguel de Espinach, obtendrian los ingresos mayores, pero la carencia de estudios sobre cl destino individual de estos mineros nos priva de elementos para la determinacién de su riqueza (43). En suma, el Perti no conté durante el tiltimo siglo de vida colonial con los inmensos capitales de riesgo s{ levantados en Nueva Espaiia, y la relativa mediania de sus empresas resultantes no habria permitido la generacién de grandes fortunas mineras comparables a las de los Regla, Fagoaga 0 Bassoco mexicanos. Para la década de 1790 el virreinato peruano, que ademés ya habia sufrido la pérdida de Potosf en beneficio del nuevo Virreinato del Rfo de la Plata, solamente acufiaba plata por el valor de seis millones de pesos, frente a los 24 millones acufiados por México (el 67% del total americano) (44) Posiblemente de alli la explicacién a las pocas referencias de mineros aristécratas en el Peri (gno més de dos o tres titulados abiertamente vinculados con el sector?), mientras que en México Brading nos lista 16 titulos nobiliarios cuya creacién durante el siglo XVIII y comienzos del XIX se relaciona 40) Brading y Cross, 1972: 576. SD J. Fisher, 1977: 71-113 42) Ibid (43) Comunicacién personal de la Dra. $ (44) Brading y Cross, 1972: 545-580, carlett O" Phelan, P. RIZO-PATRON 14a directamente con la actividad minera (45). Insistimos, sin embargo, en la necesidad de una mayor investigacién que defina el tema. Si la produccién minera y su declive afectaron a los demas sectores econémicos, éstos sufrieron varias dificultades adicionales. Las principales habrian sido la geografia en extremo dificil, la carencia de caminos, y gpor qué no? la tremenda distancia que separaba a la metrépoli del principal ingreso al virreinato peruano: Lima y su puerto el Callao. Se ha afirmado que la agricultura tuvo durante la colonia dos maneras de ser desarrollada: en haciendas y en plantaciones (aun cuando no existiera una diferenciacién terminolégica tan precisa en aquel entonces). Las primeras habrian sido las dedicadas basicamente a la produccién de pan levar (granos, papa, etc.) pudiendo ser costefias (principalmente las de trigo) 0 serranas. En las plantaciones, por el contrario, se producfa coca, cafla de azticar, vid, arroz y algodén. Mientras que la coca era destinada para el mercado de la sierra, los demas productos eran consumidos internamente y ademés exportados (46) Tanto para cl cultivo de cafia como para el de productos de pan llevar 0 alfalfa, ol conjunto de valles alrededor de Lima constituia “el espacio cultivable més amplio” (47). Su inmediatez al gran mercado urbano del virreinato como su cercania al puerto del Callao hacian de la posesién de haciendas y chacras en dichos vailes un bien muy codiciado. Una relacién de estas propiedades en los “cinco valles de Lima” en 1781 nos informa tanto de sus duefios como del valor de su produccién. De un total de 223, 34 son tierras cuyas producciones valen mas de 4 000 pesos anuales Cuadro §. - Chacras y haciendas mas productivas de los valles de Lima en 1781 Poseedor Produccién (en pesos) | Juan Ortiz de Foronda Maranga (Trapiche) 26 000 José de Salazar y Brea —_La Molina (Trapiche) 15 000 Marqués de Corpa (*) El Naranjal (Trapiche) 11 600 | Fray Pedro Palencia Grande y San Lorenzo 10 475 | José Carritio Huanchihuaylas 8 635 | Pablo Matute Matute (Calera) 8 440 | y Melgarejo i (45) Brading, 1971: 170. Fisher, 1977, menciona al conde de San Isidro al frente del Tribunal de Mineria. Otros itulos vinculados a la mineria fueron et marquesado de Villarrica de Salcedo, concedido por Felipe V en 1703 y el marquesado de la Real Confianza, concedido en 1771 (Atienza, 1947: 351 y 223- 4, respectivamente), Hay indicios de otros vinculados al sector, como el marqués de Bellavista, el marqués de Casa Davila, el de Casa Jara y otros, que requieren de estudio, (46) O° Phelan, 1988: 51. (47) Flores Galindo (1984: 35) LA NOBLEZA EN LIMA _ 145 J-ACarrillo de Albornoz Puente. 67 Francisco Antonio Lastra Buenavista 7 400 Antonio Arbult Cerro (Trapiche) 7 390 Gaspar de la Puente Ibaiiez Zegarra y Platanar 6 701 Pedro Flores Vega 6 288 Josefa Orrantia Orrantia 6 131 Francisco Arias de Saavedra Pampa del Rey 6 054 | Francisco de Zavala Zavala, Mogollon, 5 665 ; | José Antonio Vicentelo __Vicentelo y Llanos 5 450 Estanislao Amirola Lila 5 370 Condesa de Vistaflorida (**) Bermiidez, Muria, Mirones 5 300 | | Conde de las Lagunas Vasquez (Trapiche) 5 285 Manuel Carrillo de Nafta 5 254 Albornoz, | José Martin de la Fuente — Concén 5 213 | | Pablo Alvarado Tambo Inga 5 187 | José Antonio Alvarado La Molina 5.075 | José Félix de Mendoza Rios Rios 4 786 | José Segundo Carrillo Legama, Las Animas, Bravo 4 604 José de Ulloa Collique 4 563 | Juan Esteban de la Puente Chuquitanta 4 381 Alberto Alsave La Pélvora 4-345 Conde de Casa Davalos San Borja 4325 j Miguel Arriaga Arriaga 4 300 | José Ortiz de Foronda Chillén 4290 Gregorio Flores Chacra Alta 4168 ego Chavarria Melgarejo, Navamuel, Pacayar 4025 (©) Figura con su nombre: Juan Jose de la Puente. (*) Representada por su hermano Luis Carrillo de Cérdoba. Fuente: Coleccién Documental de la Independencia del Peri. “Los Ideslogos: José Baquijano y Carrillo”. T-1, v.3: 30-40, Lima 1972 La cafia fue sin duda el cultivo mds importante. Se afirma que su produccién fue “la empresa agricola econémicamente més rentable durante el perfodo colonial’ (48). La importancia de la caita de azticar en la agricultura era mayor desde que la produccién de trigo habia disminufdo significativamente a (48) O' Phelan, 1988: 52. Mae __P. RIZO-PATRON finales del siglo XVI debiendo ser en su mayoria importado de Chile. Se ha sostenido que los grandes comerciantes de Lima tuvieron interés en desplazar al trigo nacional del mercado, para imponer el trigo importado al precio por ellos decidido. La cafia de azticar completaba el circuito, pues los comerciantes la Hevaban a Chile en los mismos navios que luego traerian trigo (49). Las plantaciones (0 haciendas, como eran Hamadas en aquel entonces) azucareras més importantes se encontraban en la costa central del Peri, para la cual Pablo Macera indica una produccién de 350 000 arrobas a fines del siglo XVIII, més del doble de lo producido en todas las demés regiones del virreinato a juzgar por lo que el mismo historiador refiere (50). De éstas las més numerosas y valiosas (once haciendas azucareras con un valor entre los 103 193 y 370 157 pesos) pertenecieron a la Compajiia de Jestis (con excepcién de los trapiches de Maranga, La Molina, Vasquez y El Naranjal, en Lima, la hacienda San José en Chincha, y algunas pocas mas) hasta su expulsién en 1767, afio tras el cual fueron administradas por el ramo Hamado de “Temporalidades” hasta su remate en beneficio de distintos particulares. Un reciente estudio sobre este remate y sus beneficiarios destaca la presencia de tres miembros de una misma familia, que compraron plantaciones cafiaverales por un valor combinado de 701 504 pesos: los hermanos Fernando y Pedro Carrillo de Albornoz y Bravo de Lagunas, y su concufiado Francisco de la Puente y Sandoval, casados todos con hijas del conde de Monteblanco. El primero de los nombrados, cuya mujer heredé el titulo paterno, habria sido un ejemplo notable de funcionario-productor-comerciante. Ademés de estar al frente del ramo de Temporalidades en sus inicios (lo que seguramente facilitarfa las compras hechas por él y su familia), ya tenia un valiosisimo cafaveral en Chincha, propicdad del mayorazgo de su esposa, as{ como una panaderfa y una bodega de depésitos en Bellavista. Todo indica que importaba trigo chileno para su panaderfa y que exportaba azticar de sus haciendas hacia Chile, ademés de importar mulas del Tucumén. El papel del comerciante resulta, pues, protagénico; més atin si consideramos que de un total de 42 cafiaverales jesuitas vendidos, 30 son comprados por comerciantes (de los cuales la mitad habria sido peninsulares) GD. Esto ultimo parece probar que en el Perti la actividad mercantil resulté ser lo suficientemente rentable como para permitir el acceso de quienes mejor la practicaban a los rangos de la clase terrateniente. Como en el México descrito por Brading, cl comercio bien puede haber sido en cl Pert el vehiculo més dgil y eficaz de acumulacién de riqueza y de movilidad social ascendente (52). Internamente se comerciaba tanto con productos de la tierra como con efectos de Castilla, Lo primero vinculaba al comerciante con los productores locales y (49) Flores Galindo, 1984: 21-29, 60) La referencia de Pablo Macera esti en Flores Galindo, 1984: 20, GI) “Los compradores de Temporalidades”. Memoria presentada en la Universidad Catdlica del Pert por Cristébal Aljovin de Losada N. Cushner, 1980, 2) Brading, 1973: 393 para México; y Bronner, 1978: 22. LA NOBLEZA EN LIMA 147 regionales, hayan sido hacendados, obrajeros, chorrilleros, fabricantes de jabén u otros. Los intereses de mercaderes y productores muchas veces se fusionaban hasta el punto de ser una sola persona la que reunia ambas actividades, o entablando lazos de parentesco entre los diferentes eslabones del circuito comercial (53). Los efectos de Castilla eran ropa, herramientas y diversas baratijas importadas de Europa que asimismo se vendfan internamente. Mientras existié el “reparto”, sistema a través del cual se imponia a los indios un ciimulo de bienes que debian comprar, y cuya justificacién se buscaba en la necesidad de integrarlos a la economfa de mercado, la presencia de la méxima autoridad local, -el corregidor-, era indispensable en la red comercial. Estos fueron muchas veces comerciantes de facto, que se enriquecieron sirviendo de intermediarios entre los proveedores y la masa consumidora (54). La abolicién del reparto seguida de 1a de los corregimientos significaria el principio del fin de Ia hasta entonces préspera industria obrajera y chorrillera, cuya produccién textil ya no contarfa con tan eficaz ayuda comercializadora Como se ha visto, donde mayores ganancias se podia esperar era en el comercio ultramarino, empresa bastante riesgosa “con grandes probabilidades de fracaso, pero que podia enriquecer a los pocos afortunados que tenfan éxito”, John Tutino, a quien pertenece la cita precedente, reconoce dos fases en el ejercicio del poder econémico en la elite de México: las actividades especulativas orientadas al amasamiento de la riqueza necesaria para ser miembro de la elite; y luego el control de la agricultura comercial que debfa garantizar la perpetuacién de tal membreefa (55). La primera fase requeria de estrechos vinculos con casas mercantiles espaitolas y agentes afincados en Cadiz, y de alli el espectacular éxito logrado por los peninsulares en este campo. Tanto en Nueva Espatia como en el Perit estos tiltimos fueron crecientemente inmigrantes de las provincias nortefias, especialmente de las Montafias de Santander, de Vizcaya 0 de Navarra. Elocuente ejemplo son los apellidos de algunos de los més destacados mercaderes radicados en el virreinato peruano: Oyague, Urdanegui, Tagle, del Villar, Baqufjano, Lavalle, Cossio, Goyeneche, Elizalde y tantos més. Resulta indiscutible que las posibilidades econémicas de los comerciantes ultramarinos debieron ser mayores antes de la abolicién de la flota de galeones a principios del siglo XVIII. Ei nucvo sistema de registro y la necesidad de doblar cl Cabo de Hornos para acceder al Callao dilataba y encarecia el proceso. Pero los golpes asestados a los comerciantes limefios serfan més graves con el correr del siglo: primero fue la apertura de nuevos puertos que terminaron con su monopolio en América del Sur; Iuego la creacién del Virreinato del Rio de la Plata, que terminé con su hegemonia cediéndosela a Buenos Aires; y finalmente la instauraci6n del comercio libre (56) 63) O° Phelan, 1986: 5458; vor también el reciente trabajo de Susana Aldana, 1989, donde la autora descubre los lazos de parentesco existentes en torno a las casas-tina de jabén en Piura, exhibiéndolos en srboles genealégicos. 4) Ver J. Golte, 1980. 65) J. Tutino, 1983: 362.365, 66) Pérez Cants, 1985: 142-160. Be) P. RIZO-PATRON 2.2. Los indicios de un desmentido. Ante el panorama expuesto, no es de extrafiar que a principios del siglo XIX las fortunas peruanas no parecieran tan abultadas como lo fueron las mexicanas u otras. Ya lo decfa cl virrey conde de Superunda en la segunda mitad del siglo XVIIL, refiriéndose a los nobles: Al presente estan muchas de estas familias reducidas a una subsistencia muy estrecha, porque los mayorazgos se han deteriorado. Las encomiendas han faltado desde que Su Magestad las mandé incorporar a la Corona luego que vacasen; y los corregimientos proveidos enteramente por el Rey no pueden como en Io antiguo ser remedio de sus atrasos, estando los Virreyes sin facultades para premiarlos.” (57) A pesar de ello, insistimos en la nece: respecto que bien pudieran poner de manifiesto una realidad diferente. De hecho, contamos para fines del XVIII con algunas referencias que indican que sf hubo fortunas mayores a las sospechadas. lad de estudios mas detenidos al Tan sélo para el caso dé Arequipa, John Frederick Wibel menciona algunas familias con varios cientos de miles de pesos en bienes: Juan Criséstomo de Goyencche y su mujer, Marfa Josefa de Barreda, dejaron a cada uno de sus 5 hijos un monto de 170 000 pesos, lo que hace un total de 850 000 a fines del siglo XVIII; Juan Flores del Campo deja en 1804 una hijuela de 90 000 a cada uno de los 3 hijos habidos en su primer matrimonio, y 30 000 a cada uno de los 7 hijos de su segundo matrimonio, lo que suma 480 000 en total; las hermanas Marfa Mercedes y Juana Moscoso y Pérez Oblitas dejan propiedades por 300 000 pesos a los hermanos Tristén y Moscoso; y las multiples actividades y propiedades de un Mateo de Cossio, Juan Antonio del Piélago, Francisco Nieto Zapata, y otros, sugieren riquezas importantes (58). En Cusco hay varios casos a considerar: los bienes combinados de los herederos de Gabriel de Ugarte y Celiorigo fueron cuantiosos (en el testamento de Gabriel en 1777 se mencionan propiedades que permiten suponer una fortuna de cientos de miles de pesos); Juan Bautista Aranzabal y su suegro Scbastién de Ocampo tuvieron intereses cuya contabilizacién debiera arrojar una cantidad mayor al medio millén de pesos; el marqués de Casa Jara y sus yernos Isidro Guisasola, el conde de Vallchermoso y el marqués de Rocafuerte debieron reunir un capital mayor atin (59). Para Lima se requieren estudios que evaltien el poderfo econémico no sélo de los Baquijano y los Lavalle, a quienes Anna cree millonarios, sino de los hermanos Elizalde (cuyas actividades diversificadas los hacen sobrepasar los (7) Fuentes, 1856, t. 4: 105-106. (8) J. F, Wibel, 1975: 85-181. 69) O' Phelan, 1986: 53-71; ADC, Notarios, Miguel Acuita, ao 1777, (f. 627-641; y HJ. de Gamarra, afio 1792, ff, 8-13v: el marqués de Casa Jara, don Domingo Antonio de Mendive y Gomez de Ceballos fue casado con Josefa Gabricla Jara de la Cerda Silva y Berrio, Il marquesa de Casa Jara y condesa de Casa Palma , en quien tuvo a tres hijas: Maria Josefa, casada con Isidro de Guisasola; Antonia Ignacia, mujer del marqués de Rocafuerte; y Maria Manuela, esposa del conde de Vallehermoso. LA NOBLEZA EN LIMA 49 limites del virreinato), de los Vasquez de Velasco en sus multiples ramas, de la familia del conde de Villar de Fuentes (cuyo primer titulado daba como su capital en 1759 la suma de 600 000 pesos), del marqués de Celada de Ia Fuente (Felipe Urbano de Colmenares, a quien un informe Iamé “el hombre més rico y més ciego del reino”), de los Tagle, de los Izcue, de los Castafieda y de muchos mas (60). Veamos cémo dos casos notables, la familia Molina y Vicufla y los Carrillo de Albornoz y Bravo de Lagunas, se refieren a familias muy ricas en cualquier contexto. Juan Antonio de Molina y Velasco, capitan del regimiento de dragones provinciales de Carabayllo, quien fuera duefio de una importante casa comercial, fallecié en Lima el 28 de abril de 1780. Su concufiado y albacea, Blas Ignacio de Tellerfa, entregé dos afios més tarde la cantidad de 889 651 pesos a su viuda Maria Antonia de Vicufia y Reinoso, quien se apresuré en tomar por nuevo esposo a Pedro Manuel Bernales. Esta sefiora no disfrutarfa de su nueva unién por mucho tiempo pues muere en 1789 y el caudal se reparte entre siete hijos (61). El caso es relativamente oscuro en tanto no constituye un cjemplo de una “Gran Familia”, segiin la categoria propuesta por John Kicza para el México borbénico (que comprende no sélo el criterio econdmico, sino también los de gran prestigio social y poderfo politico). Aun cuando sf tuviera fuertes vinculos con el Tribunal del Consulado y Juan Antonio de Molina fuera miembro de un prestigioso cuerpo militar, la ‘familia no parece haber tenido cargos en Ia alta burocracia 0 gobierno de la ciudad, como tampoco conté con titulos o algtin habito en una de las drdenes nobiliarias. Su inclusién como ejemplo aqui nos permite ver cémo una cuantiosa riqueza puede ser encontrada fuera de los rangos de las primeras” familias en atenci6n a su linaje o influencia (62). Un caso muy distinto, por pertenecer bajo todo punto de vista a la categoria de “Gran Familia”, lo constituye la familia Carrillo de Albornoz, posiblemente la mayor fortuna noble de Lima y del Perdi de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX. Ya nos hemos referido a lia en las compras de ‘Temporalidades, y lo seguiremos haciendo luego por la multiplicidad de ejemplos que nos ofrecen. Los muchos hermanos Carrillo de Albornoz y Bravo de Lagunas fueron hijos de los IV condes de Montemar, sefores del Castillo de Mirabel. El padre, Diego Miguel, era mayorazgo de Presa y escribano mayor de la Mar det Sur. Aun cuando estas posesiones y otras en Espafia debieron darle sustancial ingreso, su inmensa familia de 16 hijos (once de los cuales Ilegaron a adultos) debié consumir buena parte de sus recursos. Los hijos se casaron todos con miembros de familias prestigiosas, algunas de las cuales fueron ademés (60) Anna, 1979: 10; el capital de bienes del conde del Villar esté en AGN, Notarios, Juan Bautista Tenorio Palacios, Prot. 1009, ano 1759, f. 91v. Hl capital neto es 450 000, pero especifica que no Inclaye 150 000 adicionales aplicados a su “padre” (Gu suegro) Francisco Antonio de la Fuente. Con respecto al marqués de Celada de Fuente, el informe es del Visitador Arecke, y lo menciona Campbell, 1972, en la nota No. 30 al pie de la pagina 8; los demés nombres son sumamente recurrentes en 13 documentacién colonial que puede verse en los archivos nacionales. GN Ver G. Swayne, 1951: 319. (62) J. Kicza 1982: 429-457. 150 P. RIZO-PATRON consideradas entre las familias mas ricas del virreinato. Ya vimos como dos, Fernando y Pedro, se casaron con las dos hijas mayores del primer conde de Monteblanco (Agustin de Salazar y Mufatones): Rosa y Josefa, La primera de estas parejas reunié con el tiempo ambos condados, el de Montemar y el de Monteblanco, asi como una inmensa fortuna tanto en bienes vinculados como libres. Una gruesa estimacién de estos bienes, tomada de las tasaciones practicadas al fallecer Ia condesa, y luego el conde, sobrepasa ampliamente el millén de pesos (solamente en sus 1 031 esclavos, sin duda la mayor cantidad poseida por familia alguna en el Pert, tenfan un valor de 267 725 pesos). Si quisiéramos tener una idea de la fortuna global de los Carrillo de Albornoz aiiadicndo lo posefdo por los demés hermanos varones: el segundo. hermano y su cesposa (Pedro y Josefa, duefios de una inmensa plantacién en Huaura con més de 600 esclavos, de la suntuosa Quinta de Presa en la periferia de Lima y de otros bienes); de Juan Bautista, marqués consorte de Feria (y los bienes que tuviera por su mujer en Huamanga); y de los hermanos menores Juan Antonio y Manuel (que hemos visto propietarios de las chacras “Puente” y “Nafla”, respectivamente, en 1781), seguramente que llegariamos a un monto total cercano, sino mayor, a los dos millones de pesos. Es importante recalcar aqui que salvo en el caso de los dos ultimos hermanos nombrados, que fueron solteros (y cuyo ctimulo de bienes era comparativamente insignificante), los demas alcanzaron sus fortunas con el fuerte impulso que les otorgara sus ventajosos matrimonios (63). 2. 3, Las vineulaciones y los gravémenes eclesidsticos. Encontramos dos tipos de dificultades para el célculo exacto de muchas fortunas virreinales, El primero procuraba consolidar y perpetuar la riqueza del linaje en los sucesivos cabeza de familia. El segundo se relaciona con la actividad crediticia de la Iglesia y la voluntad de extender el beneficio de la fortuna hasta el terreno de lo espiritual. Son estas dificultades, los mayorazgos y vinculaciones menores, de un lado, y los censos, capellanias, aniversarios de misas y obras pias, de otro. EI mayorazgo es la modalidad espafiola de un fenémeno més general en la Europa Absolutista, el “vincolismo”, que segtin Perry Anderson se manifestaba con distintos nombres y ligeras variantes en otros pafses europcos: el “morgado” portugués, el “maiorat” en Alemania, el “fideicommissum” en Italia 0 Austria, y el “entail” inglés. Siguiendo al mismo autor, la funcién principal de esta institucién habria sido la de “preservar intactos grandes bloques de propiedades de magnates y latifundios frente a los peligros de la fragmentacién o venta en un mercado comercial abierto”’(64). Para el Pert faltan estudios sobre este tema, 63, Ver Swayne, 1951: 240-251, y 486-524; y también A. Quiroz 1987: 151, quien a nuestro parecer expone una relacién incompleta de lo que fueron los bienes de esta familia, por estar muchos de ellos vinculados y por Jo tanto no inventariados, Las dotes de casi todas las hijas, ademas, ya habian sido entrogadas. Por ultimo, dicho autor no inclaye en su estimacién los bienes de los hermanos de los condes de Montemar y Monteblanco que, englobados dentro del concepto de “familia extendida’, pudieron haber sido adicionados. 64. P, Anderson, 1974: 56-57. NOBLEZA EN LIMA — . = incluso para la determinacién exacta del niimero de mayorazgos constituidos, pero podemos sefialar que aqui, al igual que en Nueva Espaiia (tal y como sefala Doris Ladd), el mayorazgo buscaba “asegurar la holgura econémica y la perpetuacién del estilo de vida” (65). Nuevamente como en México, pareciera que luego de obtener beneficios con la mano de obra encomendera o de tener éxito econémico en diversas actividades (especialmente el comercio), en el Perit la tendencia generalizada fue la de buscar consolidar dichos logros con la adquisicin de tierras, y luego “institucionalizarios” a través de la vinculacién. Pero no solamente en tierras se fundaban los mayorazgos. Estos podian también fundarse sobre bienes urbanos, sobre el mobiliario y adorno de una casa, alhajas, carruajes 0 ganado. Asimismo pod{an llevar anexos titulos nobiliarios incluir puestos pdblicos, Ya hemos visto a la escribania mayor de la Mar del Sur vinculada al mayorazgo de Presa perteneciente a los Carrillo de Albornoz. El correo mayor de Indias pertenecia hereditariamente a los Carvajal y Vargas, condes del Castillejo. El alferazgo real de Lima era de los Lezcano y luego de sus descendientes los Buendia, marqueses de Castellén; el alferazgo del Cusco era propiedad del mayorazgo de Celiorigo, de la familia Ugarte; el de Trujillo, de la casa de los condes de Olmos. La tesorerfa mayor de ia Real Casa de Moneda pertenecfa a los Santa Cruz, condes de San Juan de Lurigancho. Y como estos ejemplos podriamos citar muchos mas (66). Los mayorazgos estaban autorizados a crearse sobre un méximo del “quinto”, mas el “tercio” del valor de la totalidad de bienes del fundador. Este valor se dividia en quince partes iguales, tres de las cuales constituian el "quinto”, y de las doce partes restantes cuatro de ellas constituian el “tercio”. Es decir que un mayorazgo podia fundarse sobre 7/15 partes del valor de todos los bicnes. Las otras 8/15 partes constitufan los Ilamados “bienes libres” (mientras no tuvieran gravdmenes del tipo de los cuales hablaremos més adelante), partibles por igual entre todos Ios herederos (67). La sucesi6n al mayorazgo segufa estrictamente las reglas impuestas por el fundador. En la gran mayoria de casos (pues habfa excepciones) era en orden de primogenitura, prefiriendo a los hombres que a las mujeres. Pero a falta de varén, podia recaer en las hijas, siempre con preferencia de la mayor a la menor. En tal sentido, y a diferencia de lo sucedido en Inglaterra 0 Francia, donde las vinculaciones (y Ios titulos) cesaban al extinguirse las Ifneas masculinas, en el imperio espafiol podian perpetuarse casi ad elernum en las lineas femeninas, permitiendo la reunién de varios mayorazgos y titulos nobiliarios en una sola persona (68). Ya hemos visto la unién de Montemar con Monteblanco. Una de las ramas de los Aliaga reunirfa tres grandes mayorazgos a principios del siglo XIX (65) Ladd, 1976: 71-88. (66) Para los cargos vinculados a los distintos mayorazgos mencionados ver: Swayne, 1951: 240; Ationza, 1947: 35; Bromley, 1954: 31-38; Cineo, 1958: 184-195; Tslleri, 1955: 223-237; Aliaga, 1948: 213- 234. (6D Ladd, 1976: 71-88. 68) Ibid. Leo P, RIZO-PATRON (el propio de Aliaga, el de Fernandez de Cérdoba y el de Santa Cruz); los Boza y los Mendoza dos cada uno (Boza y Daga, y Rios y Caballero respectivamente); los Tagle por lo menos cuatro (Torre Tagle, Isésaga, Moxica y Arrue); y asi varios casos mas (69). La dificultad que nos interpone la presencia de mayorazgos en la estimacién de las fortunas estriba en que en muchos inventarios y tasaciones de bienes figuran solamente aquellos que son “libres”, ya que son los tinicos que a la muerte de su poscedor eran objeto de reparticién entre todos los herederos por igual. De otro lado, en muchas ocasiones la valorizacién hecha de los mismos bienes “amayorazgados” resulta disminuida ya que ni siquiera el heredero del vinculo podfa disponer de ellos libre y comercialmente. Asimismo, infinitas complicaciones y enredos aparecen cuando una casa es un bien libre, pero edificada sobre un terreno propiedad del mayorazgo; peor atin, cuando determinadas adiciones 0 mejoras son hechas a la fabrica de un inmueble que esté vinculado, constituyendo aquéllas bienes libres, mientras no se manifieste expresamente la voluntad de incorporarlas al mayorazgo. También en el campo el panorama puede ser muy conftiso: una chacra 0 hacienda puede estar vinculada, mas no necesariamente sus aperos, ganado, herramientas, esclavos, 0 parte de todo ello. Los problemas de deslinde entre lo que pertenece 0 no a un mayorazgo puede tomar varios folios de las testamenterfas coloniales. Similares confusiones nos ofrecen los distintos gravamenes que podian cargar los bienes de una familia. Estos generalmente provenian de las obligaciones en renta, asumidas por el propictario de un bien inmucble, sobre éste (llAmese chacra, hacienda, estancia, terreno 0 finca urbana), en beneficio de la Iglesia. Una de estas obligaciones, que resulté muy frecuente por la constante necesidad de obtener capital, fue el denominado “censo”. Brian R. Hamnett, quien ha estudiado la riqueza de la Iglesia del Pert en el siglo XVII, define un censo como: “préstamos otorgados por corporaciones eclesidsticas, sujetos a una garantia hipotecaria dada por el prestatario, asf como a un pago regular de intereses a su acreedor” (70). Estas corporaciones eran los conventos de religiosos 0 de monjas, que podian facilitar préstamos de varios miles de pesos por un interés del 3 al 5% anual. La falta de pago de estas obligaciones acumulaba los débitos a proporciones muchas veces inabordables por sus contractores 0 herederos, y las propiedades tenfan que ser traspasadas ya sea a terceros o a la propia institucién prestadora en varias ocasiones. Tal es el caso de las haciendas cusquefias de los condes de la Laguna de Chanchacalle que, cargadas de gravamenes a la muerte de su ltimo titular, en 1727, pasaron poco después al poder de distintos conventos, impidiendo a sus herederos, por afiadidura, el cumplimiento con los i, que debié quedar suspenso (71). Ya Susan impuestos propios del titulo ‘en s (69) Swayne, 1951: 240-251; 199 y 152; Aliaga, 1953: 31-57; Tilleri, 1951: 128-129. (70) B. Hamnett, 1973: 115. 71) R. Gutiérrez y otros, 1984: 68, 72-73. Don Diego de Peralta fue el ultimo conde, casado con uuna hermana del conde de! Portillo. Su madre, dota Luisa de Navia y Salas, fue quien hizo la mayor parte de hipotecas en favor de distintas érdenes. Su hacienda de Angostura pasé al convento de San Agustin, mientras que la de Callapugio pasé al de Santa Clara. LA NOBLEZA EN LIMA 153 Ramirez ha explicado el impacto tanto de censos como de capellanias en los hacendados de Lambayeque, cuyos endeudamientos habrian provocado la corta conservacién en una misma familia de sus propiedades, entre los siglos XVII y XVIII (72). Las “capellanfas” y “aniversarios de misas” se fundaban con un valor determinado, © “principal”, impuesto sobre algtin bien inmueble, cuyo interés (obtenido sea por arrendamiento 0 produccién) servia no sélo para el pago del mimero de misas anuales para lo cual fueron fundados, sino también para el pago de una suma anual hecha al capellin o patrén nombrado para el cumplimiento del encargo religioso. Este capellin solfa ser un miembro de la familia del fundador, y para su posicién se-podia establecer también un riguroso orden sucesorio. De lo que se trataba era de asegurar que los sucesivos capellanes velaran por que se siguiese ofreciendo misas por el sufragio de las almas del fundador y sus familiares a través de los tiempos, procurdndose con ello salvaguardar la salvacién eterna. Asi los bienes materiales habrian de servir no sélo a la vida terrenal sino a la espiritual. Ademas de Io anterior, se solfan imponer sobre las propiedades inmobiliarias otros “principales” para que sus intereses sirvieran al cumplimiento de “obras pias”, que podian ser montos anuales destinados para hospitales 0 colegios, y para la dotacién de doncellas para la “toma de sus estados” (sea el religioso 0 el matrimonial) (73). Todo esto contribufa a la complejidad del panorama ofrecido por muchos patrimonios familiares del perfodo colonial, segtin se desprende de las disposiciones testamentarias que son base para la estimaci6n de las fortunas. Un perfecto ejemplo de estos tipos de fundaciones nos lo ofrece el testamento de una de las damas nobles mds encumbradas y ricas de la Lima de finales del siglo XVIII: dofia Maria Constanza de la Puente y Castro, marquesa viuda de Corpa. Esta seftora sobrevivié a sus dos hijos y a su esposo, quien fuera no solamente oidor de la Real Audiencia, sino también hacendado en la costa, estanciero en la sierra y dindmico comerciante ultramarino, No deseando que parte alguna de sus bienes recayera en determinados parientes, cuyos intereses econdmicos se habian contrapuesto judicialmente a los suyos, la marquesa decidid ligar la mayor parte de su fortuna de forma tal que los principales beneficiarios de la misma seguirfan siendo ella, su marido y sus hijos, atin tras la muerte. Fuera de ciertos legados hechos a su hermana la condesa de San Pascual, a otros familiares selectos y a numerosos dependientes, nombré por su heredero universal y albacea testamentario a su cufiado Felipe Sancho Davila (viudo de otra hermana suya). Pero lo que debié parecer una gran generosidad no fue sino una tremenda carga de responsabilidad, ya que ademas de dedicarse a cumplir con los referidos legados y de continuar con varios juicios que los marqueses de Corpa tenfan pendientes, Felipe Sancho Davila debfa velar por el cumplimiento (72) §, Ramirez Horton, 1974. (73) Ladd, 1976: 56. cs P. RIZO-PATRON de la voluntad de la marquesa, que basicamente consistié en la fundacién de capellanias que dispusieran la cclebracién de infinidad de misas -a perpetuidad- en sufragio de su alma y las de su esposo, sus hijos, sus padres y sus suegros; en la asistencia igualmente perenne de los hospitales de San Bartolomé y la Caridad; y la dotacién anual y por sorteo de nifias pobres “hijas legitimas de padres decentes”, para su matrimonio o ingreso en religién. Todo ello debia ser financiado con los productos de sus bienes rurales, dejando un pequefio margen de ganancia como motivacién tanto del heredero y albacea inmediato como de los que lo fueran en el futuro, segtin el riguroso orden sucesorio concebido por la marquesa. Pero los “herrores y disparates” (sic) de esta sefiora la hicieron excederse en mucho a los limites de sus recursos econémicos, envolviendo a su cufiado en infinitas complicaciones contables que no fueron resueltas sino afios luego. Felipe Sancho Davila logr6 finalmente que las autoridades accediesen a una divisién “a prorrata” que él mismo disefiara sobre las reales posibilidades de la testamenteria, asegurando con ello una prolongada materializacién de la voluntad de la marquesa de Corpa (74). Lo referido correspondia, segiin vemos, a una mentalidad que seftalaba a las muestras de piedad religiosa un lugar destacado entre las précticas de consumo, las mismas que obviamente ofrecian otras muchas facetas de cardcter secular y mundano. Es aqui, en la manifestacién abierta y “conspicua” del consumo, que Ia pertenencia a un status elevado quedaria mejor expresada (75) 2.4, El despliegue suntuario. A pesar de la decadencia econémica del virreinato y de los continuos temblores de tierra que debilitaban y trafan por tierra las edificaciones, Lima fue indiscutiblemente una de las capitales mas sofisticadas de la Hispanoamérica colonial. La descripcién de la ciudad hecha en 1818 por el marino ruso Vasili Golovnin, escogida por Timothy Anna para demostrar lo mitico de la opulencia limefa, si bien puede ser certera en muchos aspectos, corresponde a uno de los peores momentos por los que atravesaba la capital (76). La apariencia externa de las casas se debia en mucho a las condiciones teldricas del pais. El conde de Superunda, en cuyo virreinato sucedié el peor sismo sufrido por la ciudad, decia de Lima que “los continuos terremotos que padece la hacen poco agradable a la vista” (77). Por ello, para su mayor flexibilidad, las casas, aun las “300” nobles mencionadas por Haénke, fueron (74) AGN, Notarios, José Maria de la Rosa, prot. 640, aftos 1822-4: a folio 1164 figura inserta una “memoria” testamentaria de la marquesa de Corpa hecha antes de mori en 1796, donde detalla sus disposiciones. Ver también Rizo-Patrén, 1989: 197-203. (73) Marner, 1983: 356. (76) Anna, 1979: 2-3, quien lo toma de Néfez ed., 1971, 1: 147-173, 77 Fuentes, 1856, tomo 4 y Haénke, 1901. LA NOBLEZA EN LIMA construidas por lo general de quincha y adobe revestidos de yeso pintado y, salvo dos 0 tres excepciones (las casas con mirador de Osambela, Castaiteda y alguna més), con un maximo de dos plantas. Quizds en esto y en la ausencia de Huvias en Lima esté la explicacién a la diferencia de costos entre las casas mexicanas, construidas de piedra, y las limefias. Aqui, segtin Anna, no hubo casa que hubiera Hegado a costar 300 000 pesos, cifra que segtin este autor, citando a Doris Ladd, si hubiera sido alcanzada por mansiones en México (en realidad Ladd s6lo menciona una de semejante costo: la de Borda. Refiere de otras que ascendicron a 100 000 6 107 000 pesos, mientras que la de los riquisimos condes de Regla figura como de tan sélo 38 000) (78). Nuevamente nos encontramos con lagunas en nuestra historiografia en relacién a valores inmobiliarios urbanos. No tenemos cifras a mano sobre lo que costaron a sus duefios el palacio de Torre Tagle o la casa de Osambela, aunque sus respectivos aspectos nos sugicren valores muy importantes. Pero sf podemos mencionar las de algunas otras: la mansién de los Querejazu, frente a la iglesia de San Pedro, estuvo avaluada en 1792 en 80 000 pesos, referido como “muy crecido gasto capaz de compensar la ruina del afio de 46"; la casa de los Baquijano, condes de Vistaflorida (millonarios de acuerdo a Anna) en apenas 35 000 (equiparable a la de Regla); la del mayorazgo de Monteblanco estimada en 1750 en 63 024; la de Montemar en 73 392 (terreno y fabrica), en 1768; y por la misma época la de los Bravo de Lagunas Castilla y Zavala en 45 319 pesos. La tasacién de los bienes de la antes mencionada marquesa de Corpa, hecha en 1796, valora en cerca de 100 000 pesos su residencia, al parecer no sélo por su tamafio y lo exquisito de sus acabados, sino también por su ubicacién: el frente de la casona daba sobre la calle “del Rastro de San Francisco”, casi a espaldas del palacio de los virreyes, y el fondo daba al rio (sobre el cual asomaban unos balconcillos incluso un pequefo jardin). El viajero Stevenson menciona en su relacién a la famosa Quinta de Presa, palacete de estilo rococé construido en el barrio de “Abajo el Puente” (hoy Rimac) en la década de 1780 por Pedro José Carrillo de Albornoz, refiriendo que su costo ascendié a “200 000 délares” (79). El mobiliario y adorno interior de las casas mas opulentas debié ser muy rico (como que fue admirado atin por el critico Golovnin). Los inventarios coloniales incluyen en la casa de la condesa de Vistaflorida en 1791, més de media tonelada de plata labrada en varias laminas, mesas, arafias, dosel, piezas del servicio de mesa y del oratorio; en la de los condes de Montemar y Monteblanco, similar volumen de objetos de plata, asi como muebles de concha de perla guarnecidos con plata sobredorada, tibores de China, colgadura de terciopelo italiano bordado en oro, hecha en Léon, Francia, y “24 ldminas de la vida de Christo, de mano de Pedro Pablo Rubens”; donde Felipe Ubano de (78) Anna, 1979: 10 y Ladd, 1976: 64-65, 79) AGN, Coteccién Moreyra, D1.21-617: “Razén del valor de Jas fincas de la testamenteria del Senor Don Antonio Hermenegildo de Querejazu”; Swayne, 1951: 588, 529 y 242 para las tasaciones de las, casas de los Condes de Vistaflorida, Montemar y Monteblanco (respectivamente); para_la de los Bravo de Lagunas ver AGN, Notarios, Valentin de Torres Preciado, prot. 1073, aifo 1782, ff. 80-182; la tasacién de la residencia limefia de los de la Puente esti en AHRA, L-IIL220: “Inventarios de bienes de la Marquesa de Corpa”,1796, La mencién de la Quinta de Presa est en W. B. Stevenson (1971)

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