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rase una vez un rey que tena cuatro hijas. La ms pequea era la ms bella
y traviesa. Cada tarde sala al jardn del palacio y correteaba sin parar de aqu
para all, cazaba mariposas y trepaba por los rboles Casi nunca estaba
quieta!
junto al pozo de agua que haba al final del sendero y se puso a juguetear con
una pelota de oro que siempre llevaba a todas partes. Estaba tan distrada
pensando en sus cosas que la pelota resbal de sus manos y se cay al agua.
El pozo era tan profundo que por mucho que lo intent, no pudo recuperarla.
Se sinti muy desdichada y comenz a llorar. Dentro del pozo haba una ranita
que, oyendo los gemidos de la nia, asom la cabeza por encima del agua y
le dijo:
Qu te parece?
Genial, ranita! dijo la nia Me parece un trato justo y me haras muy
feliz.
La princesa tom la valiosa pelota de oro entre sus manos y sin darle ni
siquiera las gracias, sali corriendo hacia su palacio. La rana, perpleja, le grit:
confundida.
sol se col por su ventana. Se puso unas coquetas zapatillas adornadas con
Quin ser? pregunt el rey mientras devoraba una rica tostada de pan
con miel.
La nia se dirigi a la enorme puerta del palacio y no vio a nadie, pero oy una
e invtale a pasar.
alcanzar los alimentos, pero estaba tan alta que no fue capaz de hacerlo.
con dos dedos por una pata y la coloc sobre la mesa. Una vez arriba, la rana
le dijo:
Ahora, acrcame tu plato de porcelana para probar esa tarta Seguro que
est deliciosa!
La nia, de muy mala gana, comparti su comida con ella. Cuando hubo
La princesa se sinti horrorizada por tener que dejar su cama a una rana sucia
beso.
La ranita, desconsolada por estas palabras tan crueles, comenz a llorar. Las
princesa, por primera vez en toda la noche, sinti mucha lstima y exclam:
Sin dudarlo, se acerc a la rana y le dio un besito carioso. Fue un gesto tan