You are on page 1of 72
ae binta 2¢(/6 Una bruja en casa UIf Stark : ediciones GiB cantraz zosvcis Dany ang wBuécos yop sereina | | Sorep cyose sod f opie osjuued je us 'sopergus PUPEW yrO8z - GE ‘BUUNL UMbEOR - Wis eiUEAcLL) Weds uy pete / Byedes Ue o8e014) “IS "BIMBIO cuo|seiduiess 6861-Se6p2-Wi 1200) oys0d=5 OoPbe-a¥6-p8 ‘NES} PUPS poO8e - By ‘eIEOeNBY - ve “YWSEO “exIIeas8WC9. PUPEW rH082 - ge “BuUNL ‘EBL ‘Ns S61 S861 um souyeig BBW sfeuiBu0 OF sez9qB0 opueUie, :seuojoensn|| ByenBey zenBypoy opjodee7 :coens jep ugioonpe1), 8661 o1n! :uoroype exes OBL BiGTIOO :upIgIPE EreLILE P2191 B1aUHENY Jod epIBLIp upID0eI09 LST Z 1 El camidn de mudanzas y las 4 espinacas Es el momento més horrible del dia. Marfa aprieta su cara pélida contra la ventana dela cocina, para ver como cae la lluvia sobre la calle y sobre los nifios con los que ella no pue- de jugar. Mamé esté trabajando; Martin, su hermano pequetio, esté en la guarderfa, y Magnus, el mayor, ni idea de dénde puede andar. Papa intenta trocear un bacalao congelado para la comida, Se ha olvidado de desconge- larlo a tiempo y ahora no hay manera. Al fue- go hay un cazo con espinacas, que desprende una nube de vapor blanco. Malu, Malin y Mfa montan en sus bicicletas, ‘pero no necesifan pedalear: Llevan abiertos los grandes paraguas de sus padres y el viento los hace avanzar como si fuesen en veleros. Rien alegres y eso le hace dafio a Marfa, que no puede salir. -+ .»» La nifia aplasta mAs la nariz contra el cris- tal. Se va a empajiar. Espera que mamé piense 7 “SIA ‘oyenbed opru um efeq ‘uofenupuos “soqed soy opueyge £ ueo0woosep oytend opo} ® opuespey ‘soutioue sod sey eres [9 ep A sezuepnut ep u9.ry [ep spxjop ered ag ‘apeons anb of Joa ered seueyuoa se] B WeUtOse es sou -24 so] anb BULI0J Te} Bp BUDO B] TeUOS opuEID -ey ‘eyooo un Bey] ayueureyetpoumm' sep "eye esED ¥] eye wred es ‘souey ep oplyo un uoD ‘esreyrede anb usuen sou soy 4 effeo BI ep o1oueTis 2 squeureyUE[OTA adwioz sezuepnul ep ugTures uy) ‘owjeoeg Je eysese 2] ded anb sadjo$ soyreny SO] ® Opigep seoeurdsa se] ap zed Jep onuep 989 9S BUIDOD BI ep BUNOUD ep ajURIsSe Je US Bis8 enb o3gyes Ty “uozng Jep ope] je Ley onb SBT] SB] o2jUe ojour es A oJMeUTepesedsaut eyes euT0ea BI ep oye Je ‘OSE VSNAId SVULNEDN *«g89 OOD axduras Jes anb even opo} enb sog» “equ ely -ead a8 ‘«gepeu Biopsons wouNM anb 30g?» wee tanya “ueyof eIAIA apuop ‘aifeo B] ep ope] oo TPP BPeqeysep eseo eT BIDEY ETP ‘o[qeperse Joosey un ayuels ‘ojey ey edode epeyy “saTeIS}IO So] Ue seoTeTI uelep as enb eIpo pu “UNTeyy opis ey end te una camisa blanca, pantalones de terciopelo azul y pajarita. En Ja frente eva puestas unas gafas de motorista. Maria no ha visto nunca un nifio como ése. _—i¥o no quiero vivir aquil —erita a. Ahora sale-del coche una_sefiora vestida de verde, —No digas tonterfas, Bebbe. Aqui hay mu- chos nifios con los que podrés jugar. : Hace un gesto sefalando a Malu, Micke, Klas, Erik y Katarina, que estén parados ante el coche. Miran con los ojos como platos a aquella sefiora. Lo mismo que hace Maria des- de su observatorio de la ventana. Es la mujer vestido verde reltice, sus pendientes relucen. Tncluso su pelo rojo reluce como un Fao de sol a través de la niebla. Sonrie fascinadora a los nifios y entra en la casa. Y alli se queda aquel nifio llamado Bebe. Los otros chicos se acercan a él. —ildiota! —le dicen. Tuego se van y se suben al remolque due esta aparcado en la curva. Bebbe se queda bajo Ia Lluvia. Se baja las gafas de motorista y mira al cielo: Maria, que hace siglos que n° tiene con quien jugar, desea con todas sus fuerzas 10 er RT ATA que la vea allf en la ventana y sonrie Jo mejor que sabe. 2Qué podria hacer para conocer a aquel ex- trafio nifio? Ella, que nunca sale. Por lo menos cuando lueve asi. Y cuando no lIlueve, tam- poco se puede acercar a nadie. Por ‘si los con- tagia_y también ellos acaban por tener que acostarse con cuatro almohadas bajo la cabe- za, tosiendo ‘hasta casi reventar. Lleva asi cerca de dos semanas. Durante el dia, cuando esté levantada, la tos se oculta en lo més profundo de su pecho; pero, cuando duerme, se pone en marcha hasta que vienen _papé y mamé, sw hermano mayor da patadas en la pared y le chilla que se calle, y el peque- fo se despierta y se pone a Ilorar, él angelito. Sin embargo, ahora tiene que salir a la calle. Echa una tltima mirada a Bebbe a través de la ventana y se va tranguila y silenclosumente al recibidor. Hasta que abre la puerta de la ca- lle, papa no se da cuenta. ‘Maria, vuelve aquil —grita él. Pero ella ya est4 junto a la verja. Bebbe sigue alli con la cabeza echada hacia atr4s, mirando los espesos mubarrones que re- corren el cielo. —Hola —dice Marfa. Hola —responde Bebbe. -~ : La mira un tanto displicente, como si no 11 eT "808g By ez1}9 £ ‘our Je euodord— sexeazeo ap ayo00 uj— ‘ouenbed je epezeyono eun aprep opaejuaqur ‘ded eo~p— sojoe on ea yy ‘seoeurdse £ opeosed ‘seqey ~ed 9p epezeqno wun esopugzams ‘snuseyy 2 ~ungexd— ¢pepymbuen su) soureypog?— “ejopupsra purenr 201p— eseur | ap esreyueagy anb fey oN— : ‘ox8ou ozeled euous U™ 9p sefe se] wesory Is oMtoo ‘oued ja uo 4 Bos Jo ue ‘seis se] ue ‘opeune jo ua week -oxd 9g “Blany] 8] Baqos sexqmos semoso ow03 “Ueashtn 2s enb seqnu se] a4-ayuowreos org “uomng Jo ue o8fe Pfep eqqeg 1s 18a exed euequea By] 30d ser & &4 sqtiouieque3suoo 4 epednooard vise eLTeyy “eadwia|s outos ‘00 je “pded A unreyy “eseu eB ep opey un e Ue{Ueys es snu “Bey A pure ‘view “YEyWIOO 3d VUOH VI Sa “ey]9 vondes— jens ep oy— “7zeu ¥] ap prey 24-4 efnaq e] pxpuea ‘euang sees ou omOD— : ‘edeosa as ou onb ered ‘aqzary ‘stzeny ete{ns eB] ‘sozeiq sns enue euTO? ey er “201P 9[— ¢e00] seis? “upSoqgo} [2 zeBeq] & odwon examb 4S 9p 9] onb ep soyue ezuespe ye eded o10g “epzeosnq ap 2lep. pded onb wysey vrepenb os my ‘se{nag: sey £ Sox80 so] wasla ezmb apuop ‘ojuour jap seooz Sepue3d se] ajue asiepuoose esuelg “ered vs ~uold ON “onbred ye ea onb oxapuas jap sajooez “Po & sesoqeq se] enue opustzios ongis BIZ “pded epo— jejomb are: “eszezjeo ap oduieyy opjus; ey ou sand ‘sopeded “Wie souedTeO so] OUALT, “IO|IyUT Ns Ue eIEITED oprooucosep o8fe Is owi09 sq “edox By efow af £ ered B] Ua 2x0 Bf BLANT] BY A ‘Ojad Jo eaqonaed 9] OqmaTA Tq “seqnu se] BIOeY er anb uan eLreyy enb ewizoy [ey ep ugzes0o ]® eaBaTe 9] osy “qed BIB of jazoaas ny— "equure e3seno Je1100 & eye 4 ‘euqu e eorp— eu anb 08a; eony— “opepejue v7133— jeeyy|— “eyiond e ue so pPdeg “ugzng oxsenu ue srefep eT aL —]9 an8Is— oazep opend enb esoo eum o8tay— “Byes ou onb odmay vjoey ous Bu@ope eum aquals A ‘erreyy eoIpP— ezmo— “Ip auBerd— zsoyure 30s v soure,?— == epomgour exuens “Ue 98 eueWY onb oxtiouresneryy we} sey o} Ben] ox9g ‘soqnu se] eys1a ap r9prod exa1smB — —Bueno, un coche de carreras —le. dice papé en.un nuevo intento. _ —Un coche de bomberos —replica el peque- fio volviendo la cara. —Un coche de bomberos, entonces —dice pap4, ahora un poco més serio. "Un camién de la basura —dice Martin sin pensérselo dos veces. Conoce un montén de tipos de coches. Por fin come un poco, aunque inmediata- mente echa fuera aquel amasijo verde de es- pinacas, que lentamente se le escurre por la barbilla hasta caer en el mantel. —iAg! —dice, poniendo cara de asco. —Agui es imposible comer —protesta Mag- nus—, con tanto guarro en la mesa. —Ti puedes darnos clase de cémo se come —dice mama. —Desde luego —responde Magnus colman- do el tenedor; luego, se dirige a su hermano pequefio—: Aqui viene un camién de mudan- zas. (Brumbrum! Para su sorpresa, el pequefio se cierra en banda. —Muy bien. Asi se hace —comenta mamé, y en ese instante el mayor infla los carrillos y resopla también. —iMagnus! —grita papd de mal humor. Mamé toma al pequeiio en el regazo. Ni se 14 preocupa de que le esté pringando de verde la ~ cara y el vestido. —Lo siento —dice Magnus, después de be- ber a toda prisa un vaso de agua y enjuagarse bien la boca antes de tragar—. Pero chabéis probado esto? —y sefiala el cazo de las espi- nacas. Papé est4 a punto de decir que la comida no tiene nada de malo, cuando ve el salero. . —2Cémo ha ido a parar eso ahi? —pregun- ta, al tiempo que.mira a Maria. Pero ella no se da por enterada. Se limita a observar a mam4 y al nifio, que vuelve a estar alegre y se acu- truca y rie en el regazo de su madre. Maria se levanta, va al fregadero y empapa un pafio de cocina. Quiere limpiar las babas verdes de su hermano para que la ropa de mamé no se ensucie més. Si lo hace bien, qui- 24 mamé la mire y sonria y le diga que le va a comprar unos zapatos como los que tiene Jenny. Pero nada més tocar al pequetio, éste em- pieza a berrear y mama la coge del brazo. —iEstéte quietal ¢Qué estas haciendo?

You might also like