15. CINCO PIEZAS FACILES *
IN MEMORIAM
Para Américo Vallejo, que gustaba de este
texto, “Now cracks a noble heart. Good-night,
sweet prince, ... for he was likely, had be he been
put on, to have prov’d must royally...”
De TU AMIGO
... la pasi6n, violenta o no, nunca debe hacerse
desagradable, y la musica, aun en los momentos
horribles, no debe ofender el ofdo, sino causar
placer, es decir que la musica no debe dejar de
serlo.
Mozart
Advertencia: Cuando en este ensayo digo “musica” me limito
especialmente. Ello no implica tanto exclusién de principio
cuanto indecisién y resistencia metodolégica a esa extratia
practica que entre 1600 y 1900 lIlev6 la posibilidad sonora
europea por un camino muy ajeno a la helénica-oriental. Hoy,
quizd ya muerta, le siguen brotando flores.
* Publicado en Actualidad Psicologica, diciembre de 1982.
208Es una situacién: no existe una literatura psicoanalitica
abundante en lo que a musica se refiere. Silencio sugestivo
en una disciplina donde con frecuencia se habla de mas.
éEfectos especificos que hacen a la “esencia” de “la mas
metafisica de las artes”? ~E] sello otra vez aqui de la
identificacién a veces suicida del psicoandlisis a suerte y
verdad con las posibilidades e imposibilidades de Freud?
Improvisemos un poco en esta direccién. En lo que a éste
respecta, la musica en particular se alinea entre las se-
gundas, hecho mas llamativo aun por su larga radicacién en
Viena (en un caso por lo menos, en los restos diurnos del
suefio “conde de Thun” aparece tarareando un aire favorito
del Figaro mozarteano, como cualquier buen vienés sabia
hacerlo). El parrafo mas largo que le dedica es para hacer una
extrafia pero tipica profesién de fe positivista. Pertenece al
ensayo “El Moisés de Miguel Angel” (1914):
«+ las obras de arte ejercen sobre mf una poderosa
accién. En consecuencia, me he sentido impulsado a
considerar muy detenidamente algunas... y he tratado de
aprehenderlas a mi manera; esto es, de llegar a comprender
lo que en ellas producia tales efectos. Y aquellas
manifestaciones... (la mtisica, por ejemplo) en que esta
comprensién se me niega, no me producen placer alguno.
Una disposicién racionalista 0 acaso analitica, se rebela
en mf contra la posibilidad de emocionarme sin saber por
qué lo estoy y qué es lo que me emociona.
Y sin embargo, su reiterado lamento por las dificultades
de estilo tempranamente planteadas (tanto como 1895:
écémo reproducir en el plano de la letra la singular y nada
lineal experiencia psicoanalitica del sujeto y de la historia?)
hubiera encontrado respuesta mds efectiva en el discurso
musical que en cualquier otro (pues Freud ahi estaba
elamando por una partitura que diera cuenta del Inc.). De
209pasada una vez recurrié a él, pero sin realmente entrever sus
posibilidades: es cuando resuelve, hacia el final del cap. VI
de Die Traumdeutung, la contradictoria cuestién de la bre-
vedad factica del suefio en relacién con la duracién subjetiva
a veces considerablemente superior. La solucién es apelar a
fantasias como organizaciones pre-existentes a las que el
suefio puede citar sin necesidad de desplegarlas en su
totalidad, tal cual, dice Freud, en el Finales de “Don
Giovanni” de Mozart unos pocos compases bastan para
convocar la épera inmediatamente anterior, “Las bodas de
Figaro”. (Esta cita es muy sabia, por lo rico de sus deter-
-minaciones. Unas de tipo enunciativo, la 6pera se estrenaba
en Praga, el mismo lugar donde el estreno de la anterior habia
alcanzado mucho éxito; era oportuno traerle a los espectadores
la melodia que mas les habia encantado en “Las Bodas”.
Otras razones conciernen a lo dramatico: la cita es lo tiltimo
que acontece en ese final previo a la terrible entrada de la
estatua del Comendador: el texto original de aquélla en
“Figaro” advierte a un adolescente puesto en seductor pero en
tono de comedia brillante sobre el inminente fin de sus
“mariposeos”.)
Sigamos un poco mas. Bien mirado, es bastante extrafio que
la no comprensién, el cardcter enigmatico de algo provocase
justo en Freud el movimiento de darle la espalda. El
pensamiento que se ha acuriado como psicoanalitico mas es
atraido hacia tales lugares. jA qué se debe esto? En lo que
sigue a esta introducci6n, Freud se afilia explicitamente a una
teoria intencionalista, expresiva y contenidista de la obra de
arte, por lo demas muy caduca hoy. Tampoco ha de sorpren-
dernos la relacién de incongruencia que esta introduccién
mantiene con la seccién II del articulo, donde se desarrolla un
muy sutil andlisis de la escultura en cuestién en él plano S.
éPor qué Freud se abre paso en este campo y sucumbe en el
otro?
Creo que la respuesta se bifurca:
210a) Por sujecién a un circuito nacional prefreudiano:
Intencién ideativa del artista (en principio factible de
“expresarse” en palabras).
Puesta en otro material (visual, sonoro, etcétera).
Recuperacion de lo ideativo-verbal por la critica “especia-
lizada”, degradacién del “resto que cae” al plano de lo
meramente “técnico”. La forma de la obra en la acepcién mas
académica y convencional de forma posible: el conservatorio.
Explicitamente, hay que esperar unas cuantas generacio-
nes de psicoanalistas, un Lacan, por ejemplo, para que
semejante concepcién sea rebasada con radicalidad, de veras.
Antes, la tendencia que domina en el contenido manifiesto es
respetar ese circuito afiadiéndole la dimensién Inc., si bien se
lo erosiona desde adentro con los nuevos vientos de la teorfa,
un poco a la manera en que se erosiona desde adentro el arco
reflejo (E - R) a partir del cap. VII sin abolirlo definitivamente
(moraleja: permitira, desde un Fenichel, por ejemplo, que la
nocién herida pero no rematada se recupere y barra con la
dimensién deseante introducida).
Ahora bien, Freud solia ser demasiado sagaz como para no
percatarse incluso de las limitaciones a las cuales sucumbia.
Asi, dice: “Y no es que los peritos en arte o los entusiastas no
encuentren palabras cuando nos ponderan una de estas obras
de arte. Muy al contrario, encuentran incluso demasiadas”. Su
ambicién no era anadir demasiadas palabrerias, en todo caso
palabras un poco més precisas. Pero entonces las condiciones
especificas del discurso musical revelan enojosamente la
importancia del esquema descripto. Mas le hubiera valido a
Freud rebelarse contra éste en lugar de contra el fenoémeno
musical. El tipo de soporte imaginario en lo que “todo el mundo
ve” da mas albergue a la ilusién de un hablar efectivo sobre
cuadros, esculturas y etcéteras. Comparativamente, la musica
se ofrece como lenguaje, hermético y auténomo. Por cierto, esto
no ha operado efecto de silencio alguno. Después veremos un
posible por qué. Al contrario, basta frecuentar ese curioso
subgénero literario que constituyen los sobres en que vienen
211los discos para ser arrastrado a una palabreria infernal. Es
una especie literaria que atin espera su Foucault, ademas es
una especie nueva, propia de nuestro siglo y a su manera tan
caracteristica como la novela policial. Curiosamente, mantiene
ciertas relaciones enunciativas de isomorfismo arqueolégico
con la literatura psicoanalitica en cuanto al empleo de la
reiteracion de citas como medio de legitimar un aserto.
b) Hay otra sujecién, aparentemente no se la podria tachar
de prefreudiana. Al contrario, podria aparecer como la que liga
alo mas especifico del psicoandlisis. Sin embargo, desde Lacan
y mas alld, en una linea abierta poco ha por Deleuze, Guattari
y Foucault, es cuestionable hasta qué punto no es tan
prefreudiana o mas que la anterior: me refiero al concepto de
complejo de Edipo. Seria una larga deriva, me limito a citar
para traer el problema y me voy a referir estrictamente a
cierta captura imaginaria en que algunas veces Freud cae
cuando de Edipo se trata. Volvemos al texto que tomamos
como pretexto: qué se asocia discursivamente a toda la
perorata sobre lo incomprensible de la musica. Un caso donde
por el contrario, segiin Freud, psicoandlisis ha levantado un
enigma, esclarecido el porqué del “poderoso influjo” que una
obra ejercia. Se trata de Hamlet. {Con qué se satisface esa
“disposicién racionalista, 0 acaso analftica”? Refiriendo algo al
Edipo, Freud cree a pie juntillas, lo que me parece un poco
temerario, que todo lo que esta obra produce de intenso se
aclara por esa referencia. Para Lévi-Strauss eso hubiera
apenas sido un primer paso para constituir un grupo de
transformaciones.
Pero ahora esta mds claro. Freud puede hacer esta
articulacién, y hasta puede suprimir la molesta pregunta de
qué ha explicado de Hamlet reduciéndolo a un Edipo rena-
centista; puede, en fin, edipizar a Hamlet, pero con la musica
no lo puede hacer. Tomemos una obra que si no fuera por su
excelencia en el sentido griego seria mas vulgar que una
cancién de Palito Ortega: la Quinta Sinfonia de Beethoven:
écémo edipizarla?, {por qué compds o a través de qué
instrumento introducir el Edipo como Deux ex machina?
212Consecuencia insoslayable. Si es el Edipo como contenido el
que va a explicar una obra de arte, la musica se le viene encima
a Freud como incomprensible. Uno de los dos debe ser
sacrificado. Ya sabemos cual fue la opcién freudiana. De donde
extraemos una segunda consecuencia quizd desconcertante en
cuanto a {qué es la misica?: bueno, es algo que resiste al
complejo de Edipo en tanto organizador universal.
IL
Lo que no quiere decir que en el psicoandlisis no haya
baterfa conceptual alguna para arrimarse al fenédmeno. Pero
improvisemos en otra direcci6n. Hace un momento por una
lateral introducimos de contrabando otro personaje: Lévi-
Strauss. En las Mitologicas no s6lo se anudan mito y musica,
no s6lo se dicen algunas cosas bellas y esclarecedoras sobre
ésta, dbrese una alternativa y un itinerario metodoldgico para
su abordaje, lo que tendrian que ser unas “Musildgicas” algun
dia que alguien prometera. Pero me interesa aqui llamar la
atencion sobre una encrucijada fundamental: los cuatro tomos
giran alrededor de Mi, mito de referencia tomado como punto
de partida situacional: {qué permite, mas alla de las practicas
del método, esta deriva progresivamente paradigmatica? En
el contenido manifiesto de Mi, aparece brutalmente un
“contenido edipico incestuoso: hijo que viola a su madre padre
que quiere vengarse”. Alli se hubieran quedado encandilados,
bien que con distintos matices, Abraham y Jones, Rascosvky
y el mismisimo Freud. La sinfonia entera de Strauss es posible
gracias a que en ese momento su apuesta (él, a quien la nueva
ortodoxia quisiera garante de la inmutabilidad “estructurante”
del Edipo) no se deja agarrar allf. Pasa de largo y a través de
él, sin que eso le impida incluirlo. De donde hago pie para
formular un cierto postulado metodolégico: resistir la fasci-
nacién del Edipo aparece como condicién para una investiga-
cién que diga algo sobre la estructura de ciertos fendmenos.
213Il
éDe donde y por donde, pues, enganchar psicoandlisis y
musica? {Cudles son esos conceptos? Voy a rehuir ahora
descolgarme con una lista. Ademds salen siempre mal.
Vergonzosa 0 peligrosamente inorganicas en estos tiempos que
corren de estructuras. Y cualquiera que reflexione un poco
puede hacerla. En su lugar propongo una muestra y después
una consideraci6n indirecta a través del estudio emprendido
por Reik a partir de una melodia de Mahler, estudio entre
paréntesis muy estimulante de leer como aventura inquisi-
tiva, algo en lo cual Reik siempre fue diestro, y cuya cancién
siguié cantando mientras no sin alarma veia con el rabillo del
ojo deteriorarse a su alrededor el discurso psicoanalitico.
La muestra es una pieza central de la teoria: repeticidn, de
la cual él, en un sentido mas musical de los analistas, Lacan,
justamente apela a un término musical para precisarla: no es
un eterno ritornello, nos dice, de lo mismo; se reconoce en la
diferencia. Como Lévi-Strauss lo demostrara respecto del
mito, en este punto también lo sonoro se adelanta, ha
practicado mucho antes lo que en el campo del sujeto
Occidente vera tardiamente florecer en la clinica freudiana.
En tal practica hay una categoria que tiene un lugar duplice,
la variacién: género entre géneros, al lado de la fuga o del
rond6, tendra su auge en ciertos fragmentos de los siglos XVII,
XVIII y XIX como tema seguido de multiples variaciones: por
otra parte principio engendrador, fundamento de cualquier
forma o género posible, hasta el punto que se descubre como
la verdadera célula dindmica que pone en marcha toda
derivacién al repetir secuencias de sonidos que no son viables,
por ejemplo, ni la fuga ni la sonata, para sélo mentar las
configuraciones, principio de nuestra cultura. Si preferimos
decirlo asf: la variancia como genotexto.
Reik hace todo lo que podia hacerse como para colocar al
psicoandlisis en una posicién mas ventajosa en cuanto la
musica le fuese pensable lo que explicitamente Freud no habia
permitido: a poco andar subraya la desatencién indebida de
aquél respecto de la melodia y en favor del texto en un caso
de “psicopatologia cotidiana” y ademaés comienza por un
214aspecto fértil (esto se aclarard mejor después): la musica
congrua con la ocurrencia obsesiva, tanto mas fértil cuanto que
Reik es siempre sensible a la feroz pasionalidad de lo obseso.
Quedaba abierto el camino para sustituir una vieja férmula
y hablar ahora de “la mas pulsional de las artes”. Pero, para
ya traer a Barthes entre nosotros, digamos que no va al
grano.El mismo percibe su descenso, enredado en una cuestién
transferencial (la muerte de Abraham). Por lo menos alcanza
a situar con pleno derecho un trozo de musica como material
S, tan vdlido como el que mas. En cambio, si bien su concepcién
de la funcién de la melodia como reencuentro, poder de
conjurar “el cardcter inmediato de la experiencia”, es parti-
cularmente valioso por la ligazén musica-cumplimiento del
deseo y arroja mds luz sobre el poder presentificador de
aquélla, muy superior al verbal, esto es se desvia como no
podia dejar de esperarse por la linea “expresionista”; la
melodia pierde su dimensién especifica, nada la distingue
cualitativamente del grito, del sollozo, de la carcajada, “es lo
mismo”. {Qué se ha hecho del concepto de apoyo? Subrayemos
el intelectualismo implicito a favor del lenguaje: éste seria mas
“simbélico”, menos “natural” o “animal” que esos gritos, esos
llantos, esas melodias demasiado “inmediatos”. Y de nuevo se
nos devuelve el prejuicio freudiano de partida.
IV
Si lo consideramos mas atentamente, y en el terreno en que
conviene situarse, aquel de la vida cotidiana, nuestro vinculo
habitual con la musica, por ejemplo, con aquella musica
perfectamente trivial y que por muchas razones merece y
espera atin la menos trivial de las consideraciones, mantiene
el nivel de una adiccién poco espectacular (caso distinto con
las imagenes, véase la TV). “Tiene que estar ahi’, al lado de
uno, eso es todo. Célebres, confesantes (por lo reactivas)
desconfianzas (empezando por la de Freud) se nutren aqui:
épero a qué se debe esto?
Entiendo que sélo por el lado del concepto de cantidades
intensivas podemos comenzar a que al menos la pregunta no
215nos acorrale incémodamente. (Cuestién lateral: concepto
descuidado en el teorizar sobre las adicciones, mas alld de
descriptas “fenomenolégicas”.) Si no avenidas, al menos
vislimbranse ciertas callejas con una pobre luz. Un hecho
central se sittia en su punto exacto: la musica intensifica alli
donde esta. Parafraseando a Sancho Panza: donde la hay, no
pueden encontrarse desvaimientos. Cumpla no importa qué
funcién en la buena o mala sociedad: publicitaria o militar,
erética 0 apaciguante, la musica no sdlo se toca, no es eso lo
principal: todo lo que toca se intensifica de modo que
planteadas asi las cosas me es licito afirmar que ella es la
unica que toca, empezando por cémo quema nuestro cuerpo:
desde siempre, lo supo erégeno, porque ayudé a constituirlo
asi. (Falta estudiar la funcién materna en esta direccién, lugar
del arrullo, de los primeros cdnticos, los primeros sones que
no son ruidos ni palabras.)
Aprovecho ahora esta curva: no basta con la oposicién
ruido/son; se la debe re-emplazar en la triada letra/palabra/
son y en la oposicién entre lo que llamaré sonido sonoro/
sonido significante Segunda cuestién en la que la musica
viene a preguntarle y proponerle cosas al psicoandlisis: la
primera fue la de Edipo, la segunda es ésta: marca los limites
de lo que estoy tentando llamar teorfa clasica del significan-
te. La musica no esté organizada como un lenguaje (reduc-
cionismo y ya devenido cliché) o, en todo caso, si lo esta, puede
estarlo, y entonces cae dentro de las “generales de la ley” de
todo sistema de signos. Sélo después empieza la cuestién de
lo sonoro, del sonido en tanto significante. Por lo tanto, es esa
energia, la cantidad intensiva, la materia de la musica y no
el signifi-cante en aquel “cldsico” sentido (véase al respecto
la fisica contempordnea: la energia es materia).
jJusticia a la vulgaridad “afectivista”! recoge algo del orden
de la intensificacién que se escapa a quienes toman la practica
sonora como jeroglifico; claro que, cuando el yo es el mas
amado, hablaran de una expresién de intensidades, tipico
denegatorio inscripto: expresién de nuestras pasiones es
aquello mds vasto que las produce. Y por aqui sorpresivamente
nos topamos con Freud y su unico concepto musical: los ritmos
introducidos cuando la mecdanica de la Q en ascenso 0 descenso
216se hace insostenible para pensar el placer/displacer (introdu-
cido-adviértase con menos vaguedad a propésito del masoquis-
mo, que de inmediato plantea cuestiones de duracién). Pues
se trata de un verdadero numero irracional, una especie de TT:
la relacién aumento de intensidad/tiempo en que se produce,
alterando las cualidades en juego.
Vv
{Nuestro largo error habra sido algo asi como tomar una
metonimia por metdfora? La misica no esta en el lugar de
nada: preferible verla como accesorio inttil (que explota y
produce), preferible preguntar {y qué importancia tiene este
abalorio, esta seducta fastuosa (0 ruido por nada cuando estan
pasando tantas cosas)?, antes de erigirla en suplencia de
alguna metafisica (aunque fuese psicoanalitica).Vale aqui la
hermosa idea de Lacan: los “guijarros” (sonoros, en este caso)
acuden alli donde no hay sentido, no en sustitucién ornamental
de alguno. Proponemos decir “esta al lado de”, ni cerca ni lejos,
o sea el par cerca/lejos no resuelve nada; cerca como lo queria
Reik con el “cardcter inmediato de la experiencia”, lejos como
la que piensan “la mas metafisica de las artes”. Véase cémo
acompatia; desde hace siglos o milenios acompafia cualquier
cosa, las fiestas de Luis XIV o los gritos mds nasales e
inteligentes que quizd se hayan proferido, aquellos hermosos
anos durante los cuales John Lennon era la morsa.
Alguien mas matematico que yo podra formalizar esta
dimensién. Pero acompaniar no es sumarse, ni exactamente ser
el partenaire. Como lo querfa Mozart, “no deja de serlo”.
Siempre se disimulé (via sujecién reversible) la profunda
asimetria musica/letra, pareja, tan imposible en su estilo como
Ja de hombre/mujer.
Ahora bien, a este “al lado” familiar y que, sin embargo,
arrastra mas alla de toda familia, sélo se lo aguanta con un
imaginario por medio. Otra tardfa justicia: esta vez suena para
todos los Romain Rolland que tanto y tan parlanchinamente
nos han explicado cémo galopaban los corceles del destino por
la “Appasionata” o cudnto se amaban el buen Dios y el buen
217Bach. Todo este bla-bla-bla aporta uno, qué duda cabe, y mas
consistente de lo que creemos: véase si no lo que pasa con la
musica serial y la electronica que no lo tienen, no lo tienen aun.
Abolir el sistema tonal fue relativamente facil, no més arduo
que armar una geometria no euclidiana, pero eso queda como
un deporte de principes; lo que llevard quizd cientos de afios
es construir otro imaginario. Y no —ése fue el espejismo— un
nuevo cédigo: se hacen “a patadas”.
De ser posible terminaria no con mis palabras, dejando que
un trozo brevisimo, fulgurante, hablase no en sino fuera de mi
lugar. Esto por un par de razones. Para mi, que llegué al
psicoandlisis un poco a las cansadas, musico alguna vez, éste
es un reconocimiento de todo lo que mi vida le debe, pues me
localizé en el primer lugar donde no era una miseria estar,
donde hasta podfa existir el esplendor. La segunda concierne
a la intensificacién, o mejor, ubicando un cierto fragmento de
las “Danzas de la Liga de David”, de Schumann, a la
precipitacién. Este cierto fragmento esta encabezado por una
indicacién: Ungeduldig (impaciente, expectante). No es el
titulo, aunque parezca “encima”, ni el idioma original de lo que
los pocos compases traducirén después. Apenas menta, con
una palida alusién, que se trata de la terminacién. Pues lo que
caracteriza este trozo es que ni “empieza” ni se “desarrolla”:
consiste en su terminacién, ¥ ademas habla de ella, ensena
—diriamos— cémo se ha de terminar. De pasada —en cuanto
a la funcién de lo musical: estructurar una conclusi n, hacer
posible, plausible, sentible, la terminacién— Winnicott ya lo
habfa descubierto, gy no es lo que nos atormenta a nosotros,
los psicoanalistas, cémo terminar?
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