Isabel nació el 16 de setiembre de 1957 en el barrio de Carabanchel, un barrio obrero de Madrid de amplias tradiciones republicanas y antifascistas. Su padre, obrero de la construcción, siempre fue un anarquista activo, luchador, de los de los viejos tiempos. Su tío materno, militante del PSOE en Leganés durante la guerra, tuvo que exiliarse a Francia y jamás pudo regresar. Su historia era, pues, la de todos los antifascistas de la posguerra, una historia de hambre, persecución y resistencia. A finales de 1976, con sólo 19 años, se integró en nuestro Partido, y siempre se caracterizó por su abnegación y su entrega. Entonces estudiaba en el Colegio Alemán de Madrid y le habían concedido una beca para seguir sus estudios en aquel país, pero lo dejó todo para iniciarse en la lucha organizada contra el fascismo. Muy pronto, en febrero de 1977, fue detenida en Barcelona cuando repartía la propaganda de nuestro Partido entre los obreros en una estación del metro. El suceso es característico del ambiente de la transición política: se produjo un tiroteo con un policía que apareció por el andén porque, afortunadamente, nuestros camaradas llevaban protección armada para defender nuestro derecho a difundir las ideas revolucionarias y pudieron repeler el ataque. El policía cayó fulminado de un balazo y durante la detención los torturadores se emplearon a fondo: en la comisaría le rompieron la columna vertebral a Isabel y le causaron una lesión irreversible en la espalda. Estuvo presa cinco meses en la cárcel de mujeres de la Trinidad (Barcelona) y salió con una fianza de 8.000 pesetas, 48 euros. Duró poco tiempo en libertad porque en diciembre de 1977 volvió de nuevo a ser detenida en Madrid por el famoso juez Gómez Chaparro, antes verdugo del Tribunal de Orden Público, luego transferido a la Audiencia Nacional. ¿El motivo? Que se negaba obstinadamente a hablar, es decir, a delatar y a proporcionar informaciones a los represores. Estuvo un año en la prisión de mujeres Yeserías (Madrid), de la que salió en diciembre de 1978, ya que fue absuelta en el juicio que se celebró. Pasó a vivir en Parla, trabajando de contable en Madrid, al mismo tiempo que seguía realizando trabajo de propaganda para nuestro Partido. Fue detenida en Córdoba el 22 de junio de 1979, acusada, junto a otros tres miembros de nuestro Partido (el cantaor flamenco Paco Moyano, el escultor Javier Herranz y Carmen Cayetano), de robar material de imprimir en un almacén de la calle José Ortega y Gasset de Madrid. La represión fue espeluznante. A su abogado, Juan Manuel González Berzosa, le amenazaron y le llegaron a colocar una bomba explosiva en su coche, aparcado junto a su despcho profesional en Madrid. No obstante, fue puesta en libertad provisional con una fianza de 30.000 pesetas (180 euros). Nunca mejor dicho lo de la libertad provisional: fue nuevamente detenida en Madrid y nuevamente torturada bestialmente en la calle en el mismo momento de la detención. Los vecinos y compañeros de trabajo se lanzaron contra la policía en la calle Leganitos para defender a nuestra camarada que estaba siendo apaleada en la misma vía pública. Esta vez no hubo salida: fue condenada a ocho años de prisión por el robo de la maquinaria de imprenta de la calle Ortega y Gasset, de los que cumplió cinco en la cárcel de mujeres de Carabanchel. Las vías pacíficas y legales no habían servido para nada, salvo para soportar un atroz calvario de persecuciones, torturas y cárcel. Cuando salió en libertad, apenas duró un par de meses en su casa. Era preferible coger la pistola y pasar a la clandestinidad inmediatamente que esperar resignadamente otra nueva detención y otra nueva paliza. Isabel no se lo pensó dos veces y se incorporó a los GRAPO. Toda su familia, sus dos padres y sus cuatro hermanos, han venido soportando durante treinta años todo tipo de agresiones, detenciones y presiones. En 1978, varios de sus hermanos fueron también detenidos y encarcelados, saliendo posteriormente libres sin cargos. En el domicilio de sus padres se detectaron dos veces micrófonos y escuchas ilegales de la policía. La última vez en 1986, salió incluso el reportaje en la prensa y aunque se cogió el emisor policial y se presentó como prueba palpable, nadie fue juzgado por ello. En 1992, Pedro, su padre, fue apaleado salvajemente por elementos nazis en el puesto de AFAPP del Rastro madrileño. Al poco fue detenida Candelas, su madre, ya cuando contaba más de sesenta y muchos años. En total su madre, siempre activa en todos los movimientos de solidaridad, fue detenida y torturada en más de diez ocasiones por la policía. Dos años después de muerta, en 1995, la policía política registró y puso patas arriba la vivienda de un hermano de esta militante comunista caída en acción.
La Gran RevolucióN de Octubre Y Los Intelectuales Páginas de La Historia de La Incorporación de Los Intelectuales de La Época Zarista A La Construcción Del Socialismo