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Informe del proyecto
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VULNERABILIDAD DEL SUELO DE CONSERVACION DEL
DISTRITO FEDERAL ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y
POSIBLES MEDIDAS DE ADAPTACIÓN
México, 2009
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PARTICIPANTES
Responsable
DR. GILBERTO VELA CORREA
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
Departamento El Hombre y su Ambiente
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Laboratorio de Edafología
Co-Responsable
DR. JORGE LÓPEZ BLANCO
Departamento de Geografía Física
Instituto de Geografía, UNAM.
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Participantes:
DRA. MARIA DE LOURDES RODRÍGUEZ GAMIÑO
Departamento de Geografía Física
Instituto de Geografía, UNAM.
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I N D I C E
1. Introducción. 5
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3. Revisión de Literatura 18
4. Metodología 30
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5. Resultados y Discusión 39
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5.2.1. Áreas forestales naturales. 46
6. Conclusiones 58
7. Literatura Citada 59
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Anexos 62
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VULNERABILIDAD DEL SUELO DE CONSERVACION DEL
DISTRITO FEDERAL ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y POSIBLES
MEDIDAS DE ADAPTACIÓN
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1. INTRODUCCIÓN
El cambio climático global es uno de los principales problemas que enfrenta el mundo de hoy
y algunas manifestaciones de dicho cambio es el incremento de cerca de medio grado
centígrado desde el siglo pasado (Ciesla, 1996). Por estos días el cambio climático y una
surtida lista de fenómenos asociados como olas de calor, tormentas, sequías, huracanes,
inundaciones, derretimiento de los polos y de glaciares no dejan indiferente a nadie. Es muy
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probable que los cambios climáticos sufridos en el planeta sean resultado de la acción humana,
particularmente por la liberación de gases de efecto invernadero resultantes de sus actividades.
La preocupación por el cambio climático no es nueva, sin embargo, los últimos informes
parecen ser más contundentes y cada vez más alarmantes (Chorlaví, 2007).
El cambio climático acelerado es resultado de la actividad humana, específicamente
por la intensidad con la que utilizamos combustibles fósiles, y por la destrucción y pérdida de
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grandes áreas de selvas y bosques. Sin acciones para mitigarlo, el cambio climático puede
traer en el mediano y largo plazos alteraciones irreversibles de los balances biológicos que
hacen posible la vida en el planeta. Por lo pronto, estos cambios de clima tienen ya efectos
negativos sobre comunidades humanas en prácticamente todo el mundo, lo que se refleja en
pérdida de vidas y en altísimos costos económicos.
Desde el año 2004 la estrategia de reforestación en el Suelo de Conservación del
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Distrito Federal (SC-DF) se reorientó en dos vertientes: la conservación de las zonas boscosas
mediante el Programa de Reforestación Rural, desarrollando acciones puntuales de reposición
y mantenimiento de plantaciones ya establecidas; y el incremento de la superficie forestal,
mediante el Programa de Reconversión Productiva de terrenos agrícolas o a través de cortinas
rompevientos.
Bajo esta perspectiva, a través de los Programas de Reforestación Rural y
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millones 538 mil 425 árboles y arbustos en el suelo de conservación; esta cifra se incrementa a
2 millones 657 mil 119 ejemplares plantados, considerando la reforestación de barrancas que
han realizado distintas delegaciones, así como las plantaciones para la restauración de terrenos
boscosos de propiedad social, que realizan núcleos agrarios con apoyo de la Comisión
Nacional Forestal (CONAFOR) y asistencia técnica de la Secretaría, a través del Programa de
Conservación y Restauración de Ecosistemas Forestales (PROCOREF).
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De acuerdo con las metas establecidas en estos programas, al finalizar el año el Suelo
de Conservación del Distrito Federal se habrá enriquecido con la plantación de poco más de 4
millones de plantas, todas ellas nativas y adecuadas a las condiciones de cada sitio.
El seguimiento y la coordinación del Programa de Reforestación Rural está a cargo del
Comité Técnico de Reforestación y Restauración de Suelos, integrado por CORENADER, la
Gerencia Regional XIII "Valle de México” de CONAFOR, siete delegaciones políticas que
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cuentan con suelo de conservación y los Núcleos Agrarios que participan en las actividades.
Este Comité cuenta con una Contraloría Social integrada por los núcleos agrarios, que se
encuentra a cargo de la supervisión de los trabajos y del cumplimento de metas, con la
asistencia técnica de CONAFOR y CORENADER.
A través del programa de reconversión productiva, desde 2002 se han incorporado al
uso forestal 1 mil 5 hectáreas de terrenos en propiedad de 16 núcleos agrarios,
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reconvirtiéndose en el último año el 35% de esa superficie (352 hectáreas) con plantaciones de
árbol de navidad y especies maderables y frutícolas. Las 653 que se reconvirtieron en el
periodo 2002 al 2004, se reforestan con 3.7 millones de plantas, de las cuales 0.8 millones son
reposición en áreas de baja supervivencia (de acuerdo con evaluaciones anuales), plantando
diez especies entre las que destacan Pinus ayacahuite (Pino vikingo 70%), Pinus hartwegii
(Pino de altura 14%) y Golden deliceus (Manzana 6%); el 76.6% corresponden a plantaciones
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de abastecimiento de plántulas para la reforestación en el Suelo de Conservación y está
especializado en la producción de plantas nativas de los ecosistemas forestales de la Cuenca de
México y produce 38 especies diferentes, entre las que destacan: Pinus ayacahuite, Pinus
montezumae, Pinus hartwegii, Abies religiosa y Quercus spp; así como especies frutícolas que
se emplean para la reconversión productiva. Este vivero tiene como meta producir 3.5
millones de plantas para ese año.
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El pago de incentivos a la reforestación rural se inició en la administración pasada, con
la finalidad de otorgar estímulos económicos a los propietarios de terrenos que realizaran
actividades de establecimiento y conservación de plantaciones forestales. Durante esta
administración se ha dado continuidad al programa, concertando con las comunidades y ejidos
los trabajos de reforestación y buscando que los recursos otorgados, provenientes de un
proyecto financiado por el Fondo Ambiental Metropolitano, beneficien al conjunto de núcleos
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agrarios que participan en él.
Su implementación a través de los programas de Reforestación Rural y Reconversión
Productiva, ha tenido efectos sociales y ambientales positivos, ya que además de aportar
recursos que mejoran la economía de los grupos campesinos de la zona, se ha incrementado la
cobertura forestal de la Ciudad, generando condiciones que en su conjunto mejoran la calidad
de vida, al contar con mejores servicios ecosistémicos.
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fue 0.54°C superior al promedio de los 123 años previos (1880-2003), siendo el cuarto año
más caluroso en la historia (Smith et al., 2005).
Los gases de efecto invernadero podrían reducirse a través de dos procesos: reducción
de emisiones antropogénicas de CO2 o creación y mejoramiento de los sumideros de carbono
en la biosfera. La forestería puede contribuir a la mitigación del calentamiento global mediante
la conservación, el secuestro y el almacenamiento y la concentración de carbono atmosférico
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(Andrade, 2003). De igual manera, los sistemas agroforestales podrían remover cantidades
significativas de carbono de la atmósfera, ya que las especies arbóreas pueden retener el
carbono por un tiempo prolongado, principalmente en su madera. Sin embargo la cantidad de
investigación realizada en agroforestería es poca en comparación con la de otros usos de la
tierra, como los bosques y plantación forestal y aún falta conocer mejor el potencial de estos
sistemas para secuestrar carbono (Andrade, 2003).
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Uno de los servicios ecosistémicos que proporciona el suelo es el secuestro de carbono.
La capacidad para llevarlo a cabo varía de acuerdo con el tipo de suelo y sus características,
historial de manejo y factores ambientales (Vergara et al., 2004). La transferencia de carbono
estabilizado de la vegetación al suelo es un proceso importante para abatir las concentraciones
elevadas de CO2 atmosférico (Vergara et al., 2004). El carbono orgánico del suelo (COS) es
un componente importante del ciclo global del Carbono, ocupando un 69.8% del C orgánico
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al., 2008).
El almacenamiento de carbono y su liberación por los ecosistemas forestales -ya sea a
causa de la forestación, la reforestación y la deforestación- están considerados en el Artículo
3.3 del Protocolo de Kyoto. Sin embargo, el Artículo 3.4 también considera cuando se trata del
manejo de bosques en zonas tropicales en razón de las importantes interacciones con la
captura de carbono en los suelos.
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Los bosques cubren el 29% de las tierras y contienen el 60% del carbono de la
vegetación terrestre. El carbono almacenado en los suelos forestales representa el 36% del
total del carbono del suelo a un metro de profundidad (1,500 Pg). Recientemente fue llevado a
cabo un balance completo de los bosques de Francia por Dupouey et al. (1999). Este estudio
comprendió 540 parcelas de la red europea de supervisión forestal. La media total del carbono
del ecosistema fue de 137 t C ha-1; de este total, el suelo representa el 51% (71 t), los restos
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vegetales superficiales 6% y las raíces 6%. Estos datos son muy cercanos a los proporcionados
en el último informe del IPCC (IPCC, 2000) para los bosques en Tennessee (Estados Unidos
de América). También se proporcionan datos para los bosques tropicales cerca de Manaos
(Brasil). El total de carbono en el sistema es mayor (447 t ha-1) y así como el depósito de suelo
orgánico (162 t, 36% del total).
Los ecosistemas forestales contienen más carbono por unidad de superficie que
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cualquier otro tipo de uso de la tierra y sus suelos contienen cerca del 40% del total del
carbono, por lo que son de importancia primaria cuando se considera el manejo de los
bosques.
Por lo general, en los bosques naturales el carbono del suelo está en equilibrio, pero tan
pronto como ocurre la deforestación o la reforestación, ese equilibrio es afectado.
Actualmente, se estima que cada año son deforestadas entre 15 y 17 millones de hectáreas,
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sobre todo en los trópicos (FAO, 1993) y que muy a menudo parte del carbono orgánico se
pierde dando lugar a una considerable emisión de CO2. Por lo tanto, donde la deforestación no
puede ser detenida, es necesario un manejo correcto para minimizar las pérdidas de carbono.
La reforestación, sobre todo en los suelos degradados con bajo contenido de materia orgánica,
será una forma importante de secuestro de carbono a largo plazo, tanto en la biomasa como en
el suelo
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interna de retorno muy a largo plazo, han indicado mucha de la inversión potencial de esta
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actividad. Adicionalmente, los costos capitales altos y la falta de ganancias en los primeros
años favorecen el establecimiento de monocultivos con altas tasas de rendimiento, rotaciones
cortas y políticas de costos mínimos de administración, pueden ser ambientalmente
problemáticos (Stuart y Costa, 1998).
La biomasa tiene muchas ventajas para asegurar un futuro favorable para el medio
ambiente. Los estudios sobre secuestro del carbono y la producción de carbono orgánico del
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suelo, son características importantes en los ciclos biogeoquímicos y la contribución del suelo
a las emisiones de gas del efecto invernadero. Los macroagregados (>0.25 mm de diámetro)
tienen una mayor concentración de carbono de la biomasa microbiana y del carbono
mineralizable que los microagregados, cerca de la superficie del suelo.
El incremento de la biomasa considera tanto la biomasa aérea como las raíces. Se
podrían hacer considerables avances sobre todo, en lo que se refiere a las tierras de pastoreo
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seleccionando especies y variedades con raíces profundas, lo que al mismo tiempo, mejoraría
los espacios porosos del suelo y los agregados del mismo, y de allí incrementar la capacidad
de retención de humedad, especialmente en los suelos de zonas áridas y semiáridas. Otro
componente de la biomasa y que contribuye con la formación y estabilidad de los agregados,
caracterizado por el incremento de la materia orgánica, es la población de microorganismos
(biomasa microbiana) y macrofauna (organismos con tamaño >1 cm); estos últimos
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de difusión, los mismos autores han conseguido un excelente intercambio para los suelos, con
mejor estado de agregación y mayor actividad biológica. Por tal razón, la materia orgánica y
los organismos vivos asociados a la misma, juegan un papel principal en la agregación del
suelo en diferentes escalas de su organización, tanto a micro como a macronivel. La
agregación y los procesos de captura de carbono están estrechamente asociados. Muchas
propiedades dependen de la estructura del suelo y de su estabilidad, de la retención de agua y
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su liberación para las plantas, de la tasa de infiltración y de la resiliencia de la erosión y de
otros procesos físicos de degradación.
Se conoce como sumidero todo sistema o proceso por el que se extrae de la atmósfera
un gas o gases y se almacena. El Protocolo de Kyoto – instrumento auspiciado por Naciones
Unidas para compartir la carga y responsabilidad de las emisiones de gases de efecto
invernadero (CO2, N2O, CH4, HFC, PFC, SF6) – reconoce el papel de la biomasa y de los
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suelos como sumideros de C. Así, autoriza a los países firmantes a descontar de sus emisiones
la fijación de gases de efecto invernadero que tenga lugar mediante actividades suplementarias
(actividades de uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y selvicultura). Por lo tanto, la
fijación de CO2 atmosférico en biomasa y en suelos que se derive de actividades agrícolas,
pecuarias y forestales puede suponer una importante ayuda a la hora de cumplir con los
compromisos de reducción de gases acordados para cada país.
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La vegetación actúa como sumidero de CO2, al extraer este gas de la atmósfera
mediante la fotosíntesis y acumular en sus tejidos el carbono fijado. Parte del carbono presente
en la biomasa vegetal se libera a la atmósfera en los procesos de respiración (durante el ciclo
de vida de la planta) y de descomposición (una vez los tejidos vegetales han llegado al final de
su ciclo), mientras que el resto del carbono se acumula en la madera (sumidero temporal) y en
la materia orgánica del suelo (sumidero relativamente permanente). En ecosistemas terrestres
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naturales este proceso de acumulación de carbono alcanza, con el tiempo, un valor de stock de
carbono orgánico estable o en equilibrio que depende de, entre otros factores, la especie
vegetal, el clima, la topografía, la litología, y el tipo de suelo. Las perturbaciones que se
producen, como laboreo, talas masivas, incendios, erosión, etc., afectan a la dinámica del
carbono de los ecosistemas terrestres que, a menudo, han pasado a actuar como fuente de
carbono.
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(MOS). Existen varias prácticas en las formas de manejo del suelo que pueden ser usadas para
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aumentar el contenido de materia orgánica tales como el incremento de la productividad y
biomasa, la fertilización y la irrigación. El cambio climático global puede tener un efecto
similar. Las fuentes de materia orgánica también incluyen residuos orgánicos, composta y
cultivos de cobertura.
Las principales formas de obtener un incremento de la MOS están asociadas a la
agricultura de conservación, especialmente referidas a la labranza mínima y/o cero, así como
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el uso de cobertura vegetal continua y protectora, formada por materiales vegetales vivos o
desechos de éstos sobre la superficie del suelo. No obstante, en suelos sin cultivos
(condiciones naturales) el carbono orgánico es protegido, mientras que bajo el cultivo
convencional, hay una perturbación de la tierra la cual, se podría reflejar con el mayor
secuestro del carbono orgánico y la calidad de la tierra con las mejoras en el estado de
agregación.
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La forestación/reforestación de terrenos desarbolados de áreas de cultivos marginales,
y de áreas degradadas son las actuaciones que suponen mayores incrementos de
carbono en los sumideros (0.3 – 1.0 t C ha-1 año-1 en suelos; 0.7 – 7.0 t C ha-1 año-1 en
biomasa).
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gestión de pastos cuando los factores climáticos, topográficos, edáficos, e hidrológicos
sean favorables a este uso. Con ello se estiman unos incrementos de carbono en el
suelo del orden de 0.2-0.5 t C ha-1 año-1.
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59% de la entidad, con características climáticas, topográficas y edafológicas que hacen
posible la existencia de ecosistemas (bosques, matorrales y pastizales) en distintos estados de
conservación, además de campos agrícolas, todos de vital importancia para los habitantes de
esta ciudad por los Servicios Ambientales que aportan. Este sitio corresponde al llamado
Suelo de Conservación del Distrito Federal (SC) y su administración está a cargo de la
Secretaría del Medio Ambiente (DDF, 1997).
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Ambientalmente, el SC constituye el principal elemento de estabilización de suelos y
conservación de los ciclos hidrológico y biogeoquímicos, así como un medio importante para
la captura de carbono y retención de partículas suspendidas. Por su parte, el Gobierno del
Distrito Federal está impulsado el estudio y aplicación de pago de servicios ambientales. Es
así, que durante los programas de reforestación que se han llevado a cabo durante el periodo
de 1998 al 2002 se han plantado del orden de 50 millones de árboles, arbustos y frutales en
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de los gases tipo invernadero, donde destacan: 1). Elaborar el inventario de emisiones de gases
de efecto invernadero; 2). Realizar el estudio de vulnerabilidad de la ZMVM; 3). Proyecto de
norma de calentamiento solar para el D.F.; 4). Elaborar un proyecto para la venta de carbono
capturado por reforestación; 5). Cuantificar las emisiones de GEI por la ejecución de
programas y proyectos del Gobierno del DF; 6). Construir corredores de transporte público;
7). Implementar un programa de sustitución de taxis y microbuses, y de conversión de
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microbuses al uso de gas natural comprimido; 8). Ejecutar un programa de sustitución de
diesel, gasóleo y combustible en la industria; 9). Limitar el rendimiento vehicular (km/l) de los
taxis que circulan en el D.F.; 10). Fortalecer el programa de prevención y combate de
incendios forestales; 11). Evitar el cambio de uso de suelo; 12). Continuar con el programa de
reforestación y plantaciones forestales; y 13). Controlar las emisiones de metano en los
rellenos sanitarios.
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A este respecto el SC representa una parte sustancial del ciclo de carbono, por su
riqueza forestal, tiene una alta capacidad de retención por unidad de superficie, para
concentrar este elemento en la vegetación y en los suelos con respecto a otros. Se estima que
el reservorio de carbono varía por los cambios de uso de suelo. Es importante mencionar que
el cambio de uso de suelo que se presenta en el Suelo de Conservación, principalmente el
agrícola se caracteriza por un elevado uso de agroquímicos y prácticas de labranza
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mecanizada, este último aspecto contribuye en la erosión acelerada del suelo. En cuanto a la
ganadería extensiva, las prácticas comunes son la quema de residuos agrícolas e incendios no
controlados para el rebrote de pastos, los cuales emiten gases tipo invernadero hacia la
atmósfera.
El funcionamiento natural de los ecosistemas que forman parte del Suelo de
Conservación, además de fortalecer su capacidad como sumidero de carbono, es fundamental
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para el mantenimiento del ciclo hidrológico de la Cuenca de México, ya que abarca las zonas
más importantes para la recarga del acuífero, además de brindar otros servicios ambientales.
Sin embargo, en el espacio del Suelo de Conservación del DF se presenta una pérdida
importante de superficie con efectos negativos en recursos y procesos naturales vitales,
además de emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, la restauración, el cuidado y
la ampliación de la superficie del Suelo de Conservación mediante la recuperación de zonas,
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se convierten en acciones que contribuyen a mitigar las emisiones de GEI al ampliar la captura
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de carbono, además de reducir la vulnerabilidad del Distrito Federal a eventos climáticos
extremos.
Con la realización de este trabajo, se contará con información sobre la dimensión del
carbono orgánico total en el suelo y su distribución espacial en un mapa a escala 1:50,000
considerando las áreas con vegetación natural, las zonas de reforestación, así como las que se
encuentran con uso agrícola y pecuario. Lo anterior es de suma importancia ya que al contar
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con datos sobre la capacidad de almacenamiento de carbono según la cobertura de uso de
suelo, se podrán evaluar a partir de parámetros cuantitativos la viabilidad de los programas de
reforestación que se han implementado desde el año 2004, como una forma de mitigar el
cambio climático en el Suelo de Conservación, considerado como el principal reservorio de
carbono del Distrito Federal.
Con la obtención datos sobre el carbono orgánico en los suelos, se contará con un
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parámetro de medición en los sitios reforestados, ya que la cantidad de carbono puede ser un
indicador de crecimiento y desarrollo de la vegetación en las áreas reforestadas.
Los objetivos de este trabajo son: 1) Evaluar el carbono orgánico total en suelos con
vegetación natural, áreas reforestadas y agrícolas en el Suelo de Conservación del Distrito
Federal; y 2) Contar con indicadores que permitan conocer la viabilidad, vulnerabilidad y
capacidad adaptativa de las políticas públicas aplicada ante el cambio climático en materia
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2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
La Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), señala que anualmente se pierden en el Distrito
Federal 200 ha., de bosque a causa del crecimiento de la mancha urbana y por la tala, pastoreo
y quemas para la agricultura (Teorema, 2008), por lo que las políticas establecidas para el
mantenimiento de la plantación y con la finalidad de garantizar su permanencia, el Programa
de Reforestación, del ciclo de lluvias del 2002, se orientó a la reposición de planta muerta por
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incendios, pastoreo, vandalismo, heladas, sequía o de muerte natural, ente otras.
Particularmente en el Distrito Federal, durante el periodo de 1998 al 2002 se han
plantado en el SC 50 millones de árboles, arbustos y frutales en una superficie aproximada de
31,100 ha con densidades promedio del orden de 1,500 árboles ha-1. Con ello, se pretende
consolidar y fortalecer los recursos naturales mediante un programa de mantenimiento,
reposición y protección por un periodo de cinco años.
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Por otro lado, con el fin de conocer el estado de desarrollo de las plantaciones,
anualmente se realizaron dos evaluaciones de sobrevivencia, de las cuales se obtuvo un
promedio entre el 65-70% de sobrevivencia. De acuerdo a la Organización para la Agricultura
y la Alimentación (FAO), las plantaciones de carácter social que logran un 70% de
sobrevivencia se consideran como exitosas, esto es gracias a la participación directa de los
dueños o poseedores de la tierra en la reforestación, protección y cultivo.
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Los estudios sobre secuestro del carbono y la producción de carbono orgánico del
suelo, son características importantes en los ciclos biogeoquímicos y la contribución del suelo
a las emisiones de gases de efecto invernadero. Como ejemplos de la influencia global de los
procesos del suelo están los productos de la desnitrificación, tales como N2O, N2, así como los
producidos por la descomposición de la materia orgánica del suelo, como el CO2, CH4 y otros
gases asociados al ciclo del Carbono (Melillo et al., 1989; Mosier et al., 1991).
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El suelo tiene una gran capacidad de "secuestrar" carbono y se ha considerado que los
macroagregados (>0,25 mm de diámetro) tienen una mayor concentración de carbono de la
biomasa microbiana y del carbono mineralizable que los microagregados, cerca de la
superficie del suelo. (Johnson, 1992), ya que puede acumularlo por miles de años
(Schlesinger, 1990).
Por otra parte, durante un incendio forestal sin tener la presencia de un clima anómalo
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intenso, por lo regular la biomasa que se quema es, hojarasca, pastizal, rebrotes y la
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reforestación, debido a la relación causal del rebrote de pasto para generar pasto nuevo en
áreas ganaderas. En forma histórica durante el período de 1998 a 2003, la SMA registró en
promedio 859 incendios forestales por año, con una superficie de afectación de
aproximadamente 1,881 ha anuales. Cabe mencionar que las superficies afectadas por
incendios forestales son pastizales que emiten N2O y CH4 hacia la atmósfera.
Lo anterior es importante debido a que en México, no se cuenta con información
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detallada sobre los almacenes de carbono por tipo de ecosistema y uso del suelo, ni de los
flujos netos de carbono derivados de los patrones de cambio de uso del suelo a nivel regional y
hasta el momento, los pocos estudios existentes se han concentrado en los ecosistemas
tropicales y es especialmente deficiente para los bosques templados del Centro y Sur de
México (Masera, 1996; Ordóñez, 1998 y 1999; Hughes et al., 1999 y 2000; Ahedo, 2000).
Por lo que se considera que la pregunta principal a la que responde la propuesta es
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contar con información sobre los contenidos de carbono orgánico total en los diferentes tipos
de vegetación de bosque templado y áreas sujetas a reforestación en el Suelo de Conservación
en el Distrito Federal. Saber si los programas que tiene la CORENA han funcionado para la
captura de carbono, como un indicador de mitigación de cambio climático.
Con la información generada en este trabajo se contará con datos o indicadores que
servirán como herramientas de evaluación de los programas y políticas públicas que se han
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3. REVISIÓN DE LITERATURA
Actualmente uno de los temas mas importantes para la comunidad internacional es el cambio
climático, debido a que tiene efectos en todas las escalas geográficas e incide en aspectos
sociales, económicos y ambientales. El calentamiento global es provocado por el aumento en
la concentración de diversos gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, entre los que
se encuentran: el bióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el oxido nitroso (N2O), el ozono
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(O3), el bióxido de azufre (SO2) y los haloflurocarbonos (HFC). El CO2 es el gas
predominante y en los últimos 150 años su concentración se ha elevado a más del 30%,
aproximadamente (IPCC, 2007).
Para comprender la dinámica de acumulación e intercambio de GEI entre los
componentes del sistema planetario es indispensable comprender el funcionamiento del ciclo
global del carbono, identificando sus fuentes, flujos y almacenes (Figura 3.1). En los
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ecosistemas terrestres, los bosques representan importantes reservorios de carbono (C), dentro
de ellos se puede identificar a la vegetación y a los suelos como los depósitos más
significativos de este elemento químico.
El movimiento del C en las diferentes capas que forman la tierra como la atmósfera, los
océanos, la biósfera y la pedósfera consiste en varios sumideros de almacenamiento de C y los
procesos (naturales y antrópicos) de estas fuentes y sumideros intercambian C (las flechas los
C
números de la Figura 3.1, señalan las fuentes y los sumideros). Si la cantidad de carbono que
se emite de una fuente es mayor de la que se captura, entonces el proceso estará considerado
un emisor neto de C; pero si la cantidad de carbono que se emite es menor de la que se
almacena, entonces se estará considerando un sumidero neto de carbono (Ordóñez, 2008).
El ciclo del carbono se divide en componentes geológicos y biológicos. El ciclo del
carbono geológico funciona en una escala temporal de millones de años, mientras que el del
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C
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Figura 3.1. Esquema del ciclo del carbono. Los flujos en negro representan Giga toneladas
(1Gt=1x109 toneladas) de carbón, mientras que los flujos en morado son Gt de carbón por año.
Ilustración tomada de Jiménez (2007)
Desde la formación de la Tierra, las fuerzas geológicas han actuado paulatinamente sobre el
ciclo global del carbono. En periodos de larga duración, el ácido carbónico se combina poco a
poco con minerales en la superficie de la Tierra, estas reacciones forman carbonatos que
posteriormente producto del intemperismo desembocan en el océano donde terminan
sedimentándose en el fondo, después por los procesos de subducción, estos sedimentos son
empujados bajo los márgenes continentales y por razón de las fuerzas tectónicas las rocas con
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3.2. Ciclo de carbono biológico
El ciclo del carbono se inicia con la fijación del CO2 atmosférico a través de organismos
fotosintetizadores. Cuando los organismos vegetales se descomponen, se depositan y se
comprimen en el suelo, posteriormente, sufren una serie de cambios químicos para formar
turba, luego lignito y finalmente carbón. Estos fenómenos capturan y almacenan carbono, pero
las actividades mineras obtienen el carbón y el petróleo que al ser utilizados por la industria
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los convierten en CO2 volviendo de esta forma al principio del ciclo. Otra forma de regresar el
carbono a la atmósfera es a través de procesos de oxidación tales como la respiración de
plantas y animales, la descomposición de los suelos y la quema de la vegetación. La mayor
parte del carbono se encuentra en las rocas como carbonatos. Las rocas se erosionan y con el
tiempo los carbonatos vuelven al ciclo del carbono (Pérez, 2007).
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3.3 La vegetación como dinámica del carbono
Al considerar las cuestiones de captura del C en suelos, la propiedad de mayor importancia de
acuerdo con Gueye (2008), es la estabilidad de las diferentes fracciones de la materia orgánica
del suelo (MOS) y la cantidad de C encontrada en cada fracción. La estabilidad de las
fracciones del carbono orgánico del suelo (COS) queda supeditada por el comportamiento de
los materiales vegetales de los cuales se deriva la MOS ya que los diferentes componentes de
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una rápida mineralización, mientras que restos vegetales con lípidos tóxicos, taninos o resinas
serán muy lentamente degradados.
Gueye (2008), menciona que en una escala mundial los patrones de caída de hojarasca
están determinados por factores climáticos, pero en una misma condición dada la caída de
hojarasca depende del tipo de bosque. La producción anual de hojarasca y la concentración de
minerales en esta establecen la cantidad de nutrimentos regresados al suelo aprovechable para
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las plantas, la producción y acumulación de la hojarasca determina el ciclo de nutrimentos en
los bosques y refleja la productividad de los ecosistemas.
Álvarez (2005), menciona que la influencia del material parental es muy importante
sobre la proporción de MO por el tipo de arcillas e iones presentes que se pueden involucrar
con ella para favorecer la integración de los complejos órgano-minerales que la protegen de
una rápida mineralización. Las modificaciones abruptas en el relieve, la formación de
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microambientes, zonas de depositación de materiales y gradientes térmicos promueven la
mayor dinámica sobre los procesos edafogénicos.
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formas inorgánicas (carbonatos) y orgánicas. En los suelos forestales, el carbono inorgánico se
encuentra en muy pequeñas concentraciones, por lo que la gran mayoría de esta se encuentra
en forma orgánica. El suelo contiene en promedio 5% de materia orgánica, se asume que el
58% de esta corresponde a Carbono (Aviña, 2007).
Pérez (2007), sugiere que el carbono en el suelo se encuentra en los horizontes edáficos
que se forman por la intemperización física, química y biológica de la roca madre que a través
C
del tiempo construye capas por depositación de materiales. Estas capas se acumulan y
compactan, almacenando cierta cantidad de carbono. El carbono en los productos forestales es
el que se almacena durante el tiempo de vida del producto. Cuando este concluye, el carbono
se incorpora al ciclo dependiendo del proceso de degradación del mismo. Mientras mayor es el
periodo de vida de un producto forestal, el carbono será almacenado por más tiempo.
El carbono es el constituyente básico de todos los compuestos orgánicos y está
C
implicado en la fijación de energía por fotosíntesis. El carbono está tan estrechamente
relacionado con el flujo de energía que ambos elementos son inseparables. De hecho, la
productividad de los ecosistemas se expresa en términos de gramos de carbono fijados por
metro cuadrado y por año (Saugier y Pontailler, 2006).
El suelo es un elemento natural de importancia máxima para la vida de los seres vivos.
Además de brindar un medio adecuado para el desarrollo de las plantas, tiene la capacidad
para purificar, almacenar y regular el abasto de agua, y de acumular carbono y retenerlo por
varios periodos de tiempo, y transformar los residuos orgánicos que la agricultura genera,
además de constituir un elemento fundamental del paisaje (Estrada, 2007).
El carbono en el suelo puede estar presente en dos formas, Carbono Orgánico del Suelo
V
(COS) y Carbono Inorgánico del Suelo (CIS). El COS es el componerte principal de la materia
orgánica del suelo (MOS), la cual juega un papel importante en la productividad de los suelos
tropicales como reserva de nutrimentos (González et al., 2008).
El carbono orgánico del suelo (COS) almacenado en los primeros 100 cm de
profundidad es 1462-1548 Pg de Carbono (1 Pg = 1x 1015g) en el mundo. Este Carbono forma
uno de los principales compartimientos terrestres, mayor que el Carbono biótico y que el
C
22
M
atmosférico. El COS es un indicador de la calidad de suelos y sirve para detectar los cambios
en el tiempo (González et al., 2008).
El almacenamiento de carbono en los suelos forestales está influenciado por la textura
del suelo, microclima y el relieve (Klein et al., 2008). La acumulación de carbono orgánico en
el suelo (COS) es un proceso importante para mitigar efectos del cambio climático, ya que el
suelo, además de ser un sumidero, es un reservorio de carbono estabilizado (Etchevers, 2006).
C
Los aspectos del ciclo del carbono estudiados en México están asociados principalmente a la
biomasa aérea, pero poco se conoce sobre la dinámica de acumulación de COS. Este
conocimiento puede contribuir al mejor entendimiento de la dinámica de carbono por cambios
de uso de suelo y de los impactos de una reforestación como un servicio ambiental (Salomón
et al., 2007).
El Carbono Orgánico del Suelo (COS), es una fuente de alimento para la mayoría de la
C
vida en el suelo, que a su vez sustenta a plantas superiores que existen como parte de sistemas
ecológicos terrestres más complejos (Klein et al., 2008). El incremento del COS depende de la
cantidad y calidad de los residuos, pero también, del tipo de suelo inserto en una condición de
clima (temperatura y humedad entre otros) que dará la capacidad potencial con las que las
tasas de entrada y salida se produzcan (Sandoval et al., 2003). El aumento de Carbono
Orgánico del Suelo esta en función de la tasa de descomposición de residuos de cosechas
C
como raíces de plantas y otros materiales orgánicos que retornan al suelo, de la cantidad y
descomposición de los mismos (Follett, 2001).
El secuestro de carbono en el suelo ocurre teniendo a las plantas como paso
intermedio. Las plantas convierten el CO2 de la atmósfera en tejido vegetal mediante la
fotosíntesis (Rice, 2001)
La parte subterránea de los sistemas está constituida por dos grandes componentes: el
V
suelo mineral al que sea asociado material orgánico totalmente descompuesto (humus) no
visible a simple vista y que conforman los llamados compuestos órgano-minerales; y otra de
origen biótico, conformada por las raíces y los residuos orgánicos sin descomponer de origen
animal o vegetal. Cuando mueren las plantas, el carbono de las hojas, tallos y raíces se
descompone y pasa a formar parte de la materia orgánica del suelo (Etchvers et al., 2005).
Por otro lado el secuestro de carbono, aumenta la calidad del suelo y mejora su
C
capacidad como regulador ambiental. El efecto del carbono sobre la calidad del suelo se refleja
23
M
en la modificación de algunas propiedades características de éste, como puede ser la estructura
del suelo, la profundidad de las raíces, la capacidad de agua disponible, la biodiversidad y las
reservas de los nutrientes (Estrada, 2007).
Los procesos que aumentan el contenido del COS son la producción de masa, la
humificación, la agregación y la deposición de sedimentos, los que disminuyen el COS son la
erosión, la lixiviación y la descomposición de materia orgánica. Durante estos procesos, una
C
parte del carbono es reciclado a la atmósfera como CO2, y otra se integra a los materiales
descompuestos y forma ácidos húmicos, fúlvicos y huminas, sustancias que participan en la
agregación del suelo (Figura: 3.1) (Ortíz y Ortíz, 1995).
Existen diversos factores que incrementan el Carbono Orgánico del Suelo, la
acumulación de residuos de plantas y animales en diferentes estados de descomposición
(Estrada, 2003). La humedad del suelo también tiene un efecto positivo en la acumulación de
C
la MOS, a medida que la humedad del suelo se incrementa, la MOS también lo hace. Los
suelos mal drenados tienen un mayor contenido de materia orgánica que los bien drenados,
debido a la humedad y la mala aireación (Estrada, 2003).
El contenido total de materia orgánica del suelo MO se considera como un indicador
del contenido de carbono en el suelo. Los principales componentes de la materia orgánica del
suelo son los polisacáridos. A los distintos componentes de la MO se le denomina reservas
C
orgánicas del suelo, cuando la materia orgánica se mineraliza y se humifica se una a las
partículas finas del suelo formando complejos arcillo-húmicos (Báez, 2008).
24
M
3.7. El carbono en los complejos órgano-minerales del suelo.
En varios estudios se ha mencionado que existe fuerte correlación entre el contenido de
carbono en el suelo y el contenido de arcillas, principalmente en suelos forestales, Nichols
(1984) y Monreal et al., (1997) han mencionado que existe una fuerte asociación entre el
carbono de los agregados del suelo y las arcillas expandibles y la formación de complejos
C
órgano minerales en el suelo que es un mecanismo importante en el secuestro de carbono así
como mejoramiento de la estructura del suelo a través de la formación de estos compuestos.
Los minerales de arcilla intervienen de manera importante en la formación y
estabilidad de agregados del suelo, la cantidad y naturaleza de la fracción mineral está
estrechamente relacionada con la cantidad, calidad y el grado de estabilización de la materia
orgánica en el suelo (Parfitt et al.; 1997).
C
La capacidad de los suelos para proteger la materia orgánica también depende de su
composición mineral, la cual influye en las interacciones covalentes entre las superficies
minerales y moléculas orgánicas. Las uniones covalentes y las interacciones no covalentes
entre las unidades estructurales de las moléculas orgánicas influyen de manera determinante
en la estabilización química del carbono. La heterogeneidad y el tamaño molecular de las
sustancias humicas son importantes. La degradación microbiana es más lenta cuando las
C
moléculas orgánicas son demasiado grandes para pasar a través de membranas celulares.
A los modelos para estudiar los procesos claves que controlan la estabilización del
carbono a escala espacial y temporal que permita predecir cambios de carbono en el suelo, se
ha incorporado variables como la textura del suelo y de manera especifica el contenido de
arcilla debido a que esta controla la estabilización del carbono en el suelo (Parfitt et al., 1997).
V
25
M
las raíces de las plantas y la respiración de la biomasa microbiana que convierten al C de
forma orgánica a forma inorgánica por un proseo de oxidación, generando CO2 (Baez, 2008).
El grado de oxidación de la MO en los suelos agrícolas depende del manejo agrícola.
Al reducir la labranza, incluir leguminosas, rotar cultivos, fertilizar apropiadamente tierras
marginales, ocurre una reducción en el flujo de CO2 en el suelo. El secuestro de C en los
suelos ocurre cuando la incorporación de residuos orgánicos es mayor que la pérdida de de C
C
por emisión de CO2 resultado de la oxidación biológica de la MO y respiración de las raíces
(Baez, 2008).
El suelo definido como el conjunto de materia no consolidado en la superficie terrestre
que resulta de la interacción a través del tiempo, clima, material parental, organismos y
relieve, contiene dos principales tipos de carbono: el carbono inorgánico, presente
principalmente en forma de carbonatos y el carbono orgánico (Schlesinger, 1991) El carbono
C
orgánico del suelo está presente en distintas formas: la fracción ligera, que a su vez esta
compuesta por material orgánico particulado, la fracción ligera (no húmica) del C y la biomasa
microbiana (García y Ordoñez, 1999).
La fracción húmica. Esta clasificación del carbono orgánico del suelo, está basada en la
susceptibilidad a la descomposición microbiana. Las diferentes proporciones en cada una de
las fracciones permiten entender la naturaleza de la dinámica del carbono.
C
La fracción ligera y la biomasa microbiana son formas lábiles o activas del carbono
orgánico y en ellas se encuentra la mayor concentración de carbono que se recicla dentro del
sistema, las formas más móviles y de mayor intercambio dentro del sistemas del suelo (Lal,
2003).
Las existencias de carbono orgánico presente en los suelos naturales representan un
balance dinámico entre la absorción de material vegetal muerto y la pérdida por
V
descomposición (mineralización) (Figura. 3.2). Según la FAO (2002), el mayor porcentaje del
carbono del suelo se encuentra en las fracciones húmicas, pero las otras fracciones activas son
las encargadas de los flujos dentro del suelo. Las existencias de carbono orgánico en los suelos
representan un balance dinámico entre la absorción de material vegetal muerto y la perdida por
descomposición. Los diferentes reservorios de carbono que existen en el suelo tienen distintos
tiempos medios de residencia variando de uno a pocos años, dependiendo la composición
C
26
M
Los depósitos de materia orgánica del suelo se encuentran en equilibrio dinámico con
factores externos como el clima, pero también puede ser fuertemente modificado por los
cambios en el uso del suelo. Mientras que los factores del suelo y los procesos pedogenéticos
son importantes para explicas el almacenamiento de carbono o los reservorios en largos
periodos, los cambios de cobertura vegetal o uso de suelo determinan los cambios en la
captura de carbono en periodos mas cortos (FAO, 2002).
C
C
C
27
M
El funcionamiento de los duelos depende en gran proporción de las propiedades
bioquímicas ya que de ellas depende el estado de las principales funciones edáficas
productivas, filtrantes y degradativas. Por lo tanto la actividad biológica y bioquímica del
suelo es de importancia en el mejoramiento de la fertilidad de los hábitats terrestres y
consecuentemente del funcionamiento de los ecosistemas forestales. Los suelos que se
desarrollan bajo una vegetación madura presentan una alta calidad ambiental y funcionan
C
como sistemas de equilibrio activos y forestales (Doran y Parkin 1996).
La presencia de la actividad humana es otro de los factores que influyen sobre la
calidad del suelo y su deterioro progresivo. Los daños al suelo alteran los ciclos hidrológicos y
de nutrimentos y aumenta el calentamiento global, a consecuencia de la disminución en
captura de carbono. El secuestro de C en la materia orgánica del suelo es un aspecto de
considerable importancia, pues aumenta la calidad del suelo al mejorar su fertilidad, estructura
C
y participa en los ciclos de nutrimentos y como centro de demanda de C para ayudar a mitigar
el incremento de CO2 en la atmosfera. (Swift, 2001).
son importantes como reguladores del clima global. Del carbono contenido en los bosques
aproximadamente dos terceras partes se encuentran en la materia orgánica del suelo y una
tercera parte en la vegetación (Raison et al., 2001). Los bosques tienen la capacidad de
acumular carbono en grandes cantidades suficientemente grandes como para afectar el
contenido de éste en la atmosfera, por lo tanto las superficies fragmentadas influyen
drásticamente en los capitales de Carbono (Dale, 1994).
V
28
M
El CO2 atmosférico es incorporado a los procesos metabólicos de las plantas mediante
la fotosíntesis. Parte del carbono asimilado es liberado mediante la respiración de los
vegetales. El resto del carbono permite la creación de biomasa y el desarrollo de raíces, ramas,
hojas y troncos de los arboles (Bonan, 2002). Los componentes de la copa aportan materia
orgánica al suelo, que al degradarse dan origen al humus, este proceso de descomposición
aporta nuevamente CO2 a la atmosfera. A su vez los troncos aumentan su diámetro y altura.
C
Cuando se extrae la madera para obtener distinto productos utilizados y termina el periodo de
vida de estos materiales se degradan y aportan carbono al suelo a la atmosfera. El carbono se
encuentra almacenado en los arboles mientras constituye alguna estructura del mismo, en el
momento de ser liberado por descomposición o quema de biomasa, el CO2 fluye y regresa al
ciclo del carbono (Ordoñez, 1999)
C
C
V
C
29
M
4. METODOLOGÍA
C
Federal se ha establecido como Suelo de Conservación (figura 3). Por su riqueza natural y por
la importancia de los servicios ecosistémicos que presta a los habitantes del área urbana, es de
fundamental importancia para su atención, cuidado y conservación ambiental biofísica.
El Suelo de Conservación es un importante patrimonio natural de la ciudad, que
proporciona “servicios ambientales” centrales para la sustentabilidad como la captación e
infiltración de agua hacia el acuífero de la ciudad de México, la regulación del clima, el
C
mejoramiento de la calidad del aire, el mantenimiento de la biodiversidad endémica de la
cuenca, entre otros.
El relieve del Distrito Federal esta compuesto por una llanura lacustre y sierras de
origen volcánico entre las que destacan las Cruces, Ajusco, Chichinautzin, Cerro de la
Estrella, Santa Catarina y Guadalupe. Cuenta con bosques de oyamel, pino y encino, que
interactúan con arbustos, herbáceas, cactáceas y pastizales. En las planicies se encuentran
C
coberturas de vegetación propia de las márgenes de los lagos, y en lo que queda de ellos,
distintas plantas acuáticas. Esta riqueza de hábitat, permite la existencia de una gran
diversidad de faunística.
Su clima es semifrío en las partes altas y templado húmedo en las partes medias y
bajas. La temperatura media anual es de 16° C, con extremos de 36° y 7° C. El mes más frío
es enero y mayo el más cálido. La precipitación media anual es de 948.7 mm (CORENA,
V
1995).
El funcionamiento natural de los ecosistemas del Suelo de Conservación, además de
fortalecer su capacidad como sumidero de carbono, es fundamental para el mantenimiento del
ciclo hidrológico de la Cuenca del Valle de México, ya que abarca las zonas más importantes
para la recarga del acuífero. Se estima que el Suelo de Conservación provee entre el 60% y el
70% del agua que consume la Ciudad de México. Comprende el área rural que se localiza al
C
sur y al sur poniente del Distrito Federal. Incluye la Sierra del Chichinautzin, la Sierra de las
30
M
Cruces y la Sierra del Ajusco al sur y al poniente; al oriente el Cerro de la Estrella y la Sierra
de Santa Catarina, así como las planicies lacustres de Xochimilco, Tláhuac y Chalco; y al
norte, la Sierra de Guadalupe y el Cerro del Chiquihuite. En total abarca una superficie de
87,310 hectáreas.
El Suelo de Conservación proporciona refugio a más de 2,500 especies de flora y
fauna, inmersas en una extensa gama de ecosistemas y hábitat únicos, dada por su inclusión en
C
el Eje Neovolcánico, que es el hábitat del 2% de la biodiversidad mundial, y del 12% de
especies de flora y fauna de México (SMA 2007).
A pesar del amplio reconocimiento de los beneficios y servicios ambientales que el
suelo de conservación aporta a la Ciudad de México, en este espacio convergen actores que
generan condiciones para el cambio de uso de suelo y, por tanto, para la pérdida de superficies
y con el subsecuente deterioro de recursos y procesos naturales vitales. Sin duda la
C
problemática que enfrenta el suelo de conservación responde a una diversidad de factores, el
más importante de ellos es la acelerada urbanización de la Ciudad de México, que en los
últimos 60 años ha avanzado a razón de cerca de una hectárea por día. Esta urbanización está
determinada, entre otros factores, por la escasez de suelo accesible para vivienda de interés
social, y por el alto costo que significa acceder a la compra de una vivienda. Al deterioro de
los ecosistemas del Suelo de Conservación contribuye, también, el manejo inadecuado de los
C
31
M
C
Volcán Tláloc
C
Figura 4.1. Localización del área de estudio sobre el mapa de relieve sombreado del Suelo de
Conservación del D.F.
C
32
M
En total, se trabajaron 50 sitios de muestreo de suelos y vegetación reforestada (Figura
4.2) en el área considerada como Suelo de Conservación (SC). Esos sitios se eligieron de
acuerdo con la información de sitios reforestados de la Comisión de Recursos Naturales
(CORENA).
C
C
C
V
C
Figura 4.2. Sitios de muestreo de suelos y vegetación en el Suelo de Conservación del D.F.
33
M
4.3. Trabajo en Campo
Las mediciones de los árboles se tomaron en áreas con vegetación natural, reforestadas y en
terrenos de uso agropecuario. En cada sitio, se determinó la cobertura del suelo, y se tomaron
muestras de suelo utilizando una barrena tipo “holandés” a una profundidad de 0-30 cm., cada
muestra se guardó en bolsas de polietileno, etiquetadas, para su posterior procesamiento en
laboratorio (Figura 4.3). Cabe mencionar que los contenidos de carbono en el suelo dependen
C
de los factores relacionados con la formación del suelo, pero pueden ser fuertemente
modificados, degradados o mejorados por los cambios en el uso y el manejo de la tierra.
C
C
Para contar con datos sobre la vegetación se establecieron círculos de muestreo. Cada
círculo se trazó con apoyo de cintas métricas midiendo un radio de 8.9 m., considerando un
V
árbol como centro. Con apoyo de banderines se estableció el perímetro del círculo y se midió
la altura y el diámetro a altura de pecho (DAP) de los árboles. La vegetación que quedaba
dentro del círculo se marco con etiquetas de colores para su posterior medición (Figura 4.4).
El DAP se midió con apoyo de un Caliper y con una cinta diamétrica. Para medir la
altura de los árboles se utilizó el método indirecto propuesto por Philip (1994), que consiste en
el uso de la trigonometría, midiendo la distancia al árbol con una cinta métrica y los ángulos
C
(oblicuángulos) de la parte superior y el ángulo a la altura de los ojos de la persona que está
34
M
junto al árbol con un Clinómetro. De igual forma, cada uno de los círculos se georeferenció
con apoyo del Global Position System (GPS) para la elaboración de los mapas en un Sistema
de Información Geográfica
C
C
9.82 m
Sup = 300 m 2
Humedad del suelo. Se determinó por el método propuesto por Jackson (1982), donde
recomienda pesar una muestra de suelo en un crisol previamente tarado y secar hasta peso
constante a 105 oC., durante 24 a 48 horas dependiendo del estado de humedad del suelo y por
diferencia de peso determinar el porcentaje de humedad.
Densidad aparente (Da). Se estimó a partir de una muestra de suelo sin alterar, por lo
que se tomara un agregado firme de un tamaño aproximado a 2 cm de diámetro. El cual se
C
sujeta con un hilo de cáñamo, posteriormente se pesa y se sumerge en parafina liquida a 60 °C,
35
M
sin que se formen burbujas, se deja enfriar y posteriormente se pesa, luego se vuelve a pesar
pero suspendido en agua (SEMARNAT, 2002).
Densidad real (Dr). Se determinó de acuerdo con SEMARNAT (2002), empleando el
método del picnómetro que consiste en pesar 5 g de suelo seco a 105 °C, introducirlo en un
picnómetro seco, previamente pesado, adicionar agua destilada hasta un tercio del volumen y
someter a succión por vacío durante 2 horas, retirar y completar volumen hasta dos tercios y
C
nuevamente someter a vacío por 1 hora, completar volumen totalmente y pesar. Pesar el
picnómetro lleno solo con agua destilada y realizar los cálculos correspondientes.
Porosidad total (Pt). Se estimó con base en los resultados obtenidos de Da y Dr de
acuerdo con la ecuación propuesta en Gavande (1981).
El pH del suelo. Se determinó en una relación 1:2.5 en H2O y suelo y en solución
salina de KCl y NaF por medio del potenciómetro marca ORION 3 Star., con electrodo de
C
vidrio y sensor en AgCl2
Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC). Es la suma de los cationes intercambiables
de un suelo, expresada en Cmol(+) Kg-1 de suelo seco a 105°C. Para realizar esta
determinación se pesa 1g de suelo y se coloca en un tubo de centrifuga; posteriormente se
agregan 5 ml de CaCl2 1N; pH 7 y mezcla con un agitador de vidrio; luego se agregan otros 5
ml de cloruro de calcio y se centrifuga durante 5 minutos a 3,000 rpm., desechando el
C
Este método se basa en la oxidación del carbono orgánico del suelo por medio de una
disolución de dicromato de potasio (K2Cr2O4) y el calor de reacción que se genera al mezclarla
con ácido sulfúrico concentrado (H2SO4). Después de un cierto tiempo de espera la mezcla se
diluye, se adiciona ácido fosfórico para evitar interferencias de Fe3+ y el dicromato de potasio
residual es valorado con sulfato ferroso (FeSO4 1N. pH 7). Con este procedimiento se detecta
entre un 70 y 84% del carbón orgánico total por lo que es necesario introducir un factor de
C
36
M
corrección, el cual puede variar entre suelo y suelo. En los suelos de México se recomienda
utilizar el factor 1.298 ó (1/0.77).
Los elementos principales que constituyen la MO son C (52-58%), O (34-39%), H
(3.3-4.8%) y N (3.7-4.1%), siendo su composición similar en suelos muy diversos. P y S
también son elementos prominentes. La estimación del carbono orgánico total se determinó a
partir de la siguiente ecuación.
C
CO= MO/1.298
Donde:
CO= Carbono orgánico total (%)
MO= Materia orgánica (%)
Cabe mencionar que el contenido de materia orgánica (MO) del suelo, es considerado
C
La adición de materia orgánica puede reducir la capacidad de retención de fósforo del suelo y,
por tanto, aumentar la eficiencia de los fertilizantes fosfatados. El contenido de materia
orgánica del suelo, está en función, entre otros factores, del clima, la vegetación original del
suelo, de los cultivos, del drenaje y del manejo.
En la Figura 4.5. se presenta el esquema metodológico empleado para la realización de
este trabajo.
C
37
M
C
C
C
V
38
M
5. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
C
dos en Xochimilco.
Tabla 5.1. Sitios de muestreo por uso del suelo del área de estudio.
Áreas de Matorral 2
Áreas Agrícolas 5
Total 50
C
39
M
Tabla 5.2. Unidades geomorfológicas morfogenéticas de los sitios de muestreo
Sitios
Unidades Geomorfológicas Total
Áreas Forestales Áreas de Áreas de Áreas
Naturales Reforestación Matorral Agrícolas
C
Laderas superiores internas y externas de cono
3 2 5
cinerítico
Piedemontes 9 1 10
Planicies 1 2 3
Total 12 32 2 4 50
C
De acuerdo a los resultados obtenidos se tiene que las mayores concentraciones de
COS acuerdo a la ubicación de los sitios muestreados por unidad geomorfológica se tiene que
la mayor concentración de COS con 128.2 ton/ha se encuentra en los piedemonte; mientras
que en las laderas de conos cineríticos la cantidad de COS estimado fue de 106.5 ton/ha; en las
laderas superiores, medias e inferiores de montaña de flujos lávicos de 100.28 ton/ha., donde
se encuentran los bosques de Abies religiosa, Pinus spp., y Quercus spp., y en las planicies la
C
cantidad de COS fue de 55.7 ton/ha que es donde se desarrolla la mayor actividad agrícola
(Figura 5.1).
A continuación, se presentan una selección de las secciones transversales, de las áreas
con mayor cantidad de COS en el SC del Distrito Federal, a fin de ejemplificar la distribución
de COS por unidad geomorfológica. Particularmente en la delegación Magdalena Contreras.
El área de estudio presenta geoformas complejas y variadas como resultado de los fenómenos
V
40
M
C
C
Figura 5.1. COS estimado por unidad geomorfológica en el Suelo de Conservación
el área del Suelo de Conservación del Distrito Federal, pertenecen a la provincia fisiográfica
del Eje Neovolcánico y a la subprovincia de Lagos y Volcanes de Anáhuac. Esta delegación es
una de las que presentan mayor complejidad geológico-estructural y diversidad en los tipos y
características de las rocas aflorantes.
En las laderas superiores e inferiores de montaña de flujos lávicos, donde los suelos
tienen características andicas y la vegetación está representada por un bosque de Abies
V
religiosa alrededor de los 3123 msnm y a mayor altitud (>3730 msnm) por un bosque de Pinus
sp., Algunas áreas de estas unidades se encuentran cubiertas por bosque de Quercus y por
bosque de Pinus-Quercus. En algunas unidades se encontraron árboles muertos donde se
establecieron áreas de reforestación. Las unidades de suelo que predominan en este grupo son
los Andosoles mólico, Regosoles eutricos y Phaeozem háplicos.
C
41
M
C. La Palma
C
4to. Dínamo
1er Dínamo
C
C
Pinus hartgewii que se encuentra en las partes más elevadas de la delegación y en los bosques
de oyamel Abies religiosa el COS estimado fue de 200.3 ton/ha.
En las unidades de Planicie local intermontana, están conformadas por materiales
piroclasticos que se han depositado sobre flujos de roca de basáltica, actualmente la
vegetación que predomina son los pastizales, el bosque de Quercus spp y matorral de las
especies Budleia cordata y Senecio praecox. El COS estimado para estas zonas es de 166.8
C
ton/ha
42
M
Para el caso de la delegación Milpa Alta, se presenta una sección transversal del
volcán Tulmeac (Figura 5.3). la cual se describe a continuación. En el relieve de origen
endógeno volcánico acumulativo de laderas de montaña de conos cineríticos y de domos de
material con temporalidad Pleisto-Holocénica, de composición andesítica y andesítico-
basáltica, con una pendiente de 17º a 30º.
C
V. Tulmeac
C P. Barrilete
P. atascadero
C
El Panteón
pastizales Mulhembergia macroaura y Stipa sp., que son comunes en las laderas inferiores de
43
M
flujos lávicos entre los 2810 a los 3000 msnm el COS determinado fue de 92.6 ton/ha y para
el cultivo de avena forrajera Avena sativa que generalmente se cultiva en las piedemonte que
se encuentran entre los 2600 a 2800 msnm., el COS estimado fue de 42.6 ton/ha.
En la delegación Tlalpan se considero una sección transversal que abarca una de las
laderas del volcán Tláloc, el paraje El Capulín y Parres. Las principales unidades
geomorfológicas de la delegación corresponden a laderas de montaña superiores, laderas de
C
montaña medias y laderas de montaña inferiores, de flujos lávicos (Figura 5.4).
V. El Pelado
C
El Capulín
Parres
C
V
procesos de erosión hídrica superficial por deforestación y cambio de uso de suelo. Los flujos
44
M
derivados de los eventos volcánicos de esta porción de la sierra cubren una superficie de
32,170 ha, los de mayor extensión se localizan al centro del área de estudio como resultado de
los procesos eruptivos de los volcanes Pelado y Chichinautzin durante el Holoceno (8.4 +/- 0.7
ka) (Martin del Pozzo, 1980). El uso de suelo varía de forestal, como en el caso del volcán
Pelado, donde existen bosques de Pinus hartgewii a partir de altitudes mayores a los 3,400
msnm donde se estima que el COS es de 97.4 ton/ha., mientras que en los bosques de Pinus
C
spp.-Alnus spp., la cantidad de COS es de 48.1 ton/ha y en laderas de flujos lávicos de uso
agrícola, como en el volcán Acopiaxco, en donde existe erosión hídrica de flujo concentrado
como resultado de las prácticas agrícolas; y laderas de flujos lávicos cubiertas de Quercus spp.
y Pinus spp., el COS es de 86 ton/ha (Figura 5.4).
En la delegación de Tláhuac, se tiene que las laderas superiores de cono cineritico y las
laderas de montaña de flujos lávicos, donde la vegetación está integrada por bosque de Pinus
C
spp., y Arbutus sp., donde el COS es de 132.5 ton/ha, particularmente en el volcán
Ayaquemetl, donde en su superficie cumbral que se encuentra cubierta por matorral inerme, se
estima que el COS es de 89.9 ton/ha; y en las planicies local intermontanas donde se encuentra
el bosque de Pinus spp., el COS es de 81.9 ton/ha; mientras que en los piedemonte complejos
como los que se encuentran en Sierra de Santa Catarina, que están cubiertos por pastizales
diversos y que algunos de ellos han sido reforestados con especies como la “nolina” el COS
C
45
M
C
C
Figura 5.5. COS estimado por unidad geomorfológica en Tláhuac
C
5.2. Niveles de COS por tipos de vegetación, uso de suelo, y áreas reforestadas.
A continuación se presentan los resultados obtenidos sobre los niveles de carbono que se
obtuvieron en las áreas forestales naturales, de reforestación, con matorral, pastizales y en
áreas agrícolas (Figura 5.6)
5.2.1. Áreas forestales naturales. En total se obtuvieron datos de ocho sitios de muestreo,
V
que se caracterizan por presentar bosques de Abies religiosa, Pinus spp y Quercus spp. El
bosque de Abies religiosa presentó el nivel más alto de carbono en suelo con 155.01 ton/ha, el
bosque de Pinus spp con 127.75 ton/ha de carbono y el bosque de Quercus spp con 124.84
ton/ha. Esto se debe a que son bosques que se encuentran bien conservados y donde sus hojas
y acículas aportan cantidades importantes de materia orgánica a los suelos en estos sitios.
Salomón et al (2007), señalan que la tendencia de acumulación de COS es influenciada por la
C
46
M
edad de los árboles y que en general, las reforestaciones menores de 5 años tienen cambios
negativos de COS.
180
160 155.01
C
136.2 139.7
140
Carbono orgánico total (ton/ha)
124.84
120
104.33
100
90
80
60
C
42.6
40 32.9
20
0
Maiz Avena Pinus Abies Quercus spp. Pinus- Matorral Pastizal
religiosa Cupressus
Vegetación
C
Figura 5.6. Gráfica que muestra los niveles de carbono orgánico en suelos de acuerdo a los
tipos de vegetación
Pinus spp, Cupressus lindleyi, Quercus spp y en la Sierra de Guadalupe y Santa Catarina
donde existe vegetación de matorral se utilizan en la reforestación la Dodonaea viscosa,
Quercus spp, Nolina parviflora, y la parte de Xochimilco se emplean especies como el
Eucaliptus camandulensis (Tabla 5.3).
C
47
M
Tabla 5.3. Promedio de COS de los sitios y especies utilizadas en la reforestación.
Diámetro a altura
Especies utilizadas en la No. de árboles por Alturas COS
de pecho (DAP)
reforestación s sitio
(cm) (m) ton/ha
C
Pinus y Cupressus 79 3.4 2.7 137.6
Quercus, Cupressus,
92 3.8 3.3 85.9
Eucaliptus y Pinus
Los sitios con mayor cantidad e COS se presentan donde se han llevado acabo reforestaciones
con la especie Abies religiosa y Pinus spp con 155.2 ton/ha. Otro sitio donde el valor de COS
C
5.2.3. Áreas con matorral. Este tipo de vegetación se encuentra principalmente en la Sierra
de Santa Catarina y en la Sierra de Guadalupe, que por sus características de clima más seco,
permite en crecimiento de especies arbustivas como el Opuntia spp, Senecio praecox,
Calliandra grandifolia, Prunus serotina, Ensenhartia polystachia, Nolina parviflora, Acacia
farnesiana, Prosopis gandulosa, entre otros. Se estima que en general el COS con este tipo de
vegetación es de 104.33 ton/ha., lo que se atribuye a que el estrato herbáceo es abundante,
favoreciendo un mayor acceso a la luz (Salomón et al., 2007).
C
48
M
5.2.4. Áreas agrícolas. Los suelos agrícolas se caracterizan por contener menores cantidades
de materia orgánica que los suelos forestales, debido a que las prácticas agrícolas tienen una
gran influencia en el almacenaje de carbono en el suelo o su liberación a la atmósfera como
CO2 (Sandoval et al., 2003).
La agricultura que se realiza en el Suelo de Conservación del Distrito Federal, es
predominantemente de temporal con cultivos anuales como el maíz y la avena forrajera. Los
C
contenidos de carbono orgánico en suelos cultivados con maíz es de 32.9 ton/ha y para la
avena forrajera de 42.6 ton/ha. Como se observa son los valores más bajos, esto se debe a la
falta de cobertura del suelo, debido a que las labores culturales realizadas durante el proceso
de siembra y cosecha dejan desprotegido al suelo durante la mitad del año, al no existir una
cobertura vegetal permanente. Particularmente para el maíz esta situación es más drástica con
respecto al COS, ya que es un cultivo donde se realizan una mayor cantidad de prácticas de
C
preparación de terrenos y al sembrarse en surcos existe un mayor aporte de gases de tipo
invernadero que son liberados por estas labores, ya que la mayor oxidación se debe al
incremento de aireación del suelo y el mayor contacto de los residuos; en cuanto a la erosión,
ésta aumenta al quedar la superficie de los suelos descubierta y expuesta a la lluvia y al viento
(Reicosky et al., 1995). Cabe mencionar que el carbono de las plantas entra al pool de
carbono orgánico del suelo (COS) como plantas “litter”, raíces, exudado de raíces o excretas
C
de animales. El incremento del COS dependerá de la cantidad y calidad de los residuos, pero
también del tipo de clima (Sandoval et al., 2003).
Aparte de los factores climáticos -principalmente la temperatura- los procesos más
importantes que causan pérdidas de carbono del suelo son la erosión y la mineralización de la
materia orgánica. La lixiviación del carbono orgánico e inorgánico es otro mecanismo
importante de pérdida de carbono en el suelo.
V
49
M
positivo en su acumulación. En particular, las raíces son fácilmente transformadas en materia
orgánica estable.
5.2.5. Áreas con pastizal. Los pastizales en el área de estudio se encuentran en asociación
principalmente con los bosque de pino, donde predominan principalmente las especies de
Festuca tolucensis y Muhlenbergia macroura, que son pastos amacollados, y que en el área de
C
estudio forman un cobertura permanente en el suelo, por lo cual contribuyen en gran medida a
la formación de materia orgánica y por lo tanto a la acumulación de carbono orgánico en el
suelo donde se estima en promedio 90 ton/ha, cifra que es casi el doble del agrícola y de
matorral fue de 104.33 ton/ha.
Salomón et al (2007), mencionan que la incorporación de nuevo carbono al suelo se
atribuye principalmente a los aportes que hace la reforestación a través de la hojarasca e
C
indican que a los 20 años el porcentaje de COS proveniente de reforestaciones con pinos es de
39.2 % a una profundidad de 0-10 cm., mientras que en los cultivos de maíz el incremento fue
de un 27 % en 23 años.
concentración de COS en el suelo con 182.5 ton/ha. Debido a que presenta una cobertura
vegetal de Abies religiosa y a la humedad que influyen en la concentración de COS. Las
delegaciones de Milpa Alta, Tlalpan, Cuajimalpa y Gustavo A. Madero oscilan entre los 104.
8 a 146.4 ton/ha de COS. Los valores mas bajos se presentaron en las delegaciones Tláhuac
(98.6 ton/ha) y Xochimilco (77.8 ton/ha) donde predomina la vegetación de matorral. Lo
anterior se observa en la Figura 5.7.
V
C
50
M
C
C
Figura 5.7. Cantidad de carbono orgánico en suelo de las delegaciones que integran el Suelo
de Conservación del Distrito Federal.
muestreo y se determinó que el COS es menor en las áreas reforestadas comparado con las
zonas donde se encuentra vegetación que actualmente se considera ya “vieja” o que
corresponde a bosque ya bien establecidos. Así se tiene que en la delegación Magdalena
Contreras el COS en los bosques de oyamel es de 182.5 ton/ha mientras que en promedio en
las áreas de bosque que han sido reforestadas con pinos principalmente es de 149.3 ton/ha
(Figura 5.8). Lo mismo se presenta en las delegaciones Milpa Alta y Tlalpan donde el COS en
V
las aéreas con vegetación forestal ya bien establecida es de 114.5 y de 115.4 ton/ha
respectivamente y disminuye ligeramente en la delegación Tlalpan a 109 ton/ha y en Milpa
Alta a 86.61 ton/ha de carbono orgánico total en los suelos. Un caso interesante es en la
delegación Gustavo A. Madero donde el COS estimado en la zona forestal de la Sierra de
Guadalupe fue de 104.8 ton/ha., mientras que en las áreas reforestadas fue de 62.5 ton/ha.,
siendo casi el doble de COS que se encuentra en los sitios donde la reforestación ya sobrepasa
C
los ocho metros de alto y donde la principal especie son los Eucaliptus spp.
51
M
200
182.5
180
C
T o n h a -1
104.8
98.6
100
86.61
77.8
80
62.5
60
40
20
C
0
Milpa A lta Tlalpan C ontreras C uajimalpa Tláhuac GAM X ochimilco
Deleg ac iones
concentración de carbono orgánico en el suelo, con el fin de tener una referencia general o
52
M
internacional de lo que se considera como valores altos y bajos de ello. No existe una
referencia en donde se reconozca de manera general eso, entonces para fines de este trabajo, se
consideraron los límites de los intervalos en función de los valores máximos y mínimos de
concentración de carbono obtenidos de loa análisis de las 50 muestras de suelo registradas en
campo.
C
5.4.1. Áreas con niveles muy altos de COS (>150 ton/ha). Se delimitaron tres áreas con
niveles muy altos de COS. El área más grande corresponde con los sitios muestreados en las
porciones altas de las laderas de montaña de las delegaciones Magdalena Contreras, Álvaro
Obregón y Cuajimalpa. Particularmente en las áreas comprendidas por las cuencas
hidrográficas de los ríos Eslava y Magdalena.
Dichas laderas de montaña y piedemontes son principalmente de origen endógeno
C
volcánico acumulativo tanto del Cuaternario como del Terciario. En el primer caso se trata de
rocas volcánicas epiclásticas, con depósitos laháricos, series clásticas andesíticas, flujos
piroclásticos, aluvión y depósitos glaciofluviales en algunos casos. Estos depósitos son
conocidos genéricamente como Formación Tarango. Esta formación está compuesta por flujos
piroclásticos de composición intermedia a ácida, tobas, capas de pómez, escasos depósitos
fluviales, paleosuelos y en algunos sitios depósitos laháricos (Mooser, 1963 y Mooser et al.,
C
del Cuaternario, como el Cerro La Palma y otros domos cercanos, y en el área del Cerro
Ocotal. Estas laderas, en domos riolíticos, están asociadas a la presencia de colapsos
volcánicos producto de la formación de calderas, como las del Ocotal, del Judío-Santa Rosa,
Doble Manantiales, Doble Contreras y Hueyatla (Mooser et al., 1996). Los domos volcánicos
más recientes se han fechado del Pleistoceno y están asociados a la última fase eruptiva del
complejo volcánico San Miguel (Castillo Rodríguez, 2003).
C
53
M
De igual forma corresponde con áreas con relieve de origen endógeno volcánico-
estructural, en escarpe, de laderas de montaña de flujos lávicos andesíticos y dacíticos del
Cuaternario. Se localizan principalmente en las porciones más elevadas y abruptas de los
cerros Zacazontetla (Tercer Dinamo), El Triángulo, La Coconetla (Cuarto Dinamo) y Cañada
Atzoma, de la cuenca del Río Magdalena. Su origen está dado por la presencia de un amplio
conjunto de fallas y escarpes ocasionados por la formación de calderas volcánicas (Mooser et
C
al., 1996).
Las otras dos áreas que corresponden con el intervalo de niveles muy altos son las
laderas superiores de los volcanes Pelado y Cuatzin. Estas áreas se caracterizan por tener un
relieve de origen endógeno volcánico acumulativo de laderas superiores de montaña de flujos
lávicos pleisto-holocénicos (andesitas, basaltos y dacitas). Los intervalos altitudinales van de
los 3,000 hasta los 3,550 m snm y presentan una pendiente que va de 4° a 16°. La vegetación
C
se caracteriza por ser de bosques de Pinus hartwegii, Abies religiosa y Alnus jorullensis.
Una posible explicación de la mayor cantidad de superficie del SC con valores muy
altos de COS en el área de la Sierra de Las Cruces (Figura 5.10) es por la presencia de
depósitos y flujos de materiales volcánicos más antiguos, que para el caso de la Sierra
Chichinautzin, lo que ha permitido que la influencia del tiempo haya permitido una mayor
evolución en las características de los suelos. Asimismo la presencia de un clima templado,
C
con una mayor cantidad de lluvia y la existencia de una cantidad amplia de agua superficial
dada por la presencia de manantiales condicionados por la cantidad de fracturas y fallas
evidentes en la zona. Por otro lado para el caso de las áreas de la Sierra Chichinautzin
(volcanes Pelado y Cuatzin) la existencia de valores muy altos reflejan la influencia altitudinal
climática y la estabilidad constante en las condiciones de cobertura vegetal de bosque. De
igual forma en una pequeña área de la Sierra de Guadalupe se detectaron valores muy altos de
V
COS, esto en las laderas de montaña superiores que tienen aún cubierta forestal.
5.4.2. Áreas con nivel Alto de COS (100-150 ton/ha). Las áreas más extensas con valores
altos de COS (Figura 5.10) son amplias y se concentran en las porciones de laderas de
montaña superiores, medias e inferiores, de los flujos lávicos basálticos, andesíticos y
dacíticos de la Sierra Chichinautzin. Son materiales volcánicos holocénicos que en general
C
tienen un menor desarrollo comparativamente con el alcanzado por los suelos de la Sierra de
54
M
Las Cruces. Las laderas superiores de montaña de los volcanes Tláloc, Pelado, Cuautzin,
Tulmiac, Chichinautzin, son las áreas más características en donde se presentan estos valores
altos de COS. Estas áreas se caracterizan por tener un relieve de origen endógeno volcánico
acumulativo de laderas medias e inferiores de montaña de flujos lávicos pleisto-holocénicos
(andesitas, basaltos y dacitas). Aunque fuera de la Formación Chichinautzin el suelo de las
laderas del volcán Ajusco presenta también valores altos de COS.
C
Otras áreas que presentan valores altos son la Zona lacustre de chinampas de
Xochimilco Tláhuac, que aunque no se realizaron sitios de muestreo en ellas, se cuenta con
referencias de estudios realizados previamente, que permiten inferir que los niveles de carbono
en el suelo son de esas magnitudes correspondientes. Asimismo en dos pequeñas áreas de la
Sierra de Guadalupe y de la Sierra de Las Cruces se registran estos valores de COS.
C
5.4.3. Áreas con nivel Medio de COS (50-100 ton/ha). Las áreas que presentan valores
medios de COS en el SC del DF se concentran principalmente en los piedemontes nferiores,
tanto los generales como los locales intermontanos, asimismo en las laderas inferiores de
montaña de la Sierra Chichinautzin. Asimismo sucede en algunas planicies aluviales locales
intermontanas. En los lomeríos volcánicos de la porción suroeste de la Sierra Chinautzin, al
oeste del volcán Pelado, se presentan valores medios de COS. De igual forma sucede en
C
5.4.4. Áreas con valores bajos de COS (<50 ton/ha). Dentro del Suelo de Conservación
existen pocas áreas que presenten valores bajos de COS, las más representativas corresponden
con las planicies aluviales intermontanas del Holoceno al pie y en el sur de los volcanes
V
esta zona.
55
M
C
C
C
V
Figura 5.9. Niveles de concentración de carbono en el suelo, del Suelo de Conservación del
DF. Se identifican con su clave a los sitios de muestreo (El tamaño de los círculos corresponde
con los intervalos señalados en la Figura 5.7)
C
56
M
C
C
C
V
Figura 5.10. Niveles de concentración de carbono en el suelo, del Suelo de Conservación del
DF. El nivel muy alto corresponde con valores de >150 ton/ha, alto de 100-150 ton/ha, medio
C
57
M
6. CONCLUSIONES
El mayor contenido de COS se presenta en los sitios con vegetación de Abies religiosa
con reforestación de Pinus spp, por lo que la importancia de la reforestación radica en
los beneficios de protección al suelo, regulación microclimática y captación de
carbono.
C
La vegetación que más contribuye a la captura de COS son los bosques de Abies
religiosa, seguida de las reforestaciones con mas de una especie Pinus– Cupressus y de
Pinus spp, por lo que realizar las reforestaciones con más de una especie favorece que
las concentraciones de COS se incrementen.
Las áreas agrícolas tienen una capacidad menor de retener COS a la mitad que lo se ha
registrado en áreas con vegetación forestal. Por otra parte los cultivos que se siembran
C
en surcos (maíz), retienen menos de la mitad de COS en comparación con los cultivos
de cobertera (avena forrajera).
El relieve es un factor que influye en las concentraciones de COS, ya que en las laderas
de montaña y en los piedemontes los contenidos de COS son mayores debido a la
cobertura vegetal y en las planicies las concentraciones son menores, debido a la
actividad agrícola que en ellas se desarrolla.
C
De acuerdo a los niveles establecidos de COS para el SC los niveles muy altos se
localizan en la Sierra de las Cruces y la Sierra de Guadalupe, que se caracterizan por
ser geológicamente formaciones antiguas. Otras áreas en este nivel son las partes más
altas que corresponden al Volcán El Pelado, Cuautzin y Tláloc donde existe una mayor
cobertura vegetal y una mayor humedad en el suelo.
Es importante seguir con los proyectos de reforestación en el SC, porque existe una
V
cobertura vegetal permanente que mantiene altos niveles de COS. Sin embargo es
necesario llevar acabo un programa de planeación, para evitar que se sigan
reforestando los mismos sitios, establecer áreas nuevas, llevar registros por fecha de
plantación y contar con las especies adecuadas a cada ecosistema, para garantizar un
alto índice de sobrevivencia.
C
58
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