You are on page 1of 13

Género: Artículo de fondo

Título: El capital financiero


Autor: Claudio Javier Raya Alonzo
Fecha de la obra: Abril-mayo 2004

El capital financiero

Introducción.

En su análisis sobre “el capital financiero y sus contradicciones”, D. Harvey señala que “EL
Concepto del capital financiero tiene una historia peculiar dentro del pensamiento marxista. El
propio Marx no usó el término, pero legó a la posteridad una serie de escritos no muy coherentes
sobre el proceso de circulación de diferentes clases de capital - dinero. La definición del capital
financiero que implica Marx es la de un tipo particular de proceso de circulación de capital que
se centra en el sistema de crédito. Los escritores posteriores se han inclinado a abandonar este
punto de vista del proceso, y a tratar el concepto en términos de una configuración particular de
alianzas faccionales dentro de la burguesía, un bloque de poder que ejerce una influencia
inmensa sobre los procesos de acumulación en general. Sin embargo, aparte de la obra básica de
Hilferding, sobre este tema, y la influencia que tuvieron algunas de sus ideas sobre el
trascendental ensayo de Lenin sobre el imperialismo, el concepto sigue sin analizar. Ha pasado el
folclor de la teoría marxista con pocos intentos de debate.” (Harvey, 1990,287)

Como “intentos de debate” Harvey enfatiza discusiones acerca de si “¿los banqueros controlan
las corporaciones o las corporaciones controlan a los bancos?' Sin embargo, los debates por lo
general se centran en la manera en que está constituido un bloque de poder llamado "capital
financiero" y la relativa importancia de este bloque de poder en relación con otros bloques... no
se interroga sobre el motivo principal de que se haya constituido ese bloque de poder ni la
necesidad social de su existencia.”; “los principales debates citados son los que se desarrollaron
entre “Fitch y Openheirner (1970) y Sweezy (1971) y sus diversos ecos en Herman (1973; 1979)
y Kotz (1978)”. (Harvey, 1990,287)

El desarrollo histórico del capital financiero: Enfoque de los bloques faccionales


Desde esta perspectiva de bloques faccionales, el concepto de “capital financiero” se ha ligado al
concepto más amplio de “imperialismo” como una forma específica, histórica, de manifestación
del capitalismo a partir de finales del siglo XIX; al respecto son clásicos, los artículos de Marx
para el New York Times, y particularmente su obra “Acerca del Colonialismo”, donde se
enfatiza la incontenible fuerza del mercado mundial y la necesidad de conquista de mercados
exteriores para atenuar las crisis del capitalismo. En 1892 August Bebel, “afirmaba que una
producción en exceso de la capacidad de absorción nacional en un mundo dividido entre las
naciones imperiales condenaba a una sucesión de crisis y a la destrucción del sistema”. En 1899
Rosa Luxemburgo escribía: “El militarismo se ha vuelto indispensable, primero como forma de
lucha por la defensa de los intereses "nacionales" en competencia con los intereses de otros
grupos "nacionales". Segundo, como método de colocar el capital industrial y financiero.
Tercero, como instrumento de dominación de clase sobre las masas trabajadoras dentro del país...
El militarismo, estrechamente vinculado con el colonialismo, el proteccionismo y la política del
poder en su conjunto implica... una carrera mundial armamentista... el despojo colonial y la
política de las "esferas de influencia" en todo el mundo... en los asuntos domésticos constituye la
esencia misma de una política capitalista de agresión nacional..." (Rivero, 2004)

Poco después John A. Hobson en su libro "Imperialism" publicado en 1902 “argumentó que la
expansión del imperialismo estaba directamente vinculada con el enorme aumento de las
inversiones británicas en ultramar. De esto infirió que el factor decisivo en esta expansión era la
búsqueda de oportunidades lucrativas de inversión por parte de los círculos financieros en vista
de la saturación del mercado interno. Hobson elaboró tesis sobre los sobreahorros y el
subconsumo; el incremento de la competencia y la disminución de las ganancias. Para Hobson
había una relación directa entre la expansión de las inversiones británicas y el bajo nivel de vida
de la clase obrera en Gran Bretaña. (...) afirmó que el comercio británico con las colonias
adquiridas desde 1870 sólo tenía una importancia marginal en comparación con el comercio con
los países industrializados de Europa. Las ganancias del comercio con los países
subdesarrollados no tenía relación con los enormes costos de armamentos y administración
implicados en la creación y protección de un imperio. En otras palabras, el imperialismo
moderno era producto de la aguda competencia por el capital nacional excedente que no
encontraba empleo lucrativo en el mercado interno.” (idem. Supra)

2
En 1910 Rudolf Hilferding concretó en forma sistemática el concepto de “Capital financiero”,
intentando infructuosamente seguir el esquema analítico de Marx, partiendo del análisis del
dinero: “1) Necesidad del dinero; 2) el dinero en el proceso de circulación; 3) el dinero como
medio de pago, la moneda de crédito. Hilferding se preocupa de la moneda inconvertible y del
crédito, formas contemporáneas de la moneda...” (De Brunhoff, 1975, 19) Analiza igualmente la
movilización del capital ficticio a través de la Sociedad por acciones y la Bolsa de Valores e
intenta una síntesis de los impactos que dicho capital tiene en la nivelación de la cuota media de
ganancia y el ciclo económico.

Su análisis aborda también el plano histórico y político: “El capital financiero significa la
unificación del capital. Los antiguos sectores separados del capital industrial, comercial y
bancario se hallan ahora bajo la dirección común de la alta finanza, en la que están
personalmente involucrados los señores de la industria y de los bancos. Esta unión tiene como
base la eliminación de la libre competencia capitalista individual por las grandes uniones
monopólicas. Con ello cambia incluso la naturaleza de la relación de la clase capitalista con el
Estado” (Hilferding, 1971, 337)

El capital financiero así constituido como la fusión de los grandes monopolios (cartels y trusts)
industriales y bancarios capaces de “redefinir” su relación con el Estado, modifican también el
espacio económico: “el libre cambio que uniría a todo el mercado mundial en un área económica
única garantizaría la mayor productividad del trabajo y la división internacional del trabajo más
racional” (Hilferding, 1971, 349) tropieza con las “ventajas comparativas” de los capitales
nacionales mejor integrados a sus mercados locales por sus redes constituidas, menores costos de
distribución, etc... Ventajas que deben ser barridas en beneficio de la integración del mercado
mundial. Mientras más se estrecha el espacio económico de los países de avanzada, mayor es su
ímpetu librecambista para colocar sus productos fuera de sus fronteras; pero el rasgo novedoso
del capital financiero es ahora la exportación de capitales, sea mediante fusiones, adquisiciones o
crédito externo; las Bolsas de Valores encuentran su vocación “globalizadora”.

Por supuesto, el capital que se exporta reclama un beneficio que debe retornar prontamente a su
país, así, la exportación se capital se convierte en el medio “para la compensación de las tasas
nacionales de beneficios. El nivel de beneficio depende de la composición orgánica del capital,
esto es, del nivel de desarrollo capitalista. Cuanto más avanzado sea éste, tanto más baja será la
3
tasa general de beneficios. (...) el tipo de interés, es mucho mayor en los países con escaso
desarrollo capitalista y una organización bancaria y crediticia deficientes” (Hilferding, 1971,
354-355)

Los capitales obtienen mejores ganancias en los países más atrasados, de ahí el renovado auge
del colonialismo. Pero la competencia entre capitales por sus áreas de influencia se exacerba, el
capitalismo abandona entonces sus “ideales librecambistas” de compartir el progreso y la libertad
al “resto del mundo”, “el capital financiero no quiere libertad, sino dominio; no le gusta la
independencia del capitalista individual, sino que exige más bien su sujeción; detesta la anarquía
de la competencia y aspira a la organización, ciertamente sólo para reanudar la competencia a un
nivel más alto. A fin de lograrlo, y... acrecentar su poder, necesita que el Estado garantice el
mercado nacional mediante protección y facilite, ... la conquista de mercados exteriores. Necesita
un Estado políticamente poderoso que no tenga necesidad de guardar consideraciones a los
intereses opuestos de otros Estados... Necesita un Estado fuerte que reconozca los intereses del
capital financiero en el exterior y use ese poder político para arrancar tratados ventajosos a los
Estados más pequeños” (Hilferding, 1971, 378) El monopolio financiero reclama supremacía
sobre sus competidores y mueve los hilos sociológicos para fortalecer la ideología nacionalista.
“¡Que ilusión la de creer en la armonía de intereses, en un mundo de lucha capitalista donde sólo
se decide la superioridad de las armas!” (Hilferding, 1971, 380)

Unos años más tarde, en 1917, Lenin retoma y valida las ideas centrales de Hilferding en cuanto
a la concentración del capital industrial y bancario y su asociación y creciente concentración a
nivel nacional e internacional, señalando que “Los grandes monopolios capitalistas van
surgiendo y desarrollándose, por decir así, a toda máquina, siguiendo todos los caminos
"naturales" y "sobrenaturales". Se establece sistemáticamente una determinada división del
trabajo entre algunos centenares de reyes financieros de la sociedad capitalista actual”. El
concepto de capital financiero encuentra entonces su verdadera piel: “Las relaciones entre las
empresas industriales con su nuevo contenido, sus nuevas formas, sus nuevos órganos, a saber:
los grandes bancos organizados de un modo a la vez centralizado y descentralizado, se forman,
como fenómeno característico de la economía nacional, hacia los años del go; en cierto sentido,
puede incluso ser considerado como punto de partida el año 1897, con sus grandes "fusiones" de
empresas que introdujeron por vez primera la nueva forma de organización descentralizada, por
razones de la política industrial de los bancos. Este punto de partida se puede tal vez llevar
4
incluso a un período más reciente, pues únicamente la crisis de 1900 aceleró en proporciones
gigantescas el proceso de concentración tanto de la industria como de la banca, consolidó dicho
proceso, convirtió por primera vez las relaciones con la industria en verdadero monopolio de los
grandes bancos y dio a dichas relaciones un carácter incomparablemente más estrecho y más
intenso”. (Lenin, 1966, 55)

Un ejemplo de este proceso es citado por Lenin:

“El "Standard Oil", de Rockefeller, deseando apoderarse de todo, fundó una "sociedad filial" en
la misma Holanda, adquiriendo los yacimientos de la India holandesa y aspirando de este modo a
asestar el golpe a su enemigo principal: el trust holandés-británico "Shell". Por otra parte, el
"Banco Alemán" y otros bancos berlineses dirigían todos sus esfuerzos a "salvaguardar" "para sí"
Rumania y a unirla a Rusia contra Rockefeller Este último poseía un capital incomparablemente
más cuantioso y una magnífica organización del transporte y del abastecimiento de petróleo a los
consumidores. La lucha debía terminar y terminó en 1907, con la derrota completa del "Banco
Alemán", al cual le quedaban dos caminos: o liquidar con millones de pérdida sus "intereses
petrolíferos" o someterse. Escogió el segundo y pactó un acuerdo muy poco ventajoso para él,
con el "Standard Oil". En dicho acuerdo, se comprometía "a no hacer nada en perjuicio de los
intereses norteamericanos", estipulándose, sin embargo, que el acuerdo perdería su vigor en el
caso de que en Alemania llegara a aprobarse una ley estableciendo el monopolio del Estado
sobre el petróleo.
Entonces empieza la "comedia del petróleo". Uno de los reyes financieros de Alemania, von
Gwinner, director del "Banco Alemán", por mediación de su secretario privado, Stauss, organiza
una campaña de agitación en favor del monopolio del petróleo Se pone en juego todo el
gigantesco aparato del más importante banco berlinés, todas las vastas "relaciones" de que
dispone, la prensa se llena de gritos "patrióticos" contra el "yugo" del trust norteamericano, y el
Reichstag, casi por unanimidad, adopta, el 15 de marzo de 1911, una resolución invitando al
gobierno a elaborar un proyecto de monopolio del petróleo. El gobierno acogió esta idea
"popular", y el "Banco Alemán", que quería engañar a su "partenaire" norteamericano y arreglar
sus negocios por mediación del monopolio de Estado, parecía haber ganado la partida. Los reyes
alemanes del petróleo se frotaban ya las manos de gusto pensando en sus beneficios gigantescos,
que no serían inferiores a los de los azucareros rusos (. . .) Pero, en primer lugar, los grandes
bancos alemanes se malquistaron entre sí a causa del reparto del botín, y la "Sociedad de
5
Descuento" puso al descubierto las miras interesadas del "Banco Alemán"; en segundo lugar, el
gobierno se asustó ante la idea de una lucha con Rockefeller, pues era muy dudoso que Alemania
pudiera procurarse petróleo sin contar con él (la productividad de Rumania no es muy
considerable); en tercer lugar, casi al mismo tiempo, en 1913, se votaba un crédito de mil
millones para los preparativos de guerra de Alemania. El proyecto de monopolio fue aplazado.
Por el momento el "Standard Oil" de Rockefeller salió victorioso de la lucha.
La revista berlinesa "Die Bank" escribía a este propósito que Alemania no podría luchar con el
"Standard Oil" más que introduciendo el monopolio de la electricidad y convirtiendo la fuerza
hidráulica en electricidad barata.
Pero -- añadía -- "el monopolio de la electricidad vendrá cuando constituya una necesidad de los
productores, precisamente cuando nos hallemos en vísperas del gran crac de turno en la industria
eléctrica, y cuando las gigantescas centrales eléctricas caras que se están construyendo
actualmente en todas partes por los 'consorcios' privados de la industria eléctrica y para las cuales
dichos 'consorcios' obtienen ya ahora algunos monopolios de los municipios, del Estado, etc., no
puedan ya trabajar con beneficio. Entonces será necesario poner en marcha las fuerzas
hidráulicas; pero no será posible convertirlas en electricidad barata por cuenta del Estado, sino
que se hará preciso entregarlas también a un 'monopolio privado controlado por el Estado', pues
la industria privada ha concertado ya una serie de transacciones y estipulado grandes
indemnizaciones. . . Así ocurrió con el monopolio de la potasa, así sucede con el monopolio del
petróleo, así será con el monopolio de la electricidad. Es hora ya de que nuestros socialistas de
Estado, que se dejan deslumbrar por principios brillantes, comprendan, por fin, que en Alemania
los monopolios no han perseguido nunca como fin, ni han dado como resultado, proporcionar
beneficios a los consumidores o, por lo menos, poner a disposición del Estado una parte de los
beneficios patronales, sino que han servido para sanear a costa del Estado la industria privada,
que ha llegado casi al borde de la bancarrota".
Estas son las confesiones preciosas que se ven obligados a hacer los economistas burgueses de
Alemania. Aquí vemos patentemente cómo, en la época del capital financiero, los monopolios de
Estado y los privados se entretejen formando un todo y cómo, tanto los unos como los otros, no
son, en realidad, más que distintos eslabones de la lucha imperialista entre los más grandes
monopolistas por el reparto del mundo”. (Lenin, 1966, 90-93)

Lenin coincide igualmente en señalar el carácter predador y agresivo del capital financiero: “el
rasgo característico del período que nos ocupa es el reparto definitivo de la Tierra, definitivo no
6
en el sentido de que sea imposible repartirla de nuevo -- al contrario, nuevos repartos son
posibles e inevitables --, sino en el de que la política colonial de los países capitalistas ha
terminado ya la conquista de todas las tierras no ocupadas que había en nuestro planeta. Por vez
primera, el mundo se encuentra ya repartido, de modo que lo que en adelante puede efectuarse
son únicamente nuevos repartos, es decir, el paso de territorios de un "amo" a otro, y no el paso
de un territorio sin amo a un "dueño". Vivimos, por consiguiente, en una época singular de la
política colonial del mundo que se halla íntimamente relacionada con la "novísima fase de
desarrollo del capitalismo", con el capital financiero”. (Lenin, 1966, 97-98)

“La particularidad fundamental del capitalismo moderno consiste en la dominación de las


asociaciones monopolistas de los grandes empresarios. Dichos monopolios adquieren la máxima
solidez cuando reúnen en sus manos todas las fuentes de materias primas, y ya hemos visto con
qué furor los grupos internacionales de capitalistas dirigen sus esfuerzos a arrebatar al adversario
toda posibilidad de competencia, a acaparar, por ejemplo, las tierras que contienen mineral de
hierro, los yacimientos de petróleo, etc. La posesión de colonias es lo único que garantiza de una
manera completa el éxito del monopolio contra todas las contingencias de la lucha con el
adversario, sin excluir la de que el adversario desee defenderse por medio de una ley sobre el
monopolio de Estado. Cuanto más adelantado se halla el desarrollo del capitalismo, cuanto con
mayor agudeza se siente la insuficiencia de materias primas, cuanto más dura es la competencia
y la caza de las fuentes de materias primas en todo el mundo, tanto más encarnizada es la lucha
por la adquisición de colonias”. (Lenin, 1966, 105)

Pero el capital financiero no se impone límites, necesita controlar el presente y el futuro, por eso
se apropia desde su nacimiento del desarrollo tecnológico: “Para el capital financiero tienen
importancia no sólo las fuentes de materias primas descubiertas ya, sino también las probables,
pues la técnica se desarrolla con una rapidez increíble en nuestros días y las tierras hoy
inservibles pueden ser convertidas mañana en tierras útiles, si se descubren nuevos
procedimientos (a cuyo efecto un banco importante puede organizar una expedición especial de
ingenieros, agrónomos, etc.), si se invierten grandes capitales. Lo mismo se puede decir con
respecto a la exploración de riquezas minerales, a los nuevos métodos de elaboración y
utilización de tales o cuales materias primas, etc., etc. De aquí la tendencia inevitable del capital
financiero de ampliar el territorio económico y aun el territorio en general. Del mismo modo que
los trusts capitalizan sus bienes en el doble o en el triple de su valor, calculando los beneficios
7
"posibles" en el futuro (y no los beneficios presentes) y teniendo en cuenta los resultados
ulteriores del monopolio, el capital financiero manifiesta en general la tendencia a apoderarse de
las mayores extensiones posibles de territorio, sea el que sea, se halle donde se halle, por
cualquier medio, teniendo en cuenta las fuentes posibles de materias primas y ante el temor de
quedarse atrás en la lucha rabiosa por las últimas porciones del mundo todavía no repartidas o
por un nuevo reparto de las ya repartidas”. (Lenin, 1966, 107)

Las bases conceptuales del capital financiero: La teoría monetaria.

En su Teoría marxista de la moneda” Suzanne de Bruhoff hace énfasis en el error de Hilferding


al analizar las formas monetarias vinculadas al modo de producción capitalista, “sin exponer
previamente el conjunto de las funciones de la moneda”... particularmente la omisión del análisis
de la moneda como instrumento de atesoramiento, laguna que en su opinión “tiene
consecuencias graves, ya que la teoría monetaria del crédito implica el conocimiento del papel
del atesoramiento”; “Querer remitir las funciones de la moneda a sus condiciones capitalistas,
antes de haber expuesto la teoría general de la moneda, es menoscabar su significación.” (De
Brunhoff, 1975, 19)

Fuera del planteamiento metodológico, válido por supuesto, de De Brunhoff no se hace mayor
señalamiento de los puntos donde se reflejan las consecuencias “graves” del análisis del capital
financiero en Hilferding. En su lugar nos presenta un análisis del dinero a partir de sus funciones
como equivalente general (medio de circulación), patrón de precios (medida del valor) e
instrumento de atesoramiento (recipiente de valor), lo que denomina “teoría completa de la
moneda”. En su desarrollo conceptual contrasta el trabajo de Marx con Ricardo y Tooke,
principalmente.

Harvey por su parte, hace un esfuerzo por “establecer un contraste entre la perspectiva del capital
financiero como un proceso, y como un bloque de poder, y mostrar que una exploración de la
primera, con hincapié particular sobre sus contradicciones internas, ayuda a identificar las
fuerzas de contrapeso que crean y socavan a la vez la formación de bloques de poder coherentes
dentro de la burguesía.” (Harvey, 1990, 287)

8
De esta forma “el sistema de crédito se puede considerar como una especie de sistema nervioso
central por medio del cual se coordina la circulación global del capital. Permite cambiar la
ubicación del capital-dinero entre actividades, empresas, sectores, regiones y países. Fomenta la
continuidad de diversas actividades, una naciente división del trabajo y una reducción en los
tiempos de rotación.

Facilita la compensación de la tasa de ganancia y arbitra entre las fuerzas que tratan de lograr la
centralización y la descentralización del capital. Ayuda a coordinar las relaciones entre las
corrientes de capital fijo y circulante. La tasa de interés hace a un lado los usos presentes por los
requerimientos futuros, mientras que las formas de capital ficticio enlazan las corrientes de
capital - dinero actual con la previsión de los frutos futuros del trabajo. (...) Cuando está
correctamente organizado y manejado, el capital-dinero amasado por medio del sistema de
crédito tiene el potencial para afinar la máquina de la acumulación por medio de la elaborada
coordinación de las decisiones de inversión que se toman en una economía. Indiferente a
cualquier uso específico que se le dé, este capital - dinero se puede usar para imponer la voluntad
de la clase capitalista como colectividad a los capitalistas individuales. Cuando los capitalistas
individuales, actuando egoístamente y tratando de llevar al máximo sus ganancias en un
ambiente competitivo, adoptan tecnologías y toman decisiones que no concuerdan con la
acumulación equilibrada, el sistema de crédito ofrece la esperanza de controlar esa conducta
errática.” (Harvey, 1990, 288)

Efectivamente en Marx, la forma capitalista del crédito, “crédito comercial” impulsa la máquina
de generación de capital ficticio; el sistema de “acciones”, capital por acciones, potencia su
generación [al tiempo en que oculta en el anonimato el origen y la composición de los capitales,
encubriendo los procesos de concentración], permitiendo la aceleración de los procesos de
reproducción del capital, toda vez que el símbolo de valor retorna inmediatamente a los
productores, acortando el período de realización (sin concretarlo). Los bancos (el sistema
financiero) adquieren la función de resguardo del “capital social” frente a otros “capitales
sociales” extranjeros y el dinero, como medio de compensación, representa su papel de “dinero
mundial”, tanto por su presencia como medio de circulación y patrón de precios “moneda
fuerte”, como por la necesidad de compensar las balanzas comerciales “recipiente de valor”.

9
Pero, ¿cuáles son los límites de expansión del sistema crediticio, de generación de capital
ficticio?, De Brunhoff, siguiendo a Marx, nos recuerda la condición financiera de equilibrio: “los
capitalistas de la sección I, y los de... la sección II, deben estar sometidos a la condición de
equilibrio v1 + pl1 = c2.” (De Brunhoff, 1975, 75-76)

El impacto acelerador del capital financiero a largo plazo tiene que respetar este balance, pero:
“el uso del crédito, a la larga, suele empeorar las cosas porque sólo puede ocuparse de los
problemas que surgen en el intercambio y nunca de los de la producción. Existen, además,
multitud de circunstancias en que el crédito puede generar señales de precio erróneas a los
productores y así agravar las tendencias hacia la desproporción y exceso de acumulación. (...)

Primero, la compensación de la tasa de ganancia... perfecciona la competencia y acelera en vez


de disminuir la lucha por la plusvalía relativa a través del cambio tecnológico. Esto también
asegura que las mercancías se intercambien a sus precios de producción más bien que de acuerdo
con sus valores. Puesto que el ritmo acelerado del cambio tecnológico y las señales erróneas de
producción que dan los precios de producción, son la causa de la tendencia al exceso de
acumulación, podemos decir que, a este respecto, el crédito exacerba la tendencia al
desequilibrio en vez de disminuirla.

En segundo lugar, el sistema de crédito confiere cierta independencia a los financieros y les da
un lugar aparte como representantes del "capital en general". Una "clase" de banqueros y otros
intermediarios se inserta a sí misma entre los que ahorran (muchos de los cuales pertenecen a una
"clase" de capitalistas en dinero) y la "clase industrial de los capitalistas" (Grundrisse, II, p. 256).
Los dirigentes de las sociedades por acciones también llegan a constituir una clase separada que
maneja el dinero de otras personas (El capital, 111, pp. 369-372). El crecimiento del sistema de
crédito engendra nuevas facciones o "clases" dentro de la burguesía. (Marx a menudo usa el
segundo término para describirlos). Se supone que las diferentes clases de los capitalistas en
dinero, los financieros y los dirigentes se encargan de desplegar el capital a interés como el
capital común de la clase capitalista en general, y que deben ubicar el capital-dinero en una
forma que facilite la acumulación en general. Empero, como individuos se ven obligados por la
competencia a actuar en pro de su propio interés o del de su facción.

10
Debido a su posición ventajosa, los banqueros y otros "caballeros de las altas finanzas" se
pueden dedicar a explotar el sistema de crédito "como si fuese su capital privado" y así se
pueden apropiar de "una buena parte de ésta [la acumulación real]" a expensas del capital
industrial (El capital, 111, p. 450). La "enorme centralización" que es posible gracias al sistema
de crédito da a "esta clase parasitaria un poder fabuloso que le permite, no sólo diezmar
periódicamente a los capitalistas industriales, sino inmiscuirse del modo más peligroso en la
verdadera producción" (p. 51 l). La concentración del poder social externo del dinero en manos
de la oligarquía financiera aparentemente no está exenta de aspectos adversos. (...)

La tercera barrera que impide que el sistema de crédito haga la función de afinar la acumulación
proviene de que el capital-dinero no discrimina particularmente de dónde viene el dinero o a
dónde va. Por ejemplo, los ahorros de todas las clases sociales son agrupados de tal manera que
cualquiera asume el papel de ahorrador sin importar cuál es su posición social. Los ahorros de
los trabajadores se mezclan con los de los capitalistas en dinero en formas que a menudo los
vuelven imposibles de distinguir. El poder del dinero que se reúne por la vía del sistema de
crédito tiene una base social extraordinariamente amplia. Cualquier cambio en la propensión a
ahorrar de parte de cualquier clase de la sociedad puede alterar el equilibrio del poder entre los
financieros y otras clases, particularmente los_capitalístas industriales.

El capital-dinero es igualmente indiscriminativo en cuanto a sus usos, puesto que generalmente


fluye hacia los lugares donde hay utilidades apropiadas sin importarle de qué tipo son. Aunque
esto permite que la circulación del capital a interés integre e incluso quizá discipline al gobierno,
la deuda del consumidor y del productor, la especulación en bonos y acciones, las mercancías
futuras y la renta de la tierra, no hay nada que impida que la inversión especulativa en la apro-
piación de ingresos se salga totalmente de control.” (Harvey, 1990, 290-291)

De esta forma, la extensión del sistema crediticio queda indisolublemente ligada al ciclo de las
crisis, que una vez iniciada, reclama la destrucción del capital acumulado en forma ficticia y el
retorno a los valores reales. El sistema monetario regresa inevitablemente a su función de
equivalente general y recipiente de valor y el capital ficticio, al destruirse, hace evidente que “la
acumulación del capital bancario se vuelve entonces un puro problema de reparto de beneficios
creados por el capital industrial. En la medida en que el sistema financiero se alimenta de su
propia circulación, aunque participando en la financiación de la reproducción capitalista, él
11
mismo produce indefinidamente... capitalistas financieros. Su carácter parasitario es indisoluble
a su papel funcional.” (De Brunhoff, 1975, 119 citando a Marx, T.I )

En este punto se hace imprescindible un análisis integral de la función monetaria y su relación


con la teoría crediticia, buscando precisar los límites de control del capital social por el capital
financiero y la operatividad de los sistemas de señales por medio de las tasas de interés. Sobre el
primer punto, “Hilferding, argumenta de De Brunhoff (1971, pp. 81-93), sigue a Marx en cuanto
al formato únicamente. Su opinión del capital financiero como una unidad de capital bancario e
industrial lo lleva a construir una "teoría financiera de los fenómenos monetarios" donde Marx
construyó una "teoría monetaria de las finanzas". La diferencia es importante. Marx construyó su
teoría del dinero a partir de un análisis de la producción e intercambio de mercancías sin referirse
a la circulación de capital. Al hacerlo, primero identificó la contradicción entre el dinero como
medida de valor y el dinero como medio de circulación, a fin de sentar las bases para entender
cómo se intensifica esa contradicción cuando el dinero circula como capital. Esta contradicción
desaparece casi totalmente de la obra de Hilferding. Los fenómenos monetarios se reducen a
"puros órganos de las finanzas capitalistas", completamente bajo el control del capital financiero.
Hilferding describe al capital financiero como hegemónico y controlador, mientras que Marx lo
describe como algo que está atrapado en su propia red de contradicciones internas. La
contradicción central para Marx está entre lo que él llamó el sistema financiero (el crédito) y su
base monetaria. (Harvey, 1990, 294)

A manera de conclusión

Efectivamente, el análisis del concepto de “capital financiero” inexistente en la obra de Marx, en


Hilferding aparece cuando menos incompleto, si no inconsistente e impreciso, desde la
perspectiva de la teoría monetaria.

Suzanne De Brunhoff, señala la importancia y necesidad de una teoría completa del dinero que
incluya la función del capital financiero, pero no logra aportar nada al repecto.

Lenin valida y ejemplifica históricamente las idas de Hilferding y en parte las de Hobson, dando
una función activa y agresiva al capital financiero y ligándolo a su teoría del imperialismo,
12
abriendo un debate hoy abandonado y, Harvey, buscando una solución de compromiso entre las
dos vertientes de análisis presentadas, deja el problema sin solución.

Desde esta perspectiva considero que una teoría económica del capital financiero debe resolver
cuando menos los siguientes aspectos:

 La evolución del sistema de crédito y el capital ficticio y su relación dialéctica con el dinero
mundial
 La especificidad del capital financiero y su impacto en los procesos de reproducción
ampliada a escala mundial
 La dinámica del capital financiero en el ciclo de las crisis capitalistas
 El efecto en la nivelación de la cuota media de ganancia
 El tipo de beneficio y el surgimiento de una nueva clase de capitalistas
 La permanencia histórica de las tendencias de concentración y fusión de los capitales
industrial, comercial y bancario y su impacto sociopolítico

Lo que aparece inobjetable en este punto del debate, es la unidad entre el capital industrial y el
bancario y su relación funcional con el Estado; es igualmente irrebatible la influencia de las
grandes corporaciones financieras (privadas y estatales) en el mercado mundial, tanto por la
magnitud de los flujos de inversiones como a través de la deuda y el papel relevante que esto
significa en la determinación y función del dinero mundial.

Bibliografía
De Brunhoff, Suzanne Teoría Marxista de la moneda. Ed. Roca. 1975.
Harvey, David. Los límites del capitalismo y la teoría marxista. FCE. 1ª. Edición en español,
1990
Hilferding, Rudolf. El Capital Financiero. Instituto Cubano del Libro, 1971.
Lenin. El imperialismo, fase superior del capítalismo. Ed. Lenguas Extranjeras. Pekin. 1966
Rivero Adolfo. Las teorías sobre el imperialismo. En http://www.neoliberalismo.com/archivo-
01/imperialismo_teoría.htm, abril de 2004

13

You might also like