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DERECHO SUCESORIO

PRINCIPIOS GENERALES
I. SUCESION
1.- CONCEPTO
La incorporación de un derecho al patrimonio de una persona implica su adquisición.
Esta adquisición puede obedecer a dos causas distintas: o bien el derecho nace en
cabeza del adquirente o, por el contrario, la incorporación deriva de un titular a
nterior en cuya cabeza el derecho preexistió.
En el primero de los supuestos estamos en presencia de una adquisición a título orig
inario, donde el derecho es objeto de un acto de creación. No hay ninguna derivación
de la relación, sino una constitución nueva de ella, la que aparejará simultáneamente,
por incompatibilidad, la extinción de una relación anterior si hubiera existido. La
característica de la adquisición a título originario está dada por la ausencia de una re
lación de hecho que vincule a dos sujetos (uno trasmitente y otro adquirente), ya
que el nexo se opera en forma directa entre el sujeto adquirente y el derecho ad
quirido.
En la adquisición a título derivado el derecho es objeto de un acto de traspaso o tr
asmisión, operándose el reemplazo de un sujeto por otro en la titularidad de la rela
ción jurídica, la que permanece inalterada en sus elementos objetivos. Conviene rema
rcar dos características referentes a la precisión del concepto: la primera es la id
entidad y continuidad de los derechos, lo que permite diferenciarlo de Otras mut
aciones subjetivas, tales corno la suplantación o la comunicación; la segunda es que
la sucesión supone necesariamente y siempre, que la sustitución de titulares de la
relación jurídica importa que el sucesor estará en condiciones de ejercer el derecho e
n su propio nombre. Interesa advertir que esta derivación de los derechos puede pr
ovenir de la voluntad del causante u originarse en una disposición del ordenamient
o jurídico. La venta y la sucesión intestada son ejemplos de una y otra de las posib
ilidades.
Los conceptos que dejamos apuntados son los que enuncia
Nuestro Código en el art. 3262: Las personas a las cuales se trasmitan los derecho
s de otras personas, de tal manera que en adelante puedan ejercerles en su propi
o nombre, se llaman sucesores. Ellas tienen ese carácter, o por la ley, o por volu
ntad del individuo en cuyos derechos suceden.
2.- SUCESION ENTRE VIVOS Y MORTIS CAUSA
La trasmisión de los derechos patrimoniales puede originarse en un acto jurídico bil
ateral manifestado en un negocio válido, como por ejemplo una venta, una permuta o
una donación. Constituye esto la sucesión entre vivos.
Más característicamente, la sucesión se califica como mortis causa cuando tiene como p
resupuesto necesario y determinante la muerte del sujeto a quien se habrá de suced
er, al cual se lo denomina elípticamente de cujus (de cujus successione agitur.
Debe observarse que al erigirse la muerte en el hecho fundamental de la trasmisión
, ella marca no solamente el momento cronológico determinante de la apertura de la
sucesión, sino el hecho jurídico al cual está vinculada.
3.- SUCESION A TITULO PARTICULAR Y SUCESION A TITULO UNIVERSAL
La extensión del objeto determina que la sucesión pueda ser particular o universal.
Cuando la trasmisión comprende uno o varios derechos se denomina sucesión particular
o a título particular. Es lo que expresa el Último período del art. 3263: Sucesor sin
gular es aquel al cual se trasmite un objeto particular que sale de los bienes d
e otra persona. Pero es de advertir que no debe tratarse necesariamente de la tr
asmisión de un objeto corporal con el alcance que le asigna el art. 231 1, sino qu
e la definición comprende también los bienes inmateriales que mienta el art. 2312. E
l rasgo distintivo de la sucesión a titulo particular está dado por el uti singulis.
En cambio, cuando la trasmisión comprende la totalidad de los derechos contenidos
en un patrimonio o en una parte alícuota de éste, estamos en presencia de la sucesión
universal o a titulo universal. Es la que caracteriza el art. 3281 al expresar:
La sucesión a titulo universal es la que tiene por objeto un todo ideal, sin consi
deración a su contenido especial, ni a los objetos de esos derechos. El concepto s
entado por la norma es una reiteración de lo establecido por la primera parte del
art. 3263, donde se dice: El sucesor universal, es aquel a quien pasa todo, o un
a parte alícuota del patrimonio de otra persona. Si es necesario remarcar el conce
pto buscando su claridad, baste para ello recordar la afirmación formulada por Vélez
en la nota al art. 3281, donde escribió que la sucesión universal puede también no ab
razar la totalidad, sino una porción determinada de los bienes, porque esta porción
tiene por base necesaria el conjunto total, como la fracción a la unidad.
Como se ve, la nota esencial que caracteriza al sucesor universal es la recepción
del todo o de la parte alícuota del patrimonio. Con referencia a lo primero no se
presenta dificultad alguna; sin embargo, ellas aparecen y con gravedad cuando en
tra a jugar la segunda de las posibilidades. A ello haremos referencia cuando an
alicemos la caracterización del legatario de cuota.
4.- LOS ELEMENTOS DE LA SUCESION MORTIS CAUSA
La sucesión mortis causa, ya sea universal o a título particular, se opera por la co
ncurrencia de tres elementos:
a) la apertura de la sucesión; b ) la vocación del sucesor; y c) la aceptación.
No existe en nuestro derecho la sucesión sin que se opere por parte del sucesor un
acto voluntario de aceptación, y sólo después de ese acto de adición se producirá la tras
misión efectiva; hasta que ello ocurra habrá tan sólo un llamado al sucesible.
Pero para que el acto de aceptación tenga eficacia es menester que el llamamiento
se haya producido, puesto que las herencias futuras no pueden aceptarse ni repud
iarse, y si el sucesor presuntivo hubiera aceptado o repudiado la sucesión de una
persona viva podrá, sin embargo, aceptarla o repudiarla después de la muerte de esa
persona (arts. 331 1 y 3312). La apertura de la sucesión coincide con la muerte de
una persona o con la declaración de su ausencia con presunción de fallecimiento.
5. FUNDAMENTOS DEL DERECHO SUCESORIO:
Como se ha señalado, los fundamentos del derecho sucesorio corresponden al campo d
e la filosofía jurídica. Hemos de limitarnos, por tanto, a la simple enumeración de la
s respuestas que se han ensayado para justificar la trasmisión hereditaria.
a) Teoría del derecho natural. Como todo criterio fundado en esa premisa, presenta
los inconvenientes que derivan de la dificultad de definir ese derecho natural
y cae, por tanto, en las consabidas imprecisiones y vaguedades.
b) Teoría biológica. Para ella la sucesión no es más que una consecuencia de seguir el o
rden natural o biológico, atendiendo a que la muerte implica la continuidad del in
dividuo a través de sus descendientes. Las normas sucesorias deben obedecer, por e
nde, a esa ley fisiológica. Como se advierte, la explicación no basta. pues no alcan
za a satisfacer el fundamento de la trasmisión a los ascendientes o a los pariente
s lejanos.
c) Teoría del afecto presunto del causante. Finca su punto de partida en la preval
ecencia de la voluntad del difunto, expresada en su testamento. Si el causante n
o lo ha redactado, la ley debe organizar un sistema que responda a la presunción d
e cuál hubiera sido su voluntad. De tal manera que el sujeto puede omitir la expre
sión de sus deseos, sabiendo de antemano que la ley ha de interpretar su silencio.
No obstante que radica en un principio exacto y es una de las mis difundidas, s
e resiente de parcialidad en el exagerado respito que otorga a la voluntad indiv
idual. Es dable observar que ésta se halla restringida por el legislador cuando de
be atender a principios superiores; tal, por ejemplo, cuando regula el sistema l
egitimario.
d) Teoría de la copropiedad familiar. Contrariamente a la teoría anterior, ésta rechaz
a la voluntad del autor, ya que el derecho del heredero derivaría de su copropieda
d sobre el patrimonio que pertenecería a toda la familia. También aquí se observan las
limitaciones, dado que esta teoría resultaría insuficiente para justificar el llama
do de los herederos lejanos.
e) Teoría utilitaria. Sus partidarios sostienen que el sistema sucesorio debe orga
nizarlo el Estado fundándose exclusivamente en principios económicos y políticos, que
respondan a la forma de organización del gobierno. Como las anteriores, ésta peca de
incompleta al atender sólo a una de las fases de la cuestión, que no es, indudablem
ente, la única.
f ) Teorías negatorias. Parece obvio marcar que todas las teorías anteriores reconoc
en, como premisa necesaria, la existencia del derecho de propiedad. Para la tesi
s socialista, al carecer de fundamento el dominio privado, no tiene ninguna vali
dez el reconocimiento del derecho sucesorio. Como se advierte, todas las teorías q
ue hemos enunciado se resienten de parciales al centrar su bondad en uno solo de
los aspectos del problema y resultan insuficientes para explicarlo en su integr
idad. Y acaso no resulte descaminado sostener que en casi todas ellas puede enco
ntrarse, en definitiva, una razón valedera, y que la explicación total resulte de la
síntesis, ya que si bien es cierto que la voluntad del causante tiene un papel im
portante, ella está constreñida por razones de orden social y ético que son las que im
pulsan al legislador para condicionarla. Ello, sin olvidar trascendentes motivac
iones político-económicas relativas al movimiento de los bienes y al resguardo de la
organización democrática del Estado.
6. DISTISTAS CLASES DE SUCESIÓN MORTIS CAUSA LEGÍTIMA,
TESTAMENTARIA Y CONTRACTUAL.
La naturaleza de la fuente del llamamiento puede determinar distintas clases de
sucesiones, ya sea que el título creador de la vocación reconozca su origen en las d
isposiciones legales o bien en la voluntad del causante. Conceptualmente corresp
onde entonces distinguir, en primer término, la sucesión legitima de la voluntaria.
A su vez, dentro de esta última categoría puede admitirse una subdivisión motivada en
la formulación de la voluntad, puesto que ella puede manifestarse unilateralmente
mediante el acto jurídico del testamento o en forma bilateral por el concurso de d
os o más voluntades reguladas contractualmente. Más adelante ha de verse que la posi
bilidad .voluntaria contractual ha sido desechada, en términos generales, por el s
istema argentino, no admitiendo la validez de los pactos sucesorios.
Conviene observar que nuestro derecho, respondiendo a la tendencia imperante en
los ordenamientos modernos, permite la coexistencia de la fuente legal y la test
amentaria, apartándose así de la solución del sistema romano que no admitía la compatibi
lidad de la sucesión testamentaria conjuntamente con la ab-intestato): que se mani
festaba en el conocido aforismo nemo pro parte testatus pro parte intestatus dec
edere potest.
En síntesis, junto al hecho jurídico de la muerte puede operar en forma conjunta o c
onsecutiva el acto jurídico unilateral del testamento, y según el uno o el otro, o a
mbos a la vez, la sucesión se presentará como legitima, testamentaria o mixta.
Esta caracterización es la que recoge la primera parte del art. 3279 al expresar:
La sucesión es la trasmisión de los derechos activos y pasivos que componen la heren
cia de una persona muerta, a la persona que sobrevive, a la cual la ley o el tes
tador llama para recibirla. El concepto es completado por el art. 3280, donde se
establece: La sucesión se llama legítima cuando sólo es deferida por la ley, y testam
entaria cuando lo es por voluntad del hombre manifestada en testamento válido. Pue
de también deferirse la herencia de una misma persona, por voluntad del hombre en
una parte, y en otra por disposición de la ley.
En cuanto al modo de operar conjunto o consecutivo de ambas fuentes merece recor
darse la observación de Rébora, quien precisó que entre la función de la voluntad y la f
unción de la ley ha de haber una adecuación que puede ser consecutiva, como también si
multáneo-consecutiva. La adecuación consecutiva se atiene, en primer término, a la vol
untad del causante manifestada en un acto de última voluntad al cual se le reconoc
e una eficiencia superior a otros intereses, limitándose la ley a asignarse a sí mis
ma una función supletoria que cobrará eficacia cuando falte el testamento. En cambio
, la adecuación simultáneo-consecutiva, que caracteriza a nuestro sistema, contempla
como primordial el derecho de ciertos herederos, de tal manera que únicamente cua
ndo éstos faltan se extiende la eficiencia del testamento y se atribuye a la Ley,
por último, una función supletoria similar a la de la primera adecuación. O dicho de o
tra forma, nuestro ordenamiento positivo establece como predominante la función de
la ley cuando existen herederos de llamamiento forzoso, y frente a ellos limita
la posibilidad-testamentaria, que sólo se expande en su ausencia.
7. PACTOS SOBRE HERENCIA FUTURA ADMITIDOS EN EL DERECHO EXTRANJERO Y ARGENTINO.
Hemos dicho que la sucesión puede obedecer a una fuente voluntaria contractual, en
función de una manifestación de voluntad bilateral. Constituye ello el pacto suceso
rio, al que se lo ha definido como la convención mediante la cual el causante orga
niza su sucesión de acuerdo con otros interesados, o éstos, estipulando entre sí en vi
da del causante, trasfieren o abdican sus derechos. Perfilando más estrechamente l
os conceptos, sostiene Guastavino que pacto sucesorio es el contrato cuyo objeto
es el todo o la parte de una herencia futura y cuyo contenido concierne a su or
ganización o a un aspecto de esa organización, por referir a disposición n transferenc
ia de derechos sucesorios eventuales o por referir a reglas de distribución de la
herencia o a otras cuestiones sucesorias.
Con lo surge de las definiciones dadas, concurren para la existencia del pacto t
res condiciones. La primera es que se celebre en previsión de una herencia futura,
es decir, todavía no abierta. La segunda es que el objeto del contrato forme part
e de esa sucesión, no siendo necesario que esté referido a toda ella o una parte alícu
ota, bastando que se aplique a una cosa determinada, a una res singularis de la
herencia. Y como tercera, que el pacto se celebre en mérito a un derecho hereditar
io, y no a título de crédito u otra clase. Convendrá advertir que la denominación abarca
distintas figuras. En primer lugar, el pacto institutivo, esto es, aquel por el
cual se dispone de la propia herencia para después de la muerte. En segundo lugar
, el pacto renunciativo, mediante el cual se renuncia a una herencia en vida del
causante. Por último, el pacto dispositivo, por el cual el sucesible dispone de l
a herencia abierta en favor de un tercero. Como se observa, en los dos primeros
la estipulación se anuda entre el de cujus y el sucesible, mientras que en el último
el contrato vincula a éste con cualquier extraño. La institución del pacto sucesorio
no ha contado con las simpatías del legislador, y la prohibición de tales convencion
es se remonta al derecho romano, que incorporó una minuciosa casuística al Digesto y
al Código. Los motivos que han impulsado a prohibir la vocación contractual en los
tiempos clásicos obedecen a un doble orden de razones: se ha aducido, en primer térm
ino, que tales convenciones resultan contrarias a las buenas costumbres e indece
ntes, ya que giran en torno de una especulación sobre la muerte y la ventaja queda
subordinada a la proximidad del deceso, lo que provocaría el deseo de ese evento,
es decir, el votum mortis; en segundo lugar se esgrime la defensa de la liberta
d de testar, que quedaría, de esa forma, menoscabada al restringirse al causante l
a facultad de disponer por medio del testamento. Mas modernamente se han agregad
o otras consideraciones, tales como la que dichos pactos resultan perjudiciales
y lesivos, dado que ordinariamente, por las circunstancias en que se celebran, s
e aceptar, convenciones que se traducen en una despiadada usura, arguyéndose además
que la prohibición tiende a impedir que se altere la igualdad entre los Herederos
forzosos mediante convenciones que burlen el principio democrático de la división ig
ualitaria entre los sucesores. No obstante el viejo linaje y el predicamento de
la tesis prohibitiva, no pocas argumentaciones doctrinales en los tiempos modern
os han señalado la insuficiencia de sus razones, y esta corriente permisiva se ve
robustecida por el acogimiento que al pacto sobre herencia futura han brindado o
rdenamientos de tanto prestigio corno el Código Civil alemán y el suizo. Sin embargo
, la tendencia imperante en los códigos es la prohibitiva, y a los citados por Vélez
en la nota al, art. 1175 (francés, holandés y napolitano) deben agregarse los dicta
dos con posterioridad, tales como el chileno, el uruguayo, el peruano, el brasil
eño y el italiano.
El Código Civil argentino, siguiendo los modelos romano y francés, ha consagrado el
régimen prohibitivo en virtud de una serie minuciosa de disposiciones, cuyo eje es
el art. 1175: donde se establece: No puede ser objeto de un contrato la herenci
a futura, aunque se celebre con el consentimiento de la persona de cuya sucesión s
e trate; ni los derechos hereditarios eventuales sobre objetos particulares. Con
cordantemente, no se permite la transacción sobre los derechos eventuales a una su
cesión ni sobre la sucesión de una persona viva (art. 848), ni se admite la cesión de
las esperanzas de sucesión (art. 1449). A su vez, en el art. 3311 se dispone que l
as herencias futuras no pueden aceptarse ni repudiarse, debiéndose formular la opc
ión únicamente después de la apertura, agregándose en el art. 3312 que el heredero presu
ntivo que hubiera aceptado la sucesión de una persona viva, podrá sin embargo acepta
rla o repudiarla después de la muerte de esa persona.
Pero no obstante este categórico rechazo, que en principio el legislador adoptó y qu
e cuidó de regular minuciosamente, es dable encontrar en nuestro ordenamiento posi
bilidades de pacto sobre herencia futura, ya sea porque las figuras soslayan los
límites prohibidos, ya sea en mérito a autorizaciones especiales de !a ley que dero
gan la norma genérica. Como bien se ha observado, estas últimas son las excepciones
genuinas a la prohibición.
Una clara derogación se evidencia en la partición por donación del ascendiente respect
o a sus descendientes, regulada en los arts. 3514 a 3538. Allí se permite una conv
ención previendo una sucesión que no se ha abierto todavía, cuyo objeto versa sobre es
a futura sucesión y que se condiciona a un derecho presuntivo.
Otra posibilidad derogatoria aparece en la última parte del art. 1805, que determi
na la imputación de las liberalidades realizadas por los padres en favor de sus hi
jos, entendiéndose que deben comprenderse como un adelanto de la legítima. De la mis
ma manera y también tipificando la figura de un pacto sobre herencia futura, apare
ce la posibilidad de que ciertas enajenaciones realizadas por el causante en fav
or de sus herederos forzosos cedan en la presunción que se establece de su gratuid
ad, permitiendo que los demás legitimarios reconozcan el carácter oneroso de ellas (
art. 3604).
Por último, y aunque no en forma tan definida, puede darse, según las circunstancias
, la posibilidad de pactos sobre herencia futura en las normas contractuales que
en las sociedades regulan la eventualidad del deceso de uno de los socios duran
te la vigencia de la sociedad.
Conviene advertir, finalmente, que la ley 17.711, al modificar el art. 1217 del
Código, derogó la posibilidad del pacto institutivo que configuraba éste cuando en su
inc. 4 autorizaba, como convención prenupcial, las donaciones que los esposos se h
icieran de los bienes que dejaren por su fallecimiento.
7.1.- SUPUESTOS DISCUTIDOS:
No es pacífica la doctrina en cuanto a las proyecciones de la prohibición sobre dist
intas figuras. Interesa, por tanto, examinar algunos de los supuestos de mayor s
ignificación.
a) Obligaciones cuyo pago se subordina a la muerte.
Es preciso establecer distinciones. Si la obligación consiste en un mutuo en el cu
al el deudor se obliga a devolver con lo que reciba de la herencia, estaremos fr
ente a un pacto sucesorio alcanzado por la prohibición, ya que en definitiva se ha
pactado la trasmisión actual de un beneficio patrimonial que se obtendrá de una suc
esión aún no abierta. Pero en cambio, como lo señalan Baudry y Barde, no se debe ver u
n pacto sobre sucesión futura en la convención por la cual la exigibilidad de una de
uda es postergada hasta la muerte de una tercera persona, de la que el deudor es
heredero presunto. Ello así, al menos, si el deudor debe, después de la muerte de e
sa persona, permanecer obligado en todos los casos, aun cuando no heredase o no
recibiese nada en esa sucesión.
b) Testamento otorgado en cumplimiento de un pacto.
En sentido lato, es también un pacto de herencia futura el contrato por el cual un
o de los estipulantes se obliga a instituir como heredero o legatario al otro. E
n cuanto al contrato en sí, no cabe ninguna duda de que cae bajo la sanción de nulid
ad, planteándose el interrogante sobre la suerte del testamento. Compartimos la op
inión que rechaza su validez, sea porque éste se ha otorgado como consecuencia de un
a convención nula, sea porque no es el fruto de una voluntad genuinamente libre y
espontánea.
c) Mandato conferido para aceptar o repudiar una herencia futura.
Existen discrepancias sobre la validez del mandato conferido para ser ejercitado
una vez que se efectivice el llamamiento a una sucesión aún no abierta.
Para una posición, dicha posibilidad es válida, aduciéndose que el mandato es esencial
mente revocable permitiendo al mandante conservar la libertad de aceptar o repud
iar la herencia, a su criterio, al serle deferida. A ello se agrega la convenien
cia práctica de su admisibilidad, en consideración a los casos en que el sucesible d
ebe alejarse del lugar donde habrá de producirse la apertura de la sucesión. Se obse
rva, sin embargo, que si el mandato fuera irrevocable caería dentro de la prohibic
ión.
La tesis contraria ha sido lúcidamente sostenida por Méndez Costa. Para esta autora,
el asunto puede considerarse desde tres aspectos: el concepto de pacto de heren
cia futura, sus condiciones de existencia, v clasificación por el contenido. Con r
elación al primero de ellos, afirma que la expresión objeto del contrato se identifi
ca con contenido, y siendo objeto del mandato la aceptación de la herencia, entra
decididamente en la conceptualización del pacto sobre herencia futura. En cuanto a
las condiciones de existencia, observa que se celebra en previsión de una sucesión
no abierta y que el mandato se otorga en virtud de un derecho hereditario eventu
al. Por fin, concluye que es sencillo ubicarlo en alguna de las clasificaciones
de los pactos sobre herencia futura.
A partir de esos tres puntos llega a una conclusión única:
Recayendo el negocio jurídico a celebrar por el mandatario sobre una herencia futu
ra, queda incluido entre las figuras prohibidas por el art. 117.5 y sus correlat
ivos.
Como se observa, la posición que se adopte en el tema repercute sobre otras cuesti
ones de importancia. Así, por ejemplo, la validez de la cláusula para aceptar o repu
diar herencias que se incorpora a mandatos comprensivos de otros negocios jurídico
s, que de admitirse permitiría violar la veda legal por su generalidad al abarcar
todas las herencias aún no abiertas a las cuales el mandante pudiera ser llamado.
ARTICULO TOMADO DEL MANUAL DE DERECHO SUCESORIO DE JORGE MANUEL DE MAFFIA, TOMO
I.

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