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REVISTA BÍBLICA

Año 35 - 1973
Págs. 289-296

[289]

LA BIBLIA: PALABRA DE DIOS,


PARA NOSOTROS HOY

Enzo Giustozzi

¿Qué es la Biblia? ¿Para qué sirve? Fe, Historia, Liberación se encuentran.

A.- ¿Qué es la Biblia?

Las introducciones a la Biblia suelen partir del presupuesto de que la Biblia es un libro
escrito. A continuación acumulan datos respecto de las lenguas bíblicas, los manuscritos que
se conservan, las versiones a los distintos idiomas, los problemas suscitados par la inspiración
divina del libro escrito, las dificultades suscitadas por las ciencias naturales (evolucionismo,
poligenismo, etc.).1 Creemos que no conviene dar por supuesto sin más averiguaciones, el
carácter de documento escrito de la Biblia, porque lleva consigo una serie de connotaciones
(“prejuicios”, se puede decir) propias de nuestra civilización “occidental y cristiana” que no
sólo pueden sino que deben ser sometidas a crítica.

Es obviamente cierto que hoy tenemos la Biblia en forma de libro escrito (Biblia, en
griego, significa precisamente “libros”). Pero es no menos cierto que no nació como libro, es
decir: no es fruto del genio creador o la artesanía literaria de uno o varios escritores indi-

1
“La Biblia es el libro por antonomasia... Es el libro inspirado... La Biblia está escrita inspiradamente por Dios...
no es sólo el libro religioso por el contenido, sino que lo es también por su estructura redaccional, por su
escritura". Tuyá-Salguero, Introducción a la Biblia. T. 1, Madrid 1967, p. 3 (BAC 262).
[290] viduales.2 La Biblia, como libro escrito, es la última etapa de un larguísimo proceso
de unos diez siglos para el A.T. y de unos cien años para el N .T. Tomar en consideración este
proceso —y el libro escrito, dentro de él— es de gran importancia para situar la Biblia en su
medio ambiente vital, en su “caldo de cultivo”, que la hizo Palabra viviente de Dios.

Todos los cristianos afirmamos que la Biblia es Palabra de Dios. Ponemos, pues, la
Biblia en el ámbito de la fe,3 de la fe en Dios; no la consideramos un libro como tantos otros.
Veamos, pues, quién es Dios (según la Biblia), cómo es la fe bíblica en ese Dios; y quizás
podamos decir qué es esa Palabra suya (la Biblia), y cómo ese “libro” puede ser -¡es!- palabra
de Dios para nosotros, hoy y aquí.

1) ¿Quién es Dios?

A la pregunta ¿Quién es Dios?, el A. T. nos responde: “Yo Yavé, soy tu Dios, que te ha
sacado del país de Egipto, de la esclavitud” (Ex 20,2). Completado, profundizado, por el N.T.:
Dios es el que nos liberó en Cristo. Detengámonos un poco en esta doble respuesta; doble
respuesta única, ya que afirmar la salvación-liberación en Cristo, no es negar la del Éxodo,
sino llevarla hasta sus últimas consecuencias.

A diferencia de la cosmovisión griega, que halla su principio de interpretación (su “metro-


patrón” de toda racionalidad, digamos) en el cosmos (el cosmos es el orden del universo,
bello, armónico: dado e inmutable), la experiencia bíblica halla su clave de interpretación en
la historia. Por eso para responder a la pregunta sobre Dios, se echa mano de un hecho
histórico: el Éxodo. Por eso el misterio central del cristianismo es Cristo: Dios hecho historia.
Porque tan cierto es que Dios actúa en la historia de los hombres, que se hizo historia al
encarnarse en Cristo: “Y el Verbo se hizo carne, y levantó su carpa entre nosotros”. (Jn 1, 14).

Tanto es así, que podríamos caracterizar el proceso religioso de Israel como de la historia
al cosmos; de algún modo, inverso a nuestro proceso actual, que podríamos llamar: del
cosmos a la revalorización de la historia. Aclaramos un poco: todos tenemos experiencia
(aunque no hayamos reflexionado sobre ella) de dos tipos de relaciones nuestras, claramente
diferenciables, a saber: la relación con la naturaleza, con las “cosas” (relación sujeto-objeto,
hombre-naturaleza); y la rela-

2
Muy significativamente la Biblia hebrea se divide en: 1) La Torá (Pentateuco), 2) Profetas, 3) ESCRITOS. Es
decir, que la Torá y los profetas no se consideraban “escritos”, aunque estuvieran puestos por escrito.
3
Cfr: Varios (SAPSE) Mito y Hermenéutica. Buenos Aires, El Escudo, 1973, p. 27. (: Los presupuestos).
[291] ción con las personas (relación hombre-hombre, sujeto~sujeto o inter-subjetiva,
dialogal). Nótese bien, que al decir “claramente diferenciables”, no queremos decir
separables, y mucho menos prescindibles. Ambas relaciones son reales y se condicionan
mutuamente: no se da una sin la otra. Por ejemplo, lo que tenemos de “naturaleza” (el cuerpo),
hace posible que nos comuniquemos; dialoguemos: posibilita (¡o impide!) la relación
intersubjetiva (hombre-hombre). No es cuestión de optar, pues, por un materialismo
determinista (“objetivo”) que piense como irrelevante la relación hombre-hombre; pero tam-
poco por un “espiritualismo” desencarnado menospreciador de lo "material” y que pretenda
ignorar o eliminar la relación sujeto-objeto, hombre-naturaleza. El quid de la cuestión, no está
pues en negar una u otra relación (sería pretender negar la realidad), sino en ver cuál de las
dos relaciones se pone en primer lugar, cuál se toma como "metro-patrón’, y cuál se subordina
a la otra.

Los griegos llegan a la divinidad desde el cosmos, las religiones de la fertilidad desde la
observación de los ciclos recurrentes de las cosechas, las estaciones, las fases lunares.

Lo cíclico, lo recurrente, el eterno retorno, “la historia se repite” (!), caracterizan esta
mentalidad. ¡Nótese, de paso, cuánta parte tiene en nuestro modo de pensar “cristiano”, esta
cosmovisión!

Israel, en cambio, tiene su experiencia vital más importante, su experiencia de Dios en la


Historia.

“El Dios bíblico despliega una cronología; por ella se nos comunica. La
revelación es eminentemente histórica. Historia de salvación, historia de
liberación. La Palabra de Dios libera de los dioses cíclicos... Y de sus
equivalentes contemporáneos: lo repetitivo y lo absurdo, la rutina y el
sinsentido, todo aquello que podría aplastamos por imparable recurrencia o
simplemente porque sí. Ni ciclos ni caprichos quedan en pie ante la revelación
bíblica. La historia tiene un sentido, y es Dios quien la conduce hacia la
realización plena, rompiendo todo freno y toda clausura tanto en el orden
cósmico como en el histórico”.4

Resumiendo: Para el hombre griego y mítico-naturista (religiones de la fertilidad) lo


significativo es el cosmos y sus ciclos siempre iguales; y desde él, interpreta la historia como
un eterno retorno sin sentido

4
Borrat. H. Terra lncognita Barcelona, Estela 1970, p. 109. Ver también el excelente libro de Juan Luis Segundo
Nuestra Idea de Dios (T. 3 de su Teología Abierta para el Laico Adulto) Buenos Aires, Lohlé 1970, espe-
cialmente el cap. 1: “Dios y la Historia".
[292] ni en el antes, ni en el después.5 Para el hombre bíblico, en cambio, lo
primordialmente significativo es la historia (es decir la relación hombre-hombre, cuya
prolongación y clave es la relación Dios-hombre), que tiene un sentido hacia el futuro (es
teleológica) e ilumina el presente echando mano al pasado.6

2) ¿Qué es la Fe bíblica?

De lo dicho más arriba, se deduce con bastante coherencia, pues, que la fe en el Dios
Bíblico (¡Nuestro Dios!), no es tanto la adhesión a un Dios “motor inmóvil",7 causa de los
ciclos y órbitas de los astros sino el reconocimiento en la historia, de ese Dios que le dice a
Moisés:

“Yo he visto la opresión de mi pueblo... y he oído sus gritos de dolor, provocados por
sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he venido a
liberarlo...” (Ex 3,7s.).

La fe-reconocimiento de ese Dios que “se hizo carne y acampó entre nosotros” (Jn 1,14).
La fe bíblica, pues, está conectada íntimamente con la historia; y desde la experiencia
histórica, se reflexionará también sobre el cosmos y su sentido al servicio del hombre.8

Si Dios se manifiesta al hombre en la propia historia de los hombres; si la fe bíblica es


una fe-reconocimiento de ese Dios liberador; podemos empezar a entender mejor por qué la
Biblia no es una Suma Teológica, ni un catecismo de preguntas y respuestas.

¿Qué es la Biblia? La historia del amor de Dios a los hombres, y de la fe-reconocimiento


(con fidelidades e infidelidades) del Pueblo de Dios. Esquemáticamente:

-En primer lugar, Israel tiene una experiencia histórica, el Éxodo, fundamental para
su ser pueblo.
-La fe es la respuesta, la toma de conciencia, el reconocimiento de que “fue Yavé
quien te liberó” (Ex 13,3c), “no pienses: mi propia fuerza y el poder de mi brazo
me han alcanzado esta prosperidad” (Dt 8,17).

5
Esta concepción del “eterno retorno” la hallamos hasta en obras de cienciaficción; como lo indica el título
mismo de la película “Recuerdos del futuro”, por ejemplo.
6
Cfr Dt 26,5-10; profesión de fe israelita, de las más antiguas, totalmente histórica; y nuestro “credo” de la misa,
cuyo centro es también la historia: el misterio de Cristo encarnado-muerto-resucitado.
7
Cfr. Aristóteles, Física VII, c. 1-2, VIII; Metafísica, XI.
8
Cfr Croatto, J. S. El hombre en el mundo, creación y designio Edit. La Aurora, en prensa. Véase su
presentación en: Revista Bíblica 34 (1972.) 41-54.
[293]
-Esta fe-reconocimiento del Dios liberador, es expresada en el culto, es transmitida
de padres a hijos: “Y cuando tu hijo te pregunte el día de mañana: ¿Qué significan
esos mandamientos, esos preceptos y esas leyes que el Señor nos ha impuesto?, tú
deberás responderle: Nosotros fuimos esclavos del faraón en Egipto, pero el Señor
nos sacó de allí con mano poderosa...".9
-Por fin, por distintas circunstancias (el exilio en Babilonia, es la más importante)
empieza a ponerse por escrito esa experiencia de Fe, y se van coleccionando y
editando las distintas tradiciones orales y escritas; es decir, empieza la actividad
que cristalizará en la ‘edición’ de la Biblia-libro.
Y en cuanto al Nuevo Testamento:
-Primero los discípulos se encontraron con Jesús y convivieron con Él.
-A raíz del misterio pascual (muerte-resurrección-pentecostés), se les abren los ojos,
pierden el miedo (cfr Jn 20,19), y comprenden en profundidad el misterio de
Cristo: la fe cristiana es fe en el resucitado (Cfr 1 Cor 15,1-4.12-17). Esa fe en el
Resucitado es predicada, trasmitida, y vivida en la Eucaristía (Cfr Hech 2,22-24;
10,36-43, etc).
-Esa predicación oral, sirve de base para los escritos que empiezan a surgir (cfr Lc
1,1-4); esto cristalizará en los cuatro Evangelios.10
Las afirmaciones precedentes, necesariamente esquemáticas, no pretenden ser
absolutamente precisas. Con ellas quisiéramos tan sólo graficar pedagógicamente el largo y
complejo proceso que hay detrás del libro bíblico. Para que resalte (aunque sintéticamente)
que la vida de fe de un Pueblo es el caldo de cultivo en el que nació, creció, cristalizó en
escrito, y vive, la Biblia: Palabra de Dios, para los hombres de hoy. Y ese libro, que guardo en
mi biblioteca, será para mí palabra viviente de Dios, si por la fe soy un miembro del Pueblo de
Dios, pues: la Biblia nació de la fe de una comunidad, y no vive sino en una comunidad de fe.

B.— ¿Para qué sirve la Biblia?

La Biblia brota en el seno de una comunidad que cree; es la cristalización escrita de la fe


de esa comunidad; y en orden a expresar

9
Dt 6,20-22; cfr Ex 12,24-27.
10
Ver el sugerente libro de Grollenberg, L. H. Visión Nueva de la Biblia, Barcelona, Herder 1972, especialmente
pp. 337-465, donde reconstruye la formación de los cuatro evangelios.
[294] (transmitir, predicar, alimentar, aumentar) esa fe, existe.11 Es la "lectura" de la
presencia operante y salvífico-liberadora de Dios en el devenir histórico de su Pueblo. El
objetivo primero de la Biblia, no es, pues, proporcionar “argumentos” dialécticos para
demostrar cosas. Más que dar respuestas hechas (“recetas”) intemporales y universalmente
válidas para todos los lugares y casos indistintamente, más que poner el acento en el
“catálogo” de “verdades” que hay en la Biblia,12 la Biblia interpreta la presencia de Dios en la
historia, en el acontecimiento, en la “situación”. Y por consiguiente, para eso puede y debe
servirnos: para ayudarnos a leer los signos de los tiempos; según aquello del Vaticano II:

“El Pueblo de Dios, movido por la Fe... se esfuerza por ver con claridad cuáles son en
todo eso las señales de la presencia o de los designios de Dios”.13

Es decir, para discernir en la maraña de los acontecimientos, cuáles son los hechos realmente
significativos de la presencia de Dios, cuál es el sentido que subyace a los acontecimientos,
hacia dónde y por qué cauces conduce Dios esta historia que nosotros construirnos.

La Biblia es fundamentalmente historia-leída desde la Fe, puesto que la revelación que


Dios nos hace de sí mismo, "... se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos
entre sí...“.14 Dios está sí, en el acontecimiento; pero el acontecimiento solo, descarnado, no
basta: debe ser “leído” por la Palabra,

"..... de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación
manifiestan y confirman la doctrina... y las palabras por su parte proclaman las obras
y esclarecen el misterio contenido en ellas”.15

Si Dios obró en la historia de su pueblo Israel, también obra en nuestra historia (y en toda
historia humana), hoy. El mensaje arquetípico de la Biblia me sirve de parámetro, de punto de
referencia, para

11
“Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no estén escritas en este libro.
Estas fueron escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en
su nombre”. (Jn 20,30s.)
12
Téngase muy en cuenta que no pretendemos negar que en la Biblia haya verdades. Creemos, sí, que las hay.
Pero pensamos que no tienen razón de ser en-sí mismas, “sueltas”; sino que tienen todo su valor y sentido a la luz
de la verdad central del Cristianismo: CRISTO, Dios hombre.
13
Concilio Vat. II Gaudium et Spes N9 4; cfr Nº 11.44 y Medellín, Introducción Nº 1-2, 6-8 y passim.
14
Conc. Vat. II Dei Verbum Nº 2.
15
Ídem, ibídem.
[295] "rastrear” a Dios en el hoy. El contacto vivo con la Biblia me ayudará a pescarle a Dios
el “estilo” de su obrar.

Hagamos un ejemplo: Si entre los egipcios-opresores, e Israel-oprimido, Yavé se puso de


parte de los oprimidos; si Cristo dijo “bienaventurados los pobres... ¡Ay de los ricos!” (Lc
8,20.24) será muy difícil aceptar que ese mismo Dios esté hoy de parte de aquellos que
“reprimen drásticamente todo intento de reacción” aduciendo “aparentes justificaciones
ideológicas (v. gr. anticomunismo) o prácticas (conservación del orden) para cohonestar tal
proceder”.16

Hasta aquí hemos hablado de la Biblia como Palabra de Dios, paradigma o arquetipo, punto
de referencia, que ilumina nuestro presente. Hemos puesto de relieve la sintonía que va desde
el texto bíblico hacia nuestro presente. Hay, además, otro aspecto, el complementario, que va
desde el acontecimiento hacia la Biblia. Es decir, que no sólo la Biblia ilumina el presente,
sino que nuestro presente ilumina el texto bíblico.

Si nosotros, pueblo de Dios hoy, “leemos” en profundidad los acontecimientos que nos toca
vivir, detectamos en el núcleo más íntimo de los acontecimientos la presencia de Dios. Desde
la Fe, por supuesto. Al confrontar nuestra experiencia de vida, actual, con los acontecimientos
arquetípicos que hallamos ya “leídos” en la Biblia, me encuentro con que nuestro presente
ayuda á “desimplicar”, explicitar, virtualidades o “reservas de sentido” del texto bíblico, que
pudieron no ser captadas por generaciones anteriores de cristianos. El vivir activamente,
intensamente, profundamente el presente, facilita una sintonía mejor y más profunda con los
acontecimientos arquetípicos, ejemplares, "leídos” por la Biblia. Diríamos, que nos da una
mayor “caja de resonancia” para que la Palabra de Dios pueda resonar mejor, más
ampliamente.

“El descubrimiento progresivo del sentido total y de la orientación definitiva de estas


aspiraciones (auténticamente humanas) y tensiones, tal y como se realizan en cada
momento del proceso histórico, es una tarea esencial de la misión profética de la
Iglesia. Para captar el sentido total de estas realidades humanas es preciso convivir
plenamente con los hombres de nuestro tiempo, así podrán ser interpretadas
progresiva y seriamente, en estos momentos históricos, dentro de su contexto actual,
a la luz de las experiencias vivenciales del Pueblo de Israel, del hombre Cristo, y de
la Comunidad eclesial sacramental, en que el espíritu de Cristo resucitado, vive y
opera

16
Medellín. II Paz Nº 6.
[296] continuamente. Así la comprensión del hombre ayuda a la profundización del
mensaje cristiano, y esta profundización ayuda a la mejor comprensión del
hombre”.17

BIBLIOGRAFÍA para ampliar y profundizar este enfoque

a. — Fe e historia, hermenéutica

1) Croatto, J.S. “Dios y la historia”; en: Perspectivas de Diálogo (1971) Nº 51, p. 4 ss.
2) Ídem “Dios en el acontecimiento”; en: Revista Bíblica 35 (1973) p. 52-60.
3) Varios (S. A. P. S . E.) Mito y hermenéutica Buenos Aires, Publicaciones El Escudo 1973.
4) De Santa Ana, J. “Revelación y sentido de la Historia”; en: Víspera 3 (1969) Nº 11, p. 11-
16.
5) Lapointe, R. Les trois dimensions de l’hermenéutique Paris, Gabalda 1967.
6) Alonso-Schökel, L. La palabra inspirada. La Biblia a la luz de la ciencia del lenguaje.
Barcelona, Herder 1966.
7) Ídem, Carácter histórico de la revelación; en la obra dirigida por él: Comentarios a la
Const. Dei Verbum. Madrid 1969, p. 139-165 (BAC 284).

b. — Otros subsidios útiles para catequistas

1) Revista: Testimonio Cristiano 1 (1972) Nº 1; todo el número dedicado a: “El estudio


bíblico”. (Editada por los protestantes de la prestigiosa editorial “La Aurora”, de Buenos
Aires).
2) Lapple, A. El mensaje bíblico en nuestro tiempo. Manual de catequesis bíblica
Madrid, Ediciones Paulinas 1968 (óptima introducción que proporciona los datos históricos,
geográficos, etc., de modo sencillo, completo y didáctico. Puede suplir con ventaja a las
grandes Introducciones de mayor volumen y costo, como Robert-Feuillet, etc.)
3) Grollenberg, L. Visión nueva de la Biblia Barcelona, Herder 1972.

N.B.: El mejor libro-guía en esta línea, pensamos que sigue siendo la “Historia de la
Salvación”, de nuestro colega José Severino Croatto, editado por Edic. Paulinas (Florida 1966,
1970).

17
Semana Internacional de Catequesis. Medellín, Colombia, Agosto dc 1968. Edic. ‘Búsqueda, Bs. As. 1968.
Orientaciones Generales, 11. Cfr Documentos de Medellín, VIII Catequesis N9 4.5.

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