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(Gnesis 32:24-32).
Introduccin:
4. Jacob hizo una cosa ms, junt de lo que le vino a la mano y prepar un
presente para Esa. Le junt 200 cabras, 20 machos cabros, 200 ovejas, 20
carneros, 30 camellas con sus cras, 40 vacas, 10 novillos, 20 asnas y 10
borricos. Los mand por grupos dicindoles, s Esa los encuentra dganle,
que yo le mando todo esto, porque Jacob dijo: 32:20; "Apaciguar su ira
con el presente que va delante de m, y despus ver su rostro; quiz le
ser acepto." Despus que los grupos pasaron l durmi aquella noche.
1. Dice 32:24; "Luch con l un varn hasta que rayaba el alba." Este
varn era un ngel, en l Dios se le apareci a Jacob, se le manifest de la
misma manera que lo hizo con Agar e Ismael cuando fueron echados de la
casa de Abraham. Por que les faltaba agua Ismael alz su voz y llor y vino
el ngel de Dios y dijo; Gn. 21:17-18; "Dios oy la voz del muchacho; y
el ngel de Dios llam a Agar desde el cielo, y le dijo: Qu tienes, Agar?
No temas; porque Dios ha odo la voz del muchacho en donde est.
Levntate, alza al muchacho y sostenlo con tu mano porque yo har de l
una...." En la crisis de Jacob tenemos la misma situacin, Dios se
manifiesta como si fuera l mismo.
1. Esta lucha fue dura, feroz, mano a mano, en trminos iguales y dur
hasta que rayaba el alba. El ngel vio que no poda vencer a Jacob sin
usar sus poderes sobre naturales, ellos son mayores que nosotros en
fuerza y en potencia. Pero no le qued otro recurso: 32:25; "Y cuando el
varn vio que no poda con l, toc en el sitio del encaje de su muslo, y se
descoyunt el muslo de Jacob mientras con l luchaba."
4. Y finalmente, quiero enfatizar que la razn del triunfo de Jacob en su lucha con
el ngel, fue por que l era un hombre de fe.
a. Jacob nos ensea que Dios puede ser conquistado con la fe: Oseas 12:4;
"Venci al ngel, y prevaleci; llor, y le rog; en Bet-el le hall, y all
habl con nosotros." Esta lucha no era fsica solamente, sino tambin
espiritual, la fe de Jacob, sus lgrimas, sus oraciones y su gran deseo eran
sus armas. Cuando el ngel le toc y le disloc la cadera, su fe no
disminuy, tampoco silenci sus oraciones, pudo prevalecer porque su
fuerza no era fsica sino celestial, de no haber sido as el ngel lo hubiera
destruido. Dice Rom. 8:26; "Y de igual manera el Espritu nos ayuda en
nuestra debilidad; pues qu hemos de pedir como conviene, no lo
sabemos, pero el Espritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles."
Conclusin:
Juan A. Salazar