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Discurso Homenaje Omar

El recuerdo nos hace trizas. El dolor es tan inmenso que aún no vemos el fin. Ser
testigo, saber o imaginar acto tan encarnizado y macabro como el que se llevó a Omar,
ha ido mermando nuestras fuerzas. Los días en que estaba desaparecido fueron
agónicos, pero saber que estaba muerto, y que su muerte fue terrible y violenta nos
abatió a todos. De un momento a otro la tragedia nos marcó. Personalmente, no
alcanzo a entender ni mucho menos a olvidar. El vacío que Omar deja, no sólo en la
comunidad artística, sino también en ámbitos personales, fraternos, amorosos, íntimos
y filiales… es enorme. Y debe serlo porque no se puede esperar que una persona de su
talla deje una huella breve. Así, una pérdida de esta dimensión sólo puede significar
que alguien grande se nos fue…

Omar era un hombre entregado a su pasión, dedicado en cuerpo y alma a eso que
amaba hasta sus últimas consecuencias, y sin concesiones: la música y a este país.
Como ser humano creador que era, estas palabras no sólo deben ser funestas, también
deben ser vitales, y aunque esta familia está deseosa de que se haga justicia, tampoco
podemos perseguir la muerte a perpetuidad, y debemos darle paso a la esperanza. Más
allá de lo sombrío, vale la pena mantener la belleza de su recuerdo y continuar, desde
todas nuestras posibilidades, con la labor que él inicio. Y en este momento, antes de
seguir, hago la siguiente petición: instituciones, autoridades, coordinaciones, empresa
privada, escuelas, medios culturales, Omar se fue… pero hagamos lo posible por
continuar su trabajo y apoyemos a la música en México en todos sus ámbitos:
formativo, de creación, de difusión, de investigación, de recuperación… Sería
verdaderamente amargo que la labor de su vida, su legado, se extinguiera con su
muerte. Debemos apostar, como él lo hizo, a construir espacios más luminosos, donde
el arte tenga el lugar de importancia que merece en la construcción de mejores
hombres, y esperemos que esto ayude a que actos tan deleznables sucedan en menor
medida, pues creemos, como él, que la mejor forma de luchar contra la violencia es a
través del arte, la ciencia y la educación.
Terminado el paréntesis… Su compromiso se avocó a tres áreas específicas: la
docente, la de difusión y rescate de la música contemporánea mexicana, y la de
generación de nuevo repertorio para su instrumento: la viola. En este sentido, su amor
y respeto por compositores mexicanos y latinoamericanos lo llevó a profundizar en la
obra de Julián Carrillo, la cual, como investigador, difundió en el ámbito
internacional. Desde su visión pedagógica, para él era de suma importancia educar al
público en la existencia y conocimiento de la música contemporánea, así como
brindarles a las nuevas generaciones la posibilidad de convertirse en intérpretes de
alto nivel, a través de una visión lúdica. El juego siempre fue su acompañante, tanto
en su carácter como en la parte docente. Para nosotros fue una grata sorpresa
encontrar un armario repleto de dulces y juguetes en su casa de Tijuana. Ese detalle
nos ayudó a confirmar lo que ya sabíamos: Omar, además de ser un virtuoso obsesivo,
también era un ser humano juguetón y vital, característica que, como su hermano,
siempre disfruté y compartí. Siendo un profesionista de alto nivel, bien pudo haber
residido en cualquier ciudad del mundo, pero decidió quedarse aquí por su amor a
México, y aunque esto le haya traído dificultades y diferencias, luchó por formar
generaciones futuras de músicos que pusieran en la cima el nombre de este país.

Mención aparte merece su compromiso con la viola. En sus propias palabras:

“La viola es un instrumento capaz de abrir las fronteras de la imaginación y del


sonido, capaz de retar al tiempo y crear su propio espacio en nuestra historia”.

Su dedicación por generar nuevo repertorio, así como el profundo interés por
estimularla como instrumento solista es una labor que debemos reconocerle, y es uno
de los ejes de su existencia profesional. Audaz músico, entregaba cuerpo, cabeza y
corazón en cada interpretación; se entregaba al compositor y al público por igual
dando lo mejor de sí nota tras nota, frase tras frase. El repertorio que deja atrás está
latente y esperando que alguien vuelva a reproducirlo. Pensemos, pues, en todo ese
legado que siempre nos acompañará cuando sintamos que él está demasiado lejos y
que sus rasgos se desdibujan. Cuando su ausencia sea tan fuerte que nos duela el
corazón, siempre tendremos sus brillantes interpretaciones, ese virtuosismo que hacía
estremecer a cualquiera, su alma que transita por toda su música. Sé que mi hermano
está aquí, en cada pieza que fue compuesta para él, en cada una de sus pasiones
musicales, en todas las obras que tocó, en todas las personas a quienes transformó, en
esta familia.

Omar, a pesar de la sombra a cuestas era, ante todo, un ser luminoso; su sombra era
equivalente al tamaño de la luz que emitía. Aunque el reconocimiento paterno le fue
negado, y ese dolor lo acosó durante mucho tiempo, tuvo una madre que le amó y
estuvo a su lado en todo momento; un hermano que agradece haberle tenido en su vida
como ejemplo; una familia orgullosa de sus logros; una esposa que lo procuró y
acompañó; y colegas, amigos, maestros y alumnos que sienten nuestro dolor como
suyo. En menor o mayor medida estuvimos con él en su viaje, atentos a su historia,
aportamos lo que podíamos en su formación, y lo dejamos crecer y vivir según sus
decisiones, estuviéramos o no de acuerdo. A cambio, él fue un hijo cariñoso y
solidario; un hermano preocupado y protector; un esposo dulce y dedicado, un
sobrino-primo-tío-nieto apasionado y crítico; un músico excelso, disciplinado y
entregado y, como bien sabemos, un ser humano con todas sus facetas y mortal.

Para finalizar… Agradecemos a todos los que con sus condolencias, presencia, apoyo
y solidaridad nos han permitido resistir esta pérdida tan terrible. Nos abandonó su
cuerpo, mas el espíritu siempre permanecerá a nuestro lado, susurrando a nuestros
oídos todo su amor. Mi hermano está en mí, en mi madre, en su esposa, en toda su
familia, en sus maestros, en todos aquellos a quienes influyó, en sus compañeros de
profesión, en los sonidos, en la música que interpretó, en nuestros recuerdos… Su
presencia no es algo que pueda diluirse por la ausencia física. En sus cenizas no están
ni su mente, ni su esencia. Y todas esas cosas que seguimos amando permanecen en
nosotros. Por favor, no dejemos morir el fruto de su trabajo.

Gracias por su atención.

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