You are on page 1of 18
La oposioioa obrera a la dictadura (1976-1982) Pablo Pozzi hvtp://vww.sorviciosesenciales.com-ar/Libro.php?id= Resumen Todo buen estudio historico comienza por la conclusion, Fsta siempre es el re sultado de una posicién politica ¢ ideoldgica, No importa cudnto lo disiracem o euén inconscientemente lo hagamos, nuestra opinion sobre el desenlace de Ia historia siempre ests al principio. En general la profesion tiende a tratar de silen- ciar este aspecto central del trabajo del historiadar centrandose, en cambio, en una aparente objetividad postivista que hace eje en la precision y et eimulo de Ja investigacién. Lo que se deja de Indo es ta discusién sobre les significadas de Ja experiencia humana y ef cémo nosotros la interpretamos. La obligacién moral ¥ politica que todos tenemos de interpretar Ia totalidad de un hecho historico no ‘debe confundirse com la tazea de asignar responsabilidades politicas y morales por crimenes especifiens. El comprender un hcho historico es en sf mismo un hecho moral y politica, y la eapacidad de comunicar esa interpretacién historica es algo que puode, en principio, briadar instruments para tomar mejores decisiones po- litcas y morales em el futuro. Bn este sentido, la discusién sobre la clase obzera argentina bajo la dictadura de 1976-1983 no ha sido wna mera disputa académica, De hecho, la.conformacion de una perspectiva particular, que postula la derrota historica de Ia clase obrera argentina, se ha convertido en la base material para renunciamientos politicos e ideolégicos de todo tipo, Sin embargo, la realidad de In clase obrera siempre reabre el debate. Bn esta discustén los desaewerdos eonti- ‘mardn sin resolucion definitive a largo plazo, Por un lado, porque los procesos de In investigacion y sm interpretacién son siempre abiertos, planteando conclusiones lentativas hasta que tos modifica una mejor investigacién, Pero més aGn, porque log desacuerdes, como casi todos los debates historicos importantes, contienen un componente ideolégico esencial que hace a la visién del historiador en cuanto al papel histérico de Ia clase obrera. Velnte afios después Hacer un nuevo prélogo a wna obra siempre es un problema, sobre todo porque habia transcarride poco tiempo desde que termin€ la primera version de este trabajo y ya queria. cambiarla toda. Como expresé antes: toda obra es esencialmente inacabs- dda. Hiabria que agregar que también es un testimo- aio personal y profesional de época. He optado por ‘no corregir errores, ni reescribir el trabajo, mi siquie- ‘a agregué la investigacién realizada posteriormente, precisamente por esta razén. Por otro lado, mi ca: rmcteristica personal e= que una vex que escribf una. investigacion, no la quiero ver nunca més. En ol ca- so de este libro eso ha sido muy dificil, sobre todo porque ain hoy, veinte aftos-mas tarde; me sigen initando 0 me conocen en el movimiento obrero nr- ‘gentino por haberlo escrito Asi, ésta fue una obra de historia militante ‘también de historia académica. Por un lado es his- Imago Mundi, (12 de febrero do 2008 11:48) —eww. toria tradicional, consiruida en base a trabajo de archivo, de la prensa eserita, de informes guberna- ‘mentales y de ONGs, de estadistiess y de ls historia oral donde los recuerdos de tos protagonistas nos pormiten un acceso privilegiado a los trabajadores politizados de ta década de 1976-1983. De hecho, e=- te trabajo fue la base de mi tasis doctoral en la Uni- versidad de Nueva York en Stony Brook. Por tro Jado, es uma historia dirigida y pensada més all det mundo académico. Sus interlocutores imagina- vos eran los activistas obreros que estaban en aquet entonces (1984-1987) intentando construir wm movie lento obrero democratien, clasista y combativo y que se enfrentaban a una historia oficial que decta que los trabajadores no eran més protagonistas de Ja historia y que habfan colaborado 0 consentido ta dietadura militar. Mas alla de todo lo anterior, quie- 0 comenzar retratando un par de experiencias com srviciosesencieles.con.ar 1 Pablo Pozut este fibro para luego ‘lgunas cosas veinte afios después de escrita. Ia obra. ar de explicar y discutie Para ii la historia es algo poderozo, emocio ante y liberader. Par eso cuando escribo no leh 0 para los colegas sino més bien para comunicarle cosas que & mi me parecen importantes al tipo eo xin de fa calle, Bso a vooes me sale bien, y otras tio tanto. Bn el caso de este libro, creo que me salié Dastante bien. Un ejemplo de esto ocurri6 hace quin- ee afios, cuando estaba investigando la historia det PRT-ERP. Habia ubicedo a un santiaguetio, viejo militante, que habfa sido condecorado por su orga- nizacion por su excelencia en el trabajo de masa. Yo queria que este hombre me contara su vida por ue intuia que fo que habla vivido era importante para mi como historiador y, sobre todo, como perso- ta, Después de perseguirlo bastante, él me dio una cita en un bar, Ahi estahamos los dos, sentaditos, ¥y yo con mi Gnica oportunidad de convencerlo de hhablarme. Como buen intelectual yo hablaba hasta por los codas y él se limitabs a escuchar sin reac- cién. Yo estaba desesperado. «{Otr0 café, le decia, ‘con fa esperanza de tener més tiempo de convencer- lo y de encontrarle la vuelta. Y nada. Finalmente, al cabo de largo rato, me dice: «<;Vos te Hamas?» «Chau, sonamos, pest yo. Pozzi», le dije. «Ah, ‘vos escribiste un libro sobre la clase obrera y la dictadura jnos. «So, confirmé, medio temblando rocordando que la edicion original de este libro era, efectivamente, de tapa avul. «Hira de tapa azul. St, ra interesante. Podemos hablar». Yo me senti como el mejor historiador del mundo. Sobre todo porque tno me habia dicho que era bueno, sino que era in- teresante. O sea, si bien no estaba de acuerdo coo todo lo escrito, habfa pereibido que el libro era para 1, un trabajador. En un breve minuto me sentt itil ¥ que la historia era lo que yo crefa que debfa ser Mas o menos por la nisima época yo participa- ‘ba como profesor de historia del movimiento obrero con la esemela sindical de la UOM de Quilmes. En ‘e005 aiios pasarom por mi curso un par de centens- res de delegacdios metalirgicos. Una de las ensas que discutiamos era ol capitulo 3 de este libro, sobre la resistencia obrera a la dictadura (y debo confesar ‘que algunos otras, sobre todo el capitulo 2, tos en- contraban muy Sridos). Tanto debatir sobre la clase obrera argentina nos habia Nevado a chaslar bastan- te de Marx. Al final de una de las clases se me acere’ ‘un joven chaquefo, que no debfa tener mas de 25 0 2A alos, «Profer, me dice. «Be tipo Mars, era in- teresante Jno». eps. para diferenciarla de eresistencia», dado que entendia que ésta altima contents obje- tivos ms © menos perceptibles. Ast, l sefalé que ‘los obreres alemanes se rehusaron a colaborar con el regimen no meramente a través de Ia indiferen- ia o de Ia apatia sino con formas identificables de ‘ccién colectivay.* La causa de este accionar residia "Ties Mazon Socal Policy in the Third Reich, he Wor ing Clas and the ‘National Community: Nueva York. Ber, 1008. Fate obca recopia Io estates de Mason sobre el te, ‘eve fueron publicedoc, en aleman, entre 171 y 1977. Sa pro= ecto de investigacign 0 pudo sr completado antes 20 ete en 1990. Macon, op ity p12. sidales de slidaridad précti cca -en la memeria. de los derechos aslquirides y de Jas préctioas politics colectivas que se romontaban 1 las décadas anteriores a 19330.‘ Por ende, en el aso de los obveros alemanes, su oposicién confor ‘mabe un eomportamiento que se podia identifiear como clasista puesto que se basaba en una experi cia social colectiva, Su pregunta era: «Como pudo Ja dictadura naai establecerse en una sociedad cu- yas institueiones democritieas y fuertes tradiciones ‘de movilizacion obrera. deberian haber ofrecido su: ficientes garantias contra semejante invasion’> Ast, not6 que «la documentacién revela que el fracaso del régimen en aplicar sus prioridades politicas so- bre la poblacion trabajadora era el resultado de ta preoeupacién que éste tenia con la posibilidad de tuna oposicion generalizadas,® y no de a incompe- tencia de sus técnicos y politicos. Por lo tanto, Ma- son planted que «tanto como blanco de la represion ¥ como objeto del miedo de aquellos en el poder, Ia clase obrera jug un papel crucial en la histor del Tercer Reich. Ni el miedo ni fa represion fueron ‘un componente incidental o misterioso de tas pol ticas det régimen: fneron una parte integral de ta estructura econémica del sistema, un producto ma- tural y necesario dela historia del movimiento obre- ro y del capitalismo alemén.® Mason aclar6 que el programa social de la dictadara. nazi era eliminar Ja cha de clases en la sociedad alemana» y que ‘este programa «fracas6 por la logica sociveconbini- cade la lucha de clases.” En esto Mason descubrié ue la percepcién de que la poblacion slemana ha- bia apoyado al nazismo era una generalizacién que eultaba inés de to que aclaraba. Por ende, estudio 4a composicién social del partido nazi (NSDAP) pa- +a encontrar que éste se componis de relativamente ppocos obreros, que rara ver ostentaban posiciones de liderazgo y que muy pocos sindicalistas, socia listas y comunistas (aunque un niaero mayor de estas iltimos) se habian voleado al nazismo. Por en- de, planteaba que el NSDAP tenfa una base social que era «fondamentalmente yen su totalidad hostil ‘los obrerom.® Esto generé una respussta obrera que, si bien fue insuficente, no por eso implied ni colaboraci6n ni consentimiento con el régimen. Por ‘iltimo, Mason aclaré que esto no implicaba ningéin tipo de teleologia obrerista y mucho menos un de- terminismo mecéinico, «ba inevitabidad de fa hicha de claes fue determinada por a estructura de elase on tas éradicion ibid p13 thd. pn. tod p25 7 thd p10 thik, pa 4 Imago Mundi, (12 de febrero de 2008 11:45) —uww serviclosesenciales.com.ar ée Ia sociedad capitalists alemans |...J pera no las formas especiicas y las configurariones en las cus- les este conflicto se manifestaba en un determinade La dictadura de 1976-1983 se ha convertido en uum hito en Ta historia y en In conciencia cle los ar- ‘gentinos. La escueta sintasie del argumento de Ma- son (an argumento necesariamente muy complejo) ‘me habia parecido de singular utilidad para pensar Ia clase obrera argentina bajo la dictadura. Por un lado, fue el sugerente anslisis de Mason Jo que me News a titular este libro oposicion, y no pero principalmente el retorno del general Peron al gobierno, y que muchos trabajadores vinculaban eso fos de clase, ne parerian (y me parecea) cus litativamente distintos: Por otro lado, a mf tarnbién ‘me Tlamaba le atencién que los distintos analistas del fenémeno supusieran que la dictadura se habia rotirado en 1983 por eincompetencias, o que todas todas, sin necesidad de probarlo. La tice vor diso- ante era este libro, que sf se basaba en investign- ion, Bn su momento generé bastante discusion. Lo notable de la misma fue que rara vez 90 dzcutian los datos; més bien se me acusaba de «politizado> ¥ poco objelive, como si las posturas contrarias se ‘ularan por algo ands que la ideologia (y en ol caso de muchos de mis contrncantes, por ls conveniencia politica dal momento). ‘Ain hoy queda dlaco que la discusién sobre la clase obrera argentina y la dictadura se encuentra eamatcada, fuertomente, no ablo por una letura de Ja tltima década sino también por ana conclusion sobre Ins consecnencias y efertos de Ia dctadura de 1976-1988 y la apertura democratica, En este senti- do existe um reduccionismo que limita el andisis a a Tid 38 Imago Mundi, (12 de febrero de 2008 11:45) —wwu.serviciososenciat: La opesicion brea ala dictadass (1976-1982) ‘vision es notable puesto que, por lo general, se sus- tienta en excasa investigacion y une reifcacién de ta apertura de 1973 que la eleva a la categoria de ti pificacion historica. Asi, aquéllos cuyos intereses se vven representados por variactones del posmarsxismo plantean la derrota; mientras que los que siguen afir- ‘mando la centralidad historica de la clase obrera se von reducidos a aseverar su triunfo. Existe, por supuesto, otra postura y ta plan. teamos con Alejandro Schneider hace més de una década."? Si partimos de un anslisis que acepta que fa apertura de 1978 fue atfpica, en el sentido que se tbasé en un auge de masas y una ofensiva de Ja cla- se obrera y el pueblo muy clara, veremos que otras aaperturas en la Argentina estuvieron més cercanas a Ja de 1983. La de 1945 fue producto de ua golpe de estar; la de 1958 fue eoutrolada y Timitada hasta el punto de que la expresién politica mayoritaria fue proscrita. Sin embargo, en ambos casos es innegable que la lucha de clases jugé un papel fundamental. Las transformactones sociales y los conflictos de ta déeada de 1990, el auge de Is izquierda, y Ia movi- lizacion popular del 17 de octubre de 1945 fueron ‘no de los aspectos que marcaron los origenes del peronistno. A su vez, la resistencia peronista mares fuertemente In clecci6n de 1958. ;Fueron estas aper- ‘uras un triunfo popular? Entendido como parte del proceso de lucha de clases, y aceptando que la misma establece Lendencias y rara vez triunfos o derrotas nitidas, es indudable que fueron un triunfo. Y eso fa pesat de que las distintas alianzas reaccionarias ‘ograron imponer Ueites concretos. Aqui la discusién tiene dos niveles que! femente_vinculados entre ‘opostoyin como €5 indudable que no. Pero, si fa entende- ‘mos como un sinfin de pequefias acciones cotidianas, que incluyen desde el sabotaje y ta huelga, hasta la reconstruccion de niveles de organizacién, es induda- ble que sf Is hbo. La investigacién realizada hasta ef momento demwestra que, por un lado, la dicta- dura percibia Ia existencia de cerios problemas y de descontento enire los trabijadores, Por otro lado, la informacion disponible demuestra que hubo wn desa- rrallo de la conflictividad que fue en ascenso durante el perfodo. TW Pablo Poaei y Alejandro Scheider. Combatinde al x pital Crisis y recomposicion de la clase obrere argentina, 10891995, Byotes Alves. EI Blogoe Favors, 1005 Pablo Pozsi Por supnesto, la mera existencia de conflictos y tras formas de oposicién no significa que éstas to a3 las clares que tanto la dictadura como distintos empresarios expre- saban su preocupacién en tomo a una posible explo- sion social. A partir de 1977 di iales hacen referencia. Ademés, es demostrable que después de momentos, de conflictividad obrera (particularmente en 1977 y en 1979) hubo modificaciones en la superestructs- 14 polities. Después de las imelgas de noviembre de 1977 un sector de la dirigencia sindical adopté una actitud mis «de confrontaciéms con el régimen. Lo mismo podemos decir en cuanto a los partidas polit os a partir de 1979. Astiismo, la dictadura realiz® ‘modificaciones en su proyecto original. Obviamen- te, no todas las madificaziones son atribuiblee a la conflictividad obrera pero es imposible descartarla como factor de importancia. Para la clase obxera y el pueblo es indisoutitile que Ia apertura de 1983, por limitada que fuera, era infinitamente preferible a la dictadura. De hecho, la cleccion de Rail Alfonsin fue vivida por la pablacién ‘como una reivindieacién popular. Em este sentido, la democracia restringida de 1983 fue un triunfo. Pero que haya existido ese triunfo no implica que la dicta- dura no tuviera efectos y consecuencias profundos. Los trabajadores argentinos fueron duramente gol peados por el régimen; se perdieron conquistas; mi rieron o fueron desaparecids snuchisimos militantes ¥ activistas forjados durante déeadas. Sin embargo, la clase trabajadora emergié de la dictadura dispues- ‘ta a recuperar niveles de organizaciém, conquistas e inclusive a los compaiioros afectados por la repre- sion. Los ailos 1984 y 1985 estuvieron repletos de ‘movilizaciones en este sentido. Sin embargo, jbubo retrocesos en Ia clase obrer jure tavo ‘pero también fracs- s0s. Tove éxito en destruir toda una generacion de activistas, lo cual no es poto. Al decir de ellos, «= inaron la guerra». Sin embargo, y a pesar de que se avanz6 en esa direceién, no lograron construir Ia Argentina que tenfan proyectada. Si bien hubo mo- Aificaciones, sobre todo a nivel ecanémico, y nade pretende que la apertura democrética de 1983 fuera igual a la de 1973, es ridiewlo pensar que Juan Sou- rrouille y Carlos Menem hubieran sido necesarios de cotra manera. 6 Imago Mundi, (12 de febrero de 2008 1 Aqui, nosotros déntificamos des problemas fin damentales qne colorean el anslisis del perfodo. Pr ‘um papel clave en cuanto a ta movilizacién social, a Jas reivindicaciones y a fa capacidad de accion de la, clase. Sin militantes y activistes, la clase lucha pero cesponténcamente y rara ver logra superar el plano defensivo. Sin embargo, esta minoria politizada es pasible de separarse y aislarse del conjunto de ta clase. Esto es lo que intents hacer la represi6a, yo ‘este sentido es posible derrotar a Is ‘ilitancia sin derrotar al conjunto de la clase, en ls ‘medida que se separan uno de otro, Evidentemente, debido a la vinculacién entre ambos la derrota de los tmlitantes tiene consecuencias y efectos sabre el con Junto de Ia clase, tina derrota gh ee” tados. Sin embargo, machos trabajadores comanes ‘no tienen el mismo sentir. Por ejemplo, distintos in- formantes marcaron que si bien 1976 fue duro, fue ‘un momento més dentro de una etapa negra que se de Ia clase obrera que tienen los sectores medios. Pa- a éstos la dictadura signifioo pérdidas apreciables, tanto a nivel econémico como social, Se resting la ‘movilidad social ascendente, se Hunitaron las posibi- lidades de estudio y el acceso a la cultura, el progreso cde muchos sectores medios se vio fuertemente redu- cido. Mas atta, éstos fueron rudamente despertados ‘la realidad de la lucha de clases por una represién ppara ellos desconocida. Fs evidente que para estos sectores hubo un antes yun después de 1976. Ast su percepeion de que hubo un retroveso, 0 por lo menos ‘un cambio agudo en ese momento, e2 correeto. Pera ‘muchos analistas suponen que lo que es cierto para elles lo es para el conjunto, En vécmines generales, 5) way. serviciosesenciales.com.ar He una tendencia descendente desde 1952, Bs cierto ‘que se perdieron conguistas; pero también se perdie con en 1955, 1962, 1966. Hubo represi6n; pero para fos trabajadores ésta existe por lo menos desde I Revolucié Libertadara. El acceso ala universidad, la caltura y Ja movilidad social aseendente vienen siendo cada vez més escasos para tos ‘rabajatiores desde hace décadas. Esto no quiere decir que los re- trocesos de 1976 fueron escasos, © que fue lo mismo ‘que 1968. Lo que sf quiere decir os que para el tra- bajador 1976 no fue el diluvio, sino més bien wa mal momento (quizés uno de los més malos) dentro de tum perfodo negro que se inieié con el derrocamien- to del general Perén. Tado esto no hace al golpe de 1976 indiferente, y mucho menos sin consecmencias para los trabajadores, pero sf lo pone en su correcta dimension. En cuanto al segundo aspecto, c= notable Ia es- ‘casa vision de proceso que sustentan muchos andli- sis. Bn casi todos tos antores parecer que el golpe ‘enta aos ésta viene realizando cambios, dentro de vances y retrocesos, que le pertnitan conctrair wn pais distinto del que emergid a partir de Ia crisis de 1929. Ein este sentido el golpe de 1976 represen- 16 una continuided con el de 1966, ab igual que el gobierno de Carlos Menem con la dictadura del se- eral Jonge Videla. Pero al mismo tiempo, existen rupturas. Mas alla de lo absoluto 0 no de su éxito, cada renovado intento de ls burguesia logré, limita. do por la lucha de clases, modlficar aspectos de In sociedad argentina. De manera que 1989 no es igual 2 1976, que no es igual a 1966, si bien existe entre Jos tres una tendencia historica. Ast, el golpe de 1976 10 fue «et diluvio», sino inds bien Ta continnacion 16- ica del proceso iniciado alos antes bajo el general Juan Carlos Ongania. La incapacidad de pereibir eb proceso hist6rico que lev6 a la dictadura de 1976, se debe a una visidn mecanicista de la historia. que tiene poco que ver con la actividad real de los seres hhomanos. ‘Al igual que este libro se basb en machos de fos descubrimientos de Macon sobre el nazismo, a imi tembién me parecieron stiles algunos de fos com ‘Imago Mundi, (12 de febrero de 2008 11:45) —www.cerviciosesenciales cot Tha oposicton obrera ala dietadura (1976-1082) sugerido ‘on el capitulo seis de este libro, e2 fo que ‘mis rechazo ha generado. Para muchos (si no to- dos) un empate evocsba una imagen fatbolisticn de ‘un partido terminando uno uno. Y era muy clan +o que aqut habfan ocurrido retrocesos importantes para los trabajadores, dentro de los cuales la muerte de tanlos activistas y snilitantes no era un aspecto ‘menor. El rechazo liso y Nano obturs tanto una dis- cusion sobre ef resto del tibro como sobre fo que el concepto querta decir. Un empate gramsciano tiene poco que ver cont el fitbol. De hecho lo que seiia- fn es que Is domination de clases se da a través de ‘complejos procesns de consenso y hegemonia. Cuan- ddo éstos se resquebrajan lo que ocurre es una crisis, organics. Casi todos aceptébainos que, por lo menos desde 1955, existio wna crisis orgénica en la Argenti- nna que dificutaba la dominacién, Para mi el cbjeti- vo de la dictadura de 1976-1983 era efectivamente Is ‘croorganizacién nacional» en funciOn de resolver esa crisis orgdnica y obtener el consenso necesario para hhacer avanzar al capitalismo argentino wna vee més. Era mi planteo en aquella época (y lo sigue sienda en is actualidad) que la dictadura no logyé resolver esa crisis orginica y en ese sentido lo que perduraba. en 1083 era uma situacién de empate: «La burgue- sie monopélcs tele sv ree eembaico fvanis a ste nivel ero no tig ai Pela dctadura, yo be be alg dots cere de ay lazo dsta ocurri6 te ope Grea ers el deity taractetcr ole clase obrera argentina. El primer modelo explicati- ‘vo al que recurri fae uno que publics Jaines Petras fen 1981." $i bien pienso hoy en dia que saquel ax- culo es bastante superficial y contradictorio, hsce ‘veinte alos me pareci6 fascinante: era el nico que intentaba retratar las redes socioculturatos que ge- nneraban la cohesién de clase. Y esta cohesién era, para mi, lo que posibilitaba lo que Mason identifi 6 como «formas identificables de accién colectivay. Al misino tiempo me entusiasmé con una afirma- cidn de Juan Carlos Torre por Ta cual se referfa ala "James Petras, cferor and the Hydra: The Resurgen oof the Argentine Working Classen Janes Pras, eta, (Cass, State ond Power im the placeThind World Nova Ter. ey, Rowman and Littlefield, 1081, p. 259. (Hay eden en ttllno, FE}. Pablo Pozzi clase obrera. argentina comes «rmaduras.1® Yo acep- ‘6 esto casi acriticamente sin observar que la nocion de Torre estaba més vineuh clases, que era lo que a mi me interesaba y era lo que estaba planteando Petras. En parte el proble- ma no fue de vagancia analitiea do parte mia, ni siquiera de tratar de acomodar las definiciones & lo que uno querta buscando un aval «cientifico» en al- sin analista reconocido. Era mucho peor que eso. Yo estaba enfrenténsdome por vee primera al proble- ma de cbmo opera una clase social en la realidad. Lo «que uno siempre habia aceptado como postulados (la clase existe y tiene intereses anticapitalislas que la impulsan a la lucha de clases) ahora debfa probar- lo, porque fo que estaba discutiendo era algo que se ‘oponia al consenso centifico y politico. Cémo opera tuna clase social y cémo se demuestra en la préctica, su existoncia eran problemas més que serios. De ahi recurri a definiciones mis plistieas ¢ his {oricas de clase social: E. P. Thompson y Raymond ‘Williass. Ast, a partir de los andlisis de gente como ellos, ademés de los de Petras y Mason, tuve que i, en los afios siguientes a este libro, elaborando algu- nas ideas bisieas. Estas se expusieron en obras pos- teriores y muchas estén atin en evolucion. Lo central de las mismas es la nociOn de cultura obzera, enten- dida como una serie de costumbres, tradiciones y comportamientes clasistas derivados de la experien- cia de pertenecer a un sector social determinado y en contrapesicién a otros. Como sefialé en un traba- jo posterior!?, hace ya dos décadas Raphael Samuel ppublicd su investigaci6n sobre la miitancia del Par- tide Comunista inglés (CPGB), centrindese en la zona del East End de Londres." A través de tas- timonios, cartas, poemas, autobiografias y novelas Samuel logré reconstruir un rieo mundo politico y social asentado on tna cantidad de tradiciones ¥ ex presiones culturales que mostraban un submando iz- Aquierdista de una riqueza y vitalidad insoopechada para la mayoris de los historiadores. El deslizamien- to y la resignificacin cultural de estas tradiciones en otras nuevas, él las Hamé los «teatras de ta memo- a al concepto de ma- “Juan Gaiios Toes. Los sindatos en ef gobierno, Buo- og Aires. CEAE, 1985, pp 1-12 7S Pablo Poss. ela cotura de inguirda em el interior de Ja provincia de Cordabes. Histone Hapional Ne 22. Seecin Historia del Intitto Superior del Prolemoredo N° 3 «Palvar- do Lalfersiére, Villa Constituion, octubre, 2001, p59. "Raphael Sanne una resefia de Ja historia de la clase obrera argentina con una pe- danteria indigna de semejante cansa. Petras, nego de eseucharme cuidadosamente, con mucha Binura y ‘muy educadamente, me indies que realmente yo no ‘tenia la nds minima idea de lo que estaba hablando, 'Y Iuego me sugirié un bibliografia minima que debia leer. Incentivado por semejante papelén, y también por ef caro y la solidaridad expresada por un com pafiero det calibre intelectual de Petras, decid quo él tenia razén y me puse a estudiar. Unos aos més tar- de, en 1981, los editvores del periédico del exilio De- ‘nuncia publicaron una versién necesariamente muy periodfstica y polémica. En 1985 el profesor Alber: to Bialakowsky, de la Universidad de Buenos Aires, ineluy6 otro borrador en una coleceién de articulos para sus estudiantes del Ciclo Basico Comin, Finalmente, un aio en Estados Unidos, gracias al Programa de Intercambio Internacional entre la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Massachusetts en Amberst me permitio el tiompo ¥ los recursos necesarios para completar esta ver- Sion del trabajo. Debo agradecer pasticularmente a Bruce Laurie cuyo interés, alieuto y apoyo fue fun- damental, especialmente considerando que la histo- via argentina queda bastante lejas de sus intereses, Sin embargo, Bruce como antiguo militante abrero y studiantil de la década de 1960, retiene una impor ‘ante perspectiva clasista y un interés internaciona- tista. Entre los colegas de la Universidad de Buenos Aires los profesores Horacio Pereyra, Maria Adriana Pablo Pozi Bernardotti y Felipe Duarte fueron de una ayuda in- valorable, La investigacién Is realicé al mismo tiem po que Emesto Salas estaba investiganda sobre la hhuelga det Frigorffio Lisandro de la Torre. En medio dde su monomania y de la mia, nos las arreglamos pa- ‘ra intercambiar ideas y discusiones que, por fe menos ‘en mi caso, resultaroa fundamentales para repensar la historia de ta clase obrera argentina. Por iltimo, Rafael Bitran y Alejandro Schneider, que en aquel ‘entonces eran estudiantes de historia, y cuyo interés ra similar al mio aportaron con su estudio detallado sobre la clase obrera en Zona Norte del Gran Buenos ‘Aires. Por tltimo, tanto la entonces bibliotecaria de UMASS, Pauline Collins, como Is del Nort Ame- rican Congress on Latin America (NACLA), Ruth Kaplan, fueron una ayuda valiosfsima. También de ‘bo agradecer l abogado Reed Brody. Fue a través de Brody que me pude poner en contacto con algu- ‘nos miembros del colectivo de Editorial Denuncia, hoy en dia disuelto. Si bien me gustaria agradecer: Jes con nombre ¥ apellido es comprensible su deseo cde mantener el anouimato. Por ultimo, el mayor agradecimiento es a Ma- riana, Toni y Emilia que me lenan de alegrfa y le ddan sentido @ mi vida; son mi salvacion. Pilar, Cérdoba 1 de marzo de 2006 0 Imago Mund, (12 de febrero de 2008 1:45) —www.serviciososenciales.con.ar HORACIO CIAFARDINI CRISIS, INFLACION Y _ DESINDUSTRIALIZACION EN LA ARGENTINA DEPENDIENTE Editorial Agora 1990 estrategia que conelie lo que no tiene por que con- traponerse: ni el antagonismo del campo con la ciudad, nt el industria con la agricultura. Esos problemas y los de las relaciones econémicas con otros paises deben resolverse complementariamente, sin faisas contradicciones, sin falsos antagonismos. No debe pensarse, pese a tener una muy mala ex- periencia de las relaciones internacionales historicas Norte-Sur, que toda complementariedad internacional y toda relacion de intereambio, aunque fuera en el Seno del propio Tercer Mundo, hubiera de tener consecuencias similares, siendo que esas relaciones deberian servirnos para resolver mancomunada y solidariamente los problemas comunes. 80 ARGENTINA 1976-1983: LA ESTRATEGIA DE DESINDUSTRIALIZACION - DE LA DICTADURA La historia de la industria, su papel y sus contradicciones La Argentina seconstituy6 politicamente en el con- texto de una integracién muy especifica, dentro del mercado mundial, en la segunda mitad del siglo pasado, bajo la dominacion de una oligarquia terra- teniente.’ La prosperidad de los primeros decenios del presente siglo tenia como fundamento un desa- rrolio unilateral: la exportacion de productos alimen- tarios, y la importacion de productos industriales de consumo, haciendo a la Argentina complementaria de Inglaterra. La industrializacién no ha sido posible mas que por la sustitucion progresiva de las importaciones por producciones locales, al compas de las crisis y guerras que han sacudido al mercado internacional. La clase de los propietarios terratenientes ha partict- pado de ello lo mismo que el capital extranjero. Por 81 ea oust fe sannoaad Sei Real -88axtHiS SOdnF so] ap A soyeotpujs sopedtoutad so} 2p-apss 2] Uos ob “OuajuT opeoiour fe se} Ez | ejeY S}teuTEVedsa ‘BpeIUSLIO Pisa UooINpaid ns anb oye) Ue ; waF 10 op sosjed Sné us Sepezejdsop opusis uea seoTuda) safe) onb epIpaur & 00 ap oped e sepuynibpe seojusa 3p Olli69 Ise “soripazd ou onb senepy seMMTNd SepoyeUr A Sodmbssp~spusdep nb ojsahd wropeyodury opo) aigos opusis opjsaueuizsd ey EENSsnpuT eT “ugTsUayxe BLI9}0 2p osuasuoo un jusUTeANYrar A exes OUIS UeqezZUEoTE ou anb sareyu sempejop & repod je rewo) & aquaureanejar Apres ours ueqeSaq] ou anb sopeuoqom, “hstoo sowsa|qo# anuo sjusmra}tresaouy opeTaso ey, eunuaazy e] A pesiaajun offexzms Ja uoo afqnedures -uy opexysousap ey 2s eontiod pepinqese et oyosy 9189 ap BouaNdasuod owOD ‘ojsendo opey [ap ‘odursy, [ep sy7ed 10Aeur eI ‘ayUaUTTeQUase oppaueUtied ey TeYTU ouro9 oofIQUODe 0,UR} Japod Ja anb seHueTU ‘qeroyoope oud yo Us ayueurejau opeyuNyy ueY se) -sjuniojo souo}osamp ofeq seistTeuoreu soyuaytutAcut so ‘saou0jus epsaq “pepardosd tes8 e] ap sofopA aad sot e A eysqTepaduny ugjoeunuop x] v usuado 9s ‘sesai9]uy sodna esaniiing ap s210}998 A epentI0U0D ‘euequn wsaiqo ase[o BUN uOIETfoLIesap 96 ‘syed eNO | t Los objetivos manifiestos Claro es que, por una parte,-era necesario que estas transformaciones tuviesen lugar a través de opciones que apareciesen como ventajosas para los que debian participar, y. por otra, que tales transfor- maciones fuesen presentadas bajo la forma de lucha contra un flagelo que azota a casi todo el mundo: la inflacion. La.cuestion fue pues present s.de una industria cuya eficiencia debfa ser incrementada “abriendo” Ja economia e instaurando tasas de in- lerés positivas, siendo queesa industriaestaba basada sobre verdaderas subvenciones representadas “por und proteccion “excestwa~y_ unt crédito demasiado barato, La concurrencia de los productos importados Sufetaria los precios, Ia selecci6n de la inversion eericontraria puntos “de referencia racionales y el seams Sates Semeteaiee cae blecide-con seis meses de anticipacion, programa que debia tener por efecto el de ligar la inflacion del peso cada vex mas estrechamente a la tiempola dictadura limit6 fuertementelasactividades sindicales y fijé techos alos reajustes de salarios, en tanto que nunca puso én marcha la reducci6n del déficit presupuestario, a tal punto que esta justifi- cado el decir que esta pi no fue liberal consi- deradaestrictamente, 0, mas aun, queno fue liberal” en absoluto. Los efectos reales La_mayor parte de las_empresas_industriales viéronse aprisionadas entre fuertes tasas de interés 84 Ja_coneurrencia_de_artics otra. Las empresas financieras se multiplicaron yy ~ erecieron como hongos compromtietiéndose a pagar tasas de interés elevadas para atraer fondos queellas “prestaban" a testalerros para hacerlos desaparecer antes de caer en quiebra. Muchos "caballeros” de la industria ligados al régimen “hicieron asi su agosto” a expensas de los depositantes en tanto que los funcionarios encargados del control de las insti- tuciones financieras cerraban "aplicadamente" los lad lizacion esel reversode la salidade capitales. “en tin emo, en virtud del ofrecimiento de diversos privilegios, se hacia nece- sariono slo posibilitar su salida, sino, porahadidura, que ésta fuese acompaiiada de nuevas ventajas. Estas ventajas fueron aseguradas esenc nie por divisas baratas, pero el ‘balanza comercial no bastaba para reunir la cantidad de divisas nece- sarias, tanto mas cuanto que las mismas medidas que favorecian la salida de capitales alentaban igualmente las iinportaciones y los gastos efectuados en el exterior. El financiamiento de la salida de capltales fue, pues, asegurado por medio de tasas de interés positivas en términos reales y del programa de devaluacion preestablecido, menor qué elritmode inflacion; es decir, por medio de las mismas medidas que restringian el saldo comercial del pais y que eran presentadas como destinadas a cortar la inflacién. Siendo la tasa de interés sobre el peso superior a la tasa de interés sobre el délar en elexterior. yalatasa de devaluacion conocida por adelantado, ies era asi ofrecida a los capitales bancarios del extranjero una ocasién excelente para emprender préstamos recu- 85 2s eyed soipe opjua} ey ‘otrer|uoD [a 10g “SoISayIUEU Soans|ao Shs 3p vista 9p ovund Jo opsap ajasuresTuN arian vf os onb oajes ‘ayuaureyojdusoo opeseaeys et} ol! Bampeyorp e| ap woULQUODS woRIOd ¥f 'o}LEI L0gy “epreyuensy ueupmused onb soppaur sot uaknupusyp nb oduron oursyur fe eas enb eaajodyy eun usiq seut oujs ‘ean onpaid pfeyuas ¥}19j9 Bun suInbpe Pred seed oes -908U opys asaiqny anb oyaad Jo.‘sand ‘eyuaseadax jusjurepnapus jg. ‘sopeyioduy; sodnbe soaanut So] Jod woTHDg} UoISeacUAL ¥] ap 1OAR} UD BINGHTE at 98 sb oj9j2 J2 onb_esozpod seus oysnut peysnput x8 itr Syuat_}oeId ey 3s ou eUNSNpU} PTSZ/PZ61 © Uorefas Ue peytw vy] B jseo opinuTUEsTp ij [eos OLefes [ap ese) ef !epezeNjsyp uoIednoosap ey A oajdureqns ja eytend ua UaUEN ou seansIpElss set onbiod ezueyuos ap seuRp sexo ap ouodsip 9s ou enbune epeasy> Anur opusis enuruo uooed -ngosap Bj ‘Tensusut %8T ep sese} Soy ezueope A.epeanovad Opis 8y"epey Opis 1aqey op sofey “uo}aepuy VI ‘seso19}UT sof reHied e wiamnbys wzuEsTE SaTB[9p 2p S2UOI|IU 90001 SouN 9p osed anb eULtE}xXe vpnop wun od epeanid tiuerista os BUNUSHIY ET ‘PefoxauiIo. ezuepeg e] ap Ugo “soantoo epanrued-eiqap aysnfe oxns o|qures ap odp) PP 'Sojopuysisep sopeareserd Ise Uoisny Sopumbpe ‘SoxsPIUCUTy SOF ]TAI ‘SeS|AIp U2 soynSspidurs op SS}aHUSD shis loseAotia! afb Saiopnap soy v ely BSE) x | | 8 ered sepeymoytp septs oqny ou anb yan fei opez -treoTe eiqey -zjonoy culos woRUAINE oWtTe}— UIE} pnap ef ‘FenTEAap oTproap os ayeweUy optreng “riquasap ap eqeoe as amb od tep sesqonureur sey ap 4 soerideo ap eprres ef op ‘atouedoupd £ “uatqure) oujs ‘ope)sq Jo 10d soproasoaey JoLIayO [2 US soysei soy ap A souojoeysoduny sel 9p of9s ou eprpout ef £ eppredenuos vj ¥)s9 opuals “euLIsyxo epnap eT ap reniund ofed jp ered eurayut uojsard ap sefeuo}o “Ipe so10j2¥j Uoreoxesop 9s eioMEU eIS9 aq ‘Teai Busisd ojos Gun isa serumsip seorpemnt sevosiod “ids sayred sey spuop soieNtos sospey eyuoserdex anb )p oyaaiep [a Sidulo[s opuearosuod ‘sa]qeyuar opudts ‘ueqenumueD anb sojso#au sono woo sMNBasoid ap 0 ‘d]USUIOUT 985 Us OpENsISS Bie BtinUAEIY eI anb soy “9p Sosoromeuy sorsoFotr soy ts redanyred ap uy e “2011 “23x [a Ua sopedo]os opis teyqey anb us sooueq Sof ‘sod sopjpoouos soureysaud ap erouarrede ef ofeq sted [Sti TesaiBural soyrosey v sojesideo ueqeyiodxe anb vanemoadss wysoy vy anb zaa eun ous ssrezqeat ‘eiqap ou onb epifes wun reredard oanelqo tod wera anb seiqofuew! ap eqeyen as apred uo onbiod “eussyu eee Sopesd|o# Sern -STipuT sefenides sof. ¥ sosofeiusK sopesiout wjaaijo, [eABiGod BIIA Sp Ojund |p apsop eIMOUOa ef 2p sBungiode, B[ ou1o9 jse) sarefopanad sof ap afepsioax 12 ‘ered saqquyuar sopeosour soured 1 ep so Ue $3 onb us ourspur oytawiour jo ua oZeqd ov109 & oe ee broeis 0 ino-puro ser levada hasta el final .a_la resistencia creciente que desperid, medida que su verdadera naturaleza se hacia a lente. ee, 88 INFLACION Y POLITICAS ANTIINFLACIONARIAS) - (El empleo, la magnitud y la distribuci6n del ingreso y el desarrollo en un marco de inflacion) 1, Introduecién ' Un proceso inflacionario ya lanzado es. en forma general, un proceso autoalimentado. Tratandose de dinero desprovisio de valor intrinseco, su poder adquisitivo se hace dependiente de Jas expectativas mismas concernientes él. En lamedidaen que estas expectativas se hacen sistematicamente desfavora- bles, (al dinero se ve circunscripto a la circulacion tornandose asi incapaz de desempenar las funciones mas exigentes. Asi iene adarse una interdependen- cia entre la canlidad de dinero circulante y solo lante por un lado y el nivel de los precios expresados en él, por el otro, Puede imaginarse que la continuada marcha as- cendente de los precios dependa de la inflacion 0, ala la inversa, que engendre un estado de iliquidez. que la emisién vendria solo a remediar transitoriamente. El 80

You might also like