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- Cuarenta aos - Pero eso mismo dijo la ltima vez que se lo pregunt, hace ya dos aos.
No bien termin de hablar, el burro rebuzn. El sonido provena del establo de Nasrudn.
- Un hombre que cree en la palabra de un burro ms que en la ma no merece que le preste nada.
Disculpe, Seor, pero, cree usted que de verdad el difunto vendr a comer el arroz?
La historia se hizo conocida por todo el condado. Da tras da grupos de hombres y mujeres le mostraban
las dos monedas, y Nasrudin siempre se quedaba con la de menor valor. Hasta que apareci un seor
generoso, cansado de ver a Nasrudin siendo ridiculizado de aquella manera. Lo llam a un rincn de la
plaza y le dijo:
Siempre que te ofrezcan dos monedas, escoge la de mayor valor. As tendrs ms dinero y no sers
considerado un idiota por los dems.
Usted parece tener razn respondi Nasrudin. Pero si yo elijo la moneda mayor, la gente va a dejar
de ofrecerme dinero para probar que soy ms idiota que ellos. Usted no se imagina la cantidad de dinero
que ya gan usando este truco. No hay nada malo en hacerse pasar por tonto si en realidad se est
siendo inteligente.
El Mul no respondi.
Al rato se levant una terrible tormenta y el imperfecto bote de Nasrudn comenz a llenarse de agua.
Nasrudn se inclin hacia su pasajero:
- En ese caso, amigo, ha desperdiciado TODA su vida, porque nos estamos hundiendo
El Regalo
Nasrudn fue acusado con otro reo de haber robado al erario pblico. Haba dudas de quin sustrajo el
dinero... si fue Nasrudn o el otro reo.
Al otro dia el juez, sin escuchar muchos argumentos, y de manera tajante, conden al otro reo. Entonces,
al salir de la corte el abogado de Nasrudin le pregunto:
-Qu sorpresa! Yo juraba que este caso lo perderamos y que t, Nasrudn, saldras condenado. Fu una
suerte que le hubieras enviado el regalo caro...Me imagino que as lo hiciste !
Nasrudin contest:
-Confieso que as lo hice. Pero no resist a la tentacin de envirselo a nombre del otro reo.
El Contrabandista
Nasrudn sola cruzar la frontera todos los das, con las cestas de su asno cargadas de paja. Como admita
ser un contrabandista cuando volva a casa por las noches, los guardas de la frontera le registraban una
y otra vez. Registraban su persona, cernan la paja, la sumergan en agua, e incluso la quemaban de vez
en cuando.
Un da se retir y fu a vivir a otro pas, donde, unos aos ms tarde, le encontr uno de los aduaneros.
- Ahora me lo puedes decir, Nasrudn, Qu pasabas de contrabando, que nunca pudimos descubrirlo?
- Asnos conte