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SOLICITADA POR LA
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Estuvieron presentes:
OPINIÓN CONSULTIVA
LA CORTE,
6. Se fijó una audiencia pública para el martes 26 de julio de 1983, con el fin de
que la Corte, reunida en su Tercer Período Extraordinario de Sesiones, escuchara las
opiniones de los Estados Miembros y de los órganos de la OEA sobre la solicitud y la
objeción a la competencia formulada por el Gobierno de Guatemala.
II
ASPECTOS PROCESALES
16. El artículo 6 del Reglamento dispone que " la Comisión Permanente está
integrada por el Presidente, el Vicepresidente y un Juez nombrado por el Presidente.
La Comisión Permanente ayuda y asesora al Presidente en el ejercicio de sus
funciones". Esta disposición señala que la Comisión Permanente es un órgano
consultivo y, como tal, no está facultada para fallar sobre la competencia de la Corte,
ni en general sobre la admisibilidad de los casos contenciosos o de las solicitudes de
opinión consultiva que sean presentados ante la Corte por los Estados u órganos a
que se refieren los artículos 62 y 64 de la Convención.
17. Por otro lado, el artículo 44.1 del Reglamento establece que " las sentencias,
las opiniones consultivas y las resoluciones interlocutorias que pongan término al
proceso o procedimiento quedan reservadas a la decisión de la Corte ". Tales
decisiones deben ser tomadas por la Corte en pleno, es decir, por la Corte
debidamente convocada y reunida de conformidad con el quórum establecido en el
artículo 56 de la Convención que dispone que "el quórum para las deliberaciones de
la Corte es de cinco jueces ". En consecuencia, la Comisión Permanente carecía de
competencia para considerar el pedido de Guatemala en el sentido de desestimar la
solicitud de opinión consultiva presentada por la Comisión.
23. Como se demuestra en esta misma opinión ( ver párrafo no. 31 y siguientes,
infra ), no hay nada en la Convención que sirva para fundamentar la extensión de los
requisitos para el ejercicio de la jurisdicción contenciosa de la Corte al ejercicio de su
función consultiva. Es muy claro, más bien, que el ejercicio de la competencia
consultiva de la Corte está sometido a sus propios prerrequisitos, que se refieren a la
identidad y a la legitimación reconocidas a los entes con derecho a solicitar una
opinión, es decir, a los Estados Miembros y los órganos de la OEA, éstos últimos, "
en lo que les compete ". De ahí que las razones que justifican que la Corte resuelva
en un procedimiento separado y preliminar las objeciones a su competencia en
materia contenciosa no están presentes, en general, cuando se le ha solicitado emitir
una opinión consultiva.
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24. La Corte reconoce, desde luego, que el interés de un Estado puede ser
afectado de una manera o de otra por una interpretación dada en una opinión
consultiva. Por ejemplo, una opinión consultiva puede debilitar o fortalecer la
posición legal de un Estado en una controversia actual o futura. No obstante, los
intereses legítimos de un Estado en el resultado de una opinión consultiva están
adecuadamente protegidos por la oportunidad que se le da en el Reglamento de
participar plenamente en estos procedimientos y de hacerle saber a la Corte sus
puntos de vista sobre las normas legales que van a ser interpretadas así como
cualquier objeción de pudiere tener (artículo 52 del Reglamento).
25. Por otra parte, el retraso que resultaría de la consideración preliminar de las
objeciones a la competencia en el ámbito consultivo perjudicaría seriamente el
propósito y la utilidad del poder que el artículo 64 confiere a la Corte para emitlr
opiniones consultivas. En efecto, cuando una opinión es requerida por un órgano de
la OEA, debe entenderse, en general, que la respuesta de la Corte está destinada a
asistir y orientar al solicitante en el cumplimiento de la misión que tiene
encomendada dentro del sistema interamericano. Ahora bien, como ha observado un
eminente jurista latinoamericano, "una solicitud de opinión consultiva normalmente
implica la postergación de una decisión sobre el fondo por parte del órgano
solicitante, hasta tanto no se reciba la respuesta" (Eduardo Jiménez de Aréchaga,
"The Amendments to the Rules of Procedure of the International Court of Justice", en
Am. J. Int'l L. vol. 67, 1973, pág. 9). La necesidad de evitar demoras ha impulsado,
por ejemplo, la adopción de una enmienda al Reglamento de la Corte Internacional
de Justicia, destinada a permitir a ese tribunal acelerar la consideración de
solicitudes de opinión consultiva ( cf. artículo 103 del Reglamento de la C.I.J. ). Otra
enmienda al mismo Reglamento, en vigor desde 1972, exige que en casos
contenciosos la Corte de La Haya considere las excepciones de incompetencia antes
de abordar el fondo. Esta enmienda no ha sido aplicada a opiniones consultivas (
artículo 79 del Reglamento de la C.I.J., cf. Western Sahara, Advisory Opinion, I.C.J.
Reports 1975, pág. 12 ).
26. De esta manera, la rapidez con que se responda una consulta está
estrechamente vinculada con el papel que tiene esta función de la Corte dentro del
sistema de la Convención. Para los Estados Miembros y para los órganos de la OEA
podría carecer de sentido requerir una opinión consultiva y postergar, entre tanto, la
decisión del asunto en espera de una respuesta de la Corte demorada
innecesariamente, en particular en situaciones como la presente, en la cual la
consulta se refiere al artículo 4 de la Convención, que concierne al derecho a la vida.
29. La Corte encuentra, en consecuencia, que no hay bases válidas para modificar
la decisión de acumular la consideración de la objeción a la competencia junto con el
fondo de la petición.
III
OBJECIONES A LA COMPETENCIA
31. La Convención hace clara distinción entre dos tipos de procedimiento: los
casos contenciosos y las opiniones consultivas. Aquellos se rigen por las
disposiciones de los artículos 61, 62 y 63 de la Convención; éstas por el artículo 64.
Esta distinción se refleja igualmente en la disposición del artículo 2 del Estatuto de la
Corte, que reza:
33. Las disposiciones aplicables a los casos contenciosos difieren en forma muy
significativa de las provisiones del artículo 64 que regula las opiniones consultivas. Es
así como, por ejemplo, el artículo 61.2 habla de " caso " y señala que " para que la
Corte pueda conocer de cualquier caso, es necesario que sean agotados los
procedimientos previstos en los artículos 48 a 50 " ( destacado nuestro ). Estos
procedimientos corresponden exclusivamente a " toda petición o comunicación en la
que se alegue la violación de cualquiera de los derechos que consagra esta
Convención " ( artículo 48.1 ). La expresión " caso " se utiliza en su sentido técnico,
para describir un caso contencioso tal como lo define la Convención, es decir, una
controversia que se inicia como consecuencia de una denuncia según la cual un
Estado Parte ha violado los derechos humanos garantizados por la Convención, sea
que dicha denuncia provenga de un particular (artículo 44 ) o de un Estado Parte (
artículo 45 ).
34. El mismo uso técnico de la palabra " caso " volvemos a encontrarlo a
propósito de la iniciativa procesal ante la Corte, que contrasta con las provisiones
contenidas en la Convención respecto de la misma materia en el ámbito consultivo.
En efecto, el artículo 61.1 dispone que " sólo los Estados Partes y la Comisión tienen
derecho a someter un caso a la decisión de la Corte ". En cambio no sólo los "
Estados Partes y la Comisión " sino también todos los " Estados Miembros de la
Organización " y los " órganos enumerados en el Capítulo X de la Carta de la
Organización de los Estados Americanos " pueden solicitar opiniones consultivas a la
Corte ( artículo 64.1 de la Convención ). Por otro lado, un nuevo contraste se
evidencia en relación con la materia a ser considerada por la Corte, pues mientras el
artículo 62.1 se refiere a " los casos relativos a la interpretación o aplicación de esta
Convención ", el artículo 64 dispone que las opiniones consultivas podrán versar
sobre la interpretación no sólo de la Convención, sino de " otros tratados
concernientes a la protección de los derechos humanos en los Estados americanos ".
Resulta, pues, evidente que se trata de materias distintas, por lo que no existe razón
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alguna para hacer extensivos los requisitos contenidos en los artículos 61, 62 y 63 a
la función consultiva regulada por el artículo 64.
35. El artículo 62.3 de la Convención -la disposición que según Guatemala debería
aplicarse en esta hipótesis- establece lo siguiente:
Resulta imposible leer esta disposición sin llegar a la conclusión de que, al igual que
en el artículo 61, se está utilizando la palabra " caso " en su sentido técnico.
36. Ya ha sido dicho por la Corte que pueden presentarse situaciones en las que
se abstenga de responder una solicitud de opinión consultiva. En Otros tratados
(supra 32 ), la Corte reconoció que el recurrir a la vía de la opinión consultiva podría,
en determinadas circunstancias, interferir el debido funcionamiento del sistema de
protección previsto por la Convención o bien afectar negativamente los intereses de
la víctima de violaciones de derechos humanos. La Corte abordó este problema de la
siguiente manera:
realidad, " un derecho absoluto a pedir opiniones consultivas dentro del marco del
artículo 64.1 de la Convención " ( Ibid., párr. no. 16 ). En ese orden de ideas la
presente solicitud representa una cuestión en que la Comisión posee un legítimo
interés institucional.
44. El artículo 49.2.b. del Reglamento exige que toda solicitud de opinión
consultiva presentada por un órgano de la OEA " debe indicar las disposiciones que
deben ser interpretadas, cómo la consulta se refiere a su esfera de competencia, las
consideraciones que originan la consulta y el nombre y dirección de sus delegados ".
El requisito de una descripción de " las consideraciones que originan la consulta "
está destinado a facilitar a la Corte la comprensión de los hechos pertinentes y del
contexto legal que motivan la consulta, los cuales son frecuentemente indispensables
para poder responder adecuadamente. Los tribunales llamados a emitir opiniones
consultivas exigen este requisito por razones que la Corte Internacional de Justicia
ha descrito como sigue:
Por ello la circunstancia de que la Comisión haya sometido a la Corte como "
consideraciones que originan la consulta ", un conjunto de antecedentes que reflejan
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IV
48. La forma como está planteada la consulta hace necesario precisar el sentido y
alcance de las disposiciones del artículo 4 de la Convención, en especial de sus
párrafos 2 y 4, y las posibles conexiones que guardan éstos entre sí, de las cuales
dependerá la posibilidad de relacionar el efecto de la reserva al uno con el texto del
otro. Para hacerlo la Corte utilizará los criterios de interpretación consagrados en la
Convención de Viena, que pueden considerarse reglas de derecho internacional
general sobre el tema.
49. Según aquellas reglas, los tratados deben interpretarse " de buena fe
conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado en el
contexto de éstos y teniendo en cuenta su objeto y fin " ( artículo 31.1 de la
Convención de Viena ). Los medios complementarios de interpretación, en especial
los trabajos preparatorios del tratado, son utilizables para confirmar el sentido
resultante de aquella interpretación o cuando ésta deje ambiguo u oscuro el sentido
o conduzca a un resultado manifiestamente absurdo o irrazonable ( Ibid., artículo 32
).
53. El asunto está dominado por un principio sustancial expresado por el primer
párrafo, según el cual " toda persona tiene derecho a que se respete su vida " y por
un principio procesal según el cual " nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente ". De ahí que, en los países que no han abolido la pena de muerte,
ésta no pueda imponerse sino en cumplimiento de sentencia ejecutoriada dictada por
un tribunal competente y de conformidad con una ley que establezca tal pena,
dictada con anterioridad a la comisión del delito ( supra, párr. no. 9 ). La
circunstancia de que estas garantías se agreguen a lo previsto por los artículos 8 y 9
indican el claro propósito de la Convención de extremar las condiciones en que sería
compatible con ella la imposición de la pena de muerte en los países que no la han
abolido.
54. Un nuevo grupo de limitaciones aparece a propósito del género de delitos que
podrían acarrear dicha pena. Por una parte, se dispone que la pena de muerte no
podrá imponerse sino para los delitos más graves ( artículo 4.2 ) y por la otra, se
excluye de modo absoluto su aplicación por delitos políticos o por delitos comunes
conexos con los políticos ( artículo 4.4 ). La circunstancia de que la Convención
reduzca el ámbito posible de aplicación de la pena de muerte a los delitos comunes
más graves y no conexos, es reveladora del propósito de considerar dicha pena
aplicable sólo en condiciones verdaderamente excepcionales. Por último, en relación
con la persona del convicto, la Convención excluye la imposición de la pena de
muerte a quienes, en el momento de la comisión del delito, tuvieren menos de
dieciocho años o más de setenta y prohíbe su aplicación a mujeres en estado de
gravidez ( artículo 4.5 ).
55. Quedan así definidos tres grupos de limitaciones para la pena de muerte en
los países que no han resuelto su abolición. En primer lugar, la imposición o
aplicación de dicha pena está sujeta al cumplimiento de reglas procesales cuyo
respeto debe vigilarse y exigirse de modo estricto. En segundo lugar, su ámbito de
aplicación debe reducirse al de los más graves delitos comunes y no conexos con
delitos políticos. Por último, es preciso atender a ciertas consideraciones propias de
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la persona del reo, las cuales pueden excluir la imposición o aplicación de la pena
capital.
56. Es, sin embargo, en otro sentido como aparece más marcada y decisiva la
tendencia limitativa de la aplicación de la pena de muerte, subyacente en el artículo
4 de la Convención. En efecto, según el artículo 4.2 in fine, " tampoco se extenderá
su aplicación a delitos a los cuales no se la aplique actualmente " y, según el artículo
4.3, " no se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido". No se
trata ya de rodear de condiciones rigurosas la excepcional imposición o aplicación de
la pena de muerte, sino de ponerle un límite definitivo, a través de un proceso
progresivo e irreversible destinado a cumplirse tanto en los países que no han
resuelto aún abolirla, como en aquellos que sí han tomado esa determinación. En el
primer caso, si bien la Convención no llega a la supresión de la pena de muerte, sí
prohibe que se extienda su uso y que se imponga respecto a delitos para los cuales
no estaba prevista anteriormente. Se impide así cualquier expansión en la lista de
crímenes castigados con esa pena. En el segundo caso, prohibe de modo absoluto el
restablecimiento de la pena capital para todo tipo de delito, de tal manera que la
decisión de un Estado Parte en la Convención, cualquiera sea el tiempo en que la
haya adoptado, en el sentido de abolir la pena de muerte se convierte, ipso jure, en
una resolución definitiva e irrevocable.
59. De modo que, al interpretar la parte final del artículo 4.2 " de buena fe
conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado en el
contexto de éstos y teniendo en cuenta su objeto y fin " ( artículo 31.1 de la
Convención de Viena ), no es posible albergar duda alguna respecto de la prohibición
absoluta contenida en esa disposición, según la cual ninguno de los Estados Partes
puede disponer la aplicación de la pena de muerte respecto de delitos para los cuales
no estuviese contemplada previamente por su legislación interna. Ninguna
disposición de la Convención autoriza para dar un sentido distinto al de por sí claro
texto del artículo 4.2, in fine. El único camino para llegar a una conclusión diferente
sería una reserva formulada oportunamente que excluyera en alguna medida la
aplicación de la mencionada disposición respecto del Estado reservante, siempre que
dicha reserva fuera compatible con el objeto y fin de la
Convención.
62. Las reservas tienen el efecto de excluir o modificar las disposiciones del
tratado y quedan integradas a él en cuanto a las relaciones entre el Estado que las
formuló y aquellos respecto de los cuales son efectivas. Por ello, dejando
nuevamente de lado la cuestión del valor recíproco de las reservas, que no es
plenamente aplicable en el ámbito de los derechos humanos, es preciso concluir que
la interpretación cabal del tratado implica la de las reservas, la que debe someterse
tanto a las reglas propias del derecho internacional general como a aquellas
específicas que se encuentran en la misma Convención.
65. La interpretación de las reservas debe tener en cuenta el objeto y fin del
tratado que, en el caso de la Convención, es " la protección de los derechos
fundamentales de los seres humanos, independientemente de su nacionalidad, tanto
frente a su propio Estado como frente a los otros Estados contratantes " ( El efecto
de las reservas, supra 42, Párr. no. 29 ). De hecho el propósito perseguido por la
Convención constituye un verdadero límite al efecto de las reservas que se le
formulen. Si la condición para la admisibilidad de reservas a la Convención es que las
mismas sean compatibles con el objeto y fin del tratado, es preciso concluir que
dichas reservas deben interpretarse en el sentido que mejor se adecúe a dicho
objeto y fin.
VI
68. Al relacionar el artículo 4.4 con el artículo 4.2, la Corte encuentra que el
significado de ambas disposiciones en su contexto es perfectamente claro y
diferente, en el sentido de que, mientras el artículo 4.2 establece un límite definitivo
a la pena de muerte para toda clase de delitos hacia el futuro, el artículo 4.4 la
proscribe para los delitos políticos y comunes conexos con ellos, lo que obviamente
se refiere a aquellos que estuvieran sancionados con la pena capital con anterioridad,
ya que para el futuro habría bastado con la prohibición del artículo 4.2. Se trata,
pues, de dos normas de propósitos claramente diferentes: mientras el artículo 4.4
persigue suprimir la pena de muerte para ciertos delitos, el artículo 4.2 busca
prohibir la extensión de su uso en el futuro. Es decir, sobre la prohibición contenida
en el artículo 4.2 de extender la aplicación de la pena capital, el artículo 4.4 vino a
agregar una prohibición más: la de aplicarla a los delitos políticos y comunes
conexos, aun cuando ya tuvieran prevista dicha pena con anterioridad.
69. ¿Qué implica, entonces, una reserva al artículo 4.4 de la Convención en los
términos de la presente consulta? Para contestar esta pregunta, debe ante todo
recordarse que el Estado que la formula no reserva más de lo expresado
textualmente en la misma. Como la reserva no puede ir más allá de exceptuar al
Estado reservante de la prohibición de aplicar la pena de muerte a delitos políticos o
conexos con ellos, debe entenderse que para él la parte no reservada del artículo
permanece aplicable y en todo vigor.
manera que, al no haber hecho reserva sobre el párrafo 2, debe entenderse que se
mantiene plenamente para él la prohibición de aplicar la pena de muerte a nuevos
delitos, sean políticos o comunes conexos con los políticos, sean comunes sin
ninguna conexidad. A la inversa, si la reserva fuera al párrafo 2 pero no al 4,
solamente podría significar la posibilidad de que ese Estado sancione con la pena de
muerte nuevos delitos en el futuro, pero siempre que se trate de delitos comunes no
conexos, porque respecto de los políticos y de los conexos con ellos regiría la
prohibición no reservada del párrafo 4.
71. Tampoco puede darse a una reserva del artículo 4.4 un sentido extensivo
hacia el artículo 4.2 con base en el argumento de que la reserva respecto de la
proscripción de la pena de muerte para delitos políticos o conexos con ellos,
carecería de sentido si no pudiera aplicarse a nuevos delitos no sancionados antes
con esa pena. En efecto, una reserva de esta clase tiene aplicación y sentido en sí
misma en cuanto evita que constituya violación a la Convención para el Estado
reservante el mantenimiento de la pena de muerte para los delitos políticos y
conexos ya sancionados con ella al entrar en vigencia la misma. Además, habiendo la
Corte establecido que ambas disposiciones regulan supuestos diferentes (ver supra,
párr. no. 68 ), no hay ninguna razón lógica ni jurídica para presumir que un Estado
que, al ratificar la Convención, reservó sólo una de ellas en realidad pretendía
reservar las dos.
72. Las anteriores conclusiones son aplicables, en general, a la reserva hecha por
Guatemala al ratificar la Convención. Esta reserva se fundamenta únicamente en el
hecho de que " la Constitución de la República de Guatemala, en su artículo 54,
solamente excluye de la aplicación de la pena de muerte, a los delitos políticos, pero
no a los delitos comunes conexos con los políticos ". Con esto simplemente se señala
una realidad del derecho interno. No puede deducirse de la reserva que la
Constitución de Guatemala imponga la pena de muerte a delitos comunes conexos,
sino únicamente que no la prohíbe. Pero nada hubiera impedido a Guatemala
comprometerse a más en el orden internacional.
LA CORTE,
1. Por unanimidad,
2. Por unanimidad,
ES DE OPINIÓN
a) En respuesta a la pregunta
por unanimidad
b) en respuesta a la pregunta
por unanimidad
que una reserva limitada por su propio texto al artículo 4.4 de la Convención,
no permite al Gobierno de un Estado Parte legislar con posterioridad para
extender la aplicación de la pena de muerte respecto de delitos para los
cuales no estaba contemplada anteriormente.
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PEDRO NIKKEN
PRESIDENTE
CHARLES MOYER
SECRETARIO
OPINIÓN SEPARADA DEL JUEZ CARLOS ROBERTO REINA
CHARLES MOYER
Secretario
OPINIÓN SEPARADA DEL JUEZ
RODOLFO E. PIZA ESCALANTE
Yo comparto los argumentos expuestos por mis compañeros jueces, y acompaño con
mi voto las conclusiones contenidas en la presente Opinión Consultiva, porque no
contradicen las mías propias.
POR TANTO:
RESUELVO:
OPINO:
Primero:
Segundo:
2
Tercero:
Cuarto:
R.E. PIZA E.
CHARLES MOYER
Secretario