Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia l un hombre y le dijo: No mueras, te amo tanto! Pero el cadver ay! sigui muriendo.
Se le acercaron dos y repitironle:
No nos dejes! Valor! Vuelve a la vida! Pero el cadver ay! sigui muriendo.
Acudieron a l veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando Tanto amor y no poder nada contra la muerte! Pero el cadver ay! sigui muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego comn: Qudate hermano! Pero el cadver ay! sigui muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadver triste, emocionado; incorporse lentamente, abraz al primer hombre; echse a andar.. El pan nuestro (vallejo ) Se bebe el desayuno... Hmeda tierra de cementerio huele a sangre amada. Ciudad de invierno... La mordaz cruzada de una carreta que arrastrar parece una emocin de ayuno encadenada!
Se quisiera tocar todas las puertas,
y preguntar por no s quin; y luego ver a los pobres, y, llorando quedos, dar pedacitos de pan fresco a todos. Y saquear a los ricos sus viedos con las dos manos santas que a un golpe de luz volaron desclavadas de la Cruz!
Pestaa matinal, no os levantis!
El pan nuestro de cada da dnoslo, Seor...!
Todos mis huesos son ajenos;
yo talvez los rob! Yo vine a darme lo que acaso estuvo asignado para otro; y pienso que, si no hubiera nacido, otro pobre tomara este caf! Yo soy un mal ladrn... A dnde ir!
Y en esta hora fra, en que la tierra
trasciende a polvo humano y es tan triste, quisiera yo tocar todas las puertas, y suplicar a no s quin, perdn, y hacerle pedacitos de pan fresco aqu, en el horno de mi corazn...!