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Solo quiero que me permitan llegar con esta carta a tantos hombres, a la mayoría de

los hombres de nuestra comunidad, del mundo entero, que por diversos motivos se
ven envueltos en una vida vertiginosa en la que muchas veces el resultado es fatal.
Por eso me pregunto : ¿qué le está pasando a esta sociedad que cada día va dejando
más y más adolescentes y niños huérfanos de padres porque se pasaron la vida
corriendo tras solo Dios sabe que ? Entonces, ¿por qué no tomarse el tiempo necesario
para reflexionar sobre esta epidemia que nos está arrasando sin compasión ? En aras
de la felicidad personal, del logro profesional o del reconocimiento público, nuestros
hombres, maridos y padres, se van convirtiendo en individuos ególatras, sin tener en
cuenta que hay tanta gente alrededor de ellos que los quiere y que los necesita.
En pocos años he perdido varios amigos y muchos conocidos y todos entre los
cuarenta y los cincuenta años. ¡Vaya contradicción ! Los médicos y la ciencia toda
esforzándose día a día por alargarnos la vida y nosotros buscando acortarla con la
soberbia que da ... , no lo sé, verdaderamente no sé que provoca esta soberbia. Solo
sé que me duele el alma cuando veo a esta gran cantidad de chicos sin padres en la
edad en la que más los necesitan. Porque antes probablemente también fueron padres
casi ausentes, pero la vida les pudo dar la revancha y tal vez hubieran revertido tal
situación, pero la carrera alocada por la que circularon truncó indefectiblemente toda
posibilidad.
Cuando era muy pequeña tuve una amiga que perdió a su mamá de cáncer, eso me
afectó como a todos los chicos del grupo, pero entendimos que era una enfermedad,
que no había entonces como remediarlo, y se nos explicó que seguramente Dios la
llamó a su lado porque en el cielo era muy necesaria. Pero ¿cómo se le explica hoy a
un chico que su papá no estará más junto a él solo porque desafió a la vida corriendo
una carrera contra el destino e intentando probar quien llega primero ? ¿Llegar antes a
dónde ? ¿A la eternidad quizás ? Si justamente es la eternidad la que nos puede
esperar todo el tiempo que haga falta, mientras hacemos falta acá, a su lado,
viéndolos crecer, ayudándolos a crecer, cuidándolos del dolor de crecer. Entonces me
rebelo ante estos hombres de hoy que no mueren de viejos porque antes mueren de
un infarto provocado por el estrés tremendo de la competencia diaria, cuando no se
dan el tiempo de disfrutar lo que tienen ; ante esos hombres que mueren no de fiebre
tifoidea sino por un espantoso accidente automovilístico solo porque para llegar pronto
no supieron salir antes. Cuando veo las caritas de tantos chicos que lloran junto al
féretro del padre que ya nunca más, pienso en todas las veces en que lo precisaron y
tampoco estuvo, seguramente se iba a trabajar mientras dormían y cuando
regresaban a la casa, ya sus hijos estaban acostados. En las comidas el noticiero en
lugar de la charla y los fines de semana a trabajar para adelantar lo que queda
pendiente o a hacer algún deporte con sus amigos, para mantenerse en forma, y así
día tras día, con la ausencia como único testigo de esa preparación para un final
estúpido y anunciado.
Si bien creo en el destino, estoy convencida de que provocamos nuestra suerte a cada
momento y casi siempre pensando en singular, moderna forma de conjugar la vida
para estos hombres que no pueden entender que sus mujeres, sus hijos, sus padres,
sus hermanos, sus amigos, los queremos vivos, presentes, sanos. Queremos envejecer
junto a ellos, que vean a sus hijos hacerse hombres y mujeres y luego que puedan
conocer a sus nietos y que cuando nos toque el momento, podamos agradecerle a
Dios y a la vida tantos años de felicidad compartida. Por favor, es hora de que
reflexionemos, de que entendamos que estamos para vivir no para competir contra
aquello que seguramente nos ganará, que no tenemos derecho a jugar nuestro futuro
y la felicidad de los que decimos amar pisando un acelerador a fondo o desgastando
nuestro corazón con problemas que la mayoría de las veces hemos provocado y luego,
lamentablemente, no está en nuestras manos el resolver. Señores padres, permítanme
decirles que son dueños de usar esta vida que les prestaron como mejor les parezca,
para eso Dios nos hizo libres, pero se encadenan a verdaderas prisiones, económicas,
políticas, profesionales y la forma más rápida de salir es también la más dolorosa y
estrepitosa. Piensen de tanto en tanto con el corazón, desde el amor por la gente que
los quiere el mayor tiempo posible a su lado, tómense el tiempo necesario para
disfrutar de las cosas que no por ser gratis son menos importantes. Vean desde el
alma a los hijos de amigos que ya no están y piensen en los suyos ; a las madres que
perdieron a sus hijos y escúchenlas cuando se preguntan en un lamento por qué no
fue ella la elegida. Traten de recuperar la ternura para con ustedes mismos. Son
demasiado importantes para mucha gente como para no detenerse a pensar un
instante en la vida que puede ser tan corta o tan maravillosa como uno se lo
proponga. No hagamos de esta sociedad un desierto de padres, un coro de lamentos
adolescentes. Si no lo hacen por ustedes, háganlo por todos nosotros, porque de
verdad cada uno de ustedes es tan valioso que no queremos perderlos. Cuídense
porque cuidándose nos cuidan. Gracias.
Marité Frau
Hace muy poco tiempo me dirigí, por este medio, a muchos hombres que viven una alocada
carrera por hacer carrera y pretendí, con toda humildad, hacerlos reflexionar sobre esos hogares
que ya no tendrán la posibilidad de contar con ellos, pero el más importante motivo que me llevó a
escribirla fue la gran cantidad de chicos a los que nadie podrá quitarles el estigma de la orfandad
antes de tiempo. Y esa carta provocó muchas reacciones, recibí llamadas de gente que no
conozco y que me hubiera gustado conocer por su alma grande y generosa, recibí las
felicitaciones de amigos, los comentarios de las charlas de sobremesa que provocó la lectura, en
fin, muchas cosas, anécdotas y sensaciones que guardaré para siempre en la memoria del
corazón. Pero hubieron dos personas, hombres ellos, y los dos muy ligados a mis afectos, que
aportaron sus reflexiones inteligentes, y quiero, si me permiten, transmitírselas a ustedes. Ambos
complementaron mis pensamientos y con su lógica irrefutable me hicieron cerrar el peligroso
círculo en el que aquellos hombres de vida apurada, de estrés y competencia, de ausencias
hogareñas, se ven indefectiblemente involucrados por si y por el terrible entorno que no les da
tregua, aunque muchas veces la quieran o la precisen. Porque si aflojan un poco, si se toman su
tiempo, si intentan parar de tanto en tanto, cómo callan las voces de los hijos adolescentes
pidiéndoles el jean de marca, el instituto de idiomas de moda, el boliche del viernes por la noche,
la comida en aquella lomoteca a donde van todos, el viaje a Disney porque si no queda fuera del
grupo. Entonces, es algo así como el huevo y la gallina, difícil de entender y peor de solucionar.
Porque las presiones les llegan por los cuatro costados, los apremia el banco, las cuentas a pagar,
el jefe o los empleados, loa años que corren a mayor velocidad que los logros, los padres a los
que hay que demostrarles que su esfuerzo no fue en vano y hoy son hombres importantes, los
hijos que exigen sin pensar hasta dónde se les está permitido o si se lo merecen, las mujeres que
a veces provocamos su esfuerzo para lucir un status en forma de auto, casa o membresía a un
club. Difícil tarea debe ser la de ser hombre, si se les pide sin tregua y luego se les condena. Es
muy fácil, para cualquiera, adaptar para esta circunstancia, a aquellos famosos versos de Sor
Juana que dicen : hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de
lo mismo que culpáis.
Entonces me queda un último pensamiento. Así como por aquella carta se convocaron a la mesa,
y charlaron sobre un tema compartido por muchos, y a varios les sirvió al menos por un instante
para la reflexión, solo puedo pedir que alguna de las tantas personas que pueda leer ésta, también
busque la conversación íntima y puedan preguntarse desde el amor, desde el inmenso cariño que
nos tenemos como familia, si es posible, entre todos, colaborar para aliviar un poco a ese papá
único, imprescindible y tan querido, buscando entender que nada puede ser mejor que tenernos
unos a los otros, que ningún logro ha de ser más importante que el de una familia sólidamente
conformada. Y replantearnos, quizás, nuestra escala de valores, porque si bien todos queremos
superarnos y a todos nos gusta vivir mejor, la vida sin alguno de los seres queridos, me animo a
decir que pierde, sin lugar a dudas, mucho de su sentido. Gracias.

Marité Frau
Muchas veces uno vive tan preocupado de sus cosas, de su trabajo o de su familia que no tiene
tiempo para conocer situaciones que nos competen a todos y de maneras más que importantes.
Ante un hecho bastante desafortunado pude comprobar en carne propia cómo la burocracia y la
falta de presupuesto hacen que no puedan subsanarse inconvenientes o problemas que en
ocasiones podrían ser expedidos en forma más que ejecutiva. Nunca tuve hasta ahora, necesidad
de recurrir a repartición policial alguna salvo para solicitar certificados de domicilio y en la ocasión
que me llevó hasta la seccional Cuarta de Desamparados pude ver la excelente voluntad de sus
trabajadores, la intención de hacer las cosas bien, y el muro infranqueable que se les presenta por
falta de.....No puedo creer que sea por espíritu ecologista que usan papel de segunda mano, es
que no tienen papel nuevo, ni hablemos de computadoras o máquinas de escribir eléctricas,
todavía allí hay máquinas que pierden las teclas al pulsarlas. Pero ellos igual trabajan, tratan a la
gente con deferencia, se preocupan por los problemas a nivel humano, y tropiezan con otro
escollo, más terrible y preocupante que este del dinero para estar más o menos acordes a los
tiempos. Ese muro que suena a muralla china, a paredón salvo que en el tango viene el después,
es la legislación que cada día parece estar más y más preparada para ayudar al victimario, al
delincuente, al atorrante y no a quien fue víctima de ellos. Puntualmente, hoy, un chico puede ser
autorizado para manejar un automóvil a los 17 años, lo que significa que tiene una compañía de
seguros que lo respaldaría en caso de accidente y unos padres que consideran que el nene es lo
bastante grandecito como para darle una responsabilidad semejante. Porque le dan además de
una buena suma de dinero que es lo que ese vehículo cuesta, le dan, digo, la posibilidad de salvar
vidas socorriendo en una emergencia o de acabar con vidas cuando manejan alcoholizados,
trasnochados o empujados por ese grupo infaltable de amigos que incitan a la picada y a la
picardía. Bueno, ese chico que es tan grandecito como para entre otras cosas empuñar un
volante, por ejemplo, no es lo suficientemente grande como para hacerse responsable de sus
actos cuando busca a una patota para que le sirvan de apoyatura solo para tratar de desfigurarle
el rostro a otro chico, pero cuidado, este otro está solo en su casa y tiene dos años menos. Es en
esos momentos en los que aparece la figura “legal” de “menor”. Y el chico es chico y hace cosas
de chico y debe tratar de enterdérselo, tal vez ir al psicólogo y quedar por unos días a la guarda de
sus papás, porque como es chiquito tienen que cuidarlo. Y a partir de ese momento se comienza a
buscar una justificación para su violencia, eso si, fuera de la casa, lo más lejos de ella posible, tal
vez convirtiendo al menor agredido y perjudicado (menor de verdad) en el monstruo que provocó
esta acontecimiento .Y esto me suena a franca burla, a despropósito mayúsculo, a volver para
atrás décadas, aquellas en las que se decía: y....por algo será....Entonces me hierve la sangre
contenida a fuerza de voluntad pero necesito decirles a los señores diputados, a ustedes que
hacen las leyes que nos rigen y que nos regirán, que se preocupen de temas verdaderamente
importantes, que estoy cansada como muchos, de saber de sesiones enteras dedicadas a ponerle
nombres a calles o plazas, a adjudicar jubilaciones o a sortear viajes. No señores, no termina ahí
su tarea. Mal o bien elegidos están ocupando un cargo que debiera honrarlos y con su trabajo
debieran honrarnos. Quisiera, desde el fondo de mi corazón, alguna vez, darme el gusto de asistir
a una sesión en la que se despida por cumplimiento de mandato a algún diputado y aplaudirlo
porque trabajó en cosas VERDADERAMENTE FUNDAMENTALES, cosas que hacen al futuro de
toda la comunidad, cosas en las que se vea su legítima preocupación por el bien común. Porque
la policía, la buena policía, de la que hay mucha y me consta, está atada de pies y manos; los
señores jueces están aplicando derecho ancestral, arcaico, usando escritorios donde apenas
caben algunos papeles, buscando en sus memorias datos que podrían encontrar vía módem,
dando vuelta a dedo los carreteles de las máquinas de escribir, justamente en esta época de
Internet, de comunicaciones satelitales, de menores que están más al tanto de la realidad que
muchos de nosotros, etc. Entonces, hay un solo camino, ponerse las pilas de verdad, como dicen
los chicos, y trabajar en serio para tratar de hacer de ésta, una comunidad mejor, respaldada y
protegida por quienes tienen esa función.
Marité Frau
Estuve, la semana pasada, en la presentación oficial del ECOPARK. Muchas autoridades, algunos
invitados especiales y poco público esperábamos ansiosos las novedades que cambiarían a
nuestra provincia para convertirla en un pedazo del primer mundo. Quizás haya sido yo la única
que tuvo los pensamientos que a continuación detallaré, pero espero que alguien más los
comparta, para no sentirme tan sola en mi "sanjuaninidad" si es que vale la palabra utilizada.
Como para empezar, el acto anunciado para las 19 horas de un día laborable, al que fuimos
invitados personas que se supone tienen actividades a las que responder, comenzó 50 minutos
tarde, por lo que se perdió ese tiempo de trabajo verdaderamente productivo en unos cuantos
casos, pero es algo a lo que los puntuales debemos acostumbrarnos, mal que nos pese.
Entonces, tarde, comenzó el acto. Luego de una introducción muy interesante, dos pantallas
gigantes nos iban mostrando la graficación del futuro complejo, mientras una persona en ingles y
una traductora en español, nos guiaban a través de las imágenes. Esto fue así porque el video no
llegó a terminarse a tiempo, o sea, en todas partes pueden suceder imprevistos, gracias al cielo,
porque así me siento más integrada al mundo. Quedé boquiabierta al ver la planigrafía. Agua por
doquier en medio de nuestro desierto. Un río artificial por donde se podrá navegar, una cortina de
agua que servirá de pantalla para una proyección, un tobogán acuático y agua, agua agua....
entonces empecé a hacerme una serie de preguntas, que no terminaron allí, por el contrario se
incrementaron cuando apareció en primer plano un hermoso autobús camuflado de "tigre", si, digo
bien, tigre en el Valle de la Luna (Creador perdón por el despropósito), y como para que mi cabeza
termine estallando: campamento de lujo estilo Daktari. Menos mal que la mayoría éramos
mayorcitos porque a los jóvenes ¿cómo les explicamos quien fue Daktari?
Yo felicito al señor Gobernador y a todos los que impulsan proyectos como éste porque como él
bien dijo, primero se debe soñar y luego salir a concretar esos sueños, sin sueños no habrá nunca
futuro. Soy sanjuanina orgullosa de esta gente que busca el progreso, que no le tiene miedo a los
mega proyectos, que piensa en positivo, que empuja hacia delante, que quiere lo mejor para
todos, y apoyo incondicionalmente esas actitudes, porque pienso igual. Creo que la mediocridad
en la que estuvimos durante décadas sumergidos debe quedar desterrada de una vez por todas
de esta provincia, pero de allí a camuflar un bus de tigre es como mucho ....
Esta gente americana dedicada a plasmar semejante sueño en un papel no tuvo quien le dijera
que esta es tierra de guanacos, liebres, corzuelas, cabras, caballos sin domar, pumas,
matuastos,... , tierra de aquí, de Cuyo, del sur del mundo del lado de América. Entonces los tigres
solo se ven cuando aparece algún circo que se anima a traerlos, pobrecitos, enjaulados y
domesticados. Daktari (para los teen agers, era un personaje del la tele que tenía un león visco de
mascota) está bien donde está, pero aquí no están Daktari ni Tarzán ni Chita, aquí hay huarpes
que supieron construir con paja y barro, y hoy se sabe que nada mejor para hacer térmica y
antisísmica una construcción que esa mezcla indígena. Entonces, por qué no tener el sector
"luxury" con box-spring, t.v. satelital y todo lo que nuestro gobernador bien dijo que necesita un
campamento de lujo, pero como el Tata Dios manda para estos lugares, con nuestra cultura casi
perdida, con nuestros materiales, porque así también enseñaríamos al mundo una parte más de
nosotros. Si hasta los cubrecamas tamaño Queen pueden ser hechos en telares. La decoración
bien podría incorporar bellas vasijas de arcilla y retamas y retortuños. Podemos usar nuestras
cosas para el proyecto. Me imaginaba mientras escuchaba la exposición, que en lugar de una
pantalla proyectora realizada por micropartículas de agua, fuera de travertino, o piedra laja. ¿Se
acuerda alguien de la serie "Los Picapiedras"?. Y lo del agua, esto de tanta agua por donde se
camine, no termino de entenderlo. La gente viene a ver, a conocer, el enorme desierto donde se
enclava el famoso Valle de la Luna, pero se encontrará con agua por donde pase. Yo vi la
transmisión del hombre pisando la Luna, aclaro que era muy chica, pero la recuerdo
perfectamente y era muy parecido a nuestro paisaje el que se mostró. Y nosotros lo tenemos y
queremos cambiarlo. Yo creo que subestimamos a los futuros visitantes. Quien quiera ver fuentes
danzantes y navegar por un río artificial en un botecito mientras recibe una explicación políglota,
va a Magic Kindom (Orlando, Florida, U.S.A.) y elige entre un montón de atracciones, o antes,
para en la NASA y ve un paisaje lunar junto a un montón de tecnología. Humildemente creo que
quienes pueden ser nuestros visitantes deben estar ansiosos de llegar a la cuna de la historia, con
comodidades, con todo el lujo y el confort, pero hasta ahí. Es como si para ver las pirámides
primero nos hicieran pasar por un tobogán acuático y una fuente de agua danzante que nos
explica cómo hicieron los egipcios para trasladar las piedras y luego, alrededor de la maravillosa
Esfinge hay un río artificial que la circunda para verla desde todos los ángulos. No, allí la gente se
sube a camellos no demasiados limpios, camina por la arena y siente la inmensidad de la historia
sobre sus cabezas y en lo más hondo de sus corazones.
No quiero explayarme más, puedo quedar como una detractora o una opositora del progreso.
Nada de eso soy, quienes me conocen saben que apoyo lo nuevo, lo mejor, que busco la
excelencia para mi y para mi familia (lo heredé de unos padres que siempre lo hicieron y me lo
trasmitieron) pero todo tiene un límite. Si para estar en el primer mundo debo dejar en el camino,
destruyendo o transformando, raíces culturales, historia de siglos, herencia para la humanidad,
entonces la entrada a ese mundo debo repensarla, no digo no hacerla, digo repensar, replantear.
No soy tan necia como para no darme cuenta de que el ECOPARK nos puede cambiar la vida,
desde todo punto de vista. Creará fuentes de trabajo, nos hará conocidos en el mundo, traerá
muchísimos beneficios, pero quiero que nos cambie la vida futura no el pasado. Eso es todo.
Gracias.
Marité Frau
El día 16 de junio, a las 12, 55 hs., durante el noticiero informativo de TELEFE, un notero se
dedicó a cubrir el tema tan discutido del impuesto directo a los automotores, creado con el
generoso y loable fin de aumentar, un poco, las arcas docentes, y tuvo la excelente idea de ir
hasta la zona de estacionamiento de funcionarios del Honorable Senado de la Nación. Confieso
no sentirme sorprendida por los resultados, sí por la calidad de la nota. Los resultados fueron
obvios, ningún auto tenía la oblea en su parabrisas. Pero todos ostentaban oblea de libre
circulación, con la correspondiente identificación del Senado, y lo que es peor, para mi humilde
entender, tenían pases libres para las autopistas y para estacionar libremente. Estos últimos son
los que menos entiendo, porque: ¿para qué quieren estacionar en cualquier lado, si cuando deben
hacerlo cumpliendo sus funciones es en un lugar específico? ¿por qué deben dejar de pagar en
las autopistas si son tan ciudadanos como cualquier otro? Además es más que probable que
ninguno de ellos usen las autopistas para ir de sus casas al trabajo, y cuando van, algunos días al
mes, les queda a un paso.... pero como tienen fueros y pueden darse el lujo de tomar decisiones,
y tantas cosas, entonces no llevan obleas y nadie les va a decir nada y no pagan en las autopistas
quizás porque sus dietas son muy restringidas y cuando van al country no les alcanza para el
ticket del camino a Tortuguitas. Y por esas cosas y por tantas más, al resto de los mortales que
vivimos en esta tierra bendita, nos imponen un impuesto directo, a punta de cañón para su
cumplimiento, así no tengamos nada que ver con los docentes, salvo un muy profundo sentido de
solidaridad producto de vivir todos en la misma crisis.
En mi caso particular, aun no he pagado el impuesto y siento con la mayor de las convicciones
que no me corresponde hacerme cargo del déficit que los docentes padecen. Puedo parecer muy
dura o muy hostil al decirlo, pero quiero que me entiendan. Soy ex-alumna de escuela privada y
mis tres hijos fueron y van a escuelas privadas, no porque sea este un acto de soberbia, sino
porque a la hora de elegir tuve la libertad de hacerlo y sobre todo la posibilidad de hacerlo,
además es una elección, tan libre como cualquiera y de la que no debo rendir cuentas a nadie.
Pero al hacer uso de este tipo de educación, pago por ella, o sea, pago lo que uso, como la luz, el
teléfono, el gas, la nafta. Entonces, ¿por qué deben obligarme a pagar por lo que no uso, usé o
usaré?
Doy un ejemplo más fácil de entender aun, el caso de un señor cualquiera que vivió hasta los
cincuenta años fuera del país, allí se educó, es soltero y ahora trabaja y produce aquí, invierte sus
dineros en esta tierra y vive solo. Ese señor, no tiene nada que ver con el mal manejo de fondos
para la educación, pero así y todo se ve compulsivamente obligado a pagar por lo que no usa, usó
o usará jamás. Es realmente un despropósito. Entonces me acuerdo del Dr. Mariano Grondona
cuando en su último programa, dijo que hay leyes con mayúsculas y leyes con minúsculas y que
los legisladores solo hacen estas últimas. Creo que tiene toda la razón. En lugar de ponerse a
trabajar en serio, sobre leyes que debieran ser para varias generaciones trabajan para el hoy y el
ahora, cuando trabajan. Hasta hace muy poco, creíamos que las leyes eran casi eternas, hoy
sabemos que son como la moda, efímeras. Crean, inventan, sacan de la manga o de la galera,
recursos insólitos y poco solidarios solo por no tocar, por ejemplo, el presupuesto de gastos
reservados. Lo de poco solidario lo digo con total conciencia. Es que para solucionar un problema,
que es real, preocupante, vergonzante para toda la sociedad, nos meten la mano en el bolsillo a
todos, sin excepción, o con unas pocas excepciones, y nos vemos en la obligación de pagar o
pagar por aquello que no es efecto o causa de nuestra responsabilidad. Porque ya el auto no es
un objeto de lujo para nadie, mucho menos para el trabajador común que lo necesita para ir a
cumplir con su deber, llueve o truene, sin meses de vacaciones y sin sueldo acordado por él, sin
regalías ni ventajas algunas. Y no entiendo por qué nadie se rebela, solo los transportistas lo
hicieron, y tuvieron la experiencia de toda la comunidad en contra por el corte de calles.
Yo quiero decirles a los docentes que estoy con ellos en su reclamo más que justo, que por el
magnífico y respetable hecho de ser docentes son decentes, que justifico sus reclamos, pero
quiero decirles también a los señores que me obligarán a guardar mi auto por no pagar un
impuesto (ya que prefiero guardar el auto y no mis convicciones) que así no se hace patria,
eso es patrioterismo y muy barato. Que son respetados, hoy por hoy, solo porque los protegen sus
fueron, que las leyes no son para jugar a solucionar el problema nuestro de cada día, que se
legisla para el futuro, que lo primero a legislar es el presupuesto nacional, y allí se debe analizar la
letra chiquita que es la que tiene los números grandes, que se acuerden que alguna vez
estuvieron donde estamos todos hoy, que por ser rentados son empleados, si, empleados de
todos y de cada uno de nosotros. Por supuesto que empleados de altísima jerarquía, (por el
sueldo que cobran y los fueros que los hacen intocables) pero empleados al fin, con fecha cierta
de vencimiento de contrato laboral, con obligaciones muy bien estipuladas, con responsabilidades
conocidas pero con pocas ganas de tomar las actitudes que estamos pidiendo a gritos, desde las
casas, desde los medios, desde los corazones. Necesitamos que se preocupen por todos, que sus
decisiones sean alguna vez pensando en un futuro más largo que el período que les toca, que
vean el bosque, los árboles, las ramas y las trampas mortales que también hay. Que busquen
figurar en los libros de historia con gallardía y no en las revistas de actualidad. Que recuerden que
fueron simples ciudadanos alguna vez y que volverán a serlo. Que tengan en cuenta a sus
antepasados, tal vez muchos de ellos hoy sentirían verdadera vergüenza. Que al sentarse en sus
sillones intenten recordar que allí estuvieron hombres que hicieron historia y traten de emularlos.
Que igualen para arriba, o sea, que busquen la excelencia no la mediocridad; para ambas hace
falta trabajo, entonces, ¿por qué no? Que tengan autoridad moral para reclamar a algún periodista
que diciendo la verdad los deja bastante mal parados. Y que si no piensan en nosotros que
también somos ellos, piensen que alguna vez, más tarde o más temprano, “Alguien” habrá de
pedirles una rendición de cuentas de esas que aquí no tuvieron que dar. Porque si hay algo de
cierto es que a todos nos toca enfrentarnos a lo mismo.
Marité Frau
Entre los que creen vivir en el primer mundo y nosotros, a los que nos han hecho creer
que estamos a punto de entrar, quizás nos encontremos con una pequeña diferencia:
acá un ciudadano vale solo un voto, mientras que allá el ciudadano cotiza en bolsa.
Pero en definitiva, en ambas partes, somos para los dirigentes, solo números. En un
caso, puestos en urnas de cartón, en el otro, en computadoras de última generación.
Pero a la hora de buscar similitudes son tantas que asombran.
Y no entiendo cómo es posible que en Europa o Estado Unidos, con siglos
respaldándolos, sigan en el lento proceso de educación, de la educación no formal, no
de la curricular, sino de la otra, de la que hace que no existan los problemas raciales,
de la que convierte a un extranjero en un hermano, de la que transforma al distinto en
un semejante y hace que se nos parezcan tanto o nosotros nos parecemos tanto a
ellos, lo cual sería más sensato y menos vergonzoso (para nosotros, claro). Y me
pregunto qué hace tanta gente viajando por el mundo sin haber conocido las
Cataratas o el Perito Moreno o las Ruinas de San Ignacio, o el Cerro de los Siete
Colores. Porque esa gente abre inmensa la boca ante la Estatua de la Libertad y se
compra lo que encuentra en el Corte Ingles y se deslumbra en una catedral de la que
no se acordará el nombre cuando vea las fotos reveladas, pero nunca entró a la
Catedral de Buenos Aires o jamás pisó esa belleza y orgullo de Teatro Colón que
tenemos o el maravilloso Museo de Ciencias Naturales que está en La Plata. Y se queja
cuando ensucia sus zapatos caminado por las veredas nuestras por culpa del regalito
que dejó un perro argentino pero no ve las otras veredas, tan o más sucias que éstas.
Tal vez porque la mugre si es extranjera es otra mugre. Pero sí que se emocionan
como me emociono yo, lo reconozco, escuchando un tango mal cantado por Julio
Iglesias mientras camino por Venecia.
Somos tan hermanos en la miseria que me asusta. Nos volvemos patriotas allá y acá
somos simplemente críticos de café. Siempre sin hacer nada o haciendo lo menos
posible, no sea cosa de que nos marquen de antioficialistas, de oficialistas, o de lo que
fuere. En todas partes se cuecen habas dice un viejo refrán y es tan cierto que da
escalofríos. Lo que sucede es las habas importadas tienen otro gusto. Y si fuera cierto,
(digo humildemente), por qué no nos dedicamos a exportarlas, en frascos bonitos, con
denominación en origen y a buen precio, para que sean ellos las que las compren. Tal
vez algún día nos animemos a dar el paso que hace falta para crecer, para soltar alas,
quizás sea ahora la hora. Seguramente no será demasiado demagogo ni populoso. Tal
vez tengamos que sacar los trapitos al sol y empezar a lavarlos de verdad. Pero no
podemos seguir así.
Siento que estamos revueltos no entrelazados, pero el eslabón perdido con seguridad
está entre nosotros. Es el que nos hace falta para conformar la cadena solidaria que
nos puede convertir en un pueblo grande de verdad, no por los miles de kilómetros
cuadrados que tenemos sino por la educación de cada ciudadano, de cada habitante
que nos hermana.
Cuando alguien se anime a dar el primer paso hacia la grandeza, que no pasa solo por
lo económico sino que pasa mucho más por lo moral y lo personal (por persona no por
individualidad), quizás entonces sea el momento para esta Argentina nuestra que
tanto se merece.
A lo mejor ya estamos gateando y podemos imaginar un futuro de pie. Sobre todo
cuando escuchamos la vida de nuestro Sarmiento cantada por un coro que no tiene
nada que envidiar a nadie y se puede conocer su vida en compañía de buena música y
buen gusto. O cuando vemos que puede desbordarse el Auditórium para ver en
persona al maestro Sábato. Ahí me arrepiento de haber dicho que solo nos convoca en
multitud el fútbol, y me siento orgullosa de ser multitud. Aunque después, la realidad
vuelva a abofetearme en la esquina, cuando un chico de no más de diez años me tire
de la ropa pidiéndome una moneda a las doce de la noche.
Yo solo puedo darle la moneda, porque el señor que pasó por su lado unos minutos
antes, es el que no supo legislar o gobernar o actuar desde el poder ¿? para que éso
pase menos, si es que tiene que pasar. Entonces tengo vergüenza propia y vergüenza
ajena, y me siento europea o argentina (da lo mismo) porque me doy cuenta de que
en cualquier continente, desde las almas preocupadas por el prójimo, seguimos
estando en el tercer mundo. Y pienso en la palabra democracia queriendo que
definitivamente se instale junto a la sensatez, a la responsabilidad, a la honradez, al
compromiso decidido y verdadero con nosotros.

Marité Frau
A veces la televisión tiene esas pequeñas cosas que a uno lo hacen reconciliarse con
la vida. Es el caso particular de una publicidad emitida por un canal de cable en la que
se dice: Si vivieras en una isla de la que no puedes escapar, con una cantidad
medida de alimentos y agua, ¿qué harías?. Los racionarías para que te
alcance. De alguna manera, vivamos donde vivamos, todos lo hacemos en un
lugar del que no podemos escapar...
Qué pocas palabras le hicieron falta a ese creativo para que se entienda el mensaje!
De este planeta no podemos escapar, al menos por el momento, y no nos damos
cuenta de algo tan simple como es la cantidad precisa, medida, acotada, de alimentos
y agua de que disponemos. Entonces los derrochamos, los usamos sin medida; claro,
no nos cuesta lo mismo el agua que el detergente para lavar los platos o los cigarrillos
para ensuciarnos los pulmones. Demás está decir que tanto uno como el otro
contaminan, dejan residuos, de a poco, matan, como tantas otras cosas que están en
los estantes de las casas o en la calle, formando parte imprescindible de nuestra vida.
Pero solo racionamos lo que nos cuesta dinero.
No hemos aprendido a sentir a este planeta como nuestro único hogar, como esa isla
de la que no podemos escapar de ninguna manera. Los chicos van entendiendo la
palabra nueva, casi sin estrenar en boca de los adultos: ecología. Los mayores, en
cambio, usamos: medio ambiente. ¿Será que le pusimos medio porque no se puede
hablar de entero, porque ya llevamos destruida la mitad de nuestro ambiente?
El problema aquí es que a los chicos les faltan años para hacerse cargo del planeta y a
nosotros nos quedan muchos, si Dios así lo dispone, para seguir con su cuidado.
Entonces tendremos que entender de una buena vez que somos hoy, los únicos
responsables, en forma absoluta, de hacer que cuando les toque a ellos, a los que nos
siguen, les quede algo por cuidar y no tengan que inventar un nuevo término, algo así
como cuarto ambiente, o décimo ambiente, porque ya ni siquiera les dejamos la
mitad.

Marité Frau
Ya está a punto de comenzar un nuevo periodo parlamentario. Otra vez veremos como
se reúnen los “representantes del pueblo” para discutir, sancionar, reglamentar,
regular, etc. Pero también veremos, lamentablemente, como dejan sin quórum una
sesión para demostrar cuanta es su fuerza opositora o como se preparan para
acomodar dietas a tamaño de bolsillos.
Estos señores legisladores deberían entender que son lo que son porque fueron
elegidos, y no creer que son unos elegidos. Cuando se les eligió respondían a un
partido, a una doctrina concreta, hasta me animo a decir, a un sentimiento. Pero la
historia ha demostrado que con el correr del tiempo, muchos deciden abrirse de los
partidos que conformaban, crean bloques unipersonales en algunos casos, modifican
ideologías y terminamos los simples mortales sin saber a quien o a que responden o
deberían responder. De esa manera ¿cómo se hace para que rindan cuentas? ¿cómo
se les pide alguna explicación de lo inexplicable? ¿cómo saber qué piensan y sienten
luego de?
Y en la impunidad total en la que se encuentran, y en el desamparo en el que nos
encontramos, la Biblia y el calefón una vez más se ejemplifican. Claro que hay
legisladores comprometidos, cabales, sinceros, trabajadores, involucrados,
competentes, pero no son todos lamentablemente. Y los que no lo son, empañan a los
otros, los cubren con un manto de desconfianza muy difícil de sacar.
Cuando tenemos oportunidad de leer una reseña de sus accionares, se puede ver
cuanto tiempo de sesiones se utilizó en dar pensiones, en resolver dietas, en colocar
nombres a plazas y paseos, en discutir si esta es la fecha correcta para instituir como
día nacional de la empanada o del arquero (aclaro que aunque parece una broma es
una patética realidad porque existen esos días), pero los temas profundos, que
modifican sustancialmente a nuestra sociedad, que nos protegen como ciudadanos,
que nos regulan como comunidad, se soslayan, no se tratan porque deciden no bajar a
sus lugares de trabajo hasta que no acomoden algunas fichas del complejo tablero con
el que se juega. Y cuando se hace algo al respecto, las negociaciones están
generalmente a la orden del día. Resigno esto si no pierdo aquello. Mi partido votará
afirmativamente si... Mi bloque se opone hasta que...
En lugar de ponerse a trabajar en serio, sobre leyes que debieran ser para varias
generaciones trabajan para el hoy y el ahora. Hasta hace poco, creíamos que las leyes
eran casi eternas, hoy sabemos que son como la moda, efímeras. Los señores
legisladores deben entender definitivamente, que las leyes no son para jugar a
solucionar el problema nuestro de cada día, que se legisla para el futuro, y allí se debe
analizar la letra chiquita que es la que tiene los ideales grandes.
Ojalá tengan claro que alguna vez fueron simplemente pueblo, que por ser rentados
son empleados, de todos y de cada uno de nosotros. Por supuesto que de altísima
jerarquía, (por el sueldo que cobran y los fueros que los hacen intocables) pero
empleados al fin, con fecha cierta de vencimiento de contrato laboral, obligaciones
muy bien estipuladas y responsabilidades conocidas.
Necesitamos que se preocupen por todos, que sus decisiones sean alguna vez
pensando en un futuro más largo que el período que les toca, que vean el bosque, los
árboles, las ramas y las trampas mortales que también hay.
Que busquen figurar en los libros de historia con gallardía y no en las revistas de
actualidad. Que al sentarse en sus sillones intenten recordar que allí estuvieron
hombres que hicieron patria y traten de emularlos. Que igualen para arriba, o sea, que
busquen la excelencia no la mediocridad; para ambas hace falta trabajo, entonces,
¿por qué no?. Y que si no piensan en nosotros, piensen que más tarde o más
temprano, “Alguien” habrá de pedirles una rendición de cuentas de esas que aquí no
tuvieron que dar. Porque si hay algo de cierto es que a todos nos toca enfrentarnos a
lo mismo.

Marité Frau
Desde que la memoria me pertenece, recuerdo como una oración, la frase que dice:
tenemos un país rico, con los cuatro climas, con mar y cordillera, con la mejor gente,
con una extensión que permite todo, con ..., con .... Lo creí a pies juntillas, pude
recorrerlo casi entero y comprobé su verdad, supe de su gente generosa y sufrida,
trabajadora, incansable, y entonces, me dolía el alma cuando veía por algún noticiero,
a esos pobres chicos del Africa, con el abdomen dilatado, los pies descalzos en el barro
y el futuro convirtiéndoseles en una inexorable cuenta regresiva hacia la nada más
honda.
Pero todo era lejano, océano de por medio, y solo podía enternecerme por aquellos
que teniendo sus días contados eran mostrados al mundo como emblema de injusticia
social y de lessa humanidad.
Hasta que un día me mostraron a un chico del norte, no del norte del continente, de
nuestro norte, si, del nuestro, del que figura en los mapas cuando nos hacen estudiar
geografía.
Y no hubo diferencia entre aquellos pequeños africanos y este, tan argentino como yo
o como el obelisco. Pero nadie pudo explicarme como fue que sucedió, qué realmente
pasó para que esto pasara.
Parece que fue culpa de la fatalidad, de la naturaleza, o del destino. Y como solo lo
creo cuando hay un terremoto, o un huracán, debo pensar que fuimos nosotros, seres
tan humanos como ellos, de carne y hueso pero tal vez con más ambición que alma,
los que debemos hacer la autocrítica y el replanteo.
La pobreza que nos avasalla no se generó espontáneamente, tampoco dejará de
existir por la misma razón. Hacen falta medidas urgentes y valientes, de esas que no
permiten a los periodistas escribir enormes titulares en los medios o que justifiquen un
viaje para cubrir la noticia. Se precisan medidas políticas que no hagan política sino
que hagan que se pueda vislumbrar alguna luz de esperanza.
Es imperioso reconocer lo que pasa para entender qué debe solucionarse. Hay que
quitarse el discurso de la boca para colocarse trabajo en las manos. Se deben levantar
las sentaderas del sillón de cuero y caminar los caminos empolvados por el olvido
institucional. Hacen falta decisiones, humanidad, solidaridad, grandeza de espíritu, y
ganas de construir un futuro. Un futuro para todos, porque generalmente se construye
el propio, y ése si que suele ser bastante productivo.

Marité Frau
Cuando escucho a un político contándome desde algún medio, sobre la deuda que
dejaron los que se fueron, o sobre el patrimonio que acumularon generalmente en
forma indebida, o sobre la herencia nefasta que hoy tenemos, me surge,
inevitablemente la misma pregunta: ¿y si lo sabe, qué hace o hizo al respecto?. Nadie
puede hoy contestármela. He llegado a pensar que se convertirá en una de mis tantas
dudas históricas.
No conozco demasiado sobre el funcionamiento de la justicia, quizás porque nunca
funcionó demasiado. Pero sé que existen fiscales, y que la gente puede hacer
denuncias, y que los jueces están capacitados para investigar hasta las últimas
consecuencias. Entonces ¿por dónde pasa que no pasa nada?.
Si en lugar de hacerme perder el tiempo, contándome lo sucedido, se lo contaran a
quien corresponde, quizás algo cambiaría, solo quizás. ¿Qué se puede perder con
probar?.
Si algún día viéramos una decisión de empezar a desempolvar datos, de escarbar en
los números hasta que salten las diferencias, de reconocer públicamente lo que en
mesas de café se comenta, como que tal empresa es de ..., o que en tal
emprendimiento está ..., o que aquella licitación fue para ...., si se dijera quien fue el
responsable del fracaso o quien es el que realmente robó para la corona y en lugar de
ser un best-seller de librería fuera un expediente en tribunales y a partir de allí se
blanqueara quien hizo lo que hizo, los dirigentes a lo mejor recobrarían imagen,
credibilidad, y cuando vengan en un par de años, a proponernos que le entreguemos
nuevamente nuestra carta de confianza representada en un voto, tendrían asegurada,
al menos, nuestra expresión más calurosa de éxito.
Pero, en lo que a mi respecta, hasta que no vea a un ex funcionario, a uno solo,
sentado en el banquillo de los acusados, con todo el derecho que le asiste de legítima
defensa y de suponer que es inocente hasta que se le demuestre lo contrario, pero
ahí, con un tribunal imparcial y sin deudas políticas enfrente, con un fiscal que quiera
hacer su trabajo y con un denunciante que muestre las pruebas con las que se llenó la
boca y que ahora llenan fojas de un expediente, hasta que eso no suceda, creo que no
estoy preparada para seguir soportando denuncias mediáticas, lavados de manos
colocando en otros las responsabilidades, y mucho menos, viendo como ocupan
lugares que les dan tanta impunidad como para que dentro de un tiempo, sea de ellos,
de los que hablen sus sucesores en los mismos términos.

Marité Frau
Cuando se escucha hablar del incremento de las deudas externa e interna, del
aumento del índice de pobreza o del de analfabetismo, de la venta de las empresas
públicas y el monopolio privado que generó, de cómo se ha disminuido el nivel de
vida, etc., no queremos escuchar más sobre quien tiene o tuvo la culpa, es hora de
hacer un análisis de responsabilidades y de buscar a los responsables para que se
hagan cargo de la manera que corresponda.
Probablemente las responsabilidades nos competan a la mayoría de los ciudadanos, ya
que somos los que elegimos a quienes tomaron o toman las medidas políticas para
que los hechos sucedan. Pero los responsables son algunos, unos pocos, los que
tendrían que responder por sus acciones.
Es absurdo pensar que la mayoría de los habitantes argentinos son corruptos, ineptos,
inescrupulosos, ineficaces. Muy por el contrario, esta mayoría señalada es
silenciosamente trabajadora, lastimosamente sufrida, penosamente explotada por los
que les pusieron el valor de un voto a la persona.
Entonces, a la gente se le aplica un ajuste que suena a castigo, por el solo hecho de
trabajar y ganar un sueldo que le corresponde, se aumentan impuestos, se sigue
pegando a los mismos, a los que producen, a los que salen a la calle a pelear el día a
día para tratar de volver a sus casas con algo de dignidad.
Y siguen equivocándose en el diagnóstico, por lo tanto, a análisis equivocado, remedio
incorrecto. Ecuación simple y poco humana.
Hoy la gente no reclama dádivas, a ellos no les sirve una caja de alimentos entregada
como vil sustento para unos días.
Ellos gritan por trabajo digno que les permita comprar sus cajas de leche, que les de la
posibilidad de sentarse con sus familias a la mesa sabiendo que son los proveedores
naturales, que consiguieron lo que tienen gracias al esfuerzo personal, a su capacidad,
a la honestidad puesta en la fábrica, en el negocio o en el campo. Quieren la
responsabilidad de conducir sus vidas, sus destinos, de la manera en que puedan o en
la que sepan.
Pero no tienen chance alguna. Se les va deteriorando la dignidad con la misma
velocidad con la que se engrosan o engrosaron arcas ajenas. Y se ven los comedores
populares llenos ya no de chicos, sino de familias completas, adonde van con la
cabeza encorvada por la vergüenza y el desconsuelo.
Entonces, desde los medios, se solicita permanentemente, ayuda de la población, para
esos comedores y para los hospitales y para... Y seguimos siendo todos, los
ciudadanos comunes quiero decir, los que colaboramos con las instituciones, los que
nos hacemos cargo de la situación, quienes tratamos de ayudar a los que tanto lo
precisan, mientras se discuten temas frívolos o se mira hacia otro lado desde los
encumbrados peldaños del poder. Si
empre mezclando responsables y responsabilidades sin tener en claro hasta donde
nos corresponde a nosotros, el hacernos cargo.
Cuando alguien comentó que este país es el del “ya que” en lugar de ser el del “yo lo”,
me pareció una descripción brillante de nuestra histórica realidad. Quiso decir que
aquí todo se hace a partir de lo sucedido, entonces, ya que se inundó tal provincia,
hagamos esto; ya que siempre se mata gente en tal cruce, veamos como se arregla;
ya que el pueblo sale a cortar rutas escuchemos sus reclamos... cuando desde la
sensatez sería: yo lo anticipé y para ello busqué la solución, yo lo planifiqué para que
no suceda, yo lo hice para que nadie se perjudique, yo lo ... pero pocos se animan a
dar la cara, a exponerse para que su responsabilidad sea premiada o castigada;
generalmente se amparan en fueros, en jerarquías, en cargos, en la complicidad de
sus pares, en leyes que parecen hechas a sus medidas.
Por todo ello hablo de responsables y responsabilidades. Es que además me tomé el
trabajo de buscar los sinónimos de ambas palabras y resulta que responsable es igual
a: encargado, ejecutor, jefe, representante, cumplidor, consecuente, recto, causante,
autor, perpetrador; en cambio, responsabilidad equivale a: compromiso, incumbencia,
vínculo, deber, garantía.
Entonces ahora, con el diccionario en la mano, se ejemplifica aún más lo que quiero
decir desde el principio, porque todos asumimos compromisos y obligaciones que son
de nuestra incumbencia, nos unen vínculos, es de nuestra competencia lo que sucede,
es nuestro deber hacer que se cumplan las garantías que nos pertenecen por derecho.
Pero son solo unos pocos los responsables, ellos son los encargados, los que ejecutan,
los que cumplen roles de jefes, son representantes de quienes los eligieron, y deben
ser consecuentes, rectos, para que no se conviertan en causantes o perpetradores de
la terrible y nefasta realidad en la que vivimos pudiendo ser autores de un porvenir
exitoso y brillante.

Marité Frau
La muerte del doctor Favaloro ha sido uno de los cachetazos más fuertes que se nos
haya dado en los últimos tiempos. Quizás sirva para darnos cuenta de que no sabemos
cuidar nuestra verdadera riqueza, la de hombres que hacen, que trascienden, que
trabajan sin más especulación que el bien común.
Triste historia la nuestra si seguimos repitiendo la historia. Desde San Martín en
adelante, todos los que hicieron patria a su manera, han muerto solos, pobres,
exiliados, con reconocimientos póstumos, con honores extemporáneos.
Cabe preguntarse qué clase de sociedad somos que elevamos altares y nombramos
santos a quienes tuvieron el mérito de cantar o actuar y no cuidamos a quienes
realmente nos cuidan, para evitar que se nos mueran en muertes sin sentido.
A lo mejor, esta muerte tuvo un significado que aún no se puede dimensionar.
Quizás cuando dirigió el arma hacia su corazón pensó que en ese símbolo macabro de
destrucción podía enviar el mensaje que nos permita empezar a construir una nueva
conciencia colectiva.
¡Cuántas cosas le habrán pasado por el pecho para necesitar que le estalle!.
Se ha muerto un hombre de bien y solo se escuchan excusas, sin llegar a comprender
que no hay pretexto posible cuando ya no hay solución. A quién puede importarle
realmente si esta repartición o aquella otra le debían tanto dinero, o si fue ese
funcionario o aquel, el que no acusó recibo de sus cartas.
Todos somos responsables, hasta los que nunca necesitamos, afortunadamente, de su
Fundación. Porque somos responsables también de la mal llamada fuga de cerebros,
cuando en realidad debiera llamarse expulsión de cerebros, si no les damos el lugar
que les corresponde; si vemos como se destruye el CONICET mientras se pelean por
aumentarse el presupuesto en las Cámaras; si leemos en una pequeña noticia el
premio que le dieron a un argentino que triunfa en el mundo cuando tuvo que irse
buscando, simplemente, un sueldo que le permita vivir en forma decorosa; si somos
testigos de nuestra infancia que sobrevive con un peso diario y sabemos que con esa
desnutrición nunca podrán tener posibilidades de realizarse como seres humanos
dignos.
A mi, en forma personal, me duele el alma cuando, ante un hecho que pudo
preveerse, recuerdo el tiempo de mis abuelos y de mis padres, que fueron hacedores
con su trabajo, de esta Argentina que ahora se desmorona.
Quizás al doctor Favaloro le pasó lo que le pasa a mucha gente buena, confió, creyó,
se jugó por sus ideales, apostó a la vida y no aprendió la lección diaria y patética que
enseña que la palabra ya no existe; que la patria es financiera y no fiable; que las
instituciones están para servir a algunos y no a todos; que a los honestos se los llama
tontos; que solo gritando se puede ser escuchado; que a los ideales y a las ideas sí se
las mata.
Marité Frau
Es en blanco y negro que solo se puede hablar de ciertos temas, porque no admiten grises,
porque las medias tintas no le caben. Estamos a un año de un fatal accidente que marcó un hito
en la comunidad sanjuanina.
Tres jóvenes murieron y lamentablemente no fueron los primeros ni los últimos. Pese a los
esfuerzos, a la buena voluntad de un grupo de padres que autoconvocados formamos la
Fundación Padres, debemos decir que doce meses después, sigue faltando que se tome la
decisión para que no se nos mueran más jóvenes de manera previsible. Se han realizado foros, se
está modificando cierta legislación, se dictan charlas, se concertan audiencias, se ... pero los
accidentes siguen ocurriendo.
En la tristemente famosa curva donde ocurrió el accidente todo sigue igual. Nadie la señaliza
como una curva altamente peligrosa, no se ha previsto allí la forma en que pudiera evitarse otra
muerte; siguen colocándose lomadas en barrios, una detrás de otra, y en lugares claves como
aquel, no existe ni siquiera un cartel, que avise, que indique el peligro.
Seguimos mirando para el costado. Seguimos intentando tapar el sol con un dedo. Se continúa
poniendo énfasis en pequeñeces para tapar la falta de compromiso de quienes son más
responsables que otros en ciertos temas.
Algunas personas han llegado a decir que la sociedad se movilizó porque murieron chicos de
doble apellido. Otra manera de demostrar la mediocridad que nos caracteriza. Si alguien hubiera
actuado antes, cuando ocurrió cualquier otra muerte, quizás estas tres se hubieran evitado. Nadie
le impidió a nadie salir a la calle a gritar su dolor y a buscar soluciones que beneficien a los otros.
Hemos estado viviendo como una población anestesiada, sin enterarnos o sin querer enterarnos
de lo que sucede casi en nuestras narices.
Solo hace falta tomarse el trabajo de salir ya muy entrada la noche, pasar por alguna de las zonas
de reunión para los chicos, llamadas ahora pre - dancing, luego ir con el sol alto a las salidas de
los boliches y se tendrá una certeza de la realidad sin intermediarios que nos la cuente.

Marité Frau
Quien hace reír a otro no puede ser una mala persona. Recuerdo haber leído esa frase hace ya un
tiempo y hoy, 1 de febrero, empieza un mes mientras escuchamos la noticia de la muerte, absurda
y prematura del querido Turco Ana. Fue un amigo, de esos que nos da la vida sin pensarlo, que
nos aparece para pintarnos una sonrisa en la cara y en alma.
No importa ya si fue mejor o peor para algunos, no tiene sentido preguntarse que hizo o dejo de
hacer, lo que realmente importa es que fue alguien que no tuvo reparos en brindar alegría a quien
quisiera escucharlo, que siempre vivió como quiso, que se busco un lugar en el mundo, en su
mundo, que pasó por esta vida como murió, escandalosamente, dando que hablar, haciendo
ruido. Porque el Turco no hubiera podido morir en el anonimato.
Entonces, debe haber realizado la ultima pirueta de su vida, fatal demostración de su ego, y se dio
el gusto con el que soñó siempre, el de aparecer en todos los medios, estar en todos los canales
de televisión, aunque esta vez, haya sido, indefectiblemente, la ultima. No imaginé tener que
escribir para mi amigo un epitafio, cruel y póstuma broma que me hizo, pero si se me permitiera
escribir sobre su tumba, pondría lo que ya grabé en mi corazón: Con una sonrisa se puede
cambiar el mundo. Yo lo hice. Si lo entendiste, triunfé.
Marité Frau
El pasado 29 de mayo se cumplieron 31 años del secuestro y posterior fusilamiento de un hombre
extraordinario llamado Pedro Eugenio Aramburu. Penosamente pude comprobar que los medios
tanto gráficos como televisivos o radiales no se acordaron de ese hecho. Mala memoria la de los
argentinos, que nunca supimos rendir honores a quienes realmente los han merecido, tan
empeñados estamos en seguir fabricando ídolos con pies de barro, que se desmoronan en cuanto
se les escarba un poquito en el prontuario, ya que lamentablemente casi nunca tienen curriculums.
Para la mayoría, su figura aparece vinculada a la Revolución Libertadora y a dos hechos
sangrientos de la historia argentina contemporánea: los fusilamientos de 1956 y su propio
asesinato, llevado a cabo por la organización Montoneros en 1970, crimen que marcó el inicio de
la década más sangrienta de la historia argentina desde la Organización Nacional.
Pero Aramburu no fue un presidente de facto más.
Para quienes no lo sepan o no lo recuerden, Don Pedro Eugenio Aramburu nació en Córdoba, Río
Cuarto, en 1903, hijo de inmigrantes vascos de los que heredó la tradición liberal, ingresa en el
Colegio Militar y se recibe de subteniente del arma de Infantería en 1922. Cumple diversos
destinos a lo largo de su carrera militar. Son años en los cuales el Ejército comienza a tener un
papel político activo. Pese a ello, Aramburu no se encuentra entre los oficiales que conspiran en
1930 ni en 1943, manteniéndose al margen de ambos movimientos.
Fue profesor de historia de la Escuela Superior de Guerra en 1943, jefe del Regimiento 11 de
Infantería en Rosario en 1946, subdirector de la Gendarmería en 1947, agregado militar en Brasil
entre 1950 y 1951, director de Sanidad del Ejército en 1953 y director de la Escuela Nacional de
Guerra (actual Escuela de Defensa Nacional) en 1955 al producirse el movimiento que derrocó a
Juan Domingo Perón. Durante este período, siempre fue sospechado de no ser adicto al gobierno.
Participa con prudencia en las conspiraciones, pero cree que el movimiento debe tener suficiente
base militar para no fracasar.
Con el triunfo de la Revolución Libertadora, pasa a desempeñarse como jefe del Estado Mayor
General del Ejército, y el 13 de noviembre de 1955, a ejercer la presidencia provisional, en
reemplazo del general Eduardo Lonardi.
Su gabinete es expresión de diferentes fuerzas políticas no peronistas. Uno de sus ministros del
Interior, el radical Carlos Alconada Aramburú, será tres décadas después el titular de Educación y
Justicia de Raúl Alfonsín. Es que nuestra historia es mucho más compleja que una simple
sucesión de gobiernos militares autoritarios y civiles democráticos.
El embajador de Aramburu en el Uruguay era el dirigente socialista Alfredo Palacios, que al dejar
el cargo, el 1° de mayo de 1957, le escribe: "Vuelvo para dar mi opinión libremente, no siempre de
acuerdo con la suya, respecto a los problemas nacionales. [...] Al expresar a usted mis
sentimientos afectuosos y mi anhelo de que la Revolución sea sostenida por la clase trabajadora,
le ruego acepte las seguridades de mi más distinguida consideración". La relación entre Aramburu
y Palacios se mantendrá, pese a las diferencias políticas, hasta el fallecimiento de este último
En los últimos meses de su gobierno, Aramburu tiene que enfrentar las presiones de los sectores
civiles y militares más antiperonistas, que se niegan a entregar el poder a Arturo Frondizi, elegido
con el apoyo del peronismo.
Al asumir el nuevo presidente, éste anuncia que enviará al Congreso un proyecto para ascender al
ex presidente de facto a teniente general. Aramburu le envía una carta personal, en la que
desaconseja el ascenso, "sin ocultarle la satisfacción que su intención me produce". Interpretando
que "nuestra República necesita de paz para consolidar la esperanza de grandeza en realidad; y
es pensando en esa necesidad imperiosa ante la cual toda satisfacción personal y todo
reconocimiento empequeñecen al punto de exigir de los argentinos, cualquiera que sea su
ubicación, el máximo esfuerzo en la medida de cada posibilidad, que creo sinceramente en la
inoportunidad de mi ascenso".
Durante el conflictivo gobierno de Frondizi, Aramburu se mantiene a la expectativa, y protagoniza
una frustrada gestión para salvar el régimen constitucional, que finalmente cae en marzo de 1962.
Aramburu se vuelca a la acción política práctica. Crea un partido, Udelpa, y en 1963 se presenta
como candidato a presidente en un frente con el Partido Demócrata Progresista. Resultará elegido
el candidato radical Arturo Illia.
Frente a este proceso electoral, refutando públicamente la posición de quienes sostenían
entonces que el país no estaba preparado para llamar a elecciones, Aramburu expresa: "Que no
está preparado para elecciones y que es peligroso intentarlo es el argumento utilizado por los
dictadores americanos para perpetuarse en el poder hasta que el pueblo logre madurez política".
En 1964, al reflexionar públicamente sobre las dificultades que enfrentaba el país, señala como
causa de ellas "que la clase dirigente argentina no tiene conciencia cabal del papel que está
obligada a desempeñar. Dirigir es, en gran parte, educar y sacrificarse por la colectividad. Entre
nosotros se educa poco y no siempre bien".
Desde su participación en el proceso electoral de 1963, Aramburu mantuvo contacto con sectores
del peronismo en la búsqueda de los consensos necesarios para pacificar el país. Sostiene esta
posición durante los años de la presidencia de Juan Carlos Onganía y cuando los síntomas de
agotamiento del régimen de facto se hacen evidentes, la figura de Aramburu comienza a
convertirse en un punto de referencia para los sectores políticos y militares que perciben la
necesidad de retornar a la democracia. Es entonces cuando se produce su secuestro, el 29 de
mayo de 1970, y posterior asesinato.
Derogó la Constitución reeleccionista y estatista de 1949 y restableció la vigencia del texto
histórico de 1853/60, decisión que fue convalidada más tarde por una convención constituyente.
Prometió entregar el poder lo antes posible a un presidente elegido por el pueblo. Asumió
públicamente el compromiso de que ninguno de los militares que ocupaban cargos en su gobierno
aceptaría candidaturas cuando se convocase a elecciones.
Si hay algo que no puede retacearse es el reconocimiento de que Aramburu hizo pleno honor a la
palabra empeñada. El 1º de mayo de 1958, en efecto, entregó los atributos del poder a Arturo
Frondizi, el candidato elegido por la ciudadanía, a pesar de que se trataba de un notorio opositor a
su gobierno
El relato de sus últimos momentos fue hecho público por los miembros de la organización
Montoneros que lo ultimaron, que no pudieron ocultar la dignidad que mantuvo Aramburu hasta el
mismo momento de su muerte.
En mi opinión, tanto los que lo asesinaron como los que contribuyeron a ello vieron en Aramburu
lo que realmente era en aquel momento: una figura de conciliación, que podía haber conducido el
país al restablecimiento de las instituciones en un clima de convivencia política.
A Aramburu le tocó vivir y actuar en un período turbulento de la historia argentina, que hoy es
difícil de comprender para las nuevas generaciones. Su figura sigue generando resistencias en
sectores de la ciudadanía, pero estoy la evocación de su figura permite hoy rescatar los valores
del diálogo y la convivencia política.
La presidencia de Aramburu merece ser recordada, además, por otros motivos: restableció la
autonomía universitaria, que Perón había suprimido; eliminó las pesadas restricciones que
pesaban sobre el periodismo independiente, dio pasos firmes hacia el saneamiento de la
economía, eliminó los principales focos de corrupción moral que el régimen depuesto había dejado
como herencia y produjo una apertura cultural que dio renovado impulso a la vida universitaria, a
la cinematografía, al teatro y a todas las actividades vinculadas con la creación artística.
Es cierto que el gobierno de Aramburu carga con el baldón de haber fusilado al general Juan José
Valle y a otros militares que se sublevaron con él en junio de 1956 -y también a grupos de civiles,
ejecutados en la clandestinidad-, pero la opinión pública siempre tuvo la sensación de que la
responsabilidad por esas trágicas decisiones no recayó únicamente sobre los hombros del
presidente de facto.
El 29 de mayo de 1970 la ciudadanía tomó conocimiento de un hecho estremecedor: Aramburu
había sido secuestrado de su domicilio por un grupo de terroristas. Dos de los secuestradores
habían entrado en su departamento disfrazados de militares.
El país tuvo la sensación de que se empezaba a vivir una pesadilla. Y no se equivocaba. El
secuestro de Aramburu era el preámbulo de lo que iba a venir: una década signada por el horror y
la violencia.
La incertidumbre por el destino del teniente general duró bastante más de un mes. El 17 de julio
de 1970, como resultado de una trabajosa investigación, fue hallado su cuerpo sin vida, oculto en
una cavidad abierta en el piso de una casona del pueblo de Timote, ubicado en el partido de
Carlos Tejedor, en la provincia de Buenos Aires.
La policía y la Justicia fueron armando el rompecabezas del perverso crimen. Se supo, así, que
Aramburu había sido asesinado por sus captores entre el 31 de mayo y el 1º de junio, es decir,
uno o dos días después de consumado su secuestro.
Los detalles del infame asesinato fueron proporcionados por los propios criminales en 1974, en un
reportaje desbordante de cinismo y arrogancia. Por ese testimonio macabro se supo que
Aramburu había afrontado la muerte con admirable dignidad. Una dignidad que muchos de los
políticos actuales debieran emular para que el presente y luego la historia, pueda rendirles un
respeto que hasta hoy, no se han sabido conseguir.

Marité Frau
Hace un par de días una noticia me sacudió el alma. Dos adolescentes asesinaron a un chiquito
cuando estaba en el cementerio, junto a su padre, visitando la tumba del hermano. En los
noticieros de Buenos Aires le dedicaron un par de minutos al comunicado. Ahí pude escuchar al
papá, quien con una entereza admirable, desde el más profundo de los dolores explicaba que
había ido hasta el cementerio con sus cuatro hijos para recordar al que ya no está vivo. El hombre
es viudo y a pesar de ello, sigue dando lecciones de vida a su familia, a lo que le queda de familia,
enseñando valores, permitiéndoles recordar a los seres queridos y como paradoja macabra, en
ese momento le matan a uno de los hijos que le acompañaban. Este señor terminó la nota
diciendo: - yo quisiera que los legisladores se pusieran 30 segundos en mi piel...
Y yo quisiera decirle a ese hombre, anónimo como tantos, - perdón, en mi nombre y en nombre de
todos, aunque yo no tenga la solución, aunque yo nada pueda hacer, señor, yo tengo vergüenza,
yo me siento en falta, yo soy una de las personas que siente que esa muerte no debió ser, que
alguien debió prevenir, ocuparse, trabajar para que no suceda.
Pero lo que yo le pueda decir no sirve de nada y entonces solo me quedan preguntas en el medio
de la garganta. Quisiera saber por qué no son los legisladores los que salieron a pedirle perdón en
nombre de todos nosotros y en nombre de ellos, especialmente. Quisiera saber por qué tengo la
impresión, de que los temas que les preocupan a estos señores son especialmente los
económicos, y no les quito yo, ni soy quien para quitarles importancia a esos temas; es que dan la
sensación de que se ocupan por motivos mezquinos o particulares o sensacionalistas o
mediáticos o de réditos inmediatos.
Es algo así como escuchar siempre sobre los aguinaldos, las dietas, las acciones que se venden o
compran, las 4 x 4, las pasantías o los nombres de lugares, monumentos o edificios, los que viajan
en comisones o los que se quedan sin viajar, y asi sigue la lista y cuando se llega a temas de
seguridad, son pocos los que demuestran verdadera preocupación, interés genuino y trabajo
productivo al respecto.
Y con los medios pasa otro tanto. Se ven letras que van llenando páginas comentando la ropa que
la Bolocco usó en un acto, se sabe a qué hora un ex – presidente lee, come asado o recibe visitas,
nos informan continuamente respecto a los homenajes que se efectúan a cantantes muertos en la
cumbre de sus carreras, y los personajes anónimos que son los que realmente hacen a nuestro
carácter y futuro como país, pasan sin pena ni gloria, con pequeñas editoriales que se leen solo
cuando alguien se coloca los anteojos para la presbicia y puede leer las letras más chiquitas.
La reflexión que debieran hacer los legisladores es la que propuso el hombre al que hago
referencia, es ponerse unos segundos en su piel, si es que pueden, y desde lo más hondo de su
sensibilidad y de su conciencia, honestamente decir qué harían si algo así le hubiera pasado a
alguno de ellos. Lo mismo se aplicaría a los periodistas, a todos los comunicadores sociales. Si
dejamos frivolidades de lado, si empezamos a mirarnos como conjunto humano, si nos quitamos
las etiquetas de los precios que a veces nos cuelgan descaradamente de alguna orilla de los
trajes, si somos menos estadísticos y más humanos, seguramente irán apareciendo las personas
que buscando soluciones las encontrarán.
Marité Frau
A esta altura de los acontecimientos por los que Argentina está pasando, aunque crean que me
falta sentido común, ya no me preocupa el riesgo país, ni si se habrá de dolarizar la economía.
Otras cosas me ocupan y las preguntas acuden a mi como si todavía tuviera la esperanza de que
alguien me conteste.
Quiero saber cómo se hace para pedir perdón a un país? Cómo se hace para no sentir vergüenza
pasando por delante de la gente que busca en la basura la comida para su familia mirando para
otro lado?
Deberíamos hacer visitas guiadas a los basureros. Es una buena manera de aprender que esta
Argentina tan nuestra y tan generosa no se merece este destino.
Como tantos, como muchos de nosotros que aun podemos sostener cierto nivel de confort, que
nos permite no pasar frío, hambre, dolor, no tuve la curiosidad o el coraje para ver la miseria
desde una de sus caras, quizás desde la más sórdida. Hablo en pasado porque me detuve a ver
cómo hombres, mujeres y niños revolvían en viejas bolsas de basura, sin protección ni cuidado
alguno, buscando...Creo que ni ellos saben lo que buscaban! porque mezclados con los residuos
inmundos y malolientes estaban sus sueños, sus futuros postergados hasta el infinito; estaban sus
deseos de ser personas dignas que merecen trato y vida dignos.
Y hubiera querido decirle a esa gente, anónima e ignorada: - perdón, en mi nombre y en nombre
de todos, aunque yo no pueda darle la solución, señor, yo tengo vergüenza, yo me siento en falta,
yo soy una de las personas que siente que su vida no debió ser así, que alguien debió prevenir,
ocuparse, trabajar para que no suceda...
Si pudiéramos por un segundo ponernos en su piel estropeada, en sus zapatos rotos...si
pudiéramos o quisiéramos ponernos en su lugar desde nuestros confortables lugares, qué les
diríamos?
Si dejamos frivolidades de lado, empezamos a mirarnos como conjunto humano, nos quitamos las
etiquetas de los precios que a veces nos cuelgan descaradamente de alguna orilla de los trajes, si
somos menos estadísticos y más humanos, nos olvidamos de los discursos que ya nadie escucha,
si fueran verdaderas las tan mencionadas buenas intenciones, quizás, me atrevo a decir solo
quizás, no hubiera gente buscando sueños perdidos en basurales ni comida en mal estado en
bolsas desechadas.
Nos resulta tan fácil culpar a herencias recibidas, idas y venidas de dictaduras a democracias, los
inmigrantes, que llegamos a remontarnos a Colón y la Reina Isabel, con tal de no asumir el rol que
nos toca hoy, acá y ahora. La responsabilidad es de todos, en algunos casos más que en otros,
pero nadie se salva.
A esta gente que llega como puede hasta el comedor comunitario le falta solidaridad de
comunidad, a esos chicos que nos piden una moneda por la calle les sobra calle porque no tienen
escuelas ni casas que los contengan y mientras tanto contemplamos como una madre pide ayuda
para comprar el remedio que su hijo precisa para curarse y quizás algunos pocos pensemos que
jamás podrá sanarle las heridas que la mendicidad le va dejando en el pecho.
Y se nos va pasando el tiempo, algo que no se devuelve, como no se devolverán las decencias
robadas espuriamente. A quien le quepa el sayo que se lo ponga.

Marité Frau
.

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