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La principal finalidad del trabajo con las mujeres a través de sus relatos, es poder extraer recuerdos
contextualizados en un lugar y tiempo determinado. Esto permitirá revivir, analizar e incluso situarse
ante algunas circunstancias, de una manera positiva, razonando su comportamiento en ese
determinado momento.
No se puede disociar de la conducta, el contexto y la época en la que se produjo, puesto que no
sólo la condiciona sino que sirve de clave interpretativa para su comprensión.
El reflexionar a través de las historias de vida va a facilitar el aumento de la autoestima en las
mujeres participantes.
El método desarrollado ha sido participativo, utilizando herramientas que facilitan a lo largo de la
narración destacar en aquellos aspectos más traumáticos, capacidades y actitudes que las hayan
ayudado a superarlos o asumirlos.
Asimismo, ésta permite percibir las múltiples realidades de las personas que participan en las
actividades de una manera comprensiva y holística. Esta es una mirada más circular y sistémica de
la dinámica de los problemas humanos en los procesos de ayuda. Por lo que, podemos confirmar
que el uso de las historias de vida, es un excelente recurso para el empoderamiento en las mujeres
desde sus propios contextos.
ÁNGELES SORIANO MARTÍNEZ
En mi juventud fui fallera en la falla que plantaron en mi misma calle. Tenía dieciocho años. Fue
todo muy bonito y mis padres hicieron un gran sacrificio para que así fuera.
A los veinte años me vine con mis padres a Madrid. Les ofrecieron cuidar de una finca aquí en
Carabanchel. Se llamaba Finca La Patilla. Por el terreno que tenía se plantaban hortalizas y
verduras para venderlas en el mercado. Así que de costurera, labradora – coger lechugas,
tomates, pimientos, calabacines, etc. Al cabo de diez años entré a trabajar en el Hospital Gómez
Ulla y allí conocí a Ángel.
Un momento especial de mi vida fue cuando conocí a mi marido, pues ese fue un momento
especial en mi vida, pues gracias a Dios fuimos muy felices.
Recuerdo cuando llegué al barrio las vecinas me acogieron muy bien. Yo iba al hospital a trabajar
a las ocho de la mañana hasta que nació mi hija. Luego mi marido no quiso que volviera.
Recuerdo que cuando mis hijas se peleaban les decía “cuando os canséis y quede el rabito me
avisáis”, y se acababa la riña.
ELVIRA CEBOLLA GARCIA
JIMÉNEZ
DOMINGO
CASGAYA
Paredes (Toledo)
Me trajeron chiquitita al barrio. Vivíamos en una casa
donde está ahora Iglesia (la actual Resurrección).
Teníamos dos hornos de pan. Empezaron a hacer
pan, mis padres y mis tíos. Teníamos muchos
animales: borricos, gallinas, conejos, ovejas,… Yo
iba a por ellas, a darles de comer, limpiarles,…
Teníamos una frutería. Iban a por fruta a Mataderos,
Legazpi.
Cuando era joven estalló la guerra, tenía quince
años. La cartilla de racionamiento aún la tengo. Se
cambiaban las cosas.
He tenido cinco hijos: Antonio, Miguel, julio, Chicho
(José Luís) y Conchi. ¿Son buenos? Como todos,
unas veces sí y otras no.
Íbamos a robar. Me traía cosas a mi casa. Mi abuela era sorda, robaba y se traía las cosas. Nos
pillaban. ¿Qué te hacían? Me cortaron el pelo a cero. Hacíamos harina con las bellotas que
robábamos. El carbón lo robaban y lo vendían.
Mi primer trabajo: yo llevaba mi carro y tres mulas. Llevaba los ladrillos. Se hacían de barro. Se
cocían. Un día pasaba por al lado del cuartel de la Guardia Civil de Puerta del Ángel. Se calló la
mula por el terraplén del camino que pasaba junto al cuartel. Les dije a los guardias que se
callarán que sino la mula no obedecía. Me decía que qué lengua que tenía por lo que le gritaba a
la mula. Yo le gritaba a la mula “¡Me cago en Dios!” mientras le daba con el látigo. Me decían “¿Te
quieres estar callada ya?”. Y yo les digo: “Métanse para dentro y yo les digo yo las flores”.
Nos expropiaron y nos dieron la otra casa.
Con la Rosi, la Tere y el cura Ángel nos movilizamos para arreglar las casas.
Hacíamos fiestas en la plaza Tauste, donde vivían, donde nació Conchi. Se hacían fiestas por San
Isidro: limonada, gachas,… Hasta que hubo broncas y se dejó de hacer. Se hacían concursos de
jardines de las plazas y belenes. Cuando se dieron las casas no se pagaba nada. Sólo la luz.
Ofrecieron lo de Aluche y lo de Orcasitas y muchos se fueron. Nosotros no teníamos problemas
de espacio en las casitas bajas. Y luego nos dieron estas.
En casa de “La Conce”. La Conce nos cuenta como era el barrio de Caño Roto de la mano de su vecina “Doña fufú” y con los comentarios de su
hija Conchi y su hijo Antonio
- Nos llegó el cura cuando nos puso el agua. La fuente. Don Antonio. ¿Te acuerdas?
- Pobrecillo
- ¿Eh? ¿Y la fiesta que hicimos?
- Un rato.
- ¿A qué sí? Menuda fiesta. Eso hace ya sesenta años. En el barrio de antes. Allí donde está la Iglesia, ahí estaban las casas. Un barriejo de casas
bajitas, de esas como de pueblo. Todo eso de la Iglesia para abajo era donde vivíamos nosotros. Yo me vine del pueblo. Me vine con
dieciocho años. Bueno, ¿no me cuentas nada de Caño Roto? Que estoy allí como tonta y digo “¡La Conce, tenemos que hablar un día del
barrio!”. ¿Quién vivía al lado tuyo?
- Tú. Hacíamos unas fiestas que te caías de espaldas.
- Con el “picú”. Que entonces no había discos ni había canciones. El picú era un tocadiscos con un altavoz que se ponía en la calle. Y hacíamos las
fiestas para cuando San Isidro.
- Para San Isidro. ¡Y no como San Isidro de ahora! (gesto de rechazo).
- El día del Carmen la fiesta que hicimos aquí, con el torillo y todo. ¿Te acuerdas?
- Aquí mismamente la fiesta del Carmen. San Isidro, eso era San Isidro. Pero ahora nada, buh.
- Hacíamos pólvora y todo.
- La verbena, esta que hay ahora, venga…
- La de San Isidro. Esa no vale para na. En el otro Caño Roto, cuéntales todo lo que hacíamos. El viejo, viejo.
- En el viejo, viejo, eso era que te caes.
- Las bodas. Cuando se hacía una boda. Se bailaba en la calle.
- Escucha. ¿Tú ves esto que hay ahora mismo, ahí en medio?
- La plaza.
- Pues entonces te salían los discos, buhhhh, los cohetes, que salían, bah, bah. Eso era...
- Entonces eso era Caño Roto, Caño Roto.
- Aparte que no regañabas con nadie, ni nada.
- Nos llevábamos todo el mundo muy bien. ¿Verdad Conce?
- Había baile. Aquí doña “fufu” (…) me quiere gobernar. ¿sabes quién es? (risas)
- Yo.
- Me gustaba bailar. Y además he bailado bailes regionales. En mi pueblo, Tarancón. Y la Conce también bailaba.
- Yo no bailaba.
- Tú no. Pero te movías así con poquito.
- Sí.
- Pero no bailaba, bailaba. Pero se movía.
- Bailaba, pero no un baile…
- El pasodoble… No pasodoble, era el tango. El chotis, pero no como lo bailan los madrileños. Lo bailábamos agarrados.
- ¿Tú has ido a las manifestaciones de las casas? De los pisos.
- ¡Leguina HP! ¡Danos las llaves!
- Era Tierno Galván. Leguina estaba en el ministerio de la vivienda. EL Leguina salió también de una asociación.
- En las fiestas no había comida. Aquí éramos, para eso muy roñosos. Había baile.
- En la plazalota si hacíamos gachas, ahí si lo hacíamos. Cuando hacíamos los adornos, una entrada la hacíamos de árboles.
- Estaba muy bien y aparte estábamos muy unidos. No regañabas con nadie por nada del mundo. Nos llevábamos muy bien para todo.
- Nos llevábamos muy bien, muy bien, lo mismo payos que gitanos. Nos hemos llevado, cuando estaban las otras casas, muy bien. Ahora no
nos llevamos ni los payos ni los gitanos. ¿No es que regañemos pero es que no…, no hay la unión esa que había en la otra colonia que nos
han tirado. Han venido gente que no era de aquí y los hijos han hecho a los mayores malos.
- Fue a sorteo. A los gitanos les querían hacer dos edificios para ubicarlos. Los gitanos dijeron que no.
- Fue el Honorio. El que tiene esa tienda ahí de caballeros.
- Pues parece que va por ahí (mirando por la ventana).
- Si ese es, el de la chaqueta marrón. (…) Pues en la asociación los del Ministerio dijeron a los gitanos de juntarlos en una plaza.
- Los payos dijimos que no queríamos vivir nadie con ellos. Que solamente ellos que vivieran. Porque cuando tienen pelea y eso, que ellos. Y
entonces él dijo que no, que aunque sea, dos gitanos en cada portal. Que entre ellos que no se llevaban bien.
- Parece que no, pero estando entre los payos, parece que se atemperan un poco.
- Los antiguos, antiguos… los mismos hijos y los nietos, los han hecho malos a los viejos. Porque estos de aquí de buenos no tienen ya nada.
Antes sí, eran muy buena gente los gitanos, la verdad. Si regañabas a los críos no te insultaban y si te insultaba alguno la madre misma o el
padre bajaba y le daban al niño para que no te insultaran. Pero ahora, te insultan. Porque son muy racistas. Y a los payos pues no…
- El barrio antes estaba muy bien.
- Estaba muy bonito y aparte la gente nos queríamos todos.
- Éramos todos una familia.
- Pero luego ya se jorobó.
- Hay unos que se creen que son ministros de Hacienda. Porque les han dado casa. Por eso una gitana de
aquí dice “Pero ja, que se creen estos payos, que yo tenía mi bidé para lavarme mi chichi, y ahora les han
dado bidé para lavarse el chichi… pero que se creen”. Y es que llevan razón.
- De todas maneras es que ha cambiado mucho.
- Jugábamos en las plazas y si rompías un cristal pues los padres iban lo pagaban.
- Ya cambió, de otra forma. Es que aquello…
- Sí, aquello sí. Nos llevábamos. Muy unidos estábamos todos.
- No eran mejores las casas, eran más pequeñas. Las de ellas eran algo más… no es que fueran más… no es que fueran un palacio pero eran
mejor que las mías, porque eran como chales. Donde vivía la Conce. Y yo era de tres plantas. Dos plantas y la de abajo. Y yo vivía abajo y
tenía patio y ahí hice obra. Pero eran muy pequeñas. Pero a mi ahora mismo me venía bien, porque estamos solos mi marido y yo. ¿Por qué
nos las quitaron? Pues no lo sé. Nada más que nos la quitaron. Nos teníamos que haber opuesto de que no nos hubieran tirado las casas.
- Todos, nos teníamos que haber opuesto cuando el primer zambombazo.
- Ponernos y que no nos tiraran la casa. Ahora, claro, es que eran muy pequeños. Porque las que vivíamos abajo que teníamos patio, hacíamos
obra, hacíamos el baño y todo más grande. Pero los de arriba no tenían el patio. Si son de treinta metros, treinta metros había arriba y abajo.
Lo que pasa es que las que teníamos patio pues ya la agrandábamos un poco más la casa. Y es lo que tenían que haber hecho. Las que teníamos
patio, habérnosla quitado. Que nos hubieran dejado como un patiejo para tender y haberlo subido arriba. Y habernos hecho las casas más
grandes. Yo creo que teníamos cuarenta metros,… no. ¿Cuántos metros teníamos en las casas? Bueno, las de ellas eran más grandes. En mi
casa éramos un matrimonio y tres hijos. Luego se casó una de mis hijas, estaba trabajando y yo me quedé con los niños. Que los crie yo. Tres
más. Tenía dos solteros más tres nietos. Y ahí camas de esas, sillones que se abrían. Así teníamos que dormir. Y la Conce igual.
- Estábamos muy bien, muy bien, muy bien.
- Claro que sí, estábamos muy bien con las otras casas.
- No había tanto arbolado como ahora. En mi plaza, que estaba ahí enfrente de la Caja de Ahorros y de esa tienda, dos o tres árboles que había
era porque los plantaba el vecino, pero no teníamos arboles ni na. No había árboles. No como ahora que hay…
- Me gusta el barrio porque tienes de todo, tienes metro, tienes autobuses para Atocha, tienes autobuses para todos los sitios. A la Plaza
Mayor. Tienes ahí el metro. Está el barrio muy bien.
- Ya hay muy pocos viejos. Y gitanos menos. Ya todos son de los cuarenta para arriba. A lo mejor quedan hasta los sesenta y algo, sesenta y
algunos. Pero mayores así como la Conce y como yo, que yo también tengo mis años… Se han muerto muchos. Solamente aquí hay dos que son
del otro barrio, mayores, nada más. La Conce, yo, aquí en esta plaza nada más que las cuatro. De setenta para arriba, no… no hay ninguno más.
- (mirando fotos) Estas son las casas que teníamos.
- Los ventanales del comedor. Un comedor que era nada. Era menos que na, la mitad de la cocina. Valía más el ventanal que toda la casa.
- Mira como era yo, mira como era yo rubia.
- Mira cómo se unían todos los chavales. Y no pasaba nunca nada.
- ¿Parecen estar bien las casas?
- Si, si las casas estaban bien. Lo que pasa era que eran muy pequeñas.
- Las nuestras no.
- Pero las mías sí.
- Estas casas eran como chalets.
- ¿Tocabais? ¿Había música en directo?
- Si, si, tocaban los gitanos.
- ¿Habían buenos músicos antes?
- Sí (las dos)
- ¿Habían animales?
- No. Habría algún perro.
- ¿y el caballo de ella?
- ¿caballo teníais vosotros?
- Sí, aquí, mi padre, se lo ganó, jugaban a las cartas y se lo ganó al Diego.
- No sabía yo que teníais caballo.
- Un caballo. Lo que pasa es que bebió agua de sosa de lavar mi madre los monos y se murió.
- No sabía yo que teníais caballo.
- Mira, esto es cuando celebraban las comuniones, que las celebraban donde lo que es ahora el velódromo, en donde es ahora el Puerta
Bonita. Ahí lo celebraban.
- Mira, estos son bautizos, comuniones, que iba todo Caño Roto. Iban todos. Ves, y aquí todos estamos.
- Era todo tierra, la plaza.
- Todo tierra y jugábamos ahí todos.
- ¿Pero ves? Estaban todos unidos. Todo el barrio, siempre, todos.
- Claro que estábamos unidos.
- Íbamos al rio. Yo me acuerdo de pequeñita, en un camión. Te metían arriba. Al Alberche.
- ¿Cuándo os tiraron la casa?
- Adrián nació en diciembre.
- Estas nos las dieron en el 92.
- Me la dieron el mismo día que el Rubén hacía los años. El día 17 de diciembre. Se llevan cinco años.
- A mí el once de noviembre.
- En el 92.
- En el 99 nació Adrián.
- Y en el 93 se casó Mimi.
- ¿Quién empezó la asociación?
- No me acuerdo.
- El cura, Ángel. Era un cura… para comérsele. Simpático, bueno, ya agarró, se casó.
- Que se va a casar. Ese era otro. Don Beneciano.
- Ese también tenía… Tenía muy mala refale.
- No, pero este luchó mucho por el barrio.
- Y se juntó él y unos cuantos vecinos. Luego ya cambiaron al Dios, a la Virgen,…
- Habían buenos curas también aquí.
- Estaban Ángel y Gaby. Ángel se dedicaba a ayudar a los vecinos en el tema de la vivienda, porque hubo unos cuantos edificios que estaban
que se caían.
- Y Gaby ayudaba mucho a la gente… que fue cuando el boom de la droga.
- Lo de las cuatro petardas estas, que están todo el día metidas en la Iglesia, le echaron.
- Nosotros le vimos una vez. Que casó a la Elena.
- Y a mí, a mi vino a casarme.
- Ahora está en no sé qué pueblo, cerca de aquí de Madrid.
- Montó unas casas como de acogida para la gente… y todavía seguía.
- Ahora ya perdí el contacto de él.
- Y chavales de aquí, que sí que los sacó, se fueron para allá para ayudarles.
- Y a campamentos los llevaban también.
- La primera vez que fue fueron a Puerto de Santamaría.
- En la otra casa íbamos a San Roque.
- Había una Iglesia, que la tiraron.
- El Gaby empezó en el barracón ahí arriba. Y ahí dice mi madre que había una Iglesia. La tiraron para hacerla nueva.
- Te estoy hablando que fue cuando nos dieron esta colonia.
- Estábamos viviendo aquí.
- En la otra que nos han quitado.
- Don Beneciano. Ese sí que estaba aquí. En esta Iglesia. Y ese se casó. Se quitó de cura y se casó. Y luego ya se deterioró la Iglesia, entonces
hicieron un barracón e hicieron una Iglesia provisional.
- Donde está el parque ese de ahí.
- Un poco más arriba del metro. Luego hicieron esta y ya se vinieron para acá.
- Hasta que las cerdas estas le echaron.
- ¿Por qué le echaron?
- Porque ayudaba a la gente de la droga. Decían que tría nada más gente de droga, aquí al barrio, y que va.
- El Gaby ha ayudado mucho.
- En Cenicientos estaba. Tuvimos que ir a por él a traerle para casarnos. Y a la Elena también.
- ¿Había mucha gente con lo de la droga?
- Fue cuando el boom. Empezaron a pincharse y todo eso.
- Ha habido mucha droga aquí.
- Donde el Costa Verde había una Iglesia de madera.
- Donde iba yo al campamento.
- Cuando ya hicieron esta tiraron aquella.
- La terminaron Gaby y Ángel y estos. Fue cuando se bajaron ya aquí. Había mucha comunicación la asociación con… como estaba el cura este
que te digo. Ayudando para el tema de los pisos. Luego estos que son de otra congregación de no sé qué, estos son unos desgraciados. Que yo
no lo entiendo, porque si estás haciendo un beneficio para el barrio…
- La gente decía que traía la droga, el Gaby.
- Y que se iba de putas. Hacía bien.
- Eso de que se iba de putas no lo he oído.
- Se iba de cachondeo con los chavales se iba a las discotecas. ¿Qué mal hacía?
- Decían que era él el que traía la droga. Eso es mentira.
- Si la droga ya existía que la estaban ahí vendiendo ahí en la Viña. Cuando el vino.
- Pues si traía la droga, ¿por qué mis hijos no se han hecho con droga? Han estado con él. Con
el Gaby han ido a todos los sitios.
- Y yo, si los campamentos empezaron ahí arriba.
- Así que no vengan con cuentos.
- Primero fueron de colonias al puerto de Santa María. Mi Mamen y mi Mimi. Y luego, el
domingo ese que te dan para los padres, el Mimi se quiso venir y Mamen se quedó. Mamen
ha ido de campamentos a todos los sitios. Ha ido a Santander, ha ido por la parte de Zaragoza
y por ahí. Y mis hijos no han tomado nunca droga y han estado con él. Eso de que había
traído la droga Gaby, mentira.
- Pero le denunciaron y ya te digo, la vicaría nos lo quitaron y le mandaron a Cenicientos. Luego
ya consiguió, no sé si Moratalaz,…
- Un cura muy bueno, muy bueno.
- ¿A estos nuevos los conocéis?
- Es que cada diez años tienen que cambiar. Y Don Pedro se ha tirado catorce porque pilló una prórroga, pero es que le han quemado tanto que
se ha tenido que ir.
- Yo he sido mucho de misa. He ido hasta la colegio de religiosos. Pero al cambiar lo que han cambiado… eso de “voy te doy un beso”… no
voy. Voy a misa cuando hay un funeral. Mientras no voy. Por los cambios. A mí me gusta como era antes. Es un escándalo en una misa. Y no
voy. ¿Tú crees que está eso bonito? El saludo ese que te tienes que dar. Me tengo yo que levantar y saludarte a ti. Te tienes tú que levantar.
- La Iglesia bonita, es la última que se hizo.
- ¿La que hizo Gaby verdad?
- Claro que sí.
- Salgo yo un día de la asociación y estaban sacando el Cristo. Y estaba Don Pedro. Y salto yo “Ehhh, ¿a dónde vais con ese Cristo? ¡Que ese
Cristo lo puso Gaby!”. Y yo no conocía a Pedro todavía. Y dijo “¿Y esa chica que va diciendo lo del Cristo éste? Llamarla, llamarla.” Y yo cogí y
seguí palante. Y digo: “a mí me vais a pillar”. (risas)
- zMe acuerdo que cuando vivíamos en el Caño Roto, viejo, viejo. Cuando salía el cura por la calle, íbamos cantando “Dios te salve María” (risas).
Iba el cura con el Cristo y cantando detrás nosotros. “Dios te salve…”
- Eso lo siguen haciendo.
- ¿Lo siguen haciendo?
- En los pueblos si lo hacen.
- Y aquí, aquí. Aquí también, cuando ha estado la niña en la catequesis hemos recorrido.
- Antes era por la mañana.
- Sí, por la mañana. La romería, se llama.
- No, antes no era la romería. A mí lo de la Iglesia no me gusta ahora. He sido beata. Por un poquito me meto a monja.
- Los curas, venían del Tercio, pasaban por aquí y subían a Paseo de Extremadura al convento. Salíamos corriendo a besarles la mano.
- Sí, antes le besabas a los curas la mano y todo.
- Hasta que me empezaron a pegar en el colegio las monjas, y dije, ya, a tomar por culo.
- Hombre. A mí me gustaba todo lo de antes de la Iglesia. Se les besaba la mano. Era como un respeto.
- Es que cuando Franco… y a cantar el “Cara al sol”. Todo pelaos. Y el catecismo.
- Pero aparte de Franco y de no de Franco. ¿Pero no me digas a mi… que las costumbres de entonces son mejor que las que hay ahora? No me
digas que no. Ahora ya no hay respeto a nadie. No digas. Por lo menos antes te tenían respeto la gente. ¿Pero ahora que respeto te tienen?
- Cuando hacíamos algo íbamos a la Conce.
- Un respeto que había.
- Que no habían ido al colegio y se iban a tirarse a la charca. ¿Qué les hiciste?
- Cuando iba a la escuela yo he hecho novillos.
- Mi madre se enteraba. Nos íbamos a las Heras. Con un palo buscándome.
- Los chicos estaban en la charca en el camino. Vinieron todos sin nada.
- Les quitó la ropa y les hizo venir desnudos.
- Desnudos y a los otros en mangas. En cueros.
- Los hijos de la Conce han sido muy reboleras, pero el Julio ha sido el que más.