Comentarios del libro
Lecciones de desarrollo económico
de Felipe Zermeño López
VÍCTOR MANUEL CAAMAÑO CANO*
E l libro que hoy comentamos, es, sin duda,
producto de una sistematización en el
estudio, la reflexión y la exposición de pro-
blemas, teorías y metodologías. Decantadas
síntesis conceptuales (destaco los capítulos XV
y XVI) facilitan la comprensión del lector y
del estudiante ya que, disecciona con fortuna
y con bisturí seguro, los núcleos duros de los
problemas del desarrollo. Ese es sin duda un
acierto didáctico. La tarea magisterial se ve
reflejada en el impulso a ofrecer claridad, a
través de la traducción de conceptos aplicados,
no a la especulación o al pensamiento mágico
que en ocasiones nos obsequia la apología,
sino a los problemas cotidianos y a las percep-
ciones e interrogaciones comunes a muchos
mexicanos.
* Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional.
Dijo Nietzsche que un pesimista es un idealista resentido. Si
modificamos levemente el aforismo, diciendo que es un idea-
lista desilusionado, de ahí podríamos pasar a sostener que es
un hombre que no termina nunca de desilusionarse; ya que
hay en la condición psicológica del idealista una especie de
inagotable candor
ERNESTO SÁBATO
Es de agradecerse al autor que abandone la
grandilocuencia y la elegancia de los modelos
abstractos que, aparte de aburridos, muestran
su inoperancia a veces de manera irrefutable
o si acaso, se constituyen medias verdades o
mentiras parciales al hacer abstracción, justa-
mente de la realidad. El lugar común se vuelve
constatación: la economía es lo suficientemen-
te importante para dejarla tan sólo en manos
de los economistas. Entonces, aquí encontra-
mos dos puntales muy apreciados en la exposi-
ción: ir a lo esencial y, además, de manera que
concatena y contextualiza, con lo que al salir
el pensamiento económico del gueto acadé-
mico, se gana la comprensión de un público
amplio; el que resiente los golpes de mano de
ininteligibles manos invisibles, que al andar un
poco resultan con nombre, apellido, dirección,
y prosapia.
Formado en la economía política, Zerme-
ño no duda en echar mano de la revisión críti-
ca de autores, de experiencias, de políticas, de
modelos, y, haciendo suya la consigna de que
“el presente y el pasado se iluminan entre sí”, es
decir, auxiliado por el lente de la historia, des-
entraña diferencias pertinentes y sustanciales a
la explicación al distinguir, por ejemplo, entre
atraso y subdesarrollo, porque aunque son del
mismo barro... no es lo mismo... atraso y sub-
desarrollo. De igual manera, historizando, da
pautas para abordar la génesis del subdesarrollo
en Latinoamérica. No cae en la tentación de
otorgar carácter absoluto o eterno a categorías
intocables, pero a la vez, hace justicia a con-
ceptos que han resistido el paso del tiempo y
la prueba de ácido de la realidad. Las fórmulas
utilizadas dejan de ser algo ajeno, muerto, para
convertirlas en un instrumento vivo, esclarece-
dor, alejado de la escolástica y de las bolitas de
naftalina del lenguaje críptico. De pasada nos
muestra que no es lo mismo política económi-
ca que economía política, aunque la galería de
los clásicos esté presente: Ricardo, Say, Smith,
Marx. Por la importancia de sus aportes, Ri-
cardo merece dos capítulos. Por supuesto que
el enfoque no es inocente, ni asoma por una
neutralidad imposible en una realidad con-
vulsionada por actores y contradicciones que
se mueven entre la abundancia de riqueza y
poder y la abundancia de miseria y despojo.
En ese sentido, fijo la metáfora de las piedras
utilizada por Zermeño López para poner en
sus justos términos algunas de las teorías del
desarrollo que han querido basar su éxito en
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el encuentro de la piedra filosofal –sea ésta el
carácter primario de la estructura productiva,
el carácter dual de la misma, la ilimitada oferta
de mano de obra, la insuficiente formación de
capital– como la explicación científica.
Zermeño López realiza un buen servicio
a la explicación de la evolución en el pensa-
miento económico en el terreno del desarro-
llo, al desmontar con paciencia de orfebre los
supuestos y herramientas con las que trabajan
quienes, en diferentes momentos trataron de
explicarse y de explicar la dinámica del desa-
rrollo, así, establece diferencias y similitudes
entre las diversas arquitecturas teóricas y ex-
plicativas: el utópico modelo de crecimiento
de Meade, la visión optimista de Kaldor sobre
un capitalismo dorado, la interpretación de
Steindl del estancamiento, la crítica kaleckiana
que confronta metódicamente teoría y práctica
con sensibilidad social y política, aunada a un
rigor matemático que arroja claridad y conci-
sión en las ideas. Logra relacionar los sentidos
y significados de la nomenclatura de cada
autor, con sus equivalencias, proximidades o
contradicciones con otros. Su labor muestra
que la economía no tiene por fuerza por qué
ser incomprensiva u oscura, ni tampoco es tan
sólo la superficie de inesperados y sorprenden-
tes indicadores que velan las realidades que los
posibilitan.
Como modelo para armar, el autor de
Lecciones de desarrollo económico, desmenuza
las variables macroeconómicas fundamentales:
ingreso, ahorro, inversión, gasto, en economía
cerrada, en economía abierta, bajo supuesto
estático o dinámico, con o sin intervención
del Estado y progreso técnico; también, en
las diferentes edades del capitalismo, incluida
la de un estancamiento que no logra escapar
a la declinación de la tasa de ganancia como
principio rector de la acumulación de capital.
De tal forma que nos previene: “no es posible
la validez de una teoría general que no tome en
cuenta la diferencia de los sistemas, porque las
diversas estructuras institucionales inciden de
manera decisiva en la dinámica de cada econo-
mía”. Y esto lleva a una conclusión que debe
ser muy tomada en cuenta en épocas en que el
entusiasmo por el pensamiento único anestesia
la construcción de alternativas: los modelos no
se pueden repetir porque corresponden a reali-
dades y matrices histórico, sociales y culturales
diferentes. Esto es pertinente a la luz del rum-
bo que han marcado las economías maduras o
desarrolladas, las subdesarrolladas, las del casi
desaparecido mundo socialista –por lo menos
en su versión más ortodoxa– y los llamados
países asiáticos de reciente industrialización.
De manera sintética en el texto se nos dice
que las teorías del desarrollo abordan algunos
de los siguientes obstáculos que limitan el cre-
cimiento de un sistema económico en un cierto
contexto histórico: el financiamiento, el mer-
cado o la estructura productiva, sea uno u otro,
aunque en el caso de la economía mexicana es
como un triángulo de hierro que nos sume en
un estado de inviabilidad al desarrollo, según
nos explica el autor. En un acierto de bastan-
te utilidad, incluye un capítulo sobre el papel
de la agricultura en el desarrollo económico,
porque nos pone en el corazón de ancestrales
problemas irresueltos que se constituyen en pe-
sadas lozas, más que en diligentes palancas para
el desarrollo. Dado que, como se nos explica,
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las revoluciones agrarias en nuestro país han
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sido tres: dos concentradoras y una socialmen-
te distributiva de la propiedad rural: entre las
primeras, la contemporánea de 1991-1992 a
la fecha y la juarista-porfirista y, en el segundo
caso, la cardenista. En este análisis aparecen
con claridad las contradicciones entre las fun-
ciones esenciales de la agricultura sea en su
función de proveer alimentos, divisas, mano
de obra rural, financiamiento para el desarro-
llo industrial o bien, de demanda de bienes
industriales. “Cualquier proyecto de política
económica que pretenda mejor el crecimiento
económico y mejorar o sostener el nivel de
ingreso de los trabajadores, tiene que tomar
en cuenta el límite de la producción agrícola”
nos dice el texto. Y en mí, salta la pregunta de
si Usabiaga, por ejemplo, actúa como lo hace
por ignorancia, por inercia, por una férrea dis-
ciplina que resulta devastadora, por instinto de
clase, por incapacidad o por perversidad.
La pauta de la primera lección “el desarro-
llo económico es la esfera superior de la polí-
tica económica” acompañará el texto hasta la
última lección. A partir de la lección décima,
se va desbrozando el camino hacia uno de los
aportes más importantes que Zermeño retoma
en la enseñanza del desarrollo económico en
nuestras universidades: el análisis de la reali-
dad en América Latina. Cuáles las inviabili-
dades, los estrangulamientos, los cuellos de
botella, las herencias coloniales así, como los
altos tributos a la inserción en un mundo glo-
balizado y hegemonizado por polos concentra-
dores de poder y capital. A lo largo de cerca de
cien páginas se desarrolla una especie de fuga
bachiana de variaciones sobre el mismo tema,
son los mismos problemas con coloraturas,
acentos e identidades diferentes. Son los mis-
mos problemas con carácter acumulativo, con
facetas diversas. Los temas parecen repetirse
como aguas del mismo río, aunque fluyan las
contradicciones en las corrientes subterráneas.
En el subdesarrollo hay graves carencias de
consumo básico, grandes rezagos en salud, en
alimentación, en vivienda, en educación pero
sobre todo, una perspectiva sombría por repe-
tición de inercias.
Una de las partes más sugestivas e im-
portantes de las lecciones, es la dedicada a la
discusión acerca de las políticas neoliberales
y sus contraindicados resultados. Ahí se pone
de manifiesto cómo las recetas de los países
centrales, a través de sus organismos inter-
nacionales, lo único que hacen es agravar los
agudos problemas de economías contrahechas,
dependientes, con desintegración productiva,
ahogadas en deudas, desnacionalizadas y con
muy debilitadas palancas para el desarrollo. El
autor hace un útil ejercicio de comparación
entre lo que ha sido la integración económica
en Europa, sus intenciones y resultados, y lo
que ha representado el Tratado de Libre Co-
mercio para México Canadá y Estados Unidos,
al poner de relieve esa especie de baile entre
el elefante y los pollitos en una salón cerrado,
como alguna vez mencionó Rosa Albina Gara-
bito. Analíticamente se demuestra que la justi-
ficación ideológica que subyace a la imposición
de esos tratados, poca relación guarda con los
frutos que alborozadamente se prometieron
para México y sus habitantes.
Otro aporte que considero relevante es la
discusión acerca de la viabilidad de salir del
atolladero de las contradicciones más agudas
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del financiamiento, el mercado o la estructura
productiva. Es así como el autor, adherido a la
visión neoestructuralista, explora alternativas
dentro de los propios marcos del desarrollo
capitalista.
Esta parte es estratégica en virtud de la exa-
cerbación de las contradicciones de un patrón
de acumulación agotado y que filtra sus grie-
tas a los espacios de la política y la sociedad.
El liberalismo del mercado, que se niega a sí
mismo por el intervencionismo estatal a favor
de los grandes firmas financieras, industriales
y comerciales de preferencia foráneas, debe ser
reexaminado en la realidad que vivimos, en
las contradicciones que lo mueven, tanto en los
países capitalistas avanzados, como en nuestras
latitudes.
Pertinente resulta la discusión que Zer-
meño realiza de las contradicciones en que
incurren las recetas neoliberales y fondomone-
taristas, contradicciones a las que agregaría yo
la siguiente: si la modernidad se define por la
constitución de ciudadano libre de tomar deci-
siones, no se comprende por qué se insiste en
un homo economicus que ejercita la soberanía
del consumidor y posibilita el libre juego del
mercado con sus decisiones “racionales” y, al
mismo tiempo, se cancela el homo politicus ca-
paz de decidir con un voto por ciudadano, no
la votación electoral de temporal, sino la elec-
ción de las condiciones para hacer más vivible
la vida y para que los hombres, las sociedades,
tomen en su mano su futuro, y no sea tan sólo
marionetas del destino manifiesto de las mino-
rías que extraen, aspiran día a día, segundo a
segundo, las riquezas, la biodiversidad, los de-
rechos, la ciencia, la cultura, el tiempo libre, el
cuerpo, el imaginario colectivo, expropiando
hasta la posibilidad de soñar a los cada vez más
desheredados de la tierra.
La invitación es clara: abandonar el segui-
dismo teórico, político ideológico y empezar a
cuestionar seriamente el callejón sin salida de
los cantos de sirena de las políticas y discursos
que nos tienen hundidos como solución de
continuidad. Urgente entonces recuperar la
prodigiosa cantera del pensamiento latino-
americano, para la solución de los problemas
de la región.
La conclusión también es clara: el escena-
rio en México entraña una situación insosteni-
ble tanto desde el punto de vista económico,
como social y político; pero la salida de escena-
rio significa un cambio, un modelo económico
de alternativa, ¿es esto viable?
La descomposición política a la que hemos
asistido estos últimos meses, parece señalarnos
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las luces rojas de que no es posible profundizar
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las insuficiencias y contradicciones a costa de
“más de lo mismo” aunque sea con el vistoso
ropaje de un “cambio estructural” publicitado
con bombo y platillo y que, a lo que se ve,
no tiene más sustento que la mercadotecnia en
que se ha apoyado. La realidad ahí está cebán-
dose como bomba de tiempo.
Por supuesto que no basta la claridad teó-
rica, hacen falta los actores políticos, el prota-
gonismo de la señora sociedad civil para dar
cuerpo a una economía para vivir mejor y en la
que quepamos todos, pero esa, naturalmente,
es otra historia cuyas volteretas están en el aire
como hemos visto en Brasil, Bolivia, Argenti-
na, Venezuela y Uruguay
Guadalajara, Jal.,
17 de noviembre de 2004.