¿Cuál es la noción de tiempo cósmico o cosmológico? El autor detalla que el concepto
cósmico refiere al tiempo sujeto a “un primer movimiento” situado en un “mundo sublunar”. En otras palabras, el tiempo cósmico es aquel que esta supeditado al “tiempo de las esferas” o las “revoluciones de los cuerpos celestes” empleadas como punto de referencia temporal en los días, meses y años. Las derivaciones del concepto cósmico son variadas. Desde el tiempo sociológico e histórico hasta el desarrollo platónico y aristotélico, el tiempo cósmico ha sido remitido a “un sustrato del mismo, un primer movimiento que sea sujeto del tiempo”. Así, Platón señalaba el nacimiento del tiempo con el universo y el surgimiento de los cuerpos celestes que “dividieran y guardaran las magnitudes temporales”; magnitudes expresadas en noche, día, mes y año, remitidas en ultima instancia a la duración de la rotación celeste. Como lo retrata el autor, el “tiempo platónico” es aquella “imagen móvil de la eternidad” expresada en el “desarrollo del era y será”. Para la concepción platónica el tiempo primero es “la eternidad, prototiempo o pretiempo” del cual nuestro tiempo es “imagen” o una “idea que tiene una copia inmediata”. La concepción aristotélica del tiempo se ajusta a “una realidad eminentemente cosmológica”. Aristóteles planteó que el tiempo era “una propiedad del ser móvil” a partir de la teoría del acto y la potencia donde, según el autor, superar las concepciones inmóviles de Parménides y el devenir de Heráclito. Con ello, Aristóteles conjuga ser con devenir. El tiempo aristotélico es el movimiento o lo que pertenece al mismo. La afirmación se valida al proponer que si no cambiamos en el pensamiento o en el exterior, pareciera que el tiempo no transcurriera. Por tanto, continúa el estagirita, “no hay tiempo sin movimiento ni cambio”. Luego entonces, “el tiempo no es movimiento ni existe sin el movimiento”. El tiempo constituye para Aristóteles una relación entre un antes y un después. La percepción de una unidad (“anterior y posterior al movimiento”) cambiando implica la presencia de tiempo: “el número del movimiento según el antes y el después”. Aristóteles concluye que “la razón forma del tiempo” es el número con el que medimos el movimiento: “el tiempo mide al movimiento, pero expresa algo que no va incluido en la noción del movimiento, la numerabilidad del antes y el después”. A partir de lo anterior podemos afirmar que el tiempo aristotélico es un “continuo” elaborado de momentos o instantes lineales expresados “doblemente en acto” dado que es “indivisible” o “una determinación de la continuidad del tiempo”. El instante, afirma el autor, pone en relación constante el pasado y el futuro. Otras lecturas en torno al tiempo aristotélico son las de Averroes, Alberto Magno, Tomás de Aquino, bajo la noción de un movimiento primero y las relaciones causales.
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