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1.

¿La actitud ante la inclusión educativa es diferente según el sector de población al que se
pregunte: familias, alumnos, profesores, especialistas orientadores, PT o AL?

Desde mi punto de vista, la actitud ante la inclusión es diferente dependiendo del sector de
población ante el cual nos encontremos. Por un lado podemos decir que el profesorado es consciente
de su importancia dentro de las aulas, aunque todavía hay mucho que hacer al respecto. Por ejemplo
un cambio en la metodología empleada y un cambio de actitud ante la llegada de alumnos diversos.

En cuanto a las familias, considero que todavía hay mucho trabajo que realizar. Su actitud, en
gran medida, va a depender del lado en el cual se encuentren. En el caso de padres con algún hijo o
hija con algún tipo de necesidad serán conscientes de la importancia de una plena inclusión. Pero, en
el caso contrario, desde mi experiencia, aunque no siempre, las familias pueden encontrar en este tipo
de alumnado una barrera paran el avance normal del grupo, en lugar de percibirlo como una
característica propia de la sociedad diversa en la que vivimos. Y puesto que el primer agente de
socialización de un niño es la familia, el comportamiento del alumnado, va depender mucho de la
actitud que la familia tome al respecto.

Finalmente, desde mi punto de vista creo que son los equipos de orientación (orientadores,
profesores de Pedagogía Terapéutica y de Audición y Lenguaje) los más conscientes de la importancia
de la inclusión en los centros educativos.

2. ¿Deben ser educados en los centros ordinarios todos los alumnos con necesidades
específicas o especiales?

Tal y como se refleja en el artículo aportado de Miguel López Melero “Barreras que impiden
la escuela inclusiva y algunas estrategias para construir una escuela sin exlusiones”, los centros de
Educación Especial pueden considerarse una contradicción a la hora de conseguir una escuela
totalmente inclusiva.

Desde mi punto de vista, para lograr una total y plena educación inclusiva, todo el alumnado
debería estar escolarizado en centros ordinarios, tal y como opina Ana Cobos, presidenta de Copoe, la
Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España “La inclusión supone
partir de que todos tenemos diferencias y que estas son valiosas. Debemos estar todos juntos, sin
mundos aparte, y dar a todos lo mismo para que se puedan desarrollar”

Una posible alternativa a los centros de educación especial son las llamadas aulas específicas,
las cuales, dentro de los centros ordinarios, permiten a este alumnado ser atendido de forma más
especializada (muy pocos alumnos por clase), a la vez que tienen la ventaja de poder beneficiarse de
determinados momentos de relación con sus iguales como son salidas, actividades de centro, patios…

3. ¿Qué ventajas ofrece la inclusión para los alumnos con necesidades especiales? ¿Y para los
alumnos sin necesidades especiales? ¿Y para los profesores? ¿Y para el funcionamiento general
del centro?

Desde mi punto de vista, los beneficios de la inclusión de este tipo de alumnado son muchos.

Por un lado fomentan en el alumnado los valores de igualdad y justicia social, les enseña que
vivimos en una sociedad diversa, donde todos podemos aprender de todos, por lo que se promueve el
aprendizaje cooperativo. Los niños aprenden que todos somos iguales con nuestras diferencias. En el
caso del alumnado con necesidades especiales los beneficios aún serán mayores que para el resto,
podrán considerarse uno más, sin etiquetas, relacionarse con otros niños en ambientes habituales y
beneficiarse de ello, reconocer sus potencialidades y aprender de sus iguales.

En el caso del profesorado y del centro se trata de una herramienta de enriquecimiento personal,
de buscar nuevas estrategias y recursos para poder atender esta diversidad. Y siempre teniendo presente
que dicha diversidad no sólo se refiere al alumno con necesidades educativas especiales, sino a todo
el alumnado en general, ya que cada niño tendrá unas características personales que es necesario
valorar y atender adecuadamente.

4. ¿Qué diferencias más importantes destacarías entre la integración y la inclusión escolar?

Los término integración e inclusión a menudo se tienden a confundir pero en realidad son
términos totalmente diferentes.

Por un lado la escuela integradora hace referencia al proceso de adaptación del alumno con
algún tipo de discapacidad a la marcha normal del grupo. No se tiene en cuenta al resto de alumnos
sino que es él el que se debe integrar dentro del aula.

En el caso de la escuela inclusiva, se valora al alumno por sus características particulares y es


el resto de alumnado el que debe adaptar a esta diversidad. En este tipo de escuela se considera la
diferencia como una herramienta de enriquecimiento, fomentando los valores de igualdad y
solidaridad. No persigue dar a todos lo mismo, sino dar a cada uno lo que necesita para poder alcanzar
derechos iguales. Se trata, en definitiva, de un cambio en la forma de pensar, de considerar la
diversidad como una característica propia de la sociedad en la que vivimos y de valorarla como una
estrategia de enriquecimiento.
5. ¿Cuáles son las principales limitaciones de la inclusión dentro de las aulas?

Tal y como señala Miguel López Melero en su artículo “Barreras que impiden la escuela
inclusiva y algunas estrategias para construir una escuela sin exlusiones”, las barreras se pueden
clasificar en tres categorías: políticas, culturales y didácticas.

Las barreras políticas ya que las propias leyes educativas se contradicen a la hora de abordar la
inclusión en las aulas. Por un lado con la existencia de los centros de educación especial ya que este
tipo de centros se caracterizan por la segregación del alumnado, también con la presencia de las
adaptaciones curriculares o permitiendo que los apoyos se realicen fuera del aula.

Las barreras culturales ya que todavía sigue existiendo la creencia en nuestra sociedad que
contamos con dos grupos de alumnado, los considerados “normales” y lo que se salen de la norma.

Las barreras didácticas ya que en las aulas de hoy sigue primando el valor de competitividad
por encima del de cooperación. Además la existencia de libros de texto promueve una metodología
más rígida que impide un trabajo colaborativo y adaptado a las características particulares de cada
alumno. Si lo que se busca es un trabajo cooperativo a través de proyectos de investigación en el que
los alumnos aprendan de forma significativa, se debe buscar una nueva forma de organizar los espacios
y los tiempos así como los agrupamientos del alumnado. Y por último, no debemos olvidar la
importancia de una adecuada formación del profesorado y de la relación con las familias.

6. ¿Cómo pueden conseguirse actitudes positivas de todos los miembros de la comunidad


educativa ante la inclusión?

En primer lugar, se debe conseguir un cambio en la forma de pensar de todos los miembros de
la comunidad educativa, profesorado, alumnos y familias.

El maestro debe olvidar la metodología tradicional que en la actualidad se encuentra obsoleta


puesto que la sociedad de hoy en día en poco se parece a la de nuestros padres y abuelos. Para ello es
importante formarse en nuevas formas de enseñar que permitan olvidar el antiguo concepto de “alumno
inteligente” y permitan adaptarse a la inmensa variedad de alumnos con los que nos encontramos
dentro del aula, con sus características propias y particularidades.

Para que el resto de miembros de la comunidad perciba la importancia de una escuela inclusiva
debe ser el propio centro el que transmita estos valores de igualdad, tolerancia y respeto a la diferencia.

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